Lecc 3
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EL PACTO PERPETUO
Sábado 9 de octubre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 12:1–3; Romanos 4:1–5; Éxodo
2:24; Deuteronomio 5:1–21; 26:16–19; 8:5; Mateo 28:10.
PARA MEMORIZAR:
“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus
generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia
después de ti” (Gén. 17:7).
“V
i volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio
eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación,
tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6). Observa, es “el evangelio eterno”,
que siempre existió, que siempre estuvo allí, que se nos prometió en Cristo
Jesús “desde antes del comienzo del tiempo” (Tito 1:2, RVA-2015).
Por lo tanto, no es de extrañar que la Biblia hable en otras ocasiones
sobre el pacto “perpetuo”, “eterno” o “sempiterno” (Gén. 17:7; Isa. 24:5; Eze.
16:60; Heb. 13:20), porque la esencia del evangelio es el Pacto, y la esencia
del Pacto es el evangelio: Dios, por su gracia y su amor salvíficos, te ofrece
una salvación que no mereces y que nunca podrás ganar; y tú, en respuesta,
le devuelves el amor “con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente y con todas tus fuerzas” (Mar. 12:30); un amor que se manifiesta
por la obediencia a su Ley: “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus
mandamientos” (1 Juan 5:3).
Esta semana veremos la idea del Pacto según se expresa en el libro
de Deuteronomio, donde el Pacto y todo lo que este implica se ponen de
manifiesto.
Reavivados por su Palabra: Hoy, Gálatas 2. 27
Lección 3 | Domingo 10 de octubre
EL PACTO Y EL EVANGELIO
En la Biblia, de principio a fin, el Pacto y el evangelio aparecen juntos.
Aunque la idea del Pacto existía antes de la nación de Israel (por ejemplo, el
pacto de Noé), y aunque la promesa del Pacto se hizo antes de que existiera la
nación de Israel, se expresó de manera prominente mediante la interacción
de Dios con su pueblo, comenzando con sus padres, los patriarcas.
E incluso desde el principio, la verdad central del Pacto fue el evangelio:
la salvación solo por la fe.
Lee Génesis 12:1 al 3; 15:5 al 18; y Romanos 4:1 al 5. ¿Cuál fue la promesa
del Pacto que se le hizo a Abram (más tarde Abraham), y cómo se revela el
evangelio en esa promesa del Pacto?
Abraham creyó en Dios, creyó en las promesas que Dios le había hecho,
y por lo tanto fue justificado ante Dios. Sin embargo, esta declaración no era
gracia barata: Abraham procuró cumplir con su parte del Pacto mediante
la obediencia, como se ve en Génesis 22, en el monte Moria. A pesar de todo
esto, “su fe le es contada por justicia” (Rom. 4:5). Por eso, siglos después, Pablo
usó a Abraham como ejemplo de lo que significa vivir de acuerdo con las
promesas del pacto que Dios había hecho con su pueblo.
Este tema resuena en toda la Biblia. Pablo lo mencionó en otra ocasión
en Gálatas 3:6, donde nuevamente cita Génesis 15:6, acerca de que la fe de
Abraham “le fue contad[a] por justicia”, y esto hace referencia a la primera
promesa que se le hizo a Abram de que todas las naciones serían bendecidas
en su simiente (Gál. 3:9). Las promesas del Pacto son para todos, para los
judíos y los gentiles “que son de fe” (Gál. 3:7) y, por tanto, son justificados por
la fe sin las obras de la Ley, aunque estén comprometidos, debido al Pacto,
a obedecer la Ley.
Incluso cuando Jeremías habla del Nuevo Pacto, lo hace en el contexto
de la Ley: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de
aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jer. 31:33),
lo que refleja el lenguaje que se remonta al libro de Levítico: “Andaré entre
vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Lev. 26:12).
EL PACTO E ISRAEL
“No por tu justicia, ni por la rectitud de tu corazón entras a poseer la
tierra de ellos, sino por la impiedad de estas naciones Jehová tu Dios las
arroja de delante de ti, y para confirmar la palabra que Jehová juró a tus
padres Abraham, Isaac y Jacob” (Deut. 9:5; ver además Deut. 9:27). ¿Cómo
se manifiesta la realidad de las promesas del Pacto en este versículo?
Lee Éxodo 2:24; 6:8; y Levítico 26:42. ¿Qué se dice aquí que ayuda a mos-
trar cómo funcionan las promesas del Pacto?
