Romero, Alejandro - Curso de Derecho Procesal Civil. Tomo IV
Romero, Alejandro - Curso de Derecho Procesal Civil. Tomo IV
Romero, Alejandro - Curso de Derecho Procesal Civil. Tomo IV
Este IV tomo del Curso de Derecho Procesal Civil presenta un estudio de los actos
procesales y sus efectos. Su objetivo es facilitar a los estudiantes de Derecho una visión de
conjunto de varias instituciones procesales.
La exposición toma como base los actos procesales, examinando sus requisitos y el régimen
general de las ineficacias jurídicas que les afectan, como la inexistencia, la inadmisibilidad, la
nulidad, la caducidad y la inoponibilidad.
Un capítulo separado se asigna a las resoluciones judiciales, cuya relevancia como acto
procesal no requiere mayor justificación.
Respecto de la cosa juzgada, se presenta una nueva versión de la monografía publicada por
la Editorial Jurídica de Chile en el año 2002 (reimpresa en 2011). En este punto se reitera el
propósito de ofrecer una visión breve, pero lo más completa posible, de una institución clásica
del derecho procesal. Sin embargo, en esta ocasión se consolida en esta parte algunos
estudios realizados durante años sobre los efectos de las resoluciones judiciales, que son
incorporados de manera sistemática en torno a la cosa juzgada. Dentro de este análisis se
incluye la distinción entre la sentencia como un acto y como un hecho para explicar algunas
proyecciones de la sentencia judicial. Todo lo anterior con el objetivo de contribuir a solucionar
problemas concretos que se presentan en la práctica judicial.
Por último, se estudia la prejudicialidad en el proceso civil chileno, con especial énfasis en
aquellos temas que, por su conexión lógica y jurídica con el objeto proceso, deben ser
decididos, por el mismo juez u otro tribunal, antes de la sentencia de fondo del conflicto
sometido a su conocimiento. Para el desarrollo sistemático del tema se utilizan los criterios que
están aceptados en nuestro sistema jurídico, donde, según el grado de obligatoriedad o
discrecionalidad en la competencia asignada al mismo juez u otro que debe pronunciarse, se
diferencia entre cuestiones prejudiciales relativas y absolutas; cuestiones prejudiciales
devolutivas y no devolutivas; cuestiones prejudiciales civiles y penales. Dentro del estudio se
incluye la denominada prejudicialidad administrativa, a través de la cual se intenta explicar una
serie de vínculos jurídicos, donde resoluciones emanadas de órganos administrativos
repercuten en la decisión de procesos civiles conforme al Derecho chileno.
En cada capítulo se incluyen las referencias doctrinales y jurisprudenciales. En relación a
esta última fuente del Derecho, se pone especial énfasis en la recepción que nuestro jueces
hacen en sus decisiones de los planteamientos procesales teóricos más modernos, revelando
con ello que en la actualización del Derecho los jueces ocupan un lugar relevante.
Parte de este trabajo integra el proyecto Fondecyt Regular: "Obligación solidaria y debido
proceso. Hacia una reformulación dogmática del tratamiento procesal de la solidaridad
obligacional pasiva" (Nº 1161674 de 2016), especialmente el desarrollo sobre los efectos de
las sentencias respecto de terceros.
De igual forma, agradezco las palabras de aliento de los profesores Orlando Poblete Iturrate,
Maite Aguirrezabal Grünstein, Jaime Arancibia Mattar, José Ignacio Martínez Estay, Alfredo
Sierra Herrero, Rodrigo Hoyl Moreno, Eduardo Godoy Hales y, de un modo particular, a Ana
Luisa y nuestros hijos, Ignacio, Anita, Tere, Juan Pablo, María Pilar y José Joaquín, por su
cariño y apoyo.
E A
Santiago, 2 de enero de 2017
C I
1. H
El estudio de los hechos y actos jurídicos es un tema clásico en el análisis dogmático del
derecho. A través de esta distinción, se intenta explicar, siguiendo el esquema conceptual
desarrollado por el derecho civil sobre el acto o negocio jurídico, el contenido de una serie de
instituciones1. Sin embargo, la circunstancia de que en esto coincidan algunas categorías
generales relativas a los requisitos de existencia, validez y a las formas de ineficacia de los
actos o negocios jurídicos, no justifica que las soluciones obtenidas en el derecho civil sean
necesariamente extrapolables a los problemas procesales2.
Es innegable que el proceso puede ser examinado como un conjunto de hechos y actos
jurídicos que se ejecutan dentro de una relación dinámica, en la que se ejercen derechos
subjetivos, se cumplen deberes y se observan cargas jurídicas para conseguir un determinado
fin.
A modo ilustrativo, la ley regula varios hechos cuyos efectos se producen en el proceso. Uno
de drásticas consecuencias es la muerte, cuyo acaecimiento podría justificar una petición de
sucesión procesal o cambio de parte en un proceso ya iniciado3; también la muerte se
considera una causal de suspensión de la vista de la causa cuando fallece el abogado
patrocinante, el procurador o un pariente de estos apoderados (art. 165 Nº 3 y 4 CPC). La
enfermedad del juez que participó de la vista de la causa ante un tribunal colegiado, antes de
lograr el acuerdo, es un hecho jurídico que puede llevar a una nueva vista (art. 78 COT). A su
vez, la intervención de factores climáticos puede justificar la petición de medidas de
anticipación de prueba (art. 281 CPC); los actos de fuerza mayor, en cuanto hayan impedido
ejercer un derecho a una de las partes de la relación procesal, pueden ser motivo para
impetrar una nulidad procesal (art. 79 CPC); y el embarazo, que, como hecho de la naturaleza,
puede justificar una excepción al deber de comparecencia a declarar como testigo a un tribunal
(art. 361 Nº 4 CPC).
El acto jurídico procesal, en cambio, es una declaración de voluntad que crea, modifica o
extingue derechos procesales o sustanciales en el proceso.
Aunque el CPC no use esta terminología, ello no ha sido obstáculo para que se los
reconozca en la jurisprudencia, tal como consta, entre otras, en la sentencia de la Corte
Suprema, de 4 de mayo de 1990, en la que se señala "(...) el acto jurídico procesal se define
generalmente como aquel acto jurídico cuyos efectos se producen en el proceso. Estos actos
pueden ser realizados por el tribunal o por sus auxiliares, por las partes y excepcionalmente
por terceros"4. En igual sentido, la Corte de Apelaciones de Concepción, en fallo de 15 de
marzo de 1993, utilizó esta categoría científica señalando que "(...) el proceso está formado
por una sucesión de actos tendientes a un fin y que por pertenecer precisamente al proceso y
de ejercitar un efecto jurídico directo e inmediato sobre la relación procesal, en cuanto lo
constituyen, lo desarrollan o lo concluyen, toman el nombre de actos jurídicos procesales"5.
2. C
Los actos procesales se pueden clasificar según los sujetos que los ejecutan, según su
contenido, su forma y su licitud.
g) Actos de custodia y formación del proceso, como los que deben cumplir el secretario o
administrador del tribunal y, en su caso, el archivero judicial (arts. 29 al 38 CPC, 379 al 389 G,
453 al 456 COT) en ejercicio de sus cargos.
h) Actos procesales de prueba para acreditar la existencia de hechos con relevancia jurídica
en un proceso contencioso o de jurisdicción voluntaria. Esta actividad comprende desde la
selección de los medios de prueba, su ofrecimiento, la presentación en la etapa pertinente, su
ponderación por el juez conforme al sistema aplicable (prueba legal, sana crítica, en
conciencia, entre otros), hasta la impugnación de la misma por su impertinencia, ilegalidad,
ilicitud o caducidad.
k) Actos de disposición o renuncia de los derechos que conforman el objeto del proceso
(como el desistimiento de la demanda, la transacción o la renuncia a la acción) o de derechos
o facultades procesales (plazos, recursos, medios de prueba, etc.).
s) Actos procesales de constitución de cauciones procesales (arts. 6º, 279 y 773 CPC).
t) Actos procesales de nombramiento para que ciertos sujetos queden habilitados para
realizar alguna actividad jurídicamente relevante, como es el caso de los árbitros, peritos,
tasadores, martilleros, interventores, entre otros (arts. 414, 484 CPC).
La forma es la apariencia externa que reviste el acto procesal. Ella expresa el modo en que
los tribunales se comunican con las personas que participan de la relación procesal, el cual se
traduce, esencialmente, en el uso del lenguaje escrito u oral.
La justificación para optar por una u otra forma, como suele acontecer en relación a las
reglas técnicas, presenta ventajas y desventajas10.
En lo que respecta a la escrituración, tiene como ventaja lograr una mayor precisión en los
temas que se debaten, garantizando una mejor observancia del principio de congruencia
procesal. Asimismo, esta forma de los actos concede mayor tiempo al juez y las partes para
reflexionar, tomar una decisión y argumentar, sin la premura que impone la inmediatez de la
oralidad.
Desde otro punto de vista, cualquiera que sea la forma que se adopte para la ejecución de
los actos procesales, para la eficacia de los mismos también se debe considerar la
concurrencia de otros elementos extrajurídicos, tales como la capacidad de los sujetos para
formular enunciados lógicos y coherentes, la buena dicción, la calidad de la audición, la
acústica de una sala de audiencia, el correcto manejo del lenguaje corporal, por reseñar los
más básicos12.
También según su forma de registro los actos procesales pueden ser tramitados de manera
electrónica o mediante la presentación de escritos. La diferencia entre ellos radica en que los
primeros se agregan a una carpeta electrónica o virtual y los segundos, en cambio, a la
realidad material denominada como expediente o autos.
En términos generales, la declaración de ilicitud del acto procesal viene aparejada de una
sanción, cuyos efectos y consecuencias dependen del tipo de ineficacia jurídica aplicable al
acto irregular. Aunque lo común es que la declaración de ilicitud del acto repercuta total o
parcialmente en la relación procesal, también pueden darse casos en donde sus efectos sólo
queden vinculados al sujeto que es sancionado por su actuación irregular14.
A su turno, esta distinción de los actos procesales se vincula con el sistema de impugnación
que pueden utilizar las partes para solicitar que se enmiende una resolución o acto judicial que
les causa un agravio mediante el ejercicio de solicitudes, recursos o acciones. Y también con
la potestad disciplinaria que ejercen los jueces para castigar las faltas o abusos que se
cometan en las salas de su despacho o en las presentaciones escritas que hagan las partes o
sus abogados.
3. R
El acto procesal debe cumplir con una serie de requisitos para producir sus efectos. Estas
exigencias normalmente se relacionan con el lugar de su ejecución, el tiempo en que se deben
realizar y la forma que se debe cumplir para su práctica.
Como lo señala la sentencia de Corte Suprema de 4 de mayo de 1990, para que los actos
procesales produzcan efectos "es menester que sean eficaces de gestar las consecuencias
jurídicas que la ley para cada caso señala y lo serán todas, salvo aquéllas a las que la propia
norma afecte por una causal de ineficacia que les haga perder su mérito jurídico"15.
En cuanto al lugar, si se trata de los actos procesales del juez o tribunal, su ejecución está
determinada por la sedentariedad y la territorialidad. Conforme con lo anterior, el juez debe
ejercer su función en su despacho u oficio, en las horas de funcionamiento del mismo, y debe
actuar dentro del territorio jurisdiccional que le asigna la ley (art. 7º COT)16. De un modo
excepcional, se pueden realizar actuaciones fuera del despacho del tribunal o en otro territorio
jurisdiccional, como acontece con la inspección personal o con ciertas diligencias que la ley
permite encomendar a otro juez, como es hacer notificar una demanda o rendir prueba fuera
del territorio jurisdiccional (arts. 7º COT, 388 inc. 3º, 371 y 403 inc. 2º CPC).
La medida de tiempo que considera la ley para la realización o ejecución de un acto procesal
puede ser, según el caso, de años, meses, días, horas y segundos. Esto último se da
normalmente en las audiencias que tienen como forma la oralidad, donde la falta de ejercicio
oportuna del derecho hace precluir tal posibilidad. En la práctica son ejemplos de esta
situación la conclusión del alegato sin haber solicitado al presidente de la sala la posibilidad de
rectificar hechos (arts. 223 inc. 3º CPC); la no formulación oportuna de la tacha al testigos,
después que el receptor pregunta si se harán preguntan para tal efecto (art. 365 CPC).
En cuanto a la forma, los actos procesales deben observar las exigencias previstas en las
respectivas fuentes del derecho procesal.
La ley ha previsto para la realización de los actos procesales las siguientes reglas generales:
1º) Las actuaciones judiciales deben ser practicadas por el funcionario que indica la ley. En
el caso del juez, será el que como titular, suplente o interino cumpla esa función en el tribunal
ante el cual se radicó el proceso, sin perjuicio de las excepciones antes indicadas (art. 70
CPC);
2º) De toda actuación debe dejarse testimonio escrito en el proceso (art. 61 CPC), utilizando
el idioma castellano y con las respectivas firmas materiales o electrónicas avanzadas de los
que han actuado en ese acto17;
3º) Las actuaciones judiciales deben ser autorizadas por el funcionario que indica la ley;
4º) Las actuaciones judiciales deben practicarse en horas y días hábiles18. "Son días
hábiles los no feriados. Son horas hábiles las que median entre las ocho y las veinte horas"
(art. 59 CPC)19. La limitación anterior no se aplica a ciertas actuaciones que la ley autoriza
ejecutar en días y horas inhábiles, como acontece con algunas notificaciones que cuentan con
reglas especiales para su realización (arts. 41 y 42 CPC). Asimismo, se admite, a petición de
parte, solicitar habilitación de día y hora para practicar una determinada diligencia "cuando
haya causa urgente que así lo exija" (art. 60 CPC).
En relación a la firma de los escritos, ha profundizado sobre las razones que la justifican la
sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción, de 15 de marzo de 1993, señalando que
"(...) la firma del escrito no es simplemente una exigencia que emana de la lógica de las cosas
o que algunos doctrinadores hayan considerado como necesario (Carlos Anabalón, Enrique
Véscovi, Carlo Carli, Enrico Liebman, etc.), sino que también constituye un requerimiento legal;
6º Que en efecto, el artículo 2º de la ley Nº 18.120 en su inciso 8º dice que 'el Juez, de oficio o
a petición de parte, podrá exigir, si lo estima necesario, la comparecencia del abogado
patrocinante o del mandatario de cualquiera de las partes a fin de que ratifique su firma ante el
secretario'. Sin duda si el Juez tiene la facultad de ordenar ratificar una firma, es porque el
escrito ha debido estar firmado de antemano, si así no fuera no podría ordenar ratificar, sino
simplemente firma'; 7º Que desde otro ángulo la necesidad de la firma se refleja en el peligro
que su omisión puede representar para la propia parte a nombre de quién se dice se efectúa la
presentación, el que ella contenga errores formales de tal naturaleza que lo pueden perjudicar;
se evita también la posible comisión de delitos como los de injuria, calumnia y otro que se
pudieren cometer por ese medio. Deja, finalmente, al mero arbitrio de la parte el darle o no
autenticidad para responder a lo que en ella se diga, según sea su propia conveniencia. 8º
Que como consecuencia de todo lo que se ha venido diciendo la firma constituye en los
escritos una exigencia formal de la lógica y también de la ley y representa, por ende, la única
manera idónea para que el Tribunal esté en condiciones de proveer o resolver sobre su
mérito"20.
4. L
La regla general es que la manifestación de voluntad del juez, contenida en una resolución o
actuación, produzca sus efectos una vez que se notifica a las partes en la forma en que lo
ordene la ley (art. 38 CPC). Lo anterior no se debe confundir con la oportunidad en que lo
resuelto se pueda hacer cumplir, lo que dependerá de si el sistema de impugnación que puede
utilizar la parte agraviada con lo resuelto contempla o no el efecto suspensivo.
5. L
Dentro de los actos bilaterales, los más comunes son los denominados equivalentes
jurisdiccionales, es decir, actos o contratos mediante los que se pone fin a un conflicto
logrando el mismo efecto que si se hubiere dictado una sentencia definitiva, como acontece
con la suscripción de un contrato de transacción, de un avenimiento o de un acta de
conciliación. La forma en que se exterioriza la voluntad en este tipo de actos tiene relevancia
para efectos de generar correctamente un título ejecutivo y determinar las condiciones para
hacerlo exigible, en el evento en que lo acordado no se cumpla espontáneamente.
Sin embargo, no todos los actos unilaterales producen los mismos efectos pura y
simplemente, atendido que podría existir un interés jurídico de la contraparte a oponerse a la
producción de una determinada consecuencia jurídica. Esa realidad se advierte, entre otros,
con el acto de desistimiento de la demanda, cuya admisión extingue las acciones con efecto de
cosa juzgada (arts. 148 y 150 CPC). La parte demandada podría oponerse a ese acto para
conseguir una decisión de fondo sobre el tema, cuando estima fue demandado abusivamente
o sin ninguna base.
En lo que respecta a las sentencias judiciales, ellas conforman actos imperativos que, al
resolver un conflicto procesal o sustantivo, no pueden ser dictadas bajo condición. Lo anterior
no se debe confundir con situaciones en los que en la decisión se introducen ciertos elementos
para obtener una modalidad especial de ejecución de la sentencia, como acontece con las
condenas con reserva, las que fijan el pago periódico de una prestación o las que admiten una
eventual ejecución futura (arts. 173 y 236 CPC)27.
7. L
Un tema relevante ha sido siempre el estudio de los vicios del consentimiento, reputándose
como tales el error, la fuerza y el dolo.
En el ámbito del proceso esta materia adquiere un relieve distinto, atendido que la mayor
parte de los actos son ejecutados unilateralmente, sin necesidad de mediar el concurso de
voluntad de la contraparte. Como el acto procesal se ejecuta ordinariamente por la parte
interesada, haciendo valer un derecho, observando una carga procesal o cumpliendo con un
deber, el juez no debe considerar los elementos subjetivos para validar sus efectos. En
explicación de Gómez Orbaneja, esta situación se produce porque "el negocio procesal es al
mismo tiempo público y formal. Lo que imprime movimiento al proceso es el obrar (o el no
obrar) de las partes, expresado en sus declaraciones dispositivas. La declaración vale
formalmente, con independencia de lo que se haya querido o intentado con ella. Produce sus
efectos por su forma y no por su contenido intencional"28. En consonancia con lo anterior, la
parte que ejecuta un acto procesal no puede invocar un error de hecho y menos de derecho
para dejarlo sin efecto, salvo que se admita la subsanación del acto o se autorice su
revocación por error de hecho, como acontece excepcionalmente en materia de absolución de
posiciones (art. 402 CPC).
En cuanto a la fuerza y al dolo, entendidas como una forma de violencia o presión física o
moral ejercida sobre una persona para que presente su consentimiento en un acto jurídico
procesal, su reconocimiento se contempla dentro de las hipótesis admitidas para revertir el
fraude procesal, en los términos que pronto pasamos a examinar.
Sin conformar un vicio de la voluntad, otro reconocimiento del dolo en el ámbito procesal civil
se contempla en la petición de medidas prejudiciales precautorias. Para tal efecto, el art. 280
del CPC considera de mala fe la actuación del peticionario que después de haber obtenido la
medida no presenta su demanda dentro del plazo fijado por el tribunal.
8. E
Aunque en el terreno de los principios se proclama que "el fraude todo lo corrompe" (fraus
omnia corrumpit), en materia procesal no existe una solución uniforme para delimitar los
medios y las consecuencias de los actos procesales fraudulentos29.
En la doctrina se considera como casos típicos de fraude procesal actuaciones tales como
impedir a la contraparte poder deducir un recurso ejercitando violencia física o moral u obligar,
por los mismos medios, a firmar escritos que le perjudiquen; iniciar acciones de condena
previamente concertados deudor y acreedor para sustraer bienes en perjuicio de otros
acreedores; presentar pruebas falsas u obtenidas ilícitamente; utilizar la notificación por aviso
en una demanda de nulidad de matrimonio al cónyuge que vivía con el demandante30.
La forma de revertir el fraude en el proceso civil también se vincula a la declaración de
algunas ineficacias aplicables a los actos procesales, conforme se explicará más adelante. Lo
anterior es sin perjuicio de la protección penal mediante las figuras delictivas de falso
testimonio, perjurio, presentación de pruebas falsas o de obstrucción a la justicia (arts. 206 al
212 y 269 bis del CP).
9. L
Este control judicial puede actuar en forma preventiva o también puede estar contemplado
como una aprobación posterior a la celebración del acto. Cuando opera de manera preventiva,
exige que se deba solicitar una autorización judicial para realizar un determinado acto o
manifestar la voluntad en algún sentido. Si es a posteriori, el juez da la aprobación al acto ya
realizado, el que, para producir sus efectos, debe recibir la homologación judicial.
10. L
La relevancia de este elemento se explica por el efecto del principio de preclusión procesal,
en virtud del cual, agotada una etapa o transcurrido un plazo, se extingue el derecho procesal
que debió ejecutarse en ella.
Los plazos en el proceso son establecidos utilizando como medidas los segundos, horas,
días, meses y años. La regla general es que sean de días, pero también existen términos de
meses y excepcionalmente de años (arts. 152 y 811 CPC).
Plazo continuo es aquel que corre sin interrupción alguna. Y plazo discontinuo es el que se
interrumpe durante los días feriados.
Conforme con la regla general del art. 50 del CC., los plazos son continuos, esto es, no se
suspenden por los feriados. Sin embargo, en el CPC se establece la solución inversa, atendido
que los plazos se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que la ley o el tribunal,
por motivos justificados, hayan dispuesto expresamente lo contrario (art. 66 inc. 1º CPC).
Los plazos individuales son aquellos que empiezan a correr separadamente para cada
sujeto que tiene la calidad de parte desde el momento de la respectiva notificación (art. 65
CPC).
Los plazos comunes, en cambio, son aquellos que rigen la actuación de una pluralidad de
sujetos y que comienzan a correr desde que se practica la última notificación al último de ellos.
La regla general es que los plazos sean individuales. Los plazos comunes son la excepción
en nuestro sistema procesal; cuando un término es común lo dice expresamente la ley, como
ocurre con el término de prueba, que corre al mismo tiempo para las partes (art. 327 CPC).
Atendiendo al origen o fuente del plazo, en nuestro sistema procesal la regla general es que
los plazos sean legales. Excepcionalmente existen términos fijados por los jueces, que se
denominan plazos judiciales. Entre otros, son manifestaciones de éstos el término que fija el
juez para ratificar por la parte una actuación realizada por su representante en la suscripción
de un equivalente jurisdiccional, o el fijado para la comparecencia a una gestión preparatoria
de la vía ejecutiva de confesión o reconocimiento de firma puesta en un instrumento privado
(arts. 435 y 436 CPC) o para hacer cumplir un mutuo fijado sin plazo determinado (art. 2201
del CC).
Los plazos legales se pueden renunciar, reducir o suspender. En este último caso detienen
la tramitación de una causa dentro del margen de tiempo permitido acordado por las partes,
conforme al límite que señala la ley (arts. 7º, 64 y 328 inc. 2º CPC)32.
En el CPC son prorrogables los términos judiciales cuando se cumplan las siguientes
condiciones: "1º) que se pida antes del vencimiento del término; y 2º) que se alegue justa
causa, la cual será apreciada por el tribunal prudencialmente" (art. 67 CPC).
Conforme al art. 64 del CPC, "los plazos en este Código son fatales, cualquiera sea la forma
en que se exprese, salvo aquellos establecidos para la realización de las actuaciones propias
del Tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para
ejecutar un acto procesal se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal
proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad de certificado previo del
secretario del tribunal".
No se debe confundir la existencia de plazos fatales con la facultad de dirección que tiene el
juez para dirigir la tramitación de una causa. Aunque el deber de dar impulso al proceso civil es
técnicamente una carga de la parte interesada en ejecutar un determinado acto, nuestro
legislador también admite para el juez un poder de dirección del proceso civil33.
La renuncia de los derechos es un tema cuyo estudio se realiza normalmente a partir de las
normas generales contenidas en los títulos preliminares de los códigos civiles. En el nuestro, el
art. 12 señala que "podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo
miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia"35.
Junto a las situaciones antes referidas, en el proceso civil se verifican otras formas de
renuncia que surgen de acciones u omisiones, que provocan, directa o indirectamente, la
disposición de un derecho. Entre otras hipótesis, lo anterior se produce por la no interposición
de recursos, por la preterición de hechos fundantes en la petición de tutela jurisdiccional, por la
suscripción de convenciones probatorias, por el reconocimiento de hechos o por el
denominado retraso desleal en el ejercicio de la acción38.
El principio de preclusión procesal, en relación con la renuncia de los derechos, explica por
qué adquieren el carácter de firmes o quedan extinguidas las facultades no ejercitadas durante
el término previsto para ello en el proceso41.
Por su lado, la carga procesal —entendida como el "imperativo del propio interés"42—
justifica cómo se consuma la renuncia, sin necesidad de acudir a criterios subjetivos para
validar la abdicación. En el proceso civil, basta que transcurra el plazo fatal y la parte no haya
satisfecho la respectiva carga procesal para consumar la renuncia, sin la necesidad de verificar
si el renunciante estaba de acuerdo o no con ello.
La descripción anterior no es absoluta, atendido que existen situaciones en las que la ley
dispone soluciones diferentes. El hecho de que opere una carga procesal no determina
siempre una abdicación de los derechos de la parte que no la observa, dependiendo de la
consecuencia que atribuya a esa omisión. Por ejemplo, si la omisión de contestar la demanda
tiene asignado un efecto probatorio de reconocimiento de hechos, se consuma una renuncia
de los derechos procesales; en el caso contrario, cuando sólo provoca una inversión de la
carga de la prueba, no se consuma ninguna renuncia43.
En nuestro proceso civil, la doctrina mayoritaria sostiene, con apoyo jurisprudencial, que la
no contestación de la demanda da lugar a la contestación ficta, mediante la cual la omisión
aludida provoca una negación total y absoluta de los hechos contenidos en la demanda44. Una
respuesta diversa se postula para el proceso laboral, donde la jurisprudencia ha aceptado
como solución a la rebeldía del demandado la ficta confesión45.
11.3. La regla "elegida una vía procesal por una parte no se puede acudir a otra"
Mediante esa conducta omisiva se logra luego restringir las impugnaciones tendientes a
privar de eficacia al laudo arbitral. En este caso, "la finalidad de la renuncia consiste en impedir
que más tarde en el arbitraje se presenten objeciones de mala fe o que pudieron haberse
hecho con anterioridad, o que en el procedimiento de reconocimiento y ejecución, o en el de
nulidad del laudo, la parte vencida trate de atacar injustificadamente el laudo"49.
12. L
Atendido que la casuística en esta materia es amplia, en lo que sigue ilustraremos el punto
con dos situaciones.
Como se ha explicado, la rebeldía es una de las conductas que puede asumir el demandado
frente a la demanda legalmente notificada. Bajo ciertos supuestos, esa actitud pasiva podría
surgir de una opción deliberada, aunque ello signifique renunciar a otros derechos procesales.
En efecto, dicha opción podría ser utilizada en aquellos casos en los que el hecho de no
contestar la demanda produce una alteración de la carga de la prueba en perjuicio del actor50.
13. E
El Código de Procedimiento Civil durante más de un siglo contempló la realidad física del
expediente, al declarar que el proceso está compuesto por escritos, documentos y actuaciones
de toda especie que se presenten o verifiquen en el proceso (art. 29 CPC). Conforme a ese
soporte, el mismo cuerpo legal establecía reglas para la presentación de los escritos, las
copias que se debían dejar de los mismos, los deberes del secretario una vez entregado el
escrito, el día en que debe ser proveído el escrito, la foliación de los autos, el desglose, el lugar
de mantención de los autos, la vista al fiscal, la remisión de los autos a otro tribunal u oficio.
Esa realidad material determinaba que la actividad de jueces y abogados girara en torno a
"los autos" o expediente. El debate de las partes se hacía en torno a lo expuesto en las
presentaciones o escritos o en relación con las actuaciones consignadas en los autos; en los
alegatos los abogados normalmente citaban las fojas y las actuaciones pertinentes a sus
intereses; los jueces y ministros fallaban conforme "al mérito del proceso", con expresa
mención a las fojas de esa materialidad (art. 160 CPC). Todo lo anterior determinaba que en la
práctica forense se repitiera como máxima que "lo que no está en el proceso, no está en el
mundo".
El referido expediente también consideraba como parte integrante del mismo algunas
gestiones preparatorias que permitían dar comienzo a actuaciones de la relación procesal52.
Esa realidad explica que el art. 178 del COT disponga que, no obstante el sistema general de
distribución de causas, serán de la competencia del juez que hubiere sido designado
anteriormente las demandas en juicio que se hayan iniciado por medidas prejudiciales o
gestiones preparatorias.
Por último, esa forma de registro en soporte de papel estaba expuesta a su destrucción por
hechos naturales o mediante su pérdida física de la secretaría, del archivo judicial, o, en su
caso, del Archivo Nacional. Cualquiera que fuese el hecho que origine ese evento, daba lugar
para que el juez ordenara su reconstitución53. Lo anterior no se debe confundir con ciertas
situaciones en las que los autos o expediente se remitían para ciertos fines, como la vista de
un recurso o la emisión de un dictamen (arts. 36 y 37 CPC).
Conforme a la redacción introducida al art. 29 del CPC, por la ley Nº 20.886 de 2015, en el
proceso digital "se formará la carpeta electrónica con los escritos, documentos, resoluciones,
actas de audiencias y actuaciones de toda especie que se presenten o verifiquen en el juicio.
Estos antecedentes serán registrados y conservados íntegramente en orden sucesivo
conforme a su fecha de presentación o verificación a través de cualquier medio que garantice
la fidelidad, preservación y reproducción de su contenido, lo que se regulará mediante auto
acordado de la Corte Suprema.
La carpeta electrónica estará disponible en el portal de internet del Poder Judicial, salvo que
la ley establezca lo contrario o habilite al tribunal para restringir su publicidad, o la de alguna
parte de ella.
Ninguna pieza de la carpeta electrónica podrá eliminarse sin que previamente lo decrete el
tribunal que conoce de la causa".
En suma, un hito relevante para nuestra la historia procesal civil es el día domingo 18 de
diciembre de 2016, al poner en vigencia para todos los tribunales ordinarios y especiales que
indica el art. 5º del COT las reglas sobre tramitación electrónica de los procedimientos
judiciales.
14. L
Los actos procesales de comunicación constituyen uno de los aspectos más relevantes del
desenvolvimiento de la relación procesal. La eficacia del proceso depende, en gran medida, de
la correcta ejecución de los actos de comunicación por la persona a quien la ley encomienda
su ejecución.
La relevancia de estos actos se señala en el art. 38 del CPC, al disponer que "las
resoluciones judiciales sólo producen efecto en virtud de notificación hecha con arreglo a la ley,
salvo los casos expresamente exceptuados por ella"54.
En el proceso no existe un solo tipo de actos de comunicación, tal como se pasa a reseñar
de manera general.
Las notificaciones son actos de comunicación que tienen por objeto poner en conocimiento
de las partes o de terceros el contenido de una resolución judicial para su cumplimiento.
La citación es un aviso por el que se llama a alguien para que comparezca a una diligencia o
actuación.
Según los destinatarios, se diferencian entre actos de comunicación del órgano jurisdiccional
a las partes o a terceros; actos de comunicación entre tribunales nacionales o extranjeros (que
se realiza mediante exhortos); actos de comunicación con autoridades administrativas (que se
realiza a través de oficios).
Según la forma en que se practica la notificación, puede ser personal (arts. 44 al 46 CPC),
por cédula (art. 44 CPC), por el estado electrónico en la página web del Poder Judicial (art. 51
del CPC)56, notificación tácita (art. 55 inc. 1º CPC), notificación ficta (art. 55 inc. 2º CPC) y por
avisos (art. 54 CPC).
Se debe insistir en que la notificación siempre es un acto formal, que debe ser realizado
conforme a las prescripciones legales por el ministro de fe que la ley encomiende. En el
proceso civil, en la secretaría del tribunal es el secretario o el oficial primero quien cumple esta
función (art. 58 CPC); fuera de este recinto, notifica el receptor judicial, salvo que en el lugar no
exista este funcionario y se pueda acudir a otros ministros de fe que habilita la ley para estos
efectos (arts. 58 inc. 2º y 705 CPC). Existe en leyes especiales la habilitación para que otros
sujetos actúen como ministros de fe.
El exhorto es una comunicación que emite un juez destinada a otro juez para que ordene dar
cumplimiento a una determinada actuación judicial en su territorio jurisdiccional57.
La explicación de esta comunicación se justifica en el art. 7º del COT, en cuanto dispone que
"los tribunales sólo podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley
les hubiere asignado". Lo anterior, conforme al mismo precepto, "no impide que en los
negocios de que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto en
otro territorio"58. Estas actuaciones que se deban practicar fuera del territorio jurisdiccional se
encargan, según el caso, mediante un exhorto a otro tribunal nacional o internacional (art. 71
inc. 1º CPC). Para ciertas actuaciones la ley habilita que se puedan realizar en otro territorio
jurisdiccional sin necesidad de exhorto ni habilitación del juez del territorio jurisdiccional donde
se lleva a cabo, como acontece con la práctica de una inspección personal del tribunal
(art. 403 CPC).
También la ley habilita que un juez pueda practicar directamente diligencias en otro territorio
jurisdiccional bajo ciertos supuestos. Esto acontece, a modo de ejemplo, con los juzgados
civiles de la Región Metropolitana, que pueden practicar, en los asuntos sometidos a su
conocimiento, actuaciones en cualquiera de las comunas que la integran (art. 43 inc. 2º COT).
14.3. Los oficios
Oficiar es comunicar, por escrito, algo referente a los asuntos que son objeto del juicio, para
pedir el cumplimento de una resolución o solicitar el envío de algún antecedente o documento.
Esta forma de comunicación permite hacer cumplir de la forma más expedita lo ordenado en
las resoluciones judiciales, por ejemplo, facilitando que un receptor sea auxiliado por
Carabineros de Chile en la ejecución del embargo de bienes o en el "lanzamiento" en un juicio
de arrendamiento; para requerir a un órgano público o privado antecedentes probatorios que
tenga en su poder, entre tantas otras posibilidades.
15. A
f) Actos de colaboración para el funcionamiento de los tribunales colegiados, como los que
corresponden a los relatores también y a los secretarios de Corte de Apelaciones compuestas
de una sala (arts. 372 a 374 y 383 COT);
Junto a la función que cumplen en la extensión de las escrituras públicas, los notarios
también tienen la función de realizar las protocolizaciones. La "protocolización es el hecho de
agregar al final del registro de un notario, a pedido de quien lo solicita" (art. 415 COT). Con esa
actuación se permite dotar a los instrumentos privados de un valor o certeza de su existencia
(art. 419 COT). La ley también le otorga el valor de instrumentos públicos a ciertos documentos
que han sido protocolizados (art. 420 COT).
Por último, en relación con el tratamiento de los instrumentos privados, los notarios pueden
"autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, sea en su presencia o cuya
autenticidad les conste" (arts. 410 Nº 10 y 425 COT).
1En nuestro derecho civil son exponentes clásicos de este tema V R , Víctor, Teoría general del acto
jurídico, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 5ª ed., 2003, pp. 9-407; D Á , Ramón, Teoría general
del negocio jurídico, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 2ª ed. a., 2012, pp. 11-235.
2Entre la abundante bibliografía procesal sobre esta materia, C , Francesco, Sistema de derecho
procesal civil, B. Aires: Uteha, tr. N. Alcalá y S.S. Melendo, t. III, 1944, pp. 1-547; G , James, Principios
generales del proceso, B. Aires: Labor, 1936, pp. 14- 193; O R , Manuel, Derecho Procesal, Valencia:
Punto y coma, 2000, pp. 287-350; Introducción al Derecho Procesal, Granada: Comares, 1999, pp. 244 y ss.;
S S , Henry, Nulidades en el proceso civil, Colombia: Universidad de Externado de Colombia, 2ª ed.,
2011, pp. 37-46; Q , Beatriz; P , Eugenio, Teoría General del Derecho Procesal, Bogotá: Temis, 4ª ed.
2008, pp. 552-561; C C , Juan, Los actos procesales, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, T. I y II,
1997, pp. 13-555; D , Fredie; P N , Pedro, Teoría de los hechos jurídicos procesales, Santiago:
Ara Editores, (tr. de Teoria dos fatos jurídicos processuais, tr. R. Canavi, de la 2ª ed. 2013), 2015, pp. 11-245.
4 El mismo fallo luego agrega que las sanciones de ineficacia de los actos procesales son la inexistencia, la
nulidad procesal, la preclusión y la inoponibilidad (CS, 4 de mayo de 1990, rol Nº 12686, LegalPublishing Nº
10968).
5 C. de Ap. de Concepción, 15 de marzo de 1993, MJ 1795.
6 Sobre la intervención voluntaria o forzada, cfr. el T. II de este Curso de Derecho Procesal, pp. 186-208.
7 En el caso de los tribunales colegiados, para conocer y decidir los asuntos que les estén encomendados
deben funcionar con el quórum mínimo de jueces fijado por la ley, y sus resoluciones se adoptarán por mayoría
absoluta de votos conformes (art. 72 COT). El proceso deliberativo para resolver los asuntos un tribunal colegiado
se contiene en las reglas "de los acuerdos" (arts. 72 al 89 COT).
8 En descripción de la CS, de 10 de agosto de 1995, "(...) los Relatores son funcionarios públicos encargados
por el Código Orgánico de Tribunales de dar a conocer a los tribunales colegiados los asuntos sometidos a su
jurisdicción, imponiéndolos fiel y razonadamente de todos los antecedentes, documentos y circunstancias que
permitan a los Jueces quedar debidamente instruidos de lo que van a resolver, por lo que resulta indispensable
que todos los miembros de un tribunal llamado a resolver de una determinada controversia se encuentren
presentes en la vista de la causa, oportunidad en la que se lleva a cabo la Relación" (CS, 10 de agosto de 1995,
MJ 2735. Sobre las funciones del relator previas a la vista de la causa, CS, 27 de julio de 1988, MJ 3870).
12 Esta materia es objeto de análisis por otras disciplinas, como la antropología, las comunicaciones, la teoría
literaria, la sociología, la psicología o la psiquiatría. La relevancia de estos estudios interdisciplinarios permite
apreciar cómo la presencia de otros fenómenos puede incidir en los actos procesales. Un ejemplo de ello proviene
del denominado "síndrome de déficit atencional e hiperactividad" (TDAH); si dicho trastorno está presente en los
sujetos que intervienen en un proceso, sus efectos pueden incidir en su resultado, considerando que esta
patología se caracteriza por la incapacidad para concentrarse en una conversación o lectura, distractibilidad,
olvidos frecuentes, episodios de pérdida de control de corta duración, impulsividad que llevan a hablar antes de
pensar, interrumpir las conversaciones de otros, impaciencia y otras (Para esta descripción, R , Arturo;
B , Francisco; B , Félix, "Trastorno por déficit atencional con hiperactividad en adultos", en
Revista Médica de Chile, v.131 n.10, Santiago, Oct. 2003, http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872003001000015.
14A modo de ejemplo, esto se aprecia en los casos en los que se han aplicado sanciones disciplinarias a los
abogados que han vulnerado el sistema de distribución de causas, con fin de radicar un asunto en un tribunal de
su preferencia, sin que ese castigo altere la radicación de la causa provocada que proviene de una conducta
contraria a la ética profesional. Igual situación acontece con las sanciones aplicadas a jueces por conductas
funcionarias consistentes en malos tratos de obra a los abogados o a las partes en una audiencia, las que no
afectan necesariamente el contenido de las resoluciones judiciales pronunciadas mediando una conducta hostil.
16Los jueces deben cumplir con los deberes de residencia y asistencia al lugar donde funciona el tribunal (arts.
311 al 315 COT). Por su parte, el art. 319 del COT establece el tiempo para la ejecución de los actos procesales
que dependen del juez, disponiendo que "los jueces están obligados a despachar los asuntos sometidos a su
conocimiento en los plazos que fija la ley o con toda la brevedad que las actuaciones de su ministerio les permitan,
guardando en este despacho el orden de la antigüedad de los asuntos, salvo cuando motivos graves y urgentes
exijan que dicho orden se altere". "Las causas se fallarán en los tribunales unipersonales tan pronto como
estuvieren en estado y por el orden de su conclusión. El mismo orden se observará para designar las causas en
los tribunales colegiados para su vista y decisión". "Exceptúense las cuestiones sobre deserción de recursos,
depósito de personas, alimentos provisionales, competencia, acumulaciones, recusaciones, desahucio, juicios
sumarios y ejecutivos, denegación de justicia o de prueba y demás negocios que por la ley, o por acuerdo del
tribunal fundado en circunstancias calificadas, deban tener preferencia, las cuales se antepondrán a los otros
asuntos desde que estuvieren en estado". Los otros deberes del juez, en cuanto funcionario público, se regulan
entre los arts. 311 al 323 ter del COT.
17Para ilustrar el valor de estas exigencias formales, la CS, en sentencia de 4 de agosto de 2004 (MJ 9109), ha
señalado que "Vigésimo: Que del análisis de la disposición legal antes señalada [el art. 61 del CPC] se puede
concluir que la ley establece una serie de formalidades que deben ser cumplidas por las actuaciones judiciales,
igual condición que deben cumplir las notificaciones, por cuanto precisamente tienen este carácter. Vigésimo
Primero: Que como se dejó expresamente establecido en autos no hay testimonio o constancia alguna de parte del
receptor judicial en relación a la entrega de la cédula correspondiente en el domicilio del apoderado del
demandado. Vigésimo Segundo: Que dada la naturaleza y formalidades que deben cumplirse al efectuar
determinadas diligencias, éstos no son posible de reconstruir o subsanarse por medio de vías o medios distintos a
aquellos que el propio legislador contempló para la validez de ellas. Que, a mayor abundamiento, de aceptarse la
interpretación de la parte demandante, que la notificación de una sentencia definitiva, puede probarse por otros
medios, ello significaría atentar contra el principio de la legalidad de la notificación, ya que bastaría por esta sola
circunstancia, para que una de las partes estableciere la fecha de la notificación en forma unilateral, quedando la
contraparte impedida de ejercer los recursos que procedan contra la sentencia".
18 Esta materia se encuentra regulada en el Título VII del CPC, sin perjuicio de normas especiales que han
establecido otras soluciones.
19 La ley Nº 20.774, de 4 de septiembre de 2014, suprimió el feriado judicial para todos los tribunales de la
República.
