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Unidad II: Etapa 1916-1930

1- Presidencia de Hipólito Yrigoyen. El partido y sus tendencias. La construcción del poder: prácticas políticas
e institucionales. La posición argentina ante la primera guerra mundial. El impacto de la Gran Guerra: crisis
económica y conflictos sociales. La acción del Estado frente a la crisis económica y social.

Apuntes de clase. El radicalismo

En esta etapa se da las tres presidencias radicales:

 Hipólito Yrigoyen 1916 – 1922


 Marcelo T. Alvear 1922 – 1928
 Hipólito Yrigoyen 1928 – 1930 interrupción del orden constitucional

Hipólito Yrigoyen asume un 12 de octubre (todos los presidentes dese Mitre, primer presidente constitucional, asumen ese
día, se convirtió eso en una tradición). Desde lo económico, persisten las bases del modelo agro-exportador. También hay
que hacer mención a la crisis desatada luego de la 1° G.M, que tuvo incluso efectos más devastadores en Argentina que la
crisis del 1929.

En lo social, sigue la misma tendencia de hegemonía de clases, pero bajo las reglas democráticas instauradas a partir de la
Ley Electoral. Por otro lado, encontramos durante el primer gobierno de Yrigoyen fuertes tensiones sociales: huelgas
obreras, la Reforma Universitaria de 1918 y levantamientos (hay que tener presente que no se derogan las leyes de
residencia y de defensa social).

Pero desde lo político, si hay una gran diferencia respecto al periodo anterior: no existe más la práctica del Gran Elector.
Hay grandes cambios en la relación entre “la masa – pueblo” y el gobernante. Asimismo, consigue Yrigoyen el control
político y el control de los diputados, no así el de los senadores. Dentro del orden político, Yrigoyen va a intervenir las
provincias, serán intervenciones “reparadoras” para llevar a cabo allí elecciones democráticas, dejando de lado las
prácticas fraudulentas. Dentro de este orden, se puede apreciar también que hay una ampliación de la democracia, pero
esto viene de la mano del debilitamiento de los partidos políticos, dado que la mayoría de ellos se fragmentan en varios
partidos, por lo cual no se consigue llegar al bi-partidismo que se deseaba con la Ley Electoral.

Dentro de las características del radicalismo:

 Intransigencia.
 Nacional y popular. Nacional porque la “causa” es la Nación y porque cree en el federalismo.
 Es un movimiento, no un partido, dado que no tiene programa político.

Dentro de las notas del radicalismo:

 Romanticismo, en el sentido de que es un movimiento idealista, con el ideal de nación y de gobierno.


 Tradicionalismo, en tanto que respetan la “hispanidad” y los criollos.
 Pacifismo, dado que comprenden la paz como un estado normal de los pueblos.
 Paternalismo, lo que viene de la mano de la relación pueblo – gobierno.

Respecto a Hipólito Yrigoyen, se puede ver en su pensamiento la influencia del krausismo. Pretende llegar al gobierno por
la revolución, pero llega por medio de las reglas democráticas. Él, pretende eliminar al régimen fraudulento, cuya máxima
expresión es Roca, que representa el fraude, el acuerdo, la corrupción de las instituciones.

¿Cómo llega a la presidencia? En las elecciones de 1916 se presentaron la UCR, los conservadores y los socialistas.
Volviendo a lo político, hay que notar que Yrigoyen debió construir su poder, dado que a nivel provincial solo contaba con
el apoyo de Buenos Aires y Córdoba. La UCR era un partido moderno que trataba de asemejarse a los partidos
norteamericanos. Tenía su fuerte en Buenos Aires pero con una organización federal a través de comités y departamentos,
a través de los cuales había una jerarquía delimitada. Pero las cúpulas eran “indisciplinadas” porque era la UCR un partido
“atrapa todo”, donde todos los miembros tienen sus ambiciones personales.

La construcción de poder Yrigoyen la llevó a cabo de la siguiente manera:

a) A nivel personal:
 Personalismo
 Clientelismo
 Presidencialismo
b) A nivel del gobierno nacional:
 Intervenciones federales (donde habían gobiernos conservadores). Según el profesor, las intervenciones no eran anti-
constitucional y estaban planificadas para mejorar el sistema conservador y fraudulento.
 Defensa – represión en las huelgas. Reprimió las huelgas, como en la “Semana Trágica” (enero de 1919) y en los
sucesos de la “Patagonia rebelde”, a la vez que hizo concesiones en materia laboral, a través de la negociación con los
gremios más importantes.

1° gobierno de Yrigoyen (1916 – 1922):

Se mantienen las relaciones internacionales con Inglaterra y luego se dan relaciones con Alemania. Se exportan materias
primas y se importan productos manufacturados, a través del modelo económico instaurado desde la generación del 80.
Asimismo, desde principios del siglo XX se dan relaciones comerciales con EE.UU y relaciones de tipo cultural con Francia.
Hay pocas relaciones con los países vecinos.

La 1° G.M: al desatarse la guerra en Europa, el presidente Figueroa Alcorta mantuvo la neutralidad, la cual fue declarada
unas 8 veces. Cuando asume Yrigoyen, él se informa con Wilson, el presidente de EE.UU para iniciar un sistema de
comunicación americana, bajo la DOCTRINA MONROE (encuentro panamericano de protección contra la guerra).

En 1917, EE.UU rompe las relaciones diplomáticas con los Imperios Centrales. Pero ante esto, Yrigoyen se pronunció de la
siguiente manera “el estado natural de los pueblos es la paz”, por lo cual no declaró la guerra. No obstante, el
posicionamiento ante la guerra fue ACTIVO.
En mayo de 1917 Alemania afirma que declara la guerra irrestricta, lo que implica el hundimiento de todo buque carguero
enemigo. Esta es la causa por la cual EE.UU declara la guerra a los Imperios. En junio del mismo año (1917) Alemania hunde
el buque argentino “el monte protegido”, que llevaba cereales a Holanda y en agosto hunden el buque “El Toro”.

En ese contexto, Argentina solicita a Alemania que se deje pasar a los buques por aguas europeas, a cambio Argentina le
vendería alimentos a Alemania. Desde ese día, no se hundieron más buques argentinos durante la guerra.

En febrero de 1918 una escuadra norteamericana pretende ingresar en el Río de la Plata, porque en teoría en Paraná se
escondían unos generales alemanes. Yrigoyen niega el permiso y los norteamericanos se retiran.

La crisis económica de la 1° G.M: Surge en parte porque se continuaba exportando materias primas a los países europeos,
pero al estar ellos en guerra, no se concretaban los pagos de las exportaciones, por lo cual se produce un
desabastecimiento. ¿Qué medidas toma el gobierno? Se sancionan leyes en defensa de los trabajadores, se mantiene
cerrada la caja de conversión y se desarrollan pactos bilaterales con nuevos mercados, como México y Rusia.

Argentina en la Sociedad de Naciones: quien representaría a la Argentina en la Sociedad de Naciones era Alvear.
Pueyrredón dio la orden de sostener que si no se incluye a los países vencidos en la sociedad, Argentina no ingresaría. Pero
Alvar desobedece esa orden.

Los conflictos sociales durante el radicalismo

Antecedentes: leyes sociales represivas, 1° G.M y la crisis económica consiguiente, composición de la UCR, división de la
FORA entre los comunistas y los anarquistas, pensamiento de Yrigoyen. Se puede hablar de cuatro etapas respecto a los
conflictos sociales:

 1916 – 1919: la actitud del gobierno es pasiva.


 1919 – 1922: desde la Semana Trágica, cuando aparece la influencia de la policía, al mando del jefe de policía Elpidio
González, la actitud del gobierno frente a las huelgas será otra.
 1922 – 1928: Alvear mantiene la misma política que Yrigoyen pero los conflictos sociales disminuyen en cantidad y la
intensidad de los conflictos.
 1928 – 1930.

Año Días Huelguistas Destacados

1916 80 24.000 -

1917 138 136.000 Marítimos, ferroviarios y municipal

1918 196 Sin datos -

1919 365 209.000 Metalúrgicos y marítimos


1920 206 134.000 -

1921 86 140.000 Marítimos

1922 116 50.000 -

La Semana Trágica: se dio en enero de 1919, el problema se originó en el sector metalúrgico, en el taller Vassena. La causa
fue los reclamos salariales desde 1917. Pero en esta huelga, los obreros estaban solos, dado que no había sindicatos que
los defendieran. En este conflicto interviene. La policía, el ejército, los huelguistas y los rompe-huelgas, enviados por la
empresa.

Aparece un actor más en este conflicto: la “Liga Patriótica”, una especie de policía para-militar de tendencia nacionalista y
conservadora. Su fundador fue Carles. Esta liga luego participa del Golpe de 1930. La Liga se mete en el medio de los
problemas ante la amenaza del “comunismo ruso”. En la búsqueda de agentes rusos, la Liga asiste al barrio judío y asesina
a varios individuos, acusados de ser comunistas.

La consecuencia del conflicto: hay una fuerte represión pero con concesiones por parte del Estado:

 Reincorporación de los huelguistas. Son exigidos por el Estado


 Aumento de los salarios (el doble del salario de 1916 ¿?) a la empresa.
 Jornada laboral de 7 horas.

Los sucesos en la Patagonia:

Los sucesos se dan al sur de la actual provincia de Santa Cruz, que en ese entonces era territorio nacional. La huelga, que
duró aproximadamente dos meses, se efectuó en reclamo por los malos salarios y las pésimas condiciones de vida de los
trabajadores, quienes eran en mayor medida chilenos y habitantes argentinos anarquistas.

En un primer momento, se envía al ejército nacional a reprimir, comandado por Varela. Varela ordenó que los estancieros
que cumplan con los reclamos hechos por los trabajadores. Pero al ver que las protestas no cesaban, Varela recurrió a la
represión.

La Reforma Universitaria de 1918: fue un movimiento que surgió en la Universidad Nacional de Córdoba. Dentro de las
universidades argentinas, en aquel entonces existían:

 Universidad de Córdoba, la más antigua del país, fundada en el siglo XVII, de impronta escolástica y dirigida por la
orden jesuítica.
 Universidad de Buenos Aires (1821), de corte liberal.
 Universidad de La Plata (1905) de corte liberal también.
En la Universidad de Córdoba, el problema surge a raíz de que fueron suspendidas, en la facultad de Medicina, las prácticas
profesionales. Al reclamo de los estudiantes de medicina, se sumaron los estudiantes de la facultad de Humanidades. Los
problemas identificados eran:

 La necesidad de modernizar los planes de estudio.


 La necesidad de actualizar la bibliografía.
 La falta de participación estudiantil en la toma de decisiones.

Ante los problemas, Yrigoyen envía a Nicolás Matienzo (quien era procurador general de la Nación durante la presidencia
de Yrigoyen, según wikipeda) a intervenir la Universidad. Este fue el primer paso para dar lugar a la reforma. El interventor
llamó a elecciones para los cargos de decanos y de rector. Hubo una serie de irregularidades en la votación, y salió electo
para rector Antonio Nores, quien era “refractario y clerical”, hecho por el cual, los estudiantes tomaron la universidad. Bajo
este contexto, Yrigoyen envió como interventor al ministro de Justicia y Educación Salinas.Nores renunció y se llevaron a
cabo nuevamente las elecciones. Dentro de las reformas desarrolladas en el 1918, se puede destacar:

 El establecimiento del cogobierno, es decir, gobierno de docentes, estudiantes y graduados.


 El establecimiento de la Autonomía Universitaria.
 El cambio de los planes de estudio

Carlos A. Egües. EL PENSAMIENTO POLÍTICO (1914-1943). Academia Nacional de la Historia. Nueva Historia de la
Nación Argentina. Tomo VII, Bs As, Planeta, 2001, pp. 402-428. OBLIGATORIO

DE LAS IDEAS A LAS IDEOLOGÍAS

La república de la minoría, la república oligárquica, concluía en 1912 con la Ley Sáenz Peña y la instauración del
sufragio universal, secreto y obligatorio. Se iniciaba el ciclo de la república democrática.

Dos ejes 1914 a 1943:

1. el profundo impacto que los acontecimientos externos producirían en nuestro país y la notoria
transformación de las ideas en ideologías. La Primera Guerra Mundial, la revolución rusa, la Guerra Civil
española y la segunda conflagración mundial .
2. El ascenso del comunismo, del nacionalsocialismo y del fascismo ,puso en cuestión la organización política,
económica y social consagrada hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX en buena parte de Occidente.
Nuestro país, incremento manifiesto de la tensión ideológica que acompañó al proceso histórico nacional en
el período en consideración. El pensamiento político que había sostenido la organización constitucional y
configurada a la Argentina tributaria de la generación del Ochenta, entró en conflicto con nuevas ideas,
trocadas ahora en ideologías al servicio de la lucha por la conquista del poder. Sobre el telón de fondo de
aquellos conflictos internacionales y sometidos a las influencias que llegaban desde el escenario europeo, los
argentinos librarán sus propios combates políticos: Las izquierdas, el republicanismo democrático, los
nacionalistas
LAS IZQUIERDAS

Las ideas de Marx, en la Argentina, tuvieron su primera expresión orgánica con la fundación, hacia 1896, del Partido
Socialista. La fecha es significativa, pues en ese mismo año comenzaba en Alemania la crítica reformista de
EduardBernstein, quien pondría en entredicho algunas de las tesis centrales del marxismo... Sostenía que:

 lejos de generalizarse la pauperización creciente de la sociedad que precedería al derrumbamiento


capitalista, como Marx había afirmado,
 podía comprobarse un marcado fortalecimiento de las clases medias y un incremento de los propietarios a
través de las sociedades por acciones.
 curso inevitable de la historia hacia la pronta instauración del comunismo, no era tal.
 Bernstein advertía sobre la incapacidad proletaria para asumir, repentinamente, las riendas del poder en
una sociedad cada vez más compleja en su organización económica, de abandonar la táctica de la
revolución violenta y sustituirla por la lucha política.
 Proclamaba al socialismo como heredero del liberalismo y sostenía, al mismo tiempo, que la democracia y el
sufragio universal eran las vías adecuadas para concretar el ideal igualitario.
El Partido Socialista argentino, nacido en este clima intelectual de fin de siglo, lleva desde su origen la marca del
reformismo, que perdurará a lo largo de toda su existencia. A través de la influencia fundacional de Juan B. Justo, se
constituyó en una fuerza que, sin renegar del legado intelectual de Marx y Engels, se encolumnó decididamente en
la línea del socialismo democrático.

El IDEARIO SOCIALISTA

la característica del socialismo reformista , antidogmatismo y la tendencia a no dejarse encerrar en los estrechos
límites de la ortodoxia, caracterizaron a esta fuerza política nacional a lo largo de su historia.

el Partido Socialista argentino mantuvo lo que fue una convicción de su fundador:antes que la ortodoxia doctrinaria,
cuentan los resultados prácticos, la cantera ideológica originaria debida a los trabajos de Marx y Engels, debía ser
revisada y actualizada constantemente, a la luz de las nuevas circunstancias históricas y de las particularidades
locales.

El punto de partida fue la preeminencia de la acción política orientada a consolidar un partido obrero que
encabezara las acciones tendientes, en el marco del Estado democrático, al reconocimiento y ampliación de los
derechos políticos y sociales de los trabajadores. Este programa de base no suponía el explícito abandono del ideal
marxista de alcanzar una sociedad sin clases, pero implicaba su postergación como objetivo de pronta concreción y
la asunción de la táctica de las reformas parciales, alcanzadas por vías pacíficas. En la práctica, el socialismo
reformista abandonó la pretensión de sustituir de raíz el régimen capitalista y su sostén, la propiedad privada de
los medios de producción, conformándose con la generalización creciente de los beneficios capitalistas para el
mayor número, en el marco de una legislación protectora de los trabajadores. Se convirtió, en definitiva, en un
radicalismo democrático fuertemente igualitario en lo político, vale decir, en la expresión local de la
socialdemocracia. Desde sus primeros programas partidarios surge clara esta orientación: derecho de iniciativa y
referéndum; mandato revocable; supresión del Senado; Ejecutivo colegiado; representación de las minorías; juicio
por jurados. El Socialismo conduce, pues, al pueblo obrero a la conquista del poder político como condición
esencial de su emancipación económica, a apoderarse de la fuerza del Estado para moderar la explotación
capitalista hasta aboliría por completo.

Dos cuestiones centrales se derivan de esta heterodoxa:

 idea del Estado: la importancia capital que el Partido Socialista otorgó a la educación popular como
condición del desarrollo de la conciencia política del proletariado y la relevancia del sufragio universal como
instrumento de acceso al poder de los trabajadores. La educación del proletariado, precondición
insoslayable para un ejercicio racional y con conciencia de clase, de sus derechos políticos,
 el socialismo reformista debía constituirse en un defensor del librecambio, la competencia, la moneda sana
y los presupuestos equilibrados. Se trataba pues, de utilizar los mismos elementos del capitalismo, como vía
de progreso hacia el socialismo.

LA IZQUIERDA ENTRE 1914Y1943 Socialistas, anarquistas y sindicalistas

acia 191, la condición de los sectores obreros en el país era preocupante. La crisis golpeaba con dureza y
comenzaron a extenderse huelgas en diversas actividades, que otorgaban un protagonismo creciente a las
organizaciones sindicales en la vida política nacional. Partido Socialistatenía varios frentes de disputa y conflicto
en el seno del marxismo local.

El anarquismo en nuestro país, ya en 1914, había superado la etapa inicial signada por la acción violenta individual lo
cierto es que las fuerzas significativas se nucleaban en torno al ideal anarcocomunista. Expresaban sus ideas en una
multitud de publicaciones periódicas libertarias que circulaban en el país, La Protesta -fundada en 1897.Si bien el
anarquismo era una variante del socialismo, en tanto ambos adherían al objetivo común de la colectivización de
los medios de producción , sus discrepancias políticas y tácticas eran sustanciales. Las diferencias centrales:

 en el terreno estratégico,
o los anarquistas rechazaban todo compromiso con la democracia burguesa y sus prácticas,
o marxistas propiciaban la participación en el sistema institucional con el fin de ahondar las
contradicciones del capitalismo
 en el político, disputaban respecto de los modos de organización que se establecerían una vez alcanzada la
socialización de la propiedad.
o El marxismo defendía la dirección y planificación centralizada desde el Estado, al menos en la etapa
de la dictadura del proletariado
o los anarquistas rechazaban cualquier forma de estructura política que excediera los tenues vínculos
de una federación de comunidades locales autogobernadas.
En la Argentina:
 los anarquistas otorgaban una preferencia prácticamente excluyente a la denominada acción directa y en
especial a la huelga general, como instrumento de lucha al servicio de la liberación económica de la clase
trabajadora, rechazando por inútil y burguesa la acción parlamentaria. El objetivo de la lucha sindical
debía ser derribar a la burguesía.
 El Partido Socialista,mantenía la preeminencia de la acción política y parlamentaria para alcanzar reformas
progresivas que mejoraran la condición de los sectores obreros; sostenía una táctica de alianzas con otras
fuerzas partidarias progresistas y descalificaba la huelga general como práctica permanente.
El tercer grupo en discordia, los sindicalistas, conformado por aquellos sectores que reivindicaban el carácter
revolucionario de las organizaciones obreras en la lucha contra el capitalismo, reconocían la trascendencia de la
acción política y parlamentaria orientada a idéntico fin y la conveniencia de alcanzar, reformas paulatinas en
beneficio de la clase trabajadora. Abjuraba de toda filiación partidaria en nombre de la autonomía de los
sindicatos.
La primera década del siglo se caracterizó por el predominio de los anarquistas:
 el gran número de obreros extranjeros, que ya habían recibido la influencia anarquista en sus países de
origen;
 el escaso desarrollo de la industria nacional
 preponderancia de los sectores artesanales donde los anarquistas lograban mayoritaria inserción
 las limitadísimas posibilidades de participación en la vida política.
en la segunda década, avance de los sindicalistas,
 desarrollo de los sectores industriales -que marcó el crecimiento de los gremios del sector, en desmedro de
las pequeñas agrupaciones de artesanos
 instauración del sufragio universal que abrió cauces políticos antes inexistentes.
 También contribuyó a la disminución de la importancia del anarquismo, su posición intransigente en el
terreno de la negociación política, en la que se veían superados por la flexibilidad que en esta materia
mostraban sindicalistas y socialistas.
Hacia 1920, el sindicalismo, como expresión de la izquierda gremial, no partidaria, aparecía como la fuerza más
importante de un movimiento obrero en expansión.

El Partida Comunista y las sucesivas fracturas de la izquierda Siempre existió en el partido fundado por Juan B. Justo,
pero a partir de 1910 esta oposición interna empieza a cobrar mayor importancia.

 A través de dos periódicos Palabra Socialista (1912) y Adelante (1916)- y del Comité de Propaganda Gremial,
se expresaban los disidentes que concentraban sus dardos en el reformismo político y la prescindencia
sindical como pilares doctrinarios del partido.
 Reivindicaban
o la ortodoxia marxista
o la acción revolucionaria
o el compromiso activo con las masas obreras.
Dos hechos apuraron la crisis en ciernes: la guerra mundial y la revolución rusa. En el salón Verdi de la Boca, el
motivo de conflicto fue la posición a asumir ante la guerra. :
 La dirección del partido y su grupo parlamentario: sostenían una clara tendencia aliadófila,
 En tanto que el ala izquierda mantenía a rajatablas la neutralidad frente a la guerra capitalista, invocando el
internacionalismo y el interés de clase

Triunfaron los opositores neutralistas, pero la conducción partidaria y el bloque parlamentario, desconociendo la
resolución del Congreso, sostuvieron la ruptura de relaciones con Alemania. La fractura entre los dos sectores se
había consumado.

El triunfo bolchevique en Rusia, no hizo más que acelerar el cisma, trasladando a nuestro país el mismo
enfrentamiento que explotaba en el seno de la Segunda Internacional. La caída del capitalismo ganaban a los
militantes, quienes reclamaban el retorno a la ortodoxia marxista. El 5 y 6 de enero de 1918, se crea el Partido
Socialista Internacional, que en 1920 cambia su nombre por el de Partido Comunista, incorporándose como sección
argentina de la Tercera Internacional fundada por Lenin. Este primer gran desgarramiento del Partido Socialista
fue encabezado por militantes obreros, José Fernando Penelón, Victorio, fueron algunos. Sus bases ideológicas
expresaban el maximalismo marxista:

 reclamando el internacionalismo a ultranza, que implicaba el rechazo a toda expresión de nacionalismo


patriótico;
 el desarme militar y la supresión del ejército
 la expropiación de la tierra los ferrocarriles y la flota naviera
 la solidaridad con el gobierno de los soviets en Rusia

En 1920, el senador Enrique del Valle Iberlucea lidera un nuevo sector disidente, que reclama el abandono de la
Segunda Internacional y la incorporación a la Tercera. Fueron expulsados del partido en 1921, la mayoría se
incorporó al Partido Comunista.

La derecha partidaria, Los diputados Federico Pinedo y Antonio De Tomaso se mostraban proclives, en el
enfrentamiento con el radicalismo, a un entendimiento con los partidos conservadores, al tiempo que
profundizaban su adhesión a las ideas liberales. La disputa por el poder interno partidario, concluyó en una nueva
escisión con la constitución, en 1927, del Partido Socialista Independiente.

El Partido Comunista, en 1920 cobra forma una línea ultraizquierdista, liderada por Tomás Velles que logra
imponer sus ideas en sucesivos congresos partidarios. Se los conoció como chispistas. Convencidos de la inminencia
de la caída mundial del capitalismo sostenían:

 la necesidad de abandonar el programa partidario y adoptar como estrategia la oposición sistemática a


toda labor constructiva y la crítica despiadada del régimen imperante.
 Expulsados en 1925, formaron el Partido Comunista Obrero, de muy corta vida.
Poco después, en 1927, una nueva ruptura involucra a su figura más importante en los primeros años, el concejal
capitalino José E Penelón. Fue, en realidad, una lucha interna por el poder que concluyó con la victoria de
Codovilla y Ghioldi, la expulsión de Penelón y sus seguidores y la creación por éstos del Partido Comunista de la
Región Argentina, luego Partido Comunista de la República Argentina.

El Partido Comunistase alineó sin cortapisas en la ortodoxia stalinista, convirtiéndose en la caja de resonancia local
del comunismo soviético.

Su feroz divisionismo se había trasladado del ámbito político al sindical, donde pugnaban cuatro centrales obreras
por captar el favor de los trabajadores.

El Partido Socialista se mantuvo en una posición ambigua. Partido Socialista Independiente apoyó al movimiento
que llevó al poder a Uriburu y se sumó al posterior gobierno de Agustín P. Justo, abandonando definitivamente el
campo de la izquierda.
En el otro extremo, el Partido Comunista, no lograba superar el nivel de la respuesta verbal, declamatoria y alejada
del acontecer nacional.
La Guerra Civil española y el ascenso del nazismo y del fascismo en Europa, nuevas oportunidades de protagonismo.
El Partido Comunistasupo sacar ventaja de estos dos conflictos internacionales, a través de la táctica frentista,
orientada a consumar alianzas con los sectores progresistas.

El final de la década sorprendió al Partido Comunista intentando

 justificar el tratado soviéticoalemán.


 El elitismo de las izquierdas
 su propensión a las divisiones ideológicas
 su incorregible inclinación a priorizar las definiciones internacionales sobre los problemas nacionales, las
alejaba de las masas y del país real.

EL REPUBLICANISMO DEMOCRÁTICO

El 9 de agosto de 1914 moría Roque Sáenz Peña, el presidente que llevó adelante, el tránsito entre la república
oligárquica y la democrática. Desde febrero de 1912, aquella norma que había instaurado el sufragio universal,
secreto y obligatorio. Incorporando una masa de electores antes ausente y posibilitando el acceso al poder de
sectores y personajes hasta ese momento marginados.

Con la república democrática se inicia el período de preponderancia de las fuerzas políticas que habían luchado
por su concreción. El primer lugar en esa lucha le correspondía a la Unión Cívica Radical, , compartiendo la escena
con el Partido Socialista y sus desmembraciones, el Partido Demócrata Progresista y los restos de la antigua
oligarquía que pugnaba por reconstruir su presencia en el nuevo escenario democrático.
LA UNIÓN CÍVICA RADICAL

Nacido de la heterogénea Unión Cívica de la Juventud, moldeado en su espíritu de lucha al calor de la revolución de
1890, el viejo partido de Leandro Alem llega al poder en 1916 de la mano de Hipólito Yrigoyen, su caudillo más
notable.

El eje central de su ideario:

 postulación del respeto a la Constitución de 1853-1860 y a la voluntad popular expresada en las urnas. La
historiografía de izquierdas ha criticado, invariablemente, la contradicción que a su juicio encerraba este
ideario básico que pretendía conciliar la democracia de masas con el formalismo liberal individualista.
 Definición republicana tal cormo el radicalismo la entendía: soberanía popular enmarcada o encauzada por
la Constitución formal, el respeto a los derechos individuales, la división de poderes, la periodicidad de las
funciones.
 Hasta 1912, la lucha por la pureza electoral y el sufragio universal ocupan el centro de las preocupaciones
radicales.
 Pero una vez en el poder, el radicalismo requería precisiones ideológicas que, en el marco del respeto
constitucional, llenaran de contenido la acción de gobierno. Es a partir de ese momento que las ideas
radicales,adquieren virtualidad y comienzan a manifestarse las líneas centrales de una doctrina que
adquiere mayores precisiones.
 Preside todas las preocupaciones radicales el regeneracionismo moral que, desde las prácticas electorales,
se expande al ejercicio del poder, a la administración pública y, en general, a toda la vida social y política.
 el institucionalismo sostenido en la democracia representativa,
 el solidarismo en materia social, la preeminencia de la política sobre la economía, el policlasismo.
 Como expresión del republicanismo democrático, el radicalismo será firme sostenedor del principio de
soberanía popular expresado a través de la democracia representativa. Es ésta la base legitimante, porque
han sido elegidos a través del sufragio universal, los gobernantes ejercen una potestad legítima y expresan
la voluntad nacional
 La Nación no es ya una suma de individuos que pugnan por concretar sus ambiciones, sino una realidad viva,
con aspiraciones comunes, llamada a concretar el bienestar de todos.
 El solidarismo constituirá el recurso ético-político al que echará mano el radicalismo, para enfrentar las
crecientes convulsiones sociales que agitan al país entre 1916 y 1930. En nombre de la solidaridad que debe
primar entre todos los componentes de la Nación, justificará la acción estatal orientada a corregir y evitar
las distorsiones que el libre juego del mercado genera. El impulso redistributivo y la revalorización del
papel del Estado en la economía, marcarán una línea constante de esta fuerza política
 En el campo internacional sostuvo firmemente, junto al postulado americanista, la defensa del neutralismo
durante la Gran Guerra, el mantenimiento de una política internacional independiente
La UCR mantuvo una característica que, hasta el advenimiento del peronismo, la destacó: su presencia, a través de
una estructura unificada, en todo el territorio del país.

VARIANTES Y MATICES HASTA 1943

 La presidencia de Alvear fue el escenario de los enfrentamientos entre yrigoyenistas y antipersonalistas, que
adquieren franca repercusión institucional a partir de 1924.
 El conflicto se centraba más en diferencias de estilo y enconos personales, que en cuestiones ideológicas.
 En general, se adscriben al anti personalismo alvearista las figuras del radicalismo menos proclives al
populismo y más apegadas al liberalismo tradicional. La franca diferencia se situó, pues, en el terreno de la
acción política, con la concreción del entendimiento de los antipersonalistas con los conservadores,
vencidos en la elección de 1928 por el ex presidente Yrigoyen.
 La conducción del partido quedará en manos de Alvear y sus seguidores, al tiempo que entre los sectores
juveniles crece el reclamo por el retorno a la intransigencia originaria y la profundización de los postulados
doctrinarios.
 Uno de los grupos más significativos de la década del treinta, por su aporte intelectual, se gestará hacia 1935
desde el radicalismo, en este clima de renovación. La Fuerza de Orientación de la Joven Argentina (FORJA)
aunará la tradición democrática del viejo partido, con los impulsos nacionalistas que tiñen la época,
alumbrando una variante de nacionalismo popular, de tono industrialista, que anuncia el espíritu de la
década siguiente.
 Al mismo tiempo otro núcleo interno comenzaba a formarse en el mismo clima de crítica a la dirigencia
partidaria, inclinando las ideas tradicionales hacia posiciones más cercanas a la izquierda. Hombres como
Arturo Frondizi, participarían del movimiento de ideas que cristalizaría en 1945 con la creación del
Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR). Elacento se desplazaría ahora hacia lo social y
económico, postulándose:
o la nacionalización de los servicios públicos,
o la economía planificada,
o la reforma agraria
o la cooperación económica regional e internacional

EL PARTIDO DEMÓCRATA PROGRESISTA

 Lisandro De la Torre, máximo dirigente de esta organización partidaria, inició su carrera en la Unión Cívica
Radical, de la que se alejó en 1897 por profundas diferencias con Hipólito Yrigoyen. Funda en 1908 la Liga
del Sur, formación política santafesina que constituirá el antecedente inmediato del Partido Demócrata
Progresista, creado en diciembre de 1914.
 Las ideas políticas de Lisandro de la Torre y, en general, de la democracia progresista, transitan los carriles
clásicos del pensamiento demoliberal, aunque con diferencias
o El primero es su marcado y consistente laicismo que los tuvo como principales protagonistas en la
lucha por la separación total entre Iglesia y Estado.
o Se destacaron también en la defensa del interés nacional frente al capital extranjero
o su clara inserción provincial obtuvieron el gobierno de Santa Fe en 1931,constante línea política
partidaria de tono federal, defensora de las autonomías provinciales, del municipalismo y de los
pequeños intereses agrícolas.

El LIBERALISMO CONSERVADOR

 Algunas de las formaciones provinciales que respondían a la difusa denominación de conservadores o


liberales, se sumaron inicialmente a la conformación del Partido Demócrata Progresista. Conformaban la
Junta Promotora, bajo la presidencia de Lisandro de la Torre, Joaquín V. González, Indalecio Gómez,
Norberto Quirno Costa, José E Uriburu, José M. Rosa, Julio Roca (h) y Carlos Rodríguez Larreta.
 Sin embargo, los conflictos internos,el fracaso electoral y el consecuente triunfo del radicalismo, sumados
a un programa impuesto por el líder santafesino, frustraron este primer intento de conformar una fuerza
nacional que unificara el viejo tronco conservador.
 Recién en 1931, en que se organiza el Partido Demócrata Nacional, logran superar aquella condición de
fuerzas provinciales carentes de unidad y de una estrategia política nacional. Período en el que alcanzan su
mayor presencia política .En el terreno de las ideas políticas no se registran cambios ideológicos relevantes
entre 1916 y 1931.
 Fraccionados en una multitud de agrupaciones políticas provinciales, mantienen como legado común de
fines del siglo XIX, un difuso liberalismo político y económico, conjugado con una marcada resistencia a
aceptar los cambios que traía aparejada la instauración de la institucionalidad democrática. Liberales,
antes que demócratas, republicanos de viejo estilo, pragmáticos a la hora de la disputa por el poder, reciben
la denominación común de conservador es más por la actitud de rechazo a las consecuencias de la
irrupción de la democracia masiva y plebeya, que por pertenencia ideológica al conservadorismo tal como
se lo conocía, por ejemplo, en Europa.
 Con la conformación del Partido Demócrata Nacional se anuncian, a nivel programático, algunos cambios
ideológicos. Así, se proclama
o la adhesión al sistema democrático,
o la elección directa de senadores,
o la defensa de la producción nacional ante la competencia desleal extranjera,
o el proteccionismo agrario e industrial y la instauración del salario mínimo.
o Se pone el acento, de este modo, en la preocupación democrática y social, en tanto se incorporan
notas del nacionalismo en boga.

LOS NACIONALISTAS

 Desde la derecha del espectro político, el nacionalismo,superó incluso a las izquierdas en su propensión al
divisionismo.
 Luego de una primera etapa, signada por el pensamiento de los reconocidos precursores Manuel Calvez y
Ricardo Rojas
 se inicia el período fundacional en el que, hacía fines de la década del veinte, ciertos grupos con cohesión
ideológica suficiente irrumpen en la escena política reclamando su condición de nacionalistas.
 El movimiento militar del 6 de septiembre de 1930 les ofrece la ocasión de participar activamente del
poder. Consolidación de su presencia activa en las disputas políticas del momento

LOS PRECURSORES

 Ricardo Rojas y Manuel Calvez son señalados, habitualmente, como antecesores relevantes de las diversas
vertientes del nacionalismo que cobran forma en la década del veinte.
 Si bien pueden formularse reparos de diversa índole a tal calificación, lo cierto es que introdujeron a partir
de 1910, en el terreno literario especialmente, ciertas ideas y preocupaciones que contribuirían a
conformar el clima intelectual en el que aquél florecería.
 Provincianos ambos, representaban de manera eminente la reacción del ambiente tradicional del que
provenían, ante la capital cosmopolita, invadida por dialectos, costumbres y atavíos que señalaban la
pujante presencia de la inmigración.
 Cada uno a su manera y con sus particularidades, estos dos hombres del interior expresarán la
preocupación ante la decadencia del espíritu nacional, el idioma y las tradiciones frente al embate de las
masas, los capitales y las ideas foráneas.
 Rojas abrirá el camino con La restauración nacionalista (1909), en donde el término nacionalista no
alcanzaba aún las significaciones ideológicas que luego adquiriría, limitándose a la apelación al
sentimiento patriótico como base de la educación común.
 La solución que proponía transitaba un camino conocido: la educación, signada por el conocimiento de la
historia y la cultura nacional, como instrumento de unidad y recuperación de los lazos solidarios entre los
argentinos
 . Mayor contundencia tendría el aporte de Calvez. Su contribución adquiriría relevancia al agregar al
reclamo de recuperación de las tradiciones nacionales, marcadas notas de catolicismo e hispanismo que
caracterizarían a buena parte del nacionalismo posterior.
 . Legó, sin embargo, al nacionalismo en formación, su especial combinación de tradicionalismo, catolicismo
e hispanismo, junto a una sostenida crítica a la política y la cultura liberal, que se resumía en una fórmula
central: "gobernar es argentinizar".
 Leopoldo Lugones, aunque destacando diferencias fundamentales. En primer lugar, Lugones fue hombre de
militancia y compromiso político, si bien no partidario. En segundo lugar, su ideario nacionalista transitó
carriles muy diferentes de los de Rojas y Calvez, alejado del hispanismo y catolicismo de éstos. Sostiene
que tras la guerra mundial, la revolución rusa y el imperio de la democracia sustentada en el sufragio
universal y obligatorio, el mundo occidental se encontraba en proceso de franca decadencia manifestada
en desorden e indisciplina social. Esta desilusión originaria fue adquiriendo, rápidamente, el carácter de
convicción antidemocrática y antiparlamentaria, Lugones expresó su pensamiento signado por esta
convicción de base: sólo la fuerza, encarnada en la jefatura militar, puede asegurar la cohesión nacional
en un mundo en que la democracia y el pacifismo han demostrado su esencial debilidad.Reconstruir la
nacionalidad sobre las bases del orden jerárquico, requería repudiar lautopía socialista y la no menos
utópica pretensión de dejar en manos de la mayoríala elección de los gobernantes y la decisión de las
acciones políticas fundamentales del Estado.

El NACIONALISMO ARGENTINO EN LA DÉCADA DEL TREINTA


 La prédica cultural de Rojas y Calvez, como la de muchos otros intelectuales jóvenes de su época,
contribuyó a exaltar el espíritu patriótico frente a lo que se percibía como amenaza externa.
 Lugones aportó el tono heroico, el sentimiento de cruzada viril y el desprecio aristocratizante hacia la
democracia de masas.
 Los movimientos europeos como el fascismo italiano, influían en la misma dirección.
 Nacionalismo católico Esta vertiente del nacionalismo nace en torno de dos publicaciones periódicas
señeras: La Nueva República y Criterio. Ciertos temas eran comunes a ambas publicaciones:
o la defensa y revalorización de la tradición hispánica, l
o a divulgación de un catolicismo militante exaltado a la condición de compromiso político
o la asunción del nacionalismo como alternativa ante el socialismo y el liberalismo, condenados por su
común laicismo y su dependencia de modelos extranjeros.
 No tardaron en sumarse al ataque que, desde diversos sectores, se dirigía contra el gobierno de Hipólito
Yrigoyen, contribuyendo a la conformación del clima preparatorio de la revolución del 6 de septiembre de
1930.
 A las descalificaciones comunes a todos los antiyrigoyenistas -desde socialistas a conservadores-, que
giraban en torno de la mala administración, el desorden, el clientelismo partidario, etc., agregaban un
cuestionamiento ideológico de fondo al sistema democrático.
 La Nueva República reclamaban el cambio del sistema electoral, postulando una difusa y nunca bien
definida representación orgánica, de tipo corporativo
 Precisamente fue la posibilidad de ver concretadas estas reformas y el deseado apartamiento definitivo
de los políticos profesionales y los partidos de la vida pública, lo que provocó la inicial adhesión de este
sector a la figura del general Uriburu y al movimiento militar que estallaría en septiembre de 1930.
 El abandono por parte del gobierno militar de las intenciones iniciales de reforma del sistema electoral y
de la Constitución, el entendimiento con los viejos políticos conservadores y el retorno final a las
elecciones, marcaron los hitos de la desilusión de estos grupos que creyeron ver en la férrea conducción
de un general, el medio para concretar sus ideas de orden, autoridad y jerarquía
 Dirigirán su atención, en adelante, a la necesidad de concretar la soberanía nacional, inexistente como
consecuencia de la histórica dependencia económica del país respecto del capital inglés.
 Filo fascismo El catolicismo de base que caracterizaba a los grupos hasta aquí considerados los alejaba, en
general, del racismo nacionalsocialista y del paganismo fascista
 No ocurría lo mismo con otras agrupaciones, más permeables a la influencia italiana, cuando no
decididamente admiradoras de las ideas del Duce y las prácticas políticas de sus seguidores. El primer
ejemplo claro en este sentido lo constituyó la Legión Cívica, nacida en 1931 corno "milicia ciudadana",
propiciada y sostenida por elementos cercanos al propio Uriburu.
 No faltaron las agrupaciones que adoptaron el fascismo explícitamente, tales como el Partido Fascista
Argentino, las ideas eran recurrentes:
o descalificación virulenta de la política de partidos; exaltación del Estado corporativo;
o rechazo de toda tradición institucional
o culto del liderazgo autoritario; antisemitismo
o enfrentamiento sin cuartel con las izquierdas.
 En la misma línea se inscribe la Alianza de la Juventud Nacionalista, fundada en 1937.
 Nacionalismo popular: Sobre el telón de fondo de la defensa de la nacionalidad, se recorta esta línea del
nacionalismo argentino caracterizada por su rechazo al elitismo y aristocratismo de las variantes
anteriores, y su aceptación del sistema democrático como cauce para concretar los cambios que proponía.
Su expresión más relevante, hasta el ascenso del peronismo al poder, se constituyó en torno de la ya
referida Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina, FORJA.
 En especial, los separaba la diferente concepción que unos y otros sostenían en torno de la idea de nación:
los hombres de FORJA criticaban la falta de contenido popular del nacionalismo precedente, su desprecio
por las masas y el consecuente autoritarismo que subyacía en sus ideas, y reclamaban para la nación
plebeya el cometido de refundar el Estado soberano sobre bases democráticas. La revolución nacional era
para ellos, al mismo tiempo, revolución popular.

U2. Ana Virginia Persello: Los gobiernos radicales: debate institucional y práctica política. EN: Ricardo Falcón:
Nueva Historia Argentina T. VI: Democracia, conflicto social y renovación de ideas (1916 – 1930) OBLIGATORIO

SI BIEN EL PROGRAMA LO DIVIDE POR PRESIDENCIAS, Y COMIENZA CON YRIGOYEN, ESTE TEXTO ABARCA LA BASE
DE TODOS LOS GOBIERNOS RADICALES COMPARADOS, POR LO QUE ES ESTRUCTURAL A LAS TRES PRESIDENCIAS

El 6 de septiembre de 1930 se cerró un ciclo de la historia argentina. El golpe de Estado que desalojó a Hipólito
Yrigoyen del gobierno marcó la primera quiebra de la regla de sucesión del poder establecida en la Constitución de
1853. Abortaba, de este modo, la intención de articular la experiencia liberal afianzada por los hombres del 80,
caracterizada por la inserción de la Argentina en el mercado mundial como país agroexportador, la unificación del
mercado interno, la nacionalización del Estado y la extensión de los derechos civiles a la democratización de la vida
política.

El acceso del radicalismo al poder en 1916 fue posible en la medida en la que esa ampliación de la participación
política se tradujo en ley, con la ley electoral 8871 que incorporó la obligatoriedad y el secreto del voto. Su
propósito era evitar el fraude y desplazar a los círculos enquistados en el poder, reemplazándolos por el juego
armónico de partidos.
Su primera aplicación en Santa Fé, Cba y En Ríos, le dieron la victoria al radicalismo, y en el ámbito nacional, entre
1916 y 1930 se sucedieron tres gobiernos radicales: el de Yrigoyen y Pelagio Luna (1916-1922); Alvear (1922-28) e
Yrigoyen y Martínez (1928-30).

Se inició así una nueva experiencia en la que se combinaron prácticas nuevas con viejos modos de hacer política,
resistentes al cambio propuesto por la ley. Nuevos sectores se incorporaron a la práctica del sufragio, lo cual
modificó la estructura de los partidos que debieron competir en otros términos por la conquista del poder, ampliar
su aparato en otros términos por la conquista del poder y adaptarse a campañas electorales masivas. Cambiaron la
composición y dinámica del Parlamento; el radicalismo ocupó por primera vez el gobierno y los tradicionales
sectores gobernantes, el rol de la oposición. El espectro de partidos se amplió, por divisiones de los ya existentes
más que por el surgimiento de agrupaciones nuevas. Esto fue acompañado por un proceso de transformaciones en
el aparato estatal vinculado con la particular relación que se estableció entre gobierno y partido gobernante.

La apertura electoral planteó la construcción de un sistema político democrático, que pudiera en acto los principios
representativo, republicano y federal inscriptos en la constitución y lo que ahora enfrentaba a los diferentes sectores
era el contenido que se le asignaba a cada uno de ellos. Sus términos oponían el presidencialismo al
parlamentarismo y, por ende, discutían el lugar de la soberanía; el principio de legitimidad del gobierno
representativo; la forma que debía adoptar el sistema electoral; la separación o involucramiento de la política con la
administración.

El gobierno representativo: partidos políticos

El análisis de la ingeniería institucional y de las prácticas políticas conllevaba un diagnóstico de crisis moral,
intelectual y política, uno de cuyos elementos centrales era la ausencia de aquellos partidos que eran la condición
sine qua non para democratizar y moralizar la vida política. En su lugar predominaba el personalismo, los círculos de
notables y la manipulación del elector.

La nueva política de masas requería de organizaciones para reclutar a los electores, demandando la organización de
partidos.

Los estatutos de 1892 de la UCR proponían conformar una agrupación permanente, principista e impersonal y
establecer un gobierno descentralizado, dándole al partido una estructura federativa con base en los clubes
(organismos locales que a partir de 1908 adoptarían el nombre de comités). Así, se diferenciaban del PAN,
agrupación constituida por grupos de notables provinciales, sin dirección centralizada y de la que surgía una red de
alianzas renovadas en cada elección sin responder a una normativa, sumando al fraude, por lo que no era necesario
reclutar adherentes.

Se temía la dispersión conservadora y la hegemonía radical. Fracasó el intento de unificación de las fuerzas
conservadoras con eje en el Partido Demócrata Progresista- constituido en 1914, originado en la Liga del Sur,
agrupación santafesina liderada por L. De la Torre- y la candidatura de Yrigoyen se impuso.
El triunfo radical en las elecciones de 1916 oscureció, en parte, la visión optimista de aquellos sectores liberales y
conservadores que apoyaban la ampliación del sufragio confiado en la “modernización” de los grupos tradicionales.
La confianza en que la reforma electoral constituiría sin más partidos orgánicos comenzó a ser puesta en cuestión.
Frente al triunfo radical y la dispersión conservadora la pregunta obligada era si la ley debió ser corolario y no punto
de partida del proceso de democratización. De hecho, entre 1916 y 1930 se dio un proceso de dispersión de las
fuerzas políticas. No sólo las agrupaciones conservadoras provinciales no constituyeron un partido a nivel nacional, a
pesar de sucesivos intentos en ese sentido, sino que los radicales y los socialistas se dividieron y el PDP se eclipsó.

La Concentración Nacional se plasmó en septiembre de 1921 y en noviembre aprobó su carta orgánica y sus
autoridades. Se limitaba a formar una federación en la que todos los partidos provinciales conservaran su
organización y su gobierno. Sólo definieron la fórmula electoral: Norberto Piñero- Rafael Núñez. La consigna era
salvar las instituciones que podían prescindir de un programa porque constituían una clase gobernante”. Pero el PDP
rechazó la invitación.

El partido gobernante

El radicalismo, por su parte, se enfrentaba a su nuevo rol de partido de gobierno. Esta situación lo obliga a ocupar
escenarios que le eran ajenos, como el Parlamento y la burocracia, liberando, por un lado, tensiones inscriptas en su
origen heterogéneo y por otro, incorporando conflictos nuevos que se relacionaban con la superación del plano de
las abstracciones y los postulados abarcadores, en una coyuntura compleja por la IGM.

Sus fronteras laxas daban cabida a sectores heterogéneos. Sin embargo, Alem había sentado la Intransigencia como
definición identitaria.

¿Qué había dicho Alem?

 Defender al individuo y las provincias frente al Estado


 La intervención excesiva del Estado iba en detrimento de la libertad individual. “no gobernar demasiado”
 La soberanía reposa en el Parlamento
 Defensa del federalismo
 PRETENDÍA SER IMPERSONAL. Ésta es la primera tensión inscripta en sus orígenes y de la que derivan sus
conflictos internos. Allí se funda la escisión del partido en 1924 entre personalistas y antipersonalistas.LA
OPOSICIÓN AL LIDERAZGO YRIGOYENISTA RECUPERÓ LA CARTA ORGÁNICA DE 1892 Y EL PROPÓSITO
CENTRAL DE ALEM, organizar una asociación impersonal.

¿CUÁL ERA LA “CAUSA” RADICAL? --- CONSTRUIR LA NACIÓN. El partido se pretendía impersonal diferenciándose de
los personalismos de cuño oligárquico, pero también como fuerza que pretendía monopolizar la construcción de la
Nación. Allí se funda en 1924 la escisión del partido. Cuando el radicalismo pasó de ser un partido de oposición a un
partido de gobierno, las tensiones adoptaron la forma de divisiones locales y no cuestionaron – por lo menos en voz
alta-el liderazgo yrigoyenista, pero progresivamente se fueron transformando en un enfrentamiento por definir
dónde residía el “verdadero” radicalismo: en la “causa” sintetizada en su líder o en el partido.
La escisión comenzó en la provincia de Santa Fe, y se esparció sobre las demás (división entre rojos-azules). Los
casos más significativos fueron Mendoza, con el Lencinismo y San Juan con el Bloquismo, que contaban con amplio
apoyo popular, se alejaron cada vez mas de Yrigoyen hasta caer en las filas del antipersonalismo.

Los intentos de unidad partidaria y las intervenciones federales fueron en vano. Al no cumplirse la renovación de las
autoridades del Comité Nacional, los sectores de la oposición no reconocían a los organismos directivos. La gestión
de Yrigoyen comenzó a ser puesta en cuestión y se elaboró en 1918 un documento que enumeraba las cuestiones de
la escisión. ¿Qué le achacaba el anti personalismo al personalismo?

1. Ausencia del programa, de ideas y de principios


2. Ausencia de autoridades centrales en el partido y su reemplazo por una jefatura indiscutida, la del
presidente de la República, lo que generó confusión entre partido y gobierno
3. Comités formados por empleados públicos o aspirantes a serlo que provocaron la retracción de los
militantes más prestigiosos.
Las elecciones de 1922 produjeron una primera separación con la formación del Partido Principista, que convocó al
radicalismo a reorganizarse de acuerdo con sus principios originarios que consideraban traicionados por el
yrigoyenismo. Su evaluación del primer gobierno radical es que era personal y arbitrario, asimilado a la tiranía; era
“régimen” y no “causa”. Llevaron candidatos propios a las elecciones presidenciales de 1922 (Laurancena-Melo),
pero no logró nuclear a todos los descontentos.

A partir de la asunción de Alvear como presidente, las tensiones se agudizaron en el interior del partido y el foro
privilegiado de la disidencia fue el Congreso. El primer conflicto fue entre el vicepresidente Elpidio González y
senadores radicales opositores. Al discutirse los diplomas antipersonalistas de Jujuy, la ausencia del sector
personalista impidió sesionar. González se negó a obligar a los ausentes y la oposición coincidió dando un voto de
censura. A ello se sumó el conflicto en torno a la formación de comisiones internas en la Cámara, atribución del
vicepresidente. La oposición se unió y votó la devolución de la atribución al cuerpo, sustrayéndosela a la
presidencia.

Radicales
Conservadores CONTUBERNIO
antipersonalistas

Los yrigoyenistas comenzaron a denunciar el “contubernio”, es decir, la violación del principio de intransigencia
sustentado por el partido que negaba la posibilidad de establecer alianzas con los grupos políticos del “régimen”.

El legislador radical Tamborini acuñó la expresión de “genuflexos”, oponiéndola a “contubernio”, para designar a
aquellos que respondían a la jefatura carismática de Yrigoyen.
En agosto, los antipersonalistas proclamaron la formación de un nuevo partido conformado por Leopoldo Melo,
Vicente Gallo, Tamborini, entre otros, junto con las fracciones provinciales: lencinismo, menchaquistas de santa Fe,
principistas de La Rioja, los entrerianos liderados por Laurencena, el grupo de Bas en Cba, los partidarios de Ramon
Gómez, en Santiago.

La escisión del partido gobernante provocó realineamientos en el interior de los partidos de la oposición. La
proclividad o no al acuerdo con el anti personalismo dividió al socialismo, dio lugar al surgimiento del Partido
Socialista Independiente y generó divergencias en el partido conservador. Finalmente, todos estos sectores
coincidieron en una fórmula común en las elecciones presidenciales de 1927: los candidatos de lo que se llamó la
Confederación de las derechas1 fueron los anti personalistas Leopoldo Melo y Vicente Gallo. Su común denominador,
el anti yrigoyenismo.

Ya se proyectaban documentos en diputados para dar respuesta a la organicidad de los partidos, reglamentando la
selección de los dirigentes y candidatos a cargos electivos, el reemplazo del sistema de las convenciones por la
participación directa de los afiliados para evitar las negociaciones, proponiendo su voto directo en la selección de
candidatos y cargos.

El Parlamento

Parlamento: 1916 - 1930


1º mandato de Yrigoyen:
_ 43 bancas en Diputados 2º mandato de Yrigoyen:
_ 4 en Senadores Los personalistas tenían amplia
_ 1926: presentan listas separadas mayoría y quórum propio
(antipersonalistas y personalistas)

- El socialismo y la democracia progresista mantuvieron sus bancas más o menos constantes hasta 1928.

El recinto parlamentario se constituyó en un lugar privilegiado para los pleitos entre partidos y en el interior de ellos.

La discusión base era la definición del gobierno representativo. Esto ponía en cuestión el lugar de los partidos como
canales de mediación en el sistema político e implicaba una pregunta por la representación. Frente al argumento de
que la democracia no es posible si el pueblo no se organiza en partidos y en tanto los legisladores representan a su
agrupación política, aparece el planteo de que el representante lo es del pueblo de la Nación.

Por su parte, lo internacional dividía a conservadores y radicales que, en vez de arreglar sus diferencias en sus
partidos, lo hacían en el Congreso. Un sector de los radicales exigía la separación entre partido y gobierno. Se podía

1
Fue una alianza de partidos conservadores para las elecciones de 1928. Invitados por Julio A. Roca (h.) en 1927, presidente del
Partido Demócrata en Córdoba, se llegó a formar una alianza entre conservadores y radicales anti personalistas a fin de evitar el
triunfo del radicalismo personalistas en las elecciones de 1928. Apoyaron la candidatura de Leopoldo Melo.
La Confederación de las Derechas fue el antecedentes más inmediato y directo, tanto de la creación en 1931, del Partido
Demócrata Nacional, aglutinador del conservadurismo, como de la Concordancia, frente electoral de centro derecha que
dominó la política argentina entre 1931 y 1943.
ser radical y opositor. El gobierno era personal y, por ende, ajeno a la tradición del partido que se basaba en el
repudio del personalismo. La usencia de partidos orgánicos y disciplinados planteaba modificar el accionar de los
partidos a través de reformas legislativas en el marco de la representación territorial o promover cambios que los
remplazaran por otras formas de mediación, funcionales, sectoriales y de intereses. Detrás de ambos argumentos
estaba en cuestión la Ley Sáenz Peña ya que, para los primeros debía ser modificada mientras que, para los
segundos, debía ser derogada. El régimen proporcional aparecía como una solución, bajo el argumento de que volvía
más representativo al Parlamento en tanto reflejaba con mayor fidelidad las diferencias del electorado. La opción
por la lista incompleta favorecía el gobierno eficiente y el bipartidismo, aunque sacrificara la representatividad.
Aunque fue implantado en algunas provincias, el régimen proporcional fue derogado y reemplazado por la lista
incompleta.

El principio republicano: la relación ejecutivo/legislativo

Para los radicales, la ineficacia parlamentaria era producto del obstruccionismo de la oposición. Para la oposición, el
problema estaba en la división del Partido Radical, cuyas discusiones se trasladaban al Congreso.

Según la oposición era Yrigoyen quien proporcionaba los motivos para que la Cámara se viera obligada
permanentemente a defender sus fueros frente al avasallamiento del que era objeto:

1. El presidente no asistía a las sesiones de apertura del Parlamento. Ésta es una de las diferencias con Alvear
que estuvo presente en todos los períodos legislativos de su mandato. Si bien la ausencia del presidente no
impedía el funcionamiento parlamentario, su presencia era una prescripción constitucional y la no
concurrencia adquirió un fuerte valor simbólico. Conservadores, socialistas y demócratas progresistas
coincidían en afirmar que implicaba falta de respeto, arrogancia y soberbia.
2. Desconocimiento de las facultades de la Cámara para llamar a su seno a los ministros: el art. 63 de la
Constitución establecía que cada una de las Cámaras podía hacer concurrir a su sala a los ministros para
recibir las explicaciones e informes que considerara convenientes. Se trataba del derecho de interpelación.
Entre 1916 y 1922, de 35 pedidos de concurrencia, solo se realizaron 13. Entre 1928 y 1930, el radicalismo
tuvo mayoría en diputados, es decir, en la misma cámara que renunciaba a la facultad de interpelar en una
actitud de protección al Ejecutivo. También se diferencia de Alvear quien, de 37 pedidos de interpelaciones,
realzan 34.
3. Abuso de la facultad ejecutiva de intervenir a las provincias en el receso parlamentario. Yrigoyen envió 15
intervenciones por decreto en su primer gobierno y dos en el segundo.

Todos los sectores acordaban en que el mantenimiento o la destitución del gabinete era propio de un régimen
parlamentario. La oposición, sin embargo, cuestionaba los argumentos que se fundaban en el que Ejecutivo podía
reservarse la facultad de decidir en cada caso si los motivos eran pertinentes o no. Respecto a las intervenciones, la
oposición manifestaba que era una facultad legislativa, mientras que los radicales sostenían que el ejecutivo podía
intervenir sin restricciones en los períodos de receso parlamentario.
Respecto de los poderes, los radicales manifestaban que preferían gobernar para mantener en armonía las
aspiraciones del pueblo sobre mantener la armonía de poderes. De ahí que los antipersonalistas los considerasen
como una “herejía constitucional”, que pisoteaba el parlamentarismo.

El avasallamiento a los fueros y prerrogativas del Parlamento motivó entre 1919 y 1930, en tres oportunidades, el
recurso al mecanismo extremo del pedido de juicio político al presidente de la República. Matías Sánchez Sorondo y
Alberto Viñas lo hicieron a título personal, pero no contaron con los 2/3 necesarios del senado.

La relación nación/provincias: el principio federal

La doctrina que sustentaba Yrigoyen sobre las intervenciones y sus implicancias políticas fue una de las cuestiones
más retomadas en los análisis del período. Es bien conocida la expresión del presidente de que “las autonomías son
de los pueblos y no de los gobiernos”. Se fundaba en la idea de que el gobierno tenía una misión histórica que
cumplir, la reparación, para la cual fue plebiscitado. Alcanzada en el orden nacional, debía imponerse en los estados
federales dado que el ejercicio de la soberanía es indivisible. Así, la reparación incluía dar a los estados sus gobiernos
“verdaderos”. Una vez que éstos se hubieran constituido legítimamente podían ser incorporados a la Constitución,
esto es, sus gobiernos serían amparados y sus leyes respetadas. De esta forma, en la perspectiva radical, las
intervenciones iban a las provincias a restaurar las autonomías provinciales, es decir, a colocar a los pueblos en
condiciones de darse sus propios gobernantes, que hasta el advenimiento del gobierno radical eran elegidos por
agentes del poder central; a establecer el pleno ejercicio de la vida institucional; a restaurar la soberanía mutilada; a
superar el vicio, el desorden y la corrupción de las costumbres públicas y privadas y a restablecer la justicia.

Mientras el radicalismo las creía necesarias y justas, la oposición las consideraba actos de violencia, de exclusivismo
partidista.

Yrigoyen intervino 9 provincias con gobiernos conservadores entre 1916 y 1922. Las intervenciones a gobiernos
conservadores daban respuesta a la ilegitimidad; el argumento era que sus gobernantes habían sido elegidos en
elecciones fraudulentas y era necesario devolver la soberanía al pueblo de la provincia. En cambio, las
intervenciones a gobiernos radicales se hacían por requisito de los mismos gobernadores, que clausuraban la
legislatura por desconocerlos como tales. Como particularidad: 1) algunas duraban varios años y 2) paralelamente a
la llegada de la intervención, el P. Radical provincial se dividía, porque una de las facciones denunciaba parcialidad
en la intervención.

Al iniciar su gobierno, Alvear intentó diferenciarse, sin provocar rupturas, de la política intervencionista del período
precedente. Con un proyecto de reforma parcial de la Constitución, en 1923, presentado por José Nicolás Matienzo,
buscaba reducir el mandato de los diputados a 3 años y la renovación total de la Cámara, eliminando un nudo
conflictito al sustraer la elección de los senadores a las legislaturas provinciales. El proyecto no fue discutido.
Sumado a la cuestión de las intervenciones, Matienzo renunció: el Congreso, ese año, había decidido la intervención
de Tucumán basado en el conflicto de poderes entre el gobernador Octavio Vera y la legislatura. El ministro
puntualizó al interventor Gondra su carácter transitorio y limitado en la misión, negándole el uso de facultades
omnímodas. Sin embargo, Alvear apoyó al interventor.

Cuando V. Galo se hizo cargo del Ministerio del Interior, volvieron las intervenciones por decreto, sobre Jujuy y
Santiago del Estero. La oposición cuestionaba la parcialidad del ministro a favor de una facción radical en detrimento
de la otra, con la intención de cambiar el signo político con vistas a las elecciones presidenciales de 1928. De hecho,
una de las intervenciones que llamó a elecciones dio el triunfo a Benjamín Villafañe en Jujuy, antiyrigoyenista.

El proyecto de Gallo era intervenir Bs As, bastión yrigoyenista, con apoyo conservador. La negativa de Alvear a
apoyarlo provocó su renuncia en 1925 y su reemplazo por José Tamborini. Al finalizar el periodo de Alvear, San Juan,
Mendoza, Jujuy, Santiago y Sta. Fe tenían apoyaban a los antipersonalistas- Córdoba, Salta, San Luís y Corrientes
tenían gobiernos conservadores. En 1928 triunfó el yrigoyenismo en Salta, Tucumán, Sta. Fe, Cba.

En el último periodo legislativo de Alvear, cuando ya había ganado Yrigoyen, se votaron 4 intervenciones a puertas
cerradas para obtener quorum. Cuando Yrigoyen llegó al gobierno, sólo Sta Fe, Cba y Tucumán eran yrigoyenistas. Al
finalizar su mandato, casi todas.

Administración y política

Previo a la sanción de la ley Sáenz Peña, el mismo movimiento que pugnaba por la democratización de sistema
político exigía moralidad administrativa. La burocracia se consideraba una fuente de prebendas al servicio del círculo
en el poder; un lugar donde se pagaban votos y lealtades. Moralizar la administración equivalía a sujetarse a reglas
claras, eliminar la arbitrariedad y las clientelas.

Más tarde, ya instaurado el voto secreto y obligatorio e instalados los radicales en el poder, tal argumentación se
tornó falaz. Las críticas a la administración continuaban y se mantuvo la imagen de una burocracia estatal
subordinada al partido gobernante y puesta a su servicio, excesiva e inoperante.

Los cambios se limitaron a algunas iniciativas aisladas de los ministerios, algunas reparticiones públicas. Si se
renovaron los elencos administrativos. Los gobiernos electores fueron dejando paso a los partidos. La pertenencia al
círculo de notables fue dando lugar a la militancia partidaria.

Se fomentaba el vicio de la “empleomanía”. Se aludía al exceso del personal reclutado bajo la forma de patronazgo
político, a la complicación de los procedimientos, a la superposición de funciones, al relajamiento de la disciplina y a
la no correspondencia entre jerarquía y salario.

Una de las cuestiones más subrayadas es la injerencia de la “política” en la administración y, en este caso, política
significa el peso de los comités en la función pública. A partir de lo cual se concluye que es necesaria la separación de
ambas esferas.
Se reconoce que Yrigoyen respetó las situaciones adquiridas manteniendo a todos aquellos empleados que no
tuvieran cuestionamientos de desempeño y no concurrió a desalojos forzados. No obstante, el criterio partidista
imperó para la provisión de las vacantes.

La imagen más gráfica de la confusión entre partido y gobierno es la denuncia de los comités que funcionaban en
comisarías o de oficinas de inmigración. Dos consecuencias se derivan: el radicalismo se perpetúa en el poder
merced a los empleados públicos constituidos en “máquina electoral” y gobierna ineficientemente porque la
competencia técnica no figura como requisito para acceder a la administración.

La máquina electoral

Los partidos conservadores provinciales y los radicales disidentes recurrían a la abstención por “faltas de garantías
electorales”. La abstención funcionaba para demandar, una vez realizadas las elecciones, la intervención federal. La
oposición explicaba los triunfos de los radicales por la instalación de la “máquina”, mediante presiones oficiales.

Gobierno y partido

Algunos de los miembros del partido reclamaban la separación de partido y administración estableciendo la
incompatibilidad entre empleo público y cargos burocráticos. A los empleados públicos se les asignaba la decisión de
las candidaturas. Un ejemplo es la candidatura de Alvear, atribuido a la formación de una convención en donde 30
de 188 miembros eran empleados públicos.

Los antipersonalistas cuestionaban la ocupación de las vacantes con miembros partidarios del personalismo.
Yrigoyen lo justificaba en razones de economía. Sin embargo, la oposición precisaba que, si se quería hacer
economía, esos cargos debían ser eliminados del presupuesto.

La ley de jubilaciones establecía que el importe de los sueldos vacantes debía ingresar a la caja de jubilaciones. Sin
embargo, autorizaba al ejecutivo a ocuparlos en rentas, a modo de excepción. Según la oposición, esta cláusula
permitía el mantenimiento del sistema al permitir nombrar a empleados supernumerarios (no designados en el
presupuesto sino por acuerdos de gabinete), en agencias estatales que servían en tareas electorales.

Alvear intentó arreglar este problema burocrático, sin embargo, sus intentos chocaron con la resistencia del personal
administrativo.

Respecto de las universidades, el ministro de Justicia de Alvear, Marcó, reglamentó la provisión de cátedras en los
establecimientos nacionales a partir de una prueba de admisión. Establecía, además, un régimen de
incompatibilidades entre docencia y función pública. Las disposiciones casi no se cumplieron.

El antipersonalismo exigía también cambios en el personal para desmontar la máquina yrigoyenista durante el
gobierno de Alvear. Su Min° del Interior, Matienzo, sostenía la facultad constitucional por la cual el presidente
nombra y remueve al personal administrativo, por lo que nada le prohibía seleccionarlos entre miembros de un
comité político. La solución debía venir del Legislativo, a quien le correspondía realizar modificaciones.
Durante su segundo mandato, Yrigoyen recurrió nuevamente a las vacantes. La crisis obligaba a reducir el gasto
público.

La intención de legislar

Se presentaron tres proyectos para solucionar el electoralismo y la incompetencia bajo los principios de: concurso
para el ingreso, estabilidad garantizada por tribunales disciplinarios e instancia obligatoria del sumario y escalafón
que contemple capacidad y antigüedad. No implicaba un cercenamiento de atribuciones sino solo la delimitación de
la idoneidad. La eliminación del rol de los agentes electorales de los empleados públicos fue una de las banderas del
radicalismo opositor.

En la práctica, sin embargo, el reclutamiento y la selección tuvieron bases particularistas, en donde cada renovación
gubernativa provocaba desplazamientos del personal.

Un balance provisorio

Mientras los radicales eran un partido de oposición, exigían ajustar la política a la CN: real división de poderes,
respeto a la autonomía provincial, ampliación del sufragio. Cuando los radicales llegaron al poder, esa preocupación
se trasladó a la oposición.

Desde su perspectiva, el gobierno radical era arbitrario y discrecional. Su propuesta era hacer más efectivo el sistema
de frenos y contrapesos para evitar la excesiva centralización del poder y producir reformas que garantizaran el lugar
de las minorías.

La oposición partidaria asumió la defensa de los postulados de la democracia liberal frente al comportamiento del
yrigoyenismo que fundaba su legitimidad en el plebiscito acordado para llevar adelante su misión, la de restablecer
el imperio de la Constitución aunque para ello tenga que colocarse por fuera y por encima de las leyes; que
justificaba su excepcionalidad en la necesidad de transitar un ordenamiento a otro, de fundar nunca “nueva era” y
que negaba ser un gobierno de “orden común” para plantearse como “gobierno ejemplar” .

El sufragio universal, como legitimador del gobierno, aparecía cruzado por la idea de que la democracia no concedía
capacidad para el gobierno, igualdad intelectual y moral; por el contrario, aceptaba la desigualdad del mérito y de la
capacidad. Así, todos podían votar, pero debían gobernar los capaces. Los gobiernos electores colocaban, bajo su
arbitrio, ciudadanos “capaces” en los puestos gubernativos. De allí su crítica a los radicales: era el gobierno de los
incapaces. Para atenuar la tensión, explicaban el crecimiento del voto radical apelando a la inmadurez del pueblo y
confiando en que la educación produciría cambios en el electorado. Para ayudar al cambio proponían modificaciones
legislativas para fortalecer el Parlamento en detrimento del Ejecutivo o en el proceso electoral, para obtener mayor
representación de los partidos menores.

La división del radicalismo adoptaba las características de un movimiento cismático y los disidentes se
transformaban en herejes y traidores a la causa. Todos ellos se proponían como los “verdaderos” radicales,
herederos de la tradición, de los principios originarios, de los símbolos y de los momentos fundantes. Para el
personalismo, Yrigoyen sintetizaba la causa: visión global del mundo más que programa concreto y particularizado.
En ese sentido, el radicalismo era una “religión cívica” y sus militantes, sus fieles. El dogma o la causa estaban por
encima de la razón.

El antipersonalismo proponía al radicalismo como un partido y, en tanto tal, necesitaba de un programa que
cumpliera las funciones del líder, aglutinando las lealtades de los adherentes.

En la práctica y en relación con el período precedente, a pesar de recurrentes denuncias de fraude, generalmente no
comprobadas, la participación se ampliaba, las garantías y derechos individuales se respetaban, la libertad de prensa
y de reunión era un hecho, el Parlamento funcionaba y se mantenía la periodicidad de las elecciones. Sin embargo, el
clientelismo, la persistencia de prácticas facciosas, la confusión entre partido y gobierno, el ejecutivismo y la
irreductibilidad de las posiciones de una oposición no terminaba de aceptar los cambios que implicaba la ampliación
del sufragio, complicaban la tarea de fortalecimiento de las instituciones.

En 1930 la defensa de la Constitución y de sus principios unificaba a todo el espectro partidario contra el
yrigoyenismo y justificaba su derrocamiento. En nombre de la democracia se produjo el primer golpe de Estado.

U2. Falcon y Montserrat. Estado, Empresas, Trabajadores y Sindicatos.

Si bien respecto del modelo de acumulación vigente desde 1880 no hubo modificaciones de fondo -continuando
como eje la producción primaria para la exportación-, en el plano del Estado y en particular en lo relativo a sus
intervenciones respecto de los trabajadores, aparecieron situaciones novedosas de envergadura. También las hubo
en el plano de las organizaciones obreras que mostraron actitudes respecto del Estado sin precedentes. Menos
novedoso fue el comportamiento de las elites que pretendieron continuar con actitudes tradicionales incluso en
situaciones inéditas hasta La Semana Trágica en 1919 donde pretenderán actuar contra los trabajadores
independientemente del gobierno.

EN EL CONJUNTO DEL PERÍODO SE DISTINGUEN 4 ETAPAS:

- 1916-1919: GOBIERNO DE YRIGOYEN: TENTATIVA DE CONSEGUIR LA ADHESIÓN DE LOS TRABAJADORES A


TRAVÉS DE ARBITRAJES EN LOS CONFLICTOS ENTRE CAPITAL Y TRABAJO (APOYO INDIRECTO AL
MOVIMIENTO SINDICAL EN ALGUNOS CASOS)
- ENERO DE 1919- SEMANA TRÁGICA- HASTA 1922- FIN DEL 1ER GOBIERNO DE YRIGOYEN: TENTATIVAS DEL
GOBIERNO POR SANCIONAR LEYES PROTECTORAS DEL TRABAJO (FRUSTRADAS POR OPOSICIÓN EN EL
CONGRESO).
- 1922-1928: GOBIERNO DE ALVEAR. MENOR CONFLICTIVIDAD SOCIAL. CIERTA BONANZA ECONÓMICA.
- 1928- 1930: SEGUNDO GOBIERNO DE YRIGOYEN. GOLPE DE ESTADO 1930.

PRIMERA ETAPA: EL MOVIMIENTO OBRERO ENTRE 1916 Y 1919

En abril de 1915 tuvo lugar el 9no Congreso de la Federación Obrera Regional Argentina, dirigida por los anarquistas
(y que en su 5to congreso habían adoptado los principios del Comunismo Anárquico). En el congreso participaron
por primera vez los Sindicalistas Revolucionarios (que habían disuelto la CORA con el argumento de necesidad de
unidad9. La mayoría de éstos en el Congreso sirvió para declarar a la FORA como una organización apolítica y
puramente obrera, desplazando al comunismo agrario por un punto de vista sindicalista.

Un sector anarquista no acató las resoluciones y desdeentonces hubo dos FORA. La del 5to congreso (anarquista) y
la del 9no congreso (con mayoría sindicalista).

La llegada de Yrigoyen en 1919 ofreció convergencia entre la FORA 9 y el gobierno. La imagen de Yrigoyen -vida
austera, su disposición al dialogo con los trabajadores, y sus promesas de mejorar sus condiciones de vida- daban
una esperanza.

Sus arbitrajes y la disposición de los sindicalistas a recibir apoyo estatal fueron generando una relación
especialmente entre el gobierno y la Federación Obrera Marítima (FOM), solidificada con el freno de Yrigoyen a
los empresarios.

En 1920 los sindicalistas ya habían abandonado en buena medida sus postulados revolucionarios y desplegaban una
preocupación antipoliticista, sólo parcialmente anti estatista. Sin embargo, la base del acuerdo con el gobierno
descansaba en un interés mutuo: los radicales no construían organizaciones gremiales que compitieran con los
sindicalistas y éstos no intervenían en los procesos electorales.

Ambos tenían como rival común al P. Socialista, que disputaba electoralmente con la UCR y competía con los
sindicalistas y anarquistas por la hegemonía de los sindicatos. Los socialistas, que en minoría participaban aún en la
FORA 9, centraban el grueso de su estrategia en la tarea parlamentaria de leyes protectoras del trabajo.

- El arbitraje estatal:

Hasta 1902 el estado no intervenía en los conflictos laborales salvo que tuvieran relación con el sector
agroexportador, dando lugar a una dura represión. Después de 1902, con la primera huelga general de orden
nacional, el estado sistematizó la represión tanto en el plano legislativo -con la Ley de Residencia que facultaba la
expulsión de extranjeros pos causas políticas- como en el de la acción directa. En 1904, presentó un proyecto de
Código de Trabajo que satisfacía demandas de los obreros a la vez que establecía mecanismos reglamentadores de la
vida sindical. Obreros e industriales se opusieron y se frustró.

La ley Sáenz Peña implicó una ampliación del “mercado político” al incorporar en las elecciones a trabajadores de
nacionalidad argentina. Desde allí, los propios conservadores comenzaron a prestar atención a las políticas
laborales, aunque con reformas muy tenues.

En 1912 triunfó el radicalismo en Santa Fe. En 1913 estallaron conflictos en Rosario y tanto el gobernador Menchaca
como el intendente Daniel Infante apoyaron a los trabajadores huelguistas.

En marzo se dio la huelga de los trabajadores municipales de Rosario. Se sospechaba que el intendente y los
militantes radicales estaban detrás de un Comité Popular Independiente de apoyo al movimiento huelguístico. Para
entenderlo debe tenerse en cuenta que existía un conflicto entre el intendente y el gobernador contra el Consejo
Deliberante, con mayoría de la Liga del Sur. Por otro lado, en las elecciones de 1912 el radicalismo había obtenido
sus mayores votos en barrios de trabajadores, lo que revelaba su relación con ellos. Todo terminó con la renuncia de
Infante.

Un conflicto de tranviarios ese mismo año se resolvió con un tribunal arbitral convocado por el gobernador. En este
caso, la Federación Obrera Local Rosarina, de tendencia anarquista, acató las negociaciones propuestas por el
gobernador. Estos, en 1912, habían dejado la proclama anarco comunista.

En diciembre de 1916 estalló la huelga de la FOM para obtener aumento de salarios, ocho horas de trabajo, mejoras
en la higiene y en la alimentación. La FOM estaba adherida a la FORA 9 y, junto con los ferroviarios, eran los gremios
con mayor caudal de afiliados que le daban el poder a la FORA 9 que la FORA 5 no tenía. En este conflicto no hubo
resistencias al arbitraje estatal de parte de los trabajadores, pero el sector patronal se negó a la mediación del
estado bajo pretexto de que esta práctica de arbitraje fomentaría huelgas, alteraría el libre juego de la oferta y la
demanda y derivaría en una intervención continua de los poderes públicos en cuestiones privativas de las relaciones
laborales.

Durante el conflicto, los trabajadores tuvieron amplio dialogo con Yrigoyen y éste se predispuso a retirar las fuerzas
de seguridad del puerto para que los trabajadores pudieran ejercer su libre derecho de propaganda. 20 días
después, las empresas aceptaron la mediación y, en contrapartida, los armadores solicitaron medidas para eliminar
impuestos al transporte fluvial.

Cuando estaba por arribarse a la solución, la empresa Mihanovich comunicó oponerse al arbitrio y que se reservaba
el derecho de admisión de los trabajadores que habían sido cesanteados durante la huelga. La FOM reforzó su
huelga, los patronales amarraron todos los buques en una especia de “lock out” contra los trabajadores, paralizando
el movimiento del puerto. Las consecuencias sobre la economía agroexportadora llevo a múltiples presiones que
determinaron la firma de un convenio en abril de 1917 entre trabajadores y empresarios, con la reivindicación
salarial de los navieros, el reconocimiento de su sindicato por los patrones y una participación en la contratación del
personal.

Otro conflicto fue el de los ferroviarios a comienzos de 1917. La Fraternidad era una entidad gremial que agrupaba
maquinistas y foguistas. Eran apolíticos pero combativos, una especie de “aristocracia obrera” proclive a la
negociación con el Estado y los patrones y que consideraba la huelga como la última instancia de lucha. Por otro
lado, la Federación Obrera Ferroviaria (FOF) era otra entidad que agrupaba al resto de los trabajadores, sectores de
talleres y empleados no calificados. La unidad de los gremios recién se daría en 1920 con el surgimiento de la
Confraternidad Ferroviaria.

El descontento comenzó en Santa Fe y se extendió a otras zonas y ambos gremios unificaron sus peticiones. Las
empresas terminaron aceptando el arbitraje estatal. Sin embargo, los gremios se opusieron a ella. La Fraternidad
aducía que solo aceptaría si el garante del acuerdo era el Poder ejecutivo nacional y no la dirección de ferrocarriles.
La FOF pensaba que las empresas no cumplirían con el arbitraje y proponía la estatización de los ferrocarriles bajo la
gestión del sindicato.

La Bolsa de Comercio y la Soc. Rural Argentina presionaron por una solución. El gobierno tomó medidas y
confeccionó un reglamento provisional del trabajo ferroviario. Las empresas lo rechazaron porque “implicaba un
perjuicio económico” al incorporar la reducción de las horas de trabajo y el aumento salarial.

La FOM, en solidaridad a los ferroviarios, se plegó en huelga paralizando toda alternativa de tráfico. El gobierno
sancionó por decreto el reglamento que incluía: ley de jubilaciones, aumento de salarios en un 10%, suspensión del
sistema de multas, readmisión de huelguistas, prohibición de tomar represalias contra ellos. En relación con las
empresas, se las habilitaba para aumentar sus tarifas para cubrir los gastos que generarían las disposiciones.

Esta decisión dividió la opinión de los gremios. La Fraternidad consideraba levantar la huelga mientras que la FOF
proponía seguir hasta conseguir la estatización. La FOF fue quedando aislada y perdió fuerza. A los pocos días se dio
por terminada la huelga.

En Buenos Aires, a pesar de que el Intendente Llambías decretó la jornada máxima de 8 hs., en marzo de 1917
estalló la huelga de los obreros municipales. El estado reprimió y sustituyó a los trabajadores huelguistas- en general
extranjeros- por nativos- eventuales votantes del radicalismo. Su posición fue justificada porque “no es lo mismo un
trabajador privado que un empleado estatal”, ya que los primeros se encontraban al servicio de un interés privado
mientras que los segundos perseguían el interés general. Además, estos trabajadores tenían cercanía con el
Socialismo, competencia del radicalismo. Al estado no interesaba tanto este personal ya que gran cantidad de ellos
eran extranjeros, sin derecho al sufragio, por lo que no veían comprometido su poder.

Las críticas al gobierno se hicieron sentir por su “complacencia” con los trabajadores.

En noviembre de 1917 estalló la huelga de obreros de frigoríficos. Durante la misma, la policía local prestó
protección a los trabajadores ante la represión de los patronales. Además, el gobierno ofreció la mediación aun
cuando la mayoría eran extranjeros. Esta propuesta fue rechazada por los trabajadores ya que eran anarquistas los
dirigentes del reclamo. Los empresarios también se oponían al arbitraje y amenazaban con cerrar los frigoríficos y
trasladarse a Brasil. el problema desencadenó una gran represión estatal que demostró los límites del
Yrigoyenismo.

- La Semana Trágica

Los obreros de los talleres metalúrgicos Vasena se manifestaban en Buenos Aires desde diciembre de 1918 por
aumento salarial y jornada de 8 hs. El 7 de enero de 1919 un grupo de huelguistas con mujeres y niños interpelaban
a los que seguían trabajando para que dejaran sus tareas y, al ser desoídos, apedrearon los carros que
transportaban. La respuesta fue a tiros dados por la custodia policial dejando cuatro muertos y más de 30 heridos,
algunos que morirían después. Este episodio fue el detonante del episodio más sangriento de la historia
contemporánea.
Los sindicatos anarquistas (FORA 5) llamaron a huelga general para el día 9, en donde se chocó la huelga con la
policía. Terminó con la represión a tiros contra el cortejo que acompañaba al cementerio a las víctimas del día 7, con
un número indeterminado de nuevos muertos.

Por la noche, el comandante de la división de Campo de Mayo decidió “por iniciativa propia” marchar hacia la
ciudad, lo que dio lugar a rumores de golpe de estado, rápidamente descartados. La FORA 9 se lanzó a la huelga
general pero luego entabló mediación estatal satisfaciendo las demandas de los obreros de Vasena. En medio de
esto, las “guardias cívicas”, organizadas por la Liga Patriótica – fuerza de la derecha de choque para evitar desorden-
se lanzaron a la persecución de anarquistas y judíos. El conflicto se concluyó en una semana. El fenómeno fue el
producto de la indignación popular frente a la masacre del 7 de enero, agravada por la del 9. Eran originados en un
estallido emocional antes que ser una manifestación de conciencia de clase. A esto se suma la situación económica
de posguerra signada por numerosos conflictos laborales. A esto se le sumaba el descenso del salario real por costo
de vida y la desocupación.

Es necesario admitir grados diferentes de participación.

1- La presencia de las masas se reflejó en el acatamiento al paro y en el cortejo fúnebre del 9.


2- En cambio, los enfrentamientos armados fueron protagonizados por grupos reducidos, generalmente
anarquistas.
3- El movimiento obrero no tuvo una estrategia común. La FORA 9 proclamó la huelga general cuando de
hecho ya se había iniciado en algunos sectores. Los Sindicalistas Revolucionarios, por el contrario, intentaron
mantener una situación pacifica de negociación. Los Socialistas consideraban la situación como una
oportunidad para impulsar legislación laboral desde el Parlamento. Los anarquistas, por su parte, abogaban
por la insurrección.
4- Otro factor fue el comportamiento del gobierno que trató de disuadir a los empresarios de su postura
intransigente y adoptó dos posturas simultaneas: por un lado intentó pacificar a través de la acción policial y,
por otro, buscó conservar la alianza con el movimiento obrero.
5- La liga Patriótica actuó como factor disruptor de las estrategias del gobierno y de los obreros. Era la
expresión de que las derechas ya no confiaban en la capacidad del gobierno radical para contener al
movimiento obrero, por lo que decidían actuar por cuenta propia. Las guardias cívicas se erigían contra el
“peligro rojo”, con “complicidad” del estado.
6- ¿hubo golpe militar frustrado? Dellepiane se había negado a encabezar una sublevación, pero su marcha
constituyó una fuerte presión al gobierno para que endureciera sus posiciones.

Consecuencias mediatas:

1- Replanteo de las políticas del gobierno ante la censura que generó en sus relaciones con los obreros.
2- Fortalecimiento paradójico de las corrientes sindicales menos radicalizadas, la FORA 9 y los sindicatos
autónomos como La Fraternidad.
3- Mayor autonomismo de los capitalistas y conservadores expresados en la acción de la Liga Patriótica
4- Mayor protagonismo militar, aun con disimulo.

SEGUNDA ETAPA: LA LEGISLACIÓN LABORAL (1919-1922)

La Semana Trágica marcó un corte en el tipo de relaciones entre el estado y el movimiento sindical sobre todo por la
nueva posición de fuerza que habían adquirido los capitalistas a través de la Liga Patriótica.

El gobierno promovió proyectos de legislación laboral y una legalización del accionar sindical. Al mismo tiempo,
debía instaurar mecanismos de control que evitaran los desbordes y la consecuencia ofensiva de las derechas.
Yrigoyen intentaba un equilibrio (la armonía social prescripta por el krausismo) postulando al estado como su
garante.

En 1919, el ejecutivo envió al Congreso cuatro proyectos: de conciliación y arbitraje, de asociaciones profesionales,
de contratos colectivos de trabajos y sobre prescripciones laborales para los territorios nacionales. Las iniciativas
quedaron encajonadas en el congreso donde los radicales no tenían mayoría.

En 1921, se envió un proyecto de Código de Trabajo que establecía la no obligatoriedad de la afiliación sindical,
prohibía que los empresarios se opusieran a la sindicalización; les otorgaba personería jurídica a los sindicatos, la
obligación de tener estatutos, la posibilidad de litigios judiciales, la facultad de celebrar convenios colectivos de
trabajo, tener representantes en los organismos laborales y la posibilidad de subsidios. El artículo 482 reconocía el
derecho a huelga como ultimo medio para conseguir mejores condiciones laborales. La obligatoriedad del fallo
arbitral para ambas partes y la posibilidad de disolver sindicatos reforzaban el papel supervisor del estado.

Por otra parte, en 1907 se había creado el Departamento Nacional del Trabajo que tenía como función recopilar
antecedentes legislativos en materia laboral y confeccionar estadísticas. Luego de la Ley Sáenz Peña, la LEY
ORGÁNICA DEL DNT amplió sus atribuciones en regulación del mercado de trabajo. Luego obtuvo facultades para
convocar y dirigir Consejos de Conciliación. Recién en 1921 se le otorgan funciones de policía para asegurar el
cumplimiento de la legislación y la confección de un registro nacional de colocaciones y otras actividades. Sin
embargo, iba acompañada de medidas de contralor sindical para no asustar a los trabajadores. No obstante, el
proyecto de 1921 nunca vería la luz.

- El movimiento obrero

El gobierno, luego de la Semana Trágica, busco recuperar su influencia sobre los obreros, sobre todo para combatir
el crecimiento del socialismo en las elecciones de marzo de 1919.

Durante un nuevo conflicto con la FOM, el gobierno intentó favorecer el triunfo de los huelguistas y exhibir su
solidaridad. Sin embargo, no llegó a contrabalancear el desgaste de la imagen gubernamental. En la cámara de
senadores se impuso el radicalismo mientras que en la de diputados se impusieron los socialistas (en capital federal).
La UCR perdió 20000 votos y el socialismo ganó 7000 respecto de 1918.

El radicalismo parecía haber perdido votos en manos del PDP y de un sector del PS.
En la primera mitad de 1919 se produjeron más de 50 huelgas fruto de la inflación y el crecimiento de la
sindicalización, aunque los protagonistas fueron gremios sin gran experiencia en estos hechos, y los gremios
tradicionales se mantuvieron pacíficos.

Las huelgas reavivaron a los conservadores quienes se agitaron por el fantasma revolucionario. El gobierno tomo
medidas represivas para evitar el desborde de la Liga Patriótica y autorizó la aplicación de las leyes de Residencia y
de Defensa Social. Con el descenso de las huelgas, la hostilidad de la derecha mermó.

En 1920 el gobierno intenta recuperar el prestigio nuevamente acentuando el personalismo y fomentando al


máximo el patronazgo y las políticas asistencialistas, aunque siguieron limitadas por la oposición parlamentaria y
por los conservadores.

El gobernó implementó medidas para evitar la carencia de productos de consumo popular y para el control del
precio de los alquileres en Bs As congelando los precios, prohibiendo el desalojo y suprimiendo los aranceles a la
importación de materiales de la construcción. El gobierno gozó de relativa estabilidad luego de 1919.

Influenciados por la Revolución rusa de 1917, surgió, dentro del anarquismo, la facción anarco-bolchevique. El
Socialismo sufrió la escisión que originó el Partido Socialista Internacional, aunque algunos de sus miembros se
desplazaron hacia la Internacional Comunista. Los sindicalistas volvieron, por un tiempo, a su carácter
revolucionario.

En 1921 la FOM recibió apoyo de Yrigoyen, ya que era el último contacto importante que le quedaba al gobierno. Ese
año, el boom exportador había terminado y le seguía la depresión. Los obreros y portuarios se vieron afectados por
la disminución de los embarques, pero también por el conflicto de los estibadores de dos sindicatos distintos, uno
anarquista y otro sindicalista. El gobierno cerró el puerto de Bs As contra la ofensiva patronal. Las empresas navieras
amenazaron con un boicot internacional a los embarques. La Asociación Nacional de Trabajo- que llevaba
inmigrantes para suplantar a los trabajadores- aportó rompehuelgas y se dio un duro enfrentamiento. Este clima
genero crisis política.

En medio, se conocieron noticias de que Uriburu estaba reuniéndose con el ministro de Guerra. Una fuerte
polarización de clases incrementó la crisis. Yrigoyen ordenó la dura represión incluso contra la FORA 9. Una vez
calmados, intentó enviar al congreso el proyecto del Código de Trabajo.

La FORA 9 estaba debilitada, con crisis internas y decrecimiento en sus filas. Esta situación provocó una nueva
estrategia en el gobierno: expandir comités radicales en los barrios y gremios, que dio resultado por el caudal de
votos para la reelección de Yrigoyen de 1928.

La sucesora de la FORA 9 fue la Unión Sindical Argentina (USA) en 1922, con falta de cohesión internas y
disminución de miembros. Los Sindicalistas tenían tres frentes de lucha: contra los socialistas, contra los comunistas
y contra los anarquistas.
Los sindicalistas menospreciaban la labor parlamentaria de los socialistas por considerarla “inocua” – escasa en
términos de demandas laborales- y perniciosa porque favorecía a las instituciones burguesas. Por su parte, los
socialistas replicaban acusándolos de ser agentes políticos de los radicales.

U2. Marchese. Estrategias de las organizaciones empresariales para su participación en política. EN: Ricardo
Falcón: Nueva Historia Argentina T. VI: Democracia, conflicto y renovación de ideas (1916 – 1930)

La extensión efectiva del sufragio universal y de los partidos de masas fue un elemento que, sumado al creciente rol
del Estado en la economía, enfrentó a los grupos dominantes de cada país con la necesidad de reformular su
accionar político.

El mercado internacional definía el fin del predominio de Gran Bretaña, el exceso de oferta de ciertos productos
primarios en el marco general de productos inestables, menos competitivos y con decidida intervención estatal.

Por otra parte, la creciente movilización de los sectores obreros se constituyó en uno de los problemas
fundamentales para los empresarios de todo el mundo en la inmediata posguerra.

La Sociedad Rural Argentina representaba a loa terratenientes de las tierras más ricas, fundada en 1866.

La Unión Industrial Argentina, surgida en 1877, fue dirigida por hombres ligados a las empresas del modelo
agroexportador.

La Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la más antigua de las asociaciones, desarrollada por negociantes ingleses a
principios de siglo, fue fundada en 1854. Modernizada, desde 1911 promovió ser punto de reunión de negocios, de
representación del comercio ante las autoridades, unificando su accionar y promoviendo iniciativas de formación de
camaras gremiales.

Uno de los proyectos de política empresaria fue el reagrupamiento de organizaciones sectoriales en la


Confederación Argentina del Comercio, la Industria y la Producción (CACIP). La CACIP intentaba centralizar la
representación empresaria pues le otorgaba mayor legitimidad para negociar frente a otros sectores nacionales y
frente a los empresarios extranjeros. Uno de los objetivos de esta era discutir las condiciones del restablecimiento
de la producción y el comercio internacionales de posguerra.

LA MOVILIZACIÓN DE LOS GRUPOS DOMINANTES DURANTE EL PRIMER GOBIERNO DE YRIGOYEN

El radicalismo triunfante en 1916 contaba entre sus filas con hombres pertenecientes a los grupos dominantes; no se
proponía modificar las bases de su poder. Pero la llegada de Yrigoyen al gobierno significó la pérdida de una relación
directa entre los intereses de esos sectores y las políticas estatales. Esta situación, agravada por una coyuntura de
cambios en los ámbitos económicos y sociales, impulsó a grupos de dirigentes a buscar las nuevas formas de acción.
1917: CACIP

1918:Asociación Nacional de Trabajo

1919: Liga Patriótica Argentina

LA CREACIÓN DE LA CACIP Y LA ASOCIACIÓN DEL TRABAJO

La CACIP se presentó como


mo una reunión de asociaciones representantes de los diversos intereses en que se dividía la
economía, y la entidad promovía la colaboración entre ellos, operando como espacio de síntesis y convirtiéndose en
un instrumento de representación de interés gene
general
ral del país, lejos de las opciones particularistas.

Esta organización caracterizaba a los problemas planteados por la guerra como desconocidos hasta ese momento y
sostenía que la gravedad de la situación no residía tanto en aquellas dificultades como en lla falta de un buen
diagnóstico, del reconocimiento de la necesidad de un plan unificado que involucrase a toda la economía.

Despojados de sus antiguos y exclusivos lazos de identificación con las políticas de Estado, estos dirigentes
procuraban su recuperación
ción a través del fortalecimiento de sus organizaciones.

Los grupos tradicionales procuraban recuperar su rol de dirigentes e imponer una definición de la realidad que
vivían el conjunto. Como parte de esta preocupación, en 1918 Alejandro Bunge fundó la Revista de Economía
Argentina,, una publicación que se consolidó como referente de la discusión económica del momento y de las
décadas siguientes, estrechamente ligada a la Confederación. La CACIP por su parte publicaba Estudios de
Problemas Nacionales, firmados
dos por distintos miembros de la entidad dedicados al análisis de temas diversos,
dentro de los que ocupaban un lugar central en el primer período las tendencias de los grandes cambios que
observaban en el mercado internacional.

En resumen, el problema argentino era que el mercado internacional se había consolidado con la guerra una
tendencia que hacía desaparecer las condiciones sobre las que se asentó el crecimiento argentino agroexportador.
Las políticas estatales de las naciones más poderosas reempla
reemplazaban
zaban en el mercado internacional las reglas de
oferta y demanda.

Estrechar lazos con Estados Unidos y desarrollar la industria local fueron dos de los puntos fundamentales que
promovieron estos grupos.
s. Buscaban lograr el consenso sobre la necesidad del P. Ejecutivo de estar en estrecha
relación con esas entidades para garantizar la legitimidad de sus decisiones sobre política económica.

Alertados por la expansión de los conflictos sociales en el mundo de posguerra, y muy especialmente por la actitud
que ell nuevo gobierno argentino estaba tomando frente a los sindicatos locales, los dirigentes de las principales
organizaciones patronales decidieron concentrar su representación en una entidad: en 1918 se formaba la
Asociación del Trabajo. Ésta, era presentada
presentada para fortalecer, centralizar y defender los intereses patronales. Su
proyección internacional le permitía recuperar la confianza en el país por parte de inversores extranjeros.
Apoyaban el dialogo con los trabajadores por medio de la intervención estatal.

Por su parte, La Liga Patriótica Argentina (1919) surgió de los grupos conservadores ante los sectores obreros,
presidida por Manuel Carlés y tuvo como vice al ex presidente de CACIP, Luis Zuberbuhler, y como uno de sus socios
al director de la Revista de Economía Argentina Alejandro Bunge. Fue fundada para recuperar la iniciativa frente a
las crecientes demandas de los sectores obreros. Sus propuestas, al ser parte de los grupos dominantes de
posguerra, era similares a los de la CACIP, intentando instalarse como lugar de encuentro de intereses diversos.
Además de perseguir obreros, se prestó como espacio de estudio capaz de aportar propuestas al Estado para su
legítima intervención en los conflictos.

La Asociación del trabajo, en cambio, se reconocía plenamente como la encargada de representar a los sectores
empresariales y presionar a favor de ellos (ya sea frente al Estado o frente al Exterior), así como proveer de
obreros no sindicalizados a las empresas, en reemplazo de los huelguistas.

LA SOCIEDAD RURAL Y LA UNION INDUSTRIAL FRENTE A LAS NUEVAS PROPUESTAS

Durante la primera presidencia de Yrigoyen, la Soc Rural formó parte de la CACIP y la AT, mientras era dirigida por
hombres muy poderosos en la ganadería. En 1920, un cambio en la dirigencia modificó la situación.

En cuanto a la Unión Industrial Argentina, sufrió una importante crisis en los años de posguerra y grupos internos
demandaron la modificación de los estatutos en 1920. No participó de la CACIP aun cuando ésta buscara la mayor
industrialización del país, ya que era hegemonizada por los grupos más poderosos.

Mario Rapoport. Capitulo II. 2, 1.- EL contexto internacional.-

La primera guerra mundial produjo la destrucción del aparato productivo, los transportes europeos, la perdida
de vidas humanas además de un proceso de acumulación a escala mundial. Generó un enorme drenaje de recursos,
y comenzó a desplazar el poder económico a favor de los países que tenían una industrialización relativamente
nueva, con mayor capacidad de producción agrícola y de materias primas.-

Hasta 1914 Gran Bretaña era el centro hegemónico financiero mundial; que compensaba una balanza
comercial fuertemente deficitaria mediante la repatriación de los intereses y de otras partidas intangibles (pagos de
fletes marítimos y primas de seguros). Antes de la guerra, Estados Unidos era el principal productor mundial por sus
riquezas naturales, la amplitud de su territorio agrícola y la disponibilidad de mano de obra. La primera guerra
mundial potenció la participación norteamericana en el comercio mundial al tiempo que declinaba la inglesa. Ello se
debe a que Estados Unidos exportaba maquinarias o bienes manufacturados de alta tecnología en cambio Gran
Bretaña se vio afectados por el cierre de mercados tradicionales y muchos de sus productos se vieron afectados por
la utilización de bienes sustitutivos (textiles, carbón, hierro, acero, etc.). Después de la guerra la producción mundial
creció un 20%, en la cual se produjo un crecimiento de Estados Unidos en un 40% y la economía inglesa disminuyo
un 14%. Finalizada la guerra, EE.UU. se transformo de un país deudor a un país acreedor.-
Una consecuencia fundamental de la guerra fue el estallido de la Revolución Rusa en 1917, bajo la dirección
del partido bolchevique conducido por Lenin. Con una sociedad socialista se formo la Unión Soviética. La
participación del Estado a través de la propiedad estatal de los medios de producción y de distintos medios de
planificación, se transformo en el eje central del desarrollo económico y social del país. Más tarde, Stalin desarrollo
la colectivización forzada y progresista en la economía soviética, que junto a sus sucesores que transformarían a la
Unión Soviética en una superpotencia en el orden político y militar, con grandes falencias en lo económico.-

La guerra produjo modificaciones sustanciales en el panorama europeo. El tratado de Versailles (1918), afectó
severamente a varias economías europeas, en especial la de Alemania, produciendo hiperinflaciones, fluctuaciones
económicas, problemas sociales, que derivaron a la aparición de movimientos autoritarios como el fascismo y el
nazismo, a lo que contribuyo a la desintegración del Imperio Austrohúngaro.-

En la posguerra, después de la crisis de 1920-1921, el capitalismo entro en una fase expansiva, en la cual
Estados Unidos fue que más se beneficio. Las industrias surgidas de la segunda revolución industrial (química,
petróleo, electricidad, metalurgia y construcción) experimentaron un gran auge, utilizando nuevas técnicas,
estrategias empresariales y de producción (taylorismo y fordismo). Así la sociedad norteamericana se modernizo y
prospero gracias al consumo interno incentivado por los créditos, consolidado un mercado interno, a la vez que
crecían las exportaciones y la renta nacional; Estados Unidos a principio de los años ´20 poseía la mitad de las
reservas mundiales de oro.-

A nivel internacional, el sistema monetario y financiero era frágil y existían problemas en numerosos
mercados, en el cual, hasta 1914, había prevalecido el sistema patrón-oro. Durante la guerra los países involucrados
en el conflicto habían gastado gran parte de sus reservas en oro, y financiaron en gran medida a través de una
excesiva emisión de moneda la compra de material bélico. Lo cual produjo el abandono del sistema patrón-oro,
generando un fuerte proceso inflacionario. Después de la guerra, en la conferencia internacional de Ginebra (1922),
se introdujo el Gold Exchange Standard, en que a partir de entonces, había dos monedas convertibles en oro, la libra
esterlina y el dólar, lo que posibilito y amplio la base de los intercambios internacionales, y la acumulación de
reservas en oro.-

Este sistema bipolar, que era en sí era vulnerable, debilito a Gran Bretaña y favoreció a Estados Unidos. La
situación de los grandes mercados internacionales de materias primas y productos industriales era precaria en los
años ´20. La posguerra se caracterizo por las reorientaciones comerciales y el reforzamiento del proteccionismo, que
junto a la falta de liquidez ocasionada por este sistema bipolar condujo a serias dificultades en los mercados.-

Sin embargo, la economía norteamericana seguía en auge, en el cual el sistema bancario experimento un
notable crecimiento, a excepción de los ámbitos rurales debido a la superproducción impulsada por la extensión de
las tierras de cultivo y la mecanización, lo que genero una baja en los precios agrícolas. La mayor parte de los
depósitos internacionales estaba concentrado en pequeños bancos independientes y de un reducido número de
instituciones financieras, que otorgaban créditos a empresarios y pequeños inversores para invertir en la
especulación bursátil. Esta especulación posibilitó el acceso a grandes fortunas en poco tiempo.-
Durante los años ´20, se produjo una gran expansión económica generalizada, en la cual, se evidenciaban
fragilidades en el sistema. En los cuales se destaca las tendencias proteccionistas, las deudas y las reparaciones de
guerra, los bajos precios de los productos agrícolas, que generaron una profunda crisis agraria a nivel mundial, pero
el principal factor de la inestabilidad del capitalismo fue la debilidad de las distintas monedas. La especulación
produjo capitales errantes que se invertían a corto plazo, que en ciertos momentos eran considerados más
rentables, esto producía la inestabilidad de los sistemas de cambio y las balanzas de pagos. Este sistema económico
basado en los beneficios inmediatos produjo contradicciones entre la producción y el consumo, en el cual, el circuito
bursátil estaba alimentado por los créditos y no por los sectores asalariados, lo que produjo una desigualdad en la
distribución del ingreso no dejando absorber el conjunto de la producción, afectando a los sectores rurales.-

La especulación bursátil se disparo sobre todo a partir de 1927, en el que el valor de las acciones comenzó a
duplicarse hasta 1929. De esta forma, los circuitos financieros actuaban de manera independiente de la economía
general, en la cual participaban banqueros, empresarios y pequeños inversores.-

Hacia fines de la década del ´20 los empréstitos e inversiones directas de los Estados Unidos en el exterior
habían crecido enormemente, pero a su vez crecían desequilibrios estructurales del sistema financiero internacional
que impedían la continuidad de dicho proceso, como la intención de diferentes gobiernos para restablecer un nuevo
sistema patrón-oro para que sus monedas se rijan por un criterio de convertibilidad.-

El sistema internacional de pagos, ligado nuevamente al oro y estructurado para regular los cambios entre
economías con tasas más o menos homogéneos y balanzas de pagos relativamente integradas, no logro un objetivo
esperado, produciendo más descompensaciones, debidas a las medidas defensivas de las distintas naciones. La libra
esterlina se mantuvo constantemente sobrevaluada, y el franco subvaluado.-

Los Estados Unidos y Francia tuvieron, durante la década del ´20, un superávit en la balanza comercial y una
situación favorable en la balanza de pagos, además, de acaparar oro sustrayéndolo de los países más débiles. Hubo
una inestabilidad monetaria y política debido a las fugas de capitales y préstamos a corto plaza con movimientos
incontrolables de un país a otro, que eran capaces de hacer caer la paridad de las monedas y el nivel de las reservas
en oro.-

Debido a las inversiones de capitales que se movilizaban entre los distintos países con un carácter especulativo
y en busca de beneficios a corto plazo para una mayor rentabilidad, ejercieron una peligrosa presión sobre las
reservas de oro y las divisas de los países.-

Es así, que cualquier fluctuación brusca y repentina que afectara a los mercados estadounidenses generaría
una suspensión de los empréstitos externas junto al desmoronamiento de la compleja estructura en que se basaba
el restablecimiento del comercio mundial. Jugó un papel preponderante en las transformaciones económicas la
suba de los aranceles estadounidenses junto con la creciente disociación entre las exportaciones de capital respectos
a las exportaciones de mercaderías.-
Durante la década del ´20 los capitales que fluyeron hacia otras áreas industriales, tales como Alemania y otros
países periféricos tendían a financiar la producción de bienes para poder satisfacer la demanda de sus mercados
internos.-

La industria alemana logro incrementar la productividad como consecuencia de los préstamos


norteamericanos, pero su principal problema lo constituía la devolución de esos fondos, además, de los cambios que
se estaban produciendo en la división internacional del trabajo. Otro problema para Alemania fue que los mercados
mundiales estaban muy restringidos como por ejemplo la política proteccionista de Estados Unidos. Para que los
Estados Unidos pudieran hacer efectivos sus créditos, debían incrementar sus importaciones o reducir sus
exportaciones. La exportación de capitales se convirtió en un verdadero bumerán lo cual fue unos de los principales
desencadenantes de la crisis de 1929. El sistema internacional de pagos de posguerra fue creando una serie de
descompensaciones, ya que estados Unidos era el principal exportador de mercancías y de capitales, además de
haber poderosos intereses sectoriales que no permitían la importación de productos europeos y de otros países.-

Hacia 1929 se produce la caída de los valores de la bolsa neoyorquina. Para algunos economistas la crisis del
´29 ha sido calificada de una crisis de estructura, ya que coincidió con cambios tecnológicos como la aparición de
nuevas industrias, mecanización acelerada, racionalización del trabajo, estandarización de la producción, un fuerte
proceso de concentración industrial, en la cual las fuerzas del mercado por si solas no pudieron remontar la
situación. Sólo la intervención de los distintos gobiernos, primero, y el estallido de la segunda guerra mundial,
después, posibilitaron el nuevo despegue.-

La exportación de capitales a Europa permitió absorber las carencias de capitales, la insuficiencia de


exportaciones europeas e hizo posible la rápida reconstrucción de Europa. Pero el retiro de estos capitales de
Europa, sobre todo Alemania, genero una deflación generalizada, que se agravo posteriormente con la agudización
de las barreras proteccionistas, es así, que la economía norteamericana junto al resto del mundo, en lugar de
compensarse, se reprimieron sobre sí mismos.-

La crisis se relacionaba con las transformaciones de los procesos productivos en el marco de normas de
consumo y de distribución del ingreso, hubo un incremento del stock no planeado de productos de bienes que no
podían venderse. Los empresarios ante este problema redujeron su producción, despidiendo una parte de su plante
de obreros y reduciendo los salarios para ajustar el costo de producción a los precios declinantes por causas de la
sobreoferta. La desocupación y la reducción de salarios contraían aun más la demanda agravando el problema.-

Las medidas defensivas impulsaban la deflación de la mayoría de los países a través de tarifas proteccionistas,
o de devaluaciones y controles de cambios. Los efectos, durísimos para la ocupación y el ingreso no fueron solo
consecuencia de las políticas restrictivas, sino también la ausencia de organismos capaces de mediar entre las
distintas políticas nacionalistas. La crisis financiera provocó el cierre de empresas industriales y comerciales, caída
del sistema bancario, se contrajo el comercio internacional, la demanda disminuyo y creció en forma acelerada la
desocupación, lo que llevo a una depresión mundial.-
2, 2.- La situación política y la ley Sáenz Peña.

2, 2, 1.- La ley Sáenz Peña.

Entre lo factores que precipitaron la apertura del sistema político deben señalarse los conflictos
intraoligárquicos, las revoluciones impulsadas por el radicalismo y los movimientos obreros, que generaron un
período de fuerte conflictividad social.-

Una ruptura de la alianza, de Pellegrini en oposición a Roca, llevo a una resistencia interna en el
desmantelamiento de las posiciones roquistas y reformas del sistema político. Pese a la derrota de los radicales en
1905, en su intento revolucionario, no perdieron sus iniciativas ya que reivindicaron el sufragio libre en contra de la
actividad conspirativa. La sucesión de huelgas y hechos de violencia de principios del siglo XX contribuyo a que se
planteara la necesidad de ampliar la base social de sustentación del Estado.-

Con la elección de Roque S. Peña como presidente, en 1910, se crearon expectativas reformistas. Durante su
campaña electoral R. S. Peña se entrevistó con Yrigoyen, quienes coincidieron en la necesidad de una reforma
electoral.-

Dicha reforma promovida por Roque S. Peña planteaba la elaboración del padrón electoral sobre la base del
Registro de Enrolamiento. En consecuencia el control se exteriorizaba, quedando fuera las influencias de los grupos
intraoligárquicos sobre el sistema electoral. También se establecía la obligatoriedad y el secreto del voto, e
implementaba el procedimiento de la lista incompleta.-

La ley de reforma electoral fue sancionada en 1912. La instauración del voto secreto y obligatorio en el
sufragio se hallaba limitada a varones nativos y naturalizados mayores de 18 años quedando fuera la mujer y los
extranjeros no nacionalizados, por lo que los ciudadanos habilitados para votar representaba un bajo porcentaje
sobre la población total.-

Tanto el oficialismo como la oposición estaban convencidos de que con el sistema de lista incompleta la
mayoría correspondía a las fuerzas conservadoras y la minoría al radicalismo. Las nuevas oposiciones no podrían,
hasta 1916, hacer valer su peso electoral y desplazar el control tradicional de los gobiernos oligárquicos de las
provincias, ya que el Senado Nacional quedaba al margen de la reforma.-

2, 2, 2.- Las elecciones y el triunfo del radicalismo.

Las primeras elecciones legislativas, que se realizaron en 1912, participaron, además de los partidos
tradicionales, la UCR., el Partido Socialista y la Liga del Sur. El triunfo de los radicales en Capital Federal y Santa Fe
junto al triunfo de los socialistas en las elecciones para legisladores que tuvieron lugar en la Capital Federal, en 1913,
acentuó las preocupaciones de los conservadores. La compra de sufragios había perdido su razón de ser y el voto
secreto significaba un resguardo para la autonomía electoral del ciudadano.-

Estas circunstancias, junto a la enfermedad de R. S. Peña, que fue reemplazado por Victorino de la Plaza,
generaron un cambio de enfoque en las filas oficialistas. Los conservadores replantearon la necesidad de adecuarse
al nuevo cuadro electoral, por lo que constituyeron un partido orgánico, impersonal y disciplinado.-

Hacia fines de 1914 se fundo el Partido Demócrata Progresista liderado por Lisandro de la Torre. Aunque los
conservadores bonaerenses estaban en desacuerdo con el nuevo partido por poseer un perfil reformista demasiado
evidente.-

En 1916, la UCR provocaba la fragmentación de las agrupaciones provinciales, por lo que algunos se
incorporaban al radicalismo, logrando que el mismo ensanchase sus bases. El mismo incorporó aportes de todas las
clases sociales; tanto de peones y estancieros, obreros y comerciantes, modestos empleados y profesionales.-

El radicalismo se incorporó a la lucha electoral proponiendo un programa que expresaba la necesidad de una
renovación institucional basada en el cumplimiento de la Constitución Nacional. El objetivo declarado de restaurar
la vida moral y política de la Nación sólo se alcanzaría mediante el voto libre y garantido y el ejercicio de la
democracia representativa.-

Hacia 1916, la Convención Nacional Radical definió los términos de su formula presidencial. A pesar de la
influencia preponderante de Yrigoyen dentro del radicalismo existían disidencias internas. El sector denominado
“azul”, que tenían tendencias aristocráticas, sostenían la candidatura de Vicente C. Gallo. Pero la Convención
terminó eligiendo por mayoría a Pelagio B. Luna. Los desencuentros políticos internos no cicatrizarían y provocarían
en el futuro serios inconvenientes a la conducción de Yrigoyen.-

Para las elecciones de 1916 la UCR y dos partidos oficialistas (el Demócrata progresista, y el Conservador)
demostraron poseer apoyos en todos los distritos del país. Los radicales triunfaron en las regiones más prósperas
tales como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba y Entre Río. Los votos radicales se concentraron en las ciudades y en
los distritos rurales dedicados principalmente al cultivo de cereales. En las zonas ganaderas, aunque no lograron la
mayoría, obtuvieron un significativo aporte de sufragios. En las ciudades, sus votos provinieron de los barrios de
clase media, aunque también de distritos obreros. En el interior lograron la mayoría en Mendoza y Tucumán, y
fueron derrotados en aquellas zonas de menor crecimiento. Las debilidades políticas de los conservadores se
hicieron más evidentes en aquellas zonas más beneficiadas por el desarrollo económico iniciado hacia los años ´80.
Los partidos oficialistas sólo lograron apoyos electorales en las provincias del interior y en las zonas ganaderas del
litoral pampeano. El socialismo obtuvo el tercer lugar, el cual tuvo el apoyo de las clases obreras concentradas en
Buenos Aires.-

El candidato radical no logró los electores necesarios para su consagración, la definición quedo reservada a
negociaciones en el Colegio Electoral. Gracias al apoyo de radicales santafecinos y la división de las fuerzas
oficialistas, facilitaron la obtención del elector que necesitaba Yrigoyen para ser elegido presidente. La clase
dirigente tradicional afrontó, una derrota electoral inesperada. Los desacuerdos entre las fuerzas que enfrentaban
al radicalismo y los cambios socioeconómicos que afectaban al país abortaron la posibilidad de una perpetuación del
conservadorismo oligárquico en el poder.-

2, 3. Las presidencias radicales: Evolución política y relaciones internacionales.

2, 3, 1 La primera presidencia de Yrigoyen.

Al principio parecía existir una cierta continuidad entre la nueva administración radical y el gobierno
conservador. Su gabinete ministerial estaba integrado por miembros de la elite tradicional, la mayoría afiliados a la
Sociedad Rural Argentina y vinculados a la actividad ganadera.-

En materia de política exterior, la continuidad se expresó en la reafirmación de la neutralidad. La decisión


alemana de emprender una guerra submarina afectaba al comercio exterior argentino y las estrechas relaciones con
Gran Bretaña. El gobierno norteamericano al romper relaciones con Alemania buscaba a la Argentina para que se
aliara a su decisión. Yrigoyen reconoció el valor normal de la actitud del presidente norteamericano, pero no
adhirió a su propuesta rupturista. Inclusive intento organizar una Conferencia de Países Americanos Neutrales,
excluyendo a EE.UU.-

El nuevo gobierno no ratificó el tratado del ABC firmado en 1915 por De La Plaza, con el fin de mediar en el
conflicto entre México y los Estados Unidos, ya que este tratado estaba en línea con la política panamericanistas
auspiciada por Estados Unidos. Una de las primeras medidas del ministro de Relaciones Exteriores fue instruir al
embajador de los EE.UU. a desligarse de la Unión Panamericana en el entendimiento de que dicha organización
estaba dominada por el país del norte. Yrigoyen, por su parte, evitó la ratificación legislativa del tratado, porque,
consideraba que el acuerdo excluía a otras naciones.-

Una vez terminada la Primera Guerra Mundial, la Argentina fue invitada, a efecto de examinar los términos
constitutivos de la Liga de las Naciones. Hacia 1919, el gobierno aceptó “en principio” la formación de la liga, pero la
Argentina se adhirió cuatro meses más tarde de su constitución, sin asumir los derechos y obligaciones que el mismo
comportaba.-

La primera sesión de la Liga se celebró en ginebra, en 1920, en la cual participo el ministro de Relaciones
Exteriores (Pueyrredon), quien propuso que la asamblea se pronunciar a favor de la universalidad Liga y la igualdad
absoluta de las naciones integrantes, pero los intereses de las grandes potencias, hicieron que la delegación
argentina se retirara de la asamblea. Argentina no estuvo representada en la Liga hasta 1930, luego del
derrocamiento del segundo gobierno de Yrigoyen.-

En cuanto a la política interna, la oligarquía tradicional siguió controlando gran parte del poder económico y
social. El radicalismo accedió a la presidencia, pero quedo con minoría en el senado, en varias provincias y en niveles
gubernamentales inferiores.-
El gobierno radical decidió consolidar su posición modificando las situaciones provinciales a fin de asegurar la
libre elección de sus autoridades. Para ello, Yrigoyen, recurrió a las intervenciones federales, en la cual, la más
importante fue la de Buenos Aires (1917), cuyo peso electoral era decisivo en los procesos políticos del país. De esta
manera el enfrentamiento entre radicales y conservadores se hizo más agudo en 1918.-

Las intervenciones federales produjeron una mejora en la situación radical en el Congreso. También se
produjeron reorganizaciones institucionales que llevaron al triunfo de gobiernos radicales en ocho provincias. Hacia
1918, el oficialismo logro la mayoría en la Cámara de Diputados, mientras que el Senado siguió bajo el control de la
oposición.-

La relación conflictiva entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo dio lugar a una disociación entre la
administración económica y el poder político. Es así como los partidos conservadores mantuvieron su influencia en
la legislatura (Senado) y el Poder Judicial. El resultado fue que numerosos proyectos del presidente no tuvieron
sanción en el Congreso nacional.-

Existiendo episodios de agitación obrera, en 1919, en un intento de recuperar el apoyo popular, se apeló a una
política de incremento del gasto público, es así, como Yrigoyen recuperó rápidamente su popularidad personal.-

La concesión y disposición de fondos públicos fue una de las causas principales del enfrentamiento entre el
gobierno y los conservadores. Como el Congreso, durante varios años, no aprobó los presupuestos
gubernamentales, Yrigoyen dispuso el uso de esos fondos mediante simples decretos del Poder Ejecutivo.-

Tema especial: La Reforma Universitaria del 18

PARA ESTE TEMA, SACAR DE LOS APUNTES (PRIMER PARTE) LAS CARACTERÍSTICAS DADAS EN CLASE DE ESTA
REFORMA.

La Reforma Universitaria de 1918 y la Unión Cívica Radical.

Autora: Gardenia Vidal

La reforma Universitaria se compone de varias etapas con características peculiares que merecen considerarse a fin
de poder comprender las diversas apropiaciones que se hicieron posteriormente del mismo. La primera de ellas se
retrotrae a 1917 y constituye el momento de conformación originaria del grupo de estudiantes “rebeldes” que
desarrollan su protesta en y desde Córdoba buscando apoyo en otras instituciones y referentes de la ciudad así
como en el gobierno nacional. Desde marzo de 1918, cabe distinguir una segunda fase caracterizada por la fortaleza
del movimiento estudiantil debido a la unión de las juntas directivas de los Centros de Estudiantes en un organismo
único (Comité Pro Reforma Universitaria) para continuar con las demandas y el respaldo externo que recibe,
particularmente de la Universidad de Buenos Aires. La llegada del primer Interventor Nacional, Dr. José Nicolás
Matienzo, remite a un momento de exaltación de los reformistas seguros de que el éxito coronaba la protesta, pero
como se sabe, las elecciones de rector - realizadas en junio - muestran una vez más la capacidad de resistencia de los
grupos instalados desde hada tiempo en la Universidad. Se abre entonces, una etapa en la que el apoyo externo
proveniente no solo de las Universidades sino también de diversas instituciones de todo el país se multiplica. En esta
etapa, el Partido Socialista con la intervención de algunas figuras nacionales tendrá un rol singularmente activo. Con
posterioridad, se organiza el Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios en el que se presentan y
discuten ideas innovadoras, pero también aparecen posiciones contrapuestas. La falta de resolución del conflicto en
los meses siguientes, obliga al Poder Ejecutivo Nacional a enviar una segunda intervención a la Universidad de
Córdoba. Aquí presenciamos la fase radical (UCR) de la Reforma.

Crónica de la Intervención Salinas

El 23 de agosto de 1918, el PEN decidió la segunda intervención a la UNC motivada en las insistentes solicitudes de
los estudiantes de Córdoba y en las nuevas incidencias ocurridas. En los fundamentos de esta resolución indicaba
que la situación de hecho producida en la Universidad de Córdoba no puede subsistir. Con este propósito designaba
al Ministro de Culto e Instrucción Publica, Dr. José Salinas, como interventor de la UNC. El nombramiento de Salinas
parece haber sido la última carta que le quedaba al PEN puesto que los estudiantes no aceptaban otro nombre,
luego de la renuncia de Telémaco Susini. La llegada del interventor a Córdoba demoró varios días, retraso que
evidenciaba la serie de frentes conflictivos que el presidente intentaba resolver antes de enfrentar la cuestión
universitaria in situ. Finalmente, Hipólito Yrigoyen, presionado por las circunstancias que amenazaban la tensa calma
reinante, decidió enviar al comisionado federal el 12 de setiembre. Luego de un mes de arduo trabajo con sus
secretarios y asesores y algunos viajes a la Capital Federal para consultar los pasos a seguir con el presidente, la
intervención llevo a cabo una transformación bastante amplia en la UNC mediante decretos que satisfarán a la
mayor parte de la opinión pública, incluyendo estudiantes, profesores y graduados.

Una de las primeras decisiones de Salinas aclamadas por la Federación Universitaria consistió en convocar a
concursos para practicantes mayores y menores en diferentes instituciones públicas de la salud. Del mismo modo,
los nuevos estatutos que el interventor dicto para la Universidad de Buenos Aires en el transcurso de su intervención
a la UNC merecieron un caluroso aplauso por parte de la comunidad educativa de la Capital Federal y de todo el país.
La FUA, eufórica, señalaba que "[los nuevos estatutos] responden íntegramente a los anhelos que expreso el Primer
Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios... [...] y todas las corporaciones estudiantiles [lo] aplauden...” La
evaluación de la Federación Universitaria respecto a la política nacional acarreara problemas internos por los
términos elogiosos que utilizo: "La nueva Universidad democrática y progresista está en marcha alimentada por la
savia fecunda de los jóvenes y fuertes generaciones argentinas y sostenida por mandatarios conscientes de sus
deberes y responsabilidades en la magna [tarea] de la elaboración de la cultura nacional” Esta nota fue firmada por
el presidente, Sr. Enrique Barros, y el secretario, Sr. Emiliano Degano, de la institución. Opinión que, por su clara
inclinación partidaria, fue rechazada enérgicamente por algunos federados, introduciendo así una cuna en el frente
reformista.

El cálido recibimiento de los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires a la resolución de Salinas se reprodujo
también en Córdoba como resultado de una serie de decretos firmados por el Interventor que modificaban varios de
los puntos cuestionados por los reformistas. El principal trataba la cuestión más urticante del conflicto como era la
reorganización del profesorado. Además, el Ministro decidió el reinicio inmediato de las clases y el mantenimiento
de las fechas de exámenes para los turnos de diciembre y marzo con lo cual garantizaba la recuperación del año
académico a los alumnos. Ante esas medidas, el organismo representativo de los estudiantes levanto la huelga
universitaria y las aulas se poblaron inmediatamente.

El tema del profesorado estrechamente relacionado con la conformación de los organismos administrativos de la
universidad quedo zanjado a través de la declaración en comisión de todos los profesores y la designación, por
decreto, del rector, el vicerrector, los profesores integrantes del Consejo Superior y los miembros de los Consejos
Directivos de las diferentes Facultades. Por otra parte, Salinas acepto las renuncias de los profesores de Cs. Medicas,
Dr. y de Derecho y Cs. Sociales. Creaba además los doctorados de Ciencias Naturales y Odontología, disminuía un
año la carrera de medicina e introducía numerosos beneficios para los estudiantes. Las modificaciones de los planes
de estudio denotan, que además de compatibilizar la presencia de antiguos y nuevos profesores, la Universidad
debía concentrarse en no reproducir meros profesionales armados con escasos saberes sino en estimular la
producción del conocimiento mediante la renovación de bibliotecas y trabajos prácticos experimentales. Estos
nuevos planes se aplicarían en 1919.

Los puntos más trascendentes con respecto al gobierno de la Universidad quedaban redactados de la siguiente
manera:

“El Consejo Superior se compone del Rector, de los Decanos de las facultades y de los delegados que cada una de
estas nombren, fuera de su seno. Los delegados al Consejo Superior serán nombrados por los Consejos Directivos, a
propuesta de la asamblea creada a tal fin. El gobierno de cada Facultad estará a cargo de un Consejo Directivo
compuesto de siete miembros, incluso el Decano, en cuyo número entrara a lo menos una tercera parte de los
profesores que dirigen aula en la misma Facultad. Los consejeros duraran tres años en sus funciones y se renovaran
por terceras partes cada año, pudiendo ser nuevamente electos con intervalo de un periodo. Los Consejos Directivos
nombraran sus miembros a propuesta de una asamblea compuesta por todos los profesores titulares, igual número
de profesores suplentes e igual número de estudiantes. Todas las elecciones que deban realizarse se practicaran en
votación pública. Además, los miembros de las comisiones directivas de los centros de estudiantes podrán concurrir
a las comisiones de las facultades y del Consejo Superior, a fin de proporcionar los datos que consideran útiles en los
asuntos promovidos por los mismos centros.”

Con esta organización del gobierno universitario se pretenda terminar con las camarillas vitalicias. Se incorporaba
gente nueva en el cuerpo de profesores como los líderes reformistas Deodoro Roca y Arturo Orgaz quienes, a su vez,
formaban parte, junto con docentes conservadores como Henoch de Aguiar, del Consejo Directivo de su Facultad
(Derecho y Cs. Sociales.) Por otro lado, la periodización de las funciones pretenda asegurar la renovación de los
organismos universitarios. Del mismo modo, se respondfa positivamente a un pedido también de larga data como
era exigir que al menos un tercio de los integrantes de los Consejos Directivos, estuviera conformado por docentes
de la Facultad correspondiente. Cabe resaltar, no obstante, que el asunto de la participación estudiantil en el
gobierno universitario nunca estuvo entre las reivindicaciones primordiales de los estudiantes de Córdoba, durante
este periodo.

Otro de los temas al que la intervención presto suma atención fue el de los fondos universitarios propios y la manera
de administrarlos. Son numerosos los artículos nuevos o modificados del estatuto que mencionan este asunto, todos
tendientes a transparentar las cuentas de la Universidad y a hacer un uso más racional de sus rentas. He aquí una de
las cuestiones superlativas para producir una mejor redistribución que beneficiara el desarrollo del conocimiento
mediante la creación de nuevos y mejores laboratorios, bibliotecas y más profesores.

La docencia libre fue ampliamente incorporada en las reformas impuestas por el comisionado federal. “...podrán
dictar cursos libres, conferencias o lecciones sobre cualquiera de las asignaturas correspondientes al plan de
estudios de cada Facultad los profesores suplentes, los diplomados universitarios, nacionales o extranjeros o
personas de competencia reconocida.

La institución de la docencia libre, a imitación de la desarrollada en las universidades alemanas, constituía una
demanda de los estudiantes y de algunos docentes desde el último tercio del siglo XIX.

Sin embargo, es indispensable resaltar que la exigencia prioritaria de los estudiantes - concursos docentes - no se
aplico puesto que la reorganización del profesorado se produjo por decreto. Esta cuestión fue ampliamente
denunciada por los estudiantes federados que no acordaban con la alianza entre la Federación Universitaria y el
oficialismo. Con respecto a esta disidencia hay que señalar dos cuestiones: por un lado, era cierto que los
estudiantes siempre habían luchado por la implementación de los concursos docentes para mejorar la calidad de la
enseñanza, cuestión que ciertamente no fue resuelta por la intervención (si bien esta esperaba que los concursos se
realizaran después de un tiempo de funcionamiento normal de la universidad.) Por otra parte, Suarez Pinto era un
militante del Partido Demócrata y en ese sentido, en medio de una campana electoral para la primera magistratura
de la provincia, no aceptaría las opiniones halagüeñas que un conjunto de estudiantes le dispensaba al gobierno
radical a nivel nacional. El movimiento por la Reforma Universitaria había sido organizado y llevado a cabo por un
grupo de actores que coincidían en una lucha que involucraba a todos los liberales por igual, haciendo caso omiso de
las adhesiones partidarias.

Con todo, la labor del interventor fue congratulada por una cantidad importante de gente. Incluso, La Voz del
Interior, no dejaba de subrayar el éxito de la tarea del interventor como una forma de manifestar su resentimiento
con la cúpula de la Federación Universitaria por su abierto alineamiento con el yrigoyenismo. El Dr. Salinas ha
conseguido modernizar y perfeccionar la Universidad de Córdoba, con criterio tan ecuánime, que su fallo tiene la
virtud de realizar plenamente los anhelos de la nueva generación, sin herir ni provocar resistencias en la vieja
guardia conservadora.

Esa retorica triunfalista se extendió por toda la ciudad e invadió los discursos de diferentes referentes. La
modernidad había triunfado sobre el arcaísmo clerical, la ciencia sobre el dogmatismo, la democracia sobre las
camarillas. Córdoba se mostraba al mundo, pero esencialmente a América, como el lugar que cobijaba y defendía el
pensamiento libre:

Salinas era ovacionado en todos los lugares que visitaba, se le hachan numerosos y multitudinarios homenajes. Si
nos atenemos a ese entusiasmo, parecía que la Reforma Universitaria de 1918, en verdad, había triunfado
definitivamente, a pesar de que los concursos no se hubieran realizados y que el gobierno universitario se
reorganizara por decreto. También existe la impresión de que se festejaba un deseo más que una realidad, o en todo
caso que el exitismo había inundado a los reformistas antes de comprobar como funcionaran las transformaciones
introducidas por el interventor o, más importante, como reaccionarían los grupos clericales más resistentes al
cambio.

La Reforma se había convertido en radical, el presidente de la República aparecía como la figura prominente de este
cambio impulsado y motorizado por los estudiantes pero coronado, finalmente, por Yrigoyen. Aquella juventud
partidariamente heterogénea, había adjudicado la primacía en el logro de las modificaciones producidas al gobierno
nacional. La libertad, la justicia, la democracia, la defensa del merito, de la tolerancia, etc., todas ellas banderas
reformistas por excelencia, se habían convertido en símbolos del radicalismo a través de la habilidad política del
presidente y su ministro.

Ese triunfo relativo y efímero del comisionado federal introducirá, como ya mencione, desavenencias profundas
entre los reformistas.

Según versiones, que de alguna manera eran confirmadas por el presidente de la Federación, Enrique F. Barros, un
grupo de estudiantes pertenecientes a ese organismo, simpatizantes del radicalismo yrigoyenistas, había decidido
pactar con Salinas y, de ese modo, intercambiar reformas en la Casa de Trejo por el apoyo al partido radical a nivel
nacional y, fundamentalmente, en las elecciones de gobernador a celebrarse en Córdoba en noviembre. La prensa,
que había respaldado sin reticencias al movimiento estudiantil, denunciaba decepcionada esa alianza.

Esta dura evaluación del presidente hecho por La Voz del Interior tenía su origen en la actitud que Yrigoyen había
asumido con respecto a una de las fracciones en que se había dividido la UCR de la provincia a fines de 1916. Los
radicales rojos que agrupaban a los sectores no clericales del partido y, por lo tanto, no respondfa a las autoridades
de la provincia, habían sido abandonados por el líder, quien a su vez, empleo todo tipo de estrategias para
debilitarlos a favor de la fracción opositora, el radicalismo azul. Desde entonces, el diario tuvo, durante varios años,
un discurso liberal y anti-yrigoyenista muy acendrado.

Enrique Barros desmintió las versiones difundidas por el diario pero, en definitiva, su explicación terminaba dando la
razón a la denuncia anterior, pues rectificaba la versión señalando que aquella actitud había sido aprobada por "una
fracción política”. Ante esto, la prensa fortaleció su crítica a Barros por no haber hecho pública esa situación y
participado de esas conversaciones. Del mismo modo, la Federación Universitaria aclaraba en una carta que no se
había adherido a ninguna fracción política, aunque por otro se había propagado el rumor de que los autores de esa
nota habían decidido votar al candidato radical a gobernador Sr. Elpidio González. Todas estas versiones,
desconfianzas y denuncias eran consecuencia de expresiones vertidas por líderes de la Federación, algunas ya
mencionadas, que culminaban con el telegrama mandado a Hipólito Yrigoyen:

"La reorganización de la Universidad en la forma hecha por el P.E. de la Nación marca una hora histórica en la cultura
americana. La Federación Universitaria, aquilatando esa obra patriótica coloca a V. E. entre los argentinos ilustres,
envía al primer magistrado de la nación su aplauso entusiasta y sincero, y se complace en invitarle en nombre de la
juventud de Córdoba a inaugurar personalmente....la nueva era universitaria. Córdoba espera al presidente
Irigoyen...”

Firmaban ese telegrama: Enrique F. Barros, Ismael C. Bordabehere, C. Garzon Maceda, presidentes; Alfredo P.
Degano, Luis Ruiz Gomez, y A. Ruiz Palacios, secretarios. Según se deduce de esos nombres, no se trataba de una
fracción política, sino de la cúpula de la Federación Universitaria.

Esta situación fragmento la unidad del frente reformista. La Voz del Interior, como indique, reconocía la
trascendencia de las reformas producidas por el Interventor aunque no comparta el entusiasmo de los estudiantes
“...quisiéramos acompañarlos, [pero] se opone a ese deseo un telegrama firmado por los universitarios y remitido al
presidente de la república, que no podemos aceptar ni por su forma ni por su fondo.

Varios estudiantes, opositores al proceder de la Federación Universitaria a su vez, enviaron un telegrama al


presidente manifestándole su acuerdo con las reformas implementadas por el Interventor pero aclarando que no
compartían los términos de aquel telegrama. Por otra parte, algunos de ellos como Carlos Suarez Pinto, Elzear
Mouret y Carlos M. Vocos renunciaron a la Federación.

La etapa hegemonizada por el radicalismo que provoco la fragmentación de la FU y del frente liberal en su conjunto,
(aunque cabe indicar que conto con el entusiasmo de gran parte de la comunidad reformista), finaliza con el terrible
atentado que sufrió Enrique F. Barros el 26 de octubre por estudiantes contrarios al reformismo. Este acto se
convirtió en un grito de unidad lanzado por todos los liberales para continuar la lucha contra "el clericalismo
retrogrado.”

El optimismo reformista y el poder de su adversario

El liberalismo sin líneas difusas se aglutinaba nuevamente para llorar y desafiar el ataque sufrido por Barros. El enojo
de Suarez Pinto desaparecía en un abrazo solidario con la víctima de la intolerancia. La Voz del Interior, publica
cantidades de esas piezas de repudio al atentado y apoyo solidario al presidente de la FU. Lo interesante es observar
nuevamente la heterogeneidad liberal convertida en una sola fuerza para oponerse a su enemigo principal: el
clericalismo. En este sentido, aparecen por primera vez en cantidad llamativa las expresiones de solidaridad y
claramente políticas de varios sindicatos obreros.

Los Ferroviarios del Central Córdoba, por su parte, denunciaban al clericalismo y adherían a la obra de la juventud
reformista: “La historia nos ensena que a cada paso dado por la humanidad hacia el progreso que [es] a costa de
sacrificios más o menos grandes en relación a la importancia del mismo progreso.
Esta retorica anticlerical, defensora y regeneradora del “progreso” provenía de militantes obreros de tinte socialista.
El atentado a E. F. Barros abre una nueva etapa en este proceso que acentúa la sensación de fortaleza del liberalismo
de Córdoba alimentada por meses de repertorios comunes que les hacía pensar a sus simpatizantes en su
consolidación en el espacio público de Córdoba “El pueblo libre y los estudiantes de Córdoba, indisolublemente
ligados por su comunidad de ideales,..., reunidos en plebiscito a requerimiento de la Federación Universitaria.

Resuelve:

1°- Señalar ante el país el peligro clerical como enemigo de su progreso, incitando a los hombres libres de la
República a que colaboren en la obra de la inmediata separación de la iglesia y el estado.

2°- Dirigirse a los poderes públicos pidiendo la laicidad de la enseñanza.”

La temeridad de esta proclama indica, al menos dos aspectos interesantes. Primero, un alto grado de ingenuidad
política que les hacía minimizar el poder de su contrincante. Segundo, la convicción de que Córdoba había producido
grandes avances de lo que se puede denominar "contracultura liberal”. Este último punto se ratifica por la presencia
de instituciones liberales, probablemente de conformación reciente, que intentaban construir un frente respaldando
la candidatura de Elpidio González. Un ejemplo ilustrativo lo brinda la Liga Liberal, organización que intentaba
afirmarse en Córdoba y que había hecho público su respaldo a la formula radical: Elpidio González/Rómulo Arguello.

Elpidio González, las elecciones de gobernador y el apoyo liberal

La resoluciones de Salinas deben contextualizarse en un cuadro político más amplio y complejo. Desde una
perspectiva partidaria, la protesta estudiantil obligaba a la UCR - por ser partido de gobierno a nivel nacional y
provincial y por sus rasgos intrínsecos extremadamente heterogéneos -, a confrontar una situación sumamente
embarazosa. El radicalismo cordobés había surgido y se había consolidado como resultado de una enorme mixtura
de sus cuadros dirigencia les. La presencia en sus filas de elementos conservadores y clericales fue una característica
del partido desde sus orígenes. Alem y, más tarde, Yrigoyen promovieron la alianza con esos sectores primero para
dar vida a la agrupación y luego para alcanzar la gobernación en noviembre de 1915.

Por otra parte, desde un comienzo de la protesta, los estudiantes universitarios presionaron decididamente al
gobierno nacional mediante manifiestos, telegramas, solicitud de intervenir la UNC, etc. Esta actitud demostraba el
sentir ciudadano en relación a una participación directa en los asuntos públicos y un vínculo abierto con los
gobernantes de la República debido a los cambios derivados de la implantación de la Ley de Reforma Electoral y a
las numerosas representaciones que la misma había edificado en el imaginario colectivo. Pero, exigía a dichos
gobernantes la implementación de artilugios políticos harto complicados para poder mantener la alianza partidaria
que ya había sufrido varias fragmentaciones en diversos lugares del país. En Córdoba, cabe destacar dos ejemplos
por ser citados con frecuencia por los reformistas. El primero se relaciona con el ministro provincial, Ingeniero Carlos
Arganaraz, profesor de la UNC, quien era acusado de integrar la Corda Frates. El segundo tiene que ver con otro
funcionario del mismo rango, el Dr. Gregorio Martínez, ministro de gobierno, denunciado por los reformistas por
haber decidido el encarcelamiento de 83 estudiantes en setiembre del ’18 y además exonerar de sus cargos públicos
a líderes del movimiento como fue el caso de Gumersindo Sayago. La primera intervención nacional a la Universidad
de Córdoba liderada por Matienzo intento, mediante una actitud extremadamente reglamentarista para una
situación de por si excepcional, satisfacer a unos y no confrontar con otros. Como se sabe, la tensión que esto
significo terminó cortando la cuerda con la elección del rector y profundizando así las diferencias de todos los
actores. Los estudiantes, sin embargo, no dejaron de presionar al gobierno nacional quien luego de cierta resistencia
decidió involucrarse directamente a través de la designación de su Ministro de Justicia e Instrucción Publica.
Mantener las características de la alianza radical en un asunto que se presentaba en blanco y negro exigía una
enorme habilidad política. A pesar de algunas críticas, Salinas parecía haber salido airoso de su cometido si nos
atenemos a la información de la prensa de notas, cartas, telegramas, etc. de congratulaciones al Interventor.

Sin embargo, este escenario se debe situar en un auditorio en el que muchos de sus integrantes esperaban ansiosos
y se disputaban los espacios para asistir y participar en un espectáculo partidariamente más suculento como eran los
comicios del 17 de noviembre de 1918 para gobernador y vice. La UCR estaba extremadamente fragmentada. Los
propósitos de unidad del radicalismo azul, especialmente de la fracción yrigoyenistas, se veían constantemente
obstaculizados por la dirigencia del radicalismo rojo que continuaba resistiendo la unificación. En el interior del
azulísimo, las desavenencias entre grupos y subgrupos persistían y la proximidad electoral no facilitaba la resolución
de los conflictos. Esa crónica situación partidaria se agravaba por los acontecimientos relativos al movimiento
reformista. La protesta de los jóvenes universitarios, al ubicarla en las calles, había marcado aun más la dualidad que
muchos contemporáneos sentían entre tradición y modernidad. La polarización ideológica, profundizada en 1918,
dificultaba la negociación política y la armonía de las fracciones radicales. Por otra parte, el radicalismo carecía de un
líder local que pudiera actuar como aglutinador de las múltiples diferencias. Luego de que Elpidio González se
integrara al gabinete nacional, no había surgido en el radicalismo cordobés otra figura con capacidad de liderazgo
partidario.

Ante la proximidad de las elecciones y considerando los resultados electorales de los últimos comicios legislativos de
marzo de 1918 en los que la UCR perdió por primera vez el distrito Capital, la dirigencia nacional y el mismo Yrigoyen
decidieron intervenir en la situación local. Por ello, el presidente acepto desprenderse de uno de sus colaboradores
más importantes y de mayor confianza como era Elpidio González, para enviarlo a la ciudad mediterránea con la
misión de reorganizar y unificar el partido, como lo había hecho tres años atrás. Una de las preocupaciones centrales
consistía en atraer nuevamente al seno de la UCR a los radicales rojos, cuya incorporación le permitía contrarrestar
el peso de la "tendencia conservadora” y sumar afiliados entre los sectores populares e intelectuales de la provincia,
especialmente en el departamento Capital. Asimismo, debía esforzarse por resolver las desavenencias en el interior
del azulísimo. A fines de agosto, González renuncio a la cartera de Guerra y viajo a Córdoba. Desde ese momento
hasta las elecciones de noviembre, se aboco a reorganizar y fortalecer la agrupación en distintos frentes sociales y
regionales. Hizo giras proselitistas por los departamentos del Oeste, donde los demócratas eran más poderosos; en
la capital, se valió de los elementos de gobierno contrarios a la "tendencia conservadora” para debilitar su poder
interno. En tanto, en algunos departamentos tejió alianzas con caudillos de esa tendencia para asegurar situaciones
departamentales que respondían exclusivamente a ellos. Asimismo, intervino en los conflictos obreros con el fin de
neutralizar los enfrentamientos sociales y mantener la adhesión de esos sectores al yrigoyenismo. Ese difícil trabajo
de construir alianzas, debilitar algunas figuras, fortalecer otras, buscar apoyo popular, etc. con el fin de reconstruir el
movimiento que le había dado el triunfo en 1915, no tuvo éxito con respecto a los rojos.

La dirigencia de la UCR de Córdoba (radicales rojos), en un último intento por recuperar cierto protagonismo,
pretendió revertir el tipo de reorganización que el radicalismo azul estaba llevando a cabo y ofreció, en cambio, una
propuesta alternativa que consistía en reunificar el radicalismo alrededor de la figura de Elpidio González -elegido
por su predicamento entre los sectores populares y una amplia franja de la dirigencia provincial y nacional - pero
excluyendo del proceso a la "tendencia conservadora”, en particular al grupo liderado por Arturo M. Bas. Sobre esa
base de negociación le ofrecieron la candidatura a gobernador pero el propósito de Gonzales era construir la unidad
y no enemistarse con el grupo que más ascendencia tenía en la sociedad cordobesa.

La oposición del rojísimo a aliarse con los sectores clericales del radicalismo se mantuvo inamovible. Actitud que
acelero el traspaso de militantes rojos a las filas del azulísimo. De este modo, el enviado presidencial para unificar el
radicalismo local se vio obligado a convertirse el mismo en candidato a fin de atraer a los sectores más renuentes a
la unidad. Además es probable que el giro que había tomado la situación universitaria con la reorganización de
Salinas también lo obligara a aceptar esa candidatura.

A fines de octubre, se reunió la Convención del radicalismo azul para elegir a sus candidatos. En un ambiente muy
tenso se eligió la formula Elpidio González - Rómulo Arguello. El nombre del primero fue votado por unanimidad.

El clima de antagonismo que por entonces se vivía en las calles de Córdoba se traslado a la convención
contribuyendo, de esa forma, a la derrota de una tendencia que desde el gobierno y la Universidad se oponía a las
innovaciones reclamadas por diferentes sectores. El fracaso del candidato clerical y la intervención del gobierno
nacional a favor del movimiento reformista impulsaron a algunos sectores liberales a dar su apoyo al binomio
radical. El Comité Liberal Independiente fue uno de esos grupos.

Este tipo de adhesiones aumentaron la polarización en el interior de la UCR y contribuyeron a que el partido
enajenara un número importante de votos "independientes”.

La intención de E. Gonzales de que la UCR se constituyera nuevamente en la única fuerza aglutinadora de distintas
voluntades políticas, no tuvo éxito en la Córdoba de 1918. El desgaste del radicalismo como partido de gobierno, su
profunda fragmentación interna, y la toma de posición que el estudiantado le exigió al gobierno nacional con
respecto a los sucesos universitarios, eliminaba las posibilidades de armonía entre los grupos facilitando, de esa
forma, el triunfo electoral del partido opositor.

Algunas reflexiones

La Reforma Universitaria implementada por el PEN se veía avasallada por la resistencia clerical. El atentado a Enrique
Barros, más allá que fuera un acto individual o colectivo como dijera Gregorio Berman, demostró dos cosas
esencialmente:
Por un lado, la dificultad que las banderas reformistas tenían para instalarse en la Universidad y en la ciudad en
general. Se trataba de una cultura política fuertemente permeada por símbolos, rituales, presiones clericales que
sería muy difícil neutralizar. En segundo lugar, la reacción al atentado permitió aglutinar nuevamente a las fuerzas
que defendían una determinada modernidad para Córdoba y que se nucleaban en términos amplios alrededor de
consignas liberales. De este modo, Ramon J. Carcano y Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre e Iberlucea, el Partido
Socialista y Nicasio Salas Orono, la masonería y los sindicatos obreros junto con innumerables instituciones
educativas y culturales del país hacían sentir su presencia a través de notas, telegramas, visitas personales, para
contribuir a que el movimiento reformista/liberal que sacudió a Córdoba en 1918 no se convirtiera en un espejismo y
permaneciera con alguna posibilidad de concreción.

2- Presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear. Funcionamiento del sistema republicano y crisis de la UCR.
Realineamientos políticos y las elecciones de 1928. El surgimiento del nacionalismo. La Inserción de la
Argentina en el Mercado Internacional. El petróleo

Apuntes de clase. La presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear (1922 – 1928)

¿Por qué Yrigoyen debería elegirlo para candidato a presidente?

Porque no elegirlo como presidente Porque sí elegirlo como presidente


 Venía de la revolución de 1890
 Estuvo mucho tiempo en Europa
 Era de los “viejos radicales”
 Tenía “olor a oligarquía”
 No era “anti-personalista”2
 No era Yrigoyenista
 Era su amigo secretario
 Había negado en Ginebra a Yrigoyen
 Política del “Fairplay”
 No se sabía si continuaría la obra de Yrigoyen

En las elecciones del 1922, los candidatos fueron los siguientes:

 Por la UCR: Alvear – González (el jefe de policía que estuvo presente en la Semana Trágica).
 Por “Concentración Nacional”, una alianza de liberales provinciales y conservadores: Norberto Piñero – Rafael Núñez.
 Por el Partido Demócrata Progresista: Carlos Ibarguren - Franco Correa.
 Por la UCP (anti-personalista que no querían continuar con el mandato de Yrigoyen): Miguel Laurencena – Carlos
Mena.

Dentro de las notas de la presidencia de Alvear, podemos nombrar:

 Muy influenciado por las ideas europeas.


 Ministros altamente preparados.

2
Apoyó a Yrigoyen en el 1916, Alvear era el único hombre que le aseguraría una línea moral dentro del partido.
 Su vicepresidente fue Elpidio González.
 Sigue con la mayoría de las acciones del yrigoyenismo en lo social, lo económico y lo político.
 Respeto por el Congreso.
 Hay una doble crisis:
 Por un lado, la división del radicalismo: Gallo había sido el mayor interesado dentro del radicalismo en ser presidente,
pero a cambio Yrigoyen había elegido a Alvear.
 Por otro lado, la subversión militar: la Logia San Martín, creada por Uriburu, solicita en el gobierno de Alvear, la
profesionalización de los militares y que los militares puedan participar en política. Hay que recordar que la Ley
Electoral no les permitía votar ni al ejército, ni a los miembros de la Iglesia. Las logias militares van tomando fuerza,
auspiciadas por Justo, el Ministro de Guerra.
 En el orden político, entre los diputados hay mayoría radical, pero entre los senadores hay mayoría conservadora,
lo que también fue una constante en el gobierno de Yrigoyen.

Dentro de las propuestas, destacan el proyecto de Impuesto a la Renta (1923), que entró por la cámara de senadores,
donde fue frenado. También se dio un intento de reformar la Constitución para que los diputados fueran elegidos por el
“pueblo”, es decir, para eliminar la lista sábana. Pero la ley más importante que sí se consigue es la LEY DE JUBILACIÓN
(1924) para los empleados del sector privado, dado que para el sector estatal ya existía.

La división del radicalismo: se da en tres etapas:

1° “Friteo Político”: Matienzo, Ministro del Interior renunció ante la intervención de Salta (diciembre de 1922 – 1923).

2° Gallo es nombrado como Ministro del Interior (1924 – 1925). Pretende desplazar al yrigoyenismo, para lo que cuenta
con el apoyo del Ministro de Relaciones Exteriores. Hacia junio de 1925, Gallo deseaba intervenir la ciudad de Buenos
Aires, pero ante ello, Alvear decide separarlo de su cargo.

3° Tamborini es elegido como nuevo ministro. Con ello, el anti-personalismo ya estaba cimentado.

En paralelo a todo ello, Alvear toma noticia de que Yrigoyen estaba organizando un “partido paralelo a él” en 1922. Dentro
de las causas de las divisiones y del surgimiento del anti-personalismo3, se puede nombrar:

 Personalismo y clientelismo
 Intervenciones y gasto público
 Falta de un programa orgánico
 Yrigoyen y sus reuniones secretas
 Intervención en la provincia de San Juan: allí, los hermanos Cantoni eran los líderes radicales. Hubieron elecciones, en
las cuales triunfó Amable Jones. Este fue asesinado por la facción liderada por los Cantoni. Ante ello, se decidió
intervenir la provincia.
 Elección de Guido en la cámara de diputados.
 Posición de Fernando Saguir.

3
“Reacción contra Yrigoyen, contra lo que significaba, contra toda su política”.
¿Quiénes eran anti-personalistas? Algunos gobernadores, algunos miembros del partido, algunos diputados, entre los
cuales el más destacado era Saguir. Los anti-personalista se unieron en el congreso con los conservadores para vetar todas
las leyes propuestas por Alvear.

Los partidos políticos en Argentina hasta 1928:las características generales de los partidos en Argentina de aquel
entonces son: el caudillismo, el centralismo y el divisionismo:

1- UCR: es el partido más antiguo, fundado en el año 1891. Con su reorganización en el año 1905, Yrigoyen queda
como líder del partido. Fuerte personalismo y presencia territorial federal.
2- UCR anti-personalista: surge en el 1924 pero los antecedentes ya se hayan hacia 1916. Los referentes son: Gallo y
Melo en la década del ´20, Justo y Ortiz en la década del ´30. Tuvo mayor importancia hacia la década del ´30
también tuvo presencia federal.
3- Partido Socialista: partido con larga trayectoria, fundado por Juan B. Justo. Tuvo dos fundaciones, una en 1894 y
otra en 1896 (la de Justo). El primer legislador socialista fue Alfredo B. Palacios. Tiene fuerte presencia en Buenos
Aires. Pero hacia el 1915 se dividió en: Partido Socialista Internacional (1918) o Comunista (1920), que hacia el
año 1923 se vuelve a dividir en Terceristas (aquellos que adhieren a la III Internacional). Asimismo en el 1927 se
forma el Partido Socialista Independiente, en el que entre sus miembros esta Pinedo. El Partido Socialista
Independiente forma parte de la Concordancia, junta a la UCR anti-personalista y el Partido Socialdemócrata
Nacional.
4- Conservadores: nunca formaron un partido firme. Algunos ejemplos fueron: Villanueva en Mendoza, Ugarte en
Buenos Aires, Roca y Castillo en Catamarca. S bien tenían partidos provinciales fuertes, en el 1928 no pueden
presentar candidatos a las elecciones.

Las elecciones se dieron de la siguiente manera:

Partido Candidatos Cantidad de votos

UCR Yrigoyen – F. Beiro4 839.000

Fuerza Única anti-personalista5 L. Melo - V. Gallo 365.000

Partido Socialista M. Bravo6 - N. Repeto 65. 650

Partido Comunista R. Ghioldi – M. Contreras 14.023

U2. Falcon y Montserrat. Estado, Empresas, Trabajadores y Sindicatos

4
El vicepresidente Beiro fallece antes de jurar. Lo que correspondía era que se llamara nuevamente a elecciones. Pero en vez de
ello, se convocó a los electores quienes designaron como vice a Martínez.
5
formada por la UCRA (Unión Cívica Radical Anti-personalista) los conservadores, el Partido Socialista Independiente. Yrigoyen
los llamó el “contubernio”.
6
Fue embajador en la URSS durante la presidencia de Perón.
TERCERA ETAPA: LAS ORGANIZACIONES SINDICALES Y EL NUEVO GOBIERNO RADICAL (1922-1928)

La presidencia de Alvear coincidió con un descenso de la conflictividad social hasta el año 1927. (se redujeron al
menos en un 50%). Alvear creía que esto se debía a una tendencia al dialogo dentro de las organizaciones
sindicales. Otras situaciones contribuyeron, sobre todo el mejoramiento de la economía argentina.

Desde 1917 las exportaciones venían recuperándose, volviendo a ingresar gran cantidad de capital extranjero, sobre
todo de EUA. Al mismo tiempo, los términos de intercambios internacionales se mantuvieron en niveles favorables
entre 1910 y 1919.

Esta bonanza económica de 1922-1928 se combinó con un descenso en el costo de vida del país, la elevación de los
salarios reales de la población, lo que actuó como inhibidor de estallidos sociales.

Otra cuestión fue el reacomodamiento de las organizaciones obreras y en los cambios en las prácticas de luchas de
los sindicatos.

La fundación de la USA, en 1922, respondía en parte a la intención sindicalista de disminuir las pujas de la FORA 9.
No obstante, los conflictos se agudizaron y numerosos sindicatos que la componían desertaron de ella. Además, la
votación de un estatuto que contenía los principios del Sindicalismo Revolucionario resultó intolerable para las
demás organizaciones que le componían -anarquistas, socialistas y comunistas-. Establecía el rechazo a la
intervención en la central de los partidos políticos, admitía la libre expresión de todas las doctrinas y la acción directa
como arma contra el capitalismo. Se incluía como tesis “todo el poder a los sindicatos”, propia del sindicalismo.

Uno de los golpes más severos fue la decisión de los trabajadores ferroviarios de la Federación Obrera Ferroviaria
(FOF) de distanciarse de la USA. Tanto la FOF como La Fraternidad coincidían en la necesidad de formar un bloque
conjunto en defensa de los intereses comunes. Esta nueva entidad debía ser ajena a ideologías y, por tanto, no podía
ser parte de la USA. Así, en 1920 se creó la Confraternidad Ferroviaria, que en 1922 pasó a denominarse Unión
Ferroviaria (UF).

La contrapartida al sindicalismo fue dada por el crecimiento del PS en los gremios, a través de la creación de un
Comité de Propaganda Gremial desde 1914. En 1919 se creó la Comisión Socialista de Información Gremial con el
objetivo de dar una unidad de criterio a los militantes socialistas de las organizaciones gremiales. En 1926 se creó la
Confederación Obrera Argentina (COA). El PS apuntaba a ocupar los espacios que la USA iba perdiendo en el campo
obrero, logrado, entre otras adhesiones, la de la Confraternidad Ferroviaria. Sólo la FOM siguió fiel a la USA.

Por su parte, el anarquismo parecía diluirse en sus disputas internas. Una fracción de ellos conformaban la USA, y
eran atacados por el grupo alrededor de “La Protesta”. Otra fracción se agrupó alrededor de “El Libertario” -luego
denominado “La Antorcha”-. Éstos no acordaban con la propaganda anarquista centralizadora de “La Protesta”. Otro
sector pro bolchevique se mantuvo en el órgano de difusión “Bandera Roja”, acrecentando su influencia desde 1920
cuando sus militantes ocuparon la conducción de la FORA V, ahora llamada FORA COMUNISTA. Entre 1922 y 1928 el
anarquismo no participó de los intentos de unificación del movimiento obrero, ya que estos se hacían “bajo
principios del sindicalismo”.

El partido Comunista apoyaba a la FORA 9 y luego a la USA hasta abandonarla en 1926 por agudización en las
diferencias ideológicas. Las diferencias con los socialistas los aislaron de la COA de 1926 y en 1929 crearon su propia
central: el Comité de Unidad Sindical Clasista (CUSC).

En resumen, coexistían: USA, COA, FORA ANARQUISTA Y CUSC.

- Políticas Sociales de Alvear

Los objetivos de Alvear fueron profundizar la legislación laboral y dar lugar a medidas que resolvieran las
diferencias entre el capital y el trabajo por medio de la conciliación. La Ley 11289 extendía el beneficio jubilatorio
a los sectores marítimos, industriales, comercio, periodismo y artes gráficas. (puesta en vigencia en 1924)

Los sectores obreros y patronales se opusieron a los descuentos provisionales. La USA llamó a huelga y los
patronales cerraron sus establecimientos. La objeción de ambas partes estaba dirigida a la forma de financiamiento
de la jubilación, que establecía un descuento sobre el salario del trabajador y una contribución obligatoria del sector
patronal.

Los socialistas argumentaban que los gastos de los empresarios se reflejarían en un aumento de los productos y, de
esta manera, la población terminaría financiando al sistema. La ley terminó suspendiéndose.

El segundo conflicto fue con la FOM en 1924, enfrentada al gremio de la Sociedad de Capitanes y Oficiales por la
aceptación o el rechazo de la ley de jubilaciones, culminó en la ruptura del pacto entre ambos gremios y la FOM
perdió el control de la contratación de mano de obra en los barcos y puertos. Los armadores presionaron a los
oficiales para la contratación de personal “libre”, en pos de quebrantar el poder que había tomado la FOM desde
1916.

La FOM declaró paro con apoyo de la USA. A su vez, la Confraternidad Ferroviaria propuso mediar por ellos. Eran dos
métodos diferentes de resolverlo: uno era la acción directa y otro la negociación. Las opiniones se dividieron y la
huelga siguió. Finalmente se optó por el diálogo y se acordó con el gobierno. Las empresas navieras sólo
reincorporarían a los huelguistas cuando hubiese vacantes. La FOM salió derrotada, duro golpe para la USA ya que
era la única potencia que le quedaba, y el socialismo buscó tomar su lugar.

A partir de 1925, Alvear se dedicó a proyectos de ley que ordenaran las relaciones entre capital y trabajo. Envió al
senado un estatuto para trabajadores marítimos, que incluía la creación de un “organismo paritario” llamado Junta
de Trabajo, con función consultiva, por un lado, y como árbitro de conciliación entre partes. Además, se le asignaba
el carácter de tribunal de derecho en el ámbito de reclamos individuales en relación con los contratos de trabajo.
La junta de trabajo estaba integrada por patrones y obreros en igual número elegidos por sus gremios a partir del
voto secreto. Otro medio del estatuto era la celebración de contratos colectivos que regulen las relaciones laborales.
El proyecto no logró su sanción,

Alvear designó una comisión para la redacción de un Código de Trabajo a través de un decreto en 1925, para
incorporar a la legislación instituciones básicas del trabajo. No culminó.

Alvear también intentó expandir el seguro de previsión social. En julio de 1927 envió el proyecto de ley de seguro
del Estado en materias de accidentes de trabajo. El estado se haría cargo de sus gastos a través de una Caja Nacional
de Seguros. El objetivo era quitarles el carácter especulativo a las operaciones privadas y lograr una mayor difusión.
Tampoco recibió sanción.

U2. Marchese. Estrategias de las organizaciones empresariales para su participación en política. EN: Ricardo
Falcón: Nueva Historia Argentina T. VI: Democracia, conflicto y renovación de ideas (1916 – 1930)

EXPECTATIVAS Y RUPTURAS DURANTE LA PRESIDENCIA DE ALVEAR

Desde 1922 se produjeron cambios en el gobierno nacional, acerca de los grupos dominantes en él. La nueva
administración de Alvear significaba la llegada de “hombres de estado” al gobierno.

Después de la crisis ganadera de 1922-23, el mercado tendió a estabilizarse y decayó el conflicto con los obreros. La
burguesía argentina fue optimista al nuevo ejecutivo. El nuevo ministro de hacienda fue Rafael Herrera Vegas,
hombre de la CACIP y de la Revista de Economía Argentina.

El ministro convoco a las asociaciones empresarias más importantes para conformar Comisiones de Estudio acerca
de cuestiones puntuales y centrales de la política económica regional: régimen aduanero para los cinco años
siguientes, leyes que contribuyeran al fomento de la producción y de la industria y un régimen impositivo.

La propuesta de la CACIP en cuanto a incorporar a los distintos grupos empresariales en el ámbito de las decisiones y
promover un desarrollo industrial, se reflejaba de esta forma en el gobierno.

LA SEGUNDA CONFERENCIA ECONÓMICA NACIONAL

Se dio en 1922 convocada por la CACIP. En nombre de la comisión directiva, Emilio Coni manifestó que esa reunión
suponía reunir a hombres de estudio con hombres de negocios sumados a los representantes de los poderes
públicos.

Resaltaron las expectativas sobre el gobierno de Alvear y su rechazo a la política parlamentaria, proponiendo una
reforma constitucional que permitiera al ejecutivo sancionar algunos de los puntos fundamentales del Programa
Mínimo presentado por la CACIP.
PROPUESTAS DE ACCION POLÍTICA DURANTE EL CONFLICTO GANADERO 1922-23

Desde 1918, la demanda de carnes congeladas se había expandido. Sus stocks se encontraban en los sectores menos
poderosos de los propietarios generalmente especializados en una sola actividad: la cría y producción de carne. En
cambio, la producción de carnes de invernada ocupaba los mejores campos de la papa húmeda, ubicados cerca de
los puertos y los frigoríficos.

Durante la presidencia de Yrigoyen, la Soc Rural estuvo dirigida por los sectores más poderosos, adherida a la CACIP.
Su diagnóstico fue que el problema era la disminución del consumo mundial, en el lento reajuste de las industrias
europeas y en una ley de EUA que prohibía la importación de materias primas.

En 1922, la Soc Rural comenzó a estar dirigida por Pagés, un criador, quien tenía por objeto obtener la sanción de
leyes que obligaran a los frigoríficos a mantener a precio mínimo la compra de la carne. Denunció a los frigoríficos
como culpables de la baja de precios que por su voluntad se había creado y que, por voluntad del Estado, debía
desaparecer. Se conformó un Comité Nacional de Defensa de la producción con dos objetivos: los ganaderos, para
asegurarse la representación del sector durante el conflicto, y los poderes públicos para lograr que se traduzcan sus
propuestas en ley.

El monopolio de Pagés en la sociedad rural y en el comité lo hacían poderoso y, por tanto, como importante respaldo
del Estado según las decisiones que éste tomara. Así aparece la propuesta corporativa en el ámbito gubernamental,
presentando como base de solución al conflicto la acción conjunta del Estado-instituciones rurales-ganaderos, sólo
posible a través de la unidad del gremio ganadero.

Se dio, en paralelo, la segunda conferencia económica nacional, y la soc rural se opuso a asistir, por lo que las
diferencias parecían irreconciliables. La CACIP se quedaba sin un organismo central de su estructura.

Los representantes del CNDP pretendían la intervención estatal mientras que los de la CACIP buscaban evaluar y
buscar nuevos mercados. Pero para los hombres de la CACIP el objetivo político era más ambicioso: lograr un lugar
definido para incidir sobre políticas estatales que reformularan el modelo económico a largo plazo.

LA UNION INDUSTRIAL ARGENTINA EN UNA NUEVA ETAPA DE EXPANSIÓN POLÍTICA

En 1922 la UIA modificó sus estatutos y los sectores más concentrados pasaron a tener mayor peso incorporando
ramas como la electricidad, el petróleo y el cemento.

Sus demandas se centraron en la necesidad de expandir una política industrialista, lograr protección aduanera y
acordar créditos especiales a las actividades industriales, a la vez que luchaban por ganar espacio en la vida política
argentina.

Bajo la presidencia de Colombo desde 1925, y con el asesoramiento de Alejandro Bunge, se cerró el período de
debilidad institucional de la UIA.
Alvear reemplazo a Herrera Vegas como ministro de hacienda y, en su lugar nombró a Molina. Además, se
disolvieron las comisiones creadas.

El discurso de la UIA se volvió más agresivo, denunciando la ilegitimidad de la organización del poder político. Estos
discursos se entremezclaron con la oposición a Yrigoyen del gobernador de Jujuy, Villafañe quien organizó la
conferencia de gobernadores. El problema causante de la crisis del país, para Bunge, era el mal funcionamiento del
poder legislativo y por una depresión espiritual por falta de dirección política.

En 1928 durante la Tercera Conferencia Económica nacional, las organizaciones cuestionaron la capacidad de los
partidos para definir una política económica nacional.

EL APOYO AL GOLPE DE ESTADO

Con Alvear terminaba la estabilidad. El segundo gobierno de Yrigoyen reforzó el enfrentamiento con quienes pedían
la reformulación del modelo económico. El ataque se dirigía a las leyes sociales aplicadas que aumentaban los costos
y bajaban tarifas, enfrentando a los industriales con el pueblo a fin de conseguir votos para asegurarse en el poder.

A partir de la política comercial de Yrigoyen, sobre todo con Inglaterra, la SRA Y LA UIA se enfrentaban en sus
intereses, pero la acción común se mantuvo fuerte en contra de la legislación social en 1929.

Pocos días antes del golpe del 30, la SRA, la Bolsa de Cereales, la UIA y la CACIP se presentaron al ejecutivo y
mostraron peticiones sobre las medidas que pretendían que tomara el ejecutivo nacional y, como propuesta general,
la formación de una comisión de representantes de los intereses que ellas involucraban y con la intervención técnica
de funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores, Hacienda y Agricultura para estudiar y promover
medidas.

A los pocos días asumía el gobierno provisional surgido tras el “movimiento popular del 6 se septiembre”, con
colaboración de la SRA. Algunos de sus miembros eran empresarios. Alejandro Bunge y Oro Maini fueron
designados en la gobernación de Santa Fe.

La Bolsa de Comercio y la UIA manifestaron sus esperanzas respecto del nuevo gobierno, con “hombres capaces”
con decisiones por encima de intereses electoralistas.

Apuntes de la carpeta. El nacionalismo

Zuleta Álvarez identifica los orígenes del nacionalismo en Argentina con el pensamiento de Leopoldo Lugones, en el 1924.
Por su parte, Egües y Falcón lo retrasan hasta el 1910. Pero en lo que casi todos los historiadores coinciden es en la causa
de su surgimiento: el positivismo, es decir que, surge el nacionalismo como una reacción al positivismo.

El nacionalismo es no-liberal. Una de sus características es el rescate de la tradición, de la cultura nativa (en este caso, el
criollo, el gaucho). Es también un rechazo a lo europeo, lo que se ve presente en la generación de 1910 (tener presente la
fecha del centenario del primer gobierno patrio).
Los actores más importantes son: la Liga Patriótica, scalabrini Ortiz, la Nueva República. Como características comunes de
ellos se puede nombrar: conciencia de la pertenencia, conciencia del pasado histórico, poder criticar a la democracia ¿?.
Luego un sector del nacionalismo se transforma en filo-fascista. Se pueden rastrear tres etapas del nacionalismo en
Argentina:

1° Nacionalismo Telúrico (1910): se da con Rojas (“Regenerar la Argentina”) y Manuel Galvez (“Volver a lo hispano).

2° Nacionalismo del 1920: su mayor exponente es Leopoldo Lugones “La hora de la espada”.

3° Nacionalismo entre 1924 – 1927: se superpone distintos nacionalismos. Destacan la Nueva República, la Legión Cívica y
la Legión de Mayo. Tienen trascendencia hasta el 1940.

Las Cuencas Petroleras Argentinas

Existen países petroleros como Venezuela y Ecuador, países con petróleo como Argentina y Brasil y países sin petróleo
como Chile. En Argentina, hacia 1920 existían 3 grandes cuencas: la del Noroeste, la del Golfo de San Jorge y la Cuyana.
Para 1907, fecha en la que se descubren las cuencas petroleras argentinas, la energía era obtenida de la siguiente manera:
78% de carbón, 21,6% de madera, 0,4% de petróleo y hacia 1917: 61% carbón, 16% madera y 22% petróleo. En ambos
momentos, el 94% del carbón se importaba.

ZULETA ÁLVAREZ. EL NACIONALISMO ARGENTINO.

- Bajo un denominador común- El Nacionalista- yacen corrientes de ideas muy diferentes. Los sectores
políticos comparten con ellos una tradición intelectual (socialistas o liberales). Sin embargo, concedían
primacía a principios filosóficos y políticos como ordenadores de toda acción concreta, por lo que era
esencial establecer un programa teórico primero, y la actividad política se adheriría a él.
- Eran un grupo minoritario con tendencia a la severidad y rigidez en sus programas, reforzado por la
influencia católica.
- La actividad intelectual y la docencia política se convirtió en lo la misma militancia que ellos rechazaban.

Temas conflictivos:

- Dos primeras etapas de la actividad nacionalista – la primera de 1925 a 1930 y la segunda de 1930 a 1943-
fueron momentos de agitación ideológica intensa y se imprimen los rasgos definitivos del nacionalismo.
- Se trata de un grupo político desarrollado como oposición, nunca en el gobierno

Períodos:

 1925- 1930: no definió su propia composición como grupo, sino que discutió la introducción de reformas en
el sistema político vigente, preocupado por la crítica de los gobiernos radicales. Se señalo la necesidad de
mitigar el elemento democrático en las instituciones y la vida política del país (por ej., lo hizo Irazusta a
través de La Nueva República en vísperas del Golpe de 1930). Sin embargo, solo después del golpe se
debatió seriamente sobre la forma de gobierno.
De 1927 a 1930 se presenta como un frente sólido contra un enemigo común: el radicalismo.
 1930- 1943: se intentaba la organización de grupos paramilitares y filofascistas. A esto se suma la discusión
sobre el tipo de régimen a adoptar. A partir de 1936, con la influencia de la Guerra Civil Española, el
nacionalismo subrayó el tema de la cuestión cultural, la definición del ser nacional, caracterizado por la
“fidelidad a la tradición fundada en el catolicismo y en el hispanismo”.
En 1934 los hermanos Irazusta publican su libro “La Argentina y el Imperialismo Británico”. Surgieron de allí
tres temas claves para el desarrollo del Nacionalismo: la lucha antiimperialista; la lucha contra la oligarquía-
como agente de intereses extranjeros-; y el revisionismo histórico que remozaba una vieja corriente
historiográfica iniciada en el siglo XIX por Adolfo Saldías.
De 1930 y hasta 1943 se presenta como heterogéneo, marcado por diferentes actitudes hacia la revolución y
la política que debían seguir.

PRIMERA PARTE: EL SURGIMIENTO DEL NACIONALISMO ARGENTINO

CAPÍTULO 1: CARACTERIZACION DEL NACIONALISMO

Nacido de grandes influencias, el fundador del Nacionalismo Integral es Charles Maurrás, pensador político francés
(1868-1952). Para Maurrás, Francia estaba siendo destruida por las ideas románticas y revolucionarias y por
enemigos interiores como judíos, extranjeros indeseables, masones, comunistas y revolucionarios. A esto se le
sumaba sus enemigos exteriores: Alemania e Inglaterra.

El nacionalismo de Maurrás no era un sistema político y filosófico de alcance universal. Estaba exigido por un
patriotismo de una nación amenazada y vulnerada en el ejercicio de sus derechos. Dedujo que para proteger a
Francia era necesario volverse a una jefatura política que estuviera por encima de querellas partidarias e ideológicas.
Llamaba como solución a una monarquía, impuesta por un Golpe de Estado.

Hubo un nacionalismo anterior al fascismo en Italia como el de Corradini y un movimiento nacionalista alemán
primario que luego fue absorbido por el nazismo-

De allí que podemos afirmar que, el nacionalismo que se configuró en acuerdo con políticas contrarrevolucionarias
en Europa influyó en el surgimiento del Nacionalismo hispanoamericano.

Una de las formas de reacción contra el aburguesamiento, el materialismo superficial, el egoísmo y la falta de
espiritualidad que prevalecían entre las elites hispanoamericanas fue el Modernismo. Este modernismo fue
sumando un pensamiento crítico del liberalismo positivista que abría camino para su reacción futura encarnada en el
Nacionalismo. Para ello, dos escritores como Anatole France y Maurice Barrés, así como Taine y Renan, fueron los
escritores que ejercieron su mayor influencia bajo estas líneas críticas.
Así, la renovación de Hispanoamérica se encauzó en la crítica a la burguesía liberal y a las apelaciones demagógicas
de la vulgaridad mayoritaria – crítica básica al radicalismo posterior-, el anhelo de una aristocracia intelectual, la
defensa de la continuidad de los valores tradicionales como punto para evitar la desintegración cultural producida
por un espíritu de modernidad desenfrenado.

Respecto de la influencia española, puede notarse que el pensamiento político contrarrevolucionario se destacó por
su rotunda definición católica. Zuleta Álvarez destaca que fue precisamente ese elemento lo que no permitió una
llegada tan fuerte a Hispanoamérica, debido a que el auge liberal desplazó el sentimiento contra revolucionario.

Sin embargo, fue la Generación del 98 la que tuvo grandes aportes al ser portadores de una reforma de las ideas y
las letras, redescubriendo el valor de lo propio y lo nacional. Era “el espíritu de una reforma espiritual enérgica sobre
la base de la tradición, pero proyectada esperanzadamente hacia el porvenir”. Para Álvarez esto es clave puesto que
la valoración de lo nacional americano no hubiera sido posible sin un reconocimiento previo del valor de los orígenes
raciales y cultural.

Al impulso de la gen del 98 siguió la obra científica de la promoción española de José Ortega y Gasset, Ramon Pérez
de Ayala, entre otros.

CAPÍTULO 2: EL NACIONALISMO HISPANOAMERICANO

De gran importancia es entender que Nacionalismo y Derecha se dan en Hispanoamérica a veces unidos y otras en
absoluta oposición.

Lo que representa al nacionalismo de derecha a veces se lo ha denominado como Conservador, lo cual tiene relación
en tanto muchos nacionalistas se desprenden del movimiento conservador. Sin embargo, por conservador se
entiende también a la oposición con lo liberal, en relación con sus diferentes posturas respecto de la Iglesia Católica
o el rechazo o no a las reformas.

El nacionalismo de derecha se dará cuando un grupo político, desde el gobierno o desde la oposición, postule la
defensa del orden, la jerarquía, la autoridad y la tradición católica unida a la afirmación libre y autónoma de los
elementos que configuran la personalidad nacional. Calificar de nacionalistas a todos los gobiernos dictatoriales es
un error. También es un error calificar de nacionalistas a todo grupo opuesto al marxismo o al comunismo. Las
variantes dependen de cada país hispanoamericano.

CAPÍTULO 3: NACIONALISMO Y CULTURA NACIONAL: RICARDO ROJAS

Cuando se impusieron las ideas liberales como el positivismo, laicismo, anti hispanismo, anti tradicionalismo,
cosmopolitismo, etc., pocos argentinos se animaban a disentir, sin embargo, había una voluntad nacional que pujaba
por volver a reencontrarse con su propio país, sobre todo escritores provincianos animados por el sentimiento
“nativista”.
Ricardo Rojas era tucumano, nacido en 1882, con infancia en Sgo del estero y luego con vida en Buenos Aires, a
quien aborrecía por su cosmopolitismo. En Buenos Aires se empapó de las ideas de los autores modernistas – ya
nombradas en el capítulo 1- desarrollándose en él un sentimiento especial por lo nacional.

En 1907 viajo a Europa donde redescubrió “el alma española”, a la vez que recordó con nostalgia su paisaje
argentino provinciano. Se dedica a escribir algunas de sus obras.

En 1909, al regresar, publicó “La Restauración Nacionalista” informe sobre los modelos de educación a través de la
historia, tal como se enseñaba en Europa. Su propósito era “obligar a las gentes a que revisaran el ideario ya
envejecido de Sarmiento y Alberdi”.

La Argentina del Centenario, en la que Rojas vivía, era descripta por él disuelta en su sentido nacional por causa del
cosmopolitismo, se perdían sus tradiciones. Se entregaba la vida política a demagogos. Exponía la denuncia por la
penetración económica británica como clave del desastre económico y político argentino. A ello sumaba su malestar
frente a la inmigración, que “desnaturalizaba el idioma y las costumbres”. Condenaba el ideario liberal de Sarmiento
y de Alberdi por haber generado una falsa conciencia de inferioridad radical frente al resto del mundo.

La solución propuesta por Rojas era una educación que restaurara los valores morales y cívicos en decadencia,
donde el papel principal lo tendrían las humanidades, sobre todo la literatura y la historia. Lo importante era darle a
la educación un sentido patriótico.

Años después, fue criticado de anacrónico o xenófobo. Él mismo, luego de la Ley Sáenz Peña y de la Rev. Bolchevique
entre otras experiencias, afirma que en verdad su nacionalismo fue generoso y abierto y que muchas de sus frases
escritas no las volvería a escribir, ya que él había cambiado mucho.

La cultura hispánica y el aporte indígena era lo que constituía el pueblo argentino, esto es “telurismo” e
“indianismo”. La conciencia y el ideal de nuestro pueblo estaba en “la argentinidad” palabra acuñada por el mismo
Rojas (y que la Bersuit le roba).

Incorporado al radicalismo tras la caída de Yrigoyen, criticado por sus escritos, y su militancia en contra de la
neutralidad argentina defendida por Yrigoyen, lo convirtieron en un personaje de actitud política ambigua y sin
definición clara. Pero Álvarez lo quiere y defiende que fue coherente con su democratismo nacional y que, por ello,
debió ser solidario con el yrigoyenismo que representaba esos ideales. Esto es, que no era antidemocrático, y por
eso no combatía a los radicales.

Su tono de provinciano herido por la pérdida de la conciencia de la nacionalidad será siempre su título de gloria.
Rojas fue un adelantado del nacionalismo y lógicamente poco tuvo que ver con quienes siguieron, que tenían bases
ideológicas opuestas a la suya, y con quien tuvo grandes disgustos.

CAPÍTULO 4: NACIONALISMO Y POLÍTICA: LEOPOLDO LUGONES

Lugones no ha sido estudiado en profundidad por las siguientes razones:


- Se oponía a la militancia (a pesar de haber actuado como funcionario público)
- Los cambios ideológicos de Lugones le valieron el rechazo de los intelectuales: socialismo- anarquismo- hasta
el nacionalismo de derecha. Fue, por ello, el hombre más insultado de su tiempo. Si la izquierda “perdonó” a
Lugones su traición, los liberales no le perdonaron que pasara al Nacionalismo católico de derecha, quienes
también desconfiaron de su miembro “converso”.

Como integrante del grupo Modernista, puso en evidencia una preocupación ético-política, contra el materialismo
en Hispanoamérica. Cabría establecer tres grandes etapas en su pensamiento:

- Etapa socialista (1893- 1903): su eje es una afirmación de la vida como realidad biológica elemental. La
sociedad debería ser más libre y autentica, lejos del rasero burgués y mediocre que niega toda existencia
posible. El ideal ético y estético de Lugones estaba unido a una realización de su patria en armonía con un
proyecto objetivo de mejoramiento del país.
Paso fugaz por el socialismo- deviene en anarquismo. Luego se deslinda de la izquierda.
- Etapa Liberal: 1903- 1920: para la izquierda, son los años del ascenso político de quien los traicionó; para la
derecha es un Lugones repudiable por aliadófilo, belicista; pro norteamericano y anticristiano. De esta
época, sus libros apuntan a orientar la reforma de la sociedad argentina. La intención es hallar una filosofía
de la vida y de la cultura que reemplazara la vigencia del cristianismo cuyo dogma de obediencia y moral
servil negaba la libertad del hombre. Aspiraba a demás a una aristocracia de espíritu que reemplazara a la
demagogia, el egoísmo y el predominio de los sentimientos innobles.
Desde funciones en el gobierno, busco a reformar la educación como base de la formación del espíritu
nacional y el fundamento de la personalidad argentina.
Además, en la primera década del siglo, advirtió que la sociedad occidental estaba en crisis y los síntomas de
guerra eran lo que lo evidenciaba. Buscaba defender valores que resignificaran los ideales, opuestos a lo que
estaba causando Alemania en el mundo.
Además, sostuvo la “solidaridad social” como final de una revolución que hiciera justicia al pueblo, por lo
que elogió en 1917 a la rev. Rusa.
Luego repudio los principios democráticos y liberales por considerarlos utópicos, pero frenó este
pensamiento en apoyo a la intervención argentina en la guerra a favor de los aliados.
Fue defensor del panamericanismo y la democracia como imperativo de fraternidad entre naciones.
Respecto de estados Unidos, creía que nuestro sentimiento de inferioridad era consecuencia de la
mezquindad argentina. Era un contradictorio en definitiva, pero Álvarez dice que se mantuvo en los
principios que siempre había fijado.
- Etapa nacionalista 1921 1938: desde 1921 milita en el nacionalismo cdo no cree más en la democracia.
Período de máxima participación política. El período de entreguerras demostró que la realidad ya no era de
ideales democráticos, sino que se construía sobre el autoritarismo que buscaba fundar la nación y defender
sus principios esenciales. El tema central de sus conferencias es el patriotismo. La patria se ve amenazada
por la desintegración que originaba la falta de potencialidad militar y la acción subversiva de conspiradores
extranjeros de ideas de izquierda, que había que expulsarlos.
El viraje decisivo hacia el autoritarismo fue en 1924. Intimó con militares del ejército argentino. Para Álvarez
es el fundador del “militarismo integral”. El nacionalismo solo podía llevarse a cabo mediante un golpe de
estado que integrara al ejército en la vida política y terminara con el sistema de partidos que solo buscaban
el favor electoral de las masas ignorantes.

CAPÍTULO 5: LA RENOVACION IDEOLOGICA Y ESPIRITUAL

LA CRITICA AL POSITIVISMO:

Se produjo una reacción contra el positivismo y el cientificismo materialista que todavía imperaba en los sectores
más influyentes de la política. Esto fue representado por una actitud de rebeldía contra el egoísmo satisfecho de las
oligarquías burguesas.

MANUEL GÁLVEZ:

Dice que la argentina de su tiempo clama por la espiritualización de la conciencia nacional. Era profundamente
católico y adoraba España. Salvo por estos dos rasgos, su nacionalismo es muy parecido al de Rojas. Su libro de
poesías fue un intento de evocar el sentimiento a la patria y a la tradición.

NUEVOS AIRES FILOSOFICOS:

1916: visita de J. Ortega y Gasset a la Argentina. Difusión de la nueva filosofía alemana y la crítica al positivismo:
Kant, Hegel, etc. Los jóvenes estudiantes de filosofía de Buenos Aires fundaron bajo su patrocinio el Colegio
Novecentista. Demolieron la figura de José Ingenieros que actuaba como vocero ideológico de la oligarquía argentina
en las primeras décadas de siglo (sin embargo, la historia no lo ha juzgado porque terminó siendo filo comunista-se
burla Álvarez) este colegio actuó como base ideológica distinta, que sustentará al Nacionalismo.

Sus preocupaciones eran renovar la vida universitaria, llevar los principios de libertad, idealismo y anti dogmatismo a
las aulas. Busca la reforma universitaria en su pedagogía, en su formación. El 1° de abril de 1918 se leyó el
“manifiesto” del colegio Novecentista, que promovía la reforma intelectual.

La Reforma Universitaria, impulsada en parte por este movimiento que pedía una cultura nacional liberada del
materialismo y el dogmatismo positivista, se encontró pronto en manos de socialistas e izquierdistas que la
convirtieron en un punto contra el orden social y la religión católica.

LA RESTAURACION CATÓLICA:

En torno a intelectuales católicos comenzó a surgir un movimiento renovador, de acuerdo con la doctrina social de la
Iglesia, que se manifestó en una actividad educativa intensa, que tuvo injerencia en la formación del pensamiento
nacionalista, acompañando una posición política conservadora. En 1930 presentaba toda su fase de renovación que
implicaba vivir más intensamente la fe, estudiar los fundamentos filosóficos y teológicos, encarnar los principios
religiosos en la vida política y cultural del país, recuperando para el catolicismo su lugar preeminente que, por sus
tradiciones, debía tener en la Argentina.
CAPÍTULO 6: LAS VÍSPERAS DE SEPTIEMBRE

PRIMEROS CONNATOS DE ACCION NACIONALISTA:

Manuel Carlés, de origen radical, fundó la “Liga Patriótica Argentina” que actuó en la Semana Trágica de 1919. Se
declaraba nacionalista y prefiguró las organizaciones paramilitares posteriores.

En 1926, se fundó en Buenos Aires el “Partido Nacionalista” que carecía de características ideológicas propias del
Nacionalismo. Estaba formado en general por conservadores y se declaraba impersonal, democrático y principista en
la Capital Federal

También, el nacionalismo se hizo presente en individuos que no se definían como nacionalistas, pero defendían los
intereses argentinos vulnerados, a veces a con los radicales, a veces contra ellos. Sobre todo, rechazaban la
expoliación sufrida por el país a cauda de las empresas y los capitales extranjeros. Por ejemplo, Martín Ortíz Pereyra
que declaraba que se necesitaba llegar a la independencia económica e intelectual, que hacía pensar a los argentinos
en términos extranjeros.

También Benjamín Villafañe, radical alejado de su partido por el yrigoyenismo, fue gobernador de Jujuy. Fue
partidario del golpe del 30 pero luego abandonó la postura conservadora por una independiente. Colaboro con los
nacionalistas en periódicos y organismos políticos. Sus temas son el federalismo, la protección de las industrias
nacionales, la defensa del interior y de las provincias empobrecidas, proteger a la argentina de los intereses
extranjeros.

Otros: Joaquín Castellanos, Ricardo Caballero, José Bianco

“LA NUEVA REPÚBLICA”

Desde 1927 se publico el semanario “La Nueva República”, subtitulado “Órgano Nacionalista” y luego, “Semanario
Nacionalista, dirigida por Rodolfo Irazusta.

Sus integrantes eran de todas las corrientes.

El periódico atravesó tres etapas. La primera, desde diciembre de 1927, termino en 1928 cuando Yrigoyen asumió su
segundo mandato. La segunda desde allí hasta el golpe del 30, con dirección de Ernesto Palacios. La tercera desde
el golpe hasta 1932, nuevamente con Irazusta.

Los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta eran intelectuales hijos de Cándido Irazusta, uno de los fundadores de la UCR
en Entre Ríos. Sus viajes a Europa les dieron mucho conocimiento.

Ernesto Palacios había militado en la Reforma Universitaria, y se consolidó a través de la Revista Martín Fierro de las
cual fue uno de sus fundadores en 1924. Luego se arrepintió de la ingenuidad con la que se había entregado al
vanguardismo, ya que se dio cuenta que se auto elogiaban, eran vanidosos y hacían culto al éxito fácil.
Luego adhirió al catolicismo y a la idea de orden tradicional.

Para Álvarez, no es justo que se los critique por imitar las ideas de Mussolini y por proponer un sistema de
representación corporativa, como el modelo fascista, ya que eran juzgados con la crítica de la Izquierda. (Álvarez
ama a los nacionalistas y les perdona todo, en definitiva).

¿Cuál era la ideología de la Nueva Rep.?

- El repertorio de autores clásicos y modernos como platón, Aristóteles, Cicerón, etc. Por su clara posición
antirrevolucionaria. La idea era, a través de estos autores, conformar una tradición política.
- Sostenían que la argentina había heredado la tradición europea por medio de España y que las luchas por
consolidar la tradición habían culminado en instituciones republicanas, representativas y federales
consagradas en la Constitución, en donde se garantiza la libertad y la armonía social. Sobre esta base puede
hablarse de tradición republicana, legado que hay que proteger contra el espíritu revolucionario.
- En la segunda etapa del semanario, durante el gobierno de Alvear, tomo una postura anti yrigoyenista y anti
radical. Pero también se enfrentaron a toda la oposición. Planteaban la crisis del sistema democrático, la
democracia era una degeneración de la república, de allí que fuera el principal problema argentina. No
ofrecieron un sistema político que la remplace, sino tibias reformas en el mecanismo electoral, sin partidos.

CAPÍTULO VII: EL GOLPE DE ESTADO DEL 6 DE SEPTIEMBRE DE 1930

La campaña política de La Nueva República y otros diarios prepararon el ambiente del golpe. Pero no tuvieron, según
Álvarez, un papel mayor al de los grupos opositores al Yrigoyenismo.

En el golpe específicamente, la actuación nacionalista fue nula, puramente castrense.

FRACASO DEL NACIONALISMO

Las tibias reformas propuestas por el gobierno de Uriburu determinaron el desgano de los nacionalistas. En los
nacionalistas persistió una esperanza de avance revolucionario, pero los conservadores redujeron el golpe de estado
a un simple cambio de funcionarios.

Durante la época de Yrigoyen y de Alvear, había dos posturas sobre la función del Estado ante los yacimientos petrolíferos:

 Liberal: no intervención estatal (postura de los conservadores, los socialdemócratas y algunos radicales).
 Nacionalista: si a la intervención del estado (postura de la mayoría de los radicales).

Algunos derivados del petróleo son: la brea, el asfalto, los combustibles como el querosén, el diésel oíl y las naftas. Hacia
1907 no había explotación del petróleo hasta que en Comodoro Rivadavia se encontró una cuenca petrolera de 45 km. Este
hecho adquiere importancia a partir de 1914 cuando el Estado muestra interés en explotar dicha cuenca. Cuatro años
antes (1910) se había conformado para su explotación la Compañía Nacional de Petróleo de Comodoro Rivadavia. Otras
leyes en relación a la explotación petrolera son:
 Código de Minería (1886).
 Ley 4157 (1903) establece que el Poder Ejecutivo manará explotar y medir las tierras fiscales e modo que se
determine sus condiciones de irrigación y su aptitud para la agricultura (…) y otras industrias.
 Proyecto de nacionalización del petróleo (1927), se da durante la presidencia de Alvear. Fue aprobado por los
Diputados pero frenado en el Senado.

En el año 1922 se crea “Yacimientos Petrolíferos Fiscales” por el gobierno d Yrigoyen, pero es puesto en funcionamiento
en el gobierno de Alvear. En ese mismo año, se designó como director de la empresa a Enrique Mosconi. Dentro de los
objetivos de la empresa estaban: extraer petróleo, monopolizar las acciones petroleras, es decir, la exploración,
explotación y refinación del hidrocarburo, y el autoabastecimiento.

Desde el mismo momento que se crea, Yrigoyen la nombra autónoma, pero vinculada al Ministerio de Agricultura. Las
áreas de trabajo serían los territorios nacionales. En 1925 se inaugura en La Pata la Planta de Refinación, es Estatal, pero
quien la construye fue EEUU.

Hacia 1928, se produce una disputa en relación con YPF, porque, por un lado, su director Mosconi quería convertirla en una
empresa de capitales mixtos, en tanto que Yrigoyen deseaba que la misma fuese puramente estatal.

El petróleo.

U2. PETRÓLEO. CARPETA DE APUNTES

- Países petroleros: Venezuela y Ecuador


- Países con petróleo: Argentina
- Países sin petróleo: Chile

¿Cuál es la diferencia entre los dos primeros? La mayor sustentabilidad, el autoabastecimiento y, por tanto, la
independencia económica.

HASTA ESE ENTONCES (1920) LAS ZONAS PETROLERAS ERAN:

- Cuenca del NOA: Salta, Jujuy y Formosa


- Cuenca cuyana- neuquina
- Golfo de San Jorge: Santa Cruz, Chubut.

¿de dónde provenía la energía?

Para 1907:

- 78% carbón: su fuente principal de aprovechamiento era el ferrocarril. Sin embargo, no había cuencas
carboníferas por lo que el 99, 3% se importaba.
- 21,6% madera
- 0,4% Petróleo: del total, el 95% se usaba para kerosene de la iluminaria.
Para 1927:

- 61% carbón
- 16% madera
- 22% petróleo: aumentó su explotación por el descubrimiento de petróleo por parte del Estado Argentino.

Para 2007:

- 0,3 % Carbón
- 1,8% madera
- 40% petróleo
- 40% gas

POSTURAS HACIA 1917:

1) Postura liberal: el estado no debía explorar ni explotar. Apoyaban esta postura los Conservadores, los
Socialistas y algunos radicales.
2) Postura nacionalista: no había una opinión homogénea. Para algunos debía explotarse todo, para otros solo
un poco y para otros no todo pero si mucho. Esta postura era apoyada por Radicales.

DERIVADOS DEL PETRÓLEO:

1- Brea: es la utilización más antugua. Se encuentra en superficie. Servia para palear barcos, empermeabilizar
las cajas de vino, etc.
2- Asfalto: desde 1920. Se convirtió en el elemento de mayor importancia en el 30 como medio de
impermeabilización de las nuevas calles y rutas.
3- Combustible:
a- Kerosene: utilizado para la combustión (motores, iluminaria)
b- JP: nafta de aviación
c- Diesel Oil
d- Fuel Oil: era el menos refinado y se usaba para los trenes
e- Naftas

Grado de desarrollo: es importante tener en claro que desde Yrigoyen hasta Frondizi NO MEJORA LA REFINACIÓN.

HISTORIA DEL PETRÓLEO EN LA ARGENTINA:

1- Salta: desde el siglo XVII. En 1872 Federico Stuart. En 1906 Antonio Tobar
2- Mendoza: explotado por los jesuitas en 1787. Sólo Brea. En 1886, se conforma la Compañía Mendocina de
Petróleo, que logró un oleoducto de 33 km. De largo (aguas de Corral) para el ferrocarril trasandino. Fue el
6to oleoducto mas grande del mundo pero fracasa. Para 1907 ya no se produce casi.
3- Jujuy y Neuquén: fue un fracaso
4- Comodoro Rivadavia: 13-12-1907 Decreto de prohibición de instalación de nadie 40 km alrededor.
En 1914 toma relieve por la IGM. Todos apoyaron su nacionalización. Se conforma la COMPAÑÍA NACIONAL
DE PETRÓLEO DE COMODORO RIVADAVIA, sólo superada por la Compañía de la Corona, perteneciente a
Inglaterra.

LEGISLACIÓN AL RESPECTO:

a) 1903. Ley 4157: manda a explorar y medir las tierras fiscales para ver su irrigación ( sigue pero no lo copié,
hay que buscarla). Esta ley se incorpora en la Constitución del 49 en su artículo n° 40. A medida que se
explore, el Poder Ejecutivo verá el destino de esas zonas.
b) 1886-1994. Código de Minería: El Estado no puede explotar ni disponer del recurso. (carácter netamente
liberal)
Se realizó un decreto estableciendo que la Compañia de Comodoro era autónoma (no estatal), a fin de lograr
que de alguna forma su explotación fuera legal.
c) 1927. Presidencia de Alvear. Proyecto de Nacionalización del Petróleo: sólo es aprobado por los radicales
(anti personalistas y personalistas). Fue el único caso en que se pusieron de acuerdo. Conservadores y
Socialistas no apoyaron. En la Cámara de Senadores no fue aprobado.
De marzo a mayo de 1930, hay recambio legislativo buscando cambiar la composición del Senado para que
se lograra la aprobación. Por ello, declarando el “olor a petróleo” – tipo de frase como olor a caca, haciendo
alusión a una movida traidora- las compañías petroleras instigan un golpe intentando que no se apruebe.

PENSAMIENTOS

- Mosconi: buscaba un tipo de empresa mixta. Era el director de YPF y sabía que necesitaría de mayor dinero
para trabajar.
- Yrigoyen: quería una empresa estatal.

YACIMIENTOS PETROLÍFEROS FISCALES (YPF):

 En 1922 fue creada por Yrigoyen por decreto – desapercibido por la prensa-
 Fue puesta en función por el gobierno de Alvear
 El director fue el Ingeniero Mosconi
 Objetivos:
- Extraer petróleo
- Monopolizar las acciones petroleras (exploración, explotación y refinamiento)
- Lograr el autoabastecimiento (en 1961, 1962 y 2010 fueron las únicas veces que Argentina se autoabasteció)
 La empresa tenía “autonomía” según Yrigoyen, pero en verdad estaba vinculada al Ministerio de Agricultura.
El que lo cambiará es Farrel, durante la presidencia de Perón.
 Áreas de acción para 1929: los territorios nacionales, Neuquén, Chubut, Santa Cruz. En 1933 suma Mendoza.
 Planta de destilación de La Plata: fue creada en 1925 con financiación de EUA. Se conformó: LA PLATA-
BETHLEHEM (fue construida por Bethlehem), y fue la planta más grande, ya que en Comodoro había una
muy pequeña.
 En 1934 se descubre pozo en Tupungato.

Carl Solberg. Petróleo y Nacionalismo en la Argentina

CAPÍTULO 4: ALVEAR, MOSCONI Y EL DESARROLLO DE YPF. 1922- 1927

El ejército argentino fue aliado poderoso de YPF en la década del 20 y proporcionó la dirección emprendedora a la
compañía petrolera estatal que estaba moribunda. Los oficiales apoyaban la industrialización de la Argentina y
optaban por las soluciones estatales para su desarrollo petrolero. Alvear, a la cabeza de YPF, colocó a Mosconi, quien
promovió la rápida expansión de YPF y la reorganizó como empresa verticalmente integrada para que pudiera
competir exitosamente con las petroleras internacionales. Mosconi formuló la ideología del nacionalismo petrolero y
su liderazgo transformó a YPF en un símbolo de la independencia económica argentina.

La presidencia de Alvear y el Cisma del Partido Radical:

La presidencia de Alvear coincidió con la prosperidad exportadora de la Argentina. A fines de 1927, el país volvió al
patrón oro desde 1914. A pesar de la prosperidad, la posición seguía siendo precaria.

La mayor parte de las inversiones venían de EUA. Sin embargo, su retención de las importaciones, sobre todo de
carne, cerró a la argentina esta fuente de exportación y contribuyó a la dependencia respecto de Gran Bretaña.

Mosconi se enfrentaría a las petroleras extranjeras, sobre todo contra la Jersey Standard, que se expandía por el
país. Inglaterra no se preocupaba tanto por esto, sino por mantener el comercio de carbón y petróleo con la
Argentina, no como producción local. Por lo tanto, se preparaba una política petrolera antinorteamericana.

Alvear reforzó las relaciones con Gran Bretaña, a la vez que sufría tensiones con Washington.

Yrigoyen pretendía seguir manejando el ejecutivo luego de la asunción de Alvear. Se habían distanciado antes
respecto de su posición de apoyo o rechazo de la Argentina en la Liga de las Naciones (Alvear buscaba que Argentina
ingresara). Pero una vez en el poder, el conflicto se amplió, cuando Alvear revocó nombramientos que Yrigoyen
había realizado antes de terminar su mandato. A esto se le suma la severidad financiera de Alvear, que contrastaba
con la generosidad de su predecesor.

A mediados de la década del 20 la UCR se dividió en personalistas y antipersonalistas. El cisma además reflejaba
divisiones de clase y región. Centrados en Capital Federal y prov. De Bs. As, los personalistas y, en el interior, los
antipersonalistas que eran mayormente antidemocráticos.
En 1920 se había producido el conflicto sobre la exportación de azúcar y las políticas de precios entre los intereses
de las provincias del noroeste y los portavoces de las masas urbanas consumidoras. Yrigoyen abogó por el control de
precios, contrariando a las provincias que dependían del azúcar y apartó a miembros del partido en la provincia
como a Benjamín Villafañe, que era diputado. Así, gobernador de Jujuy en 1924, se volvió antipersonalista.

El cisma radical de 1924 le costó al Partido perder su mayoría en diputados, y los antipersonalistas se unieron a los
conservadores, socialistas y demócratas progresistas contra el yrigoyenismo. Así, el congreso se deterioró. Para
evitar el “contubernio”, los yrigoyenistas practicaron el obstruccionismo y boicotearon las sesiones de las Cámaras,
incluso desatendiendo la aprobación del presupuesto anual para 1925.

Alvear designo ministros competentes. Tomás Le Breton, ministro de Agricultura, fue el respaldo más sólido de YPF
junto con el Ministro de Guerra, Justo. Precisamente Justo, que era ingeniero civil, presentó a Mosconi que por
entonces era parte del Servicio Aeronáutico del Ejército. Pronto, Mosconi fue designado director y presidente de la
Comisión Administrativa de YPF.

El nacionalismo económico y el ejército:

Un pequeño grupo de oficiales, en la primera posguerra, comenzó a propugnar la industrialización y la


autosuficiencia nacional como fundamentos de la seguridad militar y del futuro económico argentino, convencidos
de que la capacidad de sostener la guerra depende de la presencia de la capacidad industrial eficiente. (la guerra se
halla detrás de este examen militar). Sin embargo, su mayor influencia, dice Solberg, fueron los intelectuales
nacionalistas de los años 20, sobre todo Leopoldo Lugones, quien proclamaba que había llegado “La Hora de la
Espada”, aspirando a un nuevo futuro de potencia nacional, industrial e independencia económica.

Se convencieron de que el estado debía intervenir para colaborar con el financiamiento y operación de instalaciones
industriales como fábricas de aviones y refinerías de petróleo.

Criticaban el poder de los trust extranjeros y sostenían que los sectores industriales claves debían financiarse por
capitales argentinos.

Justo, como ministro, propuso como objetivo militar el crecimiento industrial, amplió las instalaciones
manufactureras del ejército y aprovisionó al ejército nacional de productos de industria argentina. La meta sería que
la Argentina, si no hacía esto, se encontraría impotente en una guerra futura.

Posturas:

- Coronel Baldrich del Ejército: abogaba por el monopolio estatal de YPF.


- Marina: toman el modelo de empresa mixta alemana. Poco peso político en el gobierno de Alvear.

Mosconi al Timón de YPF:

Fue directos de 1922 a 1930, cuando murió. Defendía la causa estatal. Se dedico a fortalecer y ampliar la industria
petrolera estatal y a reducir el poder de las compañías petroleras extranjeras.
Durante su servicio en la aeronáutica, se dio cuenta que la Argentina descansaba enteramente en el combustible de
aviación importado.

Al frente de YPF, identificaba a la empresa con el patriotismo argentino, veía en sus obreros a un soldado civil.

Cuando ingresó a YPF, la desorganización económica y administrativa era caótica. Una vez que realizó un diagnóstico
de la empresa, y convencido de que YPF debía ampliar sus operaciones para competir con las petroleras privadas, se
dedicó a la reorganización y al desarrollo de la empresa.

Primero, luchó hasta conseguir en 1923 la autonomía administrativa (aunque seguía formando pare del Ministerio
de Agricultura). Así, estaría dirigida por una Comisión Administrativa de 6 miembros.

En segundo lugar, preparó un plan de 4 años proyectando el incremento de la producción de crudo en Comodoro y
la expansión de la línea de productos refinados que YPF colocaba en el mercado, todo esto ampliando la perforación
de los yacimientos de Comodoro Rivadavia que ya habían sido explorados. Preveía que las ganancias serian de 65, 1
millones y eso atraería inversiones de capital: muelles, instalaciones de abastecimiento de agua, una usina moderna
que produjera electricidad para las bombas de los pozos, mercados urbanos, y lo más importante, UNA REFINERÍA.

La refinería era el proyecto de mayor envergadura ya que la capacidad de refinación existente obligaba a vender la
mayor parte de la producción en forma de petróleo crudo, perdiendo las ganancias lucrativas de la refinación y la
distribución que quedaban firmes en manos extranjeras,

En 1923 se firmó contrato con la Bethlehem Steel Corporation de los EUA para construir juntos la refinería. Un
decreto de Alvear autorizó a YPF a financiar la refinería con créditos del Tesoro Nacional para hacer pagos
preliminares a la Bethlehem.

La Anglo Persian había tenido interés en construir una refinería con Argentina, y la postura pro estadounidense le
generó rechazo. Creían que la Bethlehem era una fachada de la Jersey Standard que se adueñaría de toda la
industria petrolera cuando Argentina no pudiera administrarla más. Por su parte, la Jersey pensaba que la
Bethlehem era una maquinación de la Anglo Persian.

La refinería se localizaría en las cercanías de La Plata, cercana a la capital, con el puerto de Ensenada en donde
podían descargar los buques de la Patagonia.

En 1925 comenzó su producción y se convirtió en una de las diez refinerías más grandes del mundo. Bethlehem la
operó un año, entrenando a los argentinos. Durante ese año la producción aumentó casi diez veces igualando a la de
todas las refinerías privadas.

El problema fue que el petróleo de Comodoro era muy pesado en parafina ¿, dejando alta proporción de residuos.
En consecuencia, en 1927 se firmó con la Bethlehem un plan de construir una planta de destilación que aumentara el
rendimiento de la gasolina eliminando los residuos por destilación primaria, que fue completado en 1929,
implicando incrementos significativos en la refinería.
En 1922 YPF comenzó a vender gas. Mosconi priorizó la producción de gasolina para aviación desde 1923. Entre la
diversificación productiva que logró YPF se encuentra: kerosene, gasolina, “agricol” combustible para tractores
agrícolas, combustible diesel.

En 1923 la empresa comenzó a construir la base de un sistema de distribución nacional.

A pesar del crecimiento, Argentina siguió dependiendo en gran medida de los derivados del petróleo importados, en
parte por la rápida adopción del auto como medio de transporte, que aumento el consumo de los derivados del
petróleo. (fuel oil, gas oil y diesel oil)

La producción tampoco aumento tanto como preveía Mosconi. Esto fue porque se decidió concentrar la perforación
intensiva en tierras previamente explotadas. Mosconi no previno la caída de la producción por pozo unida al
aumento de agua en el petróleo bombeado a medida que crecía la actividad perforadora. El eslabón débil del plan
de desarrollo era entonces que no se había previsto gran presupuesto para nuevas perforaciones. Mosconi
priorizaba aumentar la producción de derivados del petróleo, sin atender a la necesidad de nuevas exploraciones.

Otro problema provino de los trabajadores, quienes recibían sueldos bajos ya que el costo de vida en la Patagonia es
mucho mayor y, por lo tanto, los sueldos reales no atrajeron a personal especializado y de calidad. Consciente de
esto, Mosconi intentó mejorar su nivel de vida remplazando las casuchas donde vivían por albergues adecuados y
ordenó la construcción de un pequeño hospital moderno. Pero en 1930 solo había dos médicos. Además, poco se
hizo respecto de la seguridad laboral y los accidentes de trabajo.

Para inculcar los valores tradicionales de la nación, eje de su plan patriótico, construyó un monumento a San Martín
y una Iglesia y se presentaba como hostil al movimiento obrero local. Muchos obreros eran oficiales del ejército, que
trabajaban con uniforme para simbolizar la militarización de la fuerza de trabajo.

El gobierno de Alvear contra las petroleras

Alvear abogaba por una campaña contra las compañías petroleras extranjeras y la reserva de recursos petroleros del
país para el uso futuro de YPF.

El plan propuesto al congreso preveía la nacionalización de YPF, haciendo que las concesiones provinciales pasaran a
ser del estado nacional, dando a YPF la facultad de comenzar a producir en las provincias, hasta entonces limitado a
los territorios nacionales.

Las luchas en el congreso impidieron su aprobación. Dos años más tarde, en 1925, volvió a enviar su propuesta. Una
vez más fracasó. Unas sesiones extraordinarias llamadas por Alvear, en marzo de 1926, donde se trataría la
temática, se convirtió en caos político y parlamentario.

En enero de 1924 Alvear había dictado dos decretos basados en la Ley de Tierras Publicas de 1903.
- El primero: creaba una reserva petrolera estatal de 33 millones de ha. En los territorios nacionales. En
consecuencia, solo el estado podría explorar en las tierras no denunciadas de la nueva reserva, que incluía
toda el área patagónica.
- El segundo: ordenaba a la Dirección de Minas que examinara cada uno de los pedidos de concesión petrolera
en la reserva, para asegurar que sólo se le permitiera explotar allí a quien pudiera probar que tenía el
propósito de producir petróleo. Se buscaba que se renunciara a los pedidos exigiendo que el demandante
poseyera capacidad financiera para explorar y que se terminara con el retraso burocrático.

Los decretos dieron lugar a la disputa del gobierno con la Anglo Persian, que operaba en Comodoro Rivadavia desde
1921. Al encontrar petróleo el anglo persian pidió derechos de explotación en tierras adicionales a las que tenía.
Estas tierras estaban dentro de la reserva y su pedido fue rechazado. A esto se le suma que, en 1925, YPF comenzó a
explotar a cincuenta metros de la compañía británica. Los británicos lo criticaron señalando que esto reduciría la
producción de la empresa, pero no fueron oídos.

El campo del conflicto: las provincias petroleras:

En Salta y Jujuy:

Tras el auge petrolero de Comodoro, el gobernador salteño dejo de hacer concesiones y se lanzó a crear una reserva
petrolera para explotación nacional. La oligarquía provincial, del Partido Unión Provincial, presionaba para que se
abriera a la inversión extranjera, debido a la lentitud del gobierno nacional.

Salta subsistía debido a la venta de ganado a las provincias nitreras de Chile. Cuando el nitrato fue sustituido por el
fertilizante sintético, Salta calló junto con esas regiones. De ahí que se buscara una salida con el petróleo, que
adquieran hasta 1922 grandes concesiones, sobre todo los asociados de la Jersey Standard.

Güemes, gobernador radical desde el 1922, decretó en 1924 la formación de una reserva petrolera, prohibiendo
toda exploración privada por cinco años salvo de YPF. Otro decreto, estableció la revisión de las concesiones según el
código minero nacional. Así, la Standard suspendió la mayor parte de sus actividades en Salta.

La Standard había conseguido en Jujuy muchas concesiones de la mano de su afiliada: la Leach Brothers.

El gobernador Benjamín Villafañe decretó también la creación de una reserva petrolera que abracaba casi la
totalidad de la provincia, salvo las tierras de la Leach. YPF entro en Jujuy en 1925 cuando los ferrocarriles del Estado
le transfirieron una propiedad de 2000 ha en las cercanías de El Quemado, donde la Standard había encontrado
petróleo en 1923. Mosconi mando a revisar las concesiones y no sólo encontró irregularidades, sino que los
permisos que había otorgado Salta habían caído, casi todos, en manos de la Standard. Esto motivó los decretos de
reserva de ambas provincias en 1924.

Pero todo se frustró con el acceso de Joaquín Corbalán, de la Unión Provincial, a la gobernación de Salta tras el cisma
del radicalismo. Corbalán anuló los decretos de 1924 y dio derechos a la Standard que, en 3 años, tenía siete pozos
productivos y 13 más en preparación y 256 km de caminos de acceso, dos pequeñas refinerías y un hospital.
Se creyó que Villafañe también cooperaba con la Standard y se les pidió que modificaran sus políticas. La puja fue
tan grande que se mostró la debilidad del anti personalismo, ya que a la disputa se agregaba que Alvear estaba
beneficiando a las regiones de economía exportadora. Así, el anti personalismo se dividió en líneas regionales. Los
antipersonalistas de provincias productoras de petróleo se unieron a algunos conservadores que no querían cambios
en la legislación petrolera existente.

Por su parte, los yrigoyenistas se unieron a Alvear para oponerse a la Standard. La unión de Alvear e Yrigoyen
debilitó a las provincias petroleras.

En 1927 se logró que un español, Francisco Tobar, transfiriera su pozo y otras concesiones que tenía a YPF. A cambio,
recibía una garantía en regalías sobre la futura explotación de petróleo. Las propiedades estaban en Orán,
superpuestas a las concesiones de la Standard, que el gobierno no había marcado con precisión. Corbalán atendió al
reclamo de la Standard, dando lugar a una batalla judicial de jurisdicciones.

En definitiva, Villafañe y Corbalán defendían su autonomía provincial y creían que, si el estado nacional tomaba la
producción, la riqueza se traspasaría a la nación y pocas serían las concesiones para las provincias.

En Mendoza:

La Compañía “El Sosneado”, era una empresa chilena adquirida por norteamericanos. Éstos propusieron al gobierno
provincial la formación de una empresa mixta. El gobernador era Orfila, aliado a Lencinas, radical que por entonces
rompía con Yrigoyen en 1922, a causa de su política centralizadora.

Orfila no se atrevió a enfrentar el rechazo de Alvear a esta concesión y, de cualquier forma, hasta 1930 no salió
petróleo de esos yacimientos.

CAPÍTULO 5: LA POLÍTICA PETROLERA Y EL COLAPSO DEL LIBERALISMO ARGENTINO 1927- 1930

En 1930, medio siglo de crecimiento económico rápido entra en un período de estancamiento económico. Ese
mismo año, el experimento político democrático se derrumba ante el militarismo.

En 1928 asumía su segundo gobierno Yrigoyen. Mosconi se mantuvo como director de YPF formulando una
ideología de desarrollo petrolero nacional, que incorporó el concepto de empresa mixta y apunto tanto a la máxima
eficiencia como a la propiedad nacional. Sin embargo, Yrigoyen presionó por realizar un monopolio petrolero
estatal. El resultado fue una polarización desastrosa sobre temas constitucionales del federalismo y los derechos
provinciales.

La Argentina y los EUA, tensiones económicas:

Si bien la monopolización de Yrigoyen amenazaba a todas las compañías privadas, rara vez se atacaba otra que no
fuera la Standard, ya que simbolizaba el ataque contra el capitalismo norteamericano. A esto se le sumaba el
resentimiento a causa del proteccionismo norteamericano. De ahí que EUA era el principal país al que Argentina
compraba, pero nuestros productos no ingresaban al mismo nivel en ellos. El origen de este problema era dado
porque EUA y la Argentina producían los mismos bienes y aquellos productos que sí podían comprarnos, no lo hacían
a causa de los altos aranceles de posguerra levantados por EUA (cuero, carne, lino, lana, maíz, etc.)

La solución vino al aumentar las ventas de la carne, pero en 1926 EUA prohibió importarla debido a ser un país con
fiebre aftosa. En este caso, dice Solberg, se notaba que las restricciones norteamericanas eran por motivos políticos
más que por otra cosa.

Sabiendo que el país sufriría por el Sistema de Preferencias, que Inglaterra había establecido, y que significaba el
pago de aranceles a la importación a cualquier parte del Imperio Británico, y sabiendo también de la necesidad de
compradores que tenía la Argentina, el gobierno amenazó con leyes proteccionistas para recuperar su posición
perdida como proveedor de las importaciones argentinas. La Sociedad Rural rápidamente se mostró a favor.

Sin embargo, en el marco de la invasión norteamericana a Nicaragua de 1927, sólo podía verse a los EUA como
precursores de la ocupación militar abierta en la Argentina. El conflicto fue violento y estallaron bombas en bancos y
en la embajada de estados Unidos. Este ambiente ayudó al ataque contra la Jersey Standard.

El plan de monopolio petrolero estatal

Yrigoyen se propuso generar apoyo para su partido promoviendo la versión estatista del nacionalismo petrolero
entre las clases medias. El subdesempleo creaba un espacio de gente frustrada a la que podía apelar. El aumento de
empleos gubernamentales gracias al monopolio era un potente incentivo.

Yrigoyen fue apoyado por el general Baldrich, orador convincente.

En mayo de 1926, dos ingenieros de la Standard en Orán, Salta, aparecieron robados y asesinados. Poco después
aparecieron papeles en donde la Standard pagaba 5000 pesos en recompensa por sus asesinos. Corbalán arrestó a
seis Argentinos. Mas tarde la empresa dijo que esos carteles no habían sido autorizados. Baldrich se quejó de la
tortura de los argentinos y dijo que los norteamericanos hacían caso omiso a las leyes argentinas.

Los acusados fueron liberados cuando el gobierno reveló que los asesinos eran dos ciudadanos norteamericanos. La
Standard dio conferencias y comunicados donde hablaba de todo su aporte a la provincia de Salta y al país. Las otras
empresas se unieron a ella y entregaron un petitorio a la Cámara de diputados estableciendo que el interés nacional
requería de una producción creciente y que las restricciones de YPF iban en contra de ese objetivo. Sus líneas
estaban en relación con las defensas del federalismo que hacían las provincias productoras de petróleo.

Sánchez Sorondo, conservador del litoral, y consejero estatal de la Standard, advertía a Yrigoyen de su mala política,
que amenazaba el derecho de propiedad privada.

La Unión Industrial Argentina planteaba una política de combinación, a través de la realización de una empresa
mixta, pero el apoyo político era limitado.
Por su parte, el PS, a consecuencias de problemas de liderazgo, se dividió, formándose uno nuevo: el PSI, que
apoyaba el plan de monopolio, mientras que el PS, desde siempre en contra de Yrigoyen, siguió oponiéndose a su
política.

La política del petróleo y el retorno de Yrigoyen al poder

Legislación al respecto:

- Despacho 95: junio de 1927. Básicamente una reafirmación de los planes de Alvear y antipersonalistas con
apoyo del PS. Proponía que el gobierno nacional extendiera su jurisdicción sobre las concesiones provinciales
de petróleo, gas y hierro; mantenía el derecho de los inversores privados a participar en la industria de
petróleo; autorizaba al presidente a crear empresas petroleras mixtas; creaba un monopolio estatal sobre el
transporte terrestre del petróleo y obligaba a todos los operadores privados a pagar impuestos a la
producción, parte de los cuales se les reintegrarían a las provincias por el gobierno federal.
- Despacho 77: presentado por la Legislación General. Establecía la jurisdicción federal de los depósitos
minerales de todo el país y el principio de propiedad estatal de depósitos. Este proyecto fue apoyado por
Yrigoyen con modificaciones que establecieran el monopolio petrolero nacional.

La disputa fue larga. El 1 de diciembre se votó el despacho 95 aprobando el artículo 1 que establecía la jurisdicción
federal sobre los recursos. los personalistas y los del PSI propusieron la enmienda que establecía el monopolio
petrolero nacional en toda la República. Si bien las compañías existentes no serían expropiadas, sólo YPF podía llevar
a cabo nuevas exploraciones y explotaciones. La enmienda fue aprobada. Rápidamente, toda la legislación petrolera
fue aprobada después de la votación de la enmienda, el 8 de septiembre.

Yrigoyen ganó las elecciones el 1 de abril de 1928. También obtuvieron mayoría en diputados, aunque solo tenían 30
bancas en el senado.

Sin embargo, Yrigoyen se distancio de su política nacionalista y, una vez ene l poder, se orientó a estrechar
relaciones con Inglaterra, orientándose a un solo objetivo nacionalista, el de la Standard Oil.

Los personalistas insistieron en el Congreso para que se aprobara la ley de expropiaciones, así YPF sería el monopolio
que querían. Las criticas establecían que esa ley no proponía cuánto costaría la expropiación y quién la financiaría.
Hasta el PSI se opuso. Pero la mayoría radical aprobó la legislación. Pero en Senadores, a causa de la disputa, se
propuso posponer su consideración.

Mosconi y la ideología del nacionalismo petrolero

Mosconi se mantuvo en silencio durante los debates. Luego, en 1928 condeno a las multinacionales petroleras,
retrató a YPF como modelo para los países productores de petróleo e instó a las naciones latinoamericanas a
cooperar con el desarrollo de políticas de explotación petrolera que redujeran la dependencia regional de la
inversión extranjera.
Pronto, salió de viaje. No fue bien recibido en EUA, pero sí en México, donde se entrevistó con el presidente Elías
Calles. Otra cálida bienvenida obtuvo en Colombia, siendo su presencia amenazadora para los intereses
norteamericanos. Luego fue a Perú y a Chile.

En su regreso a la Argentina, nuevamente como director de YPF, comenzó una ideología realista del nacionalismo
petrolero, a raíz de un programa políticamente viable y consecuente con los objetivos de industrialización y
autosuficiencia económica de la Argentina. Proponía una “organización económica nacionalista” que movilizara el
espíritu de empresa en el capital nacional y, para ello, el ejercito debía poner su aptitud técnica y organizativa a
disposición del desarrollo.

Se oponía a la expropiación de las compañías extranjeras, porque complicaría a la Argentina en cuestiones


internacionales. También se oponía a la organización estatista del presidente, optando por una empresa mixta en la
línea de la UIA y de Alvear, pero en el marco de un monopolio estatal. El 51% debía ser financiado por el gobierno y
el 49% por inversores privados argentinos. Estaría administrada por los privados, que la hacen eficiente, pero el
gobierno tendría derecho de veto. Yrigoyen hizo caso omiso a su propuesta.

Mosconi contra las compañías petroleras

La sobreperforación y la falta de exploración, sumado a una red de ventas y distribución inadecuada, causaron el
estancamiento productivo.

El plan de Mosconi fue bajar sorpresivamente el precio del petróleo. Esto obligo a que las compañías privadas
también lo redujeran a fin de competir. A lo largo de los 300 años siguientes, el gobierno argentino mantuvo los
precios del petróleo entre los más bajos del mundo.

En 1926, la URSS se convirtió en un nuevo exportador de petróleo de envergadura. Ante la decaída de los precios, las
empresas intentaron estabilizarse. Jersey Standard, Anglo PERSIAN Y Royal Dutch Shell, firmaron el acuerdo de
Achnacarry o “tal como está”, para fijar los precios y el mercado de todo el mundo. Mantendrían el volumen de
actividades de ese momento y de acuerdo con el fijarían volúmenes futuros y un precio fijo internacional.

En la Argentina, Mosconi esperaba una represalia por parte de las empresas privadas. La solución clave fue entonces
la Unión soviética, a través de la compañía Iuyamtorg, para la adquisición de gasolina cambio de diversos productos
agrarios. Fue un gran movimiento y las compañías internacionales tenían que reducir sus precios o perder el
mercado argentino.

El otro plan de Mosconi estuvo en relación con la distribución y comercialización, al adquirir las bocas de expendio
que había realizado con la firma Auger. El problema es que la mayor parte de las bocas de expendio estaban en el
interior. Con la ayuda del intendente Cantilo, que estableció una política para que se utlizacen en su distrito sólo
producción argentina, se aumentaron las bocas de expendio. En contrapartida, las privadas como WICO y Shell
construyeron estaciones de servicio modernas que contrastaban con los solitarios surtidores de YPF. Las privadas
controlaron el 80% de las bocas de expendio hasta 1930.
Agravamiento del conflicto por la política petrolera

Cornejo, radical personalista, asumió el gobierno de Salta en 1928 y tomó medidas para expulsar a la Standard de la
provincia, forzándola a suspender la mayor parte de sus operaciones a autorizar la explotación de YPF en un radio de
5 km de la antigua tierra de Tobar. La compañía comenzó un juicio ante la Suprema Corte. Sin embargo, sus trabajos
se vieron reducidos y limitados.

Bonardi, abogado de Yrigoyen acuso a la Standard de no haber realizado perforaciones dentro de los límites de
tiempo prescripto y de haber cometido muchas violaciones legales, además de acusar que el antiguo gobernador
Corbalán estaba a sueldo de la Standard. Naón, por su parte abogado de la Standard, presentó un alegato sobre
cómo la Standard había actuado dentro de la ley, en base a los decretos mineros de 1918 que nunca habían sido
derogados en la provincia. Esto marcó su triunfo preliminar, pero tras el Golpe de 1930 la corte pospuso el asunto
hasta 1932, que declaró nulos los decretos de Cornejo.

Los radicales comenzaron en 1929 una campaña para presionar al senado movilizando la opinión pública a su favor.
Sin embargo, el conflicto con los senadores Lencinas de Mendoza, Cantoni y Porto de San Juan a quienes no se les
reconocían las credenciales, demoró el trato de la cuestión petrolera. Este conflicto era político y tenía que ver con
que los Lencinas y los Cantoni eran una amenaza para el poder de Yrigoyen, por sus poderosas maquinarias políticas.

Al final, el senado decidió delegar la cuestión petrolera a una comisión de estudio especial. Dicha comisión buscó
estudiar también los negocios de YPF, pero Yrigoyen los ignoró, entonces el senado no avanzó mas.

La ofensiva económica británica:

Yrigoyen encaminó su política económica a reforzar los lazos con Inglaterra, permitiéndoles la apertura de nuevos
bancos.

Yrigoyen recibió a De Abernon, británico que venía en misión económica, en agosto de 1929. Eran duras exigencias y
amenazas de cerrar el mercado británico a los productos argentinos en favor de los de los Dominios, a menos que
Argentina les brindara un trato preferencial. Los principales objetivos eran dos:

- Vender equipos a los Ferrocarriles del Estado


- Expandir las exportaciones de seda artificial, textiles de rayón, que argentina gravaba con alto arancel de la
seda (cuando no era así)

El primer objetivo fue cumplido: Argentina compraría 9 millones de libras esterlinas en quipos ferroviarios a cambio
de que Gran Bretaña comprara una suma similar en productos de campo. Salvo que las compras argentinas debían
ser adicionales a las que ya realizaban mientras que no pasaba lo mismo con las británicas.

A cambio de la reducción arancelaria del segundo objetivo, Yrigoyen solicitó que no se impusiera derechos de
importación a la carne, cereales, manteca y frutas argentinas. En el lapso en que D´Abernon consultó con Londres,
para mostrarse amistoso Yrigoyen redujo el 50% los aranceles de productos elaborados con seda artificial
importados del Reino Unido. El gobierno británico no dio las concesiones, y Francia protestó contra el trato
preferencial hacia Gran Bretaña, el presidente se negó a reducir el arancel sobre la seda artificial. Sin embargo, el
tratado siguió siendo beneficioso para los británicos, que había ganado 9 millones de libras esterlinas.

En mayo de 1930, Yrigoyen negoció con la Shell, dejando atrás su política estatista. Diadema Argentina, subsidiaria
de la Shell, poseía concesiones petroleras en Chubut, que se hallaban sujetas a expropiación. Otra subsidiaria de la
Shell, la Anglo Mexican Petroleum Company se ocupaba de la importación y la distribución de combustible en la
Argentina. Diadema había querido construir una refinería para procesar el crudo importado de la Anglo MEXICAN,
PERMITIENDO que ésta dejara de pagar el arancel sobre la gasolina importada. De esta forma se la ponía en igualdad
con la WICO, subsidiaria de la Standard Oil, que lo hacía hace tiempo.

Yrigoyen aprobó el permiso y poco después lo anuló, cuando ya se habían importado más de 300 libras esterlinas en
equipo. El embajador británico buscó una posible solución, ofreciendo QUE Diadema diera entrenamiento a los
estudiantes del recién creado Instituto del Petróleo de la UBA, en la refinería proyectada. De esta forma, Yrigoyen
aprobó el permiso de construcción.

El comienzo de la gran depresión

En 1930 había elecciones de diputados. Los radicales utilizarían la cuestión petrolera para aumentar sus votos
informando los beneficios que habían tenido y las bajas de precios. Si bien lograron la mayoría, fue por escasos
puntos, y en la capital fueron derrotados por los partidos socialistas.

El fracaso de las medidas para detener las consecuencias de la depresión mundial, el derrumbe de las exportaciones,
y el fracaso de la cosecha de trigo de ese año provocaron la ruina total. Hubo crisis de los pagos internacionales, y
por tanto fuga de oro. Para evitar el colapso económico, Yrigoyen terminó con el patrón oro en diciembre de 1929 y
cerró la Caja de Conversión. El peso cayó un 20% respecto del dólar y las monedas europeas a la vez que crecía el
precio de las importaciones y las importaciones totales disminuían rápidamente.

Los salarios reales declinaron mientras cundía el desempleo.

Para cubrir los gastos, se recurrió a préstamos. Esto provocó una restricción del crédito y se enajenó a la elite
terrateniente.

A eso había que sumar la parálisis administrativa. Preocupado por la cuestión petrolera y planificando victorias
electorales en las provincias, el gobierno no dio prioridad a la legislación que combatiera la profunda crisis
económica.

Los productores y la SRA condenaron al gobierno por el problema del almacenamiento y el comercio y por la
declinación de los precios agrícolas. También Yrigoyen desatendió los consejos de la UIA, que establecían la idea de
aumentar los aranceles, ampliar la educación de las escuelas de artes y oficios, y asegurar el crédito para las
industrias. Como consecuencia, la UIA aplaudió el golpe de septiembre.
El petróleo y el Golpe del 30

Después de las amenazas y las intervenciones de Mendoza y de San Juan, y el asesinato de Lencinas, las tácticas
electorales fraudulentas hicieron que los radicales ganaran las elecciones legislativas en esas provincias, aunque por
la minoría resultaron electos dos cantonistas y un lencinista en diputados. Después de miles de disputas, los electos
no fueron aceptados por sus diplomas en el Congreso.

Intervenciones adicionales le permitieron a Yrigoyen alcanzar la mayoría en el Senado en septiembre de 1930, tras
elecciones. Pero el día antes de las elecciones en Mendoza y San Juan, Uriburu realizaba el Golpe.

Scalabrini Ortiz, dedicado a la revisión de la Historia argentina desde una postura antiimperialista, sostuvo que la
Standard Oil había desempeñado un papel fundamental en el golpe. Sostiene que las compañías petroleras buscaban
cancelar la proyectada nacionalización.

La tesis se basa en la “coincidencia de personalidades”, que subraya los vínculos que existían entre las elites salteñas,
las compañías petroleras y el gobierno de Uriburu. Se sabe que muchos ministros de Uriburu habían trabajado para
las compañías extranjeras.

Los testimonios históricos, sin embargo, sugieren que la intervención de las empresas, si es que tuvo lugar, fue un
factor periférico y que la campaña del gobierno de Yrigoyen contra el federalismo argentino convenció a la oposición
de que las únicas alternativas eran permitir el gobierno radical unipartidario o destituir al presidente.

La política de intervenciones de Yrigoyen dio lugar a una severa quiebra política entre el partido radical, de
orientación urbana y las provincias del interior y cimentó la crisis del 30. Tanto las elites costeras como las del
interior perdieron la confianza en Yrigoyen y se percataron de que la política democrática ya no funcionaba
efectivamente.

Para Solberg, en definitiva, la negación a una empresa mixta y la presión para el monopolio estatal provocó el
derrumbe de la breve experiencia de liberalismo político en la Argentina.

Mario Rapoport. 2, 3, 2. Alvear y el antipersonalismo.

Hacia 1922, año de renovación presidencial, el radicalismo estaba fortalecido y la amenaza electoral de los
conservadores había disminuido. En consecuencia, el oficialismo, volvió a imponerse en los comicios presidenciales,
con la fórmula de Marcelo T. de Alvear (al cuál, Yrigoyen lo había elegido como sucesor por su buen vinculo social y
en el exterior) y Elpidio Gonzalez.-

Alvear, a diferencia de Yrigoyen, inauguró las sesiones del Congreso, sus ministros respondieron a las
interpelaciones de los parlamentarios, se acudió a las legislaturas para disponer la primera intervención federal y se
atendió a las demandas militares.-

Alvear interrumpió la obra de Yrigoyen. La conformación de su gabinete provocó malestar en la UCR. En


materia de educación, el Poder Ejecutivo, saboteó la reforma universitaria disponiendo intervenciones
antirreformistas a las universidades de La Plata y el Litoral, y sancionando estatutos que la dividían en la de Buenos
Aires. Algunas obras públicas quedaron paralizadas como FFCC, etc. Tampoco insistió en la restitución al Estado de
las tierras fiscales ocupadas por intrusos.-

Alvear trató de evitar el recurso de la intervención a las provincias. Hacia 1923, presentó un proyecto de
reforma constitucional, el cual planteaba: que los diputados tuvieran una duración de tres años, renovación total de
la Cámara y la elección directa de los senadores. Este proyecto no fue tratado en la comisión correspondiente.-

Hacia 1924, se realizo un proyecto de un sistema jubilatorio, el cual abarcaba a trabajadores industriales,
empleados de comercio, bancarios y otros gremios. Pero el gobierno tuvo que ceder por las huelgas generadas por
agrupaciones de sindicatos y las organizaciones patronales los cuales rechazaban el proyecto.-

En 1923, se aprobó la ley del pago de salarios en moneda nacional. En 1925, se reglamento la ley de trabajo
de mujeres y menores en la Capital Federal y en territorios nacionales y, un año después, la ley de descanso
dominical en la Capital Federal. Por otra parte, el gobierno intervino en un conflicto entre la producción de azúcar,
por lo que se estableció un precio promedio de venta e instituyo un organismo provincial para resolver futuros
conflictos.-

Dentro del radicalismo hubo discrepancias entre Yrigoyen y Alvear. Los cuales compartían las ideas de
democracia pero no así, en el orden social y económico. Yrigoyen que pertenecía a la elite tradicional y tenía
tendencias liberales planteaba el retorno a políticas similares de comienzos del siglo.-

El radicalismo sufrió una profunda división: los “personalistas (con la conducción de Yrigoyen) y los
antipersonalistas. El proceso de división consistió en tres etapas.-

1. - La primera etapa se desarrolló desde la asunción de Alvear hasta fines de 1923. Los
enfrentamientos entre ambos sectores tuvieron como escenario al senado, cuya presidencia era ocupada por Epidio
González vinculado a Yrigoyen. La presencia mayoritaria de diputados personalistas obstaculizaban las iniciativas del
poder ejecutivo. Por lo que llevó al presidente, por decreto, a clausurar las sesiones extraordinarias en 1925, 1926,
1927, dada que la falta de actividad era absoluta.-

2. - La segunda etapa comienza con el nombramiento de Vicente Gallo como Ministro del Interior, su
apoyo hacia los antipersonalistas acentuó los problemas internos. Por otra parte, los antipersonalistas recibieron el
apoyo de los socialistas, demócratas progresistas y los conservadores. Alvear con su campaña en contra de la
corrupción administrativa y los despidos de funcionarios que realizo el anterior presidente, lo llevo a alinearse con
los antipersonalistas. En 1924 los antipersonalistas se separaron de la UCR. En tanto que los diputados Yrigoyenistas
con mayoría en el congreso obstaculizaban el programa legislativo del gobierno, los antipersonalistas a través del
Ministro del interior presionaron a Alvear para que interviniera en Buenos Aires, sin embargo, el presidente se
resistió y provocó en 1925 la renuncia de Gallo.-
3.- La tercera etapa comienza con el nombramiento de José Tamborini en reemplazo de Gallo. Por su parte,
Alvear brinda un apoyo más cauto a los personalistas y deja de lado a los propósitos intervencionistas al distrito
bonaerense.-

Los antipersonalistas se prepararon para las elecciones de 1928, con la formula de Melo-Gallo, contando con
el respaldo de los conservadores y la mayoría de los gobernadores provinciales.-

El socialismo también sufrió una división partidaria, por al expulsión de un grupo de afiliados (entre ello Pinedo
y Tomaso) que terminaron formando el Partido socialista Independiente. Los cuales acompañaron a la fórmula
antipersonalista.-

Hacia las elecciones de 1928, era previsible que Yrigoyen asumiera como presidente. Esto provocó un
descontento de los militares que se manifestaba a través de crecientes rumores de golpe de Estado. Este recelo se
debió a que en el mandato anterior de Yrigoyen, nombro a civiles al frente del Ministerio de Guerra, la cual era
considerada como una falta de consideración. Otro de los problemas era la falta de atención en cuestión de mayor
presupuesto para el ejército y la intención de reintegrar y restituir sus derechos a una pensión a los oficiales que
acompañaron los intentos revolucionarios radicales en 1980, 1893 y 1905.-

El gobierno de Alvear había recompuesto las relaciones con las fuerzas armadas, ya que se nombro al Cnel.
Agustín Justo al frente del Ministerio de Guerra, y la satisfacción de sus demandas profesionales y presupuestarias
aumento el poder del ejército dentro del Estado.-

Durante del gobierno de Alvear, en 1928, se realizo la VI Conferencia Panamericana en la Habana, en la cual se
discutió las políticas proteccionistas implementadas por los Estados Unidos, que afectaba las exportaciones de
Argentina y de otros países, y la intervención del mismo en América Central, en especial Nicaragua. El representante
argentino, Pueyrredon, se opuso abiertamente a esas prácticas políticas y económicas. Pueyrredon seguía las
instrucciones de su gobierno, pero la decisión de este en aislar a la Argentina en el continente, provoco el
descontente del canciller argentino, el cual renuncio.-

3-presidencia de Hipólito Yrigoyen. Principales problemas: gobierno, Congreso, el impacto de la crisis


económica mundial y la oposición.

Apuntes de clase. El segundo gobierno de Yrigoyen (1928 – 1930)

En las elecciones, Yrigoyen gana a través de un plebiscito con el 56% de los votos. Las elecciones de diputados se
realizaron al año siguiente (1929) y en ella, los radicales obtuvieron el 42% de los votos. Dentro de la “herencia” del
gobierno de Alvear, no se puede dejar de hacer mención a:

 A nivel político: institucionalidad altamente fragmentada.


 A nivel económico: recesión.
 A nivel social: tranquilidad y leyes sociales.
Pero Yrigoyen ya rondaba los 80 años, por lo cual su capacidad de acción ya estaba reducida. Esto jugaba en contra dado
que, por su personalismo y su política de centralizar los asuntos del estado en su persona, los trámites se gestionaban más
lento. Por otro lado, a diferencia del gabinete de Alvear, los ministros de Yrigoyen eran “de segundo nivel”. Hacia el año
1929, a la crisis económica, se le suma la reaparición de problemáticas sociales.

Por otro lado, comienzan las divisiones dentro del partido y también, las divisiones dentro del ejército:

 Anti – yrigoyenistas esto quiere decir que no hay dentro del ejército
 No – yrigoyenistas personas que apoyen a Yrigoyen

Situación política: hay divisiones entre los ministros: Horacio Oyhanarte, Ministro de Relaciones Exteriores vs. González,
Ministro del Interior. González si bien es personalista, estaba en contra de la figura de Yrigoyen, y junto a él estaba Juan de
la Campa, Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

En la cámara de senadores, la oposición se manifiesta en contra de las “malas acciones” del gobierno. De esta manera, se
puede afirmar que no hay relación entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Por ello, se habla de la “mediocridad
de los funcionarios”, porque, en el caso de Alvear, los funcionarios le eran fiel a la figura del presidente, caso contrario al
de Yrigoyen.

Asimismo, se da una fuerte campaña de desprestigio al gobierno, a través de la prensa, sobre todo del diario La Nación y el
diario “La Prensa”. El único medio que defendía al gobierno era “La Época”. Asimismo, dentro de la oligarquía y los medios
económicos también había oposición al gobierno (medios económicos como la UIA, al Sociedad Rural, la Bolsa de
Comercio).

Situación económica: con la crisis del 1929:

 Disminuyen las exportaciones.


 Se pierde moneda por el cierre tardío de la caja de conversión.
 Se despide personal, lo que viene de la mano de las huelgas.
 El petróleo y la Standard Oíl.

Situación social: la oposición viene del lado de la oligarquía, la clase de “cuello blanco”, el sector estudiantil que no era
reformista, los diarios, la Unión Industrial Argentina.

U2. Falcon y Montserrat. Estado, Empresas, Trabajadores y Sindicatos

CUARTA ETAPA: LA VUELTA DE YRIGOYEN Y EL REINICIO DE LOS CONFLICTOS (1928-1930)

Yrigoyen cosechó los frutos de las relaciones con los obreros de su primer mandato. Los ferroviarios realizaron
llamamientos para que se votase por Yrigoyen.

El sector marítimo en 1928 logró su recomposición a través de la creación de un comité de unificación entre la FOM
y las sociedades como la de Capitanes y Oficiales. Contra la pérdida de su espacio de poder, declararon un paro para
octubre de 1928 en reclamo de la FOM como única entidad representante de los intereses de los trabajadores
marítimos. Yrigoyen prestó al dialogo con la FOM y logró el fin de la huelga otorgando el reconocimiento que ésta
pedía ante los armadores.

Otra cuestión fueron los sucesos en Rosario, extendidos a la zona rural de Santa Fe. Era una huelga portuaria que se
hizo general por el apoyo de los demás gremios rosarinos. El jefe de policía era radical y se mantuvo inactivo, sin
prever destrozos ni sabotaje. Su duración determinó el dialogo con los empresarios, logrando aumento salarial.

Hasta diciembre se propagaron las huelgas. Se extendió a las zonas rurales interrumpiéndose casi completamente la
actividad comercial y el levantamiento de las cosechas. Para sorpresa del gobernador de Santa Fe, de filiación
Radical, Yrigoyen dispuso la intervención militar de las zonas afectadas, quizá por rumores de que la conspiración era
de tendencia anarquista.

Apuntes. La economía entre 1880 y 1929

El modelo agro-exportador: supone que la base de la economía Argentina estaba en el comercio de productos
agropecuarios, lo cual fue una constante en el periodo que va desde 1880 a 1929. No obstante, se pueden distinguir una
serie de etapas:

 1880 – 1914 modelo agroexportador clásico: supone que la Argentina e insertó en el modelo de la globalización, con
gran flujo de capitales, bienes y personas, en el marco del mundo capitalista. Los países se insertaban en ese mundo
capitalista dependiendo de la oferta que le podían dar ¿Qué podía ofrecer Argentina? Tierras, pero ¿Qué le faltaba
para su explotación? Capitales y mano de obra.

Para consolidar este modelo, se llevaron a cabo una serie de obras públicas (se invierte en ferrocarriles, en telégrafos, en
puertos), se decretaron leyes, se fomentó la educación, todos elementos que se desarrollaron antes y durante la
Generación del 80. También fue importante el ingreso de capitales, que se da en un primer gran flujo durante la
presidencia de Mitre.

1880 representa una fecha importante porque: se logra la capitalización de Buenos Aires, se pone fin a los levantamientos
provinciales, se obtienen tierras a través de la Conquista al Desierto. No obstante, entre los años 1880 y 1890 Argentina
tiene una balanza comercial negativa, dado que aún no se contaba con la cantidad de producción necesaria para pagar las
importaciones contraídas en el exterior. Para ello, se recurrió al pedido de préstamos sobre todo a la Bolsa de Londres.

En el año 1890 se registra una de las grandes crisis económicas del siglo XIX. Se da porque “cae la confianza”, caen los
Bonos argentinos. Esta crisis económica coincide con la crisis política y el surgimiento del radicalismo. Hacia 1893, el
Ministro de Hacienda José Evaristo Uriburu consigue una moratoria del pago de las deudas.

Durante esta etapa, los ingleses vienen a invertir por la enorme tasa de ganancias con la que ellos contaban. Saldada la
crisis económica, comenzó Argentina a tener una balanza comercial positiva, se dio el desarrollo de la actividad privada y el
crecimiento de los sectores exportadores (entre los años 1890 y 1900). En el año 1899, Argentina ingresa al patrón de
cambios oro, a partir de la Ley de la Caja de Conversión. ¿Quién sostenía el patrón oro? Inglaterra a través de las libras
esterlinas, pero la moneda para continuar realizando las transacciones era el oro. Surgen así en los países “monedas de
cambios oro” (en Argentina, el peso oro equivalía a 2,2727 moneda nacional).

Hacia el año 1904 llegan nuevas inversiones: inglesas, alemanas, francesas, que impulsan la producción de bienes que
luego ellos comprarán. Este es el momento de mayor auge económico y los productos están en alza, por tanto, hay una
balanza comercial positiva.

¿Cuáles eran los productos que se vendían? Desde 1850: la lana. Entre los años 1871 y 1874: los productos agrícolas y
ganaderos. Pero 1880 mara una flecha clave, dado que se inventan los frigoríficos, lo cual permite la exportación de carnes
congeladas. Se instalan en el suelo argentino los frigoríficos ingleses. Este sistema llegó a tal punto que en el 1900 los
ingleses dejaron de comprar animales en pie. Pero aún más importante, es el año 1903, fecha a partir de la cual se da el
boom de la carne enfriada. Al ser más cara, estalla a su máximo punto la exportación de carne a Gran Bretaña. También se
exporta algo de trigo. Dentro de lo que llega a raíz de estas exportaciones se puede nombrar las inversiones en moneda,
los textiles, el carbón, los ferrocarriles, entre otros.

 1914 – 1918: para estas fechas se ha conseguido, en general, la llegada de una mayor cantidad de capitales
extranjeros, la extensión de la red ferroviaria, el aumento de la población y las mejoras en el cultivo.

Pero a partir de 1914, la prosperidad se rompió. Ante la Guerra de los Balcanes, Inglaterra subió la tasa de interés, con lo
cual se fugaron las inversiones y no se consiguió préstamos. A ello se le suman una serie de sequías, con lo cual caen los
volúmenes de las exportaciones. También quiebran las empresas. Ante esta situación, Victorino de la Plaza, presidente
tras la muerte de Roque Sáenz Peña, decide cerrar la Caja de Conversión. Para el año 1915, se logra tener balanza de pago
positiva.

Comienzan a pedir carne enlatada y congelada, para alimentar a las tropas. Esto produce una recomposición en el campo:
la plantación de trigo se desplaza hacia la periferia y el centro se dedica a la producción cárnica, lo cual viene de la mano de
la desocupación y de la caída de los salarios.

Respecto a la industria, se desarrollan sectores con baja necesidad de productos que se importan. Con ello, los sectores
metalúrgicos entran en crisis.

 1918 – 1929:a partir de 1920 se dan cambios fundamentales en el mundo:


- Se produce el ocaso del poder británico, cuya hegemonía la capta EE.UU.
- Se dan nuevos problemas dado que en el juego de importación- exportación EE.UU no establece mecanismos
compensatorios.
- Los bienes manufacturados pasan a tener más valor que los productos primarios.
- Cambios en los hábitos de consumo.
- Decae el dinamismo del crecimiento de la población.
- Cambios tecnológicos que permiten el aumento de la productividad.
- Contracción del mercado internacional.
- Surgimiento de los nacionalismos = mayor proteccionismo económico.
En Argentina se registran cambios en P.B.I, finaliza el ciclo de la migración aluvional. Asimismo, los ingleses frenan las
inversiones. No obstante, el sector agropecuario se reactiva de la misma manera que antes de la guerra, pero la ganadería
pierde importancia relativa, dado que prima el desarrollo de la agricultura de cereales.

Asimismo, crece el sector industrial, sobre todo de la industria liviana. Llegan inversiones norteamericanas. Así, se instalan
grandes empresas de EE.UU pero hay una balanza comercial negativa, dado que debíamos pagar con préstamos.

Respecto al petróleo, hasta el año 1949, los yacimientos pertenecerán a cada provincia. En el año 1927 se desarrolla un
primer proyecto para la nacionalización del petróleo. Pero por el tratado Oyhanarte - D´Abernon con los ingleses, el cual se
constituye como uno de los antecedentes del pacto Roca – Runciman, el proyecto es frenado.

La crisis de 1929: ¿Qué sucedió con los países agroexportadores como la Argentina? El ingreso de divisas ¿? hacia el 1932
se redujo a un 50%, asimismo el precio de las exportaciones cayó cerca de un 40%. Por otro lado, hasta el 1933, no se
recibirá ni prestamos ni inversiones del extranjero.

El Presidente del Banco de la Nación, Enrique Uriburu, aconsejó a Yrigoyen hacia 1929 que cierre la Caja de Conversiones.
Es lo que sucede.

Mario Rapoport. 2, 3, 3.- El retorno de Yrigoyen.

En 1928, Yrigoyen llegó nuevamente a la Presidencia de la Nación. Este hecho no significaba una continuidad
política, ya que las circunstancias no eran las mismas, como la separación de un sector del radicalismo y que ahora se
sustentaba en los sectores populares, con un intento de estructurar una democracia social de carácter nacionalista.-

Uno de los objetivos de Yrigoyen era poner en control del Estado las reservas petrolíferas y su explotación, ya
que consideraba que los ingresos de esta actividad permitirían cancelar la deuda externa y el incrementar los
ingresos públicos, si bien contaba con un fuerte respaldo de en la Cámara de Diputados no así en la de Senadores,
por lo cual, se encontró con problemas en esos objetivos. Para concretar sus objetivos, el gobierno nacional,
buscaba una mayoría de los senadores, en especial en las provincias de Mendoza, San Juan y Salta, las cuales eran
opositoras al gobierno. Por otra parte, los problemas con los Estados Unidos no se limitaban sobre los temas del
petróleo sino también se relacionaban con los intereses ganaderos debido a la prohibición de compras de carnes
argentinas.-

Distinta fue la misión comercial británica, ya que Argentina tuvo el compromiso de otorgar concesiones a
empresas y mercancías británicas en el mercado argentino.-

Hacía 1929 hubo crecientes tensiones políticas por:

1.-La ineficiencia administrativa, ya que los dirigentes que lo acompañaban carecían de capacidad para
afrontar la crisis que se avecinaba, los efectos políticos y militares.-

2.-La inacción parlamentaria comenzó a ser capitalizada por la oposición.-


3.-Varios episodios políticos, de violencia y de crisis económica precipitaron el deterioro del gobierno. Como
intervención a las provincias de Mendoza y San Juan, a los poderes Legislativo y Judicial de Santa Fe y el asesinato de
Lencinas y un atentado fallido contra Yrigoyen.-

4.-Además se produjo la crisis de Wall Street que afectaron la situación económica Argentina.-

La presencia de las Fuerzas Armadas constituye un nuevo factor a esta situación. Desde 1900, en las Fuerzas
Armadas se produce un proceso de modernización y profesionalismo con la creación del servicio militar obligatorio,
la creación de la Escuela Superior de Guerra y la Escuela de suboficiales. Las Fuerzas Armadas tienen dos nuevas
características como la influencia prusiana y la existencia de logias militares. Ambos hechos favorecieron la carrera d
dos oficiales del ejército: José Uriburu (que tenía gran admiración por el ejército alemán y tuvo como asesor por
varios años al general germánico Faupel) y Agustín Justo (que nombrado como ministro de guerra, durante la
presidencia de Alvear, por lo que consolido su carrera militar como política).-

Los radicales antipersonalistas, los conservadores y los socialistas independientes, apoyados por medios de
difusión de gran influencia, como el diario la Crítica, desarrollarían una campaña política de desprestigio de la
administración radical, que culminaría en hacia 1930.-

2, 4.- Sociedad, población e inmigración.

Hacia 1914 se perfiló una nueva estructura social, claramente diferente, en lo que los sectores medios
adquirieron gran significación. En los cuales se diferencian los asalariados urbanos dependientes y los sectores
ligados al comercio y a la industria junto a los obreros urbanos que aumentó en comparación a los trabajadores
rurales, artesanos y trabajadores sin ocupación definida.-

Entre el período de 1880-1925 se produce una intensa movilidad social. Entre los miembros de la clase media
autónoma lo constituía el inmigrante o hijo de inmigrante que a través de la industria o del comercio, transitaba
hacia un nivel social más alto. Y la clase media dependiente, nacido en el país, cuyos estudios eran costeados con
esfuerzo por la familia, ella misma de origen obrero y probablemente extranjera.-

La presencia de los inmigrantes en los años ´20 era predominante en esa clase media en expansión y en el
nuevo sector obrero urbano-industrial. En consecuencia, en la Argentina, la burguesía empresarial urbana,
pequeños y medianos comerciantes, sectores medios rurales y la clase obrera más calificada, esta integrada por
inmigrantes o hijos de inmigrantes. Los argentinos de origen criollo se concentraban en sectores pudientes
(estancieros, militares y funcionarios públicos), las clases medias tradicionales, sobre todo del interior, y sectores
bajos de las clases trabajadoras, urbanas y rurales.-

Entre 1895-1947 la participación de las clases medias aumentaron y las clases populares se redujeron. Estas
diferencias se deben al incremento en la participación de empleados y profesionales. Otra característica del
aumento de la clase media fue la mayor escolaridad de la enseñanza secundaria y universitaria.-
En el censo de 1914 se mostró un punto de inflexión sobre el aumento de la población, a este descenso
contribuyó la finalización en 1930 del período de inmigración creciente, en que la inmigración comenzaba a
disminuir su contribución al crecimiento demográfico del país.-

El proceso inmigratorio sufrió anti-bajos: durante la primera década del siglo se experimento un aumento de la
misma, pero en 1914-1919 se redujo esta corriente debido a la primera guerra mundial. Finalizada la guerra, el flujo
inmigratorio recibió un nuevo impulso hasta el periodo de 1921-1930, en el cual, la inmigración tuvo resultados
inferiores al de la primera década del siglo. Casi la mitad de la inmigración que se introdujo en la Argentina eran de
origen italianos, aunque también hubo inmigración proveniente de España como de Polonia.-

El aporte inmigratorio siguió siendo importante para el crecimiento urbano. A partir de 1914 comienza las
aglomeraciones en el Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario, lo que indica que la población urbana superaba por
primera vez a la población rural. Si bien la presencia de los inmigrantes extranjeros era decisiva en el proceso de
urbanización también lo eran las migraciones internas, ya que comenzaron a adquirir una progresiva importancia.-

2, 5.- Los conflictos sociales.

Los cambios políticos resultantes de la ley electoral de 1912 permitieron la integración de una importante
masa de población en la participación política. Esta incorporación al sistema político fue acompañada de una
integración más profunda en el campo social de las clases populares.-

La gestión del Yrigoyen intento transformar el Estado gendarme en un agente activo de democratización,
impulsando medidas tendientes a una mayor participación de los sectores discriminados en la actividad política, así
se favorecieron los procesos d movilidad ocupacional y de ascenso social. Para afirmarse en el poder, el radicalismo
debió asegurarse el voto de los sectores medios, por lo que facilito su acceso a cargos públicos y creo un sistema
clientelístico destinado a manejar la distribución de favores.-

El gobierno radical manifestó su apoyo a los estudiantes e impulso cambios reformistas en las universidades
públicas, lo que contribuyo a eliminar los criterios elitistas y anacrónicos que imperaban en estos establecimientos,
también creo las universidades de Santa Fe y Tucumán.-

En el terreno laboral, debió afrontar tres frotes de malestar obrero con distintas reacciones:

1.- En 1916, se declaro un paro de los trabajadores del puerto de Buenos Aires, en el cual los sindicalistas
impulsaban reivindicaciones salariales concretas. Con motivo a las huelgas ferroviarias, en 1917-1918, el Estado
arbitro el conflicto satisfaciendo la mayoría de las demandas de los huelguistas.-

2.- En 1919, hubo una nueva agitación obrera, en que los trabajadores metalúrgicos realizaron una huelga, por
mejoras salariales y reducción de horas de trabajo. El gobierno recurrió a la represión policial, lo que generó varias
muertes (semana trágica), lo que derivo en una huelga general. Para poner fin al conflicto intervino el ejército y la
armada para disuadirlos y el Estado como mediador reconoció y reivindico los pedidos de los trabajadores.-
3.- En 1921, surgió la tercera ola de agitación obrera en la Patagonia, impulsada por una sociedad obrera
anarquistas, en reclamos de mejoras salariales, ocho horas de trabajo y condiciones higiénicas. La huelga origino
enfrentamiento entre los huelguistas y las fuerzas en servicio de los estancieros, quienes solicitaron ayuda al
gobierno nacional, por lo que Yrigoyen envió tropas militares, y en 1922, se llego a un acuerdo entre las partes. Pero
este acuerdo no se cumplió, por parte de los estancieros, lo que genero una nueva huelga. El ejército reprimió a los
huelguistas y se impuso la Ley Marcial, como resultado arrojando un saldo de muertos de más de mil personas, este
episodio se llamo “Patagonia trágica”.-

2, 6.- Movimiento obrero e ideologías políticas.

La etapa de agitación obrera, entre 1917-1921, consagro la hegemonía del sindicalismo revolucionario en el
movimiento obrero.-

Durante este período el movimiento obrero sufrió profundas transformaciones, que se iniciaron con la
agitación a través de huelgas que parecían prácticas revolucionarias y de acción directa características de la primera
década del siglo y culminó con un movimiento obrero que asistió al golpe de Estado en 1930.-

Los cambios políticos e institucionales favorecieron dichas transformaciones. La Ley Sáenz Peña permitió que
las clases medias y los sectores populares pudieran expresar su adhesión política a la UCR y al socialismo, integrando
a la población a la participación política.-

En el terreno ideológico también se produjeron cambios, sobre todo a partir de los años ´20, donde el
sindicato se expandió. A medida que se fueron abandonando sus posturas revolucionarias, su influencia anarquista,
se fue desvaneciendo en el ámbito sindical. En lo referente al socialismo, su presencia se manifestó en sectores
laborales con mayor calificación. Estos cambios contribuyeron a que en reemplazo del sindicalismo de acción
apareciera el sindicalismo de presión (buscaban la negociación pacífica).

Los gobiernos radicales emergentes desarrollaron una estrategia tendiente a disminuir el tono contestatario
de la protesta obrera y a arbitrar los conflictos sin desdeñar la apelación a los recursos represivos. La política laboral
de Yrigoyen propició la expansión “sindicalista” del movimiento obrero. En la medida en que favoreció la negociación
entre los obreros y el gobierno, encontró en el sindicalismo un interlocutor más dispuesto a aceptar ese camino para
acceder a sus reivindicaciones. El sindicalismo pasó a constituirse en una alternativa más atrayente para los
trabajadores que el anarquismo en permanente confrontación con el Estado. El gobierno radical promovió el diálogo
con los sindicalistas para restarle fuerza al Partido Socialista dentro del movimiento obrero.

Procuró aislar y eliminar la acción de los sectores anarquistas y desplazar a los socialistas de su ascendiente
sobre los sectores obreros, este objeto era aspecto de rivalidad entre radicales y socialistas. También, el gobierno
dio curso favorable a las demandas de las organizaciones representativas de ciertos sectores de la clase obrera.
Finalmente, bajo la presión conservadora, apeló a la utilización del aparato represivo para terminar con la protesta
de los trabajadores.
Otros cambios en el movimiento obrero tuvieron que ver con las transformaciones en la estructura de la clase
trabajadora. Durante la década del ’20 se hizo evidente la creciente estratificación de los sectores obreros. En el
estatuto superior se encontraban los trabajadores de los principales servicios públicos: ferroviarios y municipales,
más tarde tranviarios y telefónicos. Tenían buenos lazos con el Estado y con empresas monopólicas, lo que los ayudó
a establecer leyes sociales, convenios colectivos, sistema de cobertura mutual obrera y patronal, etc. El acceso al
crédito, a la casa propia y al consumismo operaron como mecanismos económicos de integración social. Por debajo
de este sector se encontraban los obreros calificados, en su mayoría de las ramas industriales, en un mercado de
trabajo que seguía caracterizado por la inestabilidad y las fuertes variaciones estacionales. Sus condiciones de
trabajo habían experimentado ciertas mejoras, como la reducción de la jornada laboral y el incremento de los
salarios.

Los sindicalistas impulsaron la modernización orgánica de los sindicatos, lo que significó la transformación de
la cultura institucional de los mismos: las organizaciones fueron ocupadas por representantes gremiales rentados,
cuyo número fue creciendo de manera significativa.

Los planteos del comunismo y de otros sectores en torno a los problemas de las clases trabajadoras y el
propósito de adjuntarle al movimiento obrero objetivos que iban más allá de los meramente reivindicativos
provocaron enfrentamientos entre tendencias ideológicas en el seno del sindicalismo. De este modo, la división del
movimiento obrero se profundizó. Como consecuencia, hacia 1929 coexistían 4 centrales obreras: la FORJA
(anarquista), la COA (socialista), la USA (sindicalista) y el CUSC (comunista).

2, 7. Las políticas económicas de los gobiernos radicales.

2, 7, 1. El crecimiento económico en el período.

Los avatares del crecimiento económico durante los gobiernos radicales reflejaron la estrecha vinculación de
la economía argentina con la coyuntura internacional, pero, a pesar del cambio político que esos gobiernos
representaban, las líneas esenciales del modelo agroexportador no se alteraron ( apertura de la economía:
endeudamiento externo, comercio exterior basado en el intercambio de materias primas y alimentos por productos
manufacturados, estabilidad de la moneda y retorno del patrón oro). La crisis mundial, en 1929, coincidió con el fin
de los gobiernos radicales, que no tuvieron oportunidad de producir cambios drásticos en políticas económicas.

Durante la 1er. GM, entre 1914 y 1917, se produjo una brusca caída del PBI. El comercio exterior resultó
superavitario debido a un descenso de las importaciones y no por un incremento de las exportaciones (aunque el
nivel de éstas se mantuvo por la apertura del mercado de EE.UU.). Dicha circunstancia favoreció un incipiente
proceso de sustitución de importaciones en el proceso manufacturero, pero la disminución de importaciones
esenciales –bienes manufacturados y de capital – repercutió de manera negativa sobre el PBI. La interrupción de la
corriente de capitales, producto de la crisis de 1913-1914 y luego el de la propia guerra, obró en el mismo sentido.
A partir de 1918, la normalización de la economía internacional permitió que se incrementaran las
exportaciones agrícolas para abastecer a países europeos, en tanto se mantenía un amplio volumen de
exportaciones con EE.UU., lo que produjo un repunte en el crecimiento económico.

La crisis agrícola-ganadera, que se inició en 1920 por la caída de los precios internacionales de los productos
agrarios, y de las carnes, debido a la recuperación del sector agropecuario en países europeos, produjo una nueva
disminución en la tasa de crecimiento del PBI. Pero éste volvió a subir en 1922, por circunstancias externas que
ayudaron: breve aumento de los precios agropecuarios internacionales e ingreso de capitales extranjeros. Las
exportaciones de algunos productos, como el trigo, cayeron en la cosecha de 1925-1926, como también los precios
de otros cereales. Debido a la entrada masiva de capitales y al aumento del volumen de los bienes exportados, que
compensó otra caída de los precios internacionales, se fortaleció el peso, lo que permitió al gobierno volver al
sistema de la Caja de Conversión, en 1927. La subida de las tasas de interés en EE.UU. a partir de 1928 y, luego de la
crisis de 1929 revirtieron de nuevo la tendencia y causaron serias dificultades en la balanza de pagos.

Aunque la Argentina experimentó un crecimiento indudable, fue muy vulnerable a las fluctuaciones de la
economía mundial. Dependía de nuevas entradas de capitales para evitar problemas en la balanza de pagos y de
conservar los mercados para sus exportaciones. Le resultaba, por el contrario, muy difícil reducir sus importaciones y
la carga del servicio de la deuda externa. Otros elementos de más vulnerabilidad en los años ’20 fueron la
triangulación comercial y financiera que desarrolló con EE.UU. y GB, y el problema causado por el retorno a la
convertibilidad, en 1926.

La política económica, adherida a principios liberales del modelo agroexportador, contaba con una limitada
autonomía para atacar al ciclo económico y una alta dependencia de las circunstancias externas.

2, 7, 2. Límites de las políticas económicas.

El radicalismo tuvo algunas iniciativas parciales de política económica para hacer frente a coyunturas
adversas de la economía mundial, por la necesidad de reforzar actividades del Estado o para proteger ciertos
intereses sectoriales. Pero esas medidas no alteraron la composición del PBI, que solo muestra cambios de los
distintos sectores entre 1919 y 1929, aunque se advierte una leve caída de la agricultura y la ganadería y, un
incremento del comercio y del sector manufacturero. El rubro que más se incrementó fue el de la construcción. Los
lineamientos del modelo agroexportador siguen vigentes.

Yrigoyen propuso diversas medidas económicas que implicaban una intervención más acentuada del Estado en
distintos sectores o procuraban realizar moderadas reformas en los sistemas productivos vigentes. Se destacaban el
estímulo a la colonización agrícola, al establecimiento de bancos oficiales, la comisión de la marina mercante, la
apertura de nuevas líneas ferroviarias estatales en zonas atrasadas y la intensificación de la explotación de los
recursos petrolíferos fiscales. Además, se intentó recurrir a la expansión del crédito bancario. Pero la mayoría de las
iniciativas económico-financieras elaboradas por Yrigoyen no pudieron concretarse porque fueron rechazadas por el
Congreso.
El partido gobernante estuvo en minoría con la Cámara de Senadores y debió soportar el bloqueo de muchas
de sus respuestas por parte de la oposición, entre otras, por su importancia, el intento de creación de un Banco de la
República, cuya misión habría sido la de regular las emisiones monetarias, el crédito y las tasas de interés, fiscalizar
los cambios internacionales y asegurar el clearing bancario. El sistema de Caja de Conversión se consideraba
insuficiente ya que la circulación dependía de las existencias de oro, y éstas de los saldos internacionales y, en
definitiva, de la cosechas.

También procuró implementar medidas para atemperar las fluctuaciones de la coyuntura y las desigualdades
entre los distintos sectores económicos. Ante las dificultades de los agricultores, debido a las sequías de años
anteriores, el gobierno envió al Congreso en 1916 un proyecto de ley que establecía un gravamen provisional del 5%
de las exportaciones. Los fondos recaudados se asignarían a financiar la compra de semillas y útiles de labranza. Este
proyecto fue rechazado, pero en 1918 este impuesto comenzó a aplicarse y pasó a ser un componente importante
del sistema fiscal.

La escasez de importaciones durante el conflicto bélico dio lugar a un intenso aunque breve proceso de
industrialización. El gobierno no tomó medidas concretas en defensa de ola industria y el fin de la guerra produjo la
desaparición de diversos sectores industriales ahogados por el restablecimiento de productos manufacturados. El
criterio librecambista predominante en el Congreso impidió la protección de la actividad fabril.

Una de las preocupaciones más importantes para Alvear eran los problemas vinculados a la escasez del
circulante y a las variaciones en la cotización de la moneda nacional.

Otro motivo de alarma fue la disminución de la recaudación fiscal en el sector externo, lo que llevó, en 1923, a
una importante modificación de los aforos aduaneros (precios estimados de los productos importados sobre los que
se aplicaban aranceles), que estaban desactualizados. Si bien el propósito de estas medidas fue de aumentar las
recaudaciones tributarias, benefició por un tiempo al sector industrial.

En el orden agropecuario se produjo un impulso hacia la tecnificación del campo, lo que se tradujo a un
incremento de las áreas sembradas. Mientras en el sector ganadero, se sancionó una serie de leyes para controlar
las transacciones comerciales y establecer precios máximos y mínimos. También se debatió la posibilidad de que
intervenga el Estado en el pool de los frigoríficos.

Se siguió extendiendo la red ferroviaria, se dio un impulso a las obras de construcción de puertos y caminos,
esto último vinculado a la difusión del automotor, se establecieron las primeras líneas aéreas, el servicio postal y un
sistema orgánico de transmisiones radioeléctricas.

Con la vuelta de Yrigoyen al poder, el gobierno reunió a los principales representantes de los frigoríficos y de
los exportadores de cereales para anunciarles una nueva intervención del Estado en el control de los precios y
calidad del comercio exterior de carnes y granos. Se destinaron fondos para el desarrollo del sector agropecuario
mediante concesiones de créditos a baja tasa de interés y con garantías de las cosechas, y se realizaron convenios
con empresas ferroviarias para el mejoramiento de los servicios a fin de facilitar el transporte de cereales y ganado.
En 1927, por una iniciativa de legisladores discutió en la Cámara de Diputados un proyecto de ley sobre la
nacionalización de todas las explotaciones petroleras, lo que manifestó contraste entre Yrigoyen y Alvear.

2, 7, 3. La política petrolera.

La creciente importancia del petróleo motivada por la expansión del parque automotor y su utilización como
combustible para el sector industrial lo convirtió en una fuente de debates sobre los principios de la soberanía
nacional, a medida que se descubrían nuevos yacimientos en el país y se intensificaba su extracción. El progreso de
la industria petrolera fue lento.

En 1922, durante el gobierno de Yrigoyen, se creó por medio de un decreto de la empresa estatal de
Yacimientos petrolíferos Fiscales (YPF), cuya dirección era ejercida por Mosconi, nombrado durante el gobierno de
Alvear. Sus ideas tendrían gran influencia en la formación de un nacionalismo económico entre los militares. Bajo el
impulso del mismo se emprendió una serie de iniciativas que colocaron a la empresa en un nivel competitivo,
desarrollando, en especial, una extensa red de distribución por todo el país. Pero en 1925, cuando se inauguró la
gran destilería de La Plata, la distribución del petróleo nacional, era todavía precaria. Debido a la oposición del
Congreso para aprobar su financiación, Alvear autorizó con este fin la utilización de créditos y de letras de tesorería,
mientras se firmaba un contrato con una compañía norteamericana (Bethlehem Steel Corporation) para su
construcción. Al inaugurarse la destilería, se encontraba en una de las 10 más grandes del mundo en términos de
capacidad.

Mientras estuvo al mando de YPF, la producción nacional creció considerablemente y al mismo tiempo se
logró la regulación de los precios en el mercado local. En los años ’20 la industria petrolífera nacional aumentó entre
un 20 y un 30% anual, pero la importación de hidrocarburos extranjeros continuó siendo el componente de mayor
peso de la oferta, comprobándose que la demanda del país crecía más aceleradamente que la producción de
combustibles, lo que originaba una importante dependencia de las importaciones.

Mientras se ampliaba la capacidad de refinamiento de YPF y se expandía su producción, el gobierno otorgó


varias concesiones a empresas privadas de origen extranjero, las que mantuvieron un ritmo de crecimiento similar al
de la petrolera estatal. Durante la administración de Alvear se reservaron considerables extensiones de tierras
públicas para el futuro uso de YPF. Con todo, los resultados financieros de YPF eran muy positivos, lo que alentaba su
desarrollo.

En 1928, Yrigoyen vuelve al gobierno e intenta avanzar en la necesidad de imponer una legislación que
atribuyera al Estado la propiedad de los recursos petrolíferos que se descubrieran, tratando de nacionalizar la
industria del petróleo y colocarla bajo el monopolio de YPF. Mosconi, que admitía la necesidad de avanzar hacia un
monopolio fiscal, disentía por cuestiones económicas en la propuesta de expropiar a las compañías privadas que se
encontraban en actividad, lo que se contempló en la ley, en lugar de ello, se proponía que las compañías pagasen
una regalía del 10%, pero a pesar de la insistencia de Yrigoyen en la ley de nacionalización del petróleo no pudo
concretarse.
Procurando que YPF incrementara su participación en el mercado petrolero argentino, Mosconi redujo el
precio del combustible obligando a las distribuidoras extranjeras a disminuir los suyos. Para anticiparse a la
reducción de las importaciones de petróleo, el gobierno argentino negoció un acuerdo comercial con Rusia para
importar combustible a través de una empresa de ese origen, que venía expandiendo sus actividades en el país
desde 1926. Aunque las empresas petroleras extranjeras denunciaron como Dumping las importaciones de
combustible soviético, no tuvieron otra alternativa que desplegarse a la reducción de precios dispuesta por YPF o
perder el mercado argentino. Tanto Alvear como Tanto Alvear como Yrigoyen se enfrentaron en varias ocasiones a
administraciones provinciales que favorecían el desarrollo de las empresas petroleras extranjeras en su propio
beneficio. El Golpe de Estado de 1930 se debió a intereses vinculados a empresas petroleras multinacionales,
disgustadas con la política del gobierno radical.

2, 7, 4. La cuestión del gasto público.

Existe una correspondencia entre el sustrato social del partido radical y uno de los rasgos más característicos
del proceso político que se inicia con el radicalismo en 1916. Éste consistió en la extensión del sistema de patronazgo
como mecanismo para consolidar la clientela política partidaria a través de la distribución de empleos en la
burocracia estatal, lo que benefició, sobre todo, a los sectores medios.

El análisis de los recursos y gastos del gobierno nacional nos permite afirmar que las respuestas elaboradas por
las administraciones radicales fueron:

1. Un incremento relativo del gasto público.

2. La redistribución interna del gasto fiscal a favor de rubros tales como salarios, pensiones y
administración.

3. La reorientación de la política impositiva hacia aquellos gravámenes que, en forma directa o


indirecta, afectaban a las rentas de los grupos propietarios y de los sectores económicamente dominantes.

Se puso en evidencia la precariedad del sistema rentístico nacional cuando a consecuencia de la guerra
mundial se produjo, entre 1914 y 1919, un drástico descenso de las importaciones, y con ello una brusca caída de las
recaudaciones aduaneras, que eran la principal fuente de recursos del fisco. Los administradores radicales, entre
1916 y 1930, persiguieron como objeto compensar la disminución de los recursos tradicionales mediante la creación
de nuevos gravámenes (en un marco en el que antes de reducir el gasto público se tendió a expandirlo). También se
procuró encarar el creciente déficit fiscal a través del incremento de la deuda pública, aunque la financiación de los
gastos del Estado por medio de endeudamiento ya venía ensayándose desde muchos años atrás.

En 1918, se elevó al Congreso un proyecto de ley de impuesto a los réditos, con lo que se perseguía aumentar
en forma inmediata los recursos ordinarios del Estado y realizar una auténtica reforma impositiva. El proyecto se
fundamentaba en la necesidad de paliar el desequilibrio de las cuentas fiscales y en los principios de equidad que
aconsejaban solucionar el problema mediante la imposición directa. Como el Estado no permitía la reducción del
gasto público, de denegó el proyecto de ley.

Se implementó un impuesto a las exportaciones agropecuarias y disminuyeron en forma proporcional los


gravámenes al consumo interno. Las intenciones de los gobiernos radicales, sobre todo los de Yrigoyen, en el sentido
de disminuir las cargas impositivas sobre los sectores medios, tratando de aumentar los impuestos directos – a la
tierra, patentes, herencia y otros – y los destinados al comercio exterior.

Estos cambios impositivos procuraban cubrir en gran medida el gasto público, que desde 1914 sobrepasaron
permanentemente a los recursos públicos. Esa diferencia entre ambos se compensó con un aumento del
endeudamiento público. Este crecimiento contribuyó al financiamiento de los gastos administrativos ordinarios, ya
que los gastos en obras públicas habían disminuido.

Durante el segundo gobierno de Yrigoyen, se observó un importante incremento del gasto público, que no fue
acompañado por una recaudación suficiente como para financiarlo. El creciente déficit que se generaba ocasionó
fuertes críticas por parte de la oposición. El déficit coincidía con el comienzo de una fuga de capitales que
prenunciaba la crisis y deprimía el ingreso nacional. En este contexto, el déficit fiscal contribuía a contrapesar la
caída del ingreso.

2, 7, 5. El retorno al patrón oro: la Caja de Conversión y la evolución de la balanza de pagos.

Un episodio importante en la política económica argentina del período fue el retorno a la conversión del peso,
o bien, al sistema de la Caja de Conversión. Para explicar el hecho es necesario tener en cuenta la evolución de la
balanza de pagos (que refleja la posición económica internacional del país) y las variaciones de las reservas de oro y
divisas (que sirven de base para garantizar su solidez monetaria en un sistema de patrón oro. Los principales
argumentos por los cuales se consideraba volver a la Caja de Conversión, y por consiguiente a la utilización de un
patrón cambio oro, eran resguardar la economía interna de las fluctuaciones y contingencias exteriores, y asegurar la
estabilidad monetaria, manteniendo por ley una relación entre la cantidad de circulante y el metálico que se
encontraba en el país.

El superávit de la balanza comercial o la entrada de nuevas inversiones producían un incremento de los medios
de pago que repercutía luego sobre el monto de las importaciones. Un saldo positivo se podía transformar en un
aumento en la capacidad de compra, pero un saldo negativo no implicaba la retirada de capitales adquiridos en la
cuantía adecuada., ya que la inexistencia de un banco central permitía a las instituciones bancarias continuar la
expansión de los créditos hasta situaciones intolerables. La capacidad de compra argentina se transfería casi
íntegramente a los mercados extranjeros. Argentina presentaba una gran propensión a importar y reajustaba su
balanza de pagos aumentando o reduciendo las importaciones, con el problema de que estas últimas no disminuían
en forma suficiente en la fase depresiva de los ciclos.
Debido a la entrada de capitales y al crecimiento de la economía, el peso se revalorizaba, lo que perjudicaba a
los exportadores y a productores agropecuarios que dependían de las ventas en el exterior y se veían afectados por
la caída de los precios de sus productos valorizados en pesos, aunque beneficiaba a las importaciones.

Un elemento decisivo fue que, en caso de reabrirse la Caja de Conversión, se beneficiaría a aquellos que
necesitaban pagar con oro sus deudas a los EE.UU., país con el que mantenían un balance negativo. La reserva de
oro bajaría al mismo tiempo que baja el peso, lo que favorecería a los exportadores, productores agropecuarios e
incluso a sectores industriales, beneficiados estos últimos por productos importados.

Durante 1927 las existencias de oro aumentaron, lo que les permitió emitir moneda nacional y que las divisas
aumentaran las exportaciones y entrada de capitales extranjeros., precipitando la decisión del gobierno de volver a
la conversión.

La convertibilidad fue apoyada mientras las cuentas externas siguieron evolucionando en forma favorable y el
superávit llegó a igualar las obligaciones netas de la cuenta corriente exterior.

El régimen de conversión sólo funcionaba en períodos de prosperidad: al entrar el metálico permitía el


aumento del circulante a través de la emisión monetaria y la extensión del crédito; pero cuando el oro volvía a salir
provocaba una disminución del numerario, lo que obligaba a suspender la conversión.

En 1928, los precios de los productos exportables empezaron a descender, mientras que los importados no
variaban en la misma medida. La consecuencia fue que los intercambios (relación entre precios de exportación e
importación) se hicieron muy desfavorables para el país. También, los capitales externos, en especial los de corto
plazo, comenzaron a emigrar rápidamente por el alza de la tasa de interés de EE.UU.

En 1929, la balanza de pagos iba reflejando el deterioro de la situación económica. La Caja de Conversión no
pudo frenar el drenaje de divisas provocado por la huida de capitales, acentuada por el desencadenamiento de la
crisis mundial ocurrida en ese año, lo que llevó a la suspensión de la conversión.

La excesiva rigidez del patrón oro exponía al mecanismo a una fácil rotura de sus engranajes. El sistema estaba
basado en un nexo demasiado automático entre la entrada o salida del oro, por una parte, y la circulación monetaria
por otra; por lo que los movimientos en la balanza de pagos originaban un proceso cíclico.

La fase ascendente se caracterizaba por el incremento de las exportaciones y la entrada de capitales


extranjeros. Aumentaban las tenencias de oro, crecían los efectivos de los bancos y se acrecentaba el poder de
compra de la población; por lo que estimulaba la demanda. Cuando se agotaba esta fase, iniciaba la fase
descendente, porque disminuía la demanda mundial o se debilitaba la corriente de inversiones, disminuyendo el
poder de compra de la población y la demanda de artículos y servicios nacionales e importados, por lo que las
actividades internas se contraían, caían las importaciones y mientras se llegaba a un equilibrio en la balanza de
pagos, seguían saliendo el oro y las divisas de las reservas monetarias.

2, 8. Comercio e inversiones extranjeras: el triángulo anglo-argentino-norteamericano.


El exceso de importaciones (o déficit comercial) que padecía la balanza comercial británica fue casi invariable
entre 1913 y 1929, pero este déficit era compensado hasta 1922 por los excedentes de los intereses y dividendos
provenientes de las inversiones de GB en el extranjero.

Las principales áreas deudoras del Imperio y Sudamérica eran los países predominantes de producción
agrícola, que mantuvieron durante esos años un amplio excedente de exportaciones (o superávit en su balanza
comercial) con las naciones industriales de Europa continental y con EE. UU. Los excedentes de las importaciones
británicas provenían de su comercio con países industriales. Países como China, India, Australia, Brasil y Japón tenían
déficit en su balanza comercial con GB. El interés y los beneficios de las inversiones de GB de ultramar eran pagados
con productos enviados por las naciones deudoras agrícolas a Europa continental y a EE. UU. Y pasaban de éstos,
mediante la forma de exportaciones de bienes manufacturados, a GB.

El comercio triangular predominó durante toda la década del ’20 en los mercados mundiales. La Argentina
tenía un excedente de exportaciones con GB y de importaciones con EE. UU. Esta circunstancia originaba la
existencia de un triángulo de responsabilidades y de un triángulo en los movimientos de capital.

El naviero se producía porque como el grueso de las exportaciones argentinas (carnes y cereales) se dirigía a
GB y Europa, los exportadores de GB disponían de una amplia capacidad de bodegas de retorno para colocar
productos voluminosos, como el carbón. En cambio, dado el poco monto de las exportaciones argentinas a los EE.
UU., los productos de EE. UU. No disponían de la misma capacidad de embarque de retorno y debían pagar fletes
más altos o lograr intercambios con Brasil como intermediario con Bs. As. Esto facilitó la dependencia de Argentina
del mercado británico.

GB cubría, con los ingresos provenientes de la Argentina por inversiones y prestación de servicios financieros y
comerciales, la mayor parte de su balance comercial desfavorable. También, una corriente neta de capitales de EE.
UU. Financiaba las exportaciones argentinas con préstamos e inversiones directas. Esto se debe porque:

1. El saldo de servicios con GB resultó negativo, como consecuencia del envío de utilidades e intereses
de las empresas de GB en nuestro país, compensando el superávit comercial con la Argentina.

2. El comercio triangular significaba para la Argentina supeditar su estructura


productiva y en particular a su estructura industrial a las manufacturas y bienes de capital norteamericanos.

3. Ese comercio aceleraba el flujo de capitales de EE. UU. En la economía argentina mediante la
colocación de títulos públicos en el área del dólar o de inversiones directas de empresas de EE. UU., permitiendo
financiar el comercio de importación y desplazando de este modo la influencia económica inglesa.

Entre GB y Argentina, además de la relación comercial que existía entre las dos naciones había un vínculo que
se originaba en las inversiones de capital británico. Éstas, que poseían una alta rentabilidad, mientras
complementaban y estimulaban el comercio entre ambos países, se radicaron en el transporte, FF. CC., empréstitos
al gobierno, frigoríficos, servicios públicos y el sistema bancario y financiero. Así GB participaba en la producción de
bienes exportables y podía controlar el comercio exterior. Los FF. CC. Eran el punto clave de este sistema, ya que se
llevaban a los puertos de bienes exportables y se introducían las manufacturas británicas en territorio nacional,
contribuyendo una demanda para los productos de GB.

Los hacendados eran el grupo social y político más importante de la Argentina, y su influencia sobre la política
económica del país les permitió defender estas relaciones con GB.

Antes de la 1era. GM, la economía de EE. UU. Había implantado capitales norteamericanos en la industria
frigorífica de la Argentina. Luego de ésta, se produjo una verdadera irrupción de capitales de EE. UU. En nuestro país,
como artículos industriales, maquinarias, vehículos, artefactos eléctricos, textiles, refinación de petróleo, alimentos y
bebidas y productos farmacéuticos. También se radicaron compañías de seguros, bancos y varias firmas
importadoras y comercializadoras, muchas de las cuales comenzaron a realizar tareas de armado y manufactura.
Además, EE. UU compró firmas ya existentes de origen europeo.

Entre 1914 y 1929, Argentina recibió varios préstamos a corto y largo plazo, que le ayudaron a financiar sus
importaciones, mediante la colocación de títulos públicos en el mercado norteamericano.

La diferencia del tipo de inversión de EE. UU. con respecto a la de GB fue:

 GB: era importadora de materias primas y alimentos y exportadora de manufacturas, había impuesto una
determinada división del trabajo, dentro de la cual la Argentina debía dedicarse a producir alimentos para la
metrópoli e importar de ésta productos industriales, excluyendo toda industrialización propia salvo aquella ligada a
la transformación de materias primas destinadas a la exportación.

 EE. UU.: se autoabastecía en varios productos primarios y contaba con una tecnología más avanzada que la
de GB, lo que le daba la posibilidad de exportar productos manufacturados y bienes de capital y de alta tecnología
(con bajos costos de producción y materias primas más baratas).

Se expanden la inversiones del hierro, acero, automotores, maquinarias y otros, productos de las
exportaciones de EE. UU. hacia la Argentina, desplazando así a las inversiones de GB.

La razón de porque nuestra balanza comercial era desfavorable con EE. UU. fue que, tanto la economía de
ellos como la nuestra en vez de complementarse, competían entre sí. Es así, como en 1927, EE. UU. dejó de comprar
nuestra carne.

2, 10. El sector agropecuario.

2, 10, 1. Evolución de la agricultura y política agraria.

Luego de la 1era. GM, las exportaciones argentinas continuaron su crecimiento en el sector agropecuario
(especialmente maíz, avena y lino), los que fueron desplazando a los ganaderos, dada por la sostenida demanda
internacional y la crisis mundial de comercialización de carnes de 1920. Si bien el crecimiento era sostenido, sufrió
fluctuaciones de la demanda externa y un aumento de la competencia en el mercado mundial. La tasa de población
europea se incrementó escasamente y la creciente desocupación hizo disminuir el consumo de los países
industrializados de Europa.

Una serie de factores fue alterando el crecimiento del agro:

 Fluctuación de los precios de los cereales y su creciente descenso desde 1926.

 Aumento de los costos de producción de transportes, maquinarias, implementos agrícolas y almacenaje.

 La insuficiencia del crédito agrícola.

 El encarecimiento de los arrendamientos.

 Los límites existentes a la expansión territorial extensiva de la agricultura argentina.

 La influencia de los rendimientos decrecientes del sector cerealero.

 Los costos de los fletes ferroviarios argentinos eran más caros que los de EE. UU. y GB.

Un factor que contribuyó al aumento de la producción fue la creciente mecanización de las tareas rurales que
mejoró la productividad agrícola. En 1921, se había establecido la 1era. fábrica de cosechadoras, pero el grueso de
los equipos y maquinarias agrícolas se originó en las importaciones provenientes de los EE. UU. esto permitió que
continuara creciendo la cría de ganado caballar. Como durante años la mecanización agrícola había estado limitada a
la posesión de máquinas complejas, el proceso tecnológico de los años ’20 tuvo un impacto renovador. Como
consecuencia redujeron las ventajas del avance y se hizo más dificultoso el proceso de modernización rural.

Fuera del área cerealera comenzaron a producirse cambios menos susceptibles, debido a la creciente
participación de cultivos industriales que se beneficiaron con la ampliación del mercado interno, tales como la caña
de azúcar (protegida con aranceles), los cultivos de algodón (los que sustentaron el crecimiento de la industria
textil), la extensión de cultivos de frutales en el Alto Valle del Río Negro y Valle de Ucro mendocino, y crecieron las
producciones de maní, arroz y yerba mate en Misiones (por incentivos fiscales del gobierno nacional).

Los intereses rurales se sustentaban en el predominio de la gran propiedad y el sistema de arrendamientos, lo


que reflejaba el ideal social del ámbito cerealero.

Bases sociales y económicas:

 Entre los grandes productores (dedicados a la ganadería de alta mestización) se destacaban los grandes
propietarios (dedicados a una agricultura extensiva).

 Otros terratenientes reinvertían parte de sus rentas en mecanización y mejoras técnicas y agronómicas, al
igual que los arrendatarios de grandes extensiones.
 Entre los sectores rurales subalternos tenían gran representación los chacareros (pequeños o medianos
arrendatarios obligados a pagar una renta elevada para trabajar la tierra del propietario o arrendatario, durante
períodos breves, sin posibilidades de planificar su producción ni comercialización).

 Existían también ocupantes precarios de reducidas parcelas, dependientes del trabajo doméstico y acosados
por el endeudamiento que podía transformarlos en simples asalariados.

 Por último el almacenero de ramos generales, generador del crédito agrario informal, era el nexo entre el
agricultor y las grandes empresas exportadoras de granos.

Con la sanción de la ley de arrendamientos, en 1921, el gobierno nacional pretendió atender reclamos de
pequeños y medianos productores rurales agremiados en la Federación Agraria Argentina. Este mecanismo estaba
dirigido a quienes arrendaban parcelas y contemplaba la indemnización por mejoras. El arrendatario podía prolongar
el alquiler cuando el contrato no extendiera los 3 años, tenía la posibilidad de negociar la venta de la producción
libremente y se le garantizaba una vivienda confortable. El Estado procuró también dar otras respuestas ante las
demandas de los agricultores.

Hasta fines de los años ’20 se mantenían en el sector los mecanismos de funcionamiento del modelo
agroexportador, aunque se procuró introducir modificaciones a través de medidas que intentaban responder a las
tensiones generadas por el agotamiento de dicho modelo.

2, 10, 2. La industria de las carnes.

Esta industria estaba vinculada con los mercados externos y estaba financiaba en gran medida por el capital
extranjero.

Los capitales ingleses fueron los 1eros. en desarrollar la industria frigorífica en el país, acompañados en menor
medida por capitales nacionales. En la 1ra. década del siglo XX se radicaron plantas pertenecientes a frigoríficos de
EE.UU., cuya finalidad era abaratar las exportaciones destinadas al mercado británico de carnes, aprovechando la
mejor calidad de nuestra materia prima y los menores costos de producción locales. Por el aporte de estos
frigoríficos, el volumen de exportaciones de carnes de EE. UU. hacia GB disminuyó de la misma manera en que
aumentaron las exportaciones argentinas. Pronto, los frigoríficos norteamericanos, que tenían una tecnología
superior a la nuestra y a la de GB, comenzaron a hacer fuertes demandas a los ganaderos, con el propósito de poder
embarcar al mercado europeo, principalmente carne enfriada (chilled).

Esto generó procesos económicos y políticos que repercutieron en nuestra sociedad:

 La 1era. cuestión es técnica, ligada a la materia prima que necesitaban los frigoríficos para elaborar nuevos
productos y se debe a que la aparición de la industria de enfriado provocó una modificación en el tipo de razas
ganaderas y una nueva delimitación de la Pampa Húmeda, la que implicó incorporar el sur y el sudeste de Cba. , el
noroeste de La Pampa y el extremo sudeste de San Luis.
 Otra cuestión vinculada también al problema de la materia prima fue que la carne enfriada no permite una
larga conservación y para satisfacer una demanda constante era necesario contar con buenos cortes todos los años.
Esto determinó la aparición de un nuevo tipo ganadero, el invernador, que disponiendo de las mejores pasturas
estaba en condiciones de asegurar una entrega periódica, lo que resultaba esencial para la industria del enfriado. Los
invernadotes que poseían los campos más cercanos a los frigoríficos tenían un tratamiento especial. Los criadores no
disponían de campos para la misma cantidad y tenían 3 opciones: o comercializaban sus productos directamente en
los mercados consumidores locales; los destinaban a la exportación del congelado; o se dedicaban sólo a la cría de
ganado al que alimentaban hasta los 8 o 10 meses para luego venderlo a invernadores.

La situación se agravaba por la escasa disponibilidad de bodegas para envío a GB, que había que reservar con
anticipación. La competencia generada entre los distintos frigoríficos, provocó que se llegara a una serie de acuerdos
para la distribución de las facilidades de transporte, denominadas 2conferencias de fletes”. Su propósito era regular
los suministros al mercados británico, para ajustar la cantidad a la posibilidad de absorción del mercado.

Se produce una “guerra de carnes” o “guerra de precios” entre EE. UU. y Argentina, la que consta de vs.
Etapas. La 1era. se extendió hasta poco antes de la 1era. GM y durante la misma los envíos de carne refrigerada por
los frigoríficos norteamericanos inundaron GB. Con ello comenzaron a regular el precio del ganado en su propio
beneficio, por el cual se distribuyeron los envíos en un 41,35% para EE. UU. , un 40, 15% para GB y un 18, 5% para
nosotros. Durante esta la demanda de carne fue muy elevada, especialmente la envasada y congelada.

Al final de la guerra, comenzó a decrecer la demanda de ultramar, iniciándose un proceso decisivo en este
sector. La disminución del poder adquisitivo, las acumulaciones de grandes cantidades de carne envasada y
congelada por parte de los mismos aliados y la existencia de otros mercados vendedores junto con la paulatina
recuperación del sector agropecuario europeo, originaron una serie crisis en la ganadería argentina.

La crisis de los años 1921-1922 reflejó el conflicto de los invernadores y criadores. Los 1eros. retenían su
ganado hasta que mejoraran los precios de frigoríficos. Los 2dos. debían malvender sus novillos de inferior calidad a
la de los frigoríficos o entregarlos para el engorde a los invernadores, sufriendo todo el impacto de la recesión.

A fines de 1922, las elecciones llevaron a Pages a la dirección de la Sociedad Rural Argentina, por lo que
modificó la política de la Sociedad, culpando a los frigoríficos de lograr beneficios monstruosos a expensas de los
ganaderos. Sus ideas eran opuestas a las de Anchorena (anterior director), quien proponía la intervención del Estado
como única solución.

Los frigoríficos argumentaban que los desequilibrios se debían a un exceso de oferta. Una intervención estatal
no sería beneficiosa ya que desalentaría el crédito extranjero, favorecía la huída de capitales y perjudicaría la
iniciativa privada.

En consecuencia, sus propuestas para solucionar el conflicto eran la reducción de impuestos, la disminución de
los costos de producción y la mejora de los rebaños. El rol del estado debía centrarse en la búsqueda de nuevos
mercados. Luego de meses el Congreso decidió la aprobación de 4 leyes:
1.La construcción de un frigorífico administrado por el Estado en Bs. As.

2.La inspección y suspensión gubernamental del comercio de carnes.

3.La venta del ganado sobre la base del peso en vivo.

4.Un precio mínimo para la venta de ganado de exportación y uno máximo para la venta local de carne.

Cuando Alvear estableció por decreto precios mínimos, los frigoríficos criticaron estas leyes y, como respuesta,
dejaron de comprar novillos e interrumpieron el comercio de exportación de carnes. Ante estas medidas el gobierno
debió ceder, suspendiendo el decreto.

En 1925, la “guerra de carnes” entre los frigoríficos se reanudó. Un establecimiento de GB anunció la


modernización y ampliación de su planta y pidió el incremento de su cuota. En 1927, los empresarios de los
frigoríficos llegaron a un acuerdo: los norteamericanos nuevamente fueron los mayores beneficiarios, ya que
tomaron ahora una cuota mayor. El comercio de la carne quedó totalmente dominado por los intereses extranjeros
y, en particular, por EE. UU.

La Sociedad Rural Argentina, todavía bajo la dirección de Pages, argumentaba que la competencia entre
frigoríficos alteraba la estabilidad del mercado y ejercía una presión bajísima sobre los precios.

Otro acontecimiento tuvo una repercusión mayor sobre el sector ganadero y la industria de las carnes en 1926.
el departamento de Agricultura de carnes frescas o refrigeradas, vacunas, ovinas o porcinas, desde cualquier región
donde existiera aftosa, la Argentina sufría de este mal en todo su territorio (exc. en la región patagónica). La medida
tomada se agregaba a otras de carácter proteccionista adoptadas, que ya había afectado a las exportaciones
argentinas de carnes, de cereales y frutas.

Durante la conducción de Duhau en la Sociedad Rural Argentina, lanzó una vigorosa campaña con el eslogan
“comprar a quien nos compra”. Significaba que la Argentina debía reforzar sus lazos con los países que compraban
sus productos y dado que GB era su principal importador de ellos y, particularmente de carnes, debían privilegiarse
las compras a ese país, ya que los productos manufacturados no se podían producir debían “elegirse entre los países
que son consumidores de nuestra producción”.

Como consecuencia, en 1929, Yrigoyen inició negociaciones informales con GB para fomentar el comercio
recíproco, y ese mismo año llegaron a un acuerdo entre ambos países mediante el Convenio D’Abernon.

2, 11. El desarrollo industrial.

2, 11, 1. Los efectos de la guerra.

Hacia mediados de la década de 1910 la industria argentina presentaba un panorama con mercados
contrastes. El sector más pujante seguía siendo el relacionado a las actividades extractivas y manufactureras mas
indispensables, vinculadas a la producción agropecuaria o a elementos básicos para la población. También se
destacaban las industrias alimenticias, sobre todo los frigoríficos, las fábricas de extracto de quebracho, empresas
textiles y metalúrgicas y el sector de la construcción.

Se producían contrastes a nivel macroeconómico, ya que las industrias dedicadas a la exportación, en general
de capitales extranjeros, tenían un tamaños corporativamente grande y actuaban en mercados oligopólicos. En
cuanto al mercado interno, las industrias en su mayoría eran de capitales nacionales y muchas de ellas se dedicaban
a la elaboración de bienes de consumo no duraderos y a la fabricación de materiales para la construcción y de
implementos para la agricultura y para la reparación del material ferroviario.

Salvo en el sector de alimentos y bebidas, la industria se encontraba muy lejos de satisfacer la demanda
interna y en muchas ramas la importación superaba a la producción local.

Se produce la crisis de 1930, por lo que la evolución industrial transitó 2 etapas:

1.Se originó en situaciones especiales que originó lera. GM.

2.Se enmarcó en el regreso a una aparente normalidad de posguerra.

La 1era. GM supuso un desafío para la industria local, ya que las importaciones de productos manufacturados
disminuyeron drásticamente. El tráfico transoceánico se interrumpió. La búsqueda de mercados de abastecimiento
sustitutivos, como la de EE. UU. , no alcanzó para completar los trastornos producidos con los proveedores europeos
tradicionales. Las dificultades en el ingreso de manufacturas importadas contribuyeron a crear una protección para
la producción local, al obligar al país a vivir de sus propios recursos. Algunas industrias, como la textil, encontraron
un fuerte dinamismo que les permitió crecer a lo largo del conflicto bélico. A pesar de las restricciones en el
comercio importador, la guerra no generaba una situación propicia para el despegue industrial.

El descenso en términos absolutos de la producción estaba determinado por la contracción de la demanda


europea de manufacturas de origen agropecuario, como la carne enfriada. Las razones de este comportamiento
respondían a 2 factores:

1.El peso de la transformación industrial de productos agropecuarios destinados a la exportación.

2.Debe buscarse en las dificultades que la guerra creaba para importar los bienes de capital y las materias
primas necesarias para el desarrollo de productos que hasta ese momento se importaban.

Por eso, a pesar de la falta de competencia de las importaciones, la inversión se contrajo a menos de la 5ta.
parte entre 1913 y 1918.

2, 11, 2. Proteccionismo y librecambio.

Una vez finalizada la guerra se reanudó el comercio con los países europeos sin establecerse ninguna política
de protección de las industrias instaladas o en proceso de desarrollo.
Las críticas condiciones que debió enfrentar la Argentina motivaron a una polémica proteccionista y
librecambista, de los sectores tradicionales en defensa del libre comercio. Desarrollaba una lógica a corto plazo. Se
pasaba por alto el análisis de Bunge, que señalaba el agotamiento de las principales fuentes del crecimiento de la
producción agropecuaria. Simultáneamente, la creciente urbanización absorbía una fracción cada vez mayor de la
producción, reduciendo los saldos exportables. Dado que la elasticidad-ingreso de la demanda de bienes industriales
superaba a los agropecuarios, era de esperar también un crecimiento más rápido de las importaciones de bienes
industriales que de las exportaciones de productos agropecuarios, lo que a la larga, desembocaría en un déficit
crónico de la balanza comercial. La guerra había mostrado, además, las dificultades internas que provocaron
acontecimientos súbitos e inesperados en el extranjero. Una política proteccionista era una condición necesaria pero
no suficiente para el desarrollo industrial y debía ser complementada con incentivos que estimularan el despegue
integral de las fuerzas productivas, la calificación de mano de obra, un entorno más receptivo de las
transformaciones económicas, la consolidación de un fuerte mercado interno como previo paso a la inserción
exportadora y la creación de una infraestructura de transportes y comunicaciones adecuadas para movilizar la
producción.

El planteo de protección arancelaria también le parecía excesivo a las elites dirigentes y el poder de los
industriales era demasiado reducido como para forzar un cambio de política. Por lo que, en los hechos de debate, no
condujo a ningún cambio de fondo en materia arancelaria.

2, 11, 3. La política industrial.

La década del ’20 es un período en el que la producción industrial tuvo un crecimiento relativamente intenso,
sustentado en un incremento progresivo de la tasa de inversión. No hubo modificaciones arancelaria estructurales,
pero los impuestos aduaneros no se cobraban sobre el precio real de las importaciones, sino sobre una lista de
precios que fijaba el Estado.

También perjudicaba al fisco, porque una valuación deficiente de las importaciones diminuía la recaudación
tributaria. Las tarifas aduaneras tenían el fin de contribuir a solventar el gasto público, y no de proteger a la
industria. Por eso, la recuperación de los niveles impositivos no significó avanzar en la protección sectorial, ya que
las tasas seguían siendo modestas. El Estado intentaba implementar una política librecambista pero basada su
recaudación en la aduana, con lo que la expansión de los ingresos públicos chocaban contra la política económica y
viceversa.

En el desempeño de la industria se puede señalar que la competitividad de un producto de origen nacional


frente a otro importado, con respecto a sus precios depende de las tasas arancelarias (del precio que se toma como
base para aplicarlas y del tipo de cambio). Con la normalización de la economía mundial luego de la guerra, los
precios descendieron, contribuyendo a reducir el desfase.
En muchos casos, los aranceles impuestos a las materias primas superaban a los productos terminados. Ante
esta situación de producciones similares a las del exterior, la industria local se veía perjudicada por el “recargo” en el
costo de los insumos.

Hasta 1923 el peso estaba desvalorizado, pero luego de este año volvió a valorizarse, lo que significaba un
abaratamiento de importaciones frente a la producción local. Las iniciativas del gobierno y la evolución de los precios
relativos aumentaron de manera neutral sobre el sector industrial.

Desde el punto de vista sectorial, la evolución de la producción correspondió con las tendencias apuntadas. Se
observó la aparición de un conjunto de actividades que hasta ese momento no tenían mucha importancia, como la
producción de vehículos, especialmente las nuevas inversiones de EE. UU. otras industrias colaterales ganaron
importancia, como la metalurgia, el caucho, los derivados del petróleo, las industrias del vidrio, madera, como las
imprentas. Otras más tradicionales mostraban síntomas de estancamiento o se veían afectadas por la normalización
del comercio de importación, como el sector alimenticio, textiles y confecciones o las curtiembres.

2, 11, 4. Las inversiones extranjeras en el sector industrial.

El período de entre guerra se caracterizó por un cambio de estrategia de los capitales de las principales
potencias, como EE. UU. Diversas empresas comenzaron a “sustituir importaciones”por producción en el extranjero
para poder combinar los procesos de producción más eficientes con reducciones en el costo de transportes, una
mejor penetración en los mercados externos, la búsqueda de materias primas más baratas y un fortalecimiento en la
competencia frente a otras empresas.

Durante los años ’20 se produjo una interrupción de capitales extranjeros, sobre todo de origen de EE. UU. ,
uno de cuyos principales destinos fue el sector industrial, que implicó una serie de transformaciones para el
conjunto de la economía argentina, a partir de una mayor diversificación de la producción, de la demanda de
importación de nuevos productos y de vínculos económicos cada vez más importantes. Entre las más importantes
empresas de origen de EE. UU. que llegaron al país desde el siglo XIX son: Ford Motors Co., General Electric, Kodak,
Colgate-Palmolive, Refinerías de maíz, etc.

La transformación de las estructuras productivas, como consecuencia de este proceso, alteraba el equilibrio
del modelo agroexportador y confluía con los 1eros. signos de agotamiento para reanunciar un nuevo perfil interno y
una nueva forma de inserción internacional que escapaba lentamente de los lineamientos de la división
internacional del trabajo clásica. Cabe destacar que las nuevas firmas apuntaban generalmente a la satisfacción
directa de las necesidades internas, disolviendo paulatinamente el “método indirecto”. Hasta ese momento la
industria se había orientado hacia la producción complementaria de las actividades agropecuarias, siendo la exc.
algunos emprendimientos en la estructura económica. El crecimiento industrial se aparta de esa dinámica, de modo
que el sector comienza a abandonar su complementariedad con las actividades agropecuarias. El crecimiento del
empleo industrial implicaba un avance en el proceso de urbanización y contribuía a disminuir el peso relativo del
sector agropecuario. Dado que la población urbana crecía a una tasa mayor que la producción agropecuaria, se
incrementaba el número de consumidores de productos alimenticios que, a largo plazo, llegaría a incidir en la
reducción de los saldos exportables de dichos bienes.

Se observó una transformación importante de los métodos de producción, con una profunda revolución
técnica y organizativa que modificó las costumbres, reformó los conceptos y separó a los diversos factores de la
producción, permitiendo el paso de la manufactura a la fábrica.

2, 12. Comercio y capitales externos en la Argentina y Canadá: un análisis comparado.

La puesta en producción de extensas hectáreas de baja densidad poblacional posibilitó, a través de la


incorporación de capitales y mano de obra europeos y la modernización de los aparatos productivos, un rápido
crecimiento de ambas economías, favoreciendo su vinculación, a través del comercio exterior, a los mercados
internacionales. Sobre todo teniendo en cuenta que las relaciones externas argentinas y canadienses tuvieron 2
referentes principales y comunes, y una problemática similar en parte de su historia. Nos referimos a la importancia
que para las 2 naciones llegaron a poseer los vínculos económicos y políticos con GB y EE. UU.

Hacia 1870, la hegemonía política y financiera de GB a nivel mundial comenzó a ser cuestionada como
consecuencia de la falta de competitividad de un sector industrial y la pérdida de mercados. Esto obligó a GB a
incrementar los vínculos con su propio mundo colonial y con otros países periféricos. En este sentido Argentina y
Canadá pasaron a pasar un papel decisivo en el mantenimiento del poder económico británico.

Este cambio político fue acompañado por parte del gobierno canadiense por una implementación de medidas
que contribuyeron a estimular el crecimiento económico. También contribuyó a ello la política económica del 1er.
Ministro John MacDonald en 1880, en el marco de la llamada “política nacional”, que estableció medidas
proteccionistas para las nacientes industrias canadienses; favoreciendo la construcción de un FFCC. entre el Pacífico
y el Atlántico que sirvió para firmar la identidad del país respecto de su vecino sur, fomentó el incremento de la
población; y procuró ampliar las actividades productivas en las regiones del Centro y del Oeste, transformándolas así
en centros exportadores y en mercados para los productos industriales del Este.

El proceso de modernización de la Argentina tuvo 2 grandes diferencias respecto de la de Canadá:

1.En la Argentina la mayor parte de la tierra apta para la agricultura ya era propiedad de un grupo de grandes
estancieros, los cuales tenían un peso decisivo en las esferas del poder.

2.La política económica externa del país adhería con firmeza a los principios del librecambio.

En consecuencia, los inmigrantes debieron conformarse con un acceso restringido a la tierra, como simples
arrendatarios al mismo tiempo que se sacrificó la posibilidad de un desarrollo industrial frente a la importación de
productos extranjeros.
La Argentina y Canadá, tenían en común su vinculación con GB. Ambas eran productoras de materias primas y
alimentos requeridos por el centro imperial y, a la vez, constituían atractivos mercados para los productos de GB y
de otros países europeos.

En la conformación de estas peculiares relaciones triangulares un aspecto importante fueron las inversiones
británicas. Tanto Canadá como la Argentina, estos capitales no sólo que apuntaban a poner en producción las
enormes riquezas de la pradera y de las pampas, sino también, como el caso canadiense, a explotar los recursos
forestales y mineros existentes. Junto a esto es necesario establecer un sistema de transporte y distribución para los
mercados locales y del exterior de estos productos, además de crear la infraestructura y las industrias necesarias y
facilitar el financiamiento de las distintas actividades.

La composición de esas inversiones también se diferenciaba: Mientras en la Argentina los FFCC constituían el
mayor porcentaje de las mismas, llegando al 33%, en Canadá, en cambio, representaba un 30%.

Canadá se dedicó fundamentalmente a producir cereales, la Argentina se diversificó entre la agricultura y


ganadería. En el grupo del Plata la ganadería era la actividad esencial del grupo económico y político más poderoso:
los grandes terratenientes de la región pampeana. Y aunque en la suma del total de las exportaciones, las carnes
fueron superadas por los cereales, el principal vínculo angloargentino se dio en torno a los frigoríficos y a las ventas
externas de carnes enfriadas. Esto explica el predominio del trigo canadiense sobre los granos argentinos en el
mercado británico y la mayor participación que adquirieron los cereales para Canadá en su relación con la metrópoli.

En el caso del argentino el comercio de exportación hacia GB tuvo en las últimas décadas del siglo XIX menor
incidencia que Canadá, dado que tenía más relevancia las ventas a otros países europeos, mientras que el
intercambio con EE. UU. era poco significativo. Pero hacia la 1era. década del siglo GB constituía ya el principal
cliente de la Argentina.

Hacia principios del siglo XX, la participación de los productos ingleses dominaba en las importaciones
argentinas, representando más de un 30% de las mismas, situación que hacía cambiar, durante el desarrollo de la
1era. GM al incrementarse el vínculo con el mercado norteamericano.

Hacia la década de 1920 Canadá concentraba sus exportaciones en bienes primarios y contaban con
economías abiertas en las cuales el comercio exterior jugaba un papel esencial en el PBI. Ambos tenían como socios
comerciales principales a EE. UU. y a GB.

Tanto en la Argentina como en Canadá esas relaciones triangulares se fueron modificando a lo largo del
período de entreguerras. Hacia esa época, EE. UU. se había convertido en un socio privilegiado de ambos mercados
(era el principal proveedor de ambos, pero su peso en el comercio de importación canadiense más que duplicaba su
participación con respecto al de la Argentina). Esto tiene que ver con el tipo de exportaciones canadienses, el peso
de las inversiones directas de EE. UU. y la cercanía reducía costos de transporte.
Las exportaciones canadienses, concentrados en los cereales, tenían otros componentes como los
relacionados con la industria maderera y papelera, minerales no ferrosos, hierro, cobre, níquel y oro, estos últimos
destinados al mercado de EE.UU. La radicación de empresas del país vecino activaba el intercambio de las
importaciones de bienes de capital, al mismo tiempo que los canales de comunicación directa, como los Grandes
Lagos, el FFCC y los automotores obraban poderosamente a favor de esta conexión.

Los grupos de poder económico canadiense eran más diversificados que en la Argentina, dado que el
desarrollo industrial de Canadá lo hizo menos dependiente de sus productos agropecuarios.

En el caso argentino, por el contrario, las restricciones del mercado de EE. UU. para sus productos impidieron
que éste cobrara mayor importancia, mientras que las exportaciones hacia GB, especialmente las ganaderas,
continuaron determinando su política comercial hasta la década de 1950.

La posición de conjunto de la balanza de pagos de Canadá fue más favorable. Ello se debió al dinamismo por
parte del comercio de EE. UU. y al hecho de que la mayoría de las inversiones provienen de este país. El flujo
comercial norteamericano-canadiense fue así un poco más equilibrado y llegó a duplicar el volumen del comercio
norteamericano-canadiense.

La situación en el intercambio con GB para Argentina y Canadá era muy diferente. Esto se debía a que el
comercio de importación canadiense desde las islas británicas tenía mucho menor peso que el argentino; nuestro
país dependía en mayor parte del mercado de GB, mientras que Canadá estaba más vinculada con EE. UU.

La economía de este país estaba basada en un desequilibrio bilateral dentro de un balanceado triángulo del
Atlántico del Norte. La mayor parte de sus exportaciones iban para EE. UU. y el flujo de inversiones de EE. UU. fue
cuantitativamente importante para Argentina.

Luego de la 1era. GM los intereses de GB dejaron de crecer por falta de renovación de los equipos y bienes de
capital, lo que en el caso argentino afecto especialmente a los FFCC. Otro factor a señalar es la gran diferencia en el
valor de las inversiones de EE. UU. en ambas naciones, mucho más relevante en Canadá que en Argentina. La
preeminencia de capitales de EE. UU. en el país del Plata se debió, a un hecho político: el proceso de las
nacionalizaciones de empresas de servicios públicos británicas y europeas emprendido por el gobierno de Perón en
la 2da. mitad de los ’40.

Tema estructural: el golpe de Estado de 1930, principales hechos e interpretaciones

El golpe del 19307: los primeros estudios sobre la “revolución”, los realizaron historiadores radicales. Como causa, algunos
de ellos reconocen que estaba presente el factor económico del petróleo. Entre 1928 y 1929, la Standard Oil intentó
monopolizar la extracción de petróleo, lo que chocaba con las políticas de estatización llevadas a cabo por Yrigoyen.

La oposición militar está divida de la siguiente manera:

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Los profesores hablan de “revoluciones” en tanto que eran movimientos que pretendían cambiar las estructuras. En este caso,
el cambio implicó la inserción de los militares en el poder y se desplazó al radicalismo del poder.
 El sector nacionalista: comandado por Uriburu, de carácter filo-fascista cercano al catolicismo.
 Sector liberal: liderado por Agustín Pedro Justo.
 Sector profesionalista: conducido por Richieri. Este es un grupo a-político, a-ideológico.
 Sector legalista: conducido por Dellepiane, que era Ministro e Guerra. Es el sector radical del ejército. Si bien no están a
favor del golpe, contribuyen con él por su simple abstención a defender el Estado. Con Dellepiane están también
Mosconi y Carlos Toranzo.

Pero entre estas facciones costaba tomar un acuerdo, debido a las disputas internas: entre Uriburu y Justo, entre
Dellepiane y Justo, entre Uriburu y Dellepiane. Dentro del ejército, el 1% respondía a Uriburu, el 15% a Justo, el 70% a
Richieri y el 14% a Dellepiane. Este último renunció un 3 de septiembre de 1929.

Se dan distintas conspiraciones:

La conspiración palaciega:la intención del grupo era lograr la licencia o la renuncia de Yrigoyen. De la Pampa, el Ministro
de Justicia realiza las movidas necesarias para lograr la licencia de Yrigoyen (desde el 18 de junio, pero la consiguen recién
el 5 de septiembre gracias a la intervención de Oyhanarte ¿?). Luego asumiría el vicepresidente Enrique Martínez, que
estaba dentro del tercer grupo de los personalistas que querían sacar a Yrigoyen. Tendría el apoyo de los ministros, de los
legisladores, jueces y la mayoría del mando del Ejército.

La conspiración democrática – opositora: buscaba la renuncia del Poder Ejecutivo en su totalidad (Yrigoyen y Martínez).
Asumiría un presidente provisional del Senado, Luis Etchevehere(radical anti-personalista).

La conspiración de Justo: quería llevar a cabo un golpe de estado para sacar al Poder Ejecutivo en su totalidad y llamar a
elecciones. Tiene el apoyo de la UCR anti-personalista, los conservadores, el Partido Socialista Independiente, entre otros,
la mayoría de los generales retirados (Logia de Mayo y la Logia San Martín, los generales de Campo de Mayo).

La conspiración conservadora nacionalista: liderada por Uriburu. El objetivo era conseguir la renuncia del Poder Ejecutivo
y del Poder Legislativo. Un hecho importante es que la Corte avaló la legalidad del Golpe de Estado de Uriburu, con lo cual
le dio legalidad a su presidencia. Luego del golpe se conformaría una Junta de Gobierno, compuesta solo por miembros del
Ejército y precedida por Uriburu. Tenía poco apoyo, entre los conservadores y los nacionalistas. Pero fue esta la
conspiración que triunfó, dado que Uriburu tenía segundos mandos (coronel, teniente coronel y oficiales).

El golpe había estado planificado para el día 30 de agosto. Pero se llevó a cabo el 6 de septiembre. Lugones escribió la
proclama, que era una manera de darle una justificación al golpe.

Enrique Díaz Araujo: 1930. Conspiración y Revolución, T.

Introducción

• ¿Fue un acto violento de las FF. AA. contra el Gobierno, traducido en la "República Perdida" como el Ejército
vs. Pueblo?
• ¿Fue una aventura de una facción mínima del Ejército, con un General retirado y un puñado de cadetes del
Colegio Militar, milagrosamente triunfante merced a la ineptitud gubernamental y el apoyo popular?

EL 6 DE SEPTIEMBRE NO FUE UN PRONUNCIAMIENTO MILITAR, UNA DECISIÓN EXCLUSIVA DE LAS FUERZAS


ARMADAS CON SUS COMANDANTES AL FRENTE…

NO FUE EL LEVANTAMIENTO DEL EJÉRCITO Y LA ARMADA. FUE EL PROCESO DE UN GENERAL EN RETIRO AL FRENTE
DE UN PUÑADO DE CADETES, QUE NADIE PUDO DETENER PORQUE LO HACÍA INVULNERABLE LA PRESENCIAL DEL
PUEBLO.

El trasfondo político

Ministerio del Interior --------------------------------- Elpidio González

Ministerio de Relaciones Exteriores -------------- Horacio Oyanarte

Ministerio de Guerra ----------------------------------- Luis Dellepiane

Vicepresidente ------------------------------------------ Enrique Martínez

 Pierde votos en distintos lugares: Capital Federal, Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tucumán
 “Ancianidad decadente”

¿PETRÓLEO?

Los escritores radicales prefieren hablar del olor a petróleo de la revolución de 1930, aceptando la frase del francés
André Tardieu. Es decir: transfieren a la Standard Oil la responsabilidad de la caída de Yrigoyen.

Las elecciones de Mendoza y San Juan serían la clave del golpe.


En 1931, la Cámara de Senadores debía renovarse. Aún cuando el radicalismo obtuviese el triunfo en Cuyo y los 4
nuevos senadores se incorporaran a la Cámara en 1930, AQUÉL CONTINUARÍA EN MINORÍA. Sobre 30 miembros, el
Yrigoyenismo habría contado con 11 votos.

Se ha insistido, con sobrada razón, por cierto, en el hecho de que los ministros colaboradores de la dictadura
septembrina estaban en buena medida vinculados a las empresas petroleras. Pero cabe señalar que ninguno de ellos
representaba intereses petroleros. La renuncia de Mosconi no implicó para la empresa estatal la caída en una
situación de debilidad. A comienzos de 1931el gobierno provisional inicia una política de elevación de los derechos
aduaneros sobre el crudo y sus derivados importados.

Las tendencias militares:


La conspiración de las FF.AA, dirigidas por los Grls Justo y Uriburu. Ese ha sido un lugar común de referencia, tan
mmítico como el olor a petróleo.

En la confusión que siguió a la rev de 1930 era común hablar de Uriburu y Justo como los jefes del golpe
septembrino; sin efectuar entre ellos más distinción que la obligada por las diferencias físicas e intelectuales, seguida
de la aclaración que el primero de esos militares era un corporativista de cuño fascista y el segundo era un
demócrata constitucionalista.

De apoco, con las polémicas y las memorias de diversos protagonistas del suceso, fue adquiriendo figura la visión de
dos conspiraciones paralelas: una, de un reducido contingente militar, encabezada por el Tte. Gral (R) José Felix
Uriburu y otra con mayor apoyo civil y castrense, que respondía al Gral de División Agustín Pedro Justo.

Tres conspiraciones:

Palaciega Radical:

 Encabezada por el ministro del Interior Elpidio Gonzales, se proponía presentarse al presidente Yrigoyen,
exigiéndole la renuncia. La presidencia pasaría a manos del Vice constitucional Enrique Martínez; el ministerio de
Guerra lo ejercería González, previa renuncia obligada del Gral Dellapiane. Este movimiento contaría con el
apoyo de los jefes de guarnición excepto dos o tres, que serian relevados estos días.
 La existencia de una conspiración dentro del propio partido oficial, queda confirmada por: La existencia de un
círculo que tendía a apoderarse de la conducción política del oficialismo, se halla comprobaba por los
testimonios de Atilio Larco, Francisco Rato, etc. Campean en él, Martínez, González. Desde mediados de 1939,
intentan desplazar al los ministros de guerra y de Marina (Dellapiane y Zurueta).
En alguna forma el plan consistía en desplazar el anciano mandatario, reemplazándolo por Martínez, quizás sin
mediar una renuncia efectiva, para de ese modo eliminar toda posibilidad a las pretensiones presidenciales de
Oyhanarte. Su estado enfermizo era el argumento utilizado.
La delegación del mando, permite el inicio del golpe de palacio. Su segundo tiempo debió ser el ámbito de
gabinete, con el casi total desplazamiento de los titulares anteriores, salvo De la Campa y quizás Gonzales. Hubo
de producirse un tercer tiempo, consistente en un planteo efectuado por los mandos militares ante el propio
Yrigoyen, para exigirle su alejamiento definitivo.

Pareciera, además que sobre la marcha de los acontecimientos se hubiere producido alguna discrepancia entre
Martínez y González, anteriormente acordes con el proceder. El ministro del Interior en su declaración hace notar su
enfrentamiento con el senador Nacional Diego Luis Molinari. (Etchepareborda)

Demócrata Opositora:
 Respondería a las gestiones del Gral Maglione y del coronel Luis J. García, con el propósito de llevar al poder al
Gral Justo.
Estaba formado por el grupo (aparentemente mayoritario), de la oficialidad descontenta, y tenía por inspirador
al ex ministro de guerra, general Agustín P Justo. Sostenía la necesidad de desalojar del poder al radicalismo por
sus desaciertos, manteniendo sin embargo, el orden constitucional. Su objetivo era reconquistar el poder
político. Mantenía múltiples contactos con los partidos opositores. Es su propulsor el Gral Maglione secundado
efectivamente por el Coronel Luis García (ex jefe de la Logia San Martín) (Etchepareborda)
Conservadora Nacionalista

 Movimiento encabezado por Uriburu y el coronel Molina


Integrado por los elementos más militaristas, cuenta con el apoyo de las agrupaciones de tinte nacionalista y la
simpatía de conspicuos dirigentes conservadores. Tiende a una reforma substancial del régimen
(Etchepareborda)

El autor considera que es difícil hablar de una conspiración Justo- Uriburu.

Palaciega Radical A Democrática Opositora B Conservadora Nacionalista C


Objetivo: renuncia del Objetivo: Remoción del P Ejecutivo y
Objetivo: Licencia y/ renuncia del
presidente y el vice Legislativo; eventual Reforma
Presidente Yrigoyen
Gobierno: CIVIL, del Constitucional
Gobierno: CIVIL, el Vice Enrique Martínez,
Presidente Provisional del Gobierno: Junta militar ( Grales Uriburu,
con la UCR, yrigoyenismo sin Yrigoyen
Senado Luis Etchevehere, Justo y Arroyo), apolítica
Jefes: Enrique Martínez y Elpidio Gonzales
hasta llamado a elecciones Jefe: Tte. Gral ( R ) José Felix Uriburu
(Ministros de Interior, e interino de Guerra)
Jefe: Agustín P. Justo Colaboradores Principales: Contralmirante
Colaboradores Principales: Ministro de
Colaboradores Principales: (Renard, Ricardo Hermelo); Coroneles
Justicia (Juan de la Campa); parlamentarios
Generales ( Maglione, Bruce, (Pilotto, Pistarini, Mayora); Tenientes
(Molinari, Delfor del Valle, Guillot);
Jáuregui); Coroneles ( Coroneles ( Juan Bautista Molina, Álvaro
Intendente (José Luis Cantilo ; Ministro de
Rodríguez, Ruzo y García; Alsogaray, Pedro Pablo Ramírez, Kinkelin,
la Suprema Corte (Roberto Repetto) y Jefe
Tenientes Coronel ( Sarobe, Rocco y Leopoldo Lugones)
de la Policía ( Cnel. Juan José Graneros)
Descalzo y Tonazzi ) y Fuerzas militares: Escasas en los mandos,
Fuerzas militares: la mayoría de los mandos
Almirante Domecq García Jefes y Oficiales Superiores, bastantes
del Ejercito: cadetes ( I, II, III y V división)
Fuerzas militares: imprecisas, entre los Oficiales subalternos; pocas
Grls (Marcilese, Alvarez, Vernengo,
eventualmente, Campo de unidades con sus, mandos naturales (6°,
Vacarezza ) y de la Armada Director de
Mayo (I y II división del 11° y 12° de Infantería); la mayoría de los
Personal Contraalmirante Segundo Storni.
Ejército) y Escuela Superior de comprometidos, sin mando de tropas, en
Guerra; más Estados Mayores oficinas.
de diversas guarniciones. Apoyo civil: escaso. La Legión de Mayo (
Apoyo civil: Considerable: UCR Campos, Dorna, Vinas) y La Liga
ANTIPERSONALISTA (Melo y Republicana ( Laferrére, Carulla), además
Cantoni), partidos de un sector del P. Conservador de Buenos
conservadores (Moreno, Aires ( Mateas Sánchez Sorondo);
Santamarina, Fresco), P. Soc. periódicos La Fronda ( Uriburu,
Independiente (Pinedo, conservador) y La Nueva República (
Tomaso) y el director del nacionalista)
diario Crítica, Natalio Botana.

Anti conspiración:

Tte. Gral. (R) Luis Dellepiane, mientras estuvo a cargo del ministro de Guerra; Ministro de Marina: Contra almirante
Tomas Zuruta

Horacio Oyhanarte, y el sector radicar yrigoyenistas que secundaba al ministros e Relaciones Exteriores

Gral División Severo Toranzo, Inspector Grl. De Ejército con varios Grls (Mosconi, Adalid, Porta Martínez Baldrich);
Coroneles (Alvarez, Soto, Rocca, Crespo, Baldasarre, Rosendo Hermelo); Tenientes Coroneles (Cattáneo, Pomar,
);Klan Radical; diarios La Época y La Calle.

Si las posibilidades no estaban a favor del Grupo C, ¿Por qué triunfó?

Ahí aparece la explicación Sarobe- Perón para reordenar el esquema, B, a última hora, apoyó a C. Juntos y dado que
A y los Anti conspiradores estaban divididos, pudieron, mediante un golpe de suerte (el pase del Cnel. Francisco
Reynolds, con el Colegio Militar, de A a C) , y la audacia de Uriburu, tomar la Casa Rosada y establecer un gob de
facto. A ello se sumó el pueblo, que permitió el milagro revolucionario.

Rosendo Fraga: La Revolución del 30 fue un hecho improvisado, es posible que si la renuncia de Yrigoyen se hubiera
producido, el golpe no hubiera tenido lugar. La mayoría de los políticos y militares veían en la presencia de Yrigoyen
como el factor perturbador. Sólo Uriburu y un pequeño grupo de militares y civiles creían que el problema era una
falla estructural del sistema político. La línea de Justo en la conspiración era expresión de la aspiración mayoritaria,
tanto civil como militar y por eso triunfó dsp.

Potash: El Ejército y la Política en la Argentina. Capítulo 1 y 2 Correspondientes a la Unidad 2. Capitulo dos:


OBLIGATORIA

Capítulo 1: La organización militar

El 6 de septiembre de 1930 el movimiento de un reducido número de fuerzas militares argentinas en las calles de
Baires derribó el segundo Gobierno de Hipólito Yrigoyen y puso fin al experimento de un gob elegido por el pueblo
iniciado catorce años antes con su primer ascenso a la presidencia. Ese día tmb terminó una sucesión ininterrumpida
de presidentes constitucionales que había durado casi setenta años; y se desechó la tradición de abstención militar
en el campo político que había durado 25 años.

La organización militar de la década de 1920 estaba muy alejada del Ejercito que había luchado en el último conflicto
internacional (1865-70) en las campañas de la década siguiente contra los indios, o en las perturbaciones civiles de la
década de 1870, 1880 y en 1890. Los oficiales del antiguo ejército eran hombres que aprendían su profesión en el
campo mismo a menudo luchando contra sus compatriotas. Algunos habían iniciado su carrera como oficiales de
menos graduación; otros habían ascendido desde la condición de soldado raso. El Colegio militar fue fundado recién
en 1870 con el fin de educar a los jóvenes oficiales. Pero aun entonces no era necesario asistir a las aulas para
obtener un grado. La masa de soldados de este ejecito estaba formada por voluntarios enganchados, delincuentes
de menor cuantía y reclutas involuntarios. Presuntamente se elegían los contingentes a la suerte, en el nivel local,
entre todos los solteros aptos; pero en realidad estos reclutas provenían de las filas de los pobres los desocupados.
La ley permitía que los acomodados evitasen el servicio contratando sustitutos, práctica que determinó que la
condición de alistado fuese sinónimo de clase inferior en la soc Arg.

Para alrededor de principios de siglo hubo una serie de reformas que modificaron profundamente el carácter de la
org militar. La mayoría de estas innovaciones ocurrieron durante el segundo gob del GENERAL Julio A. Roca (1898-
1901). La adopción e las reformas militares fue parte de una serie de medidas enderezadas a mejorar la defensa de
Argentina frente a sus vecinos, especialmente Chile. A fines de la década de 1890, la posibilidad de una guerra
originada por la disputa fronteriza creó una atmosfera propicia para las reformas militares.

Un cambio fundamental fue la INTRODUCCION DEL SERVICIO MILITAR UNIVERSAL CON ARREGLO AL REGLAMENTO
ORGANICO MILITAR DE 1901, denominado generalmente LEY RICCHIERI (por Pablo Ricchieri, ministro de Guerra). De
acuerdo con este nuevo sistema de reclutamiento, todos los jóvenes de veinte años estaban obligados a prestar
servicio, La ley reformada de 1905 establecía un año de servicio en el Ejercito o dos en la Marina, realizándose la
selección mediante un sorteo. En adelante, las filas del Ejercito Arg estuvieron formadas por un cuadro
permanentemente engrosado por contingentes anuales de soldados- ciudadanos. Con el fin de suministrar el
personal de cuadros a todas las armas de combate, en 1908 se fundó un organismo especial denominado Escuela de
Clases que vino a sustituir los esfuerzos anteriores para entrenar a suboficiales en unidades individuales o en grupos
separados. Rebautizada en 1916 con el nombre de Escuela de Suboficiales fue instalada en la guarnición de Campo
de Mayo, donde represento una unidad militar poderosa por derecho propio, a causa de la capacidad profesional de
su personal y su acceso a todo tipo de armas.

Las reformas encaminadas a profesionalizar el cuerpo de oficiales complementaron los nuevos esquemas de
reclutamiento de los alistados. Una vez que entraron en vigor las reformas de 1905 al reglamento SOLAMENTE LOS
GRADUADOS DEL COLEGIO MILITAR PODIAN MERECER GRADOS REGULARES, limitación que garantizo la
homogeneidad de los antecedentes educacionales de los miembros del futuro cuerpo de oficiales.

Otra innovación fue la INSISTENCIA EN QUE LOS OFICIALES ASISTIERAN A LA ESCUELA DE PERFECCIONAMIENTO EN E
SERVICIO, CON EL FIN DE OPTAR A LOS ASCENSOS. La creación de la Escuela Superior de Guerra en 1900 fue el PASO
FUNDAMENTAL EN LA ELEVACION DEL NIVEL PROFESIONAL. Hasta 1905 el ascenso al grado mayor exigía que el
candidato aprobase un examen especial rendido en esta escuela; una década después los oficiales deberían seguir
un curso de un año para aspirar al grado de capital. Entretanto, la reducción de la edad de retiro obligatorio en cada
grado, sancionada en 1905, y la obligación, incorporada en 1915, de que los oficiales que quedaban atrás en la lista
de ascensos, superados por hombres más modernos, pasaran a retiro, eliminó de las filas del ejército activo a
muchos oficiales veteranos. El Ejército de la década de 1920 todavía contaba con oficiales veteranos que habían
conquistado grados y ascensos a causa de sus años de servicio, pero era evidente que ahora el futuro pertenecía a
los graduados de las escuelas profesionales.

Un aspecto significativo de la importancia que se le atribuyo después e 1900 al profesionalismo fue la difusión de la
INFLUENCIA MILITAR ALEMANA EN LA FORMA DE ASESORES, PERIODOS DE ENTRENAMIENTO EN ULTRAMAR Y
ARMAMENTOS. Una serie de contratos firmados con las fábricas alemanas de municiones a partir de la década de
1890, determinó que el Ejército argentino se abasteciese casi totalmente con armas y equipos fabricados en
Alemania. Pero aun mas importante por su influencia sobre el cuerpo de oficiales fue la decisión adoptada en 1899,
de acuerdo con la cual se INVITABA A OFICIALES ALEMANES A ORGANIZAR LA ACADEMIA DE GUERRA. Cuando esa
institución abrió sus puertas en abril de 1900, el director y cuatro de sus 10 profesores eran alemanes. Puede
agregarse que varios oficiales alemanes tmb enseñaron en la Escuela de Tiro y sirvieron en el Instituto Geográfico
Militar, ambos organizados de acuerdo con los modelos prusianos.

La influencia de los militares alemanes en el cuerpo argentino de oficiales se ACENTUÒ aun mas a causa de la
PRACTICA CONSISTENTE EN ENVIAR OFICIALES SELECCIONADOS PARA SEGUIR CURSOS SUMPLEMENTARIOS DE
ENTRENAMIENTO EN ALEMANIA.

Desde 1905 año en que se inició dicha práctica, hasta 1914, en que fue suspendía por la IGM veintenas de oficiales
argentinos pudieron observar de cerca el funcionamiento del sistema militar alemán. La experiencia fortaleció el
sentido de profesionalismo en el Ejercito Arg en general. Precisamente estos oficiales fueron designados más tarde
como instructores de las escuelas militares argentinas y alcanzaron elevados cargos administrativos e importantes
mandos de la tropa en el Ejercito Arg de la década de 1920.

El más prestigioso de los oficiales entrenados en Alemania fue JOSE F. URIBURO. Muy admirado en la colonia
alemana de Arg por su defensa a la neutralidad en la IGM, fue considerado como candidato para el Ministerio de
Guerra por el presidente Alvear en 1922, pero luego se lo desechó a causa de posibles repercusiones en los países
aliados. Sin embargo, a principios de 1923 se le asignó el cargo recientemente creado de inspector general, la más
alta jerarquía militar. En su carácter de oficial de mayor jerarquía en servicio activo, fue el principal responsable del
rechazo de los esfuerzos franceses para crear estrechos vínculos militares en la década de la posguerra, y de la
utilización de varios oficiales alemanes expatriados.

La presencia de estos extranjeros no era mirada con buenos ojos por todos los oficiales argentinos; dsp de 1926,
cuando Uriburu abandonó el cargo e inspector general, cambio el clima en que desarrollaban su actividad los
asesores alemanes. A fines de ese año el CORONEL RAMON MOLINA, destacado oficial del Estado Mayor General,
rompió con su jefe y critico a los asesores, afirmando que eran seudo expertos. En un artículo publicado en la revista
Militar, exhorto a sus colegas a no subordinar su juicio al criterio de oficiales extranjeros simplemente porque estos
últimos tenían experiencia bélica.
La posición e Molina era en parte resultado de la irritación personal, pero otros oficiales compartían su
resentimiento ante la actividad del principal asesor alemán, el GENERAL FAUPEL.

La década de 1920 presenció un constante crecimiento del Ejercito Arg, y un aumento mucho mayor de sus gastos.
La razón principal del crecimiento a nivel fuerzas fue la expansión del número de soldados ciudadanos incorporados
anualmente. Aunque la fuerza total del Ejército aumentó aproximadamente en un 26 por ciento durante la década,
los gastos militares durante el mismo periodo se elevaron mucho más rápidamente. Durante el primer Gob de
Yrigoyen (1916-1922) los gastos del Ministerio de Guerra prácticamente de suplicaron. Durante los ocho años
siguientes de gob radicales, estos gastos aumentaron nuevamente en la mitad. En general el costo de la organización
militar argentina durante esta década fue de aproximadamente un quinto del presupuesto rotal en constante
crecimiento del gob.

El profesionalismo cada vez mas acentuado, aun acompañado del crecimiento físico y de la ampliación de las
asignaciones del presupuesto, no siempre implicó mayor unidad y satisfacción, ni la elevación de la moral del cuerpo
de oficiales. Por el contrario, en la década de 1920 se manifestaron DIFERENTES TENSIONES ENTRE GRUPOS RIVALES
DE OFICIALES Y ENTRE SECTORES DE LAS FUERZAS ARMADAS Y LAS AUTORIDADES GOBERNANTES. ESTAS TENSIONES
SE RELACIONARON DE UN MODO O DE OTRO CON EL ASCENSO DE HIPOLITO YRIGOYEN Y LA UCR AL PDOER. El
proceso de profesionalización había coincidido con los esfuerzos del Partido Radical para obtener acceso al poder de
su creciente número de partidarios de la clase media. Desde su fundación en 1891 el fraude electoral había
impedido que el partido realizase legalmente sus objetivos; y bajo la dirección de Yrigoyen había reclamado la
REFORMA ELECTORAL, al mismo tiempo que iniciaba una serie de conspiraciones y revueltas. Estas culminaron con la
fracasada revolución de febrero de 1905, en la que muchos oficiales intervinieron aun a riesgo de su carrera
profesional. En parte como REACCIÓN, ANTE ESAS ACT, el reglamento militar reformado que se sancionó en fecha
posterior de ese mismo año refirmó las normas vigentes que prohibían que los oficiales que tenían mando de tropas
o misiones encomendadas por el Ministerio de Guerra participasen directamente o indirectamente en política, aun
en el ejercicio de sus derechos políticos y si no cumplían serian castigados por desobediencia.

Dichas normas no impidieron que algunos oficiales se incorporaran a la causa radical, y afirmase que aun el GENERAL
RICCHIERI, que en su carácter de Ministro de Guerra en 1901 había sancionado la prohibición original de que los
comandantes de tropas desarrollasen actividades políticas, en 1909, cuando era comodante de campo, ofreció su
apoyo a la lucha de Yrigoyen por la reforma electoral. Continuaron las actividades conspirativas que implicaban a
civiles y militares, pero no hubo nuevos alzamientos. Las garantías de la reforma electoral ofrecidas a los radicales de
1910 por Roque Sáenz Peña, inició un proceso pacífico de transformación que culminó en 1916 con la elección de
Yrigoyen a la presidencia.

La serenidad con que los militares aceptaron la revolución pacífica inherente a la asunción del poder nacional por los
radicales se vio perturbada por las medidas del nuevo gobierno. Aparentemente los militares no oponían mayores
objeciones a la política internacional de Yrigoyen y especialmente a su decisión de no interrumpir las relaciones con
Alemania en la IGM. Pero en el plano nacional el ELEVADO NUMERO DE INTERVENCIONES A LAS PROVINCIAS TUVO
REPERCUSION. Yrigoyen justificó las intervenciones como medio de asegurar la HONESTIDAD de las elecciones del
gob provincial y para poner FIN a la CORRUPCION POLITICA- REPARACIÓN POLÍTICA-. Pero estas intervenciones
utilizaron frecuentemente al Ejército para mantener el orden, y los críticos señalaron que el empleo de las unidades
militares en tareas policiales perjudicaba gravemente el entrenamiento de los conscriptos. Más aun, el uso de las
fuerzas militares para facilitar a los dirigentes provinciales del Partido Radical la ocupación de los gob de las
provincias en desmedro de los grupos políticos rivales seguramente representó un factor de perturbación para los
oficiales que concebían su propia misión en términos profesionales.

Al aplicar el concepto de REPARACION al propio Ejercito, Yrigoyen tmb suscitó el resentimiento de los oficiales de
orientación profesional, para quienes los reglamentos militares eran sacrosantos, o por lo menos no debían ser
ignorados a capricho de la autoridad civil. El Presidente quiso recompensar a los hombres cuya carrera militar se
había visto perjudicado a causa del compromiso con la causa. Yrigoyen designó a un CIVIL COMO MINISTRO DE
GUERRA (no seguía la tradición que era nombrar al oficial de elevada graduación), ignoró a los oficiales que estaban
en condiciones de ser ascendidos para FAVORECER A EX REVOLUCIONARIOS, Y ADEMÁS SANCIONÓ DECRETOS QUE
MODIFICABAN LAS LISTAS DE GRADOS, ASCENDÍAN OFICIALES RETIRADOS Y CONCEDÍAN PENSIONES AL MARGEN DE
LAS NORMAS DE LA LEY Y LOS REGLAMENTOS VIGENTES.

El disgusto de muchos oficiales se acentuó a causa de un proyecto legislativo de 1921, cuya sanción fue solicitada
premiosamente por el presidente Yrigoyen, en el cual se declaraba que la participación en los movimientos radicales
de 1890, 893 y 1905 constituía un SERVICIO A LA NACIÓN. El proyecto proponía la reincorporación a la lista de retiro
y el otorgamiento de los correspondientes beneficios de los ex oficiales que habían sido eliminados del servicio
militar, así como ascensos de un grado para los que ahora se encontraban en la lista de retiros, y habían sido
omitidos causa de su participación en revueltas. Aunque en definitiva los beneficiarios del proyecto, dsp de su
aprobación con algunas reformas en 1923, formaron un grupo relativamente reducido, este intento de
RECOMPENSAR a los individuos que de acuerdo con las palabras del propio autor del proyecto, ponían las
obligaciones cívicas por encima del deber militar, representaban un ATAQUE A LA CONCIENCIA de los que habían
permanecido fieles a dicho DEBER.

El sesgo trágico del problema consistía en que con sus intentos de reparar las injusticias del pasado, Yrigoyen estaba
contribuyendo a socavar la tradición no muy vigorosa de prescindencia militar respecto de las actividades políticas, y
a debilitar el sentido de unidad del cuerpo de oficiales.

Más aun en la década de 1920, a medida que la diferencia entre los oficiales se cristalizó y se acentuó el
faccionalismo, dicha UNIDAD PRACTICAMENTE DESAPARECÓ. PRUEBA DE ESTA AFIRMACIÓN FUE LA CREACIÓN EN
1921 DE UNA SOC SECRETA DE OFICIALES DESCONTENTOS ANTE EL MODO QUE EL GOBIERNO TRATABA LOS
PROBLEMAS MILITARES. ESTA SOCIEDAD SE ORIGINÓ EN UNA FUSIÓN DE DOS GRUPOS DE OFICIALES, UNO DE ELLOS
FORMADOS POR CAPITANES PERTENECIENTES SOBRE TODO AL ARMA DE CABALLERÍA, Y EL OTRO DE CORONELES Y
JEFES DE DISTINTAS RAMAS. LA SOCIEDAD ADOPTÓ EL NOMBRE DE LOGIA GENERAL SAN MARTIN.

Causas de su formación:
 La tolerancia demostrada por el Ministro de Guerra ante los oficiales que tenían vocación política y que
utilizaban sus cargos para mejorar sus posibilidades de ocupar puestos públicos o para proveer apoyo a Yrigoyen
 El favoritismo y la arbitrariedad en los ascensos
 Los defectos que se manifestaban en el entrenamiento de los conscriptos
 La pasividad del gobierno ante los requerimientos del ejército, que necesitaban armas y equipos adecuados
 El deterioro general de la disciplina en el Ejército.

A estas inquietudes esencialmente profesionales que determinaron la creación de la Logia debe agregarse la
APRENSIÓN CON LA QUE ALGUNOS MILITARES MIRABAN LA DIFUSIÓN DE LAS ACTIVIDADES IZQUIERDISTAS EN ARG.
Los miembros de la Logia vieron en la org no solo un instrumento para corregir defectos profesionales, sino tmb un
medio de presionar al gob, con el fin que se mostrase menos tolerante hacia la izq. política.
A diferencia de otras Logias militares anteriores, la Logia San Martín no partió de un programa político y no se
interesó en las medidas generales del gobierno de Yrigoyen. SU OBJ PRINCIPAL ERA MÁS BIEN ELIMINAR DEL
EJERCITO TODA ACT POLÍTICA PARTIDISTA, QUE A SU JUICIO REPRESENTABA LA PRINCIPAL AMENAZA A LA
DISCIPLINA Y POR CONSIGUIENTE LA CAUSA BÁSICA DE LA MAYORÍA DE LOS MALES DEL EJERCITO.

Después de convenir en la necesidad de acción, el primer paso importante fue conquistar el control de la comisión
directiva del Círculo Militar, el club social al que pertenecían la mayoría de los oficiales. Desde esta organización
procuraron ejercer presión sobre el Ministerio de Guerra de Yrigoyen, para librar batalla a los oficiales políticos.; y
cuando este método fracasó, en 1922 buscaron influir sobre la elección del ministro de Guerra de Alvear. Los
miembros de la Logia deseaban impedir la designación de otro civil, y tmb del GENERAL LUIS DELLEPIANE, oficial que
mantenía estrechas relaciones con Yrigoyen. El candidato de la Logia era el CORONEL AGUSTIN JUSTO, que durante
los últimos 7 años había sido director del Colegio Militar.
El CORONEL JUSTO no era miembro de la Logia General San Martin. Su reputación profesional entre sus compañeros
de armas era extremadamente elevada, sobre todo gracias a su labor en el mejoramiento del Colegio Militar.
Diplomado Universitario, además de oficial del Ejército, Justo gozaba de elevada consideración en los círculos civiles
aristocráticos.
¿De dónde venía Justo?
TENÍA CONTACTOS EN LA ÉLITE
 Padre fue gob de Corrientes y amigo de Mitre
 Suegro Gob de Rio Negro y propietario de grandes extensiones de tierra
 Justo era miembro de Círculo de Armas (el club VIP DE LA ÉPOCA)

Los esfuerzos de la Logia San Martin en pro de la designación de Justo como Ministro de Guerra fueron exitosos
cuando Alvear le ofreció el cargo.
¿Por qué lo eligió?
 Alvear no mantenía relaciones personales con Justo y había considerado seriamente nombrar a un viejo amigo
suyo con el que habían compartido la ilusión de la rev del 90, Uriburu.
 La presión de los amigos franceses de Alvear lo indujo a eliminar la candidatura de Uriburu quien era pro
alemán.
 Dos oficiales asignados a la Embajada Argentina en Paris (miembros de la Logia SM) sugirieron a Justo
 Tomás Le Bretón (amiguis de Alvear), quien conoció a Justo en el círculo de Armas, Alvear arregló una reunión
personal en donde le ofreció el cargo y este aceptó.

La designación de Justo como ministro de Guerra de Alvear en 1922 fue la victoria de la Logia, pero tmb la
persistencia del faccionalismo. La distancia que separaba a los oficiales que habían adoptado una actitud crítica
frente a las medidas militares de Yrigoyen, de los que se habían beneficiado de ellas, se amplió más.
Los miembros de la Logia SM obtuvieron muchos cargos fundamentales:
 Jefe del Secretariado del Ministro de Guerra
 Jefe de la Casa Militar del Presidente
 Director del Colegio Militar y la Escuela Superior de Guerra

Los miembros de la Logia desencadenaron una lucha implacable contra los oficiales que a su juicio estaban
comprometidos en la actividad política. No solo obtuvieron la sanción de un decreto ofíciales que exigía la vigencia
de la prohibición reglamentaria de dicha actividad, sino que condenaron al ostracismo a los oficiales que
continuaban violando dicha norma.
Los dirigentes de la Logia SM redactaron lo que ellos mismos denominaron una lista negra de dichos oficiales, y
exigieron a sus miembros que se abstuviesen de todo contacto personal con los que estaban incluidos en dicha lista.
(Donde está la lista, la lista, aquí esta, aquí esta). La existencia de la Logia como institución formal terminó en 1926,
sin embargo los que estaban en la logia contra los que estaban afuera siguieron en tensión.

Durante el gobierno de Alvear, el Ejército realizó notables progresos, mediante la creación de nuevas unidades
(especialmente de aviación), la org de de las primeras maniobras en gran escala, y las medidas adoptadas para
modernizar el equipo militar. Luego de la IGM, el Ejercito busco la modernización de su equipo, por un posible
ataque enemigo, sin embargo Yrigoyen no era muy proclive a aumentar el presupuesto destinado a tales fines.
Justo, durante la presidencia de Alvear, tomó la iniciativa de la formulación de un proyecto de armamentos del
gobierno y obtuvo la aprobación del Congreso, que asignó una gran suma (100 millones de pesos). La actuación de
Justo como ministro de guerra lo llevó al primer plano de la atención pública como hombre capaz de obtener
resultados (ojo al piojo). Bajo su dirección el Ejercito se desarrollo y estuvo mejor entrenado y alojado que nunca. Se
inició un amplio programa de modernización de sus equipos; y se echaron los cimientos de una industria nacional de
producción de armas. Sin embargo, no logro eliminar las rivalidades entre los ex logistas y sus opositores. , más aun,
sus relaciones con estos últimos continuaron siendo frías, y en el caso del GENERAL LUIS DELLEPIANE aun
desembocaron en un duelo cruento. A medida que se acercaban las elecciones de 1928, el Ministro de Guerra
(JUSTO) se identificaba con las maniobras políticas encaminadas a impedir el regreso de los radicales yrigoyenistas al
poder.
Apoyo la propuesta del ministro de Interior de Alvear (VICENTE GALLO), en 1925 de intervenir la provincia de Baires.
Este era el bastión del poder político de Yrigoyen, y la pedida del control de dicha provincia podía ejercer
considerable influencia sobre la elección presidencial. La NEGATIVA del presidente Alvear a utilizar el poder de la
intervención con ese fin frustró el plan.
Antes de esta fecha y durante meses había circulado el rumor de que en caso de una victoria de Yrigoyen el general
Justo realizaría un golpe Militar. El poeta LEOPOLDO LUGONES, se destacó entre quienes intentaron conseguir que el
ministro de Guerra encabezase un golpe. Finalmente Justo se hizo eco del rumor y en una carta publicada en la
primera pág. de La Nación, negó categóricamente que jamás hubiese utilizado al Ejército como instrumento político
o que tuviese planes en ese sentido.
En las elecciones de 1928, Yrigoyen conquistó la mayor victoria en la historia del país. Sin embargo, dos años
después la adhesión del ex ministro de Guerra y de muchos otros oficiales a los principios formulados en esa carta
debió soportar otra prueba, y según se comprobó, la definitiva.

Cap 2: Yrigoyen y el Ejercito, 1928-1930 (OBLIGATORIO)

En oct de 1928 Yrigoyen asumía como presidente por segunda vez. A diferencia de otros líderes apoyados por las
masas, Yrigoyen no era un gran orador ni tendía a halagar a la multitud. Más aun, rara vez había aparecido en
público y había evitando pronunciar discursos, incluso durante la campaña electoral. SU FUERZA RESIDÍA, MÁS BIEN
EN SU PERSUASÓN PERSONAL, EN LA CAPACIDAD DE IMPONER SU DIRECCIÓN A QUIENES TENÍAN CONTACTO
DIRECTO CON ÉL. Aun en el ejercicio del cargo evitó todo lo posible las ceremonias, y continuó la vida ascética que
había sido su norma durante el último medio siglo.
Aunque su reelección de 1928 por una mayoría de dos a uno fue un triunfo personal y político, su reasunción a la
presidencia a la edad de 76 años (que ganas el tipo) señaló el comienzo de una tragedia personal y política. Yrigoyen
inició su segundo mandato cuando ya era un hombre fatigado al borde de la senilidad. (Esta frase es épica).
Para el ejército y su vida interna, el retorno e Yrigoyen representó el comienzo de un periodo de inestabilidad sin
precedente. Jamás un traspaso pacífico de poder presidencial se vio seguido de desplazamientos de personal tan
amplios como los que ocurrieron entonces, o por una atmosfera de tanta incertidumbre e improvisación como la
que comenzó a prevalecer en la org militar.
El presidente eligió como ministro de guerra al TENIENTE GENERAL LUIS DELLAPIANE, oficial retirado de gran
prestigió y amplia experiencia, que le había prestado buenos servicios en un periodo crítico de su primer gobierno.
Sin embargo, los esfuerzos de Dellapiane como ministro de Guerra se vieron perjudicados por su mala salud, que lo
obligó abandonar el cargo durante varios meses a principios de 1929, y por la interferencia del ministro del interior,
ELPIDIO GONZALES. Este último había sido ministro de Guerra en la primera presidencia de Yrigoyen, reemplazo a
Dellepiane durante su enfermedad y utilizó su considerable influencia sobre el Presidente para intervenir en los
nombramientos.
Vino a complicar los problemas del ministro de Guerra y tendencia del Presidente a subordinar el reglamento y
procedimientos vigentes a las consideraciones de carácter personal y publico. Aparentemente, el presidente
Yrigoyen concebía al Ejército como una asociación de individuos no muy distinta de una fila o un club político, más
que como una institución jerárquica en la cual la moral y la disciplina están íntimamente vinculadas con el
cumplimiento cuidadoso de normas establecidas. Entonces como ahora los oficiales argentinos concebían las leyes y
los reglamentos que rigen el estado militar como un contrato que definía tanto sus propias obligaciones frente a
Estado como las del gobierno hacia ellos. En parte sobre esta base evaluaron las medidas militares del gob de
Yrigoyen, y tmb reaccionaron frente a ellas.
No todas estas medidas fueron divisionista o negativas:
 Sueldos: El gob de Yrigoyen fue más generoso que su predecesor. No solo aprobó un aumento general de
sueldos, como indicamos en el cap anterior, sino que se adoptaron medidas para equiparar las pensiones del
personal retirado con los sueldos recibidos por los oficiales y los hombres en servicio activo
 Pensiones militares: Aumento el número y volumen de los pagos. Ninguna de estas pensiones exigía
contribuciones de los beneficiarios.
 Potencial humano militar: Continúo la tendencia de los aumentos anuales constantes pero reducidos.
Autorizo la conscripción de 24.800 (wasos) en enero de 1919 y 25.000 en 1930. La inscripción de cadetes en
los cursos preparatorios y regulares del Colegió Militar aumentó aún más bruscamente. Tmb se permitió el
aumento del num de oficiales en todos los grados, de subteniente a teniente coronel, por encima de los
niveles estipulados por el presupuesto.
Las medidas militares de este gob se orientaron más hacia los BENEFICIOS a los individuos que hacia la FUERZA
ORGANIZATIVA, mas hacia hombres que hacían el material. Esta actitud se reflejó en diferentes aspectos:
 En la pauta de nombramientos oficiales
 En la intención explícita de obtener cambios en el reglamento militar básico: Los cambios proyectados se
referían sobre todo al aumento de beneficios para el personal militar (reducción de la edad de retiro con
sueldo integro y ampliación de la categoría de personas dependientes que podían optar a pensiones por
fallecimiento de titular).
 Aumento de la magnitud del cuerpo de oficiales y del numero de ascensos anuales
 La regularización del status del personal asimilado
 La creación de un procedimiento que permitía otorgar grado a los suboficiales destacados
 El tratamiento de los programas de construcción y de armamentos.

Muestran cierto interés en la


humanización de la profesión militar

Medidas que no gustaron al Ejército: (Pregunta de parcial 2017)


La otra cara de la moneda fue la interrupción del programa inaugurado por Alvear para mejorar las instalaciones del
Ejército y suministrar equipo moderno. Durante 1929 se detuvo la construcción de cuarteles militares y otras
instalaciones, prácticamente se clausuró la fábrica de aviones militares en Córdoba y se redujo drásticamente el
programa de adquisición de armamentos en países extranjeros.
Además de negar autorización para los nuevos contratos el gobierno postergó y a veces retuvo los pagos que debía
realizar, con arreglo a los contratos en vigor, por los materiales entregados. Hasta cierto punto esta situación fue
resultado de la insistencia del presidente Yrigoyen en examinar personalmente todas las facturas presentadas al
gobierno antes de autorizar el pago.
La actitud del gob de Yrigoyen frente a los programas de construcciones militares y armamentos durante los
primeros ocho meses de actividad fue motivo de considerable insatisfacción entre los círculos militares. Este
sentimiento de descontento sin duda se acentuó a causa de la notoriedad periodística que mereció en julio de 1929
el caso de dos destructores construidos pro contrato en un astillero británico. El personal naval Arg enviado para
recibir los buques se vio obligado a esperar inactivo porque los constructores británicos rehusaron entregar las
naves, en vista de la falta de pago de varias facturas pendientes.
El malestar militar que se desarrolla durante el gob de Yrigoyen tenía otras raíces, aparte de la actitud del gobierno
frente al programa de gastos para instalaciones básicas.
(Esto que sigue es lo que concretamente se pregunto en dicho parcial), Desde el punto de vista del oficial común era
mucho más grave la MANIFESTACION DE FAVORITISMO político en el tratamiento del personal militar. Este
favoritismo adoptaba diferentes formas:
 La reincorporación al cuerpo de oficiales de personal dado de baja hacía mucho tiempo, con reconocimiento
integral de los años transcurridos entretanto
 La promoción retroactiva de oficiales retirados, en oposición a clausulas explicitas de los reglamentos militares,
con derecho a percibir el diferencial en la situación de retiro
 Modificación de la fecha de ascenso de los oficiales en servicio activo que gozaban de favor, medida que les
otorgaba mayor antigüedad que a sus contemporáneos, y por consiguiente ventajas en los ascensos.
Estas medidas, que caracterizaron el manejo de Yrigoyen en los asuntos militares durante sus dos años de gestión,
no dejaron de suscitar críticas en los grupos de oposición del Congreso y en la prensa. En sep de 1929 un diputado
socialista independiente trató de lograr que la mayoría yrigoyenistas votase una interpelación al ministro de Guerra,
para reclamarle explicaciones acerca de los muchos decretos que beneficiaban a determinados oficiales. (Mario
Bravo fracasó)
Así mismo, era evidente que la actitud del gobierno de Yrigoyen en el asunto de los ascensos debilitaba la disciplina y
provocaba descontento. EL REGLAMENTO ORGÁNICO MILITAR ESTABLECÍA QUE DEBÍAN CONCEDERSE LOS
ASCENSOS ANUALES EL 31 DE DIC, Y SE ACOSTUMBRABA PUBLICAR LAS LISTAS ALREDEDOR DE ESA FECHA. En el caso
de los oficiales superiores, el requisito de la aprobación del Senado, podía modificar un poco las fechas, pero era
para la misma época. Sin embargo, el gob de Yrigoyen no concedió los ascensos en los grados superiores desde el
momento de iniciación e su actividad hasta su derrocamiento. No presentó listas de nombres al Senado durante el
año 1929, y aunque aparentemente lo hizo en 1930, no se convocó a sesiones del Senado para considerarlas. La falta
de ascenso constituyó un MOTIVO DE FRUSTRACION PARA LOS OFICIALES QUE REUNIAN CON LAS CONDICIONES
EXIGIDAS, y especialmente para los tenientes coroneles, en cuyo caso el ascenso significaba cruzar a los grados
superiores. La lista correspondiente al 31 de dic de 1928 se publico en mayo de 1929 y la del 31 de 1929 se dio a
conocer en marzo de 1930.
El papel del presidente Yrigoyen en el mecanismo de los ascensos y en otras decisiones acerca del personal militar
NO FUE PASIVO. Se creyó autorizado a introducir cambios en las listas presentadas por la juntas de promoción del
Ejercito, y ordenó ascensos suplementarios en resp a pedidos personales de determinados oficiales.
La benevolencia de Yrigoyen (le daba ascenso a sus amigos básicamente) significaba no solo que a menudo ignoraba
los reglamentos y procedimientos dirigentes, sino tmb que se debilitaba el lazo de disciplina, Los oficiales de
diferentes jerarquías se sentías tentados de ignorar las vías reglamentarias y tendían a pasar por encima de sus
superiores, alentados por los edecanes presidenciales que ofrecían entrevistas con el Presidente.
Los efectos de este sistema se sintieron incluso en las academias militares, dnd los alumnos expulsados por razones
disciplinarias o académicas eran reincorporados por orden del Presidente.
La incertidumbre que prevaleció en las Fuerzas Armadas dsp de la iniciación del gobierno de Yrigoyen se origino en
las divisiones que se manifestaban en el cuerpo de oficiales. Los oficiales perjudicados por la Logia SM habían
esperado que llegase el momento de poder vengarse de sus opositores. Y pudieron hacerlo cuando ocuparon
puestos fundamentales en el Ministerio de Guerra, bajo la dirección del GENERAL DELLAPIANE. Una figura
importante fue el CORONEL PEDRO GROSSO SOTO, yrigoyenistas que ocupo el segundo cargo (Jefe de secretaria).
En los primeros tiempos del nuevo gob, los oficiales identificados con la Logia o con el ministro de Guerra saliente,
(JUSTO), fueron separados de sus puestos y declarados en disponibilidad. Esta condición, determinaba un estado de
forzosa ociosidad así como la pérdida de la paga suplementaria que se asignaba a los destinos específicos.
Con el tiempo se dio destino a muchos de estos oficiales pero otros prefirieron pedir retiro. Entre estos últimos
estaba el CORONEL LUIS GARCIA, otrora Jefe de la Logia y ex Director del Colegio Militar, que utilizó su situación para
dispersar sucesivas andadas contra el Ministerio de Guerra desde las columnas editoriales de La Nación, el diario
conservador de Baires (siempre lo mismo no?).
En el mismo sentido estaba trabajando el GENERAL JOSÈ F. URIBURU de inhibiciones con respecto a la participación
en una conspiración, Pero el afirmaba que como estaba activo no le pintaba hacer ninguna rev. Luego, una vez
retirado, mostró hostilidad al gob de Yrigoyen en un discurso en el cual denuncio su INFLUENCIA SOBRE EL EJÉRCITO.
Desde mediados de 1929 el cuerpo de oficiales fue cada vez más el blanco de esfuerzos que procuraban malquistarlo
con un gob cuyos actos ofrecían material a la crítica de sus adversarios. Sin embargo, el proceso de alineación fue
gradual. En junio de 1929 había dos listas rivales, cuyas actitudes hacia el gob eran muy distintas.

1. PABLO RICCHIERI: Acompañado por el CORONEL CARLOS CASANOVA, secretario de la Inspección General del
Ejército, simpatizaba con las autoridades nacionales.
2. JOSÉ F. URIBURU: Acompañado por el CORONEL MANUEL RODRIGUEZ, hostil al gob. Esta perdió las
elecciones.
Las elecciones de 1930 del Circulo Militar, no había posiciones tan claras, sin embargo el nuevo jefe del Estado
Mayor, el GENERAL FRANCISCO VELÉZ, Destacó que las relaciones de la misma con el gob se caracterizarían por la
escrupulosa consideración y comedimiento, no obsecuencia y servilismo. Estas palabras, con su crítica implícita a los
oficiales yrigoyenistas, señalaron la grave reserva con la que la masa el cuerpo de oficiales miraba ahora la gob.
La decisión del presidente Yrigoyen de manejar personalmente aun los más insignificantes detalles de las cuestiones
gubernamentales, y la consiguiente inercia del gob nacional, a causa de la incapacidad del primer mandatario para
realizar ese propósito, eran a juicio del embajador las causas esenciales de la situación crítica. Pero venia a agravar el
problema el odio profundo que había suscitado entre los partidarios de Yrigoyen y sus opositores políticos.
La aparición, hacia fines de 1929, de la Liga Republicana, contraria al gob por una parte, y del Klan Radical, por otra,
así como la reactivación de la Liga Patriota Argentina, una organización de derecha fundada diez años antes, reveló
la tendencia cada vez más acentuada a reemplazar el debate político por actos de violencia.

PARENTESIS: (Para entender que onda estas agrupaciones, es info de Internet no aparece en Potash)
 LA LIGA REPUBLICANA
Agrupación nacionalista dirigida por los hermanos IRAZUSTA, CARLOS IBARGUREN y ROBERTO DE LAFERRÉRE. Tuvo
sus raíces en un movimiento juvenil establecido por Irazusta y Aferrare alrededor de 1927, cuando fundaron el diario
“La Nueva República. Tomando mucho de la ideología y la estructura de “Acción Françoise”, un movimiento
integrista francés, cuyas ideas se habían distribuido en Argentina por polemistas como JUAN CARULLA y ERNESTO
PALACIO proponían la entrada en “acción” para la defensa de los principios que alientan en el Preámbulo de la
Constitución Argentina. Entre sus fundadores estaban, además de LAFERRE que actuaba como Presidente de la Liga,
los nombrados Caralla y Palacio y Carlos y Federico Embargaren. Realiza repetidos y violentos actos contra el
gobierno de YRIGOYEN, dando lugar a cruentos enfrentamientos con las fuerzas del orden y los militantes
yrigoyenistas.
 LA LIGA PATRIÓTICA ARGENTINA (19/01/1919)

Un grupo de personalidades fundó “Liga patriótica Argentina” afirmando que “la civilización nacional engendró la
Liga Patriótica Argentina, que nació para reunir a todos los hombres sanos y enérgicos con el fin de colaborar con la
autoridad para mantener el orden y vigorizar los sentimientos esenciales del alma nacional, que por lo eterno funda
la patria”.

Era en realidad, una organización paramilitar de ultraderecha que participó activamente en la represión de los
movimientos obreros de la época. En esos días, en parte como consecuencia de la Primera Guerra, el país atravesaba
una grave crisis económica que afectaba principalmente a los trabajadores. Los despidos y la baja de los salarios
llevaron a la miseria a gran parte de la población, mientras que las empresas sometían a sus empleados a largas
jornadas de trabajo de las que no estaban excluidos las mujeres y los niños. Además, la Revolución Rusa de 1917
generó un estado de pánico entre las clases altas, que veían en cualquier reacción justa, una muestra de subversión
marxista. En ese contexto, representantes de distintas organizaciones, miembros destacados de la elite social,
representantes de clubes y asociaciones, y varios militares, el 19 de enero de 1919, se reunieron en el Centro Naval
para fundar la Liga Patriótica.

Fueron sus fines: Según lo declaraba en su Acta Constitutiva, eran: “Estimular, sobre todo, el sentimiento de
argentinidad tendiendo a vigorizar la libre personalidad de la Nación, cooperando con las autoridades en el
mantenimiento del orden público y en la defensa de los habitantes, garantizando la tranquilidad de los hogares,
únicamente cuando movimientos de carácter anárquico perturben la paz de la República. Inspirar en el pueblo el
amor por el ejército y la marina. Los miembros de la Liga se comprometen, bajo su fe y honor de argentinos, a
cooperar por todos los medios a su alcance, e impedir: 1° La exposición pública de teorías subversivas contrarias al
respeto debido a nuestra patria, a nuestra bandera y a nuestras instituciones. 2° Las conferencias públicas y en
locales cerrados no permitidos sobre temas anarquistas y marxistas que entrañen un peligro para nuestra
nacionalidad.

Se obligan igualmente a usar de todos los medios lícitos para evitar que se usen en las manifestaciones públicas la
bandera roja y todo símbolo que constituya un emblema hostil a nuestra fe, tradición y dignidad de argentinos”.
Buscaba además: “Luchar contra los indiferentes, los anormales, los envidiosos y haraganes; contra los inmorales, los
agitadores sin oficio y los energúmenos sin ideas. Contra toda esa runfla sin Dios, Patria, ni Ley, la Liga Patriótica
Argentina levanta su lábaro de Patria y Orden… No pertenecen a la Liga los cobardes y los tristes”.

Entre los presentes se hallaban miembros del Jockey Club, de la Asociación de Damas Patricias, representantes de la
Iglesia y de la Fuerzas Armadas. También participaron en la fundación, los jóvenes pertenecientes al llamado
“Comité Nacional de la Juventud”, un grupo que había actuado pocos días antes, durante los sucesos de la llamada
“Semana Trágica”.

El documento de fundación era oscuramente contradictorio, porque el grupo tenía carácter paramilitar, pero al
mismo tiempo se afirmaba que la solución de los problemas del país debía buscarse por la vía institucional. La
prevención contra los extranjeros y la defensa de un indefinido concepto de la argentinidad eran parte de sus
principios, por lo que es considerada como un claro antecedente de los grupos paramilitares que actuaron en la
década del 70.

Fue elegido como Presidente de la Liga el doctor MANUEL CARLÉS, un conocido abogado y político de ideas
autoritarias y nacionalistas. Profesor universitario de Derecho nacido en Rosario en 1870, que ocupó distintos cargos
públicos. Militaba en el radicalismo, fue luego Diputado por el partido Conservador, pero volvió a las filas del
radicalismo, hasta que decidió colaborar con el movimiento que derrocó a Hipólito Yrigoyen en 1930.

Pocos meses después, el 23 de abril de 1919, la Liga inició sus actividades y al abrir la sesión inaugural, Carles
manifestó su satisfacción por “la forma entusiasta con que el vecindario respetable comienza a cumplir los
propósitos de la asociación”. Y sus palabras debieron sonar como un reconocimiento por la decisiva participación
que tuvieron algunos de sus militantes, en la represión desatada durante la Semana Trágica, llevando a cabo el
primer pogrom contra la comunidad judía de la Argentina y provocando la muerte de numerosos
obreros. Rápidamente fueron organizados los grupos de acción, dedicados a atacar locales de partidos y sindicatos y
a reclutar rompehuelgas, por lo que en aquel momento, la Liga manejaba un pequeño ejército de hombres
entrenados y armados con el fin de defender “la pureza moral de la Argentina”. Para mantener esa pureza, declaró
su fobia contra los extranjeros, aunque desde 1880, la aristocracia nacional había sido la mayor impulsora de la
inmigración como fuente de mano de obra calificada “y barata”.

Integrantes
Además de MANUEL DOMECQ GARCÍA, que fuera su presidente provisional, hasta que fue reemplazado en 1919 por
MANUEL CARLÉS, algunos de sus más destacados integrantes fueron general Luis Dellepiane, Julio A. Roca
(hijo), Leopoldo Melo, Vicente Gallo, etc.

 El Klan Radical o Clan Radical


(En las referencias de la época aparece con la letra "k") fue una fuerza de choque paramilitar radical-yrigoyenistas,
que existió en la Argentina entre 1929 y 1930, aproximadamente. Es conocida principalmente por haberse
enfrentado en la vía pública con organizaciones que conspiraban contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen, como la
Liga Patriótica Argentina de tendencia fascista, presidida por el también radical Manuel Carlés.

Durante 1930 se producen marchas de empleados públicos a favor del gobierno radical. El Klan crece durante este
año, siendo su principal forma de acción pegar afiches con diversas consignas en la vía pública.

Una crónica de la época indica:

La Liga Republicana convocaba a la oposición frontal, el llamado Klan Radical trató de neutralizar a los opositores con
la violencia, y ésta llamó al combate callejero a la Liga Patriótica Argentina. La violencia ganó la calle, los incidentes
menudearon y el ambiente de crisis económica, política y social se tornó, para muchos, insoportable.

En 1918 el descontento se manifestó a través de los ferroviarios, los gráficos, los molineros y los trabajadores del
calzado. Al comenzar 1919, la huelga de los talleres metalúrgicos Vasena, El 9 de enero de ese año, el cortejo
fúnebre de los obreros caídos por la acción de la policía se trasladó de Nueva Pompeya hasta Chacharita. Durante
esta marcha se desencadenó una nueva reacción de las fuerzas de seguridad. Allí murieron 40 personas.

Ese mismo día, facciones del Klan Radical provocaron enfrentamientos, que continuaron en diferentes sitios de la
ciudad y hasta en el cementerio. Esta situación se incrementó por la participación de jóvenes de clase alta armados,
que contaban con la colaboración de oficiales del Ejército y de la Marina, quienes provocaron y atacaron a grupos
obreros. Algunos de ellos formarían la Liga Patriótica Argentina.

Según el historiador David Rock, el Klan Radical asesinó al político opositor mendocino Carlos Washington
Lencinas en diciembre de 1929

Durante el Golpe de Estado de 1930 encabezado por José Félix Uriburu, el Klan tiroteó a la columna golpista desde el
edificio del Congreso de la Nación Argentina

FIN DEL PARENTESIS

El derrumbe económico mundial, cuyos efectos comenzaron a sentirse en Argentina en el año 1930, en la
brusca forma de declinación del comercio exterior y de los ingresos provenientes de los impuestos aduaneros, del
descenso de la actividad económica y de la desocupación, creó nuevos problemas para Yrigoyen. El gobierno ejercía
un fuerte control sobre la cámara de diputados pero el Senado estaba en manos de conservadores, anti
personalistas y socialistas. Desde allí consiguieron impedir la aplicación de ciertos programas gubernamentales,
especialmente los que proponían ampliar el papel del Estado en la economía a expensas de los intereses privados
argentinos y extranjeros.

La decisión de Yrigoyen de utilizar las atribuciones de su cargo para destruir los últimos baluartes
provinciales de oposición y así poder controlar el Senado, suscitó la firme resistencia de esa oposición. Se acusó a
Yrigoyen de dictador por enviar la intervención federal hacia Mendoza, San Juan, Santa Fe y Corrientes. Las
intervenciones yrigoyenistas en la preparación de las elecciones de marzo de 1930 para diputados y senadores, y el
desarrollo concreto de dichas elecciones en Mendoza y San Juan incluyeron episodios de fraude que contradecían
los ideales de Yrigoyen.

A comienzo del invierno de 1930, el gobierno de Yrigoyen se veía jaqueado desde todos los ángulos.

 En su propio partido: los elementos desilusionados ponían en tela de juicio su liderazgo y el de los hombres que
lo rodeaban (Yrigoyen no optó por modificar su línea de conducta o reemplazar a sus consejeros)
 Fuera del partido: la oposición fue ardua. Hacia fines de agosto, cuando se supo que Yrigoyen planeaba
intervenir la provincia de Entre Ríos, la atmósfera llegó a ser explosiva. Los dirigentes de todos los partidos de
oposición pidieron al presidente que modificase su actitud. Una serie de mítines de masas intentó movilizar la
opinión pública contra el gobierno, al mismo tiempo que algunas figuras públicas de derecha comenzaban a
conspirar con oficiales militares, se estaba preparando la escena para el golpe del 6 de septiembre de 1930.

Desde el punto de vista político-militar, este golpe fue el producto de un prolongado proceso de
conversaciones exploratorias, un esfuerzo organizativo de 3 meses y un alto grado de improvisación de último
momento. Su éxito debe atribuirse no a su éxito material, sino a su influencia psicológica sobre el público en general
y el resto de la organización militar, y a la parálisis de sus opositores (ampliar golpe de 1930 con Díaz Araujo
“Conspiración y Revolución”). Hallamos los orígenes en el movimiento que desembocó en el golpe (para Potash) en
la DECISIÓN DEL GENERAL URIBURU DE ORGANIZAR EL DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE YRIGOYEN, Y EN LOS
SONDEOS QUE REALIZÓ ENTRE LOS OFICIALES EN SERVICIOS ANTIGUO DESDE PRINCIPIOS 1930. Uriburu aportó a
esta tarea el gran prestigio que gozaba en los círculos militares. Su figura ejercía una gran confianza debido a su
carrera militar y su posición social (sobrino del ex presidente Evaristo y miembro de una familia aristocrática).

Pero el esfuerzo de Uriburu fue uno de los hilos que condujeron a la Revolución. Otros oficiales entre los
cuales el general Juan A. Justo fue el más destacado, también estaba analizando la posibilidad de actuar con los
civiles y sus camaradas de armas. Hacia marzo de 1930 muchos de los ex logistas, los oficiales que habían sido
castigados por el gobierno de Yrigoyen se unieron a la conspiración, algunos con Justo y otros con Uriburu.

En el movimiento conspirativo había diferencias fundamentales con respecto a los objetivos políticos y a la
estrategia revolucionaria:

 URIBURU:
o Su objetivo general era realizar reformas instituciones después de la destitución
o Apoyado y alentado por intelectuales nacionalistas y por algunos elementos conservadores, se
proponía reemplazar el sistema vigente representativo por otro basado en la IDEA
CORPORATIVISTA.
o Se eliminaría el reino de la demagogia y se aseguraría el control de la sociedad por los elementos
más calificados.
o Su programa implicaba la eliminación de todos los partidos políticos existentes, incluidos los que se
oponían a los radicales.
o Se proponía asumir el puesto de Presidente provisional y formar su gabinete con hombres sin
afiliación partidaria.
o No se comprometía con la duración del gobierno provisional.
 JUSTO:
o Coincidía con los uriburistas en la necesidad de la acción militar pero rechazaban tanto la estrategia
de un movimiento puramente militar como la idea de utilizar la revolución para imponer cambios
institucionales.
o El objetivo político del movimiento debía ser tomar con las armas el camino de la constitución y
volver a la normalidad.
o Los militares, convenían Justo y Sarobe, debían hacer causa común con los partidos políticos de la
oposición y buscar apoyo popular.
o Deseaba crear un gobierno provisional que adhiriese a la constitución y redujese al mínimo la etapa
de transición.
o De acuerdo con las memorias del Teniente Coronel Sarobe, el plan político original rechazaba la idea
de que el jefe militar de la revolución debía asumir la presidencia. Se sostenía que le sucesor legal
del presidente, que era el presidente pro tempore del senado, que era un radical Antipersonalisita,
debía ocupar el puesto. Sarobe concebía un gobierno provisional que debía llamar a elecciones en
tres meses.
o Tenía la mayoría de los oficiales dispuestos a participar en la revolución.

Las diferencias entre el grupo de Uriburu y el de Justo se extendían al problema fundamental del carácter y
la duración del futuro gobierno provisional.

Dato de Color: Juan D. Perón se unió al grupo de Uriburu pero ante la incompetencia y los individualismos de
este grupo y convencido que fracasaría, se retiró el 3 de septiembre, el 4 se reunión con los hombres de Justo.

Los coroneles Sarobe y Bartolomé Descalzo representaron los papeles fundamentales, ambos oficiales
pertenecían al claustro de profesores de la Escuela Superior de Guerra (institución que quería el derrocamiento de
Yrigoyen). A Descalzo le interesaba principalmente conferir carácter CIVIL a cualquier movimiento militar y Sarobe
buscaba definir los objetivos de dicho movimiento. El aporte particular de Sarobe fue la elaboración de un programa
de acción que, difundido entre los alumnos y profesores de la ESG el 4 de septiembre, que CONQUISTÓ EL APOYO
de más de un centenar de oficiales en un solo día.
El programa de Sarobe no insistía, como lo había hecho el plan anterior, en que se entregase la presidencia
provisional a un civil, pero definía los objetivos políticos.

Objetivos:

1. Debía dirigirse el movimiento contra los hombres que ocupaban los altos cargos públicos, no contra partidos
políticos o las instituciones.
2. El gobierno provisional respetaría la Constitución y las leyes, y garantizaría el retorno de la normalidad,
mediante elecciones libres lo más rápido posible.
3. No se permitía a los miembros del gobierno presentarse después como candidatos de la presidencia, y que
se prohibiera a los oficiales militares a participar en reuniones políticas o electorales.
4. Establecía que los oficiales designados a ocupar puestos civiles recibirían únicamente su sueldo militar, y que
no se otorgarían ascensos salvo los establecidos por la ley.

El 5 de septiembre fue un día fundamental para la revolución. La tarde anterior algunas manifestaciones
estudiantiles contra el gobierno habían producido bajas y la tensión en la ciudad de Buenos Aires era mayor. Ese día
el presidente Yrigoyen enfermo había delegado sus poderes en el presidente Enrique Martínez. El mismo día Sarobe
y Descalzo en una reunión con el general Uriburu llegaron a un acuerdo sobre la revolución de la mañana siguiente.
Uriburu aceptó el programa de Sarobe pero, rehusó introducir cambios para las personas de su futuro gabinete y
tampoco dio fecha para finalizar el gobierno provisional.

Uriburu sí aceptó que Sarobe introdujera cambios en el programa del manifiesto revolucionario preparado
por el nacionalista H. Lugones, este fue distribuido por las fuerzas armadas el 6 septiembre. También aceptó la
proposición de Descalzo de asegurar la cooperación civil con el movimiento con la condición que esto no implicara
un compromiso político con los partidos.

Descalzo se reunión con personajes políticos de los partidos Antipersonalisita, conservador y socialista
independiente, y mostrando una credencial firmada por Uriburu elaboró los detalles de la presidencia civil en las
bases militares de Buenos Aires durante la mañana del 6 de septiembre.

¿Qué cosas cambiaron del programa original de Sarobe?

1. El presidente provisional no sería el presidente del Senado


2. El nuevo manifiesto omitía el pasaje que alentaba los partidos políticos de alentar el celo democrático de la
ciudadanía; se excluían los compromisos de abstención aplicables a los oficiales del ejército.

Aunque los oficiales que comprometían a participar en la revolución eran minoría con respecto al cuerpo
total, el número de oficiales que era realmente leal a Yrigoyen también era una minoría. El caso más notable fue el
ministro de Guerra Dellepiane, que instó al presidente a frustrar la revolución mediante una política dual: arrestar a
los oficiales estaban conspirando y modificar su gabinete, a lo que Yrigoyen se negó. Esto provocó la renuncia del
Ministro de Guerra el 2 de septiembre. Su carta de renuncia reconocía las irregularidades del tratamiento
dispensado al personal militar y se denunciaban episodios de deshonestidad por parte de los colaboradores del
presidente.

La reacción de la mayoría de los oficiales en el mismo día de la revolución reveló una actitud general de
indiferencia. Se observó escasa disposición para reprimir a los cadetes militares y a las restantes tropas que
formaban parte de la columna de Uriburu, mientras marchaba entre grupos de simpatizantes desde el Colegio
Militar hasta la Casa Rosada.

En realidad, en Campo de Mayo y en Liniers un puñado de oficiales tomaron medidas enérgicas pero no
lograron detener a Uriburu.

La renuncia del vice presidente Martínez a Uriburu en la Casa Rosada, 8 horas después de partir del Colegio
Militar, señaló el triunfo de la revolución.

Pocas horas después el presidente Yrigoyen que había huido a La Plata para buscar apoyo de la guarnición
local, también presentó su renuncia. Las unidades restantes en la provincia de Buenos Aires que no habían
reconocido su autoridad se terminaron uniendo a Uriburu. El resto del país, a través de un intercambio de
telegramas con los comandantes de las regiones militares III, IV, y V, aceptó a Uriburu.

La revolución del 6 de septiembre, a diferencia de la de 1890, 1893 y 1905, fue exitosa, y también a
diferencia de estas fue dirigida por un oficial de carrera dispuesto a liderar el país.

Papel de profesionalismo militar

El desarrollo de un concepto profesional, promovido por los cambios legales e institucionales explicados en el cap
anterior, sin duda fue en parte responsable del distanciamiento entre Yrigoyen y gran parte del cuerpo de oficiales.
Su manejo de los problemas relacionados con el personal fue considerado una amenaza a los procesos normales que
regían la institución, y su indiferencia al deseo de los militares de adquirir equipos modernos fue interpretada como
incapacidad para comprender las necesidades de la defensa nacional. De todos modos, la influencia del
profesionalismo en la relación del Ejército con el gobierno de Yrigoyen fue un fenómeno más complejo que lo que
puede deducirse a partir de las observaciones anteriores. La lealtad a la autoridad constituida y la abstención
política eran aspectos del código del oficial profesional, actitudes inculcadas desde que el joven ingresaba al Colegio
militar.

La participación en una rev implicaba superar escrúpulos profesionales, algo que la minoría de oficiales activamente
comprometidos en el mov rev estaban dispuestos a hacer. Pero en el caso de la mayoría de oficiales, los valores
profesionales no suministraron una clara gruía de conducta, y es posible que este hecho explique su vacilación en los
primeros momentos de la revolución.

¿Qué puede decirse acerca de la contribución de la influencia militar alemana sobre el Ejército argentino en la rev de
1930? Como es sabido, el general Uriburu experimentaba profunda admiración por las instituciones militares
alemanas. Veintena de oficiales argentinos de elevada graduación de fines de la década de 1920 habían servido
diferentes periodos en unidades alemanas o participadas en sus maniobras antes de la IGM. Esto puede haber
dejado menosprecio hacia la autoridad civil?, En realidad el Gral Uriburu y sus colaboradores íntimos tenían escaso
respeto por los políticos civiles; y como hemos visto, desde el principio se propusieron excluirlos de la participación
el mov rev. Pero tmb había oficiales entrenados por los alemanes entre los hombres que apoyaban hasta el fin al gob
de Yrigoyen, Los Grales Mosconi, Adalid y Baldrich pertenecían a esta categoría.

Corresponde señalar que la influencia de los valores militares alemanes sobre los oficiales argentinos fue
particularmente intensa en tiempos del Kaiser, una época durante la cual dichos valores incluían el respeto a la
autoridad constituida. En una cena Mosconi resalto esta característica, la disciplina y la obediencia que les
enseñaron los alemanes, 17 meses dsp algunos de lso militares que habían asistido a esa reunión estaban al frente
de una rev, al parecer la influencia alemana no fue tan alta en este aspecto.

No hay una correlación claramente definida entre los orígenes sociales y las actitudes políticas en la crisis de 1930. Es
posible identificar a Uriburu y Justo con los intereses tradicionalistas, y puede afirmarse que la rev se oponía al
carácter populista y de clase media del yrigoyenismo; pero esta fórmula no explica porqué algunos hijos de
inmigrantes italianos fueron miembros destacados de los respectivos grupos dirigentes (Savio, Pistarini, Tonazzi,
etc.). En realidad el 6 de sept. aparecen oficiales argentinos de primera generación en todos los bandos, hecho que
quizás constituye un indicio de las divisiones que se perfilaban en la nueva clase media.

Desde el punto de vista de la motivación económica no se delinea una imagen clara. El gob de Yrigoyen se había
orientado hacia una política nacionalista en ciertos campos, especialmente el petróleo, donde se proponía transferir
la propiedad de los recursos petroleros de la jurisdicción provincial a la nacional, otorgando al organismo estatal YPF,
el monopolio absoluto de la industria.

La oposición del Senado había postergado la sanción de las leyes necesarias, aprobadas por la cámara joven en 1927.
El gob de Yrigoyen tmb estaba negociando acuerdos comerciales y de pagos intergubernamentales con Gran
Bretaña, y estaba discutiendo otro acuerdo con la Unión Soviética. Estos pasos implicaban alejarse del liberalismo
económico, e introducir la acción del Estado en esferas económicas dominadas por los intereses económicos
extranjeros

Así, se ha sostenido que la revolución del 6 de sept. fue inspirada por los intereses económicos extranjeros, y
realizada para impedir la aplicación de estas medidas. De acuerdo con una versión que se difundió poco dsp del 6 de
sept., la Estándar Oil financió la rev con fondos distribuidos por el embajador norteamericano. De acuerdo con otra
versión, los fondos fueron movilizados por la filial local de un banco norteamericano. Jamás se presentaron pruebas
de ninguna de estas dos afirmaciones.

Lo que aquí nos interesa es determinar si las posiciones adoptadas por ciertos oficiales en relación con el gob de
Yrigoyen en sept. de 1930 sufrieron la influencia de las medidas económicas nacionalistas. No hay indicios en el
sentido de que los oficiales discutiesen estas medidas, y menos aún de que las adoptasen.
Cuando se trata de explicar las decisiones de los oficiales del Ejército es necesario considerar la influencia de las
presiones ejercidas por vínculos personales a veces muy antiguos hacia otros. Y fuera del cuerpo militar se
originaban presiones determinadas por los compromisos políticos de familiares y amigos.

La influencia de Yrigoyen en el ejército fue considerar una amenaza en los procesos normales que regían la
institución y su indiferencia a modernizar los equipos militares. La lealtad a la autoridad constituida y la abstención
política eran aspectos de código militar profesional, la participación en una revolución era superar (transgredir diría
yo) estos aspectos. Los oficiales movidos por la revolución procedieron motivados por una variedad de razones y no
como miembros de una casta militar.

TEMA ESPECIAL: RELACIONES INTERNACIONALES.

Relaciones exteriores de 1914-1930

La segunda fase: las relaciones durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918)

La posición de neutralidad de la Argentina

La cuestión de las razones de la neutralidad adoptada por los gobiernos argentinos durante la Primera Guerra
constituye, sin lugar a dudas, una de las más polémicas de la historia argentina. La neutralidad fue declarada el 4 de
agosto de 1914, apenas comenzada la guerra en Europa, por el gobierno de Victorino de la Plaza, y fue
despectivamente definida por el líder radical Hipólito Yrigoyen como "pasiva y claudicante", basándose para utilizar
estos calificativos en la pasividad oficial frente a graves cuestiones como el fusilamiento del cónsul argentino en
Dinant, Bélgica, en septiembre de 1914, por parte de las tropas alemanas de ocupación, y el apresamiento del buque
argentino Presidente Mitre, en noviembre de 1915, por parte de la armada inglesa (1).

No obstante, al llegar Yrigoyen al poder en 1916 la neutralidad se mantuvo, aunque el nuevo mandatario la calificó
de "activa y altiva", a fin de diferenciarla de la "pasiva y claudicante" de su antecesor. El nuevo presidente definió la
política internacional argentina frente a la guerra de acuerdo con dos ejes: a) garantía de la neutralidad proclamada,
y b) respeto de los derechos de libertad e independencia de los estados neutrales, naturales a la condición de
estados soberanos. Partiendo del concepto wilsoniano de la paz como estado natural, para Yrigoyen la neutralidad
existía siempre de hecho al suscitarse un conflicto entre terceros Estados y, por lo tanto, no debía ser declarada
expresamente (2).

La actitud neutral de las autoridades argentinas pronto provocó roces en las relaciones con Estados Unidos. En
enero de 1917 Alemania declaró la guerra submarina ilimitada, réplica a su vez de la política de listas negras
impulsada por Gran Bretaña contra las empresas alemanas o sus aliadas, a partir de marzo de 1916. En febrero de
1917, el gobierno de Estados Unidos rompió relaciones con el de Alemania, protestando por la guerra submarina
alemana y quebrando así la neutralidad mantenida desde el inicio de la guerra. Animado por las críticas del gobierno
de Yrigoyen a su antecesor Victorino de la Plaza como ejecutor de una política exterior "pasiva", el embajador
norteamericano en la Argentina, Frederick J. Stimson, solicitó audiencia con el entonces ministro interino de
relaciones exteriores y ministro de agricultura, Honorio Pueyrredón, y con el presidente Yrigoyen, a fin de sumar al
gobierno argentino en la ruptura de relaciones con Alemania.

Mientras el embajador argentino en Washington, Rómulo S. Naón, adhería fervorosamente a la propuesta


estadounidense, Yrigoyen hizo un reconocimiento de la justicia de la ruptura de relaciones con Alemania en el caso
norteamericano, pero no reconocía que existiesen razones geográficas, comerciales o políticas suficientes para que
la Argentina siguiese el mismo camino que Estados Unidos y rompiese relaciones con Alemania, un mercado
importante para el comercio exterior argentino (3).

Respecto de la guerra submarina decretada por el gobierno germano, las autoridades argentinas se limitaron a
lamentar que "Su Majestad Imperial haya creído conveniente adoptar medidas tan extremas". La ambigüedad de los
pronunciamientos del gobierno radical irritó al secretario de Estado norteamericano Robert Lansing. Para colmo, el
gobierno de Yrigoyen evitó, no sólo en el caso de la ruptura de Estados Unidos con Alemania, sino en los registrados
con cada una de las naciones americanas, la declaración formal de neutralidad, pues, como se dijo, consideró que el
estado neutral o de no beligerancia era el estado natural de las naciones, y por ello no era necesario proclamarlo (4).

Ricardo M. Ortiz sostiene que la neutralidad argentina estuvo relacionada con el hecho de que ésta no era
percibida como una amenaza para los intereses británicos, aunque sí lo fuera para los norteamericanos. De acuerdo
con esta línea de razonamiento, los gobiernos aliados europeos procuraron básicamente que la Argentina les
proveyese sus productos primarios, para lo cual la neutralidad resultaba funcional (5).

Ortiz sostiene que mientras Gran Bretaña impulsó al gobierno argentino a mantener la neutralidad, Estados
Unidos presionó para que la abandonara. Ambas potencias, con su actitud, buscaron resolver no el problema
coyuntural de la guerra, sino preparar su desenvolvimiento futuro en el mercado argentino. En la óptica
norteamericana, si la Argentina entraba en la guerra, esta circunstancia obligaría a una modificación de su economía
que permitiría un aumento de la injerencia norteamericana en el mercado argentino a través de créditos,
armamentos, barcos y empréstitos, abonando el terreno para que, una vez finalizada la guerra, el capital yanqui
lograra desplazar al británico. En cambio, los intereses británicos se ubicaron en el polo opuesto de los
norteamericanos. Desde el período colonial hasta los albores de la Primera Guerra, el capital británico logró crear
lenta pero inexorablemente un aparato de dominio en el mercado argentino: casas comerciales, bancos, inversiones,
ferrocarriles, frigoríficos, etc., recursos sometidos a la competencia de otros capitales especialmente desde
principios de siglo XX. Si la Argentina entraba en la guerra, la estabilidad de ese aparato de poder británico podía
venirse abajo, abatida por sus rivales. En consecuencia, la diplomacia británica trató por todos los medios de
neutralizar el clima bélico que en la Argentina fomentaron las agencias norteamericanas, deseosas de que este país
ingresara en la Primera Guerra.

De acuerdo con el razonamiento presentado por Ortiz, tanto Gran Bretaña como Alemania, rivales en la guerra,
coincidieron en estar a favor de la actitud neutral adoptada por el gobierno argentino, a pesar de la presión
norteamericana en sentido contrario. No obstante el perjuicio que para la economía argentina significó la política
británica de listas negras y embargos, ésta estuvo más bien orientada a perjudicar a las empresas alemanas como
rivales de las británicas, y a asegurar a la Argentina como país proveedor de trigo y de carne para las fuerzas aliadas y
para el mercado británico. La neutralidad argentina no implicó, entonces, un cercenamiento de la provisión de
granos y carnes argentinas para los aliados, que tuvieron el control casi total de los embarques de estos productos.
Por otro lado, si bien los imperios centrales atacaron a la Argentina de palabra y de hecho durante la guerra, lo
hicieron de manera encubierta, pues empujar a ésta a romper la neutralidad implicaba para Alemania y Austria-
Hungría crearse un enemigo adicional, con las consiguientes dificultades para abastecerse de materias primas en el
mercado argentino (6).

Por su parte, Gravil enumera cuatro razones por las que los gobiernos de los países latinoamericanos optaron por
la neutralidad y que se aplican perfectamente al caso argentino: a) la enorme dependencia de la economía del
comercio exterior, factor que obligaba a las autoridades a percibir como desaconsejable la alternativa de descartar a
cualquier socio comercial, y menos en un contexto de guerra en el cual se habría de dar un panorama de escasez de
productos; b) la preservación del comercio con Alemania constituía un medio para evitar la dependencia de Gran
Bretaña o la de Estados Unidos; c) el control por parte de Alemania de importantes sectores de exportación (en el
caso argentino, del comercio de granos), el cual no podía ser eliminado inmediatamente sin afectar ramas claves del
comercio exterior; y d) la probabilidad de una mayor simpatía hacia Alemania que hacia Estados Unidos, como
producto de factores económicos (por ejemplo, el irritante proteccionismo comercial norteamericano hacia los
productos agropecuarios argentinos), políticos (la tradicional rebeldía argentina hacia la política panamericanista
expresada por Estados Unidos desde la Conferencia de Washington en 1889), e incluso culturales -la cosmovisión
europeizante de la elite agroganadera argentina y su profunda desconfianza hacia Estados Unidos (7)-. Podría
agregarse al último ítem un factor militar, pues el ejército argentino se había formado y continuaba entrenándose
bajo el modelo y la colaboración del ejército alemán, hecho que llevaba a muchos de los oficiales argentinos a no
desear la beligerancia con el último. Sobre la base de documentos oficiales británicos, Gravil asevera que a Gran
Bretaña le interesaba la neutralidad de la Argentina, debido a que ésta era una de las principales fuentes de
productos primarios para el bando aliado, lo cual confirmaría la opinión de Ortiz. Sin embargo, Ricardo Weinmann
aclara que la opinión sostenida por Ortiz, respecto de todo el transcurso de la guerra, sólo puede ser corroborada
hasta comienzos de 1917. Weinmann considera que los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos estuvieron
igualmente interesados en la ruptura de relaciones con Alemania por parte del gobierno argentino (8). Mas allá de
las razones expuestas por Gravil, autores como Ortiz y José Bianco coinciden en asegurar que la neutralidad
argentina durante el gobierno de Victorino de la Plaza fue una neutralidad formal o pasiva, ya que en la práctica las
autoridades favorecieron a las fuerzas aliadas. No obstante la incidencia del capital alemán en el comercio de granos
argentino hasta 1914 y las divergencias ideológicas existentes entre los partidarios argentinos de uno y otro bando
durante la guerra, lo cierto fue que poderosas razones económicas -las exportaciones e importaciones argentinas
dependieron de los barcos británicos por falta de flota mercante propia, problema al que se sumó el aumento de las
tasas de embarque por parte de las naciones aliadas (9)-hicieron estar a las autoridades argentinas de hecho más
cerca de las naciones aliadas que de los imperios centrales (10).

El neutralismo durante el gobierno de Yrigoyen adquirió un sentido diferente al de Victorino de la Plaza, si bien su
contenido básico no difirió en forma sustancial. Mientras el de este último respondió en parte a la hipótesis de que
la neutralidad era el mejor medio para mantener las relaciones económicas externas de la Argentina previas a 1914
(en las que no sólo el mercado inglés, sino también el alemán fueron importantes), el neutralismo yrigoyenista fue
una combinación de los supuestos heredados de los gobiernos conservadores anteriores -para quienes el vínculo con
Gran Bretaña y los mercados europeos debían ser mantenidos aun a pesar de la guerra (11)-, con su particular visión
de las relaciones internacionales, teñidas de convicciones moralistas y principistas provenientes del krausismo (12).
En realidad el principismo de Yrigoyen podría considerarse como la justificación que pretendía ocultar la razón de
fondo de la neutralidad que era la conservación de los mercados europeos para la producción argentina, pues éstos
de ningún modo podían ser reemplazados por los Estados Unidos, país cuya economía no era complementaria de la
argentina. Estados Unidos podía sustituir perfectamente a los países europeos como abastecedor de bienes
manufacturados e industriales, pero su poder de compra de los productos argentinos era limitado. Harold Peterson
asimismo atribuye la neutralidad a la importancia de los vínculos económicos y culturales de la Argentina con los
países europeos (13).

Tanto en política interna como en política internacional, la gestión de Yrigoyen, que representó según palabras del
propio líder radical "la Causa", necesitó diferenciarse de la de los gobiernos conservadores anteriores, englobados
por Yrigoyen como "el Régimen". El líder del radicalismo planteó una política exterior cuyo objetivo fue el de
aumentar el prestigio externo de la Argentina a través de una vocación neutral y pacifista, que insistió en la
moralidad y el derecho como las bases de las relaciones internacionales, y que intentó ejercer una suerte de
liderazgo regional en oposición a Estados Unidos. La prédica nacionalista, latinoamericanista y neutralista que
caracterizó a la política exterior de Yrigoyen tuvo por principal móvil aumentar el prestigio externo de la Argentina,
construyendo una imagen de país con independencia de acción y munido de una postura moral, lejana de la
mezquindad de la política de poder evidenciada por los países beligerantes.

Para Joseph Tulchin, estas diferencias de forma entre el neutralismo de de la Plaza y el de Yrigoyen en realidad
ocultaron coincidentes formas de ver la neutralidad como la mejor salida para una economía argentina que, una vez
superada la impasse provocada por la guerra, continuaría sin obstáculos el crecimiento económico interrumpido con
el estallido de las hostilidades en 1914. Así, las acciones de Yrigoyen a fin de definir para el país un rol de líder moral
se llevaron a cabo de forma tal de no afectar los intereses primordiales de la nación, es decir aquellos elementos de
sus relaciones exteriores que estuvieran relacionados con el comercio internacional, las inversiones, la
comercialización de sus productos básicos y su posición dentro del sistema económico mundial (14).

Aliadófilos y germanófilos en la sociedad argentina

La Primera Guerra Mundial ejerció un importante impacto en la sociedad interna argentina, dividiendo a la opinión
en aquellos partidarios de la ruptura con Alemania y las potencias centrales, siguiendo la causa de las naciones
aliadas (aliadófilos o rupturistas), y aquellos sectores locales que respaldaron la causa sostenida por Alemania y las
potencias centrales (germanófilos).

El gabinete de Victorino de la Plaza contó con mayoría de aliadófilos (con las excepciones del ministro Francisco
Oliver, quien según el embajador norteamericano Frederick J. Stimson fue germanófilo, y de algunos miembros del
Círculo de Armas, muchas de cuyas figuras fueron germanófilas). La más destacada de las figuras germanófilas
provenientes de la elite fue la de Estanislao Severo Zeballos, iniciado en las filas del mitrismo, ex diputado nacional
por el PAN, roquista, ex ministro de relaciones exteriores de Juárez Celman, Pellegrini y Figueroa Alcorta, ministro en
Estados Unidos y diputado nacional independiente desde 1912 hasta 1916. Incluso llegó a ser asesor de empresas de
nacionalidad alemana. La presencia de elementos germanófilos fue especialmente fuerte entre los inmigrantes
españoles, los militares, el clero y los médicos, la mayoría de los cuales había estudiado precisamente en Alemania
(1).

La línea divisoria entre aliadófilos y germanófilos nunca fue demasiado clara, en lo que a sectores sociales y
políticos se refiere. Ambos bandos pertenecieron a la élite. Quizás la distinción más evidente pasara por el plano
cultural. La explicación de que la mayoría de la elite fuese partidaria de la Triple Entente debe encontrarse en que la
influencia de la cultura francesa fue avasalladora en esa época. Por su parte, la influencia alemana fue más que
notoria en el derecho, la medicina y la instrucción militar, y ello se reflejó en que las profesiones vinculadas a estos
campos contaron con el mayor número de germanófilos. También hubo simpatizantes de la causa de Alemania y
Austria entre los círculos militantes católicos argentinos, pues la Iglesia romana, y sobre todo el clero español,
volcaron sus preferencias en las potencias centrales, donde la Iglesia Católica era más respetada que en la Francia
anticlerical, la Gran Bretaña anglicana o la Rusia ortodoxa (2).

La prensa fue proaliada en su gran mayoría, aunque con algunos matices. Las noticias fueron provistas por
agencias aliadas, como Havas y Reuter, y los corresponsales, como Julio Payró y Leopoldo Lugones de La Nación,
fueron aliadófilos. El matutino anteriormente mencionado, junto a los diarios como Crítica, La Argentina, Ultima
Hora y El Diario también abrazaron la causa aliada. Por su parte, La Razón y La Prensa, si bien fueron
predominantemente aliadófilos, dieron espacio a editoriales independientes, y en el caso de La Prensa, tuvo como
director a Zeballos y a editorialistas de clara tendencia germanófila. Entre los periódicos que defendieron la causa de
las potencias centrales en la Argentina se contaron dos de habla alemana -el Argentinisches Tageblatt y el Deutsche
La Plata Zeitung-; el diario en español La Unión, el Boletín Germánico, el periódico de la comunidad española La
Gaceta de España, el de la turca La Bandera Otomana, y, hasta la entrada de Italia en la guerra, los diarios de la
comunidad italiana Il Lavore y La Patria degli Italiani (3).

En cuanto a las proporciones de aliadófilos y germanófilos en la sociedad argentina, quizás la afirmación del
ministro alemán en Buenos Aires, Karl Graf von Luxburg, de que el 80% de la población porteña simpatizó con el
bando aliado haya sido exagerada, pero, de acuerdo con las opiniones de los observadores contemporáneos, la
opinión pública en Buenos Aires se había volcado mayoritariamente hacia los países de la Entente. Resulta imposible
medir hasta qué punto se reflejó esta tendencia en las capas inferiores de la sociedad porteña, pero la misma se
evidenció con claridad en las capas medias y superiores, a tal punto que manifestaciones callejeras o funciones de
teatro en las que se cantara "La Marsellesa" o el embanderamiento de las calles de Buenos Aires con las banderas de
Italia, el día que esta nación entró en la guerra como aliada, fueron muy comunes en ese momento (4).

La política de listas negras del gobierno británico


Tanto Weinmann como Peterson sostienen que las autoridades de Londres aprovecharon la guerra como una
coyuntura favorable para desplazar a sus competidores -Alemania y Estados Unidos- del mercado argentino. Así, la
Cámara Británica de Comercio en la Argentina y las compañías angloargentinas percibieron la guerra como una
oportunidad para eliminar, con la colaboración del gobierno de Londres, a un poderoso competidor como Alemania,
cuyas casas mercantiles actuaron como una parte casi integral del sistema político y militar alemán. El gobierno
británico procuró evitar, o al menos restringir lo más posible, el comercio de granos entre la Argentina y Alemania a
través de países europeos neutrales. Y si bien las firmas alemanas fueron en principio el blanco de la política de listas
negras, cabe advertir que estas empresas sufrieron menos sus efectos que los sectores locales vinculados al
comercio argentino de granos. Finalmente, la propia existencia de listas negras dirigidas contra las empresas
alemanas y/o sus aliadas en la Argentina parece demostrar que en cierta manera la neutralidad argentina fue
percibida desde Londres como una amenaza a los intereses británicos, en la medida que dicha neutralidad amparaba
el intercambio argentino-alemán vía países neutrales (1). La principal restricción a los alcances de esta política oficial
británica, dirigida a estrangular el capital alemán, no pasó por el respeto a la neutralidad argentina, sino por la
desilusión de las autoridades británicas respecto de la capacidad de la comunidad angloargentina para absorber en
forma íntegra el negocio de importación alemán.

Por su parte, Joseph Tulchin sostiene que, desde el comienzo de la guerra hasta fines de 1915, las autoridades
británicas permitieron el comercio con Alemania porque, como sostiene Ortiz, no formaba parte de los intereses
británicos lesionar el comercio exterior argentino. La Cámara de Comercio sostuvo que la imposición de restricciones
a Alemania en su comercio con países neutrales, especialmente con la Argentina, sería más dañina que beneficiosa.
Pero esta opinión fue modificada sustancialmente hacia fines de 1915, momento a partir del cual tanto la cancillería
británica como la Cámara de Comercio coincidieron en la percepción de que las presiones de la guerra eran de tal
índole que obligaban a Londres a imponer severas restricciones, aun cuando éstas afectaran el comercio argentino
(2).

La política de listas negras, decretada por las autoridades británicas en marzo de 1916 y dirigida contra las
empresas alemanas o sus aliadas en cualquier parte del mundo -incluidos los países neutrales-, apuntaba en el caso
de la Argentina a obtener la exclusividad de su producción cerealera. En el crítico contexto de la Primera Guerra, el
comercio de granos argentino resultaba vital para las necesidades de aprovisionamiento de los países beligerantes.
En este sector, Gravil señala que la presencia alemana era superior a la del Reino Unido. Por su parte, Weinmann
aclara que si bien el comercio directo argentino-alemán prácticamente desapareció después de 1915, el mismo se
realizaba a través de la intermediación de países neutrales europeos como Holanda, Noruega, Suecia y Dinamarca,
facilitada por la extensión de líneas de vapores entre Buenos Aires y los puertos de los países escandinavos (3).
Preocupadas por esta triangulación del comercio entre la Argentina, los países neutrales europeos y Alemania, las
autoridades británicas y de los demás países del bando aliado procuraron asegurarse el suministro exclusivo de la
producción agropecuaria argentina a través de listas negras y embargos (4).

Los esfuerzos del gobierno inglés por controlar las exportaciones argentinas y asegurarlas para el
aprovisionamiento aliado se concentraron en dos sectores: el de las carnes y el de los cereales. En el primer caso, los
objetivos británicos se cumplieron plenamente, dado que Gran Bretaña era la importadora casi exclusiva de las
carnes argentinas (especialmente de la carne enfriada o chilled beef), y dominaba tanto el transporte marítimo de
dicho producto como buena parte de los frigoríficos instalados en la Argentina (el resto pertenecía al capital
norteamericano y minoritariamente al argentino). Incluso, el gobierno británico procuró aprovechar la coyuntura
bélica para alterar a favor del capital inglés el porcentaje de participación en los frigoríficos instalados en la
Argentina, pero logró hacerlo mucho más a expensas de los frigoríficos argentinos que de las ascendentes firmas
norteamericanas.

Por su parte, los esfuerzos británicos por controlar las exportaciones argentinas de granos tropezaron con
mayores dificultades que en el caso de las carnes, pues en este sector la presencia alemana, holandesa, belga o
francesa era tradicionalmente superior a la inglesa. Pero este inconveniente se vio parcialmente compensado por el
hecho de que la dependencia británica de los granos argentinos no fue tan marcada como la de las carnes. También
las exportaciones de granos fueron menores que las de carnes, debido a un problema crónico que se dio durante la
guerra: la escasez de espacio de bodegas en los embarques.

Pero a la vez que procuraron, a través de la política de listas negras, erradicar la presencia alemana en la
Argentina, el gobierno y los agentes económicos británicos tropezaron con el problema de no tener la capacidad
suficiente para responder a la creciente demanda argentina de productos manufacturados. Como lo señalara el
embajador británico en Buenos Aires, Reginald Tower, a principios de agosto de 1918, ante las restricciones
impuestas por la coyuntura bélica, el gobierno de Londres reconoció la necesidad de restringir e incluso prohibir las
exportaciones británicas de ciertos productos elaborados claves para la economía argentina (principalmente
materiales para construcción de ferrocarriles y construcciones navales), como una medida "inevitable" surgida del
contexto de la guerra y no originada en animosidad hacia el gobierno argentino (5). De esta manera, como
consecuencia de las restricciones impuestas por la guerra a los países europeos y de las limitaciones que pesaban
sobre la capacidad del Reino Unido para abastecer de productos manufacturados al mercado argentino, la economía
argentina se volvió crecientemente dependiente de las importaciones de dichos productos de origen
norteamericano.

Si bien marzo de 1916 fue la fecha de introducción de la política de listas negras, sus bases estatutorias
descansaron en las Actas de Comercio con el enemigo de 1914 y 1915 (Trading with the Enemy Acts of 1914 and
1915). Vale recordar que ya en agosto de 1914, el encargado de negocios británico en Buenos Aires, H. Cameron
Norman, reflejando el temor británico de que los alemanes utilizaran los puertos argentinos o de otros países
neutrales como bases de operaciones militares, amenazó a las autoridades de Buenos Aires con que el gobierno
británico haría responsable al argentino de cualquier daño al comercio británico causado por navíos "disfrazados de
neutrales". Norman exigió a las autoridades de Buenos Aires la adopción de medidas de control respecto de las
actividades de dichos navíos provenientes del exterior, tales como la inspección de los mismos, la prohibición del uso
de equipos de radio en los barcos durante su permanencia en puerto neutral, y el uso de patrullas de control en los
puertos para prevenir el movimiento de navíos sin la debida autorización oficial de la Aduana (6).
Luego, las autoridades de Londres reforzarían sus medidas de control a través de las listas negras, y creando
organismos centralizados como la Royal Commission, encargada de la adquisición de granos y harina. En diciembre
de 1916, establecerían el sistema de control naviero oficial, instrumentado a través de dos organismos específicos: la
Junta de Comercio (Board of Trade) y el Ministerio de Navegación (7).

En 1915, las autoridades de Londres dispusieron la detención de valijas postales procedentes de la Argentina a
bordo de buques neutrales, que estuviesen ubicados en aguas jurisdiccionales británicas o atravesando territorio
francés para dirigirse a puerto neutral. Esta medida generó los reclamos de las autoridades argentinas. Como
respuesta, el gobierno británico otorgó la poco convincente seguridad verbal de que la correspondencia oficial
argentina no había sido ni sería violada en ningún caso (8).

El gobierno de Hipólito Yrigoyen se opuso firmemente a la aplicación de las listas negras en varias oportunidades.
El 11 de mayo de 1916, en una nota dirigida al primer ministro británico, sostuvo que la puesta en práctica de las
listas negras contra empresas alemanas provocaban un clima de beligerancia en el mundo de los negocios y
perjudicaban el comercio interno (9). Cuando el gobierno norteamericano se negó a suministrar carbón y repuestos
a la Compañía de Electricidad Transatlántica Alemana de Buenos Aires, el gobierno argentino replicó amenazando
con la no entrega de cereales a los aliados.

A su vez, ante la negativa de la Compañía Argentina de Navegación Nicolás Mihanovich Ltda., de propiedad
británica, de transportar mercancías de empresas alemanas o argentinas incluidas en las listas negras, el gobierno de
Yrigoyen reaccionó a través de un comunicado del Ministerio de Agricultura, por el que se conminaba a dicha
compañía a abstenerse de colocar obstáculos al comercio libre (10).

La captura del barco Presidente Mitre

El barco de vapor argentino Presidente Mitre, que navegaba por el Atlántico hacia el puerto patagónico de San
Antonio, fue capturado a fines de noviembre de 1915 por el acorazado inglés Orama. La captura fue justificada por
las autoridades británicas debido a que el Presidente Mitre pertenecía a la Línea Nacional del Sur, una firma
subsidiaria de la Hamburg-Südamerikanische-Dampfschifffahrtgesellschaft (Compañía de Navegación a Vapor
Hamburgo Sudamericana).

La detención del vapor correo argentino conmovió a la opinión pública local. Desde los lejanos días del bloqueo
anglofrancés contra Rosas, el gobierno de Gran Bretaña no había tenido una expresión semejante de fuerza respecto
del gobierno argentino. Asimismo, los miembros de la elite argentina, que se sentían "socios" o "aliados"
económicos de Gran Bretaña, se sorprendieron por esta intervención británica.

El incidente demostró de manera inequívoca la vocación neutralista que inspiró la conducta externa del presidente
Victorino de la Plaza y su ministro de relaciones exteriores José Luis Murature. Generó además fuertes protestas
internas, pues la tripulación del Presidente Mitre era de origen argentino y el mismo barco estaba legalmente
registrado como tal. Provocó un enorme dilema en el gobierno argentino: si bien el canciller Murature exigió
disculpas y una explicación satisfactoria a las autoridades inglesas para dejar bien parado a su gobierno frente a la
oposición, privadamente admitió su impotencia, ya que las autoridades argentinas no podían declarar la guerra a las
inglesas (1). Ante la captura del Mitre y su incorporación a la flota británica, el diputado Estanislao Zeballos solicitó
en la Cámara de Diputados la interpelación al canciller Murature y exigió su renuncia (2). Por su parte, medios de
prensa opositores al gobierno de de la Plaza, como La Prensa, calificaron el hecho como un vergonzoso atropello al
orgullo nacional (3).

Ante el grave cariz que tomó la situación, el ministro de relaciones exteriores decidió investigar el caso. El 30 de
noviembre, Murature envió una nota de protesta al gobierno británico, en la que subrayó que el barco poseía
matrícula argentina, que se dedicaba al comercio interno, y que la paralización del servicio de los barcos a la
Patagonia perjudicaría al país. Sin llegar a cuestionar los términos de la Order in Council del 20 de octubre de 1915,
(que estableció que Gran Bretaña consideraría como determinante de la nacionalidad de un buque la de sus
propietarios y no la de su bandera), Murature se mostró preocupado por las consecuencias de este caso en el futuro
de las relaciones angloargentinas, tradicionalmente armoniosas. Atribuyendo el incidente a un error de
interpretación en el comando de la flota británica, el ministro de relaciones exteriores argentino solicitó "que se
dejen sin efecto las medidas de fuerza adoptadas contra el vapor "Presidente Mitre" y se impartan órdenes a la
escuadra británica del Atlántico para que no impida el servicio regular de los demás buques en la navegación entre
los puertos argentinos de la costa (4)".

El 21 de diciembre de 1915, el gobierno británico respondió satisfactoriamente al argentino, notificando que


estaba dispuesto a devolver el barco apresado a pesar de su condición de enemigo, como un gesto hacia las
autoridades argentinas y porque se trataba de un servicio local, devolución que se concretaría siel gobierno la acepta
sin prejuzgar la cuestión general y abandona todo reclamo por daños morales o materiales (...) Una vez que se le
comunique que el gobierno argentino las acepta se impartirán las órdenes para la inmediata libertad del "Presidente
Mitre" para que no se capturen los otros buques de la línea Hamburgo Sudamericana que navegan con la bandera
argentina (5).

El presidente Victorino de la Plaza aceptó los términos británicos y comunicó la liberación del Mitre en la sesión
inaugural del período legislativo de 1916, subrayando ante el Congreso los vínculos mutuos que unían a la Argentina
y Gran Bretaña:

Tiene vuestra honorabilidad detallado conocimiento de las diligencias a que dio lugar el apresamiento del vapor
"Presidente Mitre", por la publicación especial que el Ministerio de Relaciones Exteriores ha dedicado al asunto y
ello me releva de entrar en mayores detalles.

Me limitaré a recordar que, habiendo procedido las autoridades marítimas británicas, en este caso, de acuerdo con
normas generales de su Gobierno que, por derogación de disposiciones anteriores, consideran a todo barco de
propiedad enemiga como enemigo, cualquiera sea la bandera que legalmente enarbole, la Cancillería de Londres
dejó sin efecto dicho acto, en el deseo de "dar la más simpática consideración al pedido del Gobierno argentino" y
en atención a las circunstancias especiales del caso.
El vapor "Presidente Mitre", en efecto, aun cuando perteneciera a una compañía alemana, con domicilio legal en
Hamburgo, gozaba de la protección del pabellón argentino hacía varios años y venía dedicándose a la navegación de
cabotaje con la costa sur de nuestro litoral desde que se le concedió el uso del pabellón. Sobre esta circunstancia
tenía, pues, que basarse toda la argumentación de nuestra Cancillería, a la cual el Gobierno británico hizo justicia,
con una deferencia que pone de manifiesto el espíritu amistoso reinante entre los dos países (6).

La aceptación, por parte del gobierno de de la Plaza, de las condiciones impuestas por las autoridades británicas,
implicó que el primero no recibiera reparaciones de ningún tipo, ni tampoco los particulares perjudicados con la
captura del Presidente Mitre. Además, las autoridades de Gran Bretaña se reservaron el derecho de volver a
intervenir en el futuro (7). Esta resolución del incidente del Presidente Mitre recibió las tradicionales críticas del
entonces diputado Estanislao Zeballos y las de los radicales, quienes opinaron que las condiciones de la devolución
del barco de vapor fueron humillantes y constituyeron una deshonrosa muestra de sumisión y obsecuencia al
gobierno británico por parte del gobierno de Victorino de la Plaza (8).

La competencia anglo-norteamericana en la Argentina

Si bien Gran Bretaña y Estados Unidos se ubicaron en el mismo bando durante la Primera Guerra, luchando contra
las potencias centrales encabezadas por Alemania, respecto de la Argentina ambos trataron de aprovechar a su favor
la coyuntura bélica para extender sus respectivas influencias económicas, e incluso políticas. En otras palabras, las
relaciones anglo-norteamericanas fueron, a la vez y paradójicamente, de cooperación y de competencia. De
cooperación, en términos de lucha contra un enemigo común, las potencias centrales, en virtud de la cual
establecieron una serie de mecanismos coercitivos sobre las autoridades argentinas, a fin de obligar a la ruptura de
las relaciones argentino-alemanas, y ganar el suministro de los productos agropecuarios argentinos para el bando
aliado.

A la vez, la abierta competencia entre Gran Bretaña y Estados Unidos se produjo por el control del mercado
argentino. Síntoma de ésta fue la visita del crucero inglés Glasgow al puerto de Buenos Aires, como réplica al efecto
de la visita de la escuadra norteamericana liderada por el almirante norteamericano Caperton. La visita del Glasgow
se realizó el 21 de septiembre de 1917, y tuvo por finalidad presionar al gobierno argentino para volcarlo al campo
aliado, a la vez que contrarrestar el efecto de la visita norteamericana, tratando de aumentar la simpatía del
gobierno argentino por Gran Bretaña. A su vez, en mayo de 1918, una delegación comercial británica, encabezada
por Maurice de Bunsen, visitó la Argentina a fin de estrechar aún más los lazos económicos bilaterales, en un nuevo
esfuerzo por equilibrar la ofensiva diplomática norteamericana. La cordial recepción del gobierno argentino tanto a
la visita del Glasgow como a la misión Bunsen demostró el interés de Yrigoyen por mantener buenas relaciones con
Londres.

Asimismo, otro indicio de la rivalidad anglo-norteamericana fue la instrucción del secretario de Estado, Robert
Lansing, al embajador norteamericano en Buenos Aires, Frederick J. Stimson, de no concurrir a una conferencia de
ministros aliados convocada por el ministro inglés, Reginald Tower, en noviembre de 1917 (1).
Un área donde se manifestó la competencia entre los gobiernos británico y norteamericano fue la de la
implementación de la política de las listas negras contra empresas alemanas o neutrales que colaborasen con éstas.
Mientras el gobierno de Gran Bretaña introdujo en forma oficial la política de listas negras en marzo de 1916, las
primeras listas negras norteamericanas fueron publicadas recién en diciembre de 1917. Curiosamente, el mayor
crítico de la aplicación de listas negras en la Argentina fue el propio cónsul norteamericano en este país, William
Henry Robertson, para quien este procedimiento no hacía más que favorecer los intereses mercantiles ingleses, que
utilizaban las listas negras con la finalidad de perjudicar el comercio norteamericano. Robertson informó al
secretario de Estado que los ingleses abastecían a las compañías incluidas en la lista negra y proscriptas para los
comerciantes norteamericanos, e incluso utilizaban los manifiestos aduaneros de los barcos norteamericanos en
provecho de los comerciantes ingleses (2).

Un nuevo indicio de la rivalidad anglo-norteamericana se manifestó a través de una peculiar operación comercial
entre la Argentina y Alemania. En diciembre de 1917, el gobierno argentino inquirió al alemán sobre la posibilidad de
alquilar o comprar tres barcos alemanes anclados en el puerto de Buenos Aires: el "Bahía Blanca", el "Sevilla" y el
"Nauplia". Para acceder a esta operación, las autoridades germanas pusieron como condición la prohibición de la
venta de barcos argentinos a los aliados. Finalmente, el gobierno argentino sólo adquirió el "Bahía Blanca", en marzo
de 1918. La operación de compra del barco alemán resultó ser sumamente complicada, pues el almirantazgo
germano temió que el barco adquirido por el gobierno argentino colaborase en el abastecimiento de los aliados, no
obstante lo cual la necesidad de divisas por parte de Alemania decidió la venta. Yrigoyen informó de esta adquisición
al embajador norteamericano Stimson, y el gobierno de Washington aprobó la operación, a condición de que la nave
no transportase personal enemigo y se limitase a navegar hacia Estados Unidos y Gran Bretaña. Pero las autoridades
británicas, a diferencia de las norteamericanas, se opusieron en forma terminante a la compra del barco alemán
"Bahía Blanca" por parte del gobierno argentino, condicionándola a las resoluciones de la Comisión Aliada de
Reparaciones. Incluso el ministro inglés Tower amenazó al canciller argentino, Honorio Pueyrredón, con hundir el
barco apenas éste abandonara el Río de la Plata. A pesar de la amenaza de Tower, las autoridades argentinas
rechazaron la pretensión británica, alegando que la compra del barco ya había sido efectuada por "el gobierno de
una nación soberana para sus fines propios, incorporando a los servicios públicos una nave que no se hallaba en
estado de navegar y que, asilada en puerto neutral, no corría ninguno de los peligros de la guerra". Por su parte, la
legación británica contestó que "si bien no renunciaba de manera alguna a sus derechos como parte en la Comisión
de Reparación, el gobierno inglés, en cuanto le concernía, no se proponía adoptar medida alguna para impedir que el
buque saliera de aguas territoriales argentinas (3)".

El tratado de venta de trigo y concesión de créditos por parte del gobierno argentino a los gobiernos de Gran
Bretaña y Francia (14 de enero de 1918)

A diferencia de los casos anteriormente citados de competencia anglo-norteamericana, un tema de enorme


relevancia durante la Primera Guerra, y en el cual los gobiernos británico y norteamericano actuaron de común
acuerdo, fue el referido a la adquisición de trigo argentino. A Estados Unidos también le interesó incluir en las
tratativas la compra de lana argentina y de barcos alemanes internados en Buenos Aires. El 14 de noviembre de
1917, el secretario Lansing instruyó al embajador en Buenos Aires Frederick Stimson acerca del proyecto de acuerdo
cerrado en Londres, entre las autoridades británicas y francesas, para conseguir la compra de 2,5 millones de
toneladas de trigo y otros cereales argentinos. Ambos gobiernos europeos estaban dispuestos a comprar cereales
argentinos, si las autoridades de Buenos Aires concedían algún modo de financiación. El secretario norteamericano
esperaba que el embajador Stimson facilitara las negociaciones, trabajando en forma conjunta con los ministros
francés e inglés, y ofreciendo a las autoridades argentinas los barcos y el carbón necesarios para efectuar el
transporte. La Argentina, por su parte, debía conceder un crédito a los aliados para concretar el acuerdo y cerrar la
operación (1).

En las negociaciones Stimson se topó con los inconvenientes derivados de las exigencias del gobierno argentino:
los precios mínimos solicitados por los cereales, el tipo de cambio a utilizarse para financiar la operación, y, por
último, la pretensión de recibir a cambio de los cereales el combustible necesario para la economía argentina. A
estos obstáculos se sumó el interpuesto por el gobierno británico, que exigía como condición que la venta de
cereales argentinos se realizara únicamente a los países aliados, condición que el gobierno argentino se negó
rotundamente a aceptar (2).

En diciembre de 1917, los representantes diplomáticos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, decididos a
obligar al gobierno de Yrigoyen a cerrar la negociación del tratado para adquirir cereales, le entregaron al canciller
argentino esta amenazadora declaración:

Si el gobierno argentino no acepta esta propuesta, le será dada a conocer al público argentino una declaración,
describiendo estas negociaciones y declarando, que a consecuencia de su falta, los aliados se verán obligados a
interrumpir sus compras de productos argentinos y desviar sus naves, sus suministros de carbón y el comercio en
general hacia otros rumbos (3).

Una semana después de esta declaración, el 28 de diciembre de 1917, se elaboró un nuevo anteproyecto del tratado
sobre venta de cereales argentinos a los países aliados. Se acordaba la venta de 2,5 millones de toneladas de
cereales a Francia y Gran Bretaña (ésta debía entregar una parte a Italia), precios mínimos y máximos, el
otorgamiento de un crédito argentino de 100 millones de pesos oro (alrededor de 20 millones de libras) a cada uno
de los países aliados firmantes, el tipo de cambio e interés (muy bajo, del 5% anual) y el envío de combustible a la
Argentina para su uso interno (4). Pero esta ronda de negociaciones no logró cerrarse, debido a que las autoridades
norteamericanas se rehusaron a enviar carbón a la Argentina (5).

A pesar de la intransigencia de la posición de Washington, el gobierno de Yrigoyen procuró sacar la economía


argentina de su status dependiente, proponiendo a los aliados que eliminasen los controles vigentes sobre las
exportaciones de productos manufacturados y combustibles -componentes cruciales de las importaciones argentinas
(6)-. Además, las autoridades de Buenos Aires propusieron que a cambio del aporte irrestricto de las materias primas
demandadas por las naciones aliadas, éstas se comprometieran a permitir la exportación de productos
manufacturados y combustibles durante la guerra y facilitaran los barcos y crédito necesarios para la economía
argentina (7).

El Departamento de Estado norteamericano rechazó enfáticamente la propuesta argentina. Esto demostró que,
más allá de las diferencias existentes dentro del bando aliado, fue el gobierno norteamericano el que ejerció el
liderazgo de las negociaciones en torno al tratado para adquirir cereales de la Argentina. Para las autoridades de
Washington, la propuesta del gobierno argentino era absurda. Con el comercio europeo restringido por la guerra, la
Argentina no tenía otra opción que vender sus materias primas a Estados Unidos. El gobierno estadounidense,
además, no estuvo dispuesto a sacrificar el elemento más importante de su poder de control económico durante la
guerra: el poder de otorgar o no licencias de exportación. La sugerencia argentina de debilitar estos controles resultó
inaceptable para las agencias gubernamentales norteamericanas. Incluso el Departamento de Estado no aceptó la
idea argentina de una promesa mensual de exportaciones consignadas al mercado argentino, pues en su visión
representaba una cuestión que dependía de los requerimientos de la guerra y no podía ser resuelta de antemano
(8).

A pesar de los intentos argentinos por obtener mejores condiciones de negociación en el tratado de venta de trigo
y otorgamiento de créditos a Francia y Alemania, resultó evidente que las autoridades de Washington no formularon
su política comercial en términos de las necesidades comerciales argentinas. También quedó claro que las de Buenos
Aires no pudieron explotar a su favor las excelentes relaciones económicas que antes de 1914 tuvieron con Gran
Bretaña y Francia, porque ambos países, debilitados por la guerra, se subordinaron al liderazgo norteamericano.

Finalmente, tras muchas idas y venidas, el tratado entre la Argentina, Gran Bretaña y Francia se pudo firmar el 14
de enero de 1918 en los términos del anteproyecto del 28 de diciembre, pero para ello las autoridades argentinas
debieron aceptar no recibir el carbón norteamericano. El gobierno de la Argentina entregaba trigo y créditos por 100
millones de pesos oro a los de Gran Bretaña y Francia, sin obtener ningún alivio sobre los controles que restringían la
importación de productos manufacturados y combustibles. En otras palabras, las autoridades de Buenos Aires
firmaron el convenio en los términos exigidos por las de Washington (9).

Con la firma de este tratado, de carácter incondicional -pues el gobierno de Yrigoyen no pudo imponer ningún
requisito-, la neutralidad argentina pasó a tener definitivamente el carácter de "benévola", situación que continuó
hasta el fin de la guerra. Esta neutralidad "benévola" se manifestó en la venta de cereales argentinos en forma
prácticamente exclusiva a los países aliados. El gobierno argentino intentó firmar un tratado para la venta de carne a
los aliados similar al de los cereales, pero esta iniciativa no logró concretarse (10).

Al año siguiente, el 4 de febrero de 1919, el canciller argentino, Honorio Pueyrredón, firmó en Buenos Aires con
los ministros plenipotenciarios francés, inglés e italiano, Eduardo Gaussen, Reginald Thomas Tower y Víctor
Cobianchi, respectivamente, una convención adicional, que establecía un nuevo crédito para la adquisición de
productos argentinos. Los gobiernos de Gran Bretaña y Francia recibían hasta la suma de 80 millones de pesos
argentinos oro, y el de Italia 40 millones, al 5% de interés anual. El gobierno argentino aceptaba la proposición de no
fijar la cantidad de cereales a ser adquirida, pues la estipulada en la convención anterior había sido superada en
exceso. No aceptaba en cambio la propuesta de no fijar precios mínimos, dado que consideraba que aún subsistían
las circunstancias anormales. No obstante, por mensaje de 20 de julio de 1920, se retiró del Congreso el proyecto de
ley solicitando la ratificación del tratado, por haber desistidolas naciones interesadas (11).

Relaciones con Estados Unidos:

La tercera fase: las relaciones argentino-norteamericanas durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Las etapas en las relaciones argentino-norteamericanas durante la Gran Guerra

Con el estallido de la Primera Guerra, se abrió un capítulo en las relaciones argentino norteamericanas dentro del
cual podemos diferenciar tres etapas.

La primera de ellas se inició con el estallido de las hostilidades en 1914, se extendió hasta febrero de 1917, y
estuvo caracterizada por la común declaración de neutralidad de los gobiernos argentino y norteamericano (la
administración de Woodrow Wilson lo hizo el 4 de agosto de 1914, y el gobierno de Victorino de la Plaza el día 5 del
mismo mes). La actitud neutral, común a ambos mandatarios, se debió a que éstos percibieron inicialmente la
Primera Guerra como una guerra europea, desdichada y lamentable, pero a la vez distante y desprovista de
amenazas para la región americana. No obstante, por numerosas razones, ambos países se vieron involucrados en la
guerra. Si bien la Argentina estuvo ligada a Inglaterra por los vínculos económicos, también lo estuvo a la economía
alemana, con la cual venía desarrollando un importante comercio desde antes del período bélico. Vale recordar que
en 1913, Alemania fue cuatro veces mejor comprador que Estados Unidos, ocupando el segundo lugar detrás de
Gran Bretaña, el principal mercado de exportación argentino. Incluso en ese año Alemania sobrepasó como
proveedor a Estados Unidos, aproximándose a Gran Bretaña (1).

El presidente argentino Victorino de la Plaza justificó su decisión de neutralidad en la percepción de que la Gran
Guerra no implicaría un cambio abrupto respecto de las décadas anteriores. Creyendo que los lazos comerciales
argentinos con el mercado europeo se mantendrían aun a pesar de la guerra, los principales diarios argentinos
mantuvieron una postura acorde con la del primer mandatario, pensando que los ingleses permitirían el comercio
con Alemania, porque no formaba parte de los intereses británicos dañar el comercio exterior argentino. En realidad
esto fue así durante casi un año, hasta fines de 1915, cuando la cancillería británica y la Cámara de Comercio
convinieron en que las presiones de la guerra obligaban a imponer restricciones, aunque esto afectara el comercio
argentino (2).

Por el lado de los norteamericanos, la inicial actitud neutral -que duró hasta febrero de 1917- respondió no sólo a
la percepción de la Primera Guerra Mundial como una guerra básicamente europea, sino también a los importantes
vínculos económico-financieros desarrollados con Gran Bretaña desde el inicio de la misma. Ya al año de iniciada la
guerra, los ingleses recurrieron al capital estadounidense para costear el esfuerzo bélico, convirtiendo a Estados
Unidos de uno de los principales deudores del mundo en su principal acreedor. Hacia 1916, la armada británica
dependía totalmente del petróleo norteamericano. La interpretación anglo-norteamericana de la inicial neutralidad
estadounidense fue que la misma permitía la libre circulación de capital, petróleo y productos industriales para el
Reino Unido. Frente a este pacto anglo-norteamericano que actuaba bajo la fachada de neutralidad por parte de
Estados Unidos, Alemania procuró poner en operación una flota submarina ilimitada y correr el riesgo de una
declaración de guerra por parte de Estados Unidos, antes que permitir la continuidad de la situación (3). Tanto la
Argentina como Estados Unidos se convirtieron durante la guerra en depósitos de materias primas, de cuyo
abastecimiento a un bando o al otro dependió buena parte de la suerte del conflicto. Debido a su importancia en
este aspecto, ambos países fueron presa de la guerra política y económica desatada entre los bandos en pugna (4).

La segunda etapa en las relaciones argentino-norteamericanas durante la Primera Guerra estuvo marcada por el
tránsito de Estados Unidos de país neutral a beligerante, al declarar la ruptura de relaciones con Alemania en febrero
de 1917, cuatro meses después de la llegada al poder en la Argentina del líder radical Hipólito Yrigoyen, y tres
después de la reelección del presidente norteamericano Woodrow Wilson. Esta etapa, que se extendió a lo largo del
año 1917, estuvo caracterizada por la guerra submarina decretada por el gobierno alemán como réplica a la política
de listas negras puesta en práctica por Gran Bretaña en 1916.

En esta segunda etapa, la neutralidad argentina estuvo sometida a la intensa presión diplomática y económica de
los aliados. El gobierno de Yrigoyen intentó vanamente abstraerse de dichas presiones y jugar con la neutralidad,
intentando sacar provecho económico de la necesidad de materias primas exacerbada por el contexto bélico.
Incluso, justificando razones de consumo interno, llegó a decretar a partir del 28 de marzo de 1917 la prohibición de
exportar trigo y harina de trigo, una medida que el mismo gobierno se vio obligado a revocar numerosas veces en la
práctica. Ejemplo de ello fue la aceptación del gobierno argentino de la solicitud de Henry Brancker, de la firma
británica Sanday & Co. de Liverpool y Buenos Aires, para exportar al continente europeo 180.000 toneladas de trigo
y 20.000 toneladas de harina (23 de abril de 1917). A cambio de esta franquicia, Brancker se comprometió a reponer
en el puerto de Buenos Aires 200.000 toneladas de trigo, procedente de Canadá, Australia, u otro país extranjero (5).
Otro ejemplo fue la autorización, en mayo de dicho año, para exportar trigo y harina de trigo a los gobiernos de
Uruguay, 4000 y 6000 toneladas respectivamente; España, 20.000 y 35.000 toneladas respectivamente; Paraguay,
8000 y 1000 toneladas respectivamente y Brasil, 25.000 y 45.000 toneladas respectivamente (6).

A pesar de la estrategia de equidistancia practicada por la administración Yrigoyen, la presión de las naciones
aliadas se hizo sentir en la vulnerable economía argentina, poniendo a prueba su postura neutral. Pronto el
optimismo del gobierno y la prensa de los inicios de la guerra se trocó en la amarga percepción, ya evidenciada a
fines de noviembre de 1914, de que los ingleses no mitigarían los problemas provocados por la guerra a la Argentina,
pues hubo que reducir la iluminación de las calles de Buenos Aires a causa de la decisión inglesa y aliada de reducir el
suministro de carbón a los países neutrales. Asimismo, la angustiante escasez de capital llevó al gobierno argentino a
asumir una actitud de colaboración con el gobierno norteamericano en la Conferencia Financiera Panamericana,
convocada por el gobierno de Estados Unidos en Washington, en 1915 (7). Como lo demostró más tarde la concesión
de un crédito de 100 millones de pesos oro y de venta de trigo del gobierno de la Argentina a los de Gran Bretaña y
Francia firmado el 14 de enero de 1918, sin obtener ningún alivio sobre los controles que restringían la importación
de productos manufacturados y combustibles, la economía argentina no pudo sacar un provecho económico
tangible de la neutralidad observada durante la guerra y terminó integrando la órbita de los países aliados.
La tercera etapa abarcó el último año de la guerra -1918-, en el cual la Argentina adoptó un perfil que autores
como Peterson y Weinmann denominan "neutralidad benévola", ya que si bien el gobierno de Yrigoyen mantuvo en
el discurso una actitud equidistante entre los bandos en pugna, en la práctica la diplomacia argentina se acercó
progresivamente a la causa aliada. Con la implementación del bloqueo aliado a los puertos pertenecientes a países
neutrales, se dio una ruptura de facto del comercio argentino-alemán, lo cual contribuyó al irrefrenable ascenso de
la presencia comercial norteamericana en el mercado argentino.

Si bien continuaron percibiendo a Alemania como un mercado lucrativo y proveedor de bienes manufacturados,
las autoridades argentinas fueron incapaces de romper la barrera naval aliada. En gran medida, los intereses
comerciales alemanes pagaron el precio del avance de la presencia norteamericana en los años de la guerra.
Mientras en 1913 Alemania adquirió el 33,1% de las exportaciones de lana argentinas y el 35,2% de los embarques
de semillas de lino, ya en 1915 ninguno de estos productos argentinos eran enviados al mercado germano. Y
mientras en 1913, Estados Unidos compró sólo el 7,4% de las exportaciones argentinas de lana, en 1915 adquirió el
44,1%. En el caso de las semillas de lino, la participación norteamericana en las exportaciones argentinas de este
producto saltó de un 10,2% en 1913 a un 25,7% en 1915, y para fines de 1917, Estados Unidos compró virtualmente
toda la semilla de lino argentina disponible para la exportación (8).

Entre otras cifras estadísticas que demuestran el progreso comercial norteamericano en el mercado argentino
durante los años de la Primera Guerra Mundial, vale citar que en 1914 Estados Unidos representaba tan sólo el
12,8% del comercio exterior argentino y en 1917 ascendía al 32,2%, representando un valor de 288.873.235 dólares
en bienes intercambiados, en comparación con los 235.297.695 dólares para Gran Bretaña. En 1918 el comercio
argentino-norteamericano alcanzó un valor de 333.000.000 de dólares, cifra que reflejó el liderazgo de Estados
Unidos como mejor comprador de los productos primarios argentinos, y como principal abastecedor de sus
necesidades de productos manufacturados (9).

Debido al ya evidente peso de la economía norteamericana en el último año de la Gran Guerra, los miembros del
gabinete de Yrigoyen y el propio presidente no se permitieron adoptar ningún paso que pudiera afectar los vínculos
con los países aliados, aun cuando el discurso oficial permaneciese siendo neutral. Los pedidos de bienes
manufacturados (especialmente rieles y materiales de acero para los ferrocarriles argentinos) por parte de las
autoridades argentinas a la Junta de Comercio de Guerra norteamericana (War Trade Board's Bureau of Exports)
fueron incesantes durante los años 1917, 1918 e incluso 1919, poniendo al descubierto la vulnerabilidad económica
argentina, el creciente control norteamericano sobre el comercio exterior argentino y, como contracara, la
declinación de Gran Bretaña y Alemania como países abastecedores de bienes manufacturados a la economía
argentina (10).

Las presiones político-económicas de Washington para provocar la ruptura de la neutralidad

El 31 de enero de 1917, Alemania declaró nuevamente la guerra submarina irrestricta, procediendo al bloqueo de los
puertos de Gran Bretaña y Francia, y de parte del mar Mediterráneo. El 2 de febrero comunicó a los países neutrales
que evitaran enviar sus barcos a las zonas sometidas a bloqueo, pues éstos serían hundidos sin previo aviso (1). La
respuesta argentina fue la siguiente: "El gobierno argentino lamenta (...) medidas tan extremas, y declara que
ajustará su conducta, como siempre, a los principios y normas del derecho internacional (2)". Por su parte, Estados
Unidos rompió relaciones con Alemania de inmediato, hecho que comunicó a los países neutrales el 5 de febrero,
expresando el deseo de que adoptaran una actitud similar (3). El embajador norteamericano en Buenos Aires,
Frederick J. Stimson, solicitó a Yrigoyen la adhesión argentina a la posición de Estados Unidos (4). En respuesta a las
autoridades norteamericanas, dijo Yrigoyen:la diversa situación geográfica, política y comercial de la República
Argentina la coloca en condiciones diversas para afrontar y solucionar el problema suscitado por la nota alemana y
que la contestación dada en la nota del 7 de febrero definía la postura de este gobierno, distinta por cierto a la del
gobierno de Estados Unidos (5).

El embajador Stimson informó al Departamento de Estado sobre la ambigua respuesta argentina, en los siguientes
términos:el presidente (Yrigoyen) dijo que la concepción argentina del derecho internacional y la actitud intelectual
que desearían asumir es la misma que la nuestra; pero que nosotros estamos enfrentados al conflicto, mientras su
lejanía y la ausencia de agravios concretos a los derechos argentinos hacen que la forma adoptada por su respuesta
sea diferente. (...) Su respuesta escrita debe estar limitada a los términos de su réplica a Alemania. Podía expresar
simpatía por Estados Unidos en la presente situación; pero sería dificultoso incorporar también una frase de simpatía
para sus fines, en un comunicado oficial en una coyuntura tan crítica (...) (6).

Las tensiones entre los gobiernos argentino y norteamericano se ahondaron con la declaración de guerra del último
a las autoridades alemanas, efectuada el 6 de abril de 1917, y comunicada al día siguiente por el embajador Stimson
al gobierno argentino. Este respondió al diplomático norteamericano que reconocía "la justicia de esa resolución, en
cuanto ella se funda en la violación de los principios de neutralidad (...) que se consideraban conquistas definitivas
de la civilización (7)".

La ambigüedad de esta nueva respuesta argentina a la declaración de guerra de Estados Unidos a Alemania generó
respuestas diferenciadas dentro del espectro político-diplomático norteamericano. Mientras el ministro Stimson
creyó en la simpatía de Yrigoyen por la causa aliada, para el secretario de Estado Robert Lansing constituyó un
síntoma de la vocación progermana de Yrigoyen. Vale aclarar que esta respuesta del gobierno argentino tampoco
conformó al gobierno alemán, ya que el embajador alemán en Buenos Aires, Karl Graf von Luxburg, ofendido con las
autoridades argentinas, preguntó si debía pedir sus pasaportes.

El gobierno de Yrigoyen, a diferencia del de Victorino de la Plaza, no hizo ninguna declaración expresa de
neutralidad, ni siquiera cuando Estados Unidos declaró la guerra a Alemania. Yrigoyen justificó esta peculiar actitud
con el argumento wilsoniano de que la paz era el estado normal de las naciones, y, por lo tanto, no hacía falta
declarar el estado de neutralidad existente de antemano. En realidad, el líder radical buscó mantener la neutralidad
de hecho y sin hacer expresión pública de ella con el objetivo de no irritar al Departamento de Estado. Al mismo
tiempo, buscó no contrariar al gobierno alemán, prometiéndole al embajador Luxburg el mantenimiento de la
neutralidad. La misma actitud ambigua utilizada por la diplomacia radical para con el gobierno norteamericano fue
aplicada con las autoridades de Cuba, Brasil, Uruguay y los países latinoamericanos que declararon la guerra a las
potencias centrales (8).
A partir de la negativa del gobierno radical a romper relaciones con Alemania, se generó una situación tensa con
los gobiernos de Estados Unidos y las potencias aliadas, que esperaron el apoyo argentino sin ninguna clase de
condicionamientos. Esta tensión permaneció constante a lo largo del año 1917, en el cual se registraron presiones de
todo tipo para que el gobierno argentino abandonara su política neutralista. No obstante, en la sociedad argentina,
con la excepción expresa del sector aliadófilo, la actitud del gobierno de Yrigoyen fue mayoritariamente considerada
como "digna" y propia de un país "soberano" e "independiente". En Estados Unidos y los países europeos que
formaban parte de la coalición aliada, dicha actitud fue criticada, enfatizándose la diferencia entre la actitud
abiertamente proaliada del gobierno brasileño y la actitud neutral del argentino, calificada como progermana por la
prensa europea, norteamericana y argentina aliadófila (9). Yrigoyen trató de no ceder a las presiones, e incluso
intentó la convocatoria de una conferencia de países neutrales latinoamericanos en Buenos Aires para buscar una
salida conjunta e independiente de Estados Unidos durante todo el año 1917, tentativa que resultó particularmente
irritante para el Departamento de Estado norteamericano (10).

Por cierto, el gobierno norteamericano no se limitó a evitar la concreción del congreso latinoamericano de
neutrales proyectado por Yrigoyen, sino que además, y en conjunción con las autoridades de Gran Bretaña y los
demás países del frente aliado, procuró que los barcos y los productos argentinos claves en la demanda europea -
como el trigo- abastecieran solamente al bando de la Entente. Para conseguir este objetivo, las autoridades de
Washington contaron con la colaboración del gobierno inglés. Incluso éste llegó a sugerir al norteamericano que, en
caso de que la Argentina no exportase en forma incondicional granos a los países aliados o no inspeccionase los
barcos alemanes instalados en sus puertos, no se le refinanciase la deuda contraída con los bancos norteamericanos,
paso que la Argentina necesitaba concretar antes del fin del año 1917. Las evidencias de la utilización de este medio
coercitivo fueron al menos dos. La primera, que los empréstitos concedidos por bancos norteamericanos al gobierno
argentino se limitaron a tres en los años que restaron de la guerra (de 5.000.000 de millones cada uno) otorgados en
marzo, abril y mayo de 1917 -al comienzo del mandato de Yrigoyen-. La segunda evidencia fue que la deuda
argentina pendiente con los bancos norteamericanos, que en junio de 1917 ascendía a 56.200.000 dólares, en
diciembre del mismo año se redujo a menos de la mitad (25.000.000 de dólares), tendencia que indicó la ausencia de
refinanciaciones importantes (11).

Otra táctica de presión norteamericana, aprobada por Herbert Hoover, fue la de negar a la Argentina las licencias
o permisos para importar carbón, maquinarias agrícolas y otros productos manufacturados e insumos claves
provenientes de Estados Unidos, prohibición que sólo podía ser levantada a condición de que las autoridades
argentinas reservaran sus excedentes cerealeros para las fuerzas aliadas (12). El mismo carácter coercitivo tuvo la
imposición de fletes marítimos diferenciales por parte de las líneas navieras norteamericanas. Por ejemplo, mientras
la tonelada a Santos (Brasil) costaba 42 pesos oro, el precio correspondiente a Buenos Aires llegó a ser de 100 pesos
oro (13). Asimismo, los gobiernos estadounidense, francés e inglés se pusieron de acuerdo para obligar al gobierno
argentino a firmar un tratado de venta de cereales a los aliados, y controlar las ventas argentinas a los neutrales, con
el objetivo de impedir la reexportación de los cereales a Alemania (14).
Junto a estos instrumentos de presión, otro medio utilizado por el gobierno de Estados Unidos para provocar el
quiebre de la neutralidad argentina fue la publicación y presentación ante las autoridades argentinas de los
telegramas enviados por el embajador alemán en Buenos Aires, conde Karl Graf von Luxburg, a su gobierno. Este
nuevo instrumento de presión (indicio según Weinmann de que el gobierno inglés estuvo interesado tanto como el
norteamericano en la ruptura de vínculos entre la Argentina y Alemania) pudo ser utilizado gracias al descifre de los
códigos secretos alemanes por parte de Gran Bretaña. Los telegramas estaban fechados en los meses de mayo y julio
de 1917, durante los cuales las autoridades argentinas negociaron con las alemanas los incidentes producidos con
los barcos argentinos Monte Protegido y Toro. La publicación de dichos telegramas por parte del gobierno
norteamericano colocó a Yrigoyen en una posición sumamente incómoda, ya que en los mismos el embajador
Luxburg aconsejaba que los barcos argentinos "fueran hundidos sin dejar rastros" y llamaba al ministro de relaciones
exteriores argentino "un notorio asno y anglófilo (15)"

Si bien el "caso Luxburg" exacerbó los ánimos de los sectores proaliados internos en favor de la ruptura, ante la
nota del gobierno alemán repudiando el contenido de los telegramas enviados por Luxburg, Yrigoyen aceptó las
disculpas de las autoridades germanas y mantuvo su postura neutral. Aunque hábil, la jugada de los aliados no
quebró la voluntad neutralista del líder radical. El mismo Yrigoyen se encargó de decirle al ministro norteamericano
Stimson que "no envolvería a su país en los horrores de una guerra, sólo porque Luxburg lo hubiera insultado a
Pueyrredón y a él -en uno de los telegramas no publicados Luxburg lo llamaba rufián (16)-". Asimismo, el mandatario
argentino se dirigió a los miembros del Comité Nacional de la Juventud de la Unión Cívica Radical -partidarios no sólo
de romper relaciones con Alemania sino también de declararle la guerra- y les dijo que "Argentina no va a permitir
ser conducida a la guerra por los Estados Unidos (17)".

A pesar del profundo impacto interno e internacional del "caso Luxburg", el gobierno de Yrigoyen continuó con
una actitud ambigua, que para Weinmann resultó un indicio de su voluntad de equidistancia respecto de los bandos
en pugna. Por un lado, el líder radical dio algunos pasos hacia una colaboración más estrecha con los aliados,
entregando las copias de más de 400 telegramas enviados por Luxburg al gobierno norteamericano para que éste los
hiciera descifrar, y demorando el reconocimiento oficial del encargado de negocios de la legación alemana Dönhoff
hasta fines de mayo de 1918, cuando Luxburg se fue de la Argentina. Por el otro lado, continuó con la idea de
convocar un congreso latinoamericano, particularmente irritante para el secretario de Estado norteamericano
Robert Lansing.

La visita de la flota comandada por el almirante W.B. Caperton a Buenos Aires (julio de 1917)

Los esfuerzos de Yrigoyen por mantener un dificultoso equilibrio entre los bandos en pugna tuvieron ocasión de
manifestarse en la cuestión de la visita de la escuadra norteamericana a Buenos Aires en julio de 1917. En abril de
dicho año, tras el ingreso de Estados Unidos en la guerra, las fuerzas aliadas acordaron que una escuadra
norteamericana al mando del almirante W. B. Caperton patrullase las costas sudamericanas entre Natal (Brasil) y el
Río de la Plata. El envío de esta escuadra tuvo por objetivo fundamental aumentar la influencia norteamericana en el
área. En Río de Janeiro, Caperton obtuvo su primer éxito diplomático, ya que fue calurosamente recibido por el
gobierno y el público brasileños. Ante esta favorable acogida, las autoridades norteamericanas ordenaron a
Caperton que visitase Montevideo y Buenos Aires, con el objetivo de que la Argentina y Uruguay rompiesen sus
relaciones con Alemania.

Por cierto, la visita de la escuadra norteamericana colocó al presidente radical en un dilema. Por un lado,
constituía una inmejorable oportunidad para demostrar a Caperton la simpatía del gobierno argentino hacia Estados
Unidos, después de la negativa a quebrar la neutralidad. Pero, por otro lado, la permanencia de la flota
norteamericana en un puerto neutral por más de 24 horas significaba una violación a la neutralidad estipulada por la
Convención de La Haya, a la que adhería la diplomacia argentina. El gobierno de Yrigoyen no quería aparecer en un
gesto excesivamente concesivo hacia Estados Unidos, en un momento en que acababa de demostrar dureza hacia
Alemania por el hundimiento del barco argentino Toro. Al menos, no quería aparecer como débil ante Washington
antes de conocer la respuesta del gobierno alemán sobre el incidente.

No existen indicios documentales acerca de los términos originales utilizados por el gobierno norteamericano para
comunicar al argentino su deseo de que la escuadra comandada por Caperton fuese recibida en Buenos Aires. La
historiografía de tendencia radical (Lucio M. Moreno Quintana, Gabriel del Mazo, Eduardo Zanoni) asegura que el
embajador norteamericano en Buenos Aires Frederick Stimson comunicó al canciller argentino Honorio Pueyrredón
el deseo de que la escuadra fuese recibida "incondicionalmente". Este término motivó el rechazo de Yrigoyen a la
visita. Ante esta situación, Stimson retiró la palabra "incondicional", lo que posibilitó una fórmula de entendimiento,
por la que el gobierno argentino recibiría a la flota norteamericana en calidad de "amiga (1)". De acuerdo con los
documentos diplomáticos norteamericanos, lo que irritó a Yrigoyen no fue la palabra "incondicional", sino el término
"invitación". Aunque el mismo no figuró en la nota argentina, el gobierno norteamericano interpretó que la escuadra
fue invitada (2).

Más allá de este juego de palabras, lo cierto fue que el gobierno argentino recibió a la escuadra norteamericana el
24 de julio de 1917. Si bien esta actitud generó la reacción del embajador alemán en Argentina, Luxburg, y las críticas
del diario La Prensa y del germanófilo Estanislao Zeballos, por considerarla una violación de la neutralidad, lo
concreto fue que Caperton fracasó en su objetivo, ya que las autoridades argentinas no abandonaron la actitud
neutral (3).

La "neutralidad benévola" del gobierno argentino

Una de las principales consecuencias de la Primera Guerra para la Argentina fue el estrechamiento de sus relaciones
políticas y económicas con Estados Unidos, no obstante la postura neutral adoptada por los gobiernos de Victorino
de la Plaza e Hipólito Yrigoyen. El acercamiento argentino a la órbita aliada, bajo la forma que autores como Ricardo
Weinmann y Harold Peterson llaman "neutralidad benévola", fue producto de una serie de factores de naturaleza
político-estratégica y económica, cuya interacción demostró la vulnerabilidad externa argentina y la creciente
influencia norteamericana a nivel regional y mundial. Entre estos factores podemos mencionar los siguientes: a) el
crecimiento de los vínculos comerciales bilaterales y el de las inversiones norteamericanas en la Argentina, cuya
contracara fue la creciente incapacidad británica para abastecer las necesidades de productos importados por parte
de la economía argentina; b) la imposibilidad por parte de las autoridades argentinas de recurrir al crédito europeo -
paralizado por la crisis de 1913 y la guerra misma- y la necesidad de reemplazarlo por el empréstito de origen
estadounidense; y c) la desarticulación del comercio argentino-alemán durante la guerra a través de los embargos y
listas negras implementadas por los países aliados. Como consecuencia de la sumatoria de estos factores, a partir de
la guerra Estados Unidos fue el proveedor casi exclusivo de productos manufacturados y créditos para el mercado
argentino.

Como sostiene Sheinin, como resultado de la Primera Guerra, Estados Unidos ganó una ventajosa presencia
comercial en la Argentina. Hacia 1919, los hombres de gobierno argentinos no habían logrado transformar a su país
ni en un socio diplomático de Estados Unidos ni en un rival económico de esta nación en el Caribe. Más bien, la
Argentina se había convertido en uno de los mercados objeto de disputa entre los intereses comerciales
norteamericanos y europeos (1).

La vulnerabilidad económica externa argentina se hizo evidente durante la guerra. Las circunstancias bélicas
debilitaron los lazos con Europa, principal sostén de los intentos del gobierno argentino por modelar las relaciones
argentino-norteamericanas sobre un plano de igualdad. Sumado a ello, el fracaso de la Argentina en acceder al rol de
mediador en las negociaciones del canal de Panamá, las limitaciones que el gobierno norteamericano impuso a la
mediación del ABC en la crisis política mexicana, y las presiones a las que se vio sometida la neutralidad fueron el
reflejo inexorable del crecimiento de la influencia política y económica norteamericana. Como consecuencia, el
ejercicio de la "diplomacia de control" por parte de Estados Unidos colocó a la Argentina no en el rol deseado por los
argentinos de partner o socio, sino de subordinado a la potencia hemisférica. Así, la escasa efectividad de la
diplomacia argentina, más la dependencia argentina del mercado norteamericano como fuente de créditos y bienes
manufacturados, permitieron a Estados Unidos y a los países aliados poner exitosamente a prueba la neutralidad
argentina y transformarla en una "neutralidad benévola" o funcional a la causa aliada.

En el transcurso de la guerra, las medidas de bloqueo decretadas por Estados Unidos y las naciones aliadas
desarticularon el comercio argentino-alemán y, particularmente, volvieron a la vulnerable economía argentina
crecientemente dependiente de los productos manufacturados norteamericanos. A través de la Junta de Comercio
de Guerra (War Trade Board's Bureau of Exports), las autoridades de Washington demostraron su capacidad de
manipulación, pues esta agencia fue la encargada de otorgar o denegar los permisos de exportación de bienes
manufacturados al mercado argentino. El criterio de la Junta para conceder o no licencias de exportación de bienes
estuvo vinculado con las necesidades de la guerra para Estados Unidos y los países aliados. Así, la exportación de
productos norteamericanos como amoníaco, materiales para ferrocarril, láminas de estaño para los frigoríficos
argentinos y papel para impresión fue limitada por la Junta de Comercio de Guerra bajo el criterio de que estos
bienes eran "necesarios para la prosecución de la guerra por parte de Estados Unidos y los aliados". Una segunda
categoría de bienes norteamericanos, la de "mercaderías consideradas como esenciales para la vida comercial
argentina", incluyó envíos de implementos agrícolas, explosivos, medicinas y automóviles. La tercera categoría de
artículos norteamericanos enviados a la Argentina fue la de aquellos rubros exportados "con el propósito de
influenciar el intercambio comercial", e incluyó aparatos eléctricos, instrumental científico y tinturas químicas. Una
última categoría estuvo relacionada "con las exportaciones ordinarias o habituales de Estados Unidos a Argentina", e
incluyó una variedad de químicos industriales, motores de gasoil y caucho (2).

La ascendente influencia norteamericana sobre la economía argentina implicó entre otras una importante
transformación del sector eléctrico local. Dominado en los años anteriores a la Primera Guerra por tres firmas
alemanas: Allgemeine Elektricitats Gesellschaft, Siemens-Schuckert, y H. Fuhrman & Company, la industria eléctrica
experimentó el impacto negativo de la guerra en el intercambio comercial. Las importaciones de equipos eléctricos
declinaron desde un valor de 9.756.234 en 1913 a uno de 2.732.840 en 1917. Pero las importaciones provenientes
de Estados Unidos ascendieron un 138%, desde un valor de 577.126 dólares a uno de 1.375.500 dólares (3).

Las firmas alemanas radicadas en la Argentina siguieron importando equipos eléctricos desde el mercado
norteamericano hasta mediados de 1918, cuando la Junta de Comercio de Guerra inició la persecución de una lista
de enemigos comerciales, con la colaboración de las Cámaras de Comercio de los países aliados radicadas en Buenos
Aires. Obviamente, el explícito fin era eliminar la presencia comercial alemana en el mercado argentino (4).

La presión gubernamental norteamericana generó además una declinación en las actividades de los bancos
alemanes en Buenos Aires. Entre los cinco bancos extranjeros más importantes que contaron con sucursales en la
Argentina durante los años de la Primera Guerra, los bancos norteamericanos The National City Bank y The Bank of
Boston rápidamente desafiaron a sus competidores alemanes. Hacia mediados de 1918, los depósitos combinados
de estos dos bancos norteamericanos (30.862.000 dólares) superaron en monto a los de los dos bancos alemanes
más prominentes, el Banco Alemán Transatlántico y el Banco Germánico -29.926.000 dólares (5)-.

El rol norteamericano en la firma del tratado de la Argentina con Gran Bretaña y Francia (14 de enero de 1918)

El ascendente poder norteamericano adquirido en los años de guerra se puso de manifiesto en las negociaciones
previas al consentimiento por parte del gobierno argentino de la venta de trigo y el otorgamiento de créditos a los
gobiernos de Gran Bretaña y Francia por 20 millones de libras esterlinas (100 millones de pesos oro), que tuvieron
lugar entre julio y noviembre de 1917, y se concretaron el 14 de enero de 1918. Este tema ha dado lugar a diferentes
interpretaciones.

De acuerdo con Harold Peterson, durante las negociaciones en torno al trigo argentino, las autoridades de Buenos
Aires evidenciaron buena voluntad tanto en términos de conceder el crédito como en vender trigo a los países
aliados, pero pusieron sobre la mesa de negociaciones el problema de la aguda escasez de carbón. El embajador
norteamericano en la Argentina, Frederick J. Stimson, proporcionó la clave del arreglo final al asegurar el asenso del
Departamento de Estado a su promesa, formulada ante el canciller argentino Honorio Pueyrredón por escrito, de
que el gobierno norteamericano ayudaría "permitiendo, en tanto fuera factible (...) la exportación, en los barcos
procedentes de los Estados Unidos en procura de dicho trigo, del carbón necesario para cubrir las reales exigencias
del pueblo argentino". Cuando el presidente Yrigoyen sometió el convenio a la aprobación del Congreso, elogió a las
autoridades norteamericanas por su generosidad al entregar una parte de sus existencias de carbón en tiempos de
guerra (1).

A diferencia de Peterson, Sheinin sostiene que las autoridades norteamericanas fueron muy poco flexibles con el
pedido de carbón por parte del gobierno argentino como condición previa al otorgamiento de créditos y trigo a las
naciones aliadas. Según Sheinin, los círculos oficiales de Washington se las ingeniaron para evitar que la
administración de Yrigoyen pudiese condicionar la venta de trigo a la adquisición, en términos ventajosos, de
combustibles y productos manufacturados, vitales para la economía argentina en el contexto de guerra. El gobierno
de Estados Unidos utilizó al efecto tres tácticas. Primero, los norteamericanos forzaron a un cambio en la petición
argentina de "combustible" y lograron reemplazarla por la concesión más específica de carbón, eliminando cualquier
otra demanda de combustible de las negociaciones. Segundo, el gobierno norteamericano se automarginó de las
negociaciones, planteando que el contrato de venta de cereales y concesión de créditos era un problema a resolver
entre la Argentina y los aliados europeos. Y tercero, el Departamento de Estado rechazó incluir el carbón
norteamericano en las últimas etapas de la negociación, aun contra la voluntad del propio embajador
norteamericano en la Argentina Stimson, partidario de incluir dicho producto como un gesto de buena voluntad.
Como secretario de Estado interino, Frank Polk instruyó expresamente al embajador Stimson, la necesidad de
obtener de la Argentina una provisión de granos de carácter "incondicional". Quedó así demostrado que mientras la
economía norteamericana no necesitaba ofrecer carbón u otros productos para obtener concesiones de las
autoridades argentinas, éstas no tenían otra opción que la de vender su producción triguera a los países aliados en
los términos estipulados por éstos y por el gobierno norteamericano (2).

De este modo, y en virtud de la presión ejercida por el Departamento de Estado y otras agencias gubernamentales
norteamericanas como la Junta de Comercio de Guerra, las autoridades argentinas firmaron una transacción
comercial de carácter incondicional que proveyó a los aliados del cereal argentino, pero que no permitió aliviar la
crónica escasez de combustible que caracterizó a la economía argentina durante la guerra. Este contrato de venta de
cereal y otorgamiento de créditos por parte del gobierno argentino a las autoridades de los países aliados europeos,
concretado el 14 de enero de 1918, marcó para el gobierno argentino, de acuerdo con Peterson y Weinmann, la
transición de la "neutralidad como potencial amenaza" a los aliados a una "neutralidad benigna" para éstos. En
términos de Sheinin, la firma de este contrato fue un nuevo éxito de la "diplomacia de control" del gobierno
norteamericano. Sin recurrir a la intervención directa, como en el caso de las naciones del Caribe, las autoridades de
Washington lograron obtener del gobierno de Yrigoyen la venta de trigo a los aliados en forma incondicional.

A pesar de sus diferencias de matiz en cuanto a la interpretación del proceso, tanto Sheinin como Peterson arriban
a la conclusión de que el gobierno argentino terminó girando dentro de la órbita aliada, no obstante los numerosos
roces económicos entre Buenos Aires y Washington como consecuencia de la neutralidad argentina. La designación
de Rómulo Naón como alto comisionado financiero argentino en Estados Unidos fue una evidente confirmación de la
primacía financiera adquirida por Estados Unidos durante la guerra, pues hasta 1917 la única Alta Comisión
Financiera de la Argentina había estado en Londres. Una de las primeras tareas de Naón fue investigar cómo se
habían perdido 60 millones de dólares en créditos, que la Argentina había otorgado a los Estados Unidos para pagar
las exportaciones argentinas durante todo el año. Todo el crédito había sido gastado en tres meses, pero lo más
enojoso para el gobierno argentino era el hecho de que el mismo no había sido usado para los fines acordados sino
para mantener las tasas cambiarias de Gran Bretaña y Francia (3). Sheinin saca la siguiente conclusión del episodio:

El abuso de los créditos argentinos indicaba además el creciente poder económico de Estados Unidos en los meses
finales de la guerra. Argentina no sólo necesitaba de las exportaciones norteamericanas para abastecer su vacilante
economía de guerra, sino que también dependía de las compras norteamericanas de sus materias primas y otros
productos. Con los mercados de colocación de sus exportaciones gravemente reducidos en Europa y sin espacio
disponible para embarcar sus productos (salvo el que el gobierno de Estados Unidos podía ofrecer), Argentina
dependió de los norteamericanos para la comercialización de sus productos en el exterior, y careció de poder de
negociación para quebrar esta dependencia (4).

Aunque la clase dominante argentina se resistió a reconocerlo, el estallido de la guerra inició un cambio en la
estructura económica internacional, debilitando los históricos lazos con Europa, fuente de poder de esta elite
exportadora.

El tratado del ABC (25 de mayo de 1915)

Los efectos de la revolución mexicana de 1910, particularmente la guerra civil desatada entre el régimen militar de
Victoriano Huerta y los seguidores del movimiento revolucionario popular, liderados por Venustiano Carranza,
otorgaron una excelente oportunidad para el acercamiento a los gobiernos de la Argentina y Estados Unidos.

A consecuencia de los enfrentamientos entre el general Huerta, presidente de México desde 1913, y Carranza,
quien buscó su desplazamiento del poder para concretar las reformas agrarias planteadas en 1910, las tropas
norteamericanas, en clara señal de apoyo al último, ocuparon el puerto mexicano de Veracruz (1).

Por su parte, el entonces ministro argentino en Washington, Rómulo S. Naón, propuso en abril de 1914 una salida
a la guerra civil planteada en México: la mediación de la Argentina, junto a Brasil y Chile, entre las partes en conflicto
(la mediación del llamado ABC). Este proyecto reveló de parte de la diplomacia argentina un interés pasajero en
fomentar la diplomacia panamericana y fue funcional al gobierno de Washington para obtener una salida del
problema en que se había involucrado. De acuerdo con Sheinin, la participación argentina como mediador entre los
candidatos mexicanos al poder y el gobierno norteamericano respondió al deseo de la Argentina de jugar un rol de
liderazgo en el área del Caribe tanto a nivel diplomático como económico, erigiéndose como competidor de la
influencia norteamericana en dicha área. Este deseo pronto demostró su incongruencia con la realidad, ya que el
mismo gobierno de Estados Unidos se encargó de limitar los alcances de la mediación del ABC a través de su
"diplomacia de control". Durante la Primera Guerra Mundial, los triunfos comerciales norteamericanos en la
Argentina demostraron que no tenía sentido la ambición argentina de competir económicamente con Estados
Unidos en el área del Caribe u otras de la región (2).
El presidente norteamericano Wilson y su colega mexicano Huerta aceptaron la mediación del ABC, mientras que
Carranza, a pesar de contar con el favoritismo del presidente norteamericano para reemplazar a Huerta en el
gobierno de México, la rechazó. No obstante la oposición del entonces nuevo líder del movimiento revolucionario
popular mexicano, las negociaciones se llevaron a cabo en la ciudad canadiense de Niagara Falls, con el resultado
esperado por la diplomacia norteamericana, ya que se propuso la formación de un gobierno provisional. Ante el cariz
que tomaron los hechos, Huerta renunció al poder y huyó en el barco alemán Dresden. Finalmente se logró una
solución definitiva al problema mexicano cuando el secretario de Estado Robert Lansing solicitó el consejo de los
países del ABC y de Bolivia, Guatemala y Paraguay, quienes en forma mancomunada con el gobierno norteamericano
reconocieron en octubre de 1915 al gobierno de Carranza.

Por otro lado, dentro del espíritu del proyecto de paz panamericana de Wilson, los representantes de la Argentina,
Brasil y Chile firmaron el 25 de mayo de 1915 el tratado del ABC. El mismo estableció que todos los conflictos entre
las partes firmantes que no pudiesen ser resueltos ni por la vía diplomática ni por el sistema de arbitraje debían ser
sometidos a una comisión permanente con sede en Montevideo (3). Pero el tratado no fue ratificado ni por la
Argentina ni por Chile, por lo que tampoco fue aplicado en la práctica. Para Carlos Ibarguren, este tratado fue de
neta inspiración norteamericana, interpretación que confirmó el embajador Stimson en sus memorias, en las que lo
llama House's treaty -por el funcionario del Departamento de Estado, coronel Edward House, empeñado en la firma
del mismo (4)-.

La mediación argentina en la crisis mexicana fue criticada por los sectores nacionalistas argentinos, que la
interpretaron como "servidora de la propaganda norteamericana". También los radicales se opusieron a la actitud
mediadora y a la firma del tratado del ABC. Un ejemplo de la posición del radicalismo fue el pedido de interpelación
del diputado radical Horacio B. Oyhanarte al ministro de relaciones exteriores del gobierno de Victorino de la Plaza,
José Luis Murature, efectuado el 13 de septiembre de 1915. Asimismo lo fueron el contenido de dos artículos del
diario radical La Epoca, correspondientes al 17 y 22 de julio de 1915, y las opiniones del propio Hipólito Yrigoyen al
político chileno Gonzalo Bulnes, en las que expresó su oposición personal a un tratado "que colocaba a las tres
naciones de América Latina en un plano superior a las demás, lo que iba contra la necesaria igualdad de todas ellas, y
que debía ser la expresión de "alguien que nos quiere dividir (5)". Por su parte, entre los defensores de dicha
mediación se encontró Joaquín V. González, quien la calificó de "feliz mediación (6)".

Vale aclarar que la mediación del ABC en la guerra civil mexicana reveló convergencias en la postura argentina y
norteamericana que, en la opinión de Sheinin, ocultaron importantes divergencias de fondo. Para la óptica del
gobierno norteamericano, la utilidad de la mediación de los representantes argentino, brasileño y chileno estuvo
vinculada a su aporte a la caída del régimen de Huerta, el principal objetivo del presidente Wilson. Pero una vez
concretado este paso, se evidenciaron serias divergencias entre los representantes del ABC y el representante
norteamericano respecto de la sucesión política mexicana. Mientras los primeros desearon un candidato "neutral",
el representante diplomático norteamericano en México, John Lind, mantuvo contactos secretos con la facción de
Venustiano Carranza, la única aceptable para Washington como sucesora en el gobierno mexicano. Lind incluso
ofreció al líder revolucionario mexicano armas, una actitud repulsiva para el presidente Wilson. En una palabra, el
ABC se convirtió en un instrumento de la política regional norteamericana. La mediación del ABC fue el primer caso
en donde el intervencionismo norteamericano a una república latinaomericana fue legitimado por otras naciones del
continente (7).

La Primera Conferencia Financiera Panamericana (Washington, mayo de 1915)

La Primera Conferencia Financiera Panamericana comenzó en Washington el 24 de mayo de 1915 y duró cinco días.
Participaron representantes de diecinueve países. En cuanto a la normalización de las relaciones comerciales se
tendieron las bases para el acuerdo futuro en la legislación de patentes, tasas postales y uniformidad en términos de
comercio. Los delegados ante la conferencia hicieron planes para una segunda reunión y formaron un cuerpo
permanente para estudiar el retiro de impedimentos en el comercio y las finanzas: la Alta Comisión Internacional,
integrada por los ministros de finanzas y ocho especialistas de cada país miembro. Entre el cierre de esta conferencia
y el comienzo de las sesiones de la Alta Comisión Internacional, que tuvieron lugar en Buenos Aires en 1916, el
secretario del Tesoro norteamericano William G. McAdoo presionó por un análisis y revisión de los problemas
comerciales latinoamericanos, con especial énfasis en las posibilidades norteamericanas para ganar ventajas en la
región. En síntesis, el gobierno norteamericano no dio lugar, ni en la Primera Conferencia Financiera Panamericana
ni luego de ella, a la consideración de los distintos problemas económicos concretos de los estados latinoamericanos
(1).

La resistencia argentina al proyecto de Pacto Panamericano de Paz de Wilson

Desde el inicio de las hostilidades en 1914 hasta febrero de 1917 -fecha de la ruptura de la neutralidad del gobierno
norteamericano-, el presidente Woodrow Wilson alentó un Pacto Panamericano de Paz que nunca llegó a
concretarse. El acuerdo de Wilson comprendía dos artículos breves: 1º) Garantías recíprocas tanto de independencia
política bajo la forma republicana de gobierno como de integridad territorial, y 2º) Mutuo acuerdo de que el
gobierno de cada una de las partes contratantes ejerce control total dentro de su jurisdicción de la fabricación y
venta de pertrechos de guerra.

Como ferviente defensor del acercamiento argentino-norteamericano, el embajador argentino en Washington,


Rómulo S. Naón, recibió con entusiasmo el proyecto preliminar del Pacto Panamericano de Paz, propuesto por el
mandatario norteamericano y transmitido por el coronel Edward M. House a los embajadores de la Argentina, Brasil
y Chile, entonces participantes de la mediación en la crisis mexicana.

Pero el proyecto panamericano de Wilson despertó en la sociedad argentina serias resistencias. José Ingenieros,
sociólogo, sostuvo que la Argentina era la única nación calificada para ejercer el liderazgo en América del Sur. El
escritor y político argentino Manuel Ugarte escribió desde París encendidos artículos que sostuvieron que el
panamericanismo favorecía sólo al gobierno de Estados Unidos. En su opinión, las reuniones panamericanas eran
inútiles y representaban nada más que congresos "de ratones presididos por un gato". Recomendando que las
repúblicas de cultura latina se agrupasen para cultivar su propia nacionalidad, Ugarte, en su "Carta abierta al
presidente de los Estados Unidos", de 1913, condenó la intervención financiera norteamericana en la región, negó la
necesidad de la Doctrina Monroe para la Argentina, exageró la solidaridad de Latinoamérica y afirmó la
consideración argentina hacia las demás repúblicas latinoamericanas (1). En uno de sus primeros trabajos, publicado
en Valencia en 1910, sostuvo que

Por educación, origen y disposición, Sudamérica es esencialmente europea. Sentimos una afinidad por España,
nación a la que debemos nuestra civilización y cuyo fuego llevamos en nuestra sangre; por Francia, fuente y origen
del pensamiento que nos anima; por Alemania, que nos ofrece sus manufacturas; y por Italia, que alegremente nos
ofrece los poderosos brazos de sus hijos para extraer del suelo sudamericano las riquezas que queremos esparcir a lo
largo del mundo. Pero a Estados Unidos no nos une otro vínculo más que el espanto y el temor (2).

Por cierto, este escrito de Ugarte fue un claro testimonio de su antipanamericanismo y del sentimiento filoeuropeo
que dicho autor tuvo en común con buena parte de la elite gobernante argentina.

Un miembro relevante del conservadurismo argentino, el germanófilo Estanislao Zeballos, ex ministro de


relaciones exteriores y editorialista del diario La Prensa, rechazó duramente "la especiosa intención de Wilson de
erigir a Estados Unidos en juez de la constitucionalidad de los regímenes políticos de América latina". Asimismo,
sostuvo que la Doctrina Monroe "(antes necesaria), (...) ha dejado de serlo hoy", en abierto rechazo a las actitudes
de intervencionismo del gobierno norteamericano en la región (3).

Inclusive los sectores menos nacionalistas del espectro intelectual argentino sumaron sus críticas a los planes
panamericanos de Wilson. Enrique Gil, hombre de leyes argentino, aun censurando la postura de Ugarte, criticó la
intención tutelar de la Doctrina Monroe y el carácter unilateral del panamericanismo. En un discurso pronunciado en
1911, en la Asociación Americana de Ciencias Políticas, Gil rogó al gobierno norteamericano que renunciase al vago
concepto de Latinoamérica y lo reemplazara por una más prudente gestión de contactos con cada una de las
repúblicas latinoamericanas. Incluso llegó a sostener la idea de que la Argentina tenía un destino manifiesto en la
región. Hasta el más férreo defensor argentino del panamericanismo, el embajador Naón, reconoció en 1913 que
"en América del Sur no hay panamericanismo; éste sólo existe en Washington (4)".

Si bien el proyecto de Pacto Panamericano de Paz de Wilson contó con el apoyo entusiasta del embajador
argentino Naón, una serie de factores impidieron que el mismo se concretara. Entre ellos puede mencionarse: a) el
propio desinterés del Departamento de Estado norteamericano, según la opinión del embajador norteamericano en
Buenos Aires Frederick J. Stimson (5), probablemente causado por el protagonismo adquirido por el coronel House
en las negociaciones con los embajadores argentino, brasileño y chileno, y el resentimiento que el rol de House
causó en el secretario Bryan, quien no se dio prisa por acelerar los trámites (6); b) la falta de presión del propio
presidente Wilson para que su proyecto se concretara, según la opinión del coronel House (7); c) la decisión del
mandatario norteamericano de involucrarse en la guerra y preocuparse por las cuestiones europeas, que por cierto
atentó contra la idea wilsoniana de un Pacto Panamericano de Paz y fortaleció la idea latinoamericanista de
Yrigoyen, de convocar un foro de países neutrales primero, y latinoamericanos después, sin contar con Estados
Unidos; d) la resistencia del gobierno de Chile, embarcado en la disputa limítrofe sobre Arica y Tacna, y reacio a las
garantías del Pacto Panamericano de Paz referentes a la integridad territorial (8); e) el enfriamiento del entusiasmo
inicial del gobierno brasileño (9); f) la falta de respaldo del gobierno y círculos intelectuales argentinos a los
esfuerzos solitarios de Naón por buscar el acercamiento argentino-norteamericano en un contexto de solidaridad
panamericana (10); y g) la actitud ambigua del embajador argentino en Washington, de docilidad a la propuesta de
Wilson por un lado, y de resistencia a la misma por el otro, dejando que los gobiernos chileno y brasileño cargaran
abiertamente con la responsabilidad por el abandono del proyecto (11).

La resistencia argentina al proyecto de Pacto Panamericano de Paz de Wilson

Desde el inicio de las hostilidades en 1914 hasta febrero de 1917 -fecha de la ruptura de la neutralidad del gobierno
norteamericano-, el presidente Woodrow Wilson alentó un Pacto Panamericano de Paz que nunca llegó a
concretarse. El acuerdo de Wilson comprendía dos artículos breves: 1º) Garantías recíprocas tanto de independencia
política bajo la forma republicana de gobierno como de integridad territorial, y 2º) Mutuo acuerdo de que el
gobierno de cada una de las partes contratantes ejerce control total dentro de su jurisdicción de la fabricación y
venta de pertrechos de guerra.

Como ferviente defensor del acercamiento argentino-norteamericano, el embajador argentino en Washington,


Rómulo S. Naón, recibió con entusiasmo el proyecto preliminar del Pacto Panamericano de Paz, propuesto por el
mandatario norteamericano y transmitido por el coronel Edward M. House a los embajadores de la Argentina, Brasil
y Chile, entonces participantes de la mediación en la crisis mexicana.

Pero el proyecto panamericano de Wilson despertó en la sociedad argentina serias resistencias. José Ingenieros,
sociólogo, sostuvo que la Argentina era la única nación calificada para ejercer el liderazgo en América del Sur. El
escritor y político argentino Manuel Ugarte escribió desde París encendidos artículos que sostuvieron que el
panamericanismo favorecía sólo al gobierno de Estados Unidos. En su opinión, las reuniones panamericanas eran
inútiles y representaban nada más que congresos "de ratones presididos por un gato". Recomendando que las
repúblicas de cultura latina se agrupasen para cultivar su propia nacionalidad, Ugarte, en su "Carta abierta al
presidente de los Estados Unidos", de 1913, condenó la intervención financiera norteamericana en la región, negó la
necesidad de la Doctrina Monroe para la Argentina, exageró la solidaridad de Latinoamérica y afirmó la
consideración argentina hacia las demás repúblicas latinoamericanas (1). En uno de sus primeros trabajos, publicado
en Valencia en 1910, sostuvo que

Por educación, origen y disposición, Sudamérica es esencialmente europea. Sentimos una afinidad por España,
nación a la que debemos nuestra civilización y cuyo fuego llevamos en nuestra sangre; por Francia, fuente y origen
del pensamiento que nos anima; por Alemania, que nos ofrece sus manufacturas; y por Italia, que alegremente nos
ofrece los poderosos brazos de sus hijos para extraer del suelo sudamericano las riquezas que queremos esparcir a lo
largo del mundo. Pero a Estados Unidos no nos une otro vínculo más que el espanto y el temor (2).
Por cierto, este escrito de Ugarte fue un claro testimonio de su antipanamericanismo y del sentimiento filoeuropeo
que dicho autor tuvo en común con buena parte de la elite gobernante argentina.

Un miembro relevante del conservadurismo argentino, el germanófilo Estanislao Zeballos, ex ministro de


relaciones exteriores y editorialista del diario La Prensa, rechazó duramente "la especiosa intención de Wilson de
erigir a Estados Unidos en juez de la constitucionalidad de los regímenes políticos de América latina". Asimismo,
sostuvo que la Doctrina Monroe "(antes necesaria), (...) ha dejado de serlo hoy", en abierto rechazo a las actitudes
de intervencionismo del gobierno norteamericano en la región (3).

Inclusive los sectores menos nacionalistas del espectro intelectual argentino sumaron sus críticas a los planes
panamericanos de Wilson. Enrique Gil, hombre de leyes argentino, aun censurando la postura de Ugarte, criticó la
intención tutelar de la Doctrina Monroe y el carácter unilateral del panamericanismo. En un discurso pronunciado en
1911, en la Asociación Americana de Ciencias Políticas, Gil rogó al gobierno norteamericano que renunciase al vago
concepto de Latinoamérica y lo reemplazara por una más prudente gestión de contactos con cada una de las
repúblicas latinoamericanas. Incluso llegó a sostener la idea de que la Argentina tenía un destino manifiesto en la
región. Hasta el más férreo defensor argentino del panamericanismo, el embajador Naón, reconoció en 1913 que
"en América del Sur no hay panamericanismo; éste sólo existe en Washington (4)".

Si bien el proyecto de Pacto Panamericano de Paz de Wilson contó con el apoyo entusiasta del embajador
argentino Naón, una serie de factores impidieron que el mismo se concretara. Entre ellos puede mencionarse: a) el
propio desinterés del Departamento de Estado norteamericano, según la opinión del embajador norteamericano en
Buenos Aires Frederick J. Stimson (5), probablemente causado por el protagonismo adquirido por el coronel House
en las negociaciones con los embajadores argentino, brasileño y chileno, y el resentimiento que el rol de House
causó en el secretario Bryan, quien no se dio prisa por acelerar los trámites (6); b) la falta de presión del propio
presidente Wilson para que su proyecto se concretara, según la opinión del coronel House (7); c) la decisión del
mandatario norteamericano de involucrarse en la guerra y preocuparse por las cuestiones europeas, que por cierto
atentó contra la idea wilsoniana de un Pacto Panamericano de Paz y fortaleció la idea latinoamericanista de
Yrigoyen, de convocar un foro de países neutrales primero, y latinoamericanos después, sin contar con Estados
Unidos; d) la resistencia del gobierno de Chile, embarcado en la disputa limítrofe sobre Arica y Tacna, y reacio a las
garantías del Pacto Panamericano de Paz referentes a la integridad territorial (8); e) el enfriamiento del entusiasmo
inicial del gobierno brasileño (9); f) la falta de respaldo del gobierno y círculos intelectuales argentinos a los
esfuerzos solitarios de Naón por buscar el acercamiento argentino-norteamericano en un contexto de solidaridad
panamericana (10); y g) la actitud ambigua del embajador argentino en Washington, de docilidad a la propuesta de
Wilson por un lado, y de resistencia a la misma por el otro, dejando que los gobiernos chileno y brasileño cargaran
abiertamente con la responsabilidad por el abandono del proyecto (11).

Los esfuerzos del embajador argentino en Washington, Rómulo S. Naón, por lograr un acercamiento en la relación
bilateral
A pesar del fracaso del proyecto panamericano de paz de Wilson, Naón no cejó en sus esfuerzos por lograr un mayor
acercamiento entre Washington y Buenos Aires, y comprometer a la Argentina en la Primera Guerra del lado
norteamericano. Pero sus propuestas de convocar un congreso de países americanos para tratar conjuntamente los
problemas que afectaban a los países neutrales, especialmente el comercio internacional y la navegación, y de crear
una especie de alianza económica entre la Argentina, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, en donde habría
servicios económicos y financieros mutuos, chocaron con la falta de interés del gobierno norteamericano (1).

Vale aclarar que, a pesar de los esfuerzos del embajador Naón para que el gobierno argentino se sumase a la
política panamericana proyectada por Wilson, una serie de actitudes del presidente norteamericano jugó en contra
de su propio proyecto, al quitarle espacio a los anhelos del embajador argentino en Washington y de los adeptos del
panamericanismo en la Argentina. Por ejemplo, en la crisis mexicana que luego llevara al tratado del ABC, Wilson
aceptó la mediación de Naón y de sus colegas brasileño y chileno, pero circunscribió estrechamente sus facultades.
Cuando el delegado argentino y otros representantes latinoamericanos solicitaron al gobierno norteamericano la
necesidad de adoptar una política uniforme para la región en materia de reglas y procedimientos hacia los neutrales,
Wilson consintió en que el Departamento de Estado pusiera paños fríos a este entusiasmo de los representantes
regionales, paradójicamente afín al espíritu del proyecto panamericano wilsoniano, en una subcomisión de la Unión
Panamericana. En síntesis, el propio Wilson no fue capaz de explotar a favor de su proyecto panamericano los
anhelos evidenciados por los representantes latinoamericanos propanamericanistas, como el caso del embajador
Naón (2).

Naón, embajador argentino en Washington a partir de septiembre de 1914, buscó, desde la ruptura de la
neutralidad norteamericana en febrero de 1917, el alineamiento de la Argentina del lado norteamericano, si no
como beligerante, al menos como íntimo aliado económico. Cada agresión a la posición neutral argentina albergó
dentro de él la firme esperanza de que el gobierno argentino revocara su actitud internacional frente a la guerra.

Pero los deseos del embajador Naón chocaron contra una serie de obstáculos insalvables, provenientes tanto del
ámbito interno argentino como de los países integrantes del bando aliado. Los factores que conspiraron contra el
proyecto de Naón fueron los siguientes: a) el peso de los grupos internos que percibieron la inconveniencia de
apostar a cualquier política pronorteamericana a expensas de los tradicionales vínculos comerciales argentinos
(aunque éstos se vieran afectados por la guerra); b) la posición neutral del propio presidente Victorino de la Plaza -
que reflejó las expectativas de estos grupos internos hostiles a la Casa Blanca-; c) la posición ambigua del canciller
José Luis Murature respecto del panamericanismo norteamericano -por un lado, su actitud más cooperativa hacia el
gobierno norteamericano respecto de sus colegas anteriores, y por el otro, sus esfuerzos por quitar espacio al
proyecto de Naón (3)-; c) la continuación de la postura neutral de de la Plaza por parte de su sucesor y opositor
Yrigoyen -aunque ésta se volvió benévolamente proaliada hacia el último año de la guerra-; y d) la falta de interés de
los gobiernos aliados a lo que consideraron vagas propuestas del embajador argentino.

El pensamiento de Naón, que está condensado en forma de folleto por la Asociación Norteamericana para la
Conciliación Internacional (4), ya había prevenido acerca de una serie de peligros que atentaban potencialmente
contra la concreción de su proyecto panamericanista. El primero era el estallido mismo de la Primera Guerra
Mundial, que modificaría sustancialmente la estructura internacional del mundo. Según Naón, la Gran Guerra, en vez
de estimular el panamericanismo a través de una política de alcance continental que respondiese a una amenaza
externa (como una variante de la Doctrina Monroe), debilitó el sentimiento colectivo regional, pues Estados Unidos
se involucró abiertamente en la guerra europea, y su ejemplo no fue seguido en forma unánime por las naciones
latinoamericanas. El ingreso norteamericano en la guerra interrumpió una posible aplicación de la Doctrina Monroe,
pues las naciones de la región no evidenciaron un sentimiento de solidaridad regional hacia Estados Unidos, sino que
adoptaron diferentes actitudes frente a la guerra basadas en percepciones nacionales.

Además de este contratiempo, la concreción de la idea panamericana contó, en la visión de Naón, con dos peligros
serios. Uno fue la clasificación de las naciones en pequeñas y grandes potencias efectuada durante la Conferencia de
la Paz, que contó con el aval norteamericano, pero que debilitó la condición básica de la solidaridad interamericana:
la soberana igualdad de todos los estados de la región. El otro peligro, alentado por el propio presidente del país al
que Naón representó, fue el resurgimiento del latinoamericanismo, que buscó -vanamente- ocupar el espacio vacío
dejado por el panamericanismo wilsoniano (5).

La prédica panamericanista de Naón, convergente en el discurso con la impulsada por Wilson, terminó siendo una
voz en el desierto. El gobierno norteamericano se involucró en los problemas de la Europa de posguerra y dio la
espalda a la región americana, boicoteando de este modo y paradójicamente su propio proyecto panamericano. El
gobierno argentino también desoyó la prédica del embajador Naón. La renuncia de Naón, el mismo día que finalizó
la Primera Guerra Mundial, implicó para Washington la pérdida del más ferviente defensor del acercamiento
argentino-norteamericano. También significó la creciente rivalidad entre Estados Unidos y la Argentina por el
liderazgo regional.

El proyecto de Yrigoyen de convocar una conferencia latinoamericana de países neutrales (abril-octubre de 1917)

A mediados de abril de 1917, el presidente Yrigoyen volvió a sacar a la luz su proyecto de realizar una conferencia de
países latinoamericanos con el objeto de constituir una unión diplomática de naciones neutrales, pero, como varios
de los países de la región habían roto sus relaciones con Alemania, el nombre de la reunión proyectada varió de
"Congreso de Paz" a "Congreso Comercial" y luego a "Congreso de las Naciones de América (1)". En mayo del mismo
año, el gobierno argentino cursó las primeras invitaciones a la proyectada reunión en Buenos Aires. Hacia octubre,
cuando nuevamente se planeaba llevar a cabo el proyecto, el diputado Horacio Oyhanarte expresó en la Cámara de
Diputados: "el Congreso de Neutrales hará que la República Argentina no aparezca como una individualidad aislada,
sino que conglomerará a su alrededor a todos los demás neutrales de América (2)".

Pero el proyecto yrigoyenista de una asamblea de países latinoamericanos neutrales estuvo condenado al fracaso
desde el ingreso de Estados Unidos en la guerra. Sólo México envió sus delegados, pese a que los gobiernos de
Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay habían también aceptado la invitación argentina, al ser
consultados a principios de 1917. Las intensas presiones diplomáticas del gobierno norteamericano, interesado en
una activa política beligerante que reafirmara su liderazgo en el continente, produjeron el fracaso de la convocatoria
de Yrigoyen (3). Aunque el canciller argentino Honorio Pueyrredón le explicó personalmente al ministro
norteamericano en Buenos Aires Frederick J. Stimson que el congreso tendría por finalidad brindar un apoyo moral a
Estados Unidos y los aliados, el secretario de Estado Robert Lansing -convencido de que el gobierno radical era en
realidad progermano más que neutral- se opuso a esta iniciativa de la diplomacia yrigoyenista. Por cierto, el texto de
la nota argentina de invitación al congreso tuvo un tono ambiguo e invitó a alimentar las desconfianzas del titular del
Departamento de Estado, ya que propuso una reunión de las naciones americanas para procurar un acuerdo mutuo
frente a los problemas ocasionados por la guerra y establecer relaciones cordiales entre dichas naciones, con el
objeto de reforzar su situación en el mundo (4).

Las razones del proyecto de Yrigoyen de realizar una conferencia de países latinoamericanos neutrales es objeto
de controversia. Según Weinmann, de la documentación norteamericana no se deduce que la intención del gobierno
argentino haya sido la de oponerse a Estados Unidos y ejercer un liderazgo en América latina, sino la de buscar una
salida que le permitiese mantener su neutralidad y a la vez apoyar a los aliados con el respaldo del resto de la región,
pero sin comprometerse abiertamente en la Primera Guerra (5). Para Emily Rosenberg, las sospechas del secretario
de Estado Lansing respecto de las reales intenciones de Yrigoyen mueven a suponer que los objetivos del líder
radical estuvieron vinculados con el enfrentamiento al gobierno norteamericano y el ejercicio de un liderazgo
regional (6). Esta también es la opinión de David Sheinin, quien sostiene que los esfuerzos de Yrigoyen por organizar
una conferencia de países latinoamericanos neutrales respondieron al tradicional deseo de la clase dirigente
argentina de competir con Washington por la influencia en la región, aunque esta actitud de desafío o competencia
no fue lo suficientemente poderosa en los hechos como para poder contrarrestar la "diplomacia de control" del
gobierno norteamericano (7).

Por su parte, Harold Peterson asume una línea de interpretación intermedia, sosteniendo que Yrigoyen se rigió en
política exterior por la doctrina "latinoamericanista" y que, sin ser abiertamente antinorteamericano, le hizo el juego
a los propagandistas antinorteamericanos, en una suerte de lucha por la hegemonía en el hemisferio. A su vez, la
mayoría de los autores argentinos (y especialmente los vinculados a la militancia radical) no identifican esta actitud
de Yrigoyen como un gesto de desafío a Estados Unidos, sino como la búsqueda de una posición independiente de la
norteamericana (8).

Más allá de las diferentes lecturas, lo cierto fue que el secretario de Estado Robert Lansing realizó todo tipo de
maniobras y presiones tendientes a evitar que los países latinoamericanos participasen del proyecto de Yrigoyen,
esfuerzos que se vieron coronados por el éxito, ya que las naciones que inicialmente apoyaron al gobierno argentino,
posteriormente anunciaron que no asistirían al congreso -salvo el caso de México-, con lo que el proyecto del líder
radical se pospuso (9).

Yrigoyen reflotó, en octubre de 1917, la idea de realizar un congreso latinoamericano sin la intervención de
Estados Unidos. Para Yrigoyen los países de la región debían tomar una decisión respecto de la actitud a tomar
frente a la guerra, que fuese independiente de las presiones norteamericanas y/o aliadas. Esta peculiar postura de
Yrigoyen, particularmente irritante para el secretario de Estado norteamericano Lansing, está evidenciada en una
nota del ministro de Colombia en Buenos Aires, Roberto Ancizar, al ministro de relaciones exteriores de su país,
Emilio Ferrero, en donde, al comentar las ideas de Yrigoyen, el primero decía que:
No es admisible (...) que porque Estados Unidos adopte determinada actitud en la presente guerra ante Europa,
tengan las demás Repúblicas, les convenga o no, que alinearse con ellos. Y menos admisible que, para llegar a esa
unanimidad, se usen medios coercitivos, sobre todo los económicos. (...)

(...) si el interés moral y material de la Argentina exige adoptar la causa de los aliados, una decisión semejante sería
un acto espontáneo, hijo de su propia soberanía (...).

De ahí la idea del Congreso, que, lejos de implicar hostilidades a la actual política de Estados Unidos, pudiera muy
bien ser de cooperación principista.

Lo que este gobierno busca con la convocatoria del Congreso es precisamente la armonía, como resultado de la
independencia de criterio, no la anarquía, que es lo que las influencias inconfesables de Estados Unidos han logrado
sembrar entre las cancillerías latinas. Lo que se quiso en un principio y se quiere hoy es que la parte latina del
continente pueda hacer sentir ante el mundo que si toma una decisión lo hace por su propia voluntad libre (...).

(...) es indispensable salvar la personería propia de las Repúblicas latinas (...) si no lo logramos, cuando en el próximo
Congreso de la Paz se modulen por medio siglo los destinos del mundo, se dispondrá de nosotros como de los
mercados africanos (...).

En resumen: hostilidad a Estados Unidos es lo único en que no se pensará en el Congreso. Conformidad de ideas, si
fuere posible, y si no, cambio de ideas, para que, al seguir cada cual la polítca que mejor le cuadre, sepan los demás
que ella no implica deseo de romper la solidaridad, sino que obedece a circunstancias especiales. Pero en uno y otro
caso, que quede la constancia de que los latinoamericanos obraron y se comportaron como mayores de edad, y que
como tales, adherirán o no a la política de Estados Unidos, a quien siguen considerando como el miembro más
importante del continente por ser el factor más capaz de promover el bienestar de los demás (10).

Por su parte, el gobierno norteamericano, que desde el principio desconfió del proyecto de Yrigoyen de convocar un
congreso latinoamericano, decidió seguir presionando a las autoridades argentinas hacia la ruptura de relaciones
con Alemania, publicando, el 30 de octubre de 1917, dos nuevos telegramas del embajador alemán Karl von Luxburg.
En uno de ellos, el embajador afirmaba que los sudamericanos eran indios (11).

Yrigoyen intentó convencer al gobierno norteamericano de sus intenciones favorables hacia los aliados,
ofreciéndole al ministro Stimson la participación de Estados Unidos en el congreso latinoamericano. Pero el
secretario Lansing ordenó a Stimson que no se entrevistase más con el presidente argentino, y además mandó
publicar 37 nuevos telegramas de Luxburg el 20 de diciembre de 1917, con expresiones agraviantes hacia el gobierno
argentino, a fin de arrinconar a Yrigoyen hacia la ruptura de relaciones con las potencias centrales (12).

A fines de diciembre de 1917, quedó en evidencia el fracaso del segundo intento de Yrigoyen por convocar un
congreso latinoamericano de países neutrales, en forma independiente de la influencia norteamericana. Sólo México
y El Salvador mantuvieron su decisión de asistir, razón por la cual el líder radical decidió posponer nuevamente el
cónclave. En este fracaso del proyecto de Yrigoyen, el Departamento de Estado norteamericano tuvo un rol
protagónico, demostrando -como en el caso de la frustrada mediación argentina, brasileña y chilena en la crisis
mexicana- la enorme eficacia de la "diplomacia de control" del gobierno de Washington en detrimento de los
desafíos regionales del gobierno argentino (13). A partir de este traspié en los intentos neutralistas o
hispanoamericanistas de Yrigoyen -según algunos autores-, o decididamente antinorteamericanos -según otros-, se
aceleró el acercamiento del gobierno y la diplomacia argentina hacia las fuerzas aliadas.

Relaciones con Alemania:

La segunda fase: las relaciones durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

La neutralidad argentina

Como ya se ha dicho en otras partes de este trabajo, en la posición de neutralidad de la Argentina en la Primera
Guerra Mundial pueden reconocerse tres etapas. La primera se extendió entre 1914 y febrero de 1917, y coincidió
básicamente con la gestión de Victorino de la Plaza (1914-1916). La misma se caracterizó por la adopción por parte
del gobierno argentino de una neutralidad formal que pareció no tener efectos internacionales (ya que Estados
Unidos fue en ese período neutral), pero que irritó internamente tanto a aliadófilos como germanófilos. Los
radicales, ubicados como oposición al gobierno de de la Plaza, criticaron el "blando" perfil adoptado en política
exterior tanto respecto de Alemania (en el caso del vicecónsul argentino fusilado en Dinant por tropas alemanas),
como respecto de Inglaterra (caso del apresamiento del barco Presidente Mitre por parte del acorazado inglés
Orama) y de Estados Unidos (mediación argentina en la crisis política mexicana y tratado de ABC).

La segunda etapa comprendió el transcurso de la guerra comprendido entre enero de 1917 y enero de 1918, que
coincidió en la Argentina con la primera presidencia de Yrigoyen (1916-1922). Esta se destacó por el mantenimiento
de la postura neutral iniciada por la administración anterior, aunque el líder radical la definió como "activa", en
contraposición a la neutralidad "pasiva" adoptada por el gobierno conservador de Victorino de la Plaza. Esta
neutralidad "activa" del gobierno de Yrigoyen debió soportar fuertes presiones externas, las que se hicieron sentir
con particular vigor a partir de enero-febrero de 1917 en adelante. El 31 de enero de 1917, el gobierno alemán
reinició la guerra submarina, bloqueando las zonas marítimas ubicadas alrededor de Gran Bretaña y Francia, y parte
del Mar Mediterráneo. En febrero de 1917, el gobierno norteamericano quebró su actitud neutral declarando la
ruptura de relaciones con Alemania y adoptó a partir de su ingreso en la contienda en abril de dicho año una serie de
medidas que apuntaron a integrar a la Argentina, por las buenas o por las malas, dentro de la órbita aliada. Los
aliados percibieron esta neutralidad argentina como una amenaza para sus intereses estratégico-económicos, ya que
esta postura resultaba en la práctica un escudo protector para los intereses alemanes, que a través de países
neutrales lograban seguir manteniendo vinculaciones comerciales con la Argentina.

Por último, una tercera etapa comprendió los meses restantes de la guerra transcurridos entre enero de 1918,
fecha de la firma del ya citado tratado de venta de trigo y concesión de créditos entre el gobierno argentino y los de
Francia y Gran Bretaña, y enero de 1919, fecha del inicio de la Conferencia de Paz en Versalles. A partir de la firma
del tratado de enero de 1918, la neutralidad argentina ya no fue percibida como una amenaza, sino como una
neutralidad benévola, dado que no constituyó más un obstáculo para la provisión de cereales argentinos a los países
aliados.

El efecto de la política de listas negras y embargos de los aliados sobre el comercio argentino-alemán

El estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 llevó a las naciones europeas beligerantes a considerar a la
Argentina dentro de la estrategia de guerra económica o comercial. Gran Bretaña, dueña hasta entonces del dominio
de las mares otorgado por su superioridad naval, buscó a la vez proteger su comercio marítimo y obstruir el de sus
rivales, especialmente el de Alemania, cuya poderosa presencia en el comercio argentino de cereales fue percibida
como una amenaza para los intereses comerciales británicos.

Tanto Alemania como Gran Bretaña contaron con estaciones en la región latinoamericana, que se encargaron de
abastecer de víveres, carbón, informaciones, etc., a los buques de guerra, pero Inglaterra tuvo la ventaja de poseer
puertos en la región de los que pudo entrar y salir libremente, mientras Alemania, al no poseerlos, dependió de la
ayuda que le pudiesen suministrar sus "etapas" en tierra firme. Entre otras, las "etapas" alemanas más importantes
en el Cono Sur fueron la de Buenos Aires, a cargo del agregado naval alemán para la Argentina, Brasil, Uruguay y
Chile, el capitán Augustus Moller; la de puerto Santa Elena en la costa patagónica, ubicada a los 44o 30' de latitud sur
y donde existió un depósito de carbón de la firma Deutsches Kohlendepot de Buenos Aires; Punta Arenas y
Valparaíso en Chile y Pernambuco y Río de Janeiro en Brasil. Pero Alemania tropezó en América con la desventaja
provocada por el corte del cable transoceánico extendido entre las localidades de Monrovia y Pernambuco y por la
destrucción de la estación de radio Kamina en Togo, que retransmitía a Nauen. Ambos factores pusieron en
inferioridad de condiciones a los germanos respecto de los británicos en cuanto a las comunicaciones telegráficas
(1).

Los efectos de la guerra económica no sólo afectaron a los países beligerantes sino también a los neutrales. Cabe
advertir que mientras el gobierno de Alemania aceptó el pedido del de Estados Unidos de adherir a las resoluciones
de la llamada Declaración de Londres de 1909 (2) que regulaba el comercio marítimo de los neutrales, las
autoridades británicas -que no ratificaron dicha declaración y estuvieron dispuestas a utilizar la guerra misma como
un instrumento para desplazar a rivales económicos de la talla de los germanos- adoptaron una serie de medidas
que restringieron los derechos de los navíos neutrales. En otras palabras, Gran Bretaña procuró impedir la única
posibilidad que tuvo Alemania para proseguir su comercio en esos años de guerra, es decir, el uso de barcos
neutrales. El 20 de agosto de 1914, el gobierno británico dictó su primera Order in Council, por la que en teoría se
sujetó a la Declaración de Londres, pero que en la práctica alteró su espíritu original. De acuerdo con las
modificaciones introducidas por esta primera Order in Council, las mercaderías de contrabando limitado (alimentos,
carbón, ropa, alambre de cobre, etc.) adquirieron en la práctica el mismo status que las de contrabando absoluto
(armamentos, etc.). Esta modificación implicó que las autoridades británicas se reservaran el absoluto derecho de
secuestrar tanto uno como otro tipo de mercaderías, modificando sustantivamente lo contenido en la Declaración
de Londres. Además Gran Bretaña decretó el derecho a la inspección de buques neutrales que transportasen
mercaderías hacia un puerto neutral, factor que en la práctica afectó no sólo el comercio de los países neutrales con
los países de Europa central sino también con otros neutrales. A estas medidas se agregaron las derivadas de la
Order in Council del 29 de octubre de 1914 y una serie de listas de artículos que se agregaron a la categoría de
contrabando absoluto. Además de la presión británica sobre el comercio alemán, cabe añadir que el gobierno
francés hizo suyas las drásticas medidas adoptadas por Londres, con la publicación de los decretos del 25 de agosto y
del 6 de noviembre, además de sucesivas listas negras. La efectividad de estas medidas quedó demostrada por el
hecho de que entre enero y julio de 1915, de 2.466 barcos llegados a los puertos neutrales del Mar del Norte, 2.132
fueron antes controlados por el War Trade Department inglés (3).

Con las medidas anteriormente señaladas, adoptadas por las autoridades británicas y francesas, comenzó a
conformarse el cerco orquestado por el gobierno británico para arruinar el comercio alemán. El 1º de marzo de 1915
el bloqueo de Alemania fue oficialmente decretado por el gobierno británico, el cual, dispuesto a llevar hasta las
últimas consecuencias su política de presión contra los germanos, no vaciló en publicar nuevas Order in Council, que
apuntaron a estrechar el control sobre el comercio de los países neutrales. Además, los últimos sintieron la presión
británica, que los obligaba a comerciar sólo entre sí y con los países de la Entente. Incluso en este comercio se fijaron
cupos, debiendo ajustarse las importaciones de los países neutrales a las necesidades propias. Esta medida apuntó a
evitar reexportaciones de dichos países a Alemania. Con la implantación de las statutory list o listas negras y el
sistema de navicerting las autoridades británicas completaron su cerco contra el comercio alemán. Hacia el
comienzo de 1917 se cortó en forma casi absoluta el comercio entre los países neutrales y las potencias centrales
(Imperio Alemán e Imperio Austro-Húngaro).

La política de listas negras, introducida en marzo de 1916, incluía a todas las firmas alemanas o sospechosas de
tener tratos comerciales con firmas o personas alemanas, sin importar el lugar de residencia, es decir que alcanzaba
a empresas o individuos aun residentes en países neutrales, como era el caso de la Argentina. A su vez, todos los que
desarrollaran intercambios mercantiles con los integrantes de las listas negras pasaban automáticamente a
integrarlas, es decir, pasaban a ser víctimas del boicot de empresas y bancos ingleses, e incluso de los del país sede
de las empresas caídas en desgracia (4). A las listas negras británicas siguieron las francesas, las italianas, las
japonesas y, tras su ingreso en la guerra, las de Estados Unidos. De acuerdo con Marion Celestia Siney, las listas
negras ayudaron a suprimir casi en su totalidad la exportación de trigo argentino a las potencias centrales, rubro que
contaba con la intermediación de firmas alemanas. Aunque en teoría la política británica de listas negras debía ser
aplicable a las firmas alemanas ubicadas en territorio enemigo, la justificación del War Trade Department británico
para la inclusión de estas listas en países neutrales fue la de evitar la provisión de víveres, carbón e informaciones a
los buques alemanes por parte de los comerciantes de esa nacionalidad residentes en los puertos sudamericanos.
Los oficiales del War Trade Department temían que los alemanes en la Argentina pudieran surtir a fuerzas navales
germanas como el acorazado Moewe que en ese momento estaba en operaciones en el Atlántico (5).

Las autoridades británicas adoptaron el sistema de navicerting que consistió en la inspección de la mercadería con
destino a los países vecinos de las potencias centrales, llevada a cabo celosamente por los consulados británicos. Si
no se registraban anormalidades en el transcurso de dicha inspección, el consulado extendía un certificado al
exportador, con el que las mercancías podían seguir su rumbo sin ser interceptadas por los organismos de control
del bloqueo.
Además de las listas negras o estatutorias y el sistema de certificados navieros, otras medidas que afectaron a los
países neutrales fueron el control del gobierno británico sobre la correspondencia y el racionamiento de entregas de
carbón inglés. Esta última decisión en particular afectó notoriamente a la economía argentina, fuertemente
dependiente del carbón de Gales.

La mayoría de los autores coincide en destacar el dañino efecto de este conjunto de medidas tanto sobre el
comercio alemán como sobre el argentino. El primero quedó virtualmente paralizado desde el inicio mismo de la
Primera Guerra. Incluso la alternativa de que la docena de barcos de vapor alemanes en el puerto de Buenos Aires
pudiese apoyar a los acorazados de esa nacionalidad con suministros de carbón, víveres y noticias quedó restringida
por las medidas adoptadas por el propio gobierno argentino a través del Ministerio de Marina. Entre las mismas, se
destacaron: la prohibición de que los comerciantes extranjeros equiparan o armaran en aguas argentinas barcos de
guerra auxiliares (6 de agosto de 1914), utilizaran códigos secretos en las transmisiones telegráficas internacionales
(18 de agosto), y usaran las estaciones de radio de los barcos de países beligerantes en aguas jurisdiccionales
argentinas (19 de agosto y 20 de octubre). Además, el gobierno decretó la obligación de la nacionalidad argentina,
extensiva tanto a los radiooperadores de todos los barcos mercantes en puertos argentinos (18 de noviembre),
como a los radiooperadores de barcos de bandera argentina que navegasen en el Río de la Plata. Además, éstos
debían emitir sólo en presencia de un funcionario argentino (8 de diciembre) (6).

La guerra submarina decretada por Alemania a partir de febrero de 1915

Ante el evidente daño de las medidas coercitivas aliadas hacia los intereses comerciales alemanes, el gobierno
germano reaccionó con una nueva forma de guerra económica contra Gran Bretaña y las fuerzas aliadas: la guerra
submarina. Entre otros motivos por haber comenzado el envío de trigo argentino a Inglaterra, el 4 de febrero de
1915 el gobierno alemán declaró zona de guerra las aguas que rodean a Gran Bretaña e Irlanda, declarando que
serían hundidos todos los barcos enemigos y neutrales situados en dichas aguas, sin previo aviso. Sin bien la guerra
submarina atravesó diversas etapas hasta 1917, en este lapso no fue hundido ningún barco argentino. No obstante,
el riesgo para el comercio exterior argentino era significativo, pues éste se desarrollaba principalmente a bordo de
barcos ingleses, cuyo porcentaje en 1913 era de 66,3% frente a 12,7% en barcos alemanes; el número de barcos
mercantes argentinos era mínimo (1).

Posteriormente, en una nota del 2 de febrero de 1917, el ministro de Alemania acreditado en la Argentina, conde
Karl Graf von Luxburg, comunicaba a las autoridades argentinas la decisión del gobierno alemán del 31 de enero de
dicho año de reiniciar la guerra submarina. El texto de la nota aclaraba que esta medida se aplicaba incluso contra
los barcos pertenecientes a países neutrales,por razones apremiantes de la guerra y en vista de la guerra de
reducción por hambre ilegal iniciada por la Gran Bretaña, se impedirá sin dilación y con todas las armas disponibles
todo tráfico marítimo en las zonas de bloqueo que circundan la Gran Bretaña, Francia e Italia y en la parte occidental
del Mediterrráneo. Los límites de la zona de bloqueo serán indicados por comunicación radiotelegráfica abierta. Los
buques neutrales navegarán por las zonas de bloqueo a su propio riesgo (...). Por encargo del Gobierno imperial,
tengo el honor de recomendar a vuestra excelencia quiera prevenir, de acuerdo con lo que antecede, a los barcos
argentinos que eventualmente estuviesen en viaje. Al mismo tiempo tengo el honor de repetir la advertencia
contenida en la memoria del Gobierno imperial de 8 de febrero de 1916, sobre el "tratamiento de buques mercantes
armados", en el sentido de que los nacionales de las potencias neutrales no viajarán en dichos buques. Estos buques
mercantes armados serán considerados y tratados por las fuerzas de combate imperiales, como beligerantes,
también fuera de la zona de bloqueo (2).

Esta drástica decisión del gobierno alemán tuvo por objeto dejar sin efecto la política de listas negras y embargos
lanzada por Gran Bretaña contra las empresas y embarques alemanes o de sus aliados, y boicotear los embarques de
cosechas de trigo de la Argentina, Estados Unidos y Australia, listos para ser enviados al mercado británico (3). La
guerra submarina que Alemania implementó contra las naves aliadas e incluso neutrales exacerbó por cierto las
dificultades en el abastecimiento aliado de materias primas y alimentos provenientes de América latina, ya bastante
entorpecido por la escasez de bodegas en los barcos. En el contexto de esta guerra económica por el control de los
embarques, desatada entre las potencias centrales y las aliadas y cuyos efectos se sintieron también en las
economías de los países neutrales, los barcos latinoamericanos y las naves alemanas en sus puertos podían ser
recursos utilizables por los aliados sólo si los países de la región le declaraban la guerra a Alemania. Si bien en los
puertos argentinos no existieron más de una docena de barcos alemanes estacionados y la cantidad de naves
argentinas era escasa, la situación de emergencia de los aliados hizo necesario apelar a todos los recursos
disponibles. Entre 1913 y 1917, el tonelaje de las naves argentinas dedicadas al comercio ultramarino y al interior
disminuyó de 7.776.959 toneladas a 4.937.045, tendencia que indica que una parte de ellas fue vendida a los países
aliados. Néstor Carrico publicó una lista de 27 naves argentinas que no volvieron de su viaje a Europa, donde es de
suponer que fueron utilizadas para el comercio interaliado (4). La importancia de esta cuestión es la que explica las
tremendas presiones a las que fue sometido el gobierno de Yrigoyen para que abandonase su política neutralista.

La respuesta del gobierno de Yrigoyen a la guerra submarina decretada por el gobierno alemán y notificada por su
ministro en Buenos Aires Luxburg tuvo lugar el 7 de febrero y fue la siguiente:

Tengo el honor de acusar recibo de la nota de V.E. de fecha 2 de febrero de 1917, en la que comunicando la
resolución del Gobierno Imperial de fecha 31 de enero próximo pasado, a los representantes de las potencias
neutrales en Berlín, hace saber que por razones apremiantes de la guerra, se impedirá sin dilación y con todas las
armas disponibles, todo tráfico marítimo en las zonas del bloqueo que circundan la Gran Bretaña, Francia e Italia y
en la parte occidental del Mediterráneo. El gobierno argentino lamenta que S.M. Imperial se haya creído en el caso
de adoptar medidas tan extremas y declara que ajustará su conducta, como siempre, a los principios y normas
fundamentales del derecho internacional (5).

Los esfuerzos norteamericanos por contrarrestar el espionaje alemán en la Argentina a partir de 1917

A partir de la declaración de guerra al gobierno de Alemania en abril de 1917, las autoridades norteamericanas
procuraron contrarrestar el espionaje germano en la Argentina. En dicha fecha, la Oficina de Inteligencia Naval de la
marina norteamericana (Office of Naval Intelligence (ONI)) ordenó a su agente "148" organizar una red secreta de
agentes en las costas de la Argentina y Uruguay con el fin de investigar acerca de actividades marítimas sospechosas.
En agosto, el periódico norteamericano The New Journal of Commerce denunció la existencia de una organización de
espías alemanes que contaba con contactos argentinos para destruir el comercio de los países aliados. Por su parte,
la Oficina de Inteligencia Naval sospechó de la existencia de dos redes de espionaje alemanas interesadas en impedir
los avances comerciales norteamericanos. La primera de ellas estaba dirigida por el embajador alemán en la
Argentina, Karl von Luxburg, y la otra por el encargado naval alemán Augustus Moller (1).

También preocupó a los agentes navales norteamericanos la presencia de J. C. Hall, identificado como el operador
alemán en la Argentina de mayor importancia, y sospechoso de haber sido enviado por el gobierno alemán para
dirigir una segunda línea de espionaje compuesta de comerciantes y financistas germanos. Los norteamericanos
identificaron a los directores del Banco Alemán Transatlántico y del Banco Germánico como parte de ella. Les
preocupó además la participación de muchos líderes políticos argentinos en la misma, entre los cuales figuraron el
ex ministro del Interior del gobierno de Roque Sáenz Peña, Indalecio Gómez, y el subsecretario de relaciones
exteriores del gobierno de Yrigoyen, Diego Luis Molinari (2).

Vale aclarar que Alemania ingresó en la guerra con importantes ventajas sobre su rival -Estados Unidos- en cuanto
a métodos de transmisión de información. Los barcos de vapor españoles en su ruta de Buenos Aires a Europa
proveyeron una vía de comunicación clave. Además, los agentes alemanes desarrollaron un complejo sistema de
despachos de inteligencia enviados desde Uruguay a Brasil y transmitidos por navíos europeos. El objeto de esta red
fue mantener un clima favorable a Alemania en los dos mercados sudamericanos más importantes: Chile y Argentina
(3).

A pesar de la política de listas negras y embargos implementada a lo largo de la Primera Guerra por los gobiernos
de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos contra las firmas alemanas, lo cierto fue que los vínculos económicos y
financieros de los comerciantes y financistas germanos con la Argentina sobrevivieron a la guerra e hicieron difícil la
competencia norteamericana, tanto en términos de negocios como de espionaje de guerra. Esto no puede resultar
extraño si se tiene en cuenta que el número de residentes alemanes en la Argentina durante los años de la Primera
Guerra era alrededor de 40.000, en tanto los norteamericanos apenas llegaban a 4.000. A pesar de las ventajas
comerciales adquiridas por los norteamericanos durante la guerra, las compañías alemanas mantuvieron un monto
cercano a los 500 millones de dólares en tenencias de propiedades en Buenos Aires hacia el fin de la guerra, cifra
que contrastaba con el valor de las propiedades de las firmas norteamericanas en Buenos Aires: 200 millones de
dólares (4).

Asimismo, los bancos alemanes tenían una presencia en Buenos Aires muy anterior al establecimiento de las
primeras sucursales de bancos norteamericanos. Por cierto este factor jugó a favor de los banqueros germanos,
quienes contaban con un estrecho contacto con la clase política argentina. Hacia 1918, agentes franceses
descubrieron que el Banco Alemán Transatlántico ofrecía generosos créditos a muchos líderes políticos argentinos,
entre ellos el propio canciller Honorio Pueyrredón. De acuerdo con los informes del ministro francés en Buenos
Aires, un sospechoso receptor de amplias sumas provenientes del Banco Germánico de Buenos Aires fue el legislador
Fernando Saguier, presidente de la Cámara de Diputados y aspirante a la presidencia del partido Radical. A su vez, las
fuentes de inteligencia norteamericana sostuvieron que el propio presidente Yrigoyen tenía una cuenta con el Banco
Alemán Transatlántico, así como también la tenía el diputado y futuro canciller del segundo gobierno de Yrigoyen,
Horacio B. Oyhanarte (5).

Los alemanes utilizaron su influencia económica en la Argentina para ayudar a sostener su esfuerzo en la Primera
Guerra. En el puerto de Comodoro Rivadavia, cerca de los recientemente descubiertos pozos petroleros, más de la
mitad de las casas comerciales de importación-exportación fueron de propiedad alemana. La presencia germana en
la exportación de cueros y lanas fue tan destacada que cuando Yrigoyen visitó Comodoro Rivadavia a principios de
1918, un comité de trabajadores nombró a empleados alemanes en un movimiento de protesta contra las
condiciones de trabajo (6).

Si bien durante la guerra se dio un notorio ascenso de la presencia comercial y financiera norteamericana en el
mercado argentino, que revirtió la primacía alemana en muchas áreas, los norteamericanos no dejaron de temer un
resurgimiento económico alemán en la Argentina una vez terminada la guerra. Estos temores estuvieron basados
tanto en los esfuerzos de propaganda germanos en la Argentina, como en los contactos empresariales y financieros
de largo plazo que los alemanes habían establecido en el mercado argentino mucho antes de 1914. La continuidad
de ambos elementos reflejaron una importante influencia alemana aun después del fin de la Primera Guerra y
demostraron que las presunciones norteamericanas no eran infundadas.

Los incidentes en las relaciones germano-argentinas durante la guerra: el fusilamiento del vicecónsul argentino en
Dinant (agosto de 1914)

El 23 de agosto de 1914, el ciudadano francés Remy Himmer, vicecónsul argentino de la ciudad belga de Dinant, fue
fusilado por tropas alemanas. Las noticias llegadas de Bélgica indicaban que además de este asesinato, las fuerzas
germanas habían destruido el archivo del consulado y quitado la bandera argentina. Los periódicos argentinos,
contagiados por estas versiones amarillistas y claramente inclinados hacia la causa aliada, lanzaron sus protestas.
Pero el gobierno de Victorino de la Plaza se tomó un tiempo para estudiar el caso Dinant y, haciendo caso omiso de
la prensa aliadófila, cerró el caso, basándose en el informe presentado por el procurador general de la Nación. En
éste se establecía que Himmer no había sido fusilado por su cargo de vicecónsul argentino, que los símbolos
argentinos no habían sido ofendidos por las tropas alemanas, que el archivo no había sido destruido a propósito, y
que el gobierno alemán había manifestado no haber tenido la intención de agraviar al argentino. Esta actitud de las
autoridades argentinas despertó las críticas de los diputados Horacio B. Oyhanarte y Alfredo L. Palacios, radical y
socialista respectivamente, quienes censuraron la actitud de liberar al gobierno alemán de la responsabilidad por el
fusilamiento de Himmer (1).

Junto a la actitud moderada evidenciada ante el incidente ocurrido en Dinant, otros indicios de la actitud neutral
del gobierno de Victorino de la Plaza respecto de Alemania fueron su silencio ante la invasión alemana a Bélgica
(comportamiento que contrastó con la actitud de abierta protesta de los gobiernos de Estados Unidos y Brasil), y la
desautorización a su embajador en Washington, Rómulo Naón, respecto del proyecto de un emprendimiento
conjunto argentino-norteamericano destinado a detener la deportación de ciudadanos belgas (2). Respecto a las
listas negras impulsadas por el gobierno británico, las autoridades argentinas protestaron sólo después de recibir las
presiones de instituciones tales como la Bolsa de Comercio, la Bolsa de Cereales, la Liga Agraria, la Unión Industrial
Argentina, el Museo Social Argentino, el Centro de Consignatarios de Productos del País, y los diarios La Razón y La
Prensa, entre otros (3).

El hundimiento de la goleta Monte Protegido (abril de 1917)

El 4 de abril de 1917 se registró un hecho que tuvo impacto en las relaciones argentino-alemanas y demostró la
intención del gobierno de Yrigoyen de adoptar una postura equidistante de los bandos en guerra. En esa fecha, el
velero de bandera argentina Monte Protegido, que llevaba un cargamento de lino con destino a Rotterdam, fue
hundido por un submarino alemán frente a las islas Scilly (islas Sorlingas), ubicadas en el área de bloqueo decretado
por la guerra submarina alemana, reiniciada dos meses antes con el objetivo de neutralizar los efectos de la política
de listas negras y embargos contra empresas alemanas declarada por Gran Bretaña.

El día 10 de abril el cónsul argentino en Londres, Arturo Parker, reclamó ante el gobierno británico por el
incidente. Tres días después, el entonces encargado de negocios argentino en Londres notificó al canciller argentino
las averiguaciones que éste le solicitara acerca del Monte Protegido: el buque era de propiedad argentina, llevaba
bandera argentina izada en el mástil y en la proa, mientras su capitán y tripulación eran provenientes de Noruega,
una nación neutral como la Argentina (1).

El 22 del mismo mes, el gobierno argentino reclamó al alemán enérgicamente, señalando que el incidentees
evidentemente contrario a los principios de Derecho Internacional consagrados, a la neutralidad observada
estrictamente en todo momento por la República Argentina, y a las relaciones cordiales entre este país y ese
Imperio. (...)

(...) el hundimiento del "Monte Protegido (...) constituye una ofensa a la soberanía argentina, que pone al gobierno
de la República en el caso de formular la justa protesta y la reclamación de las explicaciones consiguientes. El
gobierno argentino espera que el gobierno imperial alemán (...) le dará las satisfacciones debidas, desagraviando el
pabellón, y acordará la reparación del daño material (...) (2).

La respuesta alemana tuvo un tono conciliador. Presentó sus excusas a través del secretario de Estado Arthur
Zimmermann el 28 de abril de 1917, utilizando el argumento legal de que el barco había zarpado antes de que se
declarase la guerra submarina sin restricciones y señalando la disposición del gobierno alemán a reparar el daño
causado. Por su parte, el ministro alemán en Buenos Aires Luxburg sostuvo que las autoridades germanas habían
resuelto desagraviar el pabellón argentino por este incidente y por el hundimiento del vapor argentino Toro (3). Esta
actitud flexible del gobierno alemán permitió cerrar el incidente y dejar momentáneamente bien parado a Yrigoyen
en su postura de neutralidad (4).

Vale acotar que el incidente ocurrido con el velero argentino Monte Protegido también generó ecos en la política
interna. El gobierno argentino dispuso que los barcos alemanes internados en el puerto de Buenos Aires fuesen
vigilados por guardias armados argentinos, medida que quedó sin efecto una vez solucionado el incidente. Pero
además una parte importante de los sectores proaliados argentinos iniciaron una campaña en favor de la ruptura de
las relaciones con Alemania. El 14 y 15 de abril, antes de que el gobierno de Yrigoyen se pronunciase ante las
autoridades alemanas en repudio del incidente, se registraron tumultos en el centro de Buenos Aires. Como
consecuencia de éstos, los negocios alemanes y el Club Alemán fueron saqueados, lo mismo que la legación y los
diarios alemanes. Estos desórdenes fueron conducidos por el Comité de la Juventud Pro Ruptura, una organización
integrada por jóvenes de la alta sociedad porteña, que contó a su vez con el respaldo de integrantes de las
comunidades italiana, francesa e inglesa y muchos intelectuales aliadófilos. El día 22, el mismo que el gobierno
argentino envió su protesta a las autoridades alemanas, una manifestación presidida por Francisco Barroetaveña, el
socialista Alfredo Palacios, el entonces nacionalista Ricardo Rojas y otros protestó contra el hundimiento del Monte
Protegido, exigiendo además la ruptura de vínculos con Alemania (5). No obstante, la solución obtenida en este
incidente dejó la imagen de Yrigoyen bien parada, al menos durante el mes de mayo de 1917, y motivó incluso el
aplauso de los diarios La Prensa y La Nación, opositores al gobierno.

El hundimiento del vapor Toro (junio de 1917)

El 22 de junio de 1917, el vapor argentino Toro, que navegaba con destino a Génova, cargado con carne congelada,
cueros, lana, grasas, tanino, etc., fue hundido por un submarino alemán, a ochenta y cuatro millas al sudoeste del
cabo Espartel, antes de llegar a Gibraltar.

En este caso, el gobierno de Yrigoyen se vio obligado a asumir una posición enérgica, debido a las fuertes
presiones tanto internas como externas favorables a la ruptura de relaciones con las autoridades germanas.
Apoyándose en la interpretación de que la resolución del caso Monte Protegido implicaba un compromiso del
gobierno alemán de no hundir más naves argentinas, el canciller Honorio Pueyrredón se dirigió el 4 de julio de 1917
al ministro argentino ante el gobierno de Alemania, Luis B. Molina, con el objeto de hacer un enérgico reclamo a las
autoridades alemanas en estos términos:

El Gobierno argentino al contestar la nota del Gobierno imperial alemán, anunciando la guerra submarina ilimitada,
declaró que la República ajustaría su conducta, como siempre, a las normas y principios fundamentales del Derecho
Internacional. Fue, fundándose en este concepto, que formuló su reclamación en el caso del "Monte Protegido" y
que aceptó las explicaciones del Gobierno imperial alemán, en cuanto ellas reconocían la plenitud del derecho de la
República y satisfacían la reclamación en todos sus términos. Al proceder así, este Gobierno entendía que aquella
actitud tenía el alcance de colocar en lo sucesivo a los buques argentinos al amparo de las medidas de guerra de que
había resuelto hacer uso el Gobierno imperial; pero, ante la reiteración del hecho, las satisfacciones morales y las
indemnizaciones del daño material serían insuficientes para salvar el derecho vulnerado. En consecuencia, se ve en
el caso de formular nueva protesta y reclamar, además del desagravio moral y de la reparación del daño, la
seguridad del Gobierno alemán de respetar en lo sucesivo los barcos argentinos en su libre navegación de los mares.

La República desea mantener sus relaciones cordiales con el Imperio Alemán, pero no podría, por las razones
aducidas, aceptar soluciones cuyos términos no significaran la consagración definitiva de un derecho.
Espera el Gobierno argentino que el Gobierno imperial alemán reconocerá la razón que asiste a la República y le
acordará las satisfacciones pedidas (1).

La respuesta del gobierno alemán llegó el 22 de julio a través del secretario de Estado Arthur Zimmermann, quien
manifestó que el lugar donde se produjo el hundimiento del Toro no estaba fuera de la zona bloqueada como
suponía el gobierno argentino, sino en "una zona interdicta designada en la declaración del 31 de enero y que él (el
hundimiento) no es una consecuencia de la guerra submarina sin restricciones, sino de la aplicación de las reglas
generales internacionales del derecho en la guerra marítima". Refiriéndose a la codificación del cargamento llevado
por el vapor Toro, Zimmermann sostuvo que "el cargamento del "Toro" se componía en parte de esos artículos de
contrabando absoluto. El resto del cargamento consistía en carnes y grasas, es decir, contrabando (2)". Además,
Zimmermann añadió que el hundimiento se produjo próximo a Gibraltar, una de las bases más fuertes del enemigo,
lo que daba lugar a la suposición de que el presunto destino del navío fuese un puerto enemigo (3). El resto de la
nota del secretario de Estado alemán reflejó un tono conciliador, manifestando la disposición del gobierno imperial a
indemnizar a los propietarios del barco en caso de que que así lo estimara el Tribunal de Presas, y a desagraviar la
bandera argentina (4). No obstante este tono conciliador, el gobierno alemán advirtió que no dejaría de hundir a
aquellos barcos argentinos que atravesasen la zona bloqueada (5).

El 4 de agosto del mismo año, el canciller Honorio Pueyrredón contestó la nota de su colega alemán en un tono
enérgico, sosteniendo que:

(...) La República soporta como Estado neutral las consecuencias mediatas de la guerra; pero no puede consentir
como legítimo el daño directo, a base de convenciones que le son extrañas o por imposiciones de una lucha en que
no participa.

No es concebible que sus productos naturales se califiquen en momento alguno como contrabando de guerra y
jamás han figurado en tal carácter en los tratados celebrados por ella. Son el fruto del esfuerzo de la Nación en su
labor vital, no para satisfacer exigencias de la guerra, sino para las necesidades normales de la humanidad. El
Gobierno argentino no puede así reconocer que el intercambio de la producción nacional del país, sea motivo de una
calificación bélica restrictiva de su legítima libertad de acción y de evidente menoscabo de su soberanía.

En consecuencia, no cabe aceptar las proposiciones que formula vuestra excelencia, y de acuerdo con el derecho
que sustenta, insiste en la reparación requerida y en la seguridad de respetar en lo sucesivo los buques argentinos
en su libre navegación de los mares (6).

En este incidente, la actitud del ministro de Alemania en Buenos Aires Luxburg demostró ser sumamente ambigua.
Por un lado, recomendó al gobierno imperial un tratamiento dilatorio del incidente, con el fin de esperar el
reemplazo del aliadófilo canciller argentino Honorio Pueyrredón por Fernando Saguier. Por otro lado, Luxburg
advirtió a su gobierno que la respuesta alemana

Finalmente, el Ministerio de Relaciones Exteriores alemán (Auswärtiges Amt) encontró una solución que a la vez
dejó bien parados tanto al gobierno argentino -frente a la presión aliadófila interna, que deseaba la ruptura de
relaciones con las autoridades alemanas- como al almirantazgo alemán -que no estaba dispuesto a sacrificar su
estrategia de guerra submarina-. Dicha solución consistió en una declaración que concedió todas las reparaciones
morales y materiales exigidas por las autoridades argentinas y que se comprometió -aunque en forma ambigua- a no
hundir más barcos argentinos:

DECLARACION.- El Gobierno imperial alemán, no obstante las objeciones que puede hacer a los fundamentos de la
reclamación del Gobierno argentino, en su deseo de mantener las buenas relaciones que siempre cultivaron y
respondiendo a los sentimientos amistosos reiterados por las partes en esta oportunidad, para dar una sanción
grande y elevada a la cuestión del hundimiento del vapor "Toro", resuelve someter su solución a los mismos
procedimientos observados en el caso del "Monte Protegido", y está dispuesto a abonar al Gobierno argentino el
monto del valor por el hundimiento del buque "Toro" en lo que exceda a la suma asegurada.

El Gobierno imperial reconoce la libertad de los mares a la navegación argentina, según las normas del Derecho
Internacional, y garantiza una actitud concorde de parte de su marina de guerra (8).

Esta declaración fue acompañada de un protocolo secreto propuesto por Luxburg para la firma de las autoridades
argentinas, cuyo texto decía lo siguiente:

PROTOCOLO.- El Gobierno argentino en vista de los peligros existentes para la navegación, procurará que no salgan
más buques con su bandera para hacer viajes a través de las zonas de guerra establecidas por los diferentes
beligerantes. El Gobierno imperial alemán dejará pasar los buques argentinos que se hallan actualmente en viaje y
que son................... para las zonas de guerra establecidas contra sus enemigos actuales, en el viaje de ida y vuelta al
país (9).

El gobierno argentino rechazó firmar este protocolo secreto, aunque dio su palabra a Luxburg de que ningún barco
argentino navegaría dentro de la zona bloqueada.

De acuerdo con Weinmann, si el gobierno alemán no hubiese accedido a las exigencias argentinas de reparación
moral y material por el incidente del vapor Toro, Yrigoyen le hubiese declarado la guerra. Weinmann da varios
ejemplos que, en su opinión, confirman que la posibilidad de romper relaciones con Alemania realmente existió. En
una oportunidad, el presidente radical comentó a un correligionario suyo, Délfor del Valle, lo siguiente respecto del
incidente del Toro:

Esta tarde he mandado un ultimátum al gobierno alemán, reclamándole enérgicamente la satisfacción que exige
nuestra soberanía. Si las excusas no son ampliamente aceptables, entonces, cumpliendo mi deber de presidente y de
argentino, declararé la guerra a Alemania (10).

Luxburg relató también que el general José Félix Uriburu le comunicó que un decreto de ruptura de relaciones con
Alemania -firmado por Pueyrredón, pero no aún por Yrigoyen- estaba guardado en el cajón del escritorio del
presidente (11).
La convicción neutralista de Yrigoyen

En opinión de Weinmann, Yrigoyen no fue ni proalemán ni proaliado, sino neutral. En los casos de los hundimientos
de los buques Monte Protegido y Toro exigió a los alemanes disculpas e indemnización. En el último, le hizo entregar
a Molina un ultimátum, al ver que los alemanes demoraban una respuesta satisfactoria. Incluso preparó el texto de
una ruptura de relaciones que no llegó a hacer pública, pues las autoridades alemanas presentaron sus disculpas por
el hundimiento del vapor Toro. Aunque los telegramas de Luxburg, que los aliados descubrieron e hicieron conocer,
llegaron a llamar al canciller Pueyrerdón "un notorio idiota y un anglófilo", Yrigoyen se negó a romper relaciones con
Alemania. No obstante, al mismo tiempo aceptó la visita del escuadrón naval estadounidense bajo las órdenes del
almirante Caperton, y se declaró moralmente identificado con la actitud internacional de la Casa Blanca. Convencido
de que la neutralidad era la mejor opción para el pueblo argentino, Yrigoyen la mantuvo a pesar de las numerosas
presiones internas y externas.

Dos anécdotas de Yrigoyen ilustran, según Weinmann, su convicción neutralista. En ocasión de una manifestación
que pedía la ruptura de relaciones con Alemania, el líder radical le expresó a un colega de su partido, Raúl
Oyhanarte, que:

Esa gente no sabe lo que quiere, pero yo, en cambio sé lo que no quiere. Lo que no quiere es movilizarse para ir a la
guerra. Saben que, porque no corresponde, yo no los voy a llevar. Por eso alardean y gritan, pero ése no es el pueblo
argentino, tenga usted la más completa seguridad.

En otra oportunidad, ante una delegación de parlamentarios rupturistas, Yrigoyen dijo lo siguiente:

He tomado conocimiento de sus deseos. Yo soy el jefe del partido Radical y hago todo de manera radical. Si yo
rompo las relaciones con Alemania, no me limito a ello, sino que envío también un cuerpo expedicionario al campo
de batalla europeo. Ahora les dirijo la pregunta a ustedes, de si están dispuestos a enrolarse en el ejército y tomar
parte en la guerra en Europa. (...) como ustedes, no responden a mi pregunta afirmativamente, no puedo por mi
parte aprobar lo que me solicitan (1).

Para Weinmann, la actitud neutral en la guerra permitía a Yrigoyen una salida "pragmática" ante las presiones
rupturistas internas, sin necesidad de romper relaciones con una potencia como Alemania, que había constituido un
mercado importante para los productos argentinos y al que se aspiraba a conservar después de terminada la guerra.

La expulsión del ministro alemán von Luxburg, y la posición del Congreso argentino en favor de la ruptura de
relaciones diplomáticas con Alemania

Un incidente particularmente relevante en el desarrollo de las relaciones entre la Argentina y Alemania durante los
años de la Primera Guerra Mundial fue la difusión de los telegramas del ministro de Alemania en la Argentina, conde
Karl Graf von Luxburg, por parte de los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, con el fin de forzar al gobierno
de Yrigoyen a romper sus vínculos con las potencias centrales. Vale citar algunos de estos polémicos telegramas
firmados por Luxburg:

Mayo 19 de 1917. - Nº32. - Este Gobierno ha libertado los buques alemanes y austríacos en los que hasta ahora se
había colocado una guardia. Como consecuencia del arreglo del caso del "Monte Protegido" se ha operado un gran
cambio en el sentimiento público. El Gobierno sólo despachará en el futuro los barcos argentinos hasta Las Palmas.
Ruego a vuestra excelencia que los pequeños barcos "Orán" y "Guazú", enero 31 (fecha de salida), trescientas
toneladas, que están acercándose Burdeos con el propósito de cambiar bandera, sean dejados pasar si es posible o si
no hundidos sin dejar rastro. - (Firmado:) LUXBURG.

Julio 3 de 1917. - Nº 59. - He sabido de fuente segura que el ministro interino de Relaciones Exteriores, que es un
notorio asno y anglófilo, declaró sesión secreta del Senado, que la Argentina exigiría de Berlín la promesa de no
hundir más barcos argentinos. Si no se aceptara esto, las relaciones se romperían. Recomiendo rehusar y si fuera
necesario buscar la mediación de España. - (Firmado:) LUXBURG.

Julio 9 de 1917. - Nº 64. - Sin mostrar ninguna tendencia a hacer concesiones aplácese la respuesta a la nota
argentina hasta recibir ulteriores informes. Es probable un cambio de ministerio. Con respecto a los buques
argentinos recomiendo compelerlos a volver, hundirlos sin dejar rastro alguno o dejarlos pasar. Todos son muy
pequeños. - (Firmado:) LUXBURG (1).

Cuando se enteró del contenido de los telegramas de Luxburg, el gobierno argentino reaccionó por medio de un
decreto que entregaba los pasaportes al ministro alemán, declarándolo persona no grata y quedando así alejado de
su cargo. La expulsión de Luxburg tuvo fuertes ecos en la política interna argentina, dando lugar a intensas
interpelaciones exigidas desde el ámbito parlamentario, algunos de cuyos miembros sostuvieron que la actitud del
gobierno argentino hacia el alemán no había sido lo suficientemente enérgica. El 15 de septiembre de 1917 el
senador Joaquín V. González pidió la concurrencia del ministro de relaciones exteriores para que informara en el
Congreso del estado de las negociaciones que habían dado por resultado la expulsión del ministro alemán. Durante
la interpelación, el canciller Pueyrredón expresó, refiriéndose a los polémicos telegramas de Luxburg:

El Poder Ejecutivo consideró desde luego que los conceptos vertidos en estos telegramas hacían imposible la
permanencia de ese ministro en el seno de la sociedad argentina; y, en consecuencia, procedió, después de
comprobar su existencia, a entregarle sus pasaportes, ordenándole su inmediata salida del territorio, comunicando
esta medida al Gobierno alemán con el carácter de su irrevocable significado (2).

El interpelante González, por su parte, sostuvo, mostrando su disconformidad ante las palabras del canciller
Pueyrredón respecto de la expulsión del ministro alemán, que

El Gobierno argentino, señor presidente, se ha contentado con la simple expulsión nominal del ministro alemán
Luxburg; y después de la lectura que hemos oído, de los documentos oficiales, se ve con toda evidencia que las
seguridades, las atenciones, aun las obsequiosidades que el Gobierno le ha dispensado después del decreto de su
expulsión, colman la medida, y llegan a ser desproporcionadas, aventuradas enfrente de la justa excitación que se ha
creado en el espíritu público; resultan excesivas en relación con la magnitud y gravedad de los hechos comprobados,
y de las sugestiones siniestras -vuelvo a repetir-, que este diplomático de la antigua escuela sugería a su Gobierno
con respecto al hundimiento de buques de nuestra bandera neutral; él ha usado un lenguaje soez contra el jefe de
nuestra Cancillería; ha usado una conducta reprobable, por lo doble, alevosa y clandestina, tendente a complicar las
relaciones de la República Argentina con las naciones extranjeras, aliadas contra el Imperio Alemán, desde que ha
hecho posibles la sospecha, la duda, sobre la corrección con que el Gobierno argentino ha procedido enfrente de las
naciones aliadas y de las demás neutrales de América.(...) No es posible a un pueblo como la Argentina permanecer
impasible; está ligada a Estados Unidos, a la América entera, por vínculos indestructibles, marcados por los
precedentes diplomáticos, sellados con tratados solemnes, que representan la historia viva del Derecho
Internacional democrático y liberal. En presencia de una lucha a muerte entre la autocracia y la democracia, uno se
pregunta si la República Argentina -uno de los mejores exponentes de la democracia americana-, cuando se lucha en
nombre del ideal democrático, ha de permanecer con los brazos cruzados, en actitud indiferente, viendo matarse a
los hombres de su mismo credo, sin tomar participación ninguna, sin interesarse en su suerte, y viendo que la raza a
que pertenece libra batalla decisiva por los ideales de civilización en que se incubara su propia historia, y en cuya
contienda se está luchando por su vida o por su muerte. Nuestro país, la República Argentina, donde han brillado
tantos espíritus superiores, exponentes del ideal liberal y democrático, ¿ha de llevar en la contienda un papel de
absoluta indiferencia, de egoísmo, de retraimiento, que con justicia llama la atención de todo el mundo, pues no se
sabe explicar ya a qué obedece esta actitud tan extraña, agravada por la situación que crea el último choque,
ofensivo, agraviante, para nuestra personalidad moral? ¿Tampoco nosotros, ante esta situación, hemos de tener un
movimiento de protesta, de indignación, de sanción moral, que fluye de nuestra historia, de nuestra posición y de
nuestro deber internacional? (3)

Finalmente, González presentó un proyecto de declaración, cuyo contenido era el siguiente:

El Senado de la Nación, intensamente afectado por la conducta del ex ministro del Imperio de Alemania, conde
Luxburg, en el asunto de los telegramas transmitidos a la Cancillería de Berlín, por intermedio de la Legación de
Suecia en esta Capital, y publicados por la Secretaría de Estado de los Estados Unidos de América, por considerarla
un atentado contra la moral diplomática y contra los principios más elementales de humanidad que informan
nuestras leyes; contra la tradicional política de lealtad, honradez y justicia, de la República Argentina, y contra el
derecho de libre navegación de los buques de su bandera neutral en la presente guerra; en la convicción de que tales
procedimientos pueden comprometer la inmunidad de su bandera, la vida de sus nacionales, la neutralidad de la
República y su soberanía territorial, al ejercer dentro de su jurisdicción actos de espionaje en perjuicio del comercio
de la Nación y de naciones beligerantes amigas de la República; creyendo que la actitud que adopte su Gobierno en
esta emergencia, debe acentuar la no interrumpida amistad fraternal que la ha unido siempre a todos los Estados de
este Continente, sobre la base de comunes ideales democráticos y de justicia internacional, y no obstante la orden
de expulsión del referido ministro del territorio de la Nación, lo que no basta como satisfacción en vista de la
gravedad de la falta y agravios inferidos,
El Senado de la Nación

DECLARA:

Que lo procedente en las presentes circunstancias es que el Poder Ejecutivo suspenda sus relaciones diplomáticas
con el Gobierno del Imperio Alemán (4).

El proyecto de declaración presentado por el senador González fue aprobado por una diferencia de 23 votos contra
1.

Por su parte, y tras una serie de debates que tuvieron lugar los días 22 y 24 de septiembre de 1917, la Cámara de
Diputados elaboró un proyecto de declaración similar en su contenido al de González, que fue aprobado por 53
votos contra 18 y cuyo texto dice:

La Cámara de Diputados de la Nación

DECLARA:

Que procede de inmediato la suspensión de las relaciones diplomáticas entre el Gobierno argentino y el Gobierno
imperial alemán (5).

A pesar de la coincidencia de criterio expresada en los proyectos de declaración de ambas Cámaras, el presidente
Yrigoyen no llegó a romper los vínculos diplomáticos con el gobierno alemán, limitando su accionar a la expulsión de
Luxburg.

La tercera fase: el período 1918-1930

Uno de los temas dominantes en la agenda bilateral argentino-británica fue el de los medios de restablecer los
vínculos alterados por la coyuntura bélica. Con el fin de lograr este objetivo, se procuraron dos tipos de medidas
político-económicas: a) las encaminadas a disminuir o dejar sin efecto las restricciones sobre las exportaciones
británicas al mercado argentino durante la guerra, definidas por el ministro británico en la Argentina Reginald Tower
como "inevitables", y b) las destinadas a incentivar la alicaída presencia británica en el mercado argentino de la
primera posguerra, amenazada tanto por el avance norteamericano como por la reactivación de la presencia
alemana tras el fin de la guerra.

Dentro de la primera categoría de medidas adoptadas por las autoridades de Londres, vale citar las que apuntaron
a reducir las restricciones a las exportaciones inglesas vigentes durante los años de la Primera Guerra. No obstante,
la propia legación británica en la Argentina reconoció que estas medidas no alcanzaron a productos manufacturados
necesarios para la reconstrucción europea, y que, a la vez, eran imprescindibles en la economía argentina. Así, los
británicos no estuvieron en condiciones de abastecer productos tales como alambre, hojalata y materiales para
ferrocarriles y construcciones navales, rubros en los que Gran Bretaña fue superada por Estados Unidos, y donde
incluso hubo una fuerte presencia alemana en la posguerra (1).
Por su parte, las medidas de promoción del gobierno británico destinadas a reactivar los alicaídos vínculos
comerciales angloargentinos hacia fines de la década de 1920, estuvieron, según Gravil, estimuladas por tres
factores básicos:

a) la creciente alarma de los agentes económicos y autoridades en Londres y Buenos Aires respecto de la
desfavorable balanza comercial para Gran Bretaña, reflejada en la disminución de las exportaciones industriales
británicas hacia el mercado argentino (2);

b) la visita de fines de 1928 a diez repúblicas latinoamericanas del recién electo presidente norteamericano Herbert
Clark Hoover (1929-1932), quien, al poner el acento en el concepto de "buen vecino" y repudiar las anteriores
políticas regionales norteamericanas, alarmó al entonces embajador británico en la Argentina, Malcolm Robertson.
Este último, firme defensor de la "conexión angloargentina", percibió esta gira presidencial de Hoover como una
maniobra orientada a desplazar la presencia inglesa en América latina (3); y

c) la sugerencia del senador radical Diego Luis Molinari, hombre cercano al presidente Yrigoyen, de que un grupo de
industriales británicos realizara una visita a la Argentina para discutir el futuro de la conexión angloargentina.

Estimulados por estos factores, los británicos, liderados por su embajador en Buenos Aires Robertson, procuraron
revitalizar su presencia en el mercado argentino luchando tanto contra sus enemigos en la Primera Guerra, los
alemanes, como contra sus ex aliados, los norteamericanos. En la búsqueda de este objetivo de reafirmación de la
presencia comercial e inversora británica, las autoridades de Londres no escatimaron medios, e incluso utilizaron
muy hábilmente su aparentemente "flexible" posición de admitir el ingreso en su mercado de carnes argentinas
infectadas con aftosa, presionando a las autoridades argentinas con la amenaza de un posible embargo para obtener
de ésta ventajas comerciales. A su vez, el gobierno argentino, influido por el sector ganadero-exportador, procuró
reconstruir la "relación especial" entre ambos países alterada por la Gran Guerra. Esta tendencia se reflejó tanto en
el pacto D'Abernon de 1929 como en el Pacto Roca-Runciman de 1933.

La cuarta fase (1918-1930) MAS IMPORTANTE

Las dificultades económicas y su correlato político: el recrudecimiento de la pugna entre panamericanismo y


latinoamericanismo

El final de la Gran Guerra generó posiciones diferentes en las autoridades de Washignton y Buenos Aires, producto
de las divergencias en la percepción del mundo y del lugar que sus países ocupaban en él. En el caso
norteamericano, si bien existió un amplio rechazo popular al idealismo de Wilson y a su propuesta de crear una Liga
de las Naciones, la llegada de Warren G. Harding como primer mandatario norteamericano en 1921 no implicó la
vuelta al aislacionismo previo a 1917. Por el contrario, republicanos y demócratas coincidieron en aceptar la nueva
posición conquistada por Estados Unidos en el ámbito internacional a causa de la guerra. En el caso argentino, los
sectores dominantes compartieron la convicción de que con el fin de la guerra el mercado internacional volvería al
equilibrio previo a 1914. Según esta percepción, presa del concepto de progreso unilineal y continuo propio del
positivismo, la Primera Guerra Mundial había sido tan sólo un accidentado paréntesis en el seguro crecimiento
económico argentino. Llegado el fin de las hostilidades, el progreso argentino debía continuar, incluso hasta el punto
de permitir al país la posibilidad de aspirar a ocupar un puesto de liderazgo regional y mundial, igualando o
reemplazando a Estados Unidos.

Pero en contradicción con esta optimista percepción de la elite argentina, la guerra no fue una simple anécdota
coyuntural, sino que alteró significativamente el triángulo comercial entre la Argentina, Gran Bretaña y Estados
Unidos a favor del último y en detrimento del segundo. Como hemos visto, la coyuntura bélica evidenció la
vulnerabilidad de la economía argentina, parcialmente disimulada antes de 1914 por un proceso de rápido
crecimiento de las exportaciones agropecuarias, especialmente en las décadas de 1890 y 1900.

Los años de la guerra convirtieron a Estados Unidos en abastecedor primordial de préstamos y productos
manufacturados para la economía argentina, reflejando la pérdida de competitividad internacional británica. El rol
crucial jugado por Estados Unidos en el crecimiento del sector industrial argentino durante los años de la guerra tuvo
consecuencias político-económicas, ya que los partidarios de la industrialización lo fueron también del comercio con
Estados Unidos, mientras que los sectores vinculados a la elite agropecuaria tradicional, que siguieron controlando el
Estado y la economía argentina, mantuvieron la tradicional percepción respecto de Estados Unidos como un
competidor que atentaba contra la inserción argentina en los "naturales" mercados europeos.

Por cierto, factores tales como las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno de Estados Unidos contra la carne
argentina afectada por aftosa y las restricciones arancelarias a importantes productos de exportación argentina,
como el trigo, el maíz, la alfalfa y el lino, reforzaron un sentimiento nacionalista que en realidad tuvo mucho de
resentimiento hacia Estados Unidos. Esta serie de medidas ayudaron a potenciar este sentimiento
antinorteamericano, máxime si tenemos en cuenta que Gran Bretaña, a pesar del problema existente en las carnes
argentinas, no siguió la medida norteamericana. El frustante contexto internacional de la década de 1920 para las
exportaciones argentinas, limitadas tanto por la declinación británica como por el crecimiento del proteccionismo en
Europa y Estados Unidos, llevó a los gobiernos radicales, y especialmente a la segunda gestión de Yrigoyen, a buscar
aún más estrechamente los vínculos comerciales con Gran Bretaña. Resultado de ello fueron el pacto comercial de
1929 con lord D'Abernon y la Conferencia sobre Trigo de 1930, donde la diplomacia radical buscó revitalizar la
conexión anglo-argentina, política que siguieron los gobiernos de la llamada "década infame", y que se reflejó en el
Pacto Roca-Runciman de 1933 y sus posteriores renovaciones.

La incidencia negativa del contexto internacional sobre la economía argentina durante la década de 1920 tuvo su
correlato político. El sentimiento antinorteamericano de la elite ganadera, que se sintió herida en su orgullo por las
medidas sanitarias adoptadas por el Departamento de Estado en la segunda mitad de la década de 1920, fue
justamente canalizado por los presidentes Marcelo T. de Alvear (1922-1928) e Hipólito Yrigoyen en su segunda
presidencia (1928-1930). En las relaciones con Estados Unidos y en las negociaciones con la Unión Panamericana, el
segundo gobierno de Yrigoyen se negó a participar en las conferencias, pero esta actitud ya no logró tener los
efectos regionales obstruccionistas del pasado. Al estar en crisis la tradicional inserción internacional del modelo
exportador argentino, los costos del principismo superaron a los supuestos beneficios.
Los efectos de las medidas proteccionistas y sanitarias norteamericanas en las relaciones bilaterales

El Departamento de Agricultura norteamericano (United States Department of Agriculture (USDA)) impuso, en 1926,
una serie de medidas, como la coloración de las semillas de alfalfa y trébol morado importada en abril de dicho año,
y los embargos sanitarios sobre la uva blanca importada, infectada por la "mosca mediterránea". A dichas medidas,
que entorpecieron la colocación de productos argentinos en el mercado norteamericano, se sumó, en septiembre, la
prohibición de la importación de carne infectada con aftosa, a través de la orden 298 de la División de Industria
Animal del Departamento de Agricultura norteamericano (Bureau of Animal Industry (BAI) del USDA). Esta resolución
afectó los rubros de exportación más relevantes de la economía argentina de esa época -la carne enfriada o chilled
beef y la carne congelada o frozen beef (1)-.

La prohibición de importar carne enfriada y congelada, establecida por la orden 298, fue un serio golpe al orgullo
de la aristocracia ganadera argentina. El resentimiento argentino hacia esta medida se evidenció inmediatamente.
Como en otras etapas de la historia, negándose a aceptar la realidad, los ganaderos -y a través de ellos las
autoridades argentinas- no percibieron la prohibición norteamericana de las carnes argentinas como un problema
sanitario, sino como una medida discriminatoria que atentaba contra los intereses comerciales y políticos
argentinos. Así, el financista porteño Carlos Alberto Pueyrredón sostuvo, ante interlocutores norteamericanos en
enero de 1929, que la prohibición de importación de carne argentina por parte de las autoridades norteamericanas
"era injusta" y que "la variedad de aftosa en Argentina era benigna". El tema de la prohibición norteamericana a las
carnes argentinas se prolongó durante las décadas de 1920 y 1930, convirtiéndose en el tema de agenda bilateral
más relevante desde el lado argentino. El esfuerzo de las autoridades y los ganaderos argentinos por transformar un
problema estrictamente científico (la prohibición al ingreso de carnes congeladas y enfriadas argentinas al mercado
norteamericano a causa de la aftosa), en un tema de confrontación diplomática con Washington estuvo basado en la
resistencia de la elite argentina a aceptar que en ese momento eran los norteamericanos y no los europeos los que
definían las normas respecto del tratamiento de enfermedades en los ganados (2).

Mientras Estados Unidos presentó la cuestión de la prohibición como un tema de carácter sanitario, la Argentina
intentó presentarlo como un problema político y comercial vinculado a una actitud discriminatoria del
Departamento de Agricultura norteamericano. El fracaso de la estrategia argentina confirmó la primacía regional
norteamericana y la incapacidad argentina de contrastarla. Este fracaso no hizo más que evidenciar factores tales
como la inocultable asimetría de poder existente entre las autoridades de Buenos Aires y las de Washington; el éxito
de la "diplomacia de control norteamericana" para los países del Cono Sur -es decir, la capacidad de Estados Unidos
de imponer sus intereses en estas naciones sin tener que pagar los costos de la intervención directa-; y la
desactivación de las relaciones bilaterales argentino-norteamericanas tras el agotamiento de las discusiones
diplomáticas respecto de la prohibición de la importación de carnes infectadas con aftosa.

Resentidas con los alcances negativos de la orden 298, las autoridades y ganaderos argentinos, en vez de aceptar
las medidas de erradicación de la enfermedad propuestas por las autoridades norteamericanas, politizaron el
problema de la aftosa en las carnes argentinas y vincularon este tema a otros de la agenda bilateral. Como efecto de
esta vinculación, las autoridades argentinas, respondiendo a los intereses ganaderos, dieron rienda suelta a un perfil
crecientemente crítico de la política regional norteamericana. Hubo fuertes críticas de los periódicos argentinos
respecto de la política norteamericana hacia México y Nicaragua; la Sociedad Rural Argentina esbozó desde 1924 el
lema de "Comprar a quien nos compra" con un claro sentido antinorteamericano; las compañías petroleras
norteamericanas sintieron los ataques de periódicos y políticos argentinos (entre ellos del propio ex presidente
Hipólito Yrigoyen) y las autoridades argentinas se resistieron a firmar un tratado comercial entre ambos países.

Las relaciones argentino-norteamericanas en el ámbito panamericano entre 1918 y 1930

Por cierto, el resentimiento argentino hacia el gobierno norteamericano se manifestó con fuerza en el plano de las
relaciones interamericanas. La insistencia de la Casa Blanca en aplicar en forma unilateral la Doctrina Monroe,
reflejada en sus continuas intervenciones en el Caribe, dio ocasión a los nacionalistas argentinos para expresar su
oposición a lo que consideraban una violación del principio de igualdad soberana de los Estados. Estas actitudes del
gobierno norteamericano dieron un golpe mortal a las esperanzas de un panamericanismo donde se respetaran de
manera equitativa los intereses de los países latinoamericanos, fomentando en éstos el sentimiento
hispanoamericano, en forma aún más exacerbada que en el pasado. Como ya se mencionara, en el caso de la
Argentina, un claro exponente del hispanoamericanismo fue el escritor y político Manuel Ugarte, embajador
argentino en México, Nicaragua y Cuba, quien clamó con insistencia por la preservación de la cultura
hispanoamericana frente a la usurpación norteamericana (1). Como predijo con acierto el embajador Naón en los
días de la Primera Guerra, el compromiso de Estados Unidos con Europa durante y después de las hostilidades, y el
resurgimiento del latinoamericanismo como reacción de los países de la región al intervencionismo norteamericano,
fueron factores que debilitaron la no demasiado sólida vocación panamericanista.

Por el lado norteamericano, factores tales como los impredecibles conflictos laborales del gobierno de Yrigoyen, el
temor norteamericano a las agitaciones de izquierda en la región, y la expansión del poder económico de Estados
Unidos a nivel regional llevaron, durante la década de 1920, a una desilusión de Washington respecto de las
autoridades elegidas democráticamente en América Latina (y del radicalismo en la Argentina), percepción que a su
vez provocó una menor preocupación de la diplomacia norteamericana por fomentar las relaciones bilaterales con
los países de la región. Con el ascenso de Estados Unidos al status de gran potencia, la resolución de cuestiones
bilaterales que reclamaron las autoridades argentinas fueron subsumidas en la preocupación de los representantes
de la Casa Blanca por asegurar la supremacía comercial y la estabilidad en América. Durante la década de 1920, se
desarrolló un nuevo capítulo de la llamada por Sheinin "diplomacia de control", donde la interacción diplomática
entre los representantes argentinos y norteamericanos tuvo lugar dentro del paraguas de las Conferencias
Panamericanas dominadas por el gobierno de Estados Unidos (2).

La Segunda Conferencia Financiera Panamericana (1920)

Esta Conferencia representó la primera oportunidad para Estados Unidos de explotar, a través de canales
diplomáticos, el liderazgo financiero alcanzado durante la guerra. El reemplazo de Londres como centro financiero
mundial por Nueva York, evidente tras el fin de la Primera Guerra, procuró ser capitalizado por la Casa Blanca, cuyos
representantes buscaron que los fondos disponibles de capital privado en Nueva York fueran un instrumento de
poder financiero para lograr la deseada estabilidad hemisférica y la consecución de los intereses comerciales
norteamericanos en la región. Guiadas por estos objetivos, las autoridades de Washington enviaron agentes a cada
una de las naciones latinoamericanas con el objetivo de conseguir la información necesaria para conocer las
necesidades financieras latinoamericanas. Así, por ejemplo, el Departamento de Estado determinó que la Argentina
podía llegar a necesitar al menos 170 millones de dólares, para la consolidación de los préstamos de corto plazo del
gobierno nacional obtenidos en Estados Unidos y Europa, y para la renovación de vías y la extensión del ferrocarril
estatal (1).

Al planificar esta Conferencia Financiera, el gobierno de Estados Unidos se preocupó por la existencia de
empréstitos que la Argentina planeaba emitir en Europa para financiar el costo de su venta de granos. El gobierno
argentino había acordado un crédito de 200 millones de dólares a los gobiernos de Gran Bretaña, Francia e Italia. Los
créditos debían ser respaldados por financistas norteamericanos, pues la economía argentina atravesaba en ese
momento por urgencias financieras de diversa índole, reflejadas en numerosos empréstitos provinciales y en la
necesidad de créditos para la mejora de la infraestructura portuaria, ferrocarriles, edificios públicos, etc. (2). Pero en
las instrucciones a sus delegados, el gobierno norteamericano advirtió que los fondos para proyectos domésticos de
los países americanos eran escasos y por lo tanto para atraerlos serían necesarias buenas propuestas y debían
esperarse altos intereses. Las fuerzas del mercado y la estabilidad política -no la perentoria necesidad de inversión
de capital- determinarían la disponibilidad de capital norteamericano para América latina (3).

En clara sintonía con estos condicionamientos financieros, los objetivos de los representantes argentinos en las
Conferencias Panamericanas de la década de 1920 variaron considerablemente de los de décadas anteriores.
Mientras en 1917 el presidente Yrigoyen buscó influir sobre la política internacional de otras repúblicas
latinoamericanas, en 1920 la diplomacia argentina abandonó sus expectativas de liderazgo para convertirse en una
de las tantas naciones de la región que procuraron obtener créditos financieros de los bancos norteamericanos. En la
Segunda Conferencia Financiera Panamericana, cada representante latinoamericano concentró sus esfuerzos en los
temas que fueran mencionados en la Primera Conferencia Financiera y que eran relevantes para los países de la
región, es decir, las cuestiones vinculadas a medidas comerciales y de normalización financiera que pudiesen hacer
más beneficioso y eficiente el intercambio entre Estados Unidos y los países latinoamericanos. El objetivo principal
de la delegación argentina en esta Segunda Conferencia Financiera fue obtener de Washington la concreción del
plan propuesto por el ministro de hacienda argentino, Domingo E. Salaberry, respecto del establecimiento de una
sucursal en Estados Unidos del Banco de la Nación. Aparentemente, el ministro había concebido la idea de una
sucursal bancaria en camino a la conferencia. El plan estuvo mal concertado y sufrió el bombardeo de la prensa
argentina, que calificó al ministro Salaberry de incompetente. Además, y como ocurrió con los planes específicos
presentados en la conferencia por la mayoría de las naciones, el proyecto de Salaberry quedó en la nada (4).

La Quinta Conferencia Panamericana (Santiago de Chile, 1923)

Desde la reunión de Buenos Aires, antes de la guerra, los representantes de las repúblicas americanas no habían
vuelto a reunirse. La guerra y los proyectos encontrados de los presidentes Wilson e Yrigoyen habían interrumpido
toda evolución del movimiento panamericano. La posibilidad de reanudar las reuniones dependía, en parte, del
estado de las relaciones argentino-norteamericanas. En este aspecto, si bien se habían producido ataques a la
política norteamericana de posguerra en la prensa y entre algunos funcionarios argentinos, acontecimientos
ocurridos hacia finales del gobierno de Yrigoyen -la posibilidad de un reconocimiento conjunto del nuevo gobierno
boliviano sugerido por el gobierno norteamericano, la visita oficial del secretario Colby a Buenos Aires, y la
cooperación del gobierno argentino para solucionar problemas en América Central- permitieron que se volviera a
pensar en una reunión hemisférica (1).

No obstante, los norteamericanos pusieron especial cuidado en la preparación de la conferencia de Santiago. Ya


cinco meses antes de la celebración de la conferencia de Santiago, hacia octubre de 1922, la agenda de la
conferencia había sido establecida, y los representantes norteamericanos concurrieron a la conferencia bajo la
condición de que sólo los dieciocho tópicos aprobados por adelantado con los estados miembros fueran tratados en
la misma. En Santiago, la delegación norteamericana alcanzó un nivel de control sin precedentes sobre los temas de
la conferencia. Aun si los delegados argentinos hubiesen querido introducir alguna digresión en las propuestas
presentadas por Washington en dicho foro, los representantes norteamericanos no hubiesen tolerado semejante
desafío (2).

En los meses anteriores a la Conferencia de Santiago, el gobierno de Estados Unidos comenzó a ejercer su
autoridad diplomática sobre los países de la región. Así, el delegado norteamericano Leo S. Rowe obtuvo la
seguridad de parte del embajador argentino en Washignton, Tomás Le Breton, de que la Argentina se opondría a la
propuesta uruguaya respecto de una Liga de las Naciones de carácter hemisférico. Los norteamericanos temieron
que la propuesta uruguaya implicase un desafío a su proyecto de una Unión Panamericana dominada por Estados
Unidos. La refutación argentina protegería los intereses norteamericanos de las posibles acusaciones por parte de
los países de la región de intervencionismo y "mano dura" de los norteamericanos al suprimir el proyecto uruguayo
(3).

A su vez, en 1923 la delegación argentina arribaba a la Conferencia de Santiago sumida en un contexto económico
mucho más sombrío que el de 1920. En el momento en que se celebró la Quinta Conferencia Panamericana, la
economía argentina sufría las consecuencias de una creciente deuda externa, de la retracción del mercado europeo
como lugar de colocación de las carnes y de las restricciones de la tarifa Fordney-McCumber, que restringían las
posibilidades exportadoras argentinas al mercado norteamericano. Dado este crítico contexto externo, los líderes
políticos argentinos definieron los intereses económicos nacionales en términos de la normalización comercial, y
fueron a Santiago sin un plan sustantivo e independiente para presentar.

Como ocurriese en la Conferencia de 1920, la de Santiago demostró tanto el poder alcanzado por las empresas
norteamericanas como la creciente dependencia de los estados hemisféricos respecto de Washington. Como en
1920, los temas que dominaron el cónclave de Santiago fueron de carácter general: patentes comerciales,
regulaciones aduaneras y sucursales de bancos norteamericanos, pero se pasaron por alto las urgentes necesidades
financieras de cada una de las naciones latinoamericanas (4). El problema de fondo de cómo instrumentar la idea
panamericana siguió sin resolverse, ya que el secretario de Estado norteamericano, Charles Evans Hughes, instruyó
claramente a la delegación enviada a Santiago que no sometieran a debate la Doctrina Monroe y su puesta en
práctica por parte del gobierno norteamericano, ya que "la función de estas conferencias panamericanas (..) consiste
en tratar en lo posible temas de carácter general no sujetos a controversia". En sus instrucciones a la delegación,
Hughes caracterizó a la Doctrina Monroe como una política nacional del gobierno norteamericano, negándole el
alcance de acuerdo regional que pretendió otorgarle el jurista argentino Luis María Drago (5).

Como síntoma inequívoco del cambio en la estrategia panamericana de la delegación argentina, vale mencionar
que las instrucciones del ministro de relaciones exteriores argentino a los delegados a la conferencia de Santiago no
contuvieron ningún ítem de oposición a los objetivos norteamericanos. Los representantes argentinos respaldaron
explícitamente las propuestas de Washington sobre mejora en las comunicaciones y transporte en la región, y
respecto de la uniformidad de las regulaciones aduaneras, seguros y nomenclatura de las mercancías.

Como prometiese el embajador Pueyrredón tiempo antes de la celebración de la conferencia, la delegación


argentina reaccionó, como la norteamericana, de manera indiferente ante la propuesta uruguaya de una Liga
Americana de Naciones, conforme al patrón elaborado en 1917 por el presidente oriental Baltasar Brum (6). Este
proyecto iba mucho más allá de los intereses de Buenos Aires y de Washignton respecto de la región, factor que
determinó su fracaso.

Por su parte, los delegados chilenos presentaron una propuesta de reducción de armamentos que despertó gran
interés público. Brasil presentó entonces una moción fijando el límite de tonelaje de barcos de guerra en 80.000
toneladas, lo cual fue aceptado por Chile. La Argentina replicó con una contrapropuesta de 55.000 toneladas,
considerando que Chile se estaba colocando deslealmente del lado de Brasil. Según el ministro británico en Chile, la
proposición argentina no sólo hacía imposible a Brasil adquirir un tercer barco, sino que también evitaba que Chile
adquiriera un segundo. El delegado chileno, como secretario de la comisión abocada al tema propuso aceptar la
propuesta brasileña y someterla a la consideración de otras delegaciones, pero esta vez Brasil se opuso (7).

Considerando que la iniciativa iba al fracaso, el presidente chileno Arturo Alessandri reunió a los delegados del
ABC el 29 de abril, y los incitó a llegar a un acuerdo. Unos días más tarde la delegación chilena presentó una nueva
propuesta, pero ésta fue nuevamente rechazada por la delegación argentina, lo cual concluyó con la discusión (8).
Por su parte, Washington tuvo poco interés en la propuesta chilena, pues su objetivo se limitaba a llegar a un
acuerdo regional sobre limitación de armas entre las naciones sudamericanas, que consagrara el monopolio
norteamericano en la venta de armamentos en la región y evitara el acceso a competidores europeos en este rubro.
Previendo que de proseguir con el tema la conferencia alcanzaría un estancamiento, el presidente de la delegación
norteamericana, Henry P. Fletcher, sondeó a los representantes del ABC sobre la posibilidad de trasladar el tema a
una reunión posterior en Washington. El representante argentino sostuvo que el problema debía resolverse en la
reunión plenaria. Finalmente, Fletcher, como presidente de la Comisión de Limitación de Armas, se las ingenió para
presentar respecto de la propuesta chilena un informe lo suficientemente inocuo como para postergar un acuerdo
sustantivo sobre limitación de armas entre las naciones del ABC (9).

El logro más importante de la Conferencia fue la firma del tratado para Evitar o Prevenir Conflictos entre los
Estados Americanos, más conocido como el tratado Gondra (10). Este proponía un proceso de arbitraje en el caso de
un conflicto entre los estados miembros. A diferencia de los acuerdos comerciales, este tratado recibió el apoyo de
los delegados norteamericanos sólo en teoría. Estados Unidos sostenía el arbitraje estructurado para los conflictos
entre los miembros de la Unión Panamericana, pero no en un acuerdo que pudiera limitar su intervención militar o
política en América latina. El tratado Gondra no fue llevado a la práctica por Estados Unidos, y tampoco fue aplicado
en los cinco años que corrieron hasta la siguiente conferencia (11).

No obstante el bajo perfil asumido por la delegación argentina en la conferencia de Santiago, la diplomacia
argentina no tardó en demostrar su preocupación por la posibilidad de la cooperación militar entre Río de Janeiro y
Washington. Ante la llegada de una misión naval norteamericana conducida por el contraalmirante C.T. Vogelgesang
a Brasil, con el objetivo de reorganizar la marina brasileña al estilo de la norteamericana, propósito que las
autoridades norteamericanas habían anunciado en la conferencia de Santiago, el ministro de marina argentino acusó
al gobierno de Estados Unidos de tomar una iniciativa que "si bien no precisamente" hostil, parecía "una expresión
de mala voluntad hacia la Argentina (12)".

En 1924, el embajador argentino en Washington, Honorio Pueyrredón, señaló al secretario de Estado, Charles
Evans Hughes, que la misión naval norteamericana en Brasil era "inconsistente con la posición pacifista de Estados
Unidos". Pueyrredón, evidenciando la preocupación argentina respecto del armamentismo brasileño, solicitó
entonces al gobierno norteamericano que tomase la iniciativa a fin de frenar la carrera armamentista entre la
Argentina, Brasil y Chile (13). Pero las autoridades norteamericanas rechazaron el intento de Pueyrredón de obtener
un acuerdo de limitación de armas entre la Argentina, Brasil y Chile, así como habían desactivado en la Conferencia
de Santiago la propuesta chilena sobre reducción de armamentos en la región. Meses después de dicha conferencia,
Francis White, el jefe de la División de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, argüía que la
importancia otorgada a la limitación de armas en América latina era "exagerada". White coincidía con la percepción
del Departamento de Marina norteamericano respecto de que los problemas financieros existentes en las naciones
latinoamericanas actuarían como un poderoso freno a la carrera armamentista que se trataba de limitar (14).

La Sexta Conferencia Panamericana (La Habana, 1928)

Los representantes norteamericanos llegaron a la Sexta Conferencia conscientes de que la política de intervención
norteamericana generaba un fuerte malestar en los países de la región. En el caso argentino, si bien no era ésta una
nación afectada por la política de intervención directa de Estados Unidos, existía un fuerte resentimiento por la serie
de obstáculos no resueltos en la agenda bilateral (tarifas aduaneras, orden 298 sobre prohibición de importar carne
congelada y enfriada infectada con aftosa). Este resentimiento argentino fue canalizado a través de una creciente
crítica de los políticos y medios de prensa locales hacia el intervencionismo militar norteamericano en México y
Nicaragua. Aún La Nación, un periódico de inclinación pronorteamericana, sostuvo en sus columnas
correspondientes a enero de 1928, semanas antes de la celebración de la conferencia de La Habana, que los
esfuerzos norteamericanos contra Sandino en Nicaragua eran un test que ponía a prueba el panamericanismo, y que
las naciones latinoamericanas tenían el derecho de demandar una explicación respecto de las acciones de
intevención del gobierno de Estados Unidos. Por su parte, el periódico La Razón trazó un claro contraste entre el
supuesto idealismo de la política exterior de Woodrow Wilson y la actitud agresiva del gobierno norteamericano en
América Central (1).

El negativo clima regional y el particular resentimiento argentino pesaron muy claramente en el desarrollo de la
conferencia. Se desató así una dura controversia entre el jefe de la delegación argentina, Honorio Pueyrredón,
canciller durante el primer gobierno de Yrigoyen y embajador en Washington a partir de 1924, y el jefe de la
delegación norteamericana, el ex secretario de Estado, Charles Evans Hughes. La controversia diplomática argentino-
norteamericana versó sobre dos temas: principio de no intervención y barreras aduaneras.

En el primer tópico, y a pesar de que la Argentina no había sufrido la intervención norteamericana en forma
directa, Pueyrredón apoyó con énfasis a la delegación de El Salvador y de las naciones latinoamericanas opuestas al
intervencionismo norteamericano, pronunciando las siguientes palabras:

La soberanía de los Estados consiste en el derecho absoluto a la entera autonomía interior y a la completa
independencia externa. Ese derecho está garantizado en las naciones fuertes por su fuerza, en las débiles por el
respeto de las fuertes. Si ese derecho no se consagra y no se practica en forma absoluta, la armonía jurídica
internacional no existe. La intervención diplomática o armada permanente o temporaria atenta contra la
independencia de los Estados (...) (2).

Tanto el presidente como el ministro de relaciones exteriores argentinos felicitaron a Pueyrredón por su
intervención a través de un cable telegráfico. No obstante, a pesar de que en general los latinoamericanos se
oponían fuertemente a la intervención, sólo trece delegaciones se pronunciaron sin reservas por una propuesta
definida que la prohibiese, y en ningún caso los Estados Unidos estuvieron dispuestos a aceptarla. Ante la falta de
consenso, la cuestión quedó pendiente para la siguiente reunión (3).

El otro tema de controversia con la delegación norteamericana fue la propuesta de Pueyrredón de incluir una
declaración sobre reducción de barreras aduaneras en el preámbulo al convenio propuesto sobre la naturaleza de la
Unión Panamericana, amenazando con no firmar el convenio si su propuesta no era aceptada. A diferencia de la
crítica del delegado argentino a la política de intervención regional norteamericana, la posición de Pueyrredón
respecto de las barreras comerciales fue más allá de lo esperado por el presidente Marcelo T. de Alvear y por su
canciller Angel Gallardo. Alvear temió que la adopción de una postura extrema por parte de la delegación argentina
aislara al país de la Unión Panamericana o hiciera fracasar dicha Unión. Por su parte, las instrucciones del canciller
argentino a Pueyrredón sostuvieron expresamente que si la conferencia de La Habana fracasaba, la responsabilidad
de este traspié debía recaer en todo caso en la intransigencia norteamericana sobre el principio de no intervención,
tema donde Pueyrredón contaba con un vasto apoyo, y no en la obstinación argentina en materia de tarifas
aduaneras, donde se encontraba aislado (4).

No obstante, el delegado argentino desobedeció las instrucciones de su gobierno (5). Tal como el canciller
argentino se lo advirtiera, la postura de Pueyrredón no logró obtener el suficiente apoyo de las delegaciones
restantes, aunque el representante luchó por imponer el proyecto de incluir una declaración de reducción
arancelaria hasta el final. En el tema de las tarifas, la delegación argentina fue la única que asumió una posición
crítica hacia Estados Unidos, lo cual dio lugar a un nuevo triunfo de la "diplomacia de control" norteamericana, que
logró aislar la voz disonante del representante argentino. Los norteamericanos ganaron la mayoría en las cuestiones
más importantes tratadas en la conferencia y salieron fortalecidos de la misma (6).

Exasperados por la actitud desafiante de su subordinado en La Habana, el presidente Alvear y el canciller Gallardo
le ordenaron a Pueyrredón firmar el convenio respecto de la naturaleza de la Unión Panamericana expresando sus
reservas. Pueyrredón, que había amenazado con no firmar si no obtenía respaldo para su propuesta de reducción de
tarifas, se mantuvo en su postura (7). La negativa de Pueyrredón a obedecer a sus superiores no sólo se debió a una
cuestión de preservar su imagen. Básicamente respondió a la percepción de que dar un paso atrás a esas alturas
haría peligrar su ambición personal de acceder a algún puesto en el gabinete del sucesor de Alvear. Probablemente
como parte de un plan destinado a impresionar a Yrigoyen en su favor, Pueyrredón decidió renunciar a la jefatura de
la delegación y al cargo de embajador en Washington (8).

Finalmente, el convenio sobre organización y objetivos de la Unión Panamericana fue firmado por el reemplazante
de Pueyrredón. El gobierno de Alvear decidió poner paños fríos a los posibles efectos de la actitud de Pueyrredón y
resolvió dar a conocer toda su correspondencia diplomática con el fin de demostrar las divergencias existentes y ya
inocultables entre el gobierno argentino y el ex delegado argentino acerca de las tácticas diplomáticas a utilizar en la
Conferencia de La Habana.

Como sostiene Harold Peterson, la fallida actuación de Pueyrredón en la Conferencia de La Habana puso en
evidencia, más que en ninguna de las reuniones panamericanas anteriores, los dos principales motivos de
resentimiento argentino hacia Estados Unidos: su actitud intervencionista en materia de política regional y su actitud
proteccionista en materia de política comercial (9).

Si bien Pueyrredón intentó ganar las voluntades de los países latinoamericanos sustentando una posición anti-
intervencionista en favor de México y Nicaragua, las medidas puestas en marcha por la "diplomacia de control", para
contrarrestar cualquier posible desafío a su poder regional, aseguraron al gobierno de Estados Unidos el respaldo de
muchos gobiernos latinoamericanos meses antes de la reunión (10). No obstante, debe también señalarse que el
liderazgo ejercido por la Argentina en favor de la no intervención y el consenso que éste encontró en muchos países
de la región demostraron claramente al gobierno norteamericano que aquélla era una seria preocupación de
muchos de los estados del continente y una cuestión que debía ser resuelta en algún momento.

La falta de cooperación argentino-norteamericana respecto de problemas limítrofes en terceros países

El mal clima de las relaciones argentino-norteamericanas en el lustro transcurrido entre la Quinta Conferencia
Panamericana de Santiago en 1923 y la Sexta en 1928 provocó que tanto los gobiernos argentino como
norteamericano evidenciaran escaso o ningún interés en cooperar para resolver los problemas limítrofes de terceros
países, tal como lo hicieran en 1910 respecto de los conflictos de Perú con Ecuador, y de Chile con Perú.
En el caso del pendiente conflicto chileno-peruano por los territorios de Tacna y Arica, la diplomacia argentina se
mantuvo a un costado, dejando que el gobierno de Estados Unidos se las ingeniase para resolver la cuestión, que
culminó con la división de Tacna y Arica en 1929. En el caso de los conflictos entre Bolivia y Paraguay por el Chaco,
los gobiernos de Marcelo T. de Alvear e Hipólito Yrigoyen interpusieron sus buenos oficios entre 1924 y 1928, sin
sugerir la colaboración con Washington.

La posición argentina en la Sociedad de las Naciones

La Sociedad de las Naciones, organismo constituido para garantizar la paz mundial y la integridad territorial e
independencia política de los Estados, fue producto del pensamiento del presidente norteamericano Woodrow
Wilson, quien proclamó la creación de esta Sociedad y la proclamación de los Catorce Puntos en enero de 1918,
como una respuesta a la revolución bolchevique en Rusia de 1917. El proyecto wilsoniano, inspirado en los artículos
de la tradición liberal kantiana acerca de la "paz perpetua", procuraba alterar el principio realista del equilibrio de
poder establecido desde la paz de Westfalia de 1648, y reemplazarlo por el mecanismo de seguridad colectiva, que,
a través de la Sociedad de las Naciones, declararía a los futuros conflictos bélicos como atentatorios contra el
derecho de gentes. El 28 de junio de 1919, los firmantes del tratado de Versailles refrendaron el estatuto de la
Sociedad de las Naciones, la cual inició sus actividades en Ginebra el 16 de enero de 1920, y celebró su primera
asamblea en noviembre de dicho año (1).

El canciller argentino Honorio Pueyrredón fijó la posición oficial en una nota del 18 de julio de 1919, que
establecía: a) aceptar el funcionamiento de la Sociedad, pero rechazando la segregación de los países neutrales en
las asambleas públicas; y b) impugnar la distinción que los vencedores hacían entre beligerantes y neutrales, pues la
misma contradecía los fundamentos constitutivos de una sociedad con la pretensión de resguardar la paz entre las
naciones (2).

Una vez ratificado el tratado de paz en Versailles, el presidente del Consejo Supremo de la Sociedad de las
Naciones, George Clemenceau, se dirigió por telegrama el 20 de enero de 1920 al presidente Yrigoyen, invitando a la
Argentina a adherirse al Pacto de la Sociedad de las Naciones. Yrigoyen aceptó la invitación, ratificando los términos
de adhesión efectuados en julio de 1919. Tras obtener el acuerdo del Senado, el poder ejecutivo nombró, en octubre
de 1920, a la delegación que representaría a la Argentina en la Liga de las Naciones. La misma estaba encabezada
por el canciller Honorio Pueyrredón, e integrada por el entonces embajador argentino en París, Marcelo Torcuato de
Alvear; el embajador argentino en Viena, Felipe Pérez; el consejero Roberto Levillier y el asesor técnico Daniel
Antokoletz. Las instrucciones más importantes del gobierno argentino a su delegación fueron las siguientes:

II- La delegación sostendrá que, tratándose de una sociedad llamada a establecer la paz futura entre las naciones, no
cabe distingo de "beligerantes" y "neutrales" para los Estados que formen parte de ella.

III- Sostendrá, como cuestión fundamental, que sean por igual admitidos a incorporarse a la Sociedad de las
Naciones, todos los Estados reconocidos como tales por la comunidad internacional.
IV- La delegación procurará que se suprima del pacto la denominación de potencias "aliadas y asociadas", así como
cualquier otra expresión que importe establecer un vínculo entre la nueva institución que se crea y la pasada guerra.
(...)

IX- Propondrá que los miembros del Consejo sean elegidos por la Asamblea, conforme al principio de la igualdad de
los Estados y a base de que, dentro de un período de tiempo, todos los Estados que formen la Sociedad lleguen a
estar representados en el Consejo. (...)

XI- La delegación tendrá presente que la República Argentina repudia la guerra de conquista y considera ilegítima
toda apropiación violenta de territorio ajeno.

XII- Sostendrá el principio del arbitraje general y obligatorio para todos los asuntos que no hayan podido
solucionarse por la vía diplomática, con excepción de las cuestiones que afecten preceptos de la constitución política
de los Estados. Para las controversias internacionales que según las leyes locales deben resolverse por los tribunales
de cada país, se establecerá la facultad de no someterlos al juicio arbitral antes que la jurisdicción nacional se haya
pronunciado definitivamente. (...)

XVI- Respecto a los mandatos coloniales, propiciará la fórmula que coloque a los pueblos incapaces de gobernarse
por sí mismos en condiciones de progresar moral y materialmente y constituir con el tiempo Estados libres e
independientes.

XVII- La delegación tendrá presente, como fundamentales, los siguientes principios:

a) La igualdad de todos los Estados soberanos;

b) El principio de la autodeterminación de los pueblos;

c) La libertad de los mares;

d) La inviolabilidad de la propiedad privada en la guerra marítima;

e) La restricción del concepto de contrabando y la adopción de reglas precisas y uniformes al respecto;

f) La declaración de que los productos naturales del país no deben calificarse de contrabando de guerra, pues sirven
para satisfacer las necesidades normales y primordiales de la humanidad;

g) La existencia de una moral internacional.

XVIII- Todas las cuestiones serán consideradas por la delegación dentro de las orientaciones generales de las
presentes instrucciones y teniendo en cuenta los fines que persigue la Sociedad de las Naciones. Los puntos dudosos
serán consultados con el Poder Ejecutivo de la Nación (3).

El 7 de diciembre de 1920, la delegación argentina se retiró de la Sociedad de las Naciones que sesionaba en
Ginebra, debido a la negativa de las naciones vencedoras de la guerra a aceptar la posición argentina de que todos
los estados soberanos formaran parte de la Sociedad sin excepciones de carácter discriminatorio. La delegación
argentina argumentaba su postura universalista en el principio de que "la victoria no da derechos (4)".

Al inaugurar las sesiones del período parlamentario de 1921, el presidente Yrigoyen se refirió al retiro de la
delegación argentina en Ginebra en los siguientes términos:

El Poder Ejecutivo se había adherido a la idea de una liga de las naciones, con el fin de fundamentar la paz universal.
Invitado a dar su opinión sobre el proyecto del Pacto, rehusó adelantarla en la forma privada y enteramente sin
carácter oficial que se le pedía, contestando que, animado del más amplio espíritu, se disponía a concurrir a la
discusión pública con el firme propósito de propender a la realización y estabilidad de la misma, y de acuerdo con
este concepto expresó su adhesión sin reserva a la idea esencial.

Invitado más tarde a concurrir a la discusión pública que debía tener lugar en la primera Asamblea que se reunió en
Ginebra el 15 de noviembre de 1920, y entre cuyos objetivos figuraba la discusión de las enmiendas del Pacto, la
delegación argentina propuso como esenciales los principios de la universalidad de la Sociedad de las Naciones y de
la igualdad de todos los Estados soberanos.

Postergada la consideración de estos principios, el Gobierno argentino entendió que sin la aceptación de dichas
bases fundamentales no se llenaba el ideal que él tuvo en vista al adherirse a la formación de la liga de las naciones
para asegurar la paz de la humanidad, y en consecuencia postergada su consagración, la delegación argentina
procedió a retirarse del seno de la Asamblea (5).

En 1926, ya durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear (1922-1928) -quien había sido integrante de la delegación
argentina en Ginebra-, el poder ejecutivo nombró a Tomás A. Le Breton como delegado argentino para que
participara en el estudio de la organización del Consejo de la Sociedad de las Naciones. Al finalizar el debate general
sobre este tema el 11 de mayo de dicho año, Le Breton ratificó los principios que habían determinado el retiro de la
delegación argentina de la primera Asamblea de la Sociedad de las Naciones en Ginebra en 1920:

Diré solamente algunas palabras para que la Comisión de Redacción pueda tener cuenta de las razones y alcance de
nuestra adhesión. He tenido oportunidad de manifestar ya, que los principios en que se basa la opinión argentina
sobre el asunto materia de nuestras deliberaciones son los mismos que expusiera la delegación que representó a
nuestro país en la primera Asamblea, es decir, la mayor democratización del Comité Directivo con la más amplia
rotación de sus miembros. Repetí entonces que aceptaríamos la atenuación de la reelección que preveía también
aquella proposición y que en resumen admitiríamos todas las modificaciones tendentes a estos propósitos,
consecuentes con este modo de ver y a pesar de los inconvenientes serios de acrecer el Consejo. Mientras sea
necesario mantener el régimen de la unanimidad, aceptamos el plan británico de aumento de los miembros
efectivos, que lleva el Consejo a catorce, como asimismo la forma de rotación propuesta en vista de la mayoría
especial que se exige, todo con el alto propósito de contribuir a solucionar las dificultades en forma conciliatoria.

Nuestro principio doctrinario de tender a la democratización de la Liga nos hace esperar que un día todo privilegio
desaparezca, alcanzándose la igualdad política y jurídica que anhelamos. Llamados a dar nuestra sincera apreciación
sobre las soluciones justas y equitativas, debemos mantener el compromiso contraído espontáneamente ante la
Asamblea con anterioridad a estas incidencias al iniciarse la vida de la liga en un propósito de la más elevada
imparcialidad. Debo asimismo dejar constancia de algunos puntos de vista generales, para evitar todo equívoco
sobre la actitud argentina; procurando sintetizar los esenciales, no creemos que puedan existir zonas de influencia
dentro de la vida común de las naciones que forman esta liga; nuestro país no pretende para sí una importancia
especial en nuestra América, pero, lógico en su fe democrática y consciente de su absoluta individualidad como
Estado, no concibe que por concepto alguno pueda ceder en rango a ningún otro.(...) (6)

La actitud del gobierno argentino ante el pacto Briand-Kellogg (agosto de 1928)

El 27 de agosto de 1928, el secretario de Estado del presidente Calvin Coolidge, Frank B. Kellogg, firmó en París con
el ministro de asuntos exteriores francés, Aristide Briand, a propuesta del último, el llamado pacto Briand-Kellogg.
Este acuerdo fue firmado en la capital francesa por los representantes de 15 naciones, a las que se adhirieron otros
54 Estados hasta finales de 1929. El ambicioso propósito del pacto Briand-Kellogg era el de renunciar a la guerra
como medio para resolver los conflictos internacionales. El 17 de diciembre de 1928, el Senado norteamericano
declaró su apoyo al pacto, pero colocó la reserva de la utilización de la Doctrina Monroe en defensa propia. Esta
reserva generó a su vez el rechazo de los gobiernos de la Argentina, Uruguay, Bolivia y El Salvador al llamado de
Kellogg (1).

La bancada radical en Diputados justificó la negativa del gobierno de Yrigoyen a respaldar el pacto Briand-Kellogg,
sosteniendo que la presencia de tropas norteamericanas en El Salvador contradecía sus buenas intenciones (2).

Relaciones exteriores con Alemania:

La tercera fase (1918-1930).

La construcción de una red de espionaje alemana y su objetivo de fortalecer la presencia del capital alemán en el
mercado argentino

A pesar del fracaso evidenciado en la Primera Guerra, Alemania trató de restablecer su red de espionaje y
propaganda en la Argentina con el fin de recobrar la importante presencia económica adquirida antes de 1914. En
las últimas semanas de la guerra, los hombres de negocios norteamericanos acusaron a los comerciantes alemanes
de contribuir a la declinación en el número de pedidos de bienes norteamericanos en el mercado argentino. En
diciembre de 1918, el censor postal de Estados Unidos hizo referencia a un preocupante incremento del comercio
alemán con la Argentina en esos días. Basado en datos de correspondencia que logró interceptar, este censor
concluyó que si bien la política de listas negras de los países aliados estorbaron las actividades de las firmas
alemanas y de las casas comerciales argentinas que comerciaban con Alemania, los alemanes estaban desarrollando
su comercio a través de un "complicado sistema de intermediarios y espías". Este censor norteamericano citó las
industrias petrolera, textil y papelera como los focos de interés y actividad de los alemanes en la Argentina (1).
Con el fin de la guerra, las compañías alemanas estuvieron dispuestas a una ofensiva cuyo objetivo fue el de
reclamar los negocios perdidos en el mercado argentino en beneficio del capital norteamericano. La propaganda
germana contra los países aliados continuó durante el año 1919. En marzo de dicho año, el periódico Defensa hizo su
aparición en Buenos Aires, lanzándose a la crítica del capital extranjero y de las listas negras aplicadas por los países
aliados. De acuerdo con el encargado militar norteamericano, este periódico estuvo financiado por la Cámara de
Comercio alemana en Buenos Aires, el Banco Alemán Transatlántico y el Banco Germánico, con el fin de despertar
los temores argentinos respecto de la explotación aliada. Los norteamericanos consideraron que la propaganda
alemana estuvo vinculada a algo que trascendía los intereses comerciales de aquel país: el afán de desestabilización
política.

El censor postal norteamericano acusó a los agentes y hombres de negocios alemanes de promover "el desorden,
la quema de cosechas, etc., y también el descrédito de los bienes manufacturados norteamericanos, allanando el
camino para los fabricantes de productos manufacturados alemanes". No obstante, aunque los norteamericanos
recolectaron copiosa evidencia de la propaganda de Alemania relacionada con sus ambiciones económicas,
encontraron pocas pruebas que confirmasen las sospechas respecto de la contribución alemana al desorden político
interno argentino (2).

Los agentes de inteligencia norteamericanos creyeron que el subsecretario de relaciones exteriores, Diego Luis
Molinari, trabajaba activamente en favor de los intereses alemanes. De acuerdo con las fuentes aportadas por el
Departamento de Inteligencia Naval norteamericano, Molinari tenía mayor acceso al presidente Yrigoyen que el
propio canciller Honorio Pueyrredón. La actitud antinorteamericana evidenciada por el subsecretario fundamentó
las sospechas de espionaje que sobre su persona tuvieron las agencias de inteligencia norteamericanas, pues la línea
que separaba una actitud de antipatía hacia Estados Unidos con una de apoyo a Alemania era en ese momento
difusa.

La posible conexión entre los intereses alemanes y los japoneses en el mercado argentino también preocupó a los
organismos de inteligencia norteamericanos. La División de Inteligencia Militar del ejército norteamericano sostuvo
que luego del armisticio una red de espionaje de origen japonés arribó a la Argentina. De acuerdo con las fuentes
norteamericanas, los agentes de espionaje japoneses en Sudamérica ofrecieron en los últimos meses de 1918
asistencia financiera a los alemanes a cambio del acceso a su red de espionaje en la región (3).

Por cierto, la influencia alemana en la Argentina no se limitó tan sólo al plano económico y político. Dos semanas
después del fin de la Primera Guerra, la Oficina de Inteligencia Naval de la marina norteamericana notaba quela
educación y cultura alemanas han influenciado a un amplio número de argentinos, los que a su vez son un grupo
intelectualmente poderoso. Con la derrota de la misma Alemania, y especialmente con el ascendente poder militar
de Estados Unidos, las mentes de este grupo de personas adoptarán un perfil bien conocido. En las mentes de la
mayoría de los sudamericanos, (...) el enemigo mayor o el enemigo potencial es Estados Unidos. Comparada con esta
nación, Alemania nunca fue percibida como una muy cercana o real amenaza. Ahora Alemania deja definitivamente
de ser un peligro, pero inversamente Estados Unidos se vuelve una amenaza más grande que nunca antes (4).

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