2010 Guillaume Gentil, N. Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2010, 39 (3): 641-665

IFEA
Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná.


Primera síntesis modal y cronológica así como
breves referencias a la cerámica del Formativo
Temprano final

Nicolas Guillaume-Gentil*

Resumen
Este proyecto de invesetigación, iniciado en 1992, consiste en un aporte a la historia material y cultural
poco estudiada de los piedemontes andinos occidentales del Ecuador. La zona tropical donde se
han hecho las investigaciones es muy rica en nichos ecológicos y en recursos naturales. La topografía
del terreno ha estimulado un poblamiento muy antiguo (al menos 6000 a. C.) y ha dado lugar a
una adaptación al medio muy húmedo. El hombre edificó estructuras elevadas, tolas, que permiten
desarrollarse en tales condiciones. Paso inevitable entre la Costa, la Sierra y el Oriente, el piedemonte
andino se halla en el centro de las vías de comunicación que favorecen los intercambios e inducen
una mezcla cultural aún difícil de evaluar. El estudio de la cerámica valora este concepto ya que revela
numerosos estilos que cubren todo el periodo prehispánico. En este artículo, se presenta únicamente
la cerámica del Formativo temprano.

Palabras clave: El Ecuador, tolas, cronología, modos de implantación, cerámica, Valdivia

* CNRS UMR8096, Paris 1 Sorbona, Francia y Universidad de Neuchâtel, Espace Paul Vouga,
CH2038 Hauterive, Suiza. E-mail: [email protected] o [email protected] o nicolas.
[email protected]

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Nicolas Guillaume-Gentil

Projet La Cadena-Quevedo-La Maná. Première synthèse modale et


chronologique, brèves références à la céramique de la fin du Formatif
Ancien
Résumé
Ce projet de recherche, entamé en 1992, souhaite contribuer à l’histoire matérielle et culturelle fort
peu étudiée des piémonts andins occidentaux de l’Équateur. Cette zone tropicale est riche en niches
écologiques et en ressources naturelles. Sa topographie a stimulé le peuplement ancien (depuis au
moins 6000 av. J.-C.), et a donné lieu à une adaptation de l’homme dans un milieu humide, l’obligeant
à élaborer des structures d’habitat, tolas, permettant de vivre dans de telles conditions. Passage obligé
de la Costa à la Sierra et à l’Amazonie, le piémont andin se trouve ainsi au centre des voies de
communication qui favorisent les échanges et induisent un brassage culturel encore difficile à évaluer
aujourd’hui. L’étude de la céramique met en valeur ce concept, car elle révèle de nombreux faciès qui
couvrent l’ensemble de l’ère préhispanique. Dans cet article, seule la céramique du Formatif ancien
est traitée.

Mots clés : Équateur, tolas, chronologie, modes d’implantation, céramique, Valdivia

The archaeological project of La Cadena-Quevedo-La Maná. First


modal and chronological analisis of settlements and modelization of
late Valdivian ceramics

Abstract
This research project started in 1992 consists in a contribution to the material and cultural history of
the Andean western piedmonts of Ecuador, which has been little studied. This tropical area is rich in
ecological niches and natural resources. Its topography has stimulated settlement since at least 6000
BC, and has led to a human adaptation in wet surroundings, obliging human beings to build living
structures, called tolas, which made life possible under such conditions. The movement from the coast
to the highlands and Amazonia inevitably crosses the Andean piedmont which is situated in the center
of the communication routes which promote exchanges and lead to a cultural intermixing that is still
difficult to estimate today. The study of ceramics highlights this concept, because it reveals a great
number of styles which cover the whole Prehispanic era. In this article, only the ceramics dating to the
Early Formative are treated.

Key words: Ecuador, tolas, chronology, settling modes, ceramics, Valdivia

Las hipótesis emitidas sobre el poblamiento y el desarrollo de las sociedades que


ocuparon el norte de la Cuenca del Guayas (fig. 1), justificaron la reanudación de
las investigaciones basadas, esta vez, en el estudio estratigráfico stricto sensu. Si
bien Porras (1983; 1987), Holm (1978), Echeverría (1983), Zevallos-Menéndez
(1995) sugirieron la emergencia de las tolas en tiempos más lejanos (Desarrollo
regional, 500/300 a. C.-500 d. C.), ningún trabajo fue verdaderamente llevado a
cabo en este sector, con el fin de comprobar estas hipótesis. Los investigadores en
cuestión se basaron en algunas constataciones que no encajaban con su esquema
analítico y desviaron la problemática de eventuales ocupaciones más antiguas.
Cuando comenzaron las excavaciones en La Cadena, se consideraba este sector

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Figura 1 – Mapa simplificado del Ecuador y zona prospectada

como colonizado por grupos culturales del Milagro-Quevedo (Integración 500-


1500 d. C.) que construían montículos artificiales cuya función era esencialmente
funeraria.
La carencia de investigaciones de la investigación en esta región constituye una
falta que intentamos cubrir, tanto desde el punto de vista cronológico como
funcional y cultural. Los objetivos de las dos primeras campañas de excavación
consistían en el establecimiento de una secuencia crono-cultural de la zona, por
medio de excavaciones sistemáticas en un complejo ciertamente restringido,
pero en donde la presencia de estructuras intactas, permitía proceder a cortes
estratigráficos completos. Sobre esta base, se volvía posible realizar excavaciones
por decapados horizontales y en niveles naturales, a fin de observar el desarrollo
de los periodos de ocupación definidos previamente.

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Nicolas Guillaume-Gentil

Una segunda fase de investigación, llevada a cabo en dos misiones de tres meses
cada una, permitió prospectar sistemáticamente la llanura del Alto Guayas,
limitándonos a un área de extensión representativa, capaz de ser evaluada en
el tiempo previsto para nuestro trabajo. El objetivo principal buscaba estimar el
potencial arqueológico de la región, establecer un plan de distribución de los
sitios en el sector escogido (fig. 2) y poner de manifiesto eventuales patrones
«urbanísticos» de los agrupamientos de tolas (fig. 3).
Los resultados obtenidos en el curso de los cuatro primeros años, motivaron una
reanudación de las excavaciones en un contexto diferente de inicios del proyecto.
Los descubrimientos resultados de la prospección revelaron numerosas variantes
estructurales de sitios, entre las cuales, tres modelos recurrentes que justificaron
una prórroga de las excavaciones, apuntando a una comparación material,
cronológica y funcional de los diferentes patrones arquitecturales puestos en
evidencia.
Así, al término de siete campañas de investigación, el proyecto tiene la capacidad
de verificar la fiabilidad de la intuición cronológica establecida por nuestros
predecesores, a la vez que de aportar una visión más crítica de los datos disponibles,
en función de una estrategia que contiene once puntos.

Figura 2 – Área de distribución de los sitios después de la prospección del año 2000

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

0,707 0,40
0,490,582 T12
T8 T9 T10
O T5 T6 T17
BAR RANC T7 T11 1,008 0,359 0,82
T2 1,019 T20
0,335 1,166
0,605 0,381 0,813

0,585 0,752 0,45


0,780
0,486 0,587
T18 T19
0,431 0,841 T4 T13 T15 T16
T1 T3
T14

T41 T38
T12
T10 0,499
T8 T3 T4 T11 0,481 0,311
Sitio 100
0,569 0,893 0,604
0,789
0,801 0,728
0,716
T39 T37
1,537
N T1 T40
0,811 2,187 0,563 1,008
T2 0,26
T36
T35
1,218 T43
T6 0,456 1,024
T7 T5 T9
T28 0,421
0,544 T13
1,022
T27 0,725
0,601 0,955
T34 Sitio 99
1,472
T26 0,484 T14 0,620 T42
0,462
T25 0,356

0,970 0,811
T24 T18 T15
T29 0,436 T16
1,050
0,471
T30 0,543 T17
0,156 0,235
T31 T33 0,534 T19
0,565
0,529
T20 Punto culminante de la tola
0,110
T32 0,468
0,764
T21 Carretera
0,698
T23 T22 O 5O Camino

Figura 3 – Planos de los sitios 99 y 100 (escala 1/1000)

1) Evaluar el potencial arqueológico de una región poco estudiada desde el


punto de vista cronológico, cuantitativo y cualitativo.
2) Entender la organización espacial de los sitios.
3) Establecer una secuencia estratigráfica lo más completa posible.
4) Situar cronológicamente la construcción de los montículos artificiales.
5) Explotar el máximo de registros disponibles para la datación (radiocarbono,
termoluminiscencia, tefrocronología).
6) Proceder al análisis de materia prima a fin de determinar su procedencia y
circulación.
7) Observar los cambios arquitecturales de las estructuras halladas en las tolas.
8) Proponer una síntesis sobre los modos de implantación humana en el curso
de la prehistoria de la región.
9) Restituir, dentro de los límites científicos actuales, los modos de vida de las
sociedades prehispánicas que se sucedieron a lo largo de la prehistoria puesta
en evidencia en dicha región.
10) Crear un método de análisis de los vestigios que permita confrontar los
resultados existentes con aquellos obtenidos en la misión La Cadena-
Quevedo-La Maná.
11) Presentar una tipocronología de la cerámica descubierta durante las
excavaciones, matizar y precisar, estilísticamente y cronológicamente, el
marco cultural actualmente en vigor en el Ecuador.

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Nicolas Guillaume-Gentil

La estrategia aplicada reposaba en un cierto número de preguntas que habían


surgido desde el inicio de los trabajos y que legitimaban tan larga búsqueda de
informaciones:
• ¿cuándo comienza la construcción de montículos artificiales?
• a imagen de las teorías precedentes, originadas principalmente en investigaciones
en los Andes, ¿tiene ésta que ver únicamente con ritos funerarios?
• ¿se trata de una práctica cuyas diferencias topográficas y morfológicas obedecen
a factores cronológicos y/o funcionales (hábitat, artesanía)?
• ¿cumple una tola la misma función en el transcurso de sus refacciones?
• ¿existe alguna articulación funcional sincrónica entre los montículos de un
mismo sitio? Y ¿qué hay del punto de vista diacrónico?
• ¿las particularidades observadas en la cuenca alta del Guayas son exclusivamente
propias de esta región, o aparecen recurrencias en una porción geográfica más
extensa?
• ¿qué tipo(s) de relación mantienen las sociedades de las llanuras con los grupos
de otras regiones?
• ¿qué ventajas económicas (transportes, desplazamientos humanos, intercambios,
etc.) favorece la red hidrográfica?
Debido a la acción presentada, se puede constatar que el proyecto «La Cadena-
Quevedo-La Maná» se inscribe en la misma perspectiva que aquella establecida
por las corrientes de la arqueología contemporánea, tendiendo a la constitución
de una base de datos fundamentada en los ejes reveladores (espacio, tiempo,
transformación y cuestionamiento, etc.) de pueblos que no han dejado huella
escrita de su presencia. El equipo de la SLSA ha comenzado una extensa
investigación en un sector rico en informaciones culturales y socioeconómicas,
con el fin de reestructurar y redefinir la cronología de los grupos culturales que
han ocupado estos territorios, a fin de rever, o sino redistribuir la repartición
territorial de cada uno de ellos, y en la medida de lo posible, restituir los modos
de vida de aquellas sociedades.
Los resultados obtenidos durante el transcurso del proyecto muestran que valía
la pena mantenerlo, cualesquiera que fueran las dificultades halladas en el
camino. Al término de este trabajo, constatamos que un paso importante se ha
dado en el campo de la comprensión del fenómeno de las tolas. Está claro que
todas las informaciones no han sido interpretadas, pero esta síntesis ofrece ya la
posibilidad de medir el alcance de la problemática de los montículos artificiales
y del potencial arqueológico descubierto en la llanura occidental de los Andes
ecuatorianos.
Una revisión más severa de las diferentes estratigrafías hechas en el transcurso
de los seis años de campo nos condujo a reconsiderar las hipótesis de nuestros
predecesores y a proponer una nueva modelización de las instalaciones
prehispánicas de la región estudiada. Anteriormente señalada por los vestigios,
la secuencia de las tolas y de su sustrato indicaba una relativa concomitancia en

