Vargas Karmy Mardones y Ardito 2012 Una

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Sammartino, Carlos Federico; Pedrotti, Clarisa; Escalante, Fernanda

¿Ser o no ser? ¿Es o se hace? la musicología latinoamericana y los paradigmas disciplinares: actas
de la XX Conferencia de la Asociación Argentina de Musicología y XVI Jornadas Argentinas de
Musicología del Instituto Nacional de Musicología Carlos Vega. - 1a ed. - Córdoba: Asociación
Argentina de Musicología, 2013.
E-Book.
ISBN 978-950-99271-1-7
1. Musicología. 2. Música Argentina. I. Título
CDD 780.9
Fecha de catalogación: 01/10/2013

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons


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fundada el 5/10/1985 y constituida legalmente el 19/12/1986.
Obtuvo su personería jurídica en abril de 1988 por Resolución 268/88 de la
Inspección General de Justicia, número de identificación 360.1 09.
Dirección postal: México 564, (At. Omar García Brunelli) CP 1097, Ciudad
Autónoma de Buenos Aires
E-mail: [email protected]
Indice

Introducción
Fernanda Escalante, Clarisa Pedrotti y Federico Sammartino ..................... 7

Musicología, revuelta multidisciplinar y nuevas preguntas sobre la


música en América Latina
Juan Pablo González .............................................................................. 15

Musicólogos sin fronteras: el estudio de la interrelación música/plástica


y sus posibles aportes a la disciplina
Cintia Cristiá .............................................................................. 27

Tango y disco en los comienzos de la globalización: la voz "extraña y


familiar" de Gardel para el sello francés Odéon
Marina Cañardo .............................................................................. 39

Investigación de contrasentidos en las premisas estéticas de la música


armorial
Carlos Eduardo Amaral .............................................................................. 55

Una compleja reconstrucción sociohistórica: mirada caleidoscópica a la


cumbia chilena
Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito ...... 67

Estilo y ganancia: Estrategias semióticas de diferenciación intracampal


en el Pop Femenino del Siglo XXI
Guido Saá .............................................................................. 81

¿Devoción o espectáculo? La performance de las “adoraciones” en la


Navidad jujeña.
Graciela Beatriz Restelli y Héctor Luis Goyena ................................... 95

María Isabel Curubeto Godoy y su ópera Pablo y Virginia: una


consagración personal, pública y política
Romina Dezillio .............................................................................. 105

Nacionalismo versus italianismo: matrices discursivas en pugna en


textos sobre el pasado musical en Buenos Aires en el cambio de siglo
(1896-1910)
José Ignacio Weber .............................................................................. 119

La participación de las sociedades musicales en la vida cultural porteña


(1852-1880)
Daniela A. González ............................................................................. 135
Música para tecla del Chiquitos jesuítico: la composición musical in situ
Carlos Fabián Campos .............................................................................. 159

A Investigação sobre Instrumentos Musicais em documentos


Alfandegários: uma pauta da alfândega do Rio de Janeiro Colonial
Mayra Pereyra .............................................................................. 175

Entre el hallazgo y la formación de un estilo. Procesos creativos en los


cuartetos de cuerdas de los becarios del Centro Latinoamericano de
Altos Estudios Musicales (CLAEM)
Hernán Gabriel Vázquez .............................................................................. 183

Aspectos de la instrumentación en obras de Mariano Etkin


Carlos Mastropietro .............................................................................. 191
Una compleja reconstrucción sociohistórica:
mirada caleidoscópica a la cumbia chilena

Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito


Colectivo de Investigación “Tiesos pero
cumbiancheros”www.tiesosperocumbiancheros.cl

“¿Qué clase de idea podemos formarnos de una época, si no vemos gente


en ella? Si sólo podemos ofrecer descripciones generales, nos limitamos a
crear un desierto y a llamarlo historia”

Peter Burke, ¿Qué es la historia cultural?

E spontáneamente, el son de la cumbia chilena se convirtió en sinónimo de salir a


bailar. Las pistas de baile se llenaban y alcanzaban su clímax cuando alguno de
los improvisados bailarines tomaba por la espalda a alguna compañera, poniendo las
manos en su cadera y haciéndola seguir el juego con otro compañero, que a su vez
repetía esto, hasta formar un trencito que arrastraba los pies al ritmo de la música. En
algún momento, el que iba en la delantera no encontraba a nadie más a quien tomar y,
con pánico escénico por ser el protagonista, incentivaba a la locomotora a gritar
vueeeelta, para quedar en la trastienda de este peculiar y colectivo baile. Todos alzando
las manos se volteaban, entonando enérgicamente el coro de la canción de turno.
Tanto el repertorio musical como la performance coreográfica eran conocidas por
todos, más aún por quienes podían en ese instante desviar la atención de sus poco
agraciadas caderas, como sucedía con el mencionado trencito. Era el comienzo del
nuevo milenio.
En la medida en que Chile se acercaba al Bicentenario1 las discusiones se
centraron en el debate en torno a la identidad nacional y la relevancia de identificar y
ensalzar “lo chileno”, cultural, histórica, social, folclórica y musicalmente. Sin
68 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

embargo, había una invitada (o colada2, como dirían algunos) a estas celebraciones
que complejizaba el debate. Ya fuera por su origen, su llegada, su asimilación y la
apropiación que tuvo, resultaba difícil de dilucidar, por un lado, porque aparentemente
no era considerada un objeto de estudio válido, y por otro, porque su simpleza rítmica,
su vinculación al mercado y su pasaporte extranjero cuestionaban su inclusión en el
debate.
Nuestra investigación comienza desde esta contradicción. La cumbia estaba aquí,
pero ¿qué sabíamos sobre ella?, ¿por qué formaba parte de la memoria musical
colectiva de nuestra generación, de la de nuestros padres, de nuestros abuelos?, ¿había
una cumbia chilena?
La escena musical local de los 2000 vio florecer bandas provenientes del rock
que revivían repertorios cumbiancheros tanto extranjeros, llegados a Chile en la
década de los ’60, como de cultores nacionales que comenzaron a cultivar la cumbia
por esos mismos años. Lo singular de este revival es que mantenía un repertorio con
más de 50 años de vigencia, aunque con nuevos arreglos e influencias (desde el rock,
el ska, el punk, entre otros) que sugerían nuevas texturas sonoras para seguir
entonando y bailando las canciones que desde nuestros abuelos hacen gozar a chilenos
y chilenas. El resultado de este fenómeno ha sido ver en un mismo escenario a bandas
emergentes con otras, ya consolidadas, agrupaciones cumbiancheras.
Nos planteamos entonces una investigación que se hiciera cargo de escarbar en el
proceso en que la cumbia llega a Chile, se apropia y chileniza, a través de una
reconstrucción sociohistórica. Para desarrollarla, ha sido necesario un trabajo
transdisciplinario, que articula miradas académicas distintas, trascendiendo las
construcciones interpretativas meramente disciplinares. Las herramientas
metodológicas de las distintas áreas han resultado, entonces, aisladamente insuficientes
pero al mismo tiempo en conjunto indispensables, más aún cuando la cumbia es el
testigo presente de las generaciones que nos anteceden y que nosotras significamos
como una síntesis de época.
Nuestro punto de partida fue una extensa revisión bibliográfica, que permitió
conformar un corpus relevante de conceptos y categorías de análisis, al tiempo que
comprobar la escasez de estudios que abordaran en Chile la importancia de la cumbia
y sus particularidades históricas, estéticas y sociales. La cumbia nos interroga,
planteándonos dilemas identitarios, etnicitarios, clasistas, políticos y de procesos
socio-musicales de inclusión, conflicto e inclusión.
Por otro lado, por las particularidades de estos procesos consideramos que no es
posible llevar a cabo una reconstrucción lineal de éstos, por lo que nuestra propuesta
apunta a entender las rupturas y continuidades tanto como su relevancia social, con
todas las contradicciones identitarias que confluyen, especialmente, si la consideramos
en su espacio festivo.
La bibliografía, tanto histórica como musicológica, ha dejado invisibilizada esta
temática, por lo que para lograr una reconstrucción del proceso de consolidación de la
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 69

cumbia chilena en un género popular y reconocido como propio, proponemos la


oralidad como estrategia central. Y es que en esta investigación, la palabra principal la
tienen los propios cultores, testigos vivos del patrimonio sonoro y de época que nos
entregan luces del estudio de caso en que nos hemos enfocado. Sin embargo, la
historia oral presenta también las debilidades propias de cualquier ejercicio de
memoria (colectiva, individual, emotiva, etc.), principalmente cuando se intenta hurgar
en imágenes y recuerdos que se conservan desde hace más de media década, como es
el caso de los abuelos cumbiancheros que en los años 50 y 60 presenciaron la llegada y
transformación de este género en nuestro país.
Además, hemos notado una tendencia a idealizar la época3 en la cual la cumbia
llega al país - de ahí su denominación de “época de oro de la bohemia chilena”. Esta
idealización proviene tanto de sus propios testigos protagonistas, como de
investigadores que han abordado el período desde temáticas atingentes al tiempo que
tangenciales, como el mundo del vedetismo o las sonoridades tropicales en general. La
idea de que “todo tiempo pasado fue mejor” se encuentra totalmente instaurada al
revisar la bohéme.
Dado aquello, el establecimiento de un marco temporal para nuestra
investigación, pasa por considerar las temporalidades braudelianas: como un proceso
de mediana duración que inicia con la llegada de la música tropical, donde se enmarca
la cumbia, una migrante de segunda generación antecedida por la rumba, el mambo y
otros ritmos tropicales, pero que a su vez se enmarca en un proceso mayor, de larga
duración, que comienza a inicios del siglo XIX con la emergencia del ideario nacional
blanqueado.
Su trayectoria nos remonta a los anales de nuestra historia republicana, donde se
cristaliza el constructo identitario que desde el Estado occidentalizado, blanqueado e
ilustrado se impuso, y en muchas de las dimensiones de la conformación de “lo
chileno”, que se consolidó como referente eficiente de imaginario nacional. Punto que
desarrollaremos más adelante.
Dentro de proceso de mediana duración aludido, debemos considerar dos ejes
importantes: por una parte, la internacionalización de las musicalidades
afrodescendientes que se desarrollaron en América Latina en un formato orquestado y
blanqueado, de acuerdo a las necesidades y gustos de las élites de los salones de los
años ´30 en adelante (inspiradas en los formatos europeos) y, por otra, se enmarca en
un proceso de latinoamericanización de la propia cumbia desde Colombia, que se
produce desde la década del ’50, y cuyos ecos en el territorio nacional se alcanzan a
sentir una década más tarde, con la llegada de cultores cumbiancheros extranjeros4 y la
emergencia local de agrupaciones que cultivan exclusivamente su ritmo como
repertorio5.
Por otra parte, entender la cumbia en contexto, en su relevancia social, nos
interroga también sobre el ámbito festivo y carnavalesco chileno, punto en el que
nuestra reconstrucción adquiere ribetes históricos de larga duración, que trascienden la
70 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

instauración de la República – aunque con ésta se acentúan- y que, desde la llegada de


los españoles, establecieron cánones en detrimento de nuestras propias prácticas. Al
respecto, el historiador chileno Maximiliano Salinas plantea que:

“… al fin de cuentas, la historia de la música, o la musicología


histórica, debe abrirse más claramente a la diversificación de
los lenguajes multiculturales. Al fin, somos excesivamente
herederos de la historiografía ‘euro céntrica’, donde todavía no
se logra ver en pie de igualdad a las diversas manifestaciones
culturales y musicales de los pueblos. Parece que todavía al
momento de crear un relato histórico nuestro discurso y nuestra
forma de pensar es aun monológico, o monocorde, no dialógico,
o polifónico, para decirlo de una manera sonora. Aun parece
que operamos con las categorías occidentales de civilización-
barbarie’, que nos hacen ver a los otros como seres no del todo
humanos”6.

Así, aunque estas categorías todavía tienen vigencia en la academia local, son
cada vez más los esfuerzos de investigadores de las humanidades y las ciencias
sociales por entender la significación de las músicas populares, poniendo énfasis en la
pluralidad y, en este caso particular, comprender la relevancia social de la cumbia en la
idiosincrasia chilena que ha traspasado las barreras sociales por su arraigo en los
espacios festivos, convirtiéndose de este modo, en un ámbito de reflexión sobre
nuestra identidad. El musicólogo alemán Nils Grosch se ha preocupado de plantear
hipótesis que explican el recorrido y arraigo de las músicas populares en América
Latina y, al mismo tiempo, da cuenta de la dicotomía existente entre una historia larga
y otra corta. De paso, Grosch establece la relación entre esa dicotomía y la
jerarquización de las músicas doctas en perjuicio- o prejucio- de las músicas
populares:

“…desde el nacimiento de las jerarquías sociales han existido


prácticas musicales ligadas al ‘pueblo’ junto a aquellas
sostenidas por las élites. Por otra parte, lo que entendemos por
‘música popular’ es una categoría mucho más reciente,
culturalmente problemática, que se encuentra en una relación
de tensión con las formas musicales ‘superiores’ y marca un
ámbito atravesado por conflictos sociales”7.

La revisión historiográfica nos da cuenta de la negación constante de las


festividades del bajo pueblo y del esfuerzo que se hacía por parte de las autoridades
políticas, eclesiásticas e intelectuales, por coartar las manifestaciones populares. Se
intentó imponer un modelo civilizado-blanco, culto e ilustrado, al mismo tiempo que
se invisibilizó lo indígena, lo negro y lo popular.
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 71

Sin embargo, en varios momentos de la historia, se han producido desbordes que


aunque la historiografía tradicional ha intentado invisibilizar o lisa y llanamente,
negar, hoy son el testimonio que nos entregan antecedentes y “otra” comprensión de
las festividades y prácticas culturales nacionales, tanto en los procesos de larga como
de corta duración. En este sentido, resulta relevante considerar los hitos que debimos
establecer para abordar la investigación de la cumbia chilena, relacionada con los
contextos sociopolíticos e histórico-culturales relevantes de la historia reciente.
Tomando la herramienta que propuso Eric Hobsbawm8 al establecer “tiempos
cortos y largos”, que rompen con la temporalidad lineal y matemática, relevando los
procesos en contexto, proponemos como herramienta metodológica para el estudio de
la cumbia chilena, en su dimensión de fenómeno de corta duración pero de profundo
arraigo, la siguiente cronología a partir de “décadas contextuales”: albores de la
cumbia chilena (década de los ’40 hasta 1962); arraigo y apropiación (desde 1962
hasta 1973); repliegue de los músicos, cierre de espacios y apagón cultural (desde
1973 hasta 1990); reconocimiento de los músicos y de la necesidad festiva (desde 1990
hasta 1999) y movimiento de la Nueva Cumbia Chilena (desde 1999 a la fecha).
Es necesario detenerse, especialmente, en el quiebre sucedido a partir de la
dictadura militar que va de 1973 a 1990 - “apagón cultural” - por las prácticas
violentas que obligaron a la población (músicos de la bohemia y públicos, entre ellos)
a replegarse a otro tipo de espacios, como la televisión y las fiestas privadas, quedando
en una nebulosa las prácticas festivas y populares, que sólo con el retorno a la
democracia reaparecen en los espacios públicos, pero que los músicos, cultores
nostálgicos del “tiempo de oro”, están ávidos de entregar, contar y cantar.
Además de hacer de la oralidad la principal fuente de reconstrucción, hemos
recurrido a las fuentes tradicionales, tales como la revisión de archivos de diversa
índole, entre los que cabe señalar la prensa, las revistas especializadas9, discografía y
rankings de los sellos musicales, principalmente para contrarrestar información y
contextualizar el relato de los cultores y sus archivos personales (fotos, grabaciones,
autógrafos, etc.) que en ocasiones han cuestionado los pocos consensos existentes y
que nos han planteado un trabajo dialógico, incluso, con los silencios y/u omisiones.
En la actualidad el debate sobre la festividad, la ausencia de carnaval, el
reconocimiento de la pluralidad étnica o la reconstrucción (y deconstrucción) de lo
popular, han llevado a ir escarbando en la historia nacional, especialmente desde las
generaciones que crecieron con la influencia directa de la Dictadura, pero que al salir a
la luz nuevas y variadas fuentes, han encontrado que las manifestaciones de alegría
han sido perseguidas y negadas desde mucho antes. Cabe, entonces, hacerse la
pregunta ¿qué nos dice la fiesta sobre las identidades que se quiere invisibilizar?
La cumbia chilena nos entrega algunas respuestas de nuestro contexto, pero a la
vez, nos sumerge en el contexto regional donde la cumbia se anidó casi como una
planta vascular, con raíz latinoamericana. Sergio Pujol, explica al respecto:

“En todos esos casos la cumbia se hace presente como música


emblemática de los excluidos, si bien cada músico hace su
72 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

propia lectura o su propio uso de la especie. (…) Quizá sea esta


variedad de referencias y de intereses, siempre a partir del
sobreentendido tropical, lo que le permite a la cumbia ser tan
ubicua, tan francamente latinoamericana, un poco de todos, un
poco de nadie. Su elocuencia musical no pertenece al orden de
las identidades locales, ni al de las nacionales: su identidad es la
de los pobres, la de los pibes chorros y la de las damas gratis,
estén donde estén. A diferencia de casi todos los géneros de
música popular constituidos en América Latina entre finales del
siglo XIX y comienzos del XX, la cumbia carece de abolengo
patrio. Como dijimos, los propios colombianos sólo se
reconocen en ella parcialmente; prefieren hablar del vallenato y
el pasillo a la hora de citar sus músicas vernáculas, y de
champeta, currulao y tambora, para nombrar los ritmos que
bailan en la actualidad. (…) Con tan pocos historiadores y
exégetas que se ocupen de ella, la cumbia parece estar presa de
un presente continuo, sin historia, sólo viva en los cuerpos que
la bailan y las voces que la frasean. En ese aspecto, su situación
se asemeja a la de las músicas anónimas, y no debe sorprender
que el aprendizaje de su danza pueda tener como primer ámbito
las cunas de lo tradicional. Por ejemplo, en la Argentina es
común encontrar pasión por la cumbia allí donde se frecuenta el
chamamé o la chacarera, como si el tránsito de las especies
telúricas a lo tropical fuera una consecuencia natural. Algo
similar sucede con los bailes folclóricos en Bolivia, Perú y más
al norte. En esos ámbitos, nadie se pregunta cuánto de
auténticamente tropical tiene ese baile que desborda las pistas
de tierra en alianza con los estilos del folclore.”10

De este modo, queda evidenciada la complejidad del objeto de estudio propuesto,


la deuda pendiente que existe aun impaga desde la musicología local por abordarlo de
manera múltiple, y las potencialidades interpretativas y dialogantes, en tanto
transdisciplinarias, que propone a la investigación musical.
Revisemos entonces algunos de los avances presentes en la literatura académica
chilena.

Literatura cumbianchera: ¿Qué hay sobre cumbia en la historiografía


musicológica en Chile?
En Chile, la musicología ha concentrado tradicionalmente sus esfuerzos en
indagar sobre las músicas llamadas doctas, y cuando se ha acercado a la música
popular, ha sido el folclor el objeto predilecto de las publicaciones. Esto se debe, en
parte, a que el interés de la musicología chilena ha estado centrado fundamentalmente
en sus vertientes más tradicionales, como la musicología histórica y la
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 73

etnomusicología, las cuales se interesaron tardíamente por el estudio y rescate de las


músicas populares, entendidas como aquellas que se desarrollan en el marco de la
industria cultural.
Han sido otras disciplinas en Chile, como el periodismo y la historia, las que se
han acercado en mayor medida a las músicas populares con un interés investigativo.
Por ello, cuando la musicología finalmente se decidió a ingresar a estas aguas llenas de
vaivenes, se encontró con que ya había un camino trazado con anterioridad.
Dentro de estos estudios sobre músicas populares (no folclóricas) –tanto desde la
musicología como desde la historia y el periodismo– nos encontramos con un fértil
desarrollo investigativo sobre géneros como el rock, el pop y la Nueva Canción
Chilena, entre otros, pero son muy pocos aquellos estudios dedicados a géneros
tropicales, y especialmente escasos en el caso de la cumbia chilena.
Al comenzar esta investigación sobre la llegada, arraigo y chilenización de la
cumbia, nos acercamos a la bibliografía existente en Chile al respecto y nos
encontramos con algunas sorpresas. En la bibliografía historiográfica, periodística y
musicológica que revisamos, identificamos fundamentalmente 3 tipos de
acercamientos a la cumbia chilena.
Por un lado, están los grandes relatos historiográficos sobre músicas populares
enmarcados en una “historia de”11, donde la llegada, arraigo y presencia de la cumbia
en Chile se encuentra condicionada exclusivamente a una cultura de masas, donde los
medios de comunicación masivos son parte fundamental de este proceso. El
acercamiento de estos estudios a la cumbia se hace a partir de la prensa y los archivos
discográficos, dejando fuera de la reconstrucción histórica el relato de los propios
cultores. Son los periódicos, las revistas, los discos y los rankings los que relatan esta
historia, pero en la voz de los investigadores, con todas las interpretaciones y silencios
que eso conlleva.
En segundo lugar, nos encontramos con un acercamiento a la cumbia chilena a
partir de investigaciones centradas en otros temas y otras músicas, pero que se acercan
a ella por la existencia de aristas comunes. Podemos citar por ejemplo los estudios del
rock en Chile12, que abordan algunos aspectos de la cumbia chilena, exclusivamente
por las influencias musicales que ambos géneros tuvieron en común, como por
ejemplo la influencia de la Orquesta Huambaly, una de las orquestas más destacadas
del periodo de los albores de la cumbia13, bisagra entre el jazz bailable, el rock y la
música tropical.
Asimismo, pueden señalarse algunas investigaciones que a partir crónicas de la
historia de la música chilena14 dan cuenta de algunas características y funciones
sociales de la cumbia, pero sin abordar esta música directamente, sino que a su
relevancia social en tiempos particularmente complejos de nuestra historia nacional.
En tercer lugar, pueden considerarse acercamientos recientes de investigadores
jóvenes, los cuales generalmente no publican sus reflexiones en revistas académicas
74 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

sino que utilizan otros formatos de difusión de los resultados y avances de sus
investigaciones, como por ejemplo sitios webs (blogs y otros), videos documentales y
charlas. La particularidad de este tipo de investigaciones es que se desarrollan muchas
veces desde la interdisciplina y en diálogo con otros investigadores. No obstante,
pocas de ellas han logrado consolidarse como reconstrucción sociohistórica, en tanto
aluden a territorios específicos, como son las tesis de pregrado que hemos encontrado
sobre cumbia y específicamente, cumbia coquimbana15, o a partir de géneros o
subgéneros dentro de la propia sonoridad cumbianchera, donde destaca el trabajo aun
en desarrollo del bloggero Cristian Peñaloza.
Pero, ¿qué debates propone esta literatura cumbianchera al encontrarse con las
versiones orales del proceso?

Consensos y cuestionamientos: mitos de la historiografía y la historiografía


musicológica.
Tal vez por lo escasa que ha sido la indagación respecto a la cumbia chilena por
parte de la academia, se han establecido ciertos consensos respecto a los procesos que
han llevado a la cumbia a constituirse en una música popular a la que podemos agregar
el adjetivo de chilena, con el riesgo de construir mitos que invisibilizan procesos
fundamentales, empobreciendo la riqueza y complejidad del fenómeno.
Los principales consensos con que nos hemos encontrado a lo largo de la
investigación tienen que ver con los procesos de llegada de la cumbia a Chile y su
conformación como una musicalidad propia a la que podemos llamar cumbia chilena.
Se ha planteado que la cumbia se instala en Chile producto de una combinación de
elementos, fundamentalmente relacionados a la industria cultural de la época: la moda
radial de Mike Laure y sus cometas y de las cumbias de Tulio Enrique León, las giras a
Chile de Los Wawancó, y la llegada a nuestro país de cultores extranjeros que se
transformaron en estrellas de la industria local, como el venezolano Luisín Landáez y
la colombiana Amparito Jiménez.
Se habla de ellos como parte de una industria musical en crecimiento, pero no se
desarrolla un tratamiento profundo respecto a por qué estos cultores llegaron a tener el
éxito que tuvieron en Chile. Tampoco se indaga en las circunstancias sociales y las
particularidades culturales existentes en nuestro país que ayudaron a que esta música
se anidara aquí, ni en la relación que tenemos los chilenos con nuestro cuerpo y el
baile.
Pero ¿qué había en Chile antes de la llegada de la cumbia? Es la llamada época
de oro o la bohemia chilena la que cristaliza el escenario sonoro que desde los años
sesenta fue fecundado por la cumbia. Entre los años ’30 y ’50 se va gestando en Chile
el escenario propicio para la llegada y arraigo de la cumbia en nuestro país.
En la bibliografía musicológica e historiográfica se ha planteado que a partir de
los años 60 (después de la Revolución Cubana) disminuye drásticamente el flujo de
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 75

músicas afrocubanas (que eran las que constituían la escena musical de los años
dorados de la bohemia) hacia el resto del mundo. Este espacio que dejan las músicas
afrocubanas en Chile es ocupado por la cumbia, que enmarcada en un proceso de
internacionalización de la cumbia colombiana de salón, llega a Chile para quedarse.
¿Pero qué más se ha historizado de estos años dorados de la bohemia chilena?,
¿solamente se desarrolló el baile negro de salón estilizado y blanqueado al interior de
los locales de esta época de oro?, ¿hubo en los salones otro tipo de musicalidades no
señalada en la historiografía?
Los acercamientos musicológicos e historiográficos tradicionales han omitido
ciertas apreciaciones fundamentales del contexto sociocultural chileno, especialmente
aquellas relativas al cuerpo y al baile. Para comprender a cabalidad el proceso de
llegada, arraigo y conformación de la cumbia como “chilena” es necesario considerar
que durante esta época de bohemia, el repertorio llamado tropical bailable, compuesto
fundamentalmente por ritmos afrocubanos, no era bailado por el grueso del público
chileno, sino que más bien éste era concebido como un espectáculo que se miraba y no
se practicaba. El peso histórico de la moralidad eclesiástica de la mano al constructo
nacional que determina la dicotomía de lo correcto / incorrecto, de lo visible /
invisible, de lo prohibido /permitido, han provocado una especie de atrofia en la zona
pélvica de los chilenos, que concentran los movimientos en las extremidades
superiores (mover el pañuelo, alzar las manos, “picar cebolla”, etc.) y que niegan el
erotismo que el baile representa. Esto no quiere decir que en Chile no se bailara, si no
que al hacerlo, los cuerpos estaban mucho más constreñidos.
También es importante considerar que junto a la fiesta, espacio de baile y
conquista por excelencia, se ha coartado la espontaneidad y soltura corporal, lo que se
traduce en nuestro baile tieso pero cumbianchero, bastante alejado de sus raíces
afrocolombianas como si en Chile la africanía no fuera un constituyente relevante.
En los años dorados de la bohemia chilena, bajo el deslumbre por la fastuosidad
de las orquestas tropicales, se ha planteado que el espectáculo, las plumas y los brillos
llenaban todos los escenarios nocturnos. Pero esta bohemia de los años dorados tuvo
matices afros que no han sido considerados en los estudios musicológicos ni
historiográficos anteriores. Si no fuera por la voz y el registro de sus propios cultores,
estos quedarían invisibilizados dentro de la historia. Iván Díaz16 nos cuenta a través de
sus propios recuerdos y fotografías personales que hubo tambores batá, atabaques,
bailes afroyorubas y montajes percusivos de tintes afros en medio de esta bohemia de
los años dorados que pretendía mostrar en sus salones solamente ritmos estilizados y
blanqueados.
Tal como la cumbia llega a Chile para quedarse, sus cultores más importantes
también lo hacen. Es sabido - y difundido por la bibliografía musicológica e
historiográfica - que Luisín Landáez decidió hacer su carrera de cantante en nuestro
país. De hecho, se convirtió en uno de los artistas más carismáticos y queridos durante
los años de la Unidad Popular, estableciendo un compromiso claro con este
76 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

movimiento político y cultural al hacer bailar en las marchas y congregaciones


populares por Salvador Allende. Se cuenta también de lo complicada que se volvió su
carrera durante la dictadura militar de Pinochet, cuando debió pasar algunas
temporadas en Venezuela debido a que su nombre se encontraba fuertemente vinculado
al gobierno socialista. Finalmente, la muerte lo encuentra en nuestro país a inicios de
los 2000, sin nunca haber recibido el reconocimiento que amerita su papel en la
historia de la música nacional, salvo la grabación que realizó del tema “Macondo”
junto a Sexual Democracia en el año 199317.
De Amparito Jiménez se cuenta que, al igual que Luisín Landáez, llega durante la
primera mitad de los años 60 a Chile, cantando cumbias colombianas en programas de
televisión. Se habla de su primer disco y su alta popularidad de esos primeros años. Y
especialmente se considera lo importante y fundamental de su influencia para el
desarrollo de la cumbia en nuestro país. ¿Pero su influencia cumbianchera sólo se
remite a ese primer disco? ¿Amparito Jiménez es solamente la voz que trajo a Chile la
“Pollera Colorá”?
Hablar con los cultores vivos se torna así en una herramienta de indagación y
profundización de significaciones interpretativas y matices históricos que la Gran
Historia y la alusión tangencial a la cumbia no lograr visibilizar. Pero al mismo
tiempo, se transforma en un ejercicio de valorización patrimonial y compromiso
investigativo que rompe la relación sujeto-objeto de investigación, para edificar
discursos y relatos donde la subjetividad adquiere un papel central, no como elemento
de invalidación en la construcción del conocimiento sobre esta peculiar sonoridad, sino
justamente como instancia de acercamiento a su naturaleza cotidiana, festiva y
arraigada característica.

