Santiago y Cierra España

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¡SANTIAGO Y CIERRA, ESPAÑA!

La idea de España como idea fuerza ante nuestro


Panorama político actual.

El lema ¡Santiago y cierra, España!, es un lema que nace en la Reconquista,


concretamente en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Dicho lema
contiene el término “Santiago” como patrón de España, el término “cierra”
apelando a una voz castrense, militar, mediante la cual se ordenaba cerrar
la caballería con el objetivo de trabar combate con el enemigo. Y El
término “España” que se nos presenta como invocación a la patria por la
que se va a luchar y vencer.

Dicha expresión fue también usada en otras épocas. Por ejemplo durante la
Edad Moderna por los ejércitos imperiales españoles, los Tercios y, más
recientemente, en el siglo XX, fue el lema de la revista “Acción Española”.

Tomando dicho lema para nuestra charla de hoy, esta se orientará en tres
partes:

1) La importancia de Santiago Matamoros para con la historia de España.

2) Configuración y proyección de España.

3) Relación de la Idea de España con Nuestro presente.

…&…

Como todos sabemos, el <<Reino de la Gracia>>, del cual fueron


expulsados Adán y Eva, renació tras la crucifixión de Jesucristo, cuando
sus apóstoles se distribuyeron por todas las partes de la Tierra. Al menos de
esta forma nos lo cuenta Beato de Liébana en sus Comentarios al
Apocalipsis: A Pedro, le tocó Roma; a Felipe, las Galias; A Tomás, la
India; a Santiago Alfeo, Jerusalén y a Santiago, España.

Ahora bien, si no queremos reducir nuestra exposición a la versión


teológica, tenemos que acudir a la ayuda de la Historia. Esta nos dice que el
<< Reino de la Gracia>> solo pudo consolidarse a partir del siglo IV,
cuando Constantino el Grande reconoció al Cristianismo como religión
imperial y además, convocó y presidió el Concilio de Nicea del 325 d.C.

Es aquí cuando el <<Reino de la Gracia>> comienza a expandirse y


recubrir por ejemplo a los germanos o a los visigodos que habitaban la
Península Ibérica.

Esta incesante expansión solo se detuvo en los pueblos bárbaros que


sucumbieron ante el islam, una herejía del Cristianismo según Juan
Damasceno. Una hijuela del Nestorianismo y el arrianismo.

Dicho islamismo llegó a Hispania, destruyendo al Reino Godo aunque no


del todo: Los mozárabes huyeron al norte y en Covadonga, un grupo de
Astures reunidos en torno a Don Pelayo, iniciaron un nuevo reino, el Reino
de Asturias. Lo que se fundó tras la batalla de Covadonga no fue un
minúsculo punto de resistencia sino un nuevo ortograma político con una
fuerza de expansión in-definida (como no podía ser de otra manera frente al
imperialismo in-definido del islam).

Dicho ortograma no puede recibir otro nombre más que el de imperialismo,


sobre todo tras la Corte de Cangas y Právia: Alfonso I, llamado el
“Yermador”, salió de las montañas; llegó al Duero, Galicia, Portugal,
Álava y la Rioja. A su regreso trae consigo grupos de mozárabes para
repoblar las tierras conquistadas.

En este sentido llegamos a nuestra figura central: Alfonso II, hijo de Fruela
y Múnia, nacido en el año 761. Será en esta época, en la Corte de Silo,
cuando nos encontramos con el Beato de Liébana quién hacia el año 776
compone el Himno a Santiago donde define a este como <<cabeza
refulgente de España>>.

En el 791 es coronado Alfonso II y lo que es más importante, ungido:


Hunctus est in regno. Con dicha ungión, Alfonso II es puesto por encima
de los jefes militares ya que se le comunicaba la Gracia.

Una vez ungido, reconstruye Oviedo con voluntad imperial utilizando para
ello el recuerdo de la Roma de Constantino (baños, triclinios, bóvedas de
medio cañón, &,).

¿Cuál puede ser el motivo? Principalmente podemos señalar la intención de


diferenciarse de la España mozárabe, representada por el adopcionismo de
Elipanto, obispo de Toledo. La teología adopcionista de Elipanto se
encontraba más cerca del unitarismo musulmán que del trinitarismo de
Beato.

Un año después de la muerte de Carlomagno (814), un eremita observó en


Santiago una luz que iluminaba un sepulcro, un sepulcro que sería
identificado con el del apóstol Santiago.

Alfonso II, consciente de la importancia no solo religiosa, sino también


política, se traslada junto a una gran comitiva de Oviedo a Santiago,
construyendo en Compostela un tempo que, junto al construido por Alfonso
III, será destruido por Almanzor.

