El Dictamen Pericial en El Proceso Civil Espanol
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El Dictamen Pericial en El Proceso Civil Espanol
Resumen.
La nueva regulación de la prueba de peritos en la el código procesal
civil español es sumamente importante. La prueba de peritos ha dejado de
ser una prueba personal para pasar a ser una prueba real justificada en el la
aportación de documentos por los peritos de de cada una de las partes por
lo que el perito ya no va a ser el auxiliar del juez.
Palabras claves:
Perito, juez, aportación de documentos periciales.
Abstract.
The new regulation of expert evidence in the Spanish civil procedural
code is extremely important. The evidence of experts has ceased to be a
personal evidence to become a real evidence justified in the provision of
documents by the experts of each of the parties, so the expert is no longer
going to be the assistant to the judge.
Key words:
Expert witness, judge, provision of expert documents.
I. Introducción.
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Los operadores jurídicos y los doctrinarios aun cuando se puedan mostrar ave-
zados en las cuestiones que suelen agruparse, como una gavilla, en lo referente
al dictamen pericial, la manera que por el contrario las han afrontado con
ocasión de la entrada en vigor de la vigente ley española de enjuiciamiento
civil se mostró un tanto más peliaguda debido, inicialmente, a la multitud de
críticas que recibió su nueva regulación desde el momento en que se plasmó
en realidad legislativa con la vigente ley de enjuiciamiento civil.
Se dijo que la nueva regulación de este medio de prueba que lleva por
rúbrica en la ley de enjuiciamiento civil “Del dictamen de peritos” (Sección
5ª, del Capítulo V, del Título I del Libro II de la ley de enjuiciamiento civil)
alusivo, sin duda a su carácter “real”, que era “retrógrada”, “innecesaria” y
“perturbadora”;2 que su regulación corría el riesgo de lograr “su ineficacia”;3
que su regulación era la de “un verdadero caos normativo”;4 que su
nueva regulación se ha convertido “en un entramado denso y confuso”;5
que la nueva regulación “adolece del error conceptual de mantener la
desfasada concepción probatoria de la pericial” o,6 que “es susceptible
de originar desigualdades materiales para las partes, especialmente, para
la más desfavorecida económicamente y para el demandado, limitar el
derecho de defensa de los litigantes, y suscitar en el juez la muy difícil
tarea de tener que resolver sobre la credibilidad o certeza de dictámenes
contradictorios aportados por ambas partes” o,7 en fin, que existe una «falta
de correspondencia entre las “bondades” proclamadas por el legislador con
relación con este medio de prueba y las “dificultades” de aplicación que se
iban a encontrar los diferentes operadores jurídicos».8
2 SERRA DOMÍNGUEZ, M.: “La prueba pericial”. En: J. Alonso Cuevillas (coord.
): Instituciones del nuevo proceso civil. Comentarios sistemáticos a la ley 1/2000, Tomo II.
Editorial Difusión jurídica, Barcelona, 2000. Pág. 284
3 GÓMEZ DE LIAÑO GONZÁLEZ. F.: “Del dictamen de peritos”. En: Ley de
enjuiciamiento civil (Ley 1/2000) AAVV, coordinador F. Gómez de Liaño. Editorial Forum,
Oviedo, 2000. Pág. 387.
4 GARBERÍ LLOBREGAT. J.: “Prueba pericial (arts. 335-353)”. En: Los procesos
civiles, Tomo III. Editorial Bosch, Barcelona, 2001. Pág. 161.
5 MUÑOZ SABATÉ, L.
6 ALONSO CUEVILLAS y SAYROL, J.: “Principales ideas claves para el estudio
de la nueva Ley de enjuiciamiento civil”. En Actualidad jurídica Aranzadi, número 428,
marzo de 2000. Pág. 4.
7 PICÓ i JUNOY, J.
8 RODRÍGUEZ GARCÍA, N.: “Problemas prácticos que plantea el control de la
imparcialidad y objetividad de los peritos en el proceso civil”. En: Revista del Poder Judicial.
Segundo trimestre 2002, Número 66. Pág. 276.
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porque así se lo han solicitado las partes al juez sin estar, por tanto, en
presencia de un perito que el juez designa para que le auxilie.
Si se observa bien, tanto en un supuesto -perito de parte- como en otro
-perito destinado judicialmente a solicitud de parte en el proceso civil-, no
se da cabida al perito judicial propiamente dicho designado por el juez y
que tendría como cometido auxiliarle.
