Lectura - El Aval

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Boletín Mexicano de Derecho Comparado

ISSN: 0041-8633
[email protected]
Universidad Nacional Autónoma de México
México

Labariega Villanueva, Pedro Alfonso


El aval. ¿Fianza sui generis o garantía cambiaria típica?
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, vol. XXXVII, núm. 110, mayo - agosto, 2004, pp. 611 - 661
Universidad Nacional Autónoma de México
Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42711007

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EL AVAL. ¿FIANZA SUI GENERIS O GARANTÍA
CAMBIARIA TÍPICA?

Pedro Alfonso LABARIEGA VILLANUEVA*


RESUMEN: El presente artículo tiene ABSTRACT: This article has the goal of ex-
como objetivo explicar la naturaleza plaining the legal nature of endorsement, with
jurídica del aval, para efecto de deter- the purpose of defining whether this institu-
minar si se trata de una institución tion is closer to bonds (but of a peculiar
afín a la fianza, pero de carácter sui nature); or to a typical commercial guarantee.
generis; o bien si es una garantía cam- In his explanation, the author develops a
biaria típica. En su exposición, el au- historical analysis concerning the emergence of
tor realiza un análisis histórico relativo endorsement and its introduction into some
al surgimiento del aval y su introduc- European and Ibero-American legal systems.
ción en algunos sistemas jurídicos eu- Moreover, he explains which is the economic
ropeos e iberoamericanos. Asimismo, function of endorsement, and then he exami-
explica cuál es la función económica nes the way in which this institution is
del aval, para realizar después un aná- governed by several international instruments
lisis de esta institución tal y como está that deal with negotiable documents. Finally,
regulada por diversos instrumentos in- the author analyzes endorsement in its
ternacionales que regulan la materia different elements, invoking the diverse theories
de títulos de crédito. Finalmente, ana- that have tried to give an explanation in
liza al aval en sus diversos elementos, relation to the legal nature of this institution.
aludiendo a las distintas teorías que
han tratado de dar una explicación
acerca de la naturaleza jurídica de di-
cha institución.

Palabras clave: aval, títulos de cré- Descriptors: endorsement, negotiable


dito, fianza, contratos mercantiles, ga- document, bond, commercial contracts, com-
rantía cambiaria. mercial guarantee.

* Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Boletín Mexicano de Derecho Comparado,


nueva serie, año XXXVII, núm. 110,
mayo-agosto de 2004, pp. 611-661
612 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

É un istitúto pendolare, il quale non ha mai trovato


il suo centro de oscillazione fra le opposte posizioni
alle quali le dispute dottrinarie l’hanno di volta in
volta ridotto1

SUMARIO: I. Preliminar. II. Cuestión terminológica y perfil histórico.


III. Función económica. IV. Aval y garantía. V. Concepto. VI. Rasgos
distintivos del aval. VII. El aval y las figuras limítrofes. VIII. Ele-
mentos personales. IX. Naturaleza jurídica del aval. X. Corolario.

I. PRELIMINAR

El pago de un título cambiario puede garantizarse de distintas


formas: una persona, por ejemplo, puede convenir libremente con
otra, cubrir el importe de una letra de cambio, para el caso de
no hacerlo quien o quienes se comprometieron a ello. Sin duda,
dicho pacto resulta válido y se rige, en principio, por el artículo
78 del Código de Comercio (CCo.), ya que el objeto de dicho
contrato es asegurar el cumplimiento de los resultados de un acto
mercantil, sin que necesariamente los contratantes sean comercian-
tes. También podría intervenir una afianzadora, pues está facul-
tada para ‘‘operar con documentos mercantiles por cuenta propia
para la realización de su objeto social’’ (artículo 16, fr. V, en rela-
ción con el artículo 2o. de la Ley Federal de Instituciones de
Fianzas).
Así pues, entre los contratos de garantía personal está la fianza,
que, fuera del título, cauciona el crédito inserto en el mismo. Se
distingue de esta fianza del crédito cambiario aquella otra que lo
que busca es garantizar, sola o juntamente con el crédito cambia-
rio, el empréstito emergente de la obligación subyacente a la emi-
sión del titulovalor. Ahora bien, para discernir acerca del alcance
de dicha fianza extracambiaria, deberán de considerarse los diver-

1 Rossi, L’avallo come garanzia cambiaria tipica, Milán, 1962, p. 1.


EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 613

sos elementos significativos que adquieren valor en la interpreta-


ción de la voluntad de las partes.
No cabe duda que el cumplimiento de las obligaciones cambia-
rias, particularmente la de liquidar un titulovalor a su vencimiento,
halla un primer sistema de garantías en los propios efectos de
ciertas declaraciones cambiarias, las que ----en estricto sentido no
tienen como función propia garantizar----. En tal virtud, hemos de
tener presente, primeramente, el efecto de garantía peculiar y dis-
tintivo del endoso, según lo señala el artículo 90 en relación con
el artículo 34, de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito
(LTOC) y los artículos 19 y 44 de la Convención de las Naciones
Unidas sobre Letras de Cambio Internacionales y Pagarés Inter-
nacionales (en adelante, Convención Internacional).2 Otro caso si-
milar se refiere al efecto de la emisión del título de la que es res-
ponsable el girador mismo (artículos 87 y 82, LTOC, y 38.1 de
la Convención Internacional). Cabe la posibilidad, inclusive,
de pensar que la aceptación por intervención también desempeña idén-
tica función (artículo 106, LTOC).3 Sin embargo, se trata en estos
casos de una garantía larvada, encubierta, enmascarada (fideiussióne
palliata o travestita), ya que si la causa es garantir las relaciones
internas, entre garante y garantizado, ello no trasciende en forma
determinante ante el acreedor cambiario. 4
Todos ellos son formas de incrementar y consolidar la firmeza
del crédito pecuniario implícito en el título; sin embargo, devienen
ajenos e independientes de la típica y extraordinaria garantía
cambiaria que representa el aval. Se trata, pues, de una obligación
nueva y especialísima. Nueva, por cuanto se agrega a un documento
ya creado, el cual no la necesita para existir cabalmente. En efec-

2 Al respecto, es muy explícito el artículo 18.1 de la Ley cambiaria española, al señalar:


‘‘El endosante, salvo cláusula en contrario, garantiza la aceptación y el pago frente a los
tenedores posteriores’’. Según la Convención internacional, también el endosante puede exi-
mirse o limitar su responsabilidad (artículos 21.2 y 44.2).
3 Sánchez-Calero Guilarte, J., ‘‘El aval de la letra de cambio’’, RDBB, año XI, núm.
46, abril-junio de 1992, pp. 337 y ss.
4 Bianchi, voz ‘‘Avallo’’, ED, t. IV, núm. 1, Giuffrè, 1959. Bianchi es quien la llama
garantía larvada. En el mismo sentido, Garrigues, Curso de derecho mercantil, 1a. reimp. a la
7a. ed., México, Porrúa, 1981, t. I, pp. 876 y 877; Cámara, H., Letra de cambio y vale o
pagaré, Buenos Aires, Ediar, 1970, t. II, p. 117 (nota 60); Mossa, L., La cambiale secondo la
nuova legge, Milán, Vallardi, 1953, núm. 480.
614 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

to, la obligación que asume otro firmante más, sólo refuerza la


principal obligación cartácea. Especial, porque es una peculiar ga-
rantía cambiaria, sujeta a un régimen jurídico de particulares
matices.5
A esta garantía nueva y singular habremos de referirnos de aquí
en adelante.

II. CUESTIÓN TERMINOLÓGICA Y PERFIL HISTÓRICO

Respecto al origen del término aval, se han formulado distintas


hipótesis. Aval, según la teoría más difundida en la doctrina fran-
cesa, derivaría de la expresión, à valoir; se trata de una contracción
de la preposición à y del verbo valoir (por dar valor al título cam-
biario, porque el aval constituye una obligación de hacer valer el
titulovalor, es decir, hacer que él produzca todos sus efectos) o
faire valoir, ya que así crece el valor del crédito garantido. Así es
como lo entendía la antigua jurisprudencia francesa.6
Grasshoff.7 afirma que proviene del derecho musulmán antiguo,
de la palabra árabe hawala que expresa el concepto de la substi-
tución de un deudor por otro, esto es, una obligación de garantía
asumida a favor de un tercero, en forma cambiaria; funcionaba
como una especie de novación por cambio del deudor, tesis con
la cual, sin embargo, contrasta la circunstancia de que el avalado
no se libera por efecto de aval, sino que se agrega a él, cual
deudor, no obstante existir el avalista.
Más atendibles parecen otras dos teorías: según una de las cua-
les, 8 la expresión derivaría de a valere, o bien, vallare (reforzar con
garantía la obligación, reforzar una posición con defensas excepcio-
nales), verbo usado precisamente en este sentido por Cicerón, por

5Langle y Rubio, E., El aval de la letra de cambio, Barcelona, Bosch, 1954, p. 11.
6Savary, Jacques, Le parfait négotiant ou instruction générale pour ce qui regarde le commerce des
merchandises de France et des pays étrangers, París, 1675, t. I, p. 218; t. II, pp. 260 y 620.
7 Grasshoff, Die Suftage und Hawala der Araben, Götingen, 1899, pp. 79 y ss.
8 Formulada por Solmi, ‘‘Sulla origine della voce avallo’’, RDC, 1910, t. I, p. 720; id.,
‘‘Ancora sulla voce avallo’’, RDC, 1910, p. 917. En el mismo sentido, Bolaffio, La legislazione
commerciale italiana, Turín, 1934, p. 386; y De Semo, G., Diritto cambiario, Milán, Giuffrè,
1953, p. 64.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 615

el Código justinianeo y en disposiciones legales italianas; mientras


que autores alemanes y la mayoría de los italianos 9 la ubican con
una significación topográfica, en ésta aval sería una contracción
del francés à val ----en italiano a valle---- (in basso), o sea firmado
abajo ----au-dessus---- por debajo, de la del avalado, para indicar el
lugar donde ----según la costumbre---- aparece la subscripción del
avalista. Esta última hipótesis tiene a su favor la etimología justa-
mente análoga de la palabra francesa endossement (endoso: ya que
se coloca au dos, al dorso o reverso del título), así como el origen
histórico, puesto que los primeros ejemplos de avales cambiarios
(de los siglos XIV y XV) aparecen firmados al pie (al calce) de
la fachada anterior del título, por personas que se declaran ga-
rantes del emisor. O también del latín vallatus, provisto con aval,
y por ende, reforzado, de aquí el italiano vallato y avallato (avalado).
Sin embargo, contra dicho parecer está el hecho de que anti-
guamente el avalista asentaba su firma en cualquier espacio del
título o en documento aparte, donde no firmaba el avalado. 10
Puesto que el aval deviene una garantía, se le ha llegado a
asemejar con la sponsio romana, con la fideiussio o el constitutum
debiti alienis; pero poco tiene que ver, ya que afinidad no es igual-
dad.11 Goldschmidt es uno de los que relaciona la fideiussio con el
aval, y ejemplifica con una letra librada el 7 de marzo de 1359
en la que está inscrita esta leyenda: ‘‘Yo Davino Jacobi sono con-
tenti di essere tenuto del sovradito cambii’’.12
Respecto al origen de esta figura, hay quien opina que la va-
guedad y la lobreguez campean triunfantes, ufanas, puesto que no
es posible contar con afirmaciones incontrovertibles respecto a su

9 Véase Angeloni, V., La cambiale e il vaglia cambiario, 5a. ed., Giuffrè, 1964, p. 264.
Angeloni argumenta que lo más probable es que aval derive del italiano ----a valle---- equiva-
lente al francés ----à val----; además, véase id., ‘‘La natura giuridica dell’avallo’’, en varios
autores, Diritto commerciale, 1910, pp. 55 y ss. Litre piensa que au-dessus se refiere al lugar
donde se coloca la firma del avalista, lo cual ha determinado este uso metafórico de la
palabra aval.
10 Langle y Rubio, E., op. cit., nota 5, p. 15.
11 Ibidem, p. 16; Martino, C., ‘‘In tema di rapporti tra avallo e fideiussione e tra avallo
e promessa di pagamento’’, en BBTC, 1957, t. II, pp. 352 y ss. Respecto a la constitutum,
cfr. Messineo, Manuale di diritto civile e commerciale, 7a. ed., Milán, Giuffrè, 1947, vol. V,
p. 372.
12 Goldschmidt, Storia universale del diritto commerciale, Turín, 1911, p. 346, n. 153.
616 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

génesis, ya que ésta se halla envuelta en nebulosidades que las


pesquisas históricas difícilmente desvanecerán.13 Mientras que otros
sostienen que el aval surgió en las ferias del medievo (s. XIV)
como una forma de liquidar, transferir y garantizar; sólo en una
etapa posterior se realizó la distinción entre endoso y aval, con-
centrándose en éste último la función de garantía; ciertamente en
los estatutos de Bolonia (1550) y de Génova (1589) estaban con-
tenidas disposiciones específicas en torno a la garantía cambiaria,
y de la que la antigua doctrina italiana (Scaccia en 1619 y De
Turri en 1621) ya resaltaba la solidaridad de la obligación del
avalista, y su carácter peculiar frente a la obligación ordinaria de
garantía personal.14
En Francia, la obligación del aval asume su fisonomía precisa
en la Ordenanza del Comercio de Luis XIV (1673) (edicto donné
au mois de mars 1673 servant de réglement pour le commerce des négotiants
et marchands, tant en gros qu’en détail); en efecto, al utilizar expresa-
mente la palabra aval, dispuso que los avalistas estarían obligados
solidariamente con los libradores, promitentes, endosantes y aceptantes, aunque
no se hiciera mención de ello en el aval (título V, artículo 33); y tuvo
el tino de exigir que se redactara en el documento mismo, sin
cuya formalidad constituía solamente una fianza ordinaria. Más
tarde, el Code de Commerce de 1807 (artículos 141 y 142) consintió
que el aval se prestara por acto separado; que desde entonces
subsiste en varias legislaciones (artículo 33, pfo. 1o. de la Ley Cam-
biaria Argentina ----Decreto-ley 5965/63 ratificado por Ley 16.478;
artículo 410 del Cco. de Bolivia---- 1843). Posteriormente, la Or-
denanza Cambiaria Germana del Cambio (Wechselordnung) consa-
graba también la garantía de pago a (artículos 25-29 y 81). Con
el transcurso del tiempo, la figura se incluyó no sólo en las legis-
laciones de la Europa continental sino también en las de América,
aunque con importantes diferencias entre ellas (particularmente en-
tre la francesa y alemana). El Reglamento Uniforme de La Haya
de 1912 reguló el aval en los artículos 29 a 31. Las Convenciones

