Margarita de La Cruz - Abordaje Desde La Terapia Narrativa - Violencia Salud Mental Lib Marzo

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 30

Abordaje desde la terapia

narrativa para mujeres


con antecedente de violencia sexual
Margarita de La Cruz López
Jorge Juan Cuca Martínez

Resumen

E
ste capítulo ofrece una descripción general de la terapia na-
rrativa como abordaje terapéutico posmoderno para mujeres
que han vivido violencia sexual y tienen uno o varios diag-
nósticos psiquiátricos, enfatizando en el lenguaje como constructor
de significados y tomando en cuenta el contexto social. Para ello,
se pone el acento en los aspectos dominantes del poder, del géne-
ro y del estigma de las enfermedades psiquiátricas, que impactan
en la identidad de las personas que han experimentado este tipo de
violencia; de ahí que el modelo de las prácticas narrativas se haya
documentado como un tipo de intervención que invita a que las per-
sonas reescriban una historia alterna a partir de reconocer que existe
la posibilidad de acceder a nuevos relatos que construyan historias
basadas en sus valores, deseos, sueños y esperanzas. Esto se construye

 FALTA AUTOR DE CORRESPONDENCIA. Clínica de Género y Sexualidad,


*

Dirección de Servicios Clínicos, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la


Fuente Muñiz (inprfm).
**
 Curso de alta especialidad Género, Sexualidad y Salud Reproductiva.

213

violencia salud mental.indd 213 19/03/20 14:18


por medio del acompañamiento psicoterapéutico individual o grupal
que facilita conversaciones que se van tejiendo y entrelazando para
la construcción de una visión distinta de la identidad.

Palabras clave: terapia narrativa, violencia sexual.

Introducción

En los últimos años en México, los índices generales de violencia


han aumentado, siendo la violencia sexual uno de los tipos más fre-
cuente y con mayor impacto en la salud mental. En consecuencia,
algunas personas desarrollan alteraciones psicológicas y psiquiátri-
cas graves (Echeburúa y De Corral, 2006).
El abordaje de la violencia sexual es complejo y de carácter
multifactorial. Su dificultad reside en la cantidad de variables que
intervienen en el fenómeno (edad, género, frecuencia, duración,
relación con la persona que ejerció la violencia, respuesta del con-
texto inmediato: familiar, social y cultural, entre otros). Todo lo
anterior forma parte del repertorio de significados que la persona
atribuirá a esa experiencia, impactando en la representación de
su identidad, reforzado por los discursos dominantes, los cuales, al
relatarse, sin ser cuestionados van enunciando verdades absolutas
sobre la realidad; por supuesto que estos discursos no forman parte
de la individualidad, sino que son producto de las narrativas colec-
tivas (Quintero, 2019).
Los discursos dominantes que más afectación causan en la vio-
lencia sexual son los sustentados en las creencias de género, que
refuerzan la idea de culpabilidad y responsabilidad de las mujeres,
víctimas principales de este tipo de delitos, impactando de forma
negativa en la percepción de sí mismas —considerándose malas,
sucias, provocadoras, cómplices, poco capaces, no merecedoras—,
significados reforzados y reproducidos socialmente por medio de
las creencias y mitos (Huerta, 2015; Quintero, 2019). En suma a
lo anterior, padecer un trastorno psiquiátrico y vivirlo desde un

214 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 214 19/03/20 14:18


discurso patologizante o minimizado incrementa la percepción de
mayor vulnerabilidad, culpabilidad e incapacidad. Este ejemplo
basta para ilustrar estas creencias —si no me hubiera pasado esto
no tendría que tomar medicamento, ya no sólo es el abuso, ahora
estoy loca, la gente me dice que estoy enferma, tener esta enferme-
dad es un castigo—.
Por lo anterior, consideramos que el abordaje desde la terapia
narrativa permite cuestionar y darle un nuevo significado a la ex-
periencia, es decir, deconstruir la narrativa de violencia sexual y de
los diagnósticos psiquiátricos, accediendo a nuevos relatos que for-
talezcan una visión diferente de la identidad, a través de la recupe-
ración de sueños y esperanzas basados en lo que se valora, susten-
tado en la premisa de que las personas son expertas en sus propias
vidas, que tienen una sabiduría que debe honrarse en la terapia y
reconociéndose como personas separadas del trauma, es decir, ellas
son algo más que esta vivencia (White, Freedman, Epston, 2015).
En las próximas páginas se describirá el antecedente concep-
tual de la terapia narrativa desde el marco de las terapias posmo-
dernas; posteriormente, se enunciará la violencia sexual, seguido
de los fundamentos teóricos de las prácticas narrativas; luego se
compartirá un caso clínico abordado desde este modelo teórico y,
por último, se describirán las experiencias de cambio epistemoló-
gico desde el marco posmoderno por parte del personal de salud
mental en el abordaje de la violencia sexual.

Las terapias posmodernas

En este apartado abordaremos las nuevas maneras en que se ha


concebido la psicoterapia a partir del cuestionamiento de las prác-
ticas terapéuticas modernas, que se fundamentan en una visión
lineal al percibir a las personas y sus dolencias emocionales con
tendencia a una explicación de causalidad; dicho de otro modo, de
causa-efecto, con énfasis en el modelo médico y en una visión to-
talizadora de la realidad, en contraste con la postura posmoderna,

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 215

violencia salud mental.indd 215 19/03/20 14:18


que considera una explicación más dinámica, al enunciar que la
realidad se construye socialmente, en interacción con las relaciones
que dan forma al lenguaje, existiendo múltiples maneras de perci-
bir la realidad y, por ende, distintas narrativas. Como resultado han
surgido nuevas maneras de nombrar a las prácticas terapéuticas,
como plantea Terragona: “terapias posmodernas”, “narrativas”,
“discursivas”, “posestructuralistas”, “colaborativas” y “sociocons-
truccionistas” (2006: 512). Asimismo, la autora enfatiza que, aun
cuando la terapia narrativa se encuentra dentro de esta discursi-
va, conviene señalar que ha adoptado sus propias especificaciones;
aunque comparte ideas del posmodernismo, difiere en algunas, por
lo que se ha denominado una “terapia posestructuralista” (Terra-
gona, 2006).
Esto consiste en una postura contraria de lo que plantean las es-
cuelas estructuralistas, donde se habla de teorías de la personalidad
y de estructuras inconscientes que no podemos constatar (López,
2011). Pese a que se ha nombrado de esta manera, en la mayoría
de la literatura continúan existiendo debates sobre su fundamenta-
ción, por lo que no se vislumbra con claridad el posicionamiento
teórico; quizá forme parte de la propia flexibilidad del postulado
narrativo, es decir, que al estar abierto a múltiples realidades, ésta
puede ser una más, donde no hay una sola visión ni verdades ab-
solutas. Para comprender mejor la fundamentación anterior y con-
textualizar desde donde la terapia narrativa realiza su abordaje, se
expone brevemente algo más sobre las ideas “posmodernas”.
Hace más de tres décadas que surgió el término posmoderni-
dad, teniendo sus orígenes en el campo del arte y de la filosofía, lo
que podría llevar a pensar que sólo es una etapa más de la historia,
lo cual resultaría reduccionista (Vásquez, 2011).
La posmodernidad no es una época que se halle después de
la modernidad como etapa de la historia, por lo que ésta no es un
tiempo concreto ni de la historia ni del pensamiento, sino que es un
movimiento que es determinado por la condición humana (Vásquez,
2011: 64)

