02 Guion - Ordenación Diaconal Fr. Rafael García
02 Guion - Ordenación Diaconal Fr. Rafael García
02 Guion - Ordenación Diaconal Fr. Rafael García
ORDENACIÓN DIACONAL
Fr. RAFAEL ANTONIO GARCÍA TOVAR, T.C.
MONICIÓN DE ENTRADA
Ceremoniero:
“Invitados al Banquete”
Ritos iniciales
Congregado el pueblo, el obispo, se dirige al Altar, junto con los Obispos y presbíteros
concelebrantes, los ordenandos, los diáconos y los demás ministros.
Terminado el canto de entrada, el obispo, los concelebrantes, los diáconos y los fieles, de
pie, se signan con la señal de la Cruz, mientras aquel, vuelto hacia el pueblo, dice:
Amén.
Inmediatamente, el obispo, extendiendo las manos, saluda al pueblo diciendo:
Y con tu espíritu.
El comentador hace una monición para introducir la Misa.
El pueblo responde:
El obispo prosigue:
El pueblo responde:
Y danos tu salvación.
Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.
El pueblo responde:
Amén.
“Gloria a Dios”
Amén.
Oración Colecta
El pueblo responde:
Amén.
Ceremoniero:
PRIMERA LECTURA
Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores
Sal 22 (23)
“Rendid a Yahvé”
/Aleluya…
Descuajan los montes, los cedros del Líbano…
Aleluya…
La voz del Señor lanza llamas de fuego…/
Aleluya…
Y en su santuario grita: ¡Glo-o-ria!
/Aleluya…
Descuajan los montes, los cedros del Líbano…
Aleluya…
La voz del Señor lanza llamas de fuego…/
Aleluya…
Y en su santuario grita: ¡Glo-o-ria!
Y con tu espíritu.
EVANGELIO
Andaban como ovejas sin pastor.
El diácono o sacerdote dice:
Ceremoniero:
Presente.
Y se acerca al frente del Altar, delante del obispo, a quien hace una reverencia.
Ceremoniero:
Decimos todos, demos gracias a Dios.
Todos dicen:
Todos:
Demos gracias a Dios.
Entonces, el ordenando, hecha la reverencia al obispo, se dirige a la sede preparada para
ellos en el presbiterio.
Homilía
Terminada ésta, solamente se levanta el elegido y se pone de pie ante el obispo, quien lo
interroga con estas palabras:
El elegido responde:
Todos:
Amén.
El obispo le pregunta:
El elegido responde:
Sí, quiero.
El obispo le pregunta:
Sí, quiero.
El obispo le pregunta:
Sí, quiero.
Sí, prometo.
El obispo les pregunta:
Sí, quiero.
El obispo le pregunta:
Sí, prometo.
El obispo concluye siempre, diciendo:
Amén.
Cuando ha hecho la promesa de obediencia, el elegido regresa al frente del Altar.
Ceremoniero:
Ceremoniero:
Pongámonos de rodillas.
En seguida, el obispo se arrodilla ante la cátedra.
Entonces, los cantores comienzan las letanías, que reemplazan la oración universal.
Todos:
Amén.
Finalmente, el ceremoniero dice:
Ceremoniero:
Pueden levantarse.
Y todos se levantan.
Ceremoniero:
El obispo recibe la mitra e impone las manos sobre el elegido sin decir nada.
Tras dicha imposición de manos, los presbíteros permanecen junto al Obispo hasta que se
haya concluido la Plegaria de Ordenación, pero de modo que la ceremonia pueda ser bien
vista por los fieles.
Estando el elegido arrodillado ante él, el Obispo, sin mitra y con las manos extendidas, dice
la Plegaria de Ordenación:
Así también,
en los comienzos de la Iglesia,
los Apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron, como auxiliares suyos
en el ministerio cotidiano,
a siete varones acreditados ante el pueblo,
a quienes,
orando e imponiéndoles las manos,
les confiaron el cuidado de los pobres,
a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño
a la oración y a la predicación de la Palabra.
Te suplicamos, Señor,
que atiendas propicio
a éste tu siervo,
(Fray Rafael Antonio García Tovar)
a quien consagramos humildemente
para el Orden del diaconado
y el servicio de tu Altar.