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

cada nivel de ocupación, marcada por la alternancia de las tefras1, de las fases de
abandono y de las épocas de construcción (Guillaume-Gentil, 1998; 1999; 2000;
2008a; 2008b). Estos diferentes hechos se mostraron a veces difíciles de precisar
cronológica y espacialmente, puesto que las edades de radiocarbono no brindaban
siempre resultados significativos y las cineritas aparecían irregularmente en las
zonas inventariadas, arrasadas por la erosión o mezcladas con los terraplenes de
las tolas.
Las fechas 14C, obtenidas a partir de carbones sacados de contextos seguros,
permiten sugerir una relativa sincronía de las ocupaciones sacadas a la luz en cada
montículo (fig. 4). Se observan igualmente periodos de transformación general
del aspecto de los sitios, que alternan con pequeñas refacciones que no afectan
sino rara vez a un montículo. Si bien es difícil certificarlo a causa del intervalo de
tolerancia de las fechas de radiocarbono, cada construcción y nueva habilitación
de plataforma constituye el ciclo completo de una frecuentación humana, seguida
por un abandono temporal, al cual le sucede una nueva explotación. A medida
que los resultados del análisis cerámico se afinan, las interpretaciones se precisan.
Sin embargo, las limitaciones de los medios de datación impiden proponer
relaciones cronológicas exactas. Solo los casos de ruptura espectacular (a veces
marcada o sostenida por las tefras), ponen en evidencia una contemporaneidad
intersitios de ciertos niveles antrópicos. Las analogías materiales y sedimentarias,
evidentemente más aleatorias, han reemplazado el apuntalamiento temporal de
probables sincronías.
El estudio de los niveles de ocupación sacado a la luz en cada montículo chocan
a veces con la escasez de ciertas informaciones. Aunque excavadas en grandes
superficies, las tolas no revelan sino raramente la totalidad de las estructuras que
pudieron albergar. Tanto la erosión como las múltiples intervenciones humanas
(de ayer y hoy) han tenido consecuencias, borrando incluso las huellas dejadas
por las comunidades anteriores (Guillaume-Gentil, 2008b).
Gracias a un registro cuidadoso de los datos de campo, pudimos producir un
plano incompleto del acondicionamiento descubierto en las plataformas. A
pesar de estas aproximaciones, numerosas recurrencias fueron observadas, que
conciernieron al esqueleto de las cabañas (elipsoidales), así como a la distribución
y forma de los fogones. A fin de precisar mejor las actividades que se desarrollaron
en estos suelos, examinamos las concentraciones de cerámica y su asociación con
las estructuras descubiertas. De esta forma, intentamos determinar si la forma
definía la función o si esta última contenía varios tipos de recipientes —o, al
contrario, si algunas funciones se realizaban por medio de una sola variedad de
objeto—.
La modelización de las instalaciones monticulares prehispánicas de la llanura de los
Andes occidentales está entonces concluida. Pone en evidencia las informaciones
espaciales que revelan modelos regulares (simétricos), modelos irregulares y
aleatorios (asimétricos), cordones y montículos monumentales, al igual que tolas

1 Deposiciones volcánicas.

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Nicolas Guillaume-Gentil

Chronologie de la Côte équatorienne et intégration des résultats du Projet

ESMERALDAS MANABI GUAYAS CUENCA DEL GUAYAS Tolas


FECHA RIO RIO BAHIA CENTRO PENINSULA RIO RIO FECHA
S PERIODO SANTIAGO ESMERALDA ATACAME NORTE SUR STA. ELENA DAULE BABAHOY LOS RIOS LA MANA PHASES DE LOS SITIOS S

1500 1500

1400 Muchique 4 1400


Cordones
1300 Yumes 3 Integración Reempleo de sitios existentes 1300
San Pablo
1200 TEFRA 1 1200
Quilotoa
1100 1100

1000 INTERGRACIÓN Atacames Manteño Manteño 1000


Tardio Huancavilca Huancavilca Hiatus
900 900
Milagro Milagro
800 Yumes 2 Quevedo Quevedo 800
Muchique 3 Guangala 8
700 700
Guangala 7
600 Balao Guangala 6 600

500 Muchique 2 Guangala 5 Yumes 1 500


Dev. Regional
400 TEFRA III Guangala 4 Lulo Modelo irregular 400
tardio
300 300

200 Guangala 3 TEFRA 2 200

100 Tolita Tardio Bahía II Guangala 2 100


DESAR -
0 ROLLO Guangala 1 Silencio 3 Tejar Tejar Lulo 0
REGIONAL Daule Daule medio Modelo regular
-100 Engoroy Dev. Regional -100
Tardio Lulo
-200 Tiaone Atacames temprano -200
Temprano Muchique 1
-300 Tolita Clasico Silencio 2 -300
TEFRA II Bahía I
-400 Tachina Tardio Engoroy -400
Pre Tolita Chevele Medio
-500 -500
Modelo regular
-600 Bahía Silencio 1 Transición "Apogeo" -600
Chorrera
-700 Quindigua -700
tardio
-800 Tachina -800
Engoroy Transición tola inicial/
-900 Temprano Chorrera TEFRA 3, 4, 5 Modelo regular -900
Chorrera
-1000 FROMATIVO Tabuchila Chorrera -1000
Chorrera
-1100 TARDÍO Quindigua -1100
temprano Tola inicial
-1200 -1200

-1300 Transición -1300

-1400 Machalilla -1400


TEFRA 6
-1500 -1500

-1600 TEFRA I Valdivia 8 Valdivia 8 Valdivia Final Valdivia tardío -1600


FORMATIVO Manguila
-1700 Piquigua Valdivia 7 Valdivia 7 Pre tola -1700
TEMPRANO
-1800 Valdivia 6 Valdivia 6 -1800

-1900 Valdivia 5 Valdivia 5 TEFRA VII -1900

-2000 -2000

-2100 Valdivia 4 Valdivia 4 -2100

-2200 Valdivia 3 Valdivia 3 -2200

-2300 -2300
Valdivia 2
-2400 -2400

-2500 Valdivia 1 -2500

Figura 4 – Tipocronología de los modelos de asentamiento y fases cerámicas de la Cuenca del Guyas en comparación
con las otras áreas culturales del Ecuador

303

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

aisladas de dimensiones y situaciones particulares. Estas constataciones pueden


ser intercaladas cronológicamente (fases de ocupación de las tolas y modos de
explotación, e incluso acondicionamiento de las plataformas, durante los tres
milenios de construcción) gracias a siete tefras, 123 fechas de radiocarbono y el
análisis estilístico de la cerámica. La complejidad de las marañas de niveles y la
tafonomía de ciertos estratos vuelve bastante difícil la interpretación, y aumenta
proporcionalmente el replanteamiento de estos últimos.
A pesar de estas reservas, la articulación cronológica de la implantación humana en
la región se desarrolla durante cerca de casi cuatro milenios y medio, según las edades
de radiocarbono. Unos indicios descubiertos en niveles inferiores hacen suponer la
existencia de una población aún más antigua, pero a falta de fósil director fiable,
ninguna fecha puede ser otorgada. Hasta casi la mitad del segundo milenio antes
de nuestra era (fase pre tola, 2000-1600/1400 a. C.), los habitantes se instalan en
terrazas naturales elevadas, bordeadas por un curso de agua. Su hábitat consiste en
chozas ovaladas. Las actividades sacadas a la luz revelan prácticas domésticas, pero
la función de fosas rectangulares llenas de vestigios no ha sido identificada. A partir
del depósito de la tefra VI, es decir durante el periodo tola inicial, los ocupantes
acondicionan pequeñas plataformas en las cuales instalan sus moradas; explotan
los alrededores habilitando áreas de
artesanía y procediendo probablemente
a la horticultura (fase tola inicial
1600/1400-950 a. C.). Este nuevo tipo
de instalación está igualmente marcado
por la aparición gradual de una cerámica
cuyo estilo evoca cada vez menos las
líneas del Formativo temprano (Valdivia)
a favor de facies chorreroides (Formativo
Tardío), sin que un paso por Machalilla
(Formativo medio) sea necesariamente
demostrado. Hacia fines de esta época,
parece ser que estas sociedades dominan
el tratamiento del metal, tal como lo
testimonia la elaboración de estructuras
de combustión muy elaboradas (fig.
5). A este desarrollo técnico se suma
una importante diversificación en
la elaboración de la cerámica y una
amplificación de las superficies cultivadas,
que necesitan un desarrollo importante
de los conocimientos agrícolas.
En lo sucesivo, durante un periodo
fuertemente perturbado por erupciones
volcánicas (tefra V a III), una fase de Figura 5 – Ejemplo de un probable horno
transición tola inicial/modelo regular metalúrgico hallado en las capas del Formativo
(1000-800 a. C.) muestra la aparición Tardío y fechado hacia 1000 a. C.