¿Qué papel debe desempeñar la Ley de Dios en nuestra vida hoy –aquellos que
hemos sido salvos por gracia–, y por qué esa Ley es primordial para nuestra ex-
periencia con Dios?
Examina Deuteronomio 5:1 al 21. ¿Qué sucede aquí que ayuda a mostrar
cuán esencial es la idea de Pacto (berit) en el libro de Deuteronomio?
¿Qué les estaba queriendo decir Moisés? Lo más probable es que Moisés
estuviera enfatizando el hecho de que sus padres ya no estaban, y que las
maravillosas promesas del Pacto hechas a los padres ahora se estaban cum-
pliendo en ellos. Esta podría haber sido la manera en que Moisés les hizo
saber que no debían equivocarse, como había hecho la generación anterior.
Las promesas y los compromisos ahora son de ellos.
SU PUEBLO ESPECIAL
Es difícil para nosotros hoy entender gran parte de cómo era el mundo
antiguo en la época en que Israel vagaba por el desierto. Si surgieron y desa-
parecieron imperios enteros, y hoy solo quedan ruinas (si es que quedan), ¿qué
podemos saber de muchas de las naciones paganas más pequeñas que vivieron
en el mismo territorio que Israel?
No mucho, pero sí sabemos una cosa: estos pueblos estaban sumidos en
el paganismo, el politeísmo y algunas prácticas totalmente degradantes, que
incluían el sacrificio de niños. Intenta imaginar cuán degradante y malvada
sería una cultura y una religión que les hacía eso a sus propios hijos, ¡y en
nombre de algún dios!
Con razón, vez tras vez, a lo largo de la historia del antiguo Israel, el Señor
le había advertido a su pueblo que no siguiera las prácticas de las naciones
que lo rodeaban. “Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no apren-
derás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones” (Deut. 18:9).
Y eso es porque Dios había llamado a esta nación con un propósito es-
pecial. Al haber hecho el Pacto con Dios, iban a ser un pueblo especial, un
testimonio para el mundo del Dios que creó el cielo y la Tierra, el único Dios.
Es fascinante que Moisés comience estos cuatro versículos con las pa-
labras “hoy” [NTV, NVI, PDT, BLP] o “este día” [RVC], en el sentido de ahora
mismo, nuevamente, Dios les ordena que hagan estas cosas (repite la idea en
el vers. 17). Les había estado ordenando todo el tiempo que hicieran estas
cosas. Es como si les estuviera diciendo que necesitan comprometerse en
este mismo momento, nuevamente, a ser personas fieles, santas y especiales,
que es verdaderamente la razón central de su existencia como nación del
Pacto. Ellos eran la única nación, como nación, que conocía al Dios verda-
dero y conocía la verdad acerca de este Dios y cómo quería que viviera la
gente. En realidad, no solo tenían la “Verdad Presente” sino también, a su
manera, iban a representar esa verdad hasta que viniera Jesús, “la Verdad”
con mayúsculas (Juan 14:6).
¿Por qué es pertinente para nosotros comprometernos “hoy” con Dios y con los
requisitos de su Pacto?
OTRAS IMÁGENES
Los eruditos bíblicos han reconocido durante mucho tiempo las simi-
litudes entre el Pacto de Israel con Dios y otros acuerdos pactuales entre
los reinos de la antigüedad. Este paralelismo no debería sorprendernos. El
Señor simplemente estaba trabajando con su pueblo en un contexto que
ellos pudieran entender.
Al mismo tiempo, la noción de un pacto –un acuerdo legal entre dos
partes, con reglas, estipulaciones y regulaciones– puede parecer demasiado
fría y formal. Aunque ese elemento por cierto debe existir (Dios es el Legis-
lador), no es lo suficientemente amplio como para abarcar la profundidad y
la amplitud del tipo de relación que Dios quería con su pueblo. Por lo tanto,
Deuteronomio utiliza otras imágenes que ayudan a retratar la misma idea
que el Pacto entre Dios e Israel, pero solo para darle dimensiones adicionales.
Lee Deuteronomio 8:5; 14:1; y 32:6 y 18 al 20. ¿Qué tipo de imágenes se uti-
lizan aquí, y cómo podría esto ayudar a revelar la relación que Dios quería
tener con su pueblo?
¿Qué tipo de relación tienes con Dios? ¿Cómo puedes profundizarla y aprender a
amarlo, mientras al mismo tiempo comprendes tu compromiso de obedecer su
Ley? ¿Por qué estas dos ideas no son contradictorias sino complementarias?