Redc119 01 Alonso+garcia
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CINCO INTERROGANTES
Conventionality Control: Five Issues
Cómo citar/Citation
Alonso García, R. (2020).
El control de convencionalidad: cinco interrogantes.
Revista Española de Derecho Constitucional, 119, 13-51.
doi: https://doi.org/10.18042/cepc/redc.119.01
Resumen
Palabras clave
Abstract
The Spanish Constitutional Court has clearly proclaimed that it is within the
powers of the Ordinary Judge the solution of compatibility problems concerning
14 RICARDO ALONSO GARCÍA
Keywords
SUMARIO
1
«El criterio de la lex posterior», puntualizaría el TC, poco después, en su Sentencia
14/1981, de 29 de abril, «evitará planteamientos de cuestiones que puedan resolverse
por la vía de la derogación afirmada en sede jurisdiccional, dejando la intervención
del Tribunal Constitucional para aquellos supuestos en que la persistencia de inter-
pretaciones contrarias a la Constitución o la dispersión de criterios reclamen una
solución de alcance general, con los efectos que disponen los arts. 38.1, 39.1 y 40.2
de la LOTC».
2
De «mutación constitucional» habla nuestro Consejo de Estado en su Informe sobre
modificaciones de la Constitución Española, de 16 de febrero de 2006, pp. 75 y 113.
Sobre las teorizaciones clásicas de la expresión y sus límites, puede verse Rollnert
Liern (2014: 125 y ss.).
3
STJCE de 9 de marzo de 1978 (106/77).
4
STJCE de 11 de julio de 1989 (170/88).
Así quedó, pues, bien asentada por el TC, hace casi treinta años, la
competencia del juez ordinario para inaplicar leyes por contrarias al derecho
entonces comunitario, hoy de la Unión; competencia, además, de natura-
leza plena, en el sentido de que, a diferencia de la del control de constitucio-
nalidad de las leyes preconstitucionales, compartida entre el juez ordinario
y el juez constitucional, esta de control de «europeidad» de las leyes, tanto
anteriores como posteriores a nuestra adhesión, recaía, en términos exclu-
sivos, en el juez ordinario (sin perjuicio, como se expondrá más adelante, del
control último que más tarde se reservaría el TC, por la vía del recurso de
amparo, «frente a inaplicaciones judiciales arbitrarias o insuficientemente
fundadas de la ley española en nombre de la primacía del derecho comuni-
tario europeo»)5.
A los hasta ahora referidos poderes del juez ordinario de inaplicación de
leyes por contrarias a la Constitución y al derecho de la Unión se sumarán, a
5
Sentencia 58/2004, de 19 de abril.
[…] «este es uno de los casos en los que la aplicación del principio de preva-
lencia del derecho estatal no determina la derogación de la norma autonómica
ni ha de conducir a su nulidad por inconstitucionalidad sobrevenida, sino que
puede resolverse […] inaplicando la ley autonómica por considerar prevalente
la posterior legislación básica estatal. Supone el único resultado constitucional-
mente respetuoso con la plenitud del ordenamiento jurídico (art. 149.3 CE), si
el asunto no se hubiera judicializado, y es el único también al que en todo caso
6
A la que seguirían las SSTC 116/2016, de 20 de junio, 127/2016, de 7 de julio, y
204/2016, de 1 de diciembre, todas ellas minuciosamente analizadas por Fernández
Farreres (2017: 47 y ss.).
puede llegar el órgano judicial que conoce del mismo en vía contencioso-admi-
nistrativa, tras el planteamiento y estimación de una cuestión de inconstitucio-
nalidad ante este Tribunal, la cual resulta por todo ello innecesaria». En
definitiva, «esa prevalencia del derecho estatal debe jugar en tanto no haya sido
puesta en duda la constitucionalidad de la legislación básica modificada, pues
en tal caso el juez sí debería plantear cuestión de inconstitucionalidad, pero no
sobre la legislación autonómica sino sobre la propia legislación básica posterior,
si considerase que, efectivamente, concurrían las condiciones para ello».
Así las cosas, el control del juez ordinario sobre la ley en nuestro sistema
jurídico se ha visto ampliado e intensificado con la STC 140/2018, de 20 de
diciembre, en la que el TC ha venido a proclamar, de manera frontal y expresa,
los poderes del juez ordinario para inaplicar leyes por contrarias a tratados
internacionales.
7
«Escaso bagaje» es la expresión utilizada por Andrés Sáenz de Santa María (2018:
366).
8
Al que se adhirieron Asúa Batarrita y Valdés Dal-Ré.
[…] la cuestión a resolver en esta sede no versa sobre la compatibilidad entre los
tratados internacionales concernidos9 y la regulación legal10, sino sobre la premisa
de partida; esto es, sobre si el análisis de constitucionalidad puede o debe incluir un
examen sobre la compatibilidad entre tratados y ley interna, y si ese eventual juicio
puede derivar en la declaración de inconstitucionalidad de una ley interna por
oposición a un tratado, sobre la base de la previsión contenida en el artículo 96 CE.
9
Concretamente: el I Convenio de Ginebra, para aliviar la suerte que corren los heridos
y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña, el II Convenio de Ginebra, para
aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas
armadas en el mar, el III Convenio de Ginebra, relativo al trato debido a los prisioneros
de guerra, y el IV Convenio de Ginebra de protección de personas civiles en tiempo de
guerra (todos ellos de 12 de agosto de 1949); la Convención de Naciones Unidas contra
la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes (de 10 de diciembre
de 1984), y, finalmente, la Convención Internacional para la protección de todas las
personas contra las desapariciones forzadas (de 20 de diciembre de 2006).
10
Concretamente, la nueva redacción del art. 23.4 LOPJ, apartados a), b) y c), derivada
de la LO 1/2014 y restrictiva del ámbito de la jurisdicción universal previamente
previsto en la LOPJ.
11
La noción fue por primera aludida, exactamente, por Sergio García Ramírez, a la
sazón, juez y, poco después, presidente de la Corte, en su voto particular concurrente
en el asunto Mack Chang v. Guatemala, resuelto por sentencia de 25 de noviembre de
2003.
12
Sentado lo cual, la Corte IDH no tardó en precisar que los tribunales internos debían
ejercitar el control de convencionalidad «evidentemente en el marco de sus respec-
tivas competencias y de las regulaciones procesales correspondientes» (véase asunto
Alfaro Aguado e.a. v. Perú, resuelto por sentencia de 24 de noviembre de 2006).
13
Paradigmática por su procedencia resulta la opinión de García Ramírez, que, en un
trabajo publicado en el año 2011, escribía lo siguiente (151): «Sin perjuicio de la prefe-
rencia por uno u otro régimen de control [concentrado o difuso], lo cierto es que la
Corte Interamericana no se ha pronunciado por ninguno de ellos con preferencia
sobre el otro. Lo importante es que haya control de convencionalidad. Resulta secun-
dario y opinable —y en todo caso depende de las circunstancias nacionales— el
método que se elija, mientras no excluya el cumplimiento del deber de control que
atañe a los depositarios de la función jurisdiccional pública». Y concluía: «Nos
hallamos, pues, ante una decisión de método que compete a los Estados, soberana-
mente». En la misma línea y más recientemente, véase la opinión del también juez y
exvicepresidente de la Corte, Vio Grossi (2018: 317).
14
Con otras palabras, la noción americana del «control de convencionalidad» se apro-
xima no tanto, aunque también, a la previsión del art. 31 («prevalencia») de la Ley
25/2014, de 27 de noviembre, de Tratados y otros Acuerdos Internacionales, como de
16
Puntualizo: en el caso de los tratados válidamente concluidos sin autorización parla-
mentaria (art. 94.2 CE), su prevalencia es solamente sobre leyes posteriores (pues para
prevalecer sobre las anteriores habrían requerido tal autorización por imperativo del
art. 94.1.e CE). En contra, defendiendo la prevalencia de tales tratados sobre las leyes,
tanto anteriores como posteriores, véase Matia Portilla (2018: 124). No se entiende
muy bien, sin embargo, cómo es posible llegar a semejante conclusión tras haber soste-
nido que si «un tratado incurre en vicios relacionados con el consentimiento del Estado
español […] desde una perspectiva interna resulta indudable que estaríamos en
presencia de una norma nula [a declarar por el Tribunal Constitucional], por haberse
adoptado al margen del procedimiento constitucionalmente previsto» (ibid.: 77).
17
E incluso a los efectos, según doctrina consolidada del Consejo de Estado, de amparar
la incursión de los tratados, sin más, en ámbitos bajo reserva de ley (véanse, por
ejemplo, los dictámenes de 6 de noviembre de 2014, n.º exp. 975/2014, y de 8 de
octubre de 2015, n.º exp. 735/2015).