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Nicolas Guillaume-Gentil

progresiva de montículos cuyo arreglo forma un modelo en «U». En este intervalo,


se inicia la edificación de grandes casas, rodeadas por empalizadas que refuerzan
muritos de arcilla endurecida. Primero construidas en la loma central, estas
moradas se distribuyen poco a poco en los montículos dominantes, contenidos
en todas las filas de tolas a excepción de una elevación central en la cual está
implantado un espacio ceremonial.
Esta transformación radical del modo de instalación fue denominada «fase de
apogeo de los modelos regulares», ya que se trata del periodo durante el cual la
multiplicación de las actividades en un mismo sitio es fuerte (fig. 6). Establecido
en el desastre de Hallstatt de la curva radiocarbono, este estilo de ocupación es
cronológicamente difícil de ubicar. No obstante, la concentración de las edades
en el mismo umbral de calibrado y la lenta transición cerámica observada en
las estructuras rituales permiten sugerir una sucesión de establecimientos durante
400 a 600 años (800/600 a 300/200 a. C.). En el curso de este mismo periodo, se
asiste a una transición en el estilo de las cerámicas, que tendría lugar hacia 600-
500 a. C., pasando del Formativo Tardío (chorreroide) a la hechura que caracteriza
la alfarería del Desarrollo Regional.
Otro tipo de frecuentación sigue a la fase de
apogeo de los modelos regulares. En efecto,
la complejidad de los roles concedidos a las
tolas se simplifica y rompe con la tradición
de los montículos ceremoniales (ninguna
huella tangible de práctica simbólica
fue identificada en las capas recientes
de las tolas perteneciente a un modelo
regular). El hábitat se transforma, dando
lugar a cabañas elipsoidales bordeadas
por áreas artesanales y domésticas. El
tiempo de los patrones simétricos, más
rudimentariamente explotados y en
donde los rituales fueron probablemente
desplazados, se despliega entre tres a
cuatro siglos (200 a. C.-200 d. C.).
El marcador temporal materializado por
la tefra II subraya la aparición de una
modificación global de la habilitación del
territorio. La fase «modelo irregular» se
caracteriza por un hábitat distribuido en
las tolas de sitios simétricos, o en terrazas
naturalmente elevadas. Al mismo tiempo,
las abundantes zonas ceremoniales están
establecidas en las tolas que pertenecen
Figura 6 – Acuarela que restituye el modelo regular en
a la categoría de patrones asimétricos
su fase de apogeo
(modelos irregulares y aleatorios). La
Dibujo: S. Rostain

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

concomitancia de la frecuentación de los dos tipos de modelos parece en un


principio incongruente, pero los elementos sacados a la luz revelan una extensión
del área doméstica (nuevo empleo de los sitios simétricos y acondicionamientos
en espacios sin montículo), al igual que una especialización del empleo de los
grandes montículos perteneciendo a agrupamientos menos ordenados.
Las estratigrafías desvelan un esfuerzo de construcción para las tolas de los sitios
asimétricos, en donde se superponen grandes terraplenes en los cuales han sido
efectuados rituales. Pocas estructuras de hábitat son visibles en estas lomas,
mientras que los modelos regulares se vuelven a emplear con fines domésticos,
sin hacer necesariamente una nueva elevación de las lomas. Las terrazas naturales
en las cuales aparecen los modelos irregulares contienen numerosos depósitos
con restos ligados al simbolismo (estatuillas, recipientes ricamente decorados,
etc.), pero también amontonamientos de cerámica mezclados con piedras que
llevan huellas de utilización (pigmentos rojos, alisado de las caras, hachas pulidas
rotas, recipientes esculpidos, etc.). Así, el periodo de explotación en sí mismo
presenta una distribución de los sectores de actividades. Los modelos irregulares
y los espacios aledaños parecen destinados a las prácticas ceremoniales o festivas,
mientras que los sitios simétricos y los espacios de los alrededores están destinados
al hábitat. Iniciándose hacia 200 d. C., este tipo de implantación engloba toda la
época del Desarrollo Regional hasta hacia 800 d. C.
Un hiato en la explotación de las tolas ha sido observado, pero está esencialmente
ligado a la ausencia de estructuras intactas o de elementos de datación. La presencia
de vestigios del periodo de Integración ha sido constatada, pero en contextos muy
retocados, descubiertos bajo la tefra I. Además, un breve reconocimiento efectuado
en un montículo que forma parte de un modelo de lomas monumentales permite
identificar la tefra I en el primer tercio de los terraplenes constitutivos de estas
gigantescas elevaciones. Esta constatación induce a una eventual continuidad en
la construcción de las tolas, pero siguiendo un acomodamiento distinto. A este
indicio se suman los modelos no excavados (tola aislada) susceptibles de llenar el
hiato en cuestión.
El levantamiento de las lomas artificiales se perpetúa, ya que es nuevamente
comprobado hacia el siglo XIII, época en la cual unos cordones a veces muy largos
(más de 600 m) están acondicionados en los suelos cubiertos por la tefra I. El rol
destinado a estas construcciones no ha sido determinado, pero se asemeja más a
actos simbólicos que a funciones agrícolas o domésticas.
Finalmente, procedentes de capas situadas encima de la tefra I, profundas intrusiones
perforan los estratos más antiguos de los montículos existentes. Estas intrusiones se
terminan generalmente en uno o dos murillos de piedra cuidadosamente ordenados,
sin asociación de objeto diagnóstico. Saqueadores de la región mencionan la
existencia de tumbas con cámara lateral; es entonces posible que los muritos
descubiertos en nuestras excavaciones indiquen la presencia de este género de
estructura. Sin embargo, ninguna sepultura ha sido identificada en su perímetro.
Inclusive si las perturbaciones no aportan informaciones funcionales, prueban que
las lomas han sido aún explotadas más allá del siglo XIII. Estas informaciones de

651
Nicolas Guillaume-Gentil

segunda mano pueden explicar la confusión de nuestros predecesores, quienes


han considerado las tolas de la región como lomas funerarias. Por analogía con
la tradición de las «tumbas en chimeneas», característica de los montículos del
periodo de Integración en las regiones meridionales de la Cuenca del Guayas, los
investigadores de la época han pensado estar frente a un mismo tipo de yacimiento,
sin sospechar la amplitud del fenómeno de las tolas de la zona septentrional de la
misma cuenca (Guillaume-Gentil, 2007).
El análisis de la cerámica del Formativo temprano, y de la cual presentamos los
rasgos generales a continuación, permite matizar y clarificar ciertas sugerencias.

