Garantias Penales

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Introducción

Administrar justicia, es la potestad que tienen los jueces de aplicar las leyes, normas e
instituciones en los procesos, utilizando su función jurisdiccional con el objetivo de
resolver los conflictos sometidos a su competencia, derivados de la convivencia en
sociedad, juzgando y haciendo cumplir lo juzgado. En ámbito penal, para efectos de
esa administración de justicia intervienen varios actores, unos encargados en la
persecución penal efectiva -organismos públicos encargados de su aplicación- y otros
designados para la tutela del incoado, todo ello con la finalidad de encontrar una
solución al conflicto producto de la existencia de acciones ilícitas, consideradas
legalmente como delitos. De ahí la existencia del proceso penal, el cual se considera
como una síntesis condicionada entre la fuerza de las garantías constitucionales y la
fuerza del poder penal o ius puniendi del Estado, sin dejar de observar el debido
proceso.

El respeto de esas garantías básicas en el transcurso del proceso penal, sobre todo al
momento del debate, es dar cumplimiento al sistema acusatorio. Su transgresión,
aplicación indebida e inobservancia, acarrea efectos contrarios a la exégesis del
derecho y como consecuencia habilitante de futuras impugnaciones, afectando al
procesado, a la víctima y primordialmente el perfil del sistema de justicia ante la
sociedad guatemalteca.

De lo anterior expuesto, deviene cree firmemente que la senda más segura para
orientar y encaminar al proceso penal, es el rescate y defensa de su carácter
garantista, pues no sería posible aplicar la justicia quebrantando preceptos
constitucionalmente y principios procesales que resguardan y fijan límites
transformados en la juridicidad del proceso penal
Conceptualización de garantías constitucionales

Una garantía constitucional, debe de entenderse, según Catanese (2012) como: los
medios o instrumentos que la Constitución Nacional pone a disposición de los
habitantes para sostener y defender sus derechos frente a las autoridades, individuos o
grupos sociales; mientras que las garantías procesales como las instituciones o
procedimientos de seguridad creados a favor de las personas, para que dispongan de
los medios que hacen efectivo el goce de sus derechos subjetivos. (p.1).

Por lo tanto, estas garantías, tienen una aplicación procesal, que se ocupa de la
manera en la cual deben de protegerse los derechos de una persona que, por cualquier
situación, quiere solventar alguna situación frente a las autoridades, a través de la
acción del órgano jurisdiccional, sin importar el juzgado del que se trate.

Las garantías constitucionales estudian los instrumentos procesales que tienen por
objeto la protección de los derechos fundamentales del hombre cuando los
mecanismos de protección o las instituciones de la defensa del orden constitucional no
son suficientes; tales instrumentos de garantía serán aplicados por los tribunales
constitucionales en uso de la jurisdicción constitucional del cual estarán investidos. En
este sentido, se otorgan los mayores recursos, para lograr un efectivo control de las
normas constitucionales, al ofrecerse mecanismos del orden jurisdiccional que permitan
accionar contra aquellos infractores en forma directa y definitiva, su aplicación es de
tipo extraordinario, no se trata de procesos comunes y el tribunal que conoce no se
detiene a analizar hechos controvertidos, sino centra toda su atención en verificar si
existe alguna contravención a la norma constitucional, velando así, por la efectiva
protección del hombre en sus derechos fundamentales.

Definición de garantías constitucionales


De conformidad con Burgoa “La palabra garantía y el verbo garantizar, son
creaciones institucionales de los franceses y de ellos lo tomaron los demás pueblos en
cuya legislación aparecen desde mediados de siglo XIX.” (Burgoa, 1991: p. 110).
Dentro del área del derecho las garantías constitucionales, son derechos
fundamentales, inherentes al hombre, contenidas en la Constitución Política de la
República de Guatemala en donde el estado como parte fundamental de nuestra
sociedad se ha organizado con el fin de proteger a la persona humana y planteando
como fin supremo el bien común, y para lograr su objetivo también protege la vida, la
libertad, la igualdad de derechos, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral
de la persona.

Garantía es un sinónimo de defensa constitucional, aplicada a los derechos del


hombre inherentes a su propia naturaleza y que el estado debe reconocer, respetar y
proteger mediante la creación de un orden jurídico y social que permita el libre
desenvolvimiento de los habitantes de un Estado, como sujeto con derechos con
capacidad y libertad inherente a su personalidad.