13 Silva Pinto, da, Direito cambiario, 2a. ed., Río de Janeiro, Revista Forense, 1951,
p. 190.
14 Bianchi, op. cit., núm. 3, nota 4. Goldschmidt da estas fechas respecto a Bologna
(1509) y Génova (1588); Goldschmidt op. cit., nota 12.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 617

Uniformes de Ginebra de 7 de junio de 1930 sobre la letra de


cambio y el pagaré a la orden (artículos 30-32) y de 19 de marzo
de 1931 sobre el cheque bancario (artículos 25-27), también contem-
plaron la figura, y fueron quienes concluyeron ----en aquel entonces----
el movimiento para la unificación del derecho cambiario. A partir
de estas disposiciones, el aval deviene una garantía típicamente cambiaria
que se otorga por escrito en el documento mismo, por su pago
parcial o total. Desde luego, hay que tener muy presente la Con-
vención de las Naciones Unidas sobre Letras de Cambio Internacio-
nales y sobre Pagarés Internacionales de 9 de diciembre de 1988
como un paso decisivo en la nueva era de la unificación. Esta
regula expresamente la institución y la designa garante (46 a 48). En
esta es notoria la influencia de las convenciones ginebrinas. A tales
convenciones se han ido adecuando las legislaciones de los Estados
adherentes (México en su ley cambiaria de 1932), ya sea porque
algunos países adoptaron la ley de Ginebra y otros sólo siguieron
sus principios; de modo que sin equivocación alguna hoy puede
afirmarse que existe un derecho uniforme en materia de aval. 15

1. Legislación angloamericana

Las legislaciones de los países inspirados en el Common Law se


encuentran ----como ya es conocido---- fuera de la ley uniforme de
Ginebra: particularmente la Gran Bretaña (donde la materia cam-
biaria se regula por la Bill of Exchange Act, BEA, de 1882), y los
Estados Unidos de América por la Uniform Negotiable Instruments
Law, NIL, de 1896.
Las dos legislaciones divergen notablemente de las convenciones
ginebrinas; en efecto, las legislaciones anglosajonas desconocen el
aval. Sin embargo, su función de garantía está respaldada por la

15 Ibidem, núm. 4; Langle y Rubio, E., op. cit., nota 5, pp. 16 y 17. La Convención de
las Naciones Unidas sobre Letras de Cambio Internacionales y sobre Pagarés Internacionales
refiérese al obligado (garante), antes que a la obligación (la garantía o aval), esto halla su
explicación en que los preceptos señalados se incorporaron en la sección 2 del capítulo IV
de la convención, el cual se intitula ‘‘Obligaciones de los firmantes’’; cfr. Abascal Z., ‘‘Letra de
cambio y pagaré internacionales, por fin una reglamentación uniforme’’, Revista de la Federación
Latinoamericana de Bancos, núm. 69, septiembre de 1988, p. 109.
618 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

firma de un endoso irregular: éste es puesto por aquél que, siendo


ajeno a la cadena de endosos, no es el poseedor formalmente le-
gitimado (the holder in due curse). Dicho endosante (quasindorser, irre-
gular indoser o anomalous indorser) está sujeto a la responsabilidad de
regreso frente al portador, de ahí que su firma cumpla definitiva-
mente la función de garantía, propia del aval, en las legislaciones
que se inspiran en la ley uniforme (artículos 56 de la BEA, secs.
17.6, y 23 de la NIL); 16 el artículo 64 estatuye claramente la res-
ponsabilidad del irregular indorser, quien ciertamente, asume las
obligaciones y derechos del endosante, y por consecuencia de-
viene obligado en regreso. El Código de Comercio Uniforme de
Estados Unidos de América (UCC) repite dicho principio en su
sección 3-402, mientras que la sección 3-416 regula el contrato
del avalista.

2. Legislación iberoamericana

Las Ordenanzas de Bilbao de 1737 ----normativa que también


rigió en la América colonial---- no regulaban dicha institución, em-
pero, disponían que a falta de pago se acudiera a otra persona
señalada por el librador o por el endosante (cap. 13, núm. XX).
El Código de Comercio español de 1829, cuando acogió esta
figura lo hizo bajo la tónica francesa. El artículo 475 declaraba:
‘‘El pago de una letra puede afianzarse por una obligación parti-
cular, independiente de la que contraen el aceptante y el endo-
sante, que se reconoce con el título de aval’’.
Este código dispuso que el aval se consignara por escrito en la
misma letra o en documento por separado (artículo 476). Además distin-
guió entre el aval limitado a tiempo, caso, cantidad o persona determinada
(artículo 477) y el aval concebido en términos generales y sin restricción,
por el cual respondería el avalista en los mismos casos y formas que
la persona por quien salió garante (artículo 478).
Dicho estatuto fue el antecedente directo de los códigos mer-
cantiles de las naciones iberoamericanas. Efectivamente, el Código

16 Bianchi, op. cit., nota 4.


EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 619

de Comercio mexicano de 1854 (artículos 368-371), el de 1884


(artículos 810-818), el de 1889 (artículos 496-498) y, obviamente
la Ley de Títulos (artículos 109-116) regularon, al igual que otros
países de nuestro hemisferio, al instituto de marras. También lo
consideró el proyecto de Código de Comercio de 1960, en los
artículos 450 a 456.
Por lo que se refiere a la uniformidad cambiaria latinoameri-
cana, tanto el Proyecto de Ley Uniforme Centroamericana de Tí-
tulos-Valores como el Proyecto de Ley Uniforme de Títulos Va-
lores para América Latina, contemplaron el instituto con la misma
redacción e idéntica numeración de preceptos (artículos 1520); con
la novedad de que el aval se introdujo en la parte de disposiciones
generales, práctica que rompía con la clásica ubicación de la ma-
teria.

III. FUNCIÓN ECONÓMICA

La función económica del título circulatorio, 17 como portador


de riqueza o del crédito, explica ----por principio---- el rol tan im-
portante que juega el aval en la relación cambiaria.18
Dicho cometido radica en su capacidad natural y, por ende,
sustancial de garantía. Refuerza, pues, la seguridad del crédito cam-
biario originario. Ciertamente, el aval posibilita la anexión de nue-
vas garantías, aun cuando quienes la brindan no intervengan en
la creación o circulación del documento. En efecto, la signatura
de un avalista, ínsita en el título, como un deudor cambiario más,
incrementa la certeza de que se pagará a su vencimiento. Si este
nuevo responsable es solvente y garantiza al emisor del documen-
to, el girado o librado aceptará sin más, aun sin haber recibido
provisión de fondos.19
17 Winizky así lo designó en Gualtieri y Winizky, Títulos circulatorios, 4a. ed., Buenos
Aires, Víctor P. de Zavalía Ed., 1974; influido quizá por Ferri, I titoli di credito, 2a. ed.,
Turín, UTET, 1958, p. 11 (nota 3), quien explicaba que la circulación es la causa determinante
de la creación del título; la característica esencial de dichos documentos; verdad incontrastada e
incontrastable.
18 Alegría, H., El aval, Buenos Aires, Astrea, 1982, p. 1.
19 Langle y Rubio, E., op. cit., nota 5, p. 19. Están de acuerdo con la idea de reforza-
620 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

De aquí que el tenedor del título dispone de un mayor poder


de agresión para, verificado el vencimiento, exigir el cumpli-
miento de la obligación cambiaria. El aval desempeña, pues, eco-
nómicamente hablando, una positiva función de crédito que favo-
rece no sólo al acreedor cambiario sino también a los deudores
cambiarios ya que la firma del avalista puede convertirse en la
determinante para originar la emisión del documento y su circu-
lación.20 Desde luego que la capacidad del aval deviene más só-
lida, mayormente responsable, si quien avala es ya un firmante
del título, siempre que la garantía otorgada incremente las obli-
gaciones previamente asumidas. De lo contrario, su intervención
no viene al caso.
Ciertamente, el aval desde la perspectiva economicista está des-
tinado a consolidar la doble manifestación de confianza del cré-
dito, ya que por motivos diversos el título se respalda, lógicamente,
con la participación del tercer garante, cuando es reconocida su
solvencia, cuando participa en el negocio que generó el título o
tiene interés en él, cuando se desenvuelve con experiencia en el
ámbito financiero y conoce bastante bien a las personas de ese
medio. En tal virtud, el aval es considerado como valorizador de
la firma del deudor avalado, el cual ha brindado una confianza
tal que amerita su exteriorización cambiaria objetiva en un acto
de pura garantía. Encierra, pues, objetivos peculiares privativos,
inmanentes a su carácter de obligación cambiaria: celeridad por
la rápida circulación del documento y seguridad por sus peculiares
rasgos de literalidad y autonomía.21
Indudablemente, esta figura ofrece indiscutibles ventajas al co-
mercio, puesto que permite operar con recursos a corto plazo, no

miento: Rossi, op. cit., nota 1, p. 14; ibidem, p. 2; y Zavala Rodríguez, C. J., Código de Comercio
y leyes complementarias, Buenos Aires, De Palma, 1959-1967, t. IV, p. 384.
20 Sánchez-Calero Guilarte, J., op. cit., nota 3, p. 332; Garrigues, Contratos bancarios, 3a.
ed., Madrid, Silverio Aguirre Torre, 1958, p. 240. Este último afirma que el aval comparte
la función de crédito de otras figuras de garantía personal.
21 Alegría, H., op. cit., nota 18, pp. 4 y 5. Sobre la peculiaridad del aval como garantía:
cfr. Pavone L., A., La cambiale, Milán, Giuffrè, 1982, p. 364. El poseedor de un título cam-
biario tendrá un derecho de crédito doblemente firme si el avalado deviene librado-aceptante,
aceptante por honor o endosante.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 621

sólo en el crédito bancario sino también en instituciones públicas


de fomento. La simplicidad para instaurarla en la práctica, su es-
tructura jurídica sencilla y segura, simplifican las operaciones y
aventajan a otras garantías tradicionales, de mecanismo intrincado
y más oneroso.22
Resulta paradójico, desde un enfoque económico, que el aval
sea generado por la desconfianza, y creador tanto de sospecha
como de mayor confianza en la consecución de la prestación.

IV. AVAL Y GARANTÍA

En el derecho patrimonial, la voz garantía halla un significado


propio. Se la entiende como la constitución de una nueva obliga-
ción que vigoriza un nexo obligatorio primario preexistente, del
cual es conceptualmente diversificada.23
El aval es una especie dentro del género garantía. Se trata de
una garantía personal (en oposición a real) que se suma como un
nuevo vínculo subjetivo al anterior, deviene un nuevo apoyo pa-
trimonial a derechos anteriores.24
Ahora bien, si además consideramos las garantías personales
como género, cabe pensar que a su vez pueden contener diversas
especies. En efecto, una obligación con carácter de garantía puede
respaldar a otra con base en vínculos de subordinación o de coor-
dinación.25
La doctrina ubica en el primer supuesto a las garantías acce-
sorias, en donde la subordinación causa la accesoriedad jurídica
de la obligación de garantía con respecto a la obligación garan-
tizada. La fianza es el ejemplo clásico.26
En la segunda hipótesis se encuadran las garantías que surgen
de la coordinación. Ellas son las que se relacionan con necesidades
del crédito y la muestra más recurrente son las garantías cambia-

22 Ibidem, pp. 6 y 7.
23 Rossi, op. cit., nota 1, p. 11.
24 Ibidem, pp. 3 y ss.
25 Ibidem, pp. 12 y ss.; De Semo, G., op. cit., nota 8, p. 495.
26 Alegría, H., op. cit., nota 18, p. 12.
622 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

rias,27 las cuales devienen consustanciales al endoso y por supuesto


al aval. La propia ley cambiaria considera a los obligados en vía
de regreso garantes 28 en el sentido de que contraen una responsa-
bilidad cambiaria29 refleja, por su intervención en el documento
cambiario, sin desconocer que la deuda principal compete a otro
sujeto partícipe en la relación cartácea. Es evidente, pues, que el
endoso no deviene accesorio de la aceptación, por lo que endo-
sante, aceptante, girador o emisor del documento aseguran el cum-
plimiento de la obligación que causó dicha aceptación. De aquí
que la garantía no provenga de la accesoriedad, sino de la coor-
dinación.30
El aval, pues, expresa siempre una relación de garantía porque
su vocación natural es precisamente garantizar el pago de la letra.
El avalista no se propone como el librador, asumir una obligación
de hacer pagar o de pagar por sí mismo el título que emite, ni
pretende como endosante transferir el documento; tampoco se
comporta como aceptante, pues, no asume la deuda cambiaria
como si correspondiese a la invitación que se le extiende para que
acepte el título. Por el contrario, el aval evoca la preexistencia del
título, al que nadie se le obliga a firmar, puesto que la interven-
ción espontánea promete feliz desenlace.31

27 Rossi, op. cit., nota 1, p. 16; Ferrara, F. Jr., La girata della cambiale, Roma, Foro Italiano,
1935, p. 16; Pellizzi, G., Principi di diritto cartolare , Bologna, Zanichelli, 1967, p. 201.
28 Artículos 119, 153, 163, 167 del CCo. francés; 1005, 1046, 1049 y 1057 del Código
de las Obligaciones Suizo (COS); 14, 48, 51 y 57 del Reglamento Uniforme de La Haya
(LH); 15, 49, 52 y 58 de la Ley Uniforme de Ginebra (LUG); 44.1, 46-48 de la Convención
Internacional (CI); 34, 106, 107, 159 en relación con el artículos 151, 157 de la LTOC;
16, 53, 56, 77 del respectivo decreto argentino (LCA); 19, 56, 59, 77 de la Ley Cambiaria
Italiana (LCI).
29 Este tipo de responsabilidad es más rigurosa que la derivada de la relación funda-
mental que origina la emisión de un titulovalor, y deviene solidaria para los obligados en
vía directa o de regreso; para más información al respecto, consúltese De Semo, G., op. cit.,
nota 8, no. 527 y ss.
30 Alegría, H., op. cit., nota 18, p. 10.
31 Garrigues, Contratos..., cit., nota 20. El énfasis es nuestro.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 623

V. CONCEPTO

Para tener una idea clara de la institución que examinamos,


requerimos manejar un concepto lo más acabado y exacto posible,
aunque sea descriptivo. Al respecto, la doctrina nos proporciona
varios.32
Por una parte, podemos entender que aval sea un acto por el
cual una persona que no está obligada por concepto alguno a
pagar un titulovalor, acepta hacerlo, para garantizar la responsabi-
lidad de uno de los obligados, librador, girador, suscriptor o endo-
sante.33
Por otro lado, nos parece acertado concebir a esta figura como
un acto unilateral de voluntad no recepticio de garantía, conferido
por escrito en el titulovalor o en hoja adherida a él, vinculado a
una obligación cartácea formalmente válida, que convierte a quien
la otorga en responsable cambiario de pagar el documento.34

1. Noción del aval según el Reglamento Uniforme de La Haya


y las Convenciones Uniformes de Ginebra: países que la adoptan

Tanto el Reglamento Uniforme de La Haya como las Conven-


ciones Uniformes de Ginebra de 1930 y 1931 ya regulan esta
garantía cambiaria considerando que la letra de cambio es un
titulovalor, es decir, un documento necesario para legitimar el ejer-
cicio del derecho literal y autónomo incorporado en él, y el aval
una garantía típicamente cambiaria que se otorga por escrito en el
documento mismo o en hoja adherida a él, por el importe total
o parcial del título. De ahí se infiere que:
32 ‘‘Fianza de carácter cambiario que se otorga en un título de crédito con respecto a las
obligaciones que de él dimanan’’, Pallares, E., Títulos de crédito en general, letra de cambio, cheque
y pagaré, México, Botas, 1952, p. 210. Nos pertenece lo subrayado. Es ‘‘El afianzamiento de
una letra de cambio dado por un tercero, quien queda obligado á pagarla en caso de no
hacerlo aquel contra quien viene librada’’, Escriche, voz ‘‘aval’’, Diccionario razonado de legis-
lación civil, penal, comercial y forense, México, UNAM, edición facsimilar, 1993.
33 Cfr. Fuzier-Herman et al., voz ‘‘aval’’, Répertoire général alphabétique du droit français, París,
L. Larose et Forcel, 1890, t. VI. La traducción es de nuestra incumbencia.
34 Alegría, H., op. cit., nota 18, p. 12.
624 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

• El aval tiene un régimen propio y diferente a la fianza, y


como todo lo cambiario ----por el principio de literalidad----
debe constar en el título (directamente, o porque la ley se
encargue de integrar o presumir ciertas menciones).
• El aval no respalda la obligación de una persona deter-
minada sino deviene una garantía objetiva del pago total o
parcial del documento, argumento por el cual no puede
limitarse a tiempo, caso o persona, por tanto no está sujeto a
condición alguna.
• No procede el beneficio de excusión, ya que la obligación
del avalista es autónoma, y su validez y la legitimación
de los acreedores cambiarios no está subordinada a dili-
gencias o trámites previos.
Bastantes países iberoamericanos recogen esta opinión en su le-
gislación: Argentina (artículos 32-34 del decreto 5.965/63), Brasil
(artículos 30-32 del decreto 57.663), Colombia (artículos 633-638
del CCo.), Costa Rica (artículos 755-757 del CCo.), Ecuador (ar-
tículos 438-440 del CCo.), El Salvador (artículos 725-731 del
CCo.), Guatemala (artículos 440-405), Honduras (artículos 526-533
del CCo.), México (artículos 109-116, LTOC), Nicaragua (artículos
128-130 de la Ley General de Títulos-Valores), Perú (artículos 85-
88 de la Ley 16.587/67) y Venezuela (artículos 438-440 del CCo).

2. Noción del aval según la Convención de las Naciones Unidas


sobre Letras de Cambio Internacionales y Pagarés Internacionales

Los artículos 46 a 48, cuyo objeto es la responsabilidad del


garante (avalista), constituyen un solución novedosa y reciente, ob-
tenida en los últimos días de la sesión final de los trabajos de la
Comisión. En efecto, representa un esfuerzo tendente a reconciliar
posturas muy encontradas, que sorpresivamente se manifestaron
sólo en la etapa conclusiva de los trabajos.
La diferencia basilar proviene del hecho de que el Civil Law ha
desarrollado el concepto de una garantía autónoma regulada por el
derecho cambiario y no por las normas generales en materia de
garantías, mientras que en el Common Law los principios generales
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 625

en materia de garantía permanecen ----por lo general---- aplicables


también al avalista de un título de crédito. Ambas garantías di-
fieren también respecto a las excepciones que un garante puede
oponer a un tenedor protegido.
La convención particulariza dos categorías de garantes: una ins-
pirada en el sistema ginebrino y la otra en el angloamericano, a
través de expresiones que ya están en uso en los dos sistemas
(artículos 46.3, 47.4b). De este modo, se ha evitado aquella trampa
que se habría verificado con el uso de expresiones familiares a las que
se atribuyesen consecuencias jurídicas diversas y nuevas.35
Quien intente prestar una garantía, debe manifestar su voluntad
de acuerdo con las formalidades prescritas por la convención:
• Insertando en el título las expresiones avalada, bueno por
aval, válido como aval o similares (artículo 46.3).
• O bien, las fórmulas garantizada, pago garantizado, cobro ga-
rantizado o semejantes (artículo 47.4.b).
La garantía ha de escribirse en el título o en hoja adherida a
éste (artículo 46.2). Además, la hipótesis de una garantía por acto
separado no se reguló aquí.
Por otra parte, la garantía debe otorgarse mediante la sola firma
estampada en el anverso del documento. Además, se presume que
una firma en la cara anterior del título, distinta de la del suscrip-
tor, girador o girado, constituye una garantía (artículo 46.4). En
este supuesto, la firma obliga como si se tratase de un pago ga-
rantizado (artículo 47.4.d); si en cambio, la firma es la de un
banco o de otra institución financiera, ésta se obliga como si se
tratase de un aval (artículo 47.4.e).
Aquí también se puede garantizar toda o una parte del importe
del título. Puede garantirse a cualquier obligado o al girado, aun
cuando el título no se haya aceptado (artículo 46.1). Además, debe

35 Cfr. Hermann, G., ‘‘International Bills of Exchange and Promissory Notes: Legal Pro-
blems and Disparities Overcome by New United Nations Convention’’, Studies in Trasnational
Economic Law, vol. I: The Law of International Trade Finance, Boston, N. Horn, 1989, pp. 268
y 269. Según el gobierno español, por el contrario, la fijación de reglas duales estaría en
conflicto con el fin de unificación de la materia por parte de la convención: véase UNCI-
TRAL, Yearbook, vol. XIX, 1988, pp. 198 y 199.
626 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

indicarse la persona por la que se sale garante; en otro tiempo,


se entiende garantizado el aceptante o el librado en el caso de la
letra, o suscriptor en el caso del pagaré (artículo 46.5).36
Desde luego, la garantía puede prestarla un obligado cambiario
o un tercero (artículo 46.1 in fine).
El título puede garantirse antes que la persona garantizada haya
suscrito el documento o cuando éste estaba incompleto. En tal
caso, el garante (avalista) no podrá excepcionarse por dicho motivo
(artículo 46.6).
El artículo 47.1 establece que la responsabilidad del avalista es
de la misma naturaleza que la del avalado; por lo que la obliga-
ción del avalista será principal o secundaria dependiendo de si el
garantizado es obligado principal o secundario.

3. Noción del aval según la Negotiable Instruments Law (NIL)


y el Uniform Commercial Code (UCC)

En el régimen cambiario estadounidense no existe el aval como


lo entiende la Convención Uniforme de Ginebra, sin embargo,
valiéndose de ciertas modalidades del endoso, de la parte por aco-
modamiento o a través del contrato de garantía, se arriba a re-
sultados parecidos.
La sección 29 de la NIL reguló la parte por acomodamiento que
Panamá adoptó en el artículo 29 de la Ley 52 sobre Documentos
Negociables en donde expresa:

Parte por acomodación será la que haya firmado el documento como


otorgante, expedidor, aceptante o endosantes sin haber recibido valor
alguno por el mismo y con el propósito de prestar su nombre a otra persona.
En tal caso, se hará responsable del documento ante el tenedor por
valor, no obstante el hecho de que dicho tenedor, al tiempo de
tomar el documento, supiera que aquella era únicamente parte por
acomodación. 37

36 Conviene subrayar que en el caso de la letra de cambio, la regulación se ha distan-


ciado de la correspondiente norma ginebrina que, a falta de indicación específica, consideró
que el aval se otorgaba por el librador y no por el librado.
37 El artículo 31 de la abrogada Ley 46 de 1923 de Instrumentos Negociables de Co-
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 627

Por otra parte, la NIL se incorporó, con bastantes modificacio-


nes, en el UCC, en las secciones 3-415 y 3-416 las cuales se
ocupan del aval.
Como ya dijimos antes, en el sistema estadounidense el aval
halla su equivalente en algunas formas irregulares del endoso.
Mientras en gran parte de Iberoamérica se considera como firma
por aval a una firma a la que no puede darse una significación
precisa (p. e., artículo 111, in fine, LTOC), en la NIL dicha va-
cilación se resuelve como la firma de un endosante; así lo regula
la ley cambiaria de Panamá (artículo 17): ‘‘A menos que el ins-
trumento [el titulovalor] indique claramente la calidad en que una
firma ha sido colocada, dicha firma se tendrá como un endoso’’
(equivalente a la sección 3-402 del UCC). ‘‘Un endoso que no
esté en la cadena del título demuestra que lo es por acomoda-
miento’’ (equivalente a la sección 3-415, 4 del UCC).
Según este sistema, el avalista, es decir, la parte por acomoda-
miento, no se obliga para con el avalado (la parte acomodada), y
si paga, puede repetir contra éste (sección 3-415, 5 del UCC).
La ley cambiaria panameña es la única legislación iberoameri-
cana que sigue, en este renglón, a la NIL.

VI. RASGOS DISTINTIVOS DEL AVAL

Diversas son las características que distinguen al aval. Efectiva-


mente, se trata de una garantía cambiaria, unilateral, no recepti-
cia; abstracta, formal y escrita; espontánea e independiente; puede
ser parcial, y configura un derecho literal y autónomo. 38

lombia indicaba: ‘‘Se llama parte por acomodamiento a la que firma el instrumento como otor-
gante, girador, aceptante o endosante, sin recibir valor alguno por ello, con el propósito de
prestar su firma a otra persona. Dicha parte es obligada según el instrumento a favor del
tenedor por valor, aunque éste a tiempo de tomarlo haya sabido que aquél no era sino una
parte por acomodamiento’’.
38 Para mayor información sobre estas características, consúltese Alegría, H., op. cit.,
nota 18, pp. 18 y ss.
628 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

1. Garantía cambiaria

Esta cualidad implica que el aval está separado de aquellos ac-


tos cuya finalidad es cumplir funciones cambiarias principales cla-
ramente distintas (p. e., para la creación del título, la emisión;
para su circulación, el endoso; para su satisfacción, la aceptación);
significa, además, que el aval no se origina como resultado de
dichas negociaciones sino como acto espontáneo, extraño a la cir-
culación del documento y completamente eventual. Ahora bien,
cuando se afirma esta característica del aval se está haciendo re-
ferencia a diversas situaciones: Los títulos cambiarios son los únicos que
consienten el aval. Se trata, pues, de una peculiaridad de dichos tí-
tulos no aplicable a otros, aun cuando estén circulando o reporten
algunas semejanzas con los cambiarios.
Con relación a este punto, nuestro máximo tribunal tiene cri-
terios encontrados, ya que unos consideran que el aval no cons-
tituye una institución de garantía exclusiva de los titulosvalor,
mientras que otros estiman que sí es una prerrogativa de dichos
documentos. He aquí las ejecutorias:

AVAL. CONSTITUYE UNA INSTITUCIÓN DE GARANTÍA EXCLUSIVA DE


LOS TÍTULOS DE CRÉDITO . El aval es una institución jurídica de
garantía exclusiva de los títulos de crédito, ya que de acuerdo con lo
dispuesto por los artículos 109 y 116 de la Ley General de Títulos
y Operaciones de Crédito, mediante el aval se garantiza en todo
o en parte el pago de los títulos de crédito, quedando el avalista
como obligado solidario de aquél cuya firma ha garantizado. Co-
rrobora lo anterior, el hecho de que las obligaciones de carácter
civil o mercantil que no deriven de un título de crédito, admiten ser
garantizadas en su pago, por un tercero, a través del contrato de fianza
a que se refiere el artículo 2794 del Código Civil para el Distrito
Federal, o bien mediante la figura jurídica de la solidaridad pasiva
de conformidad con los numerales 1987, 1988 y 1989 del código
en cita, la cual no se presume, por lo que debe hacerse constar
expresamente. Consecuentemente, carece de sustento legal la afirmación
del tribunal de segundo grado consistente en que el aval tiene apli-
cación a cualquier relación jurídica civil o mercantil (SJF y su Gaceta, 9a.
época, t. II, p. 475, I.5o C. 10C, agosto de 1995, A. D. 2865/95.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 629

Marcos Zonana Achar. 15 de junio de 1995. Quinto Tribunal Co-


legiado en Materia Civil del Primer Circuito. Énfasis añadido).
AVAL. NO CONSTITUYE UNA INSTITUCIÓN DE GARANTÍA EXCLU-
SIVA DE LOS TÍTULOS DE CRÉDITO. Cuando en un contrato de
crédito de habilitación un acreditado otorgó, entre otras garantías,
el aval de una persona, quien asumió ese carácter al suscribir el
contrato, así como el pagaré correlativo que guarda relación con ese contrato,
debe tenérsele como obligado solidario, porque si bien el aval es
una institución propia de los títulos de crédito, en términos del artículo
109 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, no
hay precepto legal que prohíba adquirir esa calidad de aval res-
pecto de un contrato de habilitación y, por el contrario, en materia
mercantil el artículo 78 del Código de Comercio otorga a la vo-
luntad de las partes la norma suprema en los contratos, al estable-
cer que cada uno se obliga en los términos que aparezca que quiso
obligarse; de modo que esa institución del aval en el contrato de habili-
tación implica que el suscriptor con ese carácter adquiere el de obligado soli-
dario, en términos de los artículos 1984, 1987, 1988 1989 del Có-
digo Civil para el Distrito Federal, de aplicación supletoria al de
Comercio, conforme al artículo 2o. de este último. Luego, la insti-
tución del aval, aunque está prevista para los títulos de crédito, cuando se
utiliza en algún otro contrato, debe interpretarse en el contexto del documento
y considerarse que en realidad es un obligado solidario, quien prestó su
voluntad al suscribir el acto jurídico, y no puede desconocer en un
juicio su obligación solidaria, porque falta a la buena fe, ni el ór-
gano jurisdiccional puede eximirlo de la obligación por ser una
cuestión formal que no puede motivar la inexistencia ni nulidad de
su obligación contraída. (SJF y su Gaceta, 9a. época, t. XIV, Tri-
bunales Colegiados de Circuito, p. 1198, I.3o C.235C, agosto de
2001. A. D. 9423/2000. Grupo Albri, S. A. de C. V. y otros. 19
de mayo de 2001. Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del
Primer Circuito. Énfasis añadido).

