Deconstrucción y Construcción

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ALVIN

Definición de deconstrucción

El concepto de “deconstrucción” de Derrida (1989) -pensada por éste como


aplicación al texto escrito, y adaptada a la práctica docente- es de gran utilidad
para diagnosticar y criticar la práctica anterior y corriente; utilizando, entre otras
técnicas, notas de campo detalladas, que privilegian la escritura sobre el discurso
oral y que se somete a un riguroso examen e interpretación hermenéutica para
hallar las bases íntimas de la práctica, antes de ensayar alternativas de acción.
Según Restrepo (2003:91), Derrida considera la deconstrucción como la puesta en
juego de los elementos de la estructura del texto para sacudirla, hallar sus
opuestos, atacar el centro que la sostiene y le da consistencia para hallarle las
inconsistencias, volverla inestable y encontrarle un nuevo centro, que no será
estable indefinidamente, pues el nuevo sistema puede contener inconsistencias
que habrá que seguir buscando.

El reconocimiento de las propias limitaciones, la autocrítica y catarsis de éstas,


derivada de la comprensión más profunda de la práctica docente, y de la
identificación de procesos conflictivos que subyacen en la práctica, llevan al
docente de la inseguridad y la confusión profesional a la serenidad frente al
proceso pedagógico, y le permiten dudar sin pánico de los esquemas
organizativos de la clase y de los métodos preferidos o simplemente utilizados.
Puede decirse, entonces, que la deconstrucción no es un método sino una
estrategia flexible ya que el proceso puede ser modificado. Es una acción
intencional planificada que se puede modificar o cambiar dependiendo del
momento o de acuerdo con las circunstancias. En otras palabras, la
deconstrucción consiste en deshacer elementos que constituyen una estructura
conceptual.

Para los investigadores, la deconstrucción constituye una invitación a una


indagación crítica sobre su práctica educativa, es el cambio de lo tradicionalmente
usual a lo nuevo, lo novedoso. De allí su interés de desmontar su práctica
educativa para comprender y reflexionar sobre su acción durante su labor docente,
y promover la enseñanza de manera radicalmente diferente. Estas acciones son
con el propósito de que el estudiante pueda realmente, construir y reconstruir el
conocimiento y desarrollar una posición crítica y reflexiva frente al proceso
enseñanza-aprendizaje; lograr una visión holística de la realidad y valorar la
participación en la misma, a fin de transformarlo.
RITA

Teorías que sustentan la Deconstrucción

1.- Teoría Constructivista

Según Díaz y Hernández (2002), la teoría constructivista es un proceso


fundamentado en la construcción del conocimiento, en el sentido de que el
estudiante selecciona, organiza y transforma la información que recibe de diversas
fuentes, estableciendo relación entre dicha información y sus conocimientos
previos. El rol del docente es vital ya que ha de facilitar la información en el
momento adecuado para reorientar el aprendizaje, y modificar tanto la relación
docente-alumno, como la evaluación. Todo esto supone tomar conciencia de que
enseñar no es tan fácil, no basta algo de sentido común, experiencia y
conocimiento de la materia sino que es necesario también adquirir conocimientos
teóricos prácticos sobre el aprendizaje de la materia que enseña.

En este sentido, puede señalarse que algunos docentes se limitan a desempeñar


su labor con una visión simplista de la ciencia, donde el aprendizaje de ciertos
conocimientos y algunas destrezas son reducidos, siendo obligados a cubrir el
programa sin profundizar en los temas. Además, consideran como natural el
fracaso de los estudiantes en las materias científicas, atribuyendo las actitudes
negativas a causas externas sin involucrarse en este hecho; tienen la idea de que
enseñar es un proceso fácil, es una cuestión de encontrar la receta adecuada; son
pocos conscientes de la necesidad de un buen conocimiento de cómo se aprende
(Díaz y Hernández, 2002:11).

En concordancia con lo expresado por los autores antes mencionados, se


considera que los docentes deben adquirir conciencia sobre su desempeño,
siendo más reflexivos, basándose en los principios de aprendizaje bien
establecidos, y así seleccionar coherentemente nuevas técnicas de enseñanza,
que lo impulsen a desarrollar satisfactoriamente la efectividad de su labor.

A este respecto, Silva (2005) señala que no se busca ser un docente ideal,
perfecto, conocedor y solucionador de todos los problemas, sino un ser humano
capaz de reflexionar sobre su práctica, corregir errores, aceptar nuevas formas de
concebir el mundo y dar apertura a diferentes corrientes de pensamiento. Sin
embargo, para lograr un aprendizaje significativo el docente debe tener presente y
recordar en todo momento que no se debe forzar la experiencia de aprendizaje y
el trabajo del alumno a lo que el docente quiere, sino a sus necesidades e
intereses.
Es por ello que las experiencias y conocimientos previos deben ser el punto de
partida en este proceso y recordar que la etapa de razonamiento que tiene el
alumno es importante, pues no se puede pretender que construya un aprendizaje,
si no ha adquirido conocimientos previos del tema para relacionarlos con los
nuevos.

El docente debería también tener presente que el material presentado tendrá una
estructura interna organizada, susceptible de dar lugar a la construcción de
significados y que tiendan a la posibilidad de que el alumno conecte el
conocimiento nuevo con los conocimientos previos ya incluidos en su estructura
cognitiva. También debería conocer que existe un componente de disposiciones
emocionales y actitudinales, en el que el docente sólo puede influir a través de la
motivación. Por otra parte, la mejor definición que se puede dar de un docente es
la de constructor de éxitos.

En este sentido, el docente es un profesional que recibe una situación y un


objetivo curricular, además de las demandas regionales; entonces, es de su
exclusiva responsabilidad construir el éxito. No obstante, para lograrlo, deberá
acompañar a sus alumnos en sus respectivos procesos de construcción de los
propios saberes de modo que, individual y comunitariamente, realicen el proceso
del aprendizaje. Con este propósito, deberá implementar metodologías didácticas
originales que se adecuen a las necesidades del aula, y si no sirven las existentes
se construyen nuevas.

En este orden de ideas, resulta interesante resaltar algunas características del


docente constructivista planteadas por Florez (1997): Se apoya en la estructura
conceptual de cada alumno. Parte de las ideas y preceptos que el alumno trae
sobre el tema de clase. Prevé el cambio conceptual que se espera de la
construcción activa de nuevos conceptos y su repercusión en la estructura mental.
Confronta las ideas y preconceptos afines al objeto de aprendizaje, con el nuevo
concepto científico que se desea aprender. Aplica el nuevo concepto a situaciones
concretas (y lo relaciona con otro concepto de la estructura cognitiva) con el fin de
ampliar su transferencia.

Así pues, el docente constructivista debe tener la capacidad de comprender su


práctica docente, teniendo la plena libertad de utilizar su inspiración propia, su
capacidad para enseñar, y los instrumentos y técnicas que más convengan al
proceso, con la finalidad de mejorarlo. Esto lo determinará de acuerdo a la
circunstancia educativa que deba enfrentar. De allí que, la práctica docente es
simplemente la construcción de éxitos educativos y, el docente es el responsable
de lograr el aprendizaje significativo.

SERGIO
Teoría Post-estructuralista.

El post-estructuralismo es un término usado para describir investigaciones,


realizadas principalmente en Francia, que emergieron a mediados de los años
1960 para poner en tela de juicio la primacía del estructuralismo en las ciencias
humanas: antropología, historia, crítica literaria y filosofía, además del
psicoanálisis. El término no parece originario de las investigaciones mismas, sino
de los angloparlantes que las estudiaron posteriormente (Cragnolini, 1999).

El post-estructuralismo quizás encuentre sustancia en el hecho de que muchos de


sus trabajos prominentes fueron desarrollados por autores cercanos al
estructuralismo, y más sustancia aún, en el hecho de que muchos de estos
trabajos son intentos de recrear posiciones estructuralistas cuyas limitaciones
transformaron a tantos estructuralistas en críticos del estructuralismo. Así, esta
teoría es una visión del lenguaje o un método crítico asociado con los
deconstruccionistas franceses tales como Derrida, Barthes, Lacan, Foucault,
Lyotard, entre otros. Según Ghiso (1994) las características más resaltantes que lo
diferencian de la teoría estructuralista son las siguientes: El significado del
lenguaje no viene dado o fijado, sino construido por el sujeto que habla. Más que
decir la verdad, la filosofía construye el significado suprimiendo, excluyendo o
marginado ciertos términos. Por tanto, deberíamos deconstruir el texto y cualquier
interpretación es igualmente válida. El poder opera a través de estructuras
sociales complejas. El conocimiento y la verdad son ideas que pueden cambiar
radicalmente. Por ejemplo, los científicos pueden utilizar las llamadas verdades
científicas para dominar la naturaleza, o la Iglesia puede utilizar la doctrina para
controlar a sus creyentes. La tarea de un deconstruccionista no es encontrar lo
que un texto significa objetivamente, sino develar las contradicciones lingüísticas y
expresar las relaciones de poder o agendas políticas que subyacen.

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