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La Escritura Visigótica Estado de La Cuestión

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La escritura visigótica. Estado de la cuestión


por

JESÚS ALTURO

Al presentar la evolución de los progresos en el conocimiento de la escri-


tura visigótica - como, en realidad, de cualquier otra - sería, sin duda,
injusto y, acaso, imposible partir taxativamente de las aportaciones llevadas
a término en los cincuenta últimos años. Es cierto que en este medio siglo
se han realizado los más importantes avances, pero no hay progreso que no
se deba a un impulso anterior, ya proceda éste del noble estímulo por con-
tinuar el trabajo bien hecho, ya del legítimo afán de superación. Al fin y al
cabo, si los enanos se suben a los hombros de los gigantes para ampliar su
horizonte, los gigantes también pueden mejorar su campo visual desde los
hombros modestos de los enanos. Por ello, si se me permite, me referiré
también, ni que sea con brevedad, a los antecedentes.
De hecho, los primeros en identificar la individualidad de la llamada
escritura visigótica fueron sus propios escribientes, que, por necesidad, la
verían distinta a la usada por sus antepasados, y los contemporáneos que,
abandonando su uso, ya habían adoptado un nuevo alfabeto, por lo que el
anterior modelo les parecería sin duda extraño. Identificada la escritura
apareció su nombre. Littera gotica, goda, toletana, morisca, rabuda, galle-
ga, mo~araba o, simplemente, antigua o antiquissima fue su inicial deno-
minación. Estos primeros nombres tienen su interés porque, dejando de
lado la genérica denominación de antigua y la despectiva de rabuda, las
otras parecen manifestar el sentir que, quienes así las bautizaron, tenían

1
Este artículo se ha realizado, en parte, gracias a los proyectos de investigación concedi-
dos por la DGICYT PB96-1222 y BHA2000-0431, que dirijo.
348 Jesús Alturo

sobre el origen de esta escritura, una cuestión que, como veremos, todavía
no está definitivamente resuelta 2 •
Pero, por lo que sabemos, en época medieval, los eruditos poco se ocu-
paron de esta escritura como no fuera con una finalidad práctica, y, de
hecho, secundaria y ancilar sin mayores pretensiones que hacerse con la
competencia necesaria para poder leer los textos copiados en ella. Pues no
cabe duda de que, a pesar de su mayor o menor cercanía cronológica con
los textos en escritura visigótica, también los antiguos, instruídos en la
minúscula carolina, en las góticas o en la humanística, tenían dificultades
para comprender una escritura en desuso 3•
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2
Un cómodo resumen sobre los primitivos nombres dados a nuestra escritura puede con-
sultarse en la excelente obra de Mª. J.AZEVEDOSANTOS,Da visigótica a carolina. A escrita
em Portugal de 882 a 1172. Aspectos técnicos e culturais (1988) p. 68- 76. Además de las refe-
ridas denominaciones para los tiempos anteriores al siglo XVIII, hay que añadir la de ulfi-
liana, dada por quienes la querían derivada del alfabeto inventado por el obispo arriano, o
ataúlfica, así calificada por Pérez Bayer porque la remontaba a los tiempos de este primer rey
godo. Por otra parte, como recuerda D. T. MARfNen un notable artículo sobre: La escritura
de los Beatos, en: Codex Gerundensis (Beato de Gerona) (1975) p. 171- 210, Ángel de Mó-
dena fue el único en llamarla escritura hispana, aunque, esporádicamente, se la haya denomi-
nado también escritura española; D. Tomás, por su parte, creía que lo más razonable era
hablar de escritura visigótico-mozárabe. El primero en llamarla con preferencia visigoda,
pero a veces también gótica, fue D. J. MUÑOZY RIVERO,quien encabeza el titulo de su céle-
bre libro con el nombre de: Paleografía visigoda. Método teórico-práctico para aprender a
leer los códices y documentos españoles de los siglos V al XII (1881), y afirma ibid. p. 9 la
"necesidad de dar algún nombre a la escritura romana según las naciones en que se haya
usado, y poco importa que la apliquemos las denominaciones de visigoda, merovingia, lom-
barda y anglo -sajona, porque con estos calificativos no queremos indicar sino la escritura
romana usada en España, Francia, Italia e Inglaterra en los primeros siglos de la Edad
Media". Pero también Muñoz y Rivero habla ya en su libro repetidas veces de escritura visi-
gótica (p. 21 n. 1, p. 25, p. 32), nombre con el que será conocida en adelante. Muñoz no hace
más que seguir a J. P. RIBEIRO,Disserta<;:oeschronologicas e criticas sobre a historia e juris -
prudencia em Portugal IV (21819), quien ibid. p. 83 y 84 reiteradamente se refiere a nuestra
escritura por el nombre de "wisigothica". Pero será, sin duda, D. Agustín Millares, que por
simple variatio sermonis habla a veces de escritura gótica, quien consagrará definitivamente
hasta nuestros días la denominación de visigótica con el conjunto de su extraordinaria obra
erudita.
3
Bien se ve en los abundantes errores de transcripción que denotan modelos en visigótica
o en la manera de proceder en la transcripción de algunos códices, como el copiado en visi-
gótica septimana de hacia el año 812, ms. P-I-8 de San Lorenzo de El Escorial, unas Etimo-
logías de san Isidoro de Sevilla, que, a finales del siglo XII, servía de base para un nuevo
ejemplar en protogótica y un maestro tuvo que transliterar entre líneas los siete primeros
folios para que su transcripción sirviera de pauta a unos copistas, sin duda más jóvenes y
menos avezados, encargados de proseguir la copia, labor que, sabemos, realizaron. Para este
caso me permito remitir a J.ALTURO,La escritura visigótica de origen transpirenaico. U na
aproximación a sus particularidades, en: Hispania Sacra 46 (1994) p. 33-64.
La escritura visigótica 349
De ahí también el interés primero por las abreviaturas, componente de
las escrituras antiguas que es el que más puede entorpecer la comprensión
de los textos que transmiten a lectores modernos. Y así en el siglo XVI
Juan Vázquez del Mármol, al componer su discurso sobre las "Abreviatu-
ras", no descuidó las visigóticas y aún se ocupó de la descripción sumaria
de su alfabeto. Se daban en esta centuria, revalorizadora de los antiguos
manuscritos y, por consiguiente, de una manera especial de los visigóticos,
los primeros pasos para sistematizar las características de una escritura
extraña con la finalidad de descifrarla para poder recuperar, a través de ella,
el saber encerrado en los códices medievales. Fue así como el obispo Juan
Bautista Cardona concibió la realización de un primer manual que, con la
descripción de las letras y abreviaturas de los alfabetos antiguos, posibili-
tara la lectura de los manuscritos griegos y latinos. El ordinario de Tortosa
pensaba en el eruditísimo Antonio Agustín para la realización de este pro-
yecto, pero la muerte del sabio aragonés truncó los planes.
Se trata de intentos fallidos para familiarizarse con la escritura visigótica
o, en el mejor de los casos, con poca proyección, pues esfuerzos como el de
Vázquez del Mármol todavía permanecen inéditos en la actualidad. Lo
mismo sucederá en el siglo XVII, que sólo aporta un breve capítulo dedi-
cado a nuestra escritura en la obra de Bernardo Aldrete, "Del origen y
principio de la lengua castellana o romana que oi se usa en España", publi-
cada en Roma en 1606. Pero la documentación inédita de archivo muestra
que también en esta centuria se mantenía el interés por un mejor conoci-
miento de la escritura visigótica, aunque no se trascendieran tampoco los
simples objetivos de lectura. Baste un ejemplo. El erudito canónigo regu-
lar del monasterio de Santa Cruz de Coimbra José de Cristo, al componer
sus "Fragmentos das Chrónicas de Santa Cruz de Coimbra", en 1623, dio,
en la introducción, unas "advertencias para se entenderem as abreviaturas
gothicas". Se ocupaba, en especial, del caso de la ligadura visigótica para el
numeral XL y advertía de algunos errores de cronología y, por consiguien-
te de interpretación histórica, a que se había llegado por no descifrar ade-
cuadamente esa ligadura, de la que, como el mismo canónigo refería, ya se
había ocupado el cultísimo Ambrosio de Morales, que, de alguna manera,
podemos considerar un codicólogo "avant la lettre".
El siglo de la Ilustración aporta obras de mayor envergadura, aunque,
por desgracia, se trata de trabajos que también han quedado mayoritaria-
mente inéditos o de proyectos frustrados. Francisco Javier de Santiago
Palomares, el excelente calígrafo, escribió un tratado, cuyo mero título ya
evidencia una aproximación más completa y moderna al estudio de la
escritura visigótica: "Polygraphia góthico-española. Origen de los caracte-
350 Jesús Alturo

res o letras de los godos en España. Su progreso, decadencia y corrupción


desde el siglo V hasta el fin del XI, en que se abrogó el uso de ellos y susti-
tuyó la letra góthico-francesa. Demostrada con variedad de abecedarios,
abreviaturas y otras curiosidades pertenecientes al perfecto conocimiento
de ella, sacadas de monedas, inscripciones, libros y semejantes monumen-
tos de la antigüedad que se guardan en las famosas librerías de la Santa igle-
sia de Toledo y del monasterio de San Lorenzo de El Escorial".
Era el año 1764; se planteaba ya el tema del origen de nuestra escritura,
pero también el de su desarrollo, desaparición y causas; se establecía su
cronología desde el siglo V al XI; se daba abundantes muestras de letras y
abreviaturas, y no sólo se limitaba a ejemplos sacados de códices, sino tam-
bién de monedas, inscripciones y diplomas; todo en base a documentación
tomada de dos importantes centros de custodia de escritos visigóticos,
Toledo y El Escorial, con buenos dibujos, alguno incluso de páginas de
códices perdidos. Esta notable obra, lamentablemente, también permanece
inédita4.
No quedó, sin embargo, sin publicar el libro de Cristóval Rodríguez,
editado y completado póstumamente por Blas Antonio Nasarre, bibliote-
cario mayor del rey, para el que mantuvo el pomposo título de "Biblio-
theca universal de la polygraphia española"5. Nasarre le añadió un, a pesar
de las deficiencias6, notable prólogo con acertadas observaciones, entre
ellas, la posible influencia semítica en algunas abreviaturas visigóticas que
omiten las vocales y, sobre todo, su opinión contraria a quienes todavía
creían que los godos trajeron " su arte, y modo de escribir que les habia
enseñado Ulphilas, su Obispo Arriano, en el siglo IV" 7 • Nasarre manifestó
con toda claridad que la escritura visigótica "nació en Roma" indicando
que "el engaño está, que visto en los Marmoles, y en los Codices mas
nobles, y sumptuosos el distinto, y magestuoso character, se creyo que el
otro modo de escribir Latino venia de gentes estrañas. Lo mismo sucede-
ria oy - aclaraba -, si se considerassen las Inscripciones, y los Libros de

4
Da una visión general de estos estudios preliminares A. MILLARESCARLO,Tratado de
Paleografía Española 1 (1983) p. 51-75, y los sitúa perfectamente en el ambiente en que sur-
gen A. MESTRE,Gregorio Mayans y la publicación de la "Polygraphia" española de Christó-
bal Rodríguez, en: Erudición y discurso histórico. Las instituciones europeas (s. XVIII-
XIX), ed. F.M. GIMENO(1993) p. 51-72 .
5
Impresa en Madrid en 1738.
6
Sobre las censuras que suscitó ya entre sus contemporáneos es ilustrativa la demoledora
crítica expuesta por Mayans en carta del 30 de mayo de 1738 dirigida a su amigo Francisco de
Almeida. Véase el texto en A. MESTRE,Gregorio Mayans y la publicación de la "Polygrap-
hia" española p. 58-72.
7
Ibid. fol. XIVv-XV.
La escritura visigótica 351
muy buena impression cotejados con las letras de los Escribanos. No
podían escribir tanto, y tan apriessa los Romanos con letras mayusculas".
"Los Romanos-proseguía-disminuyendo el Mayusculo para hacerle mas
expedito con juntar muchas letras entre si, produxeron dos nuevas especies
de character, Minusculo, y Cursivo. Del Minusculo, como mas distinto, y
pulido, comenzaron avalerse en los Codices, substituyendolo al mayus-
culo ... Del Cursivo, usaron en las cartas, y en los actos de Notarios, y en
los documentos: y algunas veces, por escusar fatiga, y por priessa, tambien
en los Libros que se llaman o Gothicos, o Longobardicos, o Saxones, o
Franco-Galicos" 8•
También se dio a los tórculos, pero quizá no consiguió la necesaria difu-
sión el libro del Marqués de Lió, joya bibliográfica hoy felizmente reedi-
tada, que lleva por título "Observaciones sobre los principios elementales
de la Historia" 9• Todo el libro está lleno de erudición y, en general, de buen
criterio, aunque se ocupe brevemente de la escritura visigótica, para la que,
siguiendo a Nasarre, supone también de origen romano 10• Nació esta obra
en un momento de revigorización de los estudios histórico-literarios al
amparo de las Academias. La Real de la Historia propició una "Diplomá-
tica española", que no llegó a buen fin porque "esta empresa ... pedía cons-
tancia, celo y una harmonía difícil de hallarse entre cuerpos separados y
dirigidos por distintas máximas " 11•
No deja de tener su interés también la obra de A.M. Burriel y del P. E.
de Terreros y Pando, maestro de matemáticas en el Colegio Imperial de la
Compañía de Jesús de Madrid, "Paleografía española, que contiene todos
los modos conocidos que ha habido de escribir en España, desde su prin-
cipio, y fundación hasta el presente, á fin de facilitar el registro de los
Archivos, y lectura de los manuscritos, y pertenencias de cada particular;
juntamente con una historia sucinta del idioma comun de Castilla, y demás
lenguas, ó dialectos, que se conocen como propios en estos Reynos: subs-
tituida en la obra Del Espectaculo de la Naturaleza en vez de la Paleogra-
fía Francesa" 12• Consideraba el único que firma la obra, Terreros, que "la
letra llamada Gothica mayuscula, y minuscula" se usaba en España desde

8
Ibid. fol. XXIIv.
9
Edición facsímil de los trabajos publicados en los volúmenes 1 (1756) y 2 (1868) de las
"Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona", republicada ahora por la
Associació de Bibliofils de Barcelona con motivo de la conmemoración del tercer centenario
de dicha academia en Barcelona el año 2000.
10
Ibid. p. 390-406.
11
Según cita A. MILLARES, Tratado de Paleografía Española p. 53.
12
En Madrid en 1758.
352 Jesús Alturo

el siglo V 13; que era de origen romano 14, y que había tres tipos diferentes:
"la cursiva Gotica ... como la procesada, encadenada, corriente, y fácil en su i.
formación; pero extremadamente dificultosa de leerse. La quadrada ...
como la cortesana, apretada, estrecha, y regular; pero de no muy facil lec-
cion. La redonda Gothica ... como la letra del mismo nombre del ultimo
tiempo, dividida en los caractéres, sujetada á pocas equivocaciones, clara, y
facil de leerse, sabido el alfabeto, ligaciones, y cifras ordinarias, añadida
alguna practica, y supuesto el saber la Lengua Latina, y tener conocimien-
to de la materia de que alli se trata, porque sin esto hará mil hierros qual-
quier Lector" 15• Indirectamente, Terreros también señaló la presencia de la
visigótica de transición hacia la carolina al observar que "la abrogacion de
la letra Gothica no pudo hacer que todos los Españoles se desacostumbra-
sen hasta despues de muchos años de su antigua letra Goda: y la abundan-
cia de Maestros de la nueva letra Francesa no podia ser tal, ni tan poco
repugnantes estos á enseñarla, que desde luego se hiciese universal en toda
la Nacion. De aqui nacia escribir la letra Francesa con resabios de la
Goda "16 .
Pero mayor mérito tiene, sin duda alguna, el libro del P. Andrés Merino
de Jesucristo, "Escuela de leer letras cursivas antiguas y modernas desde la
entrada de los godos en España hasta nuestros tiempos", Madrid 1780,
quien lo emprendió viendo la necesidad de una obra que facilitara, según
sus propias palabras, "la lectura de los Archivos Nacionales" y al constatar
que por su envergadura y dificultades nunca llegaría a ejecutarse o se retar-
daría notablemente. Merino menciona la obra anterior de Cristóval Rodrí-
guez y, en su parte teórica, aprovecha ampliamente las observaciones
expuestas por Nasarre en su prólogo, que denotan ya una cierta preocupa-
ción por aspectos relacionados directamente con la escritura visigótica en
sí misma y no sólo por los que permiten su lectura, aunque éste continuaba
siendo el propósito fundamental tal como refleja el título del libro. De esta
manera, por ejemplo, se superaba definitivamente la opinión antigua,
enraizada desde el obispo Jimeno Rodriguez de Rada y presente todavía en
Esteban de Garibay o en Bernardo Aldrete, entre otros, de que la escritura
visigótica fue invento de los godos y, en concreto de Ulfilas. En Nasarre,
Lió, Terreros y Merino ya se consideraba, como hemos visto, con argu-

13
Ibid. p. 123.
14
Ibid. p . 124 y 131.
15
Ibid. p. 109.
16
Ibid. p. 106-107.
La escritura visigótica 353
mentos sólidos, esta escritura derivada de la romana aunque con variantes
gráficas locales. Y así Merino afirmaba categóricamente: "Damos despues
principio con la letra, que propia, y generalmente llaman Gothica, y en la
que se hallan escritos todos los libros, cartas, y Privilegios, desde la entrada
de los Godos, hasta el Siglo doce, ó poco mas, en que espiró esta letra,
entrando en su lugar la Francesa; pero una, y otra originada de la Ro-
mana"17. Y aún insistía:' "bajo este principio se debe caminar, y tener, que
todos los escritos de España, á excepción de los Arabigos, están escritos en
letra romana, bien que para distinguirla, de la que despues de la conquista
de Toledo por el Rey D. Alonso Sexto se llamó Francesa, la conservaremos
el nombre de Gothica" 18.
Este cambio de opinión era consecuencia de la influencia ejercida por las
aportaciones de Scipione Maffei, que mejoraban en este punto el criterio de
Jean Mabillon. Nótese, además, que conservaba el nombre de escritura
gótica sólo por tradición y para distinguirla de la llamada francesa, que, en
sus propias palabras "se introdujo despues del año de 1100, ya fuese por el
Decreto del Rey D. Alonso el Conquistador, ó yá por otras causas, que
ignoramos" 19.
Observamos, por otra parte, cómo se atendía también a las cuestiones de
cronología de la escritura, ni que fuera por la utilidad práctica que de ello
se pudiera derivar, tal como Merino remarca en el mismo prólogo: "U na de
las cosas mas necesarias en nuestro asunto es no solo el conocimiento de
los caracteres en general, sino el tiempo, en que se usaron; lo que sirve no
poco para no confundir las Escrituras legitimas, y genuinas, con las que no
lo son, y que pudo falsificar la malicia "20.
En un orden más puntual podemos resaltar las consideraciones que el
P. Merino formula en las reflexiones que acompañan sus láminas, donde,
con un lenguaje vivaz y, a menudo, no exento de gracia, gusta de resaltar
sus pequeños o grandes logros en contraposición a los yerros de quienes le
precedieron, iniciando para la Paleografía española una vanidosa práctica
arraigadísima en el mundo académico. Vale la pena destacar también sus
agudas observaciones sobre la diferencia entre la a y la u o la r y la s21, o su
constatación de la poca variedad formal que, frecuentemente, presentan las

17
Escuela de leer letras cursivas, prólogo.
18
Ibid.
19
Ibid .
20
Ibid .
21
Ibid . p . 56-57 .
354 Jesús Alturo

escrituras en el tiempo que dura su uso 22, aunque esta observación no le


impide constatar, por ejemplo, que la regularidad en las mayúsculas en un
escrito es "prueba de su antiguedad; porque en el fin del siglo decimo, y
undecimo fue grande el abuso en la interpolación de las letras pequeñas
con las grandes. Los Antiguos fueron mas moderados en esto" 23, o de que
a partir del año 1000, la visigótica toma otro "ayre" 24, y, de manera más
general, sus observaciones que podemos considerar de carácter metodoló-
gico, como la incorporación, entre sus ejemplos, de láminas que no sólo
reproducen códices, sino también inscripciones en piedra, en monedas o
diplomas, haciendo de la escritura un todo indivisible a pesar de la varie-
dad de los soportes materiales en que se pueda presentar; o su advertencia
sobre la escrupulosidad de algunos amanuenses que llegaban a copiar
incluso el colofón de su modelo, con lo que ya planteaba el problema de
los colofones falsos observando, con buenos ejemplos, que "las fechas en
los libros, ni en las escrituras, no son reglas fijas de la antiguedad de los
escritos; y asi son necesarias otras circunstancias, y sobre todo el saber el
gusto, que reynó de letras en cada siglo, porque de lo contrario a cada paso
se tropezará, y caerá en error" 25• De alguna manera Merino avanza ya, por
otra parte, el concepto de ductus malloniano al dar como regla para distin-
guir una escritura antigua "el que tenga su formación hecha con golpes, y
tiempos " 26 •
En definitiva, la aportación de los eruditos del siglo XVIII al mejor
conocimiento teórico de la escritura por ellos llamada gótica, representada
aquí por Rodríguez, Nasarre, Terreros, Marqués de Lió y Merino, pero en
buena parte todavía por recuperar de la abundante documentación inédita
de nuestros archivos y bibliotecas, entre ella, de manera particular para
nuestro tema, la tocante a la mencionada "Polygraphia Góthico-española"
de Francisco Palomares o la "Paleografía Gothica" que preparaba el P.

22
Ibid. p. 36.
23
Ibid. p. 65.
24
Ibid . p. 74.
25
Ibid. p. 20. Recordemos a este propósito la indicación cronológica incluida en el margen
izquierdo del fol. 1v del matritense 10041, que señala el inicio de la copia el 19 de enero del
año 948, mientras que el colofón indica que se terminó en 1034, es decir 86 años después. Ya
A. MILLARES, Los códices visigóticos de la Catedral Toledana. Cuestiones cronológicas y de
procedencia (1935) p. 76-78, hizo caer en la cuenta de que su copista transcribió la nota cro-
nológ ica inicial de su modelo, un códice de San Zoilo de Carrión, en la actualidad perdido,
pero suficientemente descrito por A. de Morales.
26
Ibid. p. 27. Parece insistir en esta idea también cuando afirma que la letra cursiva "se
forma cada parte de ella con un solo golpe de pluma, sin necesitar de pulimento".
La escritura visigótica 355
Domingo !barreta, se centra, básicamente, en establecer el origen romano
de esta escritura; ·en situar su cronología extrema entre el siglo IV y el XII,
en intentar explicár las causas de la desaparicón de nuestra escritura y en
distinguir, ni que fuera tímidamente, variedades cronológicas y locales. Los
esfuerzos por determinar su abecedario y recoger sus principales abrevia-
turas, con observaciones de interés sobre ellas, son, igualmente, dignos de
encomio.
Desde el punto de vista metodológico es de destacar la importancia con-
cedida a las buenas reproducciones. Así Merino, después de constatar que
una "obra cumplida sobre esta materia (Paleografía Española) seria de
mucha utilidad en España, no solo para las ciencias, sino para los intereses
temporales", remarca "como en estas obras son necesarias laminas, que
representen con exactitud la figura de las letras antiguas, si el dibujo no está
bien hecho, ó si el Abridor no le grava con fidelidad, las laminas en lugar
de servir, nos llevan al error" 27 • Sobre la pertienencia de esta atinada obser-
vación quizá sea interesante volver más tarde 28 •
Al llegar al siglo XIX, dejando ahora de lado por mor de brevedad las
observaciones puntuales del siempre sagaz P. J. Villanueva 29,nos encontra-
mos con otra obra meritoria, que, aun teniendo por objetivo primordial
enseñar a leer, como se desprende de su título, hace avanzar notablemente
el conociento teórico sobre nuestra escritura; naturalmente que me refiero
a la ya mencionada "Paleografía visigoda", de Jesús Muñoz y Rivero, que
compendia el conjunto de conocimientos acumulados hasta el momento de
su publicación 30 • Y son éstos los siguientes: la escritura visigótica arranca-
ría del siglo V; su tipología recibirá una clasificación más precisa; se reco-
nocerá el valor estético de la cursiva, lo que, incomprensiblemente, no hará

27
Ibid. p. 4.
28
No podemos omitir tampoco que en este siglo de las luces el P. Flórez ya recogió la
práctica generalidad de las particularidades de la ortografía de la escritura visigótica, aña-
diendo que esta ortografía particular "era vicio, ó gusto general de aquellos tiempos", España
Sagrada 2 (1770) p. 55, y que, ocasionalmente, algún detalle ortográfico servía, ni que fuera
indirectamente, para diferenciar cronologías. Así el P. MERINO, Escuela de leer letras cursi-
vas p. 112 escribe: "Y o creería, que el escribir mici, y nicil por mihi, y nihil, es abuso, que se
introdujo en el siglo decimo". Y prosigue ibid. p. 113: "Sea como fuere, lo cierto es, que en
el siglo undecimo, yá casi no se encuentran estas voces escritas de otra suerte, que mici y
nicil".
29
De quien basta recordar su imprescindible Viage literario a las iglesias de España 19
vols. (1803-1852).
30
En Madrid en 1881. Citaré por su segunda edición de 1919.
356 Jesús Alturo

el gran Millares 31 , dentro de la cual se identifica la variante llamada escri-


tura prolongada; la descripción de las particularidades morfológicas de la
escritura servirá para su diferenciación cronológica y, aun, geográfica,

31
En su Tratado de Paleografía Española, p. 77, se rige, además de por el criterio de la
menor o mayor cantidad de ligaduras, y la tendencia a mantener o alterar sus formas especí-
ficas, por el de la perfección o descuido en el trazado de las letras para distinguir la escritura
visigótica redonda o sentada de la cursiva. La escritura cursiva tal como la define Millares
produce confusión por demasiado restrictiva. Más clara me parece la definición dada por
MERINO, Escuela de leer letras cursivas p. 25: "por letra cursiva se entiende aquella, que se
escribía con velocidad, y que usaron los Antiguos en cartas, ó escrituras, que pedían pronti-
tud, aunque en la sustancia no se distinguiese, de la que escribían con mas pausa, y entreteni-
miento en los codigos, y libros de importancia". MUÑOZ, Paleografía visigoda p. 20, por su
parte, no deja de constatar "la regular letra cursiva diplomática ... tampoco exenta de belleza".
A esta variante caligráfica le dará el nombre de cancilleresca, "que no es otra que la cursiva
del siglo XI, que en algunos documentos reales aparecía trazada con regularidad y deteni-
miento, presentando rasgos accesorios de adorno en algunas de sus letras", ibid. p. 75. Y al
describir las características de la cursiva del siglo IX distingue la regularidad de su escritura,
su inclinación levógira, un uso no muy abundante de abreviaturas, los frecuentes enlaces con
la e, a, t, r, s. A partir del siglo X y XI presenta aún más igualdad y regularidad en su alfabeto,
pero aumentan enlaces y nexos y se multiplican los signos de abreviación; así se usa la cedilla
para las terminaciones en is, la ce vuelta para indicar la sílaba con, y otros signos antes no
generalizados, ibid. p. 31-32. No pasó por alto tampoco a Muñoz la presencia entre la cur-
siva de una variante por él llamada escritura prolongada, que aparece, sobre todo, en la pri-
mera línea de los documentos, en algunas suscripciones, y, más esporádicamente, en el texto
íntegro de algún documento. "La forma de sus letras era la propia de la escritura cursiva, sin
más diferencia que la originada por la desproporción entre su desmesurada altura y su exa-
gerada estrechez. Los trazos de estas letras solían a veces estar formados por arcos de círculo
o por inflexiones, y a veces llevaban rasgos puramente de adorno. El uso de la escritura pro-
longada para la invocación y suscripciones del documento duró en la escritura visigoda desde
el siglo X hasta fines del XI, período durante el cual también fue muy general en Francia",
ibid. p. 33. Sobre el uso de esta modalidad, no propiamente visigótica, en documentación
catalana, véase E. COMPTE/J. REQUESENS,L'escriptura de les cancelleries franques en els
documents de la Marca Hispanica, en: I Colloqui d'historia del monaquisme catala, Santes
Creus 1966 1 (1967) p. 51-57. Por lo que respecta a la modalidad redonda, la define muy bien
también MUÑOZ, Paleografía visigoda p. 27-28: "La letra generalmente usada en estos códi -
ces está trazada con regularidad, guardando sus elementos la separación debida, existiendo
perfecta distinción entre sus gruesos y perfiles y conservando constantemente la misma incli-
nación, que suele coincidir con la línea vertical. Abunda en abreviaturas más que la escritura
cursiva, acaso porque los amanuenses trataran de compensar el mayor detenimiento a que
obligaba su trazado con la economía de tiempo que resulta del uso de las abreviaturas".
Muñoz incluso determina sus diferencias formales y baquigráficas a lo largo del tiempo en
que se usó: "La escritura visigoda de los códices, prosigue, sin dejar de presentar estos carac-
teres generales que la distinguen en los siglos VIII al XII, experimentó en ellos transforma-
ciones que permiten fijar aproximadamente su fecha. La de los siglos VIII y IX es irregular,
desigual, tosca, tienen menos abreviaturas y no establece perfecta distinción entre gruesos y
perfiles. Desde los primeros años del siglo X se observa en la escritura visigoda un mejora -
miento extraordinario en cuanto a la igualdad de su trazado y a la pureza de sus rasgos,
aumentando el número de sus abreviaturas, pero no el de sistemas de abreviar. Este apogeo
-
i>

La escritura visigótica 357


puesto que también se atiende con mayor detenimiento a las variantes
regionales, con la consideración de Cataluña, Aragón, Navarra y Portugal,
para cada una de las cuales se establece una más exacta cronología de desa-
parición de la escritura visigótica sustituída por la carolina tras pasar por
una escritura mixta de transición mejor identificada.
A pesar de que, como se ha dicho, el objetivo fundamental del estudio de
esta escritura continúa siendo el de hacer "un examen detenido de los ele-
mentos que componen la referida escritura, con el fin de deducir de dicho
estudio reglas que faciliten la interpretación de los manuscritos visigodos,
y que al mismo tiempo permitan juzgar acertadamente de su autenticidad
o falsedad" 32 , rémora todavía de los orígenes diplomáticos de la paleogra-
fía, se habla ya con mucha mayor claridad de los aspectos que permiten
"reconocer su época y procedencia" 33 , y, al tratar de las abreviaturas, se
reconoce su valor para determinar la fecha de los escritos, lo que constituye
uno de los fines de la "Paleografía crítica" 34 •
Muñoz, aunque sin citarlas, recogía, de hecho, las formulaciones clara-
mente especificadas a comienzos de siglo por Joao Pedro Ribeiro, para
quien la Paleografía era "aquella parte da diplomatica, que pelo caracter, ou
letra, em que se achao escritos os Documentos antigos, nos ensina a julgar
da sua idade e veracidade, e ainda a determinar o territorio ou Na¡;ao, a que
pertencem" 35 •
También a finales de esta misma centuria se inicia, por otra parte, una
dedicación más atenta de los paleógrafos extranjeros a la escritura visigóti-
ca. L. Delisle, en 1880, describe con detalle los códices visigóticos de la
Biblioteca Nacional de París, procediendo a un sucinto análisis de las

de la escritura visigoda llegó hasta fines del siglo XI, en que la influencia francesa introdujo
elementos exóticos en la escritura visigoda. Los trazos de las letras se hicieron más rectos,
perdiendo en belleza lo que ganaban en proporciones geométricas. La forma visigoda de
algunas letras fue desapareciendo hasta que sólo quedaron la a y la t, que más tarde desapa-
recieron también, ya muy generalizado el uso de la escritura francesa. Los sistemas de abre-
viar propios de ésta, se introdujeron también en la letra de transición: usáronse en ella las
vocales sobrepuestas para designar su valor y el de r, y el signo de us, y se generalizó la cos -
tumbre de escribir en siglas las partículas de uso frecuente", ibid. p. 29.
32
Paleografía visigoda p. 53.
33
Ibid. p. 49.
34
Ibid. p. 89.
35
Dissertac;:oes chronologicas e criticas sobre a historia e jurisprudencia em Portugal p. 77.
358 Jesús Alturo

características de la minúscula redonda 36 • Pocos años después, en 1883, H.


P. Ewald y G. Loewe dan a conocer, en Heidelberg, sus "Exampla scriptu-
rae Visigoticae KL tabulis expressa", con notables observaciones paleográ-
ficas sobre los facsímiles presentados, aunque sin llegar a publicar la pro-
metida visión de conjunto sobre nuestra escritura.
Esta dedicación extranjera prosigue en el siglo XX con aportaciones de
la mayor importancia. Omitiendo ahora algunas meritorias nuevas colec-
ciones de facsímiles, como la de J. M. Burnam 37 , cabe resaltar, en primer
lugar, la obra de Charles U pson Clark 38 , con la primera recopilación
bibliográfica sobre la escritura visigótica, la primera lista de manuscritos
copiados en esa escritura, con especial atención a los fechados o con indi-
cación de copista o de origen, y un análisis formal y braquigráfico de la
escritura. Se gana aquí en sistematización de conocimientos adquiridos y
en poner las primeras bases para un análisis más científico, del que ya el
eminente E. A. Lowe había dado buenas muestras con sus importantes
aportaciones para fechar con criterios más firmes, aunque no definitivos,
los códices visigóticos a partir de aspectos formales como el uso del enlace
ti. Lowe, por otra parte, distinguía cuatro estadios de desarrollo en la escri-
tura visigótica: el primero del siglo VIII al IX, el segundo de finales de la
novena centuria a comienzos de la décima, el tercero de los siglos X y XI,
y el cuarto de decadencia y de influencia de la nueva escritura carolina 39 ,
estadios que, de hecho, ya había establecido J. Muñoz 40 •
Es a partir de ahora que se da más importancia a los problemas clave que
permiten considerar la Paleografía como una ciencia autónoma y no como
simple técnica al servicio práctico e immediato de la lectura de textos anti-

36
Manuscrits de l'abbaye de Silos acquis par la Bibliotheque Nationale de Paris, en:
Mélanges de Paléographie et de Bibliographie (1880) p. 12-116, en particular p. 56-57 , donde
declara que la compra, a principios del año 1878, de la colección de manuscritos visigóticos
de Silos le permitió un examen superficial de algunas páginas de estos códices, suficiente
"pour déterminer les caracteres aux quels on peut reconnaitre les manuscrits wisigothiques,
en tenant compte ala fois de la forme des lettres, du systeme des abréviations et des particu-
larités orthographiques". Unos años más tarde también resumiría, en un breve artículo, las
ideas del joven Loewe sobre el empleo de la/ longa en las escrituras beneventana y visigó-
tica, así como de la ligadura ti en Manuscrits bénéventaines et wisigothiques, en: BECh 71
(1910) p. 233-235.
37
Palaeographia iberica. Facsimilés de manuscrits espagnols et portugais (IXe-XVe) 2
vols. (1912-1925).
38
Collectanea Hispanica (1920).
39
Studia Palaeographica. A Contribution to the History of Early Latin Minuscule and the
Dating of Visigothic Manuscripts, en: Paleographical Papers 1907-1965, ed. L. BIELER1
(1972) p. 1-65.
40
Véase la nota 31.
La escritura visigótica 359
guos. En la desc_ripción formal de las características de la escritura visigó-
tica y de su sistema abreviativo se continuará intentando su sistematiza-
ción, pero también se buscará aquellos indicios que permitan fechar y loca-
lizar con la mayor precisión posible sus escritos. La Paleografía visigótica
a partir de ahora, sin dejar de prestar su auxilio a historiadores y filólogos,
hará válidas aportaciones a la Historia de la Cultura.
Siguiendo con las contribuciones españolas, surge ahora el auténtico
padre de la moderna paleografía hispana, D. Agustín Millares Cario, cuyas
obras son todavía en la actualidad el mejor referente y compedio sistema-
tizado de lo que se sabe, e, indirectamente, se ignora de la escritura que nos
ocupa. En uno de sus primeros trabajos, después de lamentar el abandono
en que habían quedado los estudios paleográficos en España tras la muerte
de D. Jesús Muñoz y Rivero y la supresión de la Escuela Superior de
Diplomática, dedicaba su atención a "Un códice notable de los Libros
Morales de san Gregorio sobre Job" 4 1,procedente de Toledo y custodiado
en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se trataba de un artículo modélico, en
el que no sólo dilucidaba el origen, procedencia y fecha exacta de este có-
dice, sino que, como prólogo de un ambicioso plan, daba "algunas noticias
que acaso tengan valor para determinar la región de España en que fué
copiado cualquier manuscrito de letra visigótica" 42 •
Era, sin duda, todavía prematuro para alcanzar tamaño objetivo, pero la
finalidad de la Paleografía encaminada a él estaba bien dirigida. En efecto,
se procedía a estudiar los códices fechados como único punto de referencia
sólido y, en concreto, se comenzaba por los del siglo X, centuria en que "la
escritura visigoda estaba totalmente formada ya, con sus abreviaturas bien
definidas" 43 • Y así su análisis le permitía ir más lejos en lo que atañe a la
diferenciación entre la escritura visigótica castellana y la mozárabe.
Haciendo suyas las observaciones del P. Merino, Millares Carlo decía: "La
característica del gótico de Castilla, tal como la determina el sabio paleó-
grafo, es la de ser mucho más regular, más claro y escrito casi siempre con
pluma delgada. Pero tiene, además, una cualidad esencial que escapó a la
penetración del P. Merino y es la manera de remetar los trazos altos de las
letras que los tienen, por medio de un pequeño rasgo horizontal que los
limita. En cambio, los códices toledanos y los escritos en la parte meridio-
nal de España, terminan estos trazos en un abultamiento mayor, lo cual da
a la letra un aspecto menos bello" 44 • Y haciendo referencia a los citados

41
Trabajo recogido en sus Estudios paleográficos (1918) p. 25-65.
42
Estudios p. 27.
43
Ibid. p. 58.
44
Ibid. p. 59-60.
360 Jesús Alturo

"Studia paleographica" de Lowe, una obra que "hará época en la historia


de nuestra paleografía", hacía notar que ya en ella se "observó esta dife-
rencia, aunque la consideró como criterio de fecha y no como caracterís-
tica regional, único valor que, a mi juicio, tiene" 45 •
Obsérvese, por lo demás, la constatación de Millares de que, dentro del
siglo X, "es muy difícil diferenciar un códice escrito en sus comienzos de
otro redactado en sus postrimerías" 46 • Y aún proseguía: "El exclusivo exa-
men de los caracteres, no basta para decidir si un códice fué escrito en 925
o 945; la comparación detenida de los varios códices visigodos fechados del
siglo X, nos convence de la verdad de esta afirmación" 47 • Confirmaba lo ya
observado por Merino y constatado por la experiencia.
Las cuestiones cronológicas - ya se ha visto - preocupaban de manera
especial a Lowe, quien había establecido una periodización de la escritura
visigótica. Para su período inicial, el de los siglos VIII y IX, el mismo
Millares al ocuparse del "Codex Toletanus", los resumió así: "Se refiere
(Lowe) a la sorprendente densidad de los (caracteres), a la anchura de las
letras, carentes de esbeltez, a los arcos bajos de m, n, h, con el último rasgo
vuelto hacia adentro; al uso del semicolon sobre b y q para abreviar las ter-
minaciones bus y que, y a la imperfecta separación de las palabras. En cam-
bio, los códices fechados del siglo X ofrecen tipos de letra cuyo cuerpo es
más bien alto y estrecho. El trazo final de los tres caracteres indicados
vuelve normalmente hacia fuera. Las letras altas terminan arriba en un gan-
chillo o cabeza de martillo y el semicolon del primer período se ha conver-
tido en el signo convencional s con valor de us y ue." Pero Millares pun-
tualizaba: "Estas afirmaciones pecan de demasiado absolutas" 48 , y daba
diversos ejemplos del siglo X en que no se cumplía lo observado por Lowe
respecto los vueltos de las nasales y de la h, a la vez que manifestaba su opi-
nión, coincidente con E.M. Thompson 49 , y contraria a Lowe, de que las
de las abreviaturas procedía de una u cursiva sobrepuesta habida cuenta de
que constataba también casos en que no se seguía lo afirmado por Lowe al
respecto 50 •

45
Ibid. p. 60.
46
Ibid . p. 58.
47
Ibid . p. 59.
48
De paleografía visigótica. A propósito del "Codex Toletanus", en: Revista de Filología
Española 12 (1925) p. 255.
49
Greek and Latin Palaeography (1906) p. 103 n. 1.
50
De paleografía visigótica p. 256-257. MILLARESse reafirma en esta opinión en: Tratado
de Paleografía Española 1 p. 91, donde considera independiente el origen del semicolon y del
signo parecido a una s. Para Millares, este signo sería además anterior porque lo halla atesti-
La escritura visigótica 361
Diez años después de aparecido este artículo, D. Agustín, que ya había
dado a conocer su "Contribución al Corpus de Códices visigóticos" 51 y la
segunda edición de su insustituible "Tratado de Paleografía española" 52 ,
aureolado por el prestigio de su erudición y acompañado del valor cierto
de sus obras, ingresaba en la Academia de la Historia. Era el año 1935 y eli-
gió como tema de su discurso de recepción el de "Los códices visigóticos
de la catedral toledana.Cuestiones cronológicas y de procedencia". Como
se echa de ver en el mismo título de esta contribución, se había dado un
vuelco en las prioridades de la ciencia paleográfica. Y decía el maestro:
"Las cuestiones de procedencia son, con las de fecha, las de mayor impor-
tancia y difícil solución en el campo de la paleografía visigótica, y aun
podríamos decir que en el de la paleografía general. Hoy está ya lejos de
considerarse a esta disciplina como limitada a la lectura e interpretación de
las escrituras antiguas" 53 •
Aquí Millares es consciente de que, a menudo, el simple análisis de la
escritura de los códices no basta para determinar fechas ni orígenes, y que
son precisos nuevos datos. ·Valiéndose de ellos en sus análisis reagrupa
códices por origen y fecha, y sienta las bases para un estudio de la visigó-
tica cursiva y aun redonda por zonas y épocas. No en vano da una primera
lista de códices visigóticos de región pirenaica, y sitúa el origen de los visi-
góticos de la antigua librería del cabildo de Toledo en Córdoba, Toledo,
León, Castilla y Pirineos.
U nos años más tarde, en 1941, ya desde el exilio, D. Agustín republicó
este estudio con algunas adiciones y correcciones en el libro "Nuevos estu-
dios de Paleografía Española" 54,que recogía también unas interesantísimas

guado en manuscritos visigóticos más antiguos, como el Oracional de Verona, el escurialen-


se R.II.18 y el parisino lat. 4667. Pero, en realidad, el semicolon aparece con anterioridad en
manuscritos no visigóticos y, aunque así no fuera, que no esté testimoniado antes, no presu -
pone, en sí mismo, una mayor modernidad. Por lo que a mi respecta, considero que el signo
semejante a una s es fruto, simplemente, de la evolución cursiva del semicolon, de trazar el
punto y la coma con rapidez sin levantar del soporte el instrumento gráfico. Téngase en
cuenta, por otra parte, que el signo parecido as se encuentra también para el final -is de nobis
o uobis, es decir, en finales de palabras que no presentan ninguna u. Expongo esta opinión ya
en El Líber iudicum manuscrito latino 4667 de la Biblioteca Nacional de Francia. Análisis
paleográfico, en: Historia, Instituciones, Documentos 30 (2003) n. 26. MUN'OZ,Paleografía
visigoda p. 101, por su parte, consideraba que este signo de abreviatura procedía directa-
mente de una s.
51
Publicada en Madrid en 1931.
52
Publicado también en Madrid en 1932.
53
Los códices visigóticos de la catedral toledana p. 18.
54
Publicados por la Casa de España en México.
362 Jesús Alturo

"Observaciones acerca de la escritura y el libro en España durante la domi-


nación del pueblo visigodo", donde el erudito autor aprovechaba las más
recientes aportaciones para corregirse en sus propias apreciaciones. Y es
que Gómez Moreno ya había dado a conocer la existencia de las pizarras
visigodas 55 ; y R. P. Robinson había editado su magistral monografía
"Manuscripts 27 (S 29) and 107 (S 129) of the Municipal Library of Autun.
A Study of Spanish Half-Uncial and Early Visigothic Minuscule and Cur-
sive Scripts" 56 • Obviamente se tenía que replantear sus ideas sobre el inicio
cronológico de la cursiva visigótica, que, como hemos visto, ya le había
preocupado de una manera especial. Por ello, después de afirmar que "la
escritura "cursiva minúscula", de importancia capital por haber sido fun-
damentalmente la fuente originaria de las llamadas "nacionales" del conti-
nente, y entre ellas de la visigótica, es el resultado de un desarrollo natural
de la cursiva mayúscula, que puede considerarse como terminado en el
transcurso del siglo IV" 57, declaraba con contundencia: "Para nosotros, la
existencia en España de una cursiva diplomática, que a partir del siglo VI,
por lo menos, y desde luego en el VII, revestía ya las características de la
que con posterioridad a la invasión árabe se muestra en los diplomas más
antiguos, está fuera de toda duda " 58 • Y continuaba: "Después del detenido
y profundo estudio (del) prof. Robinson ... no es posible dudar de que la
escritura que exhiben sus folios ... representen el ejemplo más antiguo,
hasta ahora conocido, de cursiva visigótica, atribuible a los promedios del
siglo VII" 59 • Por ello concluía que "hacia mediados del siglo VII ya existía
una cursiva española con caracteres que la distinguían de la de tipo
común". Y pasaba a una conclusión, a mi ver, más discutible: " En el domi-
nio librario esta cursiva, sólo excepcionalmente empleada entonces y más
adelante, fué caligrafiándose, recibiendo influjos de la uncial y de la
semiuncial y adquiriendo gradualmente los caracteres propios de la minús-
cula sentada o redonda. Este proceso lo vemos ya realizado en el siglo
VIII". Y concluía: "Por razones que luego expondremos, nos inclinamos a
afirmar que antes del siglo VIII sólo poseían los escribas españoles, como
escrituras librarías fundamentales, la uncial y la semiuncial y no otra
minúscula caligráfica distinta de esta última" 60 •

55
Documentación goda en pizarra, en: Boletín de la Real Academia Española 34 (1954)
25-58.
56
Publicada en Nueva York en 1939.
57
Nuevos estudios p. 10-11.
58
Ibid. p. 21-22.
59
Ibid. p. 22.
60
Ibid. p. 23.
La escritura visigótica 363
Era de nuevo la influencia italiana en los paleógrafos españoles. Millares
se hacía eco aquí de la opinión del gran Schiaparelli expuesta ya en 192961.
Y, puesto que por motivos que no declara, considera imposible la convi-
vencia de la visigótica con la uncial y semiuncial, todos aquellos códices en
estas escrituras antiguas, que curiosamente presentan influencia visigótica
en el sistema abreviativo y ortográfico, los hace hispanos y anteriores a la
invasión árabe. Habrá que volver sobre esta cuestión.
Millares, en 1973, volvería a tratar de forma monográfica sobre estos
asuntos en sus "Consideraciones sobre la escritura visigótica cursiva" 62,
libro en el que se retractaría de la época otrora atribuída a la aparición de
dicha cursiva española. Analizaba ahora no sólo los ya referidos ejemplos
codicológicos, sino también otros epigráficos, particularmente los de las
pizarras visigóticas publicadas más extensamente por M. Gómez Mo-
reno63, cuyas transcripciones fueron corregidas en muchos puntos por M.
C. Díaz y Díaz 64, y, sobre todo, los diplomas descubiertos por M.
Mundó 65. Y su examen le llevaba ahora a concluir la "esencial condición de
cursiva común" de la escritura de estos diplomas, "siquiera en ella, como
en la de las pizarras y en la que nos han conservado algunas páginas de
códices ... sea dado atisbar algunos de los rasgos que habían de fijarse en el
período siguiente" 66. Y remarcaba con insistencia: "La fecha asignada
generalmente a la letra de las hojas cursivas del códice del Camarín de las
Reliquias de El Escorial, y por Robinson a la escritura también cursiva, de
los folios antes indicados del manuscrito de Autun parece admisible, y a
semejanza en ciertos detalles con la de las pizarras y documentos origina-
les arriba estudiados, vendría a ratificarla, y constituiría una presunción
más de su origen español. Calificar empero de visigótica la escritura de los
folios cursivos de los códices escurialense y augustodunense, como si ya
estuvieran en posesión de las características específicas del tipo bien defi-

61
Note paleografiche. Intorno all'origine della scrittura visigotica, en: Archivo Storico Ita -
liano 7, 12 (1929) p. 165-207.
62
Publicadas en León en 1973 por el Centro de Estudios e Investigación "San Isidoro".
63
Documentación goda en pizarra. Estudio y transcripción (1966).
64
Los documentos hispano-visigóticos sobre pizarra, en: StM 7 (1966) p. 75-107. Y del
mismo autor: Un document privé de l'Espagne wisigothique sur ardoise, en: StM 1 (1960)
p. 25-71; Sobre la posible data de las pizarras salmantinas con signos numéricos, en: Zephy-
rus 12 (1961) p. 234-239; Consideraciones sobre las pizarras visigodas, en: Actas de las Pri -
meras Jornadas de Metodología de las Ciencias Históricas 5 (1975) p. 23-29.
65
Los diplomas visigodos originales en pergamino. Transcripción y comentario con un
regesto de documentos de época visigoda (1974), aprovechados por A. CANELLAS,Diplomá-
tica hispano-visigoda ( 1979).
66
Consideraciones p. 19.
364 Jesús Alturo

nido, que compareciendo con posterioridad a los inicios del siglo VIII, es
comúnmente designado con aquel nombre, convencional desde luego,
pero que conviene mantener, no lo creemos justificado" 67•
Esta marcha atrás parece debida al respeto que al maestro Millares le
infundía la opinión del gran Schiapparelli, quien había negado ninguna
característica de la visigótica cursiva en el ms escurialense del Camarín de
las Relíquias, al ocuparse de otro importantísimo códice como el LXXXIX
de Verona. Así pues, Millares retrotraía la aparición de la cursiva visigótica
a la misma centuria en que veía el origen de la sentada, esto es, el siglo VIII,
y procedía a establecer sus características en base al análisis de los docu-
mentos originales de dicho siglo hasta el XII. Explicaba la modología de su
abecedario y de sus ligaduras, y de ambos se daba excelente reproducción
facsimilar, sin dejar de exponer lo esencial de su sistema abreviativo.
Por otra parte, identificaba un nuevo tipo de escritura que llamaba semi-
cursiva y que se caracterizaba, según sus propias palabras, "por la coexis-
tencia en él, así de la forma de ciertas letras, como de algunos de los signos
propios del sistema abreviativo de las variedades cursiva y redonda" 68 •
También establecía una diferenciación formal entre las dos 'unicas
variantes geográficas de cursivas visigóticas por él estudiadas: la mozárabe,
para la que a los ejemplos ya citados añadía ahora las cursivas de los már-
genes de los mss. 4 y 19 de Monte Casino, y la asturleonesa. Se indicaba
como propio de la modalidad mozárabe su inclinación levógira y los
siguientes detalles: la "g, que no se cierra por su parte inferior; forma de la
t cuando va seguida de e y excepcionalmente de r, y la de las ligaduras e-t,
i-t; no se usa la u alta y, en cambio, aparece en proporción mayor o menor,
la derivada de la u ganchuda, grafismo ajeno a lo asturleonés; ti asibilado, o
se representa con el enlace de la t cursiva y de la i o con el semejante a una
"beta" invertida" 69 • Y continuaba: "Son habituales las ligaduras a-g, a-m,
a-s, a-t, con persistencia en la última de la alteración de la t, si va seguida
de la e, i. La abreviatura de per consiste en una pequeña linea que cruza el
caído de la p; us sólo se abrevia por medio del semicolon o de s arriba, des-
pués de b, i-alta, m, n, p. El signo cursivo (" clave de sol"), abrevia um, en
las sílabas num, rum y tum" 7º.
Al mismo tiempo dividía la cursiva visigótica en dos períodos: el com-
prendido entre la segunda mitad del siglo VIII y los comienzos del X, y el
que iba desde esta fecha hasta la primera mitad del siglo XII, distinguien-

67
Ibid. p. 20.
68
Ibid. p. 28.
69
Ibid. p. 29.
70
Ibid.
La escritura visigótica 365
do en sus análisis la cursiva de los documentos reales y la de los particu-
lares.
Millares Cario, atentísimo seguidor de cualquier novedad publicada en
el campo de la escritura visigótica, habida cuenta del probable origen cata-
lán de los códices y documentos visigóticos más antiguos conocidos, pa-
rece que expuso en 1978 con ocasión del Simposio para el estudio de los
códices del "Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana" su opinión
que dicha escritura tenía el origen "en la zona pirenaica, desde la parte cos-
tanera de la provincia Tarraconense hasta toda la Narbonense" 71 • Habrá
que volver sobre esta hipótesis, una de las cuatro hasta el momento divul-
gadas, pues a ésta hay que sumar la de Mundó que ve dicho origen en To-
ledo72, la de Díaz que sugiere Sevilla y la de B.Bischoff que piensa en el
norte de Africa 73• Es decir, que se sitúa el origen en un centro u otro aten-
diendo ya a la mayor antiguedad de los testimonios conocidos, ya al lide-
razgo político e importancia cultural de Toledo, ya a la primacia cultural de
Sevilla, ya al origen de nuevos testimonios posiblemente producidos en el
norte de África.
Naturalmente el fruto de todas estas aportaciones y las de otros paleó-
l: grafos, que ahora veremos, quedaron compendiadas en la tercera versión
l..
\'

(
1

71
Problemas que suscita la escritura de los "Beatos", en: Actas del Simposio para el estu -
dio de los códices del "Comentario al Apocalipsis" de Beato de Liébana 1 ( 1978) p. 193-212.
72
Notas para la historia de la escritura visigótica en su período primitivo, en: Bivium.
Homenaje a Manuel Cecilio Díaz y Díaz (1983) p. 181.
73
Paléographie del' Antiquité Romaine et du Moyen Áge Occidental (1985) p. 110. Natu -
ralmente, le llevaba a formular esta hipótesis la existencia de la curiosa escritura de los céle-
bres manuscritos litúrgicos del monasterio de Santa Catalina del Sinaí, en base a la cual ya E.
A. LowE, An Unknown Latin Psalter on Mount Sinai, en: Scriptorium 9 (1955) p. 177-199,
se había preguntado si África habría jugado un papel significativo en la formación de los
"Spanish symptoms". Sobre estos manuscritos y escritura se ocupó también en: Two New
Latin Liturgical Fragments on Mount Sinai, en: Rev. Bén. 74 (1964) p. 252-283 - con el artí-
culo complementario de B. FISCHER,Zur Liturgie der lateinischen Handschriften von Sinai,
ibid. p. 284- 297 - y en: Two Other Unknown Latin Liturgical Fragments on Mount Sinai,
en: Scriptorium 19 (1965) p. 3-29, y, más recientemente, L. M. TARRACÓ,Notas para la his-
toria del monasterio de San Isidoro de Dueñas 3. ¿Procedería del monasterio de San Isidoro
de (las) Dueñas el manuscrito latino nº 5 del fondo eslavo del Sinaí? 63 Publicaciones de la
Institución Tello Telles de Meneses (1992) p. 163-204. El Prof. Jean Vezin trató también de
estos códices y de su escritura en el Congreso celebrado en las Palmas de Gran Canaria del
18 al 21 de mayo de 1993 en honor de D. Agustín Millares Carlo, pero, desgraciadamente, su
ponencia no fue recogida en la publicación de las actas, en: Boletín Millares Carlo 13 (1994 ).
Con todo, según amablemente me comunica, está ahora a punto de aparecer un estudio suyo
más completo sobre este mismo tema en el que precisa la fecha de estos códices, que serían
más recientes de lo que, en general, se cree.
366 Jesús Alturo

de su Tratado de Paleografía Española, que, al cuidado de José Manuel


Ruiz Asencio, apareció en 198Y4.
En este tratado se abordaba una vez más, naturalmente, la problemática
del origen genético de la visigótica sentada. Exceptuando J. Rovira Armen-
gol, para quien "la escritura libraria visigótica ... se desarrolló por un pro-
ceso de reducción de tamaño de la semiuncial ... acompañado de la adop-
ción de algunos elementos cursivos" 75 , sólo se habían ocupado con
detenimiento de esta cuestión paleógrafos extranjeros. En tiempos más
recientes también sería objeto de atención de C. del Camino, quien expone
un excelente estado de la cuestión, pero, con su prudencia habitual, con-
cluye antes planteando nuevos interrogantes que aventurando soluciones
dudosas 76• Recordemos, sin embargo, que para Lowe había que buscar este
origen en la escritura semiuncial, que en la versión hispana usaría de la g
uncial, más algunas influencias de la cursiva 77 • L. Schiapparelli era del pare-
cer que la visigótica redonda procedía de la cursiva visigótica con influen-
cias de la uncial y semiunciaF 8. P. Lehman situaba estos orígenes en una
semiuncial ruda y cursivizante, que, mezclada con la cursiva romana más
tardía, se volvió de nuevo caligráfica en el siglo VIIF 9• G. Cencetti se
replanteó la cuestión para sugerir otra hipótesis, que, a mi modesto modo
de ver, es la más plausible.
Pensaba el ilustre paleógrafo italiano en la posibilidad de un lógico
desarrollo paralelo de la visigótica cursiva y de la redonda "nel quadro
dello svolgimento ininterrotto della scrittura romana nella penisola ibe-
rica"8º. Constataba Cencetti, por otra parte, que en la Península Ibérica, en
el siglo VI, se usaban, además de la uncial llamada por él canonizada y de
la semiuncial casi canonizada, la minúscula cursiva para las necesidades

74
Véase la nota 4.
75
Sobre los orígenes de la redonda visigótica, en: Cuadernos de Historia de España 13
(1950)p.17.
76
Los orígenes de la escritura visigótica. ¿Otras posibilidades para su estudio?, en: Actas
del VIII Coloquio del Comité Internacional de Paleografía Latina (1990) p. 29-37. Véase de
la misma autora: Luigi Schiaparelli y los orígenes de la escritura visigótica, en: Historia, Ins-
tituciones, Documentos 19 (1992) p. 125-132, y sus interesantes observaciones en: Notas
sobre la escritura en Pallars en el siglo XI, en: Congreso Internacional "Historia de los Piri-
neos" 2 (1991) p. 85-94.
77
Handwriting. Our Medieval Legacy (1969) p. 23.
78
Note paleografiche, p. 199.
79
Lateinische Palaographie bis zum Siege der karolingischen Minuskel, en: Einleitung in
die Altertumswissenschaft, ed. A. GERCKE/E.NORDEN1, 10 (1925) p. 57.
80
Lineamenti di storia della scrittura latina, ristampa a cura di G. GUERRINIFERRI(52001)
p. 133.
La escritura visigótica 367
cotidianas, pero también la minúscula semicursiva no sólo para los escolios
y notas marginales, sino también para códices enteros, y así "non sembra-
rebbe affatto impossibile che lo svolgimento della prima nell'uso comune
e nella cancelleria abbiano dato luogo alla corsiva leonese e mozarabica,
mentre le seconde, familiari a studiosi e letterati, abbiano fornito la base
alla elaborazione della minuscula" 81•
Aunque todavía en la actualidad la teoría de Schiapparelli parece la más
comúnmente aceptada, no puedo dejar de manifestar mi concordancia con
Cencetti tanto más cuanto esta hipótesis no requiere, para explicar d uso
distintivo de la g uncial en la minúscula visigótica, recurrir a préstamos de
otras tipologías, habida cuenta que esa g está también presente en la minús-
cula semicursiva 82•
Cencetti, por otro lado, en el resumen más inteligente que ha dado
manual alguno sobre particularidades y problemática de nuestra escritura,
planteaba conjuntamente el tema del origen cronológico y geográfico, y
concluía: "Possiamo dunque dedurre con sufficiente approssimazione che
dopo un primo stadio di formazione, comprendente probabilmente la
meta e la seconda meta del secolo VII e la prima meta dell'VIII, la minus-
cula visigotica si e andata assestando calligraficamente e sempre piu carat-
terizzando nel resto di quel secolo finché intorno al primo quarto del suc-
cessivo, si fissa definitivamente e si canonizza". Y proseguía: "Ma la
soluzione, sia pure approsssimata, del problema cronologico lascia in
ombra buona parte della questione delle origini, perché non chiarisce in
quale scrittorio o in quali scrittori l' elaborazione sia avvenuta e de quale
base sia partita " 83 •
Sólo al hablar de la escuela castellana, que introduce una modificación en
el canon de la visigótica, se atrevía a sugerir que: "Stando alle riproduzioni
esistenti di codici datati, questa modificazione del canone sarebbe origina-
ria del monastero di S. Pietro di Cardeña, donde provengono quelli che
paiono i piu antichi codici di data sicura in scrittura castigliana". Pero
enseguida añadía: "Ma si tratta, naturalmente, di conclusioni assoluta-
mente provvisorie" 84.
Millares, sin tomar partido declarado por ninguna hipótesis, parece, sin
embargo, decantarse ligeramente en favor de la de Schiapparelli, aunque el

81
Ibid.
82
Véase, por ejemplo, la reproducción del papiro de la Colección Roca-Pons de Barcelona,
Fundació Sant Lluc Evangelista, Pbarc inv. núm. 126-149\ del siglo IV y probable origen
egipcio, en: J. ALTURO, El llibre manuscrita Catalunya. Orígens i esplendor (2000) p. 32.
83
Ibid.p.131.
84
Ibid. p. 140.
368 Jesús Alturo

Millares de la tercera edición muestra no pocas veces la prudencia del


escéptico.
Por lo que respecta a la descripción formal de letras, ligaduras y abrevia-
turas no hacía más que resumir lo por él mismo ya anteriormente recogido
tanto para la modalidad cursiva como sentada. Para ésta, en concreto, dis-
tinguía los dos grupos tradicionales. "Entrarían en el primero, decía 85 , de
una parte, los manuscritos propiamente mozárabes (andaluces y toleda-
nos), y de otra, los producidos en un sector importante de la zona libre,
como es el constituido por Galicia, Asturias, y aún León,- por lo menos
anteriormente a la primera mitad del siglo X. Frente al grupo así integrado,
quedaría, con personalidad propia, distinta y definida, la modalidad caste-
llano-riojana", que, nacida en la décima centuria, daría los ejemplos más
bellos. Pero ya en el siglo XI, pese a ejemplares espléndidos, la escritura
visigótica iniciaría la decadencia, que se acentuaría en el siguiente con códi-
ces en escritura de transición antes de ser sustituída por la nueva suprana-
cional o carolina.
Importa resaltar ahora también que Millares prestaba una atención espe-
cial no sólo a la escritura visigótica catalana, de la que ya había tratado,
sino también a la septimana. Había puesto de relieve la existencia de esta
nueva variedad el Prof. A. M. Mundó, cuyas aportaciones, en este punto,
Millares asumía plenamente. A decir verdad, ya Cecilia Herrero se había
ocupado de "La letra visigoda en los reinos pirenaicos" 86 , pero quizá el
mayor mérito de este artículo sea el intento de aislar las características grá-
ficas de una nueva zona, que incluía Navarra, Aragón y Cataluña. En efecto,
para un avance sólido en este campo habrá que esperar el estudio del Prof.
Mundó sobre "El commicus palimpsest Paris lat. 2269. Amb notes sobre
litúrgia i manuscrits visigotics a Septimania i Catalunya", publicado en
195687 • Aquí no sólo se procedía a un completísimo análisis del palimp-
sesto, sino que también se daba una primera lista de códices copiados en
Cataluña, Septimania u otros centros extrapeninsulares. Se ampliaba, pues,
la zona de influencia de la visigótica al otro lado de los Pirineos, lo que sólo
había sido observado antes por D. de Bruyne 88 y A. Wilmart 89 , en 1921 y
1922, respectivamente, y aun se recordaba la existencia de la desatendida

85
Tratado de Paleografía Española p. 132.
86
Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos 41 (1920) p. 497-512.
87
Liturgica l. Cardinali I. A. Shuster in memoriam (1956) p. 151-275.
88
Nouveaux feuillets toulousains de l'Ecclésiastique, en: Rev. Bén. 33 (1921) p. 113.
89
Le recueil latin des Apophtegmas, en: Rev. Bén. 34 (1922) p. 191-192, y en: Un livret
bénédectine composé aGellone, en: Revue Mabillon 12 (1922) p. 122-123.
La escritura visigótica 369
escritura visigótica lusitana, con lo que la más extendida de las llamadas
escrituras nacionales todavía ganaba terreno.
Uno de los aspectos todavía hoy en día más controvertidos de la escri-
tura visigótica es el de la datación de los códices copiados en ella, con con-
tradicciones constantes entre los diversos investigadores y, aún, dentro de
la obra de un mismo investigador. En el coloquio del CIPL celebrado en
Madrid, bien lo puso de manifiesto el Prof. Santos García Larragueta 90 •
Pero, sin duda, uno de los estudios que más polvareda ha levantado en este
sentido es el artículo del Prof. Mundó sobre "La datación de los códices
litúrgicos visigóticos toledanos", de 196591 • En él el ms. toledano 35.2=
Madrid, BN 10.110 pasaba de ser considerado del siglo X o XI, según los
autores, a "no ser anterior a la segunda mitad del siglo XIII, pudiendo
rebasar algo el 1300 como límite de modernidad" 92; el tol. 35.4 pasaba del
siglo IX-X a "con prudente seguridad hacia 1200" 93 ; el 1325 del Museo de
Santa Cruz de Toledo del siglo IX al XI como fechas extremas a "hacia
medidados del s. XIII" 94;y así otros, como es bien sabido, lo que le permi-
J tía concluir: "Se aseguraba hasta hace poco que los últimos libros en letra

~
visigótica de la península eran el becerro gótico de Sahagún (1110) y el libro
de los testamentos de Oviedo (1101-1129). Sin contar un pequeño grupo de
(t

¡
'
fragmentos portugueses en letra visigótica de los s. XII y XIII, ahí están
desde ahora toda una serie de magníficos códices toledanos que prosiguie-
ron una tradición escritoria nacional hasta el umbral del siglo XIV" 95•

° Consideraciones
9
sobre la datación de códices en escritura visigótica, en: Actas del VIII
Coloquio p. 51-58.
91
Hispania Sacra 18 (1965) p. 1- 25. Del mismo autor y más recientemente puede consul -
tarse también su ponencia: Millares Carlo y las dataciones de códices visigóticos, en: Boletín
Millares Carlo 13 (1994) p . 39-50. La tesis del Prof. Mundó sobre la tardía pervivencia de la
escritura visigótica en los códices litúrgicos de Toledo ya parece de alguna manera apuntada
en Mabillon y recogida por MERINO,Escuela de leer letras cursivas, p. 126, cuando éste afirma:
"Mabillon asegura esta alteracion de letras (la substitución de la visigótica por la carolina) en
la pag. 432 de su tomo Diplomatico, en el siglo 13". Le siguieron en esta opinión también R.
P. TASSIN/C. TousTAIN, Nouveau Traité de Diplomatique 3 (1759) p. 324, para quienes la
visigótica era usada aún después del siglo XIII y quizá en el XV, y aún NASARREen su Pró-
logo, cuando afirma: "Esta prohibición del uso de las letras Gothicas, y orden de escribir con
letras Francesas, se observó tan mal, como se vé en las escrituras, y fragmentos copiados en
este libro, de los siglos 12, 13, y siguientes", ibid. p. 24. Con todo, MERINOda por concluí-
do el ciclo de la visigótica en "el año de 1100: importando poco, que despues de este tiempo
se halle una, u otra escritura de letra antigua", ibid. p. 136.
92
Ibid. p. 4.
93
Ibid. p. 1O.
94
Ibid. p. 13.
95
Ibid. p. 21.
370 Jesús Altura

En 1974, el Prof. Mundó defendió su segunda tesis doctoral, ya mencio-


nada, "Los diplomas visigodos originales en pergamino. Transcripción y
comentario, con un regesto de documentos de la época visigoda", en la que
presentó cinco documentos originales en escritura cursiva, probablemente
copiados en Tortosa entre finales del siglo VII y comienzos del VIII,
excepto uno, palimpsesto, que sería de medidados del siglo VII y, por el
momento, el único diploma real visigodo conocido. No es necesario pon-
derar cómo recibió la comunidad científica este nuevo estudio, pues bien
claro quedó reflejado en la recensión que le dedicó el Prof:Jean Vezin 96 y
en la unánime aceptación de las conclusiones de antiguedad y origen pro-
puestas para estos nuevos documentos.
Se cumplen ahora 20 de la publicación del primer homenaje al Prof. M.
C. Díaz y Díaz. En él el Prof. Mundó daba unas "Notas para la historia de
la escritura visigótica en su período primitivo" 97, que no son unas notas
sino la mejor síntesis hasta el momento sobre dicho período. Comienza el
artículo con una definición que podemos considerar canónica respecto a
nuestra escritura, que es, en sus propias palabras, "el tipo de escritura latina
usado en los territorios que antaño formaron el antiguo reino visigodo",
sin que haya coincidencia cronológica con el reinado de los visigodos,
puesto que "empieza en sus últimas décadas para perdurar en algún punto
hasta los alrededores de 1300" 98 • Se diría que aquí el Prof. Mundó se apunta
a la lista de quienes sitúan el origen cronológico a comienzos del siglo VIII
y luego pormenoriza las fechas de su extinción por zonas: en la N arbo-
nense desaparece a comienzos del siglo IX, en Cataluña a mediados de
dicho siglo, en Asturias, León y Toledo-ciudad a fines del siglo XI y
comienzos del XII, en Aragón, Galicia y Portugal a mediados del XII. Y
concluye a este respecto: "poco o casi nada sabemos de Andalucía, pero si
nos es lícito conjeturar por lo sucedido en las parroquias que formaban el
cinturón de Toledo, habitadas por mozárabes inmigrados del Sur, en ellas
se conservó la escritura "nacional" hasta el fin del siglo XIII por lo
menos" 99 • Claro está que aún no había aparecido la monografía del Prof.
Díaz y Díaz sobre los "Manuscritos visigóticos del Sur de la Península.
Ensayo de distribución regional" 1ºº.

96
Documents wisigothiques récemment découverts, en: Journal des savants (1974)
p. 218-222.
97
Véase la nota 72.
98
Notas para la historia de la escritura visigótica p. 175.
99
Ibid.
100
Publicada por la Universidad de Sevilla en 1995.
La escritura visigótica 371
Morfológicamente, el Prof. Mundó distingue dos formas fundamentales,
la cursiva y la minúscula sentada, sin diferenciar la semicursiva por ser un
producto de "la mezcla en grado variable de ambas formas" 1º1, ni la escri-
tura de cancellería, que es otra forma muy peculiar. Considera luego que
todas estas escrituras tienen su origen genético en la llamada por J. Mallon
"nueva escritura romana común" del Bajo Imperio, uniforme durante la
unidad del Imperio, con tendencia a la caracterización diferenciada a par-
tir del siglo VII a raiz del asentamiento de los pueblos germánicos en las
distintas regiones antes romanas, para, en el caso de España, llegar como se
ha dicho, al "desarrollo de varios rasgos no específicos de la escritura
común, convirtiéndolos poco a poco en característicos" 102, en las postri-
merías del dominio visigodo. Hecho el recuento de los testimonios en
escritura cursiva de los siglos VI y VII y procediendo al análisis de sus
características resulta que "esta cursiva no puede llamarse aún la visigótica
típica, por faltarle algunos caracteres específicos", pero "sí tiene otros que
permiten darle el nombre propio, por el momento histórico en que apare-
ce, de "cursiva visigoda" 1º3 •
Después de tratar también la escritura de cancellería real, pasa a conside-
rar la libraria sentada, que derivaría de la semiuncial, como quedaría demos-
trado por la semiuncial de la primera parte del ms. 27 de Autun, "semiuncial
que en el Reginensis 1024 admite lag uncial y el trazo superior de la t algo
curvado por la izquierda; escritura que en la segunda parte del Autun 27 se
convierte en minúscula de características declaradamente visigóticas" 1º4 •
El Prof. Mundó, en este también importantísimo artículo, se plantea el
problema del origen geográfico de nuestra escritura y, tras rechazar lamen-
cionada hipótesis de Millares porque ésta no explicaría que, originada la
visigótica en Cataluña, se expandiera después de la invasión sarracena al
resto de la península al quedar sus diferentes territorios aislados y alejados
del núcleo pirenaico, propone Toledo en virtud del "liderazgo cultural
ejercido ... durante parte del siglo VII" y por "su papel de difusora de la
cultura por todo el reino", pues supone "más lógico pensar que fue allí, en
el Centro, donde se fraguó la síntesis gráfica que dio la escritura "nacional"
llamada visigótica" 1º5 •
Al considerar, en la segunda parte de este trabajo, la escritura visigótica
usada desde el último cuarto del siglo VIII hasta finales del IX, se consi-

10 1
Notas para la historia de la escritura visigótica p. 176.
102
Ibid. p. 177.
103
Ibid. p. 179.
104
Ibid. p. 180.
105
Ibid. p. 181.
372 Jesús Alturo

dera el grupo asturiano expandido hacia León y Galicia, el navarro-arago-


nés con proyección en la Rioja, el septimano-catalán y el mozárabe cen-
trado en Córdoba, y se analiza, a continuación, la cursiva de este período
por dichos grupos geográficos, y se constata el gradual abandono de la cur-
siva por la semicursiva e incluso redonda visigótica para la copia de docu-
mentos por el influjo y prestigio de los copistas de códices 106•
Destaquemos, en fin, que el Prof. Mundó presentó, en su artículo, otro
nuevo descubrimiento muy importante, cual son dos cartas mozárabes
dirigidas a los hermanos Miró y Borrell II, condes de Barcelona, escritas
entre 959 y 966, cuyo estudio monográfico todos esperamos impacientes.
Y termina, en fin, con la agrupación de códices por zonas dentro del
mismo período, con frecuentes detalles de particularidades paleográficas.
Ya Millares, al distinguir, dentro del grupo de manuscritos mozárabes, dos
variedades de escritura, la primera más definida y exclusiva de esos códices,
pero la segunda con características comunes también con la escritura astur-
leonesa, concluía que el análisis paleográfico, por sí solo, no era suficiente
para diferenciar esta variante mozárabe de la astur-leonesa, lo que ya había
constatado en alguna otra ocasión 107• De aquí que estudios como los del
Prof. Díaz y Díaz, que no tienen en los aspectos paleográficos el funda-
mento principal de su objetivo, resulten a la postre esenciales para la Paleo-
grafía 108. Sus distribuciones regionales de manuscritos riojanos, leoneses,
castellanos y, más recientemente, mozárabes, constituyen la mejor base para
proceder a un análisis paleográfico por zonas, partiendo, por lo demás, de
las siempre imprescindibles observaciones que sobre este aspecto mera-
mente gráfico suelen aparecer en sus monografías. Baste como ejemplo su
magistral capítulo "Consideraciones sobre manuscritos mozárabes", dentro
de la citada monografía sobre los "Manuscritos visigóticos del Sur" 1º9 •

106
Ibid. p. 184.
107
Tratado de Paleografía Española p. 132.
108
Entresaco de su abundantísima producción erudita sólo: La circulation des manuscrits
dans la Péninsule Ibérique du VIIIe au Xle siecle, en: Cahiers de Civilisation Médiévale 12
(1969) p. 219-241 y 383-392; Códices visigóticos en la monarquía leonesa (1983); Libros y
librerías en la Rioja altomedieval (21991), y el citado Manuscritos visigóticos del Sur.
109
Ibid. p. 181-187. Como características peculiares de la escritura visigótica andaluza, par -
ticularmente cordobesa, el Prof. Díaz señala, entre otras, que "los signos literales se trazan en
cuanto a altura entre dos paralelas ideales cuya distancia es menor que el espacio destinado a lo
ancho a trazar cualquier letra ... Los astiles tienen una enorme tendencia a rematar en una espe-
cie de porra, con ancheamiento notable del remate; por el contrario, los caídos vacilan entre
rematar en un adelagazamiento fino, como si el grueso del trazo se fuera condensando, o en un
final ligeramente biselado, que mantiene estrictamente todo su grueso ... orientación general de
la letra ... levógira ... la mayor parte de las letras descansan ampliamente en la pausa ... como
recurso hispano muy arcaizante se conserva largo tiempo el uso del semicolon".
La escritura visigótica 373
Justamente partiendo de estas agrupaciones acaba de aparecer un estudio
paleográfico sobre códices riojanos datados del mayor interés coordi-
nado por el Prof. Claudio García Turza. Me refiero, naturalmente, a la
obra "Los manuscritos visigóticos. Estudio paleográfico y codicológico.
1: Códices riojanos datados" 11º.
Continuando con los análisis de códices y escrituras por escuelas o
zonas geográficas 111, debemos recordar de nuevo la muy meritoria tesis

110
Publicada por la prestigiosa Fundación San Millán de la Cogolla, en Logroño en 2002.
111
Ya el tantas veces citado P. MERINO,desoido por muchos, entre otros por mi mismo al
recorrer demasiado rápidamente los pasos que condujeron a la consideración de las diferen-
cias regionales, había constatado en: Escuela de leer letras cursivas p. 53- 54, que "dos castas
de Gothico redondo, bastante diferentes; por lo que creemos, que habia diferentes gustos en
la escritura, segun las Provincias, en donde se escribieron. Yo creo, que si se tirase una linea
desde Cartagena, que pasase por Toledo, y terminase en Santiago de Galicia, seria una divi-
sion, que casi sin error sensible, nos daria la parte, en que se escribió qualquier manuscrito
Gothico: el exemplar, que presentamos en este Numº 2º pertenece á la parte meridional de
dicha linea, porque se escribio en Sevilla, ó en alguna otra Ciudad de Andalucia; y todo el
Gothico, que guarde esta forma, es, á mi vér, escrito por aquellas partes; porque el Gothico
de Castilla la Vieja, es mucho mas regular, mas claro, y escrito casi siempre con pluma del-
gada; aunque algunos doctos son de parecer, que en lo mas antiguo todos escribieron segun
la letra de este exemplar; pero que por los siglos nono, y decimo se empezó á introducir en
Castilla aquella especie de letra redonda, tomandola de las partes de Aragon y Cataluña".
Añádase, además, su observación de que "los que dicen, que la a se distingue de la u, porque
el primer palo empieza en forma de media luna, o como una e nuestra, solo han visto el Got -
hico, que estuvo en uso en Leon, y Castilla, el qual comunamente usa las aa quasi como las
modernas; solo que las deja abiertas por arriba, unas mas, otras menos", ibid. p. 57. O "La
letra es ... obscura, como sucede en la mayor parte del Gothico escrito de la parte meridional
de España", ibid. p. 63. Por otra parte, pese a reconocer en algún momento de su obra los
pocos cambios dentro de la escritura visigótica, afirma, ibid. p. 74, después de distinguir entre
la gótica castellana y la toledana, que "por los años de 1000, yá el Gothico tomó otro ayre, y
no es facil conocer, donde se escribieron, si ellos no lo dicen". Este aire diferente, como bien
lo vio Muñoz, lo tomó la visigótica ya en el siglo X, pero antes de acabar la centuria. Muñoz,
por lo demás, no sólo distingue entre la letra redonda y la cursiva en su tratado, sino que
también procede a su estudio por antiguos reinos. Este mismo autor fue el primero en abor-
dar con algún mayor detenimiento el uso de la escritura visigótica entre los mozárabes y des-
pués de hacer suyas las palabras del P. Merino sobre esta variante, pasa a describir sus prin -
cipales características. Dice así MUÑOZ, Paleografía visigoda p. 50-51: "La escritura
mozárabe tiene proporciones distintas de la usada en los reinos cristianos de la Reconquista.
Su altura es menor, su anchura más pronunciada. Sus trazos son más gruesos, acaso porque
tomasen los mozárabes de los mahometanos el uso de la caña para la escritura. La letra toda
presenta además cierto aspecto arcaico en cuanto a su trazado, que la hace más imperfecta,
pero casi totalmente análoga a la usada en la monarquia visigoda. Esta circunstancia se ob-
serva especialmente en los manuscritos latino-mozárabes de Andalucia, cuya región, más
apartada de los Estados cristianos, no estaban en fáciles relaciones con ellos ni podía, por
tanto, ver influída su escritura por la de León, Asturias, Aragón y Navarra. Servían de mo-
delo constante a los pocos cristianos que conservaban la tradición del idioma y de la escri-
tura, los códices que habían podido recoger de la época visigoda, y así se explica el aspecto
374 Jesús Alturo

doctoral de la Prof. Maria J. Azevedo Santos, "Da visigótica a carolina. A


escrita em Portugal de 882 a 1172 ", la primera tesis en materia de paleo-
grafía estricta presentada en una universidad portuguesa 112 • Se trata de un
análisis completísimo de la documentación notarial altomedieval portu-
guesa que permite a la autora, que también se apunta a las tesis de Schiap-
parelli sobre la formación de la redonda a partir de la cursiva 113, establecer
una periodización muy precisa del uso de la escritura visigótica en su país,
que perduraría hasta 1123 después incluso de un período de transición ya
iniciado en 1054 y con ejemplos del todo carolinos a partir de 1108.
La Prof. Azevedo Santos ha publicado recientemente también un intere-
sante estudio sobre "Los modos de escrever no século XII em Portugal. O
caso do Mosteiro de Santa Cruz de Coimbra" 114, donde aborda de nuevo

arcaico de la letra que conservaban. A medida que la reconquista iba avanzando, y en las
comarcas fronterizas a los cristianos, la escritura de éstos influía en la gótico-mozárabe y la
modificaba, introduciendo en su trazado las innovaciones que desde la invasión sarracena se
habían introducido en la escritura de los Estados cristianos independientes. Explícase de esta
manera el aspecto gallardo de la escritura toledana del siglo XI, en la cual ni se observa la falta
de proporciones que caracteriza la escritura mozárabe del interior del territorio hispano-
árabe, ni el excesivo grueso de sus trazos, sino las condiciones propias de la escritura gótico
minúscula de León y Castilla, airosa con trazado curvo, admitiendo, como ésta, pocas abre-
viaturas, aunque mayor número que en los siglos anteriores." Con todo, MILLARES,Los
códices visigóticos de la catedral toledana (1935) p. 19, todavía se quejaba de que "los resul-
tados que en el aspecto de la localización se han obtenido con la escritura visigótica, son
todavía muy escasos e inseguros . La existencia dentro del ámbito peninsular de escuelas
diversas es indudable, y las conclusiones formuladas por GóMEZ MORENOen su admirable
libro: Iglesias mozárabes (1919), dignas de nuestra preferente reflexión" . Destaquemos tam-
bién que, desde principios del siglo XIX, el gran erudito portugués J. P. RIBEIRO,Disser-
ta~óes chronologicas e criticas sobre a historia e jurisprudencia em Portugal, había señalado
también la individualidad de la visigótica portuguesa: "O Gothico que apparece nos nossos
Cartorios - decía- tem hum aspecto assás diferente dos exemplares, que nos tem produzido os
Paleografos de Hespanha, e com muita especialidade o nosso Gothico da Maia", ibid. p. 86.
112
Mención especial también merecen las tesis doctorales más recientes de A. RIBEIRO
GUERRA, Os diplomas privados em Portugal dos séculos IX a XII. Gestos e atitudes de ro-
tina dos seus autores materiais (1996) y la de S. A. GOMES,In limine conscriptionis. Docu-
mentos, chancelaria e cultura no mosteiro de Santa Cruz de Coimbra (séculos XII a XIV)
2 vols. (2000).
113
Es por ello que considera importante individualizar la escritura semicursiva "Sobre-
tudo porque marca urna evolu~ao qualitativa no tra~ado da escrita visigótica. É certo que tem
vestígios de urna e influencias de outra, é híbrida, mas mesmo assim, individualiza-se e tem
um lugar .. na transi~ao da cursiva para a redonda", ibid. p. 81-82.
114
En: Bibliotheca Portucalensis 2, 15-16 (2000-2001) p.99-114 . Sobre el gran monaste-
rio de Santa Cruz de Coimbra mantiene su interés la obra pionera de A. CRUZ, Santa Cruz
de Coimbra na cultura portuguesa medieval (1963). De la abundante bibliografía actual cabe
resaltar, por otra parte, la aportación del Prof. I. da ROSAPEREIRA,L'écriture et la décora-
tion de quelques mss. du XIIe et XIIIe siecle provenant du monastere de Santa Cruz de
Coimbra, en: Actas del VIII Coloquio p. 203-208, y la citada tesis doctoral de S. A. GOMES,
In limine conscriptionis.
La escritura visigótica 375
el tema de las últimas manifestaciones de la escritura visigótica y primeras
de la carolina con nuevas precisiones y datos. Dice esta autora: "Os pri-
meiros sinais da escrita nova chegam no período de apogeu da visigótica.
Por isso, foram necessários 48 anos para que a visigótica de transi~ao se
difundisse em geral de Norte para Sul" 115•
De alguna manera completan el conocimiento de la escritura visigótica
del oeste peninsular las observaciones formuladas por el Prof. M. Lucas
Álvarez en su "Paleografía gallega. Estado de la cuestión" 116 • .

Estrictamente coetánea de esta aportación es la del Prof. A. Can ellas


"Paleografía aragonesa de la Alta Edad Media anterior al año 113 7", donde
confirma el mantenimiento de la escritura visigótica en Aragón hasta el rei-
nado de Alfonso el Casto con uso preferente de la modalidad redonda

115
Modos de escrever no século XII em Portugal p. 105. Y aún prosigue: "O mosteiro de
S. Salvador de Moreira, "bastiao" da visigótica, foi dos últimos a aceitar a inova~ao, em 1102.
Mas, entretanto, só ao cabo de 118 anos é que os "notários" de Portugal abandonaram defi-
nitivamente a visigótica (1054-1172) ... (Pendorada) usou a visigótica da transi~ao de 1054 a
1152 (98 anos); o de Pedros o de 1079 a 1172 (93 anos); o de Lorvao de 1086 a 1168 (82 anos)
enquanto a Colegiada de Guimaraes e a Sé de Coimbra abandonaram em definitivo a visigó-
tica em 1135 e 1137 respectivamente. Há que dizer, entretanto, que nos inícios do século XII
acorre a introdu~ao plena das formas de escrever europeias. A carolina em 1108, a carolina-
gótica em 1111 e a gótica em 1123", ibid. p. 105- 106. Y para el monasterio de Santa Cruz de
Coimbra afirma que la escritura visigótica en el campo documental "marre praticamente em
1145, 27 anos antes do se termo ad quem (pois pouco significado terá a carta de 1154)", el
último testimonio de uso de la visigótica en Santa Cruz, ibid. p. 108.
116
Anuario de Estudios Medievales 21 (1991) p. 419-469. El Prof. Lucas distingue tres
fases en la escritura visigótica gallega, centrándose exclusivamente en el análisis documental:
la primera "de claro predominio de las formas cursivas tradicionales y similares a las otras
áreas y lugares de los reinos occidentales de la Península"; la segunda, con alternancias de
escrituras cursivas y caligráficas, en la que "se obtiene un tipo de escritura ligera, semicali-
grafiada, o mejor semicursiva, en la que cabría ver influencias de una corriente leonesa pro-
cedente del monasterio de Sahagún y de otros escritorios ligados a la realeza imperante", y la
tercera caracterizada por el "decrecimiento de la cursiva, para dar cabida a la escritura cali-
gráfica, concretamente de imitación castellana, en los escritorios tanto urbanos como rura-
les", ibid. p. 441. El mismo autor da también datos precisos sobre la pervivencia de la escri-
tura visigótica en diversos centros gallegos: "En San Martín de Santiago - dice - hay sólo dos
documentos (en visigótica) posteriores a 1150; Carboeiro tiene cuatro posteriores a esta
fecha, uno de ellos de 1199; Sobrado conserva seis posteriores a dicha data, uno de 1194;
Lugo sólo dos de 1152 y 1156; Samas uno de 1191; Penamayor uno de 1164; Melón tres de
1152, 1159 y 1165; Meira cuatro entre 1150 y 1163; en la Catedral de Orense hay uno de
1176; Oseira, ocho datados entre 1150 y 1189. En total, hay cuarenta documentos en visigó -
tica que sobrepasan el año 1150 y frente a ellos muchos centenares de la misma época escri-
tos en minúscula carolina", ibid. p. 445. Sobre el denominado "último representante" de la
escritura visigótica gallega, un documento del año 1234, véase A. MARTÍNEZSALAZAR,
Diplomática gallega. ¿El último representante de la escritura visigoda?, en: Boletín de la Real
Academia Gallega 8 (1913) p. 49-56.
376 Jesús Alturo

incluso para la expedición de documentos de cancellería o privados 117; por


otra parte, sitúa los inicios de la influencia de la escritura carolina durante
el reinado de Alfonso el Batallador 118•
Sobre la escritura de transición de la visigótica a la carolina se trató
ampliamente en el Coloquio del CIPL celebrado en Madrid con aporta-
ciones para Cataluña 119 y León 120, que permitían una periodización has-

117
A. UBIETO,¿Con qué tipo de letra se escribió en Navarra hace mil años?, en: Revista de
Archivos, Bibliotecas y Museos 53 (1957) p. 409-422, afirmaba ibid. p. 422 que" se utilizó en
Navarra y Aragón la cursiva visigótica durante el siglo X para escribir documentos; por
influjo librario - como ya apuntó Millares - se comenzó a utilizar la misnúscula visigótica; y
el afianzamiento de este nuevo tipo en la redacción de documentos se efectuó entre 983 y
1029. Aunque no hay testimonios en que apoyarse, sospechamos que la mutación se realiza-
ría en fecha más próxima a la última de las apuntadas que no al año 983".
118
En: Anuario de Estudios Medievales 21 (1991) p. 471-492. Viene a coincidir A. Cane-
llas con J. Muñoz, quien ya había establecido algunas características distintivas de la visigó-
tica aragonesa, que, según él, eran: la preferencia por la escritura redonda "excluyendo los
enlaces propios de la cursiva y adoptando formas rectas" así como la temprana influencia de
la escritura francesa. Por lo que respecta a la cursiva afirma que apenas se encuentra con pos-
terioridad al primer tercio del siglo X, MUÑOZ,Paleografía visigoda p. 45.
119
A.M. MUNDó/J. ALTURO,La escritura de transición de la visigótica a la carolina en la
Cataluña del siglo IX, en: Actas del VIII Coloquio p. 131-138. Sobre las escrituras de transi-
ción y marginales los mismos autores han disertado en: Problematica de les escriptures deis
períodes de transició i de les marginals, en: Cultura Neolatina. Rivista de Filología Romanza
fondata da Giulio Bertoni 58 fase. 1-2 (1998) p . 121-148. Por mi parte, he vuelto a tratar
sumariamente de esta cuestión en: Escritura visigótica y escritura carolina en el contexto cul-
tural de la Cataluña del siglo IX, en: Memoria Ecclesiae 2 (1991) p. 33-44 y p. 298; Els
manuscrits i documents llatins d' origen catala del segle IX, en: Actes del Symposium Inter-
nacional sobre els orígens de Catalunya (Segles VIII-XI) 1 (1991) p. 273-280; Tipus d'es-
criptura a la Catalunya deis segles VIII-X, en: Catalunya a !'epoca carolíngia. Art i cultura
abans del romanic (segles IX i X) (1999) p. 131-134 y 485-487; El Líber íudícum manuscrito
latino 4667 de la Biblioteca Nacional de Francia, y, de forma más general y reciente, en: His-
toria del llibre manuscrit a Ca tal un ya (2003) p. 69-7 4. Y sobre la escritura de transición y la
primitiva carolina catalana con pervivencia de la influencia visigótica trato en: El fragment de
codex 2541, IV de la Biblioteca de Catalunya amb algunes notes sobre característiques pale-
ografiques de la primitiva minúscula carolina catalana, en: Estudis Castellonencs (Miscella-
nia de estudis dedicats a la memoria del Prof. Josep Trenchs i Ódena) 6 (1994-1995)
p. 95-103, y en Un Líber de dono perseuerantíae de san Agustín copiado en Gerona en torno
a 870-880, en: Revue des Études Augustiniennes 43/1 (1997) p. 105-110; estos últimos artí-
culos recogidos en: Studia in codicum fragmenta (1999).
120
Mª. I. ÜSTOLAZA ELIZONDO,La transición de la escritura visigótica a la carolina en los
monasterios del reino de León, en: Actas del VIII Coloquio p. 149-163, quien concluye ibid .
p. 161 que la "transición de la escritura visigótica a la carolina, no se produce por sustitución
violenta, vía decreto conciliar, sino por una captación de la estética carolina, que los escribas
van asimilando desde fines del siglo XI"; con complementos posteriores de M. HERRERODE
LAFUENTE,De Cluny a Sahagún. La escritura carolina en el monasterio de Sahagún (siglos
XI-XII), en: Le statut du scripteur au Moyen Age. Actes du XIIe Colloque Scientifique du
Comité International de Paléographie Latine (2000) p. 29-40, de C. MENDO,La escritura de
los documentos leoneses en el siglo X, en: Signo. Revista de Historia de la Cultura Escrita 8
La escritura visigótica 377
tante precisa de la gradual substitución de la escritura visigótica por la
carolina a través de la mixta de transición visigótico-carolina en las citadas
zonas. Particularmente para el caso de Cataluña se pudo determinar que el
cambio se produjo a lo largo del siglo IX con una recepción de la nueva
escritura supranacional más abierta en los condados catalanes orientales
que en los occidentales durante la primera mitad de dicho siglo, pero luego
con una evolución paralela en ambas zonas, que dio lugar a una escritura
mixta de transición especialmente visible en el decenio 870-880, a partir de
cuyo año ya se encuentran ejemplos en perfecta carolina. El cambio de
escritura, en Cataluña, se habría visto favorecido por el ejemplo de los
códices que llegaban copiados en la nueva continental transmisores de la
liturgia franco-romana que se pretendía imponer en las diócesis catalanas
dependientes de Narbona, pero también por influencia entre los amanuen-
ses de la llegada de privilegios francos a los condados catalanes dependien-
tes entonces de aquel reino 121•
La Prof. Rosa Mª. Blasco, al ocuparse de "La escritura de la zona norte
peninsular en los siglos XI y XIl" 122, constataba que "la superación de la
fecha de 1090, que oficialmente marcaba el comienzo del ciclo carolino en
Castilla y León, queda ampliamente rebasada, pues repetidos ejemplos

(2001) p. 179-210, y de J.VEZIN,El códice British Library add. 30849 y la introducción de la


carolina en España, en: Studia Silensia 26 (2003) p. 211-222. Es de resaltar también, en las
Actas del VIII Coloquio, la aportación de A. KELLER,Le systeme espagnol de réglure dans
les manuscrits wisigothiques p. 107-114.
121
La escritura mixta de transición visigótico-carolina ya había sido identificada en
manuscritos toledanos por MERINO,Escuela de leer letras p. 135, para quien su alfabeto "es
biforme, como Jano, y mira á lo pasado, y á lo venidero". Además en sus reflexiones ya había
explicado que: "Esta letra, a lo que yo entiendo, es una mezcla del cursivo Gothico de Es-
paña, y de la letra Francesa, que ya por estos tiempos (se refiere al año 1088) se había empe -
zado á mezclar, yá fuese en fuerza de haberlo mandado el rey, ó yá porque habiendo concur -
rido muchos Franceses á la conquista de Toledo, hubiesen introducido en algun modo su
forma, y gusto de escribir", ibid. p. 40. Y más adelante aún dirá: "Pero sea, lo que se quiera,
del Concilio de Leon, y del decreto de introducir la letra Francesa, lo cierto es, que despues
del año de 1100 se encuentra novedad en la letra; y que aunque se hallan letras Gothicas, su
gusto es peregrino. Y o diría, que el concurso de tantos Franceses á la conquista de Toledo,
con especialidad Gascones, y el haberse avecindado en las comarcas de esta Ciudad, como
consta de varios Privilegios, fue causa, de que se alterase mucho la letra con su comunicacion;
y asi se encuentra, que las Escrituras de Toledo tomaron el gusto Francés mucho antes, que
las de Castilla, y Leon", ibid. p. 127. Habla también claramente de letra de transición
MUÑOZ, Paleografía visigoda p. 29. Por su parte, A. MILLARES,Manuscritos Visigóticos,
sitúa el período de transición en las postrimerías del siglo XI e inicios del XII, pero muestra
su sorpresa al "comprobar la presencia de influjos continentales en una época muy anterior,
e incluso en códices que tenemos motivos para suponer escritos en Toledo o quizás en Anda-
lucía", ibid. p. 338.
122
En: Estudis Castellonencs 6 (1994-1995) p. 213-223.
378 Jesús Alturo

confirman la continuidad de las grafías visigóticas en la última década del


siglo XI y en buena parte del XII" 123, lo que demostraba con ejemplos con-
cretos124.
Entre las aportaciones recientes, me permito mencionar de nuevo mi
estudio sobre "La escritura visigótica de origen transpirenaico", donde
pretendí resaltar el gradual interés científico por el estudio regionalizado
de la escritura visigótica con una especial atención a la variante septimana,
para la que intenté fijar también una cronología precisa de supervivencia -
la más breve de las diversas modalidades regionales-, y posterior substitu-
ción por la minúscula carolina, testimoniada ya en el año 825, así como
algunas de sus características formales y braquigráficas 125.
Dentro de las últimas publicaciones ciertamente debe ocupar un lugar de
honor la excelente edición y ejemplar estudio de las pizarras visigodas por
parte de I. Velázquez 126 , que culmina los esfuerzos meritísimos anteriores

123
Ibid. p. 217.
124
"En Santillana del Mar - monasterio de Santa Juliana - se mantienen las grafías visigó-
ticas hasta 1136; en Santa María del Puerto, de Santoña, hasta 1120, y en el monasterio leonés
de Santa María del Carrizo hasta 1127. Mayor pervivencia de las formas tradicionales se
advierten en Asturias: en la documentación del monasterio de Belmonte hasta 1157, y en el
de San Vicente de Oviedo hasta 1166", ibid. p. 217 n. 19. Esta misma autora se había ocupado
específicamente de la escritura visigótica en Cantabria en: Aproximación a la escritura visi-
gótica en Cantabria. La documentación conservada en Santillana, en: Altamira. Revista del
Centro de Estudios Montañeses 47 (1988) p. 75-128, concluyendo que la escritura usual era
"la cursiva, esta cursiva no se identifica con la cursiva leonesa; en su ejecución, la mayor parte
de las veces pretende imitar o reproducir modelos librarios. Los modelos que se imitan son
castellanos", p. 97-98. J.MUÑOZ,Paleografía visigoda p. 36, al tratar esta misma cuestión res-
pecto a los reinos de Galicia, Asturias, León y Castilla, había afirmado taxativamente: "La
escritura visigoda no desapareció, como se ha supuesto, en tiempos de Alfonso VI, ni éste
dictó disposiciones respecto a su abolición, y si las dictó, ni su texto ha llegado hasta noso -
tros, ni los documentos comprueban su observación". Y resumía su aportación en cinco pun -
tos: 1) la letra francesa apareció en tiempo de Alfonso VI, pero los documentos que emana-
ban de él normalmente estaban copiados en letra visigótica; 2) Doña Urraca alternó ambas
escrituras con preferencia por la visigótica en los documentos gallegos y por la francesa en los
diplomas castellanos y leoneses; 3) en tiempo de Alfonso VII ya dominaba la letra francesa
pero con pervivencia de la visigótica; 4) en la documentación particular la letra francesa no se
hizo frecuente hasta transcurridos los los tres primeros lustros del siglo XII; 5) en Galiciano
es raro hallar documentos en visigótica en los últimos años del siglo XII, ibid. p. 39-40.
125
Véase la nota 3. Indirectamente, doy también algunas características de esta modalidad
en: El glossari llatí en escriptura visigotica de la Burgerbibliothek de Berna, ms. A.92.3, en:
Fauentia 14/1 (1992) p. 43-52; Los folios de guarda del manuscrito París, Bibl. Nat. lat. 6113,
un Commentarium in Lucam de Beda del siglo IX, en: Historia, Instituciones, Documentos
(Homenaje al Prof. Luís Nuñez Contreras) 19 (1992) p. 1-6; El glosario del ms. París, Bibl.
Nat. lat. 609, en: Euphrosyne (In honorem Prof. M. C. Díaz y Díaz) 22 (1994) p. 185-200.
126
Documentos de época visigoda escritos en pizarra, 2 vols. (2000).
La escritura visigótica 379
de Gómez Moreno 127, Díaz 128, Mundó 129 y Ruiz Asencio 130• Con todo,
desde el punto de vista estrictamente paleográfico, dejando ahora de lado
la dificultad extrema de resolver con total seguridad algunas lecturas de
palabras íntegras o abreviadas, o la de proponer sin demasiado riesgo algu-
nas fechas para estos singulares escritos 131, el interés se centra sobre todo
en la escritura cursiva y, por la propia naturaleza de la documentación, no
da demasiada luz sobre la redonda - que Velázquez también hace derivar
de la cursiva - a pesar de detectarse en dichas pizarras, como ya en su día
indicó el Prof. Díaz, algunas letras de esta variante, por lo demás siempre
en los ejemplares de datación aparentemente más reciente.
En resumen, pues, podríamos decir que el único punto en que hay uni-
versal acuerdo de los estudiosos de la escritura visigótica es que su moda-
lidad cursiva tiene origen en la evolución local de la minúscula cursiva
romana, pero incluso no parece claro cuándo se puede hablar ya de cursiva
visigótica. Más problemático es determinar el origen genético, cronológico
y geográfico de la variante conocida como sentada o redonda; y es que los
cuatro orígenes hasta ahora propuestos me parecen muy relacionados. Por
mi parte, diría que la visigótica redonda procede de la caligrafización de la
minúscula semicursiva utilizada en la copia de libros como mínimo desde
el siglo IV. A mi modo de ver no sólo el origen, sino la evolución de las
variantes cursiva y redonda son independientes. De acuerdo con los exce-
lentes estudios de Robinson, Mundó y Velázquez para los ejemplos en cur-
siva más antigua parecen advertirse, si no todas, por lo menos algunas
características de lo que será típico de la cursiva visigótica desde los siglos
VI-VII, aunque, como muy acertadamente observó Millares, la cursiva
visigótica presenta pocos cambios formales a lo largo del tiempo que duró
su uso, lo que constituye, sin duda, una grave dificultad para fechar los tes-
timonios no datados o no datables directa o indirectamente. Pero lo que no
me parece aceptable es la opinión, todavía muy generalizada, de que la for-

127
Véase la nota 63.
128
Véase la nota 64.
129
Pizarra visigoda de la época de Khindasvinto (642-649), en: Festschrift Bernard
Bischoff zu seinem 65. Geburstag dargebracht von Freunden, Kollegen und Schülern (1971)
p. 81-89.
130
Nuevos hallazgos de documentos visigodos en pizarra, en: Archivos Leoneses 93-94
(1993) p. 9-42.
131
Pero, en general, podemos estar de acuerdo con I. VELÁZQUEZ,vol. 2 p. 26, cuando
afirma: "La cronología mayoritaria de las pizarras abarca el último cuarto del siglo VI y todo
el siglo VII aunque algunas de ellas ... podría adelantarse a las primeras décadas del siglo VI
o, incluso, al siglo V, así la pizarra 1 de Lerilla, la 6 de Salvatierra o la 151 y 152 procedentes
de Braga".
380 Jesús Alturo

mación de la redonda fue posterior y que habría de situarla en el siglo VIII


o, cuanto menos, en el mismo final del siglo VII 132 • Son diversos los moti-
vos que me inducen a esta discrepancia.
En primer lugar la existencia del Oracional de Verona 133 • Su escritura
visigótica, sin ser de una calidad extraordinaria, presenta un sistema gráfico
totalmente consolidado que no pudo nacer de la noche a la mañana 134 • Si
todo parece indicar que su copia se realizó en torno al año 700, hay que
presuponer, como mínimo, para el origen de esta modalidad una genera-
ción anterior. Pero hay más. La incorporación esporádica del alfabeto
redondo en los escritos de las pizarras visigodas presupone también la exis-
tencia de esa escritura formada, por lo menos, también a finales del siglo
VIL Por otra parte, los códices en escritura uncial y semiuncial que,
comúnmente, atribuimos a esa centuria y a origen hispano por los sínto-
mas morfológicos, braquigráficos y ortográficos típicos de la escritura visi-
gótica que presentan, a mi modo de entender, presuponen e, indirecta-
mente, demuestran la existencia y uso coetáneo de la escritura visigótica

132
J. M. Rurz AsENCIO,La escritura y el libro, en: Historia de España Menéndez Pidal 3,
España visigoda 2 (1991) p. 161-205, donde declara taxativamente: "Pero en lo que todos los
estudiosos están de acuerdo es en que el nacimiento se produce en torno al año 700", ibid.
p. 199. Los autores más antiguos se inclinaban, sin embargo, por fechas más tempranas. Así
MERINOsituaba "el origen de la letra Gothica redonda, que duró hasta los años de 1100, o
poco mas, con muy poca alteracion", en la escritura de la bíblia visigótica de Toledo, para la
que, sin excesivo convencimiento, admitía la fecha propuesta por el P. Mariana de 708, luego
antes de la invasión musulmana, en: Escuela de leer letras cursivas p. 53, y J. MUÑOZ,por su
parte, lo situaba "transcurridos los dos primeros de los siglos medios", cuando "la escritura
romana afecta en cada nacionalidad un carácter determinado, que, conservando en lo esencial
el tipo latino, señala claramente el país en que se trazó", en: Paleografía visigoda p. 9, y, más
adelante, ya habla de escritura visigótica en el siglo V, ibid. p. 43. Véase también la n. 2.
133
Se han ocupado recientemente de este códice M. C. DíAZ Y DíAZ, Consideraciones
sobre el Oracional visigótico de Verona, en: Petrarca, Verona e l'Europa (1997) p. 13-29, y
A. PETRUCCI/C.ROMEO,L'Orazionale visigotico di Verona. Aggiunte avventizie, indivine-
llo grafico, tagli maffeiani, en: Scrittura e Civilta 22 (1998) p. 13-30.
134
Ya advertía el P. MERINO,Escuela de leer letras cursivas p. 30, que "no se inventan con
tanta facilidad las cosas, y mas en unos siglos nada cuidadosos de las ciencias, en los que asi
Seglares, como Eclesiasticos, gustaban mas de exercitar las lanzas, que las plumas. Es necesa-
rio, que las cosas tengan su nacimiento, sus creces, y perfeccion, y en esto caminan con
mucha lentitud". Por lo demás, este mismo autor, sirviéndose de textos epigráficos, como la
lápida que rememora la consagración de la catedral de Toledo en tiempos de Recaredo, del
año 592, observaba con acierto que "La letra de esta lapida es ... del mismo gusto, que las que
se vén en los Codigos Gothicos ... Por lo que reflexiona bien el P. Terreros, añade, quando
pregunta diciendo: "Y por qué, siendo estas mayusculas, que se han conservado en los mar-
moles, semejantes á las de los libros; no deben serlo tambien la minuscula, y la cursiva de los
siglos anteriores al quinto, y sexto, á las minusculas, y cursivas, que nos quedan? suponiendo,
que de letra minuscula no se encuentre lapidas", ibid. p. 50.
La escritura visigótica 381
libraria, tanto más si aceptamos el origen genético propuesto. Diría que las
coincidencias antes se deben a influencia de sistemas gráficos coexistentes
que a evolución de unos hacia los otros. No entiendo la razón de por qué
se afirma que en la Península Ibérica durante el siglo VII sólo se usó para
la copia de libros las tradicionales escrituras uncial y semiuncial; que sólo
hayan quedado ejemplos de libros en estas escrituras no permite deducir
que fueran las únicas usadas. No creo necesario recordar que las pérdidas
bibliográficas desde la Antigüedad han sido muy cuantiosas y que sólo ha
sobrevivido un reducidísimo número de ejemplares. Para la época visigoda
basta leer las cartas de Braulio de Zaragoza para percatarse de lo funda-
mentado de esta afirmación.
Debemos considerar todavía otra cuestión: los problemas que suscita la
existencia de la visigótica transpirenaica. Si preterimos los ejemplos de
códices esporádicamente copiados allende los Pireneos por copistas exilia-
dos o fuera de su ambiente cultural propio, con ejemplos estudiados o adu-
cidos, entre otros, por S. Tafel135, Mundó 136,Vezin 137 y aún Schiaparelli 138,
lo que no interesa ahora a nuestro propósito, el reconociento de ejempla-
res en escritura visigótica copiados en escriptorios activos en Aquitania,
nos llevaría, por necesidad, a conclusiones aparentemente no fáciles de
aceptar, c_omo sería que la escritura visigótica se habría originado en el
reino visigodo de To losa, por consiguiente ya a finales del siglo V. ¿Cómo,
si no, explicar el uso de la escritura visigótica en Aquitania después de que
los visigodos fueran expulsados de ella por los francos de Clodoveo tras la
derrota de Vouillé, cerca de Poitiers, en el año 507? Pero una fecha tan tem-

135
The Lyons Scriptorium, en: Palaeographia Latina 2 (1923) p. 66-73, 4 (1925) p. 40-70,
en particular p. 64.
136
EL "Cod. Parisinus Lat. 2036" y sus añadiduras hispánicas, en: Hispania Sacra 5 (1952)
p. 67-78; Importación, exportación y expoliaciones de códices en Cataluña (siglos VIII al
XIII), en: Coloquio sobre circulación de códices y escritos entre Europa y la Península en los
siglos VIII-XIII, 16-19 de septiembre 1982. Actas (1988) p. 87-134.
137
Manuscrits présentant des traces de l'activité en Gaule de Théodulphe d'Orléans, Claude
de Turin, Agobard de Lyon et Prudence de Troyes, en: Coloquio sobre circulación de códi-
ces p. 157-171; Le commentaire sur la Genese de Claude de Turin, un cas singulier de trans-
mission des textes wisigothiques dans la Gaule carolingienne, en: L'Europe héretiere de l'Es-
pagne wisigothique (1992) p. 223-229.
138
Influenze straniere nella scrittura italiana dei secoli VIII e IX. Note paleografiche
(1927), donde p. 3-15 sugiere la influencia de la escritura visigótica en manuscritos y docu-
mentos italianos de dichos siglos e incluso la copia en Italia de códices en visigótica. Véase
también A. PETRUCCI,11codice n. 490 della Biblioteca Capitolare di Lucca. Un problema di
storia della cultura medieval e ancora da risolvere, en: Actum Luce. Studi Lucchesi 2 (1973)
p. 159-175.
382 Jesús Alturo

prana parece poco probable, por lo que la supuesta producción visigótica


aquitana, descartada - insisto - aquella debida a emigrados, quizá haya que
considerarla en realidad septimana. Pues la Septimania sí permaneció en
poder godo hasta su conquista por los árabes el año 720 y cuando fue recu-
perada por los cristianos, lo fue ya por el rey franco Pipino en 759.
He aquí, pues, diría, un nuevo argumento en favor de la formación de la
redonda visigótica antes del siglo VIII. Su origen en dicha centuria dificil-
mente permetiría explicar la continuidad de su uso en ZC?naseptimana
hasta, por lo menos, finales del primer cuarto del siglo IX, como parece
demostrado 139•
Como muy tarde, por consiguiente, creo que habrá que situar el origen
cronológico de la escritura visigótica redonda a mediados del siglo VII,
pero pienso también que la influencia que ejerce sobre los códices en uncial
y semiuncial de ese mismo siglo legitima para avanzar aún más esa fecha
hasta quizá los mismos inicios del siglo VII. Por otra parte, la escritura
visigótica redonda tuvo que nacer en un ambiente, naturalmente, de pro-
ducción de libros, es decir, un ambiente, en la época, esencialmente ecle-
siástico, aunque los libros jurídicos probablemente también serían produ-
cidos en la corte real y aún los de índole más literaria en casos de reyes
ilustrados, como Sisebuto.
Los más eminentes eclesiásticos del siglo VI eran obispos del nordeste.
Baste recordar Cesáreo de Arles, nombrado vicario de la Sede Apostólica
por el papa Símaco en 514 tam in Galliae quam in Hispaniae prouinciis, o
los hermanos Justiniano, Justo, Nebridio y Elpidio, obispos, respectiva-
mente, de Valencia, Urgel, Égara y Huesca. Pero luego la hegemonía
pasó a Sevilla con los también hermanos Leandro e Isidoro, nostris uero
temporibus incomparabilis scientiae uir, según el también sabio Braulio de
Zaragoza. Así pues, si situamos el origen de nuestra escritura sentada a
principios del siglo VII habrá que pensar, ciertamente, en Sevilla por la
importancia cultural de los más emientes obispos hispanos de entonces,
pero no podemos descartar tampoco Toledo, capital del reino desde finales
del siglo VI y sede de sus importantísimos concilios; también jugaría a
favor de esta hipótesis el sentimiento de tal origen por parte de los antiguos
que denota su denominación de "toletana". Pero si la prudencia no me
impidiera ultrapasar los inicios del siglo VII para el origen de la redonda
como fecha límite, N arbona o Barcelona, sucesivas capitales también del
reino visigodo desde el segundo cuarto del siglo VI, no serían, sin duda,

139
J. ALTURO, La escritura visigótica de origen transpirenaico.
La escritura visigótica 383
candidatas descartables, tanto más cuanto en otras zonas ya hallamos cla-
ros ejemplos de escrituras "nacionales", como la cursiva merovingia que
sirvió para copiar las homilías de san Avito, a lo que parece, en el mismo
siglo VI. Recuérdese, por lo demás, la aparente mayor semejanza, dentro
del conjunto de las escrituras precarolinas, entre la merovingia y la visigó-
tica, que podría venir determinada por la proximidad de sus respectivos
orígenes geográficos. Optar, pues, por una zona u otra depende de la cro-
nología que podamos atribuir al nacimiento de la redonda visigótica.
En un orden más puntual, también, por lo que respecta a la paúlatina
substitución de la escritura cursiva por la semicursiva o la redonda, tengo
para mí que dicho cambio se debió al mayor número de diplomas particu-
lares que públicos realizados por rogatarios no siempre en posesión de la
debida capacidad caligráfica que requería la cursiva elegante de cancillería,
en cuyo entorno se iría abandonando a medida que aumentaba su actividad
prenotarial, habida cuenta que debía resultar más rápido escribir en semi-
curisva o, incluso, sentada que en la elegante cursiva cancilleresca. Y es que
no hay que olvidar que cursiva, pese a alguna definición, a mi modo de ver,
deficiente al respecto, no siempre es sinónimo de rudeza, ni de simplicidad,
sino, a menudo, en manos de profesionales, de elegante artificiosidad.
Pasemos, ni que sea muy brevemente, a algunos proyectos en curso. El
"Corpus de códices visigóticos" de Millares, recientemente publicado al
cuidado de los Prof. Díaz, Mundó, Ruiz Asencio, Casado y Lecuona 140, es,
sin duda, una obra de capital importancia para un mejor conocimiento de
nuestra escritura, y más lo será cuando quede completada, tal como existe
el propósito 141 . Pero su elaboración suscita algunas dificultades de orden
metodológico que ya fueron puestas en evidencia por el Prof. Díaz a pro-
pósito, sobre todo, de la inclusión o exclusión de los testimonios gráficos
no estrictamente librarios como los cartularios 142 • Aunque, por mi parte,
pienso que quizá sería mejor pecar por exceso que por defecto y no excluir
de ese corpus ningún testimonio gráfico. Para ser útil a la historia de la
escritura no sólo creo que se tendría que incluir los cartularios y las notas

140
Publicado en 2 vols. (1999).
141
La Series hispanica de los Monumenta palaeographica Medii Aevi, dirigida por los
Profs. H. Atsma, J.-P. Mahé y J. Vezin, tiene en preparación una versión actualizada de dicho
corpus al cuidado de los Profs. M. C. Díaz y Díaz, J. M. Ruiz Asencio e I. V elázquez. Así
mismo, en esa misma colección, está en curso de publicación un Corpus de fragmentos de
códices en escritura visigótica al cuidado de M. C. del Camino Martínez. Por mi parte, me
permito anunciar también la próxima publicación de un estudio sobre: La escritura visigótica
septimano-catalana.
142
El Corpus de códices visigóticos, en: Boletín Millares Carlo (1994) p. 21-37.
384 Jesús Alturo

marginales en escritura v1s1gótica, sino aún una selección de diplomas


copiados en escritura redonda, habida cuenta que quien copiaba un docu-
mento con tal escritura caligráfica a menudo también transcribía códices,
como sucesivas identificaciones de copistas van poniendo en evidencia
poco a poco 143• Soy de la opinión, por otra parte, que un corpus de códices
que se quiera útil a la paleografía no puede prescindir del hecho que un
manuscrito no transmite un texto, sino diversos estadios de él, con dife-
rentes intervenciones de amanuenses coetáneos, pero, a menudo, no de la
misma edad ni de idéntica formación, y de distintos correctores y lectores
contemporáneos o no, lo que se tiene que reflejar en la recopilación si no
se quiere llevar a engaño al lector.
A este propósito, valga como ejemplo el códice parisino 4667, un Liber
iudicum, copiado seguramente el año 827 en la catedral de Gerona, pero
por distintos copistas, quizá cinco, de los cuales uno debía de ser más
anciano, acaso su maestro, pues utiliza una escritura visigótica más arcaica
en sus características morfológicas y braquigráficas 144, lo que demuestra,
una vez más, que formas antiguas y modernas conviven en los mismos
tiempos y lugares, y que ese fenómeno se puede reflejar en un mismo có-
dice. Por ello el aspecto más arcaico de una escritura no implica necesaria-
mente siempre una mayor antigüedad; copistas de formación antigua con-
viven y colaboran con otros educados o influidos por corrientes más
modernas. De ahí la presencia, si no constante, por lo menos posible y
hasta cierto punto descorazonadora para el investigador, de los arcaísmos
gráficos, que sitúan las dataciones de escrituras sin indicación de fecha
exacta en el resbaladizo terreno de la posibilidad, nunca en el de la seguri-
dad. Obviamente, reproducir en un catálogo, de manuscritos fechados o de

143
De ahí que insista en la necesidad de confeccionar un corpus, paralelo al de códices
fechados, de las Chartae Latinae scriptura libraría exaratae. Para las razones más detalladas
me permito remitir a mi artículo: L'apporto delle carte alla storia della scrittura e del codice,
en: Atti del Seminario di Erice, X Colloquio del Comité International de Paléographie La-
tine (23-28 ottobre 1993) (1995) p. 289-300, y Chartae Latinae scriptura libraría exaratae. A
complementary project to the Catalogue of dated and datable manuscripts, en: Gazette du
livre médiéval 29 (1996) p. 60--61. La necesidad de considerar la escritura visigótica de códi-
ces, diplomas e inscripciones simultáneamente, ya la vio el P. Merino, aunque a él los ejem-
plos diplomáticos le sirvieran sobre todo para hacer consideraciones históricas, cronológicas,
y aún filológicas por encima de las meramente paleográficas. Por su parte, muy significativa-
mente decía MUÑOZ,Paleografía visigoda p.82: "Respecto a los caracteres propios de la letra
visigótica redonda usada en los diplomas, nada tenemos que añadir a lo que de ella hemos
dicho al considerarla en los códices".
144
Me ocupo monográficamente de este códice en: El Líber iudicum manuscrito latino
4667 de la Biblioteca Nacional de Francia.
La escritura visigótica 385
otra índole, un folio copiado por un amanuense de características aracai-
zantes y omitir ejemplos de otros coetáneos de formación más moderna
llevaría a engaño a quien lo consultase. Y es que quienes, pese a trabajar en
su recopilación, somos algo escépticos sobre la utilidad de los repertorios
de códices fechados, pensamos que la unicidad de cada códice obliga siem-
pre a un atento análisis individual códice por códice para distinguir las dis-
tintas manos coetáneas y posteriores.
Me permito llamar la atención también, una vez más, no sólo de la
importancia de recopilar las características morfológicas, sino también de
repertoriar adecuadamente las particularidades braquigráficas. Pero dar
una lista de abreviaturas visigóticas sin distinguir la época extrema de su
uso o, en su caso, la zona geográfica de su difusión es útil, sin duda, para la
interpretación lectora de dicha escritura, pero de poco o nada sirve para
situar luego cronológica y geográficamente las escrituras que las usan.
De lo hasta aquí expuesto se deduce, en conclusión, que se ha avanzado
todo lo posible en el primer objetivo de leer los textos en escritura visigó-
tica, que pese a su denominación nadie duda sea una escritura de origen
latino, con suficientes descripciones formales de su alfabeto y bastantes lis-
tas de abreviaturas 145 y ligaduras, de ahí la notable cantidad de textos lite-
rarios, diplomáticos y epigráficos publicados, y de ahí que se hayan iden-
tificado ·algunas pequeñas características formales para distinguir épocas y
regiones de origen; se han descubierto y estudiado en profundidad nuevos,
muy antiguos e imporantísimos diplomas e inscripciones; se ha publicado
un corpus ya muy completo de códices en escritura visigótica y no cesan

145
Aunque no siempre adecuadamente elaboradas. Y a me he referido a que las abreviatu-
ras fueron estudiadas desde los primeros tiempos con dedicación especial para facilitar la lec-
tura de los textos. El P. MERINO, por ejemplo, hizo sobre ellas notables observaciones, como
cuando explica el uso de raya y punto o de sólo raya según la posición de la palabra en final
o no de renglón, o según tuviera ésta letras con palo o no; véase su: Escuela de leer letras cur-
sivas p. 66. O cuando se sirve del sistema de punto o rayas para establecer diferencias regio -
nales. Así afirma: ce en todos los escritos de Castilla la Vieja, que regularmente pueden ser mas
antiguos, usaban muy poco los puntos, y mas bien las rayas; y en los de Toledo, y de estas
partes meridionales, tenian mas gusto en los puntos, que en las rayas", ibid. p. 135. Por su
parte, J.MUÑOZ dedica dos capítulos de su: Paleografía visigoda a describir los diversos tipos
de abreviaturas y hace de ellas una amplia recopilación, habida cuenta que les reconoce un
valor especial «puesto que por ellas puede determinarse la época en que se ha escrito un
documento", lo que constituye, en palabras del propio autor, «uno de los caracteres que más
contribuyen a realizar los fines de la Paleografía crítica", ibid. p. 89. Pero, al presentar estas
abreviaturas sin distinguir su cronología de uso, ni su distribución geográfica, se invalida, en
una parte esencial, ese esfuerzo recopilatorio, reparo que debemos hacer también a casi todas
las listas actuales de abreviaturas, que tampoco distinguen épocas, ni zonas, con lo que sirven
como un auxiliar para la lectura, pero carecen de todo valor para datar y localizar.
386 Jesús Alturo
los descubrimientos de nuevos fragmentos; se han identificado las diversas
escuelas posibles, con notabilísimas monografías sobre algunas de ellas y
están encauzados diversos proyectos para proseguir en esta dirección; se ha
estudiado por zonas la gradual desaparición de la visigótica sustituida por
la carolina después de una etapa de transición con una modalidad mixta de
escritura, y se han hecho avances sustanciales en el establecimiento más
preciso de la cronología de dicha desaparición. Pero hay gran discordancia
de pareceres todavía sobre el origen genético, cronológico y geográfico de
nuestra escritura, discordancia que llega a su extremo cuando de fechar
códices concretos se trata. Recopilar los códices fechados o con indicación
de origen, sin olvidar, por supuesto los diplomas, para, a partir de ellos,
estudiar las características paleográficas de épocas y regiones parece el
único camino posible para pasar de lo cierto a lo probable sin necesidad de
tener que recurrir a la adivinación; pero la intervención simultánea en la
copia de un mismo códice de amanuenses distintos, de edad, de formación
y, a veces, de origen dispar, pueden introducir y, de hecho, introducen aún
en los códices con colofón, o con fecha o lugar deducibles con certeza, ele-
mentos de arcaismo que pueden distorsinar una cabal y correcta percep-
ción de la realidad gráfica que nos ocupa. En el análisis de las escrituras se
constatan, no infrecuentemente, arcaismos gráficos más recientes que otras
manifestaciones gráficas de aspecto más nuevo. De ahí, en parte, lo decep-
cionante de los catálogos de códices fechados, por lo demás tan despro-
porcionados entre los datos que ofrecen de la alta y la baja edad media, y
de los métodos estadístico-comparativos de datación a partir de ellos apli-
cables, empresa, sin embargo, imprescindible y necesaria, y método, sin
embargo, el único posible para poder salir de la certeza de estar en el error
y entrar en la duda de la probabilidad, límite máximo que, en este final de
las certidumbres, nos puede permitir el cultivo de cualquier ciencia.
Archiv für Diplomatik
Schriftgeschichte
Siegel-und Wappenkunde

Begründet durch

EDMUND E. STENGEL

Herausgegeben von

WALTER KOCH und THEO KÓLZER

50. Band · 2004

Sonderdruck,
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