Nuestro enfoque metodológico y propuesta investigativa


Como generalmente las reconstrucciones historiográficas y musicológicas se
basan en los archivos de prensa y discográficos, sucede que la información
invisibilizada por los medios de comunicación se transforma también en un silencio en
la documentación. Remitir a un solo tipo de fuente la reconstrucción histórica y
musicológica de un género musical no sólo implica la omisión de cierta información,
sino que también puede generar complicaciones mayores. La consideración de las
fuentes escritas como “datos duros”, superiores en rigurosidad a otras fuentes como la
entrevista es un error, ya que estos éstos pueden estar tan llenos de rugosidades, fallas
y omisiones como cualquier otra fuente de información que esté sujeta a la fragilidad
de la memoria y a las decisiones humanas.
Consideramos también que estas omisiones anidan una mirada despectiva sobre
la simpleza de la cumbia chilena, que no reconoce que esa misma simpleza es la que le
da forma y carácter, y al mismo tiempo, la hace ampliamente apropiable desde el baile
y desde la fiesta, espacios con los cuales la academia muchas veces mantiene una
relación romántica y nostálgica, manifestada en su lectura de las fuentes desde las
cuales reconstruyen algunos capítulos del pasado festivo de nuestra cultura popular.
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 77

Nuestra propuesta investigativa responde precisamente a estas falencias


metodológicas, inspirándonos a crear y sostener un modelo integral y transdisciplinario
de recolección de información, de manera dialogante con los cultores y protagonistas
de la historia de la cumbia en Chile. Con esto buscamos hacer hablar a los silencios y
especialmente relevar los aspectos menos conocidos por la historiografía tradicional.
Este diálogo con los cultores resulta fundamental puesto que han sido ellos
quienes han sido testigos de la llegada, la transformación y el arraigo de la cumbia a
Chile y pueden contar de primera fuente su visión sobre este proceso. Sin embargo, el
paso de los años y la fragilidad de la memoria hacen que muchas veces estos relatos se
vean confundidos con otros, entregándonos el desafío de establecer de modo
comparativo y complementario un diálogo con otras fuentes y otras disciplinas.
Este trabajo dialogante nos ha permitido develar ciertas preguntas que surgían al
revisar la historiografía musicológica tradicional. La entrevista, y muchas veces la sola
conversación con los cultores cumbiancheros, nos ha regalado la fortuna de no
encontrar respuestas cerradas sino que siempre ventanas abiertas a nuevas preguntas
que nos han permitido poco a poco marcar los surcos por donde puede ir el camino de
una reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena .
En 3 años continuos de estudio, este camino nos ha sido fructífero, pues el
enfoque testimonial ha permitido cubrir puntos ciegos y estimular el habla de algunos
de los silencios con los que la cumbia interrumpe su propia sonoridad históricamente
considerada.
El bongosero Iván Díaz ha sido un cultor transcendental en la historia previa a la
llegada de la cumbia, principalmente por su acercamiento a la música afro, de
inspiración yoruba, que según los relatos historiográficos y musicológicos no existía
en Chile aún.
Amparito Jiménez ha sido mucho más que la voz que trajo a Chile “La pollera
colorá”, fue quien enseñó a bailar cumbia colombiana a los chilenos por medio de
fotonovelas y programas de televisión. También fue quien enseñó a muchos músicos,
como fue el caso del connotado José Arturo Giolito (quien formó Giolito y su Combo),
a tocar este ritmo y adaptarlo a los instrumentos que teníamos en Chile por medio de
los discos que ella traía a nuestro país en cada uno de sus viajes.
Marty Palacios, fundador de la Sonora Palacios, al ser entrevistado señaló la
importancia que tuvieron Luisín Landáez y Amparito Jiménez en el transito del
repertorio cumbianchero, además de la influencia de la industria que le permitió
conocer el estilo de la Sonora Matancera (Cuba) y la Sonora Santanera (México) y que
tan fuertemente calaron en el estilo que adoptaron en su trabajo, al igual que la
influencia musical de Los Wawancó, que estuvieron en Chile en 1960.
Pero además, Marty Palacios señaló la visita de la agrupación colombiana Los
Hermanos Ferreira al restaurante El Pollo Dorado (en mayo de 1962), la cual traía un
repertorio que incluía la fusión de cumbia y rock, en el momento en que la discusión
78 Alejandra Vargas, Eileen Karmy, Antonia Mardones y Lorena Ardito