Este hecho provocó la posibilidad de encender un centro de atención sobre


el fanatismo de Hixem I o del del Alhaken I.

En este sentido, decimos que el camino de Santiago es un modelo


atributivo de caminos, siendo la verdadera columna vertebral de una red de
caminos que confluían en él hacia Santiago.

La ampliación del camino hacia el Este fue realizada fundamentalmente


por Ramiro I, sucesor de Alfonso II, quién según cuenta la leyenda, hacia el
año 834 defendió Álava y la Rioja contra Abderramán II y, en Clavijo
venció a los sarracenos al grito de “¡ayúdanos Dios y Santiago!”.

La victoria fue total y al día siguiente se le otorgó a Compostela el


privilegio del “Voto de Santiago”. Esto enfrento posteriormente los reinos
de Galicia y Castilla y León contra Aragón ya que este prefería la ayuda de
San Jorge en vez de la de Santiago.
…&…

Como estamos viendo <<España>> no es un tema, un asunto a disertar


entre otros, sino que la <<España>> de los ensayos filosóficos más que un
tema es un problema. Un problema, en el sentido de los Elementos de
Euclides, se produce por la quiebra de los principios de identidad. Por tanto
el problema requiere de las razones de la causa de tal quiebra y la
exploración de las resoluciones a dicho problema.

Aquí, para evitar toda prolijidad, expondremos los dos esquemas canónicos
según los cuales se ha definido la identidad de España: 1) modelo
distributivo y 2) modelo atributivo. Ambos esquemas representan a España
como un Todo compuesto por partes ahora bien, la diferencia estriba en que
mientras el modelo distributivo propone la independencia de las partes
entre sí a la hora de participar en el todo, el modelo atributivo subraya la
interdependencia de esas partes en cuanto a su participación en el todo.

Nosotros por lo el contrario proponemos que el problema de España


procede de su relación con su proyecto de Imperio1 Católico Universal.

La constitución de facto o systasis de España, en tanto que Imperio


Católico Universal, no fue una creación sino un proceso gradual en el que
fueron reuniéndose diversos componentes refundidos en una suerte de
anamorfosis. Pero, ¿de cuántos factores hablamos? Dicha pregunta ha
intentado ser contestada por 2 modelos:

1
todo imperio trans-político tiende a la universalidad, pero que esta nunca puede llegar
a realizarse, pues el Imperio, como toda sociedad política, existe por oposición a otras
sociedades políticas. Si un Imperio llegara a ser universal (es decir, si desaparecieran
los otros imperios) se desintegraría y desaparecería. La Historia Universal es la
Historia de los Imperios Universales y estos Imperios se definen en función de un
Género Humano que no está dado previamente, sino que va a construirse en función
de los planes y programas de estos Imperios. De esta forma la Historia Universal deja
de ser un proyecto metafísico, para convertirse en un proyecto práctico positivo.
Así por ejemplo el Imperio Hispánico aspiraba a la universalidad (católico significa
universal) y a la construcción del Género Humano en función de los planes y
programas del catolicismo hispánico. Sin embargo nunca llegó a ser realmente
universal, ni su modelo de humanidad llegó nunca a abarcar a todo el Género
Humano, entre otras cosas porque chocó en su desarrollo con otros imperios: el
Imperio diapolítico depredador británico, y el Imperio trans-político islámico,
representado por Turquía.
1) Monistas: España procede de un solo elemento.

2) Pluralistas: España procede de múltiples elementos.

La primera opción queda descartada ya que un solo factor no puede


explicar nada salvo a sí mismo. Dentro de la segunda nos encontramos con
otra modulación:

1) Teorías bifactoriales: como por ejemplo las dos Españas de Machado.


Dichas teorías suelen oscilar desde la ramplonería más extrema hasta la
tautología más radical, pasando por el más vulgar marxismo incluyendo
lamentaciones al estilo de Jeremías.

2) Teorías trifactoriales: como por ejemplo la de Américo Castro sobre la


España como resultado de la fusión de las tres culturas.
Con tres factores, la cosa se pone interesante pues, como decían los
escolásticos tria facium collegia. Aun así, dicha teoría adolece de
oscurantismo pues parte axiomáticamente de la isobalencia de las tres
culturas.

Nosotros aquí preferimos trabajar con un modelo que se ajusta mucho


mejor ya que representa su constituyente principal; la idea de Imperio.

El Imperio Romano fue sin duda un Imperio generador, que generó


ciudades y en la época de Caracalla les otorgo la ciudadanía romana.

