Las Migajas Estan Buenas

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 6

07/21/2013 Tito Ortega

Las Migajas están Buenas


(Serie en Mateo, #35)
Audio del Sermón

Mateo 15.21–28 (RVR60)


La fe de la mujer cananea
(Mr. 7.24–30)

21
Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. 22Y he aquí una mujer cananea que
había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23Pero Jesús no le respondió palabra.
Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras
nosotros. 24El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
25
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26Respondiendo él, dijo: No
está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los
perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. 28Entonces respondiendo Jesús,
dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella
hora.

Puntos más importantes de este pasaje:

- En el plan de salvación, Israel venía primero, pero no quisieron (Juan 1.11).

- Al Israel rechazar la salvación por medio de Cristo, ¡Dios nos la ofreció a nosotros!
o Vea la parábola de la gran cena (Lucas 14.15-24).
o Dios le cortó las ramas al buen olivo (Israel) e injertó el olivo silvestre
(nosotros) en el bueno (Romanos 11.17-24).
o Dios no escatimó nada para poder salvarnos (Romanos 8.30)

- Para poder recibir cualquier bendición de Dios, ¡hay que humillarse!


o Isaías se humilló (Isaías 6.5)
o Job se humilló (Job 42.5-6, 10)
o Saulo se humilló (Hechos 9.6)
o ¡Jesús se humilló! (Filipenses 2.8-11)
o La mujer sirofenicia se humilló (Mateo 15.27).

- Dios también quiere que le pidamos y que persistamos en nuestras peticiones


Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR
www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

1
07/21/2013 Tito Ortega

o Dios no quiere que pidamos con toda fe (Filipenses 4.6)


o La parábola de la viuda y el juez injusto (Lucas 18.1-8)
o Jacob luchó con el ángel (Génesis 32.22-32)

Salmo 37.4 (RVR60)


4
Deléitate asimismo en Jehová,
Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

Jesús se retiró a la región de Tiro y de Sidón, en la costa del Mediterráneo. Por lo que
sabemos, fue la única vez durante Su ministerio público que salió de territorio judío. Y aquí en
Fenicia una mujer cananea le pidió que sanase a su hija que estaba endemoniada.
Es importante darse cuenta de que esta mujer no era judía, sino gentil. Descendía de
los cananeos, una raza inmoral que Dios había marcado para el exterminio. Por
desobediencia de Israel, algunos habían sobrevivido a la invasión de Canaán en tiempos de
Josué y esta mujer era descendiente de los supervivientes. Como gentil, no gozaba de los
privilegios del pueblo terrenal escogido de Dios. Era ajena a todo, sin esperanza.
Posicionalmente, no tenía derecho alguno sobre Dios ni sobre el Mesías.

21. Jesús salió de allí y se retiró a la región de Tiro y Sidón. Esta vez Jesús se retira o
se aparta a un territorio definitivamente gentil. Es claro que sale de la tierra de Israel. Esta
vez no son los extranjeros quienes acuden a él (4:24, 25); él mismo sale a ellos. Pero esta
acción de salir hacia ellos no comienza inmediatamente. Primero entra en una casa con el
propósito de estar temporalmente oculto, pero “no podía permanecer oculto” (Marcos
7:24).
22. Entonces, una mujer cananea de aquella región salió gritando constantemente:
Ten piedad de mí, oh Señor, Hijo de David; mi hija está gravemente atormentada por un
demonio. Nótese en primer lugar su actitud reverente hacia Jesús. Ella llama a Jesús “Señor”,
y añade “Hijo de David”, honrándolo como que es ciertamente el Mesías prometido, como se
ha mostrado en conexión con 9:27, donde aparece el mismo título (véase también sobre 21:9,
15, 16; 22:41–45). Se destaca el gran contraste entre la incredulidad de los judíos (véase el
párrafo precedente; 15:1–20) y la fe de esta mujer que nació gentil.
En segundo lugar, considérese su agonía. Ella está gritando constantemente, o “una y
otra vez”, como implica el tiempo en griego. La razón para su desesperación es el hecho de
que su hijita (vea Marcos 7:25) está poseída de un demonio.
¿Cuál fue la reacción inmediata de Cristo? Se presenta en el v.
23. Pero él no le respondió palabra. Hubo un absoluto silencio de su parte. Actuó
como si ni siquiera la hubiera oído. Un poco más adelante se dirá más acerca de esta
aparente (no es real) indiferencia de parte de Jesús. Continúa: Sus discípulos vinieron y le
rogaban: “Despídela, porque viene gritando detrás de nosotros. Ningún argumento sólido
apoya la teoría de que los discípulos querían decir: “Concédele lo que pide, y despáchala”.
Evidentemente estos hombres consideraban a esta mujer una gran molestia por el hecho de
que los seguía gritando constantemente (véase sobre 14:15).
24. Pero él respondió: Solamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel he sido
enviado. En esta conexión es importante tomar nota no solamente del hecho de que Jesús
parece permanecer inexorable en su negativa a ayudar a esta mujer, sino también del hecho

Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR


www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

2
07/21/2013 Tito Ortega

de que tampoco prestó atención al pedido urgente de sus discípulos. A veces se olvida esto.
Sin embargo, es muy importante. Uno podría aun decir que la negativa del Señor a prestar
atención tiene el propósito de alcanzar a los discípulos más que a la mujer. Aunque las
palabras dirigidas a ella parecen duras, por lo menos él sigue tratando con ella. Aun rompe el
silencio y ahora conversa con ella. Pero en cuanto a la sugerencia de los discípulos, ni siquiera
la considera digna de una respuesta. Uno también podría decir: Supongamos que las palabras
del Señor relatadas en el v. 24 fueran también para los discípulos—¿no era éste el ministerio
mismo durante el cual Jesús les estaba enseñando?—queda el hecho de que Jesús por la
misma acción relatada rechaza la urgente petición de ellos. Pero no rechaza la petición de la
mujer, aun cuando pareciera hacerlo.
Jesús desea dejarlo completamente claro a todos que la apertura de par en par de las
puertas para la entrada de los gentiles en el reino de los cielos es un asunto que corresponde
al futuro. En cuanto al presente, en completa armonía con 10:5, 6 (véase comentario sobre
ese pasaje), su misión es hacia quienes denomina tiernamente “las ovejas perdidas de la casa
de Israel”.
25. Sin embargo, ella vino y se echó a sus pies y decía: Señor, ayúdame. a. La actitud
de reverencia de la mujer, y b. su amarga agonía, las cuales son mencionadas en conexión
con el v. 22, se ven claramente también en el v. 25. Mateo la describe vívidamente en el acto
de adorar a Jesús, quizás aun postrándose repetidas veces a los pies de éste. Un tercer rasgo
se suma ahora a los ya enumerados, a saber, el intenso amor de la mujer por su hijita. En el v.
22 había hablado de su “hija”. Ahora, aquí en el v. 25, en el calor de su ruego agonizante dice:
“Ayúdame”. Ella y su hija son inseparables. Es en ese sentido que podemos decir que ella se
identifica con su hija. ¿No es esta una de las principales características de la oración
intercesora efectiva, esto es, absorberse de tal modo en las tribulaciones y problemas de
otros que esas experiencias en un sentido lleguen a ser nuestras? ¿No enseñó Jesús a Saulo (
= Pablo) que al perseguir a los seguidores de Cristo estaba persiguiendo a Cristo mismo?
Véase Hechos 9:4; 22:7; 26:14. Véase también sobre Mateo 8:17.
Por el momento la respuesta del Señor está lejos de ser alentadora:
26. El respondió y dijo: No es propio tomar el pan de los hijos y echárselo a los
perros. La palabra traducida “perros” no es la usada en 7:6 (vea Filipenses 3:2). Aquí no se
trata del perro grande, salvaje y feo que ronda las basuras que se arrojan en la calle, sino los
perros bien cuidados en hogares en calidad de mascotas. Jesús ya ha llamado la atención de
la mujer al hecho de que no ha sido enviado a los que están fuera de Israel (v. 24). Siguiendo
la misma línea, ahora añade que no sería correcto dar las bendiciones de Israel—las
bendiciones que corresponden a “los hijos”—a quienes no pertenecen a Israel. Después de
todo, los perros, por mucho que los quieran sus amos, no son hijos y no tienen derecho de
ser tratados como hijos.
Probablemente éste sea el lugar adecuado para hacer frente a la pregunta: “¿Por qué
tardó tanto Jesús en dar a esta mujer la ayuda que ella necesitaba tan desesperadamente?”
Las respuestas que se dan a esta pregunta varían ampliamente. La vieja respuesta es “para
probar la fe de ella”. Si esta respuesta es satisfactoria o no depende de lo que se quiera decir
por probar la fe. Otra respuesta es que, puesto que solamente hacia el final de la historia (v.
28) Jesús llega a tener la disposición de conceder la enfática petición de esta mujer, él tiene
que haber cambiado de parecer en el último momento; de ahí la tardanza. Esta respuesta es
inaceptable por las siguientes razones: a. Si hubiera sido así, ¿por qué no accedió al repetido

Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR


www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

3
07/21/2013 Tito Ortega

consejo de sus discípulos en el sentido de despedirla? Además, b. no se registra otro caso en


que Jesús se negara a atender a una petición de ayuda ferviente, humilde y sincera. Tener
desde el comienzo mismo la intención de rechazar la petición de la mujer habría sido
completamente improbable en Cristo como nos es revelado en las Escrituras. Después de
todo él es quien dijo las palabras de 7:7, 8; 11:28–30; Jn. 7:37.
A fin de llegar a la respuesta correcta a nuestra pregunta, probablemente sea
necesario, en primer lugar, tomar nota del hecho de que la “tardanza” de Cristo—si
podemos llamarla así—en acceder a la petición de la mujer no es única. Es uno de los muchos
casos en que no se contestan inmediatamente las peticiones. Abraham y Sara tuvieron que
esperar largo tiempo antes que finalmente recibieran a Isaac (Génesis. 21:1–5; Romanos 4:18–
21). Cuando el “padre de todos los creyentes” (Romanos 4:11) recibió la orden de ofrecer a
Isaac en holocausto, le llevó lo que debe haberle parecido un largo tiempo antes de descubrir
que su hijo, a quien amaba intensamente (Génesis 22:2), no iba a ser literalmente sacrificado.
¿No expresa David su desaliento porque Dios no respondió inmediatamente sus oraciones?
Véase Salmo 22:2. Y pasando ahora al Nuevo Testamento para llamar la atención a sólo unos
pocos casos de los muchos que se podrían citar, ¿no parecía que Jesús iba a llegar demasiado
tarde a la casa de Jairo (Marcos 5:35)? ¿No pareció por el momento a los dos ciegos que Jesús
era indiferente a su clamor (Mateo 9:27, 28)? Si Jesús sabía exactamente lo que iba a hacer en
cuanto a dar de comer a la multitud hambrienta—y la Escritura afirma que sí lo sabía—
entonces, ¿por qué no se lo dijo inmediatamente a Felipe, en vez de decirle: “¿De dónde
compraremos pan para que coman éstos?” (Juan 6:5, 6). Y ¿por qué leemos “Cuando (Jesús)
oyó que (Lázaro) estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba?” (Juan
11:6).
En varios casos se revela claramente la razón o por lo menos es sugerida en el
contexto; por ejemplo, Abraham “se fortaleció en fe” (Romanos 4:20). A Jairo le dijo: “No
temas, cree solamente” (Marcos 5:36). En conexión con Felipe leemos: “Esto decía para
probarle” (Juan 6:6). Y en conexión con Lázaro, el Señor dice a los discípulos: “Me alegro por
vosotros de no haber estado allí” (Juan 11:15). Evidentemente, resucitar a un Lázaro de entre
los muertos iba a ser un medio mucho más efectivo para el fortalecimiento de la fe que sanar
a un Lázaro enfermo.
Con toda probabilidad se podría aplicar el mismo razonamiento en conexión con la
mujer sirofenicia o cananea. Jesús demoró en oírla con el fin de probar la fe de ella, esto es,
de refinarla como se refina o purifica la plata. Quería dar a la fe de ella la oportunidad de una
expresión mucho más gloriosa. Se proponía fortalecerla por medio de la mismísima
respuesta que le había dado en los vv. 24 y 26; porque ahora ella podría comenzar a
comprender mucho mejor que si él inmediatamente hubiera sanado a su hija, cuán
extraordinaria era la bendición que estaba recibiendo.
La expresión más gloriosa de la fe de la mujer se encuentra en el v.
27. Es verdad, Señor, dijo ella, pero aun los perros comen algunas migajas que caen
de la mesa de sus amos. A las tres cosas que hemos dicho acerca de ella, ahora se añade una
cuarta, su humildad. Ni siquiera se resintió por ser comparada con un perro casero en
contraste con un hijo. Ella acepta su posición de inferioridad.
El quinto lugar, nótese también su viveza de ingenio. Ella convierte la palabra de
aparente reproche en una razón para estar optimista. Transforma la derrota inminente en
una victoria jubilosa. Es como si estuviera diciendo: “¿Se me compara con un perro? Acepto lo

Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR


www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

4
07/21/2013 Tito Ortega

que se implica en la comparación. Y no sólo lo acepto, me gozo en ello, porque ciertamente los
amos buenos no permiten que sus perros mueran de hambre. Les permiten comer las migas que
caen de la mesa”.
Básica para todas sus palabras y acciones está, en sexto lugar, la firme fe que Dios le
ha dado en Jesús, a quien ella ha confesado como su Señor y Mesías.
En séptimo lugar y por último, siempre recordaremos a esta mujer por su
perseverancia, cualidad que se puede considerar por separado o en combinación con su fe
(de donde, su fe perseverante).
En cuanto a esta perseverancia hay que notar lo siguiente. Se ha dicho que aquí Jesús
se está apartando del principio que él mismo ha expresado. Está haciendo una excepción—
¡como si esto fuera malo!—a la regla: “Sólo a la casa de Israel he sido enviado”. Bueno, en un
sentido estaba haciendo una excepción, una maravillosa excepción, por cierto (véase sobre
10:5, 6), porque ciertamente esta mujer era una griega, una gentil (Mateo 15:22; Marcos 7:26).
Sin embargo, en un sentido diferente no estaba haciendo excepción alguna, como se hará
evidente cuando consideremos que ella triunfó a pesar de a. el silencio inicial de Jesús, b. su
aparente (real, ¡jamás!) frialdad y sus palabras de aparente reproche, y c. la indiferencia de los
discípulos (“Despídela”). Ahora, ¿no se trataba de una manifestación de decidida
perseverancia frente a la oposición (“No te dejaré ir si no me bendices”, Génesis 32:26) muy
similar a esta lo que cambió a “Jacob” en “Israel” (Génesis 32:28)? Entonces esta mujer era
en ese sentido una verdadera israelita.
28. Entonces Jesús respondió y le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Que te sea hecho
como tú deseas. Y fue sana su hija desde ese mismo momento. El amor divino es tan infinito
y maravilloso que llega a elogiar a un ser humano, una mujer, por ejercer un don—en este
caso la fe—con que este mismo amor la ha dotado, y que sin la actividad divina no podría
haber entrado en acción en ella.
El elogio que recibe esta mujer no puede dejar de recordarnos el encomio con que
Jesús elogió al centurión (8:10). Aquí tanto como en 8:10, 11, ¿no hay una predicción del
momento en que se abrirán ampliamente las puertas para la recepción de los gentiles en el
reino de los cielos, momento que se aproximaba rápidamente?
Nótese también que la bendición otorgada a la mujer ni siquiera se puede concebir
sin aquella con la que su hija fue favorecida. Cuando la mujer recibió lo que deseaba, esto
significaba que la hija del mismo modo recibía lo que necesitaba. ¡Fue sanada inmediata y
completamente! Además, estas bendiciones no quitaron el “pan” a los “hijos”.

Tiro y Sidón

En la zona del Líbano, desde el monte Carmelo hasta el golfo de Alejandreta, frente al
Mediterráneo, se encontraban situadas las más famosas ciudades de Fenicia. Biblos, Sidón y Tiro
se habían destacado por su tráfico comercial. En las laderas del Líbano crecían selvas de cedro,
cuya madera servía para la construcción (1 Reyes 5:6), pero también extraían su resina para hacer
perfumes. A Tiro se la llamaba "la hija de Sidón". Estaba situada a 65 km. de Nazaret.
Posiblemente Jesús la haya visitado antes de su ministerio. A unos 30 km. al norte, se encontraba
Sidón. Era una zona destinada a la tribu de Aser en sus orígenes. Pero los hebreos no supieron
mantenerse fieles sino que fueron doblegándose, con el paso del tiempo, al paganismo del lugar
(1 Reyes 16:31). Sidón y Tiro acapararon durante mucho tiempo el comercio marítimo. Sus barcos,
especialmente los de Tiro, recorrían las costas de África y llegaban hasta la actual España. Siendo

Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR


www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

5
07/21/2013 Tito Ortega

hábiles en el trabajo de los metales y el vidrio, e inteligentes para su comercialización,


aprovecharon siempre su ventaja sobre otros pueblos. Se destacaron en el teñido, industria
avanzada para su época. El color púrpura que lucían muchos reyes se producía en esta zona.
También tenían "las naves del desierto", que eran las caravanas que cruzaban las arenas como los
barcos en el mar. En lo cultural, salvo el alfabeto de 22 letras que luego se popularizó y fue
tomado por los griegos, otra cosa no nos han legado.
En la época de Jesús, el poderío comercial había decrecido. Tiro y Sidón, a pesar de lo que
fueron, siempre habían envidiado a Jerusalén. La vieron como su rival. Sus celos hacia la ciudad
santa levantaron barreras que eran difíciles de superar. Los judíos llamaban a los de esta zona "los
perros gentiles" o "perros infieles". De modo que, si Jesús se dedicaba a atender a los tirios o
sidonios, una gran tormenta se iba a desatar. Así, con un trasfondo histórico pleno de
materialismo y paganismo, pero cargado de expectativas, surge una mujer en búsqueda del
Salvador del mundo (15:22).

Iglesia Bíblica Bautista de Aguadilla, PR


www.iglesiabiblicabautista.org
(787) 890-0118
(787) 485-6586

También podría gustarte