216 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 216 19/03/20 14:18


Siguiendo las ideas anteriores, cabe recalcar que este movi-
miento posmodernista forma parte de un cambio cultural e intelec-
tual que ha abierto un nuevo panorama, que da cuenta de múltiples
subjetividades, esto es, las verdades no son absolutas y existen mu-
chas maneras de entenderlas (Marín, Giraldo y Vélez, 2016; Vás-
quez, 2011).
Vásquez cita a Jean-François Lyotard, de su texto La condición
postmoderna, haciendo referencia a la importancia del lenguaje y
de los significados, e invita a reconocer la gran influencia de los
grandes relatos, metarrelatos o historias dominantes, que oprimen
la diversidad y la pluralidad. “Por eso la posmodernidad se pre-
senta como una reivindicación de lo individual y local frente a lo
universal” (2011: 65). Debe agregarse la importancia de reconocer
el contexto en el que se construyen los relatos, prestándole mayor
atención a la relación entre contexto, cultura, lenguaje, significados
y entendimiento. En este sentido, “el pensamiento posmoderno lo
construyen las teorías del construccionismo social, de la hermenéu-
tica y de la narrativa” (Marín et al., 2016: 54).
Por consiguiente, cada persona tiene diferentes relatos de su
vida, que están atravesados por lo que dictan los guiones sociales
según las identidades, lo que forman los discursos de poder que
construyen historias dominantes sobre sí mismas. A veces, esas his-
torias se vuelven problemáticas. No obstante, el ser humano pos-
moderno empieza a hablar de sus problemas como entidades sepa-
radas, como algo que es externo a su identidad, lo que beneficia la
ampliación de sus habilidades, fortalezas y recursos con la finalidad
de reconstruir esa identidad (Vásquez, 2011).
Llegando a este punto podemos definir, desde esta perspectiva,
que las terapias posmodernas son vistas como un proceso conver-
sacional, reflexivo, en el que a través del lenguaje y de los discursos
centrados en el poder pueden construirse nuevos significados, se vi-
sibilizan nuevas historias, posibilidades y alternativas que impacten
en la identidad. Construido con los saberes de las personas consul-
tantes en colaboración con el o la terapeuta, de manera respetuosa,
siguiendo el ritmo y tiempo de cada persona, fuera de una relación

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 217

violencia salud mental.indd 217 19/03/20 14:18


jerárquica de poder, donde la persona está situada como experta en
su vida (Magnabosco, 2014; Terragona, 2006).
En definitiva, las terapias posmodernas se centran en la escucha
y apertura de las habilidades, fortalezas y recursos, dejando de lado
la marcada tendencia a poner el foco en los déficits, en los diagnós-
ticos, en las etiquetas de patologías, así como en la creencia de que
el o la terapeuta es la experta y sabe lo que es mejor para la persona
consultante (Alexis, 2016); en contraste, están orientadas a enfatizar
la funcionalidad de lo que para cada persona puede ser benéfico, con
una visión optimista del futuro y de los cambios (Terragona, 2006).
Dicho brevemente, se trata de buscar los recursos que tienen las per-
sonas y reconocer no lo que debe ser, sino lo que les funciona, además
de buscar un espacio de respeto y no culpabilizador (Morgan, 2002),
con una mirada apreciativa, abierta y curiosa.

Fundamentos teóricos de la terapia narrativa

La terapia narrativa surge en los años ochenta, desarrollada por


el trabajador social Michel White y el antropólogo David Epston;
ambos trabajaban principalmente con familias (Huerta, 2015), de
ahí que sus principales fundamentos teóricos partan de la terapia
familiar y retomen las bases del construccionismo social (López,
2011), de los postulados posmodernos y posestructuralistas a los
que ya hicimos referencia. Terragona hace una compilación de las
bases epistemológicas de donde parte:

Surge de ideas que provienen de disciplinas distintas de la psicología.


Se basan en las ideas de filósofos, antropólogos, historiadores, lingüis-
tas y críticos literarios. Entre ellos Gregory Bateson, Peter Berger y
Thomas Luckman, Clifford Geertz, Víctor Turner, Ludwig Wittgens-
tein, Hans-Georg Gadamer, Jacques Derrida, Paul Ricoeur, Michel
Foucault, Jean-François Lyotard, John Shotter, Walter Truett Ander-
son y Richard Rorty. Dentro de la psicología han sido especialmente

218 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 218 19/03/20 14:18


importantes las ideas de Kenneth Gergen, L. S. Vigotsky, Jerome
Bruner y William James, entre otros (2006: 515).

Un gran aporte que se ha logrado bajo estos fundamentos teóricos


es introducir dentro de los espacios de terapia los cuestionamien-
tos acerca de los temas de poder, política y género, principalmente
sostenido en las ideas de Michel Foucault, quien hace una crítica
a profundidad de los distintos dispositivos de poder en los que se
vive, que están enraizados en las interacciones y relaciones que es-
tablecemos (Ávila, 2006). En virtud de que el espacio terapéutico
se ha considerado un espacio objetivo, se ha dejado de lado que
este contexto no puede separarse de las estructuras sociales y que
la persona terapeuta está inmersa en la ideología del poder de la
cultura dominante, asegurando, como diría Michel White, “la re-
producción involuntaria de dicha cultura, la cual está inserta en la
vida de todas las personas que interactúan en ese espacio terapéu-
tico” (White et al., 2015: 93).
Partiendo del supuesto anterior, es fundamental que la persona
del terapeuta identifique con claridad el lugar de privilegio que
tiene; para lograrlo, es indispensable que haga una reflexión acer-
ca de: ¿cuál ha sido el impacto de las estructuras de poder en su
vida?, ¿cómo se percibe desde su identidad y expresión de género?,
¿considera qué tiene la verdad sobre lo que le pasa a las personas?,
¿cree saber las respuestas sobre lo que es mejor para la persona
consultante?, ¿se sabe experta/o en la vida de las personas sólo
por conocer los criterios diagnósticos de distintas enfermedades
psiquiátricas o las teorías de estructuras de personalidad? Dentro
del marco especifico del tema de la violencia sexual y de los diag-
nósticos psiquiátricos ¿considera que está consciente de las creen-
cias que tiene acerca de la violencia?, ¿hace uso de los modelos
de reproducción que culpan a las mujeres?, ¿considera que tener
trastorno psiquiátrico es una limitante absoluta para las personas?
Responder sí a algunas de las anteriores preguntas no hace a una
persona inadecuada para brindar terapia, pero sí abre una oportu-
nidad para replantearse con curiosidad la postura acerca de cómo

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 219

violencia salud mental.indd 219 19/03/20 14:18


está posicionándose en el encuentro terapéutico, además de que
puede corresponder a la reafirmación de que la psicoterapia no
está fuera de la cultura, lo que abre el cuestionamiento para dejar
de reproducir de forma normalizada estos supuestos, y no volverse
cómplice de las jerarquías de poder y de saber.
Aceptar que la psicoterapia no puede estar exenta de jugar un
papel central en la reproducción (o no) de esta cultura, entendiendo
que es parte íntegra de la misma, nos permite reconocer ineludi-
blemente las dimensiones políticas y los dilemas que plantea nues-
tro trabajo. Así habremos de reconocer que, cuando las personas
llegan a consulta, lo hacen con su universo político de relaciones y
entran a un entorno politizado (White et al., 2015: 101).
Debe señalarse que, en sus inicios, esta práctica clínica tomó
el nombre de enfoque narrativo, después terapia narrativa y final-
mente fue denominada práctica narrativa (Bustamante, 2010); sin
embargo, en diversos textos encontraremos que se sigue empleando
casi con la misma vigencia tanto el término “terapia” como “prác-
ticas”. Algunas de las explicaciones sobre el porqué hablar más
de prácticas que de terapia apuntan a que se han adoptado varios
modelos de tratamiento fuera de la práctica clínica (Rodríguez y
Fernández, 2012), esto es: en intervenciones comunitarias, escola-
res y laborales. También se ha señalado que este cambio es debido
a que, al hablar de terapia, suele asociarse con tratamiento para
una enfermedad y, por ende, con curación (Alexis, 2016), lo que se
contrapone con las premisas de este enfoque, que busca despatolo-
gizar los problemas.
Con la intención de que quienes no estén familiarizadas con este
modelo teórico puedan inferir que se trata de una intervención tera-
péutica y despierte mayor interés para conocer de qué se trata este
abordaje, decidimos hablar en este texto de “terapia narrativa”.
Retomando las ideas planteadas en los párrafos anteriores, el
construccionismo social ha sido un marco fundamental para com-
prender la terapia narrativa bajo las premisas propuestas por Ger-
gen y las teorías de Geertz (Bustamante, 2016), partiendo de las
primeras aproximaciones de los modelos basados en metáforas.

220 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 220 19/03/20 14:18


Estas metáforas comprenden el supuesto de que los seres humanos
son seres interpretativos (White, 2000); por ello, las experiencias se or-
ganizan para generar relatos que van formando historias o narrativas
acerca de cada persona y de las relaciones que construye (Bustamante,
2016). Una historia se forma a partir de unir eventos en una secuencia
a través del tiempo y al darles sentido de acuerdo con una trama o
tema (White, 2004 [T.C Toledo, 2016]), por lo que una narración es
como un hilo que va tejiendo los acontecimientos entre sí, formando
una historia. Al elegir una serie de eventos, dejamos fuera otros que
están ocurriendo al mismo tiempo. Los temas alrededor de los cuales
contamos nuestras historias están definidos por la cultura y los roles de
género asignados, lo que va formando discursos dominantes. De ahí
que lo fundamental es entender que los relatos o historias son un mar-
co para los significados que la persona le dará a su experiencia, por
lo que la identidad estará puesta en los aspectos que la persona elige
expresar (Huerta, 2015). Lo anterior va generando una trama que se
considera verdadera, la cual va matizando la historia dominante; ésta
toma tanto espacio en la vida de las personas, que se dejan de lado
las historias o eventos que la contradicen y que están ocurriendo al
mismo tiempo. Para ejemplificar lo anterior, recordamos un caso visto
en terapia individual: Tania,1 mujer de 36 años de edad, desempleada,
profesionista, casada, sin hijos, quien fue diagnosticada con trastor-
no depresivo y de ansiedad, con antecedente de violencia sexual en la
infancia. La historia dominante residía en una idea persistente de in-
capacidad para mantenerse en un empleo por sentir que no era capaz
y en la creencia de que la vida era injusta y dolorosa; cuando lograba
obtener algo, lo atribuía al exterior. Durante la intervención en terapia
individual, pudo ir engrosando la historia alterna de su vida, notando
que, a pesar de no tener un empleo formal, era ella quien se encargaba
de los temas de finanzas del negocio de su pareja desde hace ya varios
años y hasta el momento no había tenido ninguna complicación, lo
que contradecía la historia dominante de incapacidad; asimismo, tenía

  Los nombres que empleamos en al artículo cuando ejemplifiquemos algún caso son
1

ficticios, con el fin de mantener la confidencialidad y anonimato de las y los consultantes;


los casos son usados para fines pedagógicos únicamente.

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 221

violencia salud mental.indd 221 19/03/20 14:18


una relación estable con su pareja, en la que resolvían los conflictos
que se presentaban de forma respetuosa y justa, y con quien se sintió
apoyada cuando fue diagnosticada con depresión y ansiedad, lo que le
daba tranquilidad y le hacía sentir segura; esto contradecía la creencia
de que su vida sólo se trataba del dolor y la injusticia. Al ampliar su
relato alterno, pudo hablar de que aún había sueños, quería estudiar
un posgrado en finanzas y continuar aportando sus conocimientos en
la empresa familiar. Eventos alternos como los que describimos en este
ejemplo están ocurriendo al mismo tiempo, los cuales hablan de habi-
lidades, virtudes, valores, sueños y esperanzas de las personas, y de la
forma en que se va disminuyendo la influencia de las historias proble-
máticas en su vida.
Hay que mencionar, además, que la principal herramienta par-
te de las conversaciones narrativas entre la persona del terapeuta y
la persona consultante, las cuales se caracterizan por no dar conse-
jos o soluciones, tampoco emitir juicios normativos o interpretacio-
nes, mucho menos tomar una postura vertical de poder y autoridad
por parte del terapeuta; por el contrario, se estimula a mantener
una posición horizontal, rechazando la idea de ser experta en la
vida de las personas, como ya se ha dicho (Morgan, 2002). Por
ello, se alienta que el o la terapeuta se mantenga constantemente
atenta/o a no ser atrapada/o por la trampa del poder, de conside-
rar que debe tener todas las respuestas y colocarse en la postura
de experta/o de la vida; debe tener la habilidad de preguntar y de
acompañar a las personas consultantes para transitar hacia la iden-
tidad que más le satisfaga.
Por lo anterior, se espera que el o la terapeuta tenga una posi-
ción descentrada, pero influyente, como alude Morgan:

Me pareció que la influencia del terapeuta tenía que ver con sus ha-
bilidades en la consulta y en hacer preguntas de manera particular.
Noté que mantener esta postura curiosa invitaba a las personas a con-
vertirse en los autores principales de sus vidas. Las preguntas narrati-
vas colocan las opiniones, preferencias, deseos, esperanzas, sueños y
propósitos de las personas en el centro de la conversación (2002: 85).

222 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 222 19/03/20 14:18


De esta manera, son ellas quienes trazan sus propias rutas, con-
fiando en la sabiduría de ser expertas de sus propias vidas; con este
planteamiento se facilita que las personas que han experimentado
violencia sexual se apropien del poder que les fue arrebatado por el
sometimiento y el uso de la autoridad.
Desde la perspectiva de enfatizar la sabiduría interna de las
personas, puede comprenderse que ninguna persona es recipiente
pasivo de un trauma, es decir que, ante cualquier evento, las perso-
nas siempre responden y lo hacen de distintas formas. Por ejemplo,
una persona que vivió violencia sexual y presentó una reacción pa-
ralizante puede llegar con la creencia de que no hizo nada durante
la agresión, cuando esta conducta fue una manera de hacer algo, y
pudo constituir la protección ante la muerte o el daño físico.
En la terapia narrativa se considera que la identidad de las
personas no es fija o estática, sino cambiante; que no existe una
sola historia que determine, ni una única realidad que construya la
identidad, sino que las personas son consideradas multihistoriadas
(White, 2007); esto es, se tienen diversas relatos que constituyen
la identidad, por ejemplo: María es la misma persona que recibió
maltrato por parte de su padre y cuidados por parte de su abuela en
la infancia; o sea que María tiene dos identidades: la del maltrato
y la del cuidado; sin embargo, pudo haber ocurrido que la narra-
tiva de la trama de maltrato se encapsuló en una sola historia que
se contó y se recontó, nutrida por el contexto social y cultural, así
como por la percepción de sí misma, lo que constituyó la historia
única dominante donde María es una mujer maltratada que nunca
ha sido cuidada. Así pues, el trabajo del o la terapeuta radicará en
reconocer con respeto y curiosidad la historia saturada por el pro-
blema o dominante, y al mismo tiempo estar atento a cualquier re-
lato que contradiga dicha historia, con el fin de encontrar eventos
excepcionales, como los cuidados que tenía de su abuela o incluso
de otras personas.
Otro ejemplo, es el de Sonia, cuya historia dominante reside en
la idea de que las personas la traicionan y que ella no puede defen-
derse; esta historia fue formada por los múltiples eventos de violencia

