Leng Ficha1 Oa8 Octavo Est
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LENGUAJE
GUÍA PARA ESTUDIANTE
Actividades de apoyo 8° Básico
UNIDAD 5
FICHA N° 1
Nombre:
Establecimiento:
OA8 – Octavo Básico
Ficha 1: Realiza deducciones a partir de las pistas de un texto narrativo
Recuerda
Literatura fantástica
La literatura fantástica hace referencia a una narración que expone una
representación cotidiana de la realidad, que es interrumpida por hechos
imposibles, sobrenaturales o extraños que no se pueden explicar mediante la
razón.
vacilación también es provocada en el lector, quien debe definir qué es real y
que no.
Cuando recibimos una obra literaria y la leemos, es importante interpretarla, es
decir, comprender el contenido del texto leído, relacionándolo con mis
conocimientos previos para darle sentido y significado a la realidad.
Fuente: López Lola. Formación y desarrollo del cuento fantástico en Latinoamérica. Tesis para optar al grado de doctora
en literatura hispanoamericana y española. Universidad Autónoma, Madrid, 2009.
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1. Te presentamos a Nosferatu, uno de los primeros vampiros representado en
el cine, ¿Qué conoces acerca de los vampiros? ¿Qué los caracteriza? ¿Cómo
viven y mueren? Escribe tu respuesta en el recuadro.
Fuente: https://de10.com.mx/top-10/nosferatu-la-mejor-pelicula-de-vampiros-que-fue-censurada-y-destruida
Lee, reflexiona y comenta
2. Lee el siguiente texto y luego responde la pregunta asociada, pensando en los pasos
mentales que realizas para llegar a la alternativa que consideras correcta.
THANATOPIA
(Fragmento adaptado)
Mi padre fue el célebre doctor John Leen, miembro de la Real Sociedad de
Investigaciones Psíquicas, de Londres, y muy conocido en el mundo científico
por sus estudios sobre el hipnotismo y su célebre Memoria sobre el Old. Ha
muerto no hace mucho tiempo. Dios lo tenga en gloria.
Desde muy joven perdí a mi madre, y fui enviado por orden paternal a un colegio
de Oxford. Mi padre, que nunca se manifestó cariñoso para conmigo, me iba a
visitar de Londres una vez al año al establecimiento de educación en donde yo
crecía, solitario en mi espíritu, sin afectos, sin halagos. Allí aprendí a ser triste.
Físicamente era el retrato de mi madre, según me han dicho, y supongo que por
esto el doctor procuraba mirarme lo menos que podía. No os diré más sobre
esto. Son ideas que me vienen. Excusad la manera de mi narración.
Al cumplir los veinte años se me anunció un día la visita de mi padre. Me alegré,
a pesar de que instintivamente sentía repulsión por él: Me alegré, porque
necesitaba en aquellos momentos desahogarme con alguien, aunque fuese con
él.
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Llegó más amable que otras veces, y aunque no me miraba frente a frente, su
voz sonaba grave, con cierta amabilidad para conmigo. Yo le manifesté que
deseaba, por fin, volver a Londres, que había concluido mis estudios; que, si
permanecía más tiempo en aquella casa, me moriría de tristeza... Su voz resonó
grave, con cierta amabilidad para conmigo:
—He pensado, cabalmente, James, llevarte hoy mismo. El rector me ha
comunicado que no estás bien de salud, que padeces de insomnios, que comes
poco. El exceso de estudios es malo, como todos los excesos. Además —quería
decirte—, tengo otro motivo para llevarte a Londres. Mi edad necesitaba un
apoyo y lo he buscado. Tienes una madrastra, a quien he de presentarte y que
desea ardientemente conocerte. Hoy mismo vendrás, pues, conmigo.
¡Una madrastra! Y de pronto se me vino a la memoria mi dulce y blanca y rubia
madrecita, que de niño me amó tanto, me mimó tanto, abandonada casi por mi
padre, que se pasaba noches y días en su horrible laboratorio, mientras aquella
pobre y delicada flor se consumía... ¡Una madrastra! Iría yo, pues, a soportar la
tiranía de la nueva esposa del doctor Leen, quizá una espantable bluestocking,
o una cruel sabihonda, o una bruja... Perdonad las palabras. ¡A veces no sé
ciertamente lo que digo!, o quizá lo sé demasiado...
No contesté una sola palabra a mi padre, y, conforme con su disposición
tomamos el tren que nos condujo a nuestra mansión de Londres.
Desde que llegamos, desde que penetré por la gran puerta antigua, a la que
seguía una escalera oscura que daba al piso principal, me sorprendí
desagradablemente: no había en casa uno solo de los antiguos sirvientes. Cuatro
o cinco viejos enclenques, con grandes libreas flojas y negras, se inclinaban a
nuestro paso, con genuflexiones tardas, mudos. Penetramos al gran salón.
Todo estaba cambiado: los muebles de antes estaban sustituidos por otros de
un gusto seco y frío. Tan solamente quedaba en el fondo del salón un gran retrato
de mi madre, obra de Dante Gabriel Rossetti, cubierto de un largo velo de
crespón. Mi padre me condujo a mis habitaciones, que no quedaban lejos de su
laboratorio. Me dio las buenas tardes. Por una inexplicable cortesía, le pregunté
por mi madrastra. Me contestó despacio, recalcando las sílabas con una voz
entre cariñosa y temerosa que entonces yo no comprendía:
—La verás luego... Que la has de ver es seguro... James, mi hijito James, adiós.
