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El geólogo en la exploración y producción de hidrocarburos

Dado que es evidente que los hidrocarburos se generan, se mueven o migran, y


se entrampan o acumulan en un yacimiento localizado en un preciso lugar
geológico del subsuelo profundo, y que este subsuelo fue edificado por los
procesos y leyes geológicas, la industria de los hidrocarburos ha venido a
desarrollar una geología, un tanto especial, que se conoce como geología del
petróleo.
Esta disciplina se nutre de todos los conocimientos y conceptos que, puramente
geológicos, se ocupan o relacionan con las cuencas sedimentarias y sus
mecanismos de deformación, pero también incorpora otras muchas herramientas
que constituyen una fuente de datos, directos e indirectos, que pueden ser
traducidos a procesos y atributos geológicos.
Los más significativos ejemplos de estas herramientas son los relativos a la
interpretación de numerosos métodos geofísicos (sísmica de reflexión, gravimetría
y magnetismo, principalmente), de los registros de propiedades físicas, naturales o
inducidas, obtenidas desde la pared de los pozos profundos (radiactividad natural,
resistividad, velocidad de una onda acústica, densidad, etc.) y de los análisis
geoquímicos realizados tanto sobre muestras de superficie y pozo como en
petróleos (contenido y tipo de materia orgánica, indicadores de maduración o de
metamorfismo de muy bajo grado, cromatografía y espectrometría de masas,
biomarcadores, etc.).
Este conjunto de ciencias de la Tierra, disciplinas, herramientas y datos,
convenientemente adquiridos e interpretados, constituyen lo que comúnmente se
conoce como geología del petróleo y ella conforma la base conceptual y operativa
que es usada en la búsqueda y producción de los hidrocarburos líquidos y
gaseosos.
Las líneas precedentes son más que suficientes para indicar cuál es el objeto de la
geología del petróleo, pero quizá son insuficientes para mostrar su enorme
importancia en un mundo tan dependiente de los hidrocarburos. Por ello, quizá
conviene añadir que los hidrocarburos no son sólo fuentes de energía sino
también el soporte de una industria química que, al igual que la energética, es
necesaria para lo que ha venido a llamarse Estado o Sociedad del bienestar.
El impacto en este bienestar socioeconómico y los problemas derivados de las
dificultades de encontrar nuevas reservas de hidrocarburos quedan reflejados en
la figura 1, pues indica tanto la previsible demanda de hidrocarburos de nuestra
sociedad como el alarmante desequilibrio existente entre el consumo y la
incorporación de recursos nuevos o futuros, sea desde nuevos descubrimientos o
desde mejoras en los viejos yacimientos.
La geología del petróleo es pues la herramienta creada por el hombre, mezcla de
ciencia y tecnología que, inmersa en un proceso de investigación continua, trata
de asegurar el abastecimiento en hidrocarburos que demandan tanto las
sociedades del mundo industrializado como las que aún se encuentran en fase de
desarrollo.
La demanda y dificultad de encontrar nuevos yacimientos son traducidas
inmediatamente a precios del petróleo y del gas en el mercado global,
circunstancia que obliga a que la geología del petróleo haya abierto un abanico
de especializaciones, que se ocupan de encontrar y producir hidrocarburos del
modo más económico posible, disciplinas que pueden ser resumidas y expresadas
en:
 Geología de cuencas sedimentarias.
 Estratigrafía secuencial.
 Geología estructural.
 Geología de pozo.
 Diagrafías de pozo.
 Geoquímica orgánica o del petróleo.
Interpretación geológica de los métodos geofísicos, especialmente de la sísmica
de reflexión.
Geología de yacimientos.
Especializaciones que además cuentan con la inestimable ayuda de otras
disciplinas, no puramente geológicas, tales como las ingenierías de yacimiento y
de superficie, la perforación de pozos profundos en todas sus modalidades y el
análisis de proyectos exploratorios desde una óptica puramente económica.