Posteriormente, esta contradicción de criterios se resolvió así:

AVAL. AL CONSTITUIR UNA GARANTÍA MERCANTIL DE APLICACIÓN


EXCLUSIVA A LOS TÍTULOS DE CRÉDITO, A QUIEN ASÍ SE OBLIGUE
EN UN CONTRATO MERCANTIL, DEBE TENÉRSELE, CONFORME A LA
NATURALEZA Y OBJETO DE ESTE TIPO DE CONTRATOS, COMO FIA-
630 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

DOR, SALVO QUE DE LA INTERPRETACIÓN DE SUS CLÁUSULAS PUE-


DA DERIVARSE OTRO INSTITUTO DE GARANTÍA . En nuestro sistema
jurídico, la figura del aval encuentra su regulación en los artículos
109 a 116 de la Ley General Títulos y Operaciones de Crédito,
correspondientes al título primero, capítulo segundo, denominado
‘‘De la letra de cambio’’; así, esta institución se halla prevista y
regulada como una garantía de tipo cambiario, por lo que su aplicación
es exclusiva a los títulos de crédito. Ahora bien, cuando el empleo de la
palabra ‘‘aval’’ aparece como una especie de cobertura económica para garantizar
un negocio distinto de la letra de cambio u otro título de crédito, esta cir-
cunstancia debe atribuirse al desconocimiento jurídico de las partes
respecto del peculiar régimen legal que posee ese instituto de ga-
rantía en materia mercantil, por lo que cuando quede evidenciada
esta falta de técnica jurídica en la redacción de los contratos, el
juzgador deberá acudir a la interpretación del documento en su
conjunto, pues el uso equívoco del término ‘‘aval’’ no debe frustrar la
intención real de las partes ni ser el vehículo para liberar de responsa-
bilidad, libremente asumida, a uno de los contratantes, por lo que
atento a las reglas de interpretación contractual contenidas en el Código Civil
Federal, de aplicación supletoria, las cuales privilegian la verdadera intención
de las partes sobre el empleo equívoco de las palabras, si alguna cláusula en
los contratos admitiese diversos sentidos, deberá entenderse el más adecuado para
que produzca efectos, y si algún término tuviere diversas acepciones, será en-
tendido en aquel que sea más conforme con la naturaleza y el objeto del contrato.
En este sentido, esta Primera Sala estima que en estos casos el ins-
tituto de garantía más conforme con la naturaleza y objeto de los
contratos mercantiles, así como con la intención real de las partes, salvo que
pueda derivarse otro sentido de las cláusulas del contrato en cues-
tión, es el instituto de la fianza (Contradicción de tesis 73/2001-PS.
Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Tercero y
Quinto, ambos en Materia Civil del Primer Circuito. 20 de marzo
de 2002. Mayoría de cuatro votos. Disidente: Olga Sánchez Cor-
dero de García Villegas. Ponente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Te-
sis de jurisprudencia 24/2002. Aprobada por la Primera Sala de
este Alto Tribunal, en sesión de veinte de marzo de dos mil dos,
por mayoría de cuatro votos. SJF y su Gaceta, 9a. época, t. XVI,
Pleno y Salas, p. 15, 1a./J.24/2002. Julio de 2002. El énfasis es
ajeno al dictamen).
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 631

El aval constituye una obligación cambiaria. Indudablemente que se


trata de una responsabilidad cuyo marco normativo está claramen-
te definido, ya que surge de una relación precisamente de tipo
cambiario regulada específicamente por la Ley de Títulos de Cré-
dito (artículos 109-116, LTOC).
Toda garantía de un título cambiario no necesariamente es un aval. Al
respecto, conviene tener presente que las obligaciones incorporadas
a un título cambiario (emisión, aceptación, endoso, etcétera) per-
miten cualquier tipo de garantías de las conocidas en el derecho.
En efecto, la obligación emergente de un endoso puede garanti-
zarse, por ejemplo, con hipoteca (garantía real) o con fianza
(garantía personal). De esta forma, resulta claro que no toda ga-
rantía de una obligación cambiaria es una garantía cambiaria. De
ahí que el aval deviene la garantía cambiaria por antonomasia,
cuya función primordial es precisamente garantizar el pago del do-
cumento. 39
La esencia del aval es propia y de verdad cambiaria, y por ende
genera la solidaridad y beneficia a cualquier tenedor del título.

2. Acto unilateral y no recepticio

En la doctrina, quienes optan por el término acto unilateral con-


sideran que la literalidad, autonomía y abstracción de los titulos-
valor elimina, frente a terceros, las defensas que se sustenten en
la inexistencia de discernimiento libre o de la causa, por lo que
resulta jurídicamente trascendente para crear responsabilidad la
existencia material del acto cambiario, aun cuando le falte la causa
o existieren vicios en la voluntad del avalista.40
Dicho pronunciamiento voluntario deviene incondicional, irre-
vocable, y obliga por la sola manifestación externa de su existencia
jurídica ante cualquier tenedor determinado o determinable.41

39 Ibidem, pp. 19-21. El aval, además de ser garantía, es un acto jurídico, unilateral,
abstracto y completo, de naturaleza cambiaria; Zavala Rodríguez, C. J., op. cit., nota 19, p.
382. La jurisprudencia arriba citada que resuelve la contradicción de tesis es también apli-
cable en este caso.
40 Alegría H., op. cit., nota 18, p. 3.
41 Ibidem, p. 12.
632 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

No recepticio. Esto significa que no necesita aceptarse para gene-


rar todos sus efectos. Este carácter excluye, pues, considerar el
aval como un contrato.

3. De garantía

Esta característica se refiere precisamente a su desvinculación


sustancial con los actos cambiarios cuyo fin es desempeñar fun-
ciones cambiarias principales distintas (para la circulación del título,
el endoso; para su satisfacción, la aceptación), y a que el aval no
surge como consecuencia de tales transacciones, sino por un acto
espontáneo, ajeno al curso natural del título de crédito y comple-
tamente casual.42

4. Abstracta

Es de explorado derecho que al tratarse de un acto cambiario,


la obligación que nace es abstracta, esto es, que prescinde de la
causa en su relación circulatoria. Además, la calificación de ga-
rantía personal se fundamenta en la añadidura de un nuevo sujeto
a un ligamen objetivo previo y no al nexo personal entre avalista
y avalado. Efectivamente, el aval, cual garantía objetiva, no se
vincula con la persona ni con la obligación avalada, sino que sen-
cillamente es una garantía del pago de una obligación que obje-
tivamente emerge del título. De modo que la abstracción del aval
es idéntica a las demás obligaciones cambiarias, puesto que éste
da vida justamente a una relación cartácea de esa calidad, inde-
pendiente, diferente.43

42 Ibidem, p. 14.
43 Ibidem, pp. 25-29.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 633

5. Formal y escrita

Todo acto jurídico, enseñaba Betti,44 tiene forma y la escritura


es una de ellas, es un medio de exteriorización. El requisito de
la forma es importante, pues, porque toda obligación cambiaria
es necesariamente por escrito. De aquí que esta figura devenga
acto formal, ya que la forma exigida por la ley es irremplazable,
por lo que la escritura deviene primordial en el surgimiento del
acto. Como exigencia formal basta, pues, la firma.45 Eventualmen-
te, una indicación especial: por aval u otra similar.
Así que la inexistencia de dicho requerimiento da como resul-
tado que no se configure el aval aunque se compruebe la intención
de prestarlo (artículo 111, LTOC).
Al respecto, tenemos pronunciamiento de la Suprema Corte que
ratifica lo antes expresado:

LETRA DE CAMBIO. FIRMA EN BLANCO EN EL REVERSO DE LA, DE


SU BENEFICIARIO. NO PUEDE TENERSE COMO DE AVALISTA. El ar-
tículo 111 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito
establece que el aval debe constar en la letra o en hoja que se le
adhiera; que se expresará con la fórmula ‘‘por aval’’ u otra equivalente
y que debe llevar la firma de quien la presta; que la sola firma puesta
en la letra, cuando no se le pueda atribuir otro significado, se tendrá
como aval. En la parte final de este artículo se presume el aval, pero
queda condicionada la presunción a que la firma no se le pueda
atribuir otro significado, circunstancia ésta que no se da en el su-
puesto de que la firma en blanco sea la de la beneficiaria de las
letras, pues no es posible que la propia beneficiaria resulte avalista
de su deudor, y en cambio sí es de presumirse fundamentalmente
que las firmas que aparecen al dorso de las letras mencionadas,
sean para los efectos de endoso (SJF, 7a. época, vol. 69, sexta
parte, p. 47. A. D.377/74. Carmen Vargas Viuda de Reyes. 30
de septiembre de 1974. Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Primer Circuito. Visible también en el Informe de 1974, p. 153,

44 Betti, Teoría general del negocio jurídico, 2a. ed., Madrid, Revista de Derecho Privado,
1959, pp. 202-203.
45 Alegría H., op. cit., nota 18, pp. 29-32.
634 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

bajo el rubro: FIRMA EN BLANCO EN EL REVERSO DE LA LETRA DE


CAMBIO DE SU BENEFICIARIO. NO PUEDE TENERSE COMO DE AVA-
LISTA Énfasis agregado).
AVAL. Indudablemente una persona puede obligarse de modo
verbal a pagar una letra de cambio; pero este compromiso no cons-
tituye un aval, cuya existencia requiere la prueba escrita, que se exige
ad solemnitatem y no ad probationem, y aun cuando es usual poner las
palabras ‘‘bueno por aval’’ o ‘‘bueno por’’, también lo es que basta
la firma, según opinión de todos los autores (SJF, 5a. época, t. XL,
p. 3097. ACD. 4259/1931, Fox William S. 7 de abril de 1934.
Énfasis añadido).

6. Espontánea

El aval es un acto espontáneo precisamente porque su objetivo


sustancial es garantizar. En otros actos cambiarios, la garantía pue-
de existir, pero ésta surge como un acto reflejo sin llegar a ser la
finalidad más relevante.

7. Independiente

Conceptuar al aval como una obligación cambiaria distinta im-


plica caracterizarlo también como independiente. Por tal motivo,
la ley coherentemente instaura la validez del aval, aunque la obli-
gación avalada devenga nula, salvo que dicha nulidad sea pura-
mente formal (artículo 114, LTOC).

8. Puede ser parcial

Al igual que la aceptación, el aval también puede fragmentarse


(artículo 109, LTOC). Dicha característica le es propia y hay que
subrayarla, puesto que se sirve de una obligación cambiaria ya
existente, la cual permite que sobre ella surja otra de menor en-
tidad para reforzarla.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 635

9. Constituye derecho autónomo

El derecho proveniente de la obligación del avalista es autóno-


mo en el sentido de que cada nuevo titular de buena fe se con-
sidera originario, por ende, no está sujeto a las defensas personales
de sus predecesores. Tan cierto es esto que si la obligación ga-
rantizada es nula, el aval no se ve afectado, deviene válido (ar-
tículo 114, LTOC). Así que los principios generales cambiarios
que rigen la autonomía (artículo 12, LTOC) propia de los docu-
mentos cartulares, se aplican cabalmente respecto del derecho asig-
nado por el aval. 46

10. Literal

Esta peculiaridad de los títulos también se aplica completamente


al derecho que surge del aval, con todos los efectos particulares
que produce.

11. Comercial

El aval como negociación acoplable a los títulos cambiarios es un


acto de comercio por su forma; y como acto formal es siempre mer-
cantil o comercial. La mercantilidad de esta figura tiene conse-
cuencias sobre su regulación, pues en todos sus efectos se encuen-
tra sujeta a la ley y jurisdicción comerciales (artículos 1o., LTOC,
y 75, frs. XIX y XX, en relación con el artículo 1050 del CCo.)

VII. EL AVAL Y LAS FIGURAS LIMÍTROFES

Hay varias figuras que colindan con el aval. La fianza es una


de las que más se le asemeja y la que ha motivado confusión y
polémica. Lo anterior reclama, pues, establecer las diferencias que
perfilan la garantía cambiaria típica.

