El - Error - en - Medicina - Prof. Gerardo - Álvarez - 2021
El - Error - en - Medicina - Prof. Gerardo - Álvarez - 2021
El - Error - en - Medicina - Prof. Gerardo - Álvarez - 2021
Cómo citar:
Álvarez Álvarez G. El error en medicina [Internet]. La Habana: Editorial Ciencias Médicas;
2021. Disponible en: http://www.bvs.sld.cu/libros/el_error_medicina/indice_p.htm
A todos los colegas que comparten tan digna misión.A los que se inician
o cursan los estudios de Medicina con la finalidad y el deseo permanente
de que cada vez sean mejores profesionales en tan dadivosa gestión.
Prólogo
Es un honor prologar este libro del doctor Gerardo Álvarez Álvarez, quien
a lo largo de los años ha mostrado un marcado interés en transmitir
conocimientos para el colectivo de especialistas que con certeza ha sabido
conducir, inicialmente como jefe del Servicio de Medicina del Hospital
Provincial Docente Clínico Quirúrgico de Santa Clara, y posteriormente
durante muchos lustros, al frente de la cátedra de Clínica Médica del
actual Hospital Universitario Arnaldo Milián Castro de Santa Clara, Villa
Clara. En igual medida, considero que el presente texto puede resultar de
notable utilidad para los educandos del sector, los internos y residentes
de disimiles especialidades, así como para los noveles especialistas
que comienzan a transitar en una larga carrera donde los errores en el
desempeño de sus actuaciones tienen un alto costo, tanto en lo personal
como en lo institucional y, lo que es peor, para los enfermos y su familia.
Me satisface que el texto que me honro en prologar pueda tener una uti-
lidad inconmensurable para las nuevas y viejas generaciones de galenos,
en Cuba y en otras latitudes, dado que reconoce la falibilidad de nuestra
profesión con el objetivo de trazar correctas estrategias para reducir los
errores al mínimo posible, dado que en muchos lugares y durante mucho
tiempo se ocultaron los errores y los daños iatrogénicos.
Muchas gracias.
El autor
Contenido
Introducción/ 1
Capítulo 1. Apuntes históricos sobre la profesión médica y la evolución de los
errores médicos/ 4
Bibliografía/ 8
Capítulo 2. Grandes errores y horrores médicos/ 9
Bibliografía/ 13
Capítulo 3. Consideraciones sobre el método clínico/ 14
Bibliografía/ 17
Capítulo 4. Formas del razonamiento médico/ 19
Acciones activas y acciones automáticas/ 20
Bibliografía/ 23
Capítulo 5. Psicología cognitiva y metacognición/ 24
Psicología cognitiva/ 25
Metacognición/ 26
Bibliografía/ 30
Capítulo 6. La heurística o atajos del pensamiento/ 31
Variedades de heurísticos/ 32
Bibliografía/ 35
Capítulo 7. Ética y bioética ante el error médico/ 36
Bibliografía/ 41
Capítulo 8. Ética frente a tecnología médica/ 42
Bibliografía/ 44
Capítulo 9. Mala práctica médica/ 45
Algo de historia/ 45
Ética médica/ 47
La buena y mala práctica médica/ 47
La responsabilidad médica/ 48
Bibliografía/ 49
Capítulo 10. Errores en medicina clínica/ 50
Errores cotidianos/ 51
Definiciones útiles sobre el error/ 52
Otros conceptos de utilidad/ 52
Clasificación del error médico/ 55
Calidad de la atención médica desde la técnica/ 57
Epidemiologia del error médico/ 57
Causalidad del error médico y factores de riesgo/ 59
Sobre factores de riesgo/ 61
Bibliografía/ 62
Capítulo 11. Errores de diagnóstico/ 64
Mecanismos que intervienen en los errores de diagnóstico y su frecuencia/ 65
Fórmulas para realizar el diagnóstico y tipos de diagnóstico clínicos/ 65
Métodos para la búsqueda del diagnóstico/ 66
Bibliografía/ 67
Capítulo 12. Errores en cirugía/ 69
Errores en la anestesia/ 75
Errores en unidades de atención al grave/ 77
Bibliografía/ 79
Capítulo 13. Errores de laboratorio clínico/ 81
Bibliografía/ 84
Capítulo 14. Errores en imagenología/ 85
Bibliografía/ 88
Capítulo 15. Errores de enfermería/ 89
Errores frecuentes en la enfermería hospitalaria/ 91
Bibliografía/ 93
Capítulo 16. Errores en estomatología/ 95
Bibliografía/ 96
Capítulo 17. El paciente, el médico y el error/ 98
Bibliografía/ 103
Capítulo 18. Implicaciones legales del error médico/ 105
Bibliografía/ 109
Capítulo 19. Misceláneas/ 111
Internet y los errores en la medicina/ 111
Reacciones adversas a hemoderivados/ 112
Los errores en cardiología/ 113
Los errores en neurología/ 114
Reflexiones finales/ 116
Bibliografía/ 117
Introducción
“Los doctores son hombres que prescriben medicinas de las que saben muy poco, para
curar enfermedades de las que saben menos, que ocurren en seres humanos de los que
no saben nada”.
Voltaire
El pensamiento que encabeza este capítulo fue escrito hace siglos por alguien que no
era médico, François Marie Arouet (Voltaire), ensayista, escritor y filósofo, pero que supo
captar, en aquel entonces, la alta responsabilidad de los médicos y personal adjunto, así
como la influencia negativa que se podría presentar en algunas ocasiones. En la actuali-
dad, dista mucho del enunciado, pero puede constituir un mensaje de alerta para mejorar
siempre con calidad, eficiencia y eficacia nuestro desempeño como profesionales de
la medicina. En medicina, y en la vida existen principios inviolables que, no atenderlos,
conocerlos o considerarlos pueden traernos malos resultados.
Aquí hay varias estimaciones: tenemos que conocer la historia relacionada con la
evolución del conocimiento médico y sobre todo, comprender que la ciencia médica
en su evolución es que ha ido obteniendo conocimiento, a los médicos nos acusan de
biologicistas y positivistas porque no atendemos al enfermo de forma integral, por un
lado, y por el otro nos olvidamos del paradigma biopsicosocial. En otro sentido, si toma-
mos en consideración que no conocemos a profundidad y con realismo los errores que
cometemos en nuestra practica medica diaria, y si en el mundo hay estimaciones que
el error médico es un gran responsable de mortalidad en países desarrollados, pues en
forma un tanto impactante, la frase de Voltaire esta precisamente para llamar la aten-
ción y disparar los sistemas de alerta sobre la gran responsabilidad que tienen hacia
los pacientes los que laboran en el sector de la salud, compromiso que se adquiere con
este ejercicio profesional para con los enfermos.
El error en la medicina no comenzó en fechas recientes, hace unas décadas como
afirman algunos, aquel prácticamente se originó desde el mismo comienzo de la atención
a necesitados, de personas o individuos aquejados de dolencias o enfermedades, mejor
definidas con el tiempo. Para no remontarnos, en esta introducción del tema, a etapas
de la humanidad muy lejanas, baste mencionar los siguientes ejemplos:
–– Reportado como caso emblemático en la historia de la medicina chilena, el Dr. Lucas
Sierra, prócer de la cirugía criolla, quien confundió un embarazo con un tumor ute-
rino. El tribunal que lo juzgó consideró el error excusable y no fue condenado, pues
2 El error en medicina
se concluyó que fue una desgracia médica. Esto sucedió en el siglo xix, corrían los
años 1870-1880.
–– En fecha más reciente, los medios de difusión se han hecho eco de la situación de un
paciente lusitano en la quinta década de vida, que fue confinado a vivir por más de
35 años en una silla de ruedas, pues los médicos de asistencia inicialmente confun-
dieron su padecimiento real, una miastenia gravis, con una distrofia muscular. Fue
mal diagnosticado a los 13 años de edad, cuando pudo haber recibido un tratamiento
médico más esperanzador.
Los errores ocurren en todos los órdenes de la vida ya que, incuestionablemente, for-
man parte de la actividad humana. En la cotidianidad de la vida enfrentamos múltiples
acciones, se emiten juicios y se toman disímiles decisiones, pero de forma simultánea,
por variados, diversos y complejos motivos, se cometen numerosos errores, en ocasiones
en aspectos que se suponen conocer. Abordar en un libro de texto el aspecto, de notable
interés actual, del error en medicina, conlleva una descripción de cómo el facultativo
médico o el personal de apoyo, enfermeras, laboratorio, institución, etc., logran o deben
desempeñar sus funciones para que el fin primario y excelso de la profesión médica se
cumpla: lograr la mayor calidad posible, con el mínimo riesgo, en la atención a nuestros
pacientes. Obviamente tendremos que efectuar un breve recorrido sobre la formación
del médico desde el punto de vista histórico y, como se alcanza el nivel actual de inde-
pendencia y profesionalidad. Sería oportuno comentar sobre el método clínico, las bases
del proceso diagnóstico, elemento imprescindible para la instauración de un régimen
terapéutico racional o la emisión de un pronóstico, del razonamiento clínico o médico,
así como aspectos éticos diversos.
Téngase en cuenta que hasta hace unas décadas no se conocían la verdadera magnitud
de los resultados en los pacientes de la mala práctica médica, que pueden conducir a los
errores médicos (EM), los eventos adversos (EA) o las fallas en el proceso diagnóstico
que representan los errores diagnósticos (ED), que indefectiblemente representan una
Introducción 3
Apuntes históricos
sobre la profesión médica
y la evolución de los errores médicos
“…una cabeza sin memoria histórica es una plaza sin guarnición”.
Napoleón Bonaparte
Desde antes de nuestra era y a través de los siglos, el ser humano ha sentido la incli-
nación lógica de ayudar a sus semejantes en situaciones de peligro o de procesos en los
que la vida corría riesgo. Es así que va evolucionando de una forma lenta y en ocasiones
dolorosa, todo el accionar para alcanzar algún conocimiento y explicación de los procesos
que afectaban a los semejantes. La medicina racional nació en el mayor esplendor de la
Grecia clásica, en la escuela de Cos, contemporánea del “siglo de oro” de Pericles y su
figura cimera fue un médico que ha pasado a la historia con los sobrenombres de “padre
de la medicina”, “príncipe de la medicina”, “divino viejo” y “oráculo de Cos”: Hipócrates.
Una época de gigantes del trabajo y de la inteligencia humana.
¿Qué hace tan grande y actual a un “médico” que vivió hace 25 siglos? La escuela
hipocrática emancipó a la medicina de la religión, una influencia que por siglos existía
en las medicinas hebrea, egipcia y babilónica, y procedía en Grecia de los asclepiones o
santuarios del culto al dios Esculapio, que se pronunciaba con fuerza contra las tentativas
de explicar las enfermedades de otra manera que no fuera puramente material. Fue una
revolución la que hizo al abandonar la creencia de que un Dios era la fuente de la salud
y la enfermedad.
Un ejemplo claro fue las consideraciones sobre la epilepsia, al decir “que no es en
modo alguno, más divina ni más sagrada que las demás enfermedades, sino que tiene
una causa material, al estimar que su asiento radicaba en el cerebro”. Toda su teoría
humoral constituye una explicación puramente natural de los procesos morbosos y en
cuanto a la terapéutica, quedó exenta de misticismos y la mayoría de las veces era pru-
dente, trataba de no hacer daño, se auxiliaba en la dieta, los ejercicios, los medicamentos
y con un principio básico: vix naturae medicatrix, la naturaleza es la que cura. Se ha dicho,
también, que liberó a la medicina de la filosofía, aunque ni Hipócrates ni nadie podría
sustraerse a una explicación de los hechos que observaba, más aún al rechazar la expli-
Capítulo 1. Apuntes históricos sobre la profesión médica y la evolución... 5
cación religiosa, y al tratar de hacerlo solo podía asumir una concepción filosófica, que
era la forma de pensamiento más desarrollada de entonces. Bouchard sentenció: “no hay
practica medica sin doctrina”. La medicina no puede caminar a la ventura, hace falta tener
alguna concepción doctrinal de una enfermedad si se quiere abordar su tratamiento. La
ciencia estaba en pañales, aquella concepción únicamente podía venir de la filosofía. No
obstante, Hipócrates liberó a la medicina de las exageradas especulaciones filosóficas,
esta fue su segunda dimensión histórica.
La tercera, la que mantiene vigente su memoria, fue el espléndido carácter de su praxis.
Como nadie, hasta entonces, destacó el valor supremo de la observación del enfermo y
la acumulación progresiva de experiencias. Desde entonces estimaba que todo paciente
era una situación nueva y diferente, y en ese sentido de lo singular y contingente, el en-
fermo requería y precisaba de una observación meticulosa y estrecha, apoyada en una
exploración (la de la época) notablemente exigente, pues cada nuevo caso se presentaba
con sus particularidades que quitan todo absoluto a las reglas de la aplicación. Hay una
constante modificación del saber en cada aplicación. En la observación del enfermo era
imprescindible no solo mirar, sino distinguir, comparar, diferenciar y evaluar también su ca-
rácter, intelecto, actividad y sobre todo su subjetividad. De igual forma, individualizaba los
tratamientos, a diferencia de la Escuela de Cnido que lo esquematizaban en grado sumo.
Fue Hipócrates, el primero en confeccionar rudimentos de historias clínicas, y del
valor del método inductivo en el razonamiento dirigido a la búsqueda del diagnóstico,
muchos siglos antes de que Da Costa expresara el sabio enunciado de ir “del síntoma
al diagnóstico”.
Cuatro siglos después de la muerte de Hipócrates nació Galeno, en el Asia Menor griega.
Fue un hombre extraordinario y el médico más famoso de su época. Escribió intensamente
sobre medicina, filosofía, gramática y geografía. Algunos lo consideran fundador de la
medicina experimental por los notables experimentos que realizó, por ejemplo, provocó
una hemiplejia al seccionar la médula espinal, etc. Sin embargo, consideraba que la teoría
era muy superior a la práctica. Se consideraba discípulo de Hipócrates, pero lo inculpó de
“marchar un poco a la ventura”, de no detenerse en asuntos importantes. Hombre culto,
de palabra fácil, inteligente, ingenioso y sagaz, consumado polemista de estilo gallardo
y elocuente, pero con frecuencia, sus éxitos eran más literarios que médicos, hombre
vanidoso y autosuficiente. No obstante, siglos después, el famoso anatomista Vesalio
habría de encontrarle más de 200 errores anatómicos descritos por él.
En terapéutica, abusó de la purga y la sangría, fue creador de la polifarmacia, todo
lo quiso explicar a la luz de la pura teoría. Veía en el organismo la obra perfecta de un
ser supremo y providencial. Aunque no era cristiano pero sus teorías le vinieron como
anillo al dedo a la alta jerarquía eclesiástica y por ello la iglesia asumió los escritos de
Galeno como ley. Hablar contra Galeno era exponerse a represiones, lo cual no favoreció
el desenvolvimiento de la medicina. Siglos después, se conocieron todas los errores e
inexactitudes que defendió este ilustre médico. El galenismo fue sepultado con la obra
6 El error en medicina
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Capítulo 2
Confucio.
–– Betsy Lehman que murió en 1994 en el Instituto del Cáncer Dana Farber por una so-
bredosis de ciclofosfamida durante un trasplante de medula ósea.
–– El caso de un médico clínico de 45 años, al salir de una sesión de consultorio en
una noche fría, caminando en busca de su auto, comienza con opresión torácica
sin irradiación; al llegar al automóvil y quedarse quieto y sentado, el malestar pasa
rápidamente. Al conducir su carro se reanuda la molestia con iguales características
y al pasar por una clínica se detiene y el dolor nuevamente desaparece. Se decide a
entrar y el dolor al caminar reaparece. Lo internan en la Unidad de Dolor Torácico, ya
sin dolor, que pasó rápidamente una vez más. Después de 12 h, todos los exámenes
habían sido normales: electrocardiograma (ECG), creatinfosfoquinasa (CPK) y tropo-
nina repetidas en rango normal. Se decidió hacerle una cámara gamma con tomo-
grafía computarizada por emisión de fotón único (SPECT) de reposo y esfuerzo que
fue completamente normal a alta carga y le concedieron el alta con el diagnóstico
de: dolor no coronario. Como buen clínico, reconocía en su dolor todas las caracte-
rísticas de un dolor anginoso de reciente comienzo y decidió realizarse por su cuenta
una tomografía computarizada multicortes de 64 cortes, en la que se encontró una
placa blanda en tercio medio de la arteria descendente anterior que obstruía un 30-
40 % de su luz. El diagnóstico correcto de accidente de placa no obstructivo con
un espasmo coronario inicial fue ayudado por la alta sospecha que produjeron los
síntomas y confirmado por una técnica sofisticada reciente, y en notorio contraste
con el algoritmo diagnóstico de la Unidad de Dolor Torácico que no llegó a la confir-
mación, el conocimiento de su situación le permitió realizar el tratamiento adecuado
y la prevención secundaria de su enfermedad de arteria coronaria.
–– En fecha reciente, los medios de difusión han dado a conocer la historia trágica de un
paciente lusitano de 50 años de edad, ya mencionado al inicio de este libro, que es-
tuvo confinado a una silla de ruedas por más de 40 años, al diagnosticársele una dis-
trofia muscular. La revisión médica periódica a que era sometido llegó a concluir que
se trataba de una miastenia gravis, y no la tal distrofia muscular con que había sido
diagnosticado. La miastenia tiene desde hace años un manejo terapéutico acepta-
ble, en independencia de la timectomía que puede realizársele a algunos pacientes
que lo requieran. Su evolución clínica y calidad de vida hubieran sido totalmente
diferentes si se hubiese realizado un diagnóstico certero.
Hay que tener en cuenta que la enfermedad no tiene como referente la realidad objetiva
del enfermo, sino el pensamiento médico vigente. Los datos no tienen significado por sí
mismos, sino en relación a un modelo conceptual del fenómeno que los produce. Las
manzanas venían cayéndose de los árboles mucho antes de que Newton estableciese las
ecuaciones del movimiento de las caídas libres de los cuerpos; la circulación de la sangre
se comportaba de igual forma antes y después de Harvey… “lo que ha ido evolucionando a
lo largo del tiempo es el modelo conceptual establecido por cada científico para explicar
determinado fenómeno”. Las técnicas, ya sean tan novedosas como una tomografía com-
Capítulo 2. Grandes errores y horrores médicos 13
putarizada multicorte de 64 cortes o tan antiguas como un bisturí, no son buenas ni malas:
sirven o no sirven, y aun confunden, según el razonamiento clínico con el que se utilizan.
Sin embargo, con el creciente señuelo de la tecnología médica moderna del siglo xix
se desprecia el valor de las pruebas clínicas básicas. Este valor es oscurecido y puesto
en segundo plano por la creciente restricción del tiempo de atención a los enfermos, la
declinación de las destrezas y la retracción que adopta el médico frente a las relaciones
personales con el paciente. Las pruebas, no importa cuán sofisticadas sean o lleguen a
ser, nunca podrán reemplazar el intrincado vínculo humano que subyace en cada relación
entre el médico y su paciente. Y es posible que este vínculo sea aún más importante en
la medicina con el creciente aporte de pruebas potentes y técnicas agresivas del siglo xix
de lo que era en los tiempos previos a ella, como señaló Hernan C. Doval.
No se debe olvidar nunca que: un enfermero pudiera trasplantar un corazón un día,
un técnico anestesiar a un paciente y un farmacéutico controlar un tratamiento medi-
camentoso complejo. Pero siempre se necesitarán médicos bien formados para que
hagan diagnósticos, piedra angular de la atención médica, ya que de aquí dependen el
tratamiento y sobre todo, el pronóstico.
Decía Ignacio Chávez esta gran verdad que nos parece imperecedera: Ser amos de
las máquinas no sus esclavos, pidiendo a ellas solo la información, no las decisiones;
esas quedan para la reflexión inteligente y la experiencia del clínico. Las máquinas po-
drán hacer muchas cosas. Pero nunca comprender el sufrimiento del enfermo y menos
segar su angustia.
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Capítulo 3
De los principios del método experimental surgió el método clínico. Es bueno tener
presente que todo médico que atiende enfermos, cada vez que se enfrenta a un nuevo
paciente está realizando una mini investigación, aplica las mismas reglas del método
experimental o científico, pero ahora dirigido no a la experimentación, sino a la atención,
y a desentrañar la enfermedad o el cuadro morboso que presenta el enfermo. Hay que
considerar que todos los pacientes o seres humanos son diferentes, este es único e
irrepetible, no existen dos iguales ni en gemelos univitelinos, amén de las expresiones
clínicas de las enfermedades que pueden variar ostensiblemente de un enfermo a otro;
por tanto, se trata siempre, de una experiencia nueva.
La tarea fundamental del médico es conocer que enfermedad tiene su paciente, para
enfrentar esta tarea básica es necesario tener un orden, una sistematicidad, con regu-
laridad, un método que es el método clínico.
La ciencia clínica define al método clínico como el sistema de procedimientos dirigido
al diagnóstico médico individual, es el método científico particularizado en la ciencia
clínica. Consta de procedimientos o etapas, como:
–– Motivo de consulta
–– Examen clínico.
–– Diagnóstico clínico, hipótesis diagnóstica.
–– Confirmación diagnóstica, medios auxiliares.
–– Diagnóstico médico, análogo a los procedimientos de planteamiento del problema, re-
cogida de información, hipótesis, constatación y comprobación del método científico.
Como el origen del error en medicina es multicausal es preciso abordarlo desde diferen-
tes aristas que pueden influir y decidir su presentación. Es por ello la razón de considerar
algunos aspectos, quizás olvidados por muchos, en esta era de la alta tecnología, de la
principal herramienta de trabajo en la profesión médica, algo que es insustituible para
el mejor desenvolvimiento de aquella: el método clínico. ¿Cuando violamos el método
clínico estamos posibilitando o dando lugar a la aparición de los errores médicos?
Caldwell, en la búsqueda de evitar daños prevenibles en los pacientes, identifica
como principales consecuencias del mal uso del método clínico: errores diagnósticos,
investigaciones excesivas, tratamientos inadecuados, ingresos hospitalarios prolon-
gados, daños prevenibles de todo tipo, incidentes serios evitables, litigios legales,
así como “fatiga clínica” y burnout en los médicos. Todos son vistos como efectos
negativos que tienen repercusiones económicas indiscutibles. La defensa del método
clínico es una cuestión de principios para la atención adecuada de cada persona que
requiere de servicios médicos, pero es justo ratificar que las deficiencias en la relación
médico-paciente y en un método inadecuado pueden dar lugar al uso irracional y mal
planificado de los adelantos tecnológicos, incluyendo las indicaciones de exámenes
complementarios innecesarios, que muchas veces se realizan sin haber escuchado/
interrogado y examinado adecuadamente a los enfermos, o por “complacencia” u otros
criterios, como los derivados de la llamada “medicina defensiva”, o por la aplicación
16 El error en medicina
Como se puede deducir de la información precedente sobre método clínico, este nos
conduce a tratar de forma ordenada, sistemática y correcta, llegar a conocer la enfer-
medad del paciente, pero además proporciona las rutas de investigación adecuadas
por medio de los exámenes auxiliares e incluso nos lleva de la mano para imponer una
terapéutica general, higiénico-dietética y medicamentosa, así como de rehabilitación
para alcanzar la mejoría del enfermo o la restitución a su estado previo al proceso.
Es incuestionable que cuando se violan los pasos y las reglas del método clínico nos
estamos conduciendo por vericuetos que nos pueden llevar a la imprecisión, a labrar o
edificar los errores médicos, dentro de los cuales resalta con un peso extraordinario los
errores de diagnóstico (ED), el diagnóstico certero es la base esencial para la adecuada
atención que necesita y merecen nuestros enfermos. Vale la pena, reiterar, la frase en
forma de cuestionamiento de la British Medical Journal:
¿Qué es lo que los médicos ofrecen (y ofrecerán en el futuro) que no puede ser brin-
dado por otros profesionales de la salud?: “Diagnóstico, diagnóstico, diagnóstico”. A lo
cual podemos añadir, sin una correcta aplicación del método clínico, los médicos van a
divagar en la ruta de encontrar lo que acontece al enfermo, e inevitablemente es caldo
de cultivo, esencial, para la comisión de errores médicos.
Por el valor que encierra reiteramos lo ya comentado: Un enfermero pudiera trasplantar
un corazón un día, un técnico anestesiar a un paciente y un farmacéutico controlar un
tratamiento medicamentoso complejo, pero siempre se necesitarán médicos para que
hagan diagnósticos.
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Capítulo 4
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estructura cognitiva del clínico, que es capaz de recordarlas cuando se plantean hipótesis
concretas. Según algunos autores, cuando se emplean formas de razonamiento induc-
tivo o reconocimiento de patrones, la probabilidad de alcanzar un diagnóstico correcto
es cinco y diez veces superior, respectivamente, a la conseguida cuando se utiliza una
estrategia hipotético-deductiva.
El primer paso del proceso diagnóstico –que se basa en el conocimiento que se tenga
del problema a resolver, la experiencia acumulada y otras series de factores contextua-
les– es siempre la adquisición de información. Esta información incluye la que se recoge
en la anamnesis, los hallazgos de la exploración física o datos de laboratorio y técnicas
de imagen. Recordar lo mencionado en la aplicación del método clínico y los sistemas
1 y 2 de razonamiento médico.
Pero, ¿cómo deciden los clínicos cuál es el mejor abordaje para un caso concreto?,
¿cuál es la tasa de errores de esta decisión? Dado que hay más de un método para resolver
un problema diagnóstico, la pregunta sería: ¿cuándo es conveniente que el médico se
involucre en un proceso lento, cuidadosamente lógico de generación y comprobación
de hipótesis, y cuándo es más oportuno emplear métodos abreviados, como el reco-
nocimiento de patrones o la evocación de casos previos? O, tal y como algunos se han
planteado, ¿son los distintos tipos de presión a los que los médicos están sometidos
(limitación de tiempos, presupuesto, etc.) los que determinan que los métodos sencillos y
rápidos prevalezcan, incluso cuando se requieren abordajes diagnósticos más formales.
En general, cuando el problema al que se enfrenta el médico es particularmente com-
plejo, poco definido, atípico en su forma de presentación, o el médico tiene poca expe-
riencia en ese tipo de casos, la estrategia fundamental debe ser la de un razonamiento
analítico. A medida que el médico acumula experiencia clínica, el proceso automático
predominará en su forma de razonar. No obstante, estos modelos no son mutuamente
excluyentes y deberían contemplarse como muy interactivos. De hecho, es deseable
que el médico no se limite a un único modo de razonamiento clínico, sino a un modelo
sumativo en el que ambos procesos, analíticos y no analíticos, desempeñen un papel,
predominando éstos durante las fases iniciales de abordaje de un nuevo caso, y aquéllos
a la hora de testar hipótesis. Lo más probable es que, efectivamente, tanto los médicos
más experimentados como los más noveles, a menudo de forma inconsciente, combinen
múltiples estrategias para la resolución de problemas clínicos, lo que traduce un alto
grado de flexibilidad mental y adaptación en el razonamiento diagnóstico.
A pesar de los avances tecnológicos y científicos, los errores diagnósticos se pro-
ducen con mayor frecuencia de lo que habitualmente se piensa. La causa más habitual
de estos errores es el denominado “cierre prematuro”, que se podría definir como la
ausencia de consideración de otras alternativas diagnósticas plausibles una vez esta-
blecida una primera hipótesis inicial. En todo caso, algunos estudios recientes señalan
que la mayoría de los errores que se cometen no son producto de sesgos cognitivos,
sino de falta de conocimientos. La investigación en este campo sugiere que el razona-
miento clínico experto es la consecuencia de poseer conocimientos amplios, sólidos y
multidimensionales.
Capítulo 4. Formas del razonamiento médico 23
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Capítulo 5
Psicología cognitiva
La psicología cognitiva trata de estudiar algún aspecto particular de la cognición, tal
como la naturaleza de las representaciones internas. Pero, infelizmente cada aspecto
esta engranado a un sistema total de mecanismos. Para examinar cualquier compo-
nente, necesariamente se incluirá la representación, la codificación, la computación
y los procesos de respuesta, todos los cuales se reflejarán en los datos. Antes de que
se pueda conocer cómo se deben utilizar los datos para caracterizar los fenómenos
subyacentes de interés, se deben conocer como corregir los efectos de otros compo-
nentes del sistema cognitivo; pero antes de que se puedan conocer el funcionamiento
de cualquiera de esos componentes, se debe primero dominar todos los otros, incluido
el que se está estudiando.
Como sucede en diferentes aspectos de la psicología, no existe una perspectiva
unitaria, dado que existen una gran variedad de enfoques diferentes o paradigmas,
que apenas tienen en común su énfasis en los fenómenos mentales como agentes
causales del comportamiento. En este caso, que abordamos, solo utilizaremos algunos
aspectos sobresalientes, sin pretender profundizar en extremo o agotar la temática, en
primer orden, la perspectiva del procesamiento de la información, sin duda el paradigma
cognitivo dominante, dado que lo verdaderamente significativo, para las especialidades
médicas de orden clínico cotidianas, es cómo el médico procesa esa información y, en
que sustenta sus postulados o hipótesis diagnósticas.
En el origen del paradigma cognitivo, en las primeras décadas del siglo xx habían
estado dominadas, al menos en los ámbitos académicos, por el conductismo y el neo-
conductismo. Estos postulaban análisis asocianistas más o menos sofisticados de la
conducta y negaban o minimizaban el valor funcional de los procesos mentales. Hacia
mediado de la década de los 50, se observa un abandono progresivo de los presupues-
tos asocianistas y, una aceptación creciente de los procesos mentales como objeto
legítimo de estudio. A finales de siglo, Miller y colbs, elaboran ampliamente la analogía
mente-ordenador, y ofrecen un programa para la nueva psicología, en el que se manejan
conceptos mentalistas como imagen mental, planes, estrategias, etc. Los cambios de
paradigmas y, la concepción discontinua del progreso de la ciencia son impulsados
en 1962 por el filósofo Kuhn. Un paradigma es una matriz disciplinar que, incluye des-
de creencias y preconcepciones, hasta prescripciones aceptadas por la comunidad
científica. La ciencia no progresa de modo continuo y acumulativo, como defendía la
concepción racionalista tradicional, sino que es una evolución discontinua jalonada por
crisis y revoluciones. La evolución interna de la psicología cognitiva no es un fenómeno
superficial resultante de la mera acumulación de modas. Ha habido crisis importantes
en algunas de las creencias fundamentales del procesamiento de la información, una
búsqueda paralela de nuevos principios, a veces en marcos teóricos muy alejados de
los planteamientos iniciales.
26 El error en medicina
Metacognición
Es un término que se utiliza para designar a una serie de operaciones, actividades y
funciones cognoscitivas llevadas a cabo por una persona, mediante un conjunto interio-
rizado de mecanismos intelectuales que le permiten recabar, producir y autorregular su
propio funcionamiento intelectual. En este concepto va implícito el valor y su fecundidad,
particularmente cuando se le vincula a la capacidad para aprender que poseen los seres
humanos; el planteamiento básico que se formula es que, si los déficits de aprendizaje, en
algún modo se asocian con déficits en el funcionamiento metacognoscitivo, entonces al
mejorar o incrementar positivamente este último, es probable que la persona mejore su
aprendizaje o incremente sus niveles de ejecución cuando se aboque a la realización de
tareas que plantean algún tipo de exigencia intelectual. La metacognición se vincula con
el aprendizaje, la resolución de problemas, las diferencias expertos-novatos, y la ejecución
académica. Por ejemplo: las diferencias en cuanto ejecución académica, observables en-
tre dos sujetos con igualdad de conocimientos previo, podrían ser explicadas en términos
de las diferencias que ellos presentan en cuanto al manejo de dicho conocimiento; ello
es así porque la competencia en la solución de otras tareas académicas que demandan
algún esfuerzo intelectual, deriva no solo del conjunto de conocimientos, conceptos y
reglas que previamente haya adquirido una persona sino, además, de su habilidad para
reconocerlos y activarlos cuando se tiene necesidad de ello.
Con lo anterior se pone en evidencias que los procesos de pensamiento de un individuo
pueden ser organizados en dos conjuntos interactuantes, uno que abarca la colección
de esquemas símbolos, reglas y conceptos que han sido aprendidos en un dominio teó-
rico especifico; y otro que está constituido por un conjunto de mecanismos de control
ejecutivo que ejercen una especie de supervisión sobre estas unidades y procesos de
cognición con el fin de:
–– Conservar información acerca de lo que ha sido aprendido.
–– Orientar la búsqueda de soluciones.
–– Conocer cuándo se ha alcanzado satisfactoriamente la solución.
Por otro lado, según Lang y Kagan (1978), son estos mecanismos ejecutivos de
control y supervisión los que permiten al solucionador de problemas reflexionar sobre
sus propias acciones cognitivas y sobre sus consecuencias. Según estos autores, las
personas que han desarrollado habilidades metacognoscitivas o de control ejecutivo,
mientras están dedicadas a la solución de un problema o a la realización de alguna otra
tarea intelectualmente exigente, son capaces de pensar acerca de su acción cognitiva
como si un supervisor estuviera monitoreando sus pensamientos y acciones; además,
piensan activamente acerca de lo que ellos están haciendo y son capaces de ejercer
control sobre sus propios procesos cognitivos.
Según lo antes dicho, la metacognición, debe ser en extremo importante para el pro-
fesional de la medicina, pues se define como el conocimiento sobre el conocimiento,
Capítulo 5. Psicología cognitiva y metacognición 27
referido a tres campos primordiales, la persona, la tarea y las estrategias. Es, por tanto,
un conocimiento de segundo grado, cuyo objeto de conocimiento no es otro que el
propio conocimiento. Pero que va más allá, puesto que la metacognición se implica en
el control y la regulación de los procesos de conocimiento y en el caso de la medicina
sobre el proceso arduo, a veces, y siempre complejo de la toma de decisiones clínicas,
diagnósticas o terapéuticas. La metacognición puede incidir en la modificabilidad
cognitiva, es decir, en la forma en la que el sujeto adapta su actividad cognitiva a las
demandas de la tarea, a las condiciones del ambiente en el que debe desarrollarla; a la
situación personal e histórica del propio sujeto y al empleo adecuado de las estrategias
con las cuales puede afrontar el problema.
Para una mejor comprensión de lo que se expone, Zhang, Franklin y Dasgupta (1997)
desarrollaron un prototipo de software (el mattie consciente) que trataba de emular la
metacognición como un elemento que controla y regula la actuación de otro software
dirigido a solucionar cuestiones. Estos autores diseñaron un modelo complejo compuesto
por dos “cerebros”: Uno destinado a actuar y otro dirigido a controlar la actuación. Cuando
en una determinada acción el cerebro A tiene información insuficiente, el cerebro B, el
metacognitivo, entra en acción, evitando que el primer cerebro aborde una tarea que es
incapaz de solucionar. Para ello el cerebro B interactúa con el ambiente. Este cerebro
B, está compuesto por módulos diferentes entre los que se encuentran: la percepción
interna, el codificador, una lista de mensajes, un almacén clasificador, el decodificador,
el evaluador, los algoritmos genéticos y las acciones internas. Como podemos apreciar,
estos módulos tienen un sentido interno, que organiza la manera por la cual el cerebro A)
se relaciona con el entorno y establece líneas de operaciones que simplifican la actividad
de conocimiento. La metacognición es el resultado de la autoobservación que el sujeto
realiza sobre su actuación cognitiva.
La orientación metacognitiva debería conseguir que las explicaciones del éxito o
fracaso después de la orientación metacognitiva deberían ser:
–– Internas, puesto que el principal protagonista de la acción es el propio actor. (Hacer-
lo bien o mal depende de mi capacidad para abordarla de manera adecuada)
–– Inestables, en función del empleo o no de las estrategias cognitivas y metacogniti-
vas apropiadas. (Conozco qué estrategias debo emplear, puesto que anteriormente
me fueron eficaces en este tipo de problemas. Si adecúo las estrategias a las de-
mandas de la tarea podré solucionarla.).
–– Controlables, es el propio individuo quien determina y regula su actividad cognitiva.
(soy quien define la estrategia a seguir, y controlaré que la aplique efectivamente,
aunque me pueda equivocar no pasa nada, puedo evitar los errores si los conozco).
–– Específicas, en la medida en que no son generalizables a otras situaciones. “Bue-
no, hoy no me he dado cuenta de los detalles y por esto no he actuado de forma
adecuada, la siguiente vez deberé atender a un mejor análisis de las demandas de
la tarea”.
28 El error en medicina
Estas características permitirán que el individuo pueda considerar que tiene el control
de su actuación cognitiva, que actuar eficazmente depende de lo bien o mal que emplee
sus estrategias y sus conocimientos; pero, sobre todo, que es él quien puede mejorar,
determinando qué elementos ha empleado ineficazmente para poder mejorar en el
futuro. En suma, el individuo con mayor conocimiento metacognitivo ajusta sus ex-
pectativas a la realidad, mientras que aquellos con un grado menor de conocimiento
metacognitivo, esperan obtener ostensiblemente mejores resultados que los reales. El
hecho de no saber determinar sus capacidades, la dificultad de la tarea, la utilidad de
las estrategias a emplear y el no controlar la ejecución en la aplicación de esta actividad
estratégica establece una imagen de sí mismo diferente a la que realmente cumple.
En el caso que analizamos, errores en medicina, una de las causas principales son los
déficits, errores o sesgos en la cognición, aunque se debe enfatizar que no es mayormen-
te la falta de conocimientos específicos lo que genera errores, sino los problemas en el
pensamiento del médico. El pensamiento es una acción sujeta a reglas, plagadas de cor-
tocircuitos automáticos, de estereotipos y del que raramente se toma conciencia. No es
lo usual que los médicos o profesionales de la salud en general expliciten como piensan;
la pauta reflexiva imprescindible para sacar a la luz las formas de su razonamiento, for-
mular hipótesis, extraer conclusiones, suelen no estar en la cotidiana agenda del médico.
Un error cognitivo frecuente en el pensamiento es no saber que uno no sabe, esto
provoca que el médico crea que la toma de decisiones, el diagnóstico o la terapéutica
impuesta que adoptó es la correcta o apropiada cuando es probable que no sea así. Esto
ocurre generalmente porque hay ausencia del deseo y capacidad de reflexión sobre el
proceso del pensamiento y de examinar críticamente el juicio clínico emitido antes de
tomar las decisiones. Es necesario señalar que los diagnósticos erróneos no ocurren
mayormente en enfermedades graves o complejas sino en las más comunes. Varios me-
canismos están involucrados en los errores cognitivos, principalmente en los complejos,
mediante los cuales los cerebros reciben y procesan la información: Los psicólogos que
estudian la cognición han aportado grandes contribuciones en tal sentido, tales como:
la vulnerabilidad de la mente a los sesgos cognitivos, las falacias del pensamiento lógi-
co, las falsas presunciones y otros errores del razonamiento. Está comprobado que el
pensamiento humano es defectuoso en varias acciones que se realizan cotidianamente.
Los dos modos principales de este mecanismo se denominan: automático y controlado,
o “intuitivo” y “analítico” en el lenguaje habitual. El proceso intuitivo es innato, evoluciona
a través de la experiencia y requiere escaso razonamiento porque mayormente es reflejo
y automático. También es subconsciente y rápido, lo cual permite realizar gran parte de
las acciones diarias en todos los campos de la actividad humana.
En general, en la vida se avanza de una de las asociaciones del modo intuitivo a la si-
guiente, en una sucesión de patrones de acción en su mayor parte mecánicos. Aun cuando
resultan indispensables, en ellos están presentes los errores cognitivos y la mayoría de
los sesgos y fracasos del pensamiento. Para esto es imprescindible que la Psicología
Cognitiva este considerada dentro de las competencias de la Medicina, a fin de que se
Capítulo 5. Psicología cognitiva y metacognición 29
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Capítulo 6
La palabra heurística tiene varios significados. Proviene del griego eurisko que significa
hallar o inventar, y se identifica con el arte de la invención o con la búsqueda o inves-
tigación en documentos o fuentes históricas. El término ha evolucionado adquiriendo
sutilezas dependientes de la disciplina en la que se utilice. En el terreno de la lógica, la
heurística es el método consistente en resolver un problema por ensayo y error, evaluando
cada paso hasta llegar al resultado final. Una hipótesis heurística, es una hipótesis de
trabajo que permite actuar sin necesidad de someterla a prueba de hipótesis, es decir
sin verificarla, refutarla.
En el terreno educativo, un método heurístico es aquel que se apoya en el principio
de organizar el trabajo del alumno, de tal manera que este descubra por su cuenta las
leyes y los comportamientos de los procesos en vez de aprenderlos de segunda mano
a través de la información suministrada por el profesor; equivale al “aprendizaje por
descubrimiento”. La heurística a la que haremos referencia ha sido más bien un producto
de la inteligencia artificial, que ha adoptado la psicología cognitiva; forma parte de los
sistemas expertos, hoy día llamados “sistemas de apoyo a las decisiones”. Estos sistemas
pretenden ofrecer al clínico individual la experiencia de muchos expertos y utilizan como
base de inferencia varias modalidades de análisis: algoritmos, sistemas estadísticos
(teorema de Bayes), sistemas basados en reglas (heurística) y redes neurales.
La heurística cognitiva se ha definido como el proceso mental utilizado para apren-
der, recuperar o entender el conocimiento. Son rutas cortas que eluden los cálculos de
probabilidades, el razonamiento lógico, en secuencia y, que derivan muchas veces de
teorías personales, suposiciones, experiencias, tradiciones y creencias. Por este mismo
hecho, las decisiones sustentadas en reglas heurísticas pueden resultar sesgadas. Un
ejemplo de las rutas cortas para el diagnóstico lo constituye el llamado “reconocimiento
de patrones” en el que de una manera más refleja que reflexiva los médicos identificamos,
de golpe, que las características de un paciente se corresponden con las de cierta en-
fermedad, prácticamente sin hacer juicios analógicos, análisis de datos o agrupaciones.
Este enfoque, en el caso de los diagnósticos, en las tomas de decisiones, correspondería
a uno de los grandes tipos de enfoque diagnósticos médicos: intuitivo u ojo clínico en
primer lugar; obviamente también están otros más procesados como: terapéutico o de
32 El error en medicina
Variedades de heurísticos
Los heurísticos más conocidos son el de disponibilidad, el de representatividad y el
de anclaje y ajuste. El de disponibilidad se relaciona con la facilidad con que un cierto
desenlace aparece en la mente por el impacto que tuvo un episodio similar; la probabi-
lidad de un suceso se juzga por la facilidad con que dicho suceso es recordado, lo cual
no depende solo de su frecuencia sino de la intensidad con la que se ha vivido algo si-
milar, las consecuencias que tuvo para el médico o para el paciente, su rareza, etc. Este
heurístico influye particularmente en el diagnóstico diferencial, pues a la mente acuden
los diagnósticos que más han impresionado a los clínicos y no necesariamente los más
frecuentes o los más probables.
Por ejemplo, el impacto del suicidio de un paciente deprimido, propicia que el médi-
co sobrestime el riesgo en todos los pacientes deprimidos que atiende; la experiencia
Capítulo 6. La heurística o atajos del pensamiento 33
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Capítulo 7
Desde los tiempos más remotos el arte de curar ha traído como consecuencia inevita-
ble que, la sociedad observe con respeto a quienes han hecho de la medicina su ejercicio
profesional, sin embargo, esa misma sociedad es también su escrupulosa censora.
El término ética tiene raíces griegas y se refiere al conjunto de conocimientos que
permite a alguien desarrollar un juicio crítico o una reflexión sobre los valores y princi-
pios que guían nuestras decisiones y comportamientos; significa, entre otras cosas, el
modo de ser, el carácter, temperamento o hábito. La ética nos habla de una especie de
naturaleza que es adquirida, y que el ser humano va forjando a lo largo de su vida. Des-
de esta perspectiva, el término adquiere un sentido moral, porque el ethos es lo que se
forma en el hombre con base en su modo de vida y es susceptible de un juicio de valor.
La Ética (o buenas costumbres) la aprende y practica el ser humano hasta convertirla
en rasgo de su personalidad (su manera de ser). Desde esta perspectiva, se vincula
íntimamente con la influencia del entorno familiar, educacional y sociocultural sobre el
substrato genético de cada individuo para su desarrollo como persona moral
La bioética, por su lado, constituye aún un concepto en desarrollo que surge por
necesidad sentida de la humanidad, y se expande rápidamente con urgencia aplicativa
a la solución de múltiples problemas en diferentes campos de la vida y actividades
humanas. Rensselaer van Potter (médico oncólogo), en su libro Bioethics Bridges to the
Future (1971), define la bioética como el puente entre dos culturas: la de las ciencias y
la de las humanidades, que permite combinar el conocimiento científico centrado en lo
biológico y el humanístico orientado al entendimiento de valores humanos; es el estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y la atención de
la salud, a la luz de principios y valores morales. La bioética surge asociada al desarro-
llo de las ciencias biomédicas y su interacción con la vida, la aparición de sociedades
plurales y secularizadas que hacen más compleja la toma de decisiones en la relación
profesional de la salud-sujeto de cuidado, los servicios de salud cada vez más tecnifi-
cados, costosos y deshumanizados, entre otras razones.
Las conquistas de la ciencia se expresan por la tecnología que es completamente
ajena al juicio moral, y evoluciona según la variable económica que produce su aplica-
Capítulo 7. Ética y bioética ante el error médico 37
ción. Así, el riesgo de que el conocimiento sea utilizado con muy diferentes fines a los
que motivaron su origen, se viene incrementado. En la actualidad, los problemas éticos
en el ejercicio de la profesión médica y en el sistema de atención de salud han devenido
prioridades evidentes. La organización que por mandato estatutario debe velar por el
comportamiento ético de los médicos, de acuerdo con los postulados de su Código
de Ética y Deontología, son los comités éticos que deben existir en cada país, y obvia-
mente en cada institución de salud de estos. Asimismo, vaticina que de poder evitar los
peligros intelectuales que, tanto los profesionales que practican la medicina, como los
que reflexionan y se sirven de ella, pueden lograr una comprensión más profunda de su
naturaleza y propósito, así como de la esencia y fines de la profesión, y del hombre en sí.
El ejercicio de la medicina se ha regido tradicionalmente por los principios de la
ética médica y los aspectos científicos que la definen. Sin embargo, la medicina actual
se ve fuertemente influida por aspectos de otra índole como el interés económico, el
encarnizamiento terapéutico, la medicina defensiva, la cirugía innecesaria, conflicto de
intereses, las alteraciones en la aplicación del consentimiento informado, la relación
con la industria farmacéutica, el respeto a la confidencialidad, la ética organizacional, y
el ejercicio ético que escapa a la voluntad del profesional médico.
Entre los principios del ejercicio ético, del médico más conocido, se encuentra el ju-
ramento hipocrático, que forma parte del Corpus hipocraticum difundido alrededor del
400 a. C., aunque se supone muy anterior y se tienen dudas de que haya sido realmente
dictado por Hipócrates. Como quiera, ha sido el más conocido de los preceptos incul-
cados a los médicos por las escuelas y las asociaciones. Algunos autores consideran
que en su mayoría no se ha cumplido fielmente con él. Es evidente que el desarrollo de
la medicina lo hace obsoleto. Si bien algunos de sus preceptos pueden considerarse
válidos, como evitar daños al enfermo, concepto que ha evolucionado al “primum non
nocere”, aparecido en el siglo xviii, o el de no maleficencia, una de las bases de la ética
médica contemporánea, otros no pueden aceptarse en el ejercicio actual.
En nuestra época la ética ha ampliado insistentemente su esfera de reflexión al área
de la axiología, lo cual se expresa en la ética clínica en el tratamiento de las temáticas
morales a partir de los dilemas éticos. Los dilemas éticos se refieren a conflictos entre
valoraciones que ocurren en diferentes relaciones de los agentes que interactúan en el
mundo asistencial: relación médico-paciente, relación médico-familiares, relaciones
entre profesionales de la salud, y más reciente en el tiempo los aspectos, fundamentales
y vitales, de la calidad en la atención médica a los pacientes.
El tema de calidad de atención en los servicios de salud se ha transformado en uno de
los aspectos fundamentales de la medicina actual. Los innumerables problemas surgi-
dos durante las últimas décadas, derivados de la creciente complejidad de los sistemas
de salud, aunados a las mayores exigencias por parte de los enfermos y sus familiares,
así como los incrementos en los costos de atención, exigen soluciones efectivas que
garanticen los diagnósticos y tratamientos adecuados, en el momento oportuno y dentro
de un marco de equidad, de respeto a sus valores y derechos.
38 El error en medicina
Desde los orígenes de la medicina occidental, es decir, desde los escritos que la
tradición atribuyó al, ya mencionado, médico griego Hipócrates, la ética médica se ha
venido utilizando para discernir lo bueno de lo malo un criterio de carácter “naturalista”.
Al margen de que incurra o no en la que desde principios de siglo viene conociéndose
con el nombre de “falacia naturalista”, es lo cierto que tal criterio ha solido identificar lo
bueno con el “orden” natural, y considerar malo su desorden. La naturaleza es obra de
Dios, dirán los teólogos cristianos de la Edad Media, y en consecuencia, el orden natural
es formalmente bueno. Esto explica por qué toda la cultura medieval giró en tomo a la
idea de “orden”. Este orden abarcaba no solo a las cosas que solemos llamar naturales,
sino también a los hombres, a la sociedad y a la historia. Por lo primero se consideraba
malo, por ejemplo, todo uso desordenado o no natural del cuerpo o de cualquiera de
sus órganos.
Lo segundo llevó a pensar que la relación médico-enfermo, en tanto que relación
social y humana, había de efectuarse también según orden. Este orden no era unívoco,
ya que, en él, el médico era considerado sujeto agente y el enfermo sujeto paciente. El
deber del médico era “hacer el bien” al paciente, y el de este el aceptarlo. La moral de
la relación médico-enfermo había de ser, pues, una típica “moral de beneficencia”. Lo
que el médico pretendía lograr era un bien “objetivo”, la restitución del “orden” natural,
razón por la que debía imponérselo al enfermo, aun en contra de la voluntad de este.
Cierto que el enfermo podía no considerar bueno aquello que el médico propugnaba
como tal, pero ello se debería a un error “subjetivo” que, obviamente, no podía tener los
mismos derechos que la verdad objetiva. En consecuencia, en la relación médico-enfer-
mo el médico era no solo agente técnico sino también moral, y el enfermo un paciente
necesitado a la vez de ayuda técnica y ética. El conocedor del orden natural, en el caso
de la enfermedad, era el médico, que podía y debía proceder por ello aun en contra del
parecer del paciente. Fue la esencia del “paternalismo”, una constante en toda la ética
médica del “orden” natural.
Los factores de la relación médico-paciente pueden reducirse a tres, el médico, el enfer-
mo y la sociedad. Cada uno de ellos tiene una significación moral específica. El enfermo
actúa guiado por el principio moral de “autonomía”; el médico, por el de “beneficencia”, y
la sociedad, por el de “justicia”. La ética médica ha de hacer lo posible por respetar escru-
pulosamente y al mismo tiempo la autonomía, la beneficencia y la justicia. Está obligada
a hacerlo así y, sin embargo, sabe que este objetivo es en la práctica muy difícil, y a veces
rigurosamente imposible.
Durante más de 24 siglos a los médicos se les ha exigido excelencia y profesionalismo
basados en principios y valores morales. Tal solicitud ha sido claramente expresada a
lo largo de la historia en diferentes juramentos y códigos deontológicos, a través de los
cuales las sociedades han buscado garantizar una conducta médica apegada a las más
estrictas exigencias morales. El médico debe resolver en su quehacer diario problemas
que comprometen los valores más sagrados del ser humano: la vida, la salud, la enferme-
Capítulo 7. Ética y bioética ante el error médico 39
dad, la felicidad y la capacidad de continuar con un proyecto de vida. De ahí que desde
los inicios de la medicina occidental el médico fue considerado un “profesional”, según
la concepción histórica de la palabra. De acuerdo con Diego Gracia, “las profesiones
son actividades muy particulares que obligan no solo ‘al bien hacer’ sino a la ‘perfec-
ción’”. Según esta concepción, las profesiones, a diferencia de los oficios, poseían un
tipo de responsabilidad fuerte o responsabilidad moral, mientras que los oficios tenían
responsabilidad jurídica. La responsabilidad moral protegía a estos profesionales de
la responsabilidad jurídica, de forma que un profesional responsable era inmune. Esta
condición profesional propiamente dicha, con las características antes descritas, esta-
ba prácticamente reservada a tres actividades: el sacerdocio, la realeza y la medicina.
A esta condición profesional del médico se agregaba una connotación sagrada. Para
Galeno: “Si el enfermo no admira al médico de algún modo como a un Dios no aceptará
sus prescripciones”.
Del médico siempre se ha esperado la perfección y la excelencia. Sin embargo, durante
muchos siglos esta exigencia estuvo centrada en la figura del médico y en su quehacer
profesional. El acto médico se llevaba a cabo dentro de un marco de relación íntima,
privada, paternalista, según el cual el médico tenía la obligación de actuar y el paciente
la de obedecer. A pesar de su elevada responsabilidad, contaba con escasos recursos
y sus posibilidades de intervenir sobre las causas y mecanismos de la enfermedad eran
muy limitadas. En este contexto, aplicaba sus conocimientos y técnicas en un acto soli-
tario, siempre con la intención de aliviar al paciente, pero consciente de sus limitaciones.
En tan solo pocas décadas la medicina cambió. Un extraordinario desarrollo científico
y tecnológico ha venido dotando al médico de innumerables recursos de diagnóstico
y tratamiento. Hoy es posible tratar enfermedades que hasta hace poco tiempo no era
posible hacerlo y en ocasiones ni siquiera aliviar. La atención médica se desarrolla en
diferentes niveles, desde pequeños consultorios y centros ambulatorios hasta complejos
centros hospitalarios. Estos últimos, en particular, han desarrollado complejos niveles de
funcionamiento. Allí los enfermos son atendidos en ambientes dotados de novedosos
recursos tecnológicos, por varios médicos (internos, residentes y diferentes especialis-
tas). Además, participa personal de enfermería, técnicos, laboratoristas, farmacéuticos y
personal administrativo, los cuales deben interactuar para la atención oportuna de cada
paciente en particular, cada uno de ellos con problemas específicos que requieren un
alto nivel de desempeño y de organización.
La magnitud y el incremento de los problemas que enfrenta la medicina actual se
equiparan en cierta forma a la dimensión y velocidad con la que se ha desarrollado la
tecnología durante las últimas décadas. Desafortunadamente, la velocidad del cambio ha
sido tal que, a muchos, deslumbrados ante las oportunidades que brindan los recursos
tecnológicos, les resulta difícil distinguir entre los beneficios y los problemas surgidos,
y por tanto no logran captar la realidad de la situación. Nadie duda de los beneficios
de los avances de la ciencia y tecnología; sin embargo, existen serias dudas sobre la
40 El error en medicina
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Capítulo 8
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Capítulo 9
En 1825 y 1832, se procesó a dos médicos (Helie y Thouret Noroy), por haber obrado
de manera imprudente y con impericia en su actuación profesional; ambos fueron con-
denados a pagar una indemnización vitalicia a sus pacientes. Éstos fueron los primeros
casos de responsabilidad profesional documentados y que sirvieron de antecedente
jurídico para legislar, en todo el mundo, sobre estas acciones.
Ante la conducta en la medicina actual, donde la relación médico-paciente ha cambiado
y evolucionado en gran medida, es imprescindible poseer una aptitud y actitud que nos
ayude a conducirnos en la praxis médica, al tomar decisiones para realizar la intención
médica deseada, para que no sucedan o se minimicen errores médicos y el proceder se
oriente a proteger tanto al paciente como al médico.
Algo de historia
Es útil percatarnos de la forma como los griegos en la época antigua llevaban a cabo
la práctica médica cotidiana que era similar a la práctica médica que llevamos hoy en
día. Veamos en estos la manera de ejercer la medicina:
Fue en la Grecia antigua donde la tecnificación de la medicina se consumó. Diagnos-
ticar es un vocablo griego, diagignóskein, que significa “conocer acabadamente”. Tres
puntos básicos deben ser considerados en la actitud de los médicos hipocráticos ante
la tarea del diagnóstico:
–– En principio, la concepción hipocrática obligaba al médico saber si el sujeto en
cuestión estaba o no realmente enfermo, discriminar si su enfermedad era mor-
tal o incurable para saber si su deber sería abstenerse de intervenir, o si “ocurri-
do por azar” podía ser susceptible de un tratamiento eficaz. Una vez resuelto el
dilema “sano o enfermo” y “fatalidad o azar”, comenzaba el verdadero quehacer
diagnóstico, en saber ordenar racionalmente la apariencia clínica. Ellos llamaron
katastasis al aspecto particular de una enfermedad y al entorno físico en que tal
enfermedad se había producido. Necesitaban percibir los signos, la ordenación de
46 El error en medicina
Ética médica
Por su esencia, la actividad médica es un acto ético. Interpretada de diversas mane-
ras, la creencia en la suprema divinidad era el eje central de su ética. No solo el famoso
juramento, muchos otros textos contienen indicaciones expresas y tácitas acerca de
la ética médica. Dos principios morales fundamentales son referidos: por una parte, el
imperativo de abstenerse de actuar cuando la muerte o la incurabilidad del enfermo
parecían fatalidades invencibles; por otra parte, el noble y prudente precepto de ayudar
o, por lo menos, de no perjudicar.
¿Cuándo una enfermedad concreta era mortal e incurable y cuándo susceptible de
“ayuda técnica”? ¿Cuándo debía el médico renunciar a su intervención, tanto por respeto al
mandato sagrado como para evitar al enfermo molestias inútiles y cuándo debía contribuir
con sus recursos artísticos y médicos? Grave problema ético y técnico para la época,
frente al cual debían dividirse las actitudes de los médicos. A la ética de la relación con el
enfermo tenemos también el problema de los honorarios médicos. En aquella época no
era lícita la percepción de honorarios si el médico, tratando al enfermo, no había podido
perfeccionar su arte o si su actitud terapéutica no había sido un “curar aprendiendo”; pero,
naturalmente, en Grecia la retribución económica era una práctica habitual de la medicina.
La asistencia gratuita solo quedaría bien justificada cuando el médico devolviera un favor
recibido o tratara de obtener renombre entre sus conciudadanos.
La responsabilidad médica
La responsabilidad médica implica el compromiso moral de responder por los actos
propios (en algunos casos incluso por los ajenos), y la obligación de reparar o indemnizar
las consecuencias de actos perjudiciales para terceros, son dos vertientes de un con-
cepto que contiene elementos tan antiguos y complejos como el acto médico mismo.
La primera invoca a la convicción vocacional y moral del profesional, cuya capacidad
científico-técnica se basa en principios éticos generalmente establecidos por los propios
médicos. La segunda surge del derecho, es coercitiva y se rige por leyes emitidas por
el Estado; tiene como principal objetivo calificar y sancionar los actos del médico que
perjudiquen física, moral o económicamente al enfermo.
Durante el ejercicio de la medicina, surge la responsabilidad médica, que es la obli-
gación que tiene toda persona que ejerce una rama del arte de curar, de responder ante
la justicia por los daños ocasionados con motivo del ejercicio de su profesión. La res-
ponsabilidad médica así definida, cuenta con las normas ya expresadas en el párrafo
precedente.
En Cuba, por ejemplo, de acuerdo con lo establecido en el Código Penal, toda acción
u omisión socialmente peligrosa, prevista y sancionada en la legislación, constituye un
delito. Estos pueden ser cometidos intencionalmente o por imprudencia. El delito es in-
tencional cuando se realiza consciente y voluntariamente la acción u omisión, mientras
que se considera por imprudencia, cuando está presente la negligencia, la impericia, o
la imprudencia, propiamente dicha.
Capítulo 9. Mala práctica médica 49
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Capítulo 10
así el riesgo de error como algo propio: lo único seguro en la medicina es lo probable y
lo incierto.
Los médicos pensamos en el error cuyo reconocimiento es fuente de mejoría,
¡pero no todos! Desde la primera infancia cometemos errores de los cuales somos
advertidos por quienes nos crían, nos cuidan y nos enseñan las actitudes, y respuestas
correctas con la palabra o con el ejemplo. Al corregir los errores lo llamamos aprender.
Aprender a corregir una planificación que se ha demostrado equivocada y, aprender
corrigiendo las imperfecciones de una destreza. Los humanos aprendemos con las
palabras y los ejemplos, con la aprobación y la desaprobación, con los premios y
con los castigos. La aspiración natural es pues minimizar los errores. Los errores
se minimizan con conocimientos, voluntad y responsabilidad, con recursos y con
organización; los primeros dependen de cualidades personales, los dos últimos de
cualidades del sistema. De los primeros somos responsables los médicos, de los dos
últimos los organizadores, estatales, de obras sociales o privados, de funcionarios,
de productores y de gerentes.
Errores cotidianos
Para tener una idea más clara de la importancia de los errores en la existencia de todos
los seres humanos, baste mencionar que en la vida diaria pretendemos tomar acciones
concretas para llegar o alcanzar determinados objetivos vitales definidos. Estos, como
actividad humana siempre van a estar estrechamente relacionados con la incertidumbre
y la comisión de un error, que puede hacer fracasar el propósito inicial.
Son conocidos los errores cometidos en diversas esferas de la vida cotidiana, en los
cálculos de las construcciones por los ingenieros y arquitectos, que conducen a su de-
rrumbe con sismos de magnitud variable, errores en la planificación económica de los
países que han dado origen a crisis que han afectado grandes sectores poblacionales;
los errores políticos y, entre ellos, no puede, ni deben, ignorarse los errores médicos
Un estudio curioso e interesante, realizado en Inglaterra y Escocia de 1986-1990, sobre
opciones de métodos de viaje concretos con que nos movemos en nuestra vida y su
evaluación de riesgo, demostró, en muertes por 1000 millones de kilómetros recorridos,
lo siguiente:
–– Los que proporcionaron mayor riesgo.
–– Utilizar motocicleta: 104.
–– Caminar a pie: 70.
–– Utilizar bicicleta: 50.
–– Usar automóvil o taxi: 4,4.
–– Utilizar avión: 0,23.
Puede constatarse fácilmente por qué muchas personas repudian el uso de las
motocicletas, y por otro lado si comparamos estos resultados con los obtenido con la
52 El error en medicina
utilización de avión, es evidente que estos son mucho más seguros y sorprendentemente
menos expuestos a catástrofes o riesgos. La pregunta que se desprende es: ¿cómo el
sector de la aviación ha logrado tales resultados de seguridad de sus pasajeros?, ¿cómo
han logrado disminuir los errores humanos, mecánicos y de sistemas de seguridad de
los aviones? En el ejemplo citado, sobre viajes, es notable que desde que se toma la
decisión de iniciar un viaje, automáticamente se asume un riesgo de error. Más adelante
se comenta y explica al respecto.
En otra casuística, ahora en el deporte, al evaluar el riesgo de muerte (muertes/millón
participante/hora), la ocurrencia de error es variable: con creces el mayor riesgo lo asume
el volar en alas delta (1,5 muertes/1000/horas/hombres), sin embargo, la práctica del
boxeo solo ocasiona una muerte/dos millones de horas/hombre.
La moraleja de lo antes mencionado, es que, en nuestras vidas, la actividad humana
se mueve en una balanza o péndulo entre el éxito y la ocurrencia de errores, a la hora de
evaluar los objetivos propuestos, de los más sencillos a los extremadamente complejos.
cuando la conducta médica conlleva riesgos al paciente, sin respaldo científico para su
procedimiento. Un ejemplo es el cirujano que opera sin el diagnóstico correcto y sin la
preparación adecuada del paciente.
Imprudencia temeraria: se evita con el uso de la virtud de la prudencia, con empleo
de conocimientos habituales para impedir la ocurrencia de accidentes graves.
Impericia: ignorancia, incompetencia, desconocimiento, incapacidad e inexperiencia
en el arte de la profesión. Puede ser entendida como una situación en que el médico
realiza un procedimiento para el cual no está habilitado, correspondiendo a la falta de
preparación técnica o práctica por insuficiencia de conocimiento.
Riesgo: contingencia o proximidad de un daño. Situación latente que puede dar lugar
a un error.
Dolo: hay intención deliberada, es decir, a sabiendas que el procedimiento puede
causar daño, no detiene al autor.
Culpa: no hay necesariamente intención de dañar, pero hay negligencia, desidia, impe-
ricia, falta de precaución o de diligencia, descuido o negligencia que produce perjuicio a
otro o que frustra el cumplimiento de una obligación y debe ser imputada a quien la causa.
Caso fortuito: los hechos son extraños al hombre, ocurren por azar, es decir, es una
consecuencia extraordinaria o excepcional de la acción. El médico no ha previsto el
resultado porque este no era previsible, por lo tanto, no puede serle imputado.
Experto: alguien que conoce muy bien una sola actividad, que la efectuará mejor que
otros y cometerá menos errores.
Profesión: el médico debe resolver en su quehacer diario problemas que comprometen
los valores más sagrados del ser humano: la vida, la salud, la enfermedad, la felicidad
y la capacidad de continuar con un proyecto de vida. Desde los inicios de la medicina
occidental el médico fue considerado un profesional, según la concepción histórica de
la palabra. Según Diego Gracia, “las profesiones son actividades muy particulares que
obligan no solo al bien hacer sino a la perfección”. Del médico siempre se ha esperado
la perfección y la excelencia.
Paradigma biológico: aquel que es impredecible, adaptativo, variable y reactivo. La
disciplina medica esta hincada en el paradigma biológico. En la práctica médica cada
enfermo es una situación novedosa, generadora de incertidumbre que necesita la com-
petencia del profesional médico a través de todo su entrenamiento, conocimientos, ha-
bilidades y experiencia. Aquí, es necesario considerar que el resultado de las decisiones
es probabilístico; una buena decisión no siempre conduce a un buen resultado, de la
misma manera que una mala decisión no siempre es dañina.
Paradigma físico: este es predecible, estructurado y sujeto a leyes matemáticas, por
tanto, es más certero y, también puede ser generador de inexactitudes que conllevan a
errores. En las matemáticas, la química o la física, consideradas ciencias exactas, donde
se tiene el control de la mayoría de las variables, llegan a presentarse errores, justifica-
dos o no. Ninguna de las profesiones y ninguna de las ciencias están exentas del error.
Capítulo 10. Errores en medicina clínica 55
Calidad de la atención: en el contexto de salud, existe evidencia del interés por la calidad
en papiros egipcios, en el código de Hammurabi y en el tratado “La Ley” de Hipócrates.
Los fenicios, comerciantes famosos por la calidad de sus productos, cortaban la mano
derecha de los operarios que elaboraban mal los productos y, de esta manera, pretendían
evitar la repetición de errores. En todos estos casos, el buscar lo mejor para el paciente
parece ser la esencia de la calidad en el ejercicio de la práctica clínica. De esta forma,
se crea el inseparable binomio: ética y calidad.
Desde 1990 el Instituto de Medicina de EE. UU., propuso una definición de calidad
que ha sido ampliamente aceptada. “Es el grado en el cual los servicios de salud para
individuos y la población incrementan la posibilidad de obtener resultados deseados en
salud y que sean consistentes con el conocimiento profesional médico”.
Deming afirma que: la calidad es el orgullo de la mano de obra, entendiendo mano de
obra en el más amplio sentido y también afirma que: “la calidad se define en términos
de quien la valora”. Asegura, que la mejora de la “calidad se consigue con el control es-
tadístico de todos los procesos”. Lift y Hunt, en el contexto de salud, la definen: como
el grado mediante el cual los procesos de atención medica incrementan la probabilidad
de resultados deseados por los pacientes y reduce la probabilidad de resultados no
deseados, de acuerdo al estado de los conocimientos médicos.
Probablemente una de las definiciones más clásicas sobre lo que representa la cali-
dad en la atención medica fue propuesta por Lee y Jones: “quienes la refieren como el
conjunto de juicios de valor aplicados a diversos aspectos, propiedades, ingredientes o
dimensiones del proceso llamado atención medica”.
La calidad es, pues, un derecho que debe ser garantizado. Por lo tanto, la garantía de
la calidad es imperativa en los sistemas de salud y, de manera concreta, en las organiza-
ciones que lo conforman. Como puede apreciarse, definir calidad no es tarea fácil. En la
práctica, tal como lo refiere R. Schonberger, “la calidad es como el arte; todos lo alaban,
todos la reconocen cuando la ven, pero cada uno tiene su propia definición”
Atención médica: se define como el tratamiento que proporciona un profesional de
la salud a un episodio de enfermedad claramente establecido, en un paciente dado. De
esta atención se originan dos aspectos: el primero es la atención técnica, la cual es
la aplicación de la ciencia y tecnología para la resolución de un problema de salud. El
segundo, es la relación interpersonal que, es la interacción social, cultural y económica
entre el profesional de la salud y el paciente.
cialmente en los últimos años. En los registros de PubMed del NIH, EE. UU., se reportaron
en la década de 1960-1970 unos 100 títulos por año. En el 2005, ya ascendían a más de
500/año, y obviamente esto ha continuado incrementándose en lustros venideros dada
la importancia que los servicios de salud y la Organización Mundial de la Salud le han
concedido. En Medline las publicaciones y estudios médicos relacionados se incremen-
taron de 54 a 164/100 000 artículos desde el reporte del IOM.
El error médico es un problema global que afecta a todos los países, aunque son los
desarrollados los que más se han ocupado de estudiar esta problemática con mayor
rigor y profundidad, lo que debe estar relacionado con las demandas que se plantean
en ellos ante consecuencias indeseables o desenlaces fatales, que constituyen un
problema muy serio.
Hay factores que conspiran para un adecuado análisis de los errores médicos. Crite-
rios diferentes, inexistencia de un patrón único de análisis, falta de rigor e integración en
los reportes de los incidentes o eventos e incluso la dificultad para diferenciar un error
prevenible de otro inevitable o no prevenible.
Impacto Económico de eventos adversos o errores médicos, para tener una idea de
esto, en Estados Unidos de Norteamérica el costo anual por eventos adversos es entre
37,6 y 50 billones de dólares, y entre 17-29 billones para eventos adversos prevenibles.
Con el propósito de justipreciar la verdadera magnitud de los errores médicos y eventos
adversos, baste señalar estadísticas propias del citado país: los eventos adversos ocu-
rren entre 2,9 y 3,7 % de los pacientes. Los eventos adversos llevaron a la muerte entre
6,6 y 13,6 % de los casos.
Por otro lado, es importante conocer que desde 2008, en EE. UU., Medicare no paga por
ocho errores considerados prevenibles: escaras, caídas, embolismo aéreo, transfusión
de productos hemáticos incompatibles, olvido de gasas o instrumental dentro de pacien-
tes quirúrgicos, mediastinitis postbypass coronario e infecciones por uso prolongado
de catéteres vesicales y líneas vasculares centrales. Es posible que pronto se excluyan
de pago también las neumonías asociadas a ventilador, septicemia por Stafilococcus
aureus, trombosis venosa profunda y embolismo pulmonar.
Error médico como causa de muerte: en otro informe del Instituto de Medicina de
EE. UU., se propone que la estimación de muertes causadas por error médico, excede
levemente al número de la octava causa de muerte general; más personas mueren al
año como resultado de error médico que por accidentes de vehículos motorizados,
cáncer de mama o VIH-sida. Esto fue lustro atrás, porque en reportes del 2018 lo señalan
posicionado en la tercera causa de muerte en EE. UU. En otra especialidad, igualmente
en EE. UU., en estudio de mortalidad materna en hospitales del tercer nivel, se constató
que el 86 % de las muertes evitables se encontraron fallas en la atención médica, y
en otra investigación en el Reino Unido, también sobre muertes maternas, debidas a
preeclampsia se encontró una atención no optima en el 80 % de los casos analizados.
Capítulo 10. Errores en medicina clínica 59
–– Fallas en el proceso:
• Cultura de la organización: Diseño organizacional inadecuado.
• Deficiencias en los sistemas.
• Procesos no estandarizados.
• Carencia de sistema de alarma.
• Deficiencias en la coordinación del personal.
• Deficiencias en la comunicación del personal.
• Deficiente comunicación con la familia.
• Deficiente comunicación con el paciente.
• Falta de supervisión.
• Vigilancia no profesional o insuficiente.
• Presencia de personal extraño.
–– Proceso de la atención médica:
• Identificación deficiente del paciente.
• Relación médico-paciente defectuosa.
• Registros deficientes en el expediente clínico.
• Disponibilidad de información deficiente.
• Riesgos del procedimiento.
• Medidas de seguridad insuficientes.
• Protección insuficiente en traslados.
–– Competencia profesional insuficiente:
• Carencias de guías clínicas.
• Razonamiento clínico inadecuado.
• Criterios clínicos incorrectos.
• Desatender a la medicina basada en la evidencia.
• Conocimientos médicos no actualizados.
• Falta de experiencia.
• Fatiga.
• Prisa.
• Exceso de confianza.
• Falta de conciencia de los riesgos.
• Falta de aceptación de limitaciones propias.
–– Factores inherentes al paciente:
• Falta de información.
• Desconocimiento de sus problemas.
• Participación insuficiente del paciente y la familia.
• Intolerancia a medicamentos o material de curación.
• Alergia no conocida a medicamentos.
• Idiosincrasia a medicamentos.
• Negativa a colaborar en su atención.
Capítulo 10. Errores en medicina clínica 61
Debe considerarse que existen factores determinantes que nos exponen al riesgo
de presentación de un error médico que dé lugar a un evento adverso, y a una sanción
legal o laboral:
–– Actuar sin saber: carece de diploma de especialista.
–– Actuar sin estar autorizado: carece del certificado de los colegios médicos o conse-
jos de especialidades.
–– Hacer lo que no se sabe que no se debe hacer: ignorancia.
–– No hacer lo que se sabe que se debe hacer: negligencia.
–– Hacer lo que se sabe que no se debe hacer: dolo.
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Capítulo 11
Errores de diagnóstico
“Sin error de semiología casi nunca habría errores diagnósticos”.
Babinski.
es de destacar que los errores de diagnóstico, según diversos autores, ocasionan más
eventos adversos que otros, que alcanzan un 15 % a 20 % y son los más difíciles de evitar.
A pesar de estos datos muy preocupantes, la literatura médica es más escasa que en
otros errores. Es de distinguir que representan la principal causa de juicios por mala
praxis, y superan ampliamente a las demandas en cirugía y los errores de medicación.
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68 El error en medicina
Errores en cirugía
“Se ha comprobado reducir la posibilidad de errores en medicina estimulando y evaluan-
do el trabajo en equipo; este es el secreto de las industrias llamadas seguras”.
Walton y Kovacs.
Desde entonces, él propuso que las sociedades quirúrgicas debían exigir a los ciruja-
nos un seguimiento de los resultados de sus propios casos, con el único fin de conocer
sus estadísticas y sus competencias
En algunos países de Latinoamérica, las especialidades quirúrgicas tienen el mayor
número de quejas o demandas y, esto aumenta exponencialmente año tras año. Esto es
debido a mejor información por parte de los médicos responsables o mayor conocimiento
de los propios enfermos con respecto a la actuación médica.
Lo cierto es, según reportes, que hasta el 45 % de los eventos adversos se producen
en el paciente quirúrgico. De éstos, se estima que entre el 35 % y 65 % ocurren en el
quirófano. Los estudios de seguridad en otras industrias de alto riesgo ponen de ma-
70 El error en medicina
nifiesto que los eventos adversos se atribuyen primariamente a fallas humanas, más
que a desperfectos técnicos y por operadores experimentados. Habitualmente no es la
carencia de experiencia técnica la responsable de esos eventos adversos.
Error quirúrgico: es la falla de una acción planificada para ser completada, ejecuta-
da, como fue concebida, prometida y, que por diversas razones fue realizada en forma
defectuosa, por error técnico o como la utilización de un plan erróneo, equivocado para
lograr el objetivo planeado.
Debe establecerse la diferenciación entre complicaciones, eventos adversos y errores,
tomando en cuenta que en este ultimo la prevención mediante el conocimiento médico
actual puede haberse evitado el evento adverso, que casi inexorablemente depende de
la ocurrencia del error. Los eventos adversos, pueden ocurrir debido a la conjunción de
múltiples fenómenos, como procesos mal desarrollados, tecnologías mal aplicadas o
interacciones humanas fallidas.
En igual medida hay que distinguir entre error médico y mala práctica médica, en esta
última lo que la caracteriza es que haya habido un daño causado por la intervención del
médico, que se añade al propio de la enfermedad o del tratamiento aplicado. Se conoce
y está documentado que, la mayoría de los errores no se atribuyen a mala práctica o a
negligencias individuales. Sin embargo, autores como Bhattacharyya y Yeon, reportan,
en ortopedia y traumatología, alrededor de 28 % de los errores y complicaciones serian
debido a negligencia. En el estudio de Wanzel, en cirugía general, se reportan 33 % de
errores en diagnostico (errado 15 % y tardío 18 %); ya antes, en 1992, Gawandel, había
reportado en su serie de investigación: 66 % de eventos adversos quirúrgicos, 54 %
prevenibles y 12 % de la mortalidad por eventos adversos correspondió a eventos qui-
rúrgicos. Existen una serie de factores que están asociados a la mortalidad operatoria,
ellos son: edad avanzada, cirugía de urgencia, comorbilidad, región anatómica, niveles
de albumina, entre otros.
En 1932, Max Thorex, cirujano torácico de chicago y nacido en Hungría, publico la
obra “Errores quirúrgicos y salvaguardias”. Expresaba en su obra: “El primer gran error
en la cirugía es la operación innecesaria y el siguiente, la realización de un procedimiento
quirúrgico mayor por un cirujano que no se halla adecuadamente entrenado”. La Organi-
zación Mundial de la Salud, en el 2008 lanza un programa para la seguridad del paciente
quirúrgico denominado “Cirugía segura: Las prácticas quirúrgicas seguras salvan vidas”.
Algunas estadísticas que motivaron la creación de este programa:
–– En el mundo se venían practicando cerca de 234 millones de cirugías mayores al
año.
–– Una cirugía mayor por cada 25 personas.
–– 63 millones secundaria a trauma.
–– 31 millones por cáncer.
–– Por lo menos un millón de muertes relacionados con procedimientos quirúrgicos
mayores.
Capítulo 12. Errores en cirugía 71
En estudios más recientes, sobre errores médicos y mala práctica quirúrgicas, se de-
terminó que las especialidades de cirugía general, ginecología, ortopedia, oftalmología,
urgencias quirúrgicas, urología y traumatología fueron las más comprometidas. En el
análisis de la magnitud del daño en estas especialidades con evidencia de mala prácti-
ca, se comprobó que la muerte se presentó con mayor frecuencia en cirugía general y
ginecología y, en menor proporción urgencias quirúrgicas y ortopedia; el daño perma-
nente en ginecología, oftalmología, cirugía general y traumatología; y daño únicamente
temporal en ginecología y ortopedia. Es oportuno señalar, que no todos los casos en que
se hubiera producido daño para el paciente, implican invariablemente responsabilidad
médica. Existen condiciones excluyentes de responsabilidad como:
–– Cuando el daño al paciente sea atribuible a la idiosincrasia de éste, a incidentes o
accidentes no previsibles.
–– Cuando el efecto adverso es imputable al padecimiento, del cual el usuario asumió
el riesgo a través de su consentimiento informado.
–– Cuando el efecto adverso es causado al actuar para proteger la vida o la integridad
corporal del enfermo (principio del mal mayor).
Por esta alta susceptibilidad es que se deben crear mecanismos de defensa alterna-
tivos a los del paciente, como: monitorización con alarmas, alertas ante riesgos como
alergias, administración segura de medicamentos, etc. En Estados Unidos se le ha dado
un rol fundamental en la prevención de estos riesgos a la enfermera de salón de opera-
72 El error en medicina
Finalmente, es bueno tener en mente, la medicina es una actividad falible que maneja
dos racionalidades: El menor error posible y el mayor beneficio probable. La cirugía es
una disciplina cada vez más científica desde el punto de vista de su conocimiento, pero,
su aplicación a los pacientes es un arte. Los buenos resultados en las intervenciones
quirúrgicas están asociados a una correcta aplicación del método clínico y una audi-
toria periódica que analice los procedimientos quirúrgicos. El comité de evaluación de
Capítulo 12. Errores en cirugía 75
Errores en la anestesia
La anestesia, del griego, significa insensibilidad, es un acto médico controlado en
el que se usan fármacos para bloquear la sensibilidad táctil y dolorosa de un paciente,
sea en todo el cuerpo o solo una parte y, sea con o sin compromiso de la conciencia.
La anestesiología, como especialidad de decisiones instantáneas en pacientes fre-
cuentemente inconscientes, ha debido extremar todas las medidas que lleven a dismi-
nuir los errores humanos y las consecuencias, a veces permanentes, de esos errores.
La anestesia es una especialidad de alta presión donde se exige vigilancia continua y
decisiones instantáneas. La inducción del paciente que va a ser sometido a anestesia
general es un momento especialmente comprometido. Se ha determinado que más de
65 % de los accidentes anestésicos suceden durante este período. El riesgo de compli-
caciones y muerte asociado a la anestesia está estrechamente relacionado con la edad
del paciente y el estado físico. En sentido general, las complicaciones anestésicas más
graves están relacionadas con el sistema cardiovascular, respiratorio y nervioso. Las
complicaciones suelen ser multicausales, los errores humanos y los factores organiza-
cionales contribuyen entre 50-70 % del total.
Desde 1940 existe lo que se ha denominado la “ingeniería de los factores humanos”
que estudia las causas y efectos del error humano. Esta se ha aplicado en la aviación,
las plantas nucleares, en la NASA, las industrias de software y muy recientemente en
la medicina.
La especialidad de anestesiología ha adoptado una cultura de seguridad, con lo cual
se da lugar a muchas mejoras beneficiosas para los pacientes. Evitar el error, mejoró
los resultados, con una disminución de las tasas directamente atribuible a la morbimor-
talidad. A pesar de estas tasas, todavía hay áreas en las cuales se puede mejorar estos
indicadores.
Con frecuencia a los profesionales de la anestesiología se les ha comparado con los
pilotos de aviones comerciales, debido a que ambos se enfrentan a una alta incidencia de
accidentes tanto en el despegue (inducción de la anestesia) y el aterrizaje (recuperación
de la anestesia) pero esto no siempre es cierto. El quirófano es mucho más complejo de
lo que está en una aviación comercial puesta a punto. La industria de la aviación adoptó
una cultura de seguridad definitiva, mientras que los profesionales de la anestesia tienen
una barrera de actitud a la seguridad. Ambos, accidentes e incidentes, en la industria de
la aviación, se toman como una oportunidad para rediseñar el sistema que falla, por lo
76 El error en medicina
tanto, tienen bien desarrollada una estrategia que retroalimente el sistema de información,
mientras que un accidente durante el periodo de la anestesia a menudo no se informa
por temor a ser culpados por el descuido, el olvido y a veces por debilidad de carácter.
Para ser profesionales de excelencia y, en caso de los anestesiólogos de calidad
excelente, se deben considerar estos cuatro pasos: el bien ser, el bien hacer, el bien
estar y el bien tener.
Los errrores humanos comunes en anestesia son:
–– Evento adverso: una lesión causada por el manejo médico más que por la enferme-
dad subyacente: daño, lesión, complicación.
–– Manejo médico: se refiere a todos los aspectos del cuidado de la salud, no solo de
las acciones de los médicos y enfermeras.
–– Error médico. la falla en llevar a cabo una acción planeada de una manera determi-
nada o la utilización de un plan equivocado para lograr el objetivo: errores menores,
cuasi pérdidas o fallas, error serio.
–– Error serio. un error que tiene el potencial de causar daño permanente o transitorio,
pero ambos potencialmente mortales.
–– Error menor: es un error que no causa daño o tiene el potencial de hacerlo.
–– Cuasi pérdida o cuasi falla: un error que pudo haber causado un daño en el paciente
pero que no lo hizo debido a que el problema fue interceptado.
El grupo de los anestesiólogos en Estados Unidos fue uno de los primeros en reconocer
la importancia de diseñar estrategias para disminuir el error. La conformación en 1984
por parte de la Sociedad Americana de Anestesia de la Fundación para la Seguridad de
los pacientes fue un elemento clave. Luego siguieron la publicación de trabajos acerca
de eventos adversos, la evaluación acerca del efecto de la fatiga, el entrenamiento en
simuladores y el desarrollo de estrategias para disminuir el error como: disminuir la con-
fianza en la memoria, mejorar el acceso a la información y definir tareas estandarizadas.
Como resultado, la mortalidad por complicaciones anestésicas pasó de 1 en 10 000 en la
década de los años 80, a 1 en 200 000 en la de los 90. En forma muy digna e ingeniosa,
los anestesiólogos pidieron ayuda a los ingenieros de operación de la aviación moderna
y, esta es la razón que sus errores y daños van cayendo año tras año.
No obstante, a pesar de lo expresado, se conciben y han detectado los principales
puntos vulnerables de la anestesia en la atención al enfermo.
Unos dependen del profesional, el anestesiólogo, surgen de procesos mentales como:
la rutina en la que se omiten pasos claves de procedimientos ya aprendidos, el olvido,
falta de atención por distractores en quirófano, el descuido, la negligencia, la falta de
motivación y la imprudencia. Hay factores tales como la de privación de sueño, el estrés
y habilidades técnicas deficientes, conocimientos incompletos e insuficientes, soberbia
y sobreactuaciones que extralimitan el campo personal de proeficiencia. El actuar del
anestesiólogo cuando se produce un evento adverso, es el resultado de una decisión
Capítulo 12. Errores en cirugía 77
forma continuada todo un turno o guardia medica completo, pero la propia revisión
consciente de una determinada decisión en casos clínicos difíciles es probable que
beneficie al paciente y al médico. Obtener y proveer feedback de nuestro proceso de
decisión (véase “Metacognición”) es crucial para desarrollar y mantener la competencia
en este campo. De hecho, permite calibrar la propia valoración del riesgo y fortalece
la confianza al potenciar la buena práctica médica.
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Capítulo 13
A partir de los años 60 del siglo pasado, con el inicio de la revolución científico téc-
nica, comenzó un proceso que hoy en día está planteado con toda fuerza y, es que los
componentes clínicos del diagnóstico han ido cediendo cada vez más espacio a los
análisis complementarios; el sabio y necesario equilibrio entre la clínica y el laboratorio
se ha desplazado hacia los análisis y, el método clínico ha entrado en crisis en el actuar
y el pensar de un gran número de médicos. Muchos médicos en la actualidad apenas
interrogan y examinan a sus pacientes; muchos médicos ya no piensan o apenas piensan,
olvidando que la palabra médico proviene de una raíz latina, “med”, que precisamente
significa meditar, pensar, y lo que hacen es indicar análisis y análisis en la esperanza de
que estos les den el diagnóstico y resuelvan los problemas.
Cuando en el siglo XIX se introdujeron en Cuba los análisis de laboratorio y en aquella
época eran solo el parcial de orina, el hemograma y los primeros cultivos, un médico
cubano, Aróstegui del Castillo, expresó con asombrosa premonición: “Este es un progreso
efectivo, pero hace claudicar a la clínica, pues confiando el médico en que, en último
extremo, el análisis ha de darle resuelto el diagnóstico, se descuida en la apreciación
exacta de los síntomas. De forma parecida se expresó el profesor Engel, en 1976, unos 10
años después del comienzo de la revolución científico-técnica en la medicina, al analizar
su impacto en los médicos, afirmaba que antes de la revolución científico-técnica, parte
de la excitación intelectual del razonamiento en los médicos venía de considerarse
capaces de anticipar con éxito lo que darían los análisis de laboratorio que indicaban
en sus enfermos, en los cuales un arduo y sólido razonamiento los había conducido a
determinadas hipótesis clínicas.
Se creyó que el laboratorio lo que haría sería expandir esas posibilidades, pero lo que
sucedió en muchos médicos fue lo contrario; más que refinar y aguzar la observación y
el razonamiento clínico lo que hicieron fue atrofiarlo, adulterarlo y falsificarlo, al reducirlo
a un crudo triage, a la indicación de abultadas baterías de complementarios, de “perfiles”
renales, hepáticos, hematológicos, entre otros, donde los análisis se indican de modo
absurdo. Hoy en día el proceso del diagnóstico, está organizado alrededor de esas ba-
terías de exámenes de laboratorio que parecen prometer una respuesta sin requerir de
82 El error en medicina
la hematología. Solicitadas casi siempre por los médicos que intervienen en el caso,
deben aceptarse como una conducta normal y rutinaria. Es absurdo que los médicos
nos ofendamos porque se dude de nuestros diagnósticos.
Según la Organización Internacional de Normalización (ISO), el error de laboratorio
se define, como el fallo de una acción planificada o el uso de un plan erróneo para al-
canzar un objetivo lo cual ocurre en cualquier momento del ciclo del laboratorio desde
la orden de análisis hasta el reporte de resultados y, apropiadamente, la interpretación
y la toma de conducta ante los mismos. El Instituto de Medicina, EE. UU., estimaba en
1999 que hasta 98 000 muertes por año eran atribuibles a los errores médicos y, aunque
se desconocía la incidencia sobre la morbilidad y mortalidad, era lógico pensar que si el
80-90 % de las decisiones clínicas, para el diagnóstico y la terapia, hasta el pronóstico
hoy en día se basan en pruebas de laboratorio, era obvio el impacto que tendrían sobre
el bienestar del paciente.
Las fases de trabajo en el laboratorio clínico comprenden la preanalítica, la analítica
y la posanalítica. Existen factores en la fase preanalítica tales como la colección de la
muestra y su manejo, la postura del paciente, la realización de ejercicios, la hora de reco-
gida de la muestra, el uso de medicamentos, entre otros, con impacto en los resultados
de las pruebas, pero para detectar cambios patológicos reales en los pacientes, estas
variaciones unidas a las analíticas, deben ser reducidas a niveles aceptables para no
causar una mala interpretación de los resultados. Las fases pre analítica y posanalítica,
están consideradas como las de mayor incidencia en la aparición de errores en relación
con el proceso total, debido a que la automatización y la informatización han estable-
cido reglas bien definidas para el control de calidad interna se han aplicado esquemas
más efectivos en programas de evaluación externa de la calidad, y la preparación del
personal ha aumentado notablemente en la medida que existen analizadores de química
sanguínea más sofisticados. Estas han reducido notablemente la magnitud de los errores
analíticos en algunos países.
En el proceso de la elaboración de un diagnóstico clínico hay tres pasos críticos: el
paciente, el examen físico y los exámenes de laboratorio. Sin embargo, uno de los errores
más comunes es la solicitud incorrecta de la muestra, y las limitaciones en el reporte
del resultado, por ejemplo, cuando los resultados de los exámenes no correlacionan con
los intervalos biológicos de referencia de la población estudiada; o las interferencias
causadas por la dieta, el medicamento o el fármaco, todos factores que pueden afectar
el resultado. La meta fundamental del laboratorio clínico sería entonces, proporcionar
datos confiables a los usuarios, de tal forma que puedan así contribuir al diagnóstico
y tratamiento de las diversas enfermedades. Y, el objetivo de los profesionales de los
laboratorios clínicos será tener un mejor desempeño de las prácticas diarias, ayudando
así a la identificación en los cambios o errores en el proceso. Para ello, los laboratorios
y su acreditación, serviría para demostrar que el laboratorio opera con un sistema de
calidad, técnicamente competente y capaz de generar resultados válidos.
84 El error en medicina
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Capítulo 14
Errores en imagenología
“La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia”.
Sócrates.
Los errores de percepción representan el tipo más frecuente, con cerca del 60-80 %
de las causas reportadas; aquí se depende en gran medida de los sentidos, pero estos
son propensos al engaño.
Los errores cognitivos representan un 20 a 40 % de los errores y, ocurre cuando la anor-
malidad es identificada, pero el informe del radiólogo falla en entender o captar correcta-
mente o reportar su significancia. Se trata de un error en el proceso de pensar y decidir.
En los errores de comunicación el hallazgo se identifica y se interpreta adecuadamen-
te como anormal y, se informa adecuadamente como la causa de las manifestaciones
del paciente, pero existe una falla a la hora de comunicarlo efectivamente al médico
responsable del paciente.
Los errores por falla en el tipo de estudio, pueden o no ser causados por el radiólogo.
Pero el radiólogo, debe ser lo suficientemente claro en reportar la real utilidad del examen
leído para confirmar o descartar la sospecha diagnóstica.
Con la alta tecnología médica en imagenología, muchos podrían pensar que los errores
tienden a disminuir notablemente en esta especialidad, cuando realmente no es así, se
cuenta con nuevos procesos y nuevas técnicas, pero también con nuevos artefactos y falsas
imágenes, donde muchas veces solo la dedicación, el estudio y la experiencia permiten
establecer cuando la imagen representa una verdadera alteración; existe la creencia que
el resultado de los estudios lo hacen las “máquinas”, lo que potencia la convicción de que
no debería existir error. No se pueden echar a un lado las frases de muchos maestros de
esta especialidad cuando afirmaban: “las imágenes mienten”, hoy más que antes, se ha
demostrado que esta máxima es veraz”. En este escenario, se hace necesario trabajar
88 El error en medicina
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Capítulo 15
Errores de enfermería
“La enfermera, a veces olvidada, es un eslabón fundamental en la adecuada atención
y calidad médica” (anónimo)
La enfermería es un arte y, si se pretende que sea un arte, requiere una devoción tan
exclusiva, una preparación tan dura, como el trabajo de un pintor o un escultor, pero
¿cómo pueden compararse la tela muerta o el frío mármol con el tener que trabajar
con el cuerpo vivo, el templo del espíritu de dios? Es una de las bellas artes, casi diría la
más bella de las bellas artes, sentencio Florence Nightingale. Muchas de las actuales
especialistas del tema consideran a Nightingale como la primera teórica, ya que aplicó
un proceso consistente en la observación y le brindó especial atención al entorno que
rodea al individuo. En sus apuntes (“Notes on nursing. What it is and what it is not”)
conceptualizó la enfermería como la encargada de la salud personal de alguien y lo que
la enfermera tenía que hacer era poner al paciente en las mejores condiciones para que
la naturaleza actuara sobre él.
Los errores ocurren en todas las profesiones, forman parte de la condición humana;
sin embargo, son más visibles en el área de la atención a la salud; por ser una de las
más complejas y estar llena de incertidumbres. Aun cuando la formación del profesio-
nal de enfermería, ha sido y sigue siendo, con expectativas idealistas de perfección,
se les socializa para ejercer, sin permitirse tener errores; lo que puede obstaculizar el
reconocimiento y aceptación constructiva de los errores propios, o bien puede generar
una tendencia a encubrirlos cuando dichos errores sean inevitables.
El error en la atención de enfermería, se define como la falla de una acción planeada,
para ser completada como se pretende, o un plan equivocado que puede generar costos
extras para el paciente y la institución de salud. El error existe, cuando aparece en las
culturas el binomio enfermera-paciente; o bien desde que existen enfermos y personas
que se dedican a cuidarlos; sin embargo, ha sido más evidente desde que se dio la opor-
tunidad de que el paciente exprese sus dudas y reclamos.
En la atención de enfermería, como afirma Waldow, el cuidado es mostrado gene-
ralmente a través de gestos, posturas, miradas y contacto. Pero a la vez, la gente sabe
reconocer cuando los profesionales son atentos, afectivos, sensibles e interesados, y lo
muestran desarrollando sentimientos de confianza, confort, seguridad, motivación para
90 El error en medicina
la recuperación y relajación. Esto explica que aún sin tener muy claro qué es lo que hacen,
sean las enfermeras los profesionales sanitarios que mayores cotas de satisfacción
generan en los ciudadanos. Los modos de pensamiento de enfermeros, y sus bagajes
metodológicos, apenas dejan rastro en la práctica profesional. Se ha acuñado el término
“cuidado invisible” para designar el cuidado que prestan las enfermeras. Los cuidados
“humanizados” son los más valorados por los pacientes, pero raramente aparecen en
los registros de enfermería.
Es de destacar que, cada vez se producen más efectos adversos (incidente que pro-
duce daño al paciente, es un hecho imprevisto que no está relacionado con la historia
natural de la enfermedad, como consecuencia del proceso de atención de los profesio-
nales de la salud), en todos los sistemas de salud de acuerdo con estudios publicados
por la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como de otros organismos interna-
cionales de salud. Los escritos de enfermeros, están dominados por expresiones que
remiten al cuerpo, más que a la persona. Aparece el tratamiento médico y las técnicas
coadyuvantes, pero, como afirman Germán Bes y cols., “raramente aparece la relación
terapéutica, la presencia o el acompañamiento, el tacto, la escucha activa, el cuidar
de la intimidad y privacidad, el dar aliento, el acomodar una almohada y, en suma, el
promover el confort y la seguridad”. Foucault, ya proporcionaba pistas al afirmar que
la actividad de enfermería vive anclada en el día a día, compuesta de pequeños gestos,
entre discursos y escritos anónimos, en un universo de detalles aparentemente sin
importancia, pero son los que sustentan su propia existencia. De esta forma, el poder
de la enfermera se concentra en el mundo cotidiano, por ello, el pensador francés nos
invita a problematizar lo habitual, lo rutinario, lo banal, lo pequeño, lo indolente, lo que
transita en la sombra.
¿Nos hemos detenido a pensar el poder que ostenta una enfermera a través de sus
gestos más cotidianos?, ¿cuándo regula con el pulgar el caudal de sustancias que intro-
duce en el cuerpo del enfermo a través de un simple gotero?, ¿la capacidad de sustituir
los esfínteres del organismo introduciendo una sonda por los orificios naturales o contra
natura? A veces es necesario determinar la importancia de los procedimientos, a partir
de las consecuencias que conllevaría una mala praxis. Los errores de las enfermeras a
menudo desembocan en tragedias. La enfermera clínica, busca satisfacer a los pacientes
en todas sus necesidades, pero también a sus directivos, ya sean reformadores o con-
servadores, a los médicos en su pluralidad de intereses, como también a investigadores,
al profesorado y alumnado, y a cualquier otro presente en el escenario del cuidado. La
adaptación es una de las tradicionales capacidades de la Enfermería, pero a menudo es
también la expresión de la obediencia. Según el estudio de Gallup, la enfermería (gestora
de cuidados) es considerada la profesión más honesta y ética, y la fuente de información
más segura y confiable, baste justipreciar el número de horas, mayores que los médicos,
en que la enfermera está al lado y cuidado de sus enfermos.
Capítulo 15. Errores de enfermería 91
Errores frecuentes
en la enfermería hospitalaria
El error más reportado es la administración de medicamentos, el cual se presenta
de varias formas: “omisión, dosis mayores, frecuencia errónea, dosis menor, duplicidad
terapéutica, duración mayor al tratamiento, interpretación inadecuada en la escritura o
redacción ya sea en el nombre del fármaco, en las unidades de medida, en el uso del punto
decimal, en la vía de administración, tiempo de infusión o intervalo, la interpretación de
la dosis y la vía de administración, la dificultad para dosificar algunos medicamentos,
en los que debido a su presentación es necesario realizar diluciones para su aplicación
como es en el caso de los pacientes pediátricos”. Los errores de enfermería pueden
traer consecuencias leves o fatales, como las equivocaciones de vía de administración
o del fármaco, las omisiones de ciertos medicamentos como la insulina, antiepilépticos,
corticoides, etc., pueden dañar o perjudicar al paciente. Por ejemplo, el error más grave
notificado en España, es la administración de salbutamol por vía intravenosa en lugar
de utilizar nebulizaciones, los pacientes hospitalizados recibieron por error una dosis
5-10 veces superior a la habitual de salbutamol inyectable, ocasionando complicaciones
cardiacas graves. Otro ejemplo, de error asociado a la administración de medicamento,
es el uso o interpretación inadecuada de las abreviaturas y símbolos para indicar la
dosis, vía, frecuencia de administración y las unidades de medida. Como es el caso de
la abreviatura U, considerándose que esta no debe utilizarse para indicar unidades. Se
reportó el caso de un paciente que falleció tras recibir 200 unidades de insulina por error,
como consecuencia de una incorrecta interpretación de la prescripción 20 U.
En otro orden, JI. Westbrook, demostró que interrumpir a las enfermeras durante
la administración de fármacos, aumenta el riesgo de cometer el error. Y a medida que
aumenta el número de distracciones, aumenta el número de errores y por ende afecta
la seguridad de los pacientes.
Bajo la responsabilidad del personal de enfermería está la realización de acciones
para el cumplimiento de los procesos terapéuticos, todo ello a partir en primer lugar
de la identificación de los pacientes, la notificación de cambios del estado de salud, la
detección oportuna de complicaciones, y el registro de todos éstos en la historia clínica,
todas estas acciones se deberían realizar con la calidad y cientificidad que se requie-
re. Es por ello que la presencia de algunos de los aspectos enunciados anteriormente
puede contribuir de manera negativa a la seguridad del paciente. Es un deber ético del
personal de enfermería alertar a las instancias pertinentes acerca de las situaciones
de estructura, proceso o resultado que vulneren la seguridad de los pacientes, no
solo por su deber de cuidado con éstos y sus familias, sino por las responsabilidades
éticas y legales que se generan del ejercicio profesional en el caso del evento adverso
prevenible. Por tal motivo, se necesita responsabilidad en el momento de la realización
de procedimientos que se ejecutan o se delegan acordes con la experticia o nivel de
formación, así como estar pendiente de los signos de alarma para su inmediato reporte.
92 El error en medicina
Las personas más frecuentemente involucradas son: los mayores de 65 años, con
patologías como infarto agudo de miocardio, accidentes cerebrovasculares, paro car-
diorrespiratorio, y los niños. Los eventos adversos más frecuentemente relacionados
con el cuidado de enfermería son: errores transfusionales, eventos adversos asociados
a medicamentos, suicidio prevenible, infecciones nosocomiales, caídas, quemaduras,
úlceras de presión, errores en identificación e inadecuada interpretación de signos y
síntomas.
Las enfermeras y los médicos son los dos elementos, junto con la tecnología médica,
mas importantes en la atención a cualquier paciente, bien sea en consulta, salas de
hospitalización o en unidades de atención al grave, porque constituyen el capital inte-
lectual de esas organizaciones y son los determinantes de su gestión y resultados. Se
puede concluir que la enfermería va en dirección ascendente en el camino de la profe-
sionalización, cumple con los criterios de Povalko para que determinado grupo laboral
alcance el nivel profesional, en este caso se considera a la enfermería una profesión de
ayuda; tiene un cuerpo de conocimientos abstractos formado por una serie de teorías y
modelos conceptuales que abordan los conceptos meta paradigmáticos que constituyen
el núcleo del pensamiento enfermero, este es enriquecido a través de la investigación y
le da estatus de ciencia a la actividad con un método científico (Programa de Atención
de Enfermeria/PAE) y el cuidado en su dimensión más amplia como objeto de estudio.
La forma de valoración, diagnóstico, tratamiento y evaluación del individuo, la familia y
la comunidad tiene definitivamente carácter integral, por lo que se puede afirmar que la
enfermería es una disciplina científica profesional con carácter holístico.
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94 El error en medicina
Errores en estomatología
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Capítulo 17
competencia, beneficencia y diligencia, mientras que las del paciente las enmarcó en:
gratitud y recompensa. Por su parte, Milton Erickson decía que “es la colaboración en-
tre dos expertos”: el paciente experto en sí mismo y, el médico experto en la ciencia. El
concepto anterior se modificó a partir de la Revolución Industrial, cuando los campos del
conocimiento humano cambiaron en su apreciación. La medicina no fue la excepción y,
el cambio en la relación médico-paciente se centró en un distanciamiento técnico entre
ambos integrantes. A pesar de esto, se ha estado intentando recuperar la esencia de la
medicina, que lejos de ser la tecnología es el humanismo lo que la enmarca. El humanismo
médico lleva implícitos: la beneficencia, la capacidad de dar, el empleo diligente de la
empatía, la cual se ejemplifica con frecuencia como “ponerse en los zapatos del otro”.
Reafirmando lo expresado, advierte Lifshitz que, ante los desafíos del desarrollo
tecnológico, de los cambios en la relación entre la sociedad y la medicina, y de los inte-
reses del mercado de servicio, el médico debe conservar su identidad preservando los
valores fundamentales de la profesión médica, los cuales, según muchos, residen en la
relación médico-paciente.
Como afirma Mark A. Siegler: “ A pesar de los avances científicos del último siglo y,
del actual, ni el papel de la profesión médica en las sociedades humanas ni la relación
doctor-paciente han cambiado sustancialmente. Desde los tiempos antiguos, el encuen-
tro entre el curador y el paciente ha constituido el principal medio por el que la medicina
logra sus objetivos. Esta continuidad extraordinaria tiene su raigambre en el hecho de
que la medicina responde a una necesidad humana universal e invariable: ayudar a los
pacientes. Es más, la mayor parte de la ayuda médica se proporciona en el encuentro
directo entre paciente y médico, esto es, la relación doctor-paciente”.
¿Acaso es necesario recordar que, para el que sufre, el médico es, todavía ahora, no
solamente el experto sino el mago, el brujo, el sacerdote, el que, con su prestigio, fama,
carisma, con su sola presencia, su voz y sus manos, tiene el poder sagrado de aliviar y
curar y, simbólicamente, de perdonar o condenar? En una sociedad cada vez más violenta
y deshumanizada, ¿no es, a menudo, el único que escucha, que apoya, que no se burla
ni condena, el único que intenta comprender, el hermano, el amigo, el padre? ¿Cuál es
el mecanismo de su poder de aliviar? ¿Habría que preguntar por qué tienen virtudes
curativas el abrazo de la madre, la amistad, el amor, el interés, el trabajo, el apoyo social,
la fe y el idealismo?, ¿Por qué se exponen a enfermarse los que carecen de ello? ¿Por
qué están predispuestos a la enfermedad y la muerte los que pierden un ser querido, un
empleo, una posición social o económica, o cualquier otro objeto psíquico valioso? Los
hechos son indudables, las explicaciones permanecen en el terreno de las hipótesis. Pero
conviene recordar que, según la teoría de sistemas, el hombre está en la cúspide de la
escala organísmica y, en la base de la escala social. Es mucho lo que hemos aprendido
acerca de la célula, los tejidos, órganos, aparatos y sistemas que componen el hombre
y cuyo funcionamiento armónico, coordinado por el sistema psiconeuroendocrinoinmu-
nológico determinan su salud; es menos lo que sabemos del efecto que sobre el hombre
ejercen, los supra sistemas que constituyen, en ascendente jerarquía, la escala social.
100 El error en medicina
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Capítulo 18
En el desarrollo de este texto se han comentado diversas cuestiones, propias del error
médico, y se esbozaron aspectos relacionados con la responsabilidad médica, con la
ética y la bioética de esta profesión. Ahora, muy someramente, se dan unas pinceladas
breves, sobre los aspectos legales, dado que estos varían mucho según el enfoque que
se le dan en los diversos países, acorde con sus legislaturas individuales.
En la segunda mitad del siglo xx los tribunales judiciales recibieron crecientes planteos
por conflictos generados por la realización pasada, presente o futura de actos médicos,
cuyo examen y análisis hasta entonces habían quedado confinados a la intimidad del
equipo de salud, de los pacientes y sus familiares. Esta novedosa situación comenzó
en EE.UU., se generalizó poco después en otros países.
Hoy se conoce que la Medicina no es una ciencia exacta sino un arte conjetural, pero el
fundamento legal de la responsabilidad médica está en la necesidad jurídica y social de
que toda persona que labore en la rama de la Medicina responda ante la justicia por los
daños lesivos y fatales causados al paciente en el ejercicio de su profesión. La sanción
puede ser: penal, civil o administrativa, aplicada solo en una de sus formas, según sea
el caso, o aplicadas todas.
Los médicos, como cualquier otro tipo de profesional, han de estar sometidos al
imperio de la ley. Aunque ahora está en boga, la responsabilidad médica existe hace
400 años. Desde el primer texto deontológico que se conoce (Hammurabi en el año
2394 a. C.) pasando por las diversas culturas que nos han precedido, griega, romana, y
otras como la egipcia, han contemplado en sus códigos, diversos articulados que hacían
referencia al comportamiento del médico, y que contenían graves sanciones cuando se
infringía el mismo, incluyendo la pena de muerte en algunos casos.
La obligación de medios que asume el médico le exige prestar sus servicios conforme
a la lex artis. Puede definirse lex artis, como el conjunto de prácticas médicas aceptadas
generalmente como adecuadas para tratar a los enfermos en el momento presente y
que, por definición, es cambiante con el progreso técnico de la Medicina, así como con
las peculiaridades personales de cada paciente, no es sino el conjunto de normas o cri-
terios valorativos que el médico en posesión de conocimientos, habilidades y destrezas
106 El error en medicina
y reglamentos de carácter universal en los que, por una parte, se atiende la preocupación
del médico por regular su actividad profesional y por otra, se garantiza a la sociedad el
respeto a los valores fundamentales de la vida humana. De esta manera, la bioética se
convierte en la directriz que norma, regula y sanciona la actividad médica. Actualmente,
el quehacer médico se caracteriza por una mayor interacción entre la medicina como
arte y la medicina como ciencia, bajo un perfil de desarrollo tecnológico cambiante día a
día, influenciado por los cambios sociales globales y muy particularmente por los acon-
tecidos en los años recientes, lo que ha llevado a un cambio en los valores humanos. Sin
embargo, hay valores y principios fundamentales que permanecen al paso del tiempo,
como es el respeto a la vida y a la dignidad humana. De igual manera se encuentra el
reconocimiento de los derechos humanos, entre los que figuran los derechos de los
pacientes y el derecho a la salud.
Es necesario recordar que la legalidad para una profesión es el conjunto de las leyes
promulgadas por un Estado, es juzgada por los tribunales y sus transgresiones se tra-
ducen en sanciones civiles y penales. Sin embargo y más allá de esto, como lo señala
Sánchez González, la ética profesional se apoya en los imperativos morales de la con-
ciencia individual. Solo debe ser juzgada y sancionada por la conciencia privada o por
las propias instituciones profesionales: censura, pérdida de estima, ostracismo social
o sanciones intraprofesionales que pueden llegar hasta la retirada de la licencia para el
ejercicio profesional (cuando la institución profesional tiene esta facultad).
De este modo, la ética profesional es más amplia que la sola legalidad, exige más.
Las leyes establecen los mínimos necesarios para la convivencia. La ética marca los
máximos convenientes para el logro de la excelencia y de lo mejor; promueve ideales
y tolera el pluralismo. Ética y legalidad son diferentes, aunque tienen puntos comunes,
y se necesitan mutuamente. El objetivo de las profesiones es afianzar una ética que en lo
posible haga innecesaria la legalidad, esto es, que signifique por sí misma una garantía
para la sociedad.
La condición humana está ligada al error en cualquier actividad y el ejercicio práctico
de la medicina no es la excepción. De igual manera, la respuesta primaria del ser humano
cuando sucede un error, es buscar al culpable y castigarlo. Con cada caso de daño o
muerte de un paciente debido a un error y que trasciende a la opinión pública, los medios
de comunicación, los entes de regulación gubernamental, las familias de los pacientes
afectados, el público en general y la institución misma, buscan la culpa individual para
enseñar un castigo ejemplar. Sin embargo, culpar o castigar a alguien no asegura que
una situación similar de daño a un individuo no se esté presentando simultáneamente
en otro escenario clínico o que el mismo error no se vaya a repetir, incluso en un futuro
cercano en la misma institución.
Son varias las figuras delictivas en las que puede incurrir un médico, todas recogidas
y sancionadas por la ley penal, por ejemplo, la cubana. Entre tales actuares se puede
encontrar la denegación de auxilio y desobediencia, conducta empleada para carac-
terizar aquella actuación de un facultativo que debiendo prestar ayuda se abstiene de
brindarla, sin causa justificada. Incurre también en delito, al expedir certificado médico
108 El error en medicina
falso. Otra figura delictiva en las que puede verse involucrado es en el aborto ilícito. Pero
hay otras que no tienen un sujeto activo específico o determinado (aunque pueden ser
perpetradas por un médico en el ejercicio de su profesión) como son las lesiones y el
homicidio, resultado de conductas imprudentes. Desde el punto de vista médico-legal,
se entiende por lesión toda alteración anatómica o funcional, ocasionada por un agente
externo o interno, sobre el cuerpo humano. Estas pueden ser grave (que pone en peligro
inminente la vida de la víctima, o deja deformidad, incapacidad o cualquier secuela; ya
sea anatómica, fisiológica o psíquica) y no grave (cuando sea capaz de dañar la salud
y requiera de un tratamiento médico para su curación). La otra conducta delictiva es el
homicidio, considerado este como la muerte causada a una persona por otra, sin las
circunstancias agravantes de un asesinato.
En el manejo médico, y en general en la participación de cualquier profesional, su ejer-
cicio parte de que se cuenta con una “capacidad técnica específica”, y la responsabilidad
surge entonces en relación con el ejercicio de la técnica y la aplicación de los conocimien-
tos que se supone ese profesional debe tener. Se pone en evidencia que los aspectos
aquí considerados, en el orden legal o penal del error médico, conllevan un proceso de
análisis y determinación del grado de participación, responsabilidad y consecuencias
que pudo haber ocasionado el citado error médico en su paciente. No obstante, los que
nos dedicamos al ejercicio de la profesión o aquellos que son responsables o dirigen
una institución, servicio médico o cualquier dependencia de prestación de servicios de
salud, tienen una tarea principal, que es tratar por todos los medios y con los recursos
necesarios para evitar que se ocasionen o produzcan errores médicos de consecuencias
graves en los pacientes y, se reduzcan al mínimo posible las reclamaciones de orden,
legal dado que la aspiración es lograr un servicio médico de alta calidad y seguridad
para los enfermos, con un elevado nivel de satisfacción.
Dentro de las figuras delictivas, del Código Penal en Cuba, relacionadas con el perso-
nal médico, se contempla el error en el ejercicio de la profesión. Se considera el error,
como la negación del dolo. Supone el desconocimiento del hecho o de la significación
antijurídica del hecho. Se expresa en:
–– Error de derecho: la ignorancia de la ley no exonera de su cumplimiento.
–– Error de hecho: puede ser esencial o accidental. El esencial recae sobre los elemen-
tos del delito; excluye el dolo y deja subsistente la imprudencia. El accidental, recae
sobre algunas circunstancias, por lo que el dolo existe a pesar del error.
En el Código Penal cubano, el artículo 23.1, expresa: que está exento de responsabi-
lidad penal el que realiza el acto prohibido bajo la influencia de un error relativo a uno
de los elementos constitutivos, o habiendo supuesto equivocadamente la concurrencia
de alguna circunstancia que, de haber existido en realidad, lo habría convertido en acto
licito. Además, se precisa que, error médico es una equivocación donde no hay mala fe,
ni negligencia, ni indolencia en el ejercicio de la profesión médica. Es algo no previsto y
que ocurre por error del médico.
Capítulo 18. Implicaciones legales del error médico 109
Se concluye que, el error médico debe constituir una preocupación de los profesionales
de salud y, en primer lugar, de los directivos, funcionarios o responsables de la institución,
ya que, conociendo sus consecuencias indeseadas, su repetición no es aceptable. Los
errores médicos deben ser conocidos y analizados científicamente en reuniones médicas,
con libertad y profundidad necesarias con el fin de evitar su repetición.
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Capítulo 19
Misceláneas
“Hoy en día, el médico presta más atención a la información de su computadora, que a los
ojos llenos de ansiedad de su angustiado paciente.” (anónimo)
razón, este profesional debe ser capaz de reconocer y manejar las diferentes reacciones
adversas de la transfusión, y emplear los medios disponibles para eliminar o minimizar
los riesgos al enfermo. Sin embargo, hay evidencias documentadas que sugieren que
lo anterior no se está llevando a cabo.
A nivel internacional existe la tendencia a incrementar las medidas de seguridad para
el paciente que recibe una transfusión, por lo que es necesario que en toda institución de
salud donde manejan y transfunden sangre y derivados, se implementen —si no existen—
programas de evaluación sistemática del nivel de conocimientos y, el cumplimiento de
lineamientos institucionales independientemente de su ubicación geográfica, cultura,
desarrollo socioeconómico y niveles de salud.
En Europa, el informe SHOT publicado en 2004, sobre un seguimiento de 10 años,
muestra una cifra de 4/1 000 000 muertes relacionadas con la transfusión, aunque de
ellas, 7/10 000 000 estaban relacionadas con un error en la administración del hemode-
rivado. Es por ello que, debe ser un tratamiento personalizado. Hay que tener presentes
varios factores, como la edad, la enfermedad de base y la sintomatología, entre otros.
Se ha de tratar a los pacientes, no a los resultados del laboratorio. Por último, recordar
esta afirmación: “las transfusiones de sangre humana procedente de los bancos de
sangre hacen más daño que bien a la mayoría de los pacientes”, señala un informe del
Centro Médico de la Universidad de Duke, ubicada en Dirham, Carolina del Norte, Estados
Unidos de Norteamérica.
Chernyshev et al., estimaron que, de un total de 512 pacientes con sospecha de AVC
isquémico, de menos de tres horas de evolución, con un puntaje NIHSS de 7 puntos
al ingreso y candidatos a la administración de tPA, existe una prevalencia de “falsos
AVC” (FAVC) entre el 3 a 7 %. Otros autores, como el grupo de Winkler et al, en 250 pa-
cientes con sospecha de ACV isquémico, demostraron que existía una prevalencia de
FAVC de 2,8 %; sin embargo, existen otros reportes en la literatura internacional con un
porcentaje de hasta un 20 % de prevalencia de FAVC en los Servicios de Emergencias
(SE), la mayoría relacionada con estados pos críticos, infecciones sistémicas, tumores
cerebrales y alteraciones tóxico metabólicas. De acuerdo a las guías de la OMS, se
consideran como “síntomas/signos adecuados para el diagnóstico” lo siguiente: defi-
ciencia motora unilateral o bilateral, deficiencia sensitiva unilateral o bilateral, afasia o
disfasia, hemianopsia, desviación conjugada de la mirada, apraxia de aparición aguda,
ataxia de inicio agudo y déficit en la percepción, y como “síntomas/signos no adecua-
dos para el diagnóstico de AVC” mareos, cefalea localizada, visión borrosa en ambos
ojos, diplopía, disartria, deterioro de la función cognitiva, alteración de la consciencia,
convulsiones y disfagia. Obviamente, como la medicina no es una ciencia exacta, donde
la incertidumbre y la probabilidad diagnóstica conviven a nuestro lado, en neurología,
tienen que ser adecuadamente valorados en el orden clínico para poder descartar una
enfermedad cerebrovascular.
116 El error en medicina
Reflexiones finales
El atraso del conocimiento tiene mucho que ver con las antiguas actitudes del pasado
que, por largo tiempo asolaron y mantuvieron a los hombres del pensar y del saber, sobre
todo a los del querer saber, limitados, apartados, investigando en la oscuridad, cuando
no castigados. Los ejemplos son innumerables y solo por señalar algunos, vienen a la
mente los de Erasmo de Rotterdam, Leonardo, Vesalio, Colón, Servet, Darwin y, hasta
en épocas recientes el mismo Freud. Lo que resulta muy evidente, para todo el mundo,
es que los avances en las últimas 3 décadas abarcan mucho, pero mucho más de lo
Capítulo 19. Misceláneas 117
que la humanidad había logrado en toda su existencia hasta hace apenas una centuria.
No obstante, esta afirmación, muy cierta, a pesar de ello, los problemas en la atención
medica se han mantenido por siempre, expresados en los errores médicos que, a pesar
de la tecnología novedosa y el conocimiento más certero, se mantienen e incluso, en
determinadas áreas y especialidades, se han incrementado.
En países con un alto desarrollo tecnológico e industrial, con increíble frecuencia se
presentan errores médicos, aun considerando, por ejemplo, en Estados Unidos de Nor-
teamérica que posee el sistema de salud más caro del mundo, con un gasto de $ 55 500
por persona al año, en tanto otros, como los de Alemania, Canadá, Inglaterra, y Japón,
gastan menos de $ 33 000, además, crece un 6 % anual. Es de esperar que, siendo tan
caro, obtenga los mejores resultados, sin embargo, las cifras muestran todo lo contrario.
A pesar de gastar un 14, 2 % de su producto interno bruto (PIB), la esperanza de vida,
de 79 años, es inferior a la de Japón, que tiene 82,3 años y solo gasta un 6 % del PIB.
Llama la atención que el 35 % de los estadounidenses se encuentran inconformes con
el sistema y el 45 %, desprotegidos, ya que, al ser privado y tan caro, no lo pueden pagar.
La cantidad de errores médicos es alarmante y en lugar de disminuir, crece, lo que
causa prolongados internamientos y lesiones que con frecuencia son permanentes.
También son causa de muertes, las cuales, de acuerdo con dos estudios realizados y
ya reiterados, uno en 1988 y otro en 2002, van en aumento, pasando de 96 000 en el
primero, a 200 000 en el segundo. Esto coloca los errores médicos en el sexto lugar en
1988 y en el tercero en 2002, como una de las principales causas de muerte en ese país
(EE. UU.), apenas superada por las enfermedades cardiovasculares y los tumores maligno.
Resulta evidente, a través, de todo lo expresado, documentado y reiterado sobre el error
médico que, este lejos de disminuir se mantiene y, en ocasiones se acrecienta. Queda
fehacientemente expuesto la multitud de factores que pueden influir para su aparición,
por lo que su origen es multicausal y complejo. Nos acordamos de los errores cuando
se nos imputan. Sin embargo, sabemos que los acontecimientos adversos evitables son
frecuentes en hospitales y centros de salud. Por ello resultan necesarias la formación en
seguridad clínica y la impregnación en la cultura de la seguridad, cultura fundamentada
en la ética de la seguridad.
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