MargaritaCalleja Margarita Dependencia y Crecimiento Industrial

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Dependencia y crecimiento industrial:

las unidades domésticas


y la producción de calzado
en León, Guanajuato
M argarita Calleja
El Colegio de Michoacán

El objetivo de este trabajo es explicar por qué en


un desarrollo industrial como el que se llevó a ca­
bo en la ciudad de León, Guanajuato, principal
centro productor de calzado del país, coexisten
formas tradicionales de producción —talleres
artesanales— y empresas mecanizadas de alta
productividad. El proceso de industrialización
para la elaboración de calzado en León, princi­
palmente durante los años cincuenta del presen­
te siglo, escapa del modelo clásico del desarrollo
capitalista, en el que la lógica de la acumulación
necesariamente elimina las unidades producti­
vas menos competitivas del mercado.
En el caso analizado, los pequeños talleres
familiares o picas, supuestamente antieconómi­
cos, son utilizados económica, social y política­
mente por las fábricas y juegan un papel estra­
tégico en el proceso de la reproducción capitalista.
I. Referencias conceptuales
Subdesarrollo y dependencia
En la década del treinta, y principalmente del
cincuenta, el interés principal de los países lati­
noamericanos se centró en lograr el desarrollo
económico: se pretendía disminuir la dependen­
cia del comercio internacional, reafirmar la inde­
pendencia política y económica, y “cerrar la bre­
cha” entre los países desarrollados y subdesa-
rrollados. El desarrollo económico se entendió
como un proceso evolutivo hacia las formas
avanzadas de la moderna sociedad industrial.
La industrialización se consideró el elemento
más dinámico que traería consigo una expansión
de la producción y por consiguiente, mayor opor­
tunidad de empleo y elevación del nivel de vida
de la población en general.
A pesar del optimismo y de la política de
sustitución de importaciones y desarrollo hacia
adentro, no se logró siquiera eliminar los obs­
táculos atribuidos a la sociedad tradicional ni
tampoco nivelar las desigualdades regionales.
La industrialización tendió a concentrarse en
torno a las ciudades principales surgidas en pe­
riodos anteriores; el sector rural no logró salir del
estancamiento a pesar de que expulsó gran parte
de la mano de obra campesina a la ciudad. Por
su parte, el sector urbano no logró incorporar a la
esfera de la actividad económica moderna a la
población rural desplazada o a los obreros sin ca­
lificación, quienes pasaron a formar lo que se ha
llamado población marginal.
El concepto de dependencia reubicó la polé­
mica sobre el desarrollo al considerar a este últi­
mo como un fenómeno histórico mundial, produc­
to de la expansión y consolidación del sistema ca­
pitalista. Este concepto hace énfasis en la subor­
dinación política y económica de los países sub-
desarrollados a los intereses de los países desa­
rrollados. Las nociones de “centro” y “periferia”,
por su parte, subrayan las funciones que cum­
plen las economías subdesarrolladas en la divi­
sión internacional del trabajo: como los países
subdesarrollados ocupan una posición asimé­
trica respecto al proceso de transferencia o recep­
ción del capital, su desarrollo es desigual.-
Dependencia y acumulación de capital
Los conceptos arriba resumidos hacen alusión a
la relación que se establece entre dos tipos de paí­
ses interdependientes en un solo sistema m un­
dial. En términos generales, la principal diferen­
cia entre ambos tipos de países es que en unos,
las relaciones capitalistas de producción se en­
cuentran generalizadas, mientras que en los
otros no. Se polemiza, sin embargo, sobre las con­
diciones de difusión y reproducción de las rela­
ciones capitalistas en los países llamados “sub­
desarrollados”, “dependientes”, o “periféricos”.
Luxemburgo (1967), al respecto, planteó
que la expansión del sistema capitalista requiere
de una articulación de modos de producción, a
través de la cual se realiza la acumulación de ca­
pital del sector dominante. Dejando aparte las
objeciones técnicas a su definición de acumula­
ción (cf. Schumpeter 1976), este planteamiento
abre la discusión a un fenómeno históricamente
presente: la persistencia de relaciones no capi­
talistas de producción. Algunos antropólogos,
para analizar este fenómeno, relacionan el con­
cepto de modo de producción —conjunto de rela­
ciones de producción y fuerzas productivas—
con otros que se refieren a diversas estructuras
sociales: el parentesco, la organización social,
la religión. Godelier, por ejemplo, encuentra que
entre los aborígenes australianos, el parentesco
actúa a la vez como infraestructura y como super­
estructura: regula el derecho y el acceso al terri­
torio, o sea los medios de trabajo y producción, y
al mismo tiempo proporciona el marco social de
las actividades político-rituales e ideológicas.
El aporte de Godelier (1975) resalta la importan­
cia de la estructura de parentesco en la reproduc­
ción de una determinada formación económica y
social, y al aplicar el concepto de modo de produc­
ción a las sociedades no capitalistas, le da mayor
especificidad y contenido a instituciones que pa­
recerían residuales o anacrónicas dentro de las
transformaciones globales del capitalismo: la
familia, el parentesco, la organización ritual.
En una vena similar Meillassoux (1977)
analiza la m anera como el capitalismo se inser­
ta en las relaciones no capitalistas y plantea que
la explotación capitalista en ciertas circunstan­
cias descansa sobre la comunidad doméstica y
su transformación moderna: la familia. El bene­
ficio que el capitalismo obtiene de las unidades
domésticas es que estas últimas le ofrecen una
mercancía por la que nada invirtió en su forma­
ción y desarrollo: el salario únicamente cubre
“la reconstitución” inmediata de la fuerza de tra ­
bajo y se desentiende de su mantenimiento en las
épocas de desempleo, enfermedad, vejez y repro­
ducción de la prole. Por su parte, la unidad do­
méstica se reproduce de acuerdo a relaciones y
recursos agrícolas propios que no son “contrac­
tuales” (medidos por un salario) sino de “depen­
dencia personal”.
Industrialización y sector
de pequeña escala
Algunos autores m arxistas admiten que la de­
pendencia no es una condición uniforme: los fac­
tores internos de los propios países (recursos n a­
turales, estructuras precoloniales, nacionalismo)
han modulado las relaciones de dependencia.
También admiten que a pesar de que la depen-
dencia es una situación condicionante —en la
medida que limita las posibilidades de desarrollo
de estos países no es definitiva— pues puede re­
orientarse hacia una economía interna más in­
dependiente.
Así, por ejemplo, Warren (1976) sostiene que
el impacto del imperialismo en el tercer mundo
favorece la industrialización;3 si bien existen
bostáculos para su desarrollo, éstos no se origi­
nan sólo en las actuales relaciones del imperia­
lismo con el Tercer Mundo, sino tam bién en con­
tradicciones internas del propio Tercer Mundo.
Asimismo considera que los lazos de dependen­
cia que unen a los países imperialistas con el Ter­
cer Mundo cada vez son menos fuertes. Esto no
significa que el capitalismo haya dejado de exis­
tir, sino que el éxito del desarrollo capitalista de
los países periféricos estriba en que sean capaces
de proporcionarse las condiciones económicas
sociales y políticas apropiadas para la reproduc­
ción continua del capital, como un sistema social
que representa la forma superior de producción
de mercancías. Para Warren, la independencia
política formal proporciona a los países subde-
sarrollados maniobrabilidad e iniciativa, que
aunadas a las fuerzas sociales internas ha con­
ducido al desarrollo industrial. Uno de los cam­
bios más importantes ha sido que la industrializa­
ción ha dejado de asociarse exclusivamente con
una burguesía nacional bien desarrollada y vin­
culada al imperialismo. Junto a ellos, han surgi­
do diversas combinaciones de clases que han te­
nido un mayor grado de participación social,
económica y política —formal o no— y que han
moldeado el desarrollo de los países del Tercer
Mundo. Este factor, por otra parte, explica la cre­
ciente importancia del Estado, como promotor del
desarrollo nacional.
Bryan Roberts (1980), por su parte, admite
que el proceso industrial de capital intensivo ge­
nera un excedente de población que se dirige prin­
cipalmente al sector terciario; pero considera a
esta población como la base económica y social
que proporciona servicios y mano de obra barata
a través de la cual se expanda el sistema capita­
lista. En la organización económica urbana de
los países subdesarrollados hay dos sectores: el
de gran escala, constituido por las actividades
que no se llevan a cabo dentro de las fábricas y
que tampoco utilizan los mismos servicios finan­
cieros, profesionales y comerciales del sector de
gran escala. Se refiere más concretamente a pe­
queños comerciantes, talleres de reparación,
hombres y mujeres que se autoemplean, arte­
sanos.
La economía en pequeña escala no es una
reminiscencia del pasado; no es tradicional, ni
en las técnicas que utiliza ni en sus tipos de ac­
tividad. Antes bien, se les ha dejado el ámbito de
operación m ás riesgoso o de menor rentabilidad
para la gran empresa, pero que es imprescindible
para la expansión capitalista. Para hacer frente
a un mercado inseguro y competitivo, la econo­
mía de pequeña escala utiliza formas de traba­
jo distintas a las asalariadas, como el empleo de
la mano de obra fam iliar y la red de préstamos
que proporcionan las relaciones de amistad y
confianza. Tampoco se sujeta a la reglamenta­
ción gubernam ental y prefiere hacer proliferar
sus empresas en vez de aum entar su tamaño.
Esas características del sector de pequeña escala
limitan su acumulación de capital, pero, le dan
mayor- flexibilidad ante la incertidumbre del
mercado.
El argumento de este artículo
El desarrollo de la industria del calzado en León
data apenas de este siglo. Muchas de las actuales
fábricas modernas tienen como antecedente un
taller familiar que por los años veinte elaboraba
manualmente el calzado. En los años treintas y
principalmente en los cincuentas se inicia el pro­
ceso de modernización de la m anufactura de cal­
zado —principalmente con la introducción de
m aquinaria—; a partir de entonces aumentó el
número de fábricas pero también el número de ta ­
lleres artesanales. Esta paradoja determina que
en la actualidad encontremos estructura indus­
trial compuesta por unidades productivas que
se articulan entre sí a través de relaciones mul-
tidireccionales de dependencia. Hay elementos
de grado que diferencian entre sí a las unidades
productivas como el nivel tecnológico, el uso de
mano de obra y prestaciones; en este sentido se
puede hablar de un mayor o menor desarrollo in­
dustrial; sin embargo, el elemento cualitativo de
diferenciación que nos va a permitir hablar de
coexistencia, articulación y persistencia mas no
de evolución o sucesión, es la organización del
trabajo.
En estos términos, encontramos unidades
productivas, o sea las fábricas y talleres que tie­
nen como base de producción y reproducción al
capital, el cual determina la contratación de la
mano de obra y media las relaciones sociales; hay
una pugna entre capital y trabajo que se m ani­
fiesta en sindicalización, huelgas, despidos, etc.
En cambio, los talleres familiares o picas requie­
ren basar su producción y reproducción en la uni­
dad doméstica. Esto no significa que el capital
no intervenga: las picas se mueven y funcionan
dentro del mercado, hay contratación de obreros
asalariados y acumulación de capital, e incluso
puede haber “salario” entre los miembros de la
familia; pero lo importante es que la pica reúne
en la familia el acceso y la posesión de los medios
de producción; a través de relaciones de coopera­
ción, aportación de trabajo no cuantificado y obe­
diencia se busca no la subsistencia individual, si­
no familiar.
Dentro del proceso de industrialización del
calzado en León, la pica como unidad productiva
y la familia como unidad social constituyen, al
combinarse, el sector que amortigua los ciclos de
crisis y reproducción del modo capitalista de pro­
ducción. Economía y organización familiar no se
oponen como “instituciones” diferentes.
A pesar de la modernización, el desarrollo
industrial leonés se ha basado en el uso intensivo
de la mano de obra. Esta mano de obra —muy
abundante— se encuentra en un estado rotativo
y no es exclusiva de una sola unidad productiva.
Las industrias han utilizado estratégicamente
estas características de la mano de obra —abun­
dancia y movilidad—, aunada a un monopolio la­
boral, para crear las condiciones de trabajo que
más la favorecen: bajos salarios, pago a destajo,
ausencia de contratación colectiva y de pago de
horas, etc. En este contexto de rotación de obre­
ros, las picas son una alternativa de empleo del
excedente de mano de obra que espera ser contra­
tada o bien es desechada de las fábricas. Por otra
parte, las alternativas de empleo que ofrecen los
talleres disminuyen las prestaciones ocupacio-
nales, salariales y sindicales.
Desde el punto de vista del mercado las p i­
cas persisten porque producen un producto bara­
to para el consumo popular; no sólo porque utili­
zan insumos de menor calidad, sino porque las re­
laciones domésticas de producción permiten que
gran parte del trabajo no sea cuantificable er
dinero y m antengan los precios bajos.

II. La estructura industrial de León


La ciudad de León se localiza al poniente del es­
tado de Guanajuato; es de las ciudades industria­
les más importantes del estado y el mayor centro
productor de calzado del país (sobre todo zapato
para niño y caballero).1
El complejo industrial de la ciudad se en­
cuentra formado por una mayoría de empresas
productoras de calzado; además se han instalado
un gran número de industrias conexas, que abas­
tecen a la industria del calzado de m aterias pri­
mas: curtidurías, fábricas de suelas, tacones, hor­
mas, agujetas, moldes, pegamentos, tintas, ca­
jas de cartón, fabricación y distribución de m a­
quinaria para el calzado. En 1976, la Cámara
Guanajuatense del Calzado estimó que, de la po­
blación económicamente activa mayor de los 12
años de edad, el 95% estaba relacionada con esta
industria.
Con respecto al número y clasificación de
los establecimientos dedicados a la producción de
calzado no existe un criterio unificado, ni tampo­
co hay una manera confiable de cuantificarlos;
cada dependencia agrupa de distinta m anera a
las empresas. Por ejemplo el Centro de Investiga­
ciones y Asistencia Tecnológica del Estado de
Guanajuato en 1977 divide a la industria en 800
fábricas mecanizadas, 1 500 fábricas pequeñas
medianamente mecanizadas y 4 000 talleres fa­
miliares o picas. La Cámara de la Industria del
Calzado de Guanajuato, organismo oficial que
agrupa a los productores en el año de 1978 conta­
ba con 820 socios clasificados en: 78 empresas
grandes que producen diariamente 1 500 pares o
más; 235 empresas medianas que producen entre
500 y 1 500 pares diarios y 507 empresas peque­
ñas que producen de 10 a 500 pares diarios. De
esta industria pequeña, el 75% corresponde a ta ­
lleres familiares.5
Localmente, para diferenciar a los distintos
tipos de unidades productivas se utilizan los tér­
minos de fábrica, taller, pica y taller de maquila.
Esta clasificación, además de hacer referencia
a criterios cuantitativos (volumen de producción,
número de trabajadores, tipo de maquinaria, lo­
cal de trabajo), enfatiza criterios de tipo cualita­
tivo, como son la situación legal de las empresas6
y las relaciones sociales que se establecen dentro
de ellas. En el presente artículo parto de la clasi­
ficación local.
Fábricas son las que le dan a León la ima­
gen industrial; generalmente poseen edificio
construido exprofeso. En 1975 se fundó el parque
industrial al sur de la ciudad; pero hasta la fecha
la mayoría de las fábricas se encuentran dispersas.
En las fábricas el proceso de producción se
encuentra dividido en sus mínimas fracciones.
La utilización de m aquinaria especializada es
esencial: de un 80 a un 90% de las fracciones se
realiza mecánicamente. La producción en serie
se encuentra dividida por departamentos: cada
uno de ellos tiene un encargado que distribuye el
trabajo a los obreros, los cuales se encuentran si­
tuados alrededor de bandas o rieles giratorios.
Cada obrero se encarga de elaborar una o varias
fracciones.
Las fábricas pagan impuestos, e inscriben a
los obreros en el IMSS, pero no todos los patrones
cumplen con las prestaciones que marca la ley
(sueldo mínimo, horario de ocho horas de traba­
jo, seguro social, pago de horas extras, vacacio­
nes, aguinaldo).7
El pago del salario es a destajo. El cálculo
se hace con la técnica de tiempos y movimientos:
de acuerdo al grado de dificultad de las operacio­
nes, con base en el salario mínimo que establece
anualmente el gobierno. Pocas empresas pagan
arriba del mínimo. Las épocas de alta y baja pro­
ducción repercuten en el salario. En algunas em­
presas los obreros o son despedidos en las épocas
bajas o salen voluntariamente cuando ven que el
salario ya no les alcanza para el gasto familiar.
El sistema de ventas se realiza a través de
agentes viajeros. Además hay fábricas que tie­
nen su propia tienda exclusiva en las principales
ciudades del país. La exportación es otro canal de
comercialización que utilizan las más grandes;
pero no es una vía importante de venta: sólo el 2%
de la producción nacional de calzado se exporta.
Las fábricas cuentan con el apoyo de las ins­
tituciones bancarias y financieras, y se benefi­
cian de las asociaciones de empresas como la Cá­
m ara del Calzado.
Los talleres
También se encuentran dispersos por toda la ciu­
dad. Generalmente no tienen un local construido
exprofeso y se instalan en casas habitación ren­
tadas. Son empresas con un nivel de tecnología
inferior a las fábricas; todavía dependen del tra ­
bajo m anual del obrero, y suplen la carencia de
m aquinaria acudiendo a los talleres de maquila.
En muchos talleres el trabajo se realiza en
operaciones por un solo obrero que elabora una
fase del proceso de todo a todo, o sea, que la ope­
ración no se encuentra fraccionada. En los talle­
res grandes, se observa la tendencia hacia la frac-
cionalización del trabajo.
Los talleres tienen a los obreros inscritos en
el Seguro Social, aunque nunca a todos los que
emplean. No cumplen con el resto de las disposi­
ciones que m arca la ley. En los talleres siempre
han existido las zorritas, término local que alude
a los aprendices del oficio, generalmente niños.
Además de los obreros que trabajan dentro del
taller hay obreros a domicilio que sólo van a reco­
ger o llevar su tarea.8 y también hay macheteros,
o sea obreros que por la m añana trabajan en una
fábrica y por la tarde trabajan una o dos horas en
un taller para aum entar su ingreso.
Los talleres medianos producen unos 1 000
pares a la sem ana y ocupan alrededor de 20 obre­
ros (dentro del taller o en sus domicilios). Muchos
talleres se amplían aumentando el número de
trabajadores a domicilio o instalando otro taller
en un local diferente. Con esto disminuyen los
impuestos, evaden al Seguro Social y no concen­
tran a tantos obreros bajo un mismo techo: evitan
así su organización política.
En los talleres, el dueño hace las compras
de m ateria prima, supervisa a los obreros y si el
taller es chico, además participa como trabajador
en el proceso productivo. Las relaciones que se
establecen entre el dueño del taller o maistro y los
obreros son de familiaridad y tuteo; de esta m a­
nera disminuyen las tensiones y conflictos en las
relaciones laborales.
La comercialización del calzado en los talle­
res la hace el propio dueño: busca mercado en la
ciudad de León o en lugares cercanos. Sólo los ta ­
lleres más grandes, con cierta capacidad finan­
ciera, venden su producción a almacenistas o
zapaterías, ya que el pago es con documentos
post-fechados. Los talleres más chicos prefieren
vender al contado a los intermediarios que llegan
a León el fin de semana.
Los talleres de maquila
No son unidades productoras de calzado. No hay
compra de materia prima ni ésta se procesa hasta
convertirse en un producto final: el zapato. Su in­