Es así como la geología del petróleo, cuyo fin es encontrar y producir
hidrocarburos, realiza multitud de trabajos que, procedentes de una base
conceptual geológica y de distintas herramientas especializadas, se aplican o
ponen en obra, en general autoalimentándose y según requieren las diferentes
fases de un proyecto exploratorio.
Estas cuatro fases —diríamos que clásicas— de la actividad exploratoria, se
apoyan y nutren de esas especializaciones que en párrafos anteriores fueron
esquemáticamente enunciadas y que ahora pasamos a describir con más
detenimiento:
Geología de pozo. Dedicada al control geológico, instantáneo y diferido, de todos
los atributos geológicos de la columna cortada en un sondeo de exploración o
producción. El control instantáneo es la base de la prevención de las peligrosas, y
por ello no deseadas, erupciones a superficie de petróleo, gas o incluso agua.
El control diferido es la elaboración de un informe final que reunirá tanto lo provisto
por los ripios y lodo de perforación como lo facilitado por las diagrafías de pozo y
las operaciones dedicadas a la exacta correlación entre la profundidad y el tiempo
sísmico.
Interpretación geológica de las numerosas diagrafías que se registran en un pozo.
Se ocupa de establecer la traducción a datos geológicos de las diferentes y
numerosas medidas eléctricas, acústicas, magnéticas, radioactivas y nucleares,
procedentes de estos registros de pozo. Trabajo especialmente dedicado a la
identificación y valoración de rocas almacén y rocas sello, cuantificación de las
zonas impregnadas en hidrocarburo (tipo, porcentajes de hidrocarburo y agua
contenidas en la porosidad), caracterización de fracturas y micro-fracturas, de
medios sedimentarios y su ordenación en secuencias de depósito, obtención de
datos estructurales (buzamientos, fallas, pliegues, discordancias), identificación de
rocas madre de hidrocarburos y un largo etc. Conjunto de datos que trata de
convertir la sección cortada por un pozo en un afloramiento al que se le extrajeran
todos los atributos geológicos que contiene y las zonas mineralizadas o
impregnadas en hidrocarburo.
Valoración de muestras y procesos, procedentes de pozo o de afloramiento, de
rocas generadoras de hidrocarburos o rocas madre, lo que se suele conocer como
geoquímica del petróleo y de la que podemos diferenciar dos técnicas y trabajos
diferentes: la geoquímica puramente analítica y la geoquímica geológica. La pri-
mera trata de estimar la riqueza de las muestras, el tipo de materia orgánica que
contienen, el tipo de hidrocarburo que expulsarán, el grado de madurez que po-
seen, la correlación de petróleos con petróleos y de éstos con rocas madre. La se-
gunda o geológica, reúne los datos precedentes y los traslada e integra en la his-
toria geológica de la cuenca para conseguir informaciones tales como: medio
sedimentario de depósito de la roca madre y su previsible continuidad paleogeo-
gráfica, condiciones de enterramiento (tiempo y temperatura) en que la roca
madre alcanzó, o si no lo hizo, alcanzará las ventanas de expulsión de petróleo y
gas en otro lugar de la cuenca sedimentaria, localización de este lugar, eventos
térmicos ocurridos, evaluación de la magnitud de los procesos erosivos y un largo
etc., que busca situar, en el tiempo y en el espacio, la cocina o cocinas de hidro-
carburos, las vías de migración de éste hacia las trampas y la relación temporal
entre la edad de la migración o migraciones y la edad de la trampas.
Interpretación geológica, estructural y sedimentaria, de las imágenes provistas por
las líneas sísmicas: tipo, edad y volumen de las trampas, identificación de medios
sedimentarios y de los almacenes y sellos que pueden contener. Dada la notable
calidad alcanzada por las líneas sísmicas modernas, especialmente por los
programas conocidos como sísmica en tres dimensiones (3D), puede afirmarse
que la traducción de sus imágenes a información geológica (sedimentológica,
paleogeográfica y estructural), ocupa hoy una de las mayores dedicaciones de los
profesionales de base geológica. Es así como, desde hace una decena de años,
las compañías de exploración-producción dedican a sus geólogos y geofísicos a
trabajar-interpretar en equipo, si bien y en general, el geofísico se ocupa de la
adquisición y procesado de las campañas sísmicas y el geólogo de la traducción
de sus imágenes a toda la amplia gama de datos geológicos que de ellas pueden
obtenerse. Puede entonces decirse que geología y geofísica son inseparables y
que ambas son el núcleo y motor de la moderna exploración de hidrocarburos.
Interpretación de datos, a escala de cuenca, procedentes de gravimetría y
magnetismo. Métodos cada vez más en desuso, por el simple hecho de que las
cuencas sedimentarias del planeta poseen ya un elevado grado de información, de
gran escala o regional, procedente de mapas de superficie, líneas sísmicas y
pozos, y porque estos métodos de penetrar-interpretar el subsuelo profundo, son
mucho menos precisos que los facilitados por la sísmica de reflexión. Puede así
afirmarse que no encontraremos un sondeo perforado en los 30 últimos años que
no haya sido propuesto mediante el concurso de la sísmica de reflexión.
Geología de yacimiento. Especialmente dedicada a la más precisa caracterización
sedimentaria de los almacenes mineralizados en hidrocarburos. Se trata de
miniaturizar la geometría y volumen de los cuerpos rocosos que significan
almacén impregnado en hidrocarburo, de las heterogeneidades que, ya sea por su
medio sedimentario de depósito o por las impuestas por la deformación tectónica,
significan barreras de permeabilidad entre ellos. Cada una de estas barreras de
las líneas de flujo del hidrocarburo hacia los pozos de producción, significará la
necesidad de perforar más pozos para producir el petróleo y el gas contenido en el
yacimiento. Conocer y definir la posición del número de pozos necesarios y el
volumen y las características del almacén impregnado que drenará cada pozo de
producción son objetivos de esta disciplina, conocida como geología de
yacimiento, que precisa de una estrecha colaboración entre el geólogo y el
ingeniero de yacimientos.
Geología integral o de cuenca que, realizada por profesionales no especialistas
pero con conocimientos de todo lo anterior, se ocupan de interpretar el contenido
global de una cuenca sedimentaria y localizar las reducidas áreas de la misma,
donde es probable que se encuentren los yacimientos de hidrocarburos.
Se podría decir que sobre esta actividad recae el inicio y el fin de la exploración,
pues es ella la que debe proveer de: las áreas prospectivas, el potencial de
recursos que pueden contener, la planificación y valoración de los trabajos e
inversiones necesarias para alcanzar esa expectativa de recursos, y la
cuantificación del riesgo geológico, expresa- da en probabilidad de éxito del
programa exploratorio, que los datos e interpretaciones manejadas involucran.
Hoy, ya no se pide a un geólogo la realización de un informe meramente
geológico- exploratorio, sino que se exige la discusión y valoración numérica de la
probabilidad de presencia de las seis condiciones necesarias para que exista un
yacimiento:
 Roca madre activa. Generación y expulsión de hidrocarburos desde un
volumen de cuenca conocido como cocina.
 Almacén. Roca porosa y permeable que lo almacene y permita producirlo.
 Vía de migración. Comunicación útil entre la cocina y el almacén.
 Sello. Roca impermeable que envuelva el almacén y detenga la migración
hacia la superficie del hidrocarburo.
 Trampa. Volumen de almacén cerrado por el sello, creado en una edad
anterior a la edad de la migración del hidrocarburo.
 Conservación. Ausencia de todo tipo de procesos geológicos que puedan
haber destruido el viejo yacimiento.
La probabilidad final será el producto de las probabilidades individuales, luego si
una sola falla, es cero y no habrá yacimiento.
A pesar de la enorme dificultad que tales condiciones representan, los precios del
gas y el petróleo en los mercados mundiales y los miedos a la falta de
abastecimiento han llevado a que la histórica actividad exploratoria sobre las
cuencas sedimentarias del planeta haya sido tan intensa que su alto grado de
exploración, millones de pozos, traduce una creciente y añadida dificultad para
encontrar nuevos yacimientos. Tal es así, que podemos resaltar que todo el
desarrollo científico y tecnológico introducido en las cuatro últimas décadas por
esta moderna geología del petróleo, ha sido mucho menos eficaz o productivo que
el viejo concepto exploratorio de la trampa creada por un anticlinal. Esta
afirmación viene contrastada por el hecho de que el 50-60 por ciento de todos los
hidrocarburos descubiertos, ya consumidos o por consumir, fueron encontrados en
la primera mitad del siglo pasado con la sencilla herramienta del mapa geológico
de superficie y rudimentarios métodos geofísicos. Esta observación viene a
explicar por qué las compañías han ido abriendo caminos a medida que se
desarrollaban nuevas tecnologías capaces de llevar los conocimientos geológicos
y los equipos a las cuencas no exploradas: primero las llanas y cubiertas selvas,
segundo las plataformas marinas y hoy las aguas profundas y ultra-profundas
(3.000 metros) de los márgenes continentales.
Esta necesaria diversificación y especialización de conocimientos hace que
podamos resumir que las compañías de exploración y producción se preocupen
de procurar una formación completa y diversa a los geólogos del petróleo que en
ellas trabajan, y para ello nada mejor que rotarlos o hacerlos pasar sucesiva y
cíclicamente por todo lo que incluyen las actividades que en la industria se
conocen como operaciones de exploración, nuevas áreas, análisis de proyectos,
síntesis de cuencas y yacimientos. Esta formación profesional, que las compañías
procuran dar a sus geólogos, es bastante usual que los lleve a un desarrollo
profesional que esquemáticamente se puede resumir en los siguientes pasos:
1. Asistencia a cursos en los que se trata de mostrar los conceptos, valores,
aplicaciones y programas informáticos relativos a algunas de las
herramientas propias de la industria: geoquímica, petrofísica y
sedimentología desde las diagrafías de pozo, interpretación sísmica y
control geológico de un pozo, yacimientos, cálculos de reservas y riesgos,
etc.
2. Estancias como asistente y posteriormente como responsable del control
geológico de pozo.
3. Integración en un equipo de trabajo de nuevas áreas o de operaciones de
exploración, tanto en las oficinas centrales como en cualquiera de los
países donde la compañía es activa.
4. Asignación como responsable y, más tarde, como jefe de exploración de
uno de estos equipos.
5. A partir de este último empleo, un geólogo del petróleo se verá obligado a
elegir entre su continuidad en la rama técnica o su paso a la rama de
gestión.
Conocimientos que aporta
Una vez que se ha definido el objeto de la geología del petróleo y descrito el
trabajo que realiza, vamos a tratar de expresar los conocimientos que ella aporta,
cosa que haremos desde dos vertientes muy diferentes. Primero, con una mirada
retrospectiva al progreso geológico que ha promovido y, segundo, a lo que el
conocimiento de los recursos disponibles significa en la planificación de las
economías de los países en vías de desarrollo o ya desarrollados.
La dificultad inherente al subsuelo profundo y la pujanza de la industria de los
hidrocarburos promovió necesidades de todo tipo, que sin duda han contribuido
notablemente al progreso de la ciencia geológica. Ejemplos muy significativos de
estos conocimientos que inició la geología del petróleo y que hoy son usuales,
diríamos que obligados en los trabajos geológicos, pueden ser resumidos como
sigue:
El pequeño tamaño de las muestras de pozo obligó al desarrollo del
micropaleontología en sus diversas variantes: foraminíferos primero, y más tarde
nano plancton, pólenes, etc. Era ésta la única forma de poder asignar una edad a
los sedimentos cortados por un pozo exploratorio. La biocronoestratigrafía como
herramienta básica de correlación entre pozos, y entre éstos y los afloramientos.
La creciente calidad de las líneas sísmicas de reflexión promovió el progreso
conceptual derivado de los cambios de nivel marino y lo que ello implica en la
organización y distribución de los sedimentos. Curvas eustáticas y secuencias de
depósito significaron una revolución geológica en la interpretación de las columnas
sedimentarias y todo ello nació de un grupo de geólogos del petróleo y de su
intento de aproximar edades de los sedimentos, a partir de la información
trasmitida por las líneas sísmicas. Un nuevo paso en el campo de la
sedimentología se realizó cuando la sísmica tridimensional nos permitió visualizar,
sobre grandes superficies, las pautas de distribución rocosa de numerosos medios
sedimentarios, muy especialmente a los que genéricamente conocemos como de
aguas profundas. La necesidad de conocer la geometría, distribución y conexión o
desconexión de los cuerpos que significan una roca almacén, obligó a este
esfuerzo investigador, cuyo progreso se ha extendido a una importante rama de lo
que hoy se llama o conoce como geología marina. También y desde esta calidad
sísmica se ha dado un paso de gigante en la visualización e interpretación de los
sistemas de deformación, contractivos, extensivos y salinos, desde profundidades
hace años impensables hasta niveles superficiales, a los que no por ser más
accesibles a nuestra observación en campo, acabábamos de comprender. Un
ejemplo muy significativo de este progreso geológico puede expresarse en el
hecho de que la deformación halocinética y halotectónica ha creado una base
conceptual y diferenciado una nomenclatura estructural exclusiva de la geología
del petróleo: mock, turtle back, weld, salt window, overhang, toe thrust, minibasin,
grow fault etc.
La geoquímica del petróleo promovió dos conocimientos que por sorprendentes
podrían calificarse de ciencia ficción. Ellos son los biomarcadores o herencia
genética impresa en los hidrocarburos líquidos de organismos extinguidos millones
de años atrás, y los termómetros con reloj que representan las huellas de fisión de
los apatitos contenidos en los sedimentos detríticos. Si a ello unimos los
conocimientos derivados de lo que podríamos calificar de metamorfismo de muy
bajo grado, se ha ampliado considerablemente la escala de entendimiento de los
procesos tiempo-presión-temperatura a los que son sometidos los sedimentos de
una cuenca.
De otra parte, esta vez, más económica que científica, la geología del petróleo
permite visualizar, y quizá planificar, un futuro energético. Para ello sólo hay que
tomar en consideración las cifras relativas a la distribución geográfica de las
reservas mundiales de petróleo y gas que periódicamente son publicadas por la
industria. Si estas se combinan con la previsión, siempre azarosa, de la
incorporación vía exploración de nuevos recursos, quizá podamos entender el
porqué del espectacular desarrollo como fuente energética del limpio gas natural.
Y como hemos hablado del menos contaminante gas natural, merece la pena
indicar que se emplean las mismas técnicas que la geología del petróleo puso a
punto y utiliza, tanto para el almacenamiento subterráneo de esta fuente
energética como reservas estratégicas y de consumos punta, como para el
secuestro e inyección de los gases de efecto invernadero, como el preocupante
CO2, los residuos de nuestras centrales nucleares o la llamada hidrogeología
profunda. ¿Qué sería de éstos sin las herramientas y técnicas facilitadas por la
geología del petróleo?
Profesionales con los que se relaciona
Como el trabajo de abastecer al mundo de esa materia, no renovable, que
personalizan los hidrocarburos, es demasiado complejo y precisa de las grandes
inversiones que representan las operaciones de exploración y producción, las
compañías han tratado y tratan de reducir los llamados costos de encontrar,
desarrollar y producir hidrocarburos. Y nada parece más apropiado para ello que
interconectar y responsabilizar a las ciencias y tecnologías más adecuadas:
geología-geofísica, ingeniería, economía y, recientemente, informática. Es de esta
forma por lo que hoy un geólogo del petróleo no es un especialista aislado en un
mundo exclusivamente geológico, pues ha de integrarse en equipos
multidisciplinares que reúnen profesionales de muy diferente procedencia
académica. Por razones lógicas que no es preciso expresar, es evidente que los
grados de comunicación interprofesional serán muy diferentes, pues nunca será
tan estrecha la comunicación entre geólogos, geofísicos e ingenieros de
yacimientos y de perforación, como la existente entre este grupo de profesionales
y otros dedicados a temas tan necesarios y a la vez distantes, tales como
economistas, biólogos, químicos, informáticos, geógrafos y jurídicos, entre otros
muchos.
De otra parte, una de las relaciones profesionales más atractivas por lo que de
intercambio de culturas significa, es sin duda la provista por la frecuente discusión-
colaboración con geólogos de múltiples nacionalidades que trabajan en la propia
compañía o en otras compañías e instituciones. Aunque el apelativo de
multinacional no provenga de aquí, es evidente que el conglomerado multiétnico y
los viajes o estancias en países un tanto exóticos, en el que un geólogo del
petróleo se encuentra inmerso, representan una fuente de riqueza técnica y
cultural que va mucho más allá de la que puede obtenerse con la asidua lectura de
las revistas especializadas.
Para ultimar esta ya larga visión de la geología del petróleo, podríamos
preguntarnos quiénes son los principales clientes y beneficiarios de esta larga
serie de tareas que, sea de forma individual o en equipo, ocupan la vida
profesional de un geólogo. La respuesta a esta pregunta podríamos reducirla a
tres grandes grupos, que por orden de importancia serían:
La sociedad, tan necesitada de esa energía e industria química que proviene de
los hidrocarburos. El mantenimiento o acceso al llamado Estado del bienestar.
Las compañías, privadas, mixtas o públicas, que obtienen considerables
beneficios que no serían sostenibles sin esos primer y segundo paso que
personalizan la exploración y la producción.
Y, por último, las llamadas ciencias de la Tierra, por lo que, con menos frecuencia
de lo que nos gustaría, hay de transferencia de conocimientos entre la industria y
la academia.
Finalmente, nos gustaría añadir que la geología del petróleo es una actividad que,
aun- que no exenta de desilusiones —pues no hay nada que duela más que un
pozo seco— es capaz de llenar toda una vida profesional en la que ni la rutina ni la
monotonía suelen tener cabida.
La importancia de la geología de producción en la Industria Petrolera, consiste en
lograr extraer hidrocarburos del subsuelo, para lograr esto, se debe conocer
detalladamente el yacimiento con el que se está trabajando, reduciendo así la
incertidumbre. El interés de este trabajo es ampliar el conocimiento de cómo los
Ingenieros de Petróleos y geólogos de la mano con la Geología pueden ayudar a
obtener más hidrocarburos de los campos existentes, partiendo de su
conocimiento como base al momento de tomar decisiones en la extracción de
hidrocarburos
El objetivo práctico de este trabajo fue el de realizar un texto que reúna todas las
especificaciones y procesos de la geología de producción, en el que se muestra
información de temas como la caracterización detallada de un yacimiento
convencional y no convencional, ubicación de las reservas remanentes,
incrustaciones, entre otros; esta será de utilidad como una herramienta didáctica a
nivel de pregrado y posgrado, y al mismo tiempo como guía de consulta para
personal en la industria petrolera en general. Pues la aplicación adecuada de la
geología de producción permite describir y conocer detalladamente el yacimiento
con el que se está trabajando, reduciendo la incertidumbre al momento de
desarrollar una operación de extracción y producción de hidrocarburos del
subsuelo, consecuentemente mayores ganancias económicas.
La geología de producción toma un papel importante en un equipo de subsuelo; un
equipo que dirige la producción para un campo y busca la forma de obtener
hidrocarburos fuera de este, siendo la responsable del entendimiento de la
estructura geológica del yacimiento y de crear su representación, usualmente
usando software especializados. Su importancia consiste en lograr extraer la
mayor cantidad de hidrocarburos, y lo que más influye en poder alcanzar este
propósito, es conocer detalladamente el yacimiento con el que se está trabajando,
reduciendo así la incertidumbre.
La geología del petróleo es una de las ramas de la geología de mayor importancia
económica y cuenta principalmente con dos etapas que son: exploración y
desarrollo [1]. La geología de exploración de hidrocarburos se basa en lograr la
localización de posibles yacimientos; que, por su caracterización, se obtiene de la
geometría espacial del prospecto, y de la estimación de reservas potenciales.
Mientras que, la geología de desarrollo, se basa en la explotación de las reservas
de hidrocarburo que han sido encontradas y caracterizadas previamente.
En la exploración de hidrocarburos, el objetivo inicial es identificar un sistema
petrolero, que se compone de roca madre, roca reservorio, roca sello y trampa;
además, debe existir migración de fluidos y darse en sincronía en un mismo
tiempo geológico [2]. De manera que, las condiciones geológicas para que exista
acumulación de hidrocarburos son únicas. Ulmishek y Klemme (1990) definieron
que existen tres niveles sedimentarios que tienen casi el 70 % de la concentración
hidrocarburos en el mundo, correspondientes al periodo Jurásico (25 %), Cretácico
(29 %) y al Oligoceno-Mioceno (22 %) [3]. En Ecuador el nivel sedimentario
principal está en el Cretácico, en las Formaciones Hollín y Napo, que se
encuentran a profundidades mayores a 8 mil pies (2.438 metros); por ello, la
investigación y la perforación de pozos constituyen un desafío que requiere de
técnicas de carácter geológico para su optimización.
La investigación geológica en exploración, se desarrolla a partir de una secuencia
de estudios como: Geología de superficie, que emplea técnicas como descripción
de rocas e indicios de petróleo o gas en superficie; Exploración geofísica, para
obtener secciones sísmicas que muestran las diferentes capas sedimentarias del
subsuelo; Geología del subsuelo, a través de la perforación de pozos exploratorios
y de avanzada en donde se obtienen ripios y perfiles eléctricos de pozo;
Exploración geoquímica, con análisis químicos para determinar la cantidad,
calidad y madurez termal de la materia orgánica que, confirme la presencia de una
roca madre (ver figura 1) [2] . Estos datos sirven para determinar si un área es de
interés económico, comparado con la dificultad que pueda existir para extraer los
hidrocarburos del subsuelo a través de la perforación de pozos.
En países con historia de producción petrolera como Venezuela, Brasil, Ecuador,
entre otros, la investigación geológica de exploración radica en la importancia de
incorporar nuevas reservas [8]. En Ecuador, hasta inicios del año 2019, del total
de reservas descubiertas, se ha explotado un aproximado de 6.246 millones de
barriles y, cuenta con aproximadamente 2.239 millones de barriles de reservas
aun disponibles, distribuidas en 1.303 millones de barriles de reservas probadas,
276 millones de barriles de reservas probables y 660 millones de barriles de
reservas posibles (ver figura 2) [9]; es decir, del total de reservas de petróleo
descubiertas aun quedaría aproximadamente la cuarta parte por ser extraído.
Definidos los campos petroleros, se planifican campañas de perforación de pozos,
que pueden ser de geometría vertical, direccional u horizontal, según como se
requiera su llegada al reservorio en el subsuelo [10]. Debido a la profundidad de
los yacimientos, en Ecuador los pozos pueden alcanzar una trayectoria de
profundidad mayor a 10 mil pies (3.048 metros) y proyección vertical mayor a 8 mil
pies (2.438 metros). En vista de ello, la inversión económica en la perforación de
un pozo puede variar dependiendo de su complejidad y tiempo; pero según datos
analizados del 2014, los costos podrían superar fácilmente los 6.6 millones de
dólares por pozo [11]; por ello, se busca optimizar la operación técnica en
recursos económicos con el objetivo de evitar problemas operacionales que
impliquen pérdidas económicas y de tiempo, debido a que se requiere cumplir con
una meta de número de pozos perforados anuales [8] para mantener o aumentar
la producción.
En los trabajos de geología de desarrollo se realizan estudios previos y durante la
perforación. Inicialmente, se interpretan modelos geológicos para la ubicación de
un nuevo pozo de desarrollo que garantice una producción de hidrocarburos lo
más óptima posible. Posteriormente, se enfoca en la optimización de las
operaciones de perforación para llegar al objetivo, que es el yacimiento. Las
principales técnicas de apoyo al análisis geológico durante la perforación de
pozos, se desarrollan con la unidad de geología, el control geomecánico y a partir
de la lectura de registros eléctricos (LWD, Logging While Drilling) ensamblados en
las herramientas de perforación (ver figura 3), los mismos que se detallan a
continuación.
En la unidad de geología del pozo, se realizan análisis de: control litológico,
registro de parámetros de perforación, registro de cromatografía de gases y
análisis de hidrocarburos [10]. El control litológico consiste en la interpretación de
las rocas perforadas a través de los ripios, lo que operacionalmente ayuda a
advertir de la presencia de rocas muy duras que pueden dañar seriamente las
herramientas de perforación. El registro de parámetros de perforación permite la
identificación de condiciones anómalas como pérdidas de fluido en litologías
permeables, atascos de tubería, falta de limpieza del hoyo, diferencial de
presiones en formaciones porosas y disminución de la tasa de perforación.
En el registro de la cromatografía de gases se realiza el análisis de las
concentraciones y el tipo de gases para determinar el tipo de hidrocarburo en el
yacimiento y, en el caso de existir altas concentraciones de gas, se alerta sobre
posibles arremetidas de pozo o incendios catastróficos. Los análisis de
hidrocarburos presentes en el pozo consisten en realizar una prueba de
fluorescencia de hidrocarburo impregnado con disolvente sobre ripios o granos de
arena a través del corte, lo cual permite conocer el tipo de hidrocarburo y
movilidad en los poros del yacimiento.
El control geomecánico consiste en un análisis de estabilidad del pozo, a través
del estudio de los cortes o ripios de perforación y datos de trayectoria del pozo;
empleando un software que establece curvas gráficas que indican las zonas
críticas de inestabilidad. Este tipo de análisis ha sido implementado cada vez más
en la perforación debido a que, la existencia de varios pozos preexistentes en
campos desarrollados, obliga a que los nuevos pozos a perforar deban alcanzar
una geometría más compleja para evitar el choque/colapso con ellos.
En cuanto a los registros eléctricos ensamblados en las herramientas de
perforación (LWD), consideradas de detección, evalúan las propiedades de las
formaciones geológicas como tipo de roca, topes de las diferentes formaciones
geológicas, ambientes de depósito, profundidad y presencia de hidrocarburos en
el yacimiento, durante la perforación [15]. En pozos horizontales este tipo de
registros permite realizar una perforación segura dentro del reservorio, ya que se
puede conocer si se está perforando horizontalmente la roca con petróleo; lo que
favorece para la producción de hidrocarburos.
Finalmente, es importante mencionar que las técnicas geológicas empleadas en la
exploración y desarrollo de campos pueden requerir de una inversión económica
considerable; sin embargo, en relación al beneficio que se obtiene de estas, su
costo sería cubierto al poco tiempo por una producción de hidrocarburos
optimizada. No obstante, en el caso de Ecuador, se han registrado menores
costos en operaciones como la perforación de pozos, en comparación con otros
países de la región debido a facilidades logísticas [11], pero que además está
relacionado a la optimización en las operaciones de perforación, incluyendo las
técnicas de apoyo geológico.

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