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 223

violencia salud mental.indd 223 19/03/20 14:18


sexual vividos en su infancia y por la reacción de poca credibilidad
que su entorno tuvo ante la develación, por lo que mientras sea su
única historia, es probable que tenderá a actuar con base en este
discurso y, por lo tanto, tenderá a responder ante las situaciones
con este mismo repertorio, lo que conlleva a reafirmar esa identi-
dad. (White M, 2000); pero si reconoce que alguna vez no la han
traicionado ni lastimado, podría ir engrosando su identidad y am-
pliar el relato de que es una persona que puede ser apoyada; un
ejemplo puede ser la interacción terapéutica; esto podría constituir
un evento extraordinario que abre la posibilidad de escribir una
nueva ruta y de ir engrosando esta otra historia que no es de trai-
ción, con una que es de confianza.
Por lo anterior, no se trata de invalidar la historia que la lle-
vó a construir ese significado, la de traición, sino a contar otros
fragmentos de su vida que le acerquen a la persona que quiera ser,
es decir, a lo que se llamará “identidad preferida”. Así pues, el o
la terapeuta deberá desarrollar una doble escucha para poder dar
espacio a la historia dominante saturada del problema, pero agudi-
zar el oído para encontrar los eventos extraordinarios que aparecen
en la conversación.
Otro principio de la narrativa asegura que los problemas son
los problemas y las personas nunca son los problemas. Para atender
lo anterior, se utiliza la externalización y las conversaciones exter-
nalizantes, que parten de un fundamento crucial: aprender a ver
los problemas sólo como eso: los problemas son los problemas, no
la persona (Ávila, 2006). Es común que cuando llega una persona a
consultar, considere que el problema es parte de su identidad y que
todos los efectos negativos del problema son efectos negativos de la
persona (White, 2007). Por ejemplo, una persona puede describirse
a sí misma como “soy enojona”, en lugar de expresar: “a veces me
enojo” o “me atrapa el enojo”. Aunque parezca un simple juego de
palabras, no lo es, ya que la identidad está pegada al problema, re-
presentando la verdad y la identidad de la persona, por lo que si soy
enojona no hay cabida para ser algo más. Cuando se externaliza, la
persona toma una perspectiva del problema y esta distancia posibilita

224 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 224 19/03/20 14:18


escenarios de solución o de cambio de relación consigo misma, lo
que conlleva a que pueda evaluar los efectos que ha tenido en su
vida y hacerse responsable de ello. “Cuando las personas no están
atadas a verdades, que restringen su identidad, ni a certezas ne-
gativas sobre sus vidas, surgen nuevas alternativas para actuar y
enfrentar las dificultades de la vida” (White, 2007: 49).
Hasta aquí, hemos realizado una descripción general de las
prácticas narrativas propuestas en los postulados básicos; en el si-
guiente apartado haremos un breve recorrido por el panorama de
la violencia sexual.

Violencia sexual y salud mental

En este apartado nos centraremos en mencionar las consecuencias


de la violencia sexual, reconociendo la importancia de contar con
intervenciones terapéuticas efectivas que permitan a las personas
recobrar su identidad y modificar la visión y el sentido de sí mismas.
El panorama actual de la violencia sexual que se está viviendo,
requiere de acciones inmediatas de la sociedad, en materia preven-
tiva y en actuaciones posteriores, como es el abordaje terapéutico
y/o farmacológico. En México, la Encuesta Nacional sobre la Di-
námica de las Relaciones en los Hogares (endireh, 2016) reportó
que 9.4 por ciento de mujeres de 15 y más años vivieron inciden-
tes de violencia sexual durante su infancia. Estas evidencias son
alarmantes y más cuando caemos en cuenta en que no se trata de
números, sino de niñas, niños y mujeres.
Las afectaciones que se producen en las esferas de la salud men-
tal de quienes vivieron violencia sexual son graves, intensas y dura-
deras. Al menos 80 por ciento de las víctimas sufren consecuencias
psicológicas negativas. En el cuadro # 1 se muestran algunas de
las posibles consecuencias físicas, psicológicas y psiquiátricas que
presentan las mujeres que han vivido violencia sexual (Echeburúa y
Corral (1998, 2006), Ramos, Saltijeral, Romero y Caballero (2001),
así como White (2004 [T.C Toledo, 2016]).

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 225

violencia salud mental.indd 225 19/03/20 14:18


Cuadro 1.
Consecuencias de la violencia sexual

Físicas Dolores crónicos generales


Hipocondría y trastornos de somatización
Alteraciones de sueño (pesadillas).

Psicológicas 1. Emocionales
Baja autoestima
Sentimiento de culpabilidad (sensación de no haber hecho
nada ante el evento de violencia sexual).
Desconfianza y miedo en su entorno.
Dificultad para expresar o recibir sentimientos de afecto y
de intimidad.
Sentimiento de vacío, desolación y desesperación
Desregulación emocional
2. Conductuales
Dificultad para realizar conductas de autocuidado y/o
autoprotección.
Conductas de riesgo (abuso de alcohol y/o uso de drogas,
relaciones sexuales sin protección, conductas delictivas,
violencia).
Conductas autolesivas, Intentos de suicidio.
4. Sociales
Problemas en las relaciones interpersonales
Aislamiento
Dificultades en la crianza con hijas e hijos (estilos parentales
violentos: negligentes, sobreprotectores o permisivos).
Dificultad para establecer límites (no saber decir NO).
5. Sexuales
Falta de satisfacción sexual. Hipersexualización
Valoración de la identidad únicamente por el sexo.

Psiquiátricas Depresión y Ansiedad


Trastornos de conducta alimentaria (bulimia, anorexia).
Trastorno de estrés postraumático
Trastorno disociativo de identidad (personalidad múltiple)
Disfunción sexual (anorgasmia, vaginismo, deseo sexual
hipoactivo e hiperactivo.

Después de analizar las consecuencias físicas, psicológicas y psiquiá-


tricas que impactan en la identidad de las personas con antecedente

226 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 226 19/03/20 14:18


de violencia sexual, es preciso señalar la importancia de la sensibi-
lización, concientización y actuación inmediata y posterior de las y
los profesionales de salud mental; por esta razón, es fundamental la
elección del abordaje terapéutico eficaz y con perspectiva de género.

Prácticas narrativas en las intervenciones


para la violencia sexual

La terapia narrativa ha mostrado ser eficaz en el tratamiento psico-


terapéutico de las secuelas de la violencia sexual, ya que contribuye
a que las personas puedan reeditar su identidad para acercarse a la
persona que quieren ser, en tanto logran deconstruir los estigmas
y discursos dominantes que invalidaron su sentir y que impactaron
en su historia limitada de sueños, deseos y esperanzas (Bustamante,
2016; Díaz y Fontealba, 2018; Huerta, 2015; Sealter, 2015).
Estas prácticas narrativas se emplean para lograr un nuevo desa-
rrollo que engrose la historia de vida de la persona y enriquezca su
identidad (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]), de forma que reedite
su vida y pueda ampliar su historia alternativa con el fin de construir
un relato distinto de reautoría, recuperando el poder de su vida y de
su historia (Huerta, 2015; Díaz y Fontealba, 2018), donde su identi-
dad pueda migrar de víctima a sobreviviente y, finalmente, a vivien-
te, con agencia personal sobre su pasado, presente y futuro, libre de
prejuicios de la violencia sexual y de los trastornos psiquiátricos.
Revisaremos brevemente algunas de las prácticas narrativas que
se han documentado con mayor eficacia en esta intervención.