46 Vivante, Tratado de derecho mercantil, Madrid, Reus, 1936, t. III, p. 137; Gualtieri y
Winizky, Títulos circulatorios, 4a. ed., Buenos Aires, Víctor P. de Zavalía Ed., 1974, p. 67.
Alegría H., op. cit., nota 18, p. 37.
636 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

1. El aval y la fianza

Durante bastante tiempo el aval fue considerado como fianza


(cautionement), lo cual es explicable por el gran peso de la vieja doc-
trina francesa47 que fue consecuentado por las distintas legislaciones
que la imitaron.48 Como obligación de garantía personal, el aval se
aproxima, pues, a la fianza: ambas desempeñan idéntica función eco-
nómica, difieren en la estructura jurídica. Se habla, por tanto, de la
fianza como de una obligación sustancialmente accesoria, y del aval
como de una obligación formalmente accesoria, pero materialmente autó-
noma. La diferencia entre la estructura de la obligación de la fianza
y la del aval es tal, que cuando el aval es nulo, no sobrevive para
el avalista obligación alguna extracambiaria. En efecto, de su firma
deriva la voluntad de asumir una obligación cambiaria de garantía,
y no más; nunca, la voluntad de prestar una fianza. 49 Señalamos,
ahora, las diferencias que existen entrambas: 50

a) El aval garantiza únicamente obligaciones cambiarias (artículos


46, CI; 109, LTOC, y 32 de la Ley Cambiaria Argentina
----LCA----); efectivamente se trata de una obligación abstracta y
literal. La fianza puede referirse a obligaciones de cualquier
tipo (artículo 2797 del Código Civil Federal mexicano ----CCF----)
y emana de un contrato (artículo 2794, CCF).
b) Aunque ambas aseguran el cumplimiento de deudas pecunia-
rias, el aval es obligación autónoma materialmente (artículo
114, LTOC); mientras que la fianza es accesoria de otra prin-
cipal, como previene el artículo 2797, del CCF ----la fianza
no puede constituirse sin una obligación válida---- en relación con

47 Boistel citado por Cámara, H., op. cit., nota 4, p. 124 (nota 81).
48 Vidari, Corso di diritto commerciale, Milán, t. VII, 1905, p. 683, citado por Cámara, H.,
op. cit., nota 4, p. 124. Vidari fue uno de los que en Italia defendió con mucha energía esta
postura. En el mismo sentido, el CCo. de Bolivia declara que el aval es una fianza otorgada
por un tercero para el pago de la letra de cambio en el caso de que no la atienda el girado
(artículo 409). El CCo. de Chile claramente expresa que el aval afianza solidariamente el
pago de la letra de cambio (artículo 680).
49 Bianchi, op. cit., nota 4, p. 77.
50 Esta distinción está confirmada por nuestro máximo tribunal: Diferencias de aval con
el contrato de fianza civil, véase Informe, 1963, 3a. Sala, p. 29.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 637

los artículos 2032, 2796, 2799, 2842, 2847 del CCF. Esto
significa que el aval consigna dos obligaciones distintas con dos
deudores, y la fianza sólo una obligación pero con dos res-
ponsables.
c) El aval es un acto formal, pues debe constituirse por escrito
en el título mismo o en hoja adherida a éste, además, debe
estamparse la firma del avalista (artículo 111, LTOC). La
fianza común normalmente es consensual. Al respecto, hay
una ejecutoria que establece:

AVAL. Indudablemente una persona puede obligarse de modo verbal


a pagar una letra de cambio; pero este compromiso no constituye un
aval, cuya existencia requiere la prueba escrita, que se exige ad solemni-
natem y no ad probationem, y aun cuando es usual poner las palabras
‘‘bueno por aval o ‘‘bueno por’’, también lo es que basta la firma,
según opinión de todos los autores (SJF, 5a. época, t. XL, 3098.
Por el mismo tenor, ENDOSO Y AVAL. Id. Énfasis nuestro).

d) El aval es siempre mercantil, ya que deviene acto de comercio


(artículo 1o., particularmente el parágrafo 2o., LTOC, rela-
cionado con el artículo 75, frs. XIX, XX y XXIV, del CCo.).
La fianza sigue la naturaleza de la obligación garantizada
(artículos 2797, 2799, CCF).
e) El avalista, al convertirse en deudor cambiario, deviene por ley
obligado solidario con el avalado (artículo 114 relacionado con el
artículo 4o., 154, LTOC; 2000, CC), no admite, pues, el be-
neficio de la división; en el derecho común no siempre sucede
esto, puede haber fiadores no solidarios, ya que la ‘‘solidari-
dad no se presume, resulta de la ley o de la voluntad de las
partes’’ (artículos 1987, 1988, 1989, 2827, 2837-2841, CCF).
f) El aval persiste y produce sus efectos legales aunque la obli-
gación del avalado sea nula (artículos 12 y 114, LTOC), lo
cual no acontece con la fianza civil, pues tal vicio en la obli-
gación afianzada afecta la fianza, convirtiéndola en nula o
anulable (salvo cuando la anulabilidad devenga por incapa-
cidad del deudor principal, artículo 637, CCF). Efectivamen-
te, en la fianza civil si la obligación principal está afectada
638 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

de nulidad absoluta, la fianza también se verá afectada (ar-


tículo 2813, CCF). En cambio, una obligación perjudicada
por nulidad relativa, admite la fianza. Ello significa que ex-
tinguida la obligación subsiste la fianza (artículo 637; 2797,
segunda parte, en relación con el artículos 1841, pfos. 2 y
3; 2230, CCF).
Una tesis de los tribunales colegiados de circuito resúltanos
muy oportuna, ya que confirma dicha aseveración:

AVAL. LA OBLIGACIÓN INSERTA EN EL TÍTULO SUBSISTE, AUN CUAN-


DO LA FIRMA DEL OBLIGADO PRINCIPAL SEA FALSA O SE INVALIDE
POR TRATARSE DE UNA PERSONA INCAPAZ (LEY GENERAL DE TÍTU-
LOS Y OPERACIONES DE CRÉDITO). El vocablo aval es sinónimo de
fianza, sólo que aplicado al derecho cambiario, pues conforme al
artículo 109 de la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito,
mediante aquella figura se garantiza en todo o en parte la letra de
cambio, precepto que es aplicable al pagaré, en términos del numeral
174 de esa propia ley. Así se puede afirmar que la fianza es al
derecho civil, en tanto que el aval es al derecho cambiario, por el
principio de literalidad consagrado en el propio documento. Por
otra parte, los artículos 12 y 114, del ordenamiento citado, adoptan
en cuanto a la naturaleza jurídica de esa institución, la doctrina
italiana, por la que representa una garantía de carácter objetivo, por-
que el avalista no garantiza que el avalado pagará, sino que el título
será pagado; autónomo, porque como toda obligación cambiaria sub-
siste por sí, independientemente de las otras asumidas en el título
mismo, esto es, la obligación de aquél será válida aun cuando la
firma del obligado principal sea falsa o cuando la misma se invalide
por tratarse de una persona incapaz, por lo cual, los deberes de
uno y otro son distintos e independientes entre sí; formal, porque si
el avalista firma un título de crédito, se responsabiliza cambiaria-
mente sin considerar a la causa intercedendi o la causa por la cual
presta su garantía. En ese contexto, aun cuando se encuentre ple-
namente acreditado que la firma del suscriptor del pagaré es falsa,
la obligación de pago del aval subsiste, no se extingue, dado el
carácter objetivo, autónomo y formal, pues éste no garantiza que aquél
pagará, sino que el pagaré será cubierto51 (SJF y su Gaceta, 9a. época,

51 Véase Sánchez Medal, De los contratos civiles, 3a. ed., México, Porrúa, 1976, pp. 398 y 399.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 639

t. XI, TCC, II.3o C1C, marzo de 2000, p. 970. AD.61/99. Agustín


Ortiz Ledezma. 30 de noviembre de 1999. TERCER TRIBUNAL CO-
LEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL SEGUNDO CIRCUITO. Las cursivas
no vienen en el texto).

g) El aval no deriva de la ley ni de las decisiones de los tribu-


nales, siempre se origina de la voluntad del avalista (artículo 110,
LTOC), por eso se dice que tiene un valor objetivo, pues el
avalista se obliga a sí mismo, mediante su firma. La fianza
es legal, judicial o voluntaria (artículos 2795, 2850, CCF).
h) El ejercicio de la responsabilidad contra el avalista no exige la
excusión ni la interpelación judicial previa al avalado (artículos 154,
pfo. 2, y 159, LTOC); en la fianza civil sí procede el derecho
de orden, división y excusión previa del deudor principal y
aun entre los cofiadores (artículos 2813-2824, 2822 y 2827,
relacionados con el 1989, CCF; artículo 35, parágrafo 2o.,
CPCDF).52
La Corte Suprema ha fallado acertadamente al declarar
que:

FIADOR. HIPÓTESIS EN QUE NO EXISTE OBLIGACIÓN SOLIDARIA Y MAN-


COMUNADA DESDE SU INTERVENCIÓN INICIAL (LEGISLACIÓN DEL ES-
TADO DE MÉXICO). Ciertamente y de acuerdo con lo dispuesto por
el artículo 2666 del Código Civil para el Estado de México, el
fiador no puede ser compelido a pagar al acreedor sin que previamente sea
reconvenido el deudor principal y se haga la excusión de sus bienes. Lue-
go, de conformidad con tal precepto deviene indiscutible que con-
templa una prerrogativa para quien figure como fiador en un contrato,
estableciéndose ahí los aspectos inherentes a las excepciones de orden y
excusión, las cuales no tendrán lugar solamente en aquellos casos en que
quien tenga ese carácter renuncie expresamente a tales beneficios, según
lo dispuesto por la fracción I del diverso precepto 2668. Por con-
siguiente, si según los términos del contrato de arrendamiento básico

52 Según el Código de Comercio argentino, en la fianza mercantil o comercial no pros-


pera el beneficio de excusión, pero el acreedor debe requerir judicialmente al deudor prin-
cipal con antelación: ‘‘El fiador o fiadores responden solidariamente como el deudor
principal, sin poder invocar el beneficio de división ni el de excusión que nunca se admiten
en materia comercial. Pueden solamente exigir que el acreedor justifique que ha interpelado
judicialmente al deudor’’ (artículo 480).
640 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

de la acción no aparece que el referido fiador renunciara expresamente


a dicha prerrogativa, ante ello inexiste una obligación solidaria y manco-
munada desde un principio derivada de dicha fianza, si aparece úni-
camente su voluntad de constituirse en fiador del arrendatario de-
mandado (SJF y su Gaceta, 9a. época, t. XIV, TCC, II.2o C.245.C.,
agosto 2001, p. 1331. A. D.1255/99. Pedro González Martínez. 15
de agosto de 2000. Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Segundo Circuito. Énfasis adicionado).

i) Los avalistas no pueden esgrimir la excepción de división, pues


son responsables solidarios (artículo 154, LTOC); en cambio,
los fiadores sí pueden invocarla (artículo 2827, en relación
con el artículo 1989, CCF).
j) No se permite que el avalista se valga de las excepciones per-
sonales del avalado, ya que su obligación es independiente y el
derecho del tercero es autónomo (artículo 116 relacionado
con el artículo 114, LTOC); el fiador puede oponer las mis-
mas excepciones que el fiado siempre y cuando no fueren
personales del mismo deudor o del fiador que hizo el pago
(artículo 2838, CCF).
En tesis aislada, la Suprema Corte se ha pronunciado así:

PAGARÉS GARANTIZADOS CON PRENDA. ACCIÓN CAMBIARIA (AVALIS-


TA). Admitido que el pago del pagaré base de la acción se garantizó
con una prenda, la acción cambiaria deducida que se deriva del título
de crédito es autónoma y, por ende, independiente del contrato de
préstamo que le dio origen y del accesorio de prenda, se rige por
lo dispuesto en los artículos 150, 151, 152 y 157, en relación con
el 174 de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito, por tanto,
quien suscribió como avalista el pagaré, quedó obligado directamente a
su pago (SJF, 6a. época, vol. IV, p. 150. A. D. 5651/65. Vicente
Arelle Kuri. 3 de octubre de 1957. Énfasis añadido).

k) La obligación del avalista es directa e independiente (artículos


114-116, LTOC); la del fiador es siempre accesoria (artículo
2797, CCF).53

53 Al respecto, véase ‘‘Fianza, exigibilidad de la. Debe atenderse al carácter accesorio que
guarda respecto de la obligación principal’’, Contradicción de tesis 16/95, 23 de enero de
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 641

l) El avalista que paga tiene acción cambiaria contra el avalado


y los que responden frente a éste; ello implica el ejercicio de
un derecho autónomo y literal, como legítimo portador del tí-
tulo, y es evidente que sus deudores devienen solidarios (ar-
tículo 115, LTOC); el fiador es un acreedor por subrogación
(artículo 2830, CCF) y su repetición no puede prosperar si
no interpuso excepciones que incumbían al deudor principal
o pagó sin ser requerido o dejó de avisar al obligado prin-
cipal (artículos 2832-2834, CCF).
Varios criterios de la corte respaldan este derecho que asis-
te al avalista; cómo muestra bástenos uno:

TÍTULOS DE CRÉDITO. CASO EN QUE ESTÁ LEGITIMADO EL AVALISTA


PARA EJERCER LA ACCIÓN CAMBIARIA DE REGRESO. El aval que tiene en
su poder los pagarés cuyo importe exige y demuestra que liquidó su
valor a la beneficiaria, está legitimado en términos de los artículos
17, 115 y 129 de la Ley General de Títulos y Operaciones de
Crédito, para ejercer en contra del suscriptor y deudor principal la acción
cambiaria de regreso, sin que se requiera que la beneficiaria original endose
en propiedad los títulos de crédito a favor del aval, habida cuenta
que el solo hecho de que éste los tenga en su poder autoriza a presumir
que los pagó a aquélla, presunción que se robustece con la constancia
que en tal sentido se le extienda (SJF, 8a. época, t. XIV, Pleno,
Salas y TCC, XI, 1o. 219 C, noviembre de 1994, p. 543. AD
307/94. Ricardo Cuesta González, 22 de agosto de 1994. Lo su-
brayado es nuestro).54