1. TIPOCRONOLOGÍA REGIONAL

1. 1. Obtención de la muestra analizada

Realizadas las excavaciones, el análisis del gran bagaje de cerámica recolectada


se convertía en un verdadero reto, con más de ciento cincuenta mil fragmentos
cerámicos hallados en todas nuestras temporadas de campo. En la práctica
constituía unas nueve toneladas de material cerámico, punto de partida para
nuestra investigación, al intentar estructurar una primera secuencia cronológica
en esta zona tan poco estudiada.
Hacer una tipología regional, sin el apoyo de investigaciones anteriores para
contrastar nuestras investigaciones, complicó nuestra labor, ya que debíamos
enfrentar muchos interrogantes planteados y en muchos casos asumidos como
reales, pero nunca comprobados completamente. Así pues, la Cuenca del Guayas,
según la visión histórica del origen de la alfarería prehispánica ecuatoriana se
convirtió en uno de los posibles focos de creación, dispersión o de paso de la
misma. Sin embargo nunca hubo clara evidencia de esta propuesta, ya que siempre
estarían ocultados por la posibilidad de que la fuerte sedimentación en esta
cuenca hidrográfica los mantenga por debajo de varios metros de profundidad,
y no permita un hallazgo tan fácilmente como en otras zonas costeras de menor
sedimentación.
Por otro lado, una problemática igualmente desconocida es el temprano y
complejo comercio que enlaza el litoral (Cuenca del Guayas) con la región andina
en centurias de contactos e intercambio que provee un sinnúmero de bienes
exóticos a cada región. Este proceso aceptado por toda la evidencia de los bienes
comerciados no se puede ligar nítidamente a poblados en la cuenca de Guayas.
Siendo pasos obligados, las rutas y los pueblos que los frecuentan, sugieren una
complejidad social que todavía no se puede identificar ni modelizar.
Para enfrentar estas problemáticas a lo largo de los 5000 años de presencia cultural
en la cuenca norte del Guayas y hacer una lectura a través de su cerámica, se
necesitó encontrar una técnica apropiada para registrar las observaciones de esta
secuencia y antes que todo sin salir de la estrategia planificada que nos permitió un
estudio multidisciplinario del material recogido (Guillaume-Gentil, 2008a; 2008b).

652
Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Los numerosos vestigios cerámicos, no permitieron, en esta primera instancia,


realizar un análisis exhaustivo del mismo, sino que dejó el terreno preparado
para que estudios futuros sigan la investigación. Se procedió a puntualizar la
investigación en los atributos diagnósticos existentes en la muestra, lo que nos
restringió a aquellos fragmentos que permitían reconstruir total o parcialmente la
silueta de las vasijas a estudiar, seleccionando así las piezas necesarias para describir
la variabilidad existente en cada complejo. Se limitó a un estudio morfológico/
decorativo de su alfarería a través de la historia en el sector, centrándose en el
mejor de los casos en las vasijas que procedían de contextos seguros. Gran parte
del material, en particular cuerpos cerámicos, al no proporcionar información
necesaria para esta clasificación, fueron excluidos de este trabajo.
Esta selección se restringió a ocupaciones antrópicas estrictamente identificadas,
lo que brindó un importante ahorro de tiempo, ya que al estudiar montículos
construidos con múltiples capas de relleno y, por lo tanto incluyendo fragmentos
cerámicos mezclados, simplemente se los desechó de este análisis, sin alejarse
por esto de una muestra significativa de la evolución cultural y estilística regional.
La «tarea prioritaria» del análisis fue la reconstrucción de las formas ligadas a
rasgos y a niveles ocupacionales de los sitios; esta elección es indispensable por
dos razones:
• para continuar la elaboración de una base de datos formal/estilística de la
cerámica en el norte de la Cuenca del Guayas;
• para asegurarnos de que solo un mínimo de interferencias esté presente al
momento de elaborar la reconstitución de las actividades ocurridas en los
montículos, evitando cualquier evento de mezcla durante las interferencias que
realizamos (Guillaume-Gentil, 2002).
Esta etapa necesitó esperar las conclusiones del estudio estratigráfico de cada tola,
para unir con precisión los rasgos con su capa de ocupación respectiva. Por ende,
tuvimos una muy evidente correlación de depósitos en nuestra área de estudio.
Esta fue realizada a partir de las descripciones sedimentarias de las capas, fechas
14
C y eventos volcánicos ya reportados, logrando destacar contextos seguros,
permitiendo una división cultural del sitio y la separación clara entre el material
hallado en rellenos y aquel sacado de los pisos arqueológicos.

1. 2. Variación formal

Cada vasija analizada tiene una función primaria, la que tiene íntima relación
con su elaboración, tanto formal como de fabricación, por lo cual es importante
tomar en cuenta sus particularidades (geométricas, altura, diámetro, etc.), para
comprender la importancia de cada complejo en totalidad. Esto es muy importante
para enfrentar los cuatro complejos cerámicos analizados en este artículo, ya que
existen muchas semejanzas entre ellos, presentándose vasijas de igual forma, pero
en diferentes tamaños o con sutiles diferencias; éstas se han conservado como
«formas tipos» diferentes, ya que funciones diferentes podrían estar implícitas.

