Mahabharata Resumen

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Mahabharata resumen

UGRASRAVA, hijo de Lomaharshana5, también llamado Sauti, en una ocasión se dirigió al bosque sagrado
Naimisha donde el erudito rey Saunaka, ayudado por sabios ascetas, realizaba un ritual védico de mil años de
duración.
Al verle llegar, los sabios se dirigieron al él deseosos de escuchar sus maravillosas historias. Inclinándose
humildemente Sauti se acercó y ocupó el asiento que se le había preparado.
— ¿De dónde vienes, venerable Sauti, y en qué sitios has estado? Cuéntanoslo todo— Preguntaron los sabios.
— He estado en el Sacrificio de las Serpientes celebrado por el sabio rey Janamejaya, donde escuché las
extraordinarias historias sagradas del Mahabharata, compuesto por Krishna Dwaipayana7, y que fueron recitadas en
su totalidad por su discípulo Vaisampayana en presencia de aquel gran rey. Después, recorrí diversos lugares y
visité aguas sagradas y santuarios. Fui al país venerado por los renacidos y llamado Samantapanchaka donde
antiguamente se libró la batalla entre los Kurus y los Pandavas. Tras eso, deseando veros a todos vosotros, a los
que considero sabios auto-realizados, he venido a este lugar donde brilláis con el esplendor del fuego solar. Ya que
habéis terminado por hoy vuestros cánticos y habéis alimentado el fuego sagrado, podéis tomar un descanso.
Decidme pues, ¿De qué deseáis que os hable?, ¿Queréis que os cuente las edificantes historias sagradas de la
antigüedad?, ¿Queréis que os hable de los principios universales de justicia, o quizá queréis que os relate los
hechos de los ilustres santos y soberanos de la humanidad?
— Deseamos oír la historia llamada Bharata compuesta por el maravilloso Vyasa8 tal como se la oíste contar a
Vaisampayana en el Sacrificio de las Serpientes del rey Janamejaya— Respondieron los sabios.
Después de ofrecer sus oraciones al Señor Supremo, el gran Sauti, comenz{o a hablar:
— El universo cuando estaba desprovisto de luz y envuelto en las tinieblas, apareció como la primera causa de la
creación un enorme huevo, la inextinguible semilla de todos los seres creados, formado al principio del Yuga y
llamado Mahadivya9. En él estaba la verdadera luz Brahma. Y así surgieron todas las cosas conocidas por el
hombre.
El total de los Devas creados es treinta y seis mil trescientos treinta y tres. De los antiguos Vivaswans, Mahya fue
el más joven. Su hijo fue Devavrata (“entregado a los dioses”). Éste tuvo a Suvrata (“estricto en el cumplimiento
de su deber”) el cual tuvo tres hijos: Dasajyoti (diez luces), Satajyoti (cien luces), y Sahasrajyoti (mil luces), cada
uno de los cuales produjo numerosos descendientes. De ellos descienden las familias de los Kurus, de los Yadus, y
de Bharata; la familia de Yayati y la de Ikshwaku; también todos los Rajarishis. Numerosas fueron las criaturas
engendradas, todas las cuales son lugar de residencia del Ser—

VYASA Y GANESH

—Después de haber analizado la Verdad eterna mediante austeridades y meditación, el noble Vyasa, hijo de
Satiavati14, concibió este sagrado poema del Bharata. Cuando lo hubo terminado, Vyasa comenzó a considerar en
qué forma podría enseñárselo a sus discípulos. Y conociendo su preocupación, el propio Brahma se apareció ante
él.
Entonces Brahma dijo: “Sé que en este poema has revelado la palabra divina en el lenguaje de la verdad desde la
primera letra. El tuyo será un poema que ningún poeta del mundo podrá igualar. Llama a Ganesh y él escribirá tu
poema.” Y después de decir esto Brahma desapareció y regresó a su morada.
Vyasa llamó mentalmente a Ganesh y cuando éste se presentó ante él, le pidió que tomase al dictado el poema que
había concebido.
Ganesh le contestó: “Lo escribiré con la condición de que no vaciles ni un momento al dictar.” A lo cual Vyasa
respondió: “De acuerdo, pero yo también tengo una condición: que comprendas completamente lo que digo antes
de escribirlo.” “Que así sea” dijo Ganesh, y Vyasa comenzó a dictar sus versos cargados de denso significado.
Y algunos versos eran tan profundos y su significado tan misterioso que nadie, hasta el día de hoy, ha sido capaz de
comprenderlos íntegramente. Incluso el omnisciente Ganesh necesitaba detenerse a pensar de vez en cuando para
poder comprenderlos; estas pausas las aprovechaba Vyasa, para continuar componiendo muchos otros versos en su
mente y así poder continuar el dictado sin vacilación.
Inicialmente Vyasa compuso el Bharata en veinticuatro mil slokas15, sin los episodios complementarios; eso es lo
que los eruditos llaman propiamente el Bharata. Más tarde, para que sirviese de ayuda a la memoria, compuso un
resumen en ciento cincuenta slokas que fue llamado el Libro de las Listas de Contenidos.
Todo esto se lo enseñó primero a su hijo Suka; y más tarde se lo enseñó a Vaisampayana y a otros discípulos.
Posteriormente Vyasa realizó otra compilación (añadiendo los llamados “episodios”) que suma un total de seis
millones de slokas. De esas, tres millones son conocidas en el mundo de los Devas; un millón y medio en el mundo
de los Pitris (Antepasados); un millón cuatrocientas mil entre los Gandharvas, y cien mil slokas en el mundo de los
seres humanos. Narada se las recitó a los Devas, Devala a los Pitris, y Suka a los Gandharvas, Yakshas y
Rakshasas16. En el mundo de los seres humanos fueron recitados por Vaisampayana—

Vyasa y el rey Janamejaya

—Cuando Vyasa supo que el rey Janamejaya estaba realizando el sacrificio de las serpientes, se dirigió hacia aquel
recinto ceremonial junto con sus discípulos. Al verle llegar, el rey, lleno de alegría, salió a su encuentro junto con
su comitiva; y con la aprobación de los sacerdotes, le ofreció un trono dorado. Y cuando el rishi se hubo sentado, el
rey se postró ante él mostrándole sus respetos según está indicado en las escrituras. Le ofreció agua para lavarle los
pies, agua fresca para refrescar su boca, y luego un regalo y una vaca. Vyasa se sintió muy complacido con esas
ofrendas, que aceptó gustoso, y ordenó que se dejase la vaca en libertad. Al terminar esta adoración ritual, que fue
repetida por todos los sacerdotes del rey, éste se inclinó ante su tataratatara abuelo y se sentó en su trono lleno de
gozo. Entonces, Vyasa se levantó y a su vez presentó sus respetos al rey y a todos sus sacerdotes, tal como ellos lo
habían hecho antes con él—
Después de esto, el rey Janamejaya se dirigió respetuosamente a Vyasa y le dijo:
—Tú has visto con tus propios ojos los hechos de los Kurus y los Pandavas. Por favor, cuéntame en detalle todo lo
que ocurrió—
Entonces Vyasa, dirigiéndose a su discípulo Vaisampayana, que estaba sentado a su lado, le dijo: “Cuéntale al rey
las viejas disputas entre Kurus y Pandavas tal como me las has oído contar a mí”. Y que así recitase el Bharata,
durante los intervalos entre las distintas ceremonias.

Vaisampayana dijo:
—Primeramente me inclino ante mi maestro con recogimiento de mente y espíritu, y honro a todos los brahmines y
a todos los presentes. Alteza, vos sois digno de oír esta historia que yo he recibido de mi maestro y me siento feliz
de recitárosla.
El sabio Vyasa, de enorme poder mental, tardó tres años en completar esta obra. Durante tres años se levantó
diariamente para dedicarse exclusivamente a componerla. Lo que en ella se dice sobre la virtud, la riqueza el placer
y la salvación tal vez se pueda encontrar en otro sitio, pero lo que no se encuentra aquí no se encuentra en ninguna
parte.
Así pues, escuchad, alteza, la historia completa del Mahabharata...—

Vasu.

