Documento para Trabajar La Lingüística Clínica

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APUNTES PARA LA EVALUACIÓN 1

EJERCICIO 1

Unidades subléxicas

En este apartado se tratarán todos aquellos síntomas que afectan a unidades


subléxicas: sonidos, fonemas y sílabas en producción oral, y letras, grafemas y sílabas
en la escrita. No obstante, antes de detallar estos trastornos es necesario realizar una
precisión terminológica en relación con las unidades implicadas en la patología. Es
posible encontrar 4 situaciones diferentes tanto en el ámbito oral como en el escrito:

1. Adición (o inserción): se habla de adición cuando en una palabra se inserta una


unidad subléxica. La adición presenta dos variantes:
• Adición de una unidad subléxica paradigmática, es decir, no presente en la
palabra: clíRnica.
• Copia: se inserta una unidad subléxica ya presente en la palabra, bien por
anticipación (cAlau, “llave”), bien por perseveración (tristRe).
De hecho, se podrían considerar también copia aquellos casos en el ámbito oral en
que, si bien no se inserta una unidad igual a la presente en otra parte de la palabra,
sí se inserta un sonido que se diferencia sólo de un rasgo fonético con otro
presente en la palabra. Así, la emisión de gruCa (por “grúa”) podría entenderse
como copia por perseveración al ser sólo de un rasgo fonético la diferencia entre
los sonidos [k] y [g] (ambos velares oclusivos y se diferencian por la sonoridad).
En el ámbito escrito, se podría realizar un análisis similar si se considera la
relación entre sonido (= letra) y fonema (= grafema). No obstante, sí es específico
el hecho de que podría existir también una adición de rasgos gráficos, ya sea
paradigmática (es decir, la adición de un rasgos gráfico que no tenga relación con
la letra en cuestión) o por copia, aunque en este caso no existirá anticipación o
perseveración: una letra m con cuatro “patas”, una letra t con dos “rayas”, etc.

2. Omisiones (o elisiones): se trata del fenómeno contrario a la adición, pues se


elimina una unidad subléxica. También presenta dos variantes:
• Omisión de una unidad subléxica paradigmática: serpente (“serpiente”).
• Omisión de una pareja, es decir, de una unidad subléxica presente en la palabra
o que se diferencia sólo de un rasgo fonético respecto a un sonido presente en
la palabra: desceniente (“descendiente”).
Como en el caso anterior, se puede considerar pareja, en el ámbito oral –y escrito–
aquellas dos unidades que sólo se diferencian de un rasgo fonético. También,
podría existir la omisión de un rasgo gráfico, tratándose siempre como una pareja
(pues no puede omitirse un rasgo no presente en la letra): la letra m con dos
“patas” o la letra t sin la “raya”, para seguir con los ejemplos anteriores.

3. Sustituciones: en este caso, se trata de un fenómeno especial, pues, por definición,


una sustitución siempre es una parafasia. De todas formas, en la sustitución de una
unidad subléxica por otra unidad se puede realizar la misma diferencia que en los
casos anteriores:
• Unidad subléxica paradigmática, es decir, no presente en la palabra: pRoma
(“ploma” – “pluma”).
• Sustitución por anticipación (ciMema, “cinema” – “cine”) o por perseveración
(canCuru, “cangur” – “canguro”)
Si bien puede aplicarse aquí también la relación de la anticipación o la
perseveración con un rasgos fonético, no existiría ahora ninguna posible
sustitución de rasgos gráficos (o, al menos, no sería posible estar seguro que un
rasgo gráfico cambiado de forma o posición fuera una sustitución).

4. Desplazamiento (metátesis o intercambio): una o dos unidades subléxicas


abandonan su posición en la palabra y se colocan en otro lugar dentro de la
misma. También ahora existen dos variantes:
• Vocálico: bual (“baúl”)
• Consonántico: el desplazamiento consonántico puede ser simple (braco,
“barco”) o doble (tobella, “botella”).