22 Este tema lo hemos abordado en nuestros trabajos, El recurso de casación en el fondo civil. Santiago:
LegalPublishing, 2013; "La discriminación judicial como nuevo error decisorio litis en el proceso chileno", Revista
Chilena de Derecho, 2011, Vol. 38, Nº 2, pp. 339-348; La jurisprudencia de los tribunales como fuente del derecho:
una perspectiva procesal, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, Chile, 2004.
23B , Manuel E., La lei de organización i atribuciones de los tribunales de Chile, Santiago: Imprenta
Nacional, 1890, I., p. 539, con una síntesis de la discusión legislativa sobre el alcance de estas normas. Un estudio
del tema, en A B , Octavio, Autos acordados y su ámbito regulatorio, Santiago: Librotecnia, 2014, pp.
9-197; V M , José Ignacio, "El control de constitucionalidad de los aautos acordados dictados por la
Corte Suprema", Revista de Derecho Público, Nº 72, 2010, pp. 198-210.
25 La Corte Suprema ha dictado el Auto Acordado de 10 de septiembre de 2012, "Sobre declaraciones juradas
de conflictos de intereses", detallando la forma de realizar una declaración, que debe contener "la individualización
de las actividades profesionales y económicas en que participe el magistrado, funcionario, auxiliar de la
Administración de Justicia o abogado integrante, de acuerdo al inciso segundo del artículo 323 bis del Código
Orgánico de Tribunales, en relación con el artículo 60 de la ley Nº 18.575" (Acta Nº 114-2012).
26 En el CPC el principio de la eventualidad está presente en los siguientes actos procesales: en la acumulación
eventual de acciones (art. 17 inc. 2º CPC); en la deducción en el escrito de contestación de excepciones
procesales y materiales, con carácter subordinado. Por ejemplo, se alega en primer lugar la incompetencia del
tribunal y, para el evento en que no sea acogida, la excepción material de pago. Esta forma de plantear las
excepciones eventualmente condicionadas se hace obligatoria para todos aquellos casos en los que la ley
establece que todas las excepciones deben deducirse en un solo acto (arts. 465 y 690 CPC); en materia de
recursos, la ley permite en ciertos casos que ellos se deduzcan en forma condicionada, como ocurre, por ejemplo,
con la reposición y la apelación (arts. 189 inc. 3º y 319 CPC).
27Sobre las condenas de futuro, cfr. el T. I de este Curso de Derecho Procesal Civil, pp. 41-47 y 83-87.
28G O , Emilio, "La confesión judicial anticipada", en Derecho y Proceso, Madrid: Civitas, 2009, p.
33.
29 Esta regla tiene su origen en la jurisprudencia francesa, pero se ha extendido en la jurisprudencia y doctrina
de varios países. Sobre el tema, cfr. D Á , Ramón. Fraus Omnia Corrumpit, Notas sobre el fraude
en el Derecho Civil, Revista de Derecho y Jurisprudencia, RDJ, LXXXIX, Nº 3, 1992, pp. 73-96.
30Cfr. P , Jorge, El proceso civil, ob. cit., pp. 183-185. Otros ejemplos en F L , Fernando, "El
fraude a la ley" en RDJ, t. LXXXVIII, 1991, pp. 46-48.
31C. de Ap. de Santiago, 12 de septiembre de 1957, RDJ, t. LVII, sec. 1ª, p. 242; CS, 14 de mayo de 1963, RDJ, t. LX, sec. 1ª, p. 81. En contra, CS, 21 de agosto de 2007, rol Nº
694-2006, GJ Nº 326, p. 134.
32La ley sólo admite la renuncia o reducción o la suspensión dentro del margen indicado; a contrario sensu, se
podría sostener que no resulta válido que las partes puedan convencionalmente ampliar un término legal.
33 Sobre los poderes del juez civil, H , Iván, "Rol y poderes del juez civil: una mirada desde la eficiencia
del proceso", en Revista de Derecho, UCN, 2011, v. 18, pp. 73-101.
35 En este punto hemos seguido nuestro trabajo "La renuncia de los derechos en el proceso civil", publicado en
Derecho, Justicia, Universidad, liber amicorum de Andrés de la Oliva, Madrid: Ramón Areces, 2016. Ed. J. Vegas,
I. Diez P., t. II, 2016, pp. 2741-2753.
37 Sobre el tema, cfr. P M , María Ángeles, El desistimiento en el proceso civil, Barcelona: J. M. Bosch,
2001, pp. 21-310; C M , Raquel, Del poder de disposición de las partes sobre el proceso civil y
sobre sus pretensiones, Madrid: La Ley, 2014, pp. 15-323. Este tópico ha sido de interés del profesor De la Oliva,
tal como consta en el artículo publicado en 1979, "En torno a la renuncia del actor en el proceso civil", en Escritos
en homenaje al profesor Prieto-Castro, Madrid: Editora Nacional, 1979, t. II, pp. 615-630.
38 El denominado retraso desleal en el ejercicio de la acción es una forma de renuncia de los derechos que se
puede consumar en el proceso. Se trata de una figura desarrollada principalmente en el derecho alemán con el
nombre de verwinkung, que ya ha sido admitida doctrinal y jurisprudencialmente en España. Sobre este tema, cfr.
F , Fiorenzo, Il divieto di "venire contro el fatto propio", Milán: Giuffre Editore, 2007, pp. 133-141. Sobre su
recepción en España, D -P P L , Luis, La doctrina de los actos propios, Madrid: Civitas, 2ª
ed., 2014, pp. 207-214. Sintetiza las exigencias de esta forma de renuncia del derecho de acción la sentencia de la
Primera Sala del Tribunal Supremo español, de 26 de septiembre de 2013, al expresar que, "como afirma la STS
769/2010, de 3 diciembre 'se considera que son características de esta situación de retraso desleal (Verwinkung):
a) el transcurso de un período de tiempo sin ejercitar el derecho; b) la omisión del ejercicio; c) creación de una
confianza legítima en la otra parte de que no se ejercitará (...). La doctrina del retraso desleal considera contrario a
la buena fe un ejercicio del derecho tan tardío que lleve a la otra parte a tener razones para pensar que no iba a
actuarlo (SSTS de 21 de mayo de 1982, 21 de septiembre de 1987, 13 de julio de 1995, 4 de julio de 1997). Para
la aplicación de la doctrina es necesario que la conducta de una parte pueda ser valorada como permisiva de la
actuación de la otra parte, o clara e inequívoca de la renuncia al derecho, pues el mero transcurso del tiempo,
vigente la acción, no es suficiente para deducir una conformidad que entrañe una renuncia, nunca presumible
(STS de 22 de octubre de 2002, RC Nº 901/1997. STS del 7 de junio de 2010, recurso: 1039/2006)". A modo de
síntesis, el contenido esencial de esta figura determina que "(...) 'un derecho subjetivo o una pretensión no pueden
ejercitarse cuando el titular no se ha preocupado durante mucho tiempo de hacerlos valer y ha dado lugar, con su
actitud omisiva, a que el adversario de la pretensión pueda esperar objetivamente que ya no se ejercitará el
derecho'" . En el fondo, se trata de considerar "inadmisible que el derecho se ejerza con un retraso objetivamente
desleal". TS, Sala 1ª Civil, 12 de diciembre de 2011. Sentencia Nº 872/2011.
39C , José, Principios de Derecho Procesal Civil, Madrid: Reus, 1922, tr. de la 3ª ed. italiana José
Casais y Santaló, T. II, p. 253.
40 Una explicación de esta doctrina, en M , Girolamo, "El actual debate sobre las orientaciones
publicísticas del proceso civil", en Proceso e Ideología, Santiago: Editorial Metropolitana (VV.AA.). coord. J.
M A , 2008, pp. 97-106. Sobre el tema, T , Michele, "Las garantías fundamentales de la justicia
civil en el mundo globalizado", en Páginas sobre justicia civil, Madrid: Marcial Pons, 2009, pp. 63-75; C ,
Luigi Paolo, "Diritto fondamentali e garanzie processuali comuni nella prospettiva dell´unione europea" en Studi in
onore di Crisanto Mandrioli, Milán: Giuffre Editore, t. II, 1995, pp. 1025-1059.
"(...) consta del registro de audio de la audiencia preparatoria del juicio oral, como asimismo, del considerando
quinto de la sentencia impugnada, que el mandatario de la actora ingresó a la audiencia preparatoria una vez
recibida la causa a prueba y ofrecida la pertinente por parte de la demandada, oportunidad en que aquél se limitó a
dar las razones por las cuales ingresaba en forma tardía a la misma y a solicitar se le permitiera ofrecer prueba,
solicitud que le fue negada por la magistrado al haber efectuado el llamado a esta parte en dos ocasiones sin que
se presentara, razón por la cual se declaró precluido su derecho, sin que ésta parte incidentara o reclamara en
forma alguna en la misma audiencia del supuesto vicio que se estaba cometiendo, esto es, la negativa a su
derecho de ofrecer prueba para rendir en el juicio oral, sino que dejó transcurrir seis días hasta que dedujo la
incidencia de nulidad de dicha resolución, razón por la cual ésta fue rechazada por extemporánea, no existiendo
por tanto el vicio que se ha alegado en este recurso, toda vez que las actuaciones realizadas durante la audiencia
preparatoria se llevaron a efecto con pleno respeto de las normas legales que la regulan" (C. de Ap. de
Concepción, 9 de septiembre de 2015. Rol Nº 283-15, MJ 42483).
42G , James, Derecho Procesal Civil, tr. de la 2ª ed. Alemana L. Prieto-Castro, Madrid: Marcial
Pons, 2010 (nueva edición a cargo de J. López Barja de Quiroga), p. 28.
44Por todos, cfr. R P , Ignacio, Procedimiento Civil, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 7ª ed. r. y
A. C. M , 2005, pp. 73-75. Con una apreciación crítica de la solución, C M , Gonzalo,
Proceso Civil (con B , Andrés; P V , Diego), Santiago: LegalPublishing, 2013, pp. 156-157.
46Según D , esta regla tiene su fuente en Decio, Regula, 301.6, p. 117. También se cita a Papiniano y
Ulpiano (D. 18.3.4.2). D , Rafael, Reglas jurídicas y aforismos, Pamplona: Aranzadi, 2000, p. 48.
47 En el fondo se sanciona el comportamiento procesal de la parte, tal como se aprecia en los siguientes
considerandos: "Décimo sexto: Que así las cosas no cabe sino concluir que la materia sometida al conocimiento y
decisión del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia mediante la demanda de fs. 364 escapa por completo
del ámbito de su competencia y se inscribe de lleno en aquel que es propio del Tribunal de Contratación Pública,
órgano de la judicatura a quien corresponde exclusivamente decidir en torno a la existencia de actos u omisiones
arbitrarios o ilegales verificados con ocasión de procedimientos administrativos de contratación con organismos
públicos regidos por la ley Nº 19.886 entre la aprobación de las Bases de la licitación y su adjudicación (...).
Décimo séptimo: Que la dicha conclusión se ve refrendada por la circunstancia de que el Tribunal de Contratación
Pública ya conoció y se pronunció acerca de este conflicto en concreto, lo que sucedió a propósito de la demanda
intentada ante él por Sonda S.A. en la causa rol Nº 162-2011, en la que incide un recurso de queja del que ha
conocido esta Corte a la vez que de las reclamaciones deducidas en estos autos. En esos antecedentes los jueces
competentes para ello han efectuado el análisis que al efecto les encomienda la ley y han llegado a las
conclusiones que allí se leen, sin que en el presente proceso corresponda efectuar declaración alguna sobre el
particular, pues ello supondría violentar la competencia que en exclusiva les ha conferido el legislador en esta
materia" (Otros antecedentes en nuestro comentario del fallo en Revista de Derecho, Universidad Católica del
Norte, Nº 1, 2015, pp. 597-604).
48 En tal sentido, CS, 26 de septiembre de 2000, RDJ, t. XCVII, sec. 1ª, p. 177.
49F R , Cecilia, "Comentario al art. 32", en Nuevo Reglamento de Arbitraje de la CNUDMI 2010, B.
Aires: Legis, 2011, (VV.AA.), p. 323.
51 La normativa ordena que "mientras la confesión no sea prestada, se mantendrán en reserva las
interrogaciones sobre que deba recaer" (art. 377 CPC).
52 La CS, en sentencia de 7 de septiembre de 2010, ha señalado que "del examen de las disposiciones
normativas transcritas se desprende que la gestión preparatoria de notificación judicial de factura y el juicio
posterior, en este caso ejecutivo, constituyen una unidad procesal, puesto que se formará el proceso con los
escritos, documentos y actuaciones de toda especie que se presenten o verifiquen en el juicio, según indica el
artículo 29 del Código de Procedimiento Civil, a lo cual se agrega que el legislador sólo ha requerido en forma
perentoria que la primera notificación a las partes o personas a quienes haya de afectar sus resultados, deberá
hacérselas personalmente, atendido lo ordenado por el artículo 40 del mismo Código, la que se entiende cumplida
al notificarse la gestión preparatoria de la vía ejecutiva por lo que, luego, la resolución que provee la demanda,
ordenando el despáchese, puede notificarse por cédula, en atención al hecho que el sistema adoptado en el
Proyecto -según se manifiesta en el Mensaje del Código de Procedimiento- consiste en practicar una primera
notificación personal al demandado, rodeándola de todas las seguridades necesarias para su regularidad, e
imponer en seguida a las partes la obligación de mantener vigilancia activa sobre la marcha del proceso
autorizando para ello las notificaciones por cédula y aún por la simple inscripción en los estados de las secretarías"
(CS, 7 de septiembre de 2010. Rol Nº 6095-10, MJ 24709. En igual sentido, CS, 2 de junio de 2011. Rol Nº 1905-
10, MJ 27746; CS, 13 de mayo de 2013. Rol Nº 613-13, MJ 35163).
53 Este hecho surge a partir del certificado de extravío por el secretario del tribunal. Ahora, si en esta situación
ha mediado una conducta dolosa, la ley ha previsto una hipótesis de responsabilidad penal. El art. 4º de la ley Nº
5.507, de 9 de noviembre de 1934, dispone que "será castigado con la pena de reclusión menor en su grado
mínimo y multa de $ 100 a $ 1,000, el que substrajere, hurtare, robare o destruyere un expediente o proceso
administrativo o judicial, que estuviere en tramitación o afinado".
54 El régimen general de estos actos procesales se contiene en el Título VI del CPC, sin perjuicio de otras
regulaciones particulares.
55 Sintetiza el valor de este acto procesal para el juicio ejecutivo la sentencia de la CS de 29 de junio de 2011.
Rol Nº 555-10, MJ 28197.
56 Antes de la entrada en vigencia de la tramitación electrónica o digital, ésta se conocía como notificación por
el "estado diario".
57 Como lo ha declarado la C. de Ap. de Punta Arenas, 21 de junio de 2013: "que consecuente con el llamado
principio de la territorialidad, el legislador ha dispuesto que todas las actuaciones necesarias para la formación del
proceso deben practicarse por el tribunal que conozca de la causa, salvo los casos en que ellas hayan de
practicarse fuera del lugar en que se siga el juicio. La manera como un tribunal puede encomendar a otro la
práctica de determinadas actuaciones judiciales, es enviándole una comunicación que recibe el nombre técnico de
exhorto. El tribunal que recibe el exhorto por su parte está obligado a practicar o dar orden para que se practiquen
en su territorio, las actuaciones que en él deban ejecutarse y que otro tribunal le encomiende. 'Manual de Derecho
Procesal'. Mario C V , tomo III, Editorial Jurídica de Chile, p. 129" (C. de Ap. de Punta Arenas, 21 de
junio de 2013. Rol Nº 75-13, MJ 35493).
58Por ejemplo, se pueden ordenar embargos que pueden practicarse en otros territorios; se puede citar a
testigos para que declaren ante el tribunal del territorio donde tengan su domicilio, etc.
60 La institución de los notarios tiene su origen en el Derecho romano, con los scribae o notarii. Con el tiempo
llegarían a adquirir la categoría de ministros de fe, desarrollándose un estatuto jurídico que actualmente da vida al
derecho notarial. La primera regulación patria sobre los notarios se debe a Ley de Organización y Atribuciones de
los Tribunales de Chile, de 1875, específicamente, el Título XVIII, artículos 361 y siguientes. Dicha normativa
permanecería vigente hasta la promulgación de la ley Nº 18.181, de 26 de noviembre de 1982, que sustituyó
íntegramente el párrafo 7 del referido Título XI (que corresponde al original Título XVIII de la Ley de Organización y
Atribuciones de los Tribunales de Chile).
C II L
1. E
El acto procesal puede ser eficaz o ineficaz, según si produce o no los efectos que son
propios a su naturaleza. Para tal efecto, el ordenamiento jurídico considera una amplia gama
de sanciones que permiten desconocer o restar valor a los actos procesales ejecutados
imperfecta o irregularmente, privándolos de sus consecuencias jurídicas61.
Como el proceso conforma una relación autónoma, las ineficacias que allí surgen son
independientes de las que pueden afectar a los actos o contratos vinculados al derecho
material que es discutido en el objeto del proceso. Como lo ha expuesto la Corte de
Apelaciones de Santiago, en sentencia de 6 de mayo de 1983, "la relación procesal se vicia
por el fallo de los presupuestos procesales, como la jurisdicción, competencia absoluta,
capacidad procesal o por algún defecto que anule el procedimiento, pero no sufre daño por
algún vicio que pudiere tener la relación jurídica sustancial, que es autónoma de la primera"62.
Como se explicará, los actos procesales afectados por alguna imperfección o irregularidad
permiten una declaración judicial de ineficacia, cuyas consecuencias jurídicas pueden afectar a
las partes, al juez y eventualmente a los terceros que intervienen en la relación procesal63.
La ineficacia supone aplicar sanciones que pueden estar consideradas dentro de un sistema
general o también de uno particular; en este último evento sólo afectan a ciertos actos
procesales. Por ejemplo, el embargo sobre bienes raíces, para que produzca efectos en
relación a terceros, debe ser inscrito (art. 453 CPC); la ejecución de algunos actos para que
sean eficaces requieren prestar un juramento (arts. 62 y 363 CPC), etc.
En lo que sigue se describe el contenido esencial de las principales sanciones que actúan en
el campo procesal, las que se vinculan a la inexistencia jurídica, a la nulidad procesal, a la
inadmisibilidad, a la caducidad y a la inoponibilidad.
2. L
La doctrina de la inexistencia jurídica ha sido explicada y defendida por diversos teóricos del
derecho, tomando como punto de partida la distinción entre los requisitos de existencia y los de
validez en los actos o negocios jurídicos64.
La inexistencia surgiría cuando no está presente uno de los requisitos que permite que el
acto nazca a la vida del derecho. Esa ausencia autoriza a declarar que ese acto es aparente,
que no llegó a existir jurídicamente. En cambio, si se trata de los requisitos de validez, el acto
nace al derecho, pero con un vicio que permite su declaración de nulidad.
En el ámbito procesal, la ley no señala cuáles son los requisitos de existencia. De hecho, el
CPC no considera explícitamente a la inexistencia como una ineficacia procesal de aplicación
general. Esto se aprecia en la forma en que se resuelve la falta de emplazamiento del
demandado. Aunque la carencia de ese presupuesto procesal no permite postular que la
relación jurídica haya nacido a la vida del derecho para el demandado, la ley reconduce esa
irregularidad a la declaración de nulidad de todo lo obrado, fijando incluso un límite temporal
para su alegación, bajo la sanción de convalidar el defecto (art. 80 CPC). Ratifica su
tratamiento como un vicio de nulidad su señalamiento como trámite o diligencia esencial en el
recurso de casación en la forma (arts. 768 Nº 9 y 795 Nº 1 CPC).
En nuestra jurisprudencia se aplicó esta ineficacia en los autos laborales "Marchant con
Gobierno de China Nacionalista". Dicho proceso concluyó con una condena al Estado chino en
un proceso tramitado en su rebeldía. Una vez que quedó firme la sentencia, el gobierno chino
reclamó, por vía diplomática, la infracción a una inmunidad de jurisdicción. El Ministerio de
Relaciones Exteriores remitió la presentación del embajador a la Corte Suprema, con el objeto
de que se adoptaran las medidas que considerara procedentes. La referida comunicación
cumplió su objetivo, obteniendo que el pleno de ese tribunal "anulara todo lo obrado", fundado
en haber carecido ese juzgado de jurisdicción para conocer del pleito65.
La misma solución se aplicó en "Senerman con República de Cuba". En este caso el actor
demandó a la República de Cuba la nulidad de un contrato de compraventa por lesión enorme.
Después de haber quedado firme el fallo se reclamó la infracción a la inmunidad de jurisdicción
mediante una presentación del presidente del Consejo de Defensa del Estado, que culminó
con la declaración de la "nulidad de todo lo obrado" por la Corte Suprema66.
Aunque en las decisiones antes referidas se utiliza la expresión "nulidad de todo lo obrado",
en rigor, la ineficacia aplicada es la constatación de la inexistencia, al tratarse de actos
judiciales que habían producido una cosa juzgada aparente.
b) En la constitución del mandato judicial. La ley sobre comparecencia en juicio dispone que,
cuando no se autoriza el poder o su delegación dentro del plazo de tres días, contados desde
que el tribunal ordena su constitución, "se tendrá la solicitud por no presentada para todos los
efectos legales" (art. 2º. inc. 4º y 5º ley Nº 18.120). Se ha resuelto que, para la aplicación de
esta sanción, es necesario el requerimiento judicial o apercibimiento del juez67.
c) En la declaración de un séptimo testigo sobre un mismo punto de prueba (art. 372 CPC).
Al tratarse de un acto realizado prescindiendo de la limitación legal de presentar seis testigos
por punto de prueba, el juez optó por no ponderar esa declaración, lo que equivale a aplicar la
consecuencia propia de la inexistencia68.
3. L
Desde el punto de vista cuantitativo, ésta es la ineficacia con mayor aplicación en el proceso,
atendido que en el desenvolvimiento de la relación procesal el juez o tribunal debe
pronunciarse sobre la procedencia de los diversos tipos de actos procesales, verificando el
cumplimiento de los requisitos de forma o de fondo.
En términos generales, todo acto procesal debe cumplir con requisitos relativos a la aptitud
de los sujetos, a la declaración de voluntad, al objeto del acto, al lugar, tiempo y a la forma del
acto.
La aptitud de los sujetos apunta a la cualidad subjetiva que debe concurrir en el que ejecuta
el acto procesal.
La voluntad, como se explicó, se trata de una exigencia común a todo acto jurídico que
puede tener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer, además de ser
física y moralmente posible. La admisibilidad se decreta normalmente por el juez de manera
implícita, al autorizar el trámite o diligencia solicitada. En cambio, la inadmisibilidad supone una
expresión de voluntad en la que se alude directamente a esa ineficacia o mediando otras
expresiones. Las más frecuentes son "pídase lo que en derecho corresponda", "ocúrrase ante
quien corresponda", "para proveer, cúmplase lo ordenado en el plazo indicado, bajo
apercibimiento de tenerse por no presentado", entre otras.
Para la admisión a trámite del acto procesal de demanda existen distintos modelos. Según lo
defina el legislador, se puede optar por establecer un control de requisitos formales o introducir
en ese examen alguna exigencia de fondo, facultando al juez para rechazar a trámite el libelo
manifiestamente infundado o improponible69.
En el CPC, el juez detenta el poder de dirección para controlar los aspectos formales de la
demanda, pero no puede declarar que no la admite a trámite, aunque de su lectura preliminar
aparezca ostensiblemente que carece de los fundamentos necesarios para ser acogida cuando
dicte la sentencia sobre el fondo (art. 256 CPC).
La admisibilidad de los actos procesales se decreta por el juez utilizando formas rituales en
las que, con mayor o menor expedición, se autoriza la ejecución del acto procesal respectivo, a
la vez que se reconocen los derechos que puede ejercer la contraparte para instar por la
inadmisibilidad del acto o actuación, en los términos que se pasa a explicar.
a) Con citación. "Siempre que se ordene o autorice una diligencia con citación se entenderá
que no puede llevarse a efecto sino pasado tres días después de la notificación de la parte
contraria, la cual tendrá el derecho de oponerse o deducir observaciones dentro de dicho
plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que no se resuelva el incidente".
Cuando se decreta una actuación judicial bajo esta modalidad, lo que hace el tribunal es
acceder de inmediato a ella, salvo que la parte se oponga dentro de tercero día71.
Aunque la posibilidad de subsanar los actos procesales no es una materia ajena a nuestro
sistema legal, se debe advertir que ella no cuenta con una regulación sistemática. A falta de
norma legal que resuelva si un defecto es subsanable o insubsanable, el juez deberá calificar
la situación, tratando de conciliar una serie de elementos en una tarea que es compleja, por
una serie de razones que se pasa a reseñar.
El acto procesal no depende de la mera voluntad o capricho del juez, que pueda
arbitrariamente imponer requisitos de admisibilidad diferentes a los previstos en la fuente
jurídica que regula el acto procesal. Por ejemplo, si a un determinado magistrado le resulta
tedioso participar en las audiencias de prueba testimonial, ello no es una razón para privar a la
parte de ese medio de prueba cuando fue solicitado en forma oportuna y cumpliendo con las
exigencias legales. De igual forma, un juez no puede decretar la exhibición de documentos que
revistan el carácter de secretos o confidenciales, aunque su ánimo de fiscalización sea su
defecto dominante (art. 349 CPC).
El estudio de la jurisprudencia revela que los jueces cumplen con un rol relevante en la
interpretación de las exigencias procesales para declarar admisible o desestimar una
determinada actuación. Así, a modo de ejemplo, en lo que dice relación con la minuta exigida
para el interrogatorio de los testigos (art. 320 CPC), durante una época su carencia no podía
ser suplida interrogando al testigo al tenor de los puntos fijados en el auto de prueba. Después
de años se produjo un cambio de interpretación, pasando a ser un acto procesal admisible
interrogar al testigo al tenor del "auto de prueba", sin necesidad de acompañar la minuta
señalada en la ley74.
Uno de los principales instrumentos para subsanar los actos procesales imperfectamente
ejecutados se contempla en el art. 84 del CPC, cuando dispone que "el juez podrá corregir de
oficio los errores que observe en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las
medidas que tiendan a evitar la nulidad de los actos de procedimiento. No podrá, sin embargo,
subsanar las actuaciones viciadas en razón de haberse realizado éstas fuera de plazo fatal
indicado por la ley"75.
4. L
La nulidad es una sanción aplicable a los actos procesales por la inobservancia de los
requisitos de validez o por la omisión de algún presupuesto procesal76.
En cuanto a su finalidad, el fallo recién referido indica que la nulidad busca "restarle valor a
la actuación viciada, destruirla, tenerla como no sucedida, ya que no constituye el medio
idóneo destinado a cumplir el objetivo para el que fue prevista por el legislador. Su fundamento
no es otro que proteger el ordenamiento jurídico que rige el proceso, lograr el respeto de las
normas procesales y se busca, por medio de ella, resguardar la garantía constitucional del
debido proceso"78.
El ámbito de aplicación de esta ineficacia incluye los actos procesales ejecutados por el juez,
por las partes y también de los auxiliares de la administración de justicia, siempre que no
corresponda aplicar a la irregularidad o defecto otra sanción.
En el derecho patrio el estatuto de autonomía de la nulidad procesal tiene como hito una de
las Leyes Marianas de 1837, específicamente, la que se ocupó del recurso de nulidad.
El desarrollo teórico en esta materia se debe al aporte precursor de Santa Cruz Serrano, en
su Ensayo sobre la teoría de las nulidades procesales en el Código de Procedimiento Civil
chileno (Santiago, Editorial Imprenta Chile, 1936). A lo anterior se suma la difundida
monografía de Salas Vivaldi, titulada Los incidentes y en especial el de nulidad procesal, que
cuenta a la fecha con varias ediciones. A lo indicado se debe adicionar en la década de los
noventa del siglo pasado los estudios de Tavolari Oliveros y, en una fecha más reciente, el
aporte de Carrasco Poblete, entre otros79.
La separación entre nulidad civil y nulidad procesal se comienza a perfilar en los fallos que
limitaron toda posibilidad de anular un juicio, cualquiera que sea su naturaleza, por medio de
otro juicio ordinario80. Constituye un hito en este tema la sentencia de la Corte Suprema de 30
de julio de 1924, al enfatizar el cambio de orientación con la solución aplicada en el derecho
histórico81. Con posterioridad ha reiterado la doctrina referida la sentencia del mismo tribunal,
de 28 de enero de 2011, al señalar "que, cabe distinguir también, entre la nulidad civil y la
nulidad procesal. De acuerdo al artículo 1681 del Código Civil 'es nulo todo acto o contrato a
que falte alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato,
según su especie y la calidad o estado de las partes. La nulidad puede ser absoluta o relativa'.
En tanto, se ha definido la nulidad procesal como la sanción de ineficacia respecto de los actos
jurídicos del proceso por el incumplimiento de algunos de los requisitos que la ley prescribe
para su validez"82.
En nuestro proceso civil se contemplan diversas opciones técnicas para impetrar y aplicar la
nulidad, tal como se aprecia del siguiente esquema general:
a) El incidente ordinario de nulidad procesal. El art. 83 del CPC dispone que
"la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos que la ley
expresamente lo disponga y en todos aquellos en que exista un vicio que irrogue a alguna de
las partes un perjuicio reparable sólo con la declaración de nulidad".
El plazo para solicitarla, conforme al precepto indicado, es "dentro de cinco días, contados
desde que aparezca o se acredite que quien deba reclamar de la nulidad tuvo conocimiento del
vicio, a menos que se trate de la incompetencia absoluta del tribunal". Asimismo, la
jurisprudencia ha precisado que el sujeto legitimado es el que tiene la calidad de parte como
legítimo contradictor, siempre que tenga interés en la objeción del acto procesal que considera
lesivo y no haya convalidado el defecto causante del vicio de nulidad87. En cuanto a la
oportunidad, la petición de nulidad debe ser promovida tan pronto llegue al conocimiento del
afectado, para evitar la mala fe88; si la parte legitimada no pide la nulidad dentro de la
oportunidad legal, se produce una renuncia al derecho a solicitarla y, con tal renuncia, los
vicios quedan saneados89.
c) Mediante la declaración de oficio. La ley admite que, bajo ciertos supuestos, esta sanción
también sea declarada de oficio por los tribunales, esto es, sin mediar una petición de las
partes. El principal instrumento en tal sentido proviene de la facultad prevista en el art. 84 inc.
final del CPC, al disponer que "el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la
tramitación del proceso". La aplicación preferente en la práctica forense ha sido declarar la
nulidad por falta de emplazamiento, pero gradualmente se ha extendido a otros defectos o
vicios.
También admite esta actuación de oficio el art. 775 del CPC, autorizando al tribunal ad quem
para llamar a los abogados a alegar sobre posibles vicios de nulidad justificante de la casación
en la forma, cuando conocen de un asunto en la vista de un recurso, en el trámite de la
consulta o en alguna incidencia.
"Seguidamente, cesa también la facultad del tribunal para declarar la nulidad de oficio desde
que la sentencia definitiva o interlocutoria es notificada a alguna de las partes, toda vez que
hecho lo anterior se produce el fenómeno procesal denominado 'desasimiento del tribunal', en
virtud del cual este último pierde toda autoridad o injerencia en el proceso, no pudiendo alterar
o modificar en forma alguna la sentencia ni las actuaciones anteriores, al tenor de lo que prevé
el artículo 182 del Código de Procedimiento Civil. Esta prohibición, evidentemente, impide al
tribunal anular de oficio el fallo o cualquier actuación anterior del juicio, porque esas
anulaciones se traducirían en modificaciones de la decisión adoptada. Por ende, notificada la
sentencia a alguna de las partes, el juez no puede retrotraer el proceso declarando la nulidad
del mismo, pues, corresponderá a las partes denunciar los supuestos vicios a través de los
medios de impugnación que la ley indica, o en su caso, que el tribunal ad quem perciba el
defecto susceptible de ser anulado de oficio".
"En este sentido se ha expresado por la jurisprudencia que 'El tribunal, por su parte, puede
declarar de propia iniciativa la nulidad de estos actos esenciales del proceso que, miran al
orden público, cuando el vicio aparece manifiesto en autos. Está habilitado para hacerlo hasta
que se produzca el desasimiento, lo que ocurre con la notificación de la sentencia a alguno de
los litigantes' (C. Santiago, 4 de diciembre de 1985, RDJ, t. 82, sec. 2ª, p. 119)"91.
d) Por la vía de las acciones o recursos que contemplan las causales de nulidad,
diferenciando entre errores in judicando y errores in procedendo, cuyo desarrollo se hará al
estudiar los actos procesales de impugnación.
El principio de la especificidad determina que no hay nulidad sin texto expreso de ley. En
explicación de la Corte Suprema, de 8 de septiembre de 2011: "al tenor del principio de la
especificidad, no hay nulidad sin texto que la conmine. No hay nulidad procesal sin ley
específica que la establezca, en atención a que, siendo una sanción excepcional, solamente
puede decretarse en los casos expresamente señalados en el Derecho positivo (...)"93.
El principio de la trascendencia determina que la nulidad sea declarada sólo cuando exista
una necesidad jurídica que justifique su aplicación; en su formulación más tradicional, el
contenido de este principio se traduce en la fórmula "no hay nulidad sin perjuicio".
La subsanación en materia de nulidad se refiere a la actividad de las partes o del juez que
permite remediar el defecto para evitar la declaración de nulidad.
En la práctica la subsanación se puede producir de diversas formas. La más común es la
preclusión del plazo para impetrar la nulidad. (arts. 83 y 770 del CPC).
También puede operar mediante la actuación expresa o tácita de las partes, que confirman o
convalidan la actuación viciada.
Asimismo, se convalida el vicio mediante la producción del efecto de cosa juzgada, atendido
que la nulidad sólo puede ser impetrada mientras exista juicio pendiente (in limine litis). Lo
anterior no se debe confundir con las hipótesis de cosa juzgada aparente, en las que se
declara la inexistencia procesal, en los términos antes explicados.
El principio de la extensión determina que la sentencia que declara la nulidad precise las
consecuencias que esta sanción produce en la relación procesal o en actos procesales
ejecutados en el proceso. El reconocimiento positivo de este principio, entre otros preceptos,
consta en los arts. 83, 786 inc. 1º y 815 inc. 2º del CPC.
La caducidad es una sanción que provoca un efecto extintivo para ejecutar actos procesales
por la consumación de un plazo.
La base legal genérica de esta sanción se consagra en el art. 64 del CPC para los plazos
fatales contemplados para la actividad procesal de las partes, sin perjuicio de reglas especiales
para aplicar la misma sanción100.
Conforme al art. 152 del CPC, "el procedimiento se entiende abandonado cuando todas las
partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución durante seis meses, contados
desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo
a los autos"101.
Las exigencias para declarar esta sanción son: 1º) la inactividad de las partes; 2º) el
transcurso del tiempo establecido en la ley; 3º) la petición del demandado, y 4º) que el
demandado no haya realizado algún acto que implique la renuncia a alegar esta caducidad.
c) El concepto de "diligencia útil". La Corte Suprema ha señalado que "diligencia útil", para
estos efectos, "es aquella que tiene por objeto que produzca el efecto procesal de dar curso
progresivo a los autos o que esté dirigida realmente a obtener el cumplimiento forzado de la
obligación, de suerte que no revestirán ese carácter aquello que no ha podido surgir ningún
efecto para dichas finalidades, como lo es la simple presentación de escritos que se soliciten
diligencias inocuas o que pudiendo teóricamente servir a la finalidad del procedimiento en la
práctica resultan inoficiosas"108.
6. L
Dentro de las varias definiciones, Abeliuk señala que "la inoponibilidad es la sanción de
ineficacia jurídica respecto de terceros ajenos al acto o contrato, y en cuya virtud se les permite
desconocer los derechos emanados de ellos"111.
c) La oposición del tercero a la cosa juzgada115. El art. 234 inc. 2º del CPC dispone que "el
tercero en contra de quien se pida el cumplimiento del fallo podrá deducir, además, la
excepción de no empecerle la sentencia y deberá formular su oposición dentro del plazo de
diez días". Esta figura no existía en el primitivo texto del Código de Procedimiento; su
incorporación se debe a la ley Nº 7.760, publicada el 5 de febrero de 1944. Por esta vía, el
tercero preterido de una relación procesal podrá formular su resistencia al efecto directo de la
sentencia, denunciando —fundamentalmente— que el fallo cuya ejecución se ha solicitado no
le vincula. En principio, la causa de esta inoponibilidad se debe buscar en una indebida
configuración de la relación procesal, que determinó el pronunciamiento de una sentencia sin
estar todos los sujetos legitimados, esto es, se infringió el denominado litisconsorcio
necesario116. El efecto normal que se debe conseguir con esta forma de protección jurídica es
desvincular al tercero de los efectos de una sentencia, puesto que, si ella no le provoca un
perjuicio al tercero, sería inoficioso contemplar este mecanismo de defensa o derecho de
oposición.
d) Las tercerías de dominio y posesión también constituyen un mecanismo para que terceros
puedan intervenir en un juicio ejecutivo alegando la inoponibilidad del acto de embargo trabado
en bienes que no son del ejecutado (art. 518 CPC).
61Entre la abundante bibliografía, C C , Juan, Los actos procesales, Santiago: Editorial Jurídica
de Chile, T. I y II, 1997 (hay reimpresión de 2015), pp. 11-543; G , Ángel Fermín, "Los actos jurídicos
procesales", en M , Augusto, Estudios de nulidades procesales, B. Aires: Hammurabi, 1980, pp. 33-50;
P P , Silvia, La ineficacia de los actos procesales, Madrid: Marcial Pons, 2011, pp. 15-133; L
M , Marcelo, Ineficacia y nulidad de los actos jurídicos y procesales, B. Aires: Depalma, 1998, pp. 9-351.
62 C. de Ap. de Santiago, 6 de mayo de 1983, MJ 6118. RDJ, t. LXXX, sec. 2ª, p. 41.
63 Por ejemplo, si se declara una nulidad al admitirse un recurso de casación en la forma, la parte recurrida se
verá afectada por la nulidad del fallo que le era favorable; en el mismo evento, si la causal obliga a reenviar la
causa el juez que pronunció el fallo anulado quedó inhabilitado de pleno derecho para conocer nuevamente del
asunto (art. 786 CPC). En relación a los terceros, si como consecuencia de la nulidad se genera una nueva
citación a declarar a los testigos, ellos no podrán excusarse aduciendo que cumplieron en su momento con la
obligación de comparecer en el juicio (art. 359 CPC).
64Una síntesis para el derecho civil chileno en S M N , Lilián, "La teoría de la inexistencia y su falta
de cabida en el Código Civil chileno", en RCHD, vol. 42 Nº 3, 2015, pp. 745-784.
68 C. de Ap. de Santiago, 11 de diciembre de 1984, RDJ, t. LXXXI, sec. 1ª, p. 141. También la falta de un
actuario en un juicio de partición se ha declarado que produce la inexistencia del laudo (CS, 9 de enero de 1997,
RDJ, t. 94, sec. 1ª, p. 6).
69Un estudio de la materia en H A , Iván, "El poder del juez para rechazar in limine la demanda
por manifiesta falta de fundamento", en Ius et Praxis, 2009, Nº 2, pp. 117-163.
71 La resolución que decreta de esta forma una actuación será del siguiente tenor: "como se pide, con citación".
Por ejemplo, si se solicita el giro de un cheque en un proceso de expropiación, la contraparte podrá oponerse a tal
petición dentro del plazo de citación, alegando algún tema de forma o de fondo. Si se da tal oposición, se traba un
incidente ordinario que debe ser resuelto por el juez para acoger o denegar la petición.
72 Por ejemplo, la medida prejudicial probatoria del artículo 286 del CPC se decreta con conocimiento, con lo
cual no existe derecho a oponerse a su realización, como ocurriría si se debiera decretar con citación.
73 Algunos autores han agregado una cuarta modalidad, que sería decretar la actuación "de plano". Según
C , "se ordena o autoriza de plano una diligencia judicial, cuando el tribunal la decreta de inmedito, sin
mayores formalidades ni espera de términos" (C V , Mario, Manual de Derecho Procesal Civil,
Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 6ª ed., 2005, p. 79). En nuestro concepto, esta forma queda comprendida
dentro de las actuaciones decretadas con conocimiento, atendido que siempre deberá notificarse a la contraparte
lo resuelto por el tribunal, conforme a lo dispuesto en el art. 38 del CPC.
74 C. de. Ap. de Santiago, 21 de agosto de 1951. RDJ, t. 48, sec. 2ª, p. 71.
76 Sobre el tema, C P , Jaime, "La nulidad procesal como técnica protectora de los derechos y
garantías de las partes en el derecho procesal chileno", en Revista de Derecho, Universidad Católica del Norte,
2011, Nº 1 pp. 49-84; T O , Raúl, "Reflexiones actuales sobre la nulidad procesal", RDJ, XCI, Nº 1,
1994, pp. 1-15; "La nulidad procesal en el derecho actual", en El proceso en acción, Santiago: Libromar Ltda., pp.
243-278; D S , Víctor, Nulidades procesales, B. Aires: Editorial Universitaria, 1999, pp. 33-112: H
P , Fernando, Fundamento y trascendencia de las nulidades procesales, B. Aires: Abeledo-Perrot, s/a, pp. 10-
63.
80Entre otras, CS, 15 de noviembre de 1912, RDJ, t. XI, 1914, sec. 1ª, p. 206.
81Concretamente, el fallo expresa que "la acción ordinaria de nulidad que procede en nuestro derecho para
pedir la nulidad de los actos y declaraciones de voluntad, que se gobierna por los preceptos de los arts. 1681,
1682 y 1683 del Código Civil no tiene aplicación actualmente, ni la tenía tampoco a la fecha de la dictación de la
sentencia interlocutoria que dio lugar a la adjudicación, con respecto a las resoluciones judiciales, por cuanto,
debiendo regirse las actuaciones procesales por las leyes especiales de enjuiciamiento, ninguna de las que se
encontraban en vigor al dictarse la mencionada sentencia autorizaban el ejercicio de acción alguna encaminada a
invalidar por medio de un juicio ordinario lo resuelto en otro juicio ya finiquitado". "Si bien las leyes de partidas, y
entre ellas las leyes 1ª, Tít. 26 de la Part. 3ª y 28, Tít. 11 de la Part. 5ª, que se invocan en el recurso, autorizaban
originariamente el recurso que se llama de retractación, en señalados casos, esas leyes, restringidas en su
alcance por las del Tít. 18 del Libro 11 de la Novísima Recopilación, fueron derogadas por la ley patria de 1 de
marzo de 1837, la cual, al conceder el recurso de nulidad por todos los motivos que enumera su art. 28 y además
por cualquiera otro que produzca nulidad, según prevención expresa de las leyes, puso de manifiesto la voluntad
del legislador de circunscribir al campo de acción de esa misma ley de nulidades todo lo que sobre la materia
contenían las disposiciones hasta entonces vigentes y, consiguientemente, la voluntad de mantener, en lo demás,
el principio de la presunción de verdad que entraña la cosa juzgada y que es base indispensable para la
estabilidad de los derechos" (CS, 30 de julio de 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 1037).
83 Sobre el tema, con una síntesis de los diversos argumentos, C P , Jaime, "Razones jurídicas
que justifican la improcedencia de aplicar el estatuto de la nulidad de derecho público contra los actos
jurisdiccionales" en RCHD, vol. 42, n. 2, 2015, pp. 671-700. En contra de aplicar estos límites, O L ,
Miguel, La nulidad procesal civil, penal y de derecho público, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 2ª ed. c. y a.
2016, pp. 21-332.
84 CS, 10 de julio de 2001, RDJ, t. XCVIII, 2001. sec. 1ª, pp. 177-181. A mayor abundamiento, en el
considerando 16º se establece "que el rechazo de la posibilidad de extender la nulidad de derecho público al
ámbito jurisdiccional y el criterio de que en éste sólo pueden tener cabida las nulidades procesales, se conforma
con la naturaleza propia de la función judicial y las características de las actuaciones que se llevan a cabo en su
ejercicio y que hace que la institución de las nulidades procesales tenga una fisonomía propia y singular en el
amplio campo de la teoría de la nulidad de las actuaciones de los órganos estatales, que sanciona la infracción de
las normas constitucionales conducentes al cabal cumplimiento del principio de legalidad que deben observar
dichos organismos".
85 Sobre las diversas opciones en la técnica de los recursos, cfr. N F , Jordi, "La enunciación de los
modelos de casación en las leyes procesales", en El recurso de casación, Santiago: AbeledoPerrot, 2010, pp. 75-
102.
86 Acepta esta distinción la sentencia de la CS, 3 de septiembre de 2012. Rol Nº 5195-11, MJ 33046.
87 Entre otras, CS, 28 septiembre 1981. RDJ, t. 78, sec. 1ª, p. 115.
88 CS, 26 junio 1980. RDJ, t. 77, sec. 1ª, p. 49; CS, 28 septiembre 1981. RDJ, t. 78, sec. 1ª, p. 115.
91 CS, 13 de enero de 2014. Rol Nº 4251-13, MJ 36980, Sociedad Constructora e Inmobiliaria EMS Ltda. con
de Universidad Tecnológica de Chile.
92 CS, 8 de septiembre de 2011. Rol Nº 968-10, MJ 29170. No siempre se señalan los mismos. Como lo ha
declarado la Corte Suprema en sentencia de 3 de septiembre de 2012 (...) resultan aplicables a las nulidades
procesales extrínsecas los principios de trascendencia (pas de nullite sans grief), legalidad (pas de nullite sans
texte), conservación, protección (Propiam Turpidenen allegan non est audiendus), convalidación, subsanación e
integración" (CS, 3 de septiembre de 2012. Rol Nº 5195-11, MJ 33046).
94 CS, 28 de mayo de 2013. Rol Nº 9035-12, MJ 35370, Banco Santander Chile con Henríquez Lepe, Diego.
95CS, 8 de septiembre de 2011. Rol Nº 968-10, MJ 29170. En la misma orientación, se ha resuelto que "(...)
determina la procedencia de la nulidad de un acto del proceso cuando el vicio o irregularidad que 'le sirve de
antecedente afecta la esencia misma de aquél y el cumplir con la finalidad que le ha sido asignada por la ley'. 'El
presupuesto esencial de la invalidación de un acto procesal debe ser la existencia de un perjuicio cierto y grave, no
reparable por otro medio que no sea el acogimiento de la sanción de nulidad' (La nulidad procesal ante la
jurisprudencia, Ricardo Bustos Gómez, Editorial Jurídica Pretoriana, 2007, p. 121)" (CS, 3 de septiembre de 2012.
Rol Nº 5195-11, MJ 33046). Con el mismo énfasis, la sentencia de la CS de 3 de septiembre de 2012 ha señalado
que "(...) 'no hay nulidad sin perjuicio', de manera que resulta ser un elemento esencial para la procedencia de
declaración de nulidad la concurrencia de un perjuicio cierto e irreparable, como lo es también el interés jurídico en
su reclamación. Y como decía Eduardo J. Couture. 'No existe impugnación de Nulidad, en ninguna de sus formas,
si no existe un interés lesionado que reclame protección. La anulación por anulación no vale'. (Op. Cit., p. 397).
Este principio está recogido y normado en el artículo 83 del Código de Procedimiento Civil, que establece en su
inciso primero: 'La nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos que la ley
expresamente lo disponga y en todos aquellos en que exista un perjuicio reparable sólo con la declaración de
nulidad'. La exigencia de 'perjuicio' o 'interés afectado' es un presupuesto que especialmente diluye la posibilidad
de incurrir en nulidad por nulidad misma. De lo anterior resulta que, constituyendo el agravio una exigencia de
procedencia de la nulidad, corresponde determinar el perjuicio que origina la resolución impugnada, la forma como
éste se concreta en el caso particular y las razones por las cuales se produce (...)" (CS, 3 de septiembre de 2012.
Rol Nº 5195-11, MJ 33046).
96 CS, 8 de septiembre de 2011. Rol Nº 968-10, MJ 29170. En igual orientación, CS, 13 de enero de 2014. Rol
Nº 4251-13, MJ 36980, "Sociedad Constructora e Inmobiliaria EMS Ltda. con de Universidad Tecnológica de
Chile".
97CS, 8 de septiembre de 2011. Rol Nº 968-10, MJ 29170. En otra oportunidad, la CS ha señalado que "(...) por
su parte, el principio de conservación de los actos procesales mira a la trascendencia en la determinación, de
manera que no hay nulidad si el remedio del vicio no ha de influir en la dirección de la resolución o en las
consecuencias del acto procesal. Este criterio, en los términos formulados por el jurista argentino Roberto
Berizonce, 'es aquel que consagra la conveniencia de preservar la eficacia, la validez de los actos frente a la
posibilidad de anulación o pérdida, lo que llevaría a un resultado disvalioso para el proceso' (La nulidad en el
proceso. Edit. Platense, La Plata, 1967)" (CS, 3 de septiembre de 2012. Rol Nº 5195-11, MJ 33046).
100 Esto se debe al cambio introducido por la ley Nº 18.882, de 20 de diciembre de 1989.
101 El régimen general se contiene en el Tít. XVI, entre los arts. 152 y 157 CPC.
103 Sobre este tema, con una síntesis de la doctrina y jurisprudencia, C S , Jorge, El abandono del
procedimiento, Santiago: EJS, 3ª ed., 2016, pp. 11-392.
104 Para evitar que surja este problema el demandante debe presentar un escrito pidiendo "curso a los autos"
antes que se consume el abandono del procedimiento. El problema más grave en este punto se da cuando las
partes se encuentran "citadas para oír sentencia" y el tribunal no dicta el fallo.
108 CS, 22 de noviembre de 1991. RDJ, Tomo 88, sec. 1a, p. 96.
109 Aceptando la diferencia entre litisconsorcio voluntario y necesario para declarar el abandono de
procedimiento, CS, 25 de noviembre de 2014. Rol Nº 22615-2014.
110 Concretamente, las razones que se esgrimen son las siguientes: "Octavo: Que el problema que debe
resolverse no ha sido de solución pacífica, y así, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia, en una sentencia de 6
de octubre de 1970, sostuvo la tesis seguida por los juzgadores del fondo en la resolución que se impugna, según
se puede ver en RDJ, Tomo 67, sec. 1ª, pág. 449, con la que concuerda don Rodrigo Ramírez Herrera, en su obra
'El Abandono del Procedimiento', Tomo III, p. 99. Se dice que en el supuesto que haya pluralidad de partes
(actores o demandados), hay tantos juicios como sean las relaciones procesales válidas que se originen. Sin
embargo, este mismo autor cita la opinión contraria de don José Quezada Meléndez, quien sobre el particular
expone: 'Si hay varios demandados existe una relación procesal múltiple, la que no se perfecciona mientras no
están todos emplazados. Sólo desde este momento hay juicio. Éste es una unidad que no puede fraccionarse y
tanto es así que el artículo 260 señala como común el plazo para que los demandados contesten la demanda. El
artículo 152 indica la inactividad de todas las partes que figuran en el juicio. Otra interpretación favorece la mala fe,
pues basta que algunos demandados se oculten o dificulten la práctica de la notificación, para que la parte
emplazada pueda pedir el abandono, lo que puede acarrear la prescripción de un derecho'"; Noveno: Que frente a
lo que se anota, esta Corte ha resuelto acorde con la opinión últimamente expresada manifestando lo que sigue:
"Que de lo antes consignado se concluye que la relación procesal se entiende trabada, en el caso de pluralidad de
demandados, desde la fecha que se notifica la demanda a todos ellos, porque antes que esto ocurra, no existe
juicio. Una vez notificados y emplazados los demandados se producen importantes efectos procesales, entre los
cuales está la oportunidad para hacer valer sus excepciones y defensas y promover incidentes, como es el de
abandono del procedimiento" (RDJ. Tomo XCI, sec. 1a, p. 1 (4 de enero de 1994); RDJ. Tomo XCVI, sec. 1., p. 90
(04 de agosto de 1999) y en los autos roles Nºs. 3866-2005 (26 de marzo de 2007) y 5724-2005 (16 de mayo de
2007). En esta misma dirección el autor Jorge Correa Selamé señala "la relación procesal múltiple se perfecciona
solamente cuando todos los demandados se encuentran emplazados. Desde ese instante existe juicio, el cual
constituye una unidad que no es posible fraccionar para tener por constituida la litis" (El Abandono del
Procedimiento, Editorial Thomson Reuters, Santiago, 2010, p. 83) (CS, 18 de mayo de 2016. Rol Nº 7405-15, MJ
44836, "Merino Figueroa, Luis c/ Villarroel Navarro, Juan"). Estimamos lo contrario, por las razones expuestas en
el T. II de este Curso de Derecho Procesal, pp. 232-233.
111A M , René, Las obligaciones, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 4ª ed. 2001, t. I, p. 154.
113Un estudio del tema en C M , Andrés, "El usufructo constituido con posterioridad a una
hipoteca: su eficacia frente al acreedor hipotecario"; L S M , Jorge, "Acción de desposeimiento en
contra del usufructuario del inmueble hipotecado, intentada por el acreedor adjudicatario de la nuda propiedad",
ambos en Doctrinas Esenciales. Derecho Civil. Bienes, Santiago: Editorial Jurídica de Chile, VV.AA., Director R.
T , 2010, pp. 663-679 y 681-691.
115Los orígenes más próximos de esta institución se encuentran en las ordenanzas francesas de Villers-
Cotterers de 1539, de Moulins de 1566 y de Lemoignon de 1667, y remotamente en el Derecho romano o en el
Derecho germánico. Actualmente esta figura también existe en Francia, Italia y en el Derecho canónico, y la
pueden ejercitar los terceros cuando una sentencia inter alios haya perjudicado sus derechos o intereses jurídicos
(Cfr. F S , Eduardo, "La oposición de tercero a la cosa juzgada", en Revista Jurídica de Cataluña,
Barcelona, I. Colegio de Abogados, año LXXIX, Nº 3, pp. 677 y ss).
116 En nuestro ordenamiento, a diferencia de lo que ocurre en otros códigos de procedimiento, la oposición del
tercero no configura un medio de defensa autónomo, sino un incidente que se debe promover en el proceso donde
se trata de ejecutar la sentencia perjudicial. Este derecho constituye una potestad que se puede ejercer si el
tercero ha optado por no intervenir en el juicio del que resulta la sentencia perjudicial.
C III L
1. E
Dentro del estudio de los actos procesales emanados del juez las resoluciones judiciales
ocupan un lugar relevante. Su régimen general se contiene en Título XVII del CPC, sin
perjuicio de las reglas especiales previstas en otros procesos.
2. L
La sentencia definitiva "es la que pone fin a la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que
ha sido objeto del juicio" (art. 158 inc. 1º CPC).
Según las instancias que se hayan previsto por el legislador para la actuación de órgano
jurisdiccional, la sentencia definitiva puede ser de única, primera o segunda instancia. Lo
distintivo de la sentencia definitiva es que resuelve "la cuestión o asunto que ha sido objeto del
juicio". Esto se logra cuando el juez o tribunal se pronuncia sobre el fondo del tema debatido,
sea acogiendo o denegando la acción o acciones deducidas, de forma originaria o
sobrevenidamente en el proceso.
Ahora bien, el pronunciamiento sobre el fondo del asunto no significa que siempre prospere
la acción; el acogimiento de una excepción material, que enerva la acción o acciones
deducidas, también cumple la función de resolver el fondo de la controversia.
El art. 158 del CPC, al delimitar el contenido de la sentencia definitiva, discurre sobre la base
de un proceso que pone término a la instancia y resuelve la cuestión o asunto que ha sido
objeto del juicio. A nuestro entender, dicha definición legal no incluye una atípica categoría de
sentencia definitiva, denominada como sentencia absolutoria en la instancia, en la cual el
órgano jurisdiccional no entra a resolver sobre el fondo del asunto, por faltar algún presupuesto
procesal. Esa sentencia, de carácter meramente procesal, no impide al actor ejercitar
nuevamente la acción en un nuevo proceso; al no haberse emitido un pronunciamiento sobre
el fondo, no se puede sostener que el tema está verdaderamente juzgado o decidido.
El estilo literario utilizado para dar forma a los fallos no es universal. En nuestro
ordenamiento, por la influencia ejercida en él por el sistema francés y el español, la forma de la
sentencia se realiza consignando los denominados considerandos. Según esa pauta, la
sentencia se elabora siguiendo una estructura silogística, donde las razones que sustentan la
decisión se van exponiendo de una forma que busca ser coherente con la opción que hizo el
codificador decimonónico por la legalidad como fuente predominante a la que el juez debía
acudir para solucionar los conflictos119.
En los países del civil law, la estructura de la sentencia tiende a ser lógico-sistemática,
tratando de justificar que se ha realizado una correcta aplicación de la ley. En cambio, en los
países del common law, la sentencia se estructura sobre la base de las opinions, obligando a
una manera distinta en la determinación de la ratio decidendi. Como lo indica Taruffo, en el
common law "(...) el juez motiva la sentencia no tanto, o no solamente, con la finalidad de
justificar la decisión, sino porque ésta representa un momento de la creación jurisprudencial
del derecho"120.
El art. 170 del CPC señala que "las sentencias definitivas de primera o de única instancia y
las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales,
contendrán:
6º La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones
y excepciones que se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de
aquellas que sean incompatibles con las aceptadas"122.
Complementa lo anterior el Auto Acordado de la Corte Suprema sobre la forma de las
sentencias, de 30 de septiembre de 1920.
La estructura formal que tiene una sentencia definitiva pronunciada por los órganos que
actúan como una instancia permite diferenciar tres partes: la expositiva, la considerativa y la
resolutiva.
i) En la parte expositiva consta cuál fue el objeto del proceso y a quiénes afectará la cosa
juzgada por tener la calidad de partes o haber intervenido voluntariamente como terceros
(art. 24 CPC); permite, además, saber cuál fue la causa de pedir de la o las acciones
interpuestas y la actitud pasiva o activa que asumió el demandado al defenderse.
ii) La parte considerativa contiene las razones de hecho y de derecho ("los considerandos")
que sirven de fundamento a la sentencia que resuelve el objeto del proceso. En esta parte el
juez explícita su raciocinio, sentando los hechos y aplicando el derecho, que son la base de su
resolución. También en este lugar se pondera la prueba, realizando las apreciaciones que le
exige el título justificador de las acciones o de las excepciones, alegaciones y defensas
deducidas por las partes.
iii) La parte resolutiva o decisoria, por último, es aquella donde se plasma la decisión del
asunto controvertido. Todo el tema debatido debe quedar resuelto en esta parte, decidiendo el
objeto del proceso conforme a las exigencias del principio de congruencia.
Por su parte, la sentencia de segunda instancia puede ser de tres tipos: a) confirmatoria, b)
revocatoria y c) modificatoria.
Sin perjuicio de las garantías procesales generales proveniente del debido proceso y de la
observancia de los presupuestos procesales, el pronunciamiento de la sentencia definitiva
debe cumplir en forma particular con dos garantías procesales consistentes en el deber de
fundamentación y en la observancia de la congruencia de la decisión, en los términos que se
pasa a explicar.
3. E
La fundamentación de las sentencias es una materia con una larga evolución histórica, en la
que no han estado ausentes las consideraciones políticas para exigir o dispensar de dicho
requerimiento124.
En la actualidad, sin duda alguna, es una de las garantías procesales más indiscutidas en
todos los sistemas procesales.
Tendría éxito recién al dictarse una de las Leyes Marianas, la de 2 de febrero de 1837. En lo
que interesa, el texto legal referido dispuso: "Toda sentencia se fundará breve y sencillamente.
El fundamento se reducirá sólo a establecer la cuestión de derecho o hechos sobre que recae
la sentencia, y a hacer referencia a las leyes que le sea aplicables, sin comentarios ni otras
explicaciones"127. Esa regulación estaría vigente hasta el 12 de septiembre de 1851, atendido
que el presidente don Manuel Montt promulgaría una nueva ley sobre acuerdos y
fundamentación de las sentencias. Esta última, a su vez, estaría vigente hasta la entrada en
vigencia del Código de Procedimiento Civil, el 1 de marzo de 1903. A lo dispuesto por el
Código referido se debe agregar la complementación introducida por el Auto Acordado de la
Corte Suprema, de 30 de septiembre de 1920, sobre la forma de las sentencias.
El objetivo asignado a esta garantía fue previamente reseñado por don Andrés Bello en unas
notas publicadas en "El Araucano" (en 1834 y 1839). En palabras que no pierden vigencia,
este jurista exponía que "la práctica de fundar las sentencias, que bajo este respecto está
íntimamente ligada con la naturaleza de las instituciones republicanas, proporciona otras
ventajas colaterales de grande importancia. Ella reviste de una sanción solemne la
interpretación de las leyes, y dándole fuerza de costumbre, la convierten en una ley supletoria,
que llena los vacíos y dilucida las oscuridades de los códigos. La marcha de los tribunales se
hace de esta manera más regular y consecuente. Las decisiones divergentes de casos
análogos, oprobio de la administración de justicia, son cada día más raras. Y no habiendo
nada que fije tanto las ideas, como el orden que las encadenan, esa misma regularidad y
consecuencia facilitan, y por consiguiente propagan y generalizan, el conocimiento de las
leyes. La jurisprudencia toma por este medio un carácter verdaderamente filosófico; se hace
una ciencia del raciocinio; depone la mugre escolástica; se hermana, con la alta legislación y la
política, con amenidad y con elegancia..."128.
Lo expuesto por Bello se vincula a uno de los efectos que puede producir la sentencia
definitiva en relación a la generación de precedentes judiciales, atendido que en ella se puede
contener la ratio decidendi que sirve para resolver casos análogos. Como lo expone Díez-
Picazo, entre los razonamientos de índole jurídica que se vierten en los considerandos de una
sentencia "hay algunos que son la base y el fundamento inmediato de la decisión (ratio
decidendi), pero hay otros que son puras afirmaciones incidentales, argumentos de orden
retórico o dialéctico o manifestaciones que se hacen pura y simplemente a mayor
abundamiento (obiter dicta)"129. La ratio decidendi es la regla de derecho que actúa como
soporte lógico y necesario de la decisión del caso, que puede ser invocada con posterioridad
en la discusión sobre la existencia de un precedente judicial130.
4. E
4.1. Contenido esencial de la garantía
En términos generales, la congruencia procesal sirve para verificar los excesos o defectos
en que haya incurrido el juez en su sentencia al resolver la cuestión controvertida. Como lo ha
definido la sentencia de la Corte Suprema de 2 de junio de 2014, "la 'incongruencia', en su
acepción más simple y general, puede ser considerada como la falta de correspondencia entre
las pretensiones de las partes, sean éstas acciones o excepciones y la parte dispositiva de la
sentencia judicial"136.
En el plano legal esta exigencia está prevista en el art. 160 del CPC en los siguientes
términos: "las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no podrán
extenderse a puntos que no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo
en cuanto las leyes manden o permitan a los tribunales proceder de oficio".
c) La congruencia con la causa de pedir. La congruencia con la causa de pedir obliga a que
el juez decida el objeto del proceso según la acción deducida, que sabemos puede ser de
condena, declarativa o constitutiva. En relación a este componente la determinación de la
congruencia obliga a tomar partido respecto del contenido de este elemento del derecho de
acción. Como se ha explicado, en doctrina coexisten sobre la delimitación de la causa de pedir
dos explicaciones: los que sostienen que la causa petendi está integrada tanto por los hechos
fundantes de las peticiones como por la fundamentación jurídica que el actor le otorga a esos
hechos, y los que defienden que la causa petendi está integrada exclusivamente por los
hechos que el actor alega como fundamento de su petición, dejando de lado la fundamentación
jurídica que pueda atribuirse a ese conjunto de hechos. El debate discurre sobre si se debe
incluir dentro del concepto de causa de pedir el componente jurídico, cuestión que se resuelve
por la mayor o menor latitud que se asigna a la regla del iura novit curiae138.
a) La ultra petita. La causal de ultra petita obedece a una vieja tradición jurídica, recogida en
las Partidas. La ley XVI, Título XXII, de la Partida III, establecía que era nula la sentencia que
no guardara conformidad con la demanda139. Según el artículo 768 Nº 4 del CPC, la ultra
petita se produce en dos hipótesis: cuando la sentencia otorga más de lo pedido por las partes
o se extiende a puntos no sometidos a la decisión del tribunal.
También la causal de ultra petita se puede producir cuando se desnaturaliza la decisión del
asunto controvertido en segunda instancia, si las partes introducen en el recurso de apelación
un objeto del proceso que no es congruente con el debate fijado en los escritos fundamentales
de primera instancia. Al respecto, existe consenso que nuestro sistema de apelación obedece
a un régimen de apelación limitada, que se caracteriza por no permitir el ejercicio de nuevas
pretensiones en la apelación, como pacíficamente lo sostiene nuestra doctrina140.
Excepcionalmente las facultades del Tribunal ad quem son ampliadas por la ley para resolver
cuestiones no ventiladas ni promovidas en la primera instancia, corrigiendo gravámenes no
alegados por el o los apelantes, conforme a lo dispuesto en el art. 209 CPC.
Por último, el vicio de ultra petita se puede producir cuando el juez o tribunal altera la causa
de pedir, al modificar los hechos que las partes alegan como fundamento de su demanda o de
su defensa, o mediante la alteración de la fundamentación jurídica invocada por las partes en
su defensa. En relación a esta última hipótesis, los jueces son soberanos para razonar acerca
del alcance de las normas jurídicas, pero ello no les permite conceder una cosa distinta de la
pedida por las partes al resolver el objeto del proceso. Así, por ejemplo, no es congruente una
sentencia, que bajo el pretexto de aplicar soberanamente el derecho, condena a una parte
invocando una normativa jurídica sobre la cual no se tuvo la oportunidad de debatir en el
proceso, salvo que el sentenciador tenga la obligación de realizar alguna declaración de oficio.
No se trata de que las partes deban citar en sus escritos de discusión pormenorizadamente
todas las normas aplicables al caso concreto, pero sí deben precisar el marco jurídico que
sirve de referencia al juez para declarar el derecho en la decisión del litigio.
Dicho de otro modo, nuestro legislador se preocupó por lograr que los fallos fueran
fundados, pero no llegó al extremo de querer controlar los razonamientos que los jueces dieran
a sus decisiones. Cuando una de las partes no comparte algunos de los argumentos que el
tribunal esgrime en su sentencia, no se configura directamente un vicio de nulidad por
incongruencia, atendido que se trata de un aspecto que está dentro de la facultad de los jueces
para pronunciar su sentencia. Lo anterior explica por qué los jueces para fundamentar su
decisión pueden utilizar los argumentos que les parezcan más acertados, siempre que en ese
proceder no se configure una alteración de la cuestión debatida por alteración o modificación
de la causa de pedir141.
Dentro de los aportes que el derecho canónico ha realizado al derecho procesal uno bien
significativo es la sentencia interlocutoria. En su raíz etimológica lo interlocutorio denota un
pronunciamiento que se da antes de la sentencia definitiva.
La sentencia interlocutoria, conforme a la definición del art. 158 del CPC, decide dos tipos de
asuntos que no constituyen directamente el objeto del juicio: los incidentes, estableciendo
derechos permanentes a favor de las partes, o también sobre algún trámite que debe servir de
base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria144.
A modo de ejemplo, son incidentes resueltos por interlocutorias el que recae sobre una
excepción dilatoria (art. 303 CPC); la resolución que declara abandonado el procedimiento o el
desistimiento de la demanda (arts. 148 y 152 CPC); la que declara la nulidad de un
determinado acto procesal o de todo lo obrado por falta de emplazamiento. Son sentencias
interlocutorias que resuelven sobre algún trámite que deba servir de base al pronunciamiento
de una sentencia definitiva o interlocutoria, la que recibe la causa a prueba (arts. 318 y 319
CPC); la que falla un incidente sobre la autenticidad de un documento acompañado en la
prueba y que fue objetado por falso por la contraparte, etc.
En la práctica, se dan situaciones donde no resulta fácil diferenciar entre un auto y una
sentencia interlocutoria, atendido que la resolución de todo incidente que no sea interlocutoria
en nuestro sistema tiene la naturaleza de "auto" (art. 158 inc. 4º CPC).
6. L
La ley define al auto como la resolución que recae en un incidente no comprendido en el
inciso anterior (arts. 70 inc. 3º, 158 inc. 4º COT).
Como se puede apreciar, el auto es la resolución residual de todo otro incidente que no es
fallado por una interlocutoria sin establecer derechos permanentes a favor de las partes o
sobre trámites que no sirven de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria.
Por su parte, no se debe confundir los autos con los decretos, providencias o proveídos,
puesto que estos últimos no fallan sobre incidentes; en cambio, los autos siempre versan sobre
incidentes.
7. L ,
Los decretos, providencias o proveídos son las resoluciones que dan curso progresivo a los
autos, conforme a los trámites establecidos por la ley en cada procedimiento.
En definición del COT, "se entienden por providencias de mera sustanciación las que tienen
por objeto dar curso progresivo a los autos, sin decidir ni prejuzgar ninguna cuestión debatida
entre partes" (art. 70 inc. 3º COT).
Tienen este carácter, a modo de ejemplo, la resolución que confiere traslado en el juicio
ordinario a la parte demandada o la que cita a un comparendo en un juicio sumario (art. 683
CPC); la resolución que confiere un traslado en la tramitación incidental, entre otras.
8. L
Existen algunas resoluciones judiciales que no son clasificables en las categorías indicadas
en el art. 158 del CPC.
Tal como se explicó al estudiar la sentencia definitiva, el art. 158 del CPC no incluye una
atípica categoría de sentencia definitiva, denominada como sentencia absolutoria en la
instancia, en la cual el órgano jurisdiccional no entra a resolver sobre el fondo del asunto, por
faltar algún presupuesto procesal.
9. L
Los tribunales colegiados son aquellos que funcionan con pluralidad de ministros (tres en las
salas de las Corte de Apelaciones y cinco en las salas de la Corte Suprema), conociendo de
los asuntos en cuenta o en pleno, según la competencia prevista para su actuación (arts. 45,
54, 63, 66, 93, 95, 98 COT).
En la discusión surgida durante el establecimiento de esas reglas sobre los acuerdos se optó
por un sistema de fundamentación a través de "considerandos", descartando que las
sentencias colegiadas fueran pronunciadas en base a opiniones particulares de los miembros
del tribunal colegiado146. La opción anterior explica por qué el voto particular en nuestro
medio sólo se admite para que el juez que no hace la mayoría deje tal constancia en la
decisión147.
Sin perjuicio de su desarrollo posterior en este curso, anticipemos que las sentencias
definitivas e interlocutorias firmes y ejecutoriadas que han resuelto el fondo de la cuestión
controvertida conforman una realidad que produce varios efectos jurídicos. A modo de
esquema, tales consecuencias se vinculan con las siguientes instituciones:
(v) Con el desasimiento del tribunal. Este efecto se produce una vez que se notifica a una de
las partes la sentencia definitiva o interlocutoria, evento en el cual el juez o tribunal "pierde
toda autoridad o injerencia en el proceso, no pudiendo alterar o modificar en forma alguna la
sentencia ni las actuaciones anteriores, al tenor de lo que prevé el artículo 182 del Código de
Procedimiento Civil"149.
117 La naturaleza de cuestión prejudicial del exequátur está reconocida, entre otras, en las siguientes
sentencias de la Corte Suprema: Moyano, Francisca con Hernández Pizarro, Hernán (2008); Gold Nutrition
Industria y Comercio (2008); Yarur Terre, María con Bois Courtade, Denis (2009); Quisheng Resources con Minera
Santa Fe (2014).
118 En la práctica esta diferencia importa en relación a temas como el régimen de notificación (arts. 48 y 50 del
CPC); en los requisitos formales que se deben observar para su pronunciamiento (art. 169 CPC); en el régimen
para la procedencia del recurso de apelación y su forma de conocimiento y fallo ante el tribunal de alzada (art. 189
CPC); para determinar la procedencia de otros recursos, tales como la reposición, casación forma y fondo (arts.
181, 182, 187, 188, 766, 767); en cuanto a los efectos de cosa juzgada, que sólo se producen en las sentencia
definitivas e interlocutorias firmes (art. 175 CPC).
119 Sobre el tema, M O , Elena, "Las resoluciones judiciales en Francia: tipología y estructura", en
Anales de Filología Francesa, 19 de julio de 2012, </http://revistas.um.es/analesff/article/view/155611>. Fecha de
consulta: 25 de nov. de 2012. T , Michele, La motivación de la sentencia civil, ob. cit., pp. 126-127.
120T , Michele, La motivación de la sentencia civil, Madrid: Trotta (tr. L. Córdova), 2011, p. 314.
121 Cfr. G , Antoine; P , Loanis, Juzgar en Estados Unidos y en Francia, Colombia: Legis,
3ª reimp., 2010, pp. 192-194.
122En el proceso laboral, el art. 459 del CT dispone que "la sentencia definitiva deberá contener: (...) 4º) Un
análisis de toda la prueba rendida, los hechos que estime probados y en razonamiento que conduce a esta
estimación; 5º) Los preceptos constitucionales, legales o los contenidos en tratados internacionales ratificados por
Chile y que se encuentren vigentes, las consideraciones jurídicas y los principios de derecho o de equidad en que
el fallo se funda; 6º) La resolución de las cuestiones sometidas a la decisión del tribunal, con expresa
determinación de las sumas que ordene pagar o las bases necesarias para su liquidación, si ello fuera
procedente". En el proceso penal, el art. 342 del CPP dispone que la sentencia definitiva contendrá "b) La
enunciación breve de los hechos y circunstancias que hubieren sido objeto de la acusación (...); c) La exposición
clara, lógica y completa de cada uno de los hechos y circunstancias que se dieren probados, fueren ellos
favorables o desfavorables al acusado, y la valoración de los medios de prueba que fundamentaren dichas
conclusiones de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 297; d) Las razones legales o doctrinales que sirvieren
para calificar jurídicamente cada uno de los hechos y sus circunstancias y para fundar el fallo; e) La resolución que
condenare o absolviere a cada uno de los acusados por cada uno de los delitos que la acusación hubiere atribuido
(...)". Sobre el tema ha profundizado A S., Daniela, "El modelo legal de justificación de los enunciados
probatorios en las sentencias penales y su control a través del recurso de nulidad" en Formación y valoración de la
prueba en el proceso penal, (VV.AA.), coord. D. A , Santiago: AbeledoPerrot, 2ª ed. 2010, pp. 119-143; "La
fundamentación de la declaración de hechos probados en el nuevo proceso penal. Un diagnóstico", en Revista de
Derecho, Valdivia, Vol. XIX, Nº 2, 2006, pp. 9-26.
123T , Michele, La motivación de la sentencia civil, ob. cit., 2011, pp. 203-204; "La fisonomia della
sentenza in Italia", en Rivista Trimestrale di Diritto e Procedure Processuale Civile, 1986, pp. 435-467. Otros
antecedentes, en A S , Daniela, "La fundamentación de las sentencias: ¿Un rasgo distintivo de la
judicatura moderna?", en Revista de Derecho (Valdivia), 2003, v. 15, pp. 9-35.
124 En el derecho castellano se disponía que "el juez debe catar, escudriñar y saber la verdad del hecho y
según la fórmula de sentencia inserta en la Part. III, tít. 18, ley Nº 109, en ella debe dejar constancia de que ha
oído las razones alegadas por las partes, ha examinado los testigos presentados y ha tomado consejo de
"hombres buenos y sabedores de derecho". Como se puede apreciar dichas exigencias no apuntaban a consignar
tales razones en el fallo, siendo la sentencia un acto que quedaba en la conciencia del juez (Sobre el tema,
U , Mariluz, "La acción de sentenciar a través de los apuntes de Benito de la Mata Linares", en Revista de
Historia del Derecho, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Históricas, 1976, pp. 141 y ss.). Durante el
Despotismo Ilustrado, como una proyección de la concepción absolutista del poder, de un modo expreso se
suprimió la fundamentación de las sentencias. Una Real Cédula de 23 de junio de 1768 de Carlos III derogó en el
derecho castellano una normativa anterior -dada por Felipe V- que había obligado a escribir las sentencias
definitivas o las interlocutorias, y los decretos y provisiones en lengua castellana y expresando motivos... El
argumento para justificar tal supresión era la conveniencia de evitar gastos, evitar cavilaciones de los litigantes y
ahorrar tiempo. Un estudio histórico sobre la referida Real Cédula de 1768 afirma que tal resolución no encontró
reservas ni opinión de los autores de la época sobre tan drástica medida. Por el contrario, algunos manifestaron su
conformidad y beneplácito, como es el caso de don Pedro de Boada de las Costas y Figueiras, que agrega a los
argumentos dados por la Real Cédula el siguiente: "si se permitiese fundar las sentencias podría darse el caso de
una sentencia justa apoyada en razones no concluyentes en cuyo supuesto el litigante perdidoso se inclinaría a
empeñarse cada vez más en la causa prescindiendo de la esencia justa de la decisión judicial y alentado por la
debilidad de sus motivos" (Sobre el tema, G , Carlos; L , Marta, "El juez y la ley: La motivación de
las sentencias", en Anuario Facultad de Derecho Universidad Autónoma de Madrid, 1997, pp. 97-142). Sobre los
límites de los monarcas en la administración de justicia, cfr. M , Antonio, "Un momento típico de la
monarquía medieval: el rey juez", en Anuario de Historia de Derecho Español, t. XXIII, Madrid, 1953, pp. 677-715.
125G , Carlos; L , Marta, "El juez y la ley: La motivación de las sentencias", art. cit., p. 130.
127 Como lo advierte Salvat, "La tendencia racionalista aparece formulada por primera vez en el D.F.L. de 1837,
redactado por Mariano Egaña, que obliga a los jueces a mencionar en los fallos que dicten las leyes en que se
fundan, con lo que se termina el arbitrio judicial, que proporcionaba flexibilidad a la jurisprudencia indiana" (S
M , Manuel, "Los prontuarios jurídicos chilenos en la primera mitad del siglo XIX", en Revista de Ciencias
Sociales, U. de Valparaíso, Nº 39, 1994, p. 135).
128B , Andrés, "Necesidad de fundar las sentencias", Obras Completas, t. IX, pp. 284-285.
129D -P , Luis, "Reflexiones sobre la jurisprudencia del Tribunal Supremo (la jurisprudencia en broma y
en serio)" en Revista de Derecho Privado, Madrid, nov. 1964, p. 933.
130La Corte Suprema ha utilizado en algunas de sus sentencias esta expresión, asignándole el sentido técnico
de criterio que viene dado de una decisión anterior. En tal sentido, CS, 30 de noviembre de 2011, rol Nº 4376-09,
MJ 30079.
132T , Michele, La prueba, Madrid: Marcial Pons, (Tr. L. Manríquez y J. Ferrer), 2008, p. 136.
133La Corte Suprema, en sentencia de 4 de diciembre de 1951, declara que "la facultad de apreciación de la
prueba en conciencia importa la atribución de hacerlo en conformidad a la conciencia, esto es, con conocimiento
exacto y reflexivo de las cosas, según lo dice el Diccionario de la Lengua. Este conocimiento exacto y reflexivo de
las cosas se opone al concepto de arbitrariedad". En este tema, lo primero que se ha resaltado es la mayor
motivación que debe contener la sentencia. Para la Corte Suprema, "la fundamentación de las sentencias
constituye una garantía que tiende a evitar la arbitrariedad, porque permite conocer los motivos que sustentan la
resolución, imponiendo a los jueces la obligación de estudiar razonadamente los elementos de juicio reunidos, en
términos tales que resulte entendible la aceptación o rechazo tanto de las pruebas rendidas como de las
alegaciones y defensas planteadas" (CS, 4 de diciembre de 1951, RDJ, t. XLVIII, sec. 1ª p. 75). Un interesante
comentario sobre la jurisprudencia anterior, en F , Mariano, "Poder: imperativo y facultativo, apreciación
de la prueba en conciencia" en RDJ, t. LVIII, 1960, pp. 155-156. En igual orientación, CS, 16 de mayo de 1979,
RFM Nº 246, p. 113; CS, 4 de diciembre de 1989, RDJ, t. XXCVI, sec, 1ª, p. 117. En otra oportunidad, la sentencia
de la Corte Suprema de 18 de junio de 2008 declaraba: "(...) el método de valoración de la prueba (...) de
apreciación en conciencia claramente libera al Juez de la obligación de sujetarse a las normas que regulan el
mérito de cada antecedente allegado por las partes, pudiendo formar su convencimiento, a partir de los mismos, de
acuerdo a su íntima convicción de justicia en el caso de que se trata. Dicha facultad, sin embargo, con el fin de
evitar la expresión de la mera voluntad sin fundamento y las simples estimaciones, es decir, la arbitrariedad, acusa
como límites, la imposición al Tribunal de la obligación de manifestar las razones de su veredicto a partir de las
pruebas reunidas de acuerdo a la ley e inserto siempre en el marco de la lógica, la equidad y la normativa vigente"
(CS, 18 de junio de 2008, rol Nº 1714- 2008, LP 39269). En igual sentido, se ha pronunciado la Corte de
Apelaciones de Antofagasta, en fallo de 13 de abril de 2011, estableciendo que "(...) la ponderación en conciencia
de la prueba no autoriza al juez para que, apartándose del mérito del proceso, desconozca el valor de convicción
que emana de la prueba rendida en los autos" (C. de Ap. de Antofagasta, 13 de abril de 2011, rol Nº 27-2011, LP
48675).
134 Un estudio de la sentencia desde el punto de vista de la lógica obliga distinguir cuatro manifestaciones: a) el
silogismo entitema o abreviado es un silogismo categórico que al emplearlo calla una de las premisas; b) el
silogismo epiquerema o probatorio es aquel en el que una o las dos premisas van acompañadas de su
correspondiente prueba; c) el polisilogismo es una cadena de silogismos en los cuales las conclusiones parciales
sirven como premisas de otros silogismos hasta la conclusión final; d) el sorites o silogismo concatenado es un
polisilogismo abreviado, en el cual las conclusiones parciales se suprimen. Puede ser progresivo o regresivo. El
progresivo se da cuando el sujeto de cada proposición sirve de predicado de la siguiente hasta la conclusión final,
que se forma con el sujeto de las últimas premisas y el predicado de la primera. El regresivo presenta la
disposición de sus términos en forma inversa, es decir, el predicado de cada proposición pasa a ser el sujeto de
una nueva. En esta descripción hemos seguido a G , Luis Ignacio, Lógica. El razonamiento deductivo
formal, Universidad Panamericana 1992, pp. 54-57. Otros antecedentes en C , Morris; N , Ernest,
Introducción a la lógica y al método científico, B. Aires: Amorrortu, 1992, pp. 97-114.
137 En el derecho histórico se permitía al juez pronunciar un non liquet, mediante el cual se abstenía de fallar el
asunto por tener dudas. Sobre el tema, T F , Aldo, "Las facultades del juez en la historia del derecho
hispánico y chileno", en Revista de Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso, Nº 24, 1984 pp. 211 y ss.
138H A , Iván, "La aplicación judicial del derecho en el proceso civil", Santiago: La Ley, 2015, en
especial, pp. 101-155.
139 Nuestro legislador no contempla la "citra petita" ni la "extra petita"; la "extra petita" es un defecto diverso a la
ultra petita, que se originaría por una desviación en la fundamentación que utiliza el juzgador para pronunciar su
sentencia, exigencia que no se impone a nuestros jueces, que son soberanos para razonar y argumentar
resolviendo la cuestión controvertida, con el único límite de no alterar la causa de pedir de la acción deducida. Al
discutirse su incorporación en nuestro derecho, el proyecto sobre recurso de casación la establecía con la
siguiente redacción: "En haber sido dada ultra petita, esto es, excediendo lo pedido o extendiéndola a puntos no
sometidos a la decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar de oficio en los casos
determinados por la ley". En la sesión de la Comisión Revisora del proyecto de recurso de casación, según el acta
del 16 de noviembre de 1880, se suscitó la siguiente discusión: "El señor Martínez encuentra que en la definición
de la ultra petita falta un caso, es a saber, aquel en que la sentencia sin salir de los puntos sometidos a la decisión
del tribunal, excede sin embargo, lo pedido por las partes, como si litigándose sobre dos mil pesos, la condenación
se extendiese a dos mil quinientos. Propone, en consecuencia, se diga, "esto es, excediendo lo pedido o
extendiéndola á puntos, etc.". Se aprobó tal propuesta del señor comisionado. Sobre esta discusión cfr. Revista
Forense Chilena, 1898, Nºs. 3 y 4, pp. 150 y ss.