tervención en el proceso productivo se realiza so­
lamente en determinadas fracciones que requie­
ren de m aquinaria especializada. A las maquilas
acuden los talleres que no cuentan con suficiente
maquinaria, y las picas. El cobro se establece por
unidades de trabajo realizado y según la comple­
jidad de la operación.
El local de maquila cuenta con 2, 3 ó 4 m á­
quinas, que pueden ser de un solo dueño y estar
m anejadas por obreros; también puede haber va­
rios socios que aporten y operen su m áquina ellos
mismos. La m aquinaria de estos talleres es de
segunda mano y puede ser propia o rentada.
Cuando es propia se adquiere por compra o a cuen­
ta de indemnización; esto es, cuando la fábrica o
taller quiebra, un modo de indemnizar al obrero
es dándole maquinaria. También existen casas
comerciales que se dedican a vender y rentar m a­
quinaria nueva y usada.
Los talleres de maquila se encuentran ins­
critos en Hacienda y el Seguro Social. También
están afiliados a la Cámara del Calzado.
Las picas
Se desgina con el nombre de pica a un pequeño
taller operado por el jefe de la familia con la ayu­
da de su esposa e hijos. La elaboración del zapato
es m anual y la m aquinaria que poseen es muy
elemental.
Pica es también el taller de un hombre solo,
quien aporta su propio trabajo y da a m aquilar
parte del proceso.9
Geográficamente las picas se ubican en las
colonias populares y en los barrios más antiguos;
hay además una gran concentración de expen­
dios de pieles y peleterías, donde se vende al me­
nudeo todo tipo de materiales auxiliares a la ela­
boración del calzado. Asimismo, funcionan nu­
merosos talleres de maquila. Durante la sem ana
se observa un gran movimiento de personas que
llevan rollos de piel, que van o vienen de la m a­
quila, o de los domicilios donde elaboran algún
proceso. El medio de transporte más común es la
bicicleta; en ellas trasladan sus tareas en costa­
les de nylon.
Generalmente las picas operan clandesti­
namente, dentro de la misma casa del propieta­
rio: en un cuarto, o en el patio, bajo un tejabán.
En otros casos, la escasa m aquinaria con la que
cuentan no se concentra en un solo cuarto para
no llam ar la atención de los inspectores de H a­
cienda y el IMSS.
La m aquinaria que utilizan es obsoleta, ad­
quirida por compra o indemnización de algún
taller o pica que deja de funcionar. Cada sem ana
se inicia un nuevo ciclo productivo; la m ateria
prima se compra al menudeo y al contado. Hay
picas que para reducir sus costos de operación
utilizan desperdicios de material de fábrica.
La distribución del trabajo familiar en la pi­
ca varía según la edad, sexo y especialidad de sus
miembros. Es común que la esposa o las hijas
sean quienes adornen el zapato y se ocupen ade­
m ás de las labores domésticas. Los hijos menores
van a la escuela y ayudan en pequeñas labores
(cortar forros, embarrar, ir a dejar y recoger las
tareas de la maquila, ir a la peletería a comprar
cosas sencillas como tachuelas o hebillas, o ir
por los refrescos). Los hijos mayores y el jefe de
familia se ocupan de algún proceso; el padre su­
pervisa también el trabajo y se encarga de com­
prar la materia prima. El aprendizaje del oficio se
hace dentro de la misma pica.
El horario es más flexible que en las fábricas
y talleres. Trabajan de martes a sábados. Los
lunes es el día de descanso o el día en que trab a­
jan con menor intensidad; a medida que se acerca
el fin de semana, que es cuando venden el zapato,
la actividad se intensifica. Las horas de trabajo
durante el día nunca son fijas: se trabaja en el
día y en la tarde, generalmente m ás de ocho ho­
ras, y cuando el trabajo es intenso continúan has-
tas las diez u once de la noche.
Es común que en las picas además del tra ­
bajo familiar exista trabajo asalariado, cuando
en la familia no hay quien sepa realizar un deter­
minado proceso o cuando se requiere de m ás gen­
te. Los obreros que emplean las picas son gene­
ralmente personas m aduras, que por su edad no
son ya admitidas en las fábricas. Pueden trab a­
jar dentro del taller o ser trabajadores a domici­
lio. El pago de los obreros se hace a destajo; cada
sábado reciben su raya, siempre menor al salario
mínimo. Su horario de trabajo generalmente ex­
cede de ocho horas. Estos obreros no están inscri­
tos en el Seguro Social y no presionan al piquero
para que los inscriba.
Cuando la producción de la pica es poca (100
a 150 pares, o menos por semana), se vale de los
macheteros para que hagan las tareas, ya que la
producción de la pica no es suficiente para darle
trabajo a otro obrero fijo.
El trabajo familiar se adapta a las fluctua-
qiones en la época de ventas. El jefe de familia y
en ocasiones los hijos mayores realizan más de
un proceso. Gracias a esto, se puede suplir mano
de obra asalariada. Otra estrategia de la pica es
transferir mano de obra fam iliar temporalmente
hacia la industria, m ientras la producción de la
pica baja. Cuando los hijos son ya mayores y pue­
den ganar un salario trabajando fuera de la pica,
el jefe de la familia suele pagarle “salario” a sus
hijos. Sin embargo, este salario es simbólico: el
jefe de familia no paga al hijo todo lo que trabaja
sino que deja algo para el gasto de la casa; por
otra parte, con el dinero que recibe, el hijo cubre
gastos personales de transporte, vestido, calza­
do, y si estudia se paga la educación.
El ciclo de producción de las picas es sema­
nal. Cada sábado venden su mercancía y ese mis­
mo día tienen que pagar la raya (salario) a los
obreros; por eso es importante contar con algún
dinero líquido. Generalmente venden a los inter­
mediarios locales o forasteros que pagan con di­
nero en efectivo. La tendencia es a mantener una
relación estable con algún intermediario; aunque
esto pueda implicar vender a un precio menor,
evitan problemas en periodos bajos de ventas.
Por otra parte, el endeudamiento del piquero per­
mite al intermediario obtener aún más barata la
mercancía del piquero.
Si no vende a los intermediarios, el jefe de
familia coloca la mercancía en los locales comer­
ciales de la ciudad, o en poblados cercanos, don­
de puede ir y volver el mismo día. Otros piqueros
venden directamente al público los 12 ó 24 pares
que producen en los tradicionales tiraderos: pues­
tos informales que viernes y sábados se ponen
alrededor del mercado central de abastos de León.
Ciertos talleres de calzado, además de vender su
propia producción, funcionan como intermedia­
rios de las picas. Incluso puede haber relaciones
de dependencia tan estrechas que convierten a la
pica en trabajadora a domicilio cuando un taller
la abastece de materia prima.
En síntesis, cada pica diversifica sus alter­
nativas de comercialización dependiendo de su
monto de producción, ganancia, disponibilidad
de tiempo para vender la mercancía, urgencia
para recuperar la inversión, época de venta del
zapato y redes sociales.