Hay que hacer notar dos cosas importantes:

1. Todas las emisiones que producen los enfermos, para ser consideradas subléxicas,
deben llevar a la producción de una pseudopalabra. Así, por ejemplo, la
sustitución del sonido [p] en la palabra puerta puede llevar a “buerta” o “muerta”;
en el primer caso, se hablará de sustitución subléxica, pero en el segundo, al ser
“muerta” una palabra real y encontrarse, por lo tanto, representada en el léxico, se
considera léxica y no subléxica, salvo en algunos casos especiales, como la
presencia sola de esta parafasia en el contexto de un paciente que presente una
abundancia de parafasias subléxicas.
2. Es evidente que la lista anterior no cubre todos los casos. Muchas producciones
son lo que se podría clasificar como errores mixtos: la emisión de literaduira
(“literatura”) implica, al menos, dos cambios como son la adición (perseveración)
y la substitución (entre dentales).

Fonética y fonología: sonidos, fonemas y sílabas

Para realizar el ejercicio 1 son útiles las diapositivas de clase.

Recordar que los rasgos fonéticos son tres para las vocales:

1. Altura de la lengua: vocales altas (o cerradas), semialtas/semibajas


(semicerradas/semiabiertas) o bajas (abiertas).
2. Posición del cuerpo de la lengua: palatal (anterior), postpalatal (central) y velar
(posterior).
3. Acción de los labios: vocales redondeadas y vocales no redondeadas.

Y tres para las consonantes:

1. Punto (o lugar) de articulación: lugar en que los órganos articulatorios se tocan o


acercan.
2. Modo (o manera) de articulación: posición que adoptan los órganos articulatorios
en un punto determinado.
3. Sonoridad: los sonidos en los que se produce una vibración de las cuerdas vocales
se denominan sonoros; aquéllos en los que tal vibración no existe, sordos.
MORFOLOGÍA: DE MORFEMAS Y PALABRAS

Unidades

Con la morfología, esta obra se adentra en el significado, pero más en concreto en


la forma del significado. Esto es así porque la definición clásica de morfema es la de
unidad lingüística mínima dotada de contenido semántico o de valor gramatical. Aunque
la terminología en la literatura lingüística es muy extensa y hetereogénea, todos los
autores están de acuerdo en algunos puntos: el morfema es una unidad abstracta
(psíquica o mental) que, por sí sola, ofrece, o bien el significado de un determinado
conjunto de sonidos, o bien un valor gramatical expresada por uno o varios sonidos.
Hay que tener presentes, también, un par de hechos: en algunos casos un morfema
puede ser igual que una sílaba (des-componer) o que un fonema (a-teo); sin embargo,
cuando se trabajan estas unidades como fonemas o como sílabas no se les puede atribuir
ningún significado, mientras que, por el contrario, éste es necesario cuando se utilizan
como morfemas. Además, se habla de morfema por comodidad, porque la
representación de un morfema se denomina, en realidad, morfo.
Si el lector piensa en una palabra como casas, podrá ver que existen dos morfemas:
uno ofrece el significado de la palabra (casa) mientras que el otro informa de que se
trata de más de una unidad (s). A esto hace referencia el contenido semántico (casa) y el
valor gramatical (s). Es evidente que la obtención de morfemas desde palabras se puede
lograr a partir de la segmentación: casa-s, palabra-s, árbol-es, disc-os, etc., pero no
siempre es tan fácil: ¿cuál es el plural de tórax?, ¿y el femenino de toro?, ¿cómo
saldremos desde “salir”?, ¿cómo segmentar peor, sol, hemos...?

Lexemas (o morfemas léxicos)

Se trata de una unidad morfológica con contenido semántico. En la literatura


lingüística, a veces se habla también de base, diferenciando entre raíces (bases que se
aplican a la derivación) y temas (bases que se aplican a la flexión).

Morfema (o morfema gramatical)

Se trata de una unidad morfológica con contenido gramatical. Así, un morfema,


entonces, sólo hará referencia a unidades que aportan contenido gramatical a una
palabra. Dependiendo del contexto, y en algunos ámbitos, es posible tener más de un
morfema realizando la misma función: por ejemplo, la “s” de casas, la “es” de árboles
o, incluso, el denominado morfo-cero () en palabras sin plural como tórax, son todos
marcas de plural. Se puede representar de la siguiente forma: {morfema plural} = {-s,
-es, }. Esto se lee diciendo que el morfema de plural se puede materializar en el morfo
-s, en el morfo –es o, en casos irregulares de plural, en el morfo-.
Cuando un morfema se puede representar por más de un morfo, a estas
representaciones se les denomina alomorfos. Es obvio que, en castellano, también
existen alomorfos para el género femenino (chic-a, act-riz, alcald-esa) o para el tiempo
pasado (cant-aba, cant-ó, sub-ía). Y es también evidente que la lista de morfos varía
dependiendo de la lengua: por ejemplo, el morfema plural en catalán posee muchos más
alomorfos ({-s, -es, -os, -ns, }).
Palabra