Agencia personal

Se considera que las personas tienen la posibilidad de crear sus pro-


pios significados, siendo responsables de asumir la responsabilidad
para dirigirse hacia lo que valoran y desean (Huerta, 2015). Esto
abre un gran escenario en el momento en el que la persona comienza

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 227

violencia salud mental.indd 227 19/03/20 14:18


a asumir hacia dónde quiere ir, por lo que su vida comienza a ser di-
rigida por ella y la sensación de poder y control se vuelve parte de su
certeza; significados que se perdieron ante los eventos de violencia,
donde permea la sensación de que su paso en esta vida es irrelevan-
te para el mundo, sin la agencia de influir de alguna manera en su
entorno o en sus circunstancias (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]).

Externalización: nombrar el problema

La externalización del problema es una herramienta terapéutica, no


sólo es una técnica. Su objetivo principal reside en que la persona
vaya construyendo una nueva realidad, separándose de las ideas,
efectos y actitudes del problema, generando que encuentre mayo-
res alternativas para solucionarlo, asumiendo la capacidad de tomar
sus propias decisiones que fortalecen una identidad propia, distin-
ta a la del problema. Para hacerlo más visible, puede personificar-
se él mismo, dándole una identidad propia, es decir, puede pedirse
que le pongan un nombre, que lo dibujen o que describan como
lo imaginan. Es fundamental que sea la persona consultante la que
decida cómo nombrar el problema e, incluso, puede ir cambiando
el nombre a medida que descubra más sobre él (Urrego, Jaramillo,
Rodríguez y Cardona, 2016). Así, por ejemplo, puede hablarse del
enojo, nombrándolo “explosión”; la tarea del terapeuta consiste en
describir el problema, evaluar los efectos, generar movimiento y, fi-
nalmente, transitar hacia la identidad preferida.
De esta manera, la externalización del problema permite la libe-
ración de la vergüenza y el miedo, invitando a las personas a la in-
novación y a la creatividad para abordar sus dificultades sin generar
culpa (Urrego et al., 2016: 74).

Testigos externos

Un testigo externo es una persona o grupo que se invita a la conver-


sación terapéutica para presenciar y escuchar las historias alternas

228 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 228 19/03/20 14:18


que van dando pauta a la transición de la identidad preferida: es una
manera de recontar la historia. Los testigos externos pueden formar
parte del círculo social o familiar de la persona o ser personas ex-
ternas invitadas por el o la terapeuta (Carey y Russell, 2003). Podría
equipararse a lo que se conoce como grupo reflexivo de la terapia
familiar. El rol de los testigos externos no es dar una respuesta em-
pática, ni dar consejos, tampoco expresar opiniones o juicios, mucho
menos dar felicitaciones o fórmulas de lo que debe hacerse; en cam-
bio, se enfoca en los recursos que fueron observados, por ejemplo,
conocimientos locales, valores, fortaleza, aprendizajes (Carey y Rus-
sell, 2003; (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]). Para que esta práctica
resulte efectiva es importante introducirla una vez que se haya ex-
plorado la identidad preferida o se esté transitando hacia la misma.
White (2004) lo incluye dentro de la Ceremonia de Definición, la
cual conlleva que las personas transiten para construir algo nuevo, algo
no dicho, consolidando una nueva identidad al recontar la historia no
desde la dominancia sino desde la alternativa. Los testigos externos se-
rán guiados por el o la terapeuta, por medio de preguntas para que:

1. Escuchen y puedan observar si algo de lo que se dice cautiva


su interés o resuena con algún acontecimiento de su propia
vida.
2. Puedan evocar alguna imagen, canción, refrán, que venga a
la mente relacionada con lo que se escucha de la persona o
que impacta con su propia experiencia.
3. Reflexionen sobre cómo este contar y recontar le ha permito
encontrarse en un lugar diferente; después de oír a la perso-
na, incluso puede retomarse si esta vivencia le hace pensar
algo distinto de la vida o de sí misma/o.

Esta práctica ha resultado muy benéfica en el abordaje de la prác-


tica terapéutica grupal, ya que los miembros del mismo grupo se
convierten en testigos externos de la deconstrucción de los discursos
opresores del género, además de engrosar las historias alternativas
que acercan a identidades preferidas.

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 229

violencia salud mental.indd 229 19/03/20 14:18


Conversaciones de reautoría

Las conversaciones de reautoría no se construyen sólo con el relato


dominante; están constituidas por eventos extraordinarios que invi-
tan a los consultantes a historiarlos entre sí, y a darles otro significado
con sus experiencias, lecciones y conceptos asociados a ellas. Están
orientadas a visibilizar, fortalecer o “engrosar” las historias alterna-
tivas, que formarán la construcción de la identidad preferida de los
y las consultantes.
Estas conversaciones involucran dos tipos de pregunta: las referi-
das al panorama de acción y las del panorama de identidad, que dan
intencionalidad y motivación a sus acciones. La interacción de estos
dos panoramas permite que la persona consultante pueda desarro-
llar su identidad preferida (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]).
Cuatro prácticas que favorecen esta finalidad son: conversacio-
nes de remembranza, documentos terapéuticos, rituales y ceremo-
nias de definición, y los testigos externos (Morgan, 2002).

Conversaciones de remembranza o recordada

El término “remembranza” (re-membering) fue propuesto inicial-


mente por la antropóloga Barbara Myerhoff, quien trabajó en varios
contextos diferentes. En 1997, Michael White introdujo el término
“remembranza” en la terapia narrativa, para enfatizar cómo las vi-
das de las personas están entrelazadas, desarrollando la idea de que
las identidades de las personas son modeladas por lo que podemos
llamar “club de vida” (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]).
Esta metáfora del “club de vida” introduce la idea de que todas
las personas construyen su propio club, integrado por diversas per-
sonas, a quienes se les proporcionan distintos estatus o membrecías
según la relación que se tenga con ellas; la ventaja de dicha metáfora
es que se le da un nuevo significado a las relaciones y al poder ejer-
cido por éstas en la identidad de la persona, pero, al mismo tiempo,
abre la posibilidad de elegir si se quiere sacar o quitarle ciertos be-
neficios a las persona del club (White, 2004 [T. C Toledo, 2016]). Por

230 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 230 19/03/20 14:18


ejemplo, pensemos en una mujer que vivió incesto por su padre y que
se encuentra en un dilema de amor-odio; la cultura plantea la idea
de que debe amarse a las madres y padres, sin importar que éstos
hayan ejercido algún tipo de violencia; desde esta metáfora, la perso-
na puede elegir cuánta importancia le da a esos relatos construidos
desde esos discursos de poder y decir si mantiene a su padre en su
club, si le resta puntos o lo veta del mismo. Esta metáfora refuerza
con intensidad la agencia personal.

Documentos terapéuticos

White y Epston plantearon el uso de documentos como beneficio en


el proceso terapéutico; cuestionaron la narrativa dominante que se
describía en algunas prácticas terapéuticas donde se tiende a plasmar
la patología de las personas; esto lo podemos ver en los expedientes
o reportes psicológicos, donde se habla de los déficits y carencias de
las personas. Ellos plantean una propuesta distinta, a la que llama-
ron “contradocumentos”, que incluyen cartas, notas textuales de la
sesión (las cuales pueden leer las personas consultantes), diplomas,
constancias, cartas de predicción, cuentos, entre otros. Estos docu-
mentos favorecen el engrosamiento de las historias alternativas que
surgen durante las conversaciones terapéuticas (White, 2004 [T. C
Toledo, 2016]).
Podemos condensar lo dicho hasta aquí resaltando que, desde sus
distintas intervenciones, lo que desea la terapia narrativa es lograr
la transición hacia la identidad preferida o elegida, disminuyendo la
influencia del problema y de la historia dominante.

