Pleno Casatorio Caso Minera Yanacocha
Pleno Casatorio Caso Minera Yanacocha
Pleno Casatorio Caso Minera Yanacocha
Casación N° 1465-2007-Cajamarca
Sumario:
I.- Introducción.
II.- Materia del recurso.
III.- Fundamentos del recurso.
IV.- De la convocatoria al Pleno Casatorio.
V.- Consideraciones.
A.- Antecedentes resolutivos de las salas civiles supremas.
B.- De las transacciones celebradas.
C.- Sobre la transacción.
c.1.- De su regulación en nuestro ordenamiento nacional.
c.2.- Antecedentes y formalidades.
c.3.- Naturaleza jurídica.
c.4.- Efectos de la transacción.
c.5.- La Transacción extrajudicial: ¿Defensa de forma o de fondo?
c.5.1.- Transacción vs. Cosa juzgada,
c.5.2.- De la transacción extrajudicial como excepción
procesal.
D.- Formalismo, interpretación normativa, justicia y conflicto
social.
E.- Regla de Derecho: venire contra factum (teoría de los actos
propios).
F.- Transacción y lesión.
G.- Pronunciamiento de la Defensoría del Pueblo.
H.- Sobre los intereses difusos y su defensa.
I.- Sobre la inaplicación de normas de derecho material.
i.1.- Validez de las transacciones.
i.1.1.- Sobre el daño a la salud.
i.1.2.- De la transacción sobre derechos de menores de edad.
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I.- INTRODUCCIÓN:
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V.- CONSIDERACIONES:
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SUPREMAS:
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A la fecha el citado demandante Walker Cuenca Quiroz cuenta con 22 años de edad,
por lo que tiene capacidad de goce y de ejercicio al ser mayor de edad de acuerdo a ley.
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Cf. Código civil, anotado y concordado, más un apéndice a cargo de Miguel Antonio
de la Lama, 4ª ed., concordada con el Código de Procedimientos Civiles de 1912 por
Pedro Goitizolo, Lima, Librería e imprenta Gil, 1914.
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Esta calificación jurídica luego variaría con el Código Civil de 1936, el que
consideró a la Transacción como un medio de extinguir obligaciones. La
Comisión Revisora del Código Civil de 1852 (que elaboró el corpus legal
de 1936), manifestó que si era un acto jurídico en virtud del cual las
partes, haciéndose concesiones recíprocas, extinguen obligaciones
dudosas o litigiosas, era forzoso convenir en que la transacción no era
propiamente hablando un contrato sino un verdadero modo de extinción
de los actos jurídicos en general, porque por ella se podían extinguir
derechos reales y derechos hereditarios.
La transacción, continuaba diciendo la Comisión, es un contrato en cuanto
representa el resultado de la concordancia de las voluntades, pero como
es una convención que tiene por fin jurídico principal liquidar relaciones
obligatorios preexistentes, es real y verdaderamente un medio de
extinción de obligaciones y está mejor ubicada en el plan del
Anteproyecto (que la incluía dentro de los efectos de las obligaciones) que
en la Sección del Código Civil de 18523.
9.- En la doctrina se discute arduamente si la transacción es una
convención, un contrato4 o un acto jurídico, inclinándose la mayoría por
concebirla como un contrato, conforme lo exponen –entre otros, para el
ámbito argentino- los tratadistas Jorge Llambías y Rubén Compagnucci
de Caso5.
3
Nos basamos en la cita que hacen Mario Castillo Freyre y Felipe Osterling Parodi en
su Tratado de las obligaciones, tercera parte, t. IX, Biblioteca para leer el Código Civil,
Vol. XVI, Lima, PUCP, 2 005, p. 443.
4
Ya Joaquín Escriche nos decía que la transacción era un contrato voluntario en que se
convenían y ajustaban los litigantes acerca de algún punto dudoso o litigioso,
decidiéndolo mutuamente a su voluntad. Debía recaer sobre cosa dudosa, de modo que
sería nula si cualquiera de los contrayentes supiera que no tenía ningún derecho, como
igualmente si haciéndose sobre cosa puesta en litigio, se había ya dado y pasado en
autoridad de cosa juzgada la sentencia.
Acotaba que la transacción tenía fuerza de cosa juzgada y producía excepción de pleito
acabado.
Cf. Escriche, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, París,
Librería de Rosa, Bouret y Cía., 1851, p. 1507.
5
Cf. Llambías, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil. Obligaciones, t. III, 3ª ed.
actualizada, Buenos Aires, Perrot, 1987, pp. 77-78; Compagnucci de Caso, Rubén,
Manual de obligaciones, Buenos Aires, Astrea, 1997, pp. 523-524. Para este último la
transacción es un contrato o negocio jurídico declarativo, ya que los derechos se fijan por
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obra y facultad de las mismas partes, quienes tienen soberanía absoluta en sus propios
intereses. De ese modo, se afirma y aclara la situación jurídica incierta, que aflora con
nitidez mediante la transacción.
En torno a la duda que suscita la naturaleza jurídica de la transacción conviene revisar
también la obra de Alterini, Atilio Aníbal, Oscar José Ameal y Roberto López
Cabana, Curso de obligaciones, 4ª ed. Actualizada, 1ª reimpresión, t. II, Buenos Aires,
Abeledo-Perrot, 1992, pp. 339-340.
6
Cf. Exposición de motivos oficiales del código civil. La transacción, elaborada por
la Comisión Revisora del Código Civil de acuerdo a las leyes 24039 y 24136. Separata
Especial del Diario Oficial “El Peruano” publicada el 23 de marzo de 1988, p. 7.
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7
Cf. Castillo Freyre, Mario et al, ob. cit., pp. 444, 446 y 451.
Refiriéndose a las concesiones recíprocas, la Comisión revisora siguiendo la doctrina
argentina, señalaba que ellas no requieren ser de valor equivalente, sino que pueden ser
enteramente desiguales y desproporcionadas en su valor patrimonial, tampoco es
necesario que sean de naturaleza económica, pudiendo ser de otra naturaleza.
Cf. Exposición de motivos oficiales…, p. 8.
8
Cf. Luna Serrano, Agustín, en: Lacruz Berdejo, José Luis et alii, Derecho de
obligaciones. Vol. Segundo, contratos y cuasicontratos, delito y cuasidelito, 3ª ed.,
Barcelona, Bosch, 1995, p. 377.
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Lo dicho nos lleva a recordar que el Código Civil francés también le otorga tal calidad a
la transacción, además de considerar que no procede alegar la lesión en su celebración,
conforme a continuación de menciona:
“Article 2044°: La transaction est un contrat par lequel les parties terminent une
contestation née, ou préviennent une contestation à naître.
Ce contrat doit être rédigé par écrit.
Article 2052°: Les transactions ont, entre les parties, l'autorité de la chose jugée en
dernier ressort.
Elles ne peuvent être attaquées pour cause d'erreur de droit, ni pour cause de lésion.”
Comentando tales normas, los hermanos Mazeaud estipulaban que la transacción es un
contrato en el sentido preciso de la palabra, ya que crea una obligación de no hacer, la
de no acudir a la justicia o la de no continuar un procedimiento en curso.
Acotaban que las concesiones no necesariamente debían ser equivalentes, pero era
necesario que existiera alguna concesión, al menos de orden moral, de lo contrario la
transacción sería nula.
Cf. Mazeaud, Henri, León y Jean, Lecciones de derecho civil, parte tercera, vol. IV, trad.
de Luis Alcalá-Zamora y Castillo, bajo la dirección de Santiago Sentís Melendo, Buenos
Aires, EJEA, 1974, pp. 619 y 627. También ver: Trigo Represas, Félix A.:”Las
concesiones recíprocas en la transacción”, en: La Ley 1989-B, nota a fallo, p. 563.
10
Conforme es de aceptación general en el sistema jurídico, los elementos esenciales de
la transacción son los siguientes: a) Una relación jurídica litigiosa o controvertida; b) La
intención de los contratantes de componer el litigio, esto es eliminar la controversia y, c)
Las recíprocas concesiones de las partes (aliquid Batum, aliquid retentum).
Estos elementos serán mencionados durante el desarrollo del análisis del caso a
resolverse por lo que no se les dedicará consideraciones específicas al tener que ser
aludidos en toda la sentencia.
11
Llambías nos dice que la materia de la transacción son las obligaciones litigiosas o
dudosas. Un acuerdo extintivo que recayese sobre obligaciones que no fuesen litigiosas
o dudosas, no sería una transacción porque la res dubia es la esencia de esa figura. En
efecto, la transacción es un negocio o acto jurídico de fijación, que tiende a hacer cierta o
a poner fuera de discusión una situación determinada, eliminando la incerteza de la
relación. Esa incertidumbre puede ser objetiva o subjetiva, la primera corresponde a las
obligaciones litigiosas que son las que están sometidas a un pronunciamiento judicial; la
segunda origina las obligaciones dudosas, es decir, las que las partes sinceramente han
estimado como tales, aunque en verdad no lo fueran para un jurista especializado.
Cf. Llambías, ob. cit., pp. 75 y 76.
En el mismo sentido se pronuncia Fornaciari, al estimar que las obligaciones dudosas
serán aquellas que las partes seriamente estiman como tales. Por lo que los requisitos
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14.- Ahora bien, nuestro Código Procesal Civil también regula sobre la
transacción judicial, la misma que debe ser homologada por el juez de la
causa conforme se estipula en el artículo 337°, el mismo que a la letra
dice:
“Artículo 337°.- Homologación de la transacción.- El Juez
aprueba la transacción siempre que contenga concesiones
recíprocas, verse sobre derechos patrimoniales y no afecte el
orden público o las buenas costumbres, y declara concluido el
proceso si alcanza a la totalidad de las pretensiones propuestas.
13
Cf. Castillo Freyre, Mario et al., ob. cit., p. 530.
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Seguidamente se regula:
“Artículo 338°.- Normatividad supletoria.- En todo lo no previsto
en este Capítulo, se aplican las normas pertinentes del Código
Civil.”
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No resulta menos cierto que se puede optar por uno de dos caminos, o el
de la aplicación literal de dichos supuestos o el de interpretar
sistemáticamente los mismos dentro del marco constitucional de la tutela
jurisdiccional efectiva, así como de los fines del proceso, además del
principio de autonomía de la voluntad; esto es de buscar la solución a un
caso concreto de manera cierta sin dar pie a sucesivos litigios.
17.- Si nos inclinamos por la primera opción, es decir por la aplicación
literal de la norma jurídica procesal, se consideraría que la transacción
extrajudicial no puede ser alegada como Excepción procesal, por el
contrario deberá alegarse como defensa de fondo, es decir, como parte
de la contestación de la demanda. En cambio si ponderamos la segunda
alternativa, esto es, de la interpretación sistemática de la norma procesal,
arribaremos a la conclusión que se puede alegar la Transacción
Extrajudicial como defensa de forma y por ende estaría considerada
dentro del supuesto previsto por el artículo 446° inciso 10 del Código
Procesal Civil.
18.- Comentando sobre la legislación argentina, Compagnucci de Caso
precisa que la defensa o excepción de transacción, denominada exceptio
litis per transactionem finitae, es de tipo perentorio que decide el pleito y
tiene carácter sustantivo, por lo que aquel que pretenda oponer esta
defensa debe demostrar, al igual que para la cosa juzgada, que se den
los requisitos de las tres identidades: objeto, sujetos y causa. En cuanto al
objeto, debe entenderse que sólo se ha transado sobre los derechos que
obran en el acuerdo, y no es posible extender el entendimiento a
situaciones análogas o similares. Los sujetos también deben coincidir y
juega el principio del efecto relativo de los contratos. Por último la causa
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debe ser idéntica, es decir, estar fundada en los mismos hechos que
fueron fuente de las pretensiones reclamadas14.
19.- Nuestra anterior legislación procesal, aunque no de manera expresa,
contemplaba la distinción entre excepciones perentorias y dilatorias, por el
momento en que podían ser deducidas –claro está que el Capítulo II del
Título I, de la Sección Segunda del Código de Procedimientos Civiles de
1912, llevaba solamente por título “Excepciones dilatorias”15-, clasificación
que hoy en día ha dejado de ser usada, tanto es así que la actual Ley de
Enjuiciamiento Civil española del año 2000 no las contempla, teniendo
eso sí una estación procesal de saneamiento.
No obstante lo dicho, resulta ilustrativo hacer algunas referencias a ello,
fundamentalmente por sus efectos prácticos.
20.- En doctrina existen tantas clasificaciones de excepciones como
autores hay16, por lo que optamos por seguir lo dicho por Peláez17, quien
mencionando los diferentes criterios de clasificación de estas, alude, entre
otras, a las: a) procesales y materiales; b) propias e impropias; c) de
previo o especial pronunciamiento; d) perentorias, dilatorias y mixtas.
Es esta última clasificación la más difundida, concibiéndose a las
excepciones dilatorias o temporales como aquellas que no impiden una
reproducción del ataque del actor en otro proceso una vez hayan variado
las circunstancias; en tanto que las perentorias o perpetuas, eran aquellas
que de ser estimadas impedían que el ataque se reproduzca en otro
proceso, porque se dirigían a conseguir la absolución del demandado o la
14
Cf. Compagnucci de Caso, ob. cit., pp. 532-533.
15
Sobre esto resulta ilustrativo revisar lo dicho por Eugenia Ariano: “Prescripción,
¿cuestiones” declarables de oficio y cosa juzgada”, artículo contenido en: Problemas del
proceso civil, Lima, Jurista editores, 2003, pp. 102-105, especialmente las notas a pie.
16
Nos remitimos a lo comentado por Eugenia Ariano, ob. cit., pp. 103, n. 4 y 145, n. 21.
17
Cf. Peláez, Francisco J., La transacción. Su eficacia procesal, Barcelona, Bosch,
1987, p. 191 y ss.
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18
El procesalista brasileño Moacyr Amaral conceptúa a las excepciones dilatorias como
“...são aquelas que apenas distendem o curso da demanda...” mientras que las
perentorias “…são aquelas que trancam, encerram o processo…”
Cf. Amaral Santos, Moacyr, Primeiras linhas de direito processual civil, 2° volumen, 14ª
ed., Sao Paulo, Saraiva, 1989-1991, p. 195.
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19
Cf. Llambías, ob. cit., p. 120, Compagnucci de Caso, ob. cit., p. 530 y Borda,
Guillermo, Manual de obligaciones, 10ª ed. Actualizada, Buenos Aires, Perrot, 1994, p.
360.
20
Cf. Castillo et al., ob. cit., p. 512, y Morello, Augusto M., “La transacción desde la
perspectiva procesal” en: Revista del Colegio de Abogados de La Plata, año VI, N°
11, t. VI, julio-diciembre, 1953, pp. 375-390, artículo contenido también en su
libro: La eficacia del proceso, 2ª ed. ampliada, Buenos Aires, Hammurabi, 2001, pp. 393-
409.
21
Cf. Couture, Eduardo J., Fundamentos del derecho procesal civil, 12ª reimpresión de
la 3ª ed. de 1958, Buenos Aires, Depalma, 1985, pp. 118-119.
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22
Cf. Peláez, ob. cit., pp. 161 y 163.
23
Cf. Peláez, ob. cit., p. 164.
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24
Cf. Lacruz, ob. cit., p. 382 y ss.
25
Sobre la mala habitualidad de requerir la homologación de la transacción es bueno
remitirnos a lo dicho por: Carbone, Carlos Alberto, “Excepciones de transacción,
conciliación y desistimiento del derecho”, en: Excepciones procesales. Doctrina y
jurisprudencia (coord. Jorge Peyrano), Santa Fe, Editorial Panamericana, 1993, p. 181.
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26
Cf. Ferrero, Augusto, Derecho procesal civil. Excepciones, 2ª ed. corregida y
aumentada, Lima, s/e, 1974, pp. 142-144.
Sobre esto también nos remitimos a lo ya dicho por Couture en su obra citada, pp. 118-
119.
Otro autor nacional, comentando el artículo 317° del Código de Procedimientos Civiles,
decía que esta excepción se justificaba puesto que al tener ésta como fin el evitar un
litigio y si, a pesar de ello, una de las partes planteara uno nuevo, tenía que otorgarse al
demandado un recurso que le permitiera “…hacer efectivo el efecto de la transacción…”
Cf. Perla Velaochaga, Ernesto, Juicio ordinario, 6ª ed., Lima, EDDILI, 1986, p. 228.
De posición distinta es Pino Carpio, para quien la única transacción que podía dar pie a
proponerse como excepción, de acuerdo al artículo 317° del C. de P. C., era la que había
“…incidido en juicio, porque si éste no ha existido, no se podría hablar de las
identidades de objeto y de causa (cosa y acción según el Código), por más que el
del juicio iniciado después de la transacción se deduzca que tales identidades
existen en el convenio transaccional. Por consiguiente, si la transacción se ha
llevado a cabo sin que antes hubiera existido juicio, no puede deducirse la
excepción; pues lo que cabe en este caso es que el demandado oponga la
transacción como un medio de defensa substancial, lo que debe hacer al
contestar la demanda.”
Cf. Pino Carpio, Remigio, Nociones de derecho procesal y comento del código de
procedimientos civiles, t. II, Lima, Tipografía Peruana, 1963, pp. 72-73.
Respecto a la inviabilidad de proponer la transacción extrajudicial como excepción bajo
las normas de nuestro actual Código Procesal Civil es ilustrativo ver la obra de: Ariano
Deho, Eugenia, El proceso de ejecución. La tutela ejecutiva en el código procesal civil
peruano, Lima, Rodhas, 1996, pp. 216-217.
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27
Citado por Castillo Freyre et al, ob. cit., p. 491.
28
Cf. Carbone, Carlos Alberto, ob. cit., pp. 179-180.
29
Cf. Fornaciari, ob. cit., pp. 96-97.
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CONFLICTO SOCIAL:
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30
Cf. Álvaro de Oliveira, Carlos Alberto, Del formalismo en el proceso civil (Propuesta
de un formalismo-valorativo), trad. de Juan José Monroy Palacios, Lima, Palestra, 2007,
pp. 368-369.
31
Seguimos lo dicho por Fernández-Viagas Bartolomé, Plácido, El juez imparcial,
Granada, Comares, 1997, pp. 73-74.
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32
Cf. Ruiz Serramalera, Ricardo, Derecho civil. Parte general. Las fuentes del Derecho
y la eficacia de las normas jurídicas, Madrid, Universidad Complutense, 1980, pp. 304-
305.
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33
Para esta clasificación nos remitimos al trabajo de: De Asís Roig, Rafael, Jueces y
normas. La decisión judicial desde el ordenamiento, Madrid, Marcial Pons, 1995, pp.
186-208. En dicha obra se podrán apreciar, ampliamente desarrollados, los diferentes
criterios de interpretación.
34
Es interesante el comentario que hace al respecto Karl Larenz, cuando dice que
“Toda interpretación de un texto ha de comenzar con el sentido literal. Por tal
entendemos el significado de un término o de una unión de palabras en el uso
general del lenguaje o, en caso sea constatable un tal uso, en el uso especial del
lenguaje de quien habla, aquí en el de la ley respectiva. El enlace con el uso del
lenguaje es el más evidente, porque se puede aceptar que aquél, que quiere decir
algo, usa las palabras en el sentido en que comúnmente son entendidas. El
legislador se sirve del lenguaje general porque y en tanto se dirige a los
ciudadanos y desea ser entendido por ellos. Además de ello, se sirve
ampliamente de un especial lenguaje técnico-jurídico, en el que se puede
expresar más precisamente, cuyo uso le ahorra múltiples aclaraciones
circunstanciales. También este lenguaje técnico se apoya, sin embargo, todavía
en el lenguaje general, ya que el Derecho, que se dirige a todos y a todos atañe,
no puede renunciar a un mínimo de comprensibilidad general…”
Cf. Larenz, Karl, Metodología de la ciencia del derecho, 2ª ed. de la 4ª alemana,
Barcelona, Ariel, 2001, p. 316.
Conviene consultar también a: Espinoza Espinoza, Juan, Los principios contenidos en
el título preliminar del código civil peruano de 1984 (Análisis doctrinario, legislativo y
jurisprudencial), Lima, PUCP, 2003, p. 310 y ss.
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explican por medio de las otras. Creada una norma jurídica, ésta viene a
integrar la totalidad del ordenamiento jurídico y este impone a la norma
una configuración, un valor y un sentido que deben acomodarse a la
unidad del mismo ordenamiento. De esta manera, la institución de la
transacción no sólo está regulada por el Código Procesal Civil sino
también, y sustancialmente, por el Código Civil, por lo que extraer
conclusiones distintas es atentar contra la unidad de este ordenamiento
jurídico, visto como un entramado de dispositivos legales.
37.- Por tal razón, el artículo 1302° del Código Civil es meridianamente
claro (y por ende preciso), puesto que prescribe que la transacción tiene
por cometido el poner fin a una controversia evitando así un pleito que
podría promoverse o finalizando el ya iniciado, resultando excesivo y
formalista que se exija litigar a las partes en un fatigoso proceso judicial,
para arribar finalmente a la conclusión que el fondo de la controversia ya
ha sido resuelto por ellas mismas, cuando bien se pudo poner fin al
proceso amparando la excepción propuesta35.
Una interpretación distinta contribuye a alimentar la litigiosidad, cuando a
las partes -pese a que decidieron libremente de manera extrajudicial
poner fin a un asunto dudoso- se les deba exigir transitar por todo el iter
procesal para concluir finalmente que no había motivo a incoar la
demanda. Con ello se estaría imponiendo a las personas (sean naturales
o jurídicas) a que nunca celebren transacciones extrajudiciales sino que
esperen ineluctablemente a que se principie un proceso judicial, con todo
el costo temporal y económico que ello significa, para luego recién
35
Carnelutti, refiriéndose a la confirmación del ordenamiento jurídico decía: “El
conocimiento, ahora ya bien establecido, de la confirmación judicial o procesal ha
permitido hoy extender esa figura fuera del campo del proceso. Se ha demostrado, en
efecto, que las incertidumbres que comprometen la eficacia de la disposición abstracta
quedan eliminadas también con medios distintos al proceso declarativo; en especial, de
un lado, mediante la llamada interpretación auténtica de las leyes, y por otro lado,
mediante algunas formas contractuales, entre las que descuella la transacción…”
Cf. Carnelutti, Francesco, teoría general del derecho, trad. de Francisco Javier Osset,
Madrid, editorial Revista de derecho Privado, 1955, p. 125.
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38.- Por ello, resulta equivocado, sostener a priori, que no se puede dar
cabida a la transacción extrajudicial como medio de defensa de forma
porque ésta “puede adolecer de nulidad o anulabilidad” conforme sostiene
un autor nacional36. Mantener tal presunción, sería cuestionar la validez
de cuanto acto jurídico se celebre en nuestro medio y por ende, bajo esas
premisas, se tendría que considerar, por ejemplo, que tampoco resultaría
amparable la excepción de convenio arbitral porque ésta podría estar
viciada de nulidad o anulabilidad, dándose incluso cabida a otras
posibilidades invalidantes sobre todos los negocios jurídicos celebrados,
creando un ambiente de total incertidumbre e inseguridad jurídica.
Por todo ello, si bien el texto legal sigue siendo un elemento fundamental
en el momento de interpretación y aplicación de la norma, esa aplicación
es un proceso de integración recíproca de lo individual y de lo universal,
por lo que, ni el texto de la norma es suficiente ni la aplicación de ella al
caso concreto deja de influir en el momento de la interpretación. La
sumisión del juez a la ley no equivale a la sujeción a un texto literal,
admite un margen que, dentro de esa vinculación, permite soluciones más
abiertas37.
36
Cf. Hinostroza Mínguez, Alberto, Comentarios al código procesal civil, t. II, Lima,
Gaceta Jurídica, 2003, pp. 896-897, quien sostiene que no se puede considerar a la
transacción extrajudicial como medio de defensa de forma (es decir como excepción)
porque puede adolecer de nulidad o anulabilidad.
37
Cf. Rodríguez-Piñero y Bravo-Ferrer, Miguel, “Constitución, legalidad y seguridad
jurídica” en: Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, N° 1,
1997, p. 169.
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38
Es necesario mencionar que en otros países se admite la aplicación del iura novit curia
en sede casatoria, como por ejemplo en Alemania y Francia; en tanto que de manera un
tanto restrictiva en España, apostándose por un mayor protagonismo de este principio
que en tales lugares sólo se aplica cuando se atenta contra normas de orden público.
Sobre las posiciones favorables a la aplicación del citado principio, bajo el punto de vista
mencionado, se puede consultar a: Guzmán Flujá, Vicente, El recurso de casación civil
(Control de hecho y de derecho), Valencia, Tirant lo blanch, 1996, pp. 97-134; Morello,
Augusto M., La casación. Un modelo intermedio eficiente, Buenos Aires, Librería editora
Platense-Abeledo-Perrot, 1993, pp. 279-284; Rúa, Fernando de la, El recurso de
casación en el derecho positivo argentino, Buenos Aires, Víctor P. de Zavalía, 1968, pp.
223-224; 436; 438 y 441.
39
Resulta interesante revisar la misma la posición manifestada por el Tribunal
Constitucional en cuanto no resulta aplicable el principio citado en sede casatoria, ver al
respecto Exp. N° 8327-2005-AA/TC y Exp. N° 7022-2007-AA/TC. De igual modo son
ilustrativos los artículos de: Lohmann Luca de Tena, Juan Guillermo, “La nulidad
manifiesta. Su declaración judicial de oficio”, en: Ius et veritas, N° 24, 2002, p. 56 y ss.;
y Ariano Deho, Eugenia: “Sobre el poder del juez de ‘declarar’ de oficio la nulidad ex art.
220 CC”, en su obra recopilatoria citada en la n. 15, pp. 135-150.
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40
Cf. Castillo Freyre, Mario y Rita Sabroso Minaya, La teoría de los actos propios,
Lima, Palestra, 2006, p. 63.
41
Cf. Díez-Picazo Ponce de León, Luis María, La doctrina de los propios actos. Un
estudio crítico sobre la jurisprudencia del tribunal supremo, Barcelona, Bosch, 1963, p. 193.
42
Citado por Mario Castillo Freyre et al, ob. cit., p. 62.
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43
Cf. Borda Alejandro, La teoría de los actos propios, 4ª ed. ampliada y actualizada,
Buenos Aires, LexisNexis, Abeledo-Perrot, 2005, p. 55.
44
Cf. Borda, Alejandro, ob. cit., p. 56.
45
Cf. Moisset de Espanés, Luis, “La doctrina de los actos propios”, en: Rev. Comercio
y Justicia, N° 13.607, diciembre, 1978. Este artículo se puede leer en la siguiente
página Web: http://www.acader.unc.edu.ar.
46
Por todo nos remitimos a las siguientes obras: Castillo Freyre et al, ob. cit., p. 81 y
ss., Díez-Picazo, Luis, ob. cit., pp. 194 y ss; Borda, Alejandro, ob. cit., p. 72; Ekdahl
Escobar, María Fernanda, La doctrina de los actos propios. El deber jurídico de no
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47
Cf. De la Puente y Lavalle, Manuel, El contrato en general. Comentarios a la sección
primera del libro VII del código civil, t. I, 2ª reimpresión de la 2ª edición actualizada de la
de 2001, Lima, Palestra, 2007, pp. 311-325 y Pérez Gallardo, Leonardo, Obligatoriedad
contractual. Presunción de voluntad común, en: Código Civil comentado, t. VII,
contratos en general, 2ª ed., Lima, Gaceta Jurídica, 2007, pp. 90-99.
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48
Cf. De la Puente y Lavalle, Manuel, ob. cit., p. 349.
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49
Hay posiciones en contrario que consideran que cuando las partes quedan ligadas o
vinculadas por su propio negocio jurídico no hay lugar a aplicar la doctrina de los actos
propios, sino la doctrina general de los efectos del negocio jurídico.
Se discrepa de tal parecer, dado que para el caso de autos no podría exigírsele a la
parte emplazada a que plantee una demanda pidiendo que la ahora accionante se
abstenga de incumplir el contrato, no sólo sería un contrasentido sino acrecentar aún
más el conflicto jurídico, dado que no se estaría resolviendo la cuestión principal del
debate referido a la viabilidad de deducir la transacción extrajudicial como excepción
procesal así como, este órgano jurisdiccional se estaría sustrayendo en su función de
evaluar la conducta de la actora a la luz del principio de la Buena Fey su comportamiento
contrario a los acuerdos que aceptó asumir con la transacción.
Sobre los pareceres distintos a los que se hace alusión Vid.: Díez-Picazo, Ob. cit., p. 161
y Borda, Alejandro, Ob. cit., pp. 114-115.
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50
Cf. Exposición de motivos oficiales…, cit., p. 8.
51
Cf. Arias Schreiber Pezet, Max et alii, Exégesis del código civil peruano de 1984.
Colección completa, t. I, Lima, Gaceta Jurídica, 2006, p. 226.
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52
Cf. De la Puente y Lavalle, Manuel, ob. cit., t. III, pp. 108-109.
Comparte la misma posición Luis Moisset de Espanés, acotando que no encuentra razón
para no dar lugar a la rescisión de la transacción por lesión, pero de cualquier modo
como el texto del artículo 1455° del Código Civil es claro, se cierra la puerta a la
posibilidad de intentar la acción de lesión en las transacciones.
Cf. Moisset de Espanés, Luis, en: Código Civil comentado, t. VII, contratos en general,
2ª ed., Lima, Gaceta Jurídica, 2007, p. 517.
Opinan por que sí procedería la rescisión por lesión Mario Castillo y Felipe Osterling,
Tratado de las obligaciones…, p. 506.
Sobre posiciones encontradas devienen en interesantes sobre dar cabida o no a la lesión
en la transacción, los artículos de: Moisset de Espanés, Luis, “La lesión subjetiva y sus
elementos”, nota a fallo en: La Ley 1984-B, p. 308; Xanthos, “Nulidad de una
transacción que versó sobre el monto del resarcimiento, por configurar lesión subjetiva”,
nota a fallo en: La Ley 1998-E, pp. 292-294, y Compagnucci de Caso, Rubén,
“Transacción y lesión subjetiva”, en: La Ley, año LXXI, N° 239, 12 de diciembre de
2007, pp. 1-4.
53
De la revisión de los actuados se tiene que la accionante solamente absolvió las
excepciones deducidas por los demandados Yanacocha S. R. L: (fojas 261-264 del tomo
I) y Arturo Blanco Bar (fs. 1225 a 1228 del tomo III), mas no se advierte que lo haya
hecho respecto a las deducidas por la otra demandada Ransa S. A.
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54
Estos datos, concernientes a la formación profesional de la accionante y su cónyuge,
emergen de los que se consignan en la resolución de autorización judicial para celebrar
transacción dictada por el Tercer Juzgado de Familia de Cajamarca, obrante en copia de
fojas 234 a 236 del tomo I de los cuadernos que forman este proceso.
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Mixto de Santa Apolonia, Olga Castañeda Ayulo, así como del Fiscal Ad
Hoc, Miguel Villalobos, nombrado para el caso.
Se procesó penalmente al chofer del camión, Esteban Arturo Blanco Bar
por el delito contra la vida el cuerpo y la salud, como único responsable, y
contra los directivos de Yanacocha y de Ransa por el delito contra la
seguridad pública y delito de peligro común, en sus figuras de formas
culposas en agravio de la sociedad, reservándose el Fiscal el derecho de
denunciarlos por delito ecológico. No habiéndose constituido en parte civil
ninguno de los agraviados.
Finalmente, sólo se sentenció al chofer del camión a dos años pena
privativa de la libertad con ejecución suspendida, no habiendo sido
apelada la sentencia.
Sobre este particular, la defensoría del Pueblo en sus conclusiones y
recomendaciones (números 23 y 11, respectivamente) solicitó se
investigue la actitud tanto de la magistrada como del fiscal por no haber
procesado debidamente la cuestión del delito ecológico, por lo que
recomendó que los órganos de control del Ministerio Público y del Poder
Judicial procedan de acuerdo a sus atribuciones.
57.- Finalmente, en lo atinente a las transacciones extrajudiciales
(conclusión número 26), opina que las mismas “…vulneran los derechos
al debido proceso y a una tutela jurisdiccional efectiva de los afectados,
derechos de la persona humana reconocidos constitucionalmente,
inherentes a la misma e irrenunciables.”.
Según la Defensoría del Pueblo (p. 75 del Informe), tales transacciones
sería nulas de pleno derecho ya que se estaría transigiendo sobre el
derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Opinión que
no es compartida por este Pleno Casatorio por las razones ya expuestas.
58.- La Defensoría del Pueblo no se pronunció en sus conclusiones ni en
sus recomendaciones sobre la viabilidad o no de demandar
indemnización por daño ecológico a los responsables del hecho
denunciado, esto a efectos de dar lugar a que se reparen esos perjuicios
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60.- Tal modificación versó sobre quiénes tienen legitimación para obrar
en la defensa de tales intereses, dándose el caso que a la fecha de la
interposición de la demanda, la norma procesal le otorgaba tales
facultades al Ministerio Público y a las asociaciones o instituciones sin
fines de lucro; en tanto que la norma modificada amplía el espectro de
instituciones legitimadas para tal fin. El caso es que ni en el texto anterior
ni en el actual se contempla la posibilidad de que la acción pueda ser
ejercida por una persona natural sino tan solo por entes que cuenten con
personería jurídica.
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61.- Al respecto, Juan Montero Aroca nos dice que frente a los intereses
colectivos, los intereses difusos se caracterizan porque corresponden a
una serie de personas que están absolutamente indeterminadas, no
existiendo entre ellas vínculo jurídico alguno, de modo que la afectación
de todas ellas deriva sólo de razones de hecho contingentes, como ser
consumidores de un producto, vivir en una misma ciudad o ser
destinatarios de una misma campaña publicitaria. Acotando que por ello
se está, sin duda, ante un caso de legitimación extraordinaria. La
asociación representativa no es, desde luego, titular del interés difuso,
pero tiene por ley la legitimación para defenderlo en juicio55.
55
Cf. Montero Aroca, Juan, De la legitimación en el proceso civil, Barcelona, Bosch,
2007, pp. 413 y 432.
56
Cf. Priori Posada, Giovanni, La tutela jurisdiccional de los procesos difusos: una
aproximación desde el derecho procesal constitucional, en: Apuntes de derecho
procesal (Giovanni Priori Posada y Reynaldo Bustamante Alarcón), Lima, Ara editores,
1997, p. 38.
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MATERIAL:
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57
El artículo 300° del Código Procesal Civil, prescribe que se pueden presentar tachas
contra testigos y documentos, en tanto que el artículo 243° del mismo Código regula que
si un documento es nulo carecerá de eficacia, cuya declaración podrá ser de oficio o
como resultado de una tacha fundada.
En este caso las instancias de mérito que tuvieron competencia para fijar los hechos no
consideraron que debían de enjuiciar oficiosamente la invalidez o ineficacia de dichos
contratos transaccionales, con lo cual se colige que los reputaron plenamente válidos y
eficaces.
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58
Un Estado de Derecho, es aquel en el que los ciudadanos pueden calcular
anticipadamente qué ocurrirá en el futuro en un sentido específico, es decir, cómo se
comportarán otro individuos y cómo lo hará también el Estado mismo, sobre todo como
garante de la eficacia del Derecho.
Cf. Bacigalupo Zapater, Enrique, “Jurisprudencia y seguridad jurídica” en: Estudios de
Derecho Judicial, N° 31, CGPJ, Madrid, 2001, pp. 129-130.
59
Cf. Martínez Alarcón, María Luz, La independencia judicial, Madrid, CEPC, 2004,
pp.194-195.
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VIII.- CONCLUSIONES:
60
Cf. Rodríguez-Piñero y Bravo-Ferrer, Miguel, Ob. cit., pp. 176-177, también:
Taruffo, Michele, Sobre las fronteras. Escritos sobre la justicia civil, trad. de Beatriz
Quintero, Temis, Bogotá, 2006, p. 192.
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IX.- FALLO:
Por tales razones, el Pleno Casatorio de la Corte Suprema de Justicia de
la República, de conformidad con lo normado por el artículo 400° del
Código Procesal Civil, por mayoría:
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La demanda fue presentada ante el Juez del Juzgado Mixto del Módulo
Básico de Justicia de Santa Apolonia, conforme aparece a fojas 190 del
cuaderno de excepciones acumulado; fue calificada positivamente y admitida a
trámite mediante auto de fecha cuatro de junio del dos mil dos corriente a fojas
207 del mismo cuaderno, en la vía procedimental de conocimiento conforme al
Código Procesal Civil vigente (en adelante, cuando no se indique el cuerpo legal
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1.- Demanda.- Según escrito copiado a fojas 190 Giovanna Angélica Quiroz
Villaty, por derecho propio y en representación de sus hijos Euler Jonathan y
José Ronny Mendoza Quiroz, y Walter Steve Cuenca Quiroz, demanda el pago
de una indemnización ascendente a US$1’800,000.00 por los daños
ocasionados por el derrame de mercurio, que incluye el daño a la persona (daño
a la salud), daño moral y daño al medio ambiente, para lo cual emplaza a Minera
Yanacocha S.R.L. en su calidad de propietaria del mercurio.
Desglosa la pretensión indemnizatoria del siguiente modo: US$400,000.00 a
favor de Giovanna Angélica Quiroz Villaty, US$500,000.00 a favor de Walter
Steve Cuenca Quiroz, US$500,000.00 a favor de Euler Jonathan Mendoza
Quiroz, y US$400,000.00 a favor de José Ronny Mendoza Quiroz.
Sostiene que el 02 de junio del 2000, a las 3:20 p.m. aproximadamente, en
circunstancias de que el chofer de la empresa Ransa Comercial S.A., Esteban
Arturo Blanco Bar, transportaba mercurio de propiedad de Minera Yanacocha
S.R.L., se produjo un primer derrame de mercurio a la altura de la Quebrada de
Chotén.
Entre las 5:30 y 5:40 p.m. del mismo día, del mismo camión de la empresa
Ransa Comercial S.A. se produjo otro derrame de 152 Kg de mercurio, en las
localidades de San Juan, La Calera, el Tingo, Magdalena (de donde proviene la
demandante), y el Centro Poblado Menor de San Sebastián de Choropampa.
Por su brillo, forma e ignorando que se trataba de una sustancia tóxica, los
pobladores comenzaron a recoger el mercurio hasta altas horas de la
madrugada, empleando para dicha recolección sus manos e incluso su boca
como medio de aspiración. Al guardar el mercurio en sus hogares, los familiares
quienes recogieron el mercurio también se intoxicaron debido a los gases que
emana la sustancia.
La demandante refiere que Yanacocha no hizo caso a sus peticiones de ayuda
médica y no contaban con un plan maestro de contingencias, siendo que por el
contrario propició un mayor nivel de intoxicación, al pretender comprar el
mercurio derramado a quien lo hubieran recogido. Igualmente señala que existió
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2.- Contestación.- Según escrito copiado a fojas 765, Minera Yanacocha S.R.L.
sostiene que no fue informada oportunamente por el chofer de la empresa
Ransa Comercial S.A. (encargada del transporte) respecto del derrame de
mercurio, pero una vez tomó conocimiento del mismo, adoptó las medidas
necesarias para evitar perjuicios, informando sobre la toxicidad del producto,
pero con poco éxito debido a la negativa de los pobladores de devolver el
mercurio que recogieron y guardaron en sus hogares; en otras palabras,
sostiene que la causa determinante de la exposición y elevación del nivel de
mercurio en el organismo de los pobladores afectados fue su propia
imprudencia. Asimismo, manifiesta que el hecho de que la demandante y sus
menores hijos hayan presentado niveles de mercurio mayores a los normales en
su organismo a consecuencia del derrame producido, no necesariamente implica
que éstos hayan sido intoxicados por dicho elemento ni mucho menos que éstos
hayan sufrido daño como consecuencia de tal exposición. Por lo demás, ha
suscrito con la demandante -en su nombre y en representación de sus hijos-
sendas transacciones extrajudiciales, las mismas que, a tenor del Art. 1302 del
C.C. tienen calidad de cosa juzgada, resultando la demanda interpuesta
manifiestamente improcedente.
En escrito aparte, que obra copiado a fojas 687, Minera Yanacocha S.R.L.
formula denuncia civil contra Ransa Comercial S.A., por ser aquella la empresa
encargada del transporte del mercurio el día en que ocurrieron los hechos.
Posteriormente, por resolución copiada a fojas 1123, el Juez incorpora de oficio
a Esteban Arturo Blanco Bar como litisconsorte necesario pasivo, por ser el
chofer que conducía la unidad móvil que transportaba el mercurio.
Tanto Ransa Comercial S.A. como Esteban Arturo Blanco Bar, luego de ponerse
a derecho, sostienen que se limitaron a transportar los balones conteniendo
mercurio, y que fue Minera Yanacocha S.R.L. quien no cumplió con entregar la
mercadería al transportista en condiciones adecuadas para un transporte seguro.
Además, sostienen que se ha presentado el supuesto de fractura causal por el
hecho propio de la víctima, pues no fue el derrame de mercurio lo que ocasionó
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61
Calamandrei, Piero. La Casación Civil; T. II. Traducción de Santiago Sentís Melendo,
Buenos Aires, Editorial Bibliográfica Argentina, 1945, pp. 102 a 104.
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62
Peyrano, Jorge W. y Chiappini, Julio O. El Proceso Atípico, segunda parte. Buenos
Aires, Editorial Universidad, 1984, p. 137).
63
Couture, Eduardo. Estudios de Derecho Procesal Civil, Tomo I. Tercera edición,
Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1979, p. 46.
64
Cfr. Saraza Jimena, Rafael. Doctrina Constitucional aplicable en materia civil y
procesal civil. Primera edición, Madrid, Editorial Civitas, 1994; p. 38 y 39.
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65
Citado por Correa Henao, Magdalena. La Limitación de los Derechos Fundamentales.
Instituto de Estudios Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita, Bogotá, Departamento
de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia, 2003, p. 100.
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66
Cfr.: Osvaldo Alfredo Gozaíni. Derecho Procesal Civil, T.1. Buenos Aires, Ediar,
1992, p. 371.
67
Cfr.: Monroy Galvez, Juan. La Formación del Proceso Civil Peruano. Lima,
Comunidad, 2003, p. 180.
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68
Rocco, Ugo. Tratado de Derecho Procesal Civil, T. 1. Segunda reimpresión, Bogotá -
Buenos Aires, Temis - Depalma, 1983, p. 345 y 346.
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69
Benaventos, Omar A. Excepciones y Defensas Procesales. Primera reimpresión,
Santa Fe Argentina, Editorial Juris, 1999, p. 16.
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1.2.- En el C. C. Francés:
El Art. 2044 define a esta figura como un contrato con el siguiente texto:
“La transacción es un contrato por medio del cual las partes terminan una
controversia surgida, o previenen una controversia por surgir. Este
contrato debe ser redactado por escrito”
70
Cfr. Castro Gallo, Mario. La Transacción. Lima, Diálogo S.A., 2003, p.11.
71
Cfr.: Castro Gallo, Mario. La Transacción. p. 19.
72
Cfr.: Valdéz Sánchez, Roberto. La Transacción, solución alternativa de conflictos.
Segunda edición, Colombia, Legis, 1998; p. 97.
73
Forniciari, Mario Alberto. Modos Anormales de Terminación del proceso; Tomo II.
Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1988; p. 27
74
Este punto será desarrollado más profusamente en el punto 4 subsiguiente.
75
Llambías, Jorge Joaquín. Código Civil Anotado; Tomo II-A. Buenos Aires, Editorial
Abeledo Perrot, 1983; p. 396.
entre las partes sólo puede ser opuesta como defensa de fondo, esto es,
como un argumento más de la defensa del emplazado vinculada a la
extinción previa de derechos dudosos (76), en cuya hipótesis el juez debe
pronunciarse en la sentencia y determinar si aquélla extinguió el derecho
invocado en la demanda.
76
Cfr.: Vargas, Abraham Luís. Excepción de Transacción. En: Peyrano, Jorge W.;
Costantino, Juan; De los Santos, Mabel, y Otros. Excepciones Procesales. Segunda
edición, Santa Fe, Editorial Jurídica Panamericana, 2006; p. 580.
77
Osterling Parodi, Felipe y Castillo Freyre, Mario. Tratado de las Obligaciones, T.IX,
segunda edición, Lima, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
2001, p. 447.
78
Palacio, Lino Enrique. Derecho Procesal Civil, Tomo V. Cuarta reimpresión, Buenos
Aires, Abeledo Perrot, 1993; p. 555.
79
Cfr.: De Gásperi, Luís. Tratado de Derecho Civil, Tomo III. Buenos Aires, Tipográfica
Editora Argentina, 1964, p. 314.
80
Citado por Peláez, Francisco J. La Transacción, su eficacia procesal. Barcelona,
Bosch - Casa Editorial S.A. 1987, p. 162.
81
Citado por Peláez, Francisco J. La Transacción, pp. 168-169.
5.1. El Art. 446 inc. 10° dispone que el demandado solo puede
proponer, entre otras, la excepción de conclusión del proceso por
transacción.
5.2. En la parte pertinente del Art. 443 del mismo cuerpo legal previene
que es fundada la excepción referida “…cuando se inicia un
proceso idéntico a otro: 4° En que las partes… transigieron”. En
consecuencia, la procedencia de la excepción indicada importa
necesariamente la existencia de dos procesos idénticos.
5.3. Por otro lado, hay identidad de procesos cuando las partes o
quienes de ellas deriven sus derechos, el petitorio y el interés para
obrar, sean los mismos, según previsión normativa contenida en el
Art. 452. Se requiere esta triple identidad entre el primer proceso
transigido y el segundo en donde se hace valer la excepción.
5.4. Por tanto, esta excepción solamente es oponible cuando se inicia
un segundo proceso, idéntico a otro anterior, en donde las mismas
partes celebraron una transacción judicial. De tal modo que la
transacción extrajudicial, al no haber sido celebrada dentro de un
proceso, no puede configurar proceso idéntico y menos aún puede
servir de sustento a la excepción tantas veces mencionada.
5.5. Por consiguiente, para la procedencia de la excepción de
conclusión del proceso por transacción, nuestro ordenamiento
82
Hinostroza Minguez, Alberto. Formas Especiales de Conclusión del Proceso.
Primera edición, Lima, Gaceta Jurídica, 1998, pp. 165 y 166
cual se transigió, ya sea por escritura pública o por petición ante el juez
que conocía de la causa; el demandado tiene todo el derecho para
oponer o deducir la excepción de transacción, contemplada en el artículo
446 del Código Procesal Civil. Cabe señalar que, para que proceda
esta excepción de transacción se requiere que los procesos sean
idénticos; y existe identidad de procesos cuando las partes o quienes de
ellos deriven sus derechos, el petitorio y el interés para obrar sean los
mismos.” (83)
83
Castro Gallo, Mario. La Transacción, p. 70.
84
Temas de Derecho Procesal Civil, Teoría General del Proceso, Lima, Jurista Editores,
2008, pp. 157-158.
85
Pino Carpio, Remigio. Nociones de Derecho Procesal y Comento del Código de
Procedimientos Civiles, T. II. Lima, Tipografía Peruana S.A., p. 72 y 73.
86
Vargas, Abraham Luís. Excepción de Transacción, p. 580.
5.12. Igualmente, Lino Enrique Palacio considera que debe existir dos
procesos idénticos como supuesto o requisito de la excepción de
transacción, en razón a que la misma:
“…se funda en la existencia de actos anormales de conclusión procesal
cuya eficacia equivale a la de cosa juzgada, [por lo que] resulta sin duda
apropiado el tratamiento procesal al que se los ha sometido.” (88)
87
Véase en: Defensas y Excepciones; Osvaldo Alfredo Gozaíni (Director). Buenos
Aires, Rubinzal Culzoni Editores, 2007, pp. 308 y 309.
88
Palacio, Lino Enrique. Derecho Procesal Civil, Tomo VI. Tercera reimpresión, Buenos
Aires, Abeledo Perrot, 1990; p. 137.
89
Pelaez, Francisco J. La Transacción. pp. 204-206.
5.14. Debe convenirse en que, si bien es cierto que existe cierta similitud
entre la transacción extrajudicial y la judicial (es producto de un
acuerdo de voluntades entre las partes, quienes se hacen
concesiones recíprocas), las diferencias son ostensibles, las que
van a determinar distintos efectos; así: 1) en la transacción
extrajudicial no hay homologación por parte del juez, en cambio la
judicial requiere ser homologada; 2) esta homologación importa un
control y análisis por parte del juez, quien determina si se ha
cumplido con las normas previstas en los Arts. 335 a 337, estando
facultado el juez a rechazar la transacción que no cumpliera con
tales requisitos; mientras que la transacción extrajudicial no está
sujeta a ningún tipo de control judicial, y solamente está sometida a
la plena autonomía de la voluntad de las partes, siendo que en la
realidad se dan casos de inequidad y de abuso del derecho por la
posición contractual dominante de una de las partes celebrantes; 3)
en la transacción extrajudicial con las concesiones recíprocas se
puede crear, regular, modificar o extinguir relaciones diversas de
aquellas que han constituido objeto de la controversia entre las
partes; en tanto que, con la transacción judicial no se puede crear,
regular, modificar o extinguir relaciones materiales ajenas al
proceso; 4) ante el incumplimiento de las obligaciones contenidas
en la transacción, la ley concede mérito ejecutivo para la
extrajudicial, y tratándose de la judicial se ejecuta de la misma
forma que la sentencia firme (Art. 1312 del C.C.); 5) por tanto, la
transacción judicial se celebra en virtud a que previamente ha
existido un objeto litigioso concretamente definido en el proceso, el
mismo que por efecto de aquélla queda finalizado; sin embargo, en
la extrajudicial, no hay una controversia objetivamente definida,
sino que las partes considerando sus intereses opuestos y
subjetivamente su contenido dudoso, acuerdan terminar la
contienda; 6) la transacción judicial, al tener un control judicial y
90
Chiovenda, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil, Vol. I. Segunda
edición, traducción de E. Gómez O, Madrid, Editorial Revista de Derecho Privado, 1948;
p. 188.
91
Muñoz Sabaté, Luís. Las Cláusulas Procesales en la Contratación Privada.
Barcelona, Librería Bosch, 1988, pp. 35-36.
92
Cfr.: Mendoza Escalante, Mijail. Conflictos entre Derechos Fundamentales,
Expresión, información y honor. Lima, Palestra Editores, 2007, pp. 44 y ss.
Por otro lado, el Código Civil (Art. 1302, párrafos primero y tercero)
establece que por la transacción las partes, haciéndose concesiones
recíprocas, deciden algún asunto dudoso o litigioso evitando el pleito que
podría promoverse o finalizando el que está en curso y, además, que la
transacción tiene valor de cosa juzgada.
93
Cfr.: Martínez, Luis y Fernández, Jesús, Curso de Teoría del Derecho y Metodología
Jurídica, p. 288-290. Rafael de Asis Roig hace una sistematización más general y
compleja, estableciendo los siguientes criterios : a) por su sentido: criterios de
coherencia semántica o literal (gramatical, analógico); coherencia teleológica (teleológico
estricto, de racionalidad y de proporcionalidad, de razón mayor); coherencia valorativa
(de justicia y equidad, de naturaleza de las cosas, del contrapeso y razonabilidad); b)
proyecciones: pasado (criterio histórico estricto estático, criterio de la voluntad o
psicológico, criterio del precedente); presente (criterio del lugar material, criterio de
conformidad con la constitución); futuro (criterio histórico estricto dinámico), c) límites:
criterio de la no redundancia, apagógico, criterio de la consecuencialista estricto, criterio
de la ordenación, véase: Jueces y Normas, la Decisión Judicial desde el Ordenamiento,
Madrid, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas S.A. 1995, p. 209.
94
Con acierto dice Manuel Aragón Reyes “… el problema de la vinculación de los jueces
a la ley ha de abordarse desde una perspectiva que podríamos llamar ´moderna’, esto
es, la propia de una Estado Constitucional de Derecho, y esa perspectiva no es otra que
la doble sumisión de los jueces a la constitución y a la ley…) La Vinculación del Juez a la
Ley, Madrid, Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid 1
(1997), 1997, p. 180.
95
El imperio de la Constitución y de la ley es uno de los pilares esenciales de un Estado
de Derecho, llámese Estado Constitucional de Derecho o Estado Democrático y Social
de Derecho; empero la legalidad surge como una respuesta a la arbitrariedad y el
absolutismo del antiguo régimen y así nos lo recuerda Miguel Rodríguez-Piñero y Bravo-
Ferrer cuando precisa “El principio de legalidad se construye históricamente como
oposición a la arbitrariedad y la subjetividad de las decisiones del príncipe, como sistema
de ejercicio de poder objetivo, igualitario y previsible y como elemento clave para
legitimar el poder, para organizarlo y delimitarlo…” Constitución, Legalidad y Seguridad
Jurídica, en: Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid 1
(1997), p. 157.
96
Véase: Prieto Sanchís, Luis. Apuntes de Teoría del Derecho, Madrid, Editorial Trotta,
segunda edicción 2007, p. 113 y ss.
97
Ob. Cit. P. 134 y ss.
98
Guastini, Ricardo. Estudios sobre la interpretación jurídica. Segunda edición, Editorial
Porrúa, México, 2000; p.76.
De todo esto cabe concluirse que el juez no puede crear una excepción o
defensa de forma que no esté prevista expresamente en la norma
procesal civil. Además está prohibido de hacerlo porque sino abriría las
puertas para reconocer otras excepciones no previstas expresamente,
vulnerándose de este modo el contenido esencial de los derechos de
acción, al proceso y a una decisión sobre el fondo del litigio que
corresponde a la parte demandante.
99
Cfr. Prieto Sanchís, Luis Ob. Cit. p. 138.
100
Cfr.: Muro Rojo, Manuel. Transacción de Ausentes e Incapaces. En: Código Civil
comentado por los 100 mejores especialistas; Tomo VI. Lima, Gaceta Jurídica, 2004;
p.819.
101
Publicada en el diario oficial El Peruano el 31 de enero de 2005.
9.2.- Concepto
La Teoría de los Actos Propios, tal como la definen Marcelo J. López
Mesa y Carlos Rogel Vide, consiste en una limitación al ejercicio de un
derecho, que reconoce como fundamento una razón de política jurídica: la
protección de la confianza suscitada por el comportamiento antecedente,
que luego se pretende desconocer (104). Como señalan los referidos
102
Borda, Alejandro. La Teoría de los Actos Propios, Cuarta Edición, Buenos Aires,
Editorial Abeledo-Perrot Lexis Nexis Argentina S.A., 2005 edición, p. 15 y 21
103
Diez-Picazo Ponce de León, Luís. La doctrina de los propios actos: un estudio
crítico sobre la jurisprudencia del Tribunal Supremo. Barcelona, Bosch Casa Editorial,
1963, pp. 23 a 26.
104
López Mesa, Marcelo y Rogel Vide, Carlos. La Doctrina de los actos propios,
Doctrina y Jurisprudencia. Buenos Aires, Editorial Reus y Editorial B de F, 2005, p. 91.
9.3.- Requisitos
La teoría de los actos propios requiere de tres condiciones para que
pueda ser aplicada, que son las siguientes (108):
105
Fueyo Laneri, Fernando. Instituciones de Derecho Civil Moderno. Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 1990, pp 308 y 310.
106
Ob. Cit. p. 56.
107
Cfr. Peyrano, Jorge W. Derecho Procesal Civil, de acuerdo al C.P.C. Peruano. Lima,
Ediciones Jurídicas, 1995, pp. 355 y 356.
108
Borda, Alejandro, Ob. Cit. p. 71.
109
En el escrito de absolución de la excepción corriente a fojas 261 del Tomo I, la
demandante expresamente alegó la nulidad de pleno derecho de las transacciones
celebradas con Empresa Minera Yanacocha S.R.L.
110
Ob. Cit. p. 78.
111
Ob. Cit. p.190.
112
De la Puente y Lavalle, Manuel. El Contrato en general. Comentarios a la Sección
Primera del Libro VII del Código Civil, Tomo III. Segunda reimpresión de la Segunda
edición actualizada, Lima, Palestra editores, 2007, pp. 108 y 109.
(113). En cambio las buenas costumbres son entendidas como los cánones
fundamentales de honestidad pública y privada a la luz de la conciencia
social.
Si las transacciones extrajudiciales contravienen normas que interesan al
orden público también debe ser materia de probanza en el principal y
objeto de pronunciamiento en la sentencia, pues de considerarse que en
aquellas transacciones que interesan a los tres menores de edad,
concurre una causal de nulidad absoluta y manifiesta, el Juez está
autorizado para declararla de oficio (Art. 219, inc. 8, y Art. 220 del C.C.).
Por otra parte, no se aplica la doctrina de los actos propios si han
variado las condiciones que se daban al producirse la conducta
vinculante. En el caso sub júdice, las condiciones y circunstancias que se
daban al celebrarse la primigenia transacción extrajudicial (02 de
setiembre del 2000) evidentemente variaron con el transcurso del tiempo,
tan cierto es ello que con fecha 04 de noviembre del 2000 las partes
celebran un segundo acuerdo transaccional que le denominan
“addendum”, y en virtud del cual Yanacocha duplica el monto de las
indemnizaciones pactadas en la primigenia transacción a favor de la
demandante y de sus tres menores hijos. Este segundo acuerdo
evidencia que la controversia fue reabierta por ambas partes y que las
condiciones variaron con el paso del tiempo, esto es que el progresivo
agravamiento de las lesiones tenía lugar en razón de la naturaleza de la
intoxicación por mercurio, y por tanto, las condiciones existentes al
celebrar el segundo documento fueron distintas a las que se daban al
celebrar la referida transacción extrajudicial.
Asimismo, respecto a las buenas costumbres, corresponde al Órgano
Jurisdiccional en la causa sub materia analizar en la sentencia si las
transacciones fueron celebradas respetando los cánones fundamentales
de honestidad a la luz de la conciencia social, pues el presente caso es
113
Cfr.: Castillo Freire, Mario. La Teoría de los Actos Propios. Primera edición, Lima,
Palestra editores, 2006, p. 109.
114
Cfr. López Mesa, Marcelo J. y Rogel Vide, Carlos, Ob. Cit., p. 180.
115
Conclusión 3ª del despacho de la Comisión 8 de las Novenas Jornadas Nacionales de
Mar del Plata, 1983.
116
Ob. Cit. p. 150.
117
Gozaíni, Osvaldo A. La Conducta en el Proceso, La Plata, Librería Editora Platense
S.R.L., 1988, pp. 215 y 219. Este mismo autor cita en este lugar a Edgardo Alberti, quien
advierte “Lo necesario, en todo caso, es que la conducta precedente respecto de la cual
la pretensión provocaría una contradicción inatendible por el Tribunal, sea invocada y
probada en sí misma: cual todo otro hecho de la causa. De manera que si no estuviera
ya contenida en la relación formulada por el pretensor –contra el cual ella sería vuelta
por la interpretación de su sentido-, el demandado estará constreñido a referir cuál haya
sido la conducta antecedente, y a probarla de negar el pretensor haber actuado de tal
manera”.
118
Loreto, Luís. Contribución al Estudio de la Excepción de Inadmisibilidad por Falta de
Cualidad. En: Estudios de Derecho Procesal Civil, Caracas, Universidad Central de
Venezuela, Facultad de Derecho, Volumen XIII, 1956.
119
Chiovenda, Giuseppe. Instituciones de Derecho Procesal Civil, Vol. I.; p. 185.
120
Cfr.: Montero Aroca, Juan. La Legitimación en el Proceso Civil. Primera edición,
Madrid, Editorial Civitas S.A., 1994, p. 35 y 36.
XII. RESOLUCIÓN:
menores Euler Jonathan y José Ronny Mendoza Quiroz, así como Walker
Steve Cuenca Quiroz, propuesta por Minera Yanacocha S.R.L., Ransa
Comercial S.A. y Esteban Arturo Blanco Bar, y REFORMANDOLA se
declare IMPROCEDENTE esta excepción; se REVOQUE la misma
resolución del Juez de Primera Instancia en cuanto declara INFUNDADA
la excepción de conclusión del proceso por transacción referida a la
demandante Giovanna Angélica Quiroz Villaty, y REFORMANDOLA se
declare IMPROCEDENTE esta excepción. Se declare INFUNDADO el
recurso de casación en la parte referida a la excepción de falta de
legitimidad para obrar de la parte demandante respecto de la pretensión
indemnizatoria por daño al medio ambiente propuesta por los nombrados
emplazados Minera Yanacocha S.R.L. y Esteban Arturo Blanco Bar. Se
DECLARE que carece de objeto pronunciarse sobre la causal de
inaplicación de normas de derecho material respecto de la excepción de
conclusión del proceso por transacción. DECLARARON que constituye
doctrina jurisprudencial con carácter vinculante conforme a los alcances y
efectos previstos en el octavo y décimo sétimo considerandos,
respectivamente, lo siguiente:
Casación N° 1465-2007-Cajamarca
Demandantes :
Demandados :
Materia :
Proceso :
Conocimiento
Sumario :
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Corte Suprema de Justicia de la República
Pleno Casatorio Civil
XII.- RESOLUCIÓN.
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