No puede abandonarse el apartado de unidades sin definir –o, mejor, intentar


definir– una palabra. Si se pregunta a un sujeto cuántas palabras hay en la frase quiero
saber el número de palabras de esta frase seguramente todo el mundo diría 9, ¿o 8?;
depende de si se cuenta de una vez o dos veces. No obstante, este criterio “popular”
presenta importantes lagunas: dámelo es una palabra y me lo da son tres; coche-bomba
suele afirmarse que es una palabra, pero si lo escribimos coche bomba son dos. Los
problemas, además, aumentan cuando se abren los ojos a otras lenguas, como se puede
ver en el siguiente ejemplo de la lengua vietnamita (Moreno, 1991): khi tôi den nhà ban
tôi, chúng tôi bát dau làm bài [literalmente: cuando yo ir cas amigo yo, plural yo
comenzar hacer plural lección: “cuando fui a casa de mi amigo, comenzamos a hacer las
lecciones”]; a partir de aquí, la propia categoría de “plural” sería una palabra, pues con
esta unidad se marca el plural. Y cuántas palabras hay en el ejemplo de Sapir (1921) de
la lengua paiuté: wii-to-kuchun-rügani- yugwi-va-ntü-mü [los que se sentarán y
despedazarán un buey negro]... ¡sólo una! Y aún es más controvertida esta definición si
se observan algunas lenguas esquimales en las que una palabra hace referencia a una
oración, poseyendo cada sonido un significado específico.
Quizás la mejor definición –o la mejor de las peores definiciones– para este concepto
es la que considera como palabra un morfema libre, una sucesión de morfemas libres o
una unión de morfemas trabados. Antes, por supuesto, es obligatorio definir estas
nociones.
El morfema libre es aquél que puede formar una palabra por sí solo: sol, hombre,
nada, etc.). El morfema trabado es aquél que no puede aparecer por sí solo y necesita
unirse a otros morfemas: -a, -s, cant-, etc. Tres son, entonces, las posibles
combinaciones:

• morfema libre + morfema trabado: sol-ar.


• morfema trabado + morfema trabado: cant-aba
• morfema libre + morfema libre: guardia urbano

Procesos morfológicos

Morfología flexiva (sintáctica)

Se ocupa de los morfemas gramaticales que dan lugar a diferentes formas de


palabras, pero no a diferentes palabras. En la mayoría de lenguas se trata de morfemas
trabados. Se distinguen dos clases:

1. Declinación: género (masculino, femenino, neutro), número (singular, plural),


caso (nominativo, acusativo, etc.), persona (primera, segunda, tercera).
2. Conjugación: tiempo (pasado, presente, futuro), modo (indicativo, subjuntivo,
etc.), aspecto (perfectivo, imperfectivo), voz (activa, pasiva).

En castellano, morfológicamente, sólo existe género, número, persona, tiempo,


modo y, en algunas formas pronominales, una especie de caso (me frente a mi).
También en esta misma lengua, un mismo proceso flexivo se puede aplicar a categorías
diferentes: así, por ejemplo, una forma verbal (por ejemplo, -aban) posee información
flexiva de número (plural), persona (tercera), tiempo (pasado) y modo (indicativo). A
continuación, se muestran los rasgos más relevantes de la lengua castellana.
Género
Existen dos géneros: masculino y femenino (el género neutro apenas se encuentra en
formas como lo, esto, aquello). Se aplica a nombres (chica frente a chico, perra/perro)
y adjetivos (alto/alta, blanco/blanca). Hay que advertir que la mayoría de nombres
poseen un género gramatical que no se corresponde con ningún género sexual: casa o
serpiente son femeninos, pero no sexualmente.

Número
Hay que distinguir el singular (un objeto) del plural (más de un objeto). Se aplica a
nombres (casa/casas, árbol/árboles), adjetivos (alto/altos) y verbos (como/comemos).
Como en el género, aquí también existen algunas excepciones, como son los nombres
que no poseen plural (déficit/déficit-), los nombres en plural que hacen referencia a un
solo objeto (alicates, gafas), los nombres en singular que hacen referencia a diversos
referentes (gente, multitud) o algunas formas no-personales de los verbos, es decir, los
infinitivos (comer) y gerundios (comiendo)

Persona
Existen tres personas según hagan referencia al “yo” (primera), al “tú” (segunda) y a
todo referente que no es ni tú ni yo (tercera). Se aplica a verbos (como/comes/come) y,
por supuesto, a pronombres, pues los principales se denominan pronombres personales
(yo/tú/él-ella). Las únicas excepciones aquí son las formas no-personales –el nombre lo
dice– del verbo (comer-infinitivo, comiendo-gerundio y comido-participio) y la
inexistencia de la primera persona en el modo imperativo (no acostumbramos a darnos
órdenes a nosotros mismos).

Tiempo y modo
El tiempo hace referencia principalmente al pasado, al presente y al futuro, mientras
que el modo se relaciona con la actitud del hablante cuando produce una emisión, de
manera que ésta será segura (como, comía, comeré... para el indicativo), posible o
deseable (coma, comiese... para el subjuntivo) o hará referencia a una orden (come,
comed... para el imperativo). Ambos marcadores se aplican, en castellano, a los verbos,
modificando la percepción temporal (comí/como/comeré) y la del emisor (como/que yo
coma). Una vez más, las formas no personales son la excepción.

La flexión expresa en todos los casos una relación sintáctica o funcional, pero no
semántica. La relación entre casa y casas, chico y chica o canta y cantará no es una
relación semántica, pues apenas cambia el contenido principal de la palabra.
Existen ciertas formas flexivas que son irregulares: por ejemplo, el plural de tórax
es tórax; el femenino de toro es vaca (y no *tora); el futuro de salir es saldré (y no
*
saliré).

Canonicidad (formas no-marcadas)

Se considera que ciertas flexiones son canónicas, es decir, que el resto de elementos
flexionados se forman a partir de éstas, añadiendo morfemas. En concreto, y para el
castellano, son las siguientes: género (masculino), número (singular), tiempo (presente).
Con esto se responde a la pregunta formulada unos párrafos antes. Esta noción es
también imprescindible cuando se trabaja la morfología con pacientes, sobre todo en los
cuadros de agramatismo y paragramatismo.
Morfología derivativa (léxica)

La morfología derivativa (derivación) origina nuevas palabras cuando se añade un


morfema, es decir, se obtiene una nueva palabra semánticamente y en muchos casos se
produce un cambio de categoría. Así, por ejemplo, de nación que es un nombre se puede
pasar a nacional (adjetivo), nacionalizar (verbo) y nacionalización (nombre). El
significado de estas palabras es siempre diferente. A diferencia de la flexión, la
productividad de la derivación es casi ilimitada, pues es posible formar nuevas palabras
a partir de, en la práctica, cualquier palabra: de sofá puedo pasar a sofal (un hombre
sofal sería un hombre vago), a sofalizar (yo sofalizo, tú sofalizas, él-ella sofaliza,
nosotros sofalizamos...), a sofalización (la acción de sofalizar, e, incluso, a
sofalizacionalización (que sería la acción de sofacionalizar: yo sofacionalizo, tú
sofacionalizas...).
Para formar palabras derivadas basta, en principio, con conocer el conjunto de
morfemas que se aplican a los lexemas. Se incluye aquí una muestra:

• Formación de nombres a partir de verbos: -ción (representación), -ado


(alumbrado), -ancia (vigilancia), -dura (armadura).
• Nombres de adjetivos: -ura (hermosura), -eza (realeza), -idad (sanidad), -or
(grosor).
• Nombres de adverbios: -ía (cercanía).
• Nombres de nombres: -al (rosal), -ero (cartero), -azo (codazo).
• Verbos de nombres: -ear (vagabundear), -ecer (flocerer), en- -ar (enamorar).
• Verbos de adjetivos: a- -ar (aclarar), en- -ar (ensuciar), em- -ecer
(empequeñecer).
• Verbos de adverbios: a- -ar (alejar).
• Verbos de verbos: ante- (anteponer), dis- (disponer), pos- (posponer).
• Adjetivos de nombres: -esco (quijotesco), -oso (perezoso), -ar (espectacular).
• Adjetivos de verbos: -ble (manejable), -ante (excitante), -orio (disuasorio), -ivo
(ahorrativo).
• Adjetivos de adjetivos: anti- (antinuclear), extra- (extramatrimonial).
• Adverbios de adjetivos: -mente (dulcemente).