Aplicación de un caso clínico desde la práctica narrativa

En las siguientes líneas compartimos nuestra experiencia clínica des-


de la terapia narrativa en el abordaje individual y grupal de una con-
sultante que vivió violencia sexual y que cuenta con el diagnóstico de
trastorno de estrés postraumático.

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 231

violencia salud mental.indd 231 19/03/20 14:18


Conocimos a Nancy hace ocho meses; había sido llevada por su
madre para valoración y seguimiento psiquiátrico y psicológico. Al
ingresar al consultorio, nos comentó la señora Guadalupe que su hija
llevaba dos años sin hablar, y que había perdido por completo su
funcionalidad al requerir que la asistieran en la mayor cantidad de
actividades cotidianas, como higiene personal, alimentación y otros
cuidados básicos.
Observamos en ese momento a una mujer de la tercera década
de la vida, en regulares condiciones de aliño y aseo; vestía un pants
rosa, playera blanca, tenis blancos y tenía el cabello despeinado; su
rostro expresaba tristeza y sufrimiento. Al formularle varias pregun-
tas, sus ojos se llenaron de lágrimas y su piel facial tomó un tono ro-
jizo, sin lograr expresar de manera verbal lo que le sucedía, mientras
miraba hacia al suelo. Su madre desconocía lo que le había sucedido;
relató que durante tres años no supo nada de su hija, hasta hacía dos,
que llegó a su casa por cuenta propia sin hablar, perpleja, permane-
ciendo en una sola posición por largos periodos y requiriendo que
la asistieran incluso para comer, para el aseo personal, además de
necesitar que durmieran con ella.
Nos comentó que durante esos dos años, la llevó a varias consul-
tas en hospitales generales, recurriendo incluso en la desesperación
a métodos alternativos, como la esotería, pensando que estaba “em-
brujada”.
La señora Guadalupe hizo referencia a que Nancy estudió la li-
cenciatura en administración: estudiaba y trabajaba, y era autosufi-
ciente y dedicada a sus actividades. A los 36 años de edad, conoció
a un hombre de 65 años, entabló una relación amorosa y meses des-
pués vivieron juntos. Guadalupe no estuvo de acuerdo con esa rela-
ción por la diferencia de edades, por los hijos que él tenía y por las
relaciones previas de la pareja. Sin embargo, Nancy decidió irse de
su casa, lo que generó un distanciamiento entre ellas, sin mantener
contacto alguno durante tres años.
Después de conocer el panorama general de la situación de
Nancy, nos adentramos con curiosidad en el abordaje; por las con-
diciones en la que se encontraba la consultante, se pensó en recurrir

232 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 232 19/03/20 14:18


a la hospitalización, ya que en esos momentos se consideró en ries-
go su integridad por la negativa a comer y por la forma en la que
se iba deteriorando su salud. La negativa de la madre ante esta
alternativa nos llevó a decidir brindarle un seguimiento semanal
para el manejo psiquiátrico y psicológico, y lograr restablecer su
salud física y emocional.
Pasaron las primeras semanas; durante éstas, Nancy y su ma-
dre fueron constantes; llegaban a tiempo en los días acordados; su
madre formaba parte en las intervenciones. En estas primeras se-
siones, se trabajó en construir un espacio de seguridad y confianza;
el silencio imperaba en éstas, y aunque resultaba incómodo para
quienes acompañábamos, para Nancy fue terapéutico, pudo referir
tiempo después que para ella representaba aceptación, respeto a su
tiempo y seguridad, constituyendo un puente de andamio para las
siguientes sesiones. Fue hasta la sexta consulta cuando logró estre-
charnos la mano para saludarnos y respondió a nuestras preguntas
sólo moviendo la cabeza, expresando “sí” o “no”, la notábamos
con mayor confianza y apertura, y nosotros nos sentíamos también
así, su lenguaje corporal de permitir la cercanía nos invitó a aven-
turarnos para proponerle una alternativa diferente de trabajo. A la
siguiente semana le preguntamos si podía relatar por medio de la
escritura lo que le había sucedido durante su ausencia de casa; ob-
servamos que trazaba las líneas con lentitud y temor; escribió que
había sido víctima de múltiples violencias por parte de su entonces
pareja y de un evento de violencia sexual por parte del hermano de
él. Su rostro se llenó de lágrimas; la actitud de su madre fue de con-
fusión y enojo. Le agradecimos en esos momentos por la manera en
la que logró expresar ese evento. A las semanas siguientes, continuó
describiéndonos de manera escrita lo sucedido, siendo más explíci-
ta y descriptiva.
La décimo primera semana fue una de las más significativas y
sorpresivas. Al encontrarnos a Nancy en la sala de espera, la vimos
“diferente”; no vestía pants como en ocasiones anteriores; estaba
aseada y en buenas condiciones de aliño; nos saludó con una sonrisa,
diciendo “buenos días”; la hicimos pasar al consultorio con su madre,

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 233

violencia salud mental.indd 233 19/03/20 14:18


quien nos dijo que había logrado hablar y bañarse por sí sola; le hi-
cimos algunas preguntas y respondió de manera verbal por primera
vez. En esos momentos sentimos una emoción genuina por lo que
había logrado. El movimiento que tuvo fue gratamente sorpresivo,
reconoció casi al final del proceso, que liberarse del secreto, sentirse
escuchada sin juicios le devolvió fuerza y esperanza en que podía
tener una nueva oportunidad de vida, por lo que la perseverancia y
compromiso se acentuaron más.
En encuentros siguientes la historia dominante se hizo presente
de manera verbal, la cual estaba conformada de eventos relaciona-
dos con la violencia y que le daba la identidad de “víctima”, por lo
que agudizamos la doble escucha, mostrándonos influyentes, pero
descentrados.
Debido a los cambios que Nancy iba presentando, y a la fuer-
za emocional que notábamos, traducida en constancia en sus citas,
apertura y enfrentamiento para romper el secreto la invitamos a par-
ticipar en la “terapia grupal de mujeres víctimas de violencia sexual
con enfoque en terapia narrativa”, ya que consideramos que podría
beneficiarse de este tratamiento a través de la escucha de otras muje-
res y a aportar desde su experiencia, pues empezaba a verbalizar los
discursos dominantes de poder, que generan culpa y vergüenza, que
sentía por haber vivido la violencia sexual y la creencia de ser la úni-
ca en esta vivencia. Ella aceptó con apertura, después de darle una
explicación de los principios básicos de esta terapia. Lo sorprendente
también es que pudo iniciar esta intervención sin la presencia de su
madre, poniendo los reflectores en la independencia que formaba
parte de su identidad preferida.
Ya durante el proceso grupal, una de las prácticas más signifi-
cativas fue la externalización; conversamos sobre los efectos físicos y
psicológicos de la violencia. Empezamos por “nombrar” la situación
que habían pasado, explicándoles e invitándoles a que le llamára-
mos de alguna forma al problema. Recordamos que en ese momen-
to Nancy guardó silencio, siendo la última en nombrarlo; mencionó
que no sabía cómo hacerlo y que no podría ponerle nombre a algo
tan feo que vivió; minutos después lo nombró: “el monstruo silencioso”,