141La CS, en sentencia de 27 de abril de 2011, ha resuelto que "Sexto: Que la incongruencia, manifestada en
los dos supuestos recién aludidos, se encuentra configurada como vicio de casación en la forma por el artículo 768
Nº 4 del Código de Procedimiento Civil, según el cual la sentencia incurre en semejante defecto cuando ha sido
dada 'ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes o extendiéndola a puntos no sometidos a la
decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar de oficio en los casos determinados por
la ley'. Tanto la doctrina como la jurisprudencia están acordes en señalar que la causal de nulidad en mención
ofrece cobertura también a la hipótesis en que la sentencia varía la causa de pedir aducida por las partes como
fundamento de sus pretensiones. Así, se ha dicho que 'las sentencias de los tribunales, so pena incurrir en este
vicio, deben guardar conformidad, sin embargo, con la causa de pedir, por ser la que particularmente determina la
condición jurídica de las acciones o excepciones alegadas, de manera que falla ultra petita, a pesar de que en lo
resolutivo se limite estrictamente a acoger la acción deducida y rechazar las excepciones opuestas, la sentencia
que en lo considerativo se funda para ello en la existencia de un hecho o antecedente jurídico distinto del alegado
por las partes (Carlos Anabalón Sanderson. Tratado Práctico de Derecho Procesal Civil Chileno. Volumen Tres.
Escuela Tipográfica Salesiana. Concepción. Año 1966. Página 202)'. 'La causa de pedir es la que particularmente
determina la condición jurídica de las acciones o excepciones alegadas y, por consiguiente, aceptar o desechar
una excepción por una causa de pedir distinta de la invocada importa resolver una excepción diversa de la
sometida a juicio por las partes y fallar, por tanto, ultra petita, salvo los casos en que la ley autoriza para proceder
de oficio' (Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilena. Código de Procedimiento Civil. Tomo IV. Editorial
Jurídica de Chile. Año 1983. Página 41)" (CS, 27 de abril de 2011, rol Nº 7020-2001, LegalPublishing: 48729. En
igual orientación, CS, 11 de mayo de 2009, rol Nº 2313-08, MJ 20077, con especial desarrollo del principio de la
congruencia procesal).
142Ilustra esta solución lo señalado en el Mensaje con que fue enviado en 1893 el CPC, que indicaba que "sin
motivo suficiente se abstienen los tribunales de alzada de pronunciarse sobre las cuestiones subsidiarias debatidas
en primera instancia, cuando no ha recaído sobre ellas un pronunciamiento especial, que el juez a quo excusa
como incompatible con el fallo de la cuestión principal. El proyecto faculta a aquellos para resolver dichas
cuestiones por sí solos, evitando las dilaciones y aun el peligro de un prejuzgamiento, que se originan del
procedimiento actual". A nuestro entender, la competencia del tribunal de alzada para pronunciarse sobre las
acciones eventualmente acumuladas (que no fueron falladas en primera instancia) viene dada por la ley, sin
necesidad de que el demandante victorioso tenga que apelar para el evento que se revoque la sentencia que
acogió la acción principal (en esa línea se han pronunciado las sentencias de la CS, 3 de enero de 1936, RDJ, t.
XXXIII, sec. 1ª, p. 161; CS,4 de agosto de 1941, RDJ, t. XXXIX, sec. 1ª, p. 182; CS, 11 de abril de 1957, RDJ, t.
LIV, sec. 1ª, p. 53). En rigor, sería improcedente que el actor que obtuvo una sentencia favorable tuviera que
deducir recurso de apelación para otorgar competencia al tribunal de alzada a fin de que resuelva las acciones no
falladas en primer grado por ser incompatibles con lo decidido. Un recurso deducido por el litigante victorioso
carecería de agravio y, además, sería un acto condicional inadmisible, puesto que estaría apelando de una
hipótesis futura e incierta, esto es, para el evento que se llegara a revocar la decisión de primera instancia que
acogió la acción principal (en ese sentido, C. de Ap. de San Miguel, 8 de mayo de 1981, RDJ, t. LXXVIII, sec. 2ª, p.
93). Todo este problema es una anomalía técnica que presenta nuestro sistema de apelación desde la reforma de
la ley Nº 18.705 de 1988, que suprimió el trámite de la expresión de agravios y el de su contestación. Era en este
último escrito donde el apelado podría haber formulado su petición para el evento en que se revocara la sentencia,
garantizando el principio de la bilateralidad y de igualdad de las partes en la discusión que surge sobre un tema en
segunda instancia. Tal cambio legal ha venido a menoscabar la posición del apelado, atendido que parten del
erróneo supuesto que, por haber vencido en primera, ya no debía ser oírlo, sin considerar la complejidad de la
decisión de un proceso con acumulación eventual de acciones.
144 Sobre el tema, con una síntesis de la doctrina nacional, O C , Guillermo, Sentencia
interlocutoria y derechos permanentes, Santiago, Editorial Jurídica ConoSur, 1997, pp. 31-96.
145El Mensaje con que fue enviado el Código de Procedimiento, el 1 de febrero de 1893, contiene los motivos
de esta opción: "Aun cuando, para conservar a la casación su verdadero y elevado carácter, aconsejan muchos
jurisconsultos limitar las funciones del tribunal a sólo la declaración que invalida el fallo reclamado, se ha creído
preferible encomendarle también la resolución del asunto en que la casación recae, con el fin de evitar dilaciones y
gastos a los litigantes, y una organización más vasta del tribunal a quien se encarga esta misión". Al legislador le
pareció lógico que el mismo tribunal que anuló y sentó la correcta doctrina sobre la aplicación de la ley, pudiera
fallar el fondo del asunto (Cfr. R , Agustín, "Estudio sobre el recurso de casación", Memoria de prueba,
Facultad de Leyes y Ciencias Políticas de la U. de Chile, publicada en Revista Forense Chilena, Nºs. 1 y 2, pp. 5-
42, y Nºs. 3 y 4, 1898, pp. 175-179). Sobre el origen de este límite, cfr. el comentario de Luis C S , RDJ, t.
1, sec. 1ª, p. 223.
146 Sobre el origen histórico y discusión parlamentaria, B , Manuel E., La lei de organización i
atribuciones de los tribunales de Chile, ob. cit., t. I, pp. 429-478.
147Ese rasgo de colegialidad de la sentencia marca una diferencia con la solución prevista en otros
ordenamientos, donde la decisión plural se adopta "sumando" las diversas opiniones de los miembros del tribunal.
En el denominado Código Iberoamericano de ética judicial, el art. 26 dispone: "en los tribunales colegiados, la
deliberación debe tener lugar y la motivación expresarse en términos respetuosos y dentro de los márgenes de la
buena fe. El derecho de cada juez a disentir de la opinión mayoritaria debe ejercerse con moderación".
148 Aunque ese precepto no alude expresamente a la CS, la explicación de esa omisión se debe a que este
tribunal en su funcionamiento primitivo conocía de los asuntos en pleno. Con posterioridad aparecería el
funcionamiento en salas de nuestro máximo tribunal.
149 CS, 13 de enero de 2014. Rol Nº 4251-13, MJ 36980, "Sociedad Constructora e Inmobiliaria EMS Ltda. con
Universidad Tecnológica de Chile".
C IV L
1. E
Entre varias definiciones, la cosa juzgada se concibe en general como un estado jurídico en
que se encuentran algunos asuntos judiciales por haber sido objeto de una decisión
jurisdiccional definitiva en un proceso150. En esta línea se alude a res judicata (derecho
anglosajón), chose jugèe (derecho francés), rechtskraft (derecho germánico). Con ello se está
haciendo referencia al contenido o resultado final de la decisión jurisdiccional a que fue
sometida una relación o situación jurídica.
En otro sentido, la expresión cosa juzgada también apunta a ciertos efectos que producen
determinadas resoluciones judiciales (principalmente la sentencia definitiva sobre el fondo) en
orden a la inmutabilidad que en un determinado momento alcanzan las decisiones judiciales
(según los grados o instancias previstas para conocer del asunto). Estos efectos son
básicamente la obligatoriedad de lo resuelto (función positiva y negativa de la cosa juzgada) y
su ejecutabilidad. En esta acepción la cosa juzgada evoca, en la difundida definición de
Couture, "la autoridad y eficacia de una sentencia judicial, cuando no existen contra ella
medios de impugnación que permitan modificarla"151.
La Corte Suprema ha resaltado su relevancia, declarando que "la cosa juzgada es una
institución de orden público y constituye uno de los fundamentos necesarios del régimen
jurídico al asegurar la certidumbre y estabilidad de los derechos que ella consagra"152.
En esta posición se pueden ubicar una serie de opiniones que atribuyen a la cosa juzgada
efectos de orden material, en el sentido de que lo decidido por una sentencia judicial sobre un
determinado tema alcanza el grado de ficción de verdad (Savigny) o de presunción de verdad
(Pothier).
El nexo entre cosa juzgada y presunciones ha sido influenciado por el Código Civil francés
de 1804, específicamente, con las presunciones de derecho (juris et de jure), que excluye toda
otra prueba a lo declarado en un fallo judicial. Esta idea era una proyección de la doctrina de
Pothier (1699-1772) y sus raíces se encuentran en el derecho común153.
Aunque nuestro Código Civil es tributario del francés, en este punto se apartó de la idea
imperante durante la codificación decimonónica, que consideraba a la cosa juzgada como una
materia propia de regulación dedicada a la prueba.
Frente a la dificultad que tiene explicar la cosa juzgada como una manifestación de las
presunciones, parte de la doctrina ha postulado que esta declaración del derecho está más
cerca de las ficciones que de la prueba indiciaria. Como lo puntualiza Gascón, en la medida en
que las normas que establecen la presunción no permiten destruir ésta mediante prueba en
contrario, tales presunciones han sido asimiladas a las ficciones160.
En palabras de Devis Echandía, "la ficción, a diferencia de las presunciones, sólo puede ser
obra del legislador y consiste en suponer existente o inexistente un hecho o una cosa que no
es así, o en trasladar las consecuencias jurídicas de un estado de cosas a otro diferente, como
si fuesen iguales". "Hay de común entre ficción y las presunciones iuris et de iuri que no
admiten prueba en contrario"161.
En síntesis, la consideración de la cosa juzgada dentro de las ficciones lleva a estimar como
verdadero un determinado hecho, aunque no lo sea en realidad.
3. D
En estas doctrinas hay un intento por superar toda idea privatista y contractualista en el
ámbito de la cosa juzgada y del proceso en general. Las tesis procesales ponen su acento en
la inmutabilidad y definitividad de la resolución, prescindiendo de los efectos que la cosa
juzgada produce sobre la relación de derecho sustancial en la que recayó la decisión
jurisdiccional. Bajo este prisma, se intenta explicar la cosa juzgada poniendo el acento en el
carácter público del mandato contenido en una sentencia, que vincula tanto al órgano
jurisdiccional como a las partes. El objetivo final de las tesis procesales es resaltar el valor de
la seguridad jurídica como un elemento básico de la paz social, que evite una utilización
indefinida del proceso.
Con el desarrollo de las tesis procesales se ha buscado superar ideas muy arraigadas sobre
la presunción o ficción de verdad, ya que tales explicaciones no son del todo exactas, sobre
todo para el caso de sentencias erróneas o injustas, a las que, en rigor, no podrían
atribuírseles los rasgos de verdad plena que proclamaban las teorías materiales163.
Aunque las tesis procesales tampoco aclaran los problemas de la sentencia injusta o
errónea, se constata un avance en este punto al separar los efectos de la cosa juzgada de
calificativos que pudieran estar en contradicción con la realidad. La explicación procesal
destaca a lo más la inmutabilidad y la certeza jurídica que se obtiene con el fallo, pero no
postula que lo declarado en la sentencia sea efectivamente la verdad o que lo dispuesto por el
fallo produzca una alteración en el derecho sustancial.
En nuestro sistema, la cosa juzgada es considerada como un óbice procesal, esto es, un
obstáculo que impide un nuevo pronunciamiento sobre una materia que ya se encuentra
resuelta en un fallo anterior. Si al decidir un caso no se respetó ese límite, es lícito anular el
segundo fallo166.
Al dejar de postular que la cosa juzgada cambia materialmente la realidad del derecho
deducido en juicio, se explica también la posibilidad de renunciar a los efectos que ella
produce, aceptando que se pueda pronunciar una nueva sentencia diversa de la anterior.
4. R
Nuestro Código de Procedimiento Civil establece, en su artículo 175, que "las sentencias
definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o la excepción de cosa juzgada". Para
que alcancen este grado, se debe estar a las situaciones que contempla el art. 174 del CPC, el
cual distingue para tal efecto si proceden o no recursos. Sólo una vez que la resolución judicial
quede firme producirá el efecto de cosa juzgada.
Nuestra Corte Suprema ha establecido que "la autoridad de la cosa juzgada impide que una
vez ejecutoriada la sentencia pueda discutirse la corrección o la legalidad de los actos del
proceso que le sirvieron de base, salvo por medio del recurso de revisión en sus respectivos
casos"169.
En este punto se constata una profunda diferencia con lo que acontecía en el derecho
histórico, donde era más difícil que la sentencia alcanzara el grado de firmeza en un breve
tiempo. Así, por ejemplo, en nuestro derecho colonial se entendía que ya no había más
recursos contra una sentencia definitiva —en principio— cuando se habían pronunciado tres
sentencias conformes sobre el tema decidido170.
El quiebre producido con el derecho histórico queda muy bien retratado en la sentencia de la
Corte Suprema de 30 de julio de 1924, al declarar improcedente la acción ordinaria para
revisar el contenido de una sentencia judicial firme171.
Mientras existan recursos pendientes, la sentencia no produce cosa juzgada. Esta situación,
en la doctrina, ha generado una discusión sobre la naturaleza jurídica de la sentencia sujeta a
impugnación y la eficacia que a ella se debe atribuir (sentencia sujeta a condición, acto que
puede devenir en sentencia, etc.)172. En palabras de la Corte Suprema, no es posible
sostener que la sentencia de primera instancia hubiese quedado ejecutoriada, si se considera
que dicho fallo fue objeto de apelación173; "no procede la cosa juzgada si la sentencia en que
se funda no está firme"174.
En suma: la cosa juzgada sólo la producen las sentencias firmes definitivas o interlocutorias
que resuelven sobre el fondo del objeto del proceso y que se encuentren ejecutoriadas y
firmes.
5. L
La sentencia definitiva es la que pone fin a la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que
ha sido objeto del juicio (art. 158 inc. 1º CPC). Esta resolución resuelve la cuestión o asunto
que ha sido objeto del juicio cuando acoge o deniegue la acción o acciones deducidas en el
proceso, sea en forma originaria o sobrevenida, pronunciándose sobre las condiciones de la
acción: accionabilidad, legitimación y causa de pedir. En este sentido, como lo ha declarado la
Corte Suprema, "producen excepción de cosa juzgada tanto las sentencias absolutorias como
condenatorias, puesto que lo que se pretende por el legislador es la solución definitiva del
conflicto, única forma de provocar la certeza jurídica"175. Si la acción se ha interpuesto en el
escrito de réplica, pero sin que el tribunal se haya pronunciado sobre ella en la sentencia
definitiva —por infringir los límites del art. 312 CPC—, no se dará el pronunciamiento de fondo
que permita luego oponer la excepción de cosa juzgada176. En similares términos, esta
exigencia se desprende también de la doctrina de la Corte Suprema, cuando ha declarado que
"para la existencia de la cosa juzgada se requiere, primordialmente, un pronunciamiento de un
tribunal en el cual se haya reconocido la existencia de un derecho sustantivo..."177.
Sin embargo, el planteamiento anterior es discutible, toda vez que, para el rechazo de la
acción, el juez en muchos casos acude a elementos fácticos y jurídicos que sólo han sido
introducidos por el demandado al objeto del proceso al deducir sus excepciones materiales,
obligando a reconocer que también esos elementos de la controversia pueden estar juzgados
entre las partes cuando se quiere en un juicio futuro reabrir el debate179.
6. L
Las otras resoluciones que producen cosa juzgada son las interlocutorias firmes. También en
este caso, para que produzcan cosa juzgada, se debe exigir un pronunciamiento sobre el
fondo del asunto o sobre alguna situación jurídica equiparable al pronunciamiento sobre el
fondo, como el desistimiento de la demanda.
Anteriormente el mismo tribunal había resuelto que "para alegar la acción o excepción de
cosa juzgada debe invocarse una sentencia definitiva o interlocutoria firme, que declare un
derecho en favor de quien la invoca, única forma de poder analizar si entre esta sentencia y la
nueva que se dice opuesta, concurre la triple identidad exigida por el artículo 177 del Código
de Procedimiento Civil"181. La Corte de Apelaciones de Valparaíso, en sentencia de 7 de abril
de 1972, determinó que "para la procedencia de la cosa juzgada que se funda en una
sentencia interlocutoria, es necesario que ésta haya declarado en el juicio anterior un derecho
de orden sustancial y no meramente procesal"182.
Los casos más típicos de interlocutorias que producen cosa juzgada son las que ponen
término a la instancia, impidiendo luego una renovación del debate, como acontece con la que
acepta el desistimiento de la demanda (art. 150 CPC), la que acoge una excepción mixta o
anómala de prescripción, transacción y pago efectivo de la deuda, salvo que se reserve su
resolución para la sentencia definitiva (arts. 304 y 310 CPC). En todos estos casos, además,
se establecen derechos permanentes a favor de las partes.
Aunque, de conformidad al artículo 2460 del Código Civil, la transacción produce efecto de
cosa juzgada, la forma de alegar esta cuestión es oponiendo la excepción de transacción, la
que se deduce de la misma forma que la excepción de cosa juzgada. A través de la excepción
de transacción se impide, total o parcialmente, el inicio de un nuevo juicio sobre el tema que ya
fue objeto del contrato183.
Por su parte, la sentencia interlocutoria que pone término al juicio por abandono del
procedimiento, como no resuelve el fondo del asunto, permite la iniciación del mismo objeto en
un juicio posterior, ya que conforme al art. 156 del CPC, al producirse este anormal modo de
poner fin al procedimiento, no se entenderán extinguidas las acciones o excepciones de las
partes.
7. I
Las interlocutorias que se pronuncian sobre algún aspecto procesal, en el transcurso del
juicio, al no contener una decisión sobre el fondo no producen cosa juzgada; por lo mismo, los
efectos jurídicos de tales resoluciones se explican dentro de las consecuencias jurídicas que
acarrea la preclusión. Lo anterior tiene relevancia, atendido que al no producir cosa juzgada el
juez no queda vinculado con el mérito de tales resoluciones, pudiendo extraer —a la hora de
fallar— consecuencias jurídicas diversas a las que surge de esa realidad procesal. Algunos de
los casos más típicos de esta situación son los siguientes:
a) La resolución que tiene por confeso a la parte que da respuestas evasivas o que no
concurre a la segunda citación (art. 394 CPC). En este caso, la falta de comparecencia del
absolvente permite aplicar una sanción procesal mediante una resolución que no contiene un
pronunciamiento sobre el fondo del asunto. Consecuente con lo anterior, al ponderar la prueba,
el juez puede llegar a una conclusión diversa de la que fluye de los hechos categóricamente
afirmados en el pliego de posiciones185.
b) La sentencia interlocutoria que recibe la causa a prueba. Los hechos que allí se fijan no
generan derechos permanentes, que deban entenderse juzgados, siendo posible su
modificación posterior por la sentencia definitiva de primera o segunda instancia186. Dicho de
otra forma, la circunstancia de que se fije por el juez un determinado punto o hecho de prueba
no puede mirarse como un juzgamiento que anticipe el contenido de la sentencia definitiva,
una suerte de anticipación en la decisión, que esté amparada por la cosa juzgada que
producen las interlocutorias. La resolución que fija los hechos controvertidos sólo resuelve
sobre un trámite que debe servir de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o
interlocutoria, pero no entra a juzgar sobre las condiciones de la acción, que es el examen
sobre el fondo que se ampara por la cosa juzgada.
8. R
Una situación especial en la temática de la cosa juzgada la constituyen las sentencias que
causan ejecutoria, en cuanto constituyen una excepción al antiguo principio del derecho común
appellatione pendente nihil innovandum. En su origen, el Código de Procedimiento Civil no
contemplaba esta categoría, la que fue incorporada por la reforma de la ley Nº 7.760,
publicada el 5 de febrero de 1944. Con anterioridad, el antiguo artículo 236 (actual 231) sólo
permitía que se pudieran cumplir las resoluciones ejecutoriadas191.
Las resoluciones que causan ejecutoria dan origen a la figura de la ejecución provisional de
la sentencia192. En explicación de Caballol Angelats, "la ejecución provisional es la institución
procesal mediante la cual se atribuye eficacia a una resolución definitiva sobre el fondo carente
de firmeza, quedando subordinada la permanencia de los efectos producidos a lo que resulte
del recurso"193. "Mediante la ejecución provisional se consiguen actuar los efectos que la
sentencia produciría si fuera firme"194. "La principal característica de la ejecución provisional
es que sus efectos quedan condicionados a lo que resulte del recurso, es decir, si la resolución
confirma la resolución recurrida, éstos permanecerán, y si la revoca, deberá restituirse todo lo
percibido y revocarse cualquier efecto que se haya producido"195.
Por regla general, las resoluciones que causan ejecutoria son las sentencias definitivas e
interlocutorias apelables en el solo efecto devolutivo, puesto que no paralizan la competencia
del tribunal que las pronunció para seguir adelante el proceso (inclusive la ejecución de lo
fallado), salvo cuando el tribunal que va a conocer del recurso decrete una orden de no innovar
(arts. 191 y 192, en relación con el art. 231 del CPC). También se admite la ejecución
provisional de la sentencia en el juicio ejecutivo, en el recurso de casación (previa rendición de
fianza de resultas), entre otros casos.
9. C
En doctrina se suele hacer una distinción entre cosa juzgada material y cosa juzgada formal.
La diferencia entre ambos conceptos es radical, ya que se trata de fenómenos completamente
diversos.
La cosa juzgada material alude al litigio examinado en el juicio y resuelto por una sentencia
que alcanza inmutabilidad. Es la certeza más absoluta que obtiene una decisión jurisdiccional,
sea que haya acogido o rechazado la acción deducida en un juicio. Se trata de aquellos
pronunciamientos judiciales sobre el fondo, que no pueden ser revisados en procesos
posteriores. La cosa juzgada material es la decisión jurisdiccional inmutable e irrevisable en un
juicio posterior.
En cambio, bajo la expresión de cosa juzgada formal se alude a las decisiones judiciales —
también sentencias definitivas e interlocutorias— que son susceptibles de una revisión
posterior196.
Las resoluciones judiciales que producen cosa juzgada formal surgen de situaciones de
excepción, en las que por razones de justicia o de economía procesal se permite examinar
nuevamente el tema decidido, iniciando un nuevo juicio. En estos casos, la sentencia judicial
pronunciada, no obstante haber alcanzado el grado de resolución firme o ejecutoriada (según
las posibilidades del art. 174 del CPC), e incluso siendo posible su ejecución o cumplimiento
judicial, por razones de política legislativa no adquiere la inmutabilidad que es propia de la
cosa juzgada material. Esta situación de excepción se puede producir por distintas causas, a
saber:
También producen cosa juzgada formal, cuando la ley así lo dispone, las sentencias
pronunciadas en procedimientos sumarísimos, atendido que la abreviación de la etapa de
discusión y prueba limita a las partes su derecho de defensa, en términos de poder cerrar el
debate para siempre, aumentando la posibilidad de equivocaciones judiciales199.
En este punto el legislador mantuvo la tradición de los cuerpos históricos del derecho
castellano, que privaban a la sentencia recaída en este tipo de procesos del efecto de cosa
juzgada material, especialmente en materia de interdictos posesorios, tal como lo admiten
expresamente los artículos 563, 564 y 581 del CPC200. En el caso de los interdictos, esto se
explica —según García Marina— porque las acciones interdictales, provisionales o interinas,
como la propia significación de la palabra interdicto parece indicar, fueron admitidas para
impedir que nadie se pudiera hacer justicia por su mano ni ser desposeído sin antes haber sido
oído y vencido en juicio201. La modificación de lo resuelto por la tutela interdictal surge,
además, porque esta forma de protección no conlleva un pronunciamiento sobre el derecho de
dominio, objeto que se dilucida con la acción reivindicatoria, que se tramita en un juicio de lato
conocimiento.
La estructura anterior se explica porque en nuestra codificación se buscaba que la mayor
parte de los asuntos se decidieran a través del juicio ordinario reglamentado en el Libro II del
CPC, cuya sentencia alcanza siempre eficacia de cosa juzgada material o sustancial202. Por
razones de variada índole, esa propuesta se ha visto superada al comenzar una vorágine
legislativa creadora de procesos especiales, marcados por la tendencia a la sumarización de la
función declarativa. A través de esta opción han surgido juicios de carácter sumario con etapas
concentradas de debate, prueba y plazo para dictar sentencia. Frente a la anterior realidad,
para determinar la eficacia de cosa juzgada formal o material en los juicios sumarios, se
deberá estar a la opción legislativa en cada caso particular.
En lo que conforma un acto de coherencia técnica, en el caso del juicio sumario común (arts.
680 y ss. CPC), se ha previsto la posibilidad de ordenar la sustitución de procedimiento. Bajo
ciertos supuestos un juicio sumario puede continuar siendo tramitado conforme a las reglas del
juicio ordinario, si el juez estima que existen motivos fundados para ello (art. 681 CPC).
10. L
Como se explicaba, aunque en el terreno de los principios se proclama que "el fraude todo lo
corrompe" (fraus omnia corrumpit), en materia procesal no ha existido una solución uniforme
para solucionar este grave problema.
Esa definida postura de nuestra normativa orgánica fue matizada con posterioridad, al
introducir el Código de Procedimiento Civil la acción de revisión contra una sentencia firme por
las causales del art. 810 CPC Nºs. 1, 2 y 3.
La cosa juzgada aparente, por otro lado, se produce cuando la relación procesal no ha
existido por falta de algunos de los requisitos de existencia. En tal hipótesis estaremos frente a
una sentencia que debe ser privada de toda eficacia. En explicación de Hoyos: "... en tales
casos habrá materialidad de un expediente o dossier, que será la vacua imagen de un proceso
inexistente o nulo, induciendo a error a la masa de los justiciables..."205.
11. E
El efecto de la cosa juzgada alude a las consecuencias jurídicas que producen las
resoluciones judiciales que adquieren ese atributo, que sabemos son las sentencias definitivas
e interlocutorias firmes, en cuanto hayan fallado el fondo del asunto y se encuentren firmes o
ejecutoriadas.
En este punto se comprenden cuestiones bastante amplias, tales como la dimensión objetiva
y subjetiva de la cosa juzgada y los efectos temporales de la misma (duración del efecto de
cosa juzgada). En la terminología de nuestro Código, estos temas son denominados con las
expresiones de acción o excepción de cosa juzgada (art. 175 CPC).
Desde una perspectiva científica, por cierto, más amplia que la que ofrece nuestro Código de
Procedimiento Civil, la doctrina ha visualizado dos posibles efectos de la cosa juzgada y los ha
denominado efecto negativo o excluyente y efecto positivo o prejudicial.
Desde un punto de vista temporal, los efectos de cosa juzgada se manifiestan como una
cuestión anterior a la ejecución de la sentencia firme. En nuestra jurisprudencia se ha
reconocido que "la acción o excepción de cosa juzgada, a que da lugar una sentencia, es
independiente de su ejecución, emana del hecho de estar la sentencia en que se funda firme o
ejecutoriada, como lo demuestra el artículo 198 (174) del Código de Procedimiento Civil, y su
admisión es de la exclusiva competencia del tribunal ante el cual se deduzcan"206.
El efecto de cosa juzgada se produce una vez que el proceso se encuentra fenecido, esto
es, en definición de la Corte Suprema: "aquel en que se ha dictado sentencia definitiva que se
encuentra ejecutoriada, pues en tal estado el proceso ha llegado a su término, o sea, se lo ha
hecho fenecer"207.
La separación de la eficacia de cosa juzgada como una cuestión anterior a la ejecución tiene
importancia práctica, puesto que la garantía constitucional relativa al derecho de propiedad
impide cualquier acto de los poderes públicos contra la cosa juzgada (arts. 76 CPE, 9º inc. 2º
CC). De un modo concreto, no le afectan a la eficacia de la sentencia los cambios de ley que
influyen en una situación de hecho que ya alcanzó fuerza de cosa juzgada208. Incluso más, se
ha declarado inconstitucionales ciertas leyes que han tratado de establecer nuevas
excepciones para ser opuestas en procesos que habían alcanzado eficacia de cosa juzgada,
no obstante que la ejecución se encontraba pendiente209.
Antes de examinar alguno de los aspectos procesales que promueve la excepción de cosa
juzgada, estimamos pertinente abordar, como cuestión previa, el examen de ciertos elementos
esenciales sin los cuales, a nuestro juicio, no puede surgir la cosa juzgada, a saber: la
necesidad de una sentencia pronunciada por un órgano que ejerza jurisdicción.
12. L
La necesidad de un juicio para la existencia de la cosa juzgada es una exigencia que viene
reconocida desde el derecho histórico. En la Curia Philipica, de Juan de Hevia Bolaños, se
expresaba que "cosa juzgada es la definida y determinada en contradictorio juicio de juez
competente, en las que las partes fueron oídas, de cuyo litigio no se puede más tratar..."210.
Aunque lo normal es que la cosa juzgada se alegue invocando una sentencia anterior,
también es posible que esta decisión haya sido el resultado de un debate contradictorio
generado en un único proceso, como puede ocurrir cuando una interlocutoria resuelve sobre
un tema de fondo, estableciendo derechos permanentes a favor de las partes. En tal sentido, la
Corte Suprema ha puntualizado que "es claro que, por lo general, la cosa juzgada opera
cuando hay pluralidad de juicios y existe la triple identidad entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. Pero esta norma, según se ha demostrado, no es rigurosa, como
quiera que la cosa juzgada no encuentra su eficacia en el derecho preexistente a la sentencia,
sino en la fuerza de la sentencia misma, una vez que ésta se ha tornado indiscutible"214. De
esa forma se desestimó un recurso de casación en el fondo, dejando firme una decisión de un
partidor acerca del destino que debía darse a unas crías de acciones dejadas por el causante.
13. L
14. C
Las gestiones preparatorias se caracterizan por la realización de una actividad donde el juez
no juzga acerca de acciones o excepciones, sino que se limita, a lo más, a intervenir en una
actividad previa a un juicio, de carácter preparatoria, probatoria o cautelar. Como en ella no se
emite un pronunciamiento sobre el fondo de un asunto que pueda entenderse juzgado por el
tribunal no se puede predicar que produce el efecto de cosa juzgada.
En el caso de las medidas prejudiciales, reguladas en el Título IV del Libro II del CPC (arts.
273 al 289), su misma denominación demuestra la ausencia de un juicio, que sabemos es
elemento esencial para que se produzca cosa juzgada. Lo anterior se ve reforzado si
consideramos que la concesión de estas medidas no impone al futuro demandante la carga
procesal de presentar la demanda (salvo que se trate de una medida prejudicial precautoria).
En suma, se trata de actuaciones procesales que se limitan a preparar la entrada al juicio,
asegurar el resultado de una acción que se deducirá, o bien conservar o anticipar un medio de
prueba, sin que el juez juzgue sobre acciones o excepciones de las partes.
16. E
Como ha resuelto la Corte Suprema el 19 de diciembre de 1940, "el efecto propio o natural
de toda sentencia que acepta la excepción de cosa juzgada consiste precisamente en
desconocer al actor el derecho de accionar nuevamente sobre lo mismo que ya fue fallado
antes"225.
En un proceso civil de corte dispositivo, como el nuestro, este efecto opera en virtud de
alegación de la parte interesada. Esto se hará valer normalmente a través de la interposición
de la excepción de cosa juzgada, sin perjuicio de otros instrumentos que pueden conseguir
este efecto incluso después que se haya pronunciado la sentencia definitiva en el segundo
juicio iniciado infringiendo la regla del non bis in ídem. Efectivamente, la función excluyente
puede ser promovida y declarada en segunda instancia o incluso invocada como causa del
recurso de revisión226. En ambos casos, se trata de causales de nulidad de la segunda
sentencia para hacer prevalecer la decisión anterior, evitando de raíz la pretensión de ejecutar
dos sentencias contradictorias, como ocurriría, por ejemplo, si una sentencia autoriza el
despido de un trabajador y otra posterior ordena su reincorporación227.
El efecto excluyente que produce la cosa juzgada, según la Corte Suprema, inhibe que los
tribunales puedan hacer uso de las facultades para anular de oficio un acto o contrato, si el
punto ya había sido discutido y resuelto por la sentencia de primer grado y la parte no apeló de
ello228. Ni siquiera por la vía del ejercicio de las facultades correctoras del procedimiento, que
concede el artículo 84 del CPC, el juez puede alterar la inmutabilidad de la sentencia que se
produce en virtud de la cosa juzgada, salvo lo que se señaló sobre la cosa juzgada
aparente229.
El estado jurídico que genera la cosa juzgada no puede ser alterado, aunque existan
poderosas razones para ello; reflejan muy bien esta situación las sentencias de la Corte de
Apelaciones de Santiago y de la Corte Suprema recaídas en los autos "Shirizawa con Empresa
de Ferrocarriles del Estado", pronunciadas en la década del sesenta del siglo pasado. En dicho
proceso, se solicitó el reajuste de la renta vitalicia ordenada por una sentencia judicial anterior.
Según la actora, el poder adquisitivo de la renta fijada había perdido su valor inicial. Aunque el
juez de primera instancia acogió la demanda, tanto el tribunal de alzada como la Corte
Suprema estimaron procedente la excepción de cosa juzgada, ya que el mérito de la sentencia
anterior impide alterar la cuantía de obligaciones ya existentes230.
Desde otro punto de vista, el efecto negativo conlleva una sanción procesal para el litigante
negligente, al que este estado procesal le impide renovar el debate en el juicio posterior,
invocando nuevos hechos o nuevos elementos probatorios que no produjo en el juicio anterior.
Con apoyo en citas de autoridad, el fallo de la Corte Suprema de 7 de agosto de 1961 acepta
esta sanción procesal que surge de la cosa juzgada declarando que "... preciso es no confundir
con la causa de una acción o excepción las circunstancias o medios que puedan concurrir a
establecer esta causa o a justificar la existencia de ella. De aquí se desprenden, entre otras,
las siguientes conclusiones: [...] Dos demandas deben ser consideradas como fundadas en
una misma causa, aun cuando en apoyo de la segunda se presente un medio nuevo sacado
de una disposición legal que por negligencia no se invocó en la primera, o cuando se ofrezca
prueba sobre hechos que antes no se propusieron.
Ésta es la doctrina de Aubry et Rau, tomada de su Curso de Derecho Civil, tomo VIII, página
352.
"Y muchos siglos antes, Neracio acepta la procedencia de la excepción de cosa juzgada
respecto 'de alguno que habiéndose sentenciado en contra de él, hállase nuevos documentos
que justifiquen su causa'"231.
Delimita con igual exactitud el contenido de esta situación jurídica el fallo de la Corte
Suprema de 30 de noviembre de 1995, cuando expresa que "la cosa juzgada es un concepto
básico del derecho procesal encaminado a evitar que una cuestión ya fallada en un juicio
pueda ser planteada nuevamente en otro litigio. Se trata de que lo resuelto no puede discutirse
más, ni en el mismo proceso ni en otro futuro, con el objeto de dar fijeza y seriedad a la
administración de justicia..."232.
Por último, si se promueve el juicio antes que se produzca la eficacia de cosa juzgada y
concurre la triple identidad, el mecanismo para prevenir una nueva sentencia es la excepción
de litispendencia, que es un instrumento auxiliar o preventivo de la cosa juzgada (para evitar
sentencias contradictorias), que se determina también atendiendo a los mismos elementos de
identificación de la acción233.
17. C
En el mismo fallo recién aludido se indica que "se dice, en este sentido, que existe hoy
litispendencia donde mañana existirá cosa juzgada, idea que permite concebir la eficacia
excluyente de la litispendencia como una especie de anticipación de la función negativa de la
cosa juzgada material. Como observa Vegas Torres, 'el fundamento de las dos instituciones
sería el principio general de prohibición del non bis in idem, y la finalidad de ambas, la de evitar
la pluralidad de pronunciamientos jurisdiccionales sobre un mismo asunto, finalidad principal a
la que se añadiría la secundaria de evitar la sustanciación de procesos inútiles, con beneficio
evidente en términos de economía procesal'. (Vegas Torres, Jaime: "La eficacia excluyente de
la litispendencia", en: Revista de Derecho de la Universidad de la Rioja, p. 170)"237.
18. D
La sentencia firme y ejecutoriada conforma una realidad jurídica y material que puede servir
para acreditar un hecho en un proceso posterior. Una de esas proyecciones dice relación con
la alegación de la función negativa de la cosa juzgada. Como en nuestro sistema procesal esta
excepción no puede ser apreciada de oficio por el juez, la parte que la alega debe acreditar su
existencia, acompañando las sentencias donde ella consta238.
La triple identidad es una categoría susceptible de ser utilizada sólo en el ámbito del proceso
civil, ya que la cosa juzgada en el proceso penal se comporta de otro modo. Efectivamente,
como lo destaca la sentencia de la Corte Suprema de 30 de mayo de 1995, los dos elementos,
médula de la decisión que el juez penal emite en la sentencia, son el hecho de que constituye
el delito y la persona a la que se atribuye su ejecución o se le imputa participación en él241.
Por lo mismo, no resulta aplicable al proceso penal el concepto de triple identidad del
artículo 177 del CPC.
Aunque en principio se podría pensar que constituye una operación relativamente fácil
determinar la presencia de las tres identidades, la verdad es que en su aplicación práctica
surgen problemas, algunos de ellos muy difíciles de resolver242. Se constata esta realidad
explícitamente en un fallo de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, al indicar que "cuando la
ley habla de identidad, dicho término no puede tomarse en un sentido tan absoluto y
restringido que importe exigir una igualdad tan completa entre ambas demandas como si fuere
copiada o calcada de otra"243.
Sobre el carácter formal del acto de alegación, la Corte Suprema no ha dejado dudas al
declarar que "... cabe señalar que las acciones como también las excepciones deben
plantearse en el juicio y solicitarse un pronunciamiento del tribunal a su respecto y no procede
que se deduzcan sólo de los razonamientos que se contengan en los escritos presentados por
las partes y como la excepción de cosa juzgada de que se trata no fue alegada formal y
oportunamente en el juicio, como lo reconoce el propio demandante, no recayó
pronunciamiento de los tribunales que han intervenido en el pleito sobre tal materia, de manera
que por tal motivo y por tratarse de una cuestión nueva, no discutida ni en primera ni en
segunda instancia y que por lo tanto no puede ser promovida en el recurso de casación,
corresponde el rechazo del recurso..."246.
El efecto excluyente que se genera cuando se acoge la excepción de cosa juzgada genera
un estado jurídico que presenta las siguientes características: es imprescriptible, es
renunciable y tiene efecto relativo.
1º) Es imprescriptible. Esto significa que el estado jurídico de cosa juzgada sobre un tema se
mantiene indefinidamente en el tiempo, con tal de que se haga valer por el litigante que haya
obtenido en el juicio un pronunciamiento sobre el fondo y por todos aquellos a quienes según
la ley aprovecha el fallo la carga procesal de alegarla oportunamente247. En principio ello
acontecerá cada vez que se quiera reiniciar un juicio con un objeto procesal ya resuelto con
eficacia de cosa juzgada, cualquiera sea el tiempo transcurrido desde el pronunciamiento de la
sentencia. Al formular la excepción se deberá expresar determinadamente la sentencia en que
ella se funda, debiendo probar su existencia con copia del fallo firme o ejecutoriado que sirve
de base a la excepción. Si no se acreditan los supuestos de hecho con las copias de la
sentencia, la excepción debe ser desestimada248.
2º) Es renunciable. Conforme a este rasgo, el estado de cosa juzgada se puede dejar de
hacer valer, permitiendo que el asunto idéntico sea juzgado nuevamente. Nada impide que el
beneficiado con la excepción de cosa juzgada pueda renunciar a esa situación jurídica, con tal
de que la renuncia mire a su interés individual (art. 12 CC). La regla anterior no rige en el caso
de ciertas sentencias constitutivas, especialmente aquellas que dan nacimiento a situaciones
jurídicas que no es posible revertir, aunque se quiera renunciar a la cosa juzgada; los casos
más evidentes resultan de la creación de un estado civil, cuyas sentencias además tienen
eficacia erga omnes.
3º) Tiene un efecto relativo. Tienen derecho a oponer esta excepción "el litigante que haya
obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo". El alcance
de esta última regla obliga a examinar el problema de la identidad subjetiva de la cosa juzgada.
19. L
Esta identidad dice relación con los límites subjetivos de la cosa juzgada, esto es, qué
sujetos quedan vinculados por los efectos negativos o excluyentes de una sentencia judicial
que produce cosa juzgada.
Básicamente, para que opere la excepción de cosa juzgada debe existir identidad legal de
personas, es decir, que sean los mismos los que figuraron en el litigio ya resuelto y en el nuevo
y posterior proceso. Esta identidad jurídica se cumple cuando se constata la misma calidad
jurídica entre los sujetos del proceso anterior y del proceso ulterior, aunque en el nuevo juicio
cambien de rol (que el demandado pase a actuar como demandante o viceversa)249.
El principio general en este tema es el siguiente: "la eficacia de la cosa juzgada se extiende
sólo frente a las partes y a aquellos sujetos que, atendiendo a la situación jurídica resuelta,
pueden equipararse a las partes"250. Tradicionalmente se ha entendido que tienen la calidad
de parte los sujetos de la relación jurídico-procesal, esto es, quienes actúan como sujetos
activos y pasivos en el proceso: el demandante y el demandado. Sin embargo, nuestro Código
de Procedimiento, de un modo expreso, extiende los efectos de la cosa juzgada a los terceros
que intervienen voluntariamente en un proceso (art. 24 CPC).
También se produce la identidad subjetiva cuando alguien actúa en nombre de otro, por
representación. Ilustra muy bien esta situación una sentencia de la Corte Suprema de 1966, al
declarar que existe identidad si en el juicio anterior compareció en nombre del sindicato
demandante la confederación de la cual formaba parte, ya que con dicha actuación el sindicato
adquiría la calidad de parte del proceso anterior. La eficacia de cosa juzgada, según esta
sentencia, impide que en el nuevo juicio se pueda revisar la pretendida falta de personería de
la confederación en el juicio anterior, al no haberse discutido sobre el punto en el mismo251.
Las exigencias sobre la identidad subjetiva han debido ser atenuadas, permitiendo que
aleguen esta identidad jurídica algunos sujetos que, sin haber sido técnicamente parte del
proceso anterior, tengan algún grado de vinculación con el que sí fue parte del mismo. En otras
palabras, de la cosa juzgada nace una declaración del derecho que no pertenece sólo a las
partes que fueron sujetos del proceso y que han quedado sometidas a esa decisión judicial,
sino que la sentencia, como acto de autoridad amparado por el Estado, puede beneficiar a
otras personas, en cuanto se les permite invocar en su beneficio la fuerza excluyente de la res
judicata. Nuestro Código de Procedimiento Civil reconoce lo anterior, permitiendo que puedan
alegar la cosa juzgada no sólo el litigante que haya obtenido en el juicio, sino que también
todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo (art. 177 inc. 1º CPC).
Se debe insistir que se trata de una identidad jurídica, no física, ya que es posible que se
trabe el nuevo juicio entre las mismas personas físicas, pero sin existir la identidad legal que es
la exigencia de la excepción. En tal sentido, se ha resuelto que no se da la identidad legal si en
el primer juicio el actor compareció invocando su calidad de comunero de un inmueble y en el
segundo comparece como arrendatario252.
No siempre resulta fácil determinar los límites subjetivos de la cosa juzgada. Efectivamente,
como lo explica Trocker, el principio básico antes descrito —la cosa juzgada sólo afecta a las
partes— sufre atenuaciones y limitaciones de todo tipo, inspiradas en la exigencia práctica de
conciliar el rigor de la máxima res inter alios iudicata aliis non praeiudicat [la cosa juzgada, al
tercero, ni le perjudica ni le aprovecha] con diversas hipótesis que, por su misma estructura y
configuración sobre el plano sustancial, se oponen a ser incluidas en el ámbito de esta
directiva, instando así el reconocimiento de la eficacia de la cosa juzgada en una esfera más o
menos amplia de terceros253. En algunos casos el legislador soluciona el problema de los
límites subjetivos otorgando a ciertas sentencias eficacia erga omnes, especialmente las
constitutivas de estado civil (arts. 315, 316 CC).
Desde la doctrina, con mayor o menor intensidad, se invita a desechar una aplicación rígida
de los límites subjetivos de la cosa juzgada, pues un criterio restringido en esta materia no
resulta eficaz para garantizar la economía procesal ni evitar el pronunciamiento de sentencias
contradictorias, sobre todo cuando las relaciones jurídicas tienen algún grado de conexión.
A falta de norma legal que solucione el tema, la jurisprudencia ha ido extendiendo el alcance
de la expresión identidad legal de personas a sujetos que originariamente no fueron parte, pero
que, sin embargo, están legitimados para invocar en su beneficio la fuerza negativa de la cosa
juzgada, como ocurre en ciertos casos con los codeudores o coacreedores de obligaciones
solidarias o indivisibles; con ciertos sucesores a título singular254; en las relaciones de
herederos con legatarios y de deudores principales con fiadores255.
Desde un punto negativo, se ha estimado que no existe esta identidad entre el socio y la
sociedad, por tratarse de personas jurídicamente distintas, resultando improcedente que el
socio invoque una sentencia pronunciada a favor de la sociedad257; tampoco se da la
identidad subjetiva en materia de responsabilidad civil extracontractual entre la esposa y la
madre de la víctima258.
20. L
El tema de los límites objetivos apunta a resolver qué extensión se debe reconocer a lo
resuelto en una sentencia judicial, que tenga fuerza de cosa juzgada. En términos más
simples, el problema del límite objetivo de la cosa juzgada se dirige a precisar qué debe ser
comprendido dentro de lo decidido en la sentencia judicial que produce el efecto de cosa
juzgada.
En principio, el límite objetivo de la cosa juzgada opera cuando el segundo proceso tiene un
objeto idéntico al primero. Esta comprobación se hace atendiendo a los dos elementos
objetivos que componen toda acción: la causa de pedir y el petitum. En palabras del CPC, la
identidad objetiva se dará cuando exista "identidad de la cosa pedida" e "identidad de la causa
de pedir" (art. 177)260.
Lo anterior es consecuencia de que cada acción tiene una individualidad propia y no está
encerrada en fórmulas rígidas; hace bastante que la acción dejó de ser concebida a la luz de la
definición de Celso, esto es, como una proyección o parte del derecho subjetivo material264.
En este sentido, la Corte Suprema ha resuelto que "lo que en derecho caracteriza toda acción
es la concurrencia de tres requisitos, a saber: que la acción se dirija contra una persona
determinada, que se precise la cosa demandada y que se señale la causa de pedir que le sirve
de fundamento"265.
En la jurisprudencia se reconoce que este tipo de protección queda amparada por el efecto
de cosa juzgada. Así lo proclama expresamente la sentencia de la Corte de Apelaciones de
Santiago, de 4 de junio de 1987, cuando señala que uno de los fines que tiene el actor para
deducir este tipo de acciones es lograr la cosa juzgada, es decir, "la indiscutibilidad y la
claridad meridiana de la situación jurídica, la imposibilidad de que la seguridad jurídica pueda
volver a ser puesta en duda por aquellos en cuyo perjuicio se ha declarado la existencia o la
inexistencia de la misma (Prieto Castro, La acción declarativa, p. 107)"275.
Para determinar la forma de delimitar la causa de pedir, la doctrina distingue dos tipos de
acciones declarativas, a saber: acciones declarativas positivas y acciones declarativas
negativas. En las acciones declarativas positivas, para fijar el componente causal a su vez se
distingue entre acciones declarativas relativas a derechos absolutos y acciones declarativas
relativas a derechos personales, aplicándose las mismas pautas anteriormente explicadas para
las acciones de condena.
Por otra parte, en el caso en que la solicitud de declaración positiva persiga la protección
jurisdiccional de los derechos personales, la fijación de la causa de pedir requiere el
señalamiento de la relación jurídica cuya constatación o afirmación se solicita
jurisdiccionalmente, esto es, que se narren los acaecimientos que han dado origen a la
petición. Por ejemplo, si el actor no sabe o es incierto el contenido de una relación jurídica que
le une con otra persona, deberá narrar toda la base fáctica o hecho constitutivo del vínculo
cuya declaración jurisdiccional le interesa para poner fin al estado de incertidumbre jurídica
que pretende.
Las reglas anteriores sufren una alteración en el caso de las acciones declarativas
negativas. En efecto, la fijación de la causa petendi en este tipo de acciones de declaración
negativa viene dada por la siguiente circunstancia: en el petitum lo que se solicita es una
declaración de inexistencia, esto es, en general, que el demandado no tiene un bien o no está
gozando de un derecho determinado. Como nadie puede solicitar la inexistencia de un derecho
invocando una situación y luego otra, es indiferente si ella está fundada en un determinado
conjunto de hechos o en otro distinto.
Las acciones constitutivas persiguen una sentencia que extinga o modifique un estado
jurídico existente, o bien que cree un estado nuevo. Bajo el género de acciones constitutivas
se comprenden distintas cuestiones que, miradas en su conjunto, se relacionan directamente
con el derecho a obtener un "cambio jurídico" a través de la intervención de la jurisdicción.
ii) En el otro lado están los que, para delimitar el contenido causal de la acción constitutiva,
sustentan que la causa petendi no está compuesta solamente por los hechos, sino que tiene
además un componente jurídico. En este sentido, la causa de pedir —en las acciones
constitutivas— hay que encontrarla no tanto en los hechos en sí, sino en la causa legal que
autoriza el cambio jurídico. Es decir, la causa de pedir no se debe hallar, como ocurría en las
acciones personales, en los concretos hechos aducidos en la demanda, sino que más bien
radica en los hechos abstractos reflejados en la causa legal en la que se funda284.
Por su lado, las pautas anteriores ceden frente a algunas especialidades que se verifican
dentro del ejercicio de la acción constitutiva de nulidad, cuyos problemas se reducen a
determinar la interrelación que se puede presentar entre muchos de los hechos con base en
los cuales puede invocarse esa ineficacia jurídica (v. gr., la petición de nulidad de un contrato
por un vicio del consentimiento fundado en error, fuerza o dolo [art. 1451 CC]). Hasta la fecha,
en nuestra doctrina y jurisprudencia se ha utilizado para delimitar la causa de pedir en las
acciones de nulidad, sin mayor cuestionamiento, un antiguo criterio heredado de los juristas
franceses Marcadé, Toullier, Bonnier y Griolet, que distinguen entre causa próxima y remota,
causa única y la exclusividad del vicio285.
A modo de síntesis, la cosa juzgada debe garantizar que sentencia constitutiva que crea o
modifica una determinada realidad debe ser garantizada en lo sucesivo (por ejemplo, al haber
declarado la disolución de la sociedad, la nulidad del acto o contrato o el reconocimiento de un
estado civil, etc.).
21. I
El tema se debe solucionar según la opción teórica que se siga. Como se sabe, los
defensores de la idea de que la causa de pedir está conformada sólo por el elemento fáctico
otorgan una mayor amplitud al juzgador a la hora de aplicar el derecho, desechando de
principio la calificación jurídica que el actor asigne a esos hechos (la causa de pedir)287. En el
tema que nos ocupa se produce la identidad de la cosa juzgada, aunque la nueva demanda
venga fundada en una diversa motivación jurídica. Por ejemplo, si en un primer proceso
indemnizatorio los hechos fueron resueltos razonando jurídicamente sobre la base de la
responsabilidad contractual, en un segundo intento, fundado en los mismos hechos, pero
invocando el actor ahora la normativa de la responsabilidad aquiliana o algún régimen jurídico
especial, estaría cubierto por la anterior decisión, siendo plenamente admisible la excepción de
cosa juzgada.
En cambio, para la tesis que sustenta que el elemento jurídico es un componente más de la
causa petendi, conjuntamente con los hechos, no habrá identidad para reclamar la cosa
juzgada si en la nueva demanda se modifica el elemento jurídico.
Como se explicaba, determinar los límites objetivos de una controversia ha sido siempre una
materia compleja, entre otras razones por la dificultad que existe para delimitar el concepto de
causa de pedir. El nudo gordiano en esta materia surge por el completo desacuerdo que existe,
desde hace más de un siglo, para definir los elementos que configuran este componente de la
acción: si sólo un conjunto de hechos o si, junto a los hechos, debe además considerarse el
elemento jurídico fundante de la acción.
Por su parte, en la doctrina procesal hay acuerdo en torno a que la identidad objetiva no
puede obtenerse de una simple comparación literal entre lo fallado con anterioridad y la causa
de pedir, y el petitum de la nueva demanda. Dentro de las pautas que se han desarrollado para
aplicar tan compleja operación, se ha propuesto la regla que proclama que "la cosa juzgada
cubre lo deducido y lo deducible", o bien que hay cosa juzgada si, de admitirse una nueva
resolución sobre el tema, se impide el cumplimiento de lo anteriormente resuelto288.
Como lo explica De la Oliva, "por imperativo lógico, la cosa juzgada comprende lo que esté
implícita pero necesariamente negado por una afirmación contenida en la parte dispositiva de
la sentencia y lo que esté implícita pero necesaria e inescindiblemente afirmado por la
negación que aquélla pueda contener"289. Utilizando otros términos, se proclama que la cosa
juzgada cubre lo deducido y lo deducible. La doctrina italiana formula la misma propuesta
sosteniendo que "il giudicato copre il dedotto e il deducible"290.
Aplicando esa pauta se entiende que este efecto extintivo cubre hechos alegados y también
todos aquellos no alegados, pero que debieran haberse alegado por formar parte de la misma
relación jurídica.
Como lo explica Tapia Fernández, "históricamente se ha admitido sin discusión que la cosa
juzgada cubre no sólo lo efectivamente deducido en el primer proceso, sino también lo que
pudo deducirse"291. Luego agrega la misma autora que "esta máxima refleja la lógica
consecuencia de la naturaleza jurídica de la cosa juzgada como concreta determinación de las
recíprocas situaciones jurídicas de las partes en contienda, y no como una mera operación
cognoscitiva sobre los argumentos o razones o sobre el valor persuasivo o no de las pruebas;
de tal modo que, establecida en la sentencia la concreta relación jurídica entre las partes, es
irrelevante que a tal resultado se haya llegado acogiendo o rechazando tal argumentación o tal
prueba. Todas las razones que se alegaron o se pudieron alegar quedan cubiertas por la cosa
juzgada"292.
La pauta referida —en su proyección práctica— determina, por ejemplo, que, si en una
sentencia anterior se falló que no existe la obligación de pagar el capital, dicha declaración
debe comprender dentro de lo juzgado el intento de la demanda posterior que intente cobrar
una determinada suma por concepto de intereses respecto de esa misma obligación.
En nuestra jurisprudencia, la aplicación de este principio para la determinación de la
extensión objetiva de la cosa juzgada se ha aceptado nítidamente. Así, en materia de derecho
de propiedad, la Corte Suprema, en sentencia de 27 de abril de 1948, declaró que existe
identidad de cosa pedida entre el juicio en que se rechazó la demanda reivindicatoria por todo
el terreno en litigio y aquel en que se pretende reivindicar una parte del mismo, invocándose
como título una escritura de compraventa hecha valer también en el primero294. También la
Corte Suprema, en sentencia de 28 de agosto de 1942, determinó que "existe identidad de
cosa pedida entre el juicio en que se declarara que una de las partes es dueña de la cosa y el
juicio en que la otra pide se declare que le pertenece una cuota en dicha cosa, porque el
dominio sobre la totalidad de la cosa reconocido en el primer juicio excluye el dominio de una
cuota que pretende el actor en el segundo pleito. En consecuencia, concurriendo además
la identidad de personas y de causa de pedir, procede acoger la cosa juzgada"295.
"4º) Que la opinión de los autores, y basta para ese objeto citar a Savigny y Laurent, entre
los antiguos, y a Chiovenda entre los modernos, es uniforme en el sentido de considerar la
cosa pedida como el beneficio jurídico que se reclama, o sea, la materia del pleito, la cuestión
que se discute. Según Alsina, ella se compone de dos elementos: el objeto material a que se
refiere la acción y el derecho que sobre el objeto se reclama;
5º) Que de lo expuesto resulta que, no obstante tratarse de acciones diversas, puede
resultar cosa juzgada si el nuevo juicio versa sobre la misma materia que el anterior, si en él se
persigue idéntico objeto, como ocurre en los casos en que si bien la demanda contiene una
petición distinta, porque se persigue un derecho diferente, ésta tiene por base el mismo
fundamento jurídico que ya fue denegado en el juicio anterior [...];
6º) Que la reproducción del litigio sobre un mismo asunto o materia hace que se considere
idéntico el objeto de ambos juicios y procede aceptar la excepción de cosa juzgada, aunque no
haya identidad perfecta entre lo actualmente pedido y lo resuelto con anterioridad, porque las
aparentes diferencias no excluyen la cosa juzgada, si de aceptarse la nueva petición en la
sentencia resulta ésta incompatible con el fallo precedente;
7º) Que esta institución de la cosa juzgada, establecida en las legislaciones de todos los
tiempos, obedece a una finalidad social indiscutible, cual es la de conseguir la estabilidad de
los derechos que las partes pueden discutir, y esa finalidad no se cumpliría si fuera posible
renovar indefinidamente los pleitos, permitiéndose invocar en nuevas demandas derechos que
sirven de necesario presupuesto a pretensiones ya rechazadas irrevocablemente, y
8º) Que es esto lo que ha ocurrido precisamente en el caso de autos: don Clodomiro
Jiménez entabló demanda en contra de don Luis Cancino, una mal llamada acción de
terminación de comodato precario, porque el propio actor sostuvo que el demandado ocupaba
los terrenos cuestionados sin contrato alguno, y por mera ignorancia de su parte, para obtener
la restitución de esos terrenos.
El demandante, diciéndose dueño del inmueble, invocó ese dominio como fundamento de su
acción. El demandado, por su parte, alegó igual dominio. Esa cuestión de dominio fue alegada
en el juicio y resuelta en sentencia ejecutoriada que negó lugar a la demanda.
La aplicación de esta regla también puede contribuir a hacer prevalecer la buena fe procesal,
cuando se intenta desconocer los efectos jurídicos de equivalentes jurisdiccionales que han
puesto fin a una controversia entre partes. Lo anterior ha surgido en el caso de conciliaciones
producidas en procesos laborales, en las que, no obstante haberse otorgado entre las partes el
más amplio, completo y recíproco finiquito, por ejemplo, respecto de actuaciones de gerentes,
se intenta luego en un juicio civil imputables dolo o culpa civil por los mismos hechos que ya
fueron objeto del finiquito.
23. C
El tema de los concursos de acciones parte del supuesto que una misma situación de hecho
pueda estar amparada por una diversidad de acciones, que concurren a satisfacer el mismo
interés del actor297. En su esencia, se trata de acciones con causa de pedir diversa, aunque
busquen el mismo fin jurídico o el mismo fin económico. El punto de partida de esta situación
queda bien expuesto en la doctrina de la Corte Suprema, al declarar "que un mismo hecho,
acto jurídico, convención o contrato puede dar lugar a más de una acción, las que tienen vida
independiente una de la otra"298.
Para el tema que nos ocupa, la interrogante principal dice relación con la posibilidad de
oponer la excepción de cosa juzgada cuando una de estas acciones concurrentes ya fue
juzgada con anterioridad299. Como en el proceso civil moderno la eficacia de cosa juzgada es
la que determina la extinción de la acción, y no el acto de su interposición, el tema no es fácil
de solucionar300.
Aunque por su complejidad el tema excede los fines de esta exposición, sentemos a modo
de referencia algunas pautas básicas para solucionar esta cuestión:
1ª) La unidad de fin económico que puedan tener las acciones no determina necesariamente
que el pronunciamiento de una sentencia sobre una de las acciones permita alegar la cosa
juzgada, si se intenta otra acción concurrente en un juicio posterior, como puede acontecer
entre las acciones que emanan de un pagaré o las que provienen del mutuo, para satisfacer un
mismo interés pecuniario301. Se ha resuelto que no se produce cosa juzgada entre las
acciones cambiarias y las del mutuo302.
2ª) No pueden coexistir dos sentencias sobre un mismo objeto procesal, ya que su ejecución
es imposible de obtener, por tratarse de mandatos que se contradicen recíprocamente303.
24. C
De conformidad al art. 176 del CPC, "corresponde la acción de cosa juzgada a aquel a cuyo
favor se ha declarado un derecho en el juicio, para el cumplimiento de lo resuelto o para la
ejecución del fallo en la forma prevenida por el título XIX de este Libro". Con esta
nomenclatura, nuestra ley se refiere a la proyección de la sentencia judicial como título
ejecutivo (art. 434 Nº 1 CPC).
Por regla general, las sentencias de condena son las que permiten obtener el cumplimiento
de una determinada prestación (dar, hacer o no hacer alguna cosa); en el evento en que el
deudor no la realice voluntariamente, se podrá ejecutar conforme a las reglas generales,
dependiendo de si se trata de resoluciones emanadas de tribunales nacionales o extranjeros
(arts. 113 y 114 COT).
Por otro lado, el derecho a que se cumpla, aun forzadamente, la sentencia amparada por la
cosa juzgada puede ser renunciado por el sujeto a cuyo favor se reconoció el derecho. La
Corte Suprema ha resuelto sobre el particular: "el que obtuvo un fallo es soberano para hacerlo
cumplir en todo o en parte de lo que la sentencia firme lo favorece, pero si elige esta segunda
opción, no puede más tarde alegar que el fallo que se dicte en el juicio de cumplimiento del
fallo ejecutoriado ha pasado sobre éste, sino se pronunció sobre los derechos que no se
hicieron valer, no obstante haberlos reconocido el fallo que se pide cumplir"306.
25. L
Con la función positiva se consigue vincular a los tribunales, impidiendo que en un nuevo
proceso se decida una determinada acción de modo contrario a como fue fallada con
anterioridad otra acción, en cuanto la primera decisión sea prejudicial de otra posterior. El
principio jurídico comprometido aquí es el siguiente: no permitir dos resoluciones distintas
sobre un objeto procesal conexo307.
La función positiva se alega por la parte interesada en sus escritos fundamentales, en apoyo
de sus acciones o excepciones y dentro de los límites de la preclusión procesal. También la
podrá traer a colación el propio tribunal cuando ordena, por ejemplo, agregar a los autos la
copia de una sentencia judicial dictada en un proceso ya terminado, decretando al efecto una
medida para mejor resolver (art. 159 Nºs. 1 y 6 CPC). En este último caso, es lógico que la
existencia de una determinada situación jurídica pueda ser introducida por el propio órgano
jurisdiccional, cuando es un antecedente necesario para pronunciarse sobre la acción o
acciones que conforman el objeto del proceso.
Desde otro punto de vista, como no existe técnicamente en esta situación una identidad
entre la anterior decisión y la nueva acción deducida, la eficacia positiva se materializa en un
acto procesal de alegación, diverso de la oposición de la excepción de cosa juzgada. Por esta
misma razón, la existencia de un proceso anterior que genere eficacia positiva no impide
continuar con la tramitación del juicio, salvo que proceda la suspensión que autoriza el artículo
167 del CPC.
También se relacionan con este tema de la eficacia positiva o prejudicial las denominadas
cuestiones prejudiciales, materia que será analizada en el capítulo siguiente.
En el inciso 2º del artículo 427 del CPC se visualiza una clara proyección de la eficacia
positiva, al disponerse que "igual presunción [de verdad] existirá a favor de los hechos
declarados verdaderos en otro juicio entre las mismas partes".
Este precepto regula el efecto que una sentencia firme o ejecutoriada puede tener en una
nueva decisión judicial. Por ejemplo, si en un proceso anterior se reconoció la calidad de
heredero, en la segunda acción deducida invocando dicha calidad (v. gr., para reivindicar una
cosa), el tribunal que conoce de la segunda demanda no podrá desconocer ese hecho jurídico,
que consta en una decisión con valor de cosa juzgada308. De igual forma, si en un juicio de
cumplimiento de contrato se declaró por la sentencia su validez, la eficacia positiva o
prejudicial impide que en un segundo proceso —entre las mismas partes— se cuestione
nuevamente la eficacia del contrato, cuya validez viene dada por la sentencia anterior309.
Se debe descartar que actuaciones anteriores, por ejemplo, de tipo probatorio, puedan gozar
de los efectos positivos a que nos venimos refiriendo. Esta limitación ya fue admitida por la
sentencia de la Corte Suprema de 5 de julio de 1921, al disponer que "... el inciso 2º del
artículo 429 del Código de Procedimiento Civil, que se supone infringido, establece una base
de presunción a favor de los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre las mismas
partes, por manera que es un requisito esencial para la existencia de esta presunción que
dicha declaración esté contenida en una sentencia judicial firme, como se desprende del texto
de la ley citada y de la historia fidedigna de su establecimiento..."310.
En segundo lugar, la eficacia prejudicial sólo la tendrá la sentencia dictada entre las mismas
partes, salvo que la sentencia anterior tenga eficacia erga omnes o se proyecte como un hecho
jurídico para ciertos terceros, conforme se examina más adelante. Esta limitación surge de la
garantía constitucional del debido proceso, puntualmente del principio de la bilateralidad, que
impide condenar a alguien sin haberlo previamente oído. Si se reconociera eficacia positiva o
prejudicial a un fallo respecto de alguien que no fue parte en el proceso donde se dictó, se
estaría infringiendo este límite esencial del derecho de defensa311.
En tercer lugar, la sentencia que se invoca debe estar amparada por la cosa juzgada
material. Las sentencias que producen cosa juzgada formal no pueden producir un efecto
prejudicial, ya que al no contener una decisión inmutable es lógico estimar que no puedan
operar resolviendo prejudicialmente sobre algún aspecto del objeto del nuevo proceso. La
provisionalidad de la cosa juzgada formal determina que lo allí decidido no se pueda estimar
como juzgado definitivamente sobre un tema.
26. L
Entre nosotros ha sido tradicional explicar los efectos de la cosa juzgada acudiendo a la
regla elaborada por los juristas romanos y recogida en el Digesto: res judicata tertio neque
nocet neque prodest (la cosa juzgada, al tercero, ni le perjudica ni le aprovecha)312.
Desde otro punto de vista, la defensa de los derechos de los terceros se hace
tradicionalmente invocando el efecto relativo de la sentencia judicial —consagrado en el art. 3º
inc. 2º del Código Civil—, debiendo admitirse su participación en un proceso pendiente al que
no han sido emplazados, con el objeto de que se puedan defender de los eventuales perjuicios
que les puede acarrear el pronunciamiento de una sentencia judicial314.
Desde otro punto de vista, el problema de la eficacia directa y refleja de la sentencia, con
relación a los terceros, pasa por precisar si acaso un fallo judicial puede hacer surgir otras
consecuencias en la esfera jurídica de éstos, los que se derivan, a su vez, de la
interdependencia que se constata entre las diversas relaciones jurídicas. Por ejemplo, la
sentencia que condena al deudor principal a pagar el crédito provoca un efecto directo para las
partes de ese juicio y un efecto reflejo para el fiador, que podrá ser perseguido con
posterioridad por el crédito que caucionó.
Lo común en materia de eficacia refleja será que los terceros se vean afectados por la
vinculación que se constata entre su relación jurídica y la que es objeto del proceso, donde se
pronuncia la sentencia que les alcanzará indirectamente. Esta vinculación para los terceros
determina que lo resuelto en la sentencia ajena configure un presupuesto de su relación, al
punto que la decisión le alcanza o repercute en la situación jurídica del tercero.
Se debe insistir en que al tercero lo que le afecta es la eficacia refleja de la cosa juzgada, en
términos que, a pesar de no haber intervenido en el proceso, la eficacia de dicha sentencia le
alcanza, al punto que tal decisión habrá adquirido para él los efectos de inmutabilidad e
irrevocabilidad. Sólo el fraude o la colusión de las partes del juicio donde se pronunció la
sentencia debieran atenuar esta situación.
c) También se debe incluir al codeudor solidario en los casos en que se beneficia del
acogimiento de una excepción material deducida en otro juicio seguido contra otro codeudor de
la misma prestación. Esto se explica jurídicamente porque en nuestro derecho se ha impuesto
la tesis de la pluralidad de vínculos para explicar la naturaleza de este tipo de obligaciones.
Entre otras, han adherido a esta doctrina los fallos de la Corte Suprema de 28 de octubre de
2011 y 8 de octubre de 2013, señalando que "la solidaridad pasiva contiene en su unidad una
diversidad de relaciones, todas las que tienen y responden a una sola finalidad, cual es servir
la satisfacción de la prestación al acreedor, es el debitum u obligación a la deuda, en que las
personas que se encuentran en tal vinculación responden por el total (C. S. Causa rol Nº 59-
07)"319. Aunque utilizando una base argumental distinta, había anticipado esta explicación la
sentencia de la Corte Suprema de 4 de octubre de 1993, señalando que "la solidaridad pasiva
constituye una eficaz garantía personal porque ella permite al acreedor hacer efectivo el
derecho de prenda general sobre tantos patrimonios cuantos sean los deudores solidarios
(...)"320.
27. L
Un tema relevante y de difícil solución es el valor probatorio que se puede atribuir a la
sentencia respecto de terceros.
Para tratar de resolver los múltiples problemas que esta situación provoca, la doctrina
procesal ha venido proponiendo que la sentencia judicial sea considerada como un hecho
jurídico.
Como se explicaba, es básico en esta descripción recordar las palabras de Liebman, cuando
puntualizaba, en su conocido trabajo Eficacia y autoridad de la sentencia, que la concepción
clásica de la cosa juzgada duró hasta el día "en que se hizo el análisis del contenido y de los
efectos de la sentencia, descubriéndose que los mismos pueden ser de índole muy diversa
según los casos"321.
Como lo sintetiza Rosende, la sentencia puede ser contemplada desde dos puntos de vista:
como acto y como hecho jurídico. La sentencia como acto se refiere a la declaración de
voluntad del juez sobre el objeto sometido a su decisión una vez alcanzada una la solución
sobre el mismo y que afecta a las partes de un modo constitutivo, declarativo o de condena.
La sentencia como hecho jurídico, en cambio, alude a un acaecimiento desligado de la
voluntad del juzgador, específicamente a los efectos no queridos ni previstos por el juez en la
resolución, ni perseguidos directamente por las partes al promover el proceso. Son los efectos
indirectos, colaterales, secundarios o reflejos, cuando van referidos a los terceros. La
sentencia, como hecho jurídico, precisa esta autora, se integra en el supuesto de hecho de
normas de las que se derivan efectos —colaterales o reflejos— con un contenido determinado
y diverso en cada caso323.
Para el tema que nos ocupa, la contemplación de la sentencia como un hecho jurídico pone
énfasis en la inmutabilidad y la certeza jurídica que con ella se obtiene, concibiéndola como
una realidad de variadas y múltiples proyecciones.
b) También acepta la distinción indicada el voto de minoría redactado por el Ministro Sergio
Muñoz, en el fallo de 18 de noviembre de 2013, señalando que "(...) en la doctrina procesal
suele hablarse de una doble eficacia de la sentencia: 'de eficacia directa y de eficacia refleja'.
La primera, explicada de una manera simple, es la vinculación de su parte dispositiva en otro
proceso. La segunda, se produce cuando se concibe a la sentencia como un hecho jurídico. A
este respecto, es ilustrativo citar el siguiente pasaje: 'Así, por ejemplo, como nos indica Morón,
resulta que si una sentencia anula un contrato principal, se producirá un efecto directo e
inmediato sobre el acreedor y el deudor, partes del proceso, y además un efecto indirecto, que
descansa en el propio mecanismo de la norma aplicada por el juzgador, que incide
inevitablemente en la esfera jurídica del fiador' (...) 'Los efectos reflejos de la sentencia son
consecuencia primordialmente del entrecruce de las relaciones jurídicas materiales.
Las relaciones jurídicas no viven aisladas, sino entrecruzadas en la realidad, dispuestas y
combinadas de tal modo que la una reacciona de diversas formas sobre la otra. Por ello, la
sentencia, en cuanto declara la certeza, condena a una prestación, o constituye, resuelve o
modifica una relación jurídica, puede influir, como hecho jurídico, sobre otras relaciones'
(Aportaciones del Profesor Eduardo Font Serra a la doctrina jurídica, Imprenta Nacional del
Boletín Oficial del Estado, p. 22)"325.
28. A
Ahora, en el evento, que allí se pronuncie una sentencia de condena, ésta puede ordenar la
corrección, prohibición o represión de conductas anticompetitivas debidamente acreditadas en
la causa y también la adopción de medidas preventivas, junto con la aplicación de una multa
(arts. 1º y 26 del D.L. Nº 211).
Para tal efecto, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia podrá pronunciarse sobre
acciones indemnizatorias en ulterior proceso seguido ante ese mismo tribunal, en el que puede
surgir una hipótesis de eficacia refleja de la sentencia. Para lo que aquí interesa, el art. 30 del
D.L. Nº 211 dispone: "la acción de indemnización de perjuicios a que haya lugar con motivo de
la dictación por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia de una sentencia definitiva
ejecutoriada, se interpondrá ante ese mismo Tribunal y se tramitará de acuerdo al
procedimiento sumario establecido en el Título XI del Libro Tercero del Código de
Procedimiento Civil (...)". El mismo precepto anterior puntualiza que "al resolver sobre la acción
de indemnización de perjuicios, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia fundará su
fallo en los hechos establecidos en su sentencia que sirvan de antecedente a la demanda (...)".
"La indemnización de perjuicios comprenderá todos los daños causados durante el período en
que se haya extendido la infracción".
La declaración de ilicitud contenida en este fallo permite que tanto la parte vencedora como
un tercero que no actuó en esa relación procesal puedan invocar en su beneficio la condena,
dando por sentados en su acción civil la ilicitud de las conductas, los hechos y la calificación
jurídica de los mismos.
Lo anterior se explica para este tercero por la forma en que está configurado en nuestro
sistema el ilícito contra la libre competencia, en el D.L. Nº 211. Como lo expone Menchaca, "
(...) en materia de libre competencia la legislación nacional y gran parte de la extranjera han
optado por tipificar las conductas contrarias a la libre competencia de manera general, a fin de
permitir que las nuevas prácticas restrictivas que los agentes económicos vayan creando no
queden impunes, logrando con ello una mayor eficacia de la norma, pero señalando, aunque
de manera no taxativa, cuáles son las principales conductas sancionadas, a fin de dar un
grado de razonable certeza jurídica a los agentes económicos (...)"329.
Desde otro punto de vista, no reconocer al tercero la posibilidad de utilizar la sentencia del
TDLC llevaría a que tenga que repetir el juicio fundado en los mismos hechos que ya fueron
juzgados. En nuestra opinión, tal situación no se justifica, atendido que infringiría el principio
del non bis in idem (no dos veces lo mismo).
Tema distinto es que el tercero deba acreditar las otras exigencias del ilícito civil cuya
indemnización reclama, en especial la relación de causalidad entre el hecho fijado en la
sentencia como contrario a la libre competencia y el daño que demanda330.
Otra manifestación de la sentencia como un hecho jurídico se puede dar con ocasión de
acciones que se pueden deducir contra terceros, por haber operado algún supuesto previsto
en la ley, que permite ejercer el derecho de repetición o de reintegro en su contra.
En el Código del Comercio esta situación se contempla en el art. 534, como un efecto
vinculado al pago de la indemnización que se produce en el contrato de seguro, conforme a la
reforma introducida por la ley Nº 20.667 de 9 de mayo de 2013.
La eficacia "ultra partes" se vincula con situaciones jurídicas en las que hay varios sujetos
legitimados o colegitimados, y cuya actuación puede producir que los efectos de una sentencia
judicial se extiendan a terceros que se encuentran en su misma posición jurídica335.
Como se podrá apreciar, se trata de una excepción a la regla general, que sabemos limita
los efectos de las sentencias a las partes, conforme a lo previsto en el art. 3º inc. 2º del Código
Civil.
La eficacia "ultra partes" en este tema se da por el hecho de que el legitimado que no
demandó originalmente se verá alcanzado por la sentencia judicial, al ser titular del mismo
derecho que es objeto de la discusión337.
El art. 53 de la LPC dispone que, "una vez ejecutoriada la resolución que declaró admisible
la acción, el tribunal ordenará al demandante que, dentro de décimo día, mediante publicación
de al menos dos avisos en un medio de circulación nacional, informe a los consumidores que
se consideren afectados, para que se hagan parte, si lo estiman procedente". Es mención
esencial del aviso que confecciona el secretario del tribunal contener: "f) El llamado a los
afectados por los mismos hechos a hacerse parte en el juicio, expresando que los resultados
del juicio empecerán también a aquellos afectados que no se hicieran parte en él".
Por su parte, el art. 54 de la LPC dispone que "la sentencia ejecutoriada que declare la
responsabilidad del o los demandados producirá efecto erga omnes, con excepción de
aquellos procesos que no hayan podido acumularse conforme al número 2) del inciso final del
art. 53, y de los casos en que se efectúe la reserva de derechos que admite el mismo
artículo"339.
30. J
La opción del CPC, al permitir en el art. 464 que el ejecutado oponga una amplia gama de
excepciones, llevó a reconocer eficacia de cosa juzgada material a la sentencia sobre el fondo
en el juicio ejecutivo. Lo anterior significa que lo que allí se decida no puede ser revisado en un
juicio posterior por impedirlo la dimensión negativa de la res judicata, que se alega mediante la
excepción de cosa juzgada (art. 478 CPC).
El esquema anterior reconoce salvedades en las que se altera el principio o regla general
sobre la eficacia de cosa juzgada sustancial. Ellas dicen relación con dos instituciones a través
de las cuales la sentencia dictada en el juicio ejecutivo sólo alcanza la cosa juzgada formal,
cuales son la renovación de la acción ejecutiva, o bien alguna de las hipótesis de reserva de
acciones o de las excepciones para el juicio ordinario posterior.
La renovación de la acción ejecutiva está reglamentada en el art. 477 del CPC. Tanto la
doctrina como nuestra jurisprudencia han coincidido en señalar que la enumeración del
art. 477 CPC no es taxativa, incluyendo otras cuestiones dentro de la genérica expresión "falta
de oportunidad en la ejecución", la que apuntaría tanto a cuestiones relativas a excepciones
procesales como a los demás requisitos del título que puedan ser legalmente subsanados (por
ejemplo, que se cumpla el plazo o la condición que no hacía exigible la obligación, que se
subsane el problema de capacidad o representación, etc.). Es obvio que al haberse acogido
alguna excepción que no falle el fondo del asunto, se pueda renovar la acción ejecutiva, ya que
esa es una característica de las sentencias meramente procesales, que no produzcan cosa
juzgada sustancial.
Por su parte, la reserva de acciones y excepciones para el juicio ordinario posterior es una
situación que se da cuando el ejecutante o el ejecutado, con el objeto de evitar que la
sentencia impida reabrir nuevamente el debate sobre el derecho materia de la ejecución, optan
por pedir al juez de la causa que se les autorice para promover una nueva discusión en un
juicio posterior. En tal hipótesis, la sentencia que se dicte en el juicio ejecutivo no produce cosa
juzgada sustancial, sino meramente formal, ya que la acción o la situación jurídica que se
contenía en la excepción podrán ser examinadas en el juicio ordinario de lato conocimiento.
La reserva de acciones del ejecutante se regula en el art. 467 CPC. Esta institución es
distinta del desistimiento de la acción, que como sabemos produce cosa juzgada sustancial
(art. 148 CPC).
A la situación anterior se debe agregar una situación excepcional que surge cuando el
ejecutado no opone excepciones en el juicio ejecutivo con fase declarativa o de cognición, que
hace surgir lo que la doctrina ha denominado —erróneamente, a nuestro entender— como
"sentencia ficta". Su origen se encuentra en la ley Nº 7.760 de 1944, que modificó el precepto
original del CPC, introduciendo esta peculiar situación en la que la omisión del deudor permite
dar paso a una actividad de pura ejecución sin que exista sentencia. Antes de la referida
reforma de 1944, el juez tenía siempre la obligación de dictar sentencia definitiva de pago o de
remate, aunque no se opusieran excepciones342.
La solución anterior da paso a una especial forma de ejecución que no está amparada por la
cosa juzgada sustancial. En efecto, al haberse suprimido en 1944 la obligación de dictar
sentencia, a la ficción que recoge el artículo 472 no le es aplicable lo dispuesto en el artículo
478 del mismo cuerpo legal, que dispone que "la sentencia recaída en el juicio ejecutivo
produce cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado".
En abono a nuestra tesis se suman algunos pronunciamientos judiciales que han venido
reconociendo expresamente que la ficción legal que analizamos no produce cosa juzgada. En
tal sentido, una sentencia de la Corte Suprema, de 9 de octubre de 1997, rechazó un recurso
de casación en la forma —que denunciaba como infringida la cosa juzgada—, esgrimiendo
expresamente que "el artículo 472 permite atribuir al mandamiento el carácter de sentencia
pero sólo para los efectos de la realización de los bienes embargados y el pago de la deuda
respectiva, sin que resulte procedente extender tal efecto a situaciones como las que propone
el recurso, pues en tal caso se requiere de la existencia de una sentencia propiamente tal
(...)"343.
31. E
Sintetiza todo lo anterior, entre otros, el fallo de la Corte Suprema de 4 de octubre de 2001,
al señalar: "5º) Que el artículo 20 de la Constitución Política de la República consagra el
denominado Recurso de Protección de Garantías Constitucionales, al establecer que el que
por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza
en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías establecidos en el artículo 19, que se
detallan. El mismo artículo previene que la Corte de Apelaciones respectiva adoptará de
inmediato las providencias que juzgue necesarias para restablecer el imperio del derecho y
asegurar la debida protección del afectado, sin perjuicio de los demás derechos que pueda
hacer valer ante la autoridad o los tribunales correspondientes". "Esto es, admite
expresamente la posibilidad de plantear el mismo asunto ante los tribunales correspondientes,
lo que se compadece con su calidad de acción cautelar, por lo que es efectivo, que únicamente
produce lo que se denomina cosa juzgada formal"346.
150* Este capítulo es una versión ampliada y actualizada de nuestra monografía La cosa juzgada en el proceso
civil chileno, publicada por la Editorial Jurídica de Chile, 2002, y reimpresa en 2011.
Cfr. D O , Andrés, Sobre la cosa juzgada, Madrid, Ramón Areces, 1991, p. 17.
151C , Eduardo, Fundamentos de Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, Depalma, 3ª ed. (6ª reimp.),
póstuma, 1993, p. 401.
152 Por todas, CS, 9 de mayo de 1958, RDJ, t. 55, sec. 1ª, p. 71.
153 Joseph Pothier, último de los grandes juristas franceses anteriores a la codificación, constituye el eslabón
que une el Derecho histórico francés con la codificación revolucionaria. Su obra, que concilia, desde un
planteamiento racionalista, el Derecho romano y el Droit coutumier, tuvo una influencia decisiva en la elaboración
del Código Civil francés (1804), que llega a incorporar literalmente en su articulado numerosos textos de Pothier
(M A , Carlos, "Joseph Pothier", en Juristas Universales, R. D editor, Marcial Pons, 2004,
t. II, p. 582). Sobre la cosa juzgada como una presunción, cfr. P , Tratado de las obligaciones, Barcelona,
Librería Verdaguer, 1878, tr. S.M.S., t. II, p. 502; N F , Jordi, La cosa juzgada, Barcelona: Atelier, 2006,
pp. 62-67; C , Eduardo J., "La cosa juzgada como presunción legal", en RDJ, 1955, t. 52, pp. 18-37.
154 Sobre esta discusión cfr. sesiones de 28 de abril de 1871 y 13 de mayo de 1873, citadas por B ,
Manuel E., La Lei de Organización i Atribuciones de los Tribunales de Chile, Santiago, Imprenta Nacional, 1890, t.
II, pp. 7-9.
155Esta idea fue admitida por la Corte Suprema en el fallo de 10 de octubre de 1932 en los siguientes términos:
"no es sostenible que en las resoluciones de la Corte Suprema pueda infringirse la ley y que, en consecuencia,
llegue a producirse la denegación o torcida administración de justicia o que se alteren las reglas de procedimiento,
por cuanto no existiría tribunal que pudiera resolver el posible error y establecer la verdad, de allí que se acepte
como necesaria esa infalibilidad convencional de tales jueces y deban reputarse, en derecho, sus resoluciones
conforme a la ley" (CS, 10 de octubre de 1932, RDJ, t. 30, sec. 1ª, p. 76). Esta sentencia rechazó la inaplicabilidad
deducida en 1932 por don Daniel Schweitzer, impugnando el artículo 159 de la Ley de Organización y Atribuciones
de los Tribunales de Justicia, que corresponde al actual artículo 324 del COT.