Lógica e interdependencia de las unidades


productivas.
Las fábricas, talleres y picas organizan ,de m a­
nera interdependiente sus propios recursos. Ade­
más, se diferencian unas de otras por sus condi­
ciones laborales, inversión de trabajo, mayor o
menor nivel tecnológico y complejidad social.
Ahora bien, a pesar de las m arcadas dife­
rencias, las unidades productoras de calzado
forman una sola estructura industrial; coexisten
e interactúan dentro del mismo sistema de merca­
do. El mercado lo estoy entendiendo como una
instancia necesaria a la cual recurren todas las
unidades productivas para el abastecimiento de
insumos, mano de obra y capital, y posteriormen­
te para la venta del producto terminado conver­
tido en zapato. La interrelación de las fábricas,
talleres y picas dentro de la estructura de merca­
do se va a m anifestar en la circulación de tecno­
logía, m aterias primas y mano de obra.
Con respecto a la tecnología y m ateria pri­
ma, las fábricas transfieren a los talleres y picas
la m aquinaria de desecho y desperdicios de piel.
Los talleres y picas copian la moda que imponen
las fábricas con diseñadores propios y publici­
dad. En cambio, talleres y picas reproducen y ca­
pacitan la mano de obra, y la transfieren a las fá­
bricas. A pesar de que entre las distintas unida­
des productivas existe una gran diferencia de ni­
vel tecnológico, salarios, prestaciones, etc., el
obrero que se encuentra trabajando en ellas es el
mismo, quien en un momento dado puede vender
simultáneamente su fuerza de trabajo a varias.
Las fábricas cuentan con pocos centros de
capacitación y como no tienen aprendices,10 son
las picas y talleres los que se encargan de proveer
de mano de obra adiestrada a las fábricas, con
la ventaja de que no son especialistas en una sola
fracción, sino que conocen un proceso “de todo a
todo”. Esto proporciona a la fábrica mayores re­
cursos de conocimiento y acomodo, ya que a pe­
sar de las innovaciones tecnológicas el proceso
de producción no ha alterado la manufactura:
sólo la h a fraccionado. Además, dentro de las
fábricas de calzado hay procesos, como el corte,
que a pesar de la maquinaria persisten como tra ­
bajos manuales, para lograr mayor calidad.
Por último, retomando lo que se dijo al h a ­
blar de la comercialización del zapato en las pi-
cag, vemos que si bien algunas picas dependen
del taller intermediario para la venta de su mer­
cancía, el sentido de la relación se invierte cuan­
do las fábricas y talleres aumentan su produc­
ción a expensas de unidades menores.
III.- Evolución de la industria
del calzado en León
Desde su fundación en 1576 hasta el siglo XVIII,
León formó parte del complejo agrícola minero e
industrial del Bajío. Abastecía a Guanajuato de
granos y muías; producía sillas y monturas, y
contaba con una industria textil que hacía teji­
dos de lana y algodón, rebozos, chales y sarapes.
P ara el siglo XIX se curtían pieles y se continua­
ba m anufacturando artículos de piel como arne-
ses, sillas y trajes de charro, pero la actividad in­
dustrial más importante era la textil; ésta conti­
nuó hasta los años cuarenta del presente siglo,
cuando decayó el uso del rebozo hecho en telar
de madera. Cobró entonces gran importancia el
calzado.
Hacia 1920, la producción del calzado tenía
lugar toda ella en la organización fam iliar del
trabajo: las picas, que elaboraban el zapato m a­
nualmente. La única máquina que utilizaban era
la de pespuntear (coser). La piel entonces se cur­
tía a base de productos naturales y las herra­
mientas se hacían en León. El zapato se vendía
localmente en los tiraderos o barateros. Además,
llegaban intermediarios procedentes de ciuda­
des cercanas y de México, que compraban el za­
pato de varias picas, pagándoles a vuelta de via-
je.
A partir de 1930 hay talleres que comienzan
a introducir m aquinaria americana y europea
importada de Estados Unidos. Con la introduc­
ción de m aquinaria surgen los talleres de maqui­
la, cuyo uso se generalizó entre las picas. Otra
innovación importante de esta época se dio a tra ­
vés de las peleterías, que introdujeron nuevas
materias primas de elaboración química e indus­
trial. En la misma década, además del comercio
local del zapato en los tiraderos y de los interme­
diarios a crédito, aparecen los almacenes de cal­
zado y los intermediarios foráneos que pagan al
contado. Estos últimos llegaban los fines de se­
m ana y se instalaban en los hoteles cercanos al
mercado de abastos, alrededor del cual se ponían
los tiraderos. A partir de esta fecha los almace­
nistas e intermediarios van a tomar en sus m a­
nos la distribución del calzado: quedan sujetas
las ventas de los talleres a los intereses de los co­
merciantes, hasta el grado de influir en el éxito
o fracaso de los talleres.
Uno de los efectos de la Segunda Guerra
Mundial fue la ampliación de la demanda de cal­
zado; venían a buscarlo mayoristas norteameri­
canos e incluso surgió en León una asociación de
pequeños productores para exportarlo. Durante
este periodo hubo una gran proliferación de ta­
lleres; algunos de ellos trabajaban día y noche.
Las peleterías daban facilidades de crédito. A pe­
sar de ello, la escasez de capital y m aquinaria im­
pidió que los talleres crecieran. En 1945 la de­
m anda bajó y hubo un periodo de quiebra de ta ­
lleres; las fábricas, en cambio, orientaron su in­
versión a la mayor tecnificación, con lo que aba­
rataban sus costos de producción.
En la década de los cincuenta, hay un grupo
pequeño de grandes empresas que tienden a la
mayor complejidad en el proceso productivo or-
ganizacional, y encabezan el desarrollo local.
Las picas, por su parte, no desaparecen; se adap­
tan a una nueva situación de competencia en el
mercado (reducción de precios y producción m a­
siva); el uso generalizado de la maquila en las pi­
cas les da acceso a la nueva tecnología, que aho­
rra trabajo m anual y tiempo de producción.
En los años sesenta se da una ampliación de
las empresas, primero en forma horizontal abri­
endo nuevas fábricas, y durante la segunda par­
te de la década la implicación es vertical, hacia
la curtiduría y la elaboración de algún material
básico como forros y fibras sintéticas. La forma­
ción de consorcios industriales ha permitido a las
empresas asegurar su abastecimiento de piel;
esto h a sido un factor importante para el creci­
miento de las empresas, dada la tradicional es-
cazes de cuero crudo.
A partir de 1976 la economía mexicana se ha
caracterizado por una inflación acelerada y de­
valuaciones de moneda, que han encarecido el
costo de las m aterias primas, principalmente el
cuero crudo, que se importa en un 35% de Estados
Unidos. Esta inestabilidad económica h a pro­
piciado la quiebra de numerosos talleres y picas
sin que esto implique su desaparición; posterior­
mente vuelven a surgir.