Hans Kelsen, afirma sobre garantías constitucionales: En el derecho público el


concepto de garantía ha significado seguridad y protección a favor de los gobernantes
dentro de un estado de derecho es decir dentro de un marco jurídico que estructura la
actividad del gobierno teniendo como fin el orden constitucional. (Kelsen, 2001: p.12).

Por su parte los licenciados Jorge Mario Laguardia y Edmundo Vásquez Martínez
(1984) en su tratado sobre la constitución y el orden democrático, expresan que
garantías constitucionales son: derechos, libertades fundamentales que integran la
categoría de los derechos civiles, que tiende a proteger la existencia, la libertad, la
igualdad, la seguridad, la dignidad y la integridad física, psíquica y moral del ser
humano y comprende a groso modo los derechos a la vida a la igualdad ante la ley y
justicia a la libertad y seguridad personal, a no ser ilegal y arbitraria detenido o preso a
un juicio regular a ser juzgado con las debidas garantías, a la libertad conciencia,
religión, culto.(p.45).
Manuel Ossorio (2007) nos da un concepto genérico, sobre las garantías
constitucionales diciendo: “garantías constitucionales, son las que ofrece la
constitución, en el sentido que se cumplirán y respetarán los derechos que la misma
consagra, tanto en lo que se refiere al ejercicio de carácter privado como a los de
índole público.” (p.209).

Con base en lo escrito; se puede aseverar que garantías constitucionales son un


conjunto de normas y principios que rigen las relaciones del Estado y el hombre,
otorgando derechos a cada sujeto como parte inherente a su personalidad que tienden
a proteger su existencia, libertad, igualdad, seguridad, frente a la ley, evitando toda
arbitrariedad a su persona y reintegrando el orden jurídico violado, cada una de estas
garantías las encontramos plasmadas en nuestra Constitución Política de la República.

Las garantías constitucionales y procesales que se utilizan con mayor frecuencia


en las técnicas y destrezas para el debate

Las garantías procesales, procesales son los modos de cumplir con los lineamientos
y principios de seguridad jurídica, de igualdad ante la ley, de equidad, para asegurar la
garantía más general del debido proceso, y evitar que el Estado en ejercicio de su
poder punitivo avasalle derechos fundamentales de sus habitantes. Estas garantías
están constitucionalmente protegidas en todos los países democráticos. En ese
entendido, la Carta Magna, consigna distintas garantías para el proceso penal, por lo
tanto, pasaremos a enumerar las garantías que nuestra constitución regula.

Se debe de analizar lo normado en el Artículo 12 de la Constitución Política de la


República de Guatemala, el cual es de suma importancia como parte de las garantías
constitucionales para el proceso penal de nuestro país; debemos de iniciar diciendo
que esta es la primera norma que regula un asunto netamente procesal, este artículo,
versa de esta forma: “La defensa de la persona y sus derechos son inviolables. Nadie
podrá ser condenado, ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido
en proceso legal ante juez o tribunal competente y preestablecido. Ninguna persona
puede ser juzgada por Tribunales Especiales o secretos, ni por procedimientos que no
estén preestablecidos legalmente”.

Sobre este artículo, la Corte de Constitucionalidad, en la Gaceta No. 54, expediente


105-99, página No. 49, sentencia: 16-12-99 opina: “Tal garantía consiste en la
observancia por parte del tribunal, de todas las normas relativas a la tramitación del
juicio y el derecho de las partes de obtener un pronunciamiento que ponga término, del
modo más rápido posible, a la situación de incertidumbre que entraña el procedimiento
judicial. Implica la posibilidad efectiva de ocurrir ante el órgano jurisdiccional
competente para procurar la obtención de la justicia, y de realizar ante el mismo todos
los actos legales encaminados a la defensa de sus derechos en juicio, debiendo ser
oído y dársele oportunidad de hacer valer sus medios de defensa, en la forma y con las
solemnidades prescritas en las leyes respectivas”.

Se refiere concretamente, a la posibilidad efectiva de realizar todos los actos


encaminados a la defensa de su persona o de sus derechos en juicio. Si al aplicar la
ley procesal al caso concreto se priva a la persona de su derecho de accionar ante
jueces competentes y preestablecidos, de defenderse, de ofrecer y aportar prueba, de
presentar alegatos, de usar medios de impugnación contra resoluciones judiciales,
entonces se estará ante una violación de la garantía constitucional del debido proceso.

