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El Dictamen Pericial en El Proceso Civil Espanol

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Revista de Ciencias Sociales - Número 75 (2019) - Páginas 57-94 57

El dictamen pericial en el proceso civil español

EL DICTAMEN PERICIAL EN EL PROCESO CIVIL


ESPAÑOL

ANTONIO MARÍA LORCA NAVARRETE.1

Resumen.
La nueva regulación de la prueba de peritos en la el código procesal
civil español es sumamente importante. La prueba de peritos ha dejado de
ser una prueba personal para pasar a ser una prueba real justificada en el la
aportación de documentos por los peritos de de cada una de las partes por
lo que el perito ya no va a ser el auxiliar del juez.

Palabras claves:
Perito, juez, aportación de documentos periciales.

Abstract.
The new regulation of expert evidence in the Spanish civil procedural 
code is extremely important. The evidence of experts has ceased to be a
personal evidence to become a real evidence justified in the provision of
documents by the experts of each of the parties, so the expert is no longer
going to be the assistant to the judge.

Key words: 
Expert witness, judge, provision of expert documents.

I. Introducción.

1 Catedrático de Derecho Procesal de la Universidad del País Vasco (España).


c-electrónico: [email protected]. c-electrónico: [email protected]. Web: www.
leyprocesal.com.

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Los operadores jurídicos y los doctrinarios aun cuando se puedan mostrar ave-
zados en las cuestiones que suelen agruparse, como una gavilla, en lo referente
al dictamen pericial, la manera que por el contrario las han afrontado con
ocasión de la entrada en vigor de la vigente ley española de enjuiciamiento
civil se mostró un tanto más peliaguda debido, inicialmente, a la multitud de
críticas que recibió su nueva regulación desde el momento en que se plasmó
en realidad legislativa con la vigente ley de enjuiciamiento civil.
Se dijo que la nueva regulación de este medio de prueba que lleva por
rúbrica en la ley de enjuiciamiento civil “Del dictamen de peritos” (Sección
5ª, del Capítulo V, del Título I del Libro II de la ley de enjuiciamiento civil)
alusivo, sin duda a su carácter “real”, que era “retrógrada”, “innecesaria” y
“perturbadora”;2 que su regulación corría el riesgo de lograr “su ineficacia”;3
que su regulación era la de “un verdadero caos normativo”;4 que su
nueva regulación se ha convertido “en un entramado denso y confuso”;5
que la nueva regulación “adolece del error conceptual de mantener la
desfasada concepción probatoria de la pericial” o,6 que “es susceptible
de originar desigualdades materiales para las partes, especialmente, para
la más desfavorecida económicamente y para el demandado, limitar el
derecho de defensa de los litigantes, y suscitar en el juez la muy difícil
tarea de tener que resolver sobre la credibilidad o certeza de dictámenes
contradictorios aportados por ambas partes” o,7 en fin, que existe una «falta
de correspondencia entre las “bondades” proclamadas por el legislador con
relación con este medio de prueba y las “dificultades” de aplicación que se
iban a encontrar los diferentes operadores jurídicos».8

2 SERRA DOMÍNGUEZ, M.: “La prueba pericial”. En: J. Alonso Cuevillas (coord.
): Instituciones del nuevo proceso civil. Comentarios sistemáticos a la ley 1/2000, Tomo II.
Editorial Difusión jurídica, Barcelona, 2000. Pág. 284
3 GÓMEZ DE LIAÑO GONZÁLEZ. F.: “Del dictamen de peritos”. En: Ley de
enjuiciamiento civil (Ley 1/2000) AAVV, coordinador F. Gómez de Liaño. Editorial Forum,
Oviedo, 2000. Pág. 387.
4 GARBERÍ LLOBREGAT. J.: “Prueba pericial (arts. 335-353)”. En: Los procesos
civiles, Tomo III. Editorial Bosch, Barcelona, 2001. Pág. 161.
5 MUÑOZ SABATÉ, L.
6 ALONSO CUEVILLAS y SAYROL, J.: “Principales ideas claves para el estudio
de la nueva Ley de enjuiciamiento civil”. En Actualidad jurídica Aranzadi, número 428,
marzo de 2000. Pág. 4.
7 PICÓ i JUNOY, J.
8 RODRÍGUEZ GARCÍA, N.: “Problemas prácticos que plantea el control de la
imparcialidad y objetividad de los peritos en el proceso civil”. En: Revista del Poder Judicial.
Segundo trimestre 2002, Número 66. Pág. 276.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 59

Resulta evidente que, en el “a priori” de tales afirmaciones, destaca la


señera característica de los asuntos poco trabajados que, por lo mismo, dan
lugar a una mayor holgura en su tratamiento, lo que exige que se adopte
una cierta “compostura” acerca del medio de prueba “puesto en cuestión”
asumiendo como idea base que el protagonista es el dictamen pericial -no
el juez que se auxilia del perito- entendido como uno de los medios de
prueba que se podrán usar en el proceso civil (artículo 299.1.4º de la ley de
enjuiciamiento civil).
Por ello, es preciso salir al paso de las falsas claridades que puedan
derivarse de la pretérita actuación del juez “auxiliado” y comenzar por
admitir que ahora sí el dictamen pericial ha de ser considerado como
un medio probatorio que no posee en la ley de enjuiciamiento civil una
caracterización técnica continuista respecto de la ley de enjuiciamiento
civil de 1881.
Al respecto, se contabiliza por lo pronto una solución principal que es
preciso esbozar de un trazo: con la vigente ley de enjuiciamiento civil se
elimina la común configuración del dictamen pericial como un mecanismo
de auxilio del tribunal que provocaba cuestiones, poco menos que,
insolubles [o, de difícil resolución] acerca de su conceptuación como medio
de prueba. Se dijo que era “contradictorio” no solo calificar la actividad del
perito como prueba cuanto también lo era en base al “destino del dictamen,
pues, de un lado, quien ha de poseer la posibilidad de conocer o de apreciar
el hecho es el juez y el dictamen persigue dársela”.9
Pero, el dictamen que finalmente ha de valorar el juez en su sentencia
no va a provenir de un perito que auxilia al juez sino de un perito cuya
designación ya no se va a hacer depender del juez que precisa de un
perito para que lo auxilie sino, básicamente, su designación se hace recaer
en las partes que “podrán aportar al proceso el dictamen de peritos que
posean los conocimientos correspondientes” (artículo 335. 1. de la ley de
enjuiciamiento civil) y que nos ubicaría en el dictamen que elaboraría un
perito de parte -sería el perito de parte- o solicitar esas mismas partes -no
el juez-, en los casos previstos en la ley de enjuiciamiento civil “que se
emita dictamen por perito designado por el tribunal” (artículo 335. 1. de la
ley de enjuiciamiento civil) y que, en cambio, nos situaría en el dictamen
que elaboraría un perito designado judicialmente -sería el perito judicial-

9 PRIETO CASTRO, L.: Derecho procesal civil. Tomo I. Librería General,


Zaragoza, 1946. Pág. 343.

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60 Antonio María Lorca Navarrete

porque así se lo han solicitado las partes al juez sin estar, por tanto, en
presencia de un perito que el juez designa para que le auxilie.
Si se observa bien, tanto en un supuesto -perito de parte- como en otro
-perito destinado judicialmente a solicitud de parte en el proceso civil-, no
se da cabida al perito judicial propiamente dicho designado por el juez y
que tendría como cometido auxiliarle.
Técnicamente, solo existe “perito judicial” en los supuestos a que alude
el artículo 339.5 de la ley de enjuiciamiento civil según el cual “el tribunal
podrá, de oficio, designar perito cuando la pericia sea pertinente en procesos
sobre declaración o impugnación de la filiación, paternidad y maternidad,
sobre la capacidad de las personas o en procesos matrimoniales”. En
definitiva, la actuación de ese “perito judicial” se mutaría en una “prueba
de oficio” y, además, restrictivamente en relación a que “sea pertinente”
pero no sobre cualquier tipo de proceso civil sino sólo y exclusivamente
respecto de los indicados en el artículo 339.5 de la ley de enjuiciamiento
civil.
En consecuencia, no existe en la vigente la ley de enjuiciamiento civil
nada se le parezca a la “consulenza técnica d´ufficio” del derecho italiano
que no constituye un medio de prueba y si una actividad dirigida a la
adquisición por el juez de un parecer técnico necesario o cuanto menos
útil para valorar los elemento probatorios ya adquiridos o para la solución
de cuestiones que conllevan específicos conocimientos (“ la consulenza
técnica d´ufficio non costituice un mezzzo di prova, ma è finalizzata
all`acquisizione, da parte del giudice, di un parere tecnico necessario, o
quantomeno utile, per la valutazione di elementi probatori già acquisti o
per la soluzione di questioni che comportino specifiche conoscenze”).10
“Non puo essere considerata, a stretto rigore, un mezzo di prova.11
En el código procesal civil italiano, el “consulente técnico” se incluye
entre los “ausiliari del giudice”12 formando parte de un “procedimento
istruttorio integrativo”13pero que no es un medio de prueba sino un auxilio

10 DI PIRRO, M.: Schemi & Schede di Diritto Processuale Civile. Metodo schematico
Simone. XV Edizione, Napoli, 2019. Pág. 135.
11 ARIETA, G., DE SANTIS, F., MONTESANO., L.: Corso base di diritto
processuale civile. Setima edizione. Wolters Kluwers. Cedam, Roma-Salerno 2018. Págs.
141, 324, 371, 372, 409.
12 SASSANI, B.: Lineamenti del proceso civile italiano. Tutela giurisdizionale,
procedimenti di cognizioni, cautele, esecuzione. Giuffrè Editore, Milano, 2017. Págs. 254, 315.
13 DI LORENZO, F.: Schemi di diritto processuale civile, V Edizione. Nel Diritto
Editore, Molfetta, 2018. Pág. 216

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de naturaleza técnica del que puede valerse el juez (“non determina il


convincimento del giudice ma gli offre un ausilio di natura tecnica sul
quale può fondare per comprendere meglio i fatti di causa”).14
Por tanto, la denominada “consulenza tecnica” en el proceso civil
italiano tiene la finalidad de integrar los conocimientos del juez (“a lo
scopo di integrare le conoscenze del giudice )15 para los casos en que
para valorar una prueba son precisos conocimientos técnicos que el juez
no posee] “(nei casi in cui per percepire o per valutare una prova sono
necessarie delle cognizioni tecniche di cui il giudice non è fornito”)16
con el fin de suministrarle no ya datos objetivos del caso concreto como
también los instrumentos lógicos, científicos o de experiencia necesarios
para la valoración de esos mismos datos (“ciò perche (…) compito suo è
quello di fornire al giudice non già i dati obbiettivi del caso concreto, bensì
gli strumenti logici, scientifici o d`esperinza necessari per la rivelazione
e la valutazione dei dati medesmi”).17 La consulenza no es un medio de
prueba y sí un medio para que el juez pueda proceder a valorar (“non è
dunque un mezzo di prova, ma un mezzo d´interpretazione dell´organo
dell´istruzione”).18
En efecto, “in realtà la consulenza tecnica è lo strumento al quale il
giudice ricorre quando risulta che, per accertare i fatti della causa, è
necessario l´impiego di conoscenze tecniche o scientifiche particolari che
vanno al di là della cultura media, e delle quali comunque il giudice non
dispone” [se acude a la “consulenza técnica” cuando se trata de cuestiones
técnicas o científicas que no entran en el ámbito de la cultura y conocimiento
que habitualmente el juez no dispone].19
El modelo se reproduce con el denominado “expertise” del área de
influencia francófona en el que el experto aporta conocimientos que el juez
no posee y, por tanto, es un auxiliar del juez («par “expertise”, on désigne la
procédure par laquelle le juge commet une persone determinée à l´examen
de certians faits dont la constatation requiert des connaissances spéciales
et s´en fait communiquer les resultas. L´expert apparait donc comme un

14 Ibídem.
15 LIEBMAN, E. T.: Manuale di diritto processuale civile. Principi. Giuffré Editore,
Milano, 1992. Págs. 322, 336, 347, 348, 353, 369, 406, 407, 411 y 417.
16 Ibídem.
17 Ibídem.
18 Ibídem.
19 COMOGLIO, L. P., FERRI, C. y TARUFFO, M.: Lezioni sul processo civile.
Segunda edición. Il Mulino., 1998. Pág. 679.

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spécialiste, auxiliaire du juge» [el experto aporta conocimientos que el juez


no posee y, por tanto, es un auxiliar del juez).20
El “expertise” es un técnico que no puede sustituir al juez (“le technicien
ne peut être substitué au juge pour dire le droit ou le fait contesté”)21 al
que le corresponde ejercer su cometido sin hallarse sujeto a la opinión del
experto (“le pouvoir juridictionel n´appartient qu´au magistrat qui n´est
d´ailleurs pas lié par l´avis de l´expert”).22
Semejante “naturaleza y funciones” de la “consulenza tecnica” al
“modo italiano” o del “expertise” del área de influencia francófona o del
dictamen pericial al “modo de la ley de enjuiciamiento civil de 1881” han
sido periclitadas por la vigente ley de enjuiciamiento civil.
En el área hispanoamericana, la existencia del perito “auxiliador” es,
igualmente, una constante legislativa. Sirva de ejemplo el código procesal
civil chileno respecto del que «la característica central sobre la base de
la cual se estructura la prueba pericial en el sistema procesal vigente es
que los peritos son concebidos fundamentalmente como “auxiliares de la
administración de justicia” o como “peritos del tribunal”, es decir, expertos
que ponen su conocimiento especializado al servicio de las necesidades de
la convicción del tribunal., sin considerar de manera relevante los intereses
de las partes o comportándose en forma completamente neutral o imparcial
respecto de ellas”.23

II. La azarosa historia que acompaña al perito en el “modo” que lo


concibió la ley española de enjuiciamiento civil de 1881.
La azarosa historia que acompaña a este “medio probatorio”, evidencia
que la ley de enjuiciamiento civil de 1881 lo conceptuaba como un
mecanismo de auxilio del tribunal que, como tal, no era un medio de prueba,
cuanto más bien un “enjuiciamiento” de una persona distinta al tribunal
que fácilmente se convertía en el “auténtico tribunal” en la medida en que
cuanto mayor era la carencia de conocimientos técnicos o de similar índole

20 HABSCHEID, W. J.: Droit judiciaire privé suisse. Georg et Librairie de


l’Université, Genève ,1975. Pág. 402.
21 FETTWEIS, A.: Manuel de procedure civil. Faculté de Droit de Liége, Liége,
1987. Pág. 380.
22 Ibídem.
23 DUCE, J. M.: La prueba pericial y su admisibilidad en un nuevo proceso civil, en
Justicia civil y comercial: una reforma cercana. Publicación realizada con el apoyo financiero
de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el desarrollo (AECID), Santiago
de Chile, 2011. Pág. 111.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 63

del juez o magistrado tanto más dependía del “enjuiciamiento” del perito.
Y ¿era sensato conferir relevancia jurídica a lo que se ubicaba extramuros
del universo intelectivo del juez o magistrado?
En el recinto normativo de la ley de enjuiciamiento civil de 1881, las
consecuencias de ese planteamiento no se dejaban esperar: en el contexto de
la siempre necesaria libre apreciación de la prueba, el tribunal se auxiliaba
de las explicaciones del perito. Incluso, en cuestiones extremadamente
complejas, algunos tribunales ni siquiera llegaban a aprehender el auxilio
del auxiliante.
En tales supuestos, el tribunal caía en la total dependencia del perito
en modo tal que, la libre apreciación de su auxilio [“según las reglas de
la sana crítica”: artículo 632 ley de enjuiciamiento civil de 1881], no
quedaba demasiado bien parada. Las propuestas del perito auxiliante eran
determinantes para el tribunal auxiliado.
Por descontado que ya no va a ser posible la confusión, el enredo
o el embrollo entre el perito auxiliante y el tribunal auxiliado a que era
proclive la ley de enjuiciamiento civil de 1881.
En efecto, con la ley de enjuiciamiento civil de 1881 los dictámenes
del perito auxiliante si bien “se acompañaban habitualmente por las partes
con la demanda y con la contestación a la demanda, como documentos
fundamentadores de sus argumentaciones de naturaleza técnica o
especializada, era difícil saber qué valor se les podía atribuir ya que para
nuestra jurisprudencia: 1°.-Se trata de documentos periciales, ratificados
habitualmente por los expertos que los habían emitido, a través de la prueba
de testigos: sentencia del Tribunal Supremo de 6 de febrero de 1.998
2°.-No tenían la naturaleza probatoria de los documentos: sentencia del
Tribunal Supremo de 30 de julio de 1.992 3°.-Tampoco podían valorarse
los dictámenes como declaraciones testificales, dado que incorporaban
juicios de valor: sentencia del Tribunal Supremo de 4 de diciembre de 1.965
4°.-Desde luego, no podían considerarse dictámenes emitidos a través de la
prueba de peritos: sentencia del Tribunal Supremo de 9 de marzo de 1.998
5°.-Aunque, de todos modos, se trataba de conclusiones técnicas, que el
juzgador podría tener en cuenta en el momento de la valoración conjunta de
la prueba: sentencia del Tribunal Supremo de 26 de noviembre de 1.990”.24

24 BAENA RUIZ, E: Roj: STS 5619/2015 - ECLI: ES:TS:2015:5619. Id Cendoj:


28079110012015100710. Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Civil. Sede: Madrid Sección:
1. Fecha: 15/12/2015. Nº de Recurso: 2006/2013. Nº de Resolución: 702/2013 Procedimiento:
CIVIL. Tipo de Resolución: Sentencia.

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64 Antonio María Lorca Navarrete

Esa vetusta, añosa y rancia conceptuación del perito auxiliador de


un juez omnisciente con la que se ofertaba un modelo de proceso civil
autoritario, burocrático y de “despacho” (Kabinett der Justize) en el que las
partes y sus abogados ocupaban un lugar irrelevante, pretendía salir al paso
de su propia inoperancia justificada en sus desconocimientos técnicos que
podría cuestionar, incluso, su status de “autoridad”.
A ese contexto, respondería todavía -vigente ya la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000- un proceso civil en el que “la calidad procesal que se reconoce
al dictamen de peritos es la de elemento auxiliar para la valoración
probatoria que corresponde llevar a cabo al juzgador”. O, el proceso civil
en el que “el cometido que la ley -es la vigente ley de enjuiciamiento civil
de 2000- asigna al perito en el proceso no consiste en la producción o
enunciación de resultados probatorios, sino en la aportación de aquellos
conocimientos especiales, que sean propios de su ciencia, arte o técnica y
de los cuales pueda servirse el juzgador para establecer sus conclusiones de
prueba sobre los hechos discutidos”.25
Pese a las anteriores indicaciones -ya vigente la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000-, no va a ser posible la confusión, el enredo o el embrollo
entre el perito auxiliante y el tribunal auxiliado a que era proclive la ley de
enjuiciamiento civil de 1881.

III. El contexto normativo de la vigente ley de enjuiciamiento civil.


La vigente ley de enjuiciamiento civil, al abordar la reforma de la
pericia procede a otorgar “naturaleza de prueba pericial a los llamados
dictámenes periciales extrajudiciales, obtenidos fuera del proceso,
facultando a las partes para que los aporten con sus escritos de alegaciones
e, incluso, permitiéndoles aportarlos posteriormente, - aunque siempre con
anterioridad al juicio o vista-, cuando la necesidad de aportarlos surja de
actuaciones procesales posteriores”.26
Y para aclarar, aún más si cabe, donde ubicarse conviene leer la
exposición de motivos de la ley de enjuiciamiento civil en la que se indica
que «... con las excepciones obligadas respecto de los procesos civiles en

25 ARZANEGUI SARRICOLEA, J. Mª.: Jurisprudencia procesal civil comentada


de las Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Año 2002. Volumen II. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2012. Pág. 509.
26 BAENA RUIZ, E., ob. cit.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 65

que ha de satisfacerse un interés público, esta ley -es la ley de enjuiciamiento


civil 1/2000- se inclina coherentemente por entender el dictamen de peritos
como medio de prueba en el marco de un proceso, en el que (…), no se
impone y se responsabiliza al tribunal de la investigación y comprobación
de la veracidad de los hechos relevantes en que se fundamentan las
pretensiones de tutela formuladas por las partes, sino que es sobre éstas
sobre las que recae la carga de alegar y probar. Y por ello, se introducen los
dictámenes de peritos designados por las partes y se reserva la designación
por el tribunal de perito para los casos en que así le sea solicitado por
las partes o resulte estrictamente necesario (...). Así, la actividad pericial,
cuya regulación decimonónica reflejaba el no resuelto dilema acerca de
su naturaleza -si medio de prueba o complemento o auxilio del juzgador-,
responde ahora plenamente a los principios generales que deben regir la
actividad probatoria».
Entonces irrumpe, en el nuevo escenario en el que se va a proyectar
el dictamen pericial, una objeción planteada por algunos doctrinarios;
a saber: con la opción de la ley de enjuiciamiento civil se origina una
“privatización” de la actividad del perito que ya no auxilia al tribunal sino
que se alinea con las partes que le pagan su dictamen pericial y “que son
las que deben aportar los dictámenes periciales” y,27 en línea con esa idea
de “privatización” se ha indicado quizás con cierto matiz demagógico
y socializante (de cierto matiz populista) que “la prueba pericial es una
prueba cara, y que la privatización plena, si bien responde al principio de
aportación de parte, puede en cambio quebrantar el principio de igualdad”.28
De cualquier modo, guste o no la “privatización” en general y la
de la pericia en particular, no ha de ser considerada como un elemento
distorsionante de la igualdad de las partes en el proceso civil, ya que la ley
de enjuiciamiento civil garantiza que la parte pueda estar asistida de perito
(judicial) si es titular del derecho de asistencia jurídica gratuita (artículo
399.1. de la ley de enjuiciamiento civil); de modo que si la parte no puede
pagar el perito o simplemente desea que sea el tribunal quien designe el
perito que les haga el dictamen, puede solicitar su designación judicial
(perito judicial) para que realice los respectivos dictámenes periciales
(artículo 399 de la ley de enjuiciamiento civil).

27 PICÓ i JUNOY, J.
28 FLORES PRADA, I.: La prueba pericial de parte en el proceso civil. Tirant
Monografías, Valencia, 2005. Pág. 148.

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En el ánimo de la postulación de esas denominadas por algunos


“doctrinas privatistas”, impera la añoranza de un perito auxiliador del juez
(a la “vieja usanza” de la ley de enjuiciamiento civil de 1881) que asume el
cometido de proporcionarle las máximas de experiencia técnica o similares
que el tribunal no conocía.
Pese a tales indicaciones, il va sans dire que la pericia sustentada en
el dictamen pericial de parte -perito de parte bien designado por la parte o
bien designado judicialmente-, otorga carta de naturaleza a la conversión,
en prueba, a los dictámenes periciales. O sea, la pericia va a ser la prueba
del dictamen del perito de parte. No la prueba del perito auxiliador. Luego,
van a ser las partes las que asuman un papel relevante y esencial en orden al
desarrollo de este medio de prueba: en esencia la prueba del perito de parte.
Por tanto, y desde el punto de la conceptuación del dictamen pericial, la
nueva regulación de la ley de enjuiciamiento civil 1/2000 sí que introduce
elementos para obligar a una reformulación de este medio probatorio a
pesar de que contrariamente se indique que “desde el punto de vista del
concepto, la nueva regulación [del dictamen pericial] no introduce ningún
elemento que obligue a una reformulación del mismo”.29
Y puesto que, el objeto de estas reflexiones consiste en contrastar
ideas, y no en buscar la confrontación (dialéctica, claro) con personas, es
incontrovertible la necesidad de postular la postura opuesta: la pericia es
uno de los medios probatorios que, en la ley de enjuiciamiento civil 1/2000,
mayores reformulaciones ha tenido.
Por tanto, “la modalidad de prueba pericial por medio de dictámenes de
peritos designados por las partes es, sin lugar a dudas, una de las principales
innovaciones introducidas por la nueva ley de enjuiciamiento civil en la
prueba de peritos”.30 En definitiva, “que respecto de la valoración de la
prueba pericial se ha de señalar que la modalidad de prueba pericial por
medio de dictámenes de peritos designados por las partes es, sin lugar a
dudas, una de las principales innovaciones introducidas por la nueva ley
de enjuiciamiento civil. Al permitirse, por los artículos 336 y ss. ley de
enjuiciamiento civil, la prueba a través de dictámenes elaborados por peritos
designados por las partes, se otorga naturaleza probatoria a los llamados

29 ESPARZA LEIBAR, I.: El dictamen de peritos en la Ley 1/2000, de Enjuiciamiento


Civil. Valencia, 2000. Pág. 59.
30 KELLER ECHEVARRIA, Mª del C.: Jurisprudencia procesal civil comentada
de las Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento

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El dictamen pericial en el proceso civil español 67

dictámenes periciales extrajudiciales, producidos fuera del proceso, que las


partes acostumbran a acompañar a sus escritos de alegaciones, adaptándose
la prueba pericial a la realidad de nuestro foro”.31
Al respecto, “la ley de enjuiciamiento civil de 2000 apostó de manera
audaz por el modelo anglosajón”32 en el que “el perito de designación
judicial es marginal, siendo habitual el dictamen pericial de parte”.33
En efecto y por lo que al modelo de perito que dentro del common
law aporta el derecho inglés, lo habitual será que “en casos complejos o
relativamente importantes, cada parte buscará que se pueda nombrar a su
perito o peritos”.34 Y “a pesar de que los peritos designados por las partes
tienen la obligación de ser imparciales y deben reconocer que tienen un
deber primordial con los tribunales, a menudo se ha sospechado que su
testimonio puede estar adaptado para la conveniencia de la parte que lo
nombra. Sobre este aspecto Lord Bingham comentó en una decisión de
1996:
“Por cualquier razón, consciente o inconscientemente, lo cierto es que
los peritos instruidos en nombre de las partes litigantes, a menudo tienden
(…) a abrazar la causa de aquel que los instruyo en una mayor o menor
medida, siendo en ocasiones más partidarios que las propias partes”.
Pero el problema de falta de neutralidad se exagera con facilidad. Cabe
recordar que el tribunal tiene la última palabra: el sistema de los “peritos
asociados a la parte” a menudo inyecta un escepticismo saludable, debate
y “honestidad intelectual” en el proceso de tomar un punto de vista sobre
cuestiones de opinión y por ende discutibles”.35

IV. Concepto de la pericia y su carácter “real”.


La pericia entendida como sabiduría, práctica, experiencia y habilidad
en una ciencia o arte, se encuentra conceptuada en el artículo 335.1. de la

civil 1/2000. Año 2004. Volumen IV. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2014. Pág. 253.
31 BAENA RUIZ, E., ob. cit.
32 NIEVA FENOLL, J.: Derecho procesal II. Proceso civil. Marcial Pons, Madrid,
2015. Págs. 204, 210.
33 Ibídem.
34 ANDREWS, N.: Justicia civil inglesa. Proceso civil y otras formas de resolución
de controversias. Traducción de Álvaro Pérez-Ragone y Antonio Morales Mutis. Editorial
Temis, Bogotá 2013. Págs. 123, 124, 144.
35 Ibídem.

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68 Antonio María Lorca Navarrete

ley de enjuiciamiento civil que permite definirla como la emisión de un


dictamen por quien posea conocimientos científicos, artísticos, técnicos o
prácticos para valorar hechos o circunstancias relevantes en el asunto o
adquirir certeza sobre ellos.
A través de la anterior definición de la pericia que adopta la ley de
enjuiciamiento civil, se origina una importante consecuencia consistente en
eludir su conceptuación personal -o sea, el perito-, para pasar a justificar la
conceptuación de la pericia como “real” en la que verdaderamente interesa
la res [el dictamen] y no tanto que al tribunal le salga un coadyuvante (o
auxiliador) que le proporciona las máximas de experiencia técnica o de
cualquier otra índole que no conoce.
No obstante, aún hoy existe opinión doctrinal que sostiene el carácter
“personal” de este medio de prueba al afirmarse que la vigente ley de
enjuiciamiento civil “sigue configurando la pericia como un medio de
prueba personal, en el que la persona que debe prestar su declaración
conoce los hechos sobre los que declara procesalmente, en virtud de un
encargo del juez”.36 Claro está, se esta pensando aún en el perito judicial
auxiliante.

V. El perito.
El perito es quien posee los conocimientos científicos, artísticos,
técnicos o prácticos en orden a valorar hechos o circunstancias relevantes
para el objeto del proceso civil o para la certeza sobre tales hechos o
circunstancias para lo cual emite un dictamen. Para emitir el dictamen es
preciso tener en cuenta una serie de puntualizaciones.
El perito ha de poseer título profesional. El artículo 340.1. de la ley de
enjuiciamiento civil establece [preceptivamente] que los peritos “deberán
poseer el título oficial que corresponda a la materia objeto del dictamen y
a la naturaleza de éste”.
El perito no ha de poseer título profesional. Solo cuando se trata de
materias “que no estén comprendidas en títulos profesionales oficiales” es
cuando “habrán de ser nombrados [peritos] entre personas entendidas -dice
la ley de enjuiciamiento civil- en aquellas materias” (artículo art. 340.1. de
la ley de enjuiciamiento civil). En consecuencia, no se discrimina al perito

36 RIVERA GONZÁLEZ, M.: “Los procesos declarativos ordinarios: la prueba y el


juicio verbal”. En: Boletín de Información del Ministerio de Justicia. Año LV de 1 de febrero
de 2001, Número 1886. Pág. 510.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 69

según que posea o no título profesional; no se discrimina al perito según que


haya sido designado por la parte o por el tribunal; no se discrimina al perito
porque el dictamen sea de un perito de parte o de un perito judicialmente
designado; no se discrimina al perito porque no este adscrito a un colegio
profesional.
No existen peritos de diversa condición profesional. En definitiva, la
ley de enjuiciamiento civil no apela a peritos de “primera”, que serían los
titulados, respecto de otros no titulados que serían peritos de “segunda
condición o aptitud”.
Y, conjuntamente con la persona física-perito, también puede
solicitarse dictamen de academias e instituciones culturales y científicas
que se ocupen del estudio de las materias correspondientes al objeto de la
pericia, sin perjuicio de que, sobre cuestiones específicas, puedan emitir
dictámenes las personas jurídicas legalmente habilitadas para ello. En esos
casos, la institución a la que se encargue el dictamen debe expresar, a la
mayor brevedad, qué persona o personas se encargarán directamente de
prepararlo.
El perito ha de prometer o jurar. Conviene tener presente que el perito,
al emitir el dictamen, debe -es preceptivo- “manifestar, bajo juramento o
promesa de decir verdad” (artículo 335.2. de la ley de enjuiciamiento civil)
y que “ha actuado y, en su caso, actuará con la mayor objetividad posible”
(artículo 335.2. de la ley de enjuiciamiento civil) y que “salvo acuerdo
en contrario de las partes, no se podrá solicitar dictamen a un perito que
hubiera intervenido en una mediación o arbitraje relacionados con el mismo
asunto” (artículo 335.3. de la ley de enjuiciamiento civil).
El perito ha de actuar con la mayor objetividad. El dictamen ha de ser
realizado, según el artículo 335.2. de la ley de enjuiciamiento civil, “con
la mayor objetividad posible” que la ley de enjuiciamiento civil pretende
salvar mediante la denominada tacha del testigo por cuanto el sistema de
recusación queda reservado para los peritos designados judicialmente. No,
para los peritos “de parte” que, en cambio, podrán ser tachados. El perito
tiene que realizar su dictamen con objetividad.
La objetividad del perito. Esa objetividad es la “mayor”. O sea, la que
excede en cantidad o calidad y que se obtiene “tomando en consideración
tanto lo que pueda favorecer como lo que sea susceptible de causar
perjuicio a cualquiera de las partes, y que conoce las sanciones penales
en las que podría incurrir si incumpliere su deber como perito” (artículo
335.2. de la ley de enjuiciamiento civil). Lo indicado es suficiente para

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70 Antonio María Lorca Navarrete

poder valorar la objetividad de su dictamen, aunque el artículo 335.2. de


la ley de enjuiciamiento civil “contiene sólo una norma admonitiva, no
preceptiva, ni valorativa de prueba”.37

VI. El perito de parte.


La ley de enjuiciamiento civil admite con el carácter de inédita, la
existencia del perito de parte.
El perito de parte surge en la ley de enjuiciamiento civil cuando
procede a sugerir, tanto al demandante como al demandado, la posibilidad
de aportar con la demanda y contestación de la demanda, los dictámenes
periciales “que estimen necesarios o convenientes para la defensa de
sus derechos” (artículo 336.1. de la ley de enjuiciamiento civil). Son los
dictámenes elaborados por peritos de parte o encargados por la parte. Las
cuestiones que se plantean con la irrupción de perito de parte en la ley de
enjuiciamiento civil son de muy variada índole.
¿Cuándo aporta el perito de parte su dictamen? Según la ley de
enjuiciamiento civil, “al demandante le es posible aportar con la demanda
dictámenes escritos elaborados por perito por él designado, si no justifica
cumplidamente que la defensa de su derecho no ha permitido demorar la
interposición de aquélla -de la demanda- hasta la obtención del dictamen”.
Por su parte, “el demandado que no pueda aportar dictámenes escritos con
la contestación a la demanda deberá justificar la imposibilidad de pedirlos
y obtenerlos dentro del plazo para contestar” (artículo 336. 3. y 4. de la
ley de enjuiciamiento civil). A lo que se une que “a instancia de parte”, el
tribunal puede acordar que se permita al demandado examinar, por medio
de abogado o perito, las cosas y los lugares cuyo estado y circunstancias
sean relevantes para su defensa o para la preparación de los informes
periciales que pretenda presentar. Y cuando se trate de reclamaciones por
daños personales, puede instar al actor para que permita su examen por un
facultativo, a fin de preparar un informe pericial (artículo 336.5. de la ley
de enjuiciamiento civil).

37 HOYA COROMINA, J.: Jurisprudencia procesal civil comentada de las


Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000. Año 2001. Volumen I. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2011. Págs. 65, 176, 364.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 71

Presunción sobre la aportación del dictamen. Se presume que el


demandante debió aportar sus dictámenes periciales con su demanda
salvo que justifique cumplidamente que ha tenido que interponerla sin
acompañamiento de tales dictámenes, a diferencia del demandado, que ha
de justificar únicamente la imposibilidad de pedirlos y obtenerlos dentro
del plazo para contestar. O incluso, justificar que debía examinar “las cosas
y los lugares cuyo estado y circunstancias sean relevantes” -o, también la
persona del demandante- para el dictamen que desea aportar
El dictamen del perito se ha de aportar por escrito. Los dictámenes
que se aportan por el actor y el demandado deben formularse por escrito.
El carácter indicativo y referencial de la estructura del dictamen a que
alude el artículo 336.2. de la ley de enjuiciamiento civil, exige aludir a un
dictamen acompañado, en su caso, de los demás documentos, instrumentos
o materiales adecuados para que el perito pueda exponer el objeto de
la pericia. Si no es posible o conveniente aportar esos documentos e
instrumentos, el dictamen contendrá las indicaciones suficientes sobre
ellos, pudiendo hacerse acompañar el dictamen de documentos que se
estimen adecuados para su más acertada valoración. Esa regla general, se
excepciona cuando exista anuncio de dictámenes periciales cuando no se
puedan aportar con la demanda o contestación a la demanda y se proceda a
una aportación posterior de dictámenes periciales (artículo 337. 1. de la ley
de enjuiciamiento civil).
Excepciones a la aportación de dictámenes. La ley de enjuiciamiento
civil prevé que, la regla general consistente en que los dictámenes periciales
han de ser aportados en la demanda y contestación se excepciona en los
supuestos en que a las partes no les sea posible realizar esa aportación.
También se excepciona la regla general cuando se trate de la aportación
de dictámenes periciales en función de actuaciones procesales posteriores
a la demanda (artículo 338 de la ley de enjuiciamiento civil). O sea, se
permite la aportación de dictámenes periciales cuya necesidad o utilidad
se ponga de manifiesto a causa de las alegaciones del demandado en la
contestación a la demanda o se justifique en las alegaciones o pretensiones
complementarias que es posible plantear en la fase intermedia de audiencia
previa al juicio de las partes en el proceso declarativo ordinario.
¿Actividad del perito en el juicio? Aportados los dictámenes, las partes
deben manifestar si desean que los peritos autores de los dictámenes
comparezcan en el juicio del proceso declarativo ordinario o en la vista
del proceso declarativo verbal y expresar si deben exponer o explicar su

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72 Antonio María Lorca Navarrete

dictamen o responder a preguntas u objeciones o propuestas de rectificación


o intervenir, en fin, de cualquier otra forma útil para entender y valorar el
dictamen que han realizado en relación con lo que sea objeto del proceso
civil.

VII. El perito designado judicialmente.


La ley de enjuiciamiento civil regula, igualmente, el perito de parte
designado judicialmente para cuando las partes soliciten esa designación
judicial. Técnicamente no es un perito “de parte” porque no es la parte
quien procede a encargarle al perito que proceda a realizarle un concreto
dictamen, aunque si es la parte -y, no el juez- la que justifica la actividad
del perito, aunque no sea el perito el que deba proceder por encargo suyo
sino el designado judicialmente. Por tanto, en el perito de parte designado
judicialmente concurre el deseo de la parte de obtener un dictamen -la
res-. No, en cambio, la concreta “persona” de un perito. Pues bien, tales
previsiones de la ley de enjuiciamiento civil se proyectan en varios ámbitos.
La primera, alude a que el perito de parte designado judicialmente
irrumpe en el proceso civil porque la parte no puede pagarse un perito
para lo cual la parte ha de ser titular del derecho de asistencia jurídica
gratuita. La parte titular del derecho de asistencia jurídica gratuita, no
se halla obligada a aportar con la demanda o contestación el dictamen
pericial, sino simplemente anunciarlo a los efectos de que se proceda la
designación judicial de perito (perito judicial) conforme a la ley asistencia
jurídica gratuita “designándolo el tribunal entre el personal técnico adscrito
a los órganos jurisdiccionales…”.38 O sea, que la designación de perito para
la parte que no posee recursos económicos ha de hacerse entre el personal
técnico adscrito al tribunal.
La segunda de las previsiones concierne a que el demandante o el
demandado “en sus respectivos escritos iniciales” soliciten que se proceda
a la designación judicial de perito “si entienden conveniente o necesario
para sus intereses la emisión de informe pericial” (artículo 339.2. de la ley
de enjuiciamiento civil) aun cuando las partes puedan pagarse su propio
perito.

38 HUERTA SÁNCHEZ, Mª. E.: Jurisprudencia procesal civil comentada de las


Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000. Año 2004. Volumen IV. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián , 2014. Pág. 482.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 73

1. Designación judicial del perito.


La regla general sobre la designación judicial de peritos estriba en la
designación de perito único “por cada cuestión o conjunto de cuestiones
que hayan de ser objeto de pericia y que no requieran, por la diversidad de
su materia, el parecer de expertos distintos” (artículo 339.6. de la ley de
enjuiciamiento civil).
Pero ¿cuándo se procede a la designación judicial de perito? La
designación judicial de perito debe realizarse en el plazo -de cinco días-
desde la presentación de la contestación a la demanda con independencia
de quien haya solicitado la designación. Aunque puede procederse a la
designación judicial de perito en la fase intermedia de audiencia previa
al juicio cuando en el proceso declarativo ordinario y a consecuencia de
las alegaciones o pretensiones complementarias permitidas en esa fase
intermedia de audiencia previa, las partes solicitan de perito judicial para
que dictamine (artículo 427.4. de la ley de enjuiciamiento civil). Y en el
trance de un bis, similares trámites pueden adoptar el tribunal en el proceso
declarativo verbal inmediatamente antes de la celebración de la vista
(artículo 339.3. de la ley de enjuiciamiento civil).
¿Se encuentra el tribunal vinculado por la solicitud de las partes de
designar un perito judicial? La respuesta es afirmativa. El tribunal se
halla vinculado por esa solicitud si las partes “entienden conveniente o
necesario para sus intereses la emisión de informe pericial” por lo que “en
tal caso, el tribunal procederá a la designación” (artículo 339.2. de la ley
de enjuiciamiento civil). En cambio, si a consecuencia de las alegaciones
o pretensiones complementarias permitidas en la en la fase intermedia
de audiencia previa al juicio del proceso declarativo ordinario, las partes
solicitan “la designación por el tribunal de un perito que dictamine, lo
acordará éste así [el tribunal], siempre que considere pertinente y útil el
dictamen”. Y del mismo modo actuará el tribunal cuando se trate de juicio
verbal y las partes solicitan en la vista designación de perito, en cuyo
caso se procede a interrumpirla [la vista] hasta que se realice el dictamen
(artículo 339.3. de la ley de enjuiciamiento civil).

2. Acuerdo o desacuerdo sobre la designación judicial del perito y la
lista corrida.
El acuerdo sobre la designación de perito judicial único. Tiene lugar si las
dos partes [ambas dos] han solicitado inicialmente la designación judicial

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74 Antonio María Lorca Navarrete

de perito, en cuyo caso el tribunal puede designar un único perito que emita
el dictamen solicitado por ambas partes si se muestran conformes en la
designación de un único perito. En este caso, el abono de los honorarios
del perito corresponde realizarlo a ambas partes por mitades iguales, sin
perjuicio, una vez más, de lo que puede acordar el tribunal en materia de
costas (artículo 339.2. de la ley de enjuiciamiento civil). El acuerdo sobre
la designación judicial de perito único vincula al tribunal cuando las partes
que lo han solicitado están “además de acuerdo en que el dictamen sea
emitido por una determinada persona o entidad, así lo acordará el tribunal”
(artículo 339.4. de la ley de enjuiciamiento civil).
El desacuerdo sobre la designación judicial de perito único. Si no existe
acuerdo por ambas partes para designar perito judicial, el tribunal ha de
proceder a la designación de perito y el dictamen pericial que se elabore
será a costa de quien lo haya pedido, sin perjuicio de lo que el tribunal pueda
acordar en materia de costas (artículo 339.2. de la ley de enjuiciamiento
civil). Pero ¿cómo? Con arreglo a lo dispuesto en el artículo 341 de la ley
de enjuiciamiento civil que prevé la metodología de la denominada “lista
corrida”
En el modelo de litigación civil que acoge la ley de enjuiciamiento
civil, el procedimiento para la designación judicial de perito se caracteriza
por preterir el mecanismo de insaculación justificado en el sorteo de peritos
que contemplaba la ley de enjuiciamiento civil de 1881 (artículo 616 de la
ley de enjuiciamiento civil de 1881) y lo sustituye por el de designación
de perito a través de lista corrida basada en las listas facilitadas por los
Colegios profesionales y entidades análogas. En base a ellas, se procede
a la designación por orden correlativo a partir de una primera designación
por sorteo.
La lista corrida no posee antecedentes. El sistema de designación a
través de lista corrida -que no posee antecedentes en la ley de enjuiciamiento
civil de 1881-, se encuentra sujeto a un periodo ordinario de propuesta
consistente en que en el mes de enero de cada año se interesara por el
tribunal de los distintos colegios profesionales o entidades análogas, así
como de las Academias e instituciones culturales y científicas el envío de
una lista de colegiados o asociados dispuestos a actuar como peritos.
¿En qué consiste el sistema de designación de perito a través de lista
corrida? El sistema de designación de perito a través de lista corrida consiste
en que la primera designación de cada lista remitida se efectúa por sorteo
realizado en presencia del letrado de la administración de justicia y a partir

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El dictamen pericial en el proceso civil español 75

de esa primera designación corren o se efectúan las siguientes designaciones


por orden correlativo (artículo 341.1. de la ley de enjuiciamiento civil).
La lista corrida no discrimina al perito. El sistema de designación de
perito a través de lista corrida es, igualmente, aplicable a la designación
como perito a persona que, sin título oficial, sea práctica o entendida en la
materia siempre y cuando se proceda a la previa citación de las partes. Para
estos supuestos, se usa una lista de personas que cada año se solicita de
sindicatos, asociaciones y entidades apropiadas y que debe estar integrada
por al menos cinco de esas personas. Y si por razón de la singularidad de
la materia del dictamen, únicamente se dispone del nombre de una persona
entendida o práctica, se pedirá el consentimiento de las partes y si todas las
partes lo otorgan se procederá a designar perito a esa persona.

3. Llamamiento del perito judicial designado.
En el mismo día o siguiente día hábil a la designación, el letrado de la
administración de justicia la comunica al perito titular, requiriéndole para
que -en el plazo de dos días- manifieste si acepta el cargo.
Si el perito acepta el cargo se efectúa el nombramiento y el perito
procede a prestar juramento o promesa.
Si el perito no acepta el cargo ha de alegar justa causa que le impida
la aceptación y si el letrado de la administración de justicia la considera
suficiente es sustituido por el siguiente de la lista [el perito se corre en la
lista corrida] y así sucesivamente se van corriendo los peritos hasta que se
pueda efectuar el nombramiento.

4. Provisión de fondos del perito judicial designado.
El perito designado, que acepta el cargo una vez nombrado, puede
solicitar la provisión de fondos que considere necesaria que será a cuenta
de la liquidación final de su pericia. En la solicitud de provisión de fondos,
el perito encuentra en la ley de enjuiciamiento civil el tutelaje del letrado
de la administración de justicia en línea con la progresiva eliminación de
la Jurisdicción del ámbito normativo del proceso civil, no tanto porque
decide sobre la provisión solicitada, cuanto también, porque es el letrado
de la administración de justicia y no el juez, quien mediante decreto decreta
a la parte o partes que no tengan derecho a la asistencia jurídica gratuita,
a que procedan a abonar la cantidad fijada -en el plazo de cinco días-. Si

Revista de Ciencias Sociales - Número 75 (2019) - Universidad de Valparaíso - ISSN 0716-7725 - Valparaíso, Chile
76 Antonio María Lorca Navarrete

transcurre ese plazo y no se procede al depósito, el perito queda eximido


de emitir el dictamen sin que pueda procederse a una nueva designación.
Si el perito no obtiene la provisión de fondos de una de las partes y ha
sido designado de mutuo acuerdo por ambas partes, se procede a ofrecer a
la otra parte la posibilidad de completar la cantidad que falte indicando, en
ese caso, los puntos sobre los que deba versar el dictamen o puede la parte
recuperar la cantidad depositada quedando el perito eximido de emitir el
dictamen.

5. Aportación del peritaje mediante métodos electrónicos.
El perito judicial debe emitir su dictamen por escrito que ha de hacerlo
llegar al tribunal por medios electrónicos -es preceptivo- en el plazo que se le
indique. Y de ese dictamen se da traslado por el letrado de la administración
de justicia a las partes por si consideran que el perito concurra al juicio del
proceso declarativo ordinario o a la vista del proceso declarativo verbal con
el fin de que aporte las aclaraciones o explicaciones que sean oportunas.
Aunque el tribunal, puede acordar, en todo caso -mediante providencia-,
que considera necesaria la presencia del perito en el juicio o vista para
comprender y valorar mejor el dictamen realizado (artículo 346 de la ley
de enjuiciamiento civil).

VIII. El perito judicial.


El tribunal puede designar perito de oficio para que proceda a auxiliarlo,
pero únicamente para cuando la pericia sea pertinente en procesos sobre
declaración o impugnación de la filiación, paternidad y maternidad, sobre
la capacidad de las personas o en procesos matrimoniales. O sea, procesos
de marcado carácter inquisitivo tal y como conceptúa esa inquisición cierta
doctrina.
El perito judicial si bien es nombrado de oficio y actúa de oficio a
instancia del juez que lo ha designado, no se conceptúa como prueba de
oficio. El perito judicial no es posible conceptuarlo tampoco como medio
de prueba y menos aún como un medio de prueba de oficio y sí como
un “asesor” (“consulente”) técnico que actúa de oficio al que la ley de
enjuiciamiento civil desea, además, que el juez acuda, pero restrictivamente.
Según la ley de enjuiciamiento civil, cuando el juez acude a un “asesor”
técnico para que le auxilie, se le exige, a más, que su dictamen lo considere
“pertinente” lo que sería homologable a un “juicio de suficiencia” respecto

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El dictamen pericial en el proceso civil español 77

del perito que ha de auxiliarlo ya que “lo que se está sugiriendo es que el
juez debe ser responsable de la decisión de quien es el experto nombrado
para el caso”.39

IX. Actividades del perito con ocasión de la emisión de su dictamen


pericial.
La actividad del perito se justifica en la emisión escrita del dictamen a la
que le pueden acompañar “otras actividades” que es posible que desarrolle
con esa finalidad el perito. En concreto:

1. “Operaciones periciales” del perito.


La ley de enjuiciamiento civil prevé que, en particular el perito realice
concretas “operaciones periciales” como el “reconocimiento de lugares,
objetos o personas o la realización de operaciones análogas” (artículo
345.1. de la ley de enjuiciamiento civil) aunque no termina por tipificar
cuales puedan ser esas “operaciones periciales” análogas que demanda
la emisión del dictamen pericial; pues conjuntamente con “operaciones
periciales” que concreta como el reconocimiento de lugares, objetos o
personas alude también a “la realización de operaciones análogas” que
pueden comprenderse en cualquier “operación pericial” que se requiera a
consecuencia del dictamen pericial a realizar.

2. Presencia de las partes en las operaciones periciales del perito.
La “operación pericial” puede ser presenciada por las partes y sus
defensores siempre y cuando que con esa presencia “no se impida (e)
o estorbe(a) la labor del perito” ni se impida “garantizar el acierto e
imparcialidad del dictamen” (artículo 345.1. de la ley de enjuiciamiento
civil). Se establece un principio general posibilista absolutamente criticable
consistente, incomprensiblemente, en que es posible [o, no] presenciar las
“operaciones periciales” que requieran la emisión del dictamen (artículo
345.2. de la ley de enjuiciamiento civil).
Ese “extraño posibilismo” fruto de un rancio judicialismo, puede
producirle a la parte indefensión y vulneración de la garantía procesal

39 VÁZQUEZ, C.,: “¿Cómo mejorar la regulación sobre la(s) prueba(s) periciale(s)?


Un marco para incentivar la comprensión judicial de las afirmaciones periciales”. En: Hechos
y razonamiento probatorio. Zela Grupo editorial y Editorial CEJI, Perú, 2019. Pág. 395.

Revista de Ciencias Sociales - Número 75 (2019) - Universidad de Valparaíso - ISSN 0716-7725 - Valparaíso, Chile
78 Antonio María Lorca Navarrete

de tutela judicial efectiva si “el perito no se ha valido de los documentos


obrantes en los autos sino que se trasladó a las dependencias del Banco
Guipuzcoano S.A. y ha analizado la documentación facilitada por la
entidad, sin que la parte actora pudiera estar presente cuando se examinaron
los documentos”.40 Lo que supuso que “el perito examinó los documentos
aportados por las partes al procedimiento [y], así lo hace constar en su
informe, si bien, para mayor seguridad, y para tener un conocimiento más
amplio de la cuestión debatida se traslada a la sede de la entidad demandada,
y allí examina los documentos y también los soportes informáticos,
comprobando que uno y otro se corresponden y que coincide, además, con
la documentación aportada al procedimiento”.41
Y en lo concerniente al criterio del “posibilismo” aludido más arriba, el
desconcierto es mayúsculo en lo que atañe, a que «en todo caso afirma el
artículo 345 que las partes “podrán” presenciar la labor del perito y [que]
el tribunal en este caso decidirá lo que proceda».42 Ante este “estado de la
cuestión” que huye de la laboriosidad de la parte que desea estar presente
en las “operaciones periciales”, concurre una doble argumentación. Una
que ya resulta redundante; a saber: que “el precepto -es el artículo 345 de
la ley de enjuiciamiento civil- deja al tribunal la decisión sobre la presencia
de las partes junto al perito cuando este se traslade a un lugar concreto para
el examen de documentos u objetos”.43 Pero se aporta otra argumentación
que atañe a que en “caso de no hacerlo la parte -o sea que no se traslade
la parte para presenciar la realización de las “operaciones periciales”- no
queda en indefensión”.44
Y para corroborar semejante tesis, arriba la justificación: “partimos
del hecho de que el perito es un profesional, imparcial y objetivo cuya
única misión es realizar el trabajo encomendado, que realiza su trabajo de
forma independiente aun cuando perjudique a una de las partes”.45 Pero
¿y si se le perjudica a la parte que quiso presenciar la realización de las

40 GUERRERO ROMEO, Mª de las M.: “Jurisprudencia procesal civil comentada


de las Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000”. Año 2004. Volumen IV. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2014. Págs. 159, 372; 183.
41 Ibídem.
42 Ibídem.
43 Ibídem.
44 Ibídem.
45 Ibídem.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 79

“operaciones periciales” pero que no se le permitió que las presenciara? No


queda más salida que confiar en que el perito sea “un profesional, imparcial
y objetivo”.

X. Actividad del perito consistente en el cotejo de letras.


Como posible actividad del perito que pueda realizar con ocasión de
la emisión de su dictamen pericial, la ley de enjuiciamiento civil alude
al cotejo de letras. El cotejo o confrontación de “letras” afecta tanto al
documento privado como al público y se practica “cuando la autenticidad
[de ese documento] se niegue o se ponga en duda por la parte a quien
perjudique” (artículo 349.1. de la ley de enjuiciamiento civil).
Si el cotejo o confrontación de “letras” afecta a un documento público,
se practica “cuando se niegue o discuta [su] autenticidad (...) [“de cualquier
documento público”] [porque] carezca de matriz y de copias fehacientes
según lo dispuesto en el artículo 1221 del código civil, siempre que el
[dicho] documento no pueda ser reconocido por el funcionario que lo
hubiese expedido o por quien aparezca como fedatario interviniente”
(artículo 349.2. de la ley de enjuiciamiento civil). En consecuencia, puede
practicarse el cotejo si existen copias fehacientes del documento público
cuya autenticidad se cuestiona, aunque carezca de matriz y no pueda ser
reconocido por el funcionario que lo expidió ni, en su caso, por el fedatario
interviniente.
Para proceder al cotejo de letras, la parte que lo solicite debe designar
o indicar “el documento o documentos indubitados con [el] que deba
hacerse” la confrontación (artículo 350.1. de la ley de enjuiciamiento
civil). El documento indubitado es el que no admite duda (por eso es
“indubitado”) por su capacidad de provocar la certidumbre respecto de lo
que se confronta.
La ley de enjuiciamiento civil, procede a enumerar el documento o
documentos que considera pueden provocar la certidumbre a través de la
confrontación de “letras”. Poseen el atributo de documentos indubitados
los siguientes:
“1º. Los documentos que reconozcan como tales todas las partes a las
que pueda afectar [esta] prueba pericial.
“2º. Las escrituras públicas y los que consten en los archivos públicos
relativos al Documento Nacional de Identidad

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“3º. Los documentos privados cuya letra o firma haya sido reconocida
en juicio por aquél a quien se atribuya la dudosa.
“4º. El escrito impugnado, en la parte en que reconozca la letra como
suya aquél a quien perjudique (artículo 350.2. de la ley de enjuiciamiento
civil).
La ley de enjuiciamiento civil, tras aludir a los documentos que
consten en los archivos públicos relativos al Documento Nacional de
Identidad, parece preterir los documentos que consten en los archivos
de la Agencia Tributaria o Diputaciones Forales relativos al Número de
Identificación Fiscal. La enumeración de documentos indubitados que
realiza la ley de enjuiciamiento civil es listada.
La lista de documentos considerados indubitados posee, no
obstante, el complemento del denominado “cotejo con un cuerpo de
escritura” consistente en que la parte, a la que se atribuya el documento
impugnado o la firma que lo autorice, puede ser requerida, a instancia de
la parte contraria, “para que forme un cuerpo de escritura que le dictara
el tribunal o letrado de la administración de justicia”. Si el requerido
se niega a formar el cuerpo de escritura “el documento impugnado se
considerará reconocido” (artículo 350.3. de la ley de enjuiciamiento
civil).
La negación a formarlo provoca que el documento impugnado “se
considere [rara] reconocido”. Si no existe documentos indubitados y
es imposible el cotejo con un cuerpo de escritura por fallecimiento
o ausencia de quien deba formarlo, el tribunal apreciará el valor del
documento impugnado conforme a las reglas de la sana crítica.
El perito que lleve a cabo el cotejo de letras debe consignar por
escrito las operaciones de comprobación y sus resultados y el dictamen
debe ser emitido y ratificado por el perito con arreglo a lo que dispone
el artículo 346 de la ley de enjuiciamiento civil sin descartar la
posible actuación del perito en el juicio o en la vista según se trate
de proceso declarativo ordinario o de verbal (artículo 347 de la ley de
enjuiciamiento civil).

XI. Posible actividad del perito en el juicio del proceso declarativo


ordinario o en la vista del proceso declarativo verbal.
Quizá la actividad más importante del perito después de realizar
su pericia o dictamen, sea la de explicarlo en el juicio del proceso

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El dictamen pericial en el proceso civil español 81

declarativo ordinario o en la vista del proceso declarativo verbal. Con


esa finalidad hay que tener en cuenta

1. Actividad del perito en el juicio o vista.
Los peritos tienen que realizar en el juicio o en la vista la intervención
solicitada por las partes y la que “el tribunal admita” aunque lo que “el
tribunal admita” (artículo 347.1. de la ley de enjuiciamiento civil) no puede
obviar la metodología que el perito ha utilizado en su dictamen.

2. La intervención del perito en el juicio o en la vista es básica.


Es esencial. Por ello, solo podrá denegarse si “por su finalidad y
contenido hayan de estimarse [las solicitudes de las partes de intervención
del perito para que exponga su dictamen] impertinentes o inútiles o cuando
exista un deber de confidencialidad derivado de la intervención del perito
en una mediación anterior entre las partes” (artículo 347.1. de la ley de
enjuiciamiento civil).

3. Actividad que “en especial” ha de realizar el perito en el juicio o en
la vista.
Esa actividad se traduce en un criterio justificado en lo que “en especial”
(artículo 347.1. de la ley de enjuiciamiento civil) las partes y sus defensores
pueden pedir respecto a la posible actuación de los peritos en el juicio o en
la vista. Y “en especial” se puede pedir de los peritos lo siguiente:
“1º. Exposición completa del dictamen, cuando esa exposición requiera
la realización de otras operaciones, complementarias del escrito aportado,
mediante el empleo de los documentos, materiales y otros elementos.
“2º. Explicación del dictamen o de alguno o algunos de sus puntos,
cuyo significado no se considerase suficientemente expresivo a los efectos
de la prueba.
“3º. Respuestas a preguntas y objeciones, sobre método, premisas,
conclusiones y otros aspectos del dictamen.
“4º. Respuestas a solicitudes de ampliación del dictamen a otros puntos
conexos, por si pudiera llevarse a cabo en el mismo acto y a efectos, en
cualquier caso, de conocer la opinión del perito sobre la posibilidad y
utilidad de la ampliación, así como del plazo necesario para llevarla a cabo.
“5º. Crítica del dictamen de que se trate por el perito de la parte contraria.

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“6º. Formulación de las tachas que pudieren afectar al perito (artículo


347.1. de la ley de enjuiciamiento civil).

4. Exposición completa del dictamen, su explicación y respuesta a
preguntas y objeciones.
Con ese objetivo se logra que el dictamen quede delimitado y
plenamente claro en cuanto a sus contenidos. Es una práctica que ha de ser
habitual consistente en la exposición, explicación y respuestas del perito
que se constituyen en la génesis introductoria que permiten comprender el
por qué ha emitido el dictamen.
Para comprenderlo mejor aludir a la siguiente secuencia
jurisprudencial: “no existió una vulneración del derecho a la prueba. La
parte, ahora apelante, interrogó de forma cumplida a la perito. En concreto,
instó de la perito la explicación del contenido del dictamen; realizó
preguntas y formuló objeciones sobre temas como el método empleado
para confeccionar el informe, las premisas empleadas para su elaboración
y las conclusiones obtenidas y planteó la posibilidad de ampliar el
dictamen a extremos que la letrada reputa conexos”.46 O sea, se “desplegó,
en consecuencia, una estrategia dialéctica sobre todos y cada uno de los
extremos que el artículo 347.1 de la ley de enjuiciamiento civil estima
constituyen el marco de actuación de una perito en el juicio”.47

5. El perito puede ser interrogado sobre su dictamen
Si el dictamen requiere más ampliación y el tribunal estima conveniente
ampliar la prueba, en el curso del juicio o vista, es imprescindible dar al
perito oportunidad de disponer del plazo necesario para llevar a cabo la
ampliación de su dictamen.

6. Al perito al que se le crítica su dictamen


¿Cómo responder a la crítica? No existe otra alternativa que la que
consiste en que el perito afectado por la crítica, disponga de la posibilidad

46 SUBIJANA ZUNZUNEGUI, I. J.:. Jurisprudencia procesal civil comentada de


las Audiencias Provinciales vascas. Estudio procesal civil de los autos y sentencias de las
Audiencias Provinciales vascas a partir de la entrada en vigor de la ley de enjuiciamiento
civil 1/2000. Año 2004. Volumen IV. En: A. Mª. Lorca Navarrete. Edición Instituto Vasco de
Derecho Procesal, San Sebastián, 2014. Pág. 528.
47 Ibídem.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 83

de replicar. Sin esa posibilidad, una correcta opción deontológica no sería


equitativa.

7. Actividad del tribunal
Se permite al tribunal que pueda introducirse en la génesis del dictamen
del perito y para ello puede “formular preguntas a los peritos y requerir de
ellos explicaciones sobre lo que sea objeto del dictamen aportado”; pero no
se le permite acordar de oficio que amplíe el dictamen, salvo que se trate de
peritos designados de oficio en procesos sobre declaración o impugnación
de la filiación, paternidad y maternidad, sobre capacidad de las personas o
en procesos matrimoniales.

XII. Valoración del dictamen pericial.


La valoración del dictamen pericial por parte del tribunal se acomoda a
las denominadas “reglas de la sana crítica” (artículos 348, 350.4. y 351.2.
de la ley de enjuiciamiento civil). En concreto, el artículo 348 de la ley
de enjuiciamiento civil previene que “los Jueces y Tribunales apreciarán
la prueba pericial según las reglas de la sana crítica sin estar obligados a
sujetarse al dictamen de los peritos”.

1. No existe cambio sustancial en el modo en que el tribunal ha de


valorar el dictamen pericial.
Con el fin de que el tribunal proceda a valorar el dictamen del perito se ha
indicado que “el artículo 632 de la de la ley de enjuiciamiento civil anterior
establecía que los jueces y tribunales valorasen la prueba pericial según
las reglas de la sana crítica, sin estar obligados a someterse al dictamen
de peritos, y la nueva ley de enjuiciamiento civil, en su artículo 348 de un
modo incluso más escueto, se limita a prescribir que el Tribunal valorará
los dictámenes periciales según las reglas de la sana crítica, no cambiando,
por tanto, los criterios de valoración respecto a la ley de enjuiciamiento
civil anterior”.48
Tras el anterior introito, conviene examinar sin mayores preámbulos los
aspectos nucleares de la valoración del dictamen del perito.

48 BAENA RUIZ, E., ob. cit.

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2. ¿Qué se entiende por “reglas de la sana crítica”?


Al respecto, se ha señalado que “el tribunal, al valorar la prueba por
medio de dictamen de peritos, deberá ponderar, entre otras cosas, las
siguientes cuestiones: l°.-Los razonamientos que contengan los dictámenes
y los que se hayan vertido en el acto del juicio o vista en el interrogatorio
de los peritos, pudiendo no aceptar el resultado de un dictamen o aceptarlo,
o incluso aceptar el resultado de un dictamen por estar mejor fundamentado
que otro: sentencia del Tribunal Supremo de 10 de febrero de 1.994 (/848).
2°.- Deberá también tener en cuenta el tribunal las conclusiones conformes
y mayoritarias que resulten tanto de los dictámenes emitidos por peritos
designados por las partes como de los dictámenes emitidos por peritos
designados por el Tribunal, motivando su decisión cuando no esté de acuerdo
con las conclusiones mayoritarias de los dictámenes: sentencia del Tribunal
Supremo de 4 de diciembre de 1.989 (/8793). 3°.- Otro factor a ponderar
por el Tribunal deberá ser el examen de las operaciones periciales que se
hayan llevado a cabo por los peritos que hayan intervenido en el proceso,
los medios o instrumentos empleados y los datos en los que se sustenten
sus dictámenes: sentencia del Tribunal Supremo de 28 de enero de 1.995
(/179). 4°-También deberá ponderar el tribunal, al valorar los dictámenes,
la competencia profesional de los peritos que los hayan emitido, así como
todas las circunstancias que hagan presumir su objetividad, lo que le puede
llevar en el sistema de la nueva ley de enjuiciamiento civil a que dé más
crédito a los dictámenes de los peritos designados por el tribunal que a los
aportados por las partes: sentencia del Tribunal Supremo de 31 de marzo
de 1.997 (/2542)”.49

3. ¿Qué se entiende por “reglas de la sana crítica” si al propio tiempo se


desconoce cuándo el dictamen de un perito de parte las vulnera?
En tal sentido se ha indicado que “la jurisprudencia entiende que en la
valoración de la prueba por medio de dictamen de peritos se vulneran las
reglas de la sana crítica: 1°.-Cuando no consta en la sentencia valoración
alguna en torno al resultado del dictamen pericial. sentencia del Tribunal
Supremo de l7 de junio de 1.996 (/5071). 2°.- Cuando se prescinde
del contenido del dictamen, omitiendo datos, alterándolo, deduciendo
del mismo conclusiones distintas, valorándolo incoherentemente, etc.
sentencia del Tribunal Supremo de 20 de mayo de 1.996 (3878). 3°.-

49 Ibídem.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 85

Cuando, sin haberse producido en el proceso dictámenes contradictorios,


el tribunal en base a los mismos, llega a conclusiones distintas de las de los
dictámenes: sentencia del Tribunal Supremo de 7 de enero de 1.991 (/109).
4°. Cuando los razonamientos del tribunal en torno a los dictámenes
atenten contra la lógica y la racionalidad; o sean arbitrarios, incoherentes y
contradictorios o lleven al absurdo. Cuando los razonamientos del tribunal
en torno a los dictámenes atenten contra la lógica y la racionalidad:
sentencia del Tribunal Supremo de 11 de abril de 1.998 (/2387). Cuando
los razonamientos del Tribunal en torno a los dictámenes sean arbitrarios,
incoherentes y contradictorios: sentencia del Tribunal Supremo de 13 de
julio de 1995 (/6002). Cuando los razonamientos del tribunal en torno a
los dictámenes lleven al absurdo: sentencia del Tribunal Supremo de 15 de
julio de 1.988 (/57 17)”.50

4. La “subjetividad” del tribunal.
No se negará que con la anterior curricula jurisprudencial se otorga
un determinante protagonismo a la “subjetividad” del tribunal ya que su
valoración del dictamen del perito -sea o no de parte- debe “nacer de él y
en él”. Es libre.

XIII. Inutilidad de la recusación del perito judicial.


En el modelo de litigación civil que regula la ley de enjuiciamiento civil,
se prevé la recusación de los peritos que han sido designados judicialmente.
En este punto el modelo de litigación que adopta la vigente ley de
enjuiciamiento civil es fiel al precedente que le marcó la derogada ley
de enjuiciamiento civil de 1881 y, más en concreto, por la denominada
“Corrección y actualización de la Ley de Enjuiciamiento Civil realizada
por profesores de Derecho Procesal” (CAz) en la que la recusación de los
peritos designados judicialmente era una recusación que provocaba que, el
perito designado judicialmente, no elaborase el dictamen.
Se optó por la posibilidad de que la parte procediese a la recusación
siempre que concurriera causa legal de “exclusión del perito” en modo
similar a como se disponía para la recusación de jueces y magistrado en el
artículo 165 CAz. Sería una “recusación sin causa”.

