Soroco, Su Madre, Su Hija
Soroco, Su Madre, Su Hija
Soroco, Su Madre, Su Hija
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7/18/2019 Rosa. "Soroco, su madre, su hija"
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7/18/2019 Rosa. "Soroco, su madre, su hija"
to, persona de mucha cautela; éstos servían para pone rles la La g ~ n t e se heló, se hundió - un instantáneo. La gente ..
mano, en toda conyuntura. Y subían también al vagón unos Y fue sm estar de acuerdo, nadie entendería lo que se hicie
muchachitos, cargando los atados y valijas, y las cosas de co ra: to.dos, de una vez, por compasión a Soroco, empezaron,
mer, muchas, pues no se iba a hacer mengua, los paquetes de tambtén, a acompañar aquel canto sin razón. ¡Y con las voces
pan. Al fin, Nenego aún se asomó a la plataforma, para los tan altas Todos camina ndo, co n él, Soroco, y can ta que can
ademanes de que todo estaba en orden. Ellas no habrían de t a ~ d o tras él, los de más atrás casi que corrían, nadie que
dar trabajos. deJase de cantar. Fue algo de no salir más de la memoria. Fue
Ahora, seguro, lo que sólo se escuchaba era lo animado del un caso sin comparación.
canto de las dos, aquella chirimía que ahogaba: que era cons hora la gente llevaba a Soroco a su casa, de verdad. La
tancia de las enormes diversidades de esta vida, que podían gente, con él, iba hasta adonde iba ese cantar.
doler, sin jurisprudencia de causa ni lugar, por lo antes, por lo
después.
Soroco.
Ojalá se acabara aquello. El tren llegaba, la locomotora ma
niobraba para engancharse al coche. El tren pitó y pasó, y se
fue, lo de siempre.
Soroco no esperó a que todo desapareciese. Ni miró. Se que
dó con el sombrero en la mano, la barba más cuadrada, sordo De Primeiras estórias Editora José Olympio, 1964
- lo que más espantaba. El triste del hombre, allá, definido,
embargado por poder decir algunas de sus palabras. Al sufrir Traducción de Valquiria Wey
el así de las cosas, él, en lo hueco sin orillas, bajo el peso, sin
quejas, todo ejemplo. Y le hablaron: - E l mundo es así .. To
dos, en el ancho respeto, tenían la vista neblinosa. De repen
te todos querían mucho a Soroco.
Él se agitó de un modo desconcertado, jamás sucedido, y se
volvió para irse. Regresaba a casa, como si se estuviese yendo
lejos, sin tomar en cuenta.
Pero se detuvo. En eso, se puso raro, parecía que iba a per
der lo de sí, dejar de ser Así, en un exceso de espíritu, fuera de
sentido. Y pasó lo que no se podía anticipar: ¿quién iba a pen
sar en aquello? En un romper é l empezó a cantar, alto ,
fuerte, pero sólo para s í y era el mismo desatinado canto
que las dos tanto habían cantado. Cantaba continuando.
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