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Edda O. Sarnudio A.
Universidad de Los Andes
Mérida-Venezuela
Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
RESUMEN
SUMMARY
48
Los pueblos de indios de Mérida
Edda O. Samudio A.
Universidad de Los Andes
INTRODUCCIÓN
Al respecto véase a: Mario Sanoja Obediente. "La formación del área Cultural
Andina" En: Gens. Vol. 1, N° 1, (Caracas, Marzo, 1986) pp. 4-17 Ya Iraida Vargas
50
Los pueblos de indios de Mérida
El asiento del español en la más extensa terraza del surco del Charoa, al que los
españoles denominaron valle de San Miguel, constituyó sin lugar a dudas un hecho
trascendental en la geohistoria de la región andina venezolana; Mérida, al igual que
otras ciudades de Hispanoamérica colonial fue eje conformador de su identidad histó-
rici, a través de una diversidad de funciones que le tocó desempeñar, entre las cuales
estuvo la de ser centro importante de la administración regional, base de
penetraciones y eje irradiador del poblam iento hispano, eslabón en la extensa red
urbana de la administración española, núcleo controlador de la propiedad de la tierra
y del sometimiento y reordenamiento de la población nativa que habitaba su
jurisdicción. Así, Mérida se constituyó en el núcleo formador de ese manojo de
aldeas que la Corona distinguió como pueblos de indios de dos Corregimientos de
Indios, con los que configuró una pequeña celda en la trama de la organización civil
(política y económica) y religiosa de la administración colonial.
El proceso de establecimiento de los pueblos de indios en Mérida, el sistema
utilizado por el español en el reordenamiento de la población aborigen y las
respuestas de ésta a las exigencias impuestas por el español, con sus propias
manifestaciones se analizan en los párrafos siguientes.
PUEBLOS DE INDIOS
Antecedentes:
Una cédula del 9 de octubre 1549 ordenaba a la Real Audiencia de Santa Fe que
se procurara congregar los indígenas en pueblos, tal como se experimentaba en
Nueva España3 , señalando que cada pueblo tuviera su iglesia, mercado y prisión y, al
igual que los asentamientos de españoles se nombraran sus autoridades. Si esta
disposición real como las que en ese sentido siguieron a la de 1554, no llegaron a
tener efectividad en las "comunidades" indígenas de la Sabana bogotana, en Mérida,
ciudad que se funda apenas en 155&, en la periferia de la jurisdicción neogranadina,
resultaba aún más dificil aplicarlas. No es sino en los últimos años del siglo XVI y
Las zonas de asentamiento indígena, sus modos de vida, los senderos que traji-
naban y la fonna de hacerlo, fueron temprana y rápidamente conocidas por los pobla-
dores de Mérida. Ocho años más tarde (1564), el Presidente de la Real Audiencia
ante los conflictos que internamente habían surgido entre los vecinos emeritenses:
asignaba definitivamente los repartimientos de las encomiendas merideñas" En esta
ocasión, las concesiones evidencian un mejor, más amplio y detallado conocimiento
del medio andino y sus paísajes humanizados (véase la Tabla 1), lo que se refleja en
el señalamiento de cantidades fijas de bohíos o chozas" que se asignaron en una serie
de valles; las que generalmente se ubicaron en las proximidades de ríos y,
especialmente de quebradas, algunas desde sus cabeceras y a los cuales se les dió
nombres propios.
lOSe ha podido conocer que las ciudad tuvo sus Ordenanzas y éstas establecieron las
siguientes medidas: Las huertas que se medían con una cabuya de 250 pies, tenían
quinientos pies, mientras las estancias eran medidas con una cabuya de cien pasos
cada una. La estancia de pan coger debía tener setecientos pasos de ancho y mil
trescientos de largo; la de ganado menor debía tener dos mil quinientos pasos por cada
lado; mientras a la de ganado menor se otorgaba una extensión de tres mil pasos de
ancho y cinco mil de largo. Edda O Samudio A. El Resguardo indígena: Un patrón de
organización en el espacio rural merideño. Siglos XVI al XIX. (en publicación),
Mérída, 1995.
II James Lockhart, "Encomienda and hacienda: The evolutíon of!he great estate in the
Spanish Indies". En: Hispanic American Historical Review, 1969,49,3.