En este sentido debemos recordar que la Península Ibérica en aquella época


si bien representaba una unidad, también una identidad; Hispania, es decir,
una diócesis de Roma. Ahora bien, es verdad que lo Visigodos entraron
portando la bandera con el águila imperial pero en tiempos de Recaredo se
convierten al catolicismo.

El significado histórico de los reinos sucesores no fue tanto el crear


identidades nacionales como el de fijar una delimitación fronteriza, a partir
de las cuales, se desarrollan las sociedades que prefiguraron las naciones
canónicas de nuestros días.
La expansión del Imperio islámico aniquiló en poco tiempo al reino
visigodo, el cual quedo reducido a un pequeño grupo refugiado en los
montes cántabros y mezclado con gentes astúricas, más o menos gotizadas.
Del enfrentamiento entre este grupo y el Imperio procedente del sur y del
oriente resultó el embrión del nuevo Imperio español, siendo Covadonga
símbolo de la construcción de España.

La monarquía asturiana no puede reducirse a un neogoticismo, a una


continuación con los visigodos. Una de las principales evidencias de la
ruptura fue el abandono radical de los nombres regios por una nueva
dinastía, cuyo nombres (Alfonsos, Ramiros, Bermudos…..) seguirán
utilizándose en el posterior Reino de León y después en el Reino de
Castilla.

En resumen; en la constitución del nuevo reino asturiano, a consecuencia


del enfrentamiento con el Imperio islámico, podemos observar la
prefiguración de una nueva sociedad que ya no es romana ni visigoda, sino
que puede ser identificada con un <<Imperio embrionario>> que ira
dotándose de planes ortogramáticos a fin de conducir a un Imperio
Universal. Una voluntad imperial que subrayaron los reyes sucesores con el
título Imperator totius Hispaniae. Como por ejemplo con Alfonso VI o
cuando doña Urraca atribuye a su marido, Alfonso el batallador, el título de
Imperator de Leone et rex totius Hispaniae.

Al contrario que lo que afirma la teoría de los cinco reinos, Casilla no se


conforma como un núcleo de resistencia más, sino como una gemación,
marca o feudo de los reyes de Asturias y de León. Una marca a través de la
cual, los caudillos que defendían las fronteras de Bardulia, alcanzarán el
título de condes, aunque no será hasta Fernán González cuando consiga la
independencia de Asturias y de León, en tiempos de Sancho el gordo,
configurándose como una marca en el borde oriental del Imperio astur-
leonés.

Desde ese borde luchó tanto contra los moros como contra León; no para
segregarse de él, sino para recoger desde él la bandera del Imperio con
Fernando I el magno, primer rey de Castilla. A su muerte, diversos reinos
son ya tributarios suyos.

Ahora bien, no solo Castilla, sino también Navarra y Aragón, no pueden


tomarse como independientes del Imperio astur-leonés ya que Alfonso VII
declarará como feudatario de Castilla al Reino de Aragón y lo hará en
calidad de tataranieto de Sancho III. Así el territorio vuelve a dividirse;
Castilla para Sancho el deseado y León para Fernando II.

De otra forma: lo que aquí estamos viendo es la unidad de cohesión trans-


política que, a partir de la monarquía visigoda, fue construyéndose
solidariamente contra terceros, especialmente contra el islam.
Cada una de estas unidades políticas fue construyéndose mediante cursos
diferentes pero no por ello perdieron su unidad: al igual que los heraclidas
o las esferas de Plotino, dichos condados o reinos constituían todos ellos un
mismo género. No por sus semejanzas sino porque todos procedían de una
misma estirpe política: Sancho III se declara Emperador, no por extenderse
a la totalidad del territorio sino por incorporar al Reino de León, el cual
mantenía heredado de Asturias el título imperial.

En el siglo XIII ocurrió un hecho trascendental; la voluntad imperial de los


reyes astur-leoneses-castellanos encontró un cauce más eficaz, al unirse a la
corriente por la que venía desarrollándose el <<Imperio oficial>>: la madre
de Alfonso X, Beatriz de Suabia era hija de Felipe de Suabia, hijo de
Federico Barbarroja, y de la princesa bizantina Irene, hija del Emperador de
Constantinopla, Isaac II Ángelos.

Así pues, vemos como los tres ortogramas imperiales (Bizantino, S.I.R.G. y
el Imperio Hispánico) recaen sobre la misma figura: Alfonso X.

Muerto el Emperador Federico II Staufen (gran enemigo del papado), la


República de Pisa, gibelina y por tanto enemiga también del papado, envía
una embajada al nuevo rey de Castilla y León ofreciéndole el trono
imperial.