1996, Apéndice al SJF 1917-2000, t. IV., o en SJF y su Gaceta, 9a. época, febrero de 1996,
pleno, tesis 6/96, subrayado nuestro.
54 Otras tesis en el mismo sentido: ‘‘Acción cambiaria. La tiene el avalista contra el
avalado y contra los que están obligados para con éste en virtud de la letra, aun cuando
no conste en el documento la razón del pago hecho por aquél’’ (A. D. 878/54/2a., Enrique
Centeno B., 23 de diciembre de 1954, suplemento de 1956, 16) ‘‘Títulos de crédito. Avalista,
Caso en que tiene legitimación. Si el avalista tiene en su poder el título base de la acción
y además ofrece pruebas que demuestran que cubrió oportunamente el documento a la
beneficiaria original, debe estimarse que está legitimado para ejercitar válidamente en contra
del avalado la acción cambiaria’’ (A. D. 6204/76., Manuel Morales Hernández, 8 de julio
de 1977, Informe 1977, Tercera Sala, p. 151).
642 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

m) El aval no puede estar sujeto a condición; la fianza la admite


(artículo 2835, CCF).
n) El aval es irrevocable (principio que se infiere del artículo
114, LTOC); el fiador puede retractarse en ciertos casos (ar-
tículo 2836, CCF).
o) El aval tiene como referente una operación cambiaria determinada
(artículos 110, 112 y 113, LTOC); la fianza puede vincularse
a operaciones futuras e indeterminadas, hasta una suma cier-
ta o incierta (artículo 2798, CCF).
p) En ocasiones, la ley presume que el aval existe (artículos 111, 2a.
parte, y 113, LTOC); la fianza no admite presunción alguna
(artículo 2795, contrario sensu).
Al respecto, existe un parecer de la Corte Suprema que
confirma lo dicho:

ENDOSO. NATURALEZA Y EFECTOS. El endoso y el aval pueden re-


sultar de una simple firma, y por tanto habrá que preguntarse, al-
gunas veces, cuál es el concepto de una firma que se encuentra sin
explicación en una letra de cambio. La situación del avalista y del endo-
sante pueden ser muy diferentes, y la cuestión debe resolverse según
circunstancias, y si la firma está en el anverso del título, cerca de la
del librador o de la del aceptante, no puede ser sino un aval, si está en
el reverso, es necesario saber si hubo anteriormente un endoso a favor
del firmante, y entonces es un endoso en blanco, en caso contrario, es
un aval. Teoría que está de acuerdo con los preceptos del Código
de Comercio, que dicen que en las convenciones mercantiles, cada
uno se obliga en la manera y términos que quiso obligarse, sin que
la validez del acto dependa de la observancia de formalidades o
requisitos determinados; de modo que para la constitución de el aval,
no es necesario forma especial alguna, bastando con que aparezca la firma
junto con la del aceptante, para constituir al firmante, solidariamente res-
ponsable del importe de la letra (SJF, 5a. época, t. XL, p. 3097. Lo
subrayado nos incumbe).

q) El aval no admite relevo de su garantía (no hay precepto que lo


permita); el fiador sí lo acepta (artículo 2836, CCF).
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 643

r) El aval surge mediante declaración cartular (artículo 109,


LTOC); la fianza puede derivar de un convenio, de la ley o
de providencia judicial (artículo 2795, CCF).
s) Si el avalista deviene insolvente, el portador del título no
puede solicitar un substituto (no hay precepto que lo regule);
en la fianza es posible suplantarlo (artículo 2804, CCF) o si
se trata de cofiadores, la parte correspondiente del insolvente se
prorratea entre los demás que tengan la solvencia (artículo
2837, parágrafo 2o., CCF).55

Finalmente, traemos a colación la interrogante que plantea la


doctrina de si la autonomía del aval impide la aplicación analógica
de la fianza. No repugna a la mente admitir la vigencia de aque-
llos preceptos referidos a la fianza y a los afianzamientos mercan-
tiles, en tanto no contravengan la naturaleza del aval, con funda-
mento en el artículo 2o., fr. IV de la LTOC, ya que ahí se prevé
la aplicación supletoria del Código Civil a los actos y operaciones
regulados por la ley cambiaria; amén de que el argumento por
analogía está claramente consagrado en la fr. XXV del artículo
75 del Código de Comercio para declarar la mercantilidad de los
actos que resulten dudosos.

2. El aval y la aceptación

Aun cuando ambas tienen claramente delineada su función en


la ley, conviene efectuar algunas puntualizaciones:
• La aceptación deviene una obligación principal y propor-
ciona acción directa (artículos 92, 150, fr. I, y 151, LTOC);
el aval puede otorgar acción directa o de regreso, ello de-
pende de si se garantiza una obligación directa o de re-
greso (artículos 151, 160, 174, 196, 228, 247 y 251,
LTOC).

55 Sobre el asunto concursal, existe un interesante criterio de la corte que se titula:


Suspensión de pagos. Esa medida no aprovecha a los avalistas de un pagaré por la empresa
declarada en SJF y su Gaceta, 9a. época, t. IV, agosto de 1996, p. 738.
644 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

• La falta de aceptación impele a tomar algunas providen-


cias y permite accionar anticipadamente contra obligados
en vía de regreso (artículos 92, 102, 150 in fine, 155 y ss.,
LTOC); la inobservancia del aval no produce efecto, dado
que deviene un acto espontáneo o azaroso.
• Para la aceptación, la ley exige cubrir requisitos de tiem-
po, lugar y personas determinadas (artículos 91-101,
LTOC); en el aval no hay tales prevenciones, por su índole
eventual. Como ya lo hemos indicado antes, un firmante
del título o un tercero pueden devenir avalistas (artículo
110, LTOC).
• La aceptación es una figura típica de la letra de cambio,
puesto que no existe para el pagaré y el cheque (artículos
174 y 196, LTOC); el aval puede conferirse a cualquier
documento cambiario (artículo 109, con remisión a los ar-
tículos 174 y 196, LTOC).
• El aceptante no tiene regreso cambiario (artículo 101, pfo. 2o.
in fine, relacionado con los artículos 97, 99 in fine y 151,
LTOC); el avalista aunque devenga obligado directo, siem-
pre conserva el regreso cambiario (artículo 115, LTOC).
Desde luego, encontramos aspectos que son similares, pues tanto
el aval como la aceptación pueden ser parciales (artículos 99, 1a.
parte, y 109, LTOC) y pueden generar acción cambiaria directa
(artículo 151, LTOC). Además, tanto el aval como la aceptación
no admiten la cláusula sin mi responsabilidad.

3. El aval y el endoso
Con respecto a esta distinción hemos de señalar que:
• El endoso porta como objetivo fundamental transferir la le-
gitimación del título, es decir, la idoneidad para el ejercicio del
derecho literal que el documento consigna (artículos 5o. in fine;
17, parágrafo 1o., 1a. parte; 27, 1a. parte; 34, parágrafo 1o.,
1a. parte, LTOC);56 el aval, la garantía (artículo 109, LTOC).

56 La legitimación es la posibilidad de que se ejerza el derecho por el tenedor, aun


cuando no sea en realidad el titular jurídico del derecho conforme a las normas del derecho
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 645

• El endosante ----indiscutiblemente---- participa en la nego-


ciación del documento y en un cierto momento deviene
legitimado; el avalista es extraño a dicha transacción ----aun
cuando puede avalar a un endosante----.
• La ley prevé que el endosante devenga garante cuando
endosa en propiedad (artículo 34, parágrafo 1o., 1a. parte,
LTOC) mas puede liberarse de dicha responsabilidad (ar-
tículo 34, parágrafo 2o., LTOC); mientras que el aval per-
sigue como propósito garantir el pago del título, el cual
una vez otorgado válidamente es irrevocable (artículo 114,
LTOC). Por otra parte, el endoso parcial es nulo (artículo
31, in fine, LTOC); lo cual no sucede con el aval, ya que
se permite conferirlo por una parte del importe del título
(artículo 109 en relación con el artículo 112, LTOC).
• Las condiciones impuestas al endoso se tienen por no es-
critas (artículo 31, LTOC). Tal supuesto no se regula para
el aval, el cual sí puede admitirlas.
• El endoso en blanco es válido en el dorso del documento
(artículo 32, LTOC). La ley valida el aval con la sola
firma en el anverso del título (artículo 111 in fine,
LTOC).57

4. El aval y la aceptación por intervención

Tanto el avalista como el aceptante por intervención son per-


sonas que si bien no tercian en la creación o negociación de un
título, sí se comprometen por un tercero. Por ello es que algunos
autores han encontrado cierto parecido entrambas figuras. En efec-
to, ambas fungen como garantía; pueden llevarse a cabo por ter-
ceros o por otros partícipes en la letra de cambio (excepto el acep-
tante); a falta de indicación de la persona por quien se otorga, se
presume que se efectúa por el aceptante o finalmente por el girador,

común; cfr. Tena, F. de J., Teoría de los títulos de crédito, 3a. ed., México, Porrúa, 1956,
p. 242.
57 A este respecto, vease criterio de la corte arriba citado bajo el título: Endoso. Natu-
raleza y efectos.
646 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

en el caso del aval; y por el girador en el caso de la aceptación


por intervención. Sin embargo, existen claras diferencias entre
ellas:
• La aceptación por intervención significa la falta de verifi-
cación de un acto cambiario necesario (la aceptación) por
lo que intenta evitar el regreso anticipado (artículos 92 y
105, LTOC). La finalidad del aval es, como ya lo hemos
reiterado, garantizar.
• El aceptante por intervención puede aparecer escrito en
el documento (artículo 92, LTOC) y en tal caso, no puede
rehusarse (artículo 103, LTOC). El aval no precisa indi-
cación previa y si se hiciera no produciría ningún efecto
cambiario.
• Sólo un obligado en vía de regreso puede devenir inter-
viniente (artículo 151 in fine, en relación con el artículo
103, LTOC). Toda obligación cambiaria, incluso la acep-
tación, puede ser avalada (artículos 109 y 110, LTOC).
• La intervención necesita avisarse (artículo 107, 1a. parte,
LTOC); el aval no.
• La intervención en la aceptación extingue la acción cam-
biaria (de regreso), por falta de aceptación, contra la per-
sona en cuyo favor se hace y contra los endosantes pos-
teriores y sus avalistas, pero se mantiene contra los
anteriores (artículo 105, LTOC). El aval no genera dicho
efecto.
• La intervención sólo es procedente después de protestado
el título (artículo 102, LTOC); el aval no requiere tal.
• En la intervención, la falta de indicación de la persona
por quien se interviene, la ley presume que es por el gi-
rador (artículo 104, LTOC); en el aval, primero se supone
que es por el aceptante y, en su defecto, por el girador
(artículo 113, LTOC).
• El interviniente tiene acción de regreso contra la persona
por quien pagó y contra los obligados anteriores a ésta
(artículo 136, LTOC); el aval tiene tanto la acción directa
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 647

como la de regreso (artículo 115, LTOC). Todo depende


de la posición que guarde la persona por quien se pagó.

VIII. ELEMENTOS PERSONALES

Avalista, avalado y beneficiario representan los elementos per-


sonales que participan en la institución que examinamos.

1. El avalista

En el derecho cambiario no hay una capacidad jurídica especial,


de ahí que la capacidad del avalista se rige por la doctrina común de
la capacidad en derecho civil y mercantil.58
Ahora bien, ¿qué personas pueden otorgar esta garantía cam-
biaria? ¿tendrá que ser un tercero ajeno a la relación cambiaria
o podrá intervenir con esa calidad un obligado cambiario?
Algunas legislaciones guardaron silencio y suscitaron controver-
sias; otras indicaron que un tercero, ajeno al nexo cambiario; unas
más opinaron que el obligado cambiario, siempre que importara
una tercera obligación.
La posición intermedia radica en que cualquier obligado cam-
biario puede convertirse en avalista, excepto el aceptante y el li-
brador, quienes ya responden hacia todos aquellos respecto de los
cuales deben obligarse mediante aval.59
El criterio imperante se plasmó en la Ley Uniforme ginebrina
(artículo 30, parágrafo 2o.), en la Convención internacional (ar-
tículo 46.1), y en nuestro derecho vigente: ‘‘Puede prestar el aval
quien no ha intervenido en la letra y cualquiera de los signatarios
de ella (artículo 110 LTOC)’’, compatible con la autonomía de
las obligaciones cambiarias y de las diversas posiciones que la mis-
ma persona puede ocupar en la vinculación cambiaria.

58 Valeri, G., ‘‘La capacità cambiaria’’, RDC, 1937, t. I, p. 269. La Ley Uniforme
ginebrina denominó al avalista donneur d’aval, o sea, el dador del aval que usa Escriche. La
Convención Internacional lo llamó garante.
59 Esta postura es la que adoptó Vivante, op. cit., nota 46, p. 206.
648 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

La doctrina y algunas legislaciones, cuando se refieren al ava-


lista, lo mencionan como el tercero (en singular) que se incorpora
a la relación cambiaria, empero, nada obsta para que varias per-
sonas (pluralidad de avalistas, coavalistas) respalden al deudor
cambiario, al igual que colibradores o cogiradores, coendosantes,
etcétera.
El avalista, pues, no se involucra en la circulación del título,
sino que su injerencia persigue respaldar el crédito cambiario me-
diante una declaración o firma suplementaria a las que permiten
la circulación de la letra.

2. El avalado

El avalista deberá señalar la persona por quien presta la ga-


rantía (artículo 113, LTOC); si es por el librador o girador permite
facilitar la emisión del título; si por el endosante, agiliza su trans-
ferencia; por el aceptante deviene muy pertinente, cuando las otras
suscripciones no ostentan mucha solvencia.
Corrobora esta opinión una ejecutoria que interpreta claramente
la literalidad de la disposición legal:

LETRAS DE CAMBIO. ENDOSO DE. El hecho de intercalarse entre la


razón del endoso y la firma de la misma, la expresión ‘‘por aval’’,
no quiere decir que dicha firma se refiera a éste exclusivamente, ni
menos que no pueda tener doble eficacia, máxime si tal firma apa-
rece a la izquierda del endoso, ya que aunque los artículos 29,
fracción II, 30 y 111 de la Ley General de Títulos y Operaciones
de Crédito, consignan como requisitos esenciales tanto para el endoso
como para el aval, en cada uno de ellos, la firma correspondiente, no
existe inconveniente legal alguno para atribuir la doble eficacia jurídica
en endosar una letra de cambio y al mismo tiempo de constituirse en
avalista para responder del pago de la misma, debiendo en todo
caso estarse a lo dispuesto en el artículo 113 de dicha ley, en cuanto
a que, si no se indica la persona por quien se presta el aval, se entiende que
se garantizan las obligaciones del aceptante y si no lo hubiere, las del girador
(SJF, 5a. época, t. CXXIII, p. 2032, A. D. 4204, 30 de marzo de
1955. Énfasis añadido).
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 649

Algunos se han cuestionado si se necesita la aceptación del ava-


lado para que resulte eficaz esta garantía. Desde luego que no,
porque el avalista se obliga mediante su declaración unilateral de vo-
luntad, a pesar de que el avalado lo ignore. El señalamiento del
avalado se requiere para determinar la ubicación correspondiente
en la cadena de obligados cambiarios, de aquí que la validez del
aval no esté sujeta a la autorización del avalado ni tampoco que
se le notifique de ello.

3. El beneficiario

La garantía del aval es impersonal, por lo que su beneficiario


deviene indeterminado: cualquier poseedor del documento a su
vencimiento o el obligado en regreso que pagare el título. Excep-
cionalmente puede otorgarse a favor de persona determinada.

IX. NATURALEZA JURÍDICA DEL AVAL

Este es un asunto que ha propiciado importante polémica entre


los doctrinarios. En efecto, en Francia, Alemania e Italia ----tres
países sobresalientes en el pensamiento jurídico europeo---- las con-
cepciones doctrinales son encontradas. También sucede que hasta
entre los autores de un mismo país campea la divergencia. Por
fortuna, la Ley Uniforme sobre Letra de Cambio redactada en Ginebra
(1930) por sabios juristas, representativos de todos los países allí
congregados, colocó los puntos sobre las íes, de modo tal que fue
determinante para establecer la certera solución que habría que
adoptar, en el ámbito estricto del derecho cambiario.

1. Teoría francesa

El viejo Code de Commerce de 1807 establecía que ‘‘el pago de


una letra de cambio puede garantizarse, independientemente de la
aceptación y del endoso, por un aval’’ (artículo 141) y declaraba
que el avalista devenía ‘‘obligado solidariamente y por las mismas
650 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

vías que los libradores y endosantes, salvo los convenios diferentes


de las partes’’ (artículo 142, pfo. 2o.).60
Con base en dicho texto, un primer criterio doctrinal consideró
el aval como una garantía personal del pago del título que agregaba
un deudor al documento. Se trataba según esto de un cautionnement
(fianza) prestado por un tercero.61
Otra opinión, al suscribir la idea de la caución, subrayaba que
el principio establecido por el Código de Comercio consistía en
que el avalista tiene los mismos derechos y obligaciones que el
avalado (es decir, que todos los que puedan obrar contra uno
pueden hacerlo contra el otro), excepto la voluntad expresa de las
partes para modificar los efectos del aval (p. e., otorgarlo bajo
condición, etcétera).62
Desde que Savary determinó que la naturaleza del aval era una
fianza solidaria y una obligación accesoria, bastantes autores fran-
ceses siguieron la pauta trazada, aunque con ciertos matices, pues
indicaron que la solidaridad se produce de pleno derecho, y eso ya
la distingue de la caución (Pardessus), amén de que aquélla no
existe únicamente entre el fiador y el deudor garantizado, sino
también entre el avalista y todos los demás co-obligados por la
letra (Massé, Thaller, Lyon-Caen y Renault).
Años después, el texto del código de comercio francés se mo-
dificó al recoger el nuevo derecho cambiario plasmado en el or-
denamiento uniforme del convenio ginebrino de 1930. Consecuen-
temente, los tratadistas franceses posteriores a la reforma del
Decreto-ley de 30 de octubre de 1935, concibieron al aval como
una garantía peculiar, regulada por los principios y las normas de
esa nueva visión jurídica.

60 ‘‘Le payament d’une lettre de change, indépendamment de l’acceptation et de l’en-


dossement, peut être garanti par un aval’’ (artículo 141). ‘‘Le donneur d’aval est tenu soli-
dairement et par les mêmes voies que les tireurs et endosseurs, sauf les conventions différentes
des parties’’ (artículo 142, parágrafo 2).
61 Thaller, Traité élémentaire de droit commercial, 4a. ed., París, Rousseau, 1910, no. 1417.
62 Lyon-Caen y Renault, Traité de droit commercial, 5a. ed., París, LGDJ, t. IV, núm. 50.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 651

2. Teoría alemana

La escuela germánica calificó de accesoria la garantía prestada


por el avalista con base en la escasa atención que el legislador
dedicó al aval (artículos 25-29 de la Ordenanza Cambiaria Ger-
mana del Cambio del 26 de noviembre de 1848 ----Wechselordnung----).
La consideró como una obligación cambiaria, pero generó divergen-
cias en su apreciación, ya que unos autores atribuyeron al aval
carácter fiduciario (Grünhut, Friéderich), mientras otros acotaron tal
accesoriedad sólo al aspecto formal, y consideraron al avalista como
deudor principal y solidario (Endeman, Goldschmidt, Cosack y Re-
naud).63
Fue hasta la Ley del Cambio ----Wechselgesetz---- de 21 de junio
de 1933, vigente a partir del 1o. de abril de 1934, cuando la
garantía cambiaria ----Wechselbürgschaft---- (el aval) adquiere perfiles
típicos, acertados derroteros; ello en virtud de que el legislador
alemán incorpora casi literalmente la Ley Uniforme de Ginebra
sobre la letra de cambio de 1930.
Con dicha reforma, la doctrina caracteriza el aval como: decla-
ración de garantía que requiere estamparse en el título o en do-
cumento anexo; generador de una obligación cambiaria inde-
pendiente, adicionada a la del deudor principal y solidaria con la
de todos los deudores cambiarios; accesoria desde el punto de vista
formal, propiedad que la distingue de la fianza civil ----la cual sí
presume una obligación principal materialmente válida----; además,
el avalista responde de igual forma que el garantido; y si el ga-
rante liquida el adeudo, adquiere los derechos incorporados en el
título contra la persona a quien avaló, y contra todos los respon-
sables de las obligaciones que la letra de cambio pudiera producir,
sin despojarse de la acción cambiaria de regreso.64

63 Véase explicaciones al respecto en Jacobi, E., Derecho cambiario, trad. de Wenceslao


Roces, Madrid, Logos, 1930, pp. 84 y 85.
64 Schwerin, Claudius Frh. von, Wechsel und Schechrecht, 2a. ed., Leipzig, Walter de Gruy-
ter, 1934, parágrafo 25.
652 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

3. Teoría italiana

El punto de partida de los autores italianos fue el derogado


Código de Comercio de 1882, el cual regulaba el aval en forma
más generosa y avanzada que su homólogo francés de 1807. Exi-
gía que se asentara sobre el título (artículo 274). Determinó que
el garante asumía las obligaciones de la persona avalada, permane-
ciendo obligado cambiariamente, inclusive si no fuera válida la obligación del
avalado (artículo 275, parágrafo 1o.). Estableció el principio de su-
brogación del avalista que pagara el título vencido, en los derechos
del poseedor contra el garantizado y contra los obligados preexis-
tentes (artículo 276).
Los maestros italianos más sobresalientes controvirtieron el tema
honda y profusamente al interpretar dichas disposiciones. Fueron
ellos quienes con más fortuna escudriñaron en la naturaleza jurí-
dica del instituto. Su aportación más importante consistió en dis-
cernir claramente el aval de la fianza.
Las opiniones científicas más relevantes se deben a la pluma de
Bonelli, Vivante y Navarrini (clásicos del derecho cambiario ita-
liano).
Fue Navarrini quien no sólo planteó el problema atinadamente,
sino que aportó la solución justa, de acuerdo a la naturaleza de
las instituciones cambiarias como lo es el aval.
La precisión y contundencia del este último jurista nos obliga
a reproducir aquí sus palabras:

Entre los negocios que no sólo concretan un fin de garantía sino que
imprimen vitalidad a una relación de tal naturaleza, el aval ocupa
un lugar relevante. Indudablemente, se trata de una relación de
garantía y, por tanto, de una obligación lógicamente accesoria de la
obligación que porta la cambial [letra de cambio]; ciertamente,
la obligación del garante presupone la existencia de una cambial,
de una cambial válida y perfecta en su completa estructura; tal
obligación no es necesaria, ni penetra en dicha estructura, sólo se
añade y adhiere simplemente a ella. Sin embargo, decimos, ocupa
un lugar especial. Si, fuera de la cambial, el aval es equiparable a
la fianza ----garantía personal como el aval y de la que, evidente-
mente, el aval se ha separado históricamente---- el concepto de fian-
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 653

za, como figura especial de garantía, hállase aquí profundamente


transformado. Efectivamente, el avalista asume una obligación cam-
biaria al estampar su nombre en el título; él promete el pago de
la cambial, al igual que lo hace cualquier obligado cambiario (más
precisamente, como lo promete el obligado por quien ha otorgado
el aval); en otras palabras, el garante asume una obligación autónoma
y abstracta para el pago del título. Así, pues, mientras en la fianza
el elemento de la accesoriedad, lógicamente dominante en toda rela-
ción de garantía, se manifiesta en su más completa eficiencia y se
mantiene por la ley firme en todas sus consecuencias lógicas, en
cambio, en el caso del aval, respecto a las relaciones entre garante
y garantizado, en las que debería dominar también la accesoriedad,
dichas relaciones se hallan necesariamente modificadas por el otro
imprescindible componente, el de la autonomía de la obligación.
¿Cómo opera la modificación? Ciertamente, de manera absoluta y
decisiva con respecto a la sustancia de la obligación, ya que no es
posible ni concebible cualquiera otra modificación, al tratarse de
dos elementos esencialmente contradictorios: la autonomía absorbe
y supera a la accesoriedad. La relación de accesoriedad sólo subsiste
en las relaciones antedichas ----y no puede dejar de sobrevivir, dado
el carácter de garantía que implica el aval---- en su aspecto formal,
por fortuna decisiva en materia cambiaria: lo que equivale a afirmar
que la obligación del garante no puede funcionar si no existe como
formalmente válida la obligación cambiaria del avalado en la cual se
apoya. Como se advierte, grácil es el hilo que une el aval a la
fianza; en efecto, sólo dentro de estos límites y con este propósito
puede expresarse que el aval devenga fianza cambiaria; el adjetivo
tendría también aquí un efecto decisivo sobre el contenido del sus-
tantivo.65

La opinión de Navarrini, en fórmula escueta y concisa, consiste,


pues, en que el aval origina una relación de garantía, difiere no-
tablemente de la fianza, por tratarse de una garantía cambiaria, y
ello provoca que la obligación del garante devenga sustancialmente
autónoma y formalmente accesoria.66

65 Navarrini, Trattato teorico-pratico di diritto commerciale, vol. III: Diritto delle obbligazioni (con-
tinua), Prima ristampa, Turín, Fratelli Bocca Ed., 1920, pp. 509 y 510. La traducción, los
corchetes y cierto énfasis son de nuestra incumbencia.
66 Suscriben el pensamiento de Navarrini: Langle y Rubio, E., Manual de derecho mercantil
654 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

Nos hallamos, pues, frente a una accesoriedad funcional cuando


se trata de determinar el contenido de la obligación del avalista.
La mencionada autonomía ----según algunos---- no deviene absoluta,
sino que es acotada por la accesoriedad del aval, que en esta
hipótesis requiere sólo una obligación formalmente válida. Adviértase
cómo coexisten la autonomía y accesoriedad en la naturaleza del
aval. Cómo el principio general de autonomía de las obligaciones
cambiarias (artículos 11 y 12, LTOC) aplicado al aval está con-
dicionado por la exigencia de la validez formal de la obligación
garantizada, que de no existir, el tomador ignorante de la ano-
malía formal carece de tutela, y autoriza que la inoperancia de
aquélla contagie al aval, con el consecuente descargo del avalista
de toda responsabilidad cambiaria.67
La valiosa aportación de Navarrini fue incorporada al texto de
Ginebra de 1930 cuando declara: que ‘‘el avalista responderá
de igual manera que aquel a quien garantice’’; y que ‘‘su com-
promiso será válido aunque la obligación garantizada fuese nula
por cualquier causa, que no sea la de vicio de forma’’ (artículo
32, parágrafo 1o.).
Influido por estos presupuestos Mossa concibió el aval como
garantía cambiaria literal y expresa; se refirió también a la ‘‘adhesión
formal del aval a la obligación garantida’’, así como de ‘‘la viva y
operante autonomía de las firmas y de las obligaciones’’.68

español, Barcelona, 1954, t. II, p. 306; Martorano, Lineamenti generali dei titoli di credito e titoli
cambiari, Nápoles, 1979, p. 257; Duque, ‘‘El aval de la letra de cambio’’, Documentación Jurídica,
t. XIII, enero-junio de 1986, núm. 49 y 50.
67 Sánchez-Calero Guilarte, J., op. cit., nota 3, p. 336.
68 Mossa, L., op. cit., nota 4, parte II, núms. 479, 485 y 486. En el mismo tenor,
Messineo precisó: a) Que la obligación del avalista es independiente de la del avalado;
b) Que aquélla únicamente deviene nula por causas propias (incapacidad, falsedad y análo-
gas); c) Que la voluntad del avalista de garantizar la deuda del avalado tiene causa fiduciaria
cuyas raíces surgen de una relación aparte entre garante y garantido, constitutiva de ‘‘la
relación subyacente del aval ’’, ajena a la relación cambiaria; d) Que el aval, como obligación
autónoma, tiene validez, aunque la obligación del avalado carezca de tal carácter; y e) Que,
genéricamente el avalista no puede oponer las excepciones personales oponibles al acreedor
cambiario por el avalado; Messineo, op. cit., nota 11, t. III, pp. 248 y 249.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 655

4. El aval es un contrato

La tradición jurídica francesa siempre relacionó la cambial con


el contrato de cambio trayecticio o negocio subyacente, a través
de la reglamentación de la provisión de fondos; en tal virtud, los tipos
contractuales devinieron el entorno adecuado de diversas institu-
ciones cambiarias. 69
Con base en dicha influencia, Geinsenberger atribuye naturaleza
contractual al aval. En efecto, dicho autor afirma que a toda ofer-
ta corresponde una aceptación, y para explicar cómo se concretan
ambas en los actos cambiarios dice que se trata de una oferta
irrevocable de pago, vigente desde que se firma el documento o
título; estas son sus palabras:

El aval es una oferta irrevocable de pagar la deuda de otro cuya


perfección depende solamente de la aceptación que haga el acree-
dor. Si la oferta de pago es irrevocable desde que está formulada,
es decir, desde que la firma está puesta sobre la letra de cambio,
la obligación sólo deviene útil o eficaz si el acrededor, es decir, el
portador del efecto [título] a su vencimiento, manifiesta por un
medio cualquiera que acepta ese ofrecimiento.
[De ahí que] el aval no se distingue de otros contratos. Aquí
en consecuencia, hace falta un acreedor; el avalista no suscribe una
obligación frente a cualquiera; sólo puede prevalerse de él el por-
tador legítimo del efecto avalado; podrá resultar de una simple
aquiescencia, aun implícita o presumida, pero que deberá necesa-
riamente existir para que exista la convención del aval. La acep-
tación del acreedor aparecerá suficientemente en la demanda de
pago que dirigirá al dador del aval. Si requiere, en efecto, la eje-
cución de la prestación ofrecida por éste, ello significa que implícita
pero necesariamente, acepta esa oferta. La aceptación podrá tam-
bién resultar por la tenencia, por el portador legítimo, del efecto
de comercio avalado, antes de toda solicitud de pago.70

69 Mossa, L., op. cit., nota 4, parte I, p. 3; Lescot y Roblot, Les effets de commerce, Rousseau
& Cie., t. I, pp. 61 y 388.
70 Geisenberger, B., L’aval des effets de comerse, París, Librairie Genérale, 1995, pp.
15-18.
656 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

Sentimos que este autor confunde el surgimiento de la obliga-


ción con la concreción (efectivización) del vínculo.
En otras palabras, organizar todo un sistema en el que la oferta
deviene necesariamente irrevocable frente a cualquier portador y
suponer que el ejercicio del derecho implica una aceptación es
----según Alegría---- 71 un forma demasiado complicada de admitir
que desde que la llamada oferta se externó, surgió una obligación
cabal, como lo enseña la doctrina de la voluntad unilateral.
Geisenberger, no satisfecho con la opinión anterior, estima que
la convención entre avalista y avalado es un mandato, o bien, una
gestión de negocios. La actio mandati contraria ----la cual fundamen-
taría el derecho de reembolso del avalista que paga---- es su punto
de partida para explicar ambas figuras.72
No se puede estar de acuerdo con dicho autor, pues es de explo-
rado derecho que el mandato no necesariamente es representativo
y que el mandatario debe cumplir empleando los recursos y con-
forme a las instrucciones del mandante (artículo 2562, CCDF),
quien puede revocar el mandato (artículo 2596, 1a. parte, del
CCDF) o realizar por sí lo encomendado al representante. El man-
datario, por su parte, puede renunciar (artículo 2595, II; 2596,
párrafo último; 2603, CCDF) y negarse a cumplir si carece de
provisiones o de instrucciones de su representado.

5. El aval es una fianza

Esta opinión tiene su origen en la doctrina francesa de la que exis-


ten matices según sea el enfoque que le dan los distintos autores.
Al tomar, por ejemplo, como base el concepto de accesoriedad y
considerarlo como aspecto característico tanto de la fianza como
del aval. En efecto, como lo enseña la doctrina, la accesoriedad del
aval radica en su proximidad a una concreta obligación cambia-
ria.73 De ahí que la ausencia de firma avalada acarrea la inexis-

71 Alegría, H., op. cit., nota 18, p. 62.


72 Ibidem, pp. 13 y 14.
73 Vivante, op. cit., nota 46, p. 353, núm. 1; Salandra, V., Manuale di diritto commerciale,
Milán, Giuffrè, vol. II, núm. 100, 1959.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 657

tencia del aval (artículo 111, LTOC, contrario sensu) y el garante


está posibilitado para oponer las defensas del avalado (artículo 116,
LTOC).
La accesoriedad que se reconoce en el aval es completamente
diferente a la que se acredita a la fianza. Efectivamente, en la
fianza los altibajos de la obligación afianzada permean por entero
en la obligación del fiador. Éste puede oponer todas las defensas
inherentes a la obligación principal (artículo 2812, CCF) así como
la nulidad, extinción o modificación de la misma (artículos 2797,
2842 y 2844, CCF). Mientras que el nexo cartulario entre aval y
obligación avalada se circunscribe a la existencia formal de ésta.
Lo cual explica que la modificación, extinción e incidental anula-
ción sustancial no se trasmiten al aval (artículo 114, LTOC). Por
ello es que la doctrina enseña: el aval no garantiza la obligación
avalada, sino el pago del título, esto es, el de la deuda instrumen-
tada en el documento mismo.74 Desde luego, existen otras distin-
ciones entre aval y fianza de las que ya dimos cuenta ----líneas
arriba----.75

6. El aval es una garantía materialmente independiente


y formalmente accesoria

Autores alemanes (Kuntse, Lehman, Cosack...) e italianos (De


Semo, Bianchi D’Espinosa, Ferrara Jr.,...) coinciden en afirmar que
el aval es un tipo distinto de garantía personal. Sabedores de que la
ley requiere que el aval esté referido a una obligación formalmente
existente, entienden que eso significa una accesoriedad formal que
para nada comunica sus efectos a lo material de la obligación
que deviene cambiaria y por ende, independiente.76

74 Bonelli, G., ‘‘Sulla natura giuridica dell’avallo e sugli obblighi del posesore per con-
servare l’azione contro l’avallante’’, RDC, 1911, parte II, p. 118.
75 Reiteramos que la Suprema Corte también ha establecido en sus ejecutorias ciertas
diferencias entrambas figuras, cfr. Aval en los títulos de crédito y contratos de fianza. Diferencias,
SJF, 7a. época, vols. 199-204, 6a. parte, p. 43. AD 553/84 Alfonso Araujo Alvarado. 16
de agosto de 1985. Segundo Tribunal Colegiado del Cuarto Circuito.
76 De Semo, G., op. cit., nota 8, pp. 497 y 498, entre otros.
658 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

Frente a dicha argumentación, se ha replicado que el que un


acto formal deba ser previo al nacimiento de una relación, no
convierte a ésta en formalmente accesoria de la anterior, sino senci-
llamente se subordina a la primera como un presupuesto. Presente
el presupuesto formal, la accesoriedad se esfuma, ya que un acto no
influye sobre el otro en lo futuro ni en lo sustancial. Lo rescatable
de esta opinión es la referencia que hace a la independencia del
aval.

7. Es una garantía objetiva

Este pensamiento considera que el aval es una garantía objetiva


del pago del título, sin vinculación de la obligación con la avalada,
excepto en cuanto a la existencia formal de ésta. Se elimina, pues,
el carácter subjetivo (esto es, vinculación con una obligación de
una determinada persona) del aval para devenir objetiva (es de-
cir, una obligación abstracta conforme a la literalidad de un do-
cumento).77

8. Es una garantía cambiaria típica

Esta teoría subraya la índole cambiaria de la obligación del


avalista, desligada de la obligación avalada; obligación del avalista
que deviene abstracta y literal con derecho autónomo para el portador
del documento. Amén de que la ligazón formal con el acto ava-
lado se considera como un nexo de posición, sin que se requiera
una relación sustancial entre ambas obligaciones cambiarias. En
tal virtud, el avalista asume una obligación directa y personal, no
la de su avalado, y por tanto, responde por el pago del título,
no por el cumplimiento de éste.78
En pocas palabras, este parecer expresa que el aval deviene un
acto cambiario, cuya finalidad institucional es la garantía.
77 Bonelli, G., Della cambiale, dell’assegno bancario e del contrato di conto corrente; Dal commentario
al codice di commercio, Milán, Vallardi, 1930, núms. 175, 177, y particularmente el núm. 186.
78 Mossa, L., op. cit., nota 4, núms. 479 y 480; concretamente sobre la autonomía el
núm. 486.
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 659

En fin, podemos señalar que las distintas teorías formuladas so-


bre la naturaleza jurídica de la institución se pueden resumir en
dos: según se acentúe el carácter autónomo o accesorio de la obliga-
ción cambiaria.
En efecto, algunos autores tienden a subrayar el carácter fiador
del aval bajo dos enfoques: por una parte, hablan de la obligación
fiadora cambiaria79 o fianza sui generis;80 y por otro lado, argumentan
a favor de una garantía cambiaria típica, que a semejanza de la fian-
za, a la cual se aproxima, se ubica en el género más amplio de
la garantía personal prestada por un tercero.81 Según esta opinión,
el avalista no garantiza objetivamente el pago del título cambiario,
sino sólo el incumplimiento por parte del avalado; mientras que
la obligación solidaria de pago con los demás obligados cambiarios
deviene exclusivamente por reflejo.82
Por el contrario, otros doctrinarios (con base en la ley, la cual
prescribe que el avalista garantiza el pago del título), opinan que
el aval es una garantía objetiva (en contraste con la fianza, garantía
subjetiva). Nosotros suscribimos este parecer. Efectivamente, el ava-
lista no asegura que el avalado pagará, sino que el título será
pagado; no participa de la obligación con (de) otros, sino que la
hace propia (non alienae obligationi accedit sed alienam facit propriam):
mientras la designación de la persona a favor de la cual se presta
el aval, tiene sólo la finalidad de hacer asumir al avalista una
responsabilidad cambiaria de igual grado que la del avalado.83

79 Angeloni, ‘‘La natura...’’, cit., nota 9, núm. 25. Sin embargo, posteriormente el autor
declaró expresamente que abandonaba dicha opinión, Angeloni, La cambiale..., cit., nota 9,
núm. 137.
80 Vidari, op. cit., nota 48, núm. 6304.
81 Valeri, Diritto cambiario italiano, Milán, t. II, 1936-1938, núm. 204; Angeloni, La cam-
biale..., cit., nota 9; Navarrini y Provinciali, Cambiale e assegno bancario, Roma, 1950, núm.
167; Vivante, op. cit, nota 46, núm. 1221; el cual (al sustentar que deben distinguirse clara-
mente las dos relaciones, avalista-tenedor y avalista-avalado), no acepta la calificación de
objetiva que se otorga a la garantía del aval (allí mismo, nota 217).
82 Mossa, Tratato della cambiale, Padua, 1956, p. 431.
83 Bolaffio, op. cit., nota 8, p. 357; Gualtieri, Titoli di credito, Turín, 1953, p. 214; Mes-
sineo, Manuale..., cit., 8a. ed., Milán, 1954, vol. III, parte prima, pp. 2 y 339. En el mismo
sentido, la jurisprudencia de la Corte Suprema italiana: Casación del 17 de junio de 1951,
en BBTC, 1950, t. II, p. 318. En España, hay autores que consideran que el hecho de que
la ley cambiaria defina al aval como la garantía de pago de una letra (artículo 35) no permite
definir al aval como una garantía objetiva de dicho pago ----Duque, op. cit., nota 66, p. 14----,
660 PEDRO ALFONSO LABARIEGA VILLANUEVA

X. COROLARIO

Es indudable que la institución del aval deviene una garantía


peculiar del derecho cambiario.
La actual presencia de un derecho uniforme respecto a la figura
del aval es indudable; testimonio elocuente de ello es la Conven-
ción de las Naciones Unidas sobre Letras de Cambio Internacio-
nales y Pagarés Internacionales.
La naturaleza jurídica de la institución, luego de sufrir varios
vaivenes, adquirió perfil propio con la aportación del distinguido
jurisconsulto italiano Navarrini; contribución decisiva y determi-
nante, ya que finiquitó la polémica al respecto.84
La Ley Uniforme sobre la Letra de Cambio redactada en Gine-
bra (1930), al consagrar dicha teoría en su texto, sirvió de modelo
para que la mayoría de las legislaciones mercantiles o concreta-
mente cambiarias, pertenecientes al sistema continental europeo,
adoptaran dicho pensamiento.
Al respecto, no hay que olvidar que nuestra ley cambiaria fue
una de las primeras que incorporó, desde 1932, dicho parecer en
su articulado (artículos 109-116, LGTOC).
Por otra parte, hemos de tener presente que, según nuestra le-
gislación, el aval deviene un acto de comercio, al igual que otras
operaciones que se consignan en los titulosvalor (artículo 1o.,
LGTOC, relacionado con la fr. XXIV del artículo 75, CCo.).

sino que corresponde con su naturaleza jurídica su configuración como garantía subjetiva,
es decir, aquella que persigue asegurar el comportamiento (en este caso el cumplimiento de
una obligación cambiaria) de un determinado sujeto. Rojo, ‘‘El aval en el derecho cambia-
rio’’, Menéndez (dir.), Estudios sobre la ley cambiaria y del cheque, 1986, p. 553.
84 El pensamiento de dicho autor es suscrito por la Suprema Corte en: Aval. La obligación
inserta en el título subsiste. Aun cuando la firma del obligado principal sea falsa o se invalide
por tratarse de una persona incapaz (Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito (SJF,
7a. época, vol. 69, 6a. parte, p. 47. A.D.377/74. Carmen Vargas Viuda de Reyes. 30 de
septiembre de 1974. Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito. Visible
también en el Informe de 1974, p. 153, bajo el rubro: Firma en blanco en el reverso de la
letra de cambio de su beneficiario. No puede tenerse como de avalista. Criterio que trans-
cribimos líneas arriba).
EL AVAL. ¿FIANZA O GARANTÍA CAMBIARIA? 661

Finalmente, queremos indicar que por razones de espacio, he-


mos dejado en el tintero el asunto de los efectos que produce el
aval. Esperamos que en una oportunidad no muy lejana podamos
desarrollar ese tema que nos parece consecuencia natural del es-
tudio de esta figura.

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