50 Ibídem.

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86 Antonio María Lorca Navarrete

La propuesta del artículo 165 CAz en torno a una “recusación sin causa”
por hallarse justificada en una causa de “exclusión legal” del perito se
justificaba en la equiparación en cuanto a cometidos entre peritos y jueces
y magistrados. O sea, un perito que, actuando como un juez, lo auxiliaba
en el modo en que lo pergeñó la añosa ley de enjuiciamiento civil de 1881.
Pero, aún de aquellos lodos sigue surgiendo el barro que todavía tizna
una correcta hermenéutica de la actividad del perito judicial en el proceso
civil. Digo lo anterior porque la Propuesta de los profesores de Derecho
Procesal es ahora defendida con apasionamiento, entusiasmo y no sin
cierta vehemencia por quienes postulan “el deber de independencia del
perito”51 que se derivaría “de la necesaria independencia judicial”52 ya que
“si ésta última exige su pleno sometimiento a la ley y, para ello, precisa
el pleno conocimiento de los hechos que debe enjuiciar, en la medida en
que ese conocimiento tenga un carácter científico, técnico o especializado
necesitará del auxilio pericial, por lo que la falta de independencia del
perito, indirectamente, se trasladará en la debida independencia del juez”.53
Esa desmedida correlación de “independencias” [la del juez y la del
perito que le auxilia] puede que se atasque y se atore si se tiene en cuenta
que la metodología de la denominada “lista corrida” a la que acude la
vigente ley de enjuiciamiento civil, para cuando no existe acuerdo entre
las partes sobre la designación judicial de perito único, se justifica en un
sorteo realizado en presencia del letrado de la administración de justicia
que difícilmente puede cuestionar la independencia del perito auxiliador.
Por lo pronto, la metodología de la lista corrida no discrimina al perito.
El sistema de designación de perito a través de lista corrida es aplicable a
la designación como perito judicial. Para estos supuestos, se usa una lista
de personas que cada año se solicita de sindicatos, asociaciones y entidades
apropiadas y que debe estar integrada por al menos cinco de esas personas.
Y si por razón de la singularidad de la materia del dictamen, únicamente
se dispone del nombre de una persona entendida o práctica, se pedirá el
consentimiento de las partes que si lo otorgan es cuando se procede a
designar perito a esa persona lo que difícilmente será “causa” eficiente para
recusar el perito.
Pero, a más, el sistema de designación de perito a través de lista corrida
consiste en que, a la primera designación de cada lista remitida, es posible

51 PICÓ i JUNOY, J., ob. cit.


52 Ibídem.
53 Ibídem.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 87

que a partir de ella corran o se efectúen las siguientes designaciones por


orden correlativo (artículo 341.1. de la ley de enjuiciamiento civil) lo que
supone que cuando el perito se corre no se vislumbra “causa” alguna que
pueda cuestionar su independencia en orden a “auxiliar” la independencia
del juez.
Pero, a más, y ya en lo que respecta a la emisión y ratificación del
dictamen por el perito judicial que el tribunal designe, el modelo que
adopta la ley de enjuiciamiento civil consiste en que el perito (judicial) no
ya ha de emitir por escrito su dictamen cuanto mejor aún, de su dictamen
se da traslado por el letrado de la administración de justicia a las partes
“por si consideran necesario que el perito concurra al juicio o a la vista
a los efectos de que aporte las aclaraciones o explicaciones que sean
oportunas” (artículo 346 de la ley de enjuiciamiento civil). A lo que se une,
a más, que el tribunal “podrá acordar, en todo caso -mediante providencia-,
que considera necesaria la presencia del perito en el juicio o la vista para
comprender y valorar mejor el dictamen realizado” (artículo 346 de la ley
de enjuiciamiento civil) por lo que, de nuevo, no se vislumbraría motivación
alguna que justifique cuestionar su independencia en orden a “auxiliar” la
independencia del juez.
Es conveniente tener en cuenta que el perito designado judicialmente
(el perito judicial), ha de realizar su dictamen, según el artículo 335.2. de
la ley de enjuiciamiento civil, “con la mayor objetividad posible” de modo
que esa objetividad/profesionalidad/pericia judicial “por sorteo” no son
circunstancias que debieran implicar necesariamente el reproche del perito
“auxiliador” respecto de la independencia del juez.
La razón para pensarlo de esa manera estriba, a más, en que el perito
designado judicialmente podrá concurrir “al juicio o a la vista a los
efectos de que aporte las aclaraciones o explicaciones que sean oportunas”
(artículo 346 de la ley de enjuiciamiento civil). A lo que se une, a más,
que es el propio tribunal cuya independencia “auxilia” el perito designado
judicialmente, el que puede considerar “necesaria la presencia del perito en
el juicio o la vista para comprender y valorar mejor el dictamen realizado”
(artículo 346 de la ley de enjuiciamiento civil). Luego ¿qué sentido
posee recusar un perito que “auxilia” la independencia judicial sin darle
oportunidad de justificar y sustentar su peritaje en el juicio/y o vista si en
esa actividad -autentica columna vertebral para entender su peritaje- ha de
defender o sostener, con objetividad, su determinada y concreta opinión
pericial consistente en la exposición, explicación y respuestas del perito

Revista de Ciencias Sociales - Número 75 (2019) - Universidad de Valparaíso - ISSN 0716-7725 - Valparaíso, Chile
88 Antonio María Lorca Navarrete

que permitan comprender el por qué ha emitido su dictamen? Por tanto,


y a más, ¿sirve de algo recusar a un perito que “auxilia” la independencia
del juez? Se ha de reiterar: para nada si lo que realmente importa es que el
perito sea oído, someta su peritaje al contraste de las preguntas de las partes
y, a más, se perciba su esfuerzo por hacerlo viable, entendible y confiable.

XIV. Inutilidad de la tacha del perito de parte.


En el modelo de litigación civil que regula la ley de enjuiciamiento
civil, se prevé la irrecusabilidad de los peritos de parte respecto de los
cuales sólo se permite su tacha.
Admitida y asumida la existencia del perito de parte, la regulación
que se contiene en la ley de enjuiciamiento civil sobre la tacha de perito
no posee justificación alguna pues al eclipsar en la práctica judicial el
perito “designado judicialmente” auxiliante del tribunal en la medida en
que “la ley de enjuiciamiento civil de 2000 apostó de manera audaz por
el modelo anglosajón”54 en el que “el perito de designación judicial es
marginal, siendo habitual el dictamen pericial de parte”,55 las normas sobre
la tacha del perito de parte deberían de ser de nula operatividad ya que no
se comprende bien qué justificación se puede perseguir tachando a quien
actúa como perito de parte y que, por tanto, siempre será parcial. O sea,
que siempre existirán motivos para tacharlo ya que es un perito de “parte”.
Por tanto, ¿sirve de algo tachar a un perito? Para nada. La tacha del perito
podía haber sido borrada de la faz de la ley de enjuiciamiento civil. Pero,
no. El guion proveniente de la derogada y rancia ley de enjuiciamiento civil
de 1881 es asumido sin conmiseración alguna permitiéndose alegar contra
el perito de parte alguna de las circunstancias a que alude el artículo 343
de la ley de enjuiciamiento civil y con las que se perseguirían que el
perito no sea creído.
La justificación de la tacha del perito de parte se encontraría en
que el dictamen ha de ser realizado, según el artículo 335.2. de la ley
de enjuiciamiento civil, “con la mayor objetividad posible”. Pero esa
justificación no posee sentido ya que objetividad/profesionalidad/pericia
“por encargo” no son circunstancias que deban implicar el reproche del
perito de “parte” ni justificar que se alegue contra él algún motivo legal
para que no sea creído en el proceso civil.

54 NIEVA FENOLL, ob. cit.


55 Ibídem.

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El dictamen pericial en el proceso civil español 89

La razón para pensarlo de esa manera estriba en que el perito de parte


-tachado o no- ha de justificar y sustentar su peritaje en el juicio y en esa
actividad -auténtica columna vertebral para entender el peritaje de parte-
ha de defender o sostener, con objetividad, su determinada y concreta
opinión pericial consistente en la exposición, explicación y respuestas del
perito que permitan comprender el por qué ha emitido el dictamen (artículo
347 de la ley de enjuiciamiento civil). Por tanto, ¿sirve de algo tachar a un
perito? Se ha de reiterar: para nada sí lo que realmente importa es que el
perito sea oído, someta su peritaje al contraste de las preguntas de las partes
y, por tanto, se perciba su esfuerzo por hacerlo viable.
Pero, lo peor queda aún por llegar. Consiste en que la ley de
enjuiciamiento civil, acorde con la “cultura del incidente”, hunde la tacha
del perito en un incidente. Si se trata de proceso declarativo ordinario, la
tacha de los peritos se propone en la fase intermedia de audiencia previa
de las partes (artículo 343.2. de la ley de enjuiciamiento civil). En el juicio
verbal, en cambio, en la vista, contribuyendo aún más a la confusión y al
desorden de actividades y menesteres que de lo más variado se sustancian
en la misma.
No obstante, y a mayor abundamiento, los efectos colaterales del
incidente de la tacha del perito de parte son aún más dañinos pues al
cuestionársele porque no actuó con “la mayor objetividad posible” (artículo
335.2. de la ley de enjuiciamiento civil) se le cuestiona en su honorabilidad
profesional. Cuestionamiento que posiblemente no llegue a entender el
propio perito cuestionado lo que explica que “si la tacha menoscabara la
consideración profesional o personal del perito, podrá éste solicitar del
tribunal que, al término del proceso, declare, mediante providencia, que la
tacha carece de fundamento” (artículo 344.1. de la ley de enjuiciamiento
civil).
Es un cuestionamiento que, incluso, puede que no llegue a comprender
cualquier otra persona que confía en su honorabilidad. De ahí que la propia
ley de enjuiciamiento civil prevea que cualquier parte interesada, [y no, en
cambio, exclusivamente las partes personadas en el proceso civil] pueda
dirigirse al tribunal con el fin de negar o contradecir la tacha aportando los
documentos que consideren pertinentes a tal efecto (artículo 344.1. de la
ley de enjuiciamiento civil).
Pero, ese cúmulo de adversidades para el perito de parte -como poco,
bastantes desagradables y enojosas- que supone tramitar un incidente que
tiene como finalidad tacharlo, dejan de tener justificación en la medida

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90 Antonio María Lorca Navarrete

en que el tribunal “tendrá en cuenta la tacha y su eventual negación o


contradicción en el momento de valorar la prueba” (artículo 344.2. de la
ley de enjuiciamiento civil) por lo que la tacha no hace inhábil el dictamen
emitido por el perito. Luego, ¿sirve de algo tachar a un perito de parte? Se
ha de reiterar: para nada.
De ahí que, al menos será gratificante para el perito de parte tachado
que si se aprecia temeridad o deslealtad procesal en la tacha, a causa de
su motivación o del tiempo en que se formula, el tribunal puede imponer
el autor de la tacha, previa audiencia, una multa -de sesenta a seiscientos
euros-. La multa, sin duda, debería desincentivar la práctica de la tacha
con poco fundamento [ya sea con intención dilatoria o con el propósito de
cuestionar la honorabilidad profesional del perito]. Un motivo más para
desterrar la añosa, rancia y añeja tacha del perito.

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