Garantias Penales
Garantias Penales
Garantias Penales
Administrar justicia, es la potestad que tienen los jueces de aplicar las leyes, normas e
instituciones en los procesos, utilizando su función jurisdiccional con el objetivo de
resolver los conflictos sometidos a su competencia, derivados de la convivencia en
sociedad, juzgando y haciendo cumplir lo juzgado. En ámbito penal, para efectos de
esa administración de justicia intervienen varios actores, unos encargados en la
persecución penal efectiva -organismos públicos encargados de su aplicación- y otros
designados para la tutela del incoado, todo ello con la finalidad de encontrar una
solución al conflicto producto de la existencia de acciones ilícitas, consideradas
legalmente como delitos. De ahí la existencia del proceso penal, el cual se considera
como una síntesis condicionada entre la fuerza de las garantías constitucionales y la
fuerza del poder penal o ius puniendi del Estado, sin dejar de observar el debido
proceso.
El respeto de esas garantías básicas en el transcurso del proceso penal, sobre todo al
momento del debate, es dar cumplimiento al sistema acusatorio. Su transgresión,
aplicación indebida e inobservancia, acarrea efectos contrarios a la exégesis del
derecho y como consecuencia habilitante de futuras impugnaciones, afectando al
procesado, a la víctima y primordialmente el perfil del sistema de justicia ante la
sociedad guatemalteca.
De lo anterior expuesto, deviene cree firmemente que la senda más segura para
orientar y encaminar al proceso penal, es el rescate y defensa de su carácter
garantista, pues no sería posible aplicar la justicia quebrantando preceptos
constitucionalmente y principios procesales que resguardan y fijan límites
transformados en la juridicidad del proceso penal
Conceptualización de garantías constitucionales
Una garantía constitucional, debe de entenderse, según Catanese (2012) como: los
medios o instrumentos que la Constitución Nacional pone a disposición de los
habitantes para sostener y defender sus derechos frente a las autoridades, individuos o
grupos sociales; mientras que las garantías procesales como las instituciones o
procedimientos de seguridad creados a favor de las personas, para que dispongan de
los medios que hacen efectivo el goce de sus derechos subjetivos. (p.1).
Por lo tanto, estas garantías, tienen una aplicación procesal, que se ocupa de la
manera en la cual deben de protegerse los derechos de una persona que, por cualquier
situación, quiere solventar alguna situación frente a las autoridades, a través de la
acción del órgano jurisdiccional, sin importar el juzgado del que se trate.
Las garantías constitucionales estudian los instrumentos procesales que tienen por
objeto la protección de los derechos fundamentales del hombre cuando los
mecanismos de protección o las instituciones de la defensa del orden constitucional no
son suficientes; tales instrumentos de garantía serán aplicados por los tribunales
constitucionales en uso de la jurisdicción constitucional del cual estarán investidos. En
este sentido, se otorgan los mayores recursos, para lograr un efectivo control de las
normas constitucionales, al ofrecerse mecanismos del orden jurisdiccional que permitan
accionar contra aquellos infractores en forma directa y definitiva, su aplicación es de
tipo extraordinario, no se trata de procesos comunes y el tribunal que conoce no se
detiene a analizar hechos controvertidos, sino centra toda su atención en verificar si
existe alguna contravención a la norma constitucional, velando así, por la efectiva
protección del hombre en sus derechos fundamentales.
Por su parte los licenciados Jorge Mario Laguardia y Edmundo Vásquez Martínez
(1984) en su tratado sobre la constitución y el orden democrático, expresan que
garantías constitucionales son: derechos, libertades fundamentales que integran la
categoría de los derechos civiles, que tiende a proteger la existencia, la libertad, la
igualdad, la seguridad, la dignidad y la integridad física, psíquica y moral del ser
humano y comprende a groso modo los derechos a la vida a la igualdad ante la ley y
justicia a la libertad y seguridad personal, a no ser ilegal y arbitraria detenido o preso a
un juicio regular a ser juzgado con las debidas garantías, a la libertad conciencia,
religión, culto.(p.45).
Manuel Ossorio (2007) nos da un concepto genérico, sobre las garantías
constitucionales diciendo: “garantías constitucionales, son las que ofrece la
constitución, en el sentido que se cumplirán y respetarán los derechos que la misma
consagra, tanto en lo que se refiere al ejercicio de carácter privado como a los de
índole público.” (p.209).
Las garantías procesales, procesales son los modos de cumplir con los lineamientos
y principios de seguridad jurídica, de igualdad ante la ley, de equidad, para asegurar la
garantía más general del debido proceso, y evitar que el Estado en ejercicio de su
poder punitivo avasalle derechos fundamentales de sus habitantes. Estas garantías
están constitucionalmente protegidas en todos los países democráticos. En ese
entendido, la Carta Magna, consigna distintas garantías para el proceso penal, por lo
tanto, pasaremos a enumerar las garantías que nuestra constitución regula.
Pasados doce años de análisis constante por esta Corte de los elementos que
integran el debido proceso, debe considerarse consolidado el garantía de que la
audiencia prevista en las leyes procesales es no sólo fundamental sino elemental,
siendo el amparo una protección de los derechos de la persona cuando a ésta se le ha
inferido agravio, no puede tenerse como causa fenecida aquella en la que una de las
partes no ha tenido oportunidad de defensa, o que se le haya privado de sus derechos
sin las garantías del debido proceso, siendo entre éstas de valor capital el de la
audiencia o citación, que implican la base de un verdadero juicio. (p. 121).