En ese mismo sentido, la Corte de Constitucionalidad, en la Gaceta No. 57,


expediente No. 272-00, sentencia: 06-07-00 establece: “Los derechos de audiencia y al
debido proceso reconocidos en el artículo 12 de la ley fundamental, al provenir de una
norma general prevista en la parte dogmática, deben tener plena observancia en todo
procedimiento en que se sancione, condene o afecten derechos de una persona.
Tienen mayor relevancia y características en los procesos judiciales es cierto, pero su
aplicación es imperativa en todo tipo de procedimientos, aún ante la administración
pública y Organismo Legislativo y cualquier otra esfera de actuación, media vez, por
actos de poder público, se afecten derechos de una persona.” Tales derechos abarcan
la potestad de ser oído, de ofrecer y producir medios de prueba y de rebatir las
argumentaciones deducidas, y el pronunciamiento definitivo de conformidad con la ley.
Su observancia es vital por cuanto determina protección de los derechos de la persona
y fortalece la seguridad jurídica.
En caso semejante, refiriéndose a la garantía constitucional de audiencia, esta Corte
ha expresado que: “Se trata, en cada uno de los procedimientos que leyes de diversa
índole han previsto, de satisfacer la exigencia de oír adecuadamente a quien la
denuncia afecte, a fin de llevar a cabo el iter procesal, porque es la audiencia la que
legítima la labor de ponderación del asunto que la autoridad deba decidir, salvo, desde
luego, frente al silencio del obligado a responder, que puede obrar como tácito
asentimiento del hecho por el cual se le cuestiona (...) Este derecho de la persona ha
sido virtualmente la principal preocupación de esta Corte en el ejercicio de su
competencia en amparo, habiéndose establecido su doble condición de derecho propio
y garantía de otros derechos. El desarrollo jurisprudencial ha ido perfilando los
alcances de este derecho y, en particular, en lo que al caso examinado concierne, la
garantía de audiencia.”

Pasados doce años de análisis constante por esta Corte de los elementos que
integran el debido proceso, debe considerarse consolidado el garantía de que la
audiencia prevista en las leyes procesales es no sólo fundamental sino elemental,
siendo el amparo una protección de los derechos de la persona cuando a ésta se le ha
inferido agravio, no puede tenerse como causa fenecida aquella en la que una de las
partes no ha tenido oportunidad de defensa, o que se le haya privado de sus derechos
sin las garantías del debido proceso, siendo entre éstas de valor capital el de la
audiencia o citación, que implican la base de un verdadero juicio. (p. 121).

Se debe de analizar la importancia de esta norma; por cuanto establece los


parámetros de la legalidad de cada proceso que se lleve a cabo en Guatemala, ya que
es la forma en la cual se norman los procesos, ya que se establece la forma en la cual
una persona puede ser condenado, así como se regula la forma por medio de la cual
se establece la culpabilidad de cada una de ellas, estableciendo que estos debe de ser
citado, oído y vencido en juicio, para establecer que puede defenderse de la pretensión
estatal o de otro particular en el sentido en que se ofrece la posibilidad de protegerse y
que no sea inmediatamente condenado, por lo tanto es necesario que sea cumplido
para que un proceso sea válido en Guatemala, lo cual constituye uno de las más
importantes garantías procesales consignadas en la Constitución Política de la
República de Guatemala.

El artículo 14 de la Constitución también es de suma importancia para los efectos de


esta investigación; en el sentido de que es en este artículo que se establece la
presunción de inocencia en todos los procesos; en este sentido se establece: “Toda
persona es inocente, mientras no se le haya declarado responsable judicialmente, en
sentencia debidamente ejecutoriada”. Debemos entonces acotar que, aunque se repute
autor de un crimen, todas las personas son inocentes hasta que se demuestre lo
contrario, por lo tanto nadie debe de ser señalado como autor de un delito sin que haya
sido probado por parte del Estado como culpable. Sobre esto la Corte de
Constitucionalidad en la Gaceta No. 47, expediente No. 1011-97, página No. 109,
sentencia: 31-03-98 establece: “el artículo 14 constitucional reconoce, en su primer
párrafo, el derecho fundamental de toda persona a la que se impute la comisión de
hechos, actos u omisiones ilícitos o indebidos a que se presuma su inocencia durante
la dilación del proceso o expediente en el que se conozca la denuncia, y hasta en tanto
no se le haya declarado responsable judicialmente en sentencia debidamente
ejecutoriada. Se trata, entonces, de una presunción iuris tantum. (p. 45).

Sobre la presunción Iuris tantum se puede afirmar: una presunción iuris tantum,
dirigida a garantizar al sindicado que no podrá sufrir pena o sanción que no tenga
fundamento en prueba pertinente, valorada por un tribunal con eficacia suficiente para
destruir la presunción y basar un fallo razonable de responsabilidad, porque, en caso
contrario, la garantía constitucional enunciada prevalecerá en su favor. (Jakobs, 1997:
p. 77).

Garantía de legalidad
Debemos iniciar por decir que en general, legalidad significa de conformidad con la
ley, por lo tanto, una descripción somera de garantía de legalidad, serán “aquellos en
los cuales los poderes públicos están sujetos a la ley; de tal forma en que todos sus
actos deben de ser conforme a la ley so pena de invalidez. Es decir que todos los actos
de los poderes públicos que no encuentren su génesis en la ley. Esta regla se refiere
especialmente a los actos del estado que pueden incidir sobre los derechos subjetivos
limitándolos o extinguiéndolos.” (Gianinni, 1998: p. 98).

Con esto claro podemos afirmar entonces que garantía de legalidad se refiere a la
prevalencia de la ley sobre cualquier actividad o función del poder público. Esto quiere
decir que todo aquello que emane del Estado debe estar regido por la ley, y nunca por
la voluntad de los individuos. Se conoce como garantía o principio de legalidad a la
prevalencia de la ley sobre cualquier actividad o función del poder público. Esto quiere
decir que todo aquello que emane del Estado debe estar regido por la ley, y nunca por
la voluntad de los individuos.

Un gobernante, de este modo, no puede actuar de manera contraria a lo establecido


por la Constitución tal como establece el Artículo 154 constitucional, que afirma Los
funcionarios son depositarios de la autoridad, responsables legalmente por su conducta
oficial, sujetos a la ley y jamás superiores a ella. La constitución Política de la
República de Guatemala, recopila las normas esenciales del Estado. De acuerdo a la
garantía de legalidad, no alcanza con que el gobernante en cuestión haya sido elegido
para ocupar su cargo por la votación popular ni que, al ganar una elección, haya sido
investido como mandatario: todas sus medidas de gobierno deben ser sometidas a la
ley.

Cuando un Estado respeta el principio o la garantía de legalidad, puede ser


calificado como un Estado de Derecho. El accionar estatal, en estos casos, encuentra
su límite en la Constitución y no avasalla los derechos de ningún ciudadano.
En las democracias, es protegida por la división de poderes. Existe un ordenamiento
jurídico que impide que el poder que interpreta las leyes sea el mismo que las propone
o que las ejecuta. De lo contrario, un gobierno que cree las leyes a su antojo y que se
encargue además de custodiar de manera directa su cumplimiento, siempre estará
dentro de la garantía de la legalidad aun cuando cometa atropellos, ya que las leyes
serán meros instrumentos gubernamentales. (Blanco Lozano, 2003: p. 23).

El autor peruano, Jorge Machicado por su parte afirma: “la garantía o principio de
legalidad es un axioma de valoración de lo justo por una sociedad en virtud del cual no
se puede aplicar una sanción si no está escrita previamente en una ley cierta.”
(Machicado, 2014: p. 7). Con esto claro, se puede definir como garantía de legalidad
penal, el cual “es conocido universalmente con el apotegma latino nullum crimen, nulla
poena, sine lege; es decir no hay delito, no hay pena, sin ley. Las formulaciones latinas
ordinarias de la garantía de legalidad –nulla poena sine lege (scripta, stricta, praevia,
certa), nulla poena sine crimine, nullum crimen sine poena legali- provienen de
Feuerbach, que las desarrolla como elemento de su teoría de la pena (teoría de la
conminación penal). La prevención general a través de la coacción psicológica actuaría
con mayor eficacia cuando más rigurosa esté determinado el mal de la pena.” (Jakobs,
1997: p. 79).

Existen dos tipos dentro de la garantía de legalidad:

A. Legalidad penal sustancial: Legalidad Penal Substancial es un axioma


extrajurídico de defensa social en virtud del cual se sanciona con una pena o se
somete a una medida de seguridad cualquier acción u omisión o estado peligroso de
una persona que vaya contra la sociedad o el Estado. (Jakobs, 1997: p. 90).

B. Legalidad penal formal: Legalidad penal Formal es un axioma jurídico por el cual
ningún hecho puede ser considerado como delito sin que la ley anterior lo haya
previsto como tal. (Jakobs, 1997: p.91).
La descripción del delito o situación peligrosa tiene que preceder al acto delictivo o
peligroso. Considera y castiga como delito, todo hecho que esté en la ley como tal. No
considera ni castiga los hechos que no estén en la ley, aun cuando esos hechos sean
lesivos a la sociedad o al individuo.
Legalmente se debe de amparar primeramente en lo que está regulado en la
Constitución Política de la República de Guatemala en donde se encuentra el primer
indicio del mismo; el artículo 5 norma que: “Toda persona tiene derecho a hacer lo que
la ley no prohíbe; no está obligada a acatar órdenes que no estén basadas en ley y
emitidas conforme a ella. Tampoco podrá ser perseguida ni molestada por sus
opiniones o por actos que no impliquen infracción a la misma”. Lo anterior, deja claro
que esta garantía tiene una doble fundamentación:

a) Fundamento Jurídico: El poder judicial juzga casos concretos


b) Fundamento Político: El poder legislativo define el ilícito penal

Esta garantía busca impedir y establecer límites a la actuación del Estado en forma
absoluta y arbitraria restringiéndole al individuo única esfera de defensa de su libertad.
Es una previsión de toda conducta humana que pretende ser incriminatoria. La
Constitución Política de la República de Guatemala en el Artículo 17; también
establece: “No son punibles las acciones u omisiones calificadas como delito o falta y
penadas por ley anterior a su perpetración”. Por lo tanto, es acertado afirmar que esta
garantía encuentra su fundamentación en la proposición de que no se puede actuar
sino ha existido una ley en la cual fundamentarse. En el caso de derecho penal
entonces se resume lo anterior; en que no existe delito si primero no existe una
legislación que prohíba la conducta.

Garantía de inocencia

La garantía o principio de inocencia, es fundamental en la vida jurídica de cada


estado, en el entendido de que no hay crimen sin culpa, es decir que se tiene que
probar culpable el acusado de un crimen para que sea declarado culpable.
Inicialmente podemos afirmar que esta garantía establece que sólo puede
perseguirse y castigarse penalmente a quien intervino en la comisión de un delito por
un hecho propio, con dolo o culpa, y con una motivación racional normal.

Asimismo, determina que la culpabilidad es un presupuesto y un límite de la pena;


Sin duda alguna; la culpabilidad entonces, constituye un indispensable límite al poder
punitivo estatal no sólo para evitar cualquier castigo motivado en hechos de otros, en
una responsabilidad puramente objetiva o basada exclusivamente en las características
personales del autor, sino también para no sobrepasar la medida o grado del injusto
cometido.

Por ello esta garantía limita el derecho penal a los hechos propios cometidos por un
ser racional culpablemente (dolo o culpa), y establece el marco justo preciso y
equitativo de la pena. Establece que la pena criminal únicamente puede fundamentarse
en la constatación de que al autor cabe reprocharle personalmente su hecho.
(Catanese, 2012: p. 9).

Por su parte, De Mata Vela (1997) afirma: la culpabilidad además de constituir un


elemento positivo para la construcción técnica de la infracción, tiene como
característica fundamental ser el elemento subjetivo del delito, es decir, que su función
este íntimamente relacionada con el protagonista del crimen, toda vez que se refiere a
la voluntad del agente para la realización del hecho delictivo; de ahí que para poder
juzgar una conducta humana, como ilícita en el campo penal, es menester que además
de típica y antijurídica, sea culpable.(p. 166). Las doctrinas y las legislaciones penales
modernas no titubean hoy en día en analizar la conducta humana para determinar la
culpabilidad del delincuente, como presupuesto de la punibilidad, entrando a discutir
únicamente la naturaleza de la culpabilidad en la constitución del delito.

Garantía de juicio previo


La Constitución Política de Guatemala, señala como principio en el Artículo 12, que
nadie puede ser “condenado sin haber sido citado, oído y vencido en proceso legal
ante Juez o Tribunal competente y preestablecido”. En el mismo sentido se pronuncia
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 (Art. 14) y la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de 1969 (Art.8). La
existencia de un juicio previo a cualquier condena es pues, un requisito constitucional.

Este principio del juicio previo tiene su origen en la edad media, supone un límite al
poder estatal y una garantía para el imputado. La prohibición de condenar sin proceso
frena la arbitrariedad del Estado que no puede imponer sanción si no se sigue un
proceso preestablecido. Las consecuencias directas de este principio son según el
Manual del Fiscal, las siguientes:

1. Las condiciones que habilitan para imponer pena, así como la pena misma, han de
haber sido establecidas con anterioridad al hecho que se pretende sancionar.
2. Toda sanción debe haber sido fijada en una sentencia, dictada tras un juicio
previamente establecido. No cualquier juicio respeta la garantía constitucional del
juicio previo, sino que este debe respetar y hacer efectivas todas las garantías
contenidas en la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos.
Por ello el respeto a esta garantía de juicio previo, debe basarse en el respeto a
todas las otras garantías que en este capítulo se analizan. (Ministerio Público, 2006:
13).

El Código Procesal Penal, contiene y desarrolla la garantía de juicio previo en su


Artículo 4, al señalar que: “Nadie podrá ser condenado, penado o sometido a medida
de seguridad y corrección, sino en sentencia firme, obtenida por un procedimiento
llevado a cabo conforme a las disposiciones de este Código y a las normas de la
Constitución, con observancia estricta de las garantías previstas para las personas y de
las facultades y derechos del imputado o acusado. La inobservancia de una regla de
garantía establecida a favor del imputado, no se podrá hacer valer en su contra.
Garantía de derecho de defensa

La Constitución, establece en el Artículo 12, la inviolabilidad al derecho de defensa.


La persona tiene derecho a hallarse presente en el proceso y a defenderse
personalmente ser asistida por un defensor de su elección; a ser informada, si no
tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo y siempre que el interés de la
justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de
medios suficientes para pagarlo.

Asimismo, le asiste el derecho a estar presente en el proceso y hacer interrogar (o


interrogar personalmente si asumió su propio defensa) los testigos de cargo y
descargo, a no declarar contra sí mismo y a ser asistida por abogado). El derecho de
defensa cumple dentro del sistema de garantías un rol especial. Por una parte, actúa
como una garantía más, y por otra es la principal vía para asegurar la efectiva vigencia
del resto de las garantías procesales.

El Código Procesal Penal, desarrollando la normativa constitucional del derecho de


defensa, le otorga al imputado la facultad de hacer valer por sí mismo o por medio de
abogado defensor sus derechos, desde el primer acto del procedimiento dirigido en su
contra Art. 71 Código Procesal Penal.

Las principales manifestaciones del derecho de defensa, según el Manual del Fiscal,
son:
1. El derecho de defensa material: Es el derecho que tiene el imputado a
intervenir personalmente en el procedimiento para ejercer su defensa.
(Ministerio Público, 2006: 71).

De esta forma, el imputado puede, a lo largo del procedimiento realizar las


declaraciones, hacer pedidos al fiscal o al juez, proponer por sí mismo pruebas, etc..
En el debate tiene además el derecho a la última palabra.
2. La declaración del imputado: El Artículo 15 del Código Procesal Penal, en
desarrollo del Artículo 16 de la Constitución, estipula el principio de
declaración libre, por el que el imputado no puede ser obligado a declara
contra sí, ni a declararse culpable.
La declaración del imputado tiene por finalidad básica, ser un medio de defensa
material y no una fuente de información privilegiada y absoluta, como existía en el
proceso anterior. No se puede plantear acusación, sin haberse oído al imputado,
Artículo 334 del Código Procesal Penal.

3. El derecho de defensa técnica: El Código Procesal Penal, obliga a que la


defensa técnica sea realizada por un abogado. (Ministerio Público, 2006)

El imputado tiene derecho a elegir un abogado, de su confianza o a que se le


nombre uno de oficio. El Artículo 104 prohíbe al abogado descubrir circunstancias
adversas a su defendido, en cualquier forma en que las hubiere conocido, con lo que
se refuerza la idea de que la obligación primera del obligado no es el establecimiento
de los hechos, sino la defensa del imputado.

El Artículo 92, faculta al imputado a defenderse por sí mismo, sin necesidad de


defensor técnico. Sin embargo, será necesaria la autorización del juez quien deberá
asegurarse que el derecho de defensa no va a ser afectado.

4. Necesario conocimiento de la imputación: El derecho de defensa implica el derecho


de conocer los hechos que se le imputan, tanto antes de la primera declaración (Art.
81 Código Procesal Penal), como al plantearse la acusación y al iniciarse el debate,
para de que esta manera poder defenderse sobre los mismos. El respeto a este
principio genera la obligatoria correlación entre acusación y sentencia, por el cual no
se puede condenar por hechos por los que no se ha acusado.
5. Derecho a tener un traductor. Si el imputado no comprende la lengua oficial, lo cual
está regulado en el Artículo 90 Código Procesal Penal. La ley prevé en el Artículo
142, que los actos procesales se realicen en idiomas indígenas, con traducción
simultánea al español.

Garantía de juez natural

La garantía de Juez Natural se encuentra regulada en los Artículos 12 de la


Constitución Política de la Republica de Guatemala, y en normas de carácter
internacional tales como el artículo 10 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, XXVI de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre, 8 de
la Convención Americana sobre Derechos Humanos, 14, apartado 7 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 7 del Código Procesal Penal. El Artículo
12 de la Constitución Política de la República de Guatemala, dispone que: “Nadie podrá
ser condenado, ni privado de sus derechos, sin haber sido citado, oído y vencido en
proceso legal ante juez o tribunal competente y preestablecido “, lo cual en los tratados
internacionales se ve reafirmada y ampliada. Esto quiere decir que los tratados
internacionales suministran una nueva formulación constitucional de la garantía de los
jueces naturales, ya que la perfilan suministrándole sus caracteres básicos.

Así, la Declaración Universal de Derechos Humanos habla de un “tribunal


independiente e imparcial” (Artículo 10), mientras que la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre emplea la expresión “tribunales anteriormente
establecidos de acuerdo con las leyes preexistentes” (Artículo XXVI). En cambio, la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, presenta una redacción más
completa, pues utiliza una expresión más amplia: “juez o tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley”. (Artículo 8°,
apartado 1); similares términos presentan el Artículo 14 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.
Fix Zamudio (1986) concluyó lo siguiente:
La verdadera garantía de los derechos humanos de la persona consiste
precisamente en su protección procesal, para lo cual es necesario
distinguir entre los derechos del hombre y las garantías de tales derechos,
que no son otras que los medios procesales mediante los cuales es
posible su realización y eficacia. (p. 124).
La defensa es un derecho inviolable en cualquier estado o grado del proceso; la
soberanía del pueblo de Guatemala, descansa en su Constitución Política, que
consagra garantías mínimas a que tienen derechos sus ciudadanos toda vez que el
Estado se organiza para protección de la persona y su familia, cuyo fin supremo es el
bien común lo cual lo estable el Artículo 1 de la Constitución Política de la República de
Guatemala, y es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la república la vida,
la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona según el
Artículo 2 del mismo cuerpo legal.

Luigi Ferrajoli (1995) concluyó lo siguiente:


Este conjunto de garantías constituye el marco político que cumple al
menos dos funciones específicas:
a) Técnicas de definición y comprobación de los presupuestos de la pena
encaminadas a reducir en lo posible el poder judicial arbitrario y
satisfacer el modelo parcial y tendencial.
b) Como criterio de valoración del grado de validez o legitimidad y a la
inversa, de invalidez o ilegitimidad constitucional de nuestras
instituciones penales y procesales y de su funcionamiento concreto.
De esta manera, la configuración y aplicación de la ley procesal y
penal constituye derecho constitucional aplicado. (p. 40).

La importancia aquí, es advertir que existe un vínculo real y fundamental entre la


Constitución Política de la República de Guatemala y la legislación procesal penal
vigente, no solo por tener como norte y marco fundamental la Constitución, sino
también porque los convenios y tratados internacionales suscritos por el Estado de
Guatemala, que en materia de derechos humanos, de conformidad con lo establecido
en el Artículo 46 de la Constitución Política de la República de Guatemala, mismo que
afirma lo siguiente: Se establece el principio general de que en materia de derechos
humanos, los tratados y convenciones aceptados y ratificados por Guatemala, tienen
preeminencia sobre el derecho interno. Sobre este tópico la Corte de
Constitucionalidad en la Gaceta No. 18 del expediente No. 280-90, dentro de la
sentencia: 19-10-90; lo siguiente: El artículo 46 jerarquiza tales derechos humanos con
rango superior a la legislación ordinaria o derivada, pero no puede reconocérsele
ninguna superioridad sobre la Constitución, porque si tales derechos, en el caso de
serlo, guardan armonía con la misma, entonces su ingreso al sistema normativo no
tiene problema (p. 99). Esto refuerza que el derecho internacional en el ámbito de los
derechos humanos, posee preeminencia sobre el derecho interno, pero bajo ningún
motivo, razón o circunstancia; debe de colocarse estos, por encima de la Constitución
Política de la República de Guatemala, ya que esta es la ley superior del Estado de
Guatemala y como tal debe de ser considerada.

Lo anteriormente expuesto significa que la Constitución en su carácter de ley


suprema, y los tratados y convenios internacionales suscritos por Guatemala, ejercen
un control total sobre el derecho penal, en sentido contrario al sistema anterior que
existía en nuestro país que inobservó la Constitución y el respeto a los derechos
humanos. En virtud de la reforma procesal penal introducida por el Decreto 51-92 del
Congreso de la República, se puede asegurar que el proceso penal se identifica hoy en
día totalmente con la Constitución Política de la República de Guatemala, pues la toma
como base, por lo que se asienta el fenómeno de la constitucionalización del proceso
penal, lo cual reafirma una gran diferencia entre el Código Procesal Penal anterior y el
vigente, mientras aquel ignoró la Constitución, éste se fundamenta en ella y desarrolla
el proceso penal sobre la base de los principios que regula la Constitución Política de la
República de Guatemala, y los tratados y convenios internacionales suscritos y
ratificados por Guatemala.
En atención a los postulados de la Constitución Política de la República de
Guatemala, como norma suprema y el vínculo real que existe con el proceso penal
vigente, se invalida de pleno derecho cualquier disposición que quiera ser aplicada en
disminución, restricción o tergiversación de los derechos que la misma Constitución
garantiza, así lo establece el último párrafo del Artículo 44 de la Constitución Política de
la República de Guatemala, en esa misma dirección el primer párrafo del Artículo 175
de la Constitución Política de la República, establece: “jerarquía constitucional. Ninguna
ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o
tergiversen los mandatos constitucionales son “nulas ipso jure”;” y el Artículo 204 del
mismo ordenamiento constitucional establece: “Condiciones esenciales de la
administración de justicia. Los tribunales de justicia en toda resolución o sentencia
observarán obligatoriamente el principio de que la Constitución de la República
prevalece sobre cualquier ley o tratado”. A estas tres normas la Corte de
Constitucionalidad de Guatemala en la Gaceta No. 43, expediente No. 131-95, ha
considerado como, los tres Artículos constitucionales que con absoluta precisión
destacan la supremacía o super legalidad constitucional. (p.99).
CONCLUSIÓN

Las garantías procesales reguladas en la Constitución Política de la República y las


leyes en materia penal deben de ser observados rigurosamente en el ejercicio de la
persecución penal y del juzgamiento, por lo tanto, el sistema de justicia opera dentro
del marco de las garantías procesales, que pretenden la defensa de la primacía de la
persona humana contra todo acto arbitrario del poder penal, alcanzar los fines del
proceso penal, la justicia y la paz social. En tal sentido, el derecho penal es un
instrumento jurídico del Estado, a través del cual ejerce uno de los poderes
fundamentales, el poder penal, por lo que su ejercicio y aplicación, está subordinado a
la Constitución Política de la República. La violación a una garantía procesal,
constituye la afectación de otras garantías procesales, por cuanto estas se
complementan, tienen una relación directa y de armonía entre sí, no son excluyentes
una de otra, por lo que deben de cumplirse en cualquier etapa del proceso,
incluyéndose la etapa del debate.
Bibliografía

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