Tipología de morfemas

Como se puede apreciar en los ejemplos precedentes existen diversos tipos de


morfemas, pues algunos se colocan delante, otros detrás... Es necesario, entonces,
distinguir, al menos, cuatro clases de morfemas gramaticales (en realidad, el nombre
que reciben es el de afijo):

1. Prefijos: se denominan prefijos los morfemas que se colocan delante del lexema.
En castellano, todos los prefijos son derivativos: anti-, des-, re-, pre-, in-, etc.
Existen, además los denominados pseudoprefijos: la palabra revolver incluye un
prefijo (re-) y un lexema (volver), mientras la palabra revólver icluye un
pseudoprefijo (re-) pues “-vólver” no es un lexema.

2. Sufijos: son sufijos los morfemas que se colocan detrás del lexema. En castellano
todos los morfemas flexivos son sufijos, así como la mayoría de derivativos: -s,
-es, -a, -riz, -aba, -ía, -mente, -or, etc. También aquí se pueden encontrar
pseudosufijos, sobre todo derivativos: adoración incluye un lexema (adora-) y un
sufijo derivativo (-ción), mientras vocación incluye un pseudosufijo (ción-) pues
“voca-” no es un lexema. En el caso de la flexión, podemos hablar de
pseudosufijos sólo en algunas formas irregulares: la palabra crisis no está formada
por un lexema (crisi-) más un morfema de plural (-s), de manera que se trataría de
un pseudosufijo.

3. Infijos: se denominan infijos los morfemas que se colocan dentro del lexema. Así,
el morfema -it- de Carlitos sería un infijo. Hay que tener precaución con dos
aspectos. En primer lugar, muchas palabras incluyen un elemento intermedio
(coche-c-ito), pero esta “-c-” no puede considerarse infijo, pues para ser morfema
debería tener significado (¿significado de c?) o valor gramatical (¿valor
gramatical de c?); se denominan interfijos, pero no se deben considerar
propiamente morfemas. En segundo lugar, en una palabra como naturalización,
no es correcto considerar que -al- y –iza(r) sean infijos al estar entre el lexema
natural- y el sufijo -ción.

4. Circunfijos: son aquellos morfemas que aparecen de forma discontinua o


simultánea envolviendo el lexema. Se trata, así, de un prefijo más un sufijo que se
aplican al mismo tiempo para formar, en castellano, palabras derivadas: a-grand-
ar, en-amor-ar (las formas *agrand o *grandar no existen).

Composición

Se trata de un proceso en el que se unen dos morfemas libres o lexemas. Existen


dos clases de compuestos:

1. Determinativos (relación hipotáctica o sintáctica): uno de los componentes


modifica al otro, es decir, se establece una relación modificador-modificado. Así,
bajorelieve es un compuesto determinativo porque “bajo” modifica “relieve”.
Existen dos tipos algo especiales: los compuestos argumentales, donde se observa
una subordinación (tocadiscos, lavaplatos, rompecabezas) y aquellos compuestos
en los que se une un verbo con su objeto directo, pero a la inversa (malpensar).
2. Coordinativos (relación paratáctica o de yuxtaposición): ningún componente
modifica al otro, como, por ejemplo, nordeste, compraventa, coche-bomba, etc.

De hecho, los compuestos pueden clasificarse también a partir de criterios


sintáctico-semánticos:
1. Compuestos endocéntricos: existe un núcleo semántico de manera que se
menciona una parte del resultado del compuesto, como, por ejemplo, tren bala (es
un tipo de tren y la palabra “tren” se menciona en el compuesto).
2. Compuestos exocéntricos: no existe un núcleo semántico, como en pastor alemán
(no se trata ni de un pastor ni de un alemán).

