Como Debemos Actuar
Como Debemos Actuar
Como Debemos Actuar
DEPARTAMENTO: FILOSOFÍA
CURSO: CUARTO MEDIO
La ética, junto con la lógica, la metafísica y la epistemología, es una de las ramas principales de la
filosofía. A su vez, se puede dividir en el estudio general del bien, en el estudio general de las acciones
moralmente correctas, en la ética aplicada, la metaética, la psicología moral y la metafísica de la
responsabilidad moral.
Los dos primeros, el estudio general del bien y el estudio general de la acción moralmente correcta,
constituyen la principal ocupación de la ética. Sus principales preguntas sustantivas son,
respectivamente, qué fines deberíamos, en tanto que seres humanos plenamente racionales, elegir y
perseguir y qué principios morales son los que deberían regir nuestras elecciones y metas. Discutir cómo
se conectan estos problemas constituye la principal cuestión de tipo estructural que afecta a la
disciplina, y son las diferencias estructurales entre los diversos sistemas éticos un reflejo de las
diferentes respuestas a esta cuestión. En la ética contemporánea, el estudio de la estructura ha ido
pasando progresivamente a un primer plano, ¿en especial como algo previo al estudio general de la
acción moralmente correcta.
Nos preguntaremos:
• ¿Cómo podemos definir si una acción es buena o mala?
• ¿Existen principios morales que se apliquen a todas las situaciones?
• ¿En una sociedad diversa, todas las visiones del bien y la justicia son igualmente válidas?
• ¿En qué medida la ética individual y social aporta a la construcción de sociedades más justas e
igualitarias?
Las posiciones filosóficas frente a estas preguntas son muy diversas. Hay quienes creen en la existencia
de un bien absoluto y quienes defienden la relatividad de los criterios que usamos para juzgarlo. A
continuación, te presentamos algunas miradas posibles frente a este problema.
1.- El justo medio:
Aristóteles (siglo IV a. C.) propuso una ética de las virtudes. Para él, todo conocimiento y toda elección
tiende a un bien supremo: la felicidad. Esta consiste en «un cierto vivir bien y bien estar» y se logra a
través de la virtud, que es el hábito de actuar bien en cada caso y a lo largo de toda la vida. Entre todas
las virtudes, la prudencia es la más importante, pues nos permite cultivar todas las demás. Las personas
prudentes saben encontrar el justo medio, por ejemplo, entre el defecto y el exceso, entre la temeridad
y la cobardía, o entre el despilfarro y la avaricia:
“Si la virtud es más exacta y mejor que cualquier arte, lo mismo que también lo es la naturaleza, sería
capaz de alcanzar el término medio. Pero me refiero a la virtud moral, pues esta tiene que ver con
afecciones y acciones y es en ellas donde hay exceso, defecto y término medio. Por ejemplo, sentir
miedo, audacia, deseo, ira o piedad, o, en general, sentir placer o dolor es posible en mayor o menor
grado —y en ambos casos ello no está bien—. Pero sentirlo «cuando» y «en los casos en que», y «con
respecto a quienes», y «para lo que» y «como» se debe, eso es el término medio y lo mejor —lo cual es
propio de la virtud.”
Aristóteles. Ética a Nicómaco 1106b. (384-322 a. C.)
“El credo que acepta la utilidad o principio de la mayor felicidad como fundamento de la moral, sostiene
que las acciones son justas en la medida en que tienden a promover la felicidad, e injustas en cuanto
tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende por felicidad el placer y la ausencia de dolor;
por infelicidad, el dolor y la ausencia de placer.”
Mill, J. S. El utilitarismo (1863)
“Obra como si la máxima de tu acción pudiera convertirse por tu voluntad en una ley universal de la
naturaleza”.
Kant, I. Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785)
Si la persona piensa que una ley universal que permitiera las promesas falsas sería perjudicial, entonces,
debe aceptar como bueno lo contrario: «prometer solo aquello que podamos cumplir». Como esto es
bueno en sentido absoluto se convierte en un mandato o ley moral, un deber que toda persona debe
cumplir en cualquier circunstancia, incluso en aquellas en que hacerlo le impide obtener lo que considera
que necesita o le da felicidad.
4.- Lo que repetiríamos para siempre:
El alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), crítico del concepto de verdad y de los valores que se
sostenían en su época, plantea que no tiene sentido hablar de una verdad universal; todo lo que decimos
que conocemos no son más que apariencias y convenciones. Esto también es así para lo que entendemos
como el bien y el mal. Sin embargo, sí podemos pensar una ley según la cual regir el comportamiento:
la acción tiene que orientarse según lo que queremos que se repita perpetuamente, hay que querer la
acción una vez y para siempre. En este sentido, el criterio de bien y mal viene de uno mismo; está en
quien quiere la acción.
“Si en todo lo que quieres hacer, empiezas por preguntarte: ¿estoy seguro de que quiero hacerlo un
número infinito de veces?, esto será para ti el centro de gravedad más sólido.”
Nietzsche, F. Voluntad de poder (1888)
“Sea el caso de una acción reconocidamente viciosa: el asesinato intencionado, por ejemplo. Examínenlo
desde todos los puntos de vista posibles, a ver si pueden encontrar esa cuestión de hecho o existencia
a que llaman vicio… Nunca podrán descubrirlo hasta el momento en que dirijan la reflexión a su propio
pecho y encuentren allí un sentimiento de desaprobación que en ustedes se levanta contra esa acción.
He aquí una cuestión de hecho: pero es objeto del sentimiento, no de la razón.”
Hume, D. Tratado de la naturaleza humana (1738-1740)