653
Nicolas Guillaume-Gentil

Características que condicionan la relación de la forma y función tienen que ver


con lo que mantiene en su interior: si el contenido es líquido o seco, caliente o
frío, si el calor se aplica a ellos en el uso, la frecuencia de transportaciones, el
acceso o movimiento del contenido en o fuera del recipiente, la duración de los
episodios de uso, especialmente en el almacenaje, la distancia en el traslado, etc.
(Guillaume-Gentil, en prensa).
Una vía práctica para definir la función consiste en buscar sistemáticamente la
relación entre los atributos métricos de los artefactos, por ejemplo la diferencia
entre «diámetro de la boca» y «altura total de la vasija». Esta observación permite
notar estándares de clases de vasijas que, según información etnográfica, representan
una posible función, la cual corresponde íntimamente a la propia morfología de
cada vasija (Balfet et al., 1998).
Según los datos obtenidos, podemos dividir la muestra analizada en las siguientes clases:
Plato: las características generales (diámetro y profundidad) de estos recipientes
sugieren que pueden usarse tanto para servir alimentos, como tal vez en tareas de
procesamiento que involucran el secado, tostado o resecado de alimentos al fuego
(Rice, 2006).
Escudilla: vasija de boca abierta de lados curvos o rectos, pero que, por lo general,
tiene la forma de una media esfera. Su diámetro se encuentra entre 12 y 23 cm
y de acuerdo a su relación diámetro/altura su diámetro es 2 ½ hasta 5 veces
mayor que su alto (Rice, 2006; Balfet et al., 1998). En nuestra muestra podemos
encontrar dos variantes: escudilla cuyo diámetro se encuentra entre 12 y 23 cm y
plato hondo con abertura mayor a 23cm.
Cuenco: recipiente abierto, hondo y ancho (inferior o igual a 18 cm); puede ser
ligeramente cerrado en apertura y en algunos casos no presenta bordes. De acuerdo
a su relación diámetro/altura es 1 ½ a 2 ½ veces más ancho que alto (Rice, 2006;
Balfet et al., 1998). Se pueden encontrar tres variantes: cuenco con un diámetro que
se encuentra entre 12 a 18 cm; cuenco grande cuya boca tiene entre 19 y 40 cm de
diámetro y fuente que posee un diámetro mayor a 40 cm.
Vaso: recipiente abierto de paredes verticales y poco ancho de boca; su diámetro no
supera los 12 cm. De acuerdo a su relación diámetro/altura es 1 ½ más alto que
ancho, o un poco menos que eso. Estos recipientes sirven para recoger y contener
líquidos, así como para beber (Rice, 2006; Balfet et al., 1998).
Ollas: recipiente cerrado y globular o más o menos cilíndrico, comúnmente
más abultado al centro que en los extremos, de boca ancha, con o sin cuello. Su
diámetro mínimo es superior o igual a 1/3 del diámetro máximo. De acuerdo a su
relación diámetro/altura es 1 hasta 2 veces más ancho que alto (Rice, 2006; Balfet
et al., 1998). Su función se asocia directamente a la cocción de alimentos, pero si
observamos mejor vemos que según la altura, el volumen, la dirección y el diámetro
del borde puede haber funcionado como un recipiente para el almacenamiento
temporal, para transportar, o bien para procesar alimentos (Rice, 2006). Además
si una mano o algún utensilio puede introducirse en su interior, se relaciona con
actividades que necesitan mirar y manipular el contenido (Rice, 2006: 208).

654
Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

En nuestra muestra, las ollas son las más numerosas, pero al mismo tiempo
son las que menos información nos brindan de silueta completa, y por no caer
en dimensiones subjetivas, no intentamos hallar la relación diámetro/altura y
subdividir de mejor forma esta categoría funcional.
A pesar de ello estamos seguros que, según las características de algunos cuellos,
ciertas ollas presentan indicios de un uso en la conservación y manipulación de
líquidos, es decir son botellas, inferidas por la presencia de cuellos relativamente
altos y cilíndricos para evitar el derrame del contenido.
Existen casos especiales que debemos mencionar. Se trata de artefactos que no entran
en la categoría «vasijas» ya que no contienen nada, pero sí son importantes en cada
uno de los complejos cerámicos analizados. Tenemos por ejemplo: descansanuca,
ralladores, figurines, torteros, sellos, ocarinas e instrumentos musicales.

1. 3. Estilo Decorativo

Además se ha registrado una gama extensa de diseños decorativos que se pueden


clasificar en siete estándares estilísticos presentes en la mayoría de las vasijas
halladas en la zona. Éstos representan unidades específicas y particulares de
cada ocupación. Se les ha asignado un orden alfabético que complementan la
ordenación numérica asignada a cada vasija tipo.
Decoración A: pintura blanca total, blanco sobre rojo o blanco y rojo.
Decoración B: pintura iridiscente, por lo general a manera de huellas de dedos, y
en menor proporción, en diseños irregulares y únicos.
Decoración C: incisos (una o dos líneas) que recorren el borde de las vasijas sobre
una superficie con engobe rojo total muy alisada o pulida.
Decoración D: aplique de representaciones zoomórficas y, en muy pocos casos,
antropomórficas, sobre una de las superficies de la vasija.
Decoración E: pintura negativa, en diseños irregulares y únicos.
Decoración F: pintura roja a manera de franjas verticales cortas, mejor conocidas
como «pintura a dedos» y en pocos casos bandas horizontales.
Decoración G: calado en distintos diseños, por lo general en triángulos y cruces,
exclusivamente en pedestales altos.
Es así que una forma tipo puede presentarse sin decoración o con una o varias
variables decorativas. Por ejemplo la «forma 3» que es una vasija sin decoración,
puede tener variantes (3a, 3b, 3c, 3d, 3e y 3f): se trata de la misma vasija con
decoración distinta. Cuando existe un caso de mayor variabilidad en algún tipo de
decoración, lo que sucede comúnmente con la presencia de mayor complejidad
en diseños incisos, se aumenta la numeración de esta «forma tipo», apareciendo
variables denominadas por ejemplo «forma 3c1».

655
Nicolas Guillaume-Gentil

1. 4. Definición de complejos cerámicos

Para no caer en posibles errores y equivocaciones, en cada complejo cerámico


descrito aquí, se decidió no utilizar nombres de fases cerámicas ya conocidas
(Valdivia, Chorrera, Guangala, Tolita, Milagro, etc.) lo que, sería aceptar de
antemano la presencia de unidades cerámicas sin considerar la posible presencia
de alguna particularidad regional. Se proponen y defininen los siguientes
complejos cerámicos, asegurando con una nueva nomenclatura definir todas las
variables únicas de esta región, sin dejar de lado las semejanzas con estilos ya
conocidos. Más bien se utilizan nombres de los ríos de la región para permitir
una diferenciación con las culturas contemporáneas de otras zonas con el fin de
no mezclar los datos durante la elaboración de la tipocronología. Cuando este
estudio esté completamente acabado, se podrá intentar una reformulación que
quepa más en los estándares comunes, proponiendo quizás rasgos específicos
del sector.
Manguila: variante regional del Valdivia final en la cuenca Norte del Guayas
(figs. 7-11).
Quindigua: variante regional del Chorrera de la cuenca norte del Guayas, que
se diferencia, a su vez, del Chorrera de la cuenca sur del Guayas2 y por ende de
todas las variantes costeras de esta sociedad (Engoroy, Tabuchila, etc).
Lulu: representante cultural del Desarrollo Regional en la cuenca norte, ya que el
conjunto cerámico típico de esta época no es conocido completamente. Es más,
es muy difícil determinar en la actualidad, según la bibliografía existente, el grupo
humano que ha vivido en esta zona.
San Pablo: representaría el Periodo de Integración, específicamente el complejo
Milagro Quevedo, el menos estudiado por nosotros, cuyos vestigios culturales son
los más escasos de toda la secuencia ocupacional en nuestra investigación y, por
lo tanto, del que menos se posee la información necesaria para verificar o no
características únicas de esta unidad cerámica en la región.

