Pintura Colonial Ana
Pintura Colonial Ana
Pintura Colonial Ana
El sincretismo existió en un proceso incompleto, que también convivió con el proceso de resistencia.
El sincretismo no abarca nunca la totalidad de los elementos de los diferentes sistemas culturales
Las producciones sincréticas no pueden reducirse la suma de partes, sino a la produccion de lo otro
El encuentro libera segmentos que siguen siendo operativos y que, PUEDEN O NO ESTAR
REFORMULADOS ESOS UNIVERSOS SIMBÓLICOS.
El sincretismo no es fusión de partes sueltas desprovistas de sentido en las culturas de las que preceden,
sin embargo construye otra propuesta visual.
“…A finales del s. XVII… tres posibilidades se ofrecían a los mineros: seguir rezando
alternativamente al viejo dios de Tiwanaku, el Capac Ique (el “padre rico” en idolatría puquina) ;
rezar al dios de los españoles o practicar una forma selectiva de sincretismo, adorando al Capac
Ique en la imagen del crucifijo…” Thérese Bouysse-Cassangne en Estudio introductorio.
El arte misionero en América Colonial era didáctico.
Buscaba ilustrar a los indios con visiones católicas sobre
la muerte, el Infierno, el pecado y el demonio. Los jesuitas,
según señalan Gisbert y Mesa, fueron los propulsores de
esta política doctrinaria.
El Infierno,
iglesia de
Carabuco,
Bolivia.
En la iglesia de Caquiaviri (Bolivia), aparece un lienzo que ilustra la adoración del
Anticristo. En este lienzo, aparece un indio americano rodeado de judíos y musulmanes.
La idea del cuadro era igualar las idolatrías indígenas con el culto al Anticristo y
vincularlas obviamente con las divisiones de castas presentes en la España católica. En esa
línea censura la adoración del “Tío”, una figura subterránea con forma de demonio que, se
cree, vive en las minas de Bolivia.
La representación de la Muerte (los dos espejos de la muerte) seguía a las Ars
Morendi (1415), en los que aparece la buena y la mala muerte (la primera para los justos, la
segunda para los indios idolatras que aún adoran al “Demonio”). Las ilustraciones del
Infierno siguen modelos medievales: se presenta al Leviatán tragándose a los
condenados, así como los numerosos suplicios y torturas que sufrirán los pecadores
(véase el célebre dibujo de Guaman Poma, primera representación del Infierno conocida
de la época colonial).
La presencia este discurso contra las idolatrías revela la presencia de estas ya entrado el
siglo XVIII. En realidad, señalan Gisbert y Mesa, la persecución de idolatrías no se detuvo
desde sus orígenes en el XVI.
El Cielo, por su lado, se representaba de acuerdo a la imagen del Paraíso Celeste presente
en el catecismo de 1584. El Cielo, también se ajusta a agendas de mestizaje.
En Carabuco, por ejemplo, al centro del Paraíso aparece la cruz, símbolo del pueblo,
relacionada al mito del dios Tunupa.
Otras representaciones del Cielo siguen influencia de concepciones medievales
aristotélicas y platónicas. El artículo de Gisbert y Mesa ofrece descripciones de varios
casos en lo que esto ocurre así como una bibliografía erudita.
“La Virgen del Cerro” Anónimo siglo XVIII ( Año 1720)
La pintura "Virgen del Cerro", es la de mayor trascendencia iconográfica del Museo
de la Casa de la Moneda, su autor es anónimo, probablemente fue pintada en el
Siglo XVIII, la técnica utilizada fue de óleo sobre lienzo, cual la importancia de
nombrarla en este diario ese cuadro pictórico es el mejor SINCRETISMO DE LA
GRANDEZA DE POTOSI.
Influenciada por la escuela de pintura del barroco hispanoamericano,
probablemente esta imagen fue realizada por un Indígena, sintetiza una expresión
propia de la región, muestra la cosmovisión y religiosidad, las costumbres y
naturaleza de los Andes y las religiones del nuevo mundo y de los conquistadores.
El autor muestra la coronación de la Virgen María inserta en el Cerro Rico y
representa a la deidad indígena "Pachamama" o Madre Tierra, cuya riqueza de
plata originó la conjunción de dos culturas.
Parte superior: representa la Santísima Trinidad, a la derecha se halla el arcángel
San Miguel, izquierda el arcángel San Gabriel. Esta escena celestial está dividida de
la terrenal por una representación de nubes y querubines.
Las deidades de los Incas y de otras culturas nativas, el "Tata" Inti (Padre Sol) y la
"mama" Quilla (madre Luna), también se encuentran representadas.
Parte inferior: encuentra diferentes alegorías al origen del nombre de Potosí, está
representado el Inca Huayna Capac, que quedó maravillado al observar el Cerro
Rico; otra alegoría representa el descubrimiento de la Plata del Cerro Rico.
Aparecen también en la parte inferior de la pintura autoridades, civiles y religiosas
que agradecen a Dios por la riqueza del cerro.
Y en medio de todo esto, un círculo con una ciudad, probablemente Potosí, que en
esa época fue el centro de la economía y el poder del mundo. Otra versión indica
que era el mundo a los pies de la riqueza del Cerro Rico de Potosí.
Virgen del Cerro de Potosí, 1720. Museo Nacional de Arte, La Paz, Bolivia.
La obra ofrece diferentes capas de interpretación, todas ellas donde el
SINCRETISMO es evidente y manifiesta toda una orbita de arte donde interactúan
iconos amerindios y coloniales
Nota: Teresa Gisbert es una autora relevante para abordar el arte colonial
Devoción Mariana
Iconografía
La Iglesia de Sabaya es un
templo barroco mestizo ubicado
en el municipio Sabaya
del Departamento de Oruro,
en Bolivia. El edificio fue
declarado patrimonio cultural
boliviano en 1967 durante el
Gobierno de René Barrientos
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-10432019000100049&lang=pt
Juicio final. Iglesia de Carabuco, Bolivia.
Detalle de mural Camino al cielo, camino al infierno, en iglesia de Andahuaylillas, Cusco
LAS POSTRIMERÍAS CON SAN
JERÓNIMO MEDITANDO
AYACUCHO PERÚ.
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Serie del Corpus Christi (Museo del Palacio Arzobispal del Cusco)
La participación de las élites incaicas en las cofradías, así como de la población
andina en general, quedó atestiguada desde los albores de la Colonia, dando
cuenta asimismo de la amalgama ritual que permitieron en las performatividades
del calendario católico
LA PINTURA VIRREINAL.CUZCO
Cusco, la antigua sede imperial del Tahuantinsuyo incaico,
ejerció durante el Virreinato un papel de primer orden en el
universo de las artes. Eje de la vida cultural, social,
eclesiástica y política del sur del Perú, durante 300 años de
influencia ibérica plasmó en la arquitectura, retablería,
escultura, orfebrería y pintura un perfil que definió el
carácter mestizo de una tensa y dramática simbiosis hispano
indígena
Su expresión mayor se manifestó en de la segunda mitad del
siglo XVII y del siglo XVIII a la que tradicionalmente se ha
llamado como “Escuela Cusqueña de Pintura”.
Aparte de armas, pólvora y caballos, los españoles también trajeron pinturas en las bodegas de los barcos.
El obispo Manuel de Mollinedo y Angulo, uno de los grandes mecenas del arte cusqueño, llegó a la antigua
capital del Tahuantinsuyo en 1673 procedente de la corte de Madrid. Entre sus pertenencias traía 36 lienzos,
dos de ellos del Greco y los otros eran grabados flamencos. Eran obras con las que buscaba revelar a los
indígenas la verdad de los evangelios e imponer la doctrina cristiana desde la fuerza seductora de las
imágenes (sobre todo en una sociedad ágrafa como la andina), tal como lo había ordenado el Concilio de
Trento desarrollado un siglo antes, entre 1545 y 1563.
Según cuenta el historiador de arte Jaime Mariazza, se buscaba impresionar al fiel a través de los
sentidos más que a través del corazón. “La iconografía virreinal era un trasunto de las costumbres europeas
y tiene un valor doctrinal importante. Esto interesaba no solo al Estado, sino también a la Iglesia, porque la
imagen contribuía a una suerte de catequización y adoctrinamiento. Por eso en aquella época hubo una gran
circulación de imágenes muy naturalistas y descarnadas: Cristos, vírgenes, niños y sobre todo mártires para
señalar el carácter del cristiano que enfrentaba la muerte antes de renunciar al credo. Los pintores locales
en América reprodujeron estampas y grabados europeos pero les agregaron nuevos detalles o motivos. Por
ejemplo, mostraron a la Sagrada Familia en situaciones cotidianas, lo que dio un aspecto mucho más gentil
a las representaciones religiosas”, explica el especialista, en una de las amplias y tranquilas oficinas del
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, en Pueblo Libre, donde se desempeña
como jefe del Área de Conservación y Restauración. En este lugar existe también una muy didáctica
exposición permanente de arte virreinal en la que se exhiben obras tan importantes como el “Retorno a
Egipto”, lienzo del gran artista indio Diego Quispe Tito, que data de mediados del siglo XVII y que muestra
a María, José y el niño Jesús en un escenario de reminiscencias flamencas al que el pintor ha agregado una
inusual palmera. También podemos ver la “Oración en el huerto”, del italiano Bernardo Bitti, el artista
jesuita que introdujo el manierismo en estas tierras a fines del siglo XVI; y la sorprendente “Virgen del
Carmen”, un óleo anónimo del siglo XVIII, cuando se vivió la época dorada del Barroco andino. en nota
https://elcomercio.pe/eldominical/actualidad/revelacion-imagenes-390250-noticia/?ref=ecr
En tres siglos la pintura virreinal peruana representó un espectro variado y complejo de temas e intereses. A
su ya explicado carácter didáctico y evangelizador se sumaron también otros usos.
Destaca su valoración como objeto de devoción privada, sobre todo de familias adineradas que encargaban
cuadros a grandes maestros para adornar sus altares particulares. En el MALI se puede ver una hermosa
pintura que abre el recorrido del período colonial —“Virgen de la leche”—, realizada cerca de 1604 por el
italiano Mateo Pérez de Alesio. “Es una de las pocas que se conservan en el Perú de este pintor y una típica
imagen de piedad, pues no narra una historia específica, sino muestra solamente dos personajes centrales
(la Virgen le ofrece su seno al pequeño Jesús), y en el conjunto destaca la mirada del niño, que introduce al
espectador en la escena”, explica el curador Ricardo Kusunoki.
De Alesio fue uno de los tres artistas italianos que llegaron a Lima en la mitad del siglo XVI y que
transformaron el arte local. Los otros dos fueron Bernardo Bitti y Angelino Medoro. Ellos introdujeron en el
Virreinato la pintura de caballete y ejercieron una notable influencia entre los artistas nativos y locales. Sus
discípulos copiaron estampas, pinturas y grabados, sobre todo flamencos, en lienzos que fueron destinados
a adornar los altares, las bóvedas, las sacristías y los muros de las iglesias que se levantaban en las nuevas
ciudades coloniales.
De estos talleres saldrían los pintores que darían vida a la famosa escuela del Cusco.
Un hecho fortuito contribuiría, además, a la transformación barroca de la antigua capital imperial. La
tarde del 31 de marzo de 1650 un brutal terremoto dejó en ruinas la ciudad. Cuando la tierra paró de
moverse, tres días después, se habían registrado 260 réplicas, 30 tan intensas como el primer movimiento.
Había 5.000 muertos y casi todo se había venido abajo. La catedral de piedra canteada, que venía siendo
construida desde décadas atrás, sufrió daños considerables.
El Cusco necesitaba renacer de sus escombros y ahí estaba un puñado de religiosos y artistas para
lograrlo. Ellos darían vida al movimiento artístico más importante de la América española y convertirían la
ciudad en uno de los epicentros del arte colonial.
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ARCANGEL SAN MIGUEL
El Manierismo llega, a través de una
• Al comenzar el siglo XVIII, la interpretación local del barroco, a una
demanda de pintura desde todos los pintura característica diferenciada de la
confines del virreinato crecía europea. Esta pintura, que se ha
aceleradamente. Cientos de lienzos denominado Escuela cuzqueña, suprime la
cusqueños viajaban hacia el Alto perspectiva, coloca las figuras en un
Perú, Chile y el norte argentino,
además de Lima y la región andina. escenario plano, y, a su vez, éstas son
aniñadas y convencionales. Estos
Para ello se instalaron grandes talleres personajes transitan en paisajes ideales con
artísticos, mayoritariamente con mano florestas de tono azul, pobladas de grandes
de obra de originarios, y abundantes pájaros.
manifestaciones características de la
escuela cusqueña de pintura.
• La escuela cusqueña de
los siglos XVI y XVII se
destacó no sólo por su
calidad sino también por
la cantidad de obras,
muchas de ellas
anónimas.
• Así, la Virgen María
parecía un cerro, los
cuadros rebosaban de
soles y lunas, de espigas
de maíz, y otros símbolos
que remitían a las
deidades que adoraban
los incas. ARCANGEL SAN GABRIEL
mas iconografía mariana
La obra "Madona y
niño con pájaro",
de la Escuela
Cusqueña, óleo de
Ignacio Chacón
(Escuela Cusqueña
1745-75) Museo
de Arte de Denver
imagen escogida por el
Servicio Postal de los
Estados Unidos para
adornar la estampilla de
Navidad 2006.
VIRGEN DEL
PAJARITO
Nuestra Señora de Belén
• Ángeles y Arcángeles en el que
perviven viejas creencias incaicas
junto a advocaciones de la Virgen,
Santos, en un paisaje con aves
exóticas y arquitecturas, todo ello
trabajado por una pléyade de
artistas especializados en
recamados, brocatería en relieve
en las vestiduras, dominio de la
veladura, un colorido de intensos
azules, rojos y amarillos, con
aplicación directa del oro, que
logró su expresión propia
conformando un estilo
originalísimo. Junto a la talla
barroca, está consagrado como el
gran Arte Colonial
Hispanoamericano, un arte de
expresiones dulces y maravilloso
color, que pervive. Las obras
exhibidas están realizadas
completamente a mano, al óleo
sobre lienzo, con las técnicas
especiales de brocado en relieve.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/34/Cuzque%C3%B1a2.jpg
CORONACION DE MARIA DIVINA PASTORA
• la escuela cusqueña de
pintura, cuya calidad
fue reconocida en su
propio tiempo.
• Ya en el siglo XVIII,
estos pintores habían
trascendido los
modelos europeos y
forjar una escuela
propia, denominada
“mestiza” por coincidir
con el florecimiento del
estilo mestizo en la
arquitectura surandina.
SANTA ROSA DE LIMA Y EL NIÑO
En la catedral del Cusco dentro de la nave del evangelio tenemos una pintura de grandes
dimensiones cuyo autor es Basilio de Santa Cruz Puma Callao en el que representa a la Virgen
de la Almudena junto a los reyes Carlos II y María Luisa de Borbón arrodillados ante ella. A la
derecha de la pintura podemos ver unos animales un poco extraños, lo que sucede es que
nuestros pintores indígenas como Basilio de Santa Cruz nunca antes habían visto un camello,
solo se dejaban llevar por la descripciones que se les daba. Grande y artística es la imaginación
de nuestros pintores indígenas que les faltó muy poco para dibujar un camello sin haberlos
visto jamás en su vida
Virgen de la Almudena. Santa
Cruz Pumacallao
Sobre las series del Corpus
Representaciones de la festividad
son muy interesantes en la
pintura cuzqueña
• https://rio.upo.es/xmlui/handle/10433/5227
• https://m.facebook.com/artebolivianocontemporaneo/photos/a.10150184899544476/10157775029169476
/?type=3&source=57&__tn__=EH-R
ESCULTURA
Un caso que nos muestra varios de los conceptos identificados en el arte
colonial
• Fue construida en 1548, pero en ese entonces se la conocía como Iglesia de la Anunciación y estaba destinada
exclusivamente a los españoles. Luego, cuando llegó el Virrey Toledo y al construirse la actual catedral, pasó a ser una
parroquia de indios y se cambió el nombre a Iglesia de San Lorenzo de Carangas. Fue parte del Virreinato del Perú y
posteriormente, en 1777, se incorporó al nuevo Virreinato del Rio de La Plata. Potosí, era uno de los centros más importantes
del virreinato por la intensa extracción de minerales.
• barroco mestizo o barroco americano
• Su riqueza ornamental, data del siglo XVIII (aprox. de 1728)
• Tallada en piedra por hacedores autóctonos, se encuentra recargada de elementos en casi la totalidad de la superficie y
enmarcada por un arco cobijo
• Se conjugan símbolos europeos-cristianos con símbolos propios de los nativos de América
• Elementos de origen indígena: en las partes laterales al ático, la representación del sol, la luna, las estrellas y la flora
autóctona, la flor de cantuta, tanto en los extremos del arco carpanel con un mayor tamaño, como a lo largo de toda la
composición. De acuerdo a la cosmogonía de los nativos americanos los elementos de la naturaleza y el cosmos eran
sagrados, por lo tanto, solían tener una fuerte presencia en sus mitos. Tanto el Sol como la Luna eran considerados deidades,
recibiendo diversas denominaciones según cada grupo étnico. Por ejemplo, para los incas, el dios Sol era llamado Inti y la
Luna, Mama Quilla. En relación a la flor de cantuta, la cual abundaba en sus tierras, estaba consagrada al dios Sol y es por
esto que también es conocida como La Flor Sagrada de los Incas.
• Los europeos consignaron que debían cristianizar el pasado indígena y buscar paralelos con el objetivo de "presentar un
relato enmarcado dentro de la historia bíblica" (Siracusano, 2010:42).
• Es importante destacar la relación que se estableció entre el Sol y el Dios Padre, con el fin de que el nativo identifique a la
suprema deidad incaica (Inti) con el Dios cristiano. Su representación aparece como uno de los motivos iconográficos más
utilizados dentro y fuera de las iglesias andinas, junto al Espíritu Santo, la Luna y las estrellas. De esta manera, se entiende
que, si bien lo que buscaba la evangelización era suprimir la adoración de los ídolos autóctonos, existe una "pervivencia de la
idolatría de los astros (...) en torno a las múltiples representaciones del sol y de la luna que se dan en la ornamentación de la
arquitectura barroca" (Gisbert, 1980:29). Por medio de ello, las deidades de los pueblos nativos de las tierras americanas
lograron sobrevivir con mayor facilidad ocultándose debajo de un velo cristiano.
Ejecución de mano “indígena”. Se le atribuye la realización de este trabajo al pintor y escultor indígena
Luis Niño, quien firma un retablo existente en La Merced de Sucre cuyos elementos son similares a los
de la fachada potosina, por lo que algunos historiadores plantean la probabilidad de que sea él quien la
hizo.
• Por otra parte, se detectan ciertos elementos cristianos traídos por los españoles, como la figura minúscula del
santo patrón, San Lorenzo, ubicado en la parte superior de la portada-retablo, quien se puede identificar por sus
atributos: una parrilla sostenida en su mano derecha y en la izquierda el evangeliario. Junto a éste se encuentra
otra figura humana también de tamaño muy pequeño, quien podría ser San Vicente, y alrededor de ambos se
alzan dos ángeles aniñados. En el nicho ubicado en el ático, se encuentra una figura que se cree representa al
arcángel San Miguel. Sobre el arco carpanel que rodea el portón se ubica un querubín, formado por un rostro con
rasgos indígenas que se encuentra rodeado de un par de alas.
• Otras formas “puramente” europeas que se detectan son las columnas salomónicas, propias del estilo barroco y
el ornamento que recubre toda la portada. En éste se distinguen ciertos elementos de follaje como la vid, la cual
representa la eucaristía, las hojas de acanto, símbolo de la conciencia y el dolor del pecado, grutescos con la
incorporación de rostros con rasgos indígenas y otros ornatos en los que se puede identificar influencia mudéjar.
Respecto a esto último, es importante destacar que los elementos presentes en la portada no sólo hacen
referencia a las formas puramente españolas sino que también reflejan formas propias de otras partes de Europa.
De acuerdo a esto, Muñoz Lujan (2006) considera que el arte colonial: “no fue exclusivamente un reflejo directo
del arte metropolitano. Lo corriente era que incorporara elementos de diversos orígenes europeos (…)
entremezclando o superponiendo, lo que produjo una nueva síntesis en la que no había correspondencia exacta
con la secuencia artística original” (p. 195)
• Por último, se destacan elementos sincréticos, [Fig.2] como las sirenas que tañen un instrumento similar a una
cítara o charango, acorde a lo analizado por Teresa Gisbert, ubicadas en el cuerpo superior de la portada junto al
sol, la luna y las estrellas; y las indiátides, es decir, las figuras femeninas que forman parte de las columnas
salomónicas y que remiten a las cariátides de las construcciones europeas.
Escultura
Iglesia de San Lorenzo (1744), Potosí el
departamento de Potosí, Bolivia
Retablos Procesionales
Claustro Principal
Convento de San Francisco
Lima
• Sandra Caqueo Henríquez • Pablo Marimán Quemenado. (2015) Arte “otro”. Problematizaciones desde lo
indígena. Capítulo Sirena colonial. En-cantados en América. pág. 59 a 72. Chile.
• Iconografía e Iconología del arte novohispano.
• Gisbert, Teresa y Andrés de Mesa Gisbert. “El cielo y el infierno en el mundo virreinal del sur andino”.
• La paleta del espanto. Color y cultura en los cielos e infiernos de la pintura colonial andina. Gabriela
Siracusano (ed.). San Martín: Universidad Nacional de General San Martín, 2010.
• El Cielo Y El Infierno En El Mundo Virreinal Teresa Gilsbert
https://pdfcookie.com/documents/el-cielo-y-el-infierno-en-el-mundo-virreinal-teresa-gilsbert-
9mlx6nzeqkl7
• Rossells, Beatriz. El Imaginario Demoniaco: de la Mesopotamia a América. En pdf
Hallarán también el algunas páginas, links para ampliar miradas sobre lo trabajado en la clase y en la
bibliografía compartida en el grupo.