54
Los pueblos de indios de Mérida
Tabla 2. Pueblos fundados por Gil Naranjo. sus encomenderos y los salarios y derechos que
se les impusieron. 1586
56
Los pueblos de índios de Mé n.d a
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
Se debe señalar que Gil Naranjo no llegó a definir las tierras para cultivos, pues
se limitó a escoger el asiento del poblado en una llanada, propicia para el trazado his-
pano y a señalar sitio a la plaza y a la iglesia que puso bajo la advocación de un santo;
asimismo indicó el lugar de la casa del doctrinero, ordenó la apertura de calles y se
hiciera la plaza, en algunas de las cuales dijo haber colocado el árbol de justicia o
picota, finalmente, fijó un plazo de dos meses para que se levantara el pueblo, los
que en su mayoria, al igual que los indígenas, mantenían nombres indigenas Se
recuerda que la congregación de las parcialidades encomendadas, en tomo a la
iglesia, bajo la protección de un patrón y al cuidado de un sacerdote, respondían a la
política de conversión de los aborigenes al cristianismo. Proceso que significó la
progresiva destrucción del pasado prehispánico, especialmente con la demolición de
sus santuarios y la liquidación del culto a sus dioses.
14 AGN. Poblaciones Varias. Tomo 2. Fundación de varias poblaciones, 1586, ff. 550-
1003.820.
15 AGN. Poblaciones Varias. Tomo 4. Censos de varias poblaciones. 1586, ff. 585- 950.
16 La lista completa con sus encomenderos En: AGN. Empleados Públicos. Tomo 5.
Autos de Repartición de salarios pertenecientes al Juez Poblador de los pueblos de la
ciudad de Mérida. 1586, ff. 1003-10 1Ovo En la de la Tabla 2 se han rectificado algunos
de los nombres que constan en la tabla que se reprodujo textualmente En: Edda O.
Samudio A. El Trabajo y los Trabajadores en Mérida Colonial. Fuentes para su
Estudio. Universidad Católica del Táchira, (Caracas, 1988) p.20.
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Los pueblos de indios de Mérida
La tasa de los tributos de los indígenas de Mérida en 1593, al igual que la que se
había realizado en otras ciudades neogranadinas, se fijó en función de la información
proporcionada por su visitador, que en el caso merideño fue el capitán Francisco de
Berrío. Los datos de esta visita pennitieron a la Real Audiencia establecer la primera
tasación de los tributos indígenas merideños -conocida hasta el presente- asignándole
en fonna particular a cada uno de los pueblos de indios de Mérida.
60
Los pueblos de indios de Mérida
pueblos de indios se devolvieran aquellas tierras que les habían sido usurpadas y se
22
les ampliara cuando no tenían extensión suficiente . En esa forma, se echaron las
bases de la propiedad comunal e inalienable de las tierras de los pueblos de indios
neogranadinos, dentro de los cuales se incluían los de Mérida23 . Todo lo cual quedó
contemplado en sus ordenanzas sobre resguardos 2', que concretaron la vigencia legal
y reglamentaron esta institución en el territorio de la Nueva Granada.
Una de las ordenanzas disponía que a los índígenas se asignaran "...tierras. útiles
y necesarias para sus labranzas y cría de ganados, y se les señale sus resguardos y co-
munidad y términos competentes para sus labores y pastos, para que los tengan cono-
cidos con sus linderos y mojones y les amparéis en todo ello, así a los que poblaren y
redujeren; como a los que estuvieren poblados, a todos los cuales daréis y señalaréis
las dichas tierras... ,,20. También se determinaba que esas asignaciones se hicieran a
costa de tierras de los encomenderos y de otras de particulares, aunque tuvieran
"titulos de gobernadores", pues debía preferirse a los indígenas. Además, se pautaban
aspectos relacionados con su funcionamiento, como el establecimiento de las cajas de
bienes de comunidad o arcas con tres llaves, en las que se mantenía a buen recaudo el
producto del trabajo realizado en las sementeras de comunidad.
El uso que los indígenas debían dar a las tierras del resguardo definió los
sectores que se atribuyen comúnmente a esas tierras comunales. En la Nueva
Granada, una de esas porciones correspondía a las parcelas destinadas al usufructo
familiar y en ellas se construían las viviendas, incluyendo la del sacerdote y la del
cacique, las que estaban ubicadas en tomo a la plaza y a la iglesia, institución
fundamental en la estabilidad de estos asentamientos. Otro sector estaba destinado a
la explotacíón colectiva, es decir las conocídas "tíerras de comunidad", cuya
producción agrícola debía satisfacer el tributo y necesidades correspondientes a
viudas, huérfanos e impedidos. En estas tierras se ubicaban las parcelas para
26 Sobre ello véase, entre otros, a: Francisco Solano Perez Lila y a José María Ots
Capdequí. Historia del Derecho Español en América y del Derecho Indiano. (Madrid,
1967), p. 230 YFrancisco Solano Perez Lila. Art. cit., pp. 136-137.
27 Margarita Gonzalez. Ob cit., pp. 34-35.
28 Este sistema laboral en Mérida ha sido expuesto trabajado por: Edda O. Samudio A.
"La Mita Urbana en Mérida Colonial". En: El Trabajo y Los Trabajadores en Mérida
Colonial. Fuentes para su estudío. Universidad Católica de Táchira, (Caracas, 1988).
pp. 174-211 Y de la misma autora, Edda O. Samudio A. "La Mita en Mérida y otras
ciudades de la Província de Mérida del Espíritu Santo de La Grita". En: Universitas
Humanistica. Historia. Bogotá. Pontificia Universidad Javeriana. N° 37, Afio XXII,
(Enero-junio, 1993) pp. 43- 51.
29 Al respecto véase a: José Maria Ots Capdequi. Ob. cit., p. 230.
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
Las gestiones de los funcionarios despachados por la Real Audiencia en las últi-
mas décadas del siglo XVI, para llevar adelante el entable de los pueblos de indios no
tuvieron éxito, pues los indigenas merideños continuaban organizados bajo el patrón
tradicional; en año 1.600, se afirmaba que no estaban reducidos, ni poblados como lo
30 Este personaje desempeñó también los cargos de Escribano del Rey y luego el de
Teniente de Corregidor y Justicia Mayor de Mérida. Es evidente que las asignaciones
de Gómez Garzón insitucionalizaron los resguardos en la jurisdicción meridefia.
31 A Aricagua, por ejemplo se le señaló su resguardo en la década de los setenta del siglo
XVIII. Esta población fue cabecera de la misión que regentaban los agustinos desde el
siglo anterior y de la cual formaban parte los pueblos de Mucutuy y Mucuchachí.
32 Edda O. Samudio A. "El Resguardo Indigena en Mérida. Siglos XVI al XIX". En:
José Del Rey F. y Edda O. Samudio A. Hombre, Tierra y Sociedad, (Caracas, 1996).
64
Los pueblos de indios de Mérida
disponía "su magestad", sino "desparramados" o sea que habitaban en forma dispersa
por quebradas y ríos, próximos a sus labranzas.
nombraréis persona o personas que sean hábiles e suficientes en ello con salario... ,,36.
Así, Sande despachó jueces con días y salarios para que poblaran los naturales, tal
como lo hizo Luis Martín, qnien se ocupó de fundar los pueblos de indios de la
ciudad del Espíritu Santo de La Grita. Además, envió jueces para fundar pueblos en
la jurisdicción de Mérida, como ocurrió con Tibigay, cuyos indigenas estaban
37
encomendados a Juan de Carvajal .
36 Sala Febres Cordero. Actas del Cabildo 1600- 1606. Traslado de un mandamiento y
comisión dada por el señor Francisco de Sande, Presidente de la Real Audiencia de
Santa Fe a Pedro de Sande. Santa Fe, 16 de diciembre de 1600. Presentada en el
Cabildo de Mérida el23 de junio de 1601. ff. 28v-29.
37 AGN.. Visitas de Venezuela. Tomo 3. Documentos judiciales referentes a la visita que
practicara Antonio Beltrán de Guevara a varias parcialidades indlgenas. 1602. ff.
493v-494.
38 Pedro de Sande debía invertir sesenta días en la ciudad de Mérida y treinta en la del
Espíritu Santo de la Grita. AGN. Poblaciones Varias. Tomo 1. Expediente de Pedro de
Sande, Juez de Composición de tierras, efectúa la federación de las tribus de indígenas
en la población del Espíritu Santo de La Grita, jurisdicción de Mérida. í 60 l. f. 794.
39 AGN. Poblaciones Varias. Tomo 1. Licencia otorgada al visitador Pedro de Sande,
para poblar y reducír los indios de Mérida, Espíritu Santo de La Grita y sus provincias.
Santa Fe, 16 de diciembre de 1600. f. 749.
66
Los pueblos de indios de Mérida
Sin embargo, la labor probladora de Sande en Mérida, la que quedó como un in-
tento de congregar los indigenas en pueblos, no dejó otro rastro que las iglesias de las
que quedan referencias en la visita de Beltrán de Guevara, entre las cuales estuvieron
la de 1,os pueblos de T'b'
1 19ay40 y M ucurua,d 1 aSI• mIsmo,
• se encuentra alusión a ellas
en la de Vázquez de Cisneros. Por cierto, la iglesia de Mucurua, pueblo
encomendado en doI1a Isabel Becerra que Sande no vio concluir, Beltrán de Guevara
la mandó a tenninar y ordenó que alrededor de ella se levantaran las viviendas y
seI1aló resguardos en "... el asiento e asientos viejos que solían tener con sus
labranzas y que ahora tienen ... ,,42.