156L , José Bernardo, Prontuario de los juicios o tratados de procedimientos judiciales i administrativos con
arreglo a la legislación chilena, Santiago, Mariano Servat, 1895, t. I, p. 303.
157 Por todos, C S , Luis, Explicaciones de derecho civil chileno y comparado, Santiago, Imprenta
Cervantes, 1921, t. I, p. 34, con expresa referencia a Pothier.
158Según consta de las actas de la Comisión Mista de Senadores i Diputados, en la sesión 22, de 19 de
noviembre de 1901, al discutirse el antiguo artículo 429 del Código de Procedimiento Civil, hoy 427, se advierten
dudas sobre el alcance del inciso segundo ya transcrito. En dicha oportunidad el comisionado Vergara solicitó que
se debía precisar "lo que se entiende por hechos declarados verdaderos en otro juicio". "El señor Presidente
contesta que esta disposición sólo puede referirse a hechos que ha declarado verdaderos una sentencia dictada
en un juicio sobre materia diversa o entre partes distintas, porque de otra manera no se alegaría la presunción sino
la cosa juzgada". Para el comisionado Ballesteros, "este segundo inciso estaría tal vez mejor colocado en la parte
del Proyecto que trata de los efectos de la sentencia". Lamentablemente, no existe en las referidas actas
antecedentes sobre una nueva discusión del tema. Cfr. Actas de la Comisión Mista de Senadores i Diputados
encargada de informar los proyectos de Códigos de Procedimiento Civil i Criminal, sesión 22, de 19 de noviembre
de 1901, Santiago, Imprenta Nacional, 1901, pp. 151-152.
159CS, 6 de octubre de 1921, Gaceta, 1921, 2º sem., Nº 64, p. 262. En igual sentido, CS, 30 de julio de 1924,
RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 1037, aludiendo al "principio de presunción de verdad". En el mismo sentido se pronuncia la
sentencia de la CS de 1 de junio de 1937 (RDJ, t. 34, sec. 1ª), señalando la existencia de un principio universal,
res judicata pro veritate habetur, como corolario natural de toda sentencia judicial. También sigue una orientación
similar la sentencia del mismo tribunal, de 4 de octubre de 1988, al disponer que "los efectos esenciales de la cosa
juzgada que produce una sentencia definitiva ejecutoriada, consisten precisamente en que la decisión adoptada
pone fin definitivamente al litigio como expresión representativa de la verdad...", CS, 4 de octubre de 1988, RDJ, t.
85, sec. 1ª, p. 88. En la década final del siglo pasado acepta una visión material de la cosa juzgada una sentencia
de la CS, de 2 de septiembre de 1992, al señalar que "... la sentencia debe contener las consideraciones, esto es,
los razonamientos jurídicos en base de los hechos que se encuentran establecidos en el proceso para fundar la
sentencia, la cual es la expresión de la verdad que surge de esos antecedentes" (CS, 2 de septiembre de 1992,
RDJ, t. 89, sec. 3ª, p. 144).
160G A , Marina, Los hechos en el derecho, Madrid; Marcial Pons, 2ª ed. 2004, p. 147.
161D E , Hernando, Teoría general de la prueba judicial, Teoría general de la prueba judicial,
Bogotá: Temis, 2002, t. II, p. 691.
162 Konrad Hellwig nació el 27 de septiembre de 1856 en Zieremberg-Kurhessischen. Falleció en 1913. Como
expone G , "de modo muy general, puede decirse que Hellwin pertenece a una escuela -la fundada por
Wach- caracterizada por una concepción del Derecho procesal (civil) que lo vincula al Derecho civil sustantivo,
preocupada, en definitiva, por no perder de vista la función instrumental que el proceso cumple para con el
derecho objetivo y los derechos subjetivos privados" (G I , Fernando, "Konrad Hellwig", en Juristas
Universales, ob. cit., t. III, pp. 663-665).
163 En el voto de minoría de la sentencia de la CS, 14 de mayo de 1955 (RDJ, t. 52, sec. 1ª, pp. 111-113), se
anticipa el cambio de orientación doctrinal que sobrevendría luego en la explicación de la cosa juzgada.
166En la sentencia de la CS de 13 de septiembre de 1983 se ha resuelto que es inadmisible promover por la vía
del recurso de casación en el fondo una vulneración a la cosa juzgada, ya que tal infracción dice relación con un
aspecto puramente procesal del pleito (CS, 13 de septiembre de 1983, RDJ, t. 80, sec. 1ª, p. 82). En otra
sentencia, el mismo tribunal declaró que el artículo 3º inc. 2º del Código Civil no contiene una norma reguladora de
la prueba y, por ende, su infracción sólo es denunciable cuando se atenta a la cosa juzgada, por la causal
respectiva (CS, 14 de abril de 1954, RDJ, t. 50, sec. 4ª, p. 40). En la sentencia de la CS de 28 de noviembre de
1928, RDJ, t. 27, sec. 1ª, p. 15, se desestimó la infracción de la cosa juzgada como causal del recurso de casación
en el fondo que ya se había promovido y rechazado en la casación en la forma (en igual sentido CS, 3 de mayo de
1940, RDJ, t. 38, sec. 1ª, p. 52; CS, 11 de julio de 1923, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 281; CS, 12 de enero de 1916, RDJ,
t. 13, sec. 1ª, p. 293; CS, 27 de octubre de 1911, RDJ, t. 10, sec. 1ª, p. 1).
168En ese sentido, C. de Ap. de Punta Arenas, 28 de mayo de 1993, RDJ, t. 90, sec. 2ª, p. 74.
169CS, 6 de abril de 1939, RDJ, t. 37, sec. 1ª, p. 1; CS, 11 de noviembre de 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 362.
170Con la rica casuística y las excepciones a la regla general, D R , Antonio, "La cosa juzgada
en el derecho procesal del Reino de Chile", en Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, t. XVIII, Valparaíso,
Ediciones Universitarias, 1996, pp. 171-174.
171 CS, 30 de julio de 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 1037, conforme a la doctrina que se reprodujo al examinar la
ineficacia de la nulidad procesal.
172 Sobre el tema, cfr. C A , Luis, La ejecución provisional en el proceso civil, Barcelona, J. M.
Bosch, 1993, pp. 35-46.
178Un ejemplo de sentencia que no reconoce eficacia de cosa juzgada en materia de excepciones, CS, 4 de
enero de 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 95. Sin embargo, el tema no es pacífico en la jurisprudencia, como lo refleja
una sentencia de la CS de 30 de noviembre de 1926, que estimó procedente la excepción de cosa juzgada,
impidiendo discutir en un juicio ordinario posterior el cumplimiento de una obligación que había sido declarada nula
en un juicio ejecutivo anterior; según la sentencia, "cuando se trata de acciones o de excepciones que se refieren a
la existencia de la obligación, que es el caso de autos, lo resuelto en aquel juicio produce cosa juzgada en éste"
(CS, 30 de noviembre de 1926, RDJ, t. 24, sec. 1ª, p. 537).
179 Una síntesis del problema, en T F , Isabel, El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencia.
Cosa juzgada, Madrid, La Ley, 2000, pp. 155-156.
180 CS, 27 de octubre de 2011. Rol Nº 2259-11, MJ 30137, "Ramírez con Letelier".
181 CS, 30 de junio de 1993, RDJ, t. 90, sec. 1ª, p. 67. Con anterioridad, aplicando el mismo criterio: CS, 25 de
junio de 1988, RDJ, t. 95, sec. 3ª, p. 83; 1º de abril de 1951, RDJ, t. 47, sec. 1ª, p. 105; 4 de noviembre de 1943,
RDJ, t. 43, sec. 1ª, p. 239; 30 de julio de 1924, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 1037.
182 C. de Ap. de Valparaíso, 7 de abril de 1972, RDJ, t. 69, sec. 2ª, p. 14.
183Sobre el tema, C. de Ap. de Punta Arenas, 11 de mayo de 1985, RDJ, t. 82, sec. 5ª, p. 223, confirmado por
la CS el 4 de junio de 1985. La transacción produce el mismo efecto que una sentencia ejecutoriada (CS, 6 de
agosto de 1951, RDJ, t. 48, sec. 1ª, p. 385).
185 En este sentido, CS, 28 de julio de 1954, RDJ, t. 51, sec. 1ª, p. 308; CS, 11 de abril de 1946, RDJ, t. 43,
sec. 1ª, p. 421.
186 La sentencia de la CS de 30 de junio de 1993 (RDJ, t. 90, sec. 1ª, p. 67) desestimó un recurso de casación
en la forma que denunciaba como infringida la causal del art. 768 Nº 6 del CPC, declarando que la interlocutoria
que recibe la causa a prueba sólo produce cosa juzgada formal, que puede ser modificada por la sentencia
definitiva; en igual sentido, CS, 17 de octubre de 1990, RDJ, t. 87, sec. 1ª, p. 166.
188 En esta orientación, CS, 30 de junio de 2015. Rol Nº 981/2015 (Casación). VLex Nº 95203; con antelación,
CS, 10 de octubre de 1933, RDJ, t. 31, sec. 1ª, p. 81.
189 Se ha reforzado esta regla de preclusión en la jurisprudencia, estableciéndose que "las excepciones
opuestas con el carácter de dilatorias, una vez desechadas, no pueden renovarse, y, por consiguiente,
desestimada la incompetencia opuesta como excepción dilatoria, no cabe renovarla como perentoria, a lo cual se
opone la cosa juzgada producida por el fallo ejecutoriado que la desechó" (CS, 21 de noviembre de 1934, RDJ, t.
32, sec. 1ª, p. 167).
191 Sobre esta reforma, cfr. C V , Mario, "Del cumplimiento de las sentencias judiciales civiles",
en su obra homenaje Medio siglo al servicio del derecho procesal, Valparaíso, Edeval, 1993, pp. 21-45.
192 Sobre el tema, M P , Claudio, "La ejecución provisional en el proceso civil", en RCHD, 2009,
vol. 36, n. 1, pp. 21-50.
196 Sobre el tema, P A , Hugo, La cosa juzgada en el proceso civil, Santiago, ConoSur Ltda.,
1997; con anterioridad, el mismo autor, La cosa juzgada formal en el procedimiento civil chileno, Santiago: Editorial
Jurídica de Chile, 1954.
197 CS, 30 de mayo de 2016. Rol Nº 1493-15, MJ 44608, 1493-15, "Sociedad Claudio Harcha y Compañía
Limitada con Hott Rudolph, Adolfo". Profundiza en el concepto la sentencia de la CS de 11 de octubre de 2011, al
señalar que "Undécimo: Que la cosa juzgada formal o procesal 'sólo precluye la posibilidad de reabrir debate en el
mismo proceso en que la sentencia firme hubiera sido dictada, pero no en uno nuevo', como señala con autoridad
el profesor Hoyos (Hoyos Henrechson, Francisco: 'Temas Fundamentales de Derecho Procesal', EJCH., Stgo.,
1987, p. 201). Sólo opera en supuestos excepcionales, como los de los artículos 467, 473 y 478 de nuestro Código
de Procedimiento Civil, en el juicio ejecutivo, cuando a petición de parte el tribunal reserva para juicio ordinario
posterior las acciones y excepciones hechas valer por ejecutante y ejecutado, respectivamente, no obstante haber
quedado firme la sentencia que se pronuncia en la vía ejecutiva. El propio autor aludido cita, además, los casos de
los artículos 570, 576, 581 y 615 del aludido cuerpo procesal civil, todos supuestos en que lo resuelto en un
procedimiento especial puede ser revisado excepcionalmente en un juicio de lato conocimiento posterior" (CS, 11
de octubre de 2011. Rol Nº 8842-09, MJ 29721, "Zenteno Lagos, Luis R. con Startel S.A"). También ha explicitado
la necesidad de utilizar este criterio de diferenciación el fallo de la Corte Suprema de 21 de octubre de 2008, al
señalar: "para dilucidar lo anterior corresponde aclarar la diferencia entre el concepto de cosa juzgada material y el
de cosa juzgada formal, divergencia que resulta ser radical, por tratarse de fenómenos completamente diversos. La
primera alude al litigio examinado en el juicio y resuelto por una sentencia que alcanza inmutabilidad, siendo la
certeza más absoluta que obtiene una decisión jurisdiccional, sea que haya acogido o rechazado la acción
deducida en un juicio. Se trata de aquellos pronunciamientos judiciales sobre el fondo, que no pueden ser
revisados en procesos posteriores. En cambio, bajo la expresión de cosa juzgada formal se alude a las decisiones
judiciales que son susceptibles de una revisión posterior (...). De lo anterior se deriva necesariamente que por
tratarse de una resolución que únicamente ha producido el efecto de cosa juzgada formal y no material o
sustancial, la sentencia interlocutoria que puso término a la causa rol Nº 21138-98 no posee la naturaleza exigida
por la ley para atribuirle 'autoridad de cosa juzgada'" (CS, 21 de octubre de 2008. Rol Nº 4670-07, MJ 18616,
"Comunidad Los Campos de Cano Gallegos de los Andes con Sociedad de Inversiones e Inmobiliaria Sierra del
Cóndor Ltda.", con referencia a la sentencia de 23 de junio de 1980). Con anterioridad, CS, 2 de julio de 2008, rol
Nº 2346-07, MJ 17587 ("Karl Salas, Elexis con Soza Soza Humberto"). Otras sentencias que aceptan la distinción
entre cosa juzgada formal y material, CS, 19 de enero de 2005, MJ 15531 ("Sindicato de Trabajadores Catedral").
198 La cláusula rebus sic stantibus se entiende como un pacto tácito en todo contrato de ejecución diferida en el
tiempo o de tracto sucesivo, que se mantiene vigente "siempre que las cosas no varíen".
199 Reconoce claramente esta cuestión la sentencia de la CS de 23 de junio de 1905, RDJ, t. 3, sec. 1ª, p. 6.
También se admite este criterio en la sentencia de la CS de 10 de junio de 2008 (rol Nº 6620-07, MJ 17344), al
señalarse que "(...) la decisión final a que se arriba luego de la sustanciación de un proceso se construye sobre la
base de distintos grados de certeza que se van alcanzando durante el desarrollo de los actos del procedimiento y
que culminan con la sentencia definitiva, que en virtud del efecto de cosa juzgada que produce, una vez firme o
ejecutoriada, proporciona la certeza máxima, tanto así que puede exigirse su cumplimiento incluso por la fuerza
legítima. En este contexto, la decisión que, no obstante impugnada, permite la ley sea cumplida pendiente la
resolución del recurso, no tiene esa máxima certeza, pues puede eventualmente revertirse, en caso que la vía de
impugnación elegida prospere. Es por ello que el cumplimiento provisional de lo decidido en primera instancia sólo
puede tener efectos en el procedimiento en que se dispone y crear o declarar calidades jurídicas para ese único
proceso (...)".
200Reconoce claramente esta cuestión la sentencia de la CS de 23 de junio de 1905, RDJ, t. 3, sec. 1ª, p. 6.
201G M , Manuel, Interdictos, Barcelona, Serlipost, 1992, p. 90. Otros aportes, cfr. D D
L , Carmelo, La posesión y los procesos posesorios, Madrid, Rialp, 1962, t. I, pp. 171-176.
202Este procedimiento es, por lo demás, heredero del solemnis ordo iudiciarius, variante procedimental
derivada del derecho romano-canónico y común que se configuró en Italia y se difundió luego por el resto de
Europa, desde el siglo XII en adelante. Uno de los rasgos más sobresalientes de este juicio radica en el hecho de
que las partes disponen con toda amplitud de los medios de ataque y de defensa que consideran oportunos,
planteándolos sin limitaciones, porque se trataba de acabar para siempre con dicho litigio. Como lo expone Fairén,
el solemnis ordo iudiciarius, en cuanto juicio ordinario que es, se basa y se ha basado siempre en el deseo de
acabar para siempre con el litigio entre las partes de manera judicial, de tal modo que no sea posible un nuevo
proceso sobre el punto resuelto (a excepción de los remedios extraordinarios de revisión). Cfr. F , Víctor, El
juicio ordinario y los plenarios rápidos, Barcelona, Bosch, 1953, p. 53. Otros datos sobre este tipo de juicio, cfr.
C , Mauro, "Proceso oral y proceso escrito", en La oralidad y las pruebas en el proceso civil, tr. Santiago
Sentís Melendo, Buenos Aires, E.J.E.A., 1972, pp. 34-45. En el Mensaje con que fue enviado al Congreso
Nacional el Proyecto de Código de Procedimiento Civil, el 1 de febrero de 1893, se aprecia nítidamente la
distinción entre el juicio ordinario y el resto de los procesos. Allí se expresa que "En las leyes de procedimiento, se
hace preciso conciliar el interés de los litigantes, que exige una pronta solución de los pleitos, y el interés de la
justicia, que requiere una concienzuda y acertada apreciación del derecho sobre que debe recaer el fallo". "Según
el plan adoptado, este Código comprende cuatro libros, destinándose el primero a fijar las reglas comunes a todo
procedimiento; el segundo, a la tramitación del juicio ordinario, que es la regla general para los casos no previstos;
el tercero, a los juicios especiales, que por su naturaleza requieren una tramitación sencilla y breve o que no se
ajustarían bien a las reglas del juicio ordinario...".
203 Este precepto viene de la redacción original dada por el art. 166 de la Ley de Atribuciones y Organización
de los Tribunales de 1875.
204 CS, 7 de enero 2009. Rol Nº 2726-04, MJ 19330. Con anterioridad, CS, 12 de noviembre de 1952, RDJ, t.
49, sec. 1ª, p. 390. También permite el CPC que a través de la acción de revisión se haga valer el efecto negativo
de la cosa juzgada, cuando no se alegó con anterioridad (art. 810 Nº 4). Esta causal en principio no se fundamenta
en la existencia de un fraude, sino en el deseo de evitar que se dicten decisiones contradictorias. Un buen ejemplo
de esta orientación, cfr. CS, 23 de diciembre de 1959, RDJ, t. 56, sec. 1ª, p. 445.
208 En este sentido, CS, 22 de diciembre de 1960, RDJ, t. 57, sec. 3ª, p. 126.
209 CS de 14 de mayo de 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, pp. 99 y ss. En esta sentencia se afirma que la eficacia de
cosa juzgada es una cuestión anterior al cumplimiento del fallo, con lo cual aunque se modifiquen las normas sobre
cumplimiento de las sentencias ellas no pueden alterar la intangibilidad de la cosa juzgada (hay voto de minoría
que sostuvo lo contrario).
211 CS, 31 de agosto de 1989, RDJ, t. 86, sec. 1ª, p. 115. En igual orientación, CS de 3 de octubre de 1994,
RDJ, t. 91, p. 87; CS, 31 de agosto de 1992, RDJ, t. 89, sec. 1ª, p. 139.
212 CS, 23 de diciembre de 2013, Rol Nº 2220-13, MJ36760, "Hess Iensen, Juan P. con Alvárez Bustos, Juan".
213 En esta línea, C. de Ap. de Santiago, 4 de mayo de 1994, RDJ, t. 91, sec. 2ª, p. 144. Con anterioridad, la
CS, en sentencia de 13 de enero de 1947, había resuelto que "es sólo el emplazamiento legalmente efectuado lo
que somete a los litigantes a la jurisdicción del juez, los liga al proceso y los obliga a acatar lo que en él se
resuelva" (RDJ, t. 20, sec. 1ª, p. 440).
215En la jurisprudencia han negado valor de cosa juzgada a los actos administrativos, entre otras, CS, 16 de
noviembre de 1910, RDJ, t. 8, sec. 1ª, p. 418; CS, 12 de enero de 1939, RDJ, t. 36, sec. 1ª, p. 466; C. de Ap. de
Iquique, 16 de junio de 1977, RDJ, t. 74, sec. 2ª, p. 207; C. de Ap. de Santiago, 2 de noviembre de 1953, RDJ, t.
51, sec. 1ª, p. 531; CS, 26 de diciembre de 1955, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 420; CS, 27 de octubre de 1954, RDJ, t.
51, sec. 1ª, p. 531; CS, 26 de diciembre de 1955, RDJ, t. 50, sec. 1ª, p. 511 (con relación al sumario de la autoridad
marítima).
216 CS, 23 de noviembre de 1943, RDJ, t. 43, sec. 1ª, p. 398; en igual sentido, CS, 7 de marzo de 1946, RDJ, t.
43, sec. 1ª, p. 377.
218 Así, C. de Ap. de Santiago, 4 de junio de 1987, RDJ, t. 84, sec. 2ª, p. 84.
219 Una síntesis del problema, cfr. D M , Augusto, "Cosa juzgada administrativa", en Ius Publicum,
Escuela de Derecho, Universidad Santo Tomás, Nº 3, 1999, pp. 115-132.
220 El criterio de la ausencia de contradicción tiene su origen en un texto de Marciano, contenido en el Digesto
(D. 1.16.2 Pr. 1). De ahí pasó a las Partidas, sirviendo luego de inspiración al legislador del siglo XIX. Sin embargo,
la doctrina no acepta pacíficamente este criterio, puntualizando que también en el proceso contencioso podría
darse la falta de contradicción. Sobre el tema, entre la abundante bibliografía, F B , Antonio, La
jurisdicción voluntaria, Madrid: Civitas, 2001, pp. 57-101.
221 CS, de 26 de octubre de 2012. Rol Nº 11497-11, MJ 33564, "Soto Hergutt, Sergio". En igual orientación, CS,
28 de abril de 2014. Rol Nº 2260/2013. VLex Nº Nº 78446; CS, 10 de julio de 1935, RDJ, t. 32, sec. 1ª, p. 427.
223 En este sentido, C. de Ap. de Santiago, 3 de noviembre de 1959, RDJ, t. 56, sec. 2ª, p. 105.
224 CS, 19 de agosto de 1933, RDJ, t. 30, sec. 1ª, p. 549. En igual orientación, CS, 16 de junio de 1951, RDJ, t.
48, sec. 1ª, p. 193.
226La dimensión negativa o excluyente de la cosa juzgada puede alegarse por cualquiera de las siguientes vías
procesales: como excepción dilatoria (art. 304 con relación al art. 303 CPC); como excepción perentoria, al
contestar la demanda (arts. 309, 464 Nº 18 CPC); como excepción mixta o anómala (art. 310 CPC); como causal
del recurso de casación en la forma (art. 768 Nº 6 CPC), y como causal del recurso de revisión (art. 810 Nº 4
CPC).
230 CS, 23 de diciembre de 1963, C. de Ap. de Santiago, 19 de junio de 1963, RDJ, t. 60, sec. 1ª, pp. 407-419.
El estado jurídico que genera la sentencia impide discutir nuevamente acerca de la indexación en materia de
obligaciones, salvo que la ley o el acuerdo de las partes lo admitan.
233 El carácter instrumental de la excepción de litispendencia se ha reconocido por la CS, estableciendo que "la
ley no ha definido, en forma expresa, lo que debe entenderse por litis pendencia, ni ha señalado los requisitos que
deben tener los procesos en que sea procedente esta excepción. Sin embargo, bien puede sostenerse, como
principio general, que su fundamento radica en la necesidad de evitar una duplicidad inútil de la actividad
jurisdiccional; impedir la dictación de fallos contradictorios..." (CS, 7 de julio de 1951, RDJ, t. 48, sec. 1ª, p. 264).
Sobre las diferencias y elementos comunes de la excepción de cosa juzgada y de litispendencia, En este sentido,
CS, 13 de septiembre de 2012. Rol Nº 9557/2010 (Casación), VLex N 76072; CS, 9 de agosto de 1951, RDJ, t. 48,
sec. 1ª, p. 405.
234 Sobre el tema, cfr. el T. III de este Curso de Derecho Procesal, pp. 123-132; M D , Francisco,
La litispendencia, Barcelona: Bosch, 1999, pp. 25-195.
235En explicación de la sentencia de la CS de 17 de mayo de 2012 (rol Nº 9327-09, MJ 32104), se dice "que
para 'que proceda la litispendencia es necesario que haya otro juicio, seguido entre las mismas partes y
persiguiendo la misma causa y objeto. Cuatro son los requisitos o presupuestos de la litispendencia: 1º.- que exista
un juicio pendiente, sea ante el mismo tribunal o ante otro; 2º.- identidad legal de personas; 3º.- identidad de
objeto; 4º.- identidad de causa de pedir' (Cristián Maturana Miquel, Actuaciones judiciales, notificaciones,
resoluciones judiciales y el juicio ordinario, Universidad de Chile, Facultad de Derecho, Departamento de Derecho
Procesal, p. 90). - Para que exista un juicio pendiente es necesario que se haya trabado la litis, de forma que
inequívocamente se entienda que hay un juicio seguido entre las mismas partes, con identidad de objeto y causa
de pedir" (CS, de 17 de mayo de 2012 (rol Nº 9327-09, MJ 32104).
236La regla anterior tiene algunas regulaciones especiales, como ocurre, por ejemplo, en el juicio ejecutivo (art.
464 CPC Nº 3). En este caso, para evitar una conducta de mala fe del deudor, la litispendencia sólo se puede
alegar si el juicio ha sido iniciado por el acreedor.
237CS, 30 de enero de 2012, rol Nº 2801-10, MJ 30872. También sintetiza el alcance excluyente de la
litispendencia la sentencia de la CS de 13 de noviembre de 2013, al señalar "(...) 'La litispendencia tiene lugar
cuando se promueve ante un tribunal el mismo negocio ya ventilado ante él u otro y, por consiguiente, supone que
hay identidad de partes, de objeto y de causa de pedir entre la primera y la segunda demanda; y su propósito es el
de evitar que se dicten fallos contradictorios o incompatibles en desmedro de la buena administración de justicia,
como el prevenir y resguardar la autoridad de la cosa juzgada' (RDJ, T. 78; sec. 2ª; p. 284). Puede decirse,
entonces, que la clave de la figura procesal en comentario se encuentra en que un mismo asunto se ventile en
procesos en curso, vale decir, que no hayan terminado en la dictación de una sentencia definitiva firme o algún
equivalente jurisdiccional de ésta, multiplicándose por esa vía, de modo impropio, los esfuerzos procesales y
económicos de las partes y del sistema judicial. Su objetivo básico es impedir que, por medio del inicio de un
nuevo juicio, se intente mejorar los eventuales defectos que se hubieran producido en el que ya estuviera
pendiente y, su finalidad última se dirige a precaver el riesgo de que uno de esos pleitos pudiera llegar a terminar
de manera incompatible o descoordinada con otro que se afinara primero, circunstancia que incardina en forma
directa con la autoridad de cosa juzgada, excepción que emerge para el litigante que por segunda vez se vea
emplazado a raíz de la misma controversia ya zanjada" (CS, 13 de noviembre de 2013. Rol Nº 7557-12, MJ
36462).
238 Así lo han recuperado, entre otras, CS, 12 de enero de 1939, RDJ, t. 36, sec. 1ª, p. 466; CS, 15 de
diciembre de 1970, sec. 1ª, p. 588.
239Esta opción se debe al hecho de que don José Bernardo Lira redactó los preceptos relativos a la cosa
juzgada siguiendo en este punto a Marcadé. En una nota al pie de página del Prontuario de los juicios, Lira
puntualiza que "hemos seguido en lo relativo a la escepción de cosa juzgada el comentario de Marcadé al art.
1351 del Código de Napoleón..." (L , José Bernardo, Prontuario de los juicios o tratado de procedimientos
judiciales i administrativos con arreglo a la legislación chilena, ob. cit., t. I, p. 288).
240CS, 6 de enero de 2015, rol Nº 31931-14 (MJ43226), "Núñez Jorquera, Luis c/ Núñez Jorquera, Raúl y
otros"; CS, 17 de noviembre de 1997, RDJ, t. 94, sec. 3ª, p. 196.
241 CS, 30 de mayo de 1995, RDJ, t. 92, sec. 4ª, pp. 70 y ss. Esta sentencia contiene una completa síntesis del
concepto de cosa juzgada en el ámbito del proceso penal y sus diferencias con el proceso civil. En doctrina sobre
el tema una completa exposición sobre estas diferencias, cfr. C D , Valentín, La cosa juzgada
penal, Publicaciones del Real Colegio de España, Bolonia, 1975.
242 La CS, en sentencia de 7 de agosto de 1961, sugiere como pauta metodológica para la determinación de la
triple identidad la siguiente: "... la cuestión de la excepción de cosa juzgada, es materia de un estudio netamente
científico. Por tanto, esta cuestión no puede resolverse con un Diccionario a la vista para apreciar los términos que
emplea el artículo 177 [...] de nuestro Código de Procedimiento Civil; que si bien las tres identidades de que trata la
disposición legal últimamente citada tienen su origen en expresiones usadas en el Digesto del Emperador
Justiniano, Libro 44, Título II, en parte alguna de este Título ningún jurisconsulto estatuyó que las tres identidades
debían existir copulativamente, pues toda la doctrina quedó resumida en los textos ya citados: obsta la excepción
de cosa juzgada siempre que las mismas personas vuelvan a litigar sobre la misma cuestión que ya está
sentenciada". CS, 7 de agosto de 1961, RDJ, t. 58, sec. 1ª, p. 270, "Ferrocarriles de Antofagasta a Bolivia con
Impuestos Internos".
244 Por todas, cfr. CS, 11 de diciembre de 1937, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 238; CS, 7 de agosto 1961, RDJ, t. 58,
sec. 1ª, p. 263.
245 Sugieren esta pauta, entre otras, las sentencias de la CS de 11 de noviembre de 1931, RDJ, t. 29, sec. 1ª,
p. 167; CS, 9 de julio de 1953, RDJ, t. 52, sec. 1ª, p. 164.
246 CS, 7 de julio de 1981, RDJ, t. 78, sec. 1ª, p. 138. En igual línea, CS, 15 de diciembre de 1970, RDJ, t. 67,
sec. 1ª, p. 586; CS, 23 de julio de 1956, RDJ, t. 53, sec. 1ª, p. 143.
247En la doctrina este efecto suele tratarse dentro de los límites temporales de la cosa juzgada.
248En este sentido, C. de Ap. de Santiago, 17 de julio de 1998, RDJ, t. 95, sec. 2ª, pp. 50- 51. Con anterioridad,
CS, 11 de julio de 1927, RDJ, t. 25, sec. 1ª, p. 257; CS, 22 de diciembre de 1922, RDJ, t. 21, sec. 1ª, p. 1072.
249 En este sentido, CS, 13 de septiembre de 2012. Rol Nº 9557/2010 (Casación), VLex N 76072; CS, 8 de julio
de 2010 (Casación), VLex 23969; CS, 1º de junio de 1937, RDJ, t. 34, sec. 1ª, p. 277.
250T , Nicolo, "La cosa juzgada civil y sus límites objetivos: apuntes de derecho comparado", tr. Marco
Villagómez, en Estudios de derecho procesal en honor de Víctor Fairén Guillén, Valencia, Tirant lo Blanch, 1990, p.
568.
253 Cfr. T , Nicolo, "La cosa juzgada civil y sus límites objetivos: apuntes de derecho comparado", art.
cit., p. 568.
254 Se ha fallado que existe identidad legal de personas entre el cesionario de los derechos y acciones sobre el
predio cuyo condominio se discute (C. Ap. de Santiago, 29 de agosto de 1933, RDJ, t. 31, sec. 2ª, p. 59); "Cedente
y cesionario, aunque personas físicas distintas, representan la igualdad jurídica que requiere la ley para que se
pueda alegar la cosa juzgada (CS, 7 de julio de 1930, RDJ, t. 28, sec. 1ª, p. 133).
255 Entre otras, CS, 30 de abril de 1943, RDJ, t. 31, sec. 1ª, p. 370.
260 No basta con considerar el solo petitum de la demanda para caracterizar a una acción; en este sentido, CS,
10 de enero de 1923, RDJ, t. 22, sec. 1ª, p. 54; C. de Ap. de Santiago, 24 de octubre de 1921, RDJ, t. 28, sec. 2ª,
p. 644.
261En nuestra doctrina procesal, defiende la existencia de los considerandos resolutivos T , indicando
que "para calificar un razonamiento de considerando resolutivo, debe atenerse a varias exigencias: a)
Formalmente, debe ubicarse entre las motivaciones del fallo. Su presencia en la parte resolutiva excluiría, en
principio, el debate y conduciría a calificar la oración como decisión. b) Sustancialmente, debe importar un anticipo
efectivo de la decisión que, por tal puede o no reiterarse, en lo resolutivo. c) Puede contener el establecimiento de
los hechos del pleito o, a lo menos, de aquellos cuya existencia representan el fundamento inmediato de la
sentencia". T O , Raúl, "Límites objetivos de la cosa juzgada civil (intento de delimitar la cuestión en
el derecho chileno)", en El proceso en acción, Editorial Libromar, 2000, p. 216.
263 "Es inaceptable la causal de cosa juzgada no alegada expresa y oportunamente en el pleito y que no se
funda en decisiones que arranquen de una sentencia definitiva o interlocutoria, sino de apreciaciones o motivos
que se invocaron en distintos litigios" (CS, 6 de julio de 1942, RDJ, t. 41, sec. 1ª, p. 40).
267 Así, entre otros, L , Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil, tr. S. Sentís Melendo (de la 4ª ed.
italiana), Buenos Aires: E.J.E.A., 1980, p. 143; R , Ugo, Tratado de Derecho Procesal Civil, tr. S. Sentís
Melendo y Marino Ayerra, Buenos Aires, Depalma, I, 1976, p. 375; R , Leo, Tratado de Derecho Procesal
Civil, tr. de la 5ª ed. alemana: Ángela Romera, Buenos Aires: E.J.E.A., 1955, t. I, pp. 5-6.
270CS, 13 de noviembre de 2007. Rol Nº 1078-06, MJ 16047, "Agrícola e Inmobiliaria Montolín S.A. con Pérez,
Edith y otros".
271 Entre otros, cfr. L , Enrico T., Manual de derecho procesal civil, ob. cit., p. 143; R M ,
Francisco, Derecho procesal civil, ob. cit., t. I, 1, p. 405.
274 Entre otros, así lo entiende E , Ludwig, Derecho civil (parte general), tr. Blas Pérez y José Alguer
(de la 39ª ed. alemana), Barcelona, Bosch, 1944, t. I, 2º, pp. 468-469.
275 C. de Ap. de Santiago, RDJ, t. 84, sec. 2ª, p. 84. Con anterioridad se habían dictado otras sentencias
declarativas, como es el caso del fallo del Segundo Juzgado Civil de Santiago, de 21 de octubre de 1953, recaído
en el juicio "Mayer con Neumann". Allí se declaró la existencia de un matrimonio celebrado en Checoslovaquia en
1939, ante la imposibilidad de los contrayentes de poder conseguir el documento público en el país de origen
(RDJ, t. 50, sec. 2ª, p. 103). En descripción de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, "(...) las acciones
declarativas de mera certeza, reconocidas más bien por la doctrina y alguna jurisprudencia, son aquellas en que el
actor pretende terminar con una situación de incertidumbre que gira alrededor del derecho que le sirve de
fundamento a la acción. De esta manera, de acuerdo con lo pedido, el órgano jurisdiccional requerido no puede
sino limitarse al reconocimiento oficial del derecho de que se trata, en la forma reclamada por el demandante. Es
decir, estas acciones consisten 'en hacer cierto el derecho', y no en exigir del demandado una prestación
determinada" (C. de Ap. de Puerto Montt, 4 de marzo de 2014. Rol Nº 45-13, MJ 37266 "Vera Villega con Fisco de
Chile y otro").
276C , José, "La acción en el sistema de los derechos", en Ensayos de derecho procesal civil, tr.
Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-América, t. I, pp. 127-128; y en la "Acción de
declaración de mera certeza", en la misma obra, pp. 191-192. Sobre este tipo de acciones, cfr. L , Lucio,
Contributo allo studio dell'azione di mero accertamento, Milán, Giuffrè, 1969.
277 Así lo entienden, entre otros, L , Enrico T., Manual de Derecho Procesal Civil, ob. cit., p. 143;
B F , María Victoria, Demanda, "causa de pedir" y objeto del proceso, Córdoba, El Almendro, 1984,
p. 38.
278 C. de Ap. de Santiago, 4 de noviembre de 1963, RDJ, t. 60, sec. 2ª, p. 153.
279 Se estimó procedente la excepción de cosa juzgada argumentando, entre otras razones, que la identidad de
la causa de pedir "no admite que ella sea desconocida introduciéndose en la renovación de una controversia, ya
fallada por sentencia firme, nuevos elementos con el pretexto de medios nuevos ya de hecho ya de derecho, que
por negligencia no se invocaron en la anterior controversia". Según la Corte Suprema, el cambio en cuestiones
accidentales que aducía el Fisco "está desconociendo la verdadera y única materialidad de la controversia, al
introducir un elemento que no fue objeto de ella (el monto y extensión de las contribuciones de los años tributarios
1949 a 1952 y 1953 a 1955), y se incurre, además, en el error científico de identificar la cosa pedida con la
materialidad del petitorio de la demanda o requerimiento para el pago del impuesto" (CS, 7 de agosto de 1961,
RDJ, t. 58, sec. 1ª, pp. 272-273).
280Sobre este punto, cfr. F , Corrado, Profili dell'acertamento constitutivo, Padua, Cedam, 1970, pp. 83 y
117-119; P P , Andrea, "Appunti sulla tutela c.d. constitutiva (e sulle tecniche di producione degli effetti
sostanziali)", en Rivista di Diritto Processuale, 1991, pp. 60-100; A , Aldo, "In tema di limiti oggettivi della cosa
giudicata", en Rivista Trimestrale di Diritto e Procedure Processuale, 1990, Nº 2, pp. 475-539; Z V ,
José, Sentencia constitutiva y sentencia dispositiva, Madrid, Rialp, 1962, especialmente pp. 144-152.
282Ibídem, p. 102.
283En este sentido, cfr. P -C , Leonardo, Tratado de Derecho Procesal Civil, ob. cit., t. I, p. 455.
285 Sobre el tema, entre otros, cfr. P B , Carlos, La identificación de las acciones, Santiago, Editorial
Universitaria, 1963, pp. 105-108; H L , Eduardo, De la excepción de cosa juzgada, Memoria de
Prueba, U. de Chile, Valparaíso, Imprenta Gutenberg, 1930, pp. 1-72; V C , Ramón, La cosa
juzgada, Memoria de Prueba, U. de Chile, Concepción, 1945, pp. 88-97. En la jurisprudencia, entre otras, CS, 31
de diciembre de 1927, RDJ, t. 25, sec. 1ª, p. 579.
286H A , Iván, La aplicación judicial del derecho en el proceso civil, ob. cit., en especial, pp.131-
155.
287 La C. de Ap. de Santiago, en sentencia de 27 de diciembre de 1996, ha resuelto "que es un punto aceptado
por la doctrina y jurisprudencia mayoritaria que un mismo hecho no puede, respecto de la misma persona o
víctima, dar lugar a responsabilidad contractual y responsabilidad extracontractual. Lo anterior no significa que el
incumplimiento de un contrato, además de ocasionar un perjuicio al cocontratante, [...] pueda también ocasionar
daños a un tercero extraño a la relación contractual...". C. de Ap. de Santiago, 27 de diciembre de 1996, RDJ, t. 93,
sec. 2ª, p. 142. En otra ocasión se ha resuelto que "no es preciso que en la demanda se citen las disposiciones
legales que le sirven de fundamento, sino tan sólo los principios, la razón jurídica de la acción" (por todos, CS, 14
de enero de 1947, RDJ, t. 44, sec. 1ª, p. 450).
288En este sentido, CS, 4 de enero de 1945, RDJ, t. 44, sec. 1ª, p. 166; CS, 13 de enero de 1939, RDJ, t. 36,
sec. 1ª, p. 478; CS, 7 de enero de 1938, RDJ, t. 35, sec. 1ª, p. 340; C. de Ap. de Santiago, 29 de agosto de 1933,
RDJ, t. 31, sec. 2ª, p. 59; CS, 14 de enero de 1915, RDJ, t. 12, sec. 1ª, p. 561.
289D O , Andrés, Sobre la cosa juzgada, ob. cit., p. 56; El objeto del proceso y cosa juzgada en el
proceso civil, Madrid: Thomson, 2005, pp. 93-110.
290Por todos, con una síntesis de la doctrina italiana, P P , Andrea, "Appunti sul giudicato civile e soui
limiti oggettivi", en Rivista di Diritto Processuale, Padova, Cedam, 1990, vol. XLV, pp. 389 y ss. Hay traducción,
"Apuntes sobre la cosa juzgada civil y sobre sus límites objetivos", tr. C. Ochoa, Revista Peruana de Derecho
Procesal, VII, 2004, pp. 634-636.
291T F , Isabel, El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencia. Cosa juzgada, ob. cit., pp. 155-
156.
293 Entre otras, CS, 17 de agosto de 1910, RDJ, t. 8, sec. 1ª, p. 459; CS, 8 de julio de 1941, RDJ, t. 39, sec. 1ª,
p. 41; CS, 24 de agosto 1948, RDJ, t. 45, sec. 1ª, p. 721.
296 C. de Ap. de Santiago, 21 de septiembre de 1950, RDJ, t. 47, sec. 2ª, pp. 57-59.
298 CS, 18 de abril de 1988, RDJ, t. 83, sec. 1ª, p. 35. En igual orientación, CS, 25 de abril de 1996, RDJ, t. 93,
sec. 1ª, p. 50.
299En el derecho histórico, la solución a este problema era más fácil de alcanzar. Mientras perduraron los
efectos de la litis contestatio romana, cuando se daba un concurso de acciones el actor tenía que elegir entre las
acciones incompatibles, quedando extinguidas las restantes. Dicho de otra forma, cuando la litis contestatio
producía efecto extintivo, la solución provenía de aplicar la siguiente fórmula, que se recoge en los clásicos: electa
una via per partem ad aliam non potest venire (Decio, regula 301.6), esto es, elegida una vía procesal por una
parte no se admite acudir a la otra. Sin embargo, al trasladarse el efecto extintivo de las acciones a la eficacia de
cosa juzgada a la sentencia pronunciada sobre el fondo del tema debatido surge el problema de si es posible
oponer esta excepción en el caso de acciones en relación de concurso. Una síntesis del problema, cfr. L ,
Enrico T., "Acciones concurrentes", en Eficacia y autoridad de la sentencia, tr. Santiago Sentís Melendo, Buenos
Aires, E.D.I.A.R., 1946, pp. 243-270; Cfr. F , Pablo, Derecho Privado Romano, Madrid, Imprenta
Sánchez, 1978, p. 72. Recordemos que en el derecho romano clásico, al producirse la litis contestatio, se
generaban una serie de consecuencias. Para una mejor explicación se ha propuesto distinguir entre los efectos
extintivos, creadores o novatorios y fijatorios sobre la relación procesal. Como lo puntualiza Murga Gener, en virtud
del efecto extintivo, cuando una relación litigiosa había sido llevada a juicio resultaba imposible volverla a plantear
otra vez, ello porque el litigio, más concretamente la litis contestatio, extinguía la relación jurídica controvertida (cfr.
M G , José Luis, Derecho romano clásico II: El proceso, Universidad de Zaragoza, 3ª ed., 1989, pp. 287,
291-292; en igual sentido, cfr. G , Amparo, Una visión unitaria (contractual y procesal) de las obligaciones
solidarias en Derecho romano clásico, Madrid, Universidad Autónoma, 1983, p. 50; D , Rafael, Reglas
jurídicas y aforismos, Pamplona, Aranzadi, 2000, p. 48.
301En tal sentido, CS, 13 de septiembre de 2006. Rol Nº 4416/2004 (Casación), VLex Nº 23191.
302CS, 27 de agosto de 2013. Rol Nº 6946-12, MJ 36011, "BBVA Chile con Zamora Maffei, Venancio y otros";
con anterioridad acepta este criterio la sentencia de la CS de 4 de diciembre de 1933, RDJ, t. 31, sec. 1ª, p. 131.
303Entre otras, en este sentido cfr. CS, 3 de diciembre de 1917, RDJ, t. 19, sec. 1ª, p. 102; CS, 12 de enero de
1920, RDJ, t. 20, sec. 1ª, p. 226; CS, 19 de julio de 1995, RDJ, t. 92, sec. 1ª, p. 53.
304 También son ejecutables las resoluciones de la misma naturaleza que causan ejecutoria, como hipótesis de
ejecución provisional sin título ejecutivo.
305 En este sentido, CS, 19 de diciembre de 1940, RDJ, t. 38, sec. 1ª, p. 525.
307En estas reglas, por todos, D O , Andrés, Sobre la cosa juzgada..., ob. cit., pp. 24 y ss.
308 En ciertas hipótesis, el legislador reconoce expresamente este efecto prejudicial o positivo de la cosa
juzgada, como se admite en los arts. 315, 316 y 1246 CC.
309 En este ejemplo, cfr. P , Roger, "La cosa giudicata: recenti sviluppi nel diritto francese", en Rivista di
Diritto Processuale, Padova, Cedam, 1992, vol. XXXVII, p. 13.
310En este sentido, CS, 5 de julio de 1921, RDJ, t. 20, sec. 1ª, p. 495.
311En la jurisprudencia anterior a la Constitución de 1980 reconoce el límite señalado la sentencia de la Corte
de Apelaciones de Temuco de 23 de septiembre de 1965, al requerir la necesidad de un juicio contradictorio entre
las mismas partes para dar eficacia prejudicial a una sentencia judicial. En lo que interesa, allí se declara: "...que
de conformidad a lo que dispone el artículo 427 del Código de Procedimiento Civil, se presumen verdaderos los
hechos declarados tales en otro juicio diverso entre las mismas partes. Para tal efecto se exige entonces que el
otro juicio haya sido ventilado entre las mismas partes, pues de otro modo no habría existido la necesaria
contradicción y que sobre los hechos en cuestión haya recaído un pronunciamiento judicial por el que se declaren
verdaderos". C. de Ap. de Temuco, 23 de septiembre de 1965, RDJ, t. 63, sec. 2ª, p. 137.
314 En el último tiempo, reitera el contenido de esta regla "Contreras con Banco de Chile" (2007): "... De lo
anterior se deriva el principio del efecto relativo del contrato o de la relatividad de su fuerza obligatoria o también
llamado efecto directo de los contratos, que significa que aquellos sólo generan derechos y obligaciones para las
partes que concurren a su celebración, sin beneficiar ni perjudicar a los terceros, a quienes, por ende, no les
empecen. Tal principio no es sino una representación, a su vez, del principio de la autonomía de la voluntad. Este
efecto relativo asignado a los contratos no es exclusivo de ellos sino que también lo es a las sentencias. Así, al
respecto, el profesor René Abeliuk señala: 'Es este un principio básico y fundamental del derecho y constituye un
axioma jurídico indiscutible: res inter alio acta, aliis neque nocere, neque prodesse potest (que podríamos verter:
las cosas hechas por unos, no perjudican ni aprovechan a los demás)'. Y agrega 'No es tampoco un principio
limitado a los contratos, ni siquiera a las convenciones, sino a todos los actos jurídicos y aún a ciertos actos de
autoridad como son las sentencias (art. 3º): El efecto de cosa juzgada se refiere únicamente a las partes que han
intervenido en el pleito. Sólo la ley y otros actos de autoridad, expresamente autorizados por el ordenamiento
jurídico: decreto, reglamento, etc., pueden ser de efectos generales. El efecto relativo del contrato consiste, pues,
en que él afecta únicamente a las partes contratantes y no a aquellos que no han intervenido en su celebración'
('Las Obligaciones'. Ediar Editores. Pág. 114). De lo dicho resulta, en consecuencia, que la conciliación sólo ha
podido surtir efecto entre las partes que han concurrido a ella y, por lo mismo no puede haberlos producido y, por
ende, afectar derechos y garantías constituidos a favor de terceros (...)".
316En esta orientación, CS, 25 de mayo de 2011. Rol Nº 8950/2009 (Casación) Vlex Nº 21175, al indicar que "
(...) al existir más de un sujeto a quienes afecta la pretensión, la ausencia de llamamiento de alguno de ellos a
juicio, deriva en la exclusión del debate jurídico del omitido, y la subsecuente imposibilidad de imponer los efectos
derivados de cualquier pronunciamiento al que no ha sido emplazado. La esencia del asunto busca eliminar el
riesgo de afectar con un pronunciamiento judicial a aquellos terceros ajenos al pleito. Entonces, es menester llamar
a juicio a todos los titulares pasivos de la relación, quienes puedan verse alcanzados por los efectos de la cosa
juzgada, cuyo carácter es inminentemente relativo, e incumbe exclusivamente a las partes, y no daña ni aprovecha
a terceros (res inter alios iudicatus aliis no praeiudicare)".
317 Sobre el tema, A , Enrico, La cosa juzgada frente a terceros, ob. cit., pp. 65-108.
C fr. W , A., Manual de Derecho Procesal Civil (tr. Banzhaf), t. I, Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, 1977, p. 32. Un estudio en profundidad de esta cuestión se efectúa por R V , Cecilia,
"Efectos directos y reflejos de la sentencia", en RCHD, vol. 28, Nº 3, pp. 489-507.
319 CS, 28 de octubre de 2011, rol Nº 8690-10 (MJ 29943). "Distribuidora de Cine, Televisión y Espectáculos c/
Cinematográfica Selman Ltda y otros". CS, 8 de octubre de 2013. Rol Nº 7260-12, MJ 36326, "Becza Gestión S.A.
c/Inmobiliaria Luis Carrera Uno S.A. y otro".
3 21 L , Enrico T., Eficacia y autoridad de la sentencia, ob. cit., p. 22. A este autor se le debe la distinción
entre cosa juzgada y eficacia de la sentencia. A partir de este aporte se hizo general la aceptación de que los
efectos reflejos derivaban de la sentencia y no de la cosa juzgada. Para L la cosa juzgada no es un efecto
de la sentencia, sino una cualidad de inmutabilidad de los efectos de la sentencia (declarativos, constitutivos y de
condena). La sentencia, conforme a esta doctrina, tendría una eficacia general, que deriva de su naturaleza de
acto de autoridad proveniente de un órgano del Estado.
322C , Federico, La eficacia "ultra partes" de la sentencia civil, Lima: La Palestra, tr. J. J. Monroy Palacios,
2007, p. 40.
323R V , Cecilia, "Efectos directos y reflejos de la sentencia", en Revista Chilena de Derecho, vol.
28 Nº 3, 2001, pp. 489-507. Cfr. R (2001), pp. 493-494.
324C. de Ap. de Santiago, 5 de mayo de 2014. Rol Nº 7774-13, MJ 37496. En similares términos, la misma
Corte de Apelaciones de Santiago, en sentencia de 31 de julio de 2014, había resuelto que "(...) en el escenario en
que nos sitúan las declaraciones efectuadas y decisiones adoptadas en el reseñado fallo aparece pertinente
recordar que desde hace bastante tiempo, frente a la comprobación empírica de que en muchos casos el efecto de
cosa juzgada de una sentencia afecta directa o reflejamente a terceros, la doctrina viene replanteado los términos
absolutos con que tradicionalmente se ha esgrimido la regla del Digesto: res judicata tercio neque nocet neque
prodest, para explicar los efectos de dicha institución procesal". "Así, el problema que generan los efectos de la
sentencia respecto de terceros será apreciable al constatar que una vez pronunciada podrá repercutir en la
realidad jurídica de aquéllos, generando efectos indirectos o secundarios, puesto que si bien el tercero no es
alcanzado por el efecto de cosa juzgada que se produce entre las partes, le afecta la sentencia concebida como un
hecho jurídico. "Efectivamente, constituye un principio aceptado por la doctrina procesal que la sentencia recaída
en un proceso jurisdiccional puede provocar perjuicios en la esfera jurídica a los terceros que no han sido partes en
él. En algunos casos es la misma ley la que dispone estos efectos directos para los terceros, que se ven
vinculados a la eficacia se una sentencia judicial sin haber participado como parte en el juicio donde se pronunció,
como ocurre con las que constituyen el estado civil. La eficacia directa es aquella propia de la sentencia según el
tipo de acción que fue objeto del proceso: de condena, constitutiva o declarativa". "En cambio, la eficacia refleja (o
secundaria) alude a los efectos que un fallo judicial no pretende producir directamente, sino que derivan de la
dictación de una sentencia, en cuanto se comporta como un hecho jurídico procesal. Los efectos reflejos se
explican, en la mayoría de los casos, por la vinculación que pueden presentar las relaciones jurídicas materiales,
razón por la cual cuando una sentencia condena, declara o constituye, puede influir también sobre otras relaciones
jurídicas conexas a las que fueron materia de la decisión (...)". "Al tercero le afecta la eficacia refleja de la cosa
juzgada, por lo que pese a no haber intervenido en el juicio, la validez de dicha sentencia le alcanza al adquirir tal
decisión a su respecto los efectos de inmutabilidad e irrevocabilidad" (C. de Ap. de Santiago 31 de julio de 2014.
Rol Nº 6483-13, MJ 38332).
326C , Federico, La eficacia "ultra partes" de la sentencia civil, ob. cit., p. 61.
327 El requerimiento es el nombre técnico que recibe el escrito que contiene la acción ejercida por el FNE para
la defensa del "interés general". También puede ser iniciado mediante una demanda presentada por algún
particular, la que deberá ser puesta en inmediato conocimiento de la FNE (art. 20 inc. 2º).
328En tal sentido, C. de Ap. de Santiago, 7 de abril de 2016. Rol Nº 9666-15, MJ 44099, "Etcom Chile S.A. con
Telefónica Móviles de Chile S.A.". También se aprecia la utilización de esta solución en la sentencia de la C. de Ap.
de Santiago, de 8 de noviembre de 2011, al señalar: "14º) Que previo a determinar la existencia o no de los
perjuicios cobrados, es dable anotar que la acción intentada tiene por causa la conducta anticompetitiva
sancionada previamente. En lo sustancial el ilícito monopólico que lesiona efectivamente la libre competencia es
independiente del daño civilmente compensable, puesto que no necesariamente un ilícito monopólico coexiste con
un ilícito civil. (Domingo Valdés Prieto, 'Libre Competencia y Monopolio', Editorial Jurídica de Chile, 2010, p. 278).
El injusto civil, propio de esta acción, no es otro que el derivado de la ofensa monopólica, siempre que el daño sea
cuantificable pecuniariamente y que la víctima del mismo sea determinable, lo que no ocurre en un ilícito
monopólico que sólo atenta contra el orden público económico, generando un perjuicio social, no asimilable o
difuso a nivel individual o de un agente comercial específico. En el caso de autos, de conformidad al artículo 30 del
D.L. Nº 211, la sentencia del Tribunal de Libre Competencia es un presupuesto formal para efectos de iniciar el
juicio indemnizatorio y por ello se verifica la denominada 'función positiva o prejudicial de la cosa juzgada', esto es,
cuando por expresa disposición del legislador una resolución firme o ejecutoriada debe servir de base a lo que
corresponde decidir a otros tribunales en procesos posteriores" (C. de Ap. de Santiago, 8 de noviembre de 2011.
Rol Nº 1520-10, MJ 30101, "Philip Morris Chile con Empresas CCT S.A.").
332C S , Osvaldo, Derecho de Seguros. Análisis sistemático de la nueva ley chilena sobre el
Contrato de Seguros, Santiago, LegalPublishing, 2014, p. 361.
333N O , Marcelo, Contrato de Seguro, Comentarios al Título VIII, Libro II de Código de Comercio,
Roberto R O (director), Carolina S M (editor), Santiago, LegalPublishing, 2015, pp. 390-392.
334La C. de Ap. de Copiapó, en sentencia de 26 de mayo de 2014, resolvió que: "1º) Que una vez pagada la
indemnización, la aseguradora se subroga legal y automáticamente en todos los derechos y acciones que el
asegurado tenga en contra de terceros -aquellos causantes del siniestro, o que civilmente deban responder del
mismo-, por aplicación del principio general que consagra en su inciso 1º el artículo 553 del Código de Comercio,
según texto vigente a la época de los hechos. Jurídicamente, esta subrogación implica la sustitución del asegurado
para el ejercicio de las señaladas acciones, a fin de recuperar -la aseguradora- hasta la cantidad pagada en virtud
de la póliza" C. de Ap. de Copiapó, 26 de mayo de 2014, rol Nº 469-13, MJ 37631, "Aseguradora Magallanes S.A
con Franulic Alcayaga".
335Una exposición lata en C , Federico, La eficacia "ultra partes" de la sentencia civil, ob. cit., pp. 15-125.
336R S , Alejandro; D V , José Ignacio, "La acción de responsabilidad civil del art. 133
bis de la Ley de Sociedades Anónimas", RDJ, T. XCIX, pp. 51-65.
337Si tiene interés en participar de este proceso, lo podrá hacer mientras en juicio esté pendiente, y en calidad
de interviniente litisconsorcial, ingresando al proceso como un auténtico litisconsorte que ejercita el derecho de
acción.
338Sobre el tema, A G , Maite, "Capacidad para ser parte y capacidad de los grupos de
consumidores afectados: su tratamiento en la ley de protección de consumidores y en el anteproyecto del Código
Procesal Civil" en La reforma Procesal Civil en Chile, (VV.AA.), U. de los Andes, Cuadernos de Extensión Nº 16,
2009, pp. 119-136; "Algunas precisiones en torno a los intereses supraindividuales (colectivos y difusos)", en
Revista Chilena de Derecho, volumen 2006, Nº 1, pp. 69-91; "El procedimiento para la defensa de intereses
colectivos y difusos de consumidores y usuarios en la ley Nº 19.946", Cuadernos de Extensión Jurídica,
Universidad de los Andes, 2006, pp. 143-173.
339 Sobre el alcance de esta sentencia, A G , Maite, "La extensión de los efectos de la
sentencia dictada en procesos promovidos para la defensa de los intereses colectivos y difusos de los
consumidores y usuarios: régimen en la ley chilena de protección al consumidor", en Ius et Praxis, Nº 1, 2010, pp.
99-124.
340Este problema fue advertido por nuestro legislador, tal como se aprecia de la lectura del Mensaje del Código
de Procedimiento Civil, al puntualizar que "ha sido materia de dudas el valor de cosa juzgada que corresponde a
las sentencias de los juicios ejecutivos con relación a la acción ordinaria en que se ventilen los mismos derechos, y
ha parecido oportuno consignar reglas precisas que resuelvan aquella duda". Sin embargo, la precisión del
Mensaje no constituye una respuesta general, puesto que se refiere sólo al procedimiento ejecutivo del Libro III del
CPC, dejando abierta la interrogante para los otros procedimientos de ejecución que coexisten en nuestro
ordenamiento. Como se explicará oportunamente, es posible constatar la existencia de tres tipos de juicios: la
ejecución en sentido estricto, el juicio ejecutivo sumario y el juicio ejecutivo declarativo o con fase de cognición. En
cada uno de estos procedimientos la eficacia de cosa juzgada se comporta (o se debería comportar) de un modo
diferente.
341CS, 3 de noviembre de 2015. Rol Nº 8097-15, MJ 42845, "Market Negocios S.A. c/ Ilustre Municipalidad de
Cerro Navia".
342El antiguo artículo 493 (actual 472) disponía que "si el ejecutado no dedujere oposición legal, se pronunciará
también, a petición de parte, sentencia de pago o remate". Lo anterior determinaba que el ejecutado no perdía la
posibilidad de obtener una sentencia absolutoria, o de recurrir si ella le era desfavorable. Incluso, en la
jurisprudencia de principios del siglo pasado se discutía si en el evento de no oponerse excepciones el tribunal
podía absolver al ejecutado, existiendo opiniones discrepantes.
343 CS, 9 de octubre de 1997, RDJ, t. 94, sec. 1ª, p. 107.
344Sobre el tema, con algunos matices sobre la eficacia del fallo, S K , Eduardo, en los siguientes trabajos: El recurso de protección, Santiago: Editorial Jurídica de Chile,
1982, pp. 284-300; "Cosa juzgada y recurso de protección", en Gaceta Jurídica Nº 50, 1984, pp. 3-14; "1976-1986, Diez años de recurso de protección. Una revolución silenciosa", en
RDJ, t. LXXXIII, Nº 3, 1986, pp. 157-160.
346 CS, 4 de octubre de 2001, MJ 7381. Con anterioridad, en la misma orientación, entre otras, CS, 28 de
marzo de 2007 (rol Nº 1563-06, MJ 9569), al señalar: "no obstante, y en relación al fondo de este recurso, resulta
procedente recoger como fundamento para su rechazo aquel en que la Corte basa dicha decisión, esto es, el
contenido de la norma del artículo 20 de la Constitución Política de la República, en cuanto establece que el
recurso de protección deja a salvo los demás derechos que el recurrente pueda hacer valer ante la autoridad
administrativa o los tribunales correspondientes, de lo que se desprende claramente que el recurso de protección
sólo produce cosa juzgada formal y no material como se pretende, ello en atención a su propia naturaleza cautelar,
y a las circunstancias procesales en que se desenvuelve, que no da oportunidades para la producción y crítica de
la prueba, no permitiendo una sentencia debidamente informada, lo cual hace improcedente la antes aludida
causal de nulidad formal (...)" CS, de 26 de junio de 1995, RDJ, t. 92, sec. 5ª, p. 110; CS, 27 de abril de 1995, RDJ,
t. 92, sec. 5ª, p. 73. C. de Ap. de Punta Arenas, de 16 de agosto de 2012, rol Nº 56-12 (MJ 330794).
C VL
1. E
El tema ya estaba presente en el proceso romano, pero como ha ocurrido con tantas
instituciones jurídicas, ha seguido una evolución que se explica por un cúmulo de factores348.
En el plano doctrinal, para tratar de delimitar qué es una cuestión prejudicial han coexistido
varias explicaciones349.
Desde una perspectiva general, la prejudicialidad aludiría a todas las cuestiones que se
deben resolver antes de decidir sobre el objeto del proceso. Si se utiliza este prisma, surge la
dificultad de poder calificar como tal a una amplia gama de asuntos donde está presente este
elemento cronológico de juzgamiento previo a la decisión final. Así, tendría tal carácter desde
la promoción de un incidente en un juicio, hasta la formulación de una cuestión prejudicial
propiamente tal.
2. L
Por estar aceptados explícita o implícitamente en nuestro sistema jurídico, resulta de interés
considerar los siguientes:
— Según el acto procesal donde incide, las cuestiones prejudiciales pueden ser relativas a la
acción o a la sentencia.
3. P ,
En este escenario de variedad competencial, los distintos conflictos jurídicos que se suscitan
requieren de una actuación coordinada de los diversos jueces y tribunales, que atienda al
conjunto más o menos complejo de relaciones de hecho y de derecho que pueden estar
presentes en un tema. Como lo indica Fenech, "la prejudicialidad es un fenómeno jurídico de
carácter general producido por la relación y conexión entre las diversas ramas del Derecho y la
unidad del ordenamiento jurídico, en el que no hay compartimientos estancos"365.
Desde otro punto de vista, la interpretación y aplicación del derecho en muchas situaciones
se debe hacer a partir de reglamentaciones que no se excluyen automáticamente, dentro de
fenómenos que ya resultan normales en nuestro sistema jurídico, como la inflación legislativa o
la descodificación366.
En otro sentido, tampoco se trata de asignar a la prejudicialidad una extensión que supere
su ámbito natural, el cual no es otro que racionalizar la actuación de los distintos jueces y
tribunales que componen el órgano jurisdiccional.
Ilustra lo anterior, entre otros casos, la situación que surge con la aplicación del art. 490 del
Código Penal, que sanciona como cuasidelito al "que por imprudencia temeraria ejecutara un
hecho que, si mediara malicia, constituiría un crimen o un simple delito contra las personas
(...)". Tal elemento subjetivo del tipo podría no tenerse por acreditado para efectos de la
responsabilidad penal, pero sí en el ámbito de la responsabilidad civil, cuya exigencia en la
culpa es de menor entidad a la del tipo penal referido. Como lo puntualiza Gómez Orbaneja,
"podría ser que ambos ordenamientos jurídicos, para deducir consecuencias jurídicas diversas
de un mismo acaecimiento, partiesen, hasta un cierto punto, de conceptos comunes e
indiferenciados, en virtud de los cuales el acto humano de voluntad (y un acto humano
necesita ser tanto el delito —doloso o culposo— como el hecho ilícito civil) entra en cierta
categorías previas, tales que en unión de otras, hacen de ese acto un delito, y en unión de
otras distintas lo convierten, independientemente, en fuente de obligaciones de derecho
civil"369.
También es posible que la ley limite los efectos de una determinada declaración del derecho
a un ámbito específico, sin que la sentencia tenga una proyección prejudicial. Esta solución se
ha introducido, por ejemplo, en las normas contra elusión, admitiendo que se puede realizar
una declaración de simulación "para el solo efecto tributario", sin que ello afecte la validez de
los actos y contratos cuestionados por el Servicio de Impuestos Internos ante los Tribunales
Tributarios y Aduaneros372. En rigor, en la aplicación de esas reglas se busca declarar la
comisión de ciertos ilícitos, tales como el fraude, el abuso del derecho o de la personalidad
jurídica, pero sólo para hacer efectiva las consecuencias tributarias373.
4. P
1ª) En las denominadas "cuestiones prejudiciales", que forman parte del pronunciamiento del
objeto del proceso civil o penal. Dependiendo de la regulación legal, se distingue entre
cuestiones prejudiciales absolutas o relativas, devolutivas o no devolutivas.
4ª) En la reglamentación de la acumulación sobrevenida por reunión, que surge cuando los
procesos ya pendientes para su composición se funden en uno solo, siendo su manifestación
más típica la acumulación de autos (art. 92 CPC).
5ª) En la denominada prejudicialidad en la acción, que tiene lugar en los casos donde la
iniciación de un determinado proceso está subordinada a una declaración judicial anterior376.
Esta relación se presenta, a modo ilustrativo, en la petición de exequátur para poder hacer
cumplir una sentencia extranjera. La naturaleza de cuestión prejudicial proviene del hecho de
que, sin contar con esa autorización de la Corte Suprema, la sentencia extranjera no puede ser
reconocida como título ejecutivo, quedando privada de eficacia para pedir su cumplimiento en
nuestro país377.
6ª) En la reglamentación del recurso de revisión de una sentencia firme, en cuanto exige la
declaración judicial previa de ilicitud de la prueba que sirvió de base al pronunciamiento de la
sentencia que se solicita rever por alguna de las partes, invocando alguna de las causales del
artículo 810 Nºs. 1, 2 y 3 del Código de Procedimiento Civil. La sentencia que hace esta
declaración prejudicial, según la jurisprudencia, puede ser civil o penal378.
8ª) En la protección del derecho que se puede intentar preliminarmente a través de las
medidas prejudiciales preparatorias, probatorias y cautelares. En estos casos la expresión
alude a la actividad procesal anterior a la presentación de una demanda.
5. L
La propuesta francesa llevó a reconocer, como principio rector del tema, que la judicatura
penal adquiriera prevalencia sobre la judicatura civil, en relación al juzgamiento de hechos con
elementos comunes. Las razones invocadas para sustentar esta opción de coordinación en la
actuación entre jueces suponen que el interés en la represión se antepone al de la reparación
civil, por un lado, y en el pretendido mayor rigor en el establecimiento del hecho que se
garantizaría en el pronunciamiento de la sentencia penal381.
Con el objeto de distribuir el trabajo entre los jueces con competencia civil y penal, el
legislador reglamentó las denominadas "cuestiones prejudiciales civiles y penales". La Ley de
Organización y Atribuciones de los Tribunales, de 1875, no se ocupó de esta materia, dejando
la solución del problema a lo que se dispondría en el Código de Procedimiento Penal (CPP).
En efecto, en el Mensaje con el que el presidente Jorge Montt envió al Congreso Nacional ese
cuerpo legal, el 31 de diciembre de 1894, indicaba que "ha sido reglamentado minuciosamente
el ejercicio de las acciones que nacen del delito, la influencia mutua de las acciones civiles y
criminal y los casos y forma en que es indispensable ventilar previamente a la acción criminal
la civil prejudicial". La propuesta anterior se plasmó en los arts. 20 y 21 del referido CPP,
promulgado el 12 de junio de 1906. Con posterioridad, la ley Nº 7.421, de 9 de julio de 1943,
dispuso que esas normas se trasladaran al Código Orgánico de Tribunales, incorporando como
nuevo título el relativo a las "reglas sobre competencia civil de los tribunales en lo criminal"
(arts. 171 al 174)383.
Las relaciones entre la jurisdicción civil y penal, con especial nexo en la cosa juzgada, ha
sido una temática muy debatida en distintos períodos históricos. Este hecho explica la
diversidad de soluciones propuestas y contempladas a nivel legal en diversos países sobre el
particular384. En nuestro medio, por influencia de la doctrina francesa, este asunto ha sido
conocido, por décadas, como "las influencias de la cosa juzgada"385.
En nuestro sistema, el régimen general se contiene en los artículos 178, 179 y 180 del CPC;
en esos preceptos el legislador intenta delimitar los efectos que se debe reconocer a una
sentencia, diferenciando si se trata de un fallo condenatorio o absolutorio dictado en sede
penal o civil.
En lo medular, la solución anterior sería seguida luego por el Código Procesal Penal fundado
en el principio acusatorio (aprobado por la ley Nº 19.696, de 12 de octubre de 2000), en las
reglas de los artículos 59 al 68. El art. 59 inc. 3º del Código Procesal Penal, dentro de la
regulación de la acción civil en el proceso penal, dispone: "con la sola excepción indicada en el
inciso primero [se refiere a la acción de restitución] las otras acciones encaminadas a obtener
la reparación de las consecuencias civiles del hecho punible que interpusieren personas
distintas de la víctima, o se dirigieren contra personas diferentes del imputado deberán
plantearse ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales".
Por su parte, también han surgido problemas en relación al alcance del art. 180 del Código
de Procedimiento Civil; este precepto señala que "siempre que la sentencia criminal produzca
cosa juzgada en juicio civil, no será lícito en éste tomar en consideración pruebas o
alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o con los hechos que le sirvan de
necesario fundamento". A través de esa fórmula, la ley pretende que lo establecido en el
ámbito jurisdiccional penal no sea negado en el ámbito competencial civil, si ha dado por
establecido el hecho punible entre las partes.
Desde otro punto de vista, la redacción del art. 180 referido es criticable, atendido que no es
exacto sostener que la sentencia penal pueda producir cosa juzgada en el ámbito civil. En
palabras de Carreras Llansana, "es incorrecto decir que una sentencia civil pueda fundarse en
la existencia de un delito, puesto que la calificación jurídico-penal de un hecho nada tiene que
ver con la calificación civil, de modo que, en rigor, una sentencia civil no puede depender en
cuanto a su contenido de que los hechos subsumidos en la norma civil sean o no constitutivos
de delito"388. En similar orientación, Gómez Orbaneja apunta que "(...) la pretensión civil, cuyo
contenido puede ser sumamente diverso (puede tratarse de una acción civil por causa ilícita,
por dolo, violencia, etc., de destitución, de rescisión, de alimentos, de divorcio, de revisión de
sentencia firme, etc.), no se basa en el delito, sino en el hecho que lo constituye, cuando ese
hecho lesione derechos subjetivos privados. Puede basarse además, como circunstancia del
delito, o como condición de penalidad; o servirse de un medio de prueba cuya confección o
producción implique un delito (p. ej., documento falso...)"389.
En el otro extremo, que la sentencia civil no produzca efecto en el ámbito penal, se debe a la
opción legislativa por evitar que en la decisión del proceso penal pueda influir cualquier
prejuzgamiento391.
6. C
El Código Orgánico de Tribunales admite, como regla general, que cada juez que actúa
dentro de su competencia penal se pronuncie sobre las cuestiones prejudiciales que se
susciten en relación al tema que debe resolver394. Para tal efecto, el art. 173 inc. 1º del COT
dispuso: "si en el juicio criminal se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea
uno de los elementos que la ley penal estime para definir el delito que se persigue, o para
agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor, el tribunal con competencia en
lo criminal se pronunciará sobre tal hecho".
En nuestro proceso civil la regla general en este tema es atribuir a las cuestiones
prejudiciales el carácter de relativas, permitiendo que el mismo juez que conoce del objeto del
proceso donde ella surja las resuelva como parte integrante de su competencia (arts. 111, 173,
174 COT y 167 CPC).
Explicado de otra forma, en la prejudicialidad relativa la ley autoriza al juez a resolverlas sin
necesidad de remitir el asunto a otro juez o tribunal, aunque esto último se podría hacer bajo
ciertos supuestos. Si tal renvío no se produce, no se configura una vulneración al derecho a
ser juzgado por el juez natural.
Cuando se trata de una cuestión prejudicial absoluta, en cambio, la ley obliga a remitir su
decisión a otro juez competente. En este caso, técnicamente se está frente a una norma de
atribución de competencia por razón de la materia, en virtud de la cual lo fallado por el juez
natural sobre la cuestión prejudicial absoluta actúa como un elemento lógico-jurídico en la
decisión de otro juicio una producido el efecto de cosa juzgada396.
Al no reconocer al juez penal una competencia prevalente sobre la civil, por la vía de
imponer el agotamiento de la vía criminal para juzgar una acción civil, nuestro sistema permite
tramitar paralela y simultáneamente un proceso penal y otro civil, aunque conozcan de hechos
comunes.
Como se ha explicado, la excepción a la regla general anterior proviene de los casos donde
se puede suspender la tramitación de un proceso, en espera de la resolución de una cuestión
prejudicial absoluta surgida en la causa penal, o cuando corresponde decretar la suspensión
del juicio civil en curso, si se cumplen las condiciones del artículo 167 del Código de
Procedimiento Civil, a saber397:
1ª) Que la cuestión prejudicial penal constituya un elemento lógico y jurídico, cuya resolución
es imprescindible para la decisión del objeto del proceso civil. En la nomenclatura legal, esta
situación surge "cuando la existencia de un delito haya de ser fundamento preciso de una
sentencia civil o tenga en ella influencia notoria"; y
2ª) Que en el proceso penal se haya realizado en contra del imputado un acto formal de
imputación mediante una acusación o requerimiento398.
Por su parte, los rasgos del sistema mixto de prejudicialidad, que buscan coordinar la
actuación del proceso civil y penal, han sido profundizados por algunas normas previstas por el
Código Procesal Penal, al regular el ejercicio de la acción civil399. En primer lugar, allí se
clarifica que la acción civil no nace del delito, tal como se desprende de los arts. 59, 65 y 67
CPP. No deja duda sobre el particular lo señalado en el art. 67 del Código recién referido,
cuando dispone que "la circunstancia de dictarse sentencia absolutoria en materia penal no
impedirá que se dé lugar a la acción civil, si fuere legalmente procedente".
Con el objeto de ilustrar cómo actúa este sistema de prejudicialidad mixta acudamos a un
caso de indignidad para suceder, que permite diferenciar la separación que se puede dar entre
el juzgamiento penal y el civil.
Como lo explica Elorriaga, la indignidad para suceder se refiere "al mérito de una persona
para suceder por causa de muerte a otra. En sentido inverso la indignidad para suceder puede
ser entendida como la falta de mérito de un sujeto para suceder al causante, debido a que no
cumplió con los deberes que para con él tenía o porque faltó al respeto que su memoria le
imponía"400. Para que se produzca este radical efecto sucesorio, la ley ha establecido que
esta sanción debe ser declarada judicialmente (art. 974 CC).
Ahora, el sistema de prejudicialidad relativa permite que se pueda intentar una acción de
indignidad hereditaria, sin necesidad de obtener una condena penal que declare la existencia
del hecho de haber cometido el homicidio de la persona del difunto o haber intervenido en él.
El juez civil también está llamado a pronunciarse sobre el tema cuando ha sido promovido
entre legítimos contradictores.
Lo anterior no obsta a que se pueda decretar la suspensión del proceso civil hasta que se
decida penalmente sobre ese mismo hecho, si se cumplen las exigencias del art. 167 del
Código de Procedimiento Civil.
7. L
1º) Los asuntos sobre "cuentas fiscales" (art. 173 inc. 2º del COT). Su competencia
actualmente la detenta la Contraloría General de la República, conociendo del tema a través
del juicio de cuentas401. Este procedimiento se inicia con la formulación de un reparo por la
Contraloría General de la República, cuando advierte que una cuenta no ha sido dada en
forma legal por el funcionario obligado a rendirla.
2º) Las cuestiones sobre estado civil, siempre que su resolución "deba servir de antecedente
necesario para el fallo de la acción penal persecutoria de los delitos de usurpación, ocultación
o supresión de estado civil". Sobre el particular, el Código Penal regula los crímenes y simples
delitos contra el estado civil de las personas (arts. 353 al 357). En la práctica, esta cuestión
prejudicial civil podría promoverse si el imputado invoca tener un estado civil que incida en la
resolución de los delitos de suposición de parto o de usurpación de estado civil403.
3º) Las relativas al derecho de propiedad u otro derecho real. Para esta situación el art. 174
del Código Orgánico de Tribunales reconoce su naturaleza de cuestión prejudicial civil absoluta
y devolutiva, señalando que "cuando se opusieren excepciones de carácter civil concernientes
al dominio o a otro derecho real sobre inmuebles, y ellas estuvieren revestidas de fundamento
plausible y de su aceptación, por la sentencia que sobre ellas recaiga, hubiera de desaparecer
el delito"404.
5º) En relación a la validez del matrimonio para efectos del delito de bigamia. El art. 174 del
Código Orgánico de Tribunales considera como una cuestión prejudicialidad civil absoluta y
devolutiva la que puede surgir en el proceso penal con ocasión del juzgamiento del delito de
bigamia. Este último hecho se tipifica cuando aquel que, estando válidamente casado, contrae
nuevo matrimonio (art. 382 CP). Para el tema que aquí interesa, si uno de esos matrimonios no
es válido, no puede condenarse por bigamia, puesto que la infracción penal supone la validez
de los matrimonios.
No obstante lo anterior, en nuestra jurisprudencia algunos fallos han soslayado esta cuestión
prejudicial civil fijando como criterio de cómputo de la prescripción de la acción penal el que se
aplica a los delitos instantáneos, que comienza a contarse desde la consumación del ilícito407.
En nuestra opinión esa solución es criticable, al dejar al cónyuge víctima de la bigamia
prácticamente en la indefensión, puesto que la única manera de evitar esa situación sería
controlando en el Registro Civil la eventual celebración de nuevas nupcias por parte de su
cónyuge, exigencia que resulta imposible de cumplir.
También esta cuestión prejudicial ha dejado de ser aplicada en los casos donde el imputado
por bigamia fallece o se declara su muerte presunta, atendido que con esos hechos se
extingue la responsabilidad penal408. Lo anterior, sin embargo, no impide que la discusión
sobre la validez del matrimonio pueda ser llevada a cabo entre los herederos del autor del
delito, conforme a lo previsto en el art. 48 letra d) de la Ley de Matrimonio Civil409.
Por último, se debe considerar que, al tratarse de una cuestión prejudicial absoluta y
devolutiva, su omisión configura una causal de nulidad del fallo penal, si éste fue pronunciado
sin esperar la resolución sobre este tema410.
Aunque en la práctica la existencia de los hechos fundantes de una cuestión prejudicial civil
es puesta de manifiesto en la investigación penal por la defensa del imputado, el legislador ha
legitimado activamente al Ministerio Público para promoverla ante el juez civil competente, o
ante la Contraloría General de la República, según el caso. El art. 171 inc. 3º del Código
Procesal Penal dispone sobre este punto: "cuando se trataré de un delito de acción pública, el
ministerio público deberá promover la iniciación de la causa civil previa e intervendrá en ella
hasta su término, instando por su propia conclusión"411.
Entre otras razones, la solución anterior se explica como una medida para evitar actuaciones
dilatorias de la defensa penal. Si se le reconociera la legitimación, existe el riesgo de que, a
través de la promoción de estas cuestiones se retarde la aplicación de una pena, atendido que
la remisión al juez civil competente obliga a decretar el sobreseimiento temporal, conforme lo
dispone el art. 252 letra a) del Código Procesal Penal.
8. L
8.1. Explicación general
Para racionalizar la actuación jurídica del Estado en nuestro ordenamiento jurídico, entre
otras opciones, se ha utilizado la técnica de dictar leyes que establecen las bases
fundamentales. Son ejemplos de lo anterior la Ley Orgánica Constitucional de Bases
Generales de la Administración, Ley Nº 18.575. También la Ley Nº 19.880, sobre Bases de los
procedimientos administrativos que rigen los actos de los órganos de la Administración del
Estado.
Para el tema que se examina, ninguno de esos cuerpos jurídicos consideró reglas para
solucionar los problemas relativos a la prejudicialidad administrativa. La atención legal se
centró en establecer los principios orgánicos y procedimentales de la Administración, el campo
de actuación de los sujetos que la componen (en sentido amplio) y el contenido formal de la
tramitación del procedimiento administrativo. A lo más, la ley de procedimiento administrativo
contiene una regla para la decisión sobre cuestiones conexas415.
Tampoco el legislador del siglo XIX previó una coordinación entre la actuación de la
Administración y de los órganos jurisdiccionales. Al reglamentar la prejudicialidad, se limitó a
fijar las pautas para resolver los problemas que surgen entre el ejercicio de la jurisdicción civil y
penal416.
1ª) Admitiendo que la declaración del derecho que realiza la autoridad administrativa no
vincula a los jueces al momento de resolver el objeto del proceso. Esto significa que tales
pronunciamientos carecen de todo valor prejudicial417. Cuantitativamente, esta es la solución
predominante en la resolución del denominado contencioso-administrativo418.
Esta prescindencia de la declaración del derecho que hace la autoridad administrativa parte
del supuesto político de que la actividad jurisdiccional, en nuestro sistema, tiene la última
palabra.
Consecuente con lo anterior, todo acto administrativo debería ser controlable por la
jurisdicción; ello sin perjuicio del control jerárquico que garantiza la ley Nº 18.575, al disponer
en el art. 10 que "las autoridades y jefaturas, dentro del ámbito de su competencia y en los
niveles que corresponda, ejercerán un control jerárquico permanente del funcionamiento de los
organismos y de la actuación del personal de su dependencia". "Este control se extenderá
tanto a la eficiencia y eficacia en el cumplimiento de los fines y objetivos establecidos, como a
la legalidad y oportunidad de las actuaciones".
2ª) Señalando al órgano administrativo el deber de abstenerse de emitir un pronunciamiento,
si toma conocimiento de que existe un proceso judicial sobre una materia.
En la práctica un ejemplo de esta opción surge de la aplicación del art. 6º inc. 4º de la Ley
Orgánica de la Contraloría General de la República, al señalar que "la Contraloría no
intervendrá ni informará los asuntos que por su naturaleza sean propiamente de carácter
litigioso, o que estén sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia, que son de la
competencia del Consejo de Defensa del Estado, sin perjuicio de las atribuciones que, con
respecto a materias judiciales, reconoce esta ley al Contralor". También sigue esta técnica la
Ley Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos, al inhibir la actuación de la
justicia o de la administración, cuando les corresponde conocer de una misma materia420.
Para el tema que nos ocupa, considerando la diferencia entre la actividad administrativa y la
jurisdiccional, la prejudicialidad en la acción se encuentra en todos aquellos casos en los que
la ley dispone, expresa o implícitamente, que una vez agotada la primera (incluido el control
judicial respectivo), se asigne valor al resultado surgido de la actividad administrativa.
"c) Que por sentencia ejecutoriada se haya declarado que el acto se dictó como
consecuencia de prevaricación, cohecho, violencia u otra maquinación fraudulenta", y
Como se puede apreciar, dicho precepto parte del supuesto de que debe existir un proceso
judicial previo, de carácter jurisdiccional, de cuyo resultado surja como consecuencia jurídica la
desaparición de un acto administrativo fraudulento, cuya declaración es el antecedente
necesario a las acciones posteriores, por ejemplo, de indemnización por falta de servicio o de
restitución de un determinado cargo o derecho.
Con esta solución técnica se busca evitar la proliferación de reclamos judiciales posteriores
por parte de personas que no han agotado la vía administrativa previa, racionalizando la
actuación administrativa y la jurisdiccional. Se puede sostener que en estos casos se debería
aplicar la máxima: "sin reclamación administrativa previa no hay acción". Esta solución ha sido
incorporada en la actual reglamentación del sistema de protección del medio ambiente424.
347* En esta parte se sigue fundamentalmente nuestro trabajo, "La prejudicialidad en el proceso civil chileno",
RCHD vol. Nº 42, 2015, pp. 453-482.
3 47 G O , Emilio, Comentario a la Ley de Enjuiciamiento Criminal, Barcelona, Bosch, 1947, T. I,
p. 134.
348 Como lo describe R R , "a esta incidencia de un proceso sobre otro, atribuidos ambos a órganos
distintos, y muy especialmente al supuesto de la concurrencia de un mismo procedimiento de la jurisdicción penal y
de la civil, es a lo que se llamó desde la antigua Roma prejudicialidad penal o praeiudicia. Pero esta interesante
problemática presenta un contenido distinto según el período de la historia de Roma que contemplemos y el
sistema procesal aplicable en ese momento histórico. Desde el principio de los tiempos se han entrecruzado
cuestiones civiles y penales en el planteamiento y resolución del litigio y, por tanto, desde que el Derecho Romano
fue tal, los magistrados y jueces debieron resolver litigios dando preferencia a las cuestiones civiles, a las penales,
o resolver ambas en su conjunto" (R , Juan Ramón, La competencia jurisdiccional y judicial en Roma, Murcia,
Universidad de Murcia, 2003, p. 20). A modo de conclusión, el mismo autor indica que "(...) las soluciones
recogidas en diversos textos, sobre todo de la época imperial, denotan una ausencia de reglas fijas o normas
claras que resolviesen el problema. Incluso en la época de la extraordinaria cognitio tampoco se resolvió del todo
el problema de la prejudicialidad en temas civiles, como muestran las soluciones recogidas en el Código
Justinianeo" (Ídem).
350En un trabajo clásico sobre el tema, A indica que debe tratarse de "un juicio autónomo ante otro
tribunal, sobre una cuestión sustancial independiente de la que motiva la litis en el juicio, lo que permite incluir los
asuntos tramitados ante jueces de la misma jurisdicción" (A , Hugo, Las cuestiones prejudiciales en el proceso
civil, ob. cit, pp. 66-69). En similar orientación, R puntualiza que "el fenómeno de la prejudicialidad implica la
existencia de una cuestión prejudicial y de una cuestión principal, dado que un asunto no es prejudicial en sí
mismo, sino que con relación a otro", R Q , Nuria, La prejudicialidad en el proceso civil, ob. cit., p. 32.
351Cfr. C , Mauro, Las sentencias extranjeras y las normas extranjeras en el proceso civil, Buenos
Aires, EJEA, 1968, pp. 29-30.
353 Esta distinción tiene como referencia común el trabajo de M , Francesco, La Pregiudiciale nel
proceso civile, ob. cit., pp. 86-120. Este jurista italiano detentó la cátedra de Derecho Procesal Civil en lengua
italiana en la Universidad de Innsbruck, Austria.
354L , Elio, "Questioni pregiudiziali", en Enciclopedia Giuridica, Roma, 1991, T. XVI, 1991, p. 1.
355 Esta definición surge del art. 171 del Código Procesal Penal.
358 CS, 19 de diciembre de 2012. Rol Nº 19 de diciembre de 2012, MJ 34199 ("Silva con Alvarado y Salmones
Caleta Bay S.A."); CS, 24 de septiembre de 2010. Rol Nº 3198-10, MJ 24826 ("Morales Riquelme, Jorge c/ I.
Municipalidad de Pucón").
359 El problema surge en relación a la intervención del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi) y los
juzgados con competencia laboral. Ilustra el problema la sentencia de la C. de Ap. de Concepción de 28 de julio de
2011, MJ 28672 ("Cárdenas Triviño con Corporación Universidad de Concepción"). Para mayores antecedentes cfr.
S H , Alfredo, Patentes de invención y Derecho del Trabajo. Régimen jurídico de las invenciones
realizadas por el trabajador, Santiago: LegalPublishing, 2013, pp. 133-136.
360 Esta hipótesis de prejudicialidad administrativa se da en la calificación de los accidentes del trabajo, que se
hace mediante una resolución de la entidad administradora, de acuerdo a lo establecido en el artículo 76 letras "e)"
y "f)" del D.S. Nº 101/1968, en relación a la contingencia cubierta por la ley Nº 16.744, que regula las prestaciones
del Sistema de Seguridad Social por accidentes del trabajo y enfermedades profesionales.
361D O , Andrés, Derecho Procesal Penal, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 2010 (reimp. de
la 8ª ed. 2007), p. 254.
363 El art. 5º de la Ley de Organización y Atribuciones de los Tribunales de Justicia disponía que "a los
tribunales que establece la presente ley estará sujeto el conocimiento de todos los asuntos judiciales que se
promuevan en el órden temporal dentro del territorio de la República, cualquiera que sea la naturaleza o la calidad
de las personas que en ellas intervengan, con las solas excepciones siguientes (...)". Tales excepciones eran: "1º
Las acusaciones constitucionales. 2º Las causas cuyo conocimiento corresponde al Consejo de Estado; 3º Las
causas sobre abusos de la libertad de imprenta; 4º Las causas por delitos meramente militares o que consistan en
la infracción de las leyes especiales del ramo; 5º Las causas por delitos comunes que comentan los militares
estando en campaña o en actos del servicio militar, o dentro de sus cuarteles, todas las cuales quedarán sujetas al
conocimiento de los tribunales que el Código designa. 6º Las causas sobre cuentas fiscales, de las cuales
conocerán la Contraloría Mayor i el Tribunal Superior de Cuentas; 7º Las causas sobre cuentas municipales. 8º Las
causas que versen sobre validez o nulidad de un matrimonio no católico o sobre divorcio temporal o perpetuo entre
cónyuges casados conforme a ritos no católicos. Las penas que la autoridad eclesiástica imponga en virtud de su
jurisdicción espiritual no se entenderá que dejan de ser espirituales porque produzcan efectos temporales, como
por ejemplo, la suspensión o privación de un beneficio eclesiástico, o de sus frutos".
364 Dentro de las explicaciones de este complejo sistema, entre otros, B S , Jorge, Derecho
Administrativo General, Santiago: AbeledoPerrot, 3ª ed., 2014, pp. 477-580; V B , Alejandro,
"Esquema del contencioso administrativo: su tendencia hacia el modelo mixto y situación actual del recurso de
protección", en A , Jaime; M , José Ignacio; y R , Alejandro (coord.), Litigación pública,
Santiago: Abeledo Perrot, 2011, pp. 37-51.
366La solución a este tipo de problemas se obtiene, entre otras vías, acudiendo a los criterios provenientes de
la temática de los concursos de normas y de acciones, que contribuyen a evitar que lo que resuelva un juez en una
sentencia no sea contradicho, sin justificación jurídica, en otro proceso. Un estudio del tema, cfr. R
R , Sophía, "Concurso de normas y concurso de acciones en el Derecho procesal civil chileno", en Ius et
Praxis, Nº 2, 2013, pp. 207-250.
367En algunos casos esta variedad es aceptada expresamente, como ocurre, entre otras hipótesis, con el art.
55 de la Ley de Mercado de Valores, Nº 18.045. Este precepto dispone que quien que infrinja las disposiciones
contenidas en esa ley, sus normas complementarias o las normas que imparta la Superintendencia de Valores y
Seguros, ocasionando daño a otro, puede ser obligado a la indemnización de los perjuicios, sin que ello obste a las
sanciones administrativas o penales que pudiere corresponderle. Así, en el ámbito sancionatorio, el tema puede
ser objeto de una investigación realizada por la Superintendencia referida; y, al mismo tiempo, para efectos de
verificar la comisión de algún ilícito penal, el mismo hecho puede ser indagado por el Ministerio Público, ello sin
perjuicio de la limitación que corresponda hacer por aplicación del principio del non bis in idem, para evitar una
acumulación de sanciones en relación a una misma conducta. Junto a lo anterior, también podría haberse iniciado
un proceso civil, con el objeto de hacer efectiva la eventual responsabilidad patrimonial, si los actos realizados han
producido un daño patrimonial y concurren los demás requisitos de la responsabilidad extracontractual.
369G O , Emilio, "Eficacia de la sentencia penal en el proceso civil", en Derecho y Proceso, ob.
cit., p. 229.
371En nuestra jurisprudencia aceptan este criterio, entre otras, C. de Ap. de Talca, 20 de mayo de 2009, rol Nº
66421-04, MJ 20296 ("Odde Reyes, Emma con Ramírez Inostroza, Bartolomé y otro"; se rechazó la demanda civil,
no obstante haber condena penal por estafa). En igual sentido, CS, 30 de abril de 2013, rol Nº 12553-2011
("Contra Exequiel Elgueta con Carcamo, Pedro Antonio Elgueta Carcamo, Cristián Nelson Cisternas Aguirre"); en
esta causa se declaró que, aunque se trataba de contratos que fueron celebrados para la ejecución de un delito, y,
por ende, adolecerían de causa ilícita, cuya sanción es la nulidad absoluta, "atendido el largo tiempo de tramitación
del proceso, la invalidación y posibilidad de perseguir la restitución de las propiedades hipotecadas y más tarde
embargadas y subastadas debe limitarse sólo hasta aquellas que se encuentran actualmente en proceso de
ejecución y a las que fueron adjudicadas a la misma empresa o sus personeros acusados que aún dispongan de
posesión inscrita; pero no procederá contra terceros adquirentes que hayan comprado en pública subasta,
respecto de quienes tampoco es posible actuar de acuerdo a las limitaciones impuestas por el artículo 10 del
Código de Procedimiento Penal. En tal evento, cuando no sea posible obtener la restitución de la propiedad, la
acción de nulidad del contrato de hipoteca se resolverá por la de indemnizar los perjuicios (considerando 26º de la
sentencia de reemplazo)".
372La ley Nº 20.780, de 29 de septiembre de 2014, sobre "Reforma Tributaria que modifica el sistema de
tributación de la renta e introduce diversos ajustes en el sistema tributario". Para lo que aquí interesa, el artículo 4º
quáter dispone "Habrá también elusión en los actos o negocios en los que exista simulación. En estos casos, los
impuestos se aplicarán a los hechos efectivamente realizados por las partes, con independencia de los actos o
negocios simulados. Se entenderá que existe simulación, para efectos tributarios, cuando los actos y negocios
jurídicos de que se trate disimulen la configuración del hecho gravado del impuesto o la naturaleza de los
elementos constitutivos de la obligación tributaria, o su verdadero monto o data de nacimiento". Un estudio del
tema en B G , Cristián, La norma general antielusión, Santiago: Ediciones UC, 20016, pp. 1-255.
373El tema ya ha sido discutido en la jurisprudencia, aunque para otros efectos, como ocurrió en la sentencia de
la C. de Ap. de Santiago de 21 de septiembre de 2012, MJ 33376 ("Constructora Grofman S.A. y otro c/
Constructora VCGP Chile S.A. y otros"); en materia laboral, exigiendo prueba de la intencionalidad del fraude a la
ley, CS, 12 de agosto de 2011. MJ 28919 ("Palma Aravena, Soledad c/ Comercial Nueva Suiza Ltda."). Sobre el
tema, A , Manuel, con R M , Juan, "Ilícitos atípicos", Madrid: Trotta, 2ª ed., 2006, pp. 13-129.
374Cfr. A M , Sara (1995): "La voz prejudicialidad (Dº Procesal)", en Enciclopedia Jurídica
Básica, Madrid, Civitas, T. III, p. 4998. Mayores antecedentes cfr. el T. III de este Curso de Derecho Procesal, pp.
93-120.
377Entre otras, la naturaleza de cuestión prejudicial del exequátur está reconocida en las siguientes sentencias:
CS, 21 de enero de 2008, rol Nº 4196-06, MJ 16.536 ("Moyano, Francisca con Hernández Pizarro, Hernán"); CS,
15 de septiembre de 2008 (exequátur), rol Nº 6615-07, MJ 18.606 ("Gold Nutrition Industria y Comercio"); CS, 5 de
agosto de 2009. rol Nº 4081-09, MJ 20.904 ("Yarur Terre, María con Bois Courtade, Denis"); CS, 27 de marzo de
2014 (exequátur), rol Nº 7854-13 ("Quisheng Resources con Minera Santa Fe").
378CS, 7 de junio de 1982, MJ 5903 ("Sáez Carrasco, Pilar"), al declarar, "1º) Que para que proceda la revisión
de una sentencia dictada en un procedimiento civil, entre partes, que se ha fundado en documentos falsos es
necesario, conforme a lo dispuesto en el artículo 810 Nº 1 del Código de Procedimiento Civil, que esa falsedad
haya sido declarada por sentencia ejecutoriada, dictada con posterioridad a la sentencia que se trata de rever;
condiciones que se cumplen en el caso sub lite; 2º) Que, conforme a este precepto, no es requisito que la falsedad
emane de la comisión de un delito y que, como consecuencia, ella deba establecerse en un juicio criminal, sino
que basta con que se trate de la afirmación de un hecho positivo o negativo, contrario a la verdad o autenticidad,
proveniente de error, ignorancia o cualquier otra causa, aunque no exista culpa o dolo de parte del agente. En
efecto, la ley no distingue en este acápite acerca del origen de la falsedad, lo que impide discriminar entre la
naturaleza, civil o criminal, de la sentencia que la declara, sino que en el número que se sigue, que contempla otro
caso de revisión, el de la sentencia dictada con el único fundamento del falso testimonio de testigos, exige
expresamente que dichos testigos hayan sido condenados por el delito consiguiente; es decir, conforme a un buen
razonamiento jurídico debe concluirse que si, en un caso, la ley exige el previo ejercicio de la acción penal y la
condena del reo, mientras en el otro guarda silencio, es porque en este último se satisface con la sentencia
declarativa ejecutoriada".
380Esa regla fue recogida en la codificación gala en el art. 3º del Código de Instrucción criminal francés y
adoptada por otros sistemas de enjuiciamiento, que lo siguieron como fuente de inspiración (Cfr. M ,
Marcial, "La cosa juzgada", en VV.AA., Ciencias Jurídicas, Santiago, Imprenta, Litografía y Encuadernación
Barcelona, 1910, pp. 22-23). Algunos postulan que el origen de esta solución ya estaba en el derecho romano.
Como lo explica R R , partiendo de la distinción entre iudicia publica y iudicia privata, las resoluciones
penales tendrían preferencia respecto de las civiles. La preferencia absoluta del juicio penal sobre el civil fue el
criterio general y lógico, que se sigue observado en el derecho actual. Sin embargo, en los textos jurídicos
romanos las soluciones son variadas y, en algún caso, abiertamente contradictorias (R , Juan Ramón, La
competencia jurisdiccional y judicial en Roma, ob. cit., pp. 20-23).
381Entre otros, una síntesis, cfr. P , Jorge W., Nuevas tácticas procesales, Rosario: Nova Tesis, 2010, p.
93; P G , Alfonso, Prejudicialidad penal y constitucional en el proceso civil, ob. cit., pp. 42-43. Otros
antecedentes sobre el tema, cfr. G S , José Luis, Las cuestiones prejudiciales penales en el
proceso civil, Madrid: La Ley, ob. cit., pp. 39-40.
382En la doctrina clásica, esta forma de abordar el tema ha sido descrita por C , con las siguientes
razones: "(...) dada la necesidad de distribución de la competencia entre jueces diferentes, por la cual todo juez
puede tenerla para resolver preliminarmente una cuestión que, tomada separadamente, sería competencia de otro
juez, y dada la misma relación que hay entre cosa juzgada y competencia, por la cual toda decisión con autoridad
de cosa juzgada debe proceder del juez competente, veríamos un continuo suspender pleitos para remitirlos de
uno a otro magistrado, si sobre cada punto preliminar discutido el juez debiere pronunciar con autoridad de cosa
juzgada. De ahí la necesidad de mantener la cosa juzgada dentro de los límites de la demanda, y de distinguir en
el conocimiento de las cuestiones prejudiciales o motivos sobre los cuales el juez deba pronunciar incidenter
tantum, esto es, al solo efecto de preparar el pronunciamiento, aunque per se no entren en su competencia; y la
demanda, a base de la cual el pleito viene asignado a su competencia, y sobre la que provee principaliter, con
autoridad de cosa juzgada" (C , Giusepe, Principios de Derecho Procesal Civil, ob. cit. T. II, p. 731).
383Una síntesis con la historia de la discusión de los arts. 20 y 21 [actuales 173 y 174 COT] en L , Santiago,
Código de Procedimiento Penal. Orígenes. Concordancias y Jurisprudencia, Santiago: Poblete Cruzat Hnos., 1917,
pp. 54-61.
384 Como lo señalaba M a fines del siglo XIX, "la recta y precisa determinación de la relación jurídica
que media entre la acción penal y la acción civil, derivadas del mismo hecho, y, por consiguiente, la definición de
las normas que regulan el ejercicio de la segunda en presencia de la primera, ha constituido siempre uno de los
más difíciles problemas del derecho judicial" (M , Aristo, "Cosa juzgada penal y la acción civil", en Revista
General de Legislación y Jurisprudencia, Madrid, 1895, pp. 5-6).
385 Las relaciones entre la jurisdicción civil y penal fue una temática muy debatida en la doctrina y
jurisprudencia francesa de fines del siglo XIX. Una lata explicación del problema, con las distintas teórias, se
contine en la ponencia presentada por M al Cuarto Congreso Científico (1º Panamericano), realizado entre
el 25 de diciembre de 1908 y el 5 de enero de 1909 en Santiago (M , Marcial, "La cosa juzgada", ob. cit.,
pp. 2-151). Una completa explicación en el último tiempo, cfr. B B , Enrique, Tratado de responsabilidad
extracontractual, ob. cit., pp. 962-973; R U , Ignacio, "El efecto de cosa juzgada de la sentencia penal
absolutoria y del sobreseimiento definitivo en el proceso chileno de responsabilidad civil", en Revista Chilena de
Derecho Privado, Nº 24, 2015, pp. 9-57.
386 También ha surgido otro problema de carácter procedimental en relación a estos terceros. La ley Nº 20.192,
de 26 de junio de 2007, incorporó como hipótesis de aplicación obligatoria del juicio sumario del artículo 680 del
Coódigo de Procedimiento Civil la siguiente: "10) A los juicios en que se deduzcan las acciones civiles derivadas
de un delito o cuasidelito, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 59 del Código Procesal Penal y siempre
que exista sentencia penal condenatoria ejecutoriada". Surge la duda de si es razonable aplicar a estos terceros
civiles, que no fueron intervinientes de un proceso penal, un juicio concentrado donde se les pretende hacer
efectivos hechos establecidos en una sentencia penal respecto de la cual no tuvieron posibilidad de defenderse.
387 Sobre el tema, con la síntesis de la doctrina, R C , Julio, "Efectos reflejos de la sentencia
condenatoria contra el imputado hacia los terceros civilmente responsables en el derecho procesal chileno", en
Precedente, cosa juzgada y equivalentes jurisdiccionales en la litigación pública, ob. cit., pp. 353-374; C
P , Alex, "Efectos de la sentencias penales en procesos civiles", en R , Luis (coord.), Delito, pena y
proceso, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2008, pp. 803-822.
388Cfr. C L , Jorge, "Preceptos procesales penales en las leyes civiles", Estudios de derecho
procesal, Barcelona, Boch, 1967, p. 767; G S , José Luis, Las cuestiones prejudiciales penales en
el proceso civil Madrid: La Ley, ob. cit., pp. 60-61. Esto no obsta a la convergencia que gradualmente ha llevado a
una "privatización" del proceso penal. Un estudio del tema cfr. C C , Manuel, "Los modelos
procesales civil y penal: perspectiva histórica" en A D T. (coord.), La convergencia entre proceso civil y
penal, Madrid: Marcial Pons, 2013, pp. 11-33.
391 En este sentido, cfr. G O , Emilio, "Eficacia de la sentencia penal en el proceso civil", art. cit.,
p. 231. En todo caso el tema no es pacífico en la doctrina; una síntesis del problema, cfr. N F , Jordi, La
cosa juzgada, Santiago: AbeledoPerrot, 2010, pp. 35-40.
392 CS, 24 de marzo de 2016. Rol Nº 25048-15, MJ 43777, "Rivas Schulz, Gaspar y otros con Vidal Fierro,
Carlos". En igual sentido, CS, 21 de julio de 2015, al señalar que "Sexto: Que en relación a los elementos de la
cosa juzgada en materia penal, la doctrina ha señalado que, sin perjuicio de las diferencias que anota en relación
al instituto civil, el concepto de identidad sigue siendo de su esencia, y que en la materia que convoca dice relación
con el hecho y la persona del imputado. En la especie, el influjo de lo resuelto en sede penal en materias civiles se
encuentra regulado, en lo referido a las sentencias absolutorias, en el artículo 179 del Código de Procedimiento
Civil. Esta última disposición, a diferencia de lo que ocurre con las sentencias condenatorias -artículo 178-, no
establece una regla absoluta, sino que señala tres casos conforme a los cuales es posible sostener la referida
influencia de lo resuelto en sede criminal en su homólogo civil. La que interesa en este caso es la regla primera del
artículo 179 citado, que reconoce el efecto de cosa juzgada a las sentencias absolutorias cuando se fundan en la
no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso. Tal prescripción admite, desde ya, las
siguientes situaciones: la inexistencia del hecho en que se funda el delito o cuasidelito, que no arroja dificultades
para el reconocimiento que se pretende; y la existencia del hecho, el que no es delito, caso en el cual tanto la
doctrina como la jurisprudencia han estado contestes en que tal efecto no se produce (CS, 21 de julio de 2015. Rol
Nº 8531-14, MJ 41948, "Comercial Araucanía S.A. c/ Servicio de Impuestos Internos").
393 Esta distinción surge de los arts. 173 y 174 COT y 167 del CPC y 171 del CPP.
394 Se sostiene que la solución se remonta al origen de la facultad concedida a la jurisdicción en el derecho
romano: D. 2, 1, 2 Javoleno: Cui iurisdictio data est, ea quoque concessa esse videntur, sine quibus iurisdictio
explicari non potuit (A quien se le dio jurisdicción, se considera que se le concedieron también aquellas cosas sin
las cuales no pudo ejercerse la jurisdicción). Sobre el tema y el origen de esta regla, G , Susana, "Imperium
de las sentencias judiciales en Roma y en la actualidad", Revista de Derecho Privado, Nº 21, 2011, pp. 59-86.
395A P , Enrique, Tratado de las cuestiones prejudiciales y previas, ob. cit., p. 63.
396 Sobre esta naturaleza se ha pronunciado la sentencia de la C. de Ap. de San Miguel de 19 de noviembre de
1991, declarando: "16. La Jurisprudencia ha declarado la incompetencia del tribunal que se pronuncia sobre el
fondo de la causa, antes de que sea resuelta la cuestión prejudicial por el Tribunal a quien la ley tiene
encomendado su fallo. (C. Suprema, 13.05.1932. J. al D. 1932, p. 287)". "Carecen de competencia para continuar
el juzgamiento criminal tanto el juez del proceso como el Tribunal de Alzada correspondiente que se desentienden
de una cuestión previa de carácter civil, y sin que ésta hubiera sido discutida en autos, prosiguen conociendo de la
causa, el primero, dando lugar al sobreseimiento temporal, por no resultar totalmente justificada la perpetración del
delito investigado; y este último decretando el sobreseimiento definitivo, por no ser el hecho constitutivo de delito,
todo ello en circunstancias de que el juzgamiento debió paralizarse hasta que fuera fallada la cuestión civil en
referencia" (C. Suprema, 26.03.1945, G. 1945, 1er. semestre, Nº 21, p. 129)", C. de Ap. de San Miguel, 19 de
noviembre de 1991, "Contra Vásquez Orellana, Eliana de Jesús".
397 El art. 167 del CPC dispone para tal efecto que "cuando la existencia de un delito haya de ser fundamento
preciso de una sentencia civil o tenga en ella influencia notoria, podrán los tribunales suspender el
pronunciamiento de ésta hasta la terminación del proceso criminal, si en éste se ha deducido acusación o formado
requerimiento, según el caso". "Esta suspensión podrá decretarse en cualquier estado del juicio, una vez que se
haga constar la circunstancia mencionada en el inciso precedente". "Si en el caso de los dos incisos anteriores se
forma incidente, se tramitará en pieza separada sin paralizar la marcha del juicio". Sobre la historia del art. 174 del
CPC [actual art. 167] cfr. L (1922), p. 153. Según M , el origen del art. 174 (actual 167 del CPC) habría
sido tomado del Código de Procedimiento Penal de Holanda (M , Marcial, "La cosa juzgada", ob. cit., p.
146).
398La norma original del CPC contemplaba que la causa pasara a plenario, que era el juicio en el proceso penal
inquisitivo (art. 76 inc. 2º del Código de Procedimiento Penal). Dicha etapa comenzaba con el auto de acusación
fiscal. Con la implementación del proceso penal acusatorio, la ley Nº 19.806, de 31 de mayo de 2002, exige que se
haya formulado a un imputado la acusación o formado requerimiento. La acusación es el acto a través del cual se
deduce la acción penal por el Ministerio Público o, en su caso, por el querellante (art. 259 Código Procesal Penal).
399 La evolución legislativa del tema, cfr. C P , Adolfo, Acciones civiles en el nuevo proceso penal,
Santiago: Librotecnia, reimp. 1ª edición, 2007, pp. 23-29.
402 Según el instructivo referido, "en estos casos los fiscales privilegiarán la posición de contar con
antecedentes suficientes para sostener una acusación penal, configurándose los elementos necesarios del
respectivo tipo penal, oponiéndose a la solicitud de sobreseimiento temporal. Por el contrario, en caso de ser
estrictamente necesario para la decisión contar previamente con una liquidación de la Contraloría General de la
República y se hubiere iniciado el juicio de cuentas, el fiscal del caso solicitará el sobreseimiento temporal de la
causa" (Punto 9 oficio MP 039/203 de 11 de enero de 2013).
403 El Ministerio Público ha precisado el alcance de estas cuestiones prejudiciales en el Instructivo Nº 74, de
fecha 14 de agosto de 2001. En esa normativa se indica que "suponer un parto implica fingir, con la intención de
alterar el estado civil, que una mujer ha dado a luz cuando en realidad no lo ha hecho. Sujeto activo puede serlo
cualquiera, aunque usualmente la mujer participará en el delito"; "la sustitución de los estados civiles de dos niños
distintos, siendo indiferente que cambien o no de nombre, su condición matrimonial o extramatrimonial, su sexo,
que la sustitución se realice antes o después del alumbramiento y que uno de los niños esté muerto"; en la
usurpación de estado civil, según el órgano de persecusión, el delito se configura cuando esa cualidad personal es
asumida o apropiada por otro, sea que el apropiado esté vivo o muerto, "ya que en uno u otro caso puede ocupar
la posición jurídica ajena y desarrollar la correspondiente actividad jurídica que le correspondería al otro". Por
último, "la conducta de sustraer consiste en quitar al menor de la esfera de cuidado y dependencia en que se
encuentra"; la conducta de ocultar o exponer implica "desvincular al hijo de la propia familia (los padres) mediante
su desaparición del entorno social en que dicha relación de filiación deba mostrarse a través de su abandono"
(Puntos 29 y 30 circular Nº 74).
404 En la jurisprudencia se ha extendido este examen de eventual cuestión prejudicial civil a una alegación
sobre la demarcación entre predios, para exculparse del delito, sosteniendo que se había ejecutado actos de
dominio en un predio propio. Aunque no se acogió la defensa realizada por un imputado de existir una cuestión
prejudicial, la Corte de Apelaciones de Concepción, en sentencia de 28 de julio de 1989, estimó como plausible
examinar si esa situación podría configurar una cuestión prejudicial que liberara al imputado del hecho investigado
como delito, de haber vendido más hectáreas de bosques que las que efectivamente pudo enajenar la vendedora.
"Contra N.N." (1989).
405En el Instructivo Nº 74 del Ministerio Público se dispone que: "34 (...) el ministerio público sólo podrá solicitar
al juez de garantía el sobreseimiento temporal y éste decretarlo, cuando las excepciones civiles que indica la
norma aparezcan revestidas de fundamento plausible". "Además, los derechos que se invocan deben tener
naturaleza civil y guardar relación con el derecho de propiedad u otro derecho real sobre inmuebles. La
jurisprudencia ha señalado que la voz 'inmuebles' que emplea el artículo 174 del Código Orgánico de Tribunales
debe entenderse en sentido amplio, abarcando los inmuebles por naturaleza, por adherencia o por destinación.
Por último, la norma exige que hubiere de desaparecer el delito en caso de que se aceptaren las excepciones por
el tribunal civil". "35. Lo usual será que las excepciones a que hace referencia el artículo 174 del Código Orgánico
de Tribunales se deduzcan tratándose de un delito de usurpación, ilícito de acción penal pública. Luego, regirá lo
prescrito en el inciso final del artículo 171 del Código Procesal Penal".
406 Sobre el tema, S U , Manuel, Indivisión y partición, Santiago: Editorial Jurídica de Chile,
5ª ed. 2002, pp. 356-360.
407 Un ejemplo de esta doctrina se contiene en la sentencia de la Corte Suprema, de 27 de julio de 2004, al
declarar que "el delito se comete con la realización de una sola y determinada acción, cuya realización tiene lugar
en un preciso momento, vale decir, la época o fecha de celebración del nuevo matrimonio, por lo que en ese
instante se ejecuta, consuma y agota el ilícito, sin perjuicio que el estado matrimonial se prolongue en el tiempo,
situación que se origina no del hecho delictuoso, sino de la naturaleza y carácter especial del contrato matrimonial,
que produce efectos permanentes en el tiempo y en tanto este no se disuelva por causas legales". La misma
sentencia puntualiza que "(...) el delito en estudio es de carácter instantáneo, y por ende, se consuma y agota al
momento de su perpetración, esto es, a la fecha del nuevo matrimonio, época que además determina el inició del
plazo de prescripción que para estos casos y por tratarse de un simple delito es de cinco años, acorde con lo
dispuesto en el artículo 94 del Código Penal" (CS, 27 de julio de 2004, rol Nº 1670-04, MJ 8468, "Guerra Tapia,
Mario Raúl"). Con anterioridad, precisando el término del cómputo de la prescripción la CS, en sentencia de 7 de
mayo de 1990 declaró: "Tercero: Que, para resolver acerca del recurso de casación en el fondo de que conoce
esta Corte, se hace necesario estudiar la naturaleza del delito que castiga el artículo 382 del Código Penal. Con el
nombre tradicional de bigamia que nuestro Código no emplea se conoce la figura a que se refiere el indicado
artículo, que sanciona 'al que contrajere matrimonio estando válidamente casado'. Según lo ha determinado la
doctrina, la acción misma del delito consiste en 'contraer matrimonio'. No consiste en quedar casado, por lo cual no
cabe duda de que entre nosotros, al menos, la bigamia es un delito instantáneo y no permanente, o sea, que se
consuma con el hecho de contraer matrimonio, punto de máxima importancia para la prescripción (Alfredo
Etcheberry, Derecho Penal, tomo IV, págs. 26 y 27). Cuarto: Sentado este principio, es indudable que la
prescripción de la acción penal empieza a correr desde que se contrae el segundo matrimonio, en la especie, el
día 2 de agosto de 1974. De manera que a la fecha de la denuncia 18 de agosto de 1987 dicha acción ya estaba
prescrita, la que debió ser declarada de oficio por el tribunal, al estar presente el reo (artículo 102 del Código
Penal), pues consta en el proceso del extracto de filiación y antecedentes (fojas 39) que ella no ha sido
interrumpida y que no le afecta lo dispuesto en el artículo 100, ya que habían transcurrido más de diez años, o sea,
más del doble del término señalado en el artículo 94 del mismo cuerpo legal. hacían la misma declaración" (CS, 7
de mayo de 1990, MJ 4407, "Contra Palma Ramos, José Renato").
408 En este sentido, CS, 23 de octubre de 2006, MJ 8964 ("Henríquez Gavilanes, Eliseo con Rojas Müller,
Liliana"); CS, 26 de enero de 2009, rol Nº 6466-08, MJ 19348 ("Salgado Muñoz, Rosa con Concha Dolz, Claudia").
409 También es criticabe la docrina jurisprudencial que ha declarado como válidos los dos matrimonios en la
discusión herediataria surgida sobre el tema, atendido que atenta contra el carácter unitario que tiene el
matrimonio en nuestro derecho, que no acepta la poligamia como forma de organización familiar. Sin embargo, la
Corte Suprema, mediante una casación en el fondo de oficio, ha procedido a reconocer a ambas cónyuges
sobrevivientes los derechos hereditarios que les correspondan al momento de la apertura de la sucesión,
disponiendo que debían repartirse por partes iguales entre ellas. Según esta sentencia, "(...) no obstante que el
fenómeno había sido advertido por la doctrina, la actual Ley de Matrimonio Civil Nº 19.147 de 17 de mayo de 2004,
en su artículo 48 letras c) y d) mantiene el mismo plazo de prescripción, sin preocuparse del problema que se
presenta una vez vencido dicho término en la sucesión del bígamo, por lo que el problema en cuestión puede
volver a presentarse, resultando, por ende, de interés resolver el punto. Finalmente, también puede producirse el
mismo fenómeno en el caso de que declarada la nulidad de matrimonio después del fallecimiento del bígamo, para
su segunda cónyuge sobreviviente el matrimonio deba ser considerado nulo putativo a la época de la apertura de
la sucesión en que todavía no se había declarado ni demandado su nulidad, por lo que este cónyuge sobreviviente
pueda haber estado de buena fe, y en consecuencia, a su respecto el matrimonio nulo produce los mismos efectos
del válido". En el considerando quinto de la sentencia se admite que se trata de una solución de equidad, al
expresar: "Quinto: Que, en consecuencia, en esta instancia deberá determinarse cuál será la solución que deberá
adoptarse entre las posibles. Una de ellas es la de repartir la porción conyugal entre las dos personas que invisten
dicha calidad, y la otra sería la de preferir a la primera de ellas. Esto último carece de toda fundamentación jurídica
puesto que deja sin aplicación un precepto legal, razón por la cual no queda sino determinar que la porción del
cónyuge sobreviviente deberá repartirse entre quienes tengan esa calidad vigente al momento de la apertura de la
sucesión, y no la han perdido por hechos posteriores, esto es, en el caso de autos, para doña Elisa Mora Neira, y
doña Blanca Santibáñez Oporto. Esta solución aparece como más conforme con las circunstancias de que existen
dos matrimonios que jurídicamente han de tenerse como válidos, que deben producir todos sus efectos, y entre
ellos los de otorgar derechos sucesorios, sin que concurra causal alguna de exclusión para ninguna de las
cónyuges sobrevivientes. Y además, está de acuerdo con la equidad, pues no se ha probado en autos mala fe
para ninguno de los posibles asignatarios, en cuanto al otorgamiento de un matrimonio nulo, por cuya razón privar
a cualquiera de las cónyuges sobrevivientes de derechos hereditarios sería injusto" (CS, 26 de octubre de 2005,
MJ 17593, "Pérez Mora, Rosa del Carmen con Santibáñez Oporto, Blanca Silvia y otra").
411 Sobre el tema, cfr. M M , Cristián y M L , Raúl, Derecho Procesal Penal, Santiago:
Thomson Reuters, 2ª ed. 2012, pp. 421-423.
* 412 Esta sigue parcialmente nuestro trabajo "Proceso civil y prejudicialidad administrativa", publicado en
Revista de Derecho, Universidad Católica del Norte, Nº 1, 2014, pp. 377-400.
4 12 La doctrina señala que la reforma constitucional a la Carta de 1925, aprobada por la ley Nº 7.727, de
1943, dio inicio a un cambió en la visión de la Administración del Estado. Sobre el tema, M C , Natalia, "La
organización administrativa del Estado: 1859-2009", en Derecho Administrativo, (VV.AA.), R. P coordinador,
Santiago: Editorial Jurídica de Chile, 2009, pp. 269-325; A M , Iván, Derecho Administrativo,
Santiago: Universidad Santo Tomás, 2001, pp. 9-174; S K , Eduardo, "La organización de la administración
del Estado: un complejo de personas jurídicas", en Gaceta Jurídica, Nº 73 (1986), pp. 16-23; F B ,
Juan Carlos, "Los órganos reguladores de actividades económicas relevantes en Chile: una visión panorámica", en
RCHD, vol. 30 Nº 2 (2003), pp. 271-286.
413Cfr. N , Alejandro, Crítica de la razón jurídica, Madrid: Editorial Trotta, 2007, p. 129. Sobre el tema, con
interesantes reflexiones, cfr. E P , José, "La extensión del derecho público. Una reacción necesaria", en
Revista de Administración Pública, Nº 189, 2012, pp. 11-40.
414 Sobre este fenómeno, C , Pío, Lecciones de historia de la codificación, Madrid: Universidad Carlos III,
2013, pp. 101-106.
415 El inc. 2º del art. 41 dispone que "cuando en la elaboración de la resolución final se adviertan cuestiones
conexas, ellas serán puestas en conocimiento de los interesados, quienes dispondrán de un plazo de quince días
para formular las alegaciones que estimen pertinentes y aportar, en su caso, medios de prueba". Sobre el punto,
cfr. M K , Claudio, "Notas al procedimiento administrativo y la doctrina chilena", en Derecho
Administrativo, ob. cit., p. 348.
416 El tema de las relaciones entre la jurisdicción civil y penal fue una temática presente en la doctrina francesa
de fines del siglo XIX.
417Una síntesis de esta solución se contiene en la sentencia de la CS, de 23 de enero de 1991 (MJ 3040), a
señalar: "4º Que es así como se ha resuelto en las Cortes de Apelaciones al conocer de los recursos contenciosos
administrativos de anulación que impugnen las resoluciones ilegales de las Municipalidades o Alcaldes, sólo
ostentan jurisdicción para las dichas actuaciones o acuerdos, mas no para modificarlos o reemplazarlos. Esta
limitación, sin embargo no obsta a que dichos tribunales conociendo de estos recursos puedan efectuar un estudio
acabado de los antecedentes que hayan servido de base a los acuerdos observados, ya que de otro modo no
podrían discernir si éstos fueron adoptados legalmente o con extralimitación de atribuciones constitutivas de
desviación de poder perjudicial para los intereses particulares o generales de la comuna (Revista de Derecho y
Jurisprudencia T. XLV 2ª parte sec. 1, p. 240; T. LX, 1963, 2ª parte, sec. 2ª, p. 8). También se ha resuelto que las
Cortes de Apelaciones llamadas a conocer de estos reclamos deben entrar a estudiar ampliamente los
antecedentes que han servido de fundamento al acuerdo ilegal impugnado. Si así no fuera, no estarían en
condiciones de determinar si el acuerdo o Decreto Alcaldicio reclamado fueron adoptados legalmente o bien fuera
de la órbita de las atribuciones del municipio o del Alcalde, debiendo terminar por pronunciarse acerca de la validez
o nulidad del acto impugnado, tanto en su forma como en el fondo (Revista de Derecho y Jurisprudencia T. XLIV 2ª
parte sec. 1ª, p. 127; Tomo XLV 2ª parte sec. 1ª, p. 239 y T. LX ya citados). Vid. en el mismo sentido Recursos
Jurisdiccionales y Administrativos Especiales por J. Cristóbal Núñez Vásquez (T. 2º)".
418Sobre este complejo sistema, entre otros, B S , Jorge, Derecho Administrativo General,
Santiago: Abeledo Perrot, 2011, pp. 223-283; V B , Alejandro, "Esquema del contencioso
administrativo: su tendencia hacia el modelo mixto y situación actual del recurso de protección" en Litigación
Publica, (VV.AA.), coord. J. Arancibia, J.I. Martínez, A. Romero, Santiago: AbeledoPerrot, 2011, pp. 37-51; L
A , José Luis, "Algunas reflexiones sobre el contencioso administrativo en Chile, en Litigación Publica, ob.
cit. pp. 65-92; A M , Iván, "Los Tribunales que ejercen la justicia administrativa en el derecho
chileno" en Litigación Pública, ob. cit., pp. 119-150; y en "Los contenciosos administrativos especiales en la
legislación chilena", en Ius Publicum, Nº 20, 2008, pp. 85-103; F B , Juan Carlos, "Tutela y
configuración del derecho fundamental a un juez predeterminado por la ley y potestades administrativas", en
Justicia Constitucional y derechos fundamentales (B , Andrés, coordinador), Universidad Austral de Chile,
LexisNexis, Santiago de Chile, 2006, p. 144.
419Sobre este tema, R G , Beatriz, "Los efectos del acto administrativo ¿Según la Constitución o
según la ley Nº 19.880?", en Primacía de la persona, (VV.AA.), coord. J. A , J. I. M , A. R ,
Santiago: AbeledoPerrot, 2009, pp. 782-784; F B , Juan Carlos, "La cosa juzgada en la justicia
administrativa", en Precedente, cosa juzgada y equivalentes jurisdiccionales en la litigación pública (VV.AA.), ob.
cit., pp. 221-245; B , Jorge, "El principio de confianza legítima en la actuación de la administración como
límite a la potestad invalidatoria", en Revista de Derecho, Universidad Austral de Chile, Vol. XVIII, Nº 2, diciembre
2005, pp. 83-105.
420En tal sentido, el art. 54 señala que: "interpuesta por un interesado una reclamación ante la Administración,
no podrá el mismo reclamante deducir igual pretensión ante los Tribunales de Justicia, mientras aquélla no haya
sido resuelta o no haya transcurrido el plazo para que deba entenderse desestimada". "Planteada la reclamación
se interrumpirá el plazo para ejercer la acción jurisdiccional. Este volverá a contarse desde la fecha en que se
notifique el acto que la resuelve o, en su caso, desde que la reclamación se entienda desestimada por el
transcurso del plazo". "Si respecto de un acto administrativo se deduce acción jurisdiccional por el interesado, la
Administración deberá inhibirse de conocer cualquier reclamación que éste interponga sobre la misma pretensión".
Se ha sostenido que no se aplica este precepto cuando hay norma especial (CS, 16 de enero de 2013, rol Nº
3031-11, MJ 34364 (El contribuyente reclamó las liquidaciones fuera del plazo señalado en el artículo 124, pues el
acto terminal con que concluyó la fase administrativa es la fecha en que se reinicia el cómputo del saldo del plazo
para deducir reclamación en sede jurisdiccional, para lo cual cobran vigencia las disposiciones del Código
Tributario que consideran días hábiles los no feriados).
423 Mayores antecedentes cfr. el T. III de este Curso de Derecho Procesal, pp. 179-180.
424 En entre otros, arts. 17 Nº 5 y 18 Nº 5 de la ley Nº 20.600, en relación a los arts. 20 y 25 quinquies y 30 bis
de la ley Nº 19.300. Una exposición de conjunto, cfr. F B , Pedro, Manual de derecho ambiental
chileno, Santiago: LegalPublishing, 3ª ed. 2013, pp. 111-306; G R , Rodrigo, Derecho ambiental chileno,
Santiago: Planeta Sostenible, 20012, pp. 4-259.
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