La unión de dos lexemas incluye cualquier categoría: verbo más nombre


(espantapájaros), nombre más nombre (telaraña), adjetivo más adjetivo (sordomudo),
preposición más nombre (contracorriente), etc. Además, muchos compuestos, con el
paso del tiempo, se lexicalizan de manera que se comportan como si fueran una única
palabra: junto al caso anterior de telaraña, encontramos otros ejemplos como ojo-de-
buey, pielrroja, llave inglesa, etc.
Clases de palabras

A medio camino entre la morfología y la sintaxis se encuentra la morfología


flexiva, comentada en el apartado anterior, pero también la existencia de diversas clases
de palabras (o de vocabulario), distinción muy significativa en el ámbito de la
lingüística clínica. Es posible clasificar las palabras en dos clases diferentes y, además,
es posible hacerlo desde dos puntos de vista:

1. Productividad. La productividad se refiere a la posibilidad de crear palabras


nuevas, y desde este punto de vista se puede hablar de dos tipos de vocabulario:
a) Vocabulario de clase abierta: se refiere a aquél en el que se pueden crear
nuevas acepciones léxicas. Estaría formado por nombres (casa, perro, puerta),
verbos (casar, comer, subir), adjetivos (alto, grande, blanco) y adverbios
(ayer, tristemente, bien, todavía, siempre).
b) Vocabulario de clase cerrada: se trata de aquél donde no pueden crearse
nuevas acepciones y lo conforman los determinantes (el, una, este, aquella),
los auxiliares (formas compuestas del verbo con he, es, etc.), las conjunciones
(y, pues, aunque, pero), algunas partículas de relación (por ejemplo, que), los
pronombres (yo, tú, mi, te) y las preposiciones (a, bajo, con, sin, entre). Hay
que advertir que en algunas ocasiones sí se crean nuevas formas (las
preposiciones durante y mediante se han añadido hace poco, y es al menos
curioso recordar el intento de crear el artículo neutro @l), pero son muy
“costosas” si se comparan con la posibilidad de crear nombres (un gafero
podría ser una persona que siempre lleva gafas de sol), verbos (yo gafeo, , tú
gafeas...), adjetivos (podría existir una actitud opaca, gafera –quizás con algo
de imaginación–) o adverbios (se podría hacer algo gaferalmente, con ánimo de
“tirar la piedra y esconder la mano”).

2. Significado. Desde este punto de vista, se establece otra distinción:


• Palabras de contenido: las palabras de contenido, que son las que poseen una
carga semántica, pertenecen, en la mayoría de casos –con una salvedad que se
verá a continuación–, al vocabulario de clase abierta y son, por lo tanto,
nombres, verbos, adjetivos y adverbios.
• Palabras de función: son aquellas que poseen contenido gramatical, pero no
semántico, y son el vocabulario de clase cerrada, de manera que serían los
determinantes, auxiliares verbales, conjunciones y partículas de relación.

No obstante, existen dos categorías problemáticas. Una de ellas es la preposición,


pues si bien algunas preposiciones son claramente palabras de función (a, de, en), otras
poseen un claro contenido semántico (sobre, bajo, contra). Lo mismo sucede con los
pronombres, pues los personales (yo, tú, él, ella, nosotros, vosotros, ellos, ellas) poseen
un cierto sentido semántico, mientras el resto (me, mi, etc.) no.
SINTAXIS: COMBINANDO PALABRAS PARA FORMAR
ORACIONES

La sintaxis es el nivel lingüístico que relaciona sonidos y significados por medio de


la combinación de palabras en estructuras complejas. Estas estructuras reciben el
nombre de oración. Entendida la oración como la unidad máxima de la sintaxis, este
apartado intentará definirla, aunque no siempre es fácil. Como siempre, aquí se intentará
poner un poco de orden, no en vano la etimología de la palabra “sintaxis” es,
precisamente, “ordenar”.

Sintagma

Se define como una relación: la que mantienen un núcleo con sus especificadores y
con sus complementos. Los núcleos son todas las palabras de contenido (cfr. apartado
3.3 de este capítulo): así, si el núcleo es un N1, se hablará de SN; si es V, de SV; la P
forma un SP; el Adj implica un SAdj y el Adv un SAdv.
Los especificadores son todos aquellos constituyentes que modifican al núcleo (en
castellano, se sitúan a la izquierda):

 Especificadores nominales: Det (formados por artículos –como el o una– y


algunos adjetivos –como este, aquel, su, tres, etc.–) y SAdj.
 Especificadores verbales: Aux (como las formas compuestas con el verbo
haber: he, has, ha, hemos, habéis, han) o SAdv

Así, por ejemplo, en la oración El buen hombre no había visto su cara en el anuncio,
“el” y “buen” son especificadores del N hombre, mientras que “no” y “había” lo son del
V. Hay que tener presente que el SAdv y el SP no poseen especificadores; el SAdj
puede tener algún especificador (como muy en Es un hombre muy bueno), pero no es
muy común.