IV. Las picas y el proceso de


acumulación capitalista
Cuando situamos a las picas en un contexto diná­
mico, dos son los factores que le imprimen carác­
ter. Por un lado, tenemos el factor interno de la
pica, o sea, la familia como una unidad social que
se reproduce y que a lo largo del tiempo varía en
su tam año —número de miembros— y en su com­
posición —sexo y edad de los miembros—, y que
al variar la estructura de la familia varía tam ­
bién su estructura como unidad económica de
producción, y su patrón de consumo. Por otro la­
do tenemos el papel que juega la pica en el pro­
ceso de acumulación capitalista tal y como se pre­
senta en la industria del calzado en León. Den­
tro de este proceso las picas son inestables: a lo
largo de su vida pueden crecer económicamente,
o quebrar y posteriormente volver a surgir. Mien­
tras la pica existe, los miembros de la fam ilia par­
ticipan de esta unidad de producción. Cuando la
pica deja de operar, los miembros se incorporan
individualmente a otra actividad económica,
generalmente dentro de la industria del calzado,
sin dejar de participar en el consumo doméstico.
Origen de la fuerza de trabajo
En los diversos estudios de casos realizados du­
rante la investigación se encontró que la proce­
dencia de los piqueros es rural: todos emigraron
de comunidades cam pesinas cercanas al m uni­
cipio de León. Los padres de los piqueros fueron
campesinos sin tierras, nacidos a principios de
este siglo, que emigraron a la ciudad, trabajaron
como albañiles, gendarmes o peones en las tie­
rras de cultivos cercanas a León. No se integra­
ron a la industria del calzado, pues la industria
todavía no se había generalizado.
En la segunda generación (la familia de
orientación de los piqueros), nacida por los años
veinte y treinta, predominan los obreros en la in­
dustria del calzado y piqueros.
En la tercera, generación (los hijos y sobri­
nos de los piqueros, nacidos de fines de los cua­
renta hasta los sesenta) hay obreros y piqueros
pero la mayoría, merced a la educación, acceden
a empleos de cuello blanco.
A la luz de esta información se puede decir
que no hay una tradición familiar obrera. En pri­
mer lugar porque la consolidación de la industria
data apenas de treinta años. En segundo lugar,
porque a través de las generaciones se observa
movilidad ocupacional. Y en tercer lugar porque
el proceso de migración rural urbana ha conti­
nuado; inclusive, la industria se ha expandido al
campo: hay empresas establecidas en poblacio­
nes rurales, fuera del control jurídico de la ciu­
dad, que ofrecen condiciones de trabajo aún peo­
res. Asimismo, numerosas personas se trasladan
diariamente de sus comunidades cercanas a León
a trabajar en fábricas, en talleres, en picas y co­
mo obreros a domicilio.
Se podría hablar, sin embargo, de una cul­
tura obrera, cuyas manifestaciones serían un
gran apasionamiento por el fútbol soccer,11 aso­
ciaciones religiosas exclusivas, grupos de consu­
mo alcohólico, redes familiares.
Circulación de la mano de obra
Si se analiza la fuerza de trabajo desde el punto
de vista sincrónico, estructural, encontramos
una gran heterogeneidad. Así como existe el obre­
ro desposeído completamente de medios de pro­
ducción, hay obreros que poseen alguna maqui­
naria y se insertan al aparato productivo como
obreros a domicilio o de maquila. Mientras en las
fábricas predominan los jóvenes, en los talleres
y picas los viejos. Mientras que en las fábricas
la tendencia es a que el obrero sólo desempeñe
fracciones del proceso productivo, en los talleres
y picas el obrero aprende a elaborar el proceso
completo.
Ahora bien, esta descripción sincrónica
nos presenta a las distintas empresas como uni­
dades productivas independientes. Sin embargo,
si consideramos la fuerza de trabajo desde el
punto de vista de su movilidad, las empresas pro­
ductivas estáticas cobran un carácter dinámico
y se articulan entre sí a través de la circulación
de la fuerza de trabajo.
En los estudios de caso de los obreros, encon­
tramos que éstos no necesariamente se emplean
en un solo tipo de industrias, sino que a lo largo
de su historia laboral se han valido de todas las
alternativas de trabajo que ofrecen estas indus­
trias e inclusive las han desempeñado simul­
táneamente.
Analizaré ahora cómo se da la circulación
de la mano de obra:
a) Se inicia con el aprendizaje del oficio en los
talleres y picas. (Aunque existen centros de
capacitación éstos no son suficientes). El cos­
to del aprendizaje es costeado por los mismos
obreros, ya que estos llevan a sus propias zo-
rritas y las remuneran. Los talleres y picas
asumen el riesgo del desperdicio de material.
b) Una vez que se ha aprendido el oficio, los obre­
ros jóvenes son atraídos por las fábricas vía
mejores salarios y prestaciones. Dadas las
condiciones de trabajo en las fábricas que se
caracteriza por una mayor intensidad del tra ­
bajo, los obreros jóvenes se encuentran física­
mente en mejor posibilidad de rendimiento.
No es fortuito el hecho de que en las fábricas
la edad promedio de los obreros sea de 25 años.
c) U na vez que el obrero ha envejecido, ya no es
admitido en las fábricas. Las posibilidades de
empleo de los obreros viejos se encuentra en
los talleres y picas. Aquí, aunque la jornada
de trabajo excede las ocho horas, el ritmo de
productividad es menor, por lo cual se ajusta a
su capacidad de trabajo. Además tienen la al­
ternativa de trab ajar dentro del taller o irse a
sus propios domicilios.
d) Otra alternativa que tienen los obreros expul­
sados de la industria (ya sea porque no en­
cuentran trabajo en las fábricas o porque la
fábrica, taller o pica en la que ellos trabajan
quebró) es la de crear ellos mismos su fuente
de trabajo, maquilando o iniciando con su fa­
milia una pica.
Desde el punto de vista particular del obrero,
la tendencia es a tener una historia ocupacional
m arcada por una rotación continua. Son pocos
los obreros que duran trabajando más de cinco
años en una sola empresa. Dentro de esta mino­
ría se encuentran básicamente los obreros que
por su antigüedad dentro de la fábrica y su edad
próxima a la jubilación, permanecen ligados a
la empresa.
Entre los motivos por los cuales los obreros
cambian constantemente de trabajo, inclusive
varias veces en el mismo año, predominan los
de tipo económico: buscan el taller o fábrica don­
de pueden ganar más, ya sea porque el salario es
m ás alto, o porque la producción es mayor, con lo
cual tienen oportunidad de hacer m ás pares y así
aum entar su ganancia. Otro motivo por el cual
los obreros cambian de establecimiento es el des­
pido; un tercer motivo es que el taller o fábrica
quiebra: (al obrero pueden o no indemnizarlo).
También hay trabajadores que m igran a Guada­
lajara, México y los Estados Unidos.
Empleo y fluctuaciones en la
producción y el mercado
La demanda del calzado presenta períodos de
altas y bajas durante el año, ligados a la tempo­
rada de lluvias, fiestas (Navidad, “día de las m a­
dres”) y en el caso del zapato de niño, al inicio del
curso escolar.
En los meses de marzo, abril y mayo hay un
aumento en la producción para cubrir la deman­
da que se presenta en mayo con motivo de las
fiestas del mes. Durante junio y julio la demanda
baja. A partir de agosto comienza a increm entar­
se y alcanza su punto más alto en octubre y no­
viembre, cuando los productores reciben todos
los pedidos de zapato que van a ser vendidos en
diciembre. En enero, la demanda desciende hasta
su nivel más bajo para mantenerse así los prime­
ros meses del año.
La producción del zapato antecede a la de­
m anda. Mientras los meses más altos en la
demanda son mayo y diciembre, la producción
comienza a aum entar en los meses anteriores
para cubrir la demanda de estos dos meses. Las
fábricas son las que están en mayor posibilidad
de anticipar su producción a la demanda, ya que
trabajan por pedidos. Las picas, en cambio, como
no producen por pedidos, presentan una curva
de producción concomitante a la de demanda.
Ahora bien, la fluctuación en la demanda
del zapato crea fluctuaciones en la producción y
éstas repercuten en el empleo de la mano de obra
y en el ingreso del obrero, ya que su salario es a
destajo. En la época de mayor demanda de zapa­
tos, el obrero asalariado tiene posibilidades de
ingresar a un centro de trabajo y además de au­
m entar su salario. Las épocas de ventas vienen
asociadas a despidos en las fábricas, o el mismo
obrero abandona el trabajo cuando “ya no le
conviene” seguir ahí porque no da para “g an ar”.
Las picas también incorporan mano de obra asa­
lariada en época de mayor demanda; cuando el
ritmo de producción disminuye, la pica se m an­
tiene con la mano de obra permanente, ya sea
familiar o asalariada. En los meses bajos hay
expulsión de mano de obra fam iliar hacia la in­
dustria.
El desplazamiento de mano de obra de fábri­
cas o talleres y picas y viceversa, es posible debi­
do a que las curvas de demanda no coinciden.
De esta m anera las diversas unidades producti­
vas se articulan nuevamente en este aspecto y
se complementan alternando la demanda des­
igual a lo largo del año.

