02 05 09 Via Crucis ESQUEMA
02 05 09 Via Crucis ESQUEMA
02 05 09 Via Crucis ESQUEMA
Jesús es condenado a muerte. Hoy se lo sigue condenando porque, hoy la Iglesia es Cristo en el mundo. La
Iglesia es el cuerpo de Cristo, por eso lo que le hacemos a ella o a alguno de sus miembros, se lo hacemos a Cristo.
Cada vez que con nuestros juicios, comentarios o actitudes condenamos a un hermano, a Cristo condenamos.
Gesto: Lavarse las manos
Con la cruz sobre los hombros, Cristo marcha hacia el Calvario. En la cruz lleva el peso de todos y cada uno
de nuestros pecados. Jesús la carga con amor porque es el camino elegido por el Padre para reconciliamos, para
que podamos ser sus hijos, y, por lo tanto, hermanos de todos los hombres.
Hoy tampoco falta la cruz en nuestra vida. Esa cruz puede llamarse enfermedad, soledad, desempleo,
infidelidad de un ser querido, injusticia, calumnias, violencia, hambre de pan o hambre de Dios, falta de fe, de
esperanza y de amor. Aunque nuestra cruz sea pequeña, a veces, nos cuesta aceptarla y la cargamos
resignadamente. Si queremos que sea instrumento de salvación, para nosotros y para nuestros hermanos, tenemos
que aceptarla y cargarla con amor. Porque lo que salvó y salva ai mundo no es la cruz, ni el dolor por si mismos,
sino el amor puesto en ella.
Gesto: Entrega de una crucecita de madera
El peso de la cruz es muy grande; Jesús está muy cansado y cae. Pero no se queda en el suelo; enseguida
se levanta y sigue su marcha. También a nosotros, muchas veces, la cruz se nos hace pesada y nos desalentamos
y bajamos los brazos. La lucha contra el pecado reiterado que hay en nuestras vidas tiene el peso de una cruz. Y
muchas veces nos cansamos y caemos.
Entonces hay dos posibilidades: quedamos caidos, aplastados por el peso del pecado o de la cruz, o
levantamos enseguida, y seguir nuestro trabajo por ser cada día más santos y hacer el mundo un poco mejor.
Jesús se encuentra con María., su madre. Cuando se cruzaron sus miradas, el amor que habrá visto en los
ojos de María, le habrá dado fuerzas para seguir su marcha y cumplir la voluntad del Padre que le pedía morir en la
cruz para reconciliamos con El y entre nosotros.
María es también nuestra madre y Madre de la Iglesia. En su amor de madre podemos encontrar las fuerzas
para seguir adelante. No confiemos demasiado en nuestras fuerzas y recurramos a nuestra madre del cielo, para
vencer el pecado, para aprender a amar de verdad, para poder perdonámos, para entregamos más a los hermanos.
Gesto: Se presenta una imagen de la Virgen y se reza un Ave María
Muchos veían a Jesús cargando con su cruz, pero nadie se atrevía a ayudarlo, incluso el Cireneo lo ayuda
porque los soldados lo obligaron. No fue el gesto de amor de un amigo, sino el gesto obligatorio de un hombre
temeroso.
¡Qué fríos e indiferentes somos ante un hermano que sufre! A veces nos lamentamos de palabra por lo que le
pasa, pero no hacemos nada por él. Cómo nos cuesta descubnr las necesidades de los otros, para ofrecerles
nuestra ayuda, sin esperar a que nos pidan que les demos una mano Debemos cambiar nuestro corazón para no
escudamos en el "no te metás", sino para ayudar al que lo necesita sólo por amor a él, sin pedirle nada a cambio, sin
buscar excusas, sin ponerle condiciones.
Gesto: Intercambiamos las cruces
¿Qué habrá visto la Verónica?. ¡Qué difícil debe haber sido descubrir al Hijo de Dios en eso, que ya ni parecía
un hombre! Qué difícil nos resulta hoy descubrir a Jesús en los hermanos. Cuantas veces nos conmovemos ante un
crucifijo, pero somos indiferentes ante el sufrimiento de nuestros hermanos Rostros de ancianos que se sienten
solos y marginados; rostros de padres que no pueden dar a sus hijos lo que necesitan; rostros de chicos que
mendigan; rostros de enfermos incurables- rostros desfigurados por el vicio; rostros sin esperanza. Ayudános,
Señor, a descubrirte en cada uno de ellos y poder, como la Verónica, aliviar su dolor, que es tu dolor.
Gesto: Entrega de cartulina con el rostro de Jesús
Cuando yo peco, siempre encuentro una razón que me justifique, siempre pido que los demás me
comprendan, me acepten como soy y me ayuden a cambiar.
Pero cuando los que caen son los otros, ¡qué duros somos, qué inflexibles!
Hoy te queremos pedir, Señor, que nos ensenes a perdonar.
Gesto: Rezamos abrazados el Padrenuestro
Jesús ya no da más y cae por tercera vez. A pesar del enorme cansancio, se levanta y sigue su camino. El
sabe que caído no puede salvarnos.
Nosotros también caemos una y otra vez. Pero Jesús no nos quiere caídos; nos necesita en marcha para
construir un mundo mejor, para construir entre todos la Civilización del Amor. Él nos ayuda a levantarnos y a seguir
adelante. Por eso nos dejó el sacramento de la Reconciliación.
Esta Cuaresma puede ser una oportunidad para aceptar la invitación del Padre para que nos reconciliemos
con Él.
Gesto: Encendemos una vela
Quitan a Jesús su ropa. Hoy la historia se repite cuando desnudamos a una persona con nuestras criticas. En
cambio, qué bien defendemos nuestro ropaje, nuestra máscara, nuestra apariencia, lo que en realidad no somos.
Cómo nos interesa aparentar! Cuántas cosas sacrificamos por el "qué dirán". ¡Cuántas veces valoramos a las
personas por lo que tienen y no por lo que son! Señor, hoy te pedimos la valentía de ser auténtico
Gesto: Cantamos el Padrenuestro
Moribundo Jesús piensa en los que lo crucifican y pide perdón por ellos. Parece una locura pero es que no
hay amor verdadero si no hay perdón.
Tenemos que ser capaces de dar a los demás ese perdón que tanto necesitamos y que Dios generosamente
nos da cada vez que se lo pedimos.
Gesto: Clavamos un clavo en la cruz de madera
Jesús entrega su vida, nadie se la quita. El libremente la ofrece para que tengamos la Vida verdadera.
No nos aferremos a lo que el mundo llama vida: dinero, éxito, fama, placeres, comodidades, lujos, porque eso
no nos conduce a nada.
Aprendamos a morir, a entregar todo eso por amor, y ganemos la Vida que nos ofrece hoy Jesús.
Gesto: Momento de silencio y rezamos un Gloria
María recibe en sus brazos el cuerpo muerto de Jesús. Dentro del enorme dolor que sentía como madre
brillaba en su corazón una esperanza, porque su hijo estaba muerto, peor volvería a la vida. Nuestra religión no es
una religión de muerte. Anunciamos que Jesús murió por nosotros, pero que resucitó. ¡Salgamos a anunciar que
Jesús vive!
Gesto: Apagamos las velas
Así como Cristo resucitó para vivir eternamente, asi también todos nosotros resucitaremos para vivir
eternamente la felicidad del Cielo. Lo importante como cristiano es que vivamos de tal manera esta vida que
alcanzemos esa otra vida a la que nos llama nuestro Padre.
Gesto: Rezamos un Gloria
Pero no es después de la muerte cuando comienza esa vida; de alguna manera ya la tenemos aquí en la
tierra. Aquí empezamos a vivir el cielo. Aquí vivimos el cielo de la Gracia, de la Paz, del Perdón. Ojalá nuestra
comunidad pueda sentir la alegría de cambiar, de crecer, de rezar más, de ser más amigos de Dios, anunciando el
Amor del Padre a los hermanos.