18
Véase asunto Van Gend en Loos (1963): «Ha de llegarse a la conclusión de que la
Comunidad constituye un nuevo ordenamiento jurídico de Derecho internacional».
«A diferencia de los Tratados internacionales ordinarios», puntualizaría poco después
en el asunto Flaminio Costa (1964), «el Tratado de la CEE creó un ordenamiento jurí-
dico propio».
Procede recordar, una vez más, que los tratados internacionales no integran el
canon de constitucionalidad bajo el que hayan de examinarse las leyes internas,
al margen de su valor hermenéutico ex art. 10.2 CE en el caso de los textos
internacionales sobre derechos humanos […]. La eventual contradicción entre
la regulación interna y los convenios y tratados internacionales ratificados por
España no determina por sí misma violación constitucional alguna; se trata de
un juicio de aplicabilidad —control de convencionalidad— que pertenece al
ámbito de la legalidad ordinaria.
Sin perjuicio de cuanto acaba de indicarse, valga advertir que no apreciamos que
la regulación contenida en el art. 52 d) LET contradiga lo dispuesto en el párrafo
1 del art. 6 del Convenio 158 de la OIT, conforme al cual la ausencia del trabajo
por motivo de enfermedad o lesión no debe constituir una causa justificada de
terminación de la relación laboral. Debe tenerse en cuenta que en el párrafo 2
del mismo art. 6 del Convenio se precisa que la «definición de lo que constituye
una ausencia temporal de trabajo, la medida en que exigirá un certificado
médico y las posibles limitaciones a la aplicación del párrafo 1 del presente
artículo serán determinadas de conformidad con los métodos de aplicación
mencionados en el artículo 1 del presente Convenio», a cuyo tenor deberá
«darse efecto a las disposiciones del presente convenio por medio de la legisla-
ción nacional, excepto en la medida en que esas disposiciones se apliquen por
vía de contratos colectivos, laudos arbitrales o sentencias judiciales, o de cual-
quier otra forma conforme a la práctica nacional». Es decir, el legislador puede
establecer, dentro de su margen de configuración y ponderando los derechos e inte-
reses en conflicto, limitaciones a la aplicación del párrafo 1 del art. 6 del Convenio
158 de la OIT, como efectivamente lo ha hecho mediante la regulación contenida
en el art. 52 d) LET. Por lo demás, esta regulación se acomoda a lo dispuesto
como regla general en el art. 4 del propio Convenio 158 de la OIT, conforme
al cual cabe poner término al contrato de trabajo cuando exista causa justifi-
cada para ello, relacionada con la capacidad o la conducta del trabajador o
basada en las necesidades de funcionamiento de la empresa. Entre ellas sin
Así las cosas, el TSJ de Cataluña dictaba a los pocos meses el pronuncia-
miento antes referido, en el que puede leerse lo siguiente:
19
Convención de Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discri-
minación contra la mujer de 10 de diciembre de 1979, ratificada por España el 16 de
diciembre de 1983 (CEDAW — Convention on the Elimination of all Forms of
Discrimination Against Women).
20
Ley 25/2014, de Tratados y otros Acuerdos Internacionales. Su art. 31, recordemos,
dispone lo siguiente: «Las normas jurídicas contenidas en los tratados internacionales
válidamente celebrados y publicados oficialmente prevalecerán sobre cualquier otra
norma del ordenamiento interno en caso de conflicto con ellas, salvo las normas de
rango constitucional».
21
Apenas un mes después, el art. 52.d ET sería finalmente derogado por el Real Decreto
Ley 4/2020, de 18 de febrero.
22
El Convenio 155 OIT, sobre seguridad y salud de los trabajadores, no aparece
mencionado en la STC 118/2019. Otro tanto cabe decir de la Carta Social Europea.
Finalmente, por lo que respecta a la CEDAW, y según recuerda la propia STJ, «la
STC 118/2019, como apunta el voto particular de la Magistrada doña María Luisa
Balaguer Callejón, no aborda la cuestión de la discriminación indirecta que supone
consagrar una causa de despido, como las ausencias intermitentes en el trabajo, que
afecta estadísticamente más a las mujeres que a los hombres».
23
Léase obiter dictum, al ser singular.
24
Que, por cierto, maneja con cierta confusión la STJ, atribuyéndole textualmente un
contenido que corresponde, realmente, no al articulado, en sí mismo considerado, de
la Carta, sino a su interpretación a la luz del anexo (parte integrante, según el artículo
N, de la Carta).
25
«La Constitución es la norma suprema del ordenamiento jurídico, y vincula a todos
los Jueces y Tribunales, quienes interpretarán y aplicarán las leyes y los reglamentos según
los preceptos y principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos
que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo
de procesos».
26
Fruto de la reforma del año 2007 (concretamente, de la Ley Orgánica 6/2007, de 24
de mayo). «El Tribunal Constitucional», dispone el art. 4.1 LOTC, «delimitará el
ámbito de su jurisdicción y adoptará cuantas medidas sean necesarias para preser-
varla, incluyendo la declaración de nulidad de aquellos actos o resoluciones que la
menoscaben; asimismo podrá apreciar de oficio o a instancia de parte su competencia
o incompetencia». «En todo caso», reza, por su parte, el art. 40.2 LOTC, «la juris-
prudencia de los tribunales de justicia recaída sobre leyes, disposiciones o actos enjui-
ciados por el Tribunal Constitucional habrá de entenderse corregida por la doctrina
derivada de las sentencias y autos que resuelvan los procesos constitucionales».
27
Convendría, pues, atajar de inmediato cualquier intento de reproducir en el terreno
de la convencionalidad los episodios de confrontación, en ocasiones muy tensos,
vividos al hilo de la delimitación fronteriza entre la constitucionalidad y la legalidad
ordinaria. Como bien resume Banacloche Palao (2018: 17 y ss.): «A lo largo de estos
cuarenta años, han tenido lugar diversos episodios reveladores de una relación muy
tensa entre el Tribunal Supremo, “órgano jurisdiccional superior en todos los órdenes
(jurisdiccionales)” (art. 123.1 CE) y el Tribunal Constitucional, que es el superior
“en materia de garantías constitucionales” (art. 123.1 CE). Y no sólo porque al
primero le ha resultado difícil asumir doctrinas elaboradas por el segundo que no
compartía, sino también porque, en ocasiones, el Tribunal Supremo discutía que se
estuviera realmente ante una cuestión de naturaleza constitucional y no de legalidad
ordinaria. La solución a este problema no resulta sencilla, especialmente cuando se
debe al segundo motivo, dado que entonces el Tribunal Supremo niega in radice la
competencia del Tribunal Constitucional para pronunciarse sobre un asunto. La Ley
Orgánica 6/2007, de 24 de mayo, por la que se modificaba la Ley Orgánica 2/1979,
de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional, ha intentado zanjar la cuestión […]
según la normativa actual, una materia es de naturaleza constitucional si así lo indica
el Tribunal Constitucional, y lo que declare al respecto debe ser respetado por todos
los Tribunales ordinarios, incluido el Tribunal Supremo».
28
Véase, por ejemplo, la STC 22/2017, de 13 de febrero, en la que se recuerda que «la
negativa manifiesta al cumplimiento del deber de acatamiento de la doctrina del
Tribunal Constitucional […] supone una quiebra patente del mandato recogido en el
art. 5.1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, de la que deriva la consiguiente lesión
del derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el art. 24.1 CE».
29
De «pauta interpretativa indisponible» habla, por ejemplo, y sin ir más lejos, la STC
23/2020, de 13 de febrero.
30
Recuérdese que el art. 94.1 c) de la Constitución incluye entre los tratados necesi-
tados de autorización parlamentaria aquellos que «afecten a los derechos y deberes
fundamentales establecidos en el Título I».
31
Según destacó la STC 91/2000, de 30 de marzo, «esa decisión del constituyente [de
incorporar el art. 10.2 a nuestro texto constitucional] expresa el reconocimiento de
nuestra coincidencia con el ámbito de valores e intereses que dichos instrumentos
protegen, así como nuestra voluntad como Nación de incorporarnos a un orden jurí-
dico internacional que propugna la defensa y protección de los derechos humanos
como base fundamental de la organización del Estado». Ello asumido, como ha insis-
tido hasta la saciedad el TC, como puede verse en la propia Sentencia 140/2018, «que
los tratados internacionales no integran el canon de constitucionalidad bajo el que
hayan de examinarse las leyes internas, al margen de su valor hermenéutico ex
art. 10.2 CE en el caso de los textos internacionales sobre derechos humanos».
32
Véanse las SSTC 270/2015, de 17 de diciembre; 19/2016, de 4 de febrero; 29/2016,
de 18 de febrero, y 61/2016, de 17 de marzo.
34
Esto es, con ocasión de la impugnación de sus actos de aplicación.
35
Véase el art. 26 LJCA.
36
Véase el art. 70 LJCA.
37
En el caso de los tratados internacionales, porque así expresamente lo dispone el
art. 96.1 CE. En el de las normas europeas, porque entre dichos tratados figuran, según
el TC, los de la Unión Europea, así como el derecho derivado dotado de eficacia directa
(véase, por ejemplo, la Sentencia 58/2004, de 19 de abril). Son varias, por lo demás, las
alusiones del TC al acervo comunitario integrado en nuestro ordenamiento (véanse
DTC 1/2004, de 13 de diciembre, o STC 100/2012, de 8 de mayo) o incorporado a este
(véanse, por ejemplo, STC 145/2012, de 2 de julio, o STC 215/2014, de 18 de
diciembre). Por lo demás, resulta particularmente discutible, como señalé en el texto,
mantener una rígida separación entre ordenamientos cuando las normas internas se
dirigen, de manera expresa y específica, a transponer la normativa internacional o
europea (paradigmáticamente, las directivas) en el ámbito interno.
38
Véase, en la misma línea, Díez-Hochleitner (2015: 583-584).
39
Véase la opinión favorable, al respecto, del Consejo de Estado, en su Informe sobre la
inserción del Derecho europeo en el ordenamiento español, de 14 de febrero de 2008,
pp. 223-224.
40
Véanse, por ejemplo, la STS 4224/2003, de 17 de junio, admitiendo expresamente la
posibilidad de tal anulación, y la STS 4259/2010, de 1 de junio, anulando efectiva-
mente diversos preceptos del Real Decreto 240/2007, regulador de la entrada, libre
circulación y residencia de ciudadanos de la Unión, por ser excesivamente restrictivos
en relación con la Directiva 2004/38. Especialmente paradigmática resulta la STS
807/2015, de 10 de febrero (del Pleno de la Sala Tercera), que anuló no solo un precepto
del Reglamento de Extranjería por contrario a la Directiva Retorno, sino también otro,
por el mismo motivo, que se limitaba, a su vez, a reproducir literalmente una disposi-
ción de la Ley de Extranjería, que fue simplemente inaplicada (simultaneando la misma
STS, pues, la anulación reglamentaria con la inaplicación legal).
41
Véanse, por ejemplo, la STS 4901/2014, de 19 de noviembre, confirmando la anula-
ción de una orden del Ministerio y Hacienda en relación con el impuesto sobre cons-
trucciones, instalaciones y obras por vulneración del Acuerdo con la Santa Sede de
1979 sobre Asuntos Económicos, y la STS 1492/2019, de 30 de octubre, anulando
un anexo de un decreto asturiano también por vulneración de un Acuerdo con la
Santa Sede de 1979, en este caso sobre enseñanza y asuntos culturales.
42
Véase el Informe sobre modificaciones de la Constitución Española, del Consejo de
Estado, ya citado, pp. 75-76 y 113 y ss.
43
Doctrina esta consolidada del TJUE que arranca del asunto Comisión v. Francia
(167/73), resuelto por sentencia de 4 de abril de 1974.
44
Véase el asunto Comisión v. Países Bajos (72/85), resuelto por sentencia de 20 de
marzo de 1986.
En el ámbito del derecho de la Unión, tal sería el supuesto, en mi opinión, y como sostuve
45
hace años, de las «leyes reivindicatorias de la cesión de soberanía», entendiendo por tales:
1) aquellas opuestas a la normativa europea de manera diáfana, explicitando consciente-
mente el legislador su voluntad de recuperar unilateralmente la cesión en su momento
operada en favor la Unión, y 2) aquellas declaradas contrarias al derecho de la Unión en
el específico marco de un recurso por incumplimiento, manifestando el legislador, por
acción u omisión, su voluntad de no derogarlas o modificarlas. En ambos casos esta-
ríamos, creo, ante una inconstitucionalidad (de naturaleza sobrevenida en este segundo
supuesto) por vulneración sustancial del art. 93, cuya constatación debería recaer en
exclusiva en el TC, bien por la vía directa de un recurso de inconstitucionalidad (en el
primero de los casos), bien por la indirecta de una cuestión de inconstitucionalidad (en
ambos casos). Véase Alonso García (2003: 53 y ss.). Aunque por la naturaleza patente de
la transgresión constitucional sería altísimamente improbable que esta no fuera declarada
por el TC, siempre quedaría en manos del juez ordinario la decisión última de inaplicar
la ley por contraria a la Unión: véanse asuntos acumulados Melki y Abdeli (C-188 y
189/10), resueltos por sentencia de 22 de junio de 2010, en la que el TJUE sostuvo que
«en la medida en que el Derecho nacional prev[ea] la obligación de iniciar un procedi-
miento incidental de control de constitucionalidad que pueda impedir que el juez
nacional deje inmediatamente inaplicada una disposición legislativa nacional que ese juez
considere contraria al Derecho de la Unión, el funcionamiento del sistema establecido
por el artículo 267 TFUE exige no obstante que ese juez esté facultado para adoptar toda
medida necesaria para asegurar la tutela judicial provisional de los derechos conferidos
por el ordenamiento jurídico de la Unión, por una parte, y por otra parte para dejar
inaplicada, una vez finalizado ese procedimiento incidental, dicha disposición legislativa
nacional si la considera contraria al Derecho de la Unión».
46
En las antípodas de mi opinión, véase Jimena Quesada (2019: 444-445).
47
No creo determinante para un cambio de discurso el hecho de que algún día España
se decidiera a ratificar el Protocolo 16 al CEDH, que prevé la opinión consultiva soli-
citada al TEDH por los jueces nacionales en el contexto de los litigios de los que
están conociendo. Ello porque, al margen de que esta carece formalmente de valor
vinculante (art. 5), ha de contextualizarse en un sistema, como el del CEDH, que, a
diferencia del sistema de la Unión, ni impone un control judicial nacional difuso ni
exige la inaplicación inmediata de las leyes con él incompatibles. Cuestión distinta es
que la opinión emitida por el TEDH a solicitud del juez ordinario refuerce, en su
caso, los términos del planteamiento de la cuestión de inconstitucionalidad, y que,
llegado el momento, se pueda modular nuestro régimen de medidas cautelares y de
resolución de tales cuestiones en términos de preferencia y celeridad. Sobre el referido
protocolo puede verse, entre los estudios más recientes, Lemmens (2019: 691 y ss.);
entre nosotros, Hinojo Rojas (2018: 675 y ss.) y Cacho Sánchez (2019: 171 y ss.).
48
Asumido que existen, asimismo, otras muchas normas europeas que están redac-
tadas, también en muchas ocasiones, de manera bastante más precisa y detallada que
los tratados internacionales.
49
Sin ir más lejos, tal fue precisamente el caso en el que el Tribunal de Justicia proclamó
por vez primera el principio de eficacia directa vinculado a los tratados constitutivos
(asunto ya mencionado Van Gend en Loos), en el que el juez neerlandés remitente
planteó al Tribunal de Justicia, literalmente, «si el artículo 12 del Tratado CEE tiene
efecto interno, o dicho en otros términos, si los justiciables pueden invocar, basán-
dose en dicho artículo, derechos individuales que el Juez deba proteger».
50
En realidad, los supuestos a) y b) podrían unirse en uno solo, a saber, la no aplicación
de una norma interna por supuestamente contraria al derecho de la Unión sin previo
planteamiento de la cuestión prejudicial, cuando este resulte obligatorio ex art. 267
TFUE a la luz de la doctrina CILFIT; de hecho, los supuestos a) ii) y b) creo que son
los mismos: un incorrecto uso de la noción de «acto aclarado».
51
O lo que es igual, la aplicación de una norma interna con toda evidencia inaplicable
por haber sido declarada incompatible con el derecho de la Unión por el propio
Tribunal de Justicia, vía recurso por incumplimiento (véase la STC 145/2012, de 2
de julio) o vía prejudicial (véanse las SSTC 232/2015, de 5 de noviembre, y 75/2017,
de 19 de junio).
52
A dichos supuestos habría que añadir, en mi opinión, aquel, aún no abordado por el
TC, de la no aplicación del derecho derivado de la Unión por considerarlo inválido
sin planteamiento previo de la cuestión prejudicial, en la medida en que le sería
plenamente extrapolable la doctrina acerca de las inaplicaciones de leyes posconstitu-
cionales consideradas por la jurisdicción ordinaria, motu proprio, inconstitucionales
(véase la STC 23/1988, de 22 de febrero).