Circulación de la mano de obra y sindicalismo

Una consecuencia de la circulación de mano de


obra a nivel de toda la industria del calzado es
que la variedad de alternativas que tiene la mano
de obra para emplearse no permite que se formen
organizaciones laborales que pugnen por un me­
joramiento de las condiciones de trabajo.
La circulación de la mano de obra favorece
a los empresarios industriales, pues les permite
prescindir en un momento dado de uno o varios
obreros que intenten “meter sindicato”: saben
que son fácilmente reemplazables. A nivel de las
grandes industrias se m anejan listas negras de
obreros líderes o cabecillas que real o potencial­
mente amenazan la “estabilidad” de la empresa.
Debido a todo esto la sindicalización no se ha
convertido en un problema grave para la empre­
sa, pues sólo un 4% de los obreros se encuentran
integrados a algún sindicato. No es fortuito el
hecho de que a partir de los años cincuenta, fecha
en que se consolida la gran industria, el sindica­
lismo que se inició en León desde los años treinta
para protección de la introducción de m aquinaria
y de las m alas condiciones de trabajo, se debilitó
por la corrupción de los líderes, centrales obreras
y burócratas de la Ju n ta Local de Conciliación
y Arbitraje, que venden contratos de protección
para desconocer la representatividad del sindi­
cato en la firma del contrato colectivo de trabajo;
o incluso forman sindicatos blancos reales o
ficticios para proteger a las empresas de la entra­
da de algún otro sindicato que no convenga a sus
intereses (cf. Sánchez, Nieto y Urteaga, 1980).
Por otra parte, existen factores de tipo ideo-
lógico-religioso que inhiben la organización
política de los obreros: se identifican a los sindi­
catos como “comunistas” y por lo tanto contra la
religión. Es importante mencionar que alrededor
de la Iglesia Católica hay una gran organización
de obreros que rinden culto a San Crispín, patrón
de los zapateros, y a la mexicana Virgen de Gua­
dalupe. Hay industriales que fomentan la reli­
giosidad de los obreros permitiendo dentro de las
fábricas altares, el canto del Angelus y la celebra­
ción de misas.
Persistencia de las picas
Prevalece en León la familia residencial nuclear,
aunque siempre se m antienen lazos de coopera­
ción con la familia extensa. Así por ejemplo es
común observar que los hijos o hijas casados que
trabajan en la pica del padre como obreros asala­
riados no exigen su raya de inmediato, sino que
se esperan a que haya liquidez.
Dentro de la industria del calzado, las alter­
nativas que tiene la familia para mantenerse y
reproducirse son trabajar como obreros asala­
riados en la industria y organizarse al interior
de la familia en una pica. Alternativa por la cual
opte la familia está influida tanto por la estruc­
tura como por el proceso de acumulación. A lo lar­
go de su vida la fatnilia puede optar por una sola
alternativa o atravesar por las dos, según la si­
tuación a la que se enfrente. Inclúso, en ocasio­
nes am bas opciones se encuentran en una sola
familia.
El hecho de que las picas sean, como unida­
des económicas, una alternativa de subsistencia
y no unidades capitalistas (con posibilidad de
acumular) se debe principalmente a dos factores:
la coexistencia de diversas unidades productoras
del calzado y las relaciones no capitalistas de
producción que las picas mantienen hacia su
interior.
La coexistencia de unidades con distinto
nivel tecnológico crean una transferencia de
valor de las chicas hacia las grandes. Estas,
además, al ejercer control sobre el mercado, de­
jan al piquero a merced del intermediario. Por
otro lado, las relaciones que se establecen entre
los miembros de la familia no son contractuales:
se conciben como deberes de ayuda mutua. La po­
sible “plusvalía” extraída de la mujer y los hijos
se gasta en el consumo familiar. En cuanto a la
exigua plusvalía extraída de ocasionales trab a­
jadores asalariados de la pica, o se destina tam ­
bién a la subsistencia de la familia, o se pierde
en el proceso de comercialización.
Actualmente, la historia de la pica que se
hace fábrica resulta imposible, no sólo porque
una fábrica requiere de gran inversión de capital
que la pica es incapaz de generar, sino que ade­
más en la actualidad las picas cumplen con una
función distinta: la de servir de base a la expan­
sión y de amortiguar a la crisis industrial. Las
picas son alternativas de empleo y autoempleo
de la mano de obra desocupada y disminuyen la
presión que ejerce la fuerza de trabajo sobre el
capital. Son también una expresión m ás de la
producción barata de mercancía y de la reproduc­
ción gratuita de la mano de obra, que potencian
la impunidad del capital periférico.