Alfonso acepta y es elegido Emperador a disgusto del Papa Clemente IV,


que apoyaba la candidatura de Carlos de Anjou. Tras la muerte de
Clemente IV, un interregno papal y cuando Alfonso X ya había conseguido
el apoyo de los gibelinos italianos, el Papa Gregorio X declara nula su
elección como Emperador y propone para tal puesto a Rodolfo de
Habsburgo.

La teoría de los cinco reinos de Menéndez Pidal como vemos pide el


principio que ella misma propone como axioma: la isobalencia entre los
distintos reinos. En este sentido excluye las diferencias materiales entre
ellos (política, demográfica, territorial…) comparándolas simplemente
desde un plano formal. Ahora bien, si mantenemos el ortograma imperial
atribuido a un reino en concreto, a saber, al Reino de Castilla y León, los
hechos se organizan de forma diferente: El Reino de Castilla y León
además de ser el heredero de la monarquía asturiana, tampoco encuentra
equivalencia estructural respecto de los otros reinos; así Castilla y León
poseía 2/3 partes de la población, además de una situación geopolítica
privilegiada: su posición central frente a los reinos laterales (litorales,
mediterráneos y atlánticos) le permitía incorporarlos mientras que carece de
sentido que aquellos, separados por Castilla y León, intentasen unirse entre
sí.

El Imperio no habrá que entenderlo solo operando únicamente por vía


militar sino también mediante una política de pactos que utilizaba para ello
a las alianzas matrimoniales. En este sentido, recordemos cuando Juan II
propone la alianza de Aragón con Castilla mediante el matrimonio de su
hijo Fernando con Isabel, hija de Juan II de Castilla, como medio para
frenar a la casa de Anjou.

Dichas nupcias tuvieron lugar en 1469 y conducirán a la unidad efectiva de


España formalizada en época de Carlos I, nieto de los Reyes Católicos, es
decir, universales.

Dentro de la Modernidad debemos destacar la Reforma Protestante que, al


volver a implantar en Inglaterra y Alemania una suerte de cesaropapismo,
posibilitó el desarrollo del Imperio Hispánico como la genuina encarnación
del Imperio Católico Universal, sobre todo con Carlos I. Este repitió,
ampliándolo a una escala mundial, el <<Fecho del Imperio>> de su
antecesor Alfonso X el sabio.

Con Carlos I se da por ver primera la vuelta a la tierra y por ello es la


primera vez que se puede afirmarse que <<en los confines del Imperio
Hispánico no se pone el sol>>.

Inmediatamente después de la toma de Granada, se abrió la posibilidad de


desplegar el ortograma imperial universal con el fin de terminar de recubrir
al islam.

Mientras que la Reconquista no había planteado a los teólogos mayores


dificultades doctrinales, la conquista levantó un gran número de objeciones
de los juristas, teólogos y filósofos reunidos en San Esteban de Salamanca.
Esto es, sin duda, uno de los títulos de mayor gloria que puede atribuirse al
pensamiento español; el plantear en el mismo inicio de la conquista una
serie de reflexiones fundamentales que aquí expondremos como la
diferencia entre dos tipos de Imperio: 1) Imperio generador y 2) imperio
depredador.

Mientras que Vitoria postulaba que el Imperio Español debía actuar en las
indias de forma generadora, Sepúlveda era partidario de un imperio
depredador el cual privaba a los territorios conquistados de las tecnologías
del colonizador2.

Las propuestas de Vitoria triunfaron y el Imperio Hispánico actuó sobre


aquellas comunidades que tenían, según Vitoria, “derecho natural” a
conocer la verdad revelada, a ser administradas para posibilitar el
desarrollo de sus sociedades que se encontraban en estadios muy primitivos
de la civilización y, por tanto, incapaces de gobernar una República
legítima en las formas humanas y civiles.

En la conquista de América también vemos un enfrentamiento entre el


poder temporal y el poder espiritual ya que, tan pronto como desembarcó
allí el poder temporal, al mismo tiempo lo hacía el poder espiritual
(dominicos y franciscanos en su mayoría). Dicho poder espiritual comenzó
a interponerse en el poder temporal puesto que el objetivo de los frailes no
era incorporar a los indios a la civilización, sino mantenerlos en la barbarie,
solo salvando sus almas. Por este motivo predicaban en sus propias lenguas
y no usaban el español. Ante dicha tensión, Fernando el católico se planteó
el meter a todos los dominicos en un barco de vuelta a España, puesto que
solo incorporando a aquellas gentes a la civilización podrían salir de
terceros mundos semánticos, ya que entre otras cosas, Rousseau,
Voltaire…. Se traducían al español y no al quechua.

Como vemos la defensa de lo que hoy llamamos Derechos Humanos recaía


antes en el poder temporal que en el poder espiritual.

En este sentido, a Carlos I se le vuelve a plantear la posibilidad de realizar


el <<Fecho del Imperio>>, ya que es nombrado bajo la denominación de
Carlos V como Emperador del S.I.R.G.
2
Como por ejemplo, así lo hicieron el Imperio depredador Holandés, Inglés o en la antigüedad
el Imperio Persa de Darío.
Ante esta nueva identidad que adquiere España (Como una parte
distributiva del Imperio oficial) surge prontamente el rechazo de aquellos
que veían que el Imperio Oficial, en su identidad, nada tenía que ver con
ellos. En este sentido los Comuneros se levantan en armas para apoyar la
identidad de España como Imperio Hispánico pues, la nueva identidad de
España como parte del Imperio, era incompatible con el título de Carlos I
como Imperator totius Hispaniae. Recordemos también una carta enviada
por Hernán Cortés a Carlos I en donde le describe las cosas del <<nuevo
mundo>>3 y su posibilidad de instituirse como Emperador de ellas y que
dicho título nada tenía que envidiar al título de Emperador Alemán.

De esta forma, una vez rechazado el proyecto alemán, el Imperio Hispánico


se reorienta hacia una Monarchia Universalis. Por ello, su estirpe
imperialista hay que retrotraerla al Imperio Romano, a su conversión al
catolicismo con Constantino el grande, por tanto anterior a la donación de
Constantino. Así, el Imperio Hispánico se mantiene con una especie de
espíritu gibelino, al margen de la Iglesia Romana.

En dicha Edad Moderna el objetivo no era extender más y más al Imperio


pues, como bien supo Carlos I, el objetivo era tener controlados a los
otomanos y asegurar la eutaxia de los pueblos cristianos, civilizados, no
bárbaros ni cismáticos. La imposibilidad de extender la civilización sobre
pueblos cismáticos queda perfectamente ilustrada con el espíritu de Trento.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII la línea imperialista hispánica se


mantuvo más o menos intacta pero finalmente tras una larga Guerra de
Sucesión, España es asaltada por el efímero Imperio Napoleónico y a raíz
de esta política afrancesada será cuando las provincias de ultramar
comiencen la secesión. También debemos recordar que la invasión francesa
fue clave para el surgimiento del nacionalismo español que, a través del
Manifiesto de los Persas, acabará con el absolutismo de Fernando VII.

En esta situación cabe destacar que si bien la izquierda liberal fue la que
posibilitó la configuración de España como Nación política, la unidad de
España no se mantuvo mediante elementos liberales sino justamente
mediante las Juntas Provinciales y Capitanías Generales, procedentes del
Antiguo Régimen.

3
Recordemos que en el mapa de Plinio el viejo solo había tres continentes.
Como vemos, España se constituye como Nación política en el siglo XIX,
lo que significa que a partir de aquí, la soberanía de la nación recae sobre
los españoles y no ya en los vascos, gallegos, catalanes, navarros… todas
estas naciones en sentido étnico, es decir al estilo de la gens romana,
quedan refundidas en la Nación política mediante un proceso de holización
que rompe con el Antiguo Régimen, al romper la asimetría y establecer la
igualdad de todos los españoles en tanto que ciudadanos (ya no por
estamentos) de la Nación española.

Podemos decir que si por algo se caracterizó el siglo XIX fue por una
continua Guerra civil que dará lugar al periodo denominado como
Restauración y posteriormente a la Dictadura de Primo de Rivera. Aquí
España comienza un proceso de industrialización y modernización de las
infraestructuras como por ejemplo los transportes.

Una vez Primo se retire y se imponga la dicta-blanda de Berenguer,


habremos llegado a uno de los contextos más en boga de nuestros días;
nuestra querida II República.

En la actualidad impera una visión historiográfica sobre la II República y la


Guerra civil procedente de la intromisión del gobierno mediante una Ley en
la interpretación histórica. Me refiero a nuestra famosa Ley de la memoria
histórica; esta pretende decirnos a los españoles lo que debemos pensar
acerca de esos periodos. Ahora bien, que un gobierno intente imponernos
una versión de la historia solo es propio de un gobierno totalitario.

Por otra parte dicha visión es insostenible, pues pretende hacernos ver que
los miembros del Frente Popular defendían la libertad, la legitimidad y la
democracia.