Sobre la presunción Iuris tantum se puede afirmar: una presunción iuris tantum,
dirigida a garantizar al sindicado que no podrá sufrir pena o sanción que no tenga
fundamento en prueba pertinente, valorada por un tribunal con eficacia suficiente para
destruir la presunción y basar un fallo razonable de responsabilidad, porque, en caso
contrario, la garantía constitucional enunciada prevalecerá en su favor. (Jakobs, 1997:
p. 77).
Garantía de legalidad
Debemos iniciar por decir que en general, legalidad significa de conformidad con la
ley, por lo tanto, una descripción somera de garantía de legalidad, serán “aquellos en
los cuales los poderes públicos están sujetos a la ley; de tal forma en que todos sus
actos deben de ser conforme a la ley so pena de invalidez. Es decir que todos los actos
de los poderes públicos que no encuentren su génesis en la ley. Esta regla se refiere
especialmente a los actos del estado que pueden incidir sobre los derechos subjetivos
limitándolos o extinguiéndolos.” (Gianinni, 1998: p. 98).
Con esto claro podemos afirmar entonces que garantía de legalidad se refiere a la
prevalencia de la ley sobre cualquier actividad o función del poder público. Esto quiere
decir que todo aquello que emane del Estado debe estar regido por la ley, y nunca por
la voluntad de los individuos. Se conoce como garantía o principio de legalidad a la
prevalencia de la ley sobre cualquier actividad o función del poder público. Esto quiere
decir que todo aquello que emane del Estado debe estar regido por la ley, y nunca por
la voluntad de los individuos.
El autor peruano, Jorge Machicado por su parte afirma: “la garantía o principio de
legalidad es un axioma de valoración de lo justo por una sociedad en virtud del cual no
se puede aplicar una sanción si no está escrita previamente en una ley cierta.”
(Machicado, 2014: p. 7). Con esto claro, se puede definir como garantía de legalidad
penal, el cual “es conocido universalmente con el apotegma latino nullum crimen, nulla
poena, sine lege; es decir no hay delito, no hay pena, sin ley. Las formulaciones latinas
ordinarias de la garantía de legalidad –nulla poena sine lege (scripta, stricta, praevia,
certa), nulla poena sine crimine, nullum crimen sine poena legali- provienen de
Feuerbach, que las desarrolla como elemento de su teoría de la pena (teoría de la
conminación penal). La prevención general a través de la coacción psicológica actuaría
con mayor eficacia cuando más rigurosa esté determinado el mal de la pena.” (Jakobs,
1997: p. 79).
B. Legalidad penal formal: Legalidad penal Formal es un axioma jurídico por el cual
ningún hecho puede ser considerado como delito sin que la ley anterior lo haya
previsto como tal. (Jakobs, 1997: p.91).
La descripción del delito o situación peligrosa tiene que preceder al acto delictivo o
peligroso. Considera y castiga como delito, todo hecho que esté en la ley como tal. No
considera ni castiga los hechos que no estén en la ley, aun cuando esos hechos sean
lesivos a la sociedad o al individuo.
Legalmente se debe de amparar primeramente en lo que está regulado en la
Constitución Política de la República de Guatemala en donde se encuentra el primer
indicio del mismo; el artículo 5 norma que: “Toda persona tiene derecho a hacer lo que
la ley no prohíbe; no está obligada a acatar órdenes que no estén basadas en ley y
emitidas conforme a ella. Tampoco podrá ser perseguida ni molestada por sus
opiniones o por actos que no impliquen infracción a la misma”. Lo anterior, deja claro
que esta garantía tiene una doble fundamentación:
Esta garantía busca impedir y establecer límites a la actuación del Estado en forma
absoluta y arbitraria restringiéndole al individuo única esfera de defensa de su libertad.
Es una previsión de toda conducta humana que pretende ser incriminatoria. La
Constitución Política de la República de Guatemala en el Artículo 17; también
establece: “No son punibles las acciones u omisiones calificadas como delito o falta y
penadas por ley anterior a su perpetración”. Por lo tanto, es acertado afirmar que esta
garantía encuentra su fundamentación en la proposición de que no se puede actuar
sino ha existido una ley en la cual fundamentarse. En el caso de derecho penal
entonces se resume lo anterior; en que no existe delito si primero no existe una
legislación que prohíba la conducta.
Garantía de inocencia
Por ello esta garantía limita el derecho penal a los hechos propios cometidos por un
ser racional culpablemente (dolo o culpa), y establece el marco justo preciso y
equitativo de la pena. Establece que la pena criminal únicamente puede fundamentarse
en la constatación de que al autor cabe reprocharle personalmente su hecho.
(Catanese, 2012: p. 9).
Este principio del juicio previo tiene su origen en la edad media, supone un límite al
poder estatal y una garantía para el imputado. La prohibición de condenar sin proceso
frena la arbitrariedad del Estado que no puede imponer sanción si no se sigue un
proceso preestablecido. Las consecuencias directas de este principio son según el
Manual del Fiscal, las siguientes:
1. Las condiciones que habilitan para imponer pena, así como la pena misma, han de
haber sido establecidas con anterioridad al hecho que se pretende sancionar.
2. Toda sanción debe haber sido fijada en una sentencia, dictada tras un juicio
previamente establecido. No cualquier juicio respeta la garantía constitucional del
juicio previo, sino que este debe respetar y hacer efectivas todas las garantías
contenidas en la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos.
Por ello el respeto a esta garantía de juicio previo, debe basarse en el respeto a
todas las otras garantías que en este capítulo se analizan. (Ministerio Público, 2006:
13).
Las principales manifestaciones del derecho de defensa, según el Manual del Fiscal,
son:
1. El derecho de defensa material: Es el derecho que tiene el imputado a
intervenir personalmente en el procedimiento para ejercer su defensa.
(Ministerio Público, 2006: 71).
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