Por su parte, los complementos (generalmente a la derecha del núcleo en castellano)


son todos los elementos que –como indica su nombre– complementan una categoría
nuclear. En este caso, las posibilidades son mayores:

 Complementos de N: SAdj, uno o varios SSPP, y/o una cláusula de relativo (cfr.
infra). Hay que hacer notar que, en principio, podría existir más de un complemento:
por ejemplo, en la oración El niño guapo de la vecina que vivía en el mismo rellano,
“guapo” es un SAdj que complementa al nombre, “de la vecina” es un SP complemento
del nombre y “que vivía en el mismo rellano” es una cláusula de relativo complemento
del nombre (siempre que haga referencia al niño, y no a la vecina).
 Complementos de V: uno o varios SSNN y/o SSPP, y una cláusula de relativo.
En este caso, son frecuentes más de un complemento.

1
 Categorías sintácticas: N[ombre], V[verbo], P[reposición], Adj[etivo] y Adv[erbio]
 Sintagmas: SN, SV, SP, SAdj y SAdv serán, respectivamente, sintagma nominal, verbal,
preposicional, adjetival y adverbial (cuando se emplean en plural se dobla la abreviatura: SSNN, SSPP,
etc.).
 Otras categorías sintácticas –entre ellas algunas palabras de función–:Det[erminante], Conj[unción],
Aux[iliar], Pro[nombre], etc.
Así, en la oración El hombre bueno no había visto su cara en el anuncio, incluye un
complemento para N (“bueno”) y dos complementos para V (“su cara” y “en el
anuncio”). Como para el ámbito de los especificadores, el SAdj y el SAdv no poseen
complementos; el SP posee, de forma obligatoria, siempre un complemento que es SN
(“el anuncio” en el ejemplo precedente).

Cláusula, oración y frase

Tanto la cláusula como la oración son estructuras sintácticas formadas por la


unión de un sujeto y un predicado. La diferencia es que la cláusula se encuentra
insertada en otra estructura, de manera que se circunscribe al ámbito de la subordinación
(cláusulas de relativo): oraciones que dependen de una principal y que se introducen por
ciertas partículas (sobre todo, que). Una oración no está insertada en otra estructura, por
lo que se suele hablar entonces de la oración principal. Es decir, cuando existe una
subordinación, lo normal es que se hable de oración principal y cláusula subordinada;
sin embargo, en ocasiones también se habla de oración subordinada porque, por
definición, toda cláusula es una oración (pero no a la inversa).
Por su parte, se denomina frase a la unidad mayor de descripción sintáctica.

Así, la frase La mujer dijo que el tema era aburrido contiene los siguientes
componentes:

• Una frase: La mujer dijo que el tema era aburrido


• Dos oraciones: la mujer dijo algo / que el tema era aburrido.
• Una cláusula: que el tema era aburrido.
• Seis sintagmas: la mujer / dijo que el tema era aburrido / que el tema era
aburrido / el tema / era aburrido / aburrido (aunque el tercero es un poco
especial).

En resumen, todos los componentes de una frase, como Ese hombre rico ha donado
una obra de arte al museo, se analiza de la siguiente forma:

• Existen ocho núcleos: cuatro nombres (hombre, obra, arte, museo) un verbo
(donar), un adjetivo (rico) y dos preposiciones (de, a).
• El primer sintagma nominal ese hombre rico posee un núcleo (hombre), un
especificador (ese) y un complemento (rico).
• El sintagma verbal incluye, además del verbo (donar), un especificador (ha) y dos
complemento (una obra de arte, al museo).
• El segundo sintagma nominal incluye un especificador (una), un núcleo (obra) y
un complemento (de arte)
• El primer sintagma preposicional incluye un núcleo (de) y un complemento (arte).
• El tercer sintagma nominal sólo incluye un núcleo (arte).
• El segundo sintagma preposicional incluye un núcleo (a) y un complemento (el
museo).
• El cuarto sintagma nominal incluye un núcleo (museo) y un especificador (el).
• Sólo existe una oración/frase y no hay ninguna cláusula subordinada.

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