Esto solo lo puede aceptar aquel menor mental que continúa dejando que
piensen por él. Si entramos a analizar la composición de dicho Frente
Popular nos damos cuenta que esa visión es imposible; dicho Frente
Popular estuvo integrado, entre otros, por el Partido Comunista. Un partido
de carácter estalinista, orgulloso de servir antes a los intereses de la URSS
que a los de España. Quien se intentó apartar de estas directrices fue
automáticamente expulsado; como sabemos esto le sucedió a Largo
Caballero en 1937, al cual sucedió Negrín que fue el principal causante del
envío del oro español a la URSS. Su compañero Prieto que intentó
impedirlo también fue apartado.
Decir que los comunistas defendían la democracia y la libertad es una
barbaridad que asombra.

El resto de componentes de dicho Frente Popular seguían la misma tónica;


anarquistas, socialistas, republicanos de izquierdas, nacionalistas…
ninguno era demócrata. Justamente los anarquistas fueron el principal
cáncer de la República, además de ser ellos los principales responsables de
la caída de Azaña con sus insurrecciones, una de las cuales terminó en el
episodio de Casas viejas: un número considerable de campesinos fue
masacrado por las fuerzas de orden público dirigidas por Azaña.

Si seguimos con los socialistas, nos daremos cuenta que dicho partido en
aquellos momentos era más radical que el propio Partido Comunista. Los
socialistas decían públicamente a partir de 1933 que su objetivo no era la
democracia sino llevar a España hacia la dictadura del proletariado que, en
definitiva, era la dictadura del Partido Socialista.

Los nacionalistas por otra parte no eran demócratas sino extremadamente


racistas y separatistas y en 1933 Compayns y compañía, al ganar las
derechas, apoyaron al Partido Socialista a organizar la Guerra civil.

Los republicanos, encabezados por Azaña, intentarán también, después del


triunfo de las derechas, dos golpes de Estado.

Como vemos, la República, si bien nace como una democracia liberal,


rápidamente es desbordada por la izquierda más radical: durante los
primeros días del bienio republicano-socialista comienza la quema de
iglesias, conventos, bibliotecas, centros de enseñanza… Luego viene la
Constitución que justamente no era una Constitución Laica sino
anticatólica. Esto provocó la división de España en dos partes debido a que
España es sociológicamente católica.

La II República llegó sin oposición ni de la izquierda, ni de la derecha pero


como vemos rápidamente las izquierdas republicanas y socialistas
generaron una división dentro de la sociedad española.

Esta situación no fue provocada por las Derechas ya que solo existieron dos
partidos de derechas que realmente eran anti-demócratas: los monárquicos
que nunca tuvieron demasiada importancia, y la Falange Española. Ahora
bien, esta última nace en 1933 y su importancia queda reflejada en las
elecciones de 1936: obtuvo un solo diputado.
Por el contrario observamos que, cuando en 1933 (existiendo ya dos años
de experiencia de la República en manos de las izquierdas) ganan las
derechas (5 millones contra tres millones), las izquierdas prácticamente en
pleno, no reconocer la voz de las urnas porque ellos tenían la concepción
de que la República era solo cosa suya, ellos tenían que gobernar
necesariamente. Como esto no fue así, a partir de aquí el Partido Socialista
comienza a preparar lo que el mismo llamó; la Guerra Civil que conduciría
a la dictadura del proletariado. Ante esta línea solo encontramos la
oposición de Besteiro que advirtió que aquello solo iba a conducir a un
baño de sangre e iba a terminar con un enfrentamiento entre las distintas
fuerzas de izquierda, como pasó finalmente durante la Guerra Civil.

Este proceso que comienza en 1933 termina en octubre de 1934 con la


Insurrección de Asturias o como ellos decían; la Guerra Civil de Asturias.
Esta debía de extenderse por toda España pero finalmente no se secundo
salvo en Asturias durante 15 días dejando una cifra de unos 1400 muertos.

Este octubre de 1934 fue el inicio auténtico de la Guerra Civil, porque


aunque sofocada, las izquierdas insistieron en las mismas concepciones:
solo ellos tenían derecho a gobernar y si era necesario deberían imponerse
por la fuerza. El resultado fue el Frente Popular.

El Frente Popular triunfa en febrero de 1936 en unas elecciones muy


anómalas. Primero, porque nunca se publican los resultados. Hasta ahora
las cifras que manejaban los historiadores oscilaban hasta en un millón de
votos.

Esto nos lleva a considerar que unas elecciones en las que nunca se
publican los resultados, no pueden considerarse como elecciones
democráticas.