Te digo que la verás luego...
Ángeles del Señor, ¿por qué no me llevasteis con vosotros? ¿Y tú, madre,
madrecita mía?, ¿por qué no me llevaste contigo en aquellos instantes? Hubiera
preferido ser tragado por un abismo o pulverizado por una roca, o reducido a
ceniza por la llama de un relámpago...
Fue esa misma noche, sí. Con una extraña fatiga de cuerpo y de espíritu, me
había echado en el lecho, vestido con el mismo traje de viaje. Como en un
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ensueño, recuerdo haber oído acercarse a mi cuarto a uno de los viejos de la
servidumbre, mascullando no sé qué palabras y mirándome vagamente con un
par de ojillos estrábicos que me hacían el efecto de un mal sueño. Luego vi que
prendió un candelabro con tres velas de cera. Cuando desperté a eso de las
nueve, las velas ardían en la habitación.
Me lavé. Me mudé. Luego sentí pasos, apareció mi padre. Por primera vez, ¡por
primera vez!, vi sus ojos clavados en los míos. Unos indescriptibles ojos, os lo
aseguro; unos ojos como no habéis visto jamás, ni veréis jamás: unos ojos con
una retina casi roja, como ojos de conejo; unos ojos que os harían temblar por la
manera especial con que miraban.
—Vamos hijo mío, te espera tu madrastra. Está allá, en el salón. Vamos.
Allá, en un sillón de alto respaldo, como una silla de coro, estaba sentada una
mujer. Ella... Y mi padre:
—¡Acércate, mi pequeño James, acércate!
Me acerqué maquinalmente. La mujer me tendía la mano... Oí entonces, como
si viniese del gran retrato, del gran retrato envuelto en crespón, aquella voz del
colegio de Oxford, pero muy triste, mucho más triste: «¡James!»
Tendí la mano. El contacto de aquella mano me heló, me horrorizó. Sentí hielo
en mis huesos. Aquella mano rígida, fría, fría... Y la mujer no me miraba.
Balbuceé un saludo, un cumplimiento. Y mi padre:
—Esposa mía, aquí tienes a tu hijastro, a nuestro muy amado James. Mírale,
aquí le tienes; ya es tu hijo también.
Y mi madrastra me miró. Mis mandíbulas se afianzaron una contra otra. Me
poseyó el espanto: aquellos ojos no tenían brillo alguno. Una idea comenzó,
enloquecedora, horrible, horrible, a aparecer clara en mi cerebro. De pronto, un
olor, olor... ese olor, ¡madre mía! ¡Dios mío! Ese olor... no os lo quiero decir...
porque ya lo sabéis, y os protesto: lo discuto aún; me eriza los cabellos.
Y luego brotó de aquellos labios blancos, de aquella mujer pálida, pálida, pálida,
una voz, una voz como si saliese de un cántaro gemebundo o de un
subterráneo:
—James, nuestro querido James, hijito mío, acércate; quiero darte un beso en la
frente, otro beso en los ojos…
No pude más. Grité:
—¡Madre, socorro! ¡Ángeles de Dios, socorro! ¡Potestades celestes, todas,
socorro! ¡Quiero partir de aquí pronto, pronto; que me saquen de aquí!
Oí la voz de mi padre:
—¡Cálmate, James! ¡Cálmate, hijo mío! Silencio, hijo mío.
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—No —grité más alto, ya en lucha con los viejos de la servidumbre. Yo saldré de
aquí y diré a todo el mundo que el doctor Leen es un cruel asesino; que su mujer
es un vampiro; ¡que está casado mi padre con una muerta!
Fuente: Darío Rubén. Cuentos completos. México: Fondo de Cultura Económica,1983. (Adaptado) Extraído de:
https://biblioteca.org.ar/libros/656623.pdf
Glosario:
Deduce del relato leído, ¿quién es la madrastra de James?
A. La mujer vampiro, alimentada con sangre.
B. Su madre muerta, convertida en vampiro.
C. Un ser monstruoso, creado de cadáveres.
D. Un autómata, construido por su padre John Lee.
3. Responde en tu cuaderno y luego comparte de modo
oral: ¿Cuál fue tu respuesta a la pregunta anterior? ¿Qué pasos realizaste para
responderla?
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Aprende una estrategia
Paso 2: Lee el relato y responde en una breve oración: ¿Qué había ocurrido
con la madre de James? Subraya todas las frases del relato en que el narrador
hace referencia a ella. Trabaja directamente en la sección “Lee, reflexiona y
comenta”.
Paso 3: Lee el texto y anota en el siguiente espacio todas las características de
la madrastra de James:
Paso 5: Relee las conclusiones a las que has llegado en el paso 4, lee las
alternativas de la pregunta y marca la correcta.
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Deduce del relato leído, ¿quién es la madrastra de James?
A. La mujer vampiro, alimentada con sangre.
B. Su madre muerta, convertida en vampiro.
C. Un ser monstruoso, creado de cadáveres. 7
D. Un autómata, construido por su padre John Lee.
Practica
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3. Responde en el espacio asignado: ¿Por qué crees que el cuento se llama
Thanatopia? Justifica con dos ideas extraídas del cuento. Recuerda que el
significado de esta palabra se encuentra en el “glosario” de esta ficha.
Comparte de modo oral tu respuesta y los pasos que realizaste para llegar a
ella.
¿Qué aprendí?
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