Técnicamente, solo existe “perito judicial” en los supuestos a que alude
el artículo 339.5 de la ley de enjuiciamiento civil según el cual “el tribunal
podrá, de oficio, designar perito cuando la pericia sea pertinente en procesos
sobre declaración o impugnación de la filiación, paternidad y maternidad,
sobre la capacidad de las personas o en procesos matrimoniales”. En
definitiva, la actuación de ese “perito judicial” se mutaría en una “prueba
de oficio” y, además, restrictivamente en relación a que “sea pertinente”
pero no sobre cualquier tipo de proceso civil sino sólo y exclusivamente
respecto de los indicados en el artículo 339.5 de la ley de enjuiciamiento
civil.
En consecuencia, no existe en la vigente la ley de enjuiciamiento civil
nada se le parezca a la “consulenza técnica d´ufficio” del derecho italiano
que no constituye un medio de prueba y si una actividad dirigida a la
adquisición por el juez de un parecer técnico necesario o cuanto menos
útil para valorar los elemento probatorios ya adquiridos o para la solución
de cuestiones que conllevan específicos conocimientos (“ la consulenza
técnica d´ufficio non costituice un mezzzo di prova, ma è finalizzata
all`acquisizione, da parte del giudice, di un parere tecnico necessario, o
quantomeno utile, per la valutazione di elementi probatori già acquisti o
per la soluzione di questioni che comportino specifiche conoscenze”).10
“Non puo essere considerata, a stretto rigore, un mezzo di prova.11
En el código procesal civil italiano, el “consulente técnico” se incluye
entre los “ausiliari del giudice”12 formando parte de un “procedimento
istruttorio integrativo”13pero que no es un medio de prueba sino un auxilio
10 DI PIRRO, M.: Schemi & Schede di Diritto Processuale Civile. Metodo schematico
Simone. XV Edizione, Napoli, 2019. Pág. 135.
11 ARIETA, G., DE SANTIS, F., MONTESANO., L.: Corso base di diritto
processuale civile. Setima edizione. Wolters Kluwers. Cedam, Roma-Salerno 2018. Págs.
141, 324, 371, 372, 409.
12 SASSANI, B.: Lineamenti del proceso civile italiano. Tutela giurisdizionale,
procedimenti di cognizioni, cautele, esecuzione. Giuffrè Editore, Milano, 2017. Págs. 254, 315.
13 DI LORENZO, F.: Schemi di diritto processuale civile, V Edizione. Nel Diritto
Editore, Molfetta, 2018. Pág. 216
14 Ibídem.
15 LIEBMAN, E. T.: Manuale di diritto processuale civile. Principi. Giuffré Editore,
Milano, 1992. Págs. 322, 336, 347, 348, 353, 369, 406, 407, 411 y 417.
16 Ibídem.
17 Ibídem.
18 Ibídem.
19 COMOGLIO, L. P., FERRI, C. y TARUFFO, M.: Lezioni sul processo civile.
Segunda edición. Il Mulino., 1998. Pág. 679.
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del juez o magistrado tanto más dependía del “enjuiciamiento” del perito.
Y ¿era sensato conferir relevancia jurídica a lo que se ubicaba extramuros
del universo intelectivo del juez o magistrado?
En el recinto normativo de la ley de enjuiciamiento civil de 1881, las
consecuencias de ese planteamiento no se dejaban esperar: en el contexto de
la siempre necesaria libre apreciación de la prueba, el tribunal se auxiliaba
de las explicaciones del perito. Incluso, en cuestiones extremadamente
complejas, algunos tribunales ni siquiera llegaban a aprehender el auxilio
del auxiliante.
En tales supuestos, el tribunal caía en la total dependencia del perito
en modo tal que, la libre apreciación de su auxilio [“según las reglas de
la sana crítica”: artículo 632 ley de enjuiciamiento civil de 1881], no
quedaba demasiado bien parada. Las propuestas del perito auxiliante eran
determinantes para el tribunal auxiliado.
Por descontado que ya no va a ser posible la confusión, el enredo
o el embrollo entre el perito auxiliante y el tribunal auxiliado a que era
proclive la ley de enjuiciamiento civil de 1881.
En efecto, con la ley de enjuiciamiento civil de 1881 los dictámenes
del perito auxiliante si bien “se acompañaban habitualmente por las partes
con la demanda y con la contestación a la demanda, como documentos
fundamentadores de sus argumentaciones de naturaleza técnica o
especializada, era difícil saber qué valor se les podía atribuir ya que para
nuestra jurisprudencia: 1°.-Se trata de documentos periciales, ratificados
habitualmente por los expertos que los habían emitido, a través de la prueba
de testigos: sentencia del Tribunal Supremo de 6 de febrero de 1.998
2°.-No tenían la naturaleza probatoria de los documentos: sentencia del
Tribunal Supremo de 30 de julio de 1.992 3°.-Tampoco podían valorarse
los dictámenes como declaraciones testificales, dado que incorporaban
juicios de valor: sentencia del Tribunal Supremo de 4 de diciembre de 1.965
4°.-Desde luego, no podían considerarse dictámenes emitidos a través de la
prueba de peritos: sentencia del Tribunal Supremo de 9 de marzo de 1.998
5°.-Aunque, de todos modos, se trataba de conclusiones técnicas, que el
juzgador podría tener en cuenta en el momento de la valoración conjunta de
la prueba: sentencia del Tribunal Supremo de 26 de noviembre de 1.990”.24
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27 PICÓ i JUNOY, J.
28 FLORES PRADA, I.: La prueba pericial de parte en el proceso civil. Tirant
Monografías, Valencia, 2005. Pág. 148.
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civil 1/2000. Año 2004. Volumen IV. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2014. Pág. 253.
31 BAENA RUIZ, E., ob. cit.
32 NIEVA FENOLL, J.: Derecho procesal II. Proceso civil. Marcial Pons, Madrid,
2015. Págs. 204, 210.
33 Ibídem.
34 ANDREWS, N.: Justicia civil inglesa. Proceso civil y otras formas de resolución
de controversias. Traducción de Álvaro Pérez-Ragone y Antonio Morales Mutis. Editorial
Temis, Bogotá 2013. Págs. 123, 124, 144.
35 Ibídem.
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V. El perito.
El perito es quien posee los conocimientos científicos, artísticos,
técnicos o prácticos en orden a valorar hechos o circunstancias relevantes
para el objeto del proceso civil o para la certeza sobre tales hechos o
circunstancias para lo cual emite un dictamen. Para emitir el dictamen es
preciso tener en cuenta una serie de puntualizaciones.
El perito ha de poseer título profesional. El artículo 340.1. de la ley de
enjuiciamiento civil establece [preceptivamente] que los peritos “deberán
poseer el título oficial que corresponda a la materia objeto del dictamen y
a la naturaleza de éste”.
El perito no ha de poseer título profesional. Solo cuando se trata de
materias “que no estén comprendidas en títulos profesionales oficiales” es
cuando “habrán de ser nombrados [peritos] entre personas entendidas -dice
la ley de enjuiciamiento civil- en aquellas materias” (artículo art. 340.1. de
la ley de enjuiciamiento civil). En consecuencia, no se discrimina al perito
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de perito, en cuyo caso el tribunal puede designar un único perito que emita
el dictamen solicitado por ambas partes si se muestran conformes en la
designación de un único perito. En este caso, el abono de los honorarios
del perito corresponde realizarlo a ambas partes por mitades iguales, sin
perjuicio, una vez más, de lo que puede acordar el tribunal en materia de
costas (artículo 339.2. de la ley de enjuiciamiento civil). El acuerdo sobre
la designación judicial de perito único vincula al tribunal cuando las partes
que lo han solicitado están “además de acuerdo en que el dictamen sea
emitido por una determinada persona o entidad, así lo acordará el tribunal”
(artículo 339.4. de la ley de enjuiciamiento civil).
El desacuerdo sobre la designación judicial de perito único. Si no existe
acuerdo por ambas partes para designar perito judicial, el tribunal ha de
proceder a la designación de perito y el dictamen pericial que se elabore
será a costa de quien lo haya pedido, sin perjuicio de lo que el tribunal pueda
acordar en materia de costas (artículo 339.2. de la ley de enjuiciamiento
civil). Pero ¿cómo? Con arreglo a lo dispuesto en el artículo 341 de la ley
de enjuiciamiento civil que prevé la metodología de la denominada “lista
corrida”
En el modelo de litigación civil que acoge la ley de enjuiciamiento
civil, el procedimiento para la designación judicial de perito se caracteriza
por preterir el mecanismo de insaculación justificado en el sorteo de peritos
que contemplaba la ley de enjuiciamiento civil de 1881 (artículo 616 de la
ley de enjuiciamiento civil de 1881) y lo sustituye por el de designación
de perito a través de lista corrida basada en las listas facilitadas por los
Colegios profesionales y entidades análogas. En base a ellas, se procede
a la designación por orden correlativo a partir de una primera designación
por sorteo.
La lista corrida no posee antecedentes. El sistema de designación a
través de lista corrida -que no posee antecedentes en la ley de enjuiciamiento
civil de 1881-, se encuentra sujeto a un periodo ordinario de propuesta
consistente en que en el mes de enero de cada año se interesara por el
tribunal de los distintos colegios profesionales o entidades análogas, así
como de las Academias e instituciones culturales y científicas el envío de
una lista de colegiados o asociados dispuestos a actuar como peritos.
¿En qué consiste el sistema de designación de perito a través de lista
corrida? El sistema de designación de perito a través de lista corrida consiste
en que la primera designación de cada lista remitida se efectúa por sorteo
realizado en presencia del letrado de la administración de justicia y a partir
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del perito que ha de auxiliarlo ya que “lo que se está sugiriendo es que el
juez debe ser responsable de la decisión de quien es el experto nombrado
para el caso”.39
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“3º. Los documentos privados cuya letra o firma haya sido reconocida
en juicio por aquél a quien se atribuya la dudosa.
“4º. El escrito impugnado, en la parte en que reconozca la letra como
suya aquél a quien perjudique (artículo 350.2. de la ley de enjuiciamiento
civil).
La ley de enjuiciamiento civil, tras aludir a los documentos que
consten en los archivos públicos relativos al Documento Nacional de
Identidad, parece preterir los documentos que consten en los archivos
de la Agencia Tributaria o Diputaciones Forales relativos al Número de
Identificación Fiscal. La enumeración de documentos indubitados que
realiza la ley de enjuiciamiento civil es listada.
La lista de documentos considerados indubitados posee, no
obstante, el complemento del denominado “cotejo con un cuerpo de
escritura” consistente en que la parte, a la que se atribuya el documento
impugnado o la firma que lo autorice, puede ser requerida, a instancia de
la parte contraria, “para que forme un cuerpo de escritura que le dictara
el tribunal o letrado de la administración de justicia”. Si el requerido
se niega a formar el cuerpo de escritura “el documento impugnado se
considerará reconocido” (artículo 350.3. de la ley de enjuiciamiento
civil).
La negación a formarlo provoca que el documento impugnado “se
considere [rara] reconocido”. Si no existe documentos indubitados y
es imposible el cotejo con un cuerpo de escritura por fallecimiento
o ausencia de quien deba formarlo, el tribunal apreciará el valor del
documento impugnado conforme a las reglas de la sana crítica.
El perito que lleve a cabo el cotejo de letras debe consignar por
escrito las operaciones de comprobación y sus resultados y el dictamen
debe ser emitido y ratificado por el perito con arreglo a lo que dispone
el artículo 346 de la ley de enjuiciamiento civil sin descartar la
posible actuación del perito en el juicio o en la vista según se trate
de proceso declarativo ordinario o de verbal (artículo 347 de la ley de
enjuiciamiento civil).
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La propuesta del artículo 165 CAz en torno a una “recusación sin causa”
por hallarse justificada en una causa de “exclusión legal” del perito se
justificaba en la equiparación en cuanto a cometidos entre peritos y jueces
y magistrados. O sea, un perito que, actuando como un juez, lo auxiliaba
en el modo en que lo pergeñó la añosa ley de enjuiciamiento civil de 1881.
Pero, aún de aquellos lodos sigue surgiendo el barro que todavía tizna
una correcta hermenéutica de la actividad del perito judicial en el proceso
civil. Digo lo anterior porque la Propuesta de los profesores de Derecho
Procesal es ahora defendida con apasionamiento, entusiasmo y no sin
cierta vehemencia por quienes postulan “el deber de independencia del
perito”51 que se derivaría “de la necesaria independencia judicial”52 ya que
“si ésta última exige su pleno sometimiento a la ley y, para ello, precisa
el pleno conocimiento de los hechos que debe enjuiciar, en la medida en
que ese conocimiento tenga un carácter científico, técnico o especializado
necesitará del auxilio pericial, por lo que la falta de independencia del
perito, indirectamente, se trasladará en la debida independencia del juez”.53
Esa desmedida correlación de “independencias” [la del juez y la del
perito que le auxilia] puede que se atasque y se atore si se tiene en cuenta
que la metodología de la denominada “lista corrida” a la que acude la
vigente ley de enjuiciamiento civil, para cuando no existe acuerdo entre
las partes sobre la designación judicial de perito único, se justifica en un
sorteo realizado en presencia del letrado de la administración de justicia
que difícilmente puede cuestionar la independencia del perito auxiliador.
Por lo pronto, la metodología de la lista corrida no discrimina al perito.
El sistema de designación de perito a través de lista corrida es aplicable a
la designación como perito judicial. Para estos supuestos, se usa una lista
de personas que cada año se solicita de sindicatos, asociaciones y entidades
apropiadas y que debe estar integrada por al menos cinco de esas personas.
Y si por razón de la singularidad de la materia del dictamen, únicamente
se dispone del nombre de una persona entendida o práctica, se pedirá el
consentimiento de las partes que si lo otorgan es cuando se procede a
designar perito a esa persona lo que difícilmente será “causa” eficiente para
recusar el perito.
Pero, a más, el sistema de designación de perito a través de lista corrida
consiste en que, a la primera designación de cada lista remitida, es posible
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Bibliografía.
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