Había en el hermoso país de los Cedis un rey de la dinastia Paurava llamado Vasu. Era un rey justo y poderoso que
había conquistado el país de los Cedis bajo los auspicios del propio Indra. Después de esta conquista, Vasu decidió
dejar las armas para retirarse a una ermita y dedicarse a la práctica de austeridades. Allí vivió feliz durante algún
tiempo, pero Indra, temiendo que Vasu se hiciese demasiado poderoso por los méritos adquiridos por sus prácticas,
vino ante él y le convenció de que dejase la ermita y se dedicase a gobernar el reino que había conquistado.
Convencido por las palabras de Indra, Vasu dejó la ermita y volvió a su capital, lo cual dejó a Indra tan satisfecho
que le regaló una guirnalda de flores que nunca se marchitaban.
Cerca de la capital del reino pasaba un hermoso río gobernado por la bellísima deidad llamada Suktimati. Este río
provenía de la montaña Kolahala cuyo espíritu estaba locamente enamorado de la bella Suktimati. Un día,
enloquecido de pasión Kolahala deseó a Suktimati de tal manera que la montaña abrazó al río hasta hacerlo
desaparecer. Al contemplar aquél desastre, el poderoso Vasu golpeó a la montaña con su pie produciendo un
enorme agujero por el que salió el río liberado de los abrazos de Kolahala. Como resultado de aquella unión
amorosa, Kolahala engendró en Suktimati dos gemelos que eran un niño y una niña. En agradecimiento por haber
liberado el río, Suktimati le ofreció a Vasu los dos niños, los cuales crecieron en la corte de Vasu como si fuesen
sus propios hijos. El niño llegó a ser generalísimo de los ejércitos, mientras que la niña, llamada Girika, se
convirtió en una encantadora y atractiva joven a quien Vasu, llegado el momento propicio, convirtió en su esposa.

El nacimiento de satyavati

Un día, cuando Girika estaba en el momento fértil de su ciclo, se lo hizo saber a Vasu y se preparó para él dándose
un baño perfumado y vistiéndose con finas sedas. Vasu estaba feliz, deseando como estaba de tener un heredero;
sin embargo, Vasu no pudo acudir a su amada Girika en esta ocasión, pues una necesidad imperiosa se lo impidió:
Sus antepasados se le habían aparecido pidiéndole cazar un ciervo para los ritos funerarios y Vasu era incapaz de
transgredir ese mandato, por lo cual tuvo que salir de caza de inmediato. Lleno de pasión por su amada y bella
esposa, Vasu no podía dejar de pensar en ella durante la cacería. Se paró a descansar a la sombra de un frondoso
árbol ashoka y, embriagado por la fragancia de sus flores, se quedó dormido y soñó con ella. Al despertar, vio que
había eyaculado realmente. Entonces, pensando que su semen no se debía desperdiciar, lo recogió en una hoja de
aquél frondoso árbol, pronunció una fórmula sobre él, y le pidió a un rápido halcón que se hallaba cerca que llevase
esa hoja con el semen a su esposa para que ésta pudiese concebir un hijo.
El halcón voló rápido para cumplir el encargo, pero no pudo llegar porque en medio de su vuelo otro halcón se
peleó con él para quitarle lo que llevaba en el pico creyendo que era comida. A causa de la lucha entre ambos, la
hoja cayó y fue a parar al río Yamuna donde inmediatamente se la tragó un gran pez. Este pez era en realidad una
preciosa apsara llamada Adrika, que había sido maldecida por Brahma haciéndola tomar la forma de un pez. Al
tragarse la hoja con el semen, Adrika concibió un par de criaturas, niño y niña. A los diez meses, un pescador cogió
a Adrika en su red y cuál no sería su sorpresa cuando al abrir el pez se encontró en su interior a dos bebés
humanos.
Inmediatamente Adrika quedó liberada de la maldición, pues Brahma había dicho: « sólo te librarás de la forma de
pez si bajo esa forma das a luz a dos seres humanos ».
Así pues, tomando de nuevo su forma celestial, Adrika regresó a su morada en los cielos con los Siddhas y
Charanas.
Cuando el pescador contó lo ocurrido, todos se maravillaron y decían « ¿Qué habrá de hacerse con los bebés? ».
Entonces, el rey de los pescadores se presentó ante su señor el rey Vasu y le dijo: « ¡Mi señor! estos dos seres de
forma humana, fueron hallados dentro de un gran pez que hemos sacado del río Yamuna. ¿Qué debemos hacer con
ellos? »
Vasu, notando que la niña tenía un desagradable olor a pescado, dijo: « Dadme a mí el niño para que lo adopte
como mi propio hijo. Él será el heredero de todo el reino Matsya. La niña quedáosla vos y criadla como a vuestra
propia hija».

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