1. 5. Ocupación Formativo temprano final y Complejo Manguila

Desde que se publicaron las primeras descripciones de la subfase Valdivia D3 en


sitios cercanos a Posorja, es decir a sectores más periféricos de la península de
Santa Elena y más cercanos al Golfo del Guayas, se destacó que este material
parecía haber tenido un desarrollo distinto al del Valdivia tardío del sitio epónimo
(junto al mar y más temprano), sin profundizar cuáles fueron estas diferencias. Ellos
también destacaron que muy comúnmente los niveles valdivia C de la Península

2 Observación personal realizada por Rosalba Chacón, que analiza el material del Formativo Tardío
del norte de la ciudad de Guayaquil, sitio Samanes.
3 Hill (1975) reclasifica esta información encasillando a este material como Valdivia VIII.

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Figura 7 – Vasos y cuencos del Formativo temprano final encontrados en las


excavaciones del proyecto

Figura 8 – Ollas de ocupaciones tempranas encontradas en el proyecto


Nótese que no hayamos este tipo de forma en la primera fase de asentamiento humano, al
contrario de los vasos, cuencos y botellas que aparecen alrededor de 1400 a. C.

657
Nicolas Guillaume-Gentil

Figura 9 – Ollas de la fase media de las ocupaciones más tempranas entre 1400 y 1250 a.C.

Figura 10 – Ollas de la última fase del Formativo temprano final que podría pertenecer
a una fase VIII regional o fase IX

658
Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Figura 11 – Botellas halladas en los niveles tempranos de nuestras excavaciones y que


presentan semejanzas con otros grupos Valdivia, así como características específicas de
la región estudiada

se encontraron mezclados con material Machalilla, infiriendo muy tenuemente


una contemporaneidad (Meggers, 1965; Marcos, 1999).
Bischof (1975a) reafirma esta impresión, haciendo notar que los sitios en que se
documenta cerámica C y D, esta se encuentra mezclada con las fases Machalilla
2 a 4. Esta mezcla implicaría 600 años de relación intensiva sin aculturación clara
en su cerámica.
En Real Alto ya se había notado una íntima relación con el material Valdivia D
o fase VIII según Hill (1975), concordando con las varias exploraciones llevadas
adelante en el valle de Chanduy desde 1967, donde fue hallada gran cantidad de
sitios menores Machalilla y Valdivia VIII (Marcos, 1999).
En la prospección arqueológica realizada en 1976, en la cuenca del río Daule, entre
Balzar y Daule, se encontró una larga secuencia que se iniciaba con la ocupación
Valdivia I/II, a 7,5 m de profundidad (Raymond et al., 1980)4. Sin embargo, para
fines del proyecto fue más interesante recalcar que los investigadores notaron la
presencia superficial de gran cantidad de material Valdivia VIII, y claramente de
mayor riqueza y complejidad de diseño que los hallados en el litoral marítimo de
las provincias de Manabí y Guayas (Marcos, 1999). Ya para esta época se conocían

4 Es discutible este hallazgo ya que no ha existido recurrencia en este sentido en la zona.

659
Nicolas Guillaume-Gentil

los hallazgos en San Isidro (por lo general de múltiples huaqueros y luego gracias
a Zeidler [1994]). Posteriormente se empezó a conocer el sitio San Lorenzo del
Mate (Cruz & Holm, 1982 in Staller, 1999; 2000; 2001a; 2001b; Marcos, 1999),
Loma de Terán, en San Pedro (Bischof, 1979) y finalmente la Emerenciana en El
Oro (Staller, 1996; 1998).
El complejo cerámico Jelí (representante Valdivia final del sitio La Emerenciana),
una de las muestras más completas y mejor estudiadas del Valdivia final en el país,
tiene la mayoría de las características cerámicas presentes en nuestro complejo.
Ahí están, especialmente, toda la variedad de ollas globulares, con bordes muy
característicos que son los más representativos de nuestro complejo. Tenemos
también las botellas de picos alargados, solo comunes al sur, cuya presencia es
muy escasa en la cuenca.
El segundo complejo cerámico mejor estudiado es el de Piquigua (representante
Valdivia final del sitio San Isidro) donde, a pesar de hallarse también vasijas
comunes con nuestro complejo, no existe una semejanza tan representativa.
En su mayoría son botellas, ollas y platos decorados con escisiones anchas, más
representativos del Valdivia final de la Costa, incluyendo Península y Manabí,
lugar de donde provendría esta influencia formal y decorativa.
Sin ninguna duda, los primeros intentos comprobados de poblar la Cuenca del
Guayas se remontan a la fase Valdivia temprano. Sin embargo, las huellas más
nítidas se multiplican desde su fase VI, lo que corresponde a la fase Valdivia
medio tardío. Culturas contemporáneas a la ocupación Manguila se hallan muy
esparcidas, como hemos notado en el resto de la costa ecuatoriana; casi todas
se encuentran junto al mar. Al interior de la Cuenca del Guayas se reportan
evidencias como ya mencionamos en Daule (Stemper, 1993), en Peñón del Río
(Marcos, com. pers.) y ahora en La Maná. Ninguno de los casos, excepto el último,
ha sido analizado completamente.
Es relativamente fácil acceder a la descripción de las excavaciones de todos
los sitios donde se documenta Valdivia VIII, pero solo en pocos casos, hay una
completa descripción de los hallazgos, lo que reduce el nivel de confrontación
de esta información. Eso implica que aún no se ha logrado llegar a consensos
concretos sobre esta época de la historia ecuatoriana. Quizás estemos frente a
la necesidad valdiviana de la búsqueda de nuevas áreas de ocupación en estas
fechas, irradiándose desde la Península, hacia todas las direcciones, estableciendo
y reforzando ciertos contactos culturales y posiblemente comerciales con los Andes
(Villalba, 1988), o con las estribaciones de la cordillera, paso necesario para ir a
ambas regiones. Recordemos que ya se ha establecido el contacto Costa-Sierra, tan
tempranamente como al final de la ocupación del sitio Real Alto. En sus extremos
más periféricos ya se empiezan a hallar las primeras evidencias de obsidiana en la
costa ecuatoriana, coincidentemente asociadas a viviendas Machalilla que, como
ya hemos mencionado, parece tener cierta contemporaneidad con la gente de la
época Valdivia final (Marcos, 1999). Además se nota cierta interacción cerámica
entre ambas. Bischof, al conocer el complejo Manguila y comparar con sus
hallazgos en el sitio Loma de Terán en San Pedro, frente al mismo sitio epónimo