53
Lo cual implica, desde luego, descartar la exigencia de plantear la cuestión prejudi-
cial como conditio sine qua non para inaplicar la ley (véase el asunto Kücükdeveci,
resuelto por STJUE en Gran Sala, de 19 de enero de 2010, C‑555/07: «[…] el juez
nacional, ante una disposición nacional comprendida en el ámbito de aplicación del
Derecho de la Unión que estime incompatible con dicho principio y cuya interpreta-
ción conforme a éste resulte imposible, debe abstenerse de aplicar dicha disposición,
sin estar obligado a plantear previamente una petición de decisión prejudicial al
Tribunal de Justicia ni estar impedido para hacerlo»). Pero implica también descartar
la exigencia, más sutil, de certezas absolutas acerca de la contradicción con el derecho
de la Unión (véase el asunto Akerberg Fransson, resuelto por STJUE, también en
Gran Sala, de 26 de febrero de 2013, C‑617/10: «[…] el Derecho de la Unión se
opone a una práctica judicial que supedita la obligación del juez nacional de no
aplicar ninguna disposición que infrinja un derecho fundamental garantizado por la
Carta al requisito de que dicha infracción se deduzca claramente del texto de dicha
Carta o de la jurisprudencia en la materia, dado que priva al juez nacional de la
facultad de apreciar plenamente, con la cooperación del Tribunal de Justicia en su
caso, la compatibilidad de dicha disposición con la Carta» [léase, donde dice dere-
chos fundamentales de la Carta o simplemente Carta, disposiciones del derecho de
la Unión]).
54
A pesar de que la STC 37/2019 refirió la síntesis de su doctrina, expresamente, a la
«norma interna (tenga ésta rango de ley o no)», me cuesta creer que tal extensión inmoti-
vada de su discurso a las disposiciones reglamentarias se debiera a una operación cons-
ciente dirigida a situar estas en el mismo nivel que las leyes, sometiendo sus inaplicaciones
por el juez ordinario al más riguroso escrutinio propio, hasta ahora, de estas últimas.
55
Véanse, al respecto, por ejemplo, Sarmiento (2019), Huelin (2020) y Ripol (2020).
ordinario inaplicativas de leyes (en el caso, de la ley del sector eléctrico entonces
en vigor, que establecía el régimen de financiación del bono social eléctrico) por
contrarias al derecho de la Unión.
Así las cosas, de llegar a consolidarse esta tendencia hacia la que parece
apuntar la Sentencia 37/2019, creo que en ausencia de una institución estric-
tamente judicial, como es el Tribunal de Justicia (garante de una interpreta-
ción uniforme y suprema de una norma, como la europea, susceptible, a
priori, de tantas interpretaciones diversas como Estados miembros) y de un
mecanismo como el de la cuestión prejudicial (cuyo uso por el juez ordinario
en el contexto de interpretaciones dudosas de esa norma europea vendría, en
su caso, a respaldar sus conclusiones en términos de incompatibilidad con la
ley interna), el TC se inclinará hacia una intensificación aún mayor en su
labor revisora, por la vía del amparo, de la selección por el juez ordinario del
tratado internacional conducente a la inaplicación de la ley.
56
En el ámbito del derecho de la Unión, el TC no duda en entrar a conocer de posi-
bles vulneraciones de la reserva de ley orgánica o de la distribución territorial de
Así las cosas, hay que recordar que la STC 140/2018 se limitó a excluir
el art. 96 CE, y solo el art. 96 CE, como canon de constitucionalidad de las
leyes, rechazando, así, el control por el TC sobre estas por el único y exclusivo
motivo de ser contrarias a tratados internacionales. En ningún momento
declaró el TC, ni siquiera insinuó, que no pueda o deba conocer de la incons-
titucionalidad de una ley que, además de vulnerar un tratado, infrinja el texto
constitucional al margen del referido precepto57.
Ello implica que, de llegar a producirse esa doble vulneración, y con
independencia de que la misma se refiera a disposiciones de un tratado que
tengan reflejo en nuestra Constitución (significativamente, en el terreno de los
derechos fundamentales)58, el juez ordinario sigue estando obligado, en tales
supuestos, a respetar plenamente nuestro sistema de fuentes y de justicia cons-
titucional59, y, en consecuencia (de llegar a la conclusión de que existe la
infracción constitucional), a plantear la cuestión de inconstitucionalidad. Y
cabría, asimismo, interponer recurso de inconstitucionalidad (obviamente,
por quien tenga legitimación para hacerlo).
