Linguistica
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Índice
1Objetivo
2Historia
o 2.1Lingüística precientífica
o 2.2Lingüística científica
o 2.3Enfoque estructuralista norteamericano
o 2.4Enfoques más recientes
3Niveles de estudio
o 3.1Escuelas lingüísticas
3.1.1Lingüística humanística
3.1.2Lingüística biológica
o 3.2Estudios interdisciplinarios de la lingüística
o 3.3Temas de estudio lingüístico
o 3.4Centros de investigación lingüística
o 3.5Lingüistas destacados
4Lenguas del mundo
o 4.1Lista de familias y lenguas del mundo
o 4.2Distribución geográfica
o 4.3Lenguas por número de hablantes
5Véase también
6Referencias
7Bibliografía
8Enlaces externos
Objetivo[editar]
El objetivo de la lingüística teórica es la construcción de una teoría general de la
estructura de las lenguas naturales y del sistema cognitivo que la hace posible, es
decir, las representaciones mentales abstractas que hace un hablante y que le
permiten hacer uso del lenguaje.
El objetivo es describir las lenguas caracterizando el conocimiento tácito que los
hablantes tienen de ellas y determinar cómo las adquieren estos. Ha existido cierta
discusión sobre si la lingüística debe considerarse una ciencia social o más bien
parte de la psicología. En las ciencias sociales la conciencia de los participantes
es parte esencial en el proceso; sin embargo, la conciencia de los hablantes no
parece desempeñar ningún papel relevante ni en el cambio lingüístico, ni en la
estructura de las lenguas. Aunque ciertamente la conciencia del hablante sí tiene
un papel en áreas incluidas normalmente dentro de la lingüística, como
la sociolingüística o la psicolingüística, esas dos áreas no son el núcleo principal
de la lingüística teórica sino disciplinas que estudian aspectos colaterales del uso
del lenguaje.
Historia[editar]
Artículo principal: Historia de la lingüística
Lingüística precientífica[editar]
La ciencia que se ha constituido en torno de los hechos del lenguaje ha pasado
por tres fases sucesivas antes de adoptar el enfoque moderno actual.
Se comenzó por organizar lo que se llamaba la gramática. Este estudio,
inaugurado por los griegos y continuado especialmente por los franceses, estaba
fundado en la lógica y desprovisto de toda visión científica, y no se interesaba por
la lengua misma. Lo que la gramática se proponía era únicamente dar reglas para
distinguir las formas correctas de las formas incorrectas; se trataba de una
disciplina normativa, muy alejada de la pura observación, y su punto de vista era,
por lo tanto, necesariamente reducido.
Después apareció la filología. Ya en Alejandría existía una escuela filológica, pero
este término se asocia sobre todo con el movimiento científico creado por Friedrich
August Wolf, a partir de 1777, que continúa hasta nuestros días. La lengua no es
el único objeto de la filología, que quiere sobre todo fijar, interpretar, comentar los
textos. Este primer estudio lleva también a la historia literaria, de las costumbres,
de las instituciones, etc.; en todas partes usa el método que le es propio, que es la
crítica. Si aborda cuestiones lingüísticas, es sobre todo para comparar textos de
diferentes épocas, para determinar la lengua particular de cada autor, para
descifrar y explicar inscripciones redactadas en una lengua arcaica u oscura. Sin
duda estas investigaciones son las que prepararon la lingüística histórica: los
trabajos de Ritschl sobre Plauto pueden ya llamarse lingüísticos, pero, en ese
terreno, la crítica filológica falla en un punto: en que se atiene demasiado
servilmente a la lengua escrita, y olvida la lengua viva. Por lo demás, la
antigüedad grecolatina es la que la absorbe casi por entero.
El tercer período comenzó cuando se descubrió que las lenguas podían
compararse entre sí. Este fue el origen de la filología comparada o gramática
comparativa. En 1816, en una obra titulada Sistema de la conjugación
del sánscrito, Franz Bopp estudió las relaciones que unen el sánscrito con el
germánico, el griego, el latín, etc. y comprendió que las relaciones entre lenguas
parientes podían convertirse en una ciencia autónoma. Pero esta escuela, con
haber tenido el mérito indisputable de abrir un campo nuevo y fecundo, no llegó a
constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la
naturaleza de su objeto de estudio. Y, sin tal operación elemental, una ciencia es
incapaz de procurarse un método. (Fragmento del capítulo I "Ojeada a la historia
de la lingüística" de la Introducción del Curso de lingüística general. Ferdinand de
Saussure)