234 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 234 19/03/20 14:18


identificando que era algo externo a ella, que ella no era el problema,
teniendo otras historias, así como otras identidades.
Le pedimos que describiera cuáles eran sus características, en
qué momento apareció, así como qué pasaba con ella cuando apa-
recía. Nancy narró lo siguiente: “cuando llega el “monstruo silen-
cioso”, no me deja moverme ni hablar, me hace olvidarme de dónde
estoy y con quién; no como, ni me baño, me pongo como una niña
que no puede valerse por sí misma […] apareció cuando él me tocó y
me agredió […] mi mamá es la que me vio así, yo quería hablar pero
no podía, es como si me quitara la voz”. Continuó comentando más
características de ese “monstruo silencioso”; identificó por medio de
preguntas que para ella eran importantes: la relación con su madre,
el cuidado y salir de la violencia. Expresó: “la relación con mi mamá
siempre ha sido muy importante en mi vida; cuando me fui con él,
me distancié de ella y no nos hablábamos […] también creo que esto
me acercó a ella; por esto me pude regresar a mi casa y ya no vivir
los golpes y tener sexo a la fuerza, y cuando me tocó el hermano de
él, sólo así pude escapar y llegar a casa de mi mamá”. También logró
darle un nuevo significado a ese “monstruo silencioso”: “sí me prote-
gió, pero fueron dos años que no me dejó hablar, dejé de trabajar […]
hasta de bañarme; ahora que ya no está, ya no son tan necesarios
los cuidados de mi mamá, ya quiero volver a ser la misma de antes”.
A partir de las siguientes sesiones, las conversaciones externali-
zantes facilitaron visibilizar los eventos extraordinarios que dieron
pauta para historias alternativas, guiándonos por el uso de preguntas
del mapa de acción y de identidad, y de las prácticas de reautoría.
Esto favoreció otras conversaciones sobre relatos que diluían la his-
toria dominante del problema y/o del trastorno mental, llevando a
Nancy a encontrar su identidad preferida, siempre acompañada por
el grupo que de forma natural comenzó a ser un testigo externo de la
deconstrucción de los discursos de poder que dominan las creencias
de género y que constantemente hacían referencia a los recursos y
fortalezas que veían en Nancy, cuando ésta era atrapada por la his-
toria dominante. Al ir encontrando los eventos extraordinarios, entre
ellos el silencio que en su momento le permitió escapar y protegerse,

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 235

violencia salud mental.indd 235 19/03/20 14:18


comenzó a engrosar su identidad preferida; retomó los deseos de in-
dependencia y autonomía; verbalizó al finalizar el proceso terapéu-
tico grupal, desde la base de la esperanza y sus sueños, que deseaba
incorporarse a la vida laboral, lo anterior fortalecido desde su agen-
cia personal; además, se utilizó al final como documento terapéutico
una constancia, donde se plasmaban las fortalezas que la acompaña-
ron durante este proceso.

Para finalizar este caso, consideramos que la relación de colaboración


que se hizo entre Nancy, su madre, el psiquiatra y la terapeuta fue fun-
damental en el progreso de su vivencia, siempre respetando el ritmo
y relato de Nancy, basado en lo que ella valoraba; en este caso, para
ella y su madre, conocer el diagnóstico psiquiátrico fue de utilidad, ya
que les permitió apegarse al tratamiento tanto farmacológico como
terapéutico. La fortaleza del trabajo colaborativo, en resumen, contri-
buyó a acercar a Nancy al modo preferido de ser y estar, es decir, a su
identidad preferida. Esta migración a su identidad la logro por medio
de la identificación y visibilización de sus valores, sueños y deseos que
se fueron descubriendo en las conversaciones, tales como: la constan-
cia, el autocuidado, el respeto y la autonomía que se hicieron presentes
cuando el monstruo silencioso no se apoderaba de su vida, y que ella
pudo reconocer, uno de los recursos que le fueron de utilidad, fue re-
conocer que ella no era el problema, que este era externo a ella, y que
podía manejarlo con la elección de qué hacer cuando la quería atra-
par, lo que contribuyó a relacionarse mejor con “ese monstruo” que
aparecía cuando sus valores se veían trasgredidos y vulnerados. Esto
fue evidente en las sesiones de seguimiento, donde nos comentó que
logró entrar a trabajar en una empresa y reunirse nuevamente con sus
compañeras/os de la secundaria. Al relatar lo anterior nos percatamos
de una mirada distinta, no era Nancy de la primera valoración, era una
mujer llena de aspiraciones, metas y sueños.

Lo anterior nos lleva a subrayar que desde la terapia narrativa el


diagnóstico psiquiátrico es considerado una historia dominante que
se ha hecho a través del tiempo y que puede definir la identidad;

236 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 236 19/03/20 14:18


por ello, debemos ser cuidadosos: preguntar y preguntarnos si para
la persona resultará útil conocerlo y nombrarlo, además de insistir
en que debemos enfocarnos en la relación que se construye con el
mismo, ya que los significados que le damos a las experiencias van
construyendo quiénes somos y éstos surgen en nuestras relaciones.
Por lo tanto, la mirada siempre influyente, pero descentrada, facilita
ser respetuosos y recordarnos que la persona es el propio actor de su
vida y de su historia.

Experiencia profesional en el abordaje


de la violencia sexual desde la mirada narrativa
y del trabajo en una institución psiquiátrica

Para finalizar, compartiremos nuestra experiencia en la deconstruc-


ción y cambio de identidades a lo largo de la formación en las prác-
ticas narrativas. En un inicio fue confuso, emocionante, sorpresivo
y complejo poder entrelazar las historias que construyeron nuestra
identidad como personas y, por ende, como profesionales de la salud
mental.
De esa manera cuestionamos las verdades absolutas, lineales y
causales desde donde se construyó nuestra identidad como terapeu-
tas que tratan los problemas psicológicos y psiquiátricos relacionados
con la violencia sexual. Esto nos llevó a transitar en la aventura hacia
un cambio epistemológico, reflexionando y cuestionando los princi-
pios teóricos de la modernidad y la posmodernidad.
En momentos nos percatábamos que caíamos en la “trampa” del
discurso dominante; encontramos muchos tropiezos en el camino
hacia deconstruirnos. Así que resultaría utópico y presuntuoso decir
que estamos fuera de los relatos estructurales, sociales o culturales
que refuerzan una y otra vez estas ideas; en contraste a lo anterior, lo
que sí podemos decir con orgullo es que hemos transitado a nuevos
territorios: al de las historias alternas, a la concientización, donde
cuestionamos las verdades fundamentadas desde el poder.
Como resultado, encontramos el cuestionamiento de nuestra
identidad como profesionales de la salud mental, reflexionando sobre

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 237

violencia salud mental.indd 237 19/03/20 14:18


nuestros privilegios y acerca de cómo éstos pueden influir de manera
favorable o no favorable en nuestra práctica médica, psiquiátrica y
psicoterapéutica. De manera muy puntual, enfatizamos en lo políti-
co y en el poder que se encuentra en las interacciones terapéuticas,
donde nos desprendimos de la historia dominante de omnipotencia
al concebirnos como “los psicoterapeutas que todo lo saben” o “las
personas expertas en la vida de las otras personas”, lo que nos expuso
a replantearnos una nueva identidad como terapeutas, al reconocer
que cada persona es experta en sus saberes y que tienen múltiples
habilidades para enfrentar sus dificultades, y que esto no demerita
nuestra sabiduría como profesionales, sino que la pone al servicio del
proceso de la persona consultante, que está en el centro de la terapia.
Desde esta postura, nos conectamos y escuchamos más: desde la
empatía, la comprensión y la compasión de las personas consultantes,
quienes llegan atrapadas en los discursos patologizantes y dolorosos
de haber vivido esta enorme traición de la violencia sexual y, a con-
secuencia de la misma, el desarrollo de un trastorno psiquiátrico, lo
que ha posibilitado brindarles un acompañamiento genuino, curioso
y humano, donde se permita que cada persona encuentre su propio
ritmo para avanzar en la deconstrucción de los discursos dominantes
de opresión de poder. Así hemos podido constatar que los efectos de
esta nueva postura han traído para las y los consultantes una mirada
más comprensiva, con menor juicio y mayor aceptación de sus pro-
cesos de vida y de una mejor relación con el diagnóstico psiquiátrico.
Por lo anterior, de manera muy puntual, lo que deseamos trans-
mitir en este capítulo es una invitación a las y los profesionales de la
salud mental a la reflexión de su identidad dentro del contexto social
y cultural en el que se encuentran en el momento de abordar los
efectos consecuentes de la violencia sexual, reconociendo que es una
de las violencias más dolorosas, invasivas e invalidantes, razón por la
cual es necesario el reconocimiento de los propios prejuicios, estig-
mas, verdades absolutas, historias dominantes que puedan atropellar
el acompañamiento a las personas consultantes, generando procesos
revictimizantes, en lugar de brindar espacios benéficos para la
recuperación de la salud mental.