660
Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

Valdivia, reconoce la alta similitud entre Costa y Cuenca del Guayas y nos reporta
una clara evolución en el material con la cerámica Machalilla (Bischof, 1979;
com. pers.).
Todo eso nos lleva a proponer que las principales sociedades portadoras de la
cerámica Valdivia VIII se encuentran en la Cuenca del Guayas y en los valles
interiores del litoral de la provincia de Manabí, Guayas y El Oro. En menor
proporción se detectan sitios secundarios de la misma fase en la península, lugar
en el que para esta época se evidencia un posible y paulatino abandono (Marcos,
1999: 3).
Se postula que los valdivieros de la fase VIII parten de procesos socioeconómicos
que se originan en la Cuenca del Guayas. Se trata de un desarrollo independiente a
la tradición peninsular cuya base se ubica en el transcurso del Neolítico acerámico
conocido como Vegas, y es por eso que deberían existir fuertes similitudes entre la
cerámica terminal Valdivia, en los sitios periféricos de Manabí, Guayas y el Oro, ya
que estos formarían parte de la tradición de la Cuenca del Guayas.
Por otro lado se empieza a documentar cierta contemporaneidad entre el Valdivia
VIII y Machalilla, tanto que se empieza a verificar la presencia espacial de ambas
en los centros de larga ocupación Valdivia en la península y en Manabí Sur,
donde se encuentran materiales tradicionales Valdivia VII, junto con materiales de
intercambio Valdivia VIII y luego Machalilla. Mientras que en los asentamientos
menores, donde moran grupos que mantienen tráficos e intercambios con
el interior, se encuentra material Valdivia VIII o Machalilla, con cerámica de
intercambio Valdivia VII, fabricada en los centros tradicionales Valdivia del Litoral.
Se plantea, por lo tanto, que en la Cuenca del Guayas y en las zonas periféricas
del litoral, se deberían encontrar los sitios Valdivia VIII y Machalilla libres de toda
mezcla, conservando su posición cronológica correcta (Marcos, 1999: 3-4).
Pero otra tendencia actual empieza a considerar que el Formativo temprano
Final presenta una fuerte variación regional, es decir, a pesar de su semejanza
puede haber una fuerte diferencia entre ellos, complicando de esta manera el
entendimiento de esta fase cerámica (Staller, 2001a; 2001b: 99). Se presenta la
posibilidad de la existencia, por ejemplo, de una posible fase IX en la secuencia
Valdivia (fase Jelí) que documenta la evolución de la cerámica entre el Formativo
temprano y Formativo medio de la costa ecuatoriana que adiciona la presencia de
ciertas afinidades morfológicas y estilísticas con la cerámica Kotosh de la montaña
peruana (Staller, 1996: 17-19), determinando su variación regional, la íntima
relación con el Norte Peruano.
Nuestras ollas V-7 y V-11 (fig. 11, arriba y las tres de abajo) representarían las
vasijas estándar en todos los sitios tardíos estudiados. También podríamos decir
lo mismo de los figurines, los que se encuentran en un proceso aparente de
abandono de su uso, para esta época.
El Complejo Piquigua se encuentra representado en nuestra cerámica, por los platos
(Forma V-1), un tipo de botella (Forma V-9) y un tipo de olla (Forma V-13). Asumimos
que este material es más representativo de la alfarería manabita que de la de Cuenca
(Graber, en este volúmen), excepto la olla muy representativa de Manguila.

661
Nicolas Guillaume-Gentil

El Complejo Jelí se encuentra representado en Manguila por la botella de pico


cónico, en muchos casos asociados a insinuaciones fálicas (Forma V-10), y de igual
forma hallado en recolecciones superficiales en Milagro y en las excavaciones de
San Lorenzo del Mate. Desconocemos para estos dos últimos sitios la importancia
de este tipo de botellas, pero en Manguila no es representativo; sin embargo, en
La Emerenciana está aparentemente más diagnóstico. En este sentido asociaríamos
a estas botellas la posibilidad de poseer asas de estribo, muy comunes en este
complejo, siendo principalmente estas botellas, la base para identificar la influencia
Machalilla en el complejo (Staller, 1996: 20).
La cerámica Manguila también presenta características únicas, por ejemplo:
• Forma V-3.1 y V-3.2 y V-6 (fig. 7, ocupaciones 1a, b y c): representan el 36,98 %
de todo el complejo de los cuencos abiertos o levemente cerrados, que aunque
simples no son documentados fuera de la Cuenca del Guayas5.
• Forma V-12 y V-14: olla inflexionada de forma relativamente simple y sin ninguna
característica especial, excepto un seudo decorado en su borde. Entre ambas
vasijas reflejan el 38,33 % del complejo y por ende son muy características, pero
por su calidad, creemos que debía ser más común en todos los sitios, pero no
han sido descrito.
• Forma V-15: olla con decoración en sobre relieve en el borde, que representa el
6,55 % del Manguila. No han sido documentados casos similares en otro sitio,
por lo que debe ser considerada como exclusiva de la muestra.
• Forma V-2: similar a cuencos Valdivia VII de la Península y no común en otros
sitios Valdivia VIII. Nos hace recordar lo que postulaba Marcos (1999) sobre la
posibilidad de hallar cerámica de una u otra fase en un mismo sitio, aunque solo
se encuentren 4 fragmentos y no sea representativo de la muestra analizada. La
Maná es el único sitio fuera de la península de Santa Elena donde ha sido hallado.
• Forma V-4, V-5, V-8, V-12.1, y V-16: son ollas y vasos únicos representados en
su mayoría por un solo fragmento en la muestra. Hacemos hincapié en la olla
V-12.1 donde se halla una asa que no tiene nada que ver con las conocidas
«botellas con asas de estribo».
• Mencionamos unas bases de pedestales en cuencos de San Lorenzo del Mate,
aunque son únicas de ese sitio documentadas la presencia de bases anulares
muy bajas en nuestro complejo, específicamente asociadas a las vasijas V-3.1 y
V-3.2 y V-6.
Como ya mencionamos, cuencos de piedra también son diagnósticos de la zona,
lamentablemente la muestra que manejamos sobre estas vasijas es muy reducida;
sin embargo está claro que son específicas de la región.

5 En Daule sí fueron reportados (Stemper, 1993).

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Proyecto La Cadena-Quevedo-La Maná

CONCLUSIÓN

Esta presentación a grandes rasgos de nuestro proyecto constituye una muestra


mínima de los resultados obtenidos a lo largo de quince años de investigación. Se
está acabando ahora el estudio de todos los estilos cerámicos recuperados durante
las nuestras excavaciones y con miras a publicar un libro que de cuenta de esta
tipocronología. El saber que se dispone de materiales tan antiguos constituye en sí
un paso adelante ya que amplía mucho el área de dispersión de la cultura Valdivia.
Este trabajo permite restituir los numerosos modos de asentamiento humano a
través de los siglos, lo que revela una complejidad jamás inferida hasta ahora.
Sería muy importante proseguir con las investigaciones en esta región a fin de
precisar más esta modelización: efectuar sondeos en los modelos identificados
mas no excavados, aportaría una contribución útil a estas hipótesis. Sin embargo,
el análisis de la cerámica, permite matizar y clarificar ciertas sugerencias emitidas
en el presente trabajo. Finalmente, estudios más específicos de los vestigios o las
estructuras sacadas a la luz (tipos de fogones y macrorrestos contenidos en su
relleno, por ejemplo) favorecerían un conocimiento siempre más detallado de las
realidades que se ha intentado restituir.

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