Punín y Chalán

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 54

GUSTAVO

REINOSO
HERMIDA

Punín
y
Chalán
(Separata de la Revista N9 4
de Antropología)

CUENCA — ECUADOR

19 7 4
Esta obra está sujeta a licencia Creative Commons: Reconocimiento-NoComercial-SinObrasDerivadas,
3.0 Ecuador (https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/ec/). Se permite la reproducción total o
parcial y la comunicación pública de la obra, siempre que no sea con finalidades comerciales y siempre
que se reconozca la autoría de la obra original. No se permite la creación de obras derivadas.
Etimología.

El profesor Aquiles R. Pérez, en el Tomo I sobre “Los Puruhayes,


anota que: Puni, Punin o Pulin, procede del vocablo Aymara “phuni”,
que vertido al castellano, quiere decir “desgreñado”, o prov:’ "•* 'V la
*

palabra Mocoa “puni”, qiie significa “alacrán”.


El citado autor Pérez, nos explica que el inca Muyu Lema, ai
conquistar las tierras que hoy se conocen con el nombre de Punin
así como también sus terrenos circunvecinos derrotó a Payra, cacique
de Naute. El monarca de los hijos del Sol, nombró al vencedor, jefe
de una decena de parcialidades. Muyu Lema, haciendo uso de su au­
toridad, impuso el nombre de Puni a la antigua población de Naute.
De serlo así, el nombre Puni, posteriormente se ha enriquecido con el
aumento de la consonante final (n) y la tilde en la vocal (i), con­
virtiéndose de este modo en la palabra aguda Punin, nombre con el
que se conoce en la actualidad.
Vale la pena anotar, que en estas parcialidades, existe una planta
muy común, y los moradores le llaman “puñín”. Los puneños, dada la
escasez de pastos, suelen utilizar como forraje, principalmente para
el ganado lanar, por la abundancia y la resistencia de sus ramas y di­

4
minutas hojas, los vecinos de Punín reúnen en manojos, para confec­
cionar escobas únicamente de uso doméstico. La mata de “punín", es
también utilizada como combustible, debido a la pobreza de leña en
todo el valle, en donde no solamente suelen quemar los tallos de los
cereales, para preparar sus alimentos, sino que hasta hacen uso de
los excrementos del ganado vacuno, siempre y cuando esté bien de­
secado.
Todas estas explicaciones, muy razonables por ciertp, nos ayudan
a interpretar de una u otra manera el origen de la palabra Punín que,
por fortuna, al oficializarse la parroquia de Punín, mantuvo su nom­
bre ancestral.

Situación geográfica.

El centro parroquial de Punín, se halla ubicado a 13,5 km. hacia


el sur de la ciudad de Riobamba, por el camino carrozable que con­
duce hacia el centro poblado.

Límites.

El pintoresco valle de Punín, en el que está asentada la parroquia


homónima, se encuentra enmarcada por una sucesión de colinas cir­
cundantes, a excepción de la parte Noreste, que es una prolongación
de la planicie, hacia las llanuras de Puculpala y Tunshi. Por el este,
se levantan las lomas redondeadas de Molobog y Chalán; hacia el
Sur continúan las lomas de Huandul y Cachihuaicu; por el Oeste la
loma de Churucuchu, el cerro de San Roque (al pie de esta elevación
se asienta el poblado de Punín), y la loma de Quimshi; y hacia el
Norte la loma de Pucunshi. Cabe indicar, estos límites naturales, no
coinciden con los convencionales de la parroquia de Punín, señalados
de acuerdo a la organización política, ya que parte del valle corres­
ponde a la parroquia de Licto, en donde se halla la quebrada de
Chalán, de la que nos ocuparemos más adelante.

2 —
Visión geológica.

Alejandro Von Humboldt y Moritz Wagner, manifiestan que


antiguamente la hoya de Riobamba, como tantos otros valles inte­
randinos del Ecuador, estaba ocupada por un gran lago y uno de sus
recodos avanzaba hasta la planicie de Punín.
Hacia los finales del Período Terciario, luego de haber sufrido
grandes plegamientos la Cordillera de Los Andes, la reactivación de
las fuerzas orogenéticas, han rellenado paulatinamente la hoya de
diversos materiales sólidos, siendo a través del Cuaternario, cuando
la sedimentación de los productos volcánicos fue más acentuada, al
mismo tiempo que los factores erosivos drenaron la hoya, reempla­
zando a la cuenca lacustre por una cuenca fluvial.
En el valle de Punín y en sus contornos laderosos, las rocas sub­
yacentes más profundas, están formadas por pizarras cristalinas fuer­
temente inclinadas: sienitas monzoníticas, rocas de mica, cuarcitas,
basaltos y variedades ácidas de andesitas, que se toman en dacitas
biotíticas. Estas rocas afloran indistintamente en los declives de las
lomas, de manera especial en los lechos de las quebradas más profun­
das. Sobre estas formaciones, se han superpuesto diversas capas de
cenizas volcánicas muy bien diferenciada^ por su composición quími­
ca, coloración y espesor de las partículas, siendo las más finas aquellas
que se encuentran superficialmente.
La planicie de Punín, se ha rellenado de estratos piroclásticos
sueltos, procedentes de la superficie de los collados que la circundan.
A través de milenios, las aguas torrenciales y fluviales, han arras­
trado los detritos de las alturas, que casi siempre han permanecido
mal protegidas, debido a la ausencia de una vegetación abundante.
No solamente las aguas han desmantelado la superficie de los terrenos
laderosos para sedimentar en la planicie, sino también la fragmenta­
ción e intemperización de las rocas eruptivas y sedimentarias, que
han sido frecuentemente barridas por los vientos locales, para luego
asentarse en las partes bajas. De este modo, las masas eruptivas vol­
cánicas del Chimborazo, Cotopaxi, Tungurahua, Tulabug, etc., aca-

— 3
/
baron por rellenar, entre otras, la depresión lacustre de Punin, hasta
convertirla en una planicie de relleno, ligeramente inclinada hacia la
quebrada de Pucayacu, de aguas intensamente rojizas debido a la
gran cantidad de óxido de hierro que arrastra todo el año, prove­
niente de las capas arcillosas rojas que son de la edad terciaria, como
lo identifica Hans Meyer.

Visión del paisaje.

En general la topografía del valle de Punin, es casi plana, única­


mente está interrumpida por quebradas de lechos encañonados, de
paredes casi verticales, las lomas que lo rodean presentan suaves de­
clives, que a veces en las quebradas, se precipitan formando relieves
muy abruptos, prácticamente infranqueables.
Desde el centro parroquial de Punin, hasta la confluencia de las
quebradas de CHALAN y Pucayacu, existen las planicies de Santa
Ana y Pailahuaicu, de un kilómetro de ancho aproximadamente. Por
estas planicies atraviesan las quebradas Grande y Santa Ana, regular­
mente distanciadas, recorren de suroeste a noreste, hasta cuando lle­
gan a unirse en la hacienda Paquita, para luego de recorrer un corto
trecho, depositar sus aguas en la quebrada de Ullaguaupata; ésta, a
su vez, a unos 500 m. de distancia, vierte sus aguas en la quebrada
de Pucayacu, la misma que es afluente del río Chibunga, que va a
engrosar el caudal del río Chambo; río que recoge las aguas de toda
la hoya de Riobamba, cuyo desagüe ha roto el nudo de Sanancajas,
para reunirse con el río Patate y formar el río Pastaza, tributario del
Amazonas.
Casi todas las corrientes fluviales, que han logrado alcanzar la
planicie de Punin, han socavado profundamente el terreno, hasta lle­
gar a profundidades que a veces sobrepasan los 20 metros y apenas
unos dos o tres decenas de metros de anchura.
La furia de sus torrentes en las estaciones lluviosas, desde anta­
ño, ha producido fuertes desplomes de sus orillas abruptas, haciendo
retroceder progresivamente sus paredes quebradizas, dada su forma­
ción cangagua-loess, al desprenderse los bloques de tierra, originan
perfiles verticales y los materiales que caen en la base, muy pronto
son transportados por sus angostos lechos, produciendo nuevos aba­
rrancamientos, por debilitamiento de las bases de sustentación de los
terrenos, que lo encajonan a los violentados torrentes de agua.
Las estrechas gargantas de las quebradas, generalmente tienen
formas casi rectangulares, con los bordes que dan hacia la superficie de
la planicie, que corren casi siempre paralelos a los orillas del fondo, es
decir las planicies están cortadas perpendicularmente; sin embargo
suele encontrarse también abarrancamientos de magnitudes conside­
rables, cuyos escombros no han sido arrastrados por las aguas. Estos
derrumbes de ligeras pendientes son aprovechados por los vecinos del
lugar para construir senderos y a veces caminos de herradura, ha­
ciendo de este modo franqueables estos pasos.
Muchas de estas quebradas, en la estación seca, que va general­
mente de julio a diciembre, o llevan un escasísimo caudal de agua, o
absolutamente ninguno. De ahí que las quebradas no prestan utilidad
para el riego en las temporadas de sequía, y los moradores de Punín
se abastecen más bien del preciado líquido, a través de un gran canal
de riego procedente del río Chambo.
El “Canal de Riobamba” tiene una capacidad de 7.000 litros por
segundo, semicircunda la planicie de Punín, cuyas aguas debidamen­
te controladas fluyen por las acequias, para regar los suelos resecos,
pero ricos en sales minerales, de ahí que el valle es un verdadero
oasis de productividad. Como las cenizas volcánicas son muy delezna­
bles, los agricultores realizan el riego en surcado de regreso, garanti­
zando de este modo no solamente la penetración adecuada del agua,
sino además la conservación de los suelos.
Los productos agrícolas son de clima temperado subandino, con
preferencia a los siguientes cultivos: trigo, cebada, maíz, arvejas, pa­
tatas, fréjol y hortalizas. El forraje que mayormente siembran es la
alfalfa y ray grass; así como árboles frutales se desarrollan el capulí
y durazno y entre los forestales citaremos el eucalipto.
El cabuyo, es una planta muy apreciada por los indígenas pune-

— 5
ños, ya que de sus hojas extraen largas fibras, con las cuales confec­
cionan sogas, y sobre todo delgados hilos, que enmadejados, venden
en los días feriados, en la ciudad de Riobamba, en donde fabrican lo­
nas, costales y en general envases para granos y tubérculos, que son
de gran demanda en el país.
La fertilidad del valle irrigado, contrasta enormemente con la
semiaridez de los terrenos laderosos que están encima del acueducto
mencionado. Estos terrenos están constituidos por suelos polvorientos
y casi desprovistos de vegetación, debido a la excesiva denudación del
manto superficial y a la absoluta carestía de agua de riego, de allí
que los habitantes de estas parcialidades practican una agricultura
de secano, es decir sin irrigación, o mejor dicho los cultivos se desa­
rrollan únicamente bajo la lluvia de las temporadas invernales.
La escasa vegetación que crece en las laderas y en las pequeñas
planicies escalonadas, permiten —cuando más— el pastoreo de cabras
y ovejas, que suelen desplazarse constantemente en busca de hierbas
duras y hojas de pequeños arbustos, que forman esporádicamente a-
sociaciones de poca importancia.
La cría de ganado vacuno es muy escasa, salvo la de algunos hacen­
dados, que disponen de grandes cantidades de tierras de pastoreo.
En ciertos parajes la aridez de los suelos es total y no permiten
cultivos de ninguna clase.

LA QUEBRADA DE CHALAN

Etimología.

La palabra chalán, posiblemente proviene del Atacameño “cha”, que


equivale en castellano a débil y “lan”, significa ruptura. En realidad
si se trata de dar una interpretación clara al contenido de esta pa­
labra, se puede manifestar que hacia la izquierda de la quebrada de
Chalán, el terreno presenta hundimientos y desprendimientos ruptu-
rales abruptos, y no es necesario ser un experto en geología para di-

6 —
El primer plano corresponde a una parle de la planicie de Punín, mientras que
al fondo se observa el descenso de la quebrada de Chalán.

fercnciar las irregularidades que se presentan en estos sectores, en


forma de cárcavas.

Características de la quebrada.

El arroyo que corre por la quebrada de Chalán, se origina en las


faldas del cerro de Tulabug (3.336 m. de altura sobre el nivel del
mar). En las estaciones secas, cuando los terrenos están áridos, a lo
largo del curso superior, existen espacios humedecidos que brindan .
paulatinamente escasas filtraciones acuosas, y raramente se encuen­
tran manantiales insignificantes; de todos modos, la suma de estos fi­
lamentos de agua, a medida que descienden engrosan el caudal hasta
convertirlo en un arroyo de aguas muy claras pero ligeramente salobres.
Los terrenos del curso superior son de suave declive; no así, en
el curso medio, el arroyo decurre en un lecho profundo y de rápida
pendiente, de empinados flancos, que a veces se dulcifica su acciden­
tada orografía en cortos sectores, en donde se forman resumideros y
el agua se filtra por las fisuras, debido a la porosidad del suelo, pro­
veniente de los continuos derrumbes, que en ocasiones hasta embalsan
el agua. Hay un sitio, donde el líquido elemento ha excavado el terreno
en un cañón de paredes escarpadas, que sobrepasan los 10 metros de
profundidad y apenas alcanzan 4 metros de anchura; a esta altura hay
grandes bloques de diorita dispuestos laberínticamente, de amplias su­
perficies completamente planas, con ángulos y bordes agudos, rocas que
se han desprendido de las paredes de la margen derecha, donde la co­
rriente de agua se violenta; sin embargo ni las mayores creces de las tem­
poradas invernales, han sido potentes para arrastrar estos bloques
pétreos. Hacia la margen izquierda en un terreno profundamente
abarrancado se hallan las tobas fosilíferas, en una capa de cenizas
volcánicas bastante homogénea de color blanquecino y de grano muy
fino. En estas paredes se vislumbran cráneos, maxilares, costillas, fému­
res de animales que vivieron en el período pleistocénico.
Algunos bloques de tobas fosilíferas, se han precipitado sobre las
grandes piedras dioríticas del lecho de la quebrada, en donde el agua
y las sales, al llenar los intersticios de estas cenizas volcánicas, han
consolidado fuertemente estos materiales, a tal extremo que presentan
una notable resistencia a ser rotos por los golpes dados con los cince­
les, para obtener los huesos fósiles. No es raro que los restos óseos
estén desprendiéndose por procesos de meteorización y erosión.
Hacia la derecha de la quebrada, a continuación de las paredes
verticales, los terrenos son laderosos, y cuando los agricultores aran
el suelo, luego en los temporales secos, la tierra superficial es com­
pletamente desmenuzada por el viento, y cuando llueve, se originan
fuertes arroyamientos, que severamente erosionan la capa laborada;
por esta causa, sus propietarios han construido muros de terrones, dis­
tribuidos alternadamente, que ayudan a la contención de los suelos.
Hacia la margen izquierda de la quebrada de Chalán, la falta
de consolidación de la tierra, ha ocasionado una fractura, cuyo des­
nivel entre el borde superior y la base, sobrepasa los 20 m. de altura.
En esta pared proyectada a pique, de forma de una media luna, se
diferencian nítidamente distintas capas de las arenas y cenizas volcá­

8 —
nicas, que se han dispuesto en franjas casi horizontales, regulares y
continuas, salvo en ciertos sitios, que presentan una serie de cárcavas
escalonadas,, producidas por los terremotos, que son muy frecuentes
en esta región, de volcanismo moderno.
La capa superficial tiene un espesor variable, está compuesta de
un polvo fino y de coloración blanquecina, contiene una gran cantidad
de bolas de cangagua; estas esferas fósiles han servido de horizontes
guías, para poder establecer una antigüedad relativa de los demás
estratos, acumulados en espesores de varios centímetros, debido a las
frecuentes erupciones volcánicas.
El curso inferior de la quebrada de Chalán, se estrecha en forma
de una V, al mismo tiempo que la corriente del arroyo se violenta
formando rápidos y pequeños saltos, hasta que, finalmente, por un
desfiladero, desemboca en la quebrada Pucayacu entre las colinas de
Molobog y Chalán, a una altura de 2.780 m. sobre el nivel del mar.
Astronómicamente, la desembocadura de la quebrada de Chalán
está a 789 39’ 35” Longitud Occidental del Meridiano de Greenwich
y a 1' 45’ 45” Latitud Sur.

Visión paleontológica.

En numerosos pueblos de culturas primitivas y aún en los que


han logrado alcanzar un notable nivel de civilización, encontramos
referencias alusivas a la existencia de seres humanos de estaturas muy
desarrolladas, a quienes suelen llamarles gigantes.
Posiblemente la serie de mitos y leyendas de esta naturaleza, se
originaron, cuando encontraron grandes huesos fósiles, atribuyéndoles
que pertenecían a restos óseos de hombres gigantes o dragones sa­
grados.
Tal vez nuestros aborígenes ya conocieron los yacimientos fosi-
líferos de Santa Elena, Alangasí y Chalán, lugares que han constituido
y siguen siendo focos de investigación, con el fin de establecer la rea­
lidad de los hechos y fenómenos, que ocasionaron la presencia de una
riquísima fauna cuaternaria en estas comarcas, y descubrir las causas

— 9
que produjeron su aniquilamiento, así como también la contempora­
neidad de estos animales prehistóricos con los hombres primitivos del
Ecuador.
Fue en 1802, cuando el naturalista y geógrafo alemán Alexander
von Humboldt, en una exploración científica llegó hasta la quebrada
de Chalán, en donde pudo observar la abundancia de huesos fósiles,
lo que le indujo a decir que “será la Meca de los sabios del porvenir '.
Efectivamente en 1871 un coterráneo suyo, Teodoro Wolf, profesor
de la Escuela Politécnica de Quito, geógrafo y geólogo al servicio del
Estado Ecuatoriano, fue el primero en coleccionar dos cajones llenos
de huesos fósiles en Chalán que luego de clasificarlos manifestó: “Re­
conocí entre ellos el “Mastodon Andium”, un caballo extinguido
(“Equus Quitensis” m.), y “C. Riobambensis” m.) “Dasypus magnus”
(lo menos dos veces más grande que el armadillo actual). Del último,
así como del caballo, encontré esqueletos casi completos; pero por lo
común los huesos se hallan disyuntos y esparcidos por la toba*’ ( 1) .
El 7 de noviembre de 1894, el sacerdote Dr. Juan Félix Proaño,
cuando desempeñaba las funciones de Dean de la Catedral de Rio-
bamba, descubrió en la quebrada de Chalán un esquelto de mastodonte
casi completo “. . . al que después describirlo como mejor pudo lo bau­
tizó con el nombre de Masthodon Chimborazi” (2). Este Mastodonte
“ . . . fue descubierto bajo una capa de toba arrastrada como aluvión,
en posición medio supina, con el cuerpo algo retorcido, como si hubiera
sido arrastrada por una corriente: todo petrificado” (3).
Leamos lo que escribe Wilhelm Reiss, sobre los yacimientos fósiles
de Chalán: “ . . . Pero el yacimiento más importante es la quebrada de
Chalang, en la cual se hallan restos fósiles de mamíferos amontonados

(1) Wolf, Teodoro. Geografía y Geología del Ecuador. Leipzig, Tipografía


de F. A. Brockhaus 1892.
(2) Arauz, Julio. “Nueva Historia de los Mastodontes Ecuatorianos”. En: Bo­
letín de Informaciones Científicas Nacionales, Quito, Vol. III Nos. 26-27.
(3) Costales, Alfredo. “Masthodon Chimborazi Proaño”. En: Boletín de In­
formaciones Científicas Nacionales, Quito, Vol. Ill, N9 35, 1950, págs.

10
por millares. Probablemente, deben ser las más ricas capas superiores
de toba, que se caracterizan también por fuertes florecimientos de sal.
Es difícil, casi imposible, extraer los huesos de la toba fresca. La roca
es dura, tenaz y resistente al golpe; los huesos, por el contrario, son
frágiles. Uno tiene que limitarse a coleccionar solamente los restos
fósiles extraídos por el agua, o tiene que limitarse por lo menos, a la
separación de ejemplares en los cuales los agentes atmosféricos han
actuado ya. Pero no hay escasez de estos últimos. En el lecho del arro­
yo y a los lados han quedado libres los cráneos, en las paredes abrup­
tas de la quebrada sobresalen grandes huesos huecos, a manera de
ganchos de ropero y muchos se hallan libres entre* los grandes blo­
ques de la base de la quebrada. La obtención de ejemplares se difi­
culta aún más por la cal segregada en las tobas semejantes a cangagua,
la misma que se incrusta en los huesos o se adhiere a ellos. La alte­
ración se efectúa fácilmente y con bastante rapidez: en tiempo seco,
la cangagua de su superficie se descompone en polvo y se desmenuza;
en la lluvia, las aguas que corren sobre las paredes arrancan constan­
temente partes de la toba en destrucción. También el arroyo corroe,
constantemente, las paredes laterales y hace caer grandes masas de
toba. Muchos de los huesos están quebrados; otros, en cambio, entre
ellos, especialmente los cráneos están bien conservados; pero jamás se
han hallado huesos contiguos en su relación primitiva; aún en los
cráneos falta siempre la mandíbula inferior” (4).
Los alemanes Wilhelm Reiss y Alphons Stübel, además de reali­
zar estudios geológicos en el Ecuador, a principios de 1870 coleccio­
naron abundantes huesos fósiles de los mamíferos que en el cuaterna­
rio andaban en Malchigüi, Cotocollao, Alangasí y muy especialmente
en Punín. Las osamentas recogidas fueron trasladadas a Alemania,
en donde pusieron a la disposición de W. Branco, quien para clasifi­
carlas, solicitó la colaboración de los profesores Zittel, von Siebold y4

(4) Reiss, Wilhelm. “Las Condiciones Geológicas de los Yacimientos de


Huesos Fósiles de Mamíferos en el Ecuador” En: Anales de la Univer­
sidad Central del Ecuador, Quito, Tomo LX, Abril-Junio de 1938 N’ 304,
págs. 940-941, Versión Castellana del doctor Goldbaum.

— 11
Franck, los mismos que efectuaron la clasificación apoyándose en cier­
tos elementos tipológicos de los huesos de mamíferos existentes en el
Museo Mineralógico de Berlín y en la Academia y Escuela de Vete­
rinaria de Munich (5).
W. Branco manifestó que entre los restos paleontológicos reco­
gidos en las altiplanicies de Riobamba y Quito, la mayoría de las es­
pecies correspondían a las procedentes de Punín; ellas son:
Cervus cf chilensis.
Mylodon sp.
Cervus sp. pl.
Carnívoro parecido al Machaerodus cf neogaeus.
Mastodon Andium Cuv (una muela de esta especie fue encon­
trado por Alejandro Humboldt al pie del volcán Imbabura, la misma
que fue estudiada por Cuvier en 1806 y le dio el nombre de masto­
donte des cordillieres).
Otra especie identificada en la Equus Andium Nag (Moritz Wag­
ner entre los años de 1858-1859, localizó un yacimiento fosilífero en
una quebrada de Sisgun al pie oriental del Chimborazo, allí pudo
recoger numerosos huesos que luego fueron estudiados por Andrés
Wagner; entre otras especies encontró huesos de caballos antiguos).
En el año de 1903, llega a Chalán otro germano, el profesor Dr.
Hans Meyer, quien recogió “ . . . e n total un buen saco lleno” (6), la
mayor parte consistía en huesos pertenecientes a las extremidades de
los mamíferos anteriormente descritos.
En 1911 los arqueólogos norteamericanos Donald Collier y John
Murra, acompañados por el etnólogo ecuatoriano Aníbal Buitrón,
realizaron investigaciones en Chalán, este último estudioso dice: “ex­

(5) Branco, W. “Acerca de Una Fauna Fósil de Mamíferos de Punín”. Ver­


sión castellana del Dr. Wenzel Goldbaum. En: Anales de la Universidad
Central del Ecuador, Quito, N56*9 305, Tomo LXI, 1938, pág. 397.
(6) Meyer, Hans “En los Altos Andes del Ecuador: Chimborazo, Cotopaxi,
etc.” Traducción del alemán por Jonás Guerrero de la edición 107.
En: Anales de la Universidad del Ecuador, Quito, Tomo LXI, Octubre-
Diciembre de 1938, N9 306, pág. 1483.

12
cavando ligeramente descubrimos el cráneo de un caballo de los An­
des que lo llevamos para el museo del Padre Goetz” (7).
Roberto Hoffstetter, anota: “Desde el punto de vista paleontoló­
gico da casi totalidad de los yacimientos, y particularmente Alangasí
y Chalán, que F. Spillman considera como extremos, presentan un
conjunto faunístico idéntico; se nota entre los elementos más abun­
dantes las especies siguientes: Equus Andium (Branco) Protauchenia
Reissu (Branco) varios cérvidos Stegomastodon Ayorae (Spillman)
y Glossotherium Wegneri (Spillmann)” (8).
Hoffstetter basándose en el hallazgo de una mandíbula de un
camélido en chalán, establece la semejanza que existe con las que
encontró en la Libertad, provincia del Guayas, entre los años
1946-1947 (9).
Este citado autor conjuntamente con S. Haro, C. Carrillo, A.
Costales, Reyes y Vereles recogieron restos de milodontes, en las que­
bradas Colorada, Chalán, Bamante, Cachihuaicu, Grande, Mañatul
y Veleltul: .. todos estos restos dan la impresión de una perfecta homo­
geneidad, y me convencen de que se trata de una misma especie que
vivió al final de 'los tiempos pleistocénicos en el altiplano ecuato­
riano” (10).
Roberto Hoffstetter manifiesta: “Desde el punto de vista paleon­
tológico la casi totalidad de los yacimientos, y particularmente Alan­
gasí y Chalán que F. Spillmann considera como extremos, presentan
un conjunto faunístico idéntico, se nota entre los elementos más a-
bundantes las especies siguientes: Equus Andium (Branco) Protau-

(7) Buitrón, Aníbal. “Reconocimiento Arqueológico del Alto Ecuador”. Etu


Boletín de la Academia Nacional de Historia, Vol. XXII, 1942.
(8) Hoffstetter, Robert. “Nota Preliminar sobre los Edenta Xenarthra del
Pleistoceno Ecuatoriano. Dasypodidae y Megatherudae”. En: Boletín de
Informaciones Científicas Nacidhales, Vol. II. Nos. 6-7, 1948, pág. 23.
(9) Hoffstetter, Roberto. “Sobre la Presencia de un Camélido en el Pleisto­
ceno Superior de la Costa Ecuatoriana”. En: Boletín de Informaciones
Científicas Nacionales, Vol. II, N78910 5, 1948, págs. 23-24.
(10) Hoffstetter, Roberto. “Nuevas de observaciones sobre los Edentata del
Pleistoceno Superior en la Sierra Ecuatoriana”. En: Boletín de Infor­
maciones Científicas Nacionales, Vol. III, Nos. 20-21. ».

— 13
chenia Reissi (Branco) varios cérvidos Stegomastodon Ayorae (spill-
mann) y Glossotherium Wegneri (spillmann)” (11).
El Dr. Walther Sauer en su Geología del Ecuador, al escribir
sobre los yacimientos fósiles de la quebrada de Chalán manifiesta:
“Efectivamente pertenecen a la cangagua eólica del último, es decir,
del tercer interglacial. Todos los observadores anteriores no han to­
mado en cuenta la sedimentación periclinal de la cangagua eólica del
tercer Interglacial”.

.. en el fondo cerca de su unión con el río Pucayacu, areniscas co­


rrespondientes a la formación Tena (Terciario inferior), Encima con
discordancia tectónica, yacen estratos poco inclinados de brechas y
tobas volcánicas, cuya edad no pudo determinarse precisamente; pero
sería posible que formaran parte del Plioceno. La base de las eleva­
ciones al Este de Punín está formada por el batolito sienítico. Su su­
perficie descompuesta aflora en la parte superior de las quebradas de
Chalán y El Colegio. Todas estas formaciones sufrieron los efectos de
la erosión de modo que, en discordancia, se superponen capas areno­
sas estratificadas con intercalaciones de capas de “Pushi” y de “lapi-
lli” en disposición inclinada. Como última formación cubre el terreno
la cangagua eólica con bolas del Tercer- Interglacial, mostrando la
sedimentación periclinal y conteniendo los fósiles, en la parte superior
de la quebrada, junto con bolas. Hacia abajo, acumulaciones fluviales
de arenas volcánicas, mezcladas en su base con guijarros y cantos ro­
dados han completado el relleno de la hondonada. En las masas can-
gaguosas endurecidas por impregnación secundaria de carbonato de
calcio, ha sido cortado el barranco descubriendo en sus laderas empi­
nadas los huesos fósiles de los mamíferos”.

“De este modo también los fósiles de Punín comprueban que en las

(11) Hoffstetter, Robert. “Nota Preliminar sobre los Edenta xenarthra del
Pleistoceno Ecuatoriano, Dasypodidae y Megatherudae”. En: Boletín
de Informaciones Cientificas Nacionales, Yol. II Nos. 6-7, 1948, pág. 23.

14
regiones interandinas aparecen los restos de los grandes mamíferos,
en gran escala, sólo desde el tercer Interglacial” (12).

Cansas de la extinción de los mamíferos del pleistoceno.

Los riquísimos yacimientos fosilíferos de la hoya de Riobamba,


son vestigios de la fauna que vivió en el tercer período interglacial
pleistocénico y gracias a las partículas andesíticas de origen volcáni­
co, han podido conservarse en óptimas condiciones; aunque algunos
huesos están rotos y un tanto dispersos, por las presiones y corrimien­
tos de la tierra; sin embargo la mayoría de ellos se hallan “in situ”,
y no han sido raros los hallazgos de esqueletos casi completamente en­
teros.
La paleobiogeografia de estos lugares, posiblemente debió corres­
ponder a una vegetación esteparia de hierbas duras, con esporádicas
asociaciones arbustivas, que servían de sustento a los caballos, mas-
todones, camélidos, ciervos, etc.
Si bien hasta el momento, no sabemos exactamente cuáles fueron
las causas que influyeron en la extinsión de estos mamíferos prehis­
tóricos; no obstante pudieron tener mucho influjo algunos de estos
factores, que condicionaron hasta cierto punto su existencia.
Los estudios geológicos han demostrado que los estratos de los
geosinclinales andinos, son de origen principalmente paleozoico, los
mismos que al plegarse paulatinamente, alcanzaron su mayor altura
en la época pleistocénica. Estas deformaciones de la litosfera, produ­
jeron grandes resquebrajamientos en los geosinclinales, originando un
intenso volcanismo. Los materiales ígneos como lavas, sustancias pul­
verizadas, así como también los elementos gaseosos arrancados de las
entrañas de la tierra, debieron producir notables alteraciones en la
atmósfera, y en consecuencia en la vida vegetal y animal. Para tener
una ligera idea de los efectos catastróficos, que de tiempo en tiempo,
han azotado las erupciones volcánicas a distintos lugares de nuestro

(12) Sauer, Walther. Geología del Ecuador. Quito, 1965, págs. 278-279.

— 15

\
planeta, creemos necesario ilustrar con el siguiente ejemplo: El 24
de agosto del año 79 d. C. poco después del mediodía, el Vesubio, en
una formidable erupción, produjo exhalaciones tóxicos, que causaron
la muerte de más de veinte mil personas de Pompeya, Herculano y
Stabia, al mismo tiempo las cenizas, lapilli y lava, cubrieron un es­
pesor de seis a siete metros. Ningún habitante pudo ponerse a salvo.
Quizá, algo semejante debió ocurrir en la hoya de Riobamba, donde
algún volcán al erupcionar, causó el pánico en los animales prehistó­
ricos, que en sus últimos momentos de vida, presos del terror acudie­
ron a las quebradas, en donde en su éxodo. cayeron al abismo unos
detrás de otros, y luego las cenizas volcánicas se encargaron en pre­
servar sus restos óseos.
Algunos científicos atribuyen las variaciones de los factores cli­
matológicos terrestres, a las alteraciones en la transparencia de la
atmósfera; o debido a ligeros movimientos del eje de la Tierra, fenó­
meno, que aunque en forma casi imperceptible, sigue ocurriendo y
parece prodiTcir cambios en el recorrido alrededor del Sol. Otros su­
ponen que las fluctuaciones de la radiación solar, han sido causantes
de los violentos cambios climáticos, en consecuencia, han causado de­
sastrosos resultados en la flora .y en la fauna de extensas regiones de
nuestro planeta, ya sea con aumento o disminución de la temperatura,
con fuentes precipitaciones pluviales o con prolongadas sequías.
Quizá la falta de lluvias por mucho tiempo, afectaron a grandes
zonas del continente sudamericano y -particularmente a los Andes
Centrales del Ecuador. Debido a la carestía de hierba y agua, los
escuálidos animales debieron acudir en grandes manadas, a las que­
bradas aledañas del valle de Punín, o a otras de la hoya de Riobamba
en particular, en donde todavía quedarían minúsculos mantos de ve­
getación e insignificantes charcos, últimas reservas alimenticias que
tenían que consumir, en un afán desesperado de supervivencia, final­
mente la inanición debió aniquilar a todos los animales, hasta con­
vertir ciertos sectores en verdaderos cementerios. Esto se explica por
la enorme profusión de huesos fósiles que afloran en muchos sitios
donde las aguas han minado las cenizas volcánicas.

16 —
Los animales que emigrarían inesperadamente, lograrían única­
mente sobrevivir por mucho tiempo los más fuertes, como resultado
de la “selección natural” ; hasta adaptarse a los nuevos ambientes,
debieron sufrir notables modificaciones. Los “équidos” ancestrales, a
través de una larga evolución de más de 60 millones de años, desde
cuando aparecieron en Norteamérica, se extinguieron en este conti­
nente, sobrevivieron en el Viejo Mundo y luego retornaron cuando
los conquistadores españoles, los trajeron en el siglo XVI.
“Queda todavía por resolver, aún admitiendo la posibilidad de la
supervivencia de los mismos durante el holoceno” (13).
Estudios recientes han permitido descubrir restos fósiles que ates­
tiguan que ciertos animales como los caballos, camellos y mastodontes
legraron sobrevivir hasta hace unos 12.000 años, en el Continente
Americano, es decir hasta la glaciación Wiscosin (12.000 años), exac­
tamente contemporánea con la cultura Sandía de Nuevo México;
cuando el hombre ya se encontraba diseminado en muchos lugares del
Nuevo Continente, como cazador-recolector, así lo atestiguan las fe­
chas obtenidas por el radiocarbono en los siguientes yacimientos ar­
queológicos: Lewisville (Texas) con antigüedad aproximada de 33.000
años a.C.; Isla de Santa Rosa (California) con 27.650 -(- 2.500 a.C.;
Estado de México 20.200 -(- 2.600 a.C.; industria lítica muy tosca
en El Jobo y Muaco (Venezuela), de' 12.250 -)- 500 y 14.375 -f- 300
a.C. (14).
En el América del Sur, los instrumentos líticos más antiguos, han
sido descubiertos según R. S. MacNeich, en los yacimientos de Paccai-
casa: que va de 22.000 años a.C. a 16.000 años a.C. y en el valle de
Ayacucho de 16.000 años a.C. a 13.000 años a.C. (15).

(13) Santiana, Antonio. Nuevo Panorama Ecuatoriano del Indio. Tomo I,


Editorial Universitaria, Quito, 1966, pág. 41.
(14) Origen del Hombre. En: Correo (revista que publica la UNESCO).
Agosto-Septiembre, 1972, pág. 46.
(15) Mac. Neish, R. S. “L’Huomo Preistórico Nelle Ande”. En: Revista de
Scienze N9 42, Febrero 1972, Yol. VIII, Milán, págs. 75-76-77.

— 17
Restos humanos y artefactos líricos más antiguos del Ecuador.

Algunos paleontólogos creen que los últimos mastodontes que


existieron en el mundo, corresponden a los que ambulaban en los
altiplanos andinos de Sudamérica hace únicamente 6.000 años a.C.,
hasta la época posglacial, tesis que respalda a la contemporaneidad
del paleoindo ecuatoriano con estos grandes paquidermos y otros ani­
males que desaparecieron en la Epoca Reciente.
De ser así, podemos decir que nuestro país ya estuvo habitado
por los primeros aborígenes, antes de que se extinga la fauna pleisto-
cénica, según los siguientes hallazgos debidamente fechados: El cráneo
humano designado con el nombre de “Homo Otavalensis” encontrado
en 1957 en la cuenca del río Ambi, provincia de Imbabura, estudiado
por el Dr. David Davies en colaboración de los Dres. S. VVitsur, de la
Universidad de Cambridge, científico que sometió la calavera a la
prueba de radiocarbono y de H. P. Fremlim, profesor de la Univer­
sidad de Birmingham, experto en termoluminiscencia, determinaron
una antigüedad “.. . por lo menos de 28.000 años, pudiendo alcanzar
aún a los 40.000”, siendo los restos humanos más antiguos del Conti­
nente Americano. Esto quiere decir que el hombre llegó a nuestro te­
rritorio antes de la cuarta glaciación (hace más de 25.000 años)
(16). Cabe indicar que el cráneo, luego de haber permanecido por
muchos años en la Escuela Politécnica de Quito, solamente en 1973
fue establecida su datación.
En 1947 el Dr. Isidro Kaplan descubre en el sitio denominado
“El Inga”, provincia de Pichincha, pedazos de obsidiana, que demos­
traban haber sido utilizados por el hombre, luego comunicó este ha­
llazgo a Alien Graffham, el cual no solamente coleccionó puntas y
astillas de obsidiana sino además restos de fauna pleistocénica; las
muestras fueron dadas a conocer al Dr. Robert E. Bell, quien en 1961
realizó una excavación sistemática, recogiendo puntas de proyectiles,

(16) Salvador, Jorge. “Homo Otavalensis”. En: Diario “El Comercio”, Qui­
to, limes 5 de mayo de 1973, pág. 4.

18 —
cuchillos raspadores, en su mayoría son de obsidiana, en menor nú­
mero son de basalto. Los diminutos carboncitos de madera que se en­
contraron asociados a los instrumentos Uticos, al ser analizados por
el método radiocarbono, dieron una edad máxima de 9.030 -f- 144
años (17).
El autor de este artículo, realizó excavaciones en 1968 en la cue­
va de Chopshi, provincia del Azuay, en donde encontró puntas de
proyectiles, raspadores, buriles, cuchillos, martillos y lascas, de diver­
sos materiales como jaspe, sílex, calcedonia, lavas volcánicas silicifi-
cadas, basaltos, andesitas, calcitas y obsidiana; estos instrumentos lí-
ticos estaban asociados a una enorme cantidad de huesos de aves, ma­
míferos (y unos pocos huesos de pescado), en medio de abundante
polvo de origen eólico. Entre los artefactos de huesos de animales hay
cuchillos y perforadores; así como también pequeños fragmentos de
hematites y grafitos, inclusive estos colorantes, están pulverizados y
adheridos a piedras pulimentadas. Las muestras de carbón fueron en­
tregadas al Dr. Robert E. Bell, quien hizo analizar en el laboratorio
E. Mott Davis de la Universidad de Texas, arrojando las siguientes
fechas según el método de radiocarbono: 10.010 -|- 430 años, 8.480 -f-
200 años (18).

El Mastodonte de Alangasí y los artefactos humanos.

Cuando el Dr. Julio Arauz, desempeñaba el cargo de Subsecre­


tario de Instrucción Pública, el 11 de Abril de 1928, recibió la visita
del Teniente Político y del maestro de escuela de la parroquia de
Alangasí, quienes le informaron que unos escolares habían descubierto
un enorme esqueleto, en la quebrada de Cachihuaico, anejo pertene­
ciente a la parroquia de Alangasí, provincia de Pichincha. Esta no­
ticia de inmediato fue puesta en conocimiento del Dr. Homero Viteri

(17) Bell, Robert. Investigaciones Arqueológicas en el sitio “El Inga”, Ecua­


dor. Editorial, Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito, 1965.
(18) Reinoso, Gustavo. “Horizonte Precerámico de Chopshi”. En: Revista de
Antropología N“ 2, Sección de Antropología del Núcleo del Azuay de
la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Cuenca, Noviembre de 1970.

— 19
Lafronte, encargado del Ministerio de Instrucción Pública, por au­
sencia del titular, declaraciones expuestas por el mismo Dr. Arauz.
El Dr. Viteri, pidió a los doctores Franz Spillmann y Max Ulhe,
a que verificaran una investigación prolija mientras desentierren el
fósil . y no pasaran por alto, si, por casualidad, el esqueleto, se
encontraba acompañado de restos de origen humano” (19).
Después de haber cumplido la misión, sus desenterradores “. . . cre­
yeron había servido de comida del hombre, que había hecho una gran
fogata alrededor del animal muerto, junto a cuyos huesos se encontra­
ron puntas de obsidiana y fragmentos de alfarería, de lo que los des­
cubridores deducen que esta especie sobrevivió a los tiempos cuater­
narios, hasta aquellos en que en el Azuay florecía la cultura de Chau-
llabamba” (20).
Según Jijón y Caamaño, los cerámicos encontrados junto al es­
queleto, pertenecen exactamente a la cultura Chaupi-C.ruz, que flo­
reció un poco antes de la llegada de los españoles, expresándose así:
“. . . el fragmento decorado con blanco, negro y rojo, en cuanto puede
juzgarse por el dibujo, pertenece también a la última civilización de
Panzaleo; así, si estos artefactos son contemporáneos con el animal,
el mastodonte debió existir en el siglo XIV y XV de nuestra era, pues
esa alfarería, que llega al XVI, no puede ser mucho más antigua”
(Jijón, J. 1945, pág. 54.).
Jijón y Caamaño, supone que el mastodonte murió atascado en
el pantano y muy posteriormente cayeron en el ciénego los artefactos
humanos, hasta tomar contacto con las osamentas del animal. El co­
lor rojizo, que aparentemente daba la impresión de que la tierra ha
sido calcinada, se debió a la oxidación de los minerales ferrosos, co­
mo resultado de las reacciones químicas producidas por la putrefac­
ción de la carne del gran paquidermo.

(19) Arauz, Julio. “Nueva Historia de los Mastodones Ecuatorianos”. En:


Boletín de Informaciones Científicas Nacionales, Nos. 26-27, Casa de
la Cultura Ecuatoriana, Quito, Enero a Marzo, 1950, pág. 421.
(20) Jijón, Jacinto. Antropología Prehispánica del Ecuador. Quito, Ed. La
Prensa Católica, 1951.

20 —
Son muy frecuentes los hallazgos de esqueletos de faunas extin­
guidas en pantanos, tanto en la costa ecuatoriana, como en otras par­
tes así en los pozos de alquitrán del Rancho, La Brea, en California,
se encontró muchos esqueletos completos, ya que los animales al atas­
carse en los restos bituminosos, quedaban aprisionados para siempre,
luego el medio adecuado favorable impedía la descomposición total
del animal.
El Dr. Jorge Salvador Lara, con el fin de dilucidar la problemá­
tica del hallzago del Mastodonte de Alangasí y las circunstancias que
lo rodearon al descubrimiento, así como también a otros aspectos de
carácter científico; escribió una carta al Dr. F. Spillmann, profesor
de la Universidad de Viena. La contestación fue enviada el 26 de ma­
yo de 1963. Entre otras respuestas citaremos las siguientes: “Lo que
los hallazgos de Alangasí han demostrado es únicamente que ciertos
elementos de esta fauna cuaternaria, como p.c. el mastodonte, Mylodón
Wergneri y un pequeño caballo silvestre (Neohippus), bajo circuns­
tancias muy favorables y singulares de las condiciones ambientales
han sobrevivido por mucho tiempo, hasta el tiempo del hombre pre­
histórico, sin que la edad del hombre mismo tenga que ver algo con
la edad cuaternaria o el pleistoceno en su sentido geológico. El hombre
prehistórico, al llegar a tierras ecuatorianas, o sea al valle interandino,
ha encontrado allí, aún estos sobrevivientes de la fauna cuaternaria”.
Más adelante continúa Spillmann: “Objetos de obsidiana no se
han encontrado con el esqueleto del Mastodonte de Alangasí, fue
hallada una flecha incrustada en el occipital del cráneo de este ani­
mal, de un tipo mucho más rústico, muy parecido a objetos de piedra,
como los que posteriormente he encontrado en grandes cantidades en
una civilización Proto-Chavín, en mis excavaciones cerca de Cajamar-
ca, en el Perú. El original de esta flecha de piedra debe existir tam­
bién en mis colecciones” (21).

(21) Salvador, Jorge. “Nuevos datos sobre el Problema de la Antigüedad del


Hombre en el Ecuador”. En: Anales de la Universidad de Cuenca, To­
mo XXV, N* 2, Abril-Junio de 1969, pág. 78.

— 21
Por otra parte el paleontólogo Roberto Hoffstcttcr, que fue
miembro de la Misión Científica Francesa y desempeñó la cátedra
de Paleontología en la Escuela Politécnica Nacional, dando contesta­
ción a una serie de preguntas formuladas por el Dr. Jorge Salvador
Lara, que por incumbir al tema que estamos tratando, nos permiti­
mos copiar textualmente la pregunta y la respuesta, que se relaciona
a la coexistencia de los mastodontes con el hombre en el Ecuador.
Si el hombre vivió en el Ecuador 10.000 a.C. ¿habría sido posi­
ble una contemporaneidad con el mastodonte y con otros animales
que Spillman señala como posibles asociados? (pregunta del doctor
Salvador L.).
“En resumen, basándose en los hechos conocidos, no veo ninguna
prueba de la convivencia en el Ecuador, de los primeros hombres con
los animales hoy extinguidos. Eso no significa que niego tal posibili­
dad. Estoy listo a inclinarme ante un hecho nuevo, con tal que se trate
de una observación científicamente comprobada” (respuesta de Ro­
berto Hoffstetter).
Bien pudo la excavación haber sido ejecutada con toda la deli­
cadeza que exigía el caso, permitiendo a los experimentos científicos,
una visión clara de la asociación espacial de los artefactos humanos
con los huesos del paquidermo fósil; pero quizá no tomaron suficien­
tes precauciones en la hermenéutica adecuada del medio circundante,
lo que’ les permitió una interpretación errónea, al creer en la contem­
poraneidad del mastodonte con el hombre, en una época casi reciente.
J. Jijón, al realizar un estudio prolijo de las publicaciones de F. Spill-
mann y M. Ulhe, concluyó que los cerámicos que estaban asociados
al animal, eran de una época poco anterior a la conquista incásica.
Lamentablemente para la ciencia, el mastodonte ya bien recons­
truido, fue destruido en el incendio de la Universidad Central de
Quito, ocurrido en 1929.
En lo referente a las puntas de flecha, el Dr. Spillmann, dice que
deben reposar en la Escuela Politécnica de Quito, sin embargo a pesar
de las continuas búsquedas, todavía no han sido localizadas.
Como dice cierto autor: El descubrimiento del Mastodonte de

22 —
Alangasí y los artefactos humanos, desde un comienzo habían surgido
envueltos en medio de la fantasía y la confusión, debido a las propias
declaraciones rimbombantes de Spillmann y a las tergiversaciones de
los reporteros que entrevistaban a Spillmann y Ulhe, aunque el nom­
bre de este último no repercutió mucho.
Los científicos inicialmente manifestaron que habían encontrado
puntas de obsidiana y fragmentos de alfarería junto al esqueleto del
mastodonte, por lo que dedujeron, que este animal sobrevivió a la
Edad Cuaternaria.
En 1963, en una carta que escribió Spillmann, desde Viena al
Dr. Jorge Salvador Lara, niega haber encontrado objetos de obsidiana
con el Mastodonte de Alangasí y afirma más bien que halló una fle­
cha incrustada en el occipital del cráneo de este animal, de un tipo
mucho más rústico, muy parecido a los objetos de piedra que encon­
tró en una civilización Proto Chavín, en el Perú.
Al estudiar detenidamente las declaraciones de Spillmann, en­
contramos profundas contradicciones como éstas:
1? En cuanto al material empleado en la fabricación de los ins­
trumentos líticos, al decir primero que fueron de obsidiana
y luego negar tal encuentro;
2 Inicialmente pluralizó el hallazgo de las puntas y finalmente
°

dice que fue hallada una flecha únicamente.


39 Una cosa es “.. . junto a cuyos huesos se encontraron puntas
de obsidiana” y otra es .. fue hallada una flecha incrus­
tada en el occipital del cráneo de este animal”, lo que com­
promete más todavía la contemporaneidad del hombre con
este fósil de la fauna del Cuaternario.
Para que el lector tenga una idea más clara, de la serie de pro­
blemas que trajo el hallazgo del Mastodonte de Alangasí, nos permi­
timos copiar algunos párrafos de críticas al Dr. Spillmann:
“Desde el comienzo del estudio llega una confusión muy deplo­
rable; al principio, al esqueleto de Alangasí, Spillmann lo identificó
como hermano del de Proaño, creando el nombre de Bunolophodon
Ayora-Spillmann, tanto que al hablar del de Alangasí se hacia re­

— 23
tratar junto al de Proaño, porque, seguramente, el primero aún no
se hallaba con soportes y en pedestal; Ayora, porque era entonces
Presidente de la República eL Dr. Isidro Ayora y Spillmann por ser
el desenterrador, siendo así que si era el mismo que el de Proaño, ya
estaba bautizado de años atrás”.
Posteriormente, el 21 de Abril, “El Día" (Periódico de Riobam-
ba) trae una ilustración fotográfica del cráneo con dos colmillos, del
ejemplar Proaño, con la leyenda “Tetrabclodón, Nov. Spec. Ayora
Spillmann. Sigue pues, la igualdad de las dos bestias, pero ahora es
tetra, lo que quiere decir que es de cuatro colmillos. Las fotografías
del mastodonte de Alangasí, empezaron a circular muy posteriormen­
te, cuando ya se le reconstruía al animal; en ellas se puede apreciar
la falta del colmillo derecho”.
“Es sólo en 1931, que el Dr. Spillmann publica en el Ecuador
por intermedio de la Universidad Central, pero en alemán, un estudio
sobre: “Die Saugetiere Ecuador im Wandel der Zeit”, 8", 112 p. 25
Fig. Pero aquí, el tal Tetra desaparece y en cambio entran en escena
dos especies, una correspondiente a Riobamba y otra correspondiente
a Alangasí, la primera con el nombre de Bunolophodon Ayorae y la
segunda con Bunolophodon Postrcmus. El primer nombre, bien se
ve, corresponde al mastodonte encontrado y descrito por el Dr. Proa­
ño; luego, no le cuadra el Ayora a pesar de haber sido uno de los
buenos mandatarios que hayamos tenido. El nombre de Postremus
iría bien para el de Alangasí, con la añadidura de Spillmann como
padrino. Mas, parece, que estudios recientes han vuelto a identificar
como uno a los dos animales en cuestión, y de ser cierto desaparecería
el Postremus quedando en pie únicamente el “Masthodon Chimborazi-
Proaño, que bien lo merece nuestro ilustre compatriota”. (Boletín de
Informaciones Científicas Nacionales, Vol. III Nos. 26-27-1950, pág.
422-423).
Alfredo Costales Samaniego, en 1950, con el objeto de “. . . am­
pliar más este sonado descubrimiento del Dr. Proaño que Spillmann
lo presenta como suyo (se ha visto en) la necesidad de acumular

24 —
pruebas documentadas, a fin de arrancar el disfraz con que se ha pre­
sentado este descubrimiento a los paleontólogos de este tipo’’.
‘'La brillante exposición del Dr. Arauz y la concienzuda lógica
de sus argumentos no pueden ser rqás claros ni más veraces; por eso
nosotros después de pacientes rebuscas, hemos querido robustecer su
sano criterio dando al mundo de la ciencia los documentos que una
vez más confirman el descubrimiento del Dr. Proaño”.

En el año 1894 se daban noticias del descubrimiento en los perió­


dicos locales de Riobamba y muchas revistas científicas de Europa
reprodujeron la descripción del paquidermo fósil. Por desgracia esas
publicaciones desperdigadas, pronto cayeron en el olvido y aprove­
chando esta disyuntiva Spillmann se hacía tomar fotografías junto al
mastodonte en referencia, arguyendo que se trataba del Bunolophodon
Ayora Spillmann, descubierto por él en Alangasí” (22).
La Dra. María Angélica Carluci, en 1960, expone: “Mas el pro­
blema de la antigüedad no puede resolverse por simple comparación
tipológica; los datos que poseemos no nos permiten llegar a conclu­
siones definitivas. El hallazgo del mastodonte de Alangasí por Spill­
mann, (1931) cuya asociación con el hombre se sostuvo por bastante
tiempo pudo —de ser cierta esta asociación— establecer de modo
definitivo la fecha de antigüedad del hombre en el Ecuador, la cual
queda todavía por precisar” (23).

VISION ARQUEOLOGICA

El cráneo de Punín (Cráneo de Chalán).

Estas sucintas descripciones geográficas, geológicas y paleontoló-

(22) Costales, Alfredo. “Masthodon Chimborazi-Proaño'\ En: Boletín de In­


formaciones Científicas Nacionales, Casa de la Cultura Ecuatoriana,
Vol. Ill, N* 35, Diciembre de 1950, págs. 372-373.
(23) Carluci, María Angélica. Industria de Piedra Tallada. México, 1960,
pág. 3.

— 25
gicas, hasta cierto punto pueden corroborar a una mejor interpreta­
ción de la antigüedad de los vestigios humanos encontrados en estos
lugares, que en tiempos prehistóricos muy remotos, han sido frecuen­
tados por los primitivos dolicoides, como lo atestiguan los cráneos
alargados, que a través de milenios se han conservado en el seno de
las cenizas volcánicas.
El primer cráneo fue encontrado el 2 de noviembre de 1923, en
el fondo de la quebrada de Chalán, hoy perteneciente a la parroquia
de Licto, provincia del Chimborazo.
El resto humano, que corresponde sin lugar a dudas al Paleoindo-
americano, fue bautizado con el nombre de “Cráneo de Punín”, to­
mando en cuenta el nombre de la población vecina “Punín”, y no del
lecho fosilífero de “Chalán”, en donde fue localizada la calavera.
El descubrimiento del cráneo, se debe a G. H. Tate, ayudante
de campo del naturalista Dr. E. H. Antony, ambos personajes eran
miembros de una misión científica norteamericana, que vinieron aus­
piciados por el Museo Americano de Historia Natural, encargada en
realizar estudios de los mamíferos existentes en la República del Ecua­
dor; además estos hombres de ciencia debían ampliar sus investiga­
ciones dentro del campo de la Paleontología, para luego rendir el
informe correspondiente, como resultado de los trabajos realizados
en este país.
Cuando los científicos norteamericanos visitaron la ya célebre
quebrada de Chalán, encontraron a lo largo del lecho fluvial, una
gran cantidad de huesos de los animales mamíferos que vivieron en
el pleistoceno. Cabe indicar que las osamentas proceden únicamente
de determinados sectores, generalmente en donde se forman gargantas
angostas, de paredes verticales, desplomadas por el peso de los sedi­
mentos volcánicos, o de pequeñas parcelas donde el agua lluvia ha
lavado las tierras superficiales, ya que se hallan desnudas de vegeta­
ción, en uno y otro caso, los huesos afloran semienterrados y dispues­
tos caóticamente en la endurecida ceniza volcánica, debido a los iones
de calcio y silicio, estos materiales se han cementado fuertemente al
combinarse con el oxígeno contenido en el agua de infiltración.

26 —
G. H. Tate, al recorrer a lo largo de la quebrada de Chalán,
examinando los estratos geológicos y recolectando los huesos minera­
lizados, entre otros de los siguientes animales extinguidos: caballos,
camellos, mastodontes; en un momento dado, localizó inesperadamen­
te un cráneo humano, e inmediatamente comunicó a su director E.H.
Antony.
El sitio en donde se halló el cráneo, estuvo ubicado al costado
izquierdo de la quebrada, a unos 6 ó 7 pies de altura más o menos,
con relación al lecho del curso de agua, que corría en ese entonces.
Luego de haber puesto al descubierto lo suficiente como para tomar
fotografías en el lugar exacto del descubrimiento, procedieron a le­
vantar la calavera: “El cráneo, cuando recién se lo extrajo, estaba tan
húmedo y tan excesivamente frágil que se rompió por su propio peso.
Una vez que se hubo secado al aire, el tejido óseo se endureció ad­
quiriendo la misma consistencia que los demás huesos de caballos,
camellos, mastodontes, etc.; encontrados en la quebrada” (24).
El cráneo había estado dispuesto con los dientes dirigidos hacia
arriba, asentado en una capa de ceniza volcánica un tanto blanda,
humedecida, de coloración blanquecina, la misma que se superponía
sobre un piso de cienita rosácea, un tanto desmoronadiza, de granu­
lación gruesa. Esta roca subyacente aparece con frecuencia en el cur­
so medio superior de la quebrada, en donde se ha producido, marca­
dos desmantelamientos de los materiales de fondo, por la erosión
fluvial.
El espécimen humano, al parecer había llegado a la capa de ce­
nizas volcánicas, arrastrado por las aguas corrientes, que son muy
impetuosas cuando se producen fuertes tempestades en las épocas llu­
viosas, no así en el estiaje, el torrente es insignificante, incapaz como
para portar restos óseos.
Los sabios norteamericanos, por lo que pudieron observar, en un
tiempo relativamente corto, hizo que sean muy breves en la búsqueda

(24) Antony, E. H. El cráneo de Punín. Versión Castellana de Arturo Me-


neses P. En: Anales de la Universidad Central del Ecuador, Tomo
LX, 1938, N* 304, pág. 733.

- 27
de otros huesos, presumiendo que el resto del esqueleto fue arrastrado
por la corriente.
Antony anota: “Aunque los restos de los mamíferos del pleistoccno
se hallan regados en toda la extensión de la quebrada de Chalán, hay
algunos sitios en que no se encuentran un solo hueso; sin embargo
estos vacíos no abarcan grandes distancias. El cráneo humano se en­
contró precisamente en uno de estos intervalos y por este motivo no
se puede informar con certeza su asociación con caballos, camellos y
mastodontes. De todas maneras es un lecho que los huesos de estos
mamíferos se hallan a una distancia de 50 a 100 metros de este sitio
y casi dentro de tres cuadrantes de la brújula, y yo juzgaría que la
ribera es del mismo origen geológico que las capas geológicas más
cercanas que contienen fósiles, aunque de apariencia algo desfigurada
por efecto de las coladuras”.
El cráneo al encontrarse en estas circunstancias, de desubicación
primigenia ocasionada por el arrastre fluvial, demuestra una falta de
correlación cultural y temporal con los estratos geológicos pleistocé-
nicos, imposibilitando hasta cierto punto una clara interpretación,
como para poder establecer elementos de juicio firmes y sacar con­
clusiones perfectamente bien establecidas; sin embargo, al parecer no
se descarta la posibilidad de que el cráneo proceda de algún estrato
del pleistoceno superior, ya que en este período, el hombre ya hizo
presencia en el continente sudamericano, como tendré la oportunidad
de explicar.
Un caso más o menos análogo al hallazgo del “Cráneo de Punín” ,
ocurrió con el llamado “Hombre de Vero”, del Estado de Florida,
EE. UU.; cuando en 1916 “.. . e n un depósito correspondiente a un
antiguo curso de agua, sobre el Indian River. Huesos de mamut y de
otros animales extinguidos, se hallaron cerca del cráneo, aunque no
en directa asociación con el mismo. Ello no obstante es muy probable
que todos los restos sean de la misma edad. La pieza es dolicocéfala
y alta” (25).

(25) Canals Frau, Salvador. Prehistoria de América. Editorial Sudamerica­


na, Buenos Aires, 1959, 2a. Edición, pág. 242.

2o —
Según los estudios antropológicos, el cráneo de Punín corres­
ponde a una mujer de avanzada edad; presenta los rasgos anatómicos
morfológicamente primitivos. Es de forma dolicoide: largo y bajo,
cara ancha y corta, ligeramente proyectada hacia adelante, sus órbi­
tas son bajas, el arco dental es diminuto, los dientes son grandes, con
carcomas similares a las dentaduras de los cráneos australianos, pro­
ducidas por las irregularidades de la masticación.
En 1925, los antropólogos norteamericanos Louis R. Sullivan y
Milo Heilman, estuvieron de acuerdo que el cráneo de Punín, era el
ejemplar humano más antiguo encontrado en la República del Ecua­
dor, hasta entonces, por otra parte manifestaron que pertenecía al
mismo tipo de los de Lagoa Santa.
El ya citado americanista argentino-español, Salvador Canals
Frau, en su obra titulada “Prehistoria de América”, refiriéndose al pu-
ninoide dice: “Solo algo mejor y más firme es la situación que co­
rresponde a un segundo hallazgo sudamericano que ha tenido también
gran trascendencia y posee innegable valor. Nos referimos al llamado
cráneo de Punín, aldea situada cerca de Riobamba, en la parte cen­
tral de la República del Ecuador”.
El alemán Von Eickstedt, da tal importancia al Cráneo de Pu­
nín, que lo llama con el nombre de “Puninoidcs” a todos los restos
humanos de pretendida gran antigüedad.
Para M. Gusinde, el Cráneo de Punín “.. . representa nada más
que uno de los tipos más groseros y toscos, que no son raros en toda
la América del Sur” (26).

MEDIDAS CRANEOMETRICAS

Louis R. Sullivan y Milo Heilman en 1925, a pesar que tomaron


medidas directamente en el crancóforo de Mollison y con el Ansteck-
goniómetro, los resultados comparativos, no coincidieron en su tota-

(26) Gusinde, M. El Tipo Antropológico del Indio Sudamericano, Vol. III,


Nueva York, 1952, pág. 381.

— 29
lidad, por lo que ambos investigadores volvieron a medir, obteniendo
como resultado las siguientes cifras craneométricas aproximadas, debi­
do a que fue restaurada la parte basal del cráneo de Punín:
Capacidad craneal (calculada con la fórmula) ........... 1275 ???cc.
Longitud máxima ............................................................... 186 mm.
Anchura m áxim a................................................................... 132
Altura bacio-brcgmática (basio restaurada) ..................... 124 ???
Altura audio bregmática ..................................................... 109
Altura del oído al apéndice ,.................................................. 115
Diámetro frontal mínimo ..................................................... 89
Basio-nasio (basio restaurado) ........................................... 93 ???
Basio prostio ......................................................................... 97 ???
Anchura zigomática máxima (x2) ................................... • 125 ???
Altura de la cara superior................................................... 60 ? ? ?
Altura nasal ......................................................................... 42
Anchura nasal (x2) ............................................................. 25 ???
Anchura orbital desde el máximo frontal ....................... 41
Anchura orbital desde el dacrión......................................... 40
Anchura orbital desde el lagrimal ....................................... 39
Altura orbital ...................................................................... 29
Longitud máxilo-alveolar ..................................................... 53
Anchura máxilo-alveolar ..................................................... 58

Angulos.

Angulo del perfil-nacio-prostio-plano ojo-oído ................. 80 a 81


Angulo alveolar-plano ojo-oído ........................................... 66
Bregma-nasio plano ojo-oído ............................................. 52
Bregma-glabela plano ojo-oído ........................................... 47

Indices.

Longitud-anchura ................................................................. 71.0


Longitud-altura ................................................................... 66.7 ???

30 —
Anchura-altura ..................................................................... 94.0 ???
Longitud-altura desde el oído (bregma) ........................... 58.6
Longitud-altura desde el oído (ápice) ............................... 61.8
M ódulos................................................................................... J47
Fronto-parietal transverso ..................................................... 67.5
Proyección alveolar ............................................................. 104.3 ???
Cráneo-facial transverso....................................................... 94.5
Facial superior ................................................. 48.0 ?
Nasal ..................................................................................... 59.6 ?
Orbital (máxilo-frontal) ..................................................... 69.2
Orbital (dacrión) ................................................................. 72.5
Orbital (lacrimal) ................................................................. 74.4
Máxilo-alveolar ..................................... r.............................. 109.3

Nuevo cráneo dolicoide descubierto en Punín.

Aproximadamente a unos doscientos metros al oeste de la con­


fluencia de la quebrada de Chalán con la quebrada de Pucayacu, en
el sector denominado Pailapata, planicie que se halla dentro la juris­
dicción de Punín; el agricultor Lucas Antonio Paredes, mientras abría
una acequia, observó que en el ángulo nororiental de una parcela de
alfalfa, se había producido un ligero hundimiento del terreno, a causa
de la infiltración del agua, intuyendo de inmediato por experiencia,
sabía que posiblemente se trataba de un ‘‘sepulcro de los incas”. Este
acontecimiento comunicó el 8 de septiembre de 1972, al conocido ne­
gociante de huesos fósiles y piezas arqueológicas señor Florencio Sarna-
niego Santillán, vecino de la parroquia de Punín. El mismo día, las men­
cionadas personas, provistas de pico y pala procedieron a excavar el
terreno, abriendo un hueco de forma ovoidal de 1,20 metros de diáme­
tro mayor por un metro de diámetro menor y 2,50 metros de profun­
didad.
En el seno de una capa homogénea de ceniza volcánica, encontra­
ron un esqueleto humano acostado de oeste a este. Según decir del se­
ñor Samaniego, en una conversación con el autor de este artículo, ex-

-3 1
Norma anterior del cráneo dolicoide descubier­
to en la planicie de Punín en 1972.

presó: ‘‘Lo que más me interesaba era la calavera, de ahí que traté de
~ sacarle con todo cuidado, ya que después de muchos años de búsqueda,
encontré por fin un cráneo alargado, que muchos gringos y sabios ex­
tranjeros me han pedido, ofreciéndome pagar hasta cinco mil sucres,
así es que si usted desea puede llevarse ahora mismo, siempre y cuan­
do me pague este precio, y eso que no le doy por gramos como he
vendido los huesos fósiles de la quebrada de Chalán, ya que a mí tam ­
bién me cuesta tiempo, trabajo y sobre todo dinero para comprar un
trago para dar a los indios que van a buscar los huesos después de
las tempestades”.
En realidad el señor Samaniego, además de tener una regular
cantidad de huesos fósiles de animales, cráneos braquicéfalos y ollas

32
de barro de la cultura Puruha, mantenía con cierto sigilo, un cráneo
auténticamente dolicoide, de características similares al descubierto
por G. H. Tate, a unos 500 metros de distancia aproximadamente.
El maxilar inferior a la altura del mentón, se había roto debido
a la falta de pericia al momento de su extracción. Pude constatar ade­
más el hoyo abierto, en donde todavía yacían pequeños fragmentos
óseos entremezclados en las cenizas volcánicas.
De todos modos a pesar de la cautela con que procedía su dueño,
me permitió tomar algunas fotografías a colores, del segundo cráneo
dolicocéfalo encontrado en esos lugares.

Instrumentos líticos de la quebrada de Chalán.

En la segunda expedición preliminar que tuvimos la oportunidad


de realizar a la quebrada de Chalán, el 24 de julio de 1972, pudimos
localizar un instrumento lítico de factura muy primitiva, estuvo aso­
ciado a los restos óseos, de los mamíferos que vivieron en el tercer in­
terglacial pleistocénico. Todos estos vestigios permanecían en el seno
de un conglomerado de origen fluvial; de cantos rodados andesíticos
anfibólicos, cienitas y cuarzos, muy consolidados por las cenizas vol­
cánicas impregnadas de sales calcáreas. •
El conglomerado en mención forma una capa encajada en la pa­
red de la cepiza volcánica, con un ligero socavón, minado posiblemen­
te por las aguas corrientes producidas por las fuertes lluvias de la
Cuarta Glaciación.
Los vestigios del antiguo lecho fluvial se patentizan en grandes
rodados, gravas, arenas, huesos fragmentados y enteros, de los animales
extintos del pleistoceno.
La capa fluvial, delgada y de áspera superficie por la profusión
de los materiales líticos y óseos, contrastan con los perfiles casi verti­
cales de las cenizas volcánicas.
Las rocas a través de milenios, se han impregnado de distintas-
sales minerales, por efecto de la humedad. La infiltración secundaria
ha sido lenta, continua y bastante uniforme.

- 33
El carbonato de calcio, es el que mayormente ha cementado los
depósitos eruptivos, aumentando notablemente la fuerza de cohesión,
efecto que repercute considerablemente en la dificultad con que se
tropieza, al extraer los quebradizos huesos y otros objetos que el in­
vestigador precausivo, cree conveniente poner al descubierto sin des­
truirlos.
Generalmente en las estaciones secas, la pared enhumedecida
presenta la superficie cubierta por manchas de afloramientos salitrosos
blanquecinos esponjosos, que a veces sobrepasan los tres centímetros
de espesor.
El sitio en donde encontramos el instrumento lítico se halla al
Sur 65p Este del poblado de Punín, aproximadamente en la parte me­
dia superior de la quebrada de Chalán, a 2.900 metros sobre el nivel
del mar; unas pocas decenas de metros más hacia arriba del puesto,
en el que encontró el “Cráneo de Punín” G. H. Tate. Para ser más ex­
plícito, hacia la derecha de la indicada quebrada, donde el cauce des­
cribe un recodo con dirección oeste, al pie de una serie de cárcavas
en escalinatas, producidas por algún movimiento terráqueo.
Milenios atrás, a la altura del recodo, ha existido un ligero re­
manso. logrado por un breve perfil de equilibrio de trayecto, de ahí
que han quedado abandonadas las piedras, arenas y huesos de dife­
rentes espesores.
Al reanudarse la erosión, el arroyo ha socavado su dulcificada
pendiente, variando ligeramente su cauce, siendo este el motivo por
el que la pequeña franja conglomeró tica no haya sido arrastrada,
aunque en parte se ha minado su asentamiento, quedando en falso los
detritos fluviales, fuertemente consolidados.
La cobertura de cenizas volcánicas tiene una altura de 8,70 me­
tros; por debajo de ésta se halla la capa detrítica fluvial antigua que
tiene poco más o menos un metro de espesor, en un trecho casi de
9 metros. El ancho de la capa intrusiva, por lo que se pudo hacer un
pequeño corte y observar los perfiles laterales derrumbados, práctica­
mente no llega a un metro.
Adosado a la base del estrato fluvial, hay un banco de ceniza vol-

34 —
canica de características similares a la superficial. Para llegar a esta
pequeña plataforma, de poco más de un metro de ancho por unos 2,50
metros de largo, tuvimos inicialmente que trepar con dificultad, no
solamente por la presencia del barranco, sino por lo resbaladizo del
terreno humedecido, con la permanente filtración del agua; pero tan
pronto como nos percatamos de que también en la margen derecha
había fósiles y sobre todo se vislumbraba una piedra que parecía ta­
llada intencionalmente por el hombre, nos despertó un aliciente, que
nos indujo a realizar un examen minucioso del terreno.
Para facilitarnos una movilización menos penosa, utilizamos dos
trabajadores con picos y palas, a fin de que procedieran a excavar
pequeños huecos a manera de una gradería, cada horamen, cuando
más, permitía colocar un pie, para poder subir y bajar con mayor co­
modidad.
Como no todo el sector, a lo largo del barranco que concentra­
mos nuestra atención, disponía de la pequeña plataforma aludida, que
facilitaba enormemente nuestro trabajo, se tuvo que excavar la pen­
diente, siguiendo la base del lecho fluvial prehistórico, no exactamen­
te el terreno depositado “in situ”, sino el material desplomado de la
pared contigua, en donde se encontraron dos molares de caballo. Esta
excavación a manera de un sendero, sirvió de base de sustentación de
los investigadores, que extrajeron los fósiles, que se describirán mas
hacia adelante.
El pequeño banco de superficie plana desciende verticalmente 2,30
metros, hasta llegar a una acequia que pasa por el pie y va a regar
un espacio exiguo de pasto artificial. El arroyo está a una distancia de
4 metros y a un desnivel de 40 cm. de la acequia. En este sector, la
quebrada tiene una decena de metros de ancho.
La escasa vegetación surge aisladamente con más frecuencia en
las irregularidades de las paredes de la margen derecha de la quebra­
da, mientras que hacia el fondo y en la ladera de la izquierda, las asocia­
ciones achaparradas y arbustivas son más desarrolladas y abundantes.

— 35
Instrumento lírico.

Esta serie de minuciosos detalles reviste importancia, ya que nos


ayudan a formar juicios muy prudentes, de manera especial en lo
que concierne al instrumento lítico de posible manufactura primitiva,
encontrado en el lecho fluvial fosilífero de Chalán.
El instrumento lítico, luego de haber sido arrastrado por la co­
rriente, ha quedado abandonado entre las piedras y arenas, a 91 cen­
tímetros de profundidad de la toba volcánica. Estaba semienterrada

Dentro del círculo aparece un raspador “in situ”, quebrada de Chalán, pro­
vincia del Chimborazo-Ecuador.

la parte proximal y media, mientras‘que la distal expuesta libremente


a la intemperie. En su alrededor se hallaban lapillis, arenas y polvos
finísimos de origen volcánico, además fragmentos de rocas de meta­
morfismo termal, fuertemente adheridos los unos con los otros; desde
luego las concreciones calcáreas han desempeñado el papel más im­
portante en el endurecimiento de los materiales volcánicos. La pieza
lítica dispuesta en posición inclinada, con el eje más largo en dirección
Norte 20p Oeste. A un centímetro de distancia hacia abajo, se encon-

30 —
tró un canto rodado de cienita de 4 centímetros de diámetro mayor y
hacia la derecha, otro rodado de una dimensión mucho mayor con
v pequeñas esquirlas de huesos fósiles pegadas a la roca.
No obstante, a pesar de que estábamos de acuerdo, de que se
trataba de un instrumento de fabricación humana, primeramente ob­
servamos “in situ”, sin mover la pieza, procurando establecer las po­
sibles causas y efectos que originaron los tallados tan bien logrados.
Todas estas precauciones eran muy necesarias, ya que se hallaba en
un antiguo depósito fluvial y no era difícil de que se tratara de un
eolito (canto rodado de sílex u otro material pétreo, que en ciertos
casos se halla ligeramente desbastado y que se supone que fue usado
por los primeros hombres de la tierra).
No está por demás hacer paréntesis y dar una mirada retrospec­
tiva a la segunda mitad del siglo pasado, cuando el Abate francés
Luis Bourgeois, encontró cerca de Thenay, departamento de Loir-et-
Cher, Francia, una gran cantidad de sílex tallado, por lo que el men­
cionado sabio, sostuvo que eran herramientas del hombre que vivió
en el período Terciario y que los utilizó para cortar, taladrar y raspar
los materiales que disponía en ese entonces.
A principio de este siglo L. Capitán y G. d’Ault du Mesnil, de­
mostraron que los agentes naturales, podían producir efectos simila­
res a los que realiza el hombre, en el tallado de las piedras. Estos
objetos líticos de formas especiales se denominaron eolitos “piedras
pertenecientes a la época de la aurora de la humanidad”.
En todos los continentes se han encontrado eolitos, que inicial­
mente han sido atribuidos a la mano del hombre; pero hoy sabemos
que ciertas causas naturales, son capaces de originar formas que erró­
neamente suelen ser a menudo interpretadas como artefactos huma­
nos; tales son las caras de ciertos pedernales encontrados en los es­
combros morrémicos, producidos por las presiones de los glaciares y
efectos de los deshielos; en los lechos fluviales, donde ciertas piedras
se descantillan a consecuencia de los fuertes impactos que reciben por
la violencia de sus torrentes; por la presión de las tierras; por las
grandes oscilaciones térmicas diurnas y nocturnas; por las presiones

— 37
ejercidas con el piso de grandes animales; debido a los oleajes de los
mares que rompen los frágiles pedernales, al ser arrojados contra los
acantilados; en todos estos casos, a veces los labrados son maravillo­
samente concebidos, como si se trataran de instrumentos artificiales.

Características de la pieza lítica.

El instrumento lítico consiste en una lasca, desprendida de la


parte exterior de un núcleo de basalto de folor negro, en que se ha
conservado el cortex pulimentado por la fricción causada por los agentes
naturales. La cara opuesta al cortex, además de estar pulimentada
Trregularmente, presenta pequeñas fisuras originadas posiblemente por
cambios climáticos o debido a las fuertes presiones que podía haber
soportado. Dos de sus bordes están delineados en cortes de perfiles
verticales, de aristas agudas perfectamente definidas, aunque las aris­
tas del talón son ligeramente redondeadas. No tienen tallados de nin­
guna clase. Unicamente en la parte distal, hay nítidas huellas de reto­
que bifacial semiabrupto de manera continua e irregular. Hay un des-
cantilamiento con una cicatriz bulbar. Los retoques están semipuli-
mentados posiblemente debido a la utilización intensiva del instrumen­
to que otrora debió servir como un raspador de pieles; o por el roce
continuo de finos materiales arrastrados por la corriente fluvial, aun-
que^esta última causa debió influir mayormente en la pulimentación
de la pieza lítica.
Su tamaño es regular y puede asirse con toda comodidad; si se
toma por sus lados de contornos redondeados. En general la pieza pre­
senta una pátina muy pronunciada, por lo que da la idea de que debe
tener una notable antigüedad, si tomamos en cuenta el estrato geoló­
gico en que fue encontrado, posiblemente sea hasta el momento el
instrumento lítico más antiguo conocido en el Ecuador. Al parecer,
la capa geológica de origen fluvial en que fue hallado el instrumento
corresponde a la cuarta glaciación.
Es de anotar que el raspador está cubierto de soluciones calcá­
reas blanquecinas, íntimamente adheridas a la superficie.

38 —
Dimensiones de la pieza.

Forma ......................................................................... romboide


Diagonal mayor ......................................................... 118 mm.
Diagonal menor ......................................................... 83 mm.
Espesor máximo ....................................................... 25 mm.

Otros instrumentos líticos

A fines del mes de septiembre de 1972, en una excursión que rea­


licé con el Geólogo Marco Erazo, Ledo. Nicanor Merchán e Ing. Edgar
Coronel; a lo largo de la quebrada de Chalán, pudimos coleccionar

Raspador de basalto de la quebrada de Chalán,


provincia de Chimborazo.

39
numerosos fragmentos de huesos fósiles de los mamíferos del pleisto-
ceno; además en pleno lecho del curso medio, localizamos dos instru­
mentos Uticos, al parecer demuestran tener una notable antigüedad,
tanto por su oxidación como por su tipología. Los artefactos mencio­
nados corresponden a un martillo de forma trapezoidal con su extre­
mo distal muy desgastado por el intenso uso; el otro instrumento es un
raspador de forma encarenada, con varios retoques obtenidos por un
percutor duro.

Restos fósiles.

A tres metros de distancia del sitio en que fue descubierto el ras-

Huesos fósiles de los mamíferos que vivieron en el


tercer período interglacial pleistocénico, quebrada de
Chalán, provincia del Chimborazo.

40 —
pador de basalto aludido en las líneas anteriores, se localizó un pe­
queño yacimiento de huesos fósiles, entremezclados en una capa de
cenizas volcánicas de una coloración ligeramente negruzca, debido al
contenido de una regular cantidad de materia orgánica, procedente
de la descomposición de las raíces de las plantas que han llegado en

Barranco de la margen derecha de la quebrada


de Chalán, que contiene huesos fósiles de los
mamíteros que vivieron en el período pleistoceno.

busca del preciado líquido, pues el terreno es completamente húmedo;


en su base hay escurrimientos de pequeñísimas cantidades de agua
salobrina, que llega hasta la acequia que pasa al pie del barranco,
y suministra riego a un retazo de tierras, sembrado de ray grass, ubi­

— 41 -
cado a unos pocos metros más abajo del yacimiento fosilífero de la
margen derecha de la quebrada de Chalán.
A causa de la presión de los sedimentos volcánicos suprayacentes,
los huesos están fracturados y hasta triturados en pequeñísimas es­
quirlas.
Entre las piezas óseas mejor conservadas figuran una mandíbula
fracturada, 12 dientes y 8 muelas de caballos antiguos, una mandíbula
y una pata de camélido y una cornamenta de cérvido; la identidad
de los demás huesos no se pudo establecer. A pesar de que este yaci­
miento fosilífero está casi junto al sitio en donde fue encontrado el
raspador, sin embargo no existe ninguna correlación geológica, ya que
el raspador fue encontrado en un conglomerado intrusivo fluvial más
reciente y los huesos de las especies desaparecidas se hallaban “in situ",
únicamente las dislocaciones verticales han escalonado el terreno de­
bido a un regular hundimiento que forma un talud de desmorona­
miento.

Los cráneos de Punín y otros dolicoides.

Por los estudios realizados en Australia y Melanesia, al igual que


en América, las primeras migraciones humanas posiblemente estaban
constituidas por grupos humanos delicocéfalos, esto lo demuestran los
escasos hallazgos efectuados en los continentes anteriormente citados.
Cabe indicar que la teoría formulada por Florentino Ameghino,
sobre el autoctonismo del hombre americano, ha quedado completa­
mente descartada, en vista de que en el Nuevo Continente, solamente
se han encontrado fósiles de lemúridos en el Eoceno (terciario) y, en
la actualidad sólo existen monos platirrinos, careciendo completamen­
te de las especies de monos catarrinos y antropoides, que únicamente
se hallan en eí Viejo Continente; así por ejemplo Richard Leakey, ha
descubierto últimamente, al este del Lago Rodolfo en Kenia, una ca­
lavera rota pero completa, cuya respetable edad alcanza a dos millo­
nes quinientos mil años, “siendo el cráneo protohumano más antiguo
del mundo conocido hasta la actualidad”.

42 —
Volviendo a referirnos a los dolicoides, Paul Rivet, además de
sostener, que la población indígena americana penetró por el estrecho
de Bering: mongoles y esquimales, manifiesta que también hubo inmi­
graciones a través del Pacífico: Australoides y malayo-polinesios.
A. Méndez Correa cree que los australotasmanoides llegaron al
América a través de la Antártida y no del Océano Pacífico. Esta teoría
ha cobrado cierta importancia no solamente porque en las islas oceá­
nicas predomina todavía el tipo dolicocéfalo, sino que se ha demos­
trado que en la Antártida entre los años 15.000 y 6.000 a.C., tenía un
clima templado y a través de estos milenios el hombre aprovechó las
islas que están entre Tasmania y la Tierra del Fuego para su traslado
al continente americano.
Imbelloni indica que América recibió una inmigración de siete
tipos raciales distintos: Tasmanoide, australoide, melanesoide, protoin-
donesio, indonesio, mongoloide y esquimal.
Con estos breves antecedentes quería robustecer las relaciones que
puede tener el Cráneo de Punín, no solamnte con los de América, sino
también con los de Oceania y, más aún, queda en claro el dictamen
dado por Louis R. Sullivan y Millo Heilman acerca del Cráneo de
Punín: “.. . Sobre todo por la bóveda craneana y la región facial. La
región glabelar, la órbita y aún la región nasal confirmamos en nues­
tra primera impresión. La forma y desgaste de los dientes recuerda
también a los dientes australianos”.

“. . . Cada uno de los índices, casi sin excepción coinciden con la nor­
ma australiana”.

“. .. el cráneo en cuestión se adapta mejor a las normas craneales de


Tasmania, Australia y Nueva Guinea”.

“. .. Es lo más razonable afirmar que probablemente pertenece al tipo


ampliamente descrito con el nombre de Lagoa Santa”.
“. . . Sin embargo, difiere muy marcadamente del tipo medio de Lagoa
Santa por la baja bóveda craneana y la poca altura de las órbitas. La

— 43
nariz y la cara, también de poca altura, se aproximan también a los
límites extremos de este tipo. Precisamente por estos caracteres se
acerca más a las normas tasmanias y australoides”.
Paul Rivet descubrió en varios abrigos bajo rocas de Paltacalo,
provincia de El Oro, algunos cráneos dolicoides, característica que les
ubica dentro la clasificación perteneciente al Horizonte Paleoindio
Americano. Si bien no han sido interpretados como muy antiguos, ya
que cuando más “corresponden al período que precedió a la conquis­
ta incásica” ; pero en cambio se supone que eran los últimos descen­
dientes directos de los dolicoides primitivos que habitaron en esta
zona.
En la actualidad todavía prevalecen en el América del Sur cier­
tos grupos humanos, que posiblemente son descendientes directos de
los dolicoides primitivos, como son los fuéguidos y los láguidos, que
también son de cabezas angostas.
La pronunciada dolicocefalia de los australianos y sus demás ca­
racterísticas somáticas, dan la impresión de que este grupo étnico
contemporáneo es muy primitivo, que “según Vallois, se les ha rela­
cionado con los melanesios, especialmente con los de Nueva Caledonia
e incluso se ha querido buscarles un posible parentesco con los vedda
de la India. Por otra parte algunos investigadores les consideran una
reminiscencia de los hombres de la raza prehistórica de Neanderthal.
Lo más probable, sin embargo, es que ios australianos provengan del
norte, tal vez de Asia Meridional” (28).
Muchas tribus de Oceania viven parásitamente de la naturaleza,
recoleccionando productos para su alimentación: raíces, tubérculos,
tallos, hojas, frutos silvestres, hongos; así como también se mantienen
con culebras, ranas, gusanos, larvas, caracoles, lagartos, escarabajos,
aves y peces.
Refiriéndonos particularmente a los australianos, para obtener los

(28) Panyella, Augusto. “Razas Humanas”. Editorial Ramón Sopeña, S. A.


Barcelona, 1969.

44 —
productos básicos para su alimentación se valen de lanzas, mazos y so­
bre todo del bumerang.
El primitivismo de algunas tribus que han sobrevivido en el de­
sierto de Australia es tal, que todavía se colocan a gatas para beber
el agua a lengüetazos, en los miserables charcos producidos por las es­
casas lluvias que caen esporádicamente.
La mayor parte de los indígenas australianos que no se han incor­
porado a la civilización andan completamente desnudos o en casos
excepcionales usan taparrabos de cortezas de árboles, como lo hacen
algunas tribus de la cuenca Amazónica. Sus viviendas son chozas cons­
truidas con ramas de los árboles, a ras del suelo.
Augusto Panyella, en su obra “Razas Humanas”, anota que en
los bosques y tundra siberianos, habitan grupos étnicos diferentes, a
los cuales se les ha denominado genéricamente “Paleosiberianos”, se
dedican a la caza, pesca y a la ganadería.
El complejo antropológico siberiano está formado por los sama-
yedos, ostiakos, vogulos, yukaghires, chuikchis, kamchatskas, tungueses
y yakurtos. De acuerdo a la conformación craneana, en su mayoría
son mesocéfalos, sin embargo, entre estos pueblos hay un cierto por­
centaje de dolicoides, o sea de cabezas largas.
Entre los mongoles, que generalmente son braquicéfalos, se des­
tacan los del tipo llamado “huango”, que son dolicoides. “Este grupo
es el que mejor conserva el tipo primitivo”.
Los chagkiang mongólicos, indistintamente, son dolicoides y bra­
quicéfalos; mientras que los chukiang son esencialmente braquicéfalos.
Los antropólogos para aclarar el pasado de la humanidad, suelen
tomar en cuenta preferentemente la conformación de la caja craneana,
he aquí un ejemplo:
En la cueva superior de la “Colina del Hueso de Dragón”, cerca
de Pekín, en China, a través de una serie de excavaciones encontra­
ron restos humanos correspondientes a siete individuos que. al parecer
vivieron en el Paleolítico Superior.
“Al empezar los estudios anatómicos de los restos encontrados en
la cueva. Weindenreich pudo apreciar otros aspectos importantes y

— 45
casi inexplicables. El cráneo del hombre viejo se parecía bastante al
de un europeo —naturalmente, al de un europeo primitivo—. Por otra
parte, una de las mujeres presentaba una cabeza estrecha, muy simi­
lar a la de las hembras melanésicas de Nueva Guinea”.

‘‘Por sí no se hubieran presentado ya bastantes problemas, el crá­


neo de otra mujer tenía algunos rasgos distintivos del moderno tipo
esquimal”.*

“De vez en cuando, entre los indios americanos aparece un tipo


primitivo que sugiere es de un nativo de Australia o de la Melanesia.
Con el objeto de explicar esta aparente anomalía, algunos científicos
han especulado sobre el hecho de que el hombre pudo haberse trasla­
dado al Continente Americano tanto desde la Melanesia como desde
el este de Siberia. Sin embargo en la cueva superior de la Colina del
Hueso de Dragón se encontraron exactamente los tipos que han apa­
recido entre los amerindios. Por tanto, si estos tipos se hallaban ya en­
tre la gente que había podido emigrar de Asia, resultaba innecesario
postular una inmigración procedente de Australia o de otras partes
del mundo” (29).

(29) Moore Ruth. “Hombre, Tiempo y Fósiles”. En: Versión española y


apéndice por Miguel Crusafont Pairo. Editorial Labor, S. A. Barcelona,
1964, págs. 379-380-381.

46 —
UN NUEVO FOSIL ECUATORIANO INFORME -PRELIMINAR
Emilio Bonifaz-30-IX-1974
El día 29 de julio 1.974, obtuve en Punín, del señor Florencio Samaniego, un cráneo huma­
no v algunos huesos. La dolicocefalía, órbitas bajas y rectangulares, forma un tanto piramidal
del cráneo, anomalías dentarias y región occipital desarrollada, acaso en forma de torus, pare­
cían coincidir con el cráneo de Punín descrito en 1925 por Sullivan y Heilman.
El 31 de julio remití fotografías al Profesor R. Hoffstetter y el 11 de agosto a los Profeso­
res MacNeish y Coon. El Profesor Hoffstetter esluvo de paso en Quito hace poco, y el 19 de sep­
tiembre examinó el cráneo y huesos. Como coincidimos en que algunos de los huesos habían,
muy posiblemente, pertenecido al fósil, le entregué algunas muestras de dichos huesos para
pruebas de antigüedad, cuyo resultado se sabrá iespues de unos meses.
Aquí, algunas medidas e índices provisionales del cráneo, tomadas con la cooperación de mi
prolija ayudante la señorita Rosa Izquierdo.
Variaciones máxi- MEDIDAS. Cráneo de P.2
mas del indígena- Punín 1925 Macho ?
do actual. ( 1 ) Mujer ? (2) (3)
160—194 ...................... . . . . 1) Longitud: Glabela-Opistocrano .. 186 ................. .... 198
126—153 ....................... . . . . 8) Anchura Eurio-Eurio ................... 132 ................. .... 136
103—130 ...................... . . . . 10) Coronal a Corona! ........................ 83.7 .............. .... 116
116—136 ...................... . . . . 17) Altura Basio-Bregma ................... 124 ................. .... 129 o
117—136 ...................... . . . . A) Altura Auricular-Bregma ............ 109 ................. .... 111
123—142 ...................... . . . . 45) Diámetro Bizigomático ................ 125 ? ............... .... 135 «>
57—76 ...................... . . . . 47) Nasio-Prostio ................................ 60 ? ............... 69
30—39 ...................... . . . . 51) Anchura Orbitaria ........................ ___ 47
35—50 ...................... . . . . 52) Altura Orbitaria ............................ 37.5
23—29 ...................... . . . . 54) Anchura Nasal ............................. 25 ................. 27
40—56 ...................... . . . . 55) Xasio-Nasio Espinal ..................... 42 ................. 52
82—105 ...................... . . . . B) Diámetro Frontal Mínimo .......... 89 ................. 96 o
Capacidad apreciada ..................... . 1.275 ................. . . . . 1.400 ??
(1) Tomado de Antonio Santiana: ‘Nuevo Panorama del Indio". Ed. Universitaria-Quito, 1.966.
(2) Datos tomados de la obra citada en (11 que los toma de “ The Punín Calvarium”, Por An­
thony. H .E .: L.R. Sullivan y M. Heilman. Anthrn pap American Mu.Nat.His. Vol. XXIII
parte VIL págs. 170-177 y 313 a 357. (1.925)
(3) P.2 Nombre con el cual he designado provisionalmente, al nuevo fósil.
I N D I C E S .
68.5—84 ......... I) Cefálico ( 8 x 100 / 1) ........................ 71 ..........
65—80.4 ......... ... II) Vertical: longitud-altura (17 x 100 / 1 ) 66.7 ? .. .t í .. 65.15
89.3—100.7 ... ... III) Transverso vertical (17 x 100 / 8 ) . 94 ? ......
147 ................. ... IV) Modulus (1 + 8 + A / 3) ..................... 147—147.3 . . . . 148
46—63.6 ......... V) Nasal (54 x 100 / 55) ...................... 59.6 . . . . ....... 52
91—97.6 ......... ... VI) Cráneo facial transverso (45 x 100 / 8 ) 94.5 . . . . ....... 99.26
. . . VID Angulo Perfil (Línea Orb-Aur. con Nas-Prost) .. 80—81 ... ....... 90 ??
4 4 4—56.4 __ ... VIII) Fa< ial sunerior (47 x 100 / 45) .......................... 48 ? . . . . ....... 51.1
61.6—76 ......... ... IX) Frouto-Parietal .10 x 100 / 17) ....... 67.5 . . . . ....... 89.92
65—80.4 ......... . . . X) Vert. Longit. + Vert. T rans./2 (11 + III / 2 ) ....... 80.35 ... ....... 80
45.4—80 ......... ... XI) Altura Auricular a Largura (A x 100 / 1 ) ....... 58.6 .. . . ....... 56.06
78.5—97.4 . . . . ... XII) Orbitario (52 x 100 / 51) ................. 74.4 ? ,....... 79
Se trata de un cráneo al parecer dolicocéfalo, que se aparta de P .l (1925) e incluso de la
máxima variación actual del indigenado dada par Santiana para los índices VI y sobre todo IX.
Observado de frente y de atrás, la bóveda es algo piramidal. Orbitas rectangulares. Occipital sa­
liente. Dientes desgastados y anomalías dentarias. Una comparación provisional con los índices
de los fósiles de Lagoa Santa, Alaugasí y Paltacalo parece indicar que el nuevo fósil es más se­
mejante al cráneo de Punín (1925) que a estos.
Presumo, luego de la comparación de los huesos y material adherido a los huesos y crá­
neo, que algunos huesos son del mismo fósil, y una parte de estos fueron entregados al Profesor
Hoffstetter para pruebas de antigüedad. Si estas son interesantes, habría que someter al cráueo
a las mismas pruebas y luego a una descripción.
Si América estuvo ya ocupada por los amarillos cuando entraron a ella los dolicocéfalos,
resultaría increíble que estos hayan podido mantener esta característica desde Alaska hasta el
Ecuador, a lo largo de 10 mil kilómetros y 10 mil años. De allí que, como ya lo expresaron Rivefe
y Hooton, los dolicocéfalos debieron ser los primeros en entrar. Pero Hrdlicka sostuvo que Punín
( 1 9 2 5 Lagoa Santa y otros dolicocéfalos eran variacíonse normales dentro del indigenado. Si
P.2 (1974) confirma su semejanza con P .l y demuestra ser antiguo, habría que revisar el asun­
to, ya que sería mucha coincidencia que dos cráneos de la misma región sean variaciones extre­
mas. P .l perteneció, posiblemente, a una mujer; mientras P 2 es, probablemente, de un hombre.
Dado el dimorfismo sexual de los cazadores, eso pudiera explicar algunas diferencias.
El Profesor Salvador Lara me dijo que ha¡?e poco se había publicado una foto del cráneo
tomada cuando estaba en poder del señor Samaniego, pero no he podido obtener la publicación.
El cráneo ha sido inscrito en “ Patrimonio Nacional”. Esperemos los resultados.

Lunes 30 de Septiembre de 1974 el tiempo


2.3
3
^ c ~ c ^2
'_ 8 w o3 a*
3 a
2.
o 0°
"o 3
cl o 2
odd
,■0X0 c = 03
cc r S-S
w 3
O 3 .

fB o
3 tfl X ■osa _ ’22
C 03
03 cr "s 2 - w § •
M >-! 03
o -
’o o o w
2o » ( 3T)- w
0
» 3 2 ,. | g . S
‘ O" o ¿2 M O ^
03 S fB
- § • 3 2 <-X3
o £3 S' 3 s-
• fB o
a. E. o 2 2
O -J £ ¡X
“ o> —■a L? *-
Í8 3 fB 3
OE 2 _ 3 S o
I*-1?• § M <
~ ’o O o “ 2.3
s ' 1 »3 ”
. 03
^ ' £ = 0
3
rt 00
, 2 ( cl •c § '
fB =
— 3
£ o
CL o
£ - 0 ’-S 'O ° 3
f° o -i n
n 03 j s Q. §
M T3 Q . C fB 3 .
03 C 03 fB
“ fB- «3 3 1 CTO
03 0:
~ o ST CL
03 <T> Q
A c/i
Crtc —03
fB fB

n o . '- O fB <
£•<5 -re r » o w ar /
3 ~ v/3
*.«-■~§ X3'9"3c=?3 C = 3 r
_ O “ 3 3 t? g
“• o
^ » a 2 o:
2. 2.0
5-3 o w 2 t/
3S' w £
3 O 3 § c - 0> ^ Cl ^
■<® O fB 2 . a 0 x
~0M ~ fn ci
[s ig n s '
f O CD fB
11 s 3 ~ gS»Mr
l a 'c
¡2.8 2-8» ! * o s
' pa . E. w o c v-
o' c o’0
1 01 -
o - 2 . hCz
o o. 2'T
3 “ « 1

*
Edit. CASA DE LA CULTURA — CUENCA.

También podría gustarte