Que resplandezca en él
un estilo de vida evangélico, un amor sincero,
solicitud por pobres y enfermos,
una autoridad discreta,
una pureza sin tacha
y una observancia de sus obligaciones espirituales.
Todos:
Amén.
Ceremoniero:
El Ordenado, ya con sus vestidos diaconales, se acerca al obispo, quien le entrega, ante él
arrodillado, el Libro de los Evangelios, diciendo:
Y con tu espíritu.
Mientras tanto se entona un canto apropiado, que prosigue hasta que todos se hayan dado
el saludo de la paz.
Ceremoniero:
Unidos a la ofrenda que hace Jesús del sacrificio único y
santo de sí mismo al Padre, depositemos en la patena y en el
cáliz nuestra vida y vocación en especial la de este hermano;
que el mismo Jesús lo haga aceptable a los ojos del Padre.
Después el obispo recibe del diácono el cáliz y lo presenta, y, teniéndolo con ambas manos
un poco elevado sobre el Altar, dice en voz baja:
En el momento de ofrecer
el sacrificio de toda la Iglesia,
oremos a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
Todos:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
Luego el obispo, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
P adre santo,
cuyo Hijo quiso lavar los pies de los discípulos
para darnos ejemplo,
recibe los dones que te presentamos
y haz que, al ofrecernos como oblación espiritual,
nos llenemos de espíritu de humildad y diligencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Concluida la oración sobre las ofrendas el pueblo aclama:
Amén.
Los diáconos están detrás de los concelebrantes, para que, cuando sea necesario, uno de
ellos sirva en lo referente al cáliz o al misal. Ninguno permanezca entre el obispo y los
concelebrantes o, entre éstos y el Altar.
Porque Él,
no solo confiere la dignidad del sacerdocio real
a todo el pueblo redimido,
sino que, con fraternal predilección
elige a algunos hombres,
para hacerlos, por la imposición de las manos,
partícipes de su ministerio santo sagrada misión.
Hosanna, hosanna,
hosanna los ángeles cantan.
Hosanna, hosanna,
hosanna cantemos a Dios.
Hosanna, hosanna,
hosanna los ángeles cantan.
Hosanna, hosanna,
hosanna cantemos a Dios.
CP Padre misericordioso,
te pedimos humildemente,
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
C1 Acuérdate Señor,
de tu hijo [Fray Rafael Antonio García Tovar]
que hoy recibe el ministerio del diaconado
Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar.
veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos Apóstoles y Mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé; Mateo, Simón y Tadeo;
Lino, Cleto, Clemente,
Sixto, Cornelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo, Cosme y Damián]
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
Después prosigue:
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda
sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu Ángel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar,
seamos colmados
de gracia y bendición.
Junta las manos
A ellos, Señor,
y a cuantos descansan en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
Junta las manos.
Amén.
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria,
por siempre, Señor.
Señor Jesucristo,
que dijiste a tus Apóstoles:
«La paz os dejo, mi paz os doy»,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Amén.
El obispo, vuelto hacia al pueblo, extendiendo y juntando las manos, añade:
Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono o el obispo añade:
Después toma la Hostia, la parte sobre la patena y pone una partícula dentro del cáliz,
diciendo en secreto:
CANTO DE LA PAZ:
Y danos la paz…
Señor Jesucristo,
la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre
no sea para mí un motivo de juicio y condenación,
sino que, por tu piedad,
me aproveche para la defensa de alma y cuerpo
y como remedio saludable.
El obispo hace genuflexión, toma la Hostia y, sosteniéndola un poco elevada sobre la patena
o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Después toma la patena o el copón y se acerca a los que van a comulgar. Muestra la Hostia
a cada uno sosteniéndola un poco elevada, y le dice:
El Cuerpo de Cristo.
El que va a comulgar responde:
Amén.
Y comulga.
CANTOS DE COMUNIÓN:
“Mensajeros de la Paz”
El obispo dice:
Oremos.
Amén.
Rito de conclusión
El comentador hace la monición de salida.
Finalmente, el obispo recibe la mitra y extendiendo las manos, saluda al pueblo, diciendo:
Y con tu espíritu.
El diácono o uno de los presbíteros invita a todos diciendo:
R/. Amén.
R/. Amén.
R/. Amén.
Entonces, el obispo recibe el báculo pastoral y dice:
R/. Amén.
Dada la bendición, el diácono, con las manos juntas, despide al pueblo diciendo: