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Textos Literarios

El documento presenta un extracto de una obra literaria que narra la historia de un niño. El niño conoce a una mujer misteriosa que le habla de una isla sumergida con un templo y campanas. Aunque el niño no puede ver la isla ni oír las campanas, pasa meses tratando de escucharlas hasta que finalmente lo logra. Años más tarde, cuando es adulto, el niño vuelve a la playa y se reencuentra con la misma mujer misteriosa, quien le dice que él es un guerrero de la luz.

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Textos Literarios

El documento presenta un extracto de una obra literaria que narra la historia de un niño. El niño conoce a una mujer misteriosa que le habla de una isla sumergida con un templo y campanas. Aunque el niño no puede ver la isla ni oír las campanas, pasa meses tratando de escucharlas hasta que finalmente lo logra. Años más tarde, cuando es adulto, el niño vuelve a la playa y se reencuentra con la misma mujer misteriosa, quien le dice que él es un guerrero de la luz.

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TEXTOS LITERARIOS

Querido(a) estudiante, ahora nos corresponde revisar otro tema apasionante

1. Se te pide que compartas con tu maestro/a y compañeros(as) qué te gusta hacer, cuáles son tus
preferencias, a qué te dedicarías más tiempo
2. ¿Qué tipo de texto te gustaría leer o escribir: novelas, poemas, obras de teatro?
3. ¿Cuál de los siguientes textos es de tu preferencia? ¿Por qué?

Gracias, Señor – D.E.A.F. Pedro – D.E.A.F.


Las personas, de una u otra manera, somos el
Gracias, Señor por todo lo que me diste en el resultado de lo que vivimos en los primeros años, de
año que termina,
lo que sentimos, de lo que nos dijimos o de lo que
Gracias por los días de sol y los nublados
tristes, nos dijeron, y esto suele clavarse como un puñal
Por las tardes tranquilas y las noches oscuras. artero en medio del pecho resistiéndose a salir.
Gracias por la salud y la enfermedad, Pedro es un hombre de esos que seguramente
Por las penas y las alegrías; existen aún. Camina a prisa, sin donaire, camina
Gracias por todo lo que me prestaste y luego como si con cada paso se diera el gusto de aplastar
me pediste, todo lo que tiene vida, incluyendo las calles.
Gracias, Señor, por la sonrisa amable y por la
Se ve encorvado, cansado de seguir existiendo,
mano amiga,
Por todo lo dulce, por las flores y las porque, déjenme decirle que no vive. Su voz cuando
estrellas, no es cansina, es grotesca, denota mal humor, tedio,
Por la existencia de los niños y de las almas pesar…
Prepárate, horabuenas…
leer.

Lectura: “Manual del guerrero de la luz”

Lee atentamente, siente lo que dice el autor, imagina los escenarios y acciones
que muestra.

Prólogo de la obra: Manual de un Guerrero de la Luz

Autor: Pablo Coelho


—En la playa, al este de la aldea, existe una isla con un gigantesco templo lleno de campanas —dijo la
mujer. El niño reparó que ella vestía ropas extrañas y llevaba un velo cubriendo sus cabellos. Nunca la
había visto antes. — ¿Tú ya lo conoces? —preguntó ella—. Ve allí y cuéntame qué te parece. Seducido
por la belleza de la mujer, el niño fue hasta el lugar indicado. Se sentó en la arena y contempló el
horizonte, pero no vio nada diferente de lo que estaba acostumbrado a ver: el cielo azul y el océano.
Decepcionado, caminó hasta un pueblecito vecino donde vivían pescadores, y preguntó sobre una isla
con un templo. —Ah, esto fue hace mucho tiempo, en la época en que mis bisabuelos vivían aquí —dijo
un viejo pescador—. Hubo un terremoto y la isla se hundió en el mar. Sin embargo, aun cuando no
podamos ya ver la isla, aún escuchamos las campanas de su templo, cuando el mar las agita en su fondo.

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El niño regresó a la playa e intentó oír las campanas. Pasó la tarde entera allí, pero sólo consiguió oír el
ruido de las olas y los gritos de las gaviotas. Cuando la noche llegó, sus padres fueron a buscarlo. A la
mañana siguiente, él volvió a la playa; no podía creer que una bella mujer pudiese contar mentiras. Si
algún día ella regresaba, él podría decirle que no había visto la isla, pero que había escuchado las
campanas del templo que el movimiento del agua hacía que sonasen. Así pasaron muchos meses; la
mujer no regresó, y el chico la olvidó; ahora estaba convencido de que tenía que descubrir las riquezas
y tesoros del templo sumergido. Si escuchase las campanas, sabría su localización y podría rescatar el
tesoro allí escondido.

Ya no se interesaba más por la escuela, ni por su grupo de amigos. Se transformó en el objeto de burla
preferido de los otros niños, que acostumbraban a decir: "Ya no es como nosotros, prefiere quedarse
mirando el mar porque tiene miedo de perder en nuestros juegos". Y todos se reían, viendo al niño
sentado en la orilla de la playa. Aun cuando no consiguiese escuchar las viejas campanas del templo, el
niño iba aprendiendo cosas diferentes. Comenzó a percibir que, de tanto oír el ruido de las olas, ya no se
dejaba distraer por ellas. Poco tiempo después, se acostumbró también a los gritos de las gaviotas, al
zumbido de las abejas y al del viento golpeando en las hojas de las palmeras.

Seis meses después de su primera conversación con la mujer, el niño ya era capaz de no distraerse por
ningún ruido, aunque seguía sin escuchar las campanas del templo sumergido. Otros pescadores venían
a hablar con él y le insistían: — ¡Nosotros las oímos! —decían. Pero el chico no lo conseguía. Algún
tiempo después, los pescadores cambiaron su actitud. —Estás demasiado preocupado por el ruido de las
campanas sumergidas; olvídate de ellas y vuelve a jugar con tus amigos. Puede ser que sólo los
pescadores consigamos escucharlas.

Después de casi un año, el niño pensó: "Tal vez estos hombres tengan razón. Es mejor crecer, hacerme
pescador y volver todas las mañanas a esta playa, porque he llegado a aficionarme a ella". Y pensó
también: "Quizá todo esto sea una leyenda y, con el terremoto, las campanas se hayan roto y jamás
vuelvan a tocar". Aquella tarde, resolvió volver a su casa. Se aproximó al océano para despedirse.
Contempló una vez más la Naturaleza y, como ya no estaba preocupado con las campanas, pudo sonreír
con la belleza del canto de las gaviotas, el ruido del mar, el viento golpeando las hojas de las palmeras.
Escuchó a lo lejos la voz de sus amigos jugando y se sintió alegre por saber que pronto regresaría a sus
juegos infantiles.

El niño estaba contento y —en la forma en que sólo un niño sabe hacerlo— agradeció el estar vivo.
Estaba seguro de que no había perdido su tiempo, pues había aprendido a contemplar y a reverenciar a
la Naturaleza. Entonces, porque escuchaba el mar, las gaviotas, el viento en las hojas de las palmeras y
las voces de sus amigos jugando, oyó también la primera campana. Y después otra. Y otra más, hasta
que todas las campanas del templo sumergido tocaron para su alegría.

Años después, siendo ya un hombre, regresó a la aldea y a la playa de su infancia. No pretendía rescatar
ningún tesoro del fondo del mar; tal vez todo aquello había sido fruto de su imaginación, y jamás había
escuchado las campanas sumergidas en una tarde perdida de su infancia. Aun así, resolvió pasear un
poco para oír el ruido del viento y el canto de las gaviotas. Cuál no sería su sorpresa al ver, sentada en
la arena, a la mujer que le había hablado de la isla con su templo. ¿Qué hace usted aquí? —preguntó. —
Esperar por ti —respondió ella. Él se fijó en que, aunque habían transcurrido muchos años, la mujer
conservaba la misma apariencia: el velo que escondía sus cabellos no parecía descolorido por el tiempo.

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Ella le ofreció un cuaderno azul con las hojas en blanco. —Escribe: un guerrero de la luz presta atención
a los ojos de un niño. Porque ellos saben ver el mundo sin amargura. Cuando él desea saber si la persona
que está a su lado es digna de confianza, procura verla como lo haría un niño. ¿Qué es un guerrero de la
luz? —Tú lo sabes —respondió ella, sonriendo—. Es aquel que es capaz de entender el milagro de la
vida, luchar hasta el final por algo en lo que cree, y entonces, escuchar las campanas que el mar hace
sonar en su lecho. Él jamás se había creído un guerrero de la luz. La mujer pareció adivinar su
pensamiento. —Todos son capaces de esto. Y nadie se considera un guerrero de la luz, aun cuando todos
lo sean. Él miró las páginas del cuaderno. La mujer sonrió de nuevo. —Escribe sobre el guerrero —le
dijo. "Manual de un Guerrero de la Luz". Paulo Coelho.

Es momento de reflexionar y compartir tus ideas. Responde

1. Escribe un hecho real y otro irreal que se presentan en la obra.

2. ¿Te detuviste alguna vez a escuchar tu respiración, los latidos de tu corazón? ¿Por qué?

3. ¿Por qué será que al niño ya no le distraía ningún ruido?

4. ¿Qué significa ser guerrero de la luz desde el enfoque del autor?

5. Se te insinúa que en aula con tus compañeros o solo en tu hogar ubiques la foto o pintura de un
paisaje; que lo observes durante cinco minutos, sin pensar en nada, sin juzgar. Luego comparte si
pudiste hacerlo o te distrajiste.

Características de los textos literarios

Recuerda:
Los textos literarios, se manifiestan con diferentes características, nos invitan a imaginar, nos
presentan a diferentes personajes en los que podemos reflejarnos, nos llevan de viaje a distintos
lugares; nos sacuden, nos deleitan, nos hacen reflexionar, nos hacen volver sobre nuestros pasos y
crecer para ser personas sensibles, íntegras, humanas.
En todas las culturas y en todos los tiempos hubo gustos y preferencias. Los hombres se dedicaron a
actividades diferentes. Así, algunos se dedicaron al cuidado biológico, origen de la medicina; otros, a
la mecánica, a lo mercantil, social, científico, político, sagrado, entre otros. Pero también, existieron
hombres que prefirieron cultivar el arte; estos fueron: arquitectos, escultores, músicos, pintores y
literatos. En el grupo de poetas y literatos, también se mostraron diferencias respecto a los tipos de
creaciones. Algunos abrazaron el arte de la narración maravillados por los hechos grandiosos y
fantásticos; otros fueron más sensibles y expresaron sus sentimientos a través de los poemas, y no
faltaron quienes cultivaron el arte para destinarlo a la imitación. Es así como nacen los géneros
literarios: Épico – Narrativo, Lírico y Dramático.

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