Poco antes de la visita de Sande, el Oidor Luis Henríquez debía realizar poi dis-
posición real, la visita general a los naturales del corregimiento de Tunja, la que no
llegó a cumplir porque se le ocupó en otros asuntos. Esa circunstancia determinó que
se encargara a Beltrán de Guevara, Corregidor de Tunja, la continuación de la visita
que incluía a los "naturales" de varias ciudades de la jurisdicción de ese
corregimiento, entre las que estuvo Mérida. Al igual que a Henríquez, al Corregidor
de Tunja se le dieron las mismas instrucciones para que cumpliera la referida
comisión.
48 Se ha señalado que en estas poblaciones fue donde las Ordenanzas tuvieron mayor
utilidad: Al respecto véase a: Jaime Salcedo Salcedo. Urbanismo Hispano-Americano.
Siglos XVI, XVllyXVIIICEJA, (Bogotá, 1996) p. 145. También a: Alberto Corradine
Angula. "Urbanismo Español en Colombia. Los Pueblos de Indios". En: Ramón
Gutierrez. Ob. cit., p. 173.
49 Hay otras variables que no se conocen para Mérida, pero si en pueblos de las
jurisdicciones de otros ciudades neogranadinas y consiste en soluciones más
elementales, la que se reducía a un caserío organizado en un' cruce de caminos;
mientras otros tenían plaza con su cruz pero no contemplaban la vivienda del cacique.
Estas modalidades debieron estar decididamente relacionas con el grado de
desestructuración social de las comunidades indígenas. Ibidem., pp. 157-178.
50 AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 4, Visita del Capitán Don Antonio Beltrán de
Guevara al pueblo de Lagunillas de la encomienda de Antonio de Reínoso. Poblazón
de Lagunillas de Antonio de Reinoso, ID de septiembre de 1602. ff. 626-626v.
70
Los pueblos de indios de Mérida
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
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ñas, pues debieron mantener cierta relación con el tamaño de su población . Así, las
iglesias de las parcialidades de Torondoy debían ser de cincuenta pies de largo y
dieciocho de ancho, con cimientos que "salgan media vara fuera de la tierra y encima
de ellos tres tapias de alto con rafas de adobes a cada banda e las esquinas de lo
mismo y blanqueadas por dentro"s3, sin embargo, hubo otras que excedieron esas
medidas. Las cubiertas de esos templos fueron de paja, los altares de tapias o adobes,
las puertas de madera y, en el caso de Torondoy se dispuso que encima de la puerta
se abriera una ventana, la que servía de campanario para llamar a la gente y por
s4
donde penetraba luz al interior . Tampoco se olvidó las pilas de agua bendita, ya de
piedra o de madera y una alacena para las crismeras.
52 Para 1655, la iglesia de comunidad del pueblo de la Sal, que por comisión del visitador
Modesto de Meler inventarió Lucas de Laguado se le asigna cincuenta y cuatro pies de
largo y veinticuatro de ancho, fabricada de tapias y cubierta de paja, con su campana
mediana, pero muy buena y su pila, entre otras cosas. AGN. Visitas de Venezuela.
Tomo 3. Autos de la visita al pueblo de La Sal. (Descripción). 21 de julio de 1655. ff.
1012v -1013.
53 Ibidem., ff. 544v.
54 Ibidem., f. 545.
55 AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 4. Visita que hizo el Capitán Antonio Beltrán de
Guevara a los pueblos de las Lagunillas, Capaz, Los Estanques, Mucuromote en
Mérida. De la encomienda de Andrés Varela, Dchuara que llaman Los Estanques. 10
de septiembre de 1602. ff.627-628.
74
Los pueblos de indios de Mérida
y cumplir con los sacramentos. Además, la vivienda del padre doctrinero, próxima a
la iglesia y a la del cacique, como en los pueblos antes señalados, ocnpaban lugares
frente a la plaza. La iglesia en estos pneblos, como lo muestran los planos, mantenia
56
una imagen dominante en el escenario de la plaza • Estas características se pueden
apreciar en el de Tibigay, encomendado a Juan de Carvajal y al que Beltrán de
Guevara mandó a qne su iglesia" ... se aderece y sirva de comunidad al dicho pueblo
y al de Reinoso y al de Gabriel Gonzáles y al del Alférez de Bohórquez, poblándose
estos dos pueblos juntos que es la mejor y orden que se pudíera dar para el bíen de los
dichos indios,,57. Como se puede advertir, se trataba de Mocobocum (Mocohun o
Moccun) y Moconano, pueblos que dieciocho años más tarde, en el nuevo
ordenamiento espacial que dio el Oidor Alonso Vázquez de Cisneros fueron
agregados a "pueblos nuevos" diferentes; el primero a Lagunillas y el otro a Jají. A
propósito, la misma organización de Tibigay, debió corresponder a los pueblos de
Mucurua, el que debía servir a los pueblos de Cacute, Mucurumote y Mucupiche o
Mocopiche, los que fueron anexados a Mucurubá por Vázquez de Cisneros.
