La Visión Beatífica
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LA VISIÓN BEATIFICA
A) Noción
329. Al precisar el concepto o noción que se tiene de alguna cosa, cabe explicar la mera
significación verbal de la palabra o su contenido real. Veamos ambos aspectos en la cuestión
que nos ocupa.
a) Nominalmente, la palabra visión se refiere al acto propio del sentido de la vista. Por
analogía se extiende a significar toda clase de conocimiento sensitivo o intelectual ( 2). La idea
de visión, en cualquier clase de conocimiento, supone la influencia directa e inmediata del
objeto percibido sobrel la facultad que lo percibe; por eso la fé - que cree en un objeto ausente -
es incompatible con la visión (3). La idea de visión excluye, pues, todo conocimiento indirecto,
mediato, a modo de analogía, de abstracción o de razonamiento. Aunque sea de manera
confusa, la visión ha de percibir directamente el objeto en sí mismo; de lo contrario, na hay
visión.
2 Cf. I.67,I.
3 Cf. II-II,I,4.
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4 Sin el previo dato de fe, la razón natural no podría sospechar siquiera la existencia o posibilidad de la
visión beatífica, ya que se trata de un misterio sobrenatural, que sólo podemos conocerlo por al divina
revelación.
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divina.
Pero esta opinión no puede admitirse. Porque, como la suprema felicidad del hombre
consiste en la más elevada de sus operaciones, que es la del entendimiento, si éste no pudiera
ver nunca la esencia divina, se seguiría una de estas dos cosas: o que el hombre jamás podría
alcanzar su felicidad, o que ésta consiste en algo distinto de Dios; pero esto es contrario a la fe,
porque la felicidad última de la criatura racional está en lo que es principio de su ser, ya que en
tanto es perfecta una cosa en cuanto se une con sun principio. Pero es que, además, se opone a
la razón, porque, cuando el hombre ve un efecto, experimenta deseo natural de conocer su
causa, y de aquí nace la admiración humana. De donde se sigue que, si el entendimiento de la
criatura no lograse alcanzar la causa primera de las cosas, quedaría defraudado un deseo natural
(5). Por consiguiente, es preciso concluir que los bienaventurados ven la esencia divina@
(I,12,I).
Esto argumento del deseo natural, de ver a Dios tiene una fuerza probativa muy distinta
según como se le considere o enfoque. Prescindiendo de la gran variedad de opiniones
sustentadas por los teólogos en torno a ese argumento, he aquí lo que nos parece que se puede
concluir con seguridad:
1.1 Entendido como un deseo estricta y puramente natural (v.gr., al ver el sol
desearíamos conocer a su autor), demuestra únicamente la posibilidad de ver a Dios como
autor del orden natural, pero nada más. Es imposible que un deseo estrictamente natural nos
lleve a demostrar la posiblidad de ver a Dios tal como es en sí mismo en el orden sobrenatural.
Hay un abismo entre ambos órdenes. El orden puramente natural no puede ni siquiera
sospechar la existencia del sobrenatural: se requiere expresamente la divina revelación.
2.1 Supuesta la divina revelación, o sea, cuando el hombre ya sabe por la fe la existencia
de Dios como autor del orden sobrenatural o de la gracia, puede ya surgir en él - y surge de
hecho, efectivamente - el deseo natural de verle tal como en es sí mismo, o sea, como autor de
ese orden sobreantural conocido por la fe. Es uno deseo connatural al estado de gracia. En este
sentido, este deseo prueba de manera concluyente, desde el punto de vista de la razón
teológica, la posibilidad y el hecho de la visión beatífica, ya que es imposible que quede
frustrado un verdadero y legítimo deseo natural. (6).
Todavía puede encontrarse un nuevo argumento teológico en torno a la posibilidad de
ver a Dios, por parte del objeto adecuado de nuestro entendimiento, que es el ser en toda su
extensión. El entendimiento del hombre - y dígase lo mismo, y con mayor razón, el del ángel -
tiene capacidad obediencial para conocer todo aquello que de suyo sea cognoscible. Luego
puede llegar a conocer a Dios tal como es en sí mismo, si Dios se digna elevarle a esa altísima
visión (7).
6 Cf. MANUEL CUERVO.O.P., El deseo natural de ver a Dios y la apologética inmanentista: Ciencia
Tomista, 37 (1928) 310-340; 38 (1929); 332-349; 39 (1929) 5-36; 45 (1932) 289-317.
7 Cf. I,12,4 ad 3.
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Hasta aquí hemos hablado de la possibilidad de la visión beatífica. Demos um paso más
y demostremos su existencia real. Vamos a precisarlo en forma de conclusión.
Conclusión: Los bienaventurados en el cielo ven a Dios en su propia esencia, o sea,
tal como es en sí mismo (De fe.)
(.....)
continuação, pág. 494.
342. Es la doctrina expressa de Santo Tomás, compartida, como hemos dicho, por la casi
totalidad de los teólogos contra Suárez. He aquí algunos textos del Angélico del todo claros e
inequívocos:
AHemos demostrado que la substancia divina no puede ser vista por el entendimiento
mediante una especie creada. Por eso es preciso que el entendimiento la vea a través de la
misma esencia de Dios, de modo que en tal visión sea la esencia divina lo que se ve y también
el medio de verla (quod videtur et quo videtur)@ (9).
AEs claro que la esencia divina puede compararse con el entendimiento creado
como una especia inteligible por la que éste entiende (10).
ACuando un entendimiento creado ve la esencia de Dios, es la misma esencia divina
la que se hace forma inteligible a tal entendimiento@ (11).
8 Cf. RAMÍREZ, o.c., n.288 y 329.
10 Ibid., ibid.
11 I,12,5.
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Prenotandos. - 1.1. El objeto del la visión beatífica es doble: uno primário, que es mismo
Dios; y otro secundário, las criaturas.
2.1. El en objeto primario cabe distinguir las cosas que pertenecen a Dios de una manera
necesaria, tales como su esencia, atributos y relaciones; y las cosas libres, como los actos de su
12 Así explican la visión beatífica CAYETANO, I p., 12,2; SALMANTICENSES, De visione Dei,
disp.2 n.6is.; GONET, tr.2 disp.2 a.3 Ê 2; BILLUART, De Deo uno, diss.4 a.7, y otros insignes teólogos.
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libre voluntad.
Vamos a precisar separadamente qué es lo que los bienaventurados ven o no ven de
todas estas cosas al contemplar la divina esencia.
a) Objeto primario
13 Este ejemplo, aunque muy expresivo, resulta todavia imperfecto, puesto que el que contempla el
mar desde la orilla no ve todo el mar. Los bienaventurados ven toda la esencia divina, pero sin agotar su infinita
cognoscibilidade. Es como si desde un avión pudiera contemplarse todo el mar, pero sin penetrar hasta el fondo
del mismo.
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predestinación con la libertad del hombre; por qué crea Dios a los que sabe que se han de
condenar, por qué permite el mal entre los hombres, y tantas otras cosas que ahora nos resultan
incomprensibles. Todo se aclarará maravillosamente entre lol resplandores de la divina visión.
Escuchemos al P. Garrigou-Lagrange:
ALa visión beatífica rebasa inmensamente no sólo la más sublime filosofía, sino el
conocimiento natural de los ángeles más elevados y de todos los ángeles creables. Los
bienaventurados ven todas las perfecciones divinas concentradas y armonizadas en su fuente
común, en la esencia divina, que las contiene eminente y formalmente, más y mejor que la luz
blanca contiene los siete colores del iris. Ven también cómo la Misericórdia más tierna y la
Justicia más inflexible proceden de un solo y mismo Amor, infinitamente generoso e
infinitamente santo, como la misma cualidad eminente del Amor identifica en sí atributos en
apariencia tan opuestos. Ven cómo la Misericordia y la Justicia se unen de variados modos en
todas las obras de Dios.
AVen cómo el Amor increado, incluso en su más libre beneplácito, se identifica con la
pura Sabiduría; cómo nada hay en él que no sea sabio, y cómo no hay nada en la divina
Sabiduría que no se convierta en Amor. Ven cómo este Amor se identifica con el Bien
soberano, siempre amado por toda la eternidad; cómo la divina Sabiduría se identifica con la
Verdad siempre conocida; cómo todas sus perfecciones no hacen sino identificarse en la
esencia misma de El que es. Contemplan esta eminente simplicidad de Dios, esta pureza y
santidad absolutas, concentración de todas las perfecciones sin mezcla de imperfección alguna.
AEn una misma y única mirada intelectual, jamás interrumpida, ven también la infinita
fecundidad de la naturaleza divina, que se despliega en tres personas, la eterna generación del
Verbo, Aesplendor del Padre y figura de su substancia@, la inefable espiración del Espíritu
Santo, término del amor mutuo del Padre y del Hijo que eternamente les une en la más íntima
difusión de sí mismos@ (14).
14 GARRIGOU-LAGRANGE, La vida eterna y la profundidad del alma (Madrid) 1950) p.5.0 c.3
p.329 330.
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sea, en la medida que Dios quiere que las represente y no más. Por eso dice Santo Tomás que
ni los mismo ángeles conocen todos los misterios de la gracia, ni todos en el mismo grado, sino
en la medida que Dios se los quiere revelar (I,57,5). La razón última de esto hay que buscarla
en la imposibilidad para el entendimiento creado de comprender totalmente a Dios (ibid., ad 2).
Santo Tomás dice que ni siquiera el entendimiento humano de Cristo puede descubrir en la
Causa primera todos los efectos posibles que ella se encierran (15).
3.0 Sin embargo, conoceremos, probablemente, todos los decretos libres de Dios que se
relacionan de algún modo con nosotros, incluso terminativamente. La razón es porque no
puede quedar frustrado ningún deseo natural de los bienaventurados (no sería perfecta su
bienaventuranza si desearan algo que no tienen) y parece natural que desearemos saber todo
aquello que se relacione de algún modo con nosotros, v.gr., nuestra propia predestinación
eterna y los medios admirables de que Dios se valió para llevarla a cabo.
b) Objeto Secundario
Como hemos dicho más arriba, el objeto secundario de la visión beatífica lo constituyen
las cosas distintas de Dios. He aquí, en una serie de conclusiones, lo que hay que decir sobre
esto.
Conclusión I.0: Los bienaventurados no ven en la esencia divina todas las cosas
posibles, ni siquiera todas las que Dios ve como presentes.
345. PRENOTANDO. - Para entender el alcance de esta conclusión hay que tener en
cuenta que las criaturas pueden dividirse en dos grandes grupos: a) el de las criaturas posibles,
o sea, las que podría Dios crear, pero que de hecho no tendrían nunca existencia real, porque
Dios no las creará jamás; y b) el de las criaturas que han sido, son o serán porque Dios las créo
o las creará a su tiempo. Las primeras las conoce Dios en su propia divina esencia con el
conocimiento que llaman los teológos de simple inteligencia (cf. I,14,9), o sea, de puro
conocimiento, porque jamás tendrán realidad y sólo las conoce Dios como posibles; las
segundas las conoce Dios con el conocimiento que llaman de visión, porque efectivamente las
ve todas en su realidad existencial y como presentes, aunque para nosotros sean pasadas o
futuras.
Esto supuesto, he aquí lo que hay que concluir:
esencia divina. AAlgo así - dice Santo Tomás - como cuando se propone un principio de
demostración a una inteligencia vigorosa, que ven en seguida en él una seria de consecuencias
que otra más debil no percibe más que explicándoselas una por una@ (I,12,8).
2.1 CON RELACIÓN A LAS COSAS REALES. - Santo Tomás dice que le
entendimiento humano de Cristo ve en el Verbo todas las cosas que Dios ve con su ciencia de
visión, o sea, todas las cosas que fueron, son o serán en la realidad ( 17). Pero los
bienaventurados (ángeles y hombres) no las ven todas, ya que consta que los ángeles no saben
todo lo que Dios tiene determinado hacer, ni los futuros contingentes, ni los secretos de los
corazones, ni el día del juicio, ni el número de los predestinados, ni todos los misterios de la
gracia, ni algunas cosas referentes al misterio de la encarnación ( 18). Luego, con mayor motivo,
tampoco el hombre bienaventurado sabe todas las cosas.
Sin embargo, Santo Tomás admite la posibilidad de que después del juicio final, cuando
todas las cosas hayan sido consumadas y perfeccionadas, conozcan todos los bienaventurados
todas las cosas que Dios conoce con su ciencia de visión aunque en grados muy variados y
distintos según el grado de penetración en la esencia divina de que goce cada uno ( 19).
Ni se crea que porque no ven todas las cosas posibles o reales les faltