Relajación Progresiva de Koeppen
Relajación Progresiva de Koeppen
Relajación Progresiva de Koeppen
ÁVILA
Esta sencilla, pero efectiva técnica, se basa en la tensión y la distensión de diferentes grupos
musculares. Es breve, dinámica e incluye ejercicios de visualizaciones, lo que la convierte en
una actividad divertida para los más pequeños.
La técnica de relajación Koeppen es un ejercicio muy completo pues, además de perseguir la
propia relajación, consigue que los niños sean capaces de reconocer su propio cuerpo y las
distintas emociones.
Pasos a seguir
Es importante que los niños sepan la utilidad del ejercicio, y la explicación se realiza a partir
de emociones y estados de ánimo que saben reconocer: “cuando estás nervioso, cuando te
enfadas, cuando no puedes dormir… notas cómo tus músculos se tensan sin darte cuenta, y
eso te hace estar muy incómodo. Si consigues aprender a relajarte, cuando estés nervioso
podrás controlar esa tensión y te irás sintiendo mejor.”
El objetivo es que, planteado a modo de juego, los niños sean capaces de tensar y relajar los
diferentes grupos musculares. Ésta es la parte más entretenida de la relajación.
Vamos a coger otro limón, pero lo vamos a exprimir con más fuerza que antes, muy muy
fuerte, eso es. Mira qué tensos tienes la mano y el brazo.
Ya está exprimido, ahora déjalo caer. ¿Ves, fíjate qué bien estás cuando estás relajado?, qué
bien están tu mano y tu brazo, ¿a que te sientes mejor? Vamos a coger otro limón más, pero
ahora tenemos que exprimirlo con mucha más fuerza que antes, esta vez no tiene que
quedar ni una gota de zumo. Aprieta fuerte, más fuerte, que no quede nada…
Ahora, vuelve a soltar el limón. Vuelve a notar qué tu mano y tu brazo, qué relajados y qué a
gusto están…” El proceso se repite con la mano derecha.
fantástico. Hace sol y calor, hay un estanque muy cerca de ti. Te sientes muy cómoda y
feliz…
De pronto… ¿qué pasa? No lo sabes bien, pero sientes que estás en peligro, sientes miedo.
¡Tienes que esconderte! ¡Mete tu cabeza en el caparazón! Lo haces llevando tus hombros
hacia tus orejas, con la cabeza entre los hombros, así, bien escondida, muy protegida.
Ya está… no hay peligro, sal de tu caparazón, no tienes nada que temer. Vuelve a relajarte
tumbada al sol, siente sus rayos sobre tu cara. Vuelve a disfrutar plácidamente del paisaje…
Siente tus hombros que ya no están tensos, tu cuello también relajado, estás muy cómoda…
El ejercicio se repite tres veces.
nariz, las mejillas, la boca y la frente también se arrugan, también se ponen tensos. Hasta tus
ojos se tensan…
Bien, la mosca ya se ha ido, por fin te ha dejado tranquilo. Ya puedes relajar toda tu cara: tu
nariz, tus mejillas, tu frente… Tu cara está tranquila, sin una sola arruga. Tú también estás
tranquilo y relajado.
Repetimos tres veces el proceso.
crees que puedas lograrlo. La única forma de hacerlo es meter tu estómago todo lo que
puedas. Hacerlo tan delgadito que consigas que tu cuerpo consiga atravesar la valla.
Trata de meter hacia adentro todo lo que puedas tu estómago. Mételo lo más que puedas,
que llegue casi a tocar la columna. ¡Venga, un poco más de esfuerzo! Déjalo muy metido,
con todas tus fuerzas. Estás a punto de conseguirlo, no te desanimes.
Muy bien, has conseguido atravesar la valla. Ya está al otro lado. Deja tu estómago flojo.
Relájate. Vuelve a tu posición normal. Siente qué bien estás, qué relajado.
Podemos realizar este ejercicio dos veces.