N O TAS

(1) La investigación sobre aspectos diversos de la industria del cal­


zado se realizó durante los años 1977 y 1978 por Javier Madra-
zo, Celia Falomir y yo misma (cf. Calleja, Falomir y Madrazo
1980). El material sobre los talleres familiares y sus unidades
domésticas proviene de una investigación personal. Agradezco
a la Dra. Carmen Viqueira la revisión y comentarios al trabajo
de tesis y al Dr. Guillermo de la Peña la minuciosa lectura y su­
gerencias al manuscrito de este artículo. También fueron útiles
los comentarios del Dr. Bryan Roberts.
(2) La bibliografía “dependentista” es muy abundante, cf. un resu­
men de sus principales tesis en Sunkel y Paz, 1979.
(3) El indicador de Warren es que después de la Segunda Guerra
Mundial, el Tercer Mundo ha tenido mayor crecimiento indus­
trial que los países desarrollados; no obstante, se ha basado en
industrias pequeñas. Prefiere no utilizar los criterios conven­
cionales para medir el desarrollo porque obscurecen esta rea­
lidad.
(4) Datos proporcionados por la Cámara de la Industria de Calza­
do de León. León genera el 36% de la producción total de la Re­
pública Mexicana; Jalisco aporta el 27% (zapato de dama); el
D.F. produce el 26.1% y el resto de la República el 10%.
(5) Llama la atención el descenso que hay en el número de em­
presas en tan solo un año. Más que a una disminución real, la
diferencia estriba en la utilización de distintos criterios y al
hecho de que los talleres familiares operan clandestinamente.
(6) La situación legal de las empresas se refiere a su registro en la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público y a la inscripción
de la empresa al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Las cuotas del IMSS son cubiertas totalmente por el patrón en
caso de que el obrero gane arriba del mínimo, las cuotas se
cubren por ambos.
(7) En algunas fábricas se permite a los obreros que trabajen ho­
ras extras para que aumenten su “raya” de la semana; o tam­
bién el patrón, a través del encargado, pueda pedir a los obreros
que se queden a trabajar después de las horas de salida. En nin ­
guno de estos dos casos el obrero recibe un pago extraordinario
por las horas trabajadas después de la jornada estipulada,
sino sólo por la producción adicional lograda.
(8) Tarea: Cantidad determinada de trabajo, que se realiza con­
juntamente.
(9) El término pica aplicado a los talleres pequeños y talleres fa­
miliares se debe a que, cuando se inicia el taller, hay expecta­
ción hacia su resultado. La frase que usan para expresar su
expectativa es “¡a ver si pica!” (“¡a ver si pega, si da resulta­
do!”). Otra versión es que en los talleres pequeños levantan del
suelo la piel y todo material sobrante que todavía puede ser uti­
lizado. Así “pican” de un lado y de otro.
(10) En 1966-1968 aproximadamente, el IMSS instauró la norma
de que todo aprendiz debía percibir el salario mínimo y tener
las m ism as prestaciones que el resto de los obreros. Hasta an ­
tes de esta fecha, los zorritas y oficiales -aprendices-, eran ad­
mitidos dentro de las fábricas; pero no eran contratados direc­
tamente por la empresa sino que los mismos obreros llevaban
a sus hijos, parientes, vecinos o conocidos a la fábrica para que
ahí mismo en su local de trabajo, aprendieran el oficio. A las
fábricas les convenía tener zorritas, ya que éstas, además de
que se adiestraban en el oficio y aprendían el funcionamiento
de la fábrica, eran la reserva de trabajo de la misma fábrica.
Por otra parte, a las fábricas no les costaba nada adiestrar
al próximo obrero, ya que el mismo obrero, del salario que re­
cibía en la fábrica, le daba a la zorrita.
(11) En León existen dos clubes profesionales de fútbol soccer, uno
llamado León, asociado a los zapateros, y el Curtidores, rela­
cionado con las tenerías.
(12) Generalmente sólo en las empresas con sindicato hay contra­
tos de trabajo. Las fábricas grandes sin sindicato se protegen
de éste ofreciendo condiciones de trabajo y ciertas prestaciones
extras de las que marca la ley.
(13) Se calcula que en 1978 la industria del calzado daba ocupación
a 62,000 trabajadores y si además se incluye a los trabajadores
familiares la cifra es de 310 000, de los cuales sólo 2 191 eran
obreros sindicalizados.

REFERENCIAS

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