Tema V
Tema V
Tema V
Un Proceso Penal que no vele por las garantías individuales y la eficiencia y eficacia en su
realización no es un debido proceso, y ha de devaluar el hacer judicial en su conjunto.
Eficacia es no encontrar a un responsable del delito sino al autor real del mismo evitando la
impunidad, esto a través de un proceso ágil, ya que una justicia lenta no es una verdadera
justicia.
En la eficacia y eficiencia del proceso penal juega un papel esencial la obtención y valoración
de los elementos probatorios, eje sobre el cual gira el proceso y la imposición o no de la
sanción. Como expresa Döhring: “...la labor del jurista no se limita a las normas jurídicas a
las cuales ha de dar vigencia, ya que con independencia de esto, que a nuestro entender es
lo más fácil, ha de comprobar el estado de los hechos a los cuales ha de aplicar esas
normas”1. Suscribimos lo que él plantea en cuanto a que: “...Antes de sondear lo que debe
ser, deberá constatar lo que es o, en su caso lo que ha sido”. 2
Como plantea en su obra, el referido autor: “...son raros los casos en que las cuestiones
referentes al hecho no ofrecen dificultades y sólo resta la aplicación de las normas del
Derecho, por el contrario, casi siempre el aspecto jurídico no ha de ofrecer dificultades y sólo
hay dudas respecto a los hechos”. 3 De modo tal que la actividad determinadora del derecho
consiste casi exclusivamente en determinar el estado de los hechos.
Pensamos que en la mayoría de los casos, la culminación del proceso, está condicionada por
el esclarecimiento y determinación de los hechos y sus circunstancias. A veces, las
circunstancias que son consideradas como situaciones secundarias, en innumerables casos,
juegan un papel determinante, se convierten en el aspecto central al ser valorados por los
Tribunales sobre la base de su calidad probatoria. El esclarecimiento y determinación de los
1
Döhring, Dr. Erich. “La prueba, su práctica y apreciación”. Ed. MINJUS, La Habana, 1986.
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Idem anterior
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Idem anterior
hechos y sus circunstancias, es la parte del proceso que más esfuerzos y dedicación
requieren. Es el armazón que dará lugar al revestimiento jurídico posterior, ya que la cuestión
jurídica ha de fracasar o mal aplicarse si no están debidamente aclarados el estado de los
hechos. En situaciones donde las cuestiones de derecho conllevan a dudas se produce esto
porque el esclarecimiento de hechos es el que verdaderamente ha hecho difícil su aplicación.
Lo cual lleva, en innumerables casos, a correr el riesgo de cometer errores judiciales, que en
muchas ocasiones son irreparables.
Innegablemente que se puede aludir a que en la formación del jurista, en las instituciones
educacionales, no se preparan lo suficientemente en estas materias a los futuros aplicadores
de la Ley, que sólo se preparan con profundidad, precisamente, en la determinación del
derecho y que en la labor de investigación de los hechos esa instrucción no es la óptima,
pero esto no justifica que el profesional no busque medios para su formación en estos
campos. Es más, considero que es una obligación para aquellos que laboran en el campo del
Derecho Penal, mantener la inquietud de conocer cada día más de las temáticas de
obtención y valoración de las pruebas.
En la legislación actual existe toda una serie de preceptos que norman la práctica de las
pruebas y las acciones de instrucción más comunes a todos los procesos, pero, en cuanto a
esto, considero que la misma es insuficiente, puesto que el legislador habría de elaborar un
“sólido sistema de principios probatorios” 4, como expresa Döhring, y es más, como
igualmente refiere nuestra legislación procesal, en el importante terreno de la valoración de la
prueba se ha contentado, con sentar el principio de “la libre apreciación” como tal y no se
explica nada más.
No puede haber dudas de que la teoría del interrogatorio, los principios de la obtención de
pruebas y su valoración y las otras cuestiones relacionadas con los elementos probatorios,
son susceptibles de tratamiento científico a través de textos especializados en estas
cuestiones y sobre todo en la indagación personal de los implicados en estos menesteres, en
otros textos, revistas especializadas, eventos científicos, cursos de especialización, Internet,
etc., o sea, el constante estudio y actualización de conocimientos, lo que es una cualidad que
necesariamente ha de tener el jurista.
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Idem anterior
El proceso penal está configurado con la finalidad de lograr la verdad material y en el campo
del mismo, el principio de que se puede obtener la verdad, es el que debe primar, ya que,
consideramos que el procedimiento penal no es consecuencia de especulaciones filosóficas
o teóricas, es un producto del conocimiento, del desarrollo social, de una necesidad objetiva,
esencialmente en la obtención de las evidencias con respecto a la veracidad del caso
investigado, aunque se exprese y formule en ideas filosóficas y teóricas.
Comencemos por señalar lo que expresaba Beccaria en su obra, sobre la verdad, cuando
planteó que la certeza judicial es más bien una certidumbre moral, una convicción interna, es
el resultado de la libre apreciación de la prueba, que está basada en la evidencia cuyo valor
ha sido determinado no por la Ley, si no por el juez que aplica las leyes de la lógica y su
experiencia práctica en su quehacer.
Otro que desarrolló el concepto de convicción fue Filangieri, señalando que la naturaleza
subjetiva de la certidumbre conlleva al peligro del error, y que, por tanto la certidumbre moral
del juzgador ha de ajustarse, encuadrarse en el criterio legal de la misma. El realizó un
esfuerzo en la definición de la interrelación entre la verdad y la certidumbre moral. No se
cuestiona la verdad, se cuestionaba la certidumbre moral y el criterio de ésta, y si la misma
era lo suficiente para el establecimiento de la responsabilidad penal. En su obra va
percatándose de la relatividad del conocimiento, de la falibilidad del tribunal y del proceso
basado en las probabilidades, lo cual lo llevó a comprender que el camino de la justicia, en
innumerables casos, está lleno de injusticias.
La evidencia debe ser pertinente y substancial en el asunto que tenga una influencia legítima
y efectiva en la decisión del caso. La admisibilidad exige que la evidencia tenga valor en el
mismo o que pruebe algún punto en debate. El hecho de que la substanciación y la
pertinencia estén íntimamente ligadas, ha motivado que muchos, en la profesión legal,
reconozcan que ambas tienen un significado similar. Técnicamente existe una diferencia
entre ambos términos. Alguna evidencia puede tener una ligera pertinencia en un proceso
pero tan remota que su significación real sea muy reducida para probar cuestiones o puntos
esenciales del caso.
Si un tribunal admitiera toda la evidencia y supuestos elementos, aun cuando éstas fueren no
convincentes e inconsistentes, un juicio que debería ser breve, se alargaría sin motivo.
Además de esto, un cúmulo de detalles sin importancia podría confundir a los participantes,
especialmente a las partes. Por esta razón, se descarta la evidencia que tiene poca relación
con el caso y aquellos elementos no esenciales.
Ejemplo de lo anterior son los cambios procesales que se están llevando en múltiples países
de América Latina, donde gradualmente se está pasando del arcaico proceso inquisitivo al
mixto perfeccionado.
El tribunal llega a conocer, todos esos aspectos y cuestiones, de forma indirecta, a través de
la cognición sensorial de una serie de intermediarios: testigos, víctimas, peritos, instructores,
etc. Aunque hay otros que el mismo puede comprobar con su capacidad sensorial, con sus
sentidos: documentos, pruebas materiales, huellas, fotos, etc., pero ya refrendadas por
personal especializado. De igual forma ocurre con el fiscal, el instructor y el defensor.
Esto nos indica que aunque recibamos los testimonios de los sujetos, éstos deberán siempre
ser corroborados y valorados a través de los demás elementos probatorios que se posean,
siempre sobre la base del criterio científico y lógico de la libre apreciación, ya que en la
práctica judicial se ha confirmado la existencia de un sinnúmero de fuentes de errores, sobre
todo e los testimonios, aún de buena fe, puesto que no todas las personas perciben de igual
forma los fenómenos del mundo circundante.
La situación que se nos plantea con los sospechosos o acusados, en cuanto a la cognición
judicial, son los mismos que con relación a los testigos, incluso los más complicados por la
relación jurídica y la situación en que se encuentran, su estado psíquico, emocional, sus
particularidades personales, familiares, su implicación y demás circunstancias procesales.
Al igual que en los testimonios, hay una serie de medios auxiliares que sólo le permiten al
actuante (instructor, fiscal, juez, defensa) una cognición indirecta: fotografías, filmaciones,
grabaciones, dibujos, planos, etc.), y aunque éstos, a diferencia de lo anterior, pueden
disminuir el factor subjetivo al reflejar la realidad sin previo conocimiento, pero de forma
parcial con arreglo a lo limitado del espacio que se recoge; a la forma en que se manifiesta;
ángulos, distancias, enfoques, o sea, dependen de la calidad de la técnica empleada.
El proceso que se lleva a cabo para la obtención de las pruebas debe recorrer determinados
pasos, o sea, agotar los siguientes períodos: