Análisis Del Cuento El Vaso de Leche

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Análisis del cuento

El vaso de leche
Seguramente sabes que en este mundo hay gente que tiene mucho y otra que
tiene muy poco, lo que es motivo de extensas disquisiciones de políticos,
teóricos, religiosos, entre otros, que no se cansan de analizar las circunstancias
de dicha desigualdad y cómo remediarla.

Seguramente sabes que en este mundo hay gente que tiene mucho y otra que
tiene muy poco, lo que es motivo de extensas disquisiciones de políticos,
teóricos, religiosos, entre otros, que no se cansan de analizar las circunstancias
de dicha desigualdad y cómo remediarla.

Analistas de todas partes del globo fundamentan sus teorías macro


económicas donde acumulan cifras y más cifras sin llegar al meollo del asunto.
¿Y cuál es ese meollo?

Difícil precisarlo, dependerá del punto de vista de cada uno, pero sí hay algo
que está claro es que el momento en que la pobreza se torna más complicada
es cuando afecta a un sujeto específico que se juega su supervivencia día a
día y por más que ese sujeto intenta salir de esa fatal circunstancia, no lo
consigue.

Una sutil fotografía acerca de la pobreza y la necesidad es la que logra


elaborar magistralmente el escritor argentino- chileno Manuel Rojas en su
cuento El Vaso de Leche. Y es que pocos autores han logrado un dibujo tan
acabado de una circunstancia tan aguda como es la de experimentar hambre y
no tener a quien acudir. El fragmento que sigue nos permite verificar la
magnífica capacidad del autor para graficar en palabras un momento cargado
de profundo dramatismo:

“Le acometió entonces una desesperación aguda. ¡Tenía hambre, hambre,


hambre! Un hambre que lo doblegaba como un latigazo; veía todo a través de
una niebla azul y al andar vacilaba como un borracho. Sin embargo, no habría
podido quejarse ni gritar, pues su sufrimiento era obscuro y fatigante; no era
dolor, sino angustia sorda, acabamiento; le parecía que estaba aplastado por
un gran peso.

… Sintió de pronto como una quemadura en las entrañas, y se detuvo. Se fue


inclinando, inclinando, doblándose forzadamente como una barra de hierro, y
creyó que iba a caer. En ese instante, como si una ventana se hubiera abierto
ante él, vio su casa, el paisaje que se veía desde ella, el rostro de su madre y
el de sus hermanas, todo lo que él quería y amaba apareció y desapareció ante
sus ojos cerrados por la fatiga… Después, poco a poco, cesó el
desvanecimiento y se fue enderezando, mientras la quemadura se enfriaba
despacio. Por fin se irguió, respirando profundamente. Una hora más y caería
al suelo”.

Esta aguda descripción es la antesala de lo que al parecer, el autor realmente


quiere resaltar, el encuentro de la necesidad frente a la humanidad. De este
modo el relato doloroso se transforma en un acto de redención del ser
humano, que en la fragilidad de su existencia, se encuentra frente a frente con
el amor profundo y desinteresado de una mano amiga que sin conocer detalles,
presta su mano para ayudarle a salir de ese hoyo negro llamado indiferencia
trocándola en humanidad.

Manuel Rojas escribe desde su propia experiencia personal, no es un autor


de grandes ficciones ni relatos de fantasía, tampoco de héroes fuertes ni
exitosos, es más bien un escritor de historias mínimas y sus personajes
siempre están enfrentando la vida como sobrevivientes que esperan una nueva
oportunidad. Cuando se le pregunta acerca de los temas de su literatura, afirma
“La experiencia me ha ido dando los temas. Escribo sobre lo que conozco, de
lo que la vida me ha hecho sentir”.

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www.escritores.cl/base.php?f1=semblanzas/texto/m_rojas.htm

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