60
Según declaró el TJUE (Gran Sala) en el asunto The Minister for Justice and Equality
y Commissioner of the Garda Síochána (C‑378/17), resuelto por sentencia de 4 de
diciembre de 2018, el órgano jurisdiccional nacional que plantee «una cuestión de
interpretación de las disposiciones pertinentes del Derecho de la Unión, al estar
vinculado por la sentencia que el Tribunal de Justicia dicte con carácter prejudicial,
deberá proceder a la aplicación inmediata de dicha sentencia, si es necesario dejando
inaplicadas, en el ejercicio de su propia competencia, las disposiciones contrarias de la
legislación nacional».
61
Adviértase, en todo caso, que se trata de una lectura en pura clave interna del modus
operandi de la cuestión de inconstitucionalidad en nuestro sistema jurídico, ampa-
rada por la neutralidad del sistema de la Unión al respecto. De hecho, el TJUE ha
admitido expresamente la posibilidad de una precedencia del control incidental de
constitucionalidad sobre el control, vía prejudicial, de europeidad. Significativo
resulta al respecto el fallo de la sentencia de 4 de junio de 2015, en el asunto Kernkraf-
twerke Lippe-Ems (C-5/14): «El artículo 267 TFUE debe interpretarse en el sentido
de que un órgano jurisdiccional nacional, que albergue dudas acerca de la compati-
bilidad de una normativa nacional, tanto con el Derecho de la Unión como con la
Constitución del Estado miembro de que se trate, no está privado de la facultad ni,
en su caso, exento de la obligación de plantear al Tribunal de Justicia de la Unión
Europea cuestiones sobre la interpretación o la validez de ese Derecho por el hecho
de que esté pendiente un procedimiento incidental de control de la constituciona-
lidad de esa misma normativa ante el órgano jurisdiccional nacional encargado de
ejercer ese control».
62
En la misma línea, véase el ATC 204/2016, de 13 de diciembre. Adviértase que, en
el contexto de un hipotético recurso directo de inconstitucionalidad contra una ley
de transposición en términos reglados del derecho derivado, el TC, de llegar a
considerar que el motivo de inconstitucionalidad tendría reflejo en alguna disposi-
ción del derecho originario, debería activar, él mismo, la cuestión prejudicial, para
permitir al TJUE enjuiciar, con carácter previo, la validez de la norma de derecho
derivado: véanse asuntos acumulados Melki y Abdeli (2010), ya citados. Tal escenario
prejudicial, dicho sea de paso, debería extenderse, en caso de duda razonable, a la
interpretación misma del margen de maniobra permitido por el derecho derivado en
su transposición interna.
63
The Minister for Justice and Equality y Commissioner of the Garda Síochána, cit. supra.
Jimena Quesada (2019: 445), considerado con razón, y alabado por ello,
como uno de los principales impulsores de la consagración definitiva, en sede
constitucional, del control difuso de convencionalidad66, consideraba, comen-
tando la STC 140/2018, que «los argumentos tendentes a excluir el neto
control difuso de convencionalidad de la esfera judicial ordinaria para recon-
ducirla a la supervisión concentrada de la jurisdicción constitucional, parecen
poco realistas y, sobre todo, se alejan del principal papel y mayor virtud del
primer control, a saber, la efectividad de la tutela judicial de los derechos
fundamentales en plazo razonable». Y añadía:
64
Así actuó, por ejemplo, la Sala Tercera del TS en su auto de 1 de julio de 2019 (Roj:
ATS 7591/2019), en el que cuestionó la constitucionalidad de determinados preceptos
del texto refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales por su eventual
oposición a los principios de capacidad económica y, específicamente, de prohibición
de confiscatoriedad, que proclama el art. 31.1 CE, conforme a la interpretación que del
mismo, según el TS, reclamaría el Protocolo núm. 1 al CEDH (derecho de propiedad),
leído a su vez a la luz de la jurisprudencia del TEDH, aportada y analizada a lo largo
del FJ 3.
65
Como ya expliqué supra, en la nota 47, no creo determinante para un cambio de
discurso el hecho de que algún día España se decidiera a ratificar el Protocolo 16 al
CEDH.
66
El prof. Jimena Quesada presidió el Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo
de Europa entre 2009 y 2014. El prof. Canosa Usera, su sucesor como miembro del
mencionado Comité, postuló, en cambio, el control concentrado (Canosa Usera, 2015).
este estudio, para inaplicar leyes preconstitucionales, así como leyes autonómicas en
aquellos supuestos específicos, recordemos, en que el legislador autonómico, al desa-
rrollar la legislación básica, reproduce la normativa estatal, y esta es posteriormente
modificada en términos incompatibles con la legislación autonómica, sin que se
produzca su correspondiente adaptación.
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