Otros croquis de pueblos de indios merideños revelan una estructura más com-
pleja o más elaborada, ya conocida en otros territorios neogranadinos, como en la
provincia de Cartago, en 1586. Estos se corresponden con los Sande para los pueblos
de La Grita, con los de Luis Henriquez para los pueblos del antiplal'lo
cundiboyacense"B y con los de otras regiones59 . Estos asentamientos sintetizaron el
Los autos de población revelan que la plaza con la iglesia, eran elementos orde-
nadores en estos pueblos y se mantenían sitios preferenciales para la vivienda del sa-
cerdote, las de los caciques y capitanes, a cuyas espaldas y lados se ubicaba el resto
de la población. Esas barriadas pennitieron a los indigenas conservar elementos de su
pasado ancestral y mantener cierta cohesión comunitaria que les llevó a buscar
soluciones propias a los planteamientos impuestos. En ellas se entretejieron simbolos,
valores y costumbres de un pasado ancestral con los traidos por los españoles. El
resultado de ese mestizaje fOlma parte de la realidad sociocultural de nuestros
pueblos.
Uno de los pueblos que Beltrán de Guevará ordenó organizar con varias
parcialidades, fue el de Mucuchies, al cual se agregó el de Mucujunta, encomendado
a Antonio Aranguren, Mocaho o Mocao a Antonio de Monsalve y Mosnacho a Pedro
Alvarez de Castrellón, asentados en el valle alto del río Chama. Estos por orden de
La quema de los bohios era una medida generalizada, pues también se dio en ca-
sos de pueblos cuya población habitaba en fonna dispersa y había que asentarlos
cerca a la iglesia, circunstancia que experimentaron los indígenas de Tabay, en
62
septiembre de 1602 . En algunas de las órdenes de quema de las chozas se dispuso
sacar los bienes de los bohíos, antes de prenderles fuego.
61 Esa comisión que se dio al capitán Joan Delgado, tenia como objetivo obligar a los
aborigenes a dejar definitivamente el asiento antiguo. La justificación era la de un
adoctrinamiento religioso seguro y cómodo. AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 9.
Auto de Población de Mucujunta. Mérida, I de octubre de 1602. f. 365.
62 Se mandó a reducir al poblado todos aquellos indigenas que eran naturales del dicho
pueblo y que habitaban distantes a la iglesia, en sus labranzas y donde el doctrinero no
podía ir a adoctrinarlos. AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 9. Expedientes de la visita
de Antonio de Beltrán de Guevara al pueblo de indios de Tabay, encomienda de Diego
de la Peíla. 1602. ff.477-478v.
63 Sobre este personaje véase a: Edda O. Samudio A. "La Mita urbana en Mérida
Colonial". En: El Trabajo y Los Trabajadores en Mérida Colonial. p. 181.
64. Se mandó al escribano a poner al pie el "Auto de población y resguardo de Tabay del
Licenciado Alonso Vázquez de Cisneros". Agosto de 1619. f. 507v. AGN. Tomo 2.
Visitas de Venezuela. Cuaderno 5: Expedientes de la visita hecha en Mérida por el Dr.
don Juan Modesto de Meler. Empieza con la llegada a los aposentos de Diego de la
Peíla, encomendero de Tabay. 18 de agosto de 1655. E. ff.506-515.
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Los pueblos de indios de Mérida
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
hizo Beltrán de Guevara, en 160266 El hecho de que los asientos indígenas quedaran
dentro y en los ténnínos de las unidades de producción de los encomenderos facilitó
la usurpación y ocupación de esas tierras, al igual que la utilización desmesurada de
su mano de obra, a la que se sometió a una diversidad de trabajos. En razón a ello, el
visitador eliminó el servicio personal y fijó el tributo en dinero y especies,
reglamentó el trabajo por concierto que ya había dispuesto Beltrán de Guevara y
congregó la población aborigen de la jurisdicción Mérida en 15 "pueblos nuevos,,67, a
los que volvió a señalarles resguardos, hecho que en buena medida, llevó a costa de
tierras que habían ocupado los encomenderos.
Cada uno de esos quince "pueblos nuevos" los organizó Alonso Vázquez de
Cisneros con varias encomiendas para fonnar los barrios del poblado, constituyendo
de esa manera, la solución urbanística más compleja y elaborada que se dio a los
asentamientos indígenas de Mérida y "posiblemente" del resto del territorio
neogranadino. En ellos se concentró una población significativamente disminuída
que habitaba en un poco más de un centenar de pueblos, los que en esta ocasión se
distribuían en algo más de cincuenta encomenderos. De esa manera, ese
reordenamiento del poblamiento indígena articuló definitivamente los pueblos de
indios a la trama del poder civil y religioso de la administración coloníal, en la que
constituyeron además, núcleos fundamentales de apoyo en los dificiles y fragosos
caminos reales, caminos de herradura. Obviamente, ese acontecimiento dio
nuevamente origen a la desocupación de importantes extensiones de tierra, hecho
violento que enfrentó la resistencia indígena, mientras se expandía la propiedad
individual de la tierra. De cualquier manera, ese desplazamiento y redistribución de la
población aborigen restringía progresivamente el habitat de la población nativa,
desestructuraba la relación que mantenía la "comunidad" y el hombre con su medio y
deterioraba las relaciones sociales que mantenian esas "parcialidades".
84
Los pueblos de indios de Mérida
tenían hatos en los términos del poblado?6; mientras, otros se concertaban con
distintos encomenderos, los que tenían sus unidades de producción distante al pueblo
y de donde si retomaban, lo hacían tan sólo los viernes o sábados. Se aseguraba que
en aquellos lugares morían sin confesión, sin cumplir con los otros sacramentos,
como tampoco atendían a la doctrina, prácticamente en todo el año.
Francisco De la Torre Barreda encontró que no habian casas suficientes para vi-
vienda de la mayoría de los indígenas en gran parte de las poblacíones de fundación
doctrinaria, circunstancia que se atribuyó al interés de los encomenderos de que sus
encomendados no las tuvieran para ~ue no vivieran en ellas y de esa manera,
mantenerlos ocupados en sus estancias? . Asi, los indígenas continuaban a merced de
los encomenderos, a quienes servían sin concierto y se les remuneraba en especies,
tal como ocurría antes de la visita del oidor Vázquez de Cisneros. Igualmente, se les
trasladaba a las distintas unidades de producción del encomendero, sin tomar en
cuenta las diferencias climáticas y, ni las mujeres se salvaron de exigencias laborales;
a ellas se impuso, entre otras obligaciones, la conocida "demora de la hilanza,,?8. Los
cargos que se le impusieron a los encomenderos muestran la explotación a la que se
sometía el indígena.
Por cierto que la población de las Acequias de Mucubach (San Jacinto del
Morro), en cuyo plano de 1637 destaca la iglesia con su plaza vinculadas
directamente al camino real para la ciudad, tenía para el momento de la visita de Don
Fernando, veintiocho casas viejas a las que se sumaron seis nuevas que se hicieron
desde que el visitador llegó a Mérida. Adicionalmente, el visitador demostraba que
los aposentos del encomendero Gerónimo Izarra estaban en medio de lo principal de
los resguardos del referido pueblo, sin cerca, ni tapia que los separara. Esta situación
la atribuía a que cuando la población se fundó los resguardos se señalaron, tan sólo,
con los infonnes que hizo a Vásquez de Cisneros, el poblador Sabastián Bermejo
Bailén?9.
Este problema fue igualmente experimentado por otros pueblos indígenas; entre
los que estuvo el de Las Acequias de Mucuño (San Antonio de Mucuño luego San
Antonio de Acequias) que tenía para 1637 cuarenta casas y desde la visita de
Vázquez de Cisneros, se conoció que sus tierras estaban ocupadas parciahnente por
Juan Sánchez Osario, uno de sus encomenderos, quien contaba con el apoyo de hijo,
Antonio de Aranguren Osario, Corregidor de Naturales del Partido de Abajo o de
Lagunillas. A más de ésto, era sobrino y primo de otros encomenderos del mismo
Partido o Corregimiento de Indios. Asimismo, De la Torre Barreda insístía en que el
oidor no !legó al poblado porque fue mismo Bermejo Bailén, quien cumplió las
funciones de pobladorso. Por ello, de la Torre Barreda volvió a entregarlas a los
indígenas y le prohibió al encomendero ocuparlas. Sin embargo, hizo constar que
Sánchez de Osario introducía cantidad de cabras y ovejas.
A propósito de los Corregimientos o Partidos, se debe hacer notar que los quince
pueblos indígenas, con las características expuestas tenían que originar ciertamente
problemas de carácter administrativo; circunstancia que debió motivar la creación de
dos unidades administrativas y dos instancias ten'itoriales a nivel local, a cargo cada
una de su Corregidor de Indios o de Naturales que tuvieron como referencia divisoria
la ciudad de Mérida81 .
De esa manera se estableció una de la ciudad para atTiba y otra de la ciudad para
abajo, cada una bajo el cuidado de su Con'egidor, cargo desempeñado por vecinos
merideños, dones de la ciudad, cuyo ejercicio se prolongó aún después del periodo
hispánico. Asi, a finales de aquel período, el denominado Partido de Abajo o Co-
rregimiento de Lagunillas o de Acequias tenía ocho pueblos de indios; mientras el
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82 AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 2. Cuaderno 5. Visitas hecha por el Dr. Don Juan
Modesto Meler al repartimiento de indios de los Alisares. En los aposentos de Tabay
de Diego de la Peña. 18 de agosto de 1655. ff. 516-547v.