Sea como fuere, en cuanto llegó el Frente Popular al poder, solo subieron a
gobernar los republicanos de izquierda, mientras el resto queda al margen
pero presionando. Azaña comienza una revolución desde arriba y desde
abajo. Desde arriba comienza sus declaraciones anti-demócratas diciendo
que el poder ya nunca va a salir de manos de la izquierda. Comienza a
atacar a la legalidad sustituyendo, por ejemplo, al Presidente Alcalá
Zamora. Deja al poder judicial en manos de comités y grupos de
izquierda…
Desde abajo, en solo cinco meses morían unas 300 personas, cientos de
iglesias fueron asaltadas y quemadas, al igual que locales y periódicos de
derechas. Esto conllevó una situación de auténtico terror que culminó con
el asesinato del jefe de la oposición, Calvo Sotelo; este fue asesinado por
las fuerzas de orden público junto a milicianos socialistas. Gil Robles se
salvó por no haber estado en casa en ese momento. Así pues cabe señalar
aquí la absoluta i-legalidad con la que estaba operando el Estado en manos
del Frente Popular, en manos de Azaña.

En esta situación, para las derechas, era más peligroso el no revelarse que
el revelarse puesto que estaban camino de ser completamente asesinadas
por el propio Estado.

Así pues llegamos a un clima insostenible en donde Mola al servicio de la


legalidad de la Republica intenta un golpe de estado que fracasa en tres
días, en el cual las derechas estuvieron a punto de ser aniquiladas. Si no fue
así es por pura casualidad y porque Franco consiguió cruzar desde áfrica
con un ejército de apenas 20.000 soldados.

El resto todos lo conocemos: en 1939 se logra vencer al Frente Popular


dirigido desde Moscú, vence la derecha y comienza una etapa de
fastistización del régimen, en relación al rumbo de la Guerra Mundial. Una
vez ese rumbo fracasa, comienza la época del nacional-catolicismo,
posteriormente el plan de estabilización de 1959 y el desarrollismo que
posibilitó que España en 1975 estuviera en condiciones estructurales de
poder desarrollar una transición. ¿Por qué? Porque todo el mundo, o al
menos la gran parte, tenían en su bolsillo un billete de lotería, y un 600
debajo de casa. Sin esto, poco vale la transición.

La República comenzó como una democracia liberal que inmediatamente


fue desbordada por las izquierdas, en 1934 asaltada por las izquierdas y en
1936 arruinada desde arriba y desde abajo por las izquierdas.

Durante muchos años se ha cargado todo el peso del fracaso de la


República en las derechas pero quienes asaltaron realmente la legalidad
republicana fueron las izquierdas, las cuales sorprendentemente cayeron
bajo la tutela de papa Stalin, el gran demócrata del siglo XX.
…&…

Como vemos, cuando queremos hablar de “España” a secas, siempre


tenemos que trabajar al menos con los conceptos de unidad y de identidad.
Teniendo a estos presentes, la cuestión ahora se encamina hacia la pregunta
por la posibilidad y legitimidad del secesionismo en cualesquiera ámbitos
que se produzcan. En este caso la pregunta se formula como; ¿tiene
Cataluña derecho a la auto-determinación? La respuesta a esto es que no, ni
desde el punto de vista jurídico, ni desde el punto de vista filosófico ya que
el prefijo griego autos nos lleva a un especie de causa sui imposible.

Solo existen tres formas para que se pueda descomponer un país: 1)


Degeneración del Estado debido a la corrupción; como por ejemplo en
algunos países africanos o en el sur de Italia donde la corrupción y las
mafias tienen más peso que el propio Estado. 2) fragmentación; por este
camino es por el que lo intentan los secesionismos, y 3) Invasión.

Más que preguntarnos por el derecho a la secesión de Cataluña, que ha


quedado ya claro, debemos plantearnos hasta qué punto el secesionismo
supone una amenaza para la unidad de España. Para ello debemos de
comenzar distinguiendo entre amenazas y peligros: Por amenaza podemos
entender a un proceso que va en contra de un determinado curso operatorio.
Por peligro, podemos entender la intervención necesaria en el curso
operatorio. El león para el domador supone una amenaza que conduce a un
peligro mientras que para el espectador simplemente representa una
amenaza.

Dentro de las amenazas podemos diferenciar al menos cuatro tipos:

1) amenazas no antrópicas (el toro respecto del torero, un asteroide…)

2) amenazas antrópicas (hombre-hombre)

3) amenazas efectivas (corto plazo)

4) amenazas potenciales (a largo plazo).

Del cruce de dichas modulaciones de la idea de amenaza podemos obtener


dieciséis variables pero, nosotros aquí, nos ocuparemos solo de las
amenazas antrópicas y su cruzamiento con los criterios de efectividad y
potencialidad.
Una amenaza antrópica potencial sería por ejemplo el islam, en especial la
Yihad. Por el contrario una amenaza antrópica efectiva puede estar
representada por los secesionismos, como por ejemplo ETA o en nuestro
presente actual el govern. ¿Por qué? Aquí estamos denominando a la Yihad
como una amenaza potencial debido a que sus efectos (lo que busca) son a
largo plazo aunque efectuaran atentados terroristas todos los meses. El
terrorismo también es una Idea filosófica que implica el enfrentamiento
entre distintos grupos: un grupo (a) ejerce terror sobre (b) de tal forma que
(b) tiene que cambiar sus programas políticos por la presión que ejerce el
grupo (a) que trata de aterrorizar a (b). Ahora bien, el islam, la Yihad, en
este caso no tiene como fin un objetivo a corto plazo sino que su objetivo
es transformar la identidad de España y no su unidad. La transformación de
España en un país islámico, bajo mi punto de vista, desde el punto de vista
de su eficacia es prácticamente inviable a corto plazo y a medio plazo; ver
instalado un minarete en Sevilla y que España haga sus leyes a golpe de
Corán con la Saharía, está muy lejos de producirse.

En este sentido, la amenaza yihadista tiene, desde el punto de vista político,


unos fines mucho más remotos que nos permiten clasificarla como una
amenaza potencial que si bien puede producir golpes muy impactantes, no
conduce por ahora a un peligro para la identidad.

Por el contrario, los nacionalismos en tanto que amenaza, si presentan una


efectividad mucho más cercana; ETA, por ejemplo, sí consiguió una serie
de beneficios; filtrar en las Instituciones españolas una serie de
mecanismos, de Ideas, que beben de la propia ideología que ella defiende.
En este sentido ha conseguido ser una amenaza que conduce a un peligro, a
la fragmentación de la unidad de España. Esta, por el momento, no se ha
dado pero existen filtraciones Institucionales y constitucionales que van en
este camino. Para comenzar podemos decir que la Constitución de 1978 se
redactó de tal forma que estas facciones secesionistas pudieran ser
canalizadas a través del Estado autonómico. Incluso, el artículo 2º
contempla la posibilidad de la existencia de nacionalidades. Esta concesión
Institucional para nada existe respecto a la amenaza que representa el
yihadismo. Nuestra Constitución no establece ningún acuerdo político con
alguna religión, simplemente, el acuerdo con el Vaticano es un acuerdo
social, no político, pues atiende a que España es sociológicamente católica;
nos regimos por un calendario cristiano, generalmente los sábados y
domingos no acudimos a trabajar desde que los estableció San Raimundo
de Peñafor, etc… Nadie puede negar que, desde el ámbito político, un
español católico y un español musulmán o judío no tengan los mismos
derechos.

Como vemos, las concesiones hechas al secesionismo, como por ejemplo el


Estado autonómico, hacen que el parlamento autonómico o el govern
catalán aparezcan como rodeados por un aurea que hace que nos refiramos
a ellos como si realmente fueran representativos de un Estado. Envueltos
en una “dignidad nacional” que, como acabamos de ver, se ha venido abajo
mediante los tribunales del Estado español. España, aquello que parecía
disminuido, le ha golpeado. Junto a esta concesión de las autonomías,
también observamos otras como las leyes de normativización lingüística
que nos hacen pensar que tiene un carácter nacional.

El problema pues se nos presenta totalmente relacionado con el artículo 6º


de nuestra Constitución, el cual establece que la soberanía nacional se
articula a través de los partidos políticos. Pero España es una Nación
política que en su Constitución permite la existencia de Partidos que buscan
precisamente lo contrario de lo que ellos representan; la destrucción de la
soberanía nacional. No nos olvidemos que ellos representan a la Nación y
no al País Vasco, Cataluña o Galicia ya que estos no existen como estados.
Ahora bien, sus programas políticos no reconocen la soberanía a la cual
representan. Esta es la contradicción que no hay dios que entienda, es la
trinidad española.

Volviendo a retomar la distinción entre peligros y amenazas, me gustaría


representarla mediante un ejemplo que nos conducirá al final de esta
exposición: cuando por la calle te encuentras con un chiguagua, aunque
este te amenace, no estás en peligro, pues la patada en estos casos siempre
puede salvarte. Ahora bien, si en vez de un chiguagua te encuentras con un
bull terrier, estás en una situación de amenaza en tanto que peligro. Por
tanto, el secesionismo para España ¿es chiguagua o bull terrier?

Que es chiguagua (amenaza) está claro, pero a pesar de la patada que le ha


metido el Estado español, al caer, cae sobre el suelo autonómico
volviéndose a rehacer y, no podemos estar todo el día con el artículo 155 a
vueltas, sería el mito de Sísifo y un gran despilfarro económico ya que el
tiempo va pasando y gastándose los recursos en proyectos absurdos.

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