238 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 238 19/03/20 14:18


Asimismo, les invitamos a reflexionar sobre los padecimientos
mentales que de manera simultánea están inmersos en esta construc-
ción estigmatizada, por ello, es fundamental recordar que quienes
nos consultan, son personas separadas de sus problemas, las que me-
recen que les demos el tiempo necesario para conocer sus recursos
y fortalezas, libres de prejuicios y sin la etiqueta del problema o del
diagnóstico médico o psiquiátrico.
Para concluir, queremos agradecer a las personas consultantes
con las que hemos compartido espacios terapéuticos, quienes se han
abierto a confiar y a transitar a una identidad favorita, de quienes
aprendemos y honramos con profunda admiración, así como a la
psicóloga Maribel Zarco Pérez por su valioso acompañamiento y
guía en la construcción de este capítulo por su amplio conocimiento
en las practicas narrativas; esta interacción resulta motivante para
continuar buscando mejoras desde nuestro acompañamiento médi-
co, psicológico y/o psicoterapéutico.

Referencias

Ávila, F. (2006) “El concepto de poder en Michel Foucault”. Telos, 8 (29), pp. 215-
234. Disponible en <https://www.redalyc.org/pdf/993/99318557005.
pdf>.
Bustamante, M. (2016). “Prácticas narrativas en psicoterapia con niños, niñas
y adolescentes que han sido abusados sexualmente”, tesis de pregrado.
Bustos, A. (2016). “Terapia narrativa y abuso sexual infantil: una mirada des-
de el trabajo social”. Revista Electrónica de Trabajo Social, 1 (13), pp. 76-89.
Carey, M., y S. Russell (2003). Prácticas con testigos externos: respuesta a las pre-
guntas más frecuentes. (Altea, Moreno, Madrid) Dulwich Centre Publica-
tions. Disponible en <https://narrativepractices.com.au/attach/pdfCa-
rey_y_RussellTestigos_externos.pdf>.
Díaz, M., y R. Fontealba (2018). “Terapia grupal con adolescentes que han
sobrevivido al abuso sexual: una experiencia con prácticas narrativas co-
lectivas”. Revista Electrónica de Trabajo Social, (14) pp. 104-117.

Abordaje desde la terapia narrativa para mujeres... 1 239

violencia salud mental.indd 239 19/03/20 14:18


Echeburúa, E., y P. J. Amor (1998). “Perfiles diferenciales del trastorno de
estrés postraumático en distintos tipos de víctimas”. Análisis y modificación
de conducta, 24 (96), pp. 527-555.
Echeburúa, E., P. D. Corral (2006). “Secuelas emocionales en víctimas de
abuso sexual en la infancia”. Cuad Med Forense, 12 (43-44), pp. 75-82. Dis-
ponible en <http://scielo.isciii.es/pdf/cmf/n43-44/06.pdf>.
Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (endireh) 2016
(2017). Instituto Nacional de Estadística y Geográfica. Disponible en
<https://www.inegi.org.mx/programas/endireh/2016/>.
Huerta, L. (2015). “Terapia Grupal para adultos que sufrieron abuso sexual
en la infancia; psicología clínica y de la salud”, tesis doctoral.
López, S. R. (2011). “Terapias breves: la propuesta de Michael White y
David Epston”. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica
Profesional en Psicología. XVIII Jornadas de Investigación. Séptimo En-
cuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de
Psicología, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Magnabosco, M. (2014). “El construccionismo social como abordaje teórico
para la comprensión del abuso sexual”. Revista de Psicología, 32 (2), pp.
219-242.
Marín, R. A., N. M. Ramírez y K. Valderrama (2016). “Aproximación a la
noción de posmodernidad en terapia familiar sistémica”. Fundación Uni-
versitaria Luis Amigó, 3 (1), pp. 51-67.
Morgan, A. (2002). “Beginning to use a narrative approach in therapy”. Inter-
national Journal of Narrative Therapy & Community Work, (1), pp. 85-90
Organización Mundial de la Salud (2013). Estimaciones mundiales y regionales de
la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos en la salud de la violencia de pareja y
la violencia sexual sin pareja. Organización Mundial de la Salud.
Quintero, Y. A. (2019). “Relatos dominantes opresivos de mujeres con histo-
rias de abuso sexual infantil”. Controversias y Concurrencias Latinoamericanas,
11 (18), pp. 199-213. Disponible en <http://sociologia-alas.org/Cy-
CLOJS/index.php/CyC/articleview/99/100>.
Ramos, L., M. T. Saltijeral, M. Romero, M. A. Caballero, y N. A. Martínez
(2001). “Violencia sexual y problemas asociados en una muestra de usua-
rias de un centro de salud”. Salud Pública de México, 43 (3) pp. 182-191.
Disponible en <https://www.scielosp.org/pdf/spm/2001.v43n3/182-
191/es>.
Rodríguez, V., y A. Fernández (2012). Terapia Narrativa basada en Atención Plena
para la Depresión. Madrid : Desclée De Brouwer.

240 1 Margarita de La Cruz López / Jorge Juan Cuca Martínez

violencia salud mental.indd 240 19/03/20 14:18


Salter, L. (2017) “From victimhood to sisterhood part II – Exploring the pos-
sibilities of transformation and solidarity in qualitative research”. Euro-
pean Journal of Psychotherapy, 19 (1), pp. 73-89.
Terragona, M. (2006). “Las terapias posmodernas: una breve introducción
a la terapia colaborativa, la terapia narrativa y la terapia centrada en
soluciones”. Psicología Conductual, 14 (3), pp. 511-532.
Urrego, D., G. A. Jaramillo, J. C. Rodríguez, y J. P. Cardona (2015). “Senti-
dos de la externalización del problema en la terapia narrativa”. Fundación
Universitaria Luis Amigó, 3 (1), pp. 68-80. Disponible en <file:///Users/
karinacucamartinez/Downloads
1895-7465-1- %20(1).pdf>.
Vásquez, R. (2011). “La posmodernidad. Nuevo régimen de verdad, violen-
cia metafísica y fin de los metarrelatos”. Nómadas. Revista Crítica de Cien-
cias Sociales y Jurídicas, 29 (1). Disponible en <https://www.redalyc.org/
pdf/181/18118941015.pdf>.
White, M. (2000). “Re-vinculándose con la Historia: lo ausente pero implíci-
to”. Chile: Pranas.
White, M. (2004). “El trabajo con personas que sufren las consecuencias de
trauma múltiple: una perspectiva narrativa” (Toledo, México, 2016). Re-
cursos psicosociales para el post conflicto, pp. 27-75. Disponible en <https://
dulwichcentre.com.au/el-trabajo-con-personas-que-sufren-las-conse-
cuencias-de-trauma-multiple-desde-la-perspectiva-narrativa.pdf>.
White, M. (2007). Mapas de la práctica narrativa. Chile: Pranas.
White, M. K., J. Freedman y D. Epston (2015). Práctica narrativa: la conversación
continua. Chile:

violencia salud mental.indd 241 19/03/20 14:18


violencia salud mental.indd 242 19/03/20 14:18

También podría gustarte