83 AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 2. Visita al pueblo de Mucubache por Juan
Modesto de Meler. (Tierras y Resguardos). Pueblo de Mucubache, 9 de junio de 1655,
f.287v.
84 Declaración de Jacinto Carrillo, testigo, vecino de Mérida y residente en el valle 10 de
junio de 1655. Ibidem., f. 273.
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Los pueblos de indios de Mérida
85 AGN. Visitas de Venezuela. Tomo 2. Visita al pueblo de Tabay por el dr. don. Juan
Modesto de Meler. Pesquisa Secreta. Aposentos de Tabay de Diego de la Peña, 18 de
agosto de 1655, ff. 516-553.
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La tierra abandonada por los jajíes fue ocupada por los indígenas que habitaban
en el pueblo de San Miguel de la Sabana, cuatro décadas más tarde. El asiento de la
Sabana, en la vertiente andina lacustre hizo presa fácil a sus habitantes del acoso de
los "indios de guerra" que en los documentos de la época se identifican como
Motilones, circunstancia que los llevó a mudarse primeramente a La Mesa de
Santiago, de donde por falta de tierra fueron trasladados al viejo asiento de Jají. En su
desplazamiento cargaron a cuesta a San Miguel Arcángel, patrón del pueblo de La
Sabana y de su cofradía. Al fin, el 22 de febrero de 1734, en el sitio de Mocoho o
Mococho, Don Luis Cabezas, Corregidor del Partido de Lagunillas o Acequias,
cumpliendo con una orden de la Real Audiencia dejaba constancia de la fundación de
87 Ibidem., f. 33.
88 "Consta el deslinde desde una loma donde desciende un sanjón hondo a dar a la
quebrada de los Vizcainos y de ella abajo hasta que sale y se une con el rio de Chama,
toda la tierra que está de la banda que se ha fundado el pueblo, y desde el indicado alto
y sanjón corriendo el camino que va a Aricagua, en derechura a la quebrada de
Mucumbun (roto) dofia María Ramirez de Urbina y desde la quebrada abajo hasta
donde se junta con la quebrada de los Curas y por ellas (roto) de la predicha de los
Curos (roto) bajo hasta llegar a un sitio que llaman. El Pozo, por donde están unas
piedras a dar al camino real que baja al paso de la cabuya del rio de chama y desde
este camino, toda la tierra que hay hasta el citado quebrada de Vizcainos, inclusive en
ellas, las que poseyó el don Diego Rondón que corre desde una cafiada por abajo
mirando al precitado río Chama..."Ibidem., ff. 41v.-42. También están los linderos en
los folios 34-34v.
89 ldem.
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
9D
San Miguel Arcangel de Jaji , pueblo cuya traza, a pesar de una traslación posterior,
ya en el siglo XIX, guarda similitud con la de Mucubache de las Acequias para 1637.
En 1792, don Juan Antonio Dávila, en compañia del presbitero don Luis Ovalle,
el agrimensor y testigos, procedieron a medir y demarcar la legua de cinco mil varas
castellanas de tierra que le correspondían de resguardo a San Antonio de Mucutuy;
mensura que se llevó a cabo con una cuerda o cabuya de cien varas castellanas, par-
tiendo de un poste o botalón que colocaron en medio de la plaza, hacia los cuatros
puntos cardinales. Además, los comisionados demarcaron "la parroquia de vecinos"
90 ldem.
91 AHEM. Encomiendas y Resguardos. Tomo X. N° 12: Juan José Porras pide división
de los Resguardos. 1848. ff. 210 212. Se señalaba claramente que se disponía de
acuerdo al articulo Libro de la Real Instrucción del 8 de diciembre de 1776, expedida
para la creación de la nueva Intendencia que dejaba sin vigencia 10 tocante a las
facultades de venta y composición de tierras que confería la Real Cédula del ]5 de
octubre de 1754. El gobemador de Maracaibo actuaba como Subdelegado, en virtud
del título librado por el Intendente de Ejército y Real Hacienda, en conformidad con el
articulo 37 y la Real Cédula del 15 de junio de 1777 y, a cuya comprobación,
coaduybaba 10 dispuesto en el artículo 49.
92 Ibidem., ff.221-221v.
92
Los pueblos de indios de Mérida
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93 Un gran aporte en este trabajo ha sido el valioso estudío Juan A. Villamarin y Judith E.
Villamarin."Chíbcha Settlment under Spanish Rule: 1537-1810". En: David Robinson
(Editor). Social Fabric and Spatial Structure in Colonial Latin America. Delplain
Latin America Studies. 1, Syracuse University, (Syracuse- 1979) pp. 25- 84. También
la obra de Jaime Salcedo Salcedo. Urbanismo Hispano-Americano. Siglos XVI, XVII Y
XVIlI. CEJA, (Bogotá, 1996).
94
Los pueblos de indios de Mérida
Tabay"4, cuatro yuntas de bueyes, seis mulas de arria y dos reses vacunas95 . A pesar
de ello, para 1785, Tabay, tal como Timotes, Chachopo, Morro, Acequias, Chiguará,
San Juan, La Mesa, Santo Domingo, Pueblo Nuevo Pueblo Llano y Las Piedras
mantenían su condición de doctrinas; mientras Mucuchíes, era curato y tenía
94 Se trataba de cincuenta cuadras bajo regadio de Juan Josef Moreno en su hacienda San
Raphael; sesenta cuadras de Juan Francisco Moreno y veínticinco cuadras de
Francisco Maldonado en su hacienda de Tabay; Histórico del Estado Mérida.
Protocolos. Tomo LXV. Reconocimiento de las obligaciones de varios individuos en
la nueva creación de la parroquia de Tabay. Mérida, 8 al 18 de octubre de 1773. ff.
126-128.
95 Ibidem., ff. 126-131v.
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
Veinte años más tarde y, prácticamente en los albores de las luchas independen-
tistas, a Tabay, como a Timotes y al resto de los pueblos merideños se les atribuía un
vecindario abundante'? ; mientras, el año anterior, lo vecinos del curato de Las
Piedras ofrecían sus modestos haberes para contribuir a la sustentación de su
. 98
parroqUia .
CONCLUSIONES
96 Odilio Gomez Parente. Fray Juan Ramos de Lora, Obispo insigne y sembrador de
cultura. Documento N° 23. El Obispo de Mérida de Maracaibo dirige a V.E. el informe
reservado de los eclesiásticos de esta diócesis prevenido por real orden de 26 de
septiembre de 1785. Informe de los presbíteros seculares de la diócesis. 1784,
(Caracas, 1992) pp. 129-132. También en Archivo Histórico de la Universidad de Los
Andes. Convento de San Agustin. Tomo LXXII. Información que ofrece Fray Oaspar
Navarrete, Prior del Convento de los Ermitaños de San Agustín. Noviembre de 1784.
ff. l-20v.
97 Archivo Arquidiocesano de Mérida. Asuntos de Indios. Sección 3, Caja 1, Documento
13: Medición de los resguardos de los índigenas de San Antonio de Mucutuy y
delimitación de la parroquia de los vecinos del mismo pueblo. 1792.
98 Archivo Arquidiocesano de Mérida. Curatos. Documento N° 10.212. Vecínos del
curato de las Piedras ofrecen contribuir al sustento de la parroquia. 1804. Esta fue
primero vice parroquia.
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Los pueblos de indios de Mérida
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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras No. 2-3
advertir que esas asignaciones de tierra fonnaron parte del proceso de reducción,
pues su objetivo era garantizar la subsistencia del indígena y su pennanencia en el
poblado.
Esa labor de congregar los indigenas en asientos detenninados fue una faena
nada fácil por la diversidad de maneras de resistencia que ofreció el aborigen. Sin
embargo, la Corona impuso el patrón de distribución espacial y el modelo urbano en
torno a un plaza, centro de la traza reticular en la que destacaba elemento esencial de
la reducción: la iglesia con su pastor y ocupaban sitios preferenciales los caciques y
capitanes, quienes ocupaban sitios preferenciales. Esa distribución detenninó la
fonnación de barriadas, asociadas a las encomiendas. Estos ofrecieron a la población
indigena la posibilidad de organizarse en fonna particular, donde pudieron mantener
tradiciones andinas, modificadas por la cultura occidental. De esa manera, los quince
"pueblos nuevos" de Mérida, al igual los que se fundaron posterionnente fueron
incorporados al sistema político, económico y religioso colonial.
Asi, esas parroquias, con el nombre de la parcialidad que les dio origen, fueron
identificados como los lugares de residencia de vecinos, diferenciándose de los
pueblos de indios porque no eran de doctrina. En ambos casos mantenían sus
resguardos y una población étnicamente heterogénea. Efectivamente, ello contribuyó
a que la agresión al indígena y a sus tierras no tuviera tregua; al final, el patrón de
existencia del indígena no podía encajar con las nuevas concepciones sociales y
económicas que llegaban de Europa.
Es evidente que la política de las dos repúblicas fue una utopía, pues ellas estu-
vieron estrechamente atadas por vínculos de interdependencia y dominación. A
medida que avanzó la existencia colonial fue perdiendo sentido esa pretendida
diferenciación.
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