académica se centraba en la contraposición del rescate folclórico nacional o la


adopción del rock fuertemente impulsado por la industria musical. Se produce aquí un
nuevo destello dentro de nuestra investigación que abre la puerta a otra posible entrada
de la cumbia a Chile y que no ha sido trabajada hasta ahora. Otro consenso que se nos
viene abajo.
Estos hallazgos solamente han sido posibles por medio del enfoque testimonial, al
hacer hablar a los protagonistas de esta historia y ponerlos en diálogo con las otras
fuentes historiográficas y musicológicas con que nos hemos encontrado.
Los cultores que siguen vigentes haciendo música no son difíciles de encontrar,
pero sí muchas veces de acceder a entrevistarlos, pues su tiempo es escaso. Pero en el
caso de aquellos que por su avanzada edad, o bien por otro tipo de factores, se
encuentran relegados al mundo privado, sin mantener una vigencia sobre los
escenarios, muchas veces ha resultado toda una osadía su búsqueda, y el encontrarlos
se transforma en un descubrimiento.
Pero no ha bastado con encontrarlos. Ha sido necesario lograr su confianza y
hurgar en los capítulos, imágenes o preguntas que estimulan en ellos un ejercicio de
memoria para construir oralidad de episodios o procesos muchas veces guardados en
su propio olvido. Nuestra propuesta es seguir propiciando el relato de esa memoria,
que es a fin de cuentas, de todos quienes alguna vez gozamos de la cumbia “a la
chilena”.
Además, este trabajo nos obliga a permear las formaciones académicas y
profesionales para poner nuestro conocimiento a disposición de un diálogo y
aprendizaje constante, que traspasa y resignifica los tiempos históricos, que nos
entrega una nueva visión del presente y que, principalmente, llena de sonidos nuestra
heterogénea identidad.

Notas
1 Celebrado cada año el 18 de Septiembre rememorando la formación de la Primera Junta de
Gobierno de 1810 la que, paradójicamente, se constituyó para guardar fidelidad al rey
Fernando VII de España.
2 Término comúnmente utilizado en Chile para denominar a quienes llegan a un lugar sin haber
sido invitados formalmente.
3 O “historia impresionista” como la llama Peter Burke en La historia cultural (Madrid:
Paidos, 2006).
4 Como Amparito Jiménez desde Colombia o Luisín Landáez desde Venezuela.
5 El caso que nos entrega el puntapié inicial es la conformación de la Sonora Palacios.
6 Maximiliano Salinas. “Toquen flautas y tambores: una historia social de la música desde las
culturas populares en Chile, siglos XVI- XX.” Revista Musical Chilena. (193), 2000. P. 2
7 Nils Grosch. “¿Música popular en la galaxia Gutemberg?: un intento de una reinterpretación
desde la perspectiva de la historia de los medios.” Música popular, exclusión / inclusión
Reconstrucción sociohistórica de la cumbia chilena 79

social y subjetividad en América Latina. Actas del VI Congreso de la IASPM-AL, 2005. P.


61.
8 Eric Hobsbawm. “¿Qué deben los historiadores a Karl Marx?” En Sobre la Historia
(Barcelona: Editorial Crítica), 1998, Pp. 148-162.
9 Tales como: Ritmo y Juventud, Ecrán, El Musiquero, entre otras.
10 Sergio Pujol. “Los caminos de la cumbia”. Revista Todavía (13) 2006.
11 Como por ejemplo en La Historia Social de la Música Popular de Juan Pablo González,
Claudio Rolle y Óscar Ohlsen, editado en 2009, hay un capítulo sobre música tropical,
dentro del cual hay un apartado sobre la cumbia en Chile.
12 Como por ejemplo, David Ponce. Prueba de sonido. Primeras historias del rock en Chile
(1956 – 1984). (Santiago: Ediciones B / Comisión de Publicaciones de la Sociedad Chilena
del Derecho de Autor, SCD, 2008).
13 Con los albores de la cumbia nos referimos al período previo de la llegada de la cumbia a
Chile, en el cuál se dieron ciertas condiciones que permitieron la proliferación de orquestas
tropicales que abonaron el terreno para que más adelante la cumbia llegara y se arraigara en
el país. Para más información sobre este tema consultar Alejandra Vargas, Mardones, Karmy
y Ardito “Los Albores de la cumbia chilena”, Tiesos pero cumbiancheros, 2012. Disponible
en:
http://tiesosperocumbiancheros.cl/PDF/Los_albores_de_la_cumbia_chilena_Actas_ASEMP
Ch.pdf.
14 Por ejemplo, la crónica de José Miguel Varas y González. En busca de la música chilena.
Crítica y antología de una historia sonora. (Santiago: Publicaciones del Bicentenario, 2005)
que habla de la “cumbiaterapia” para contextualizar la situación de los exiliados chilenos en
Europa.
15 Como los trabajos de Sebastián Clavero o el de Aquiles Tolosa.
16 Músico percusionista de sesión, bongosero de la Orquesta Los Caribes, fue uno de los
principales músicos que indagó y popularizó las músicas de origen afro durante la bohemia
de la llamada época de oro. Para mayor profundidad recomendamos revisar su reseña de
entrevista en: http://tiesosperocumbiancheros.cl/wordpress/?p=541
17 En el disco “Sudamérica Suda”. De gran importancia ha sido en nuestra investigación ir
rescatando estos hechos aislados que dan cuenta de la importancia que ha tenido la cumbia
en la sociedad chilena y que ha desembocado en el movimiento de la nueva cumbia, de ahí
que por ejemplo, Sexual Democracia en su biografía señale “"Macondo" es la primera
cumbia hecha por una banda de rock en Chile, y su proyecto de colaboraciones
transgeneracionales fue una apuesta muy visionaria y es la base, con la cual operan
actualmente las bandas juveniles tropicales, fiesteras y pachangueras.” Sitio web oficial
http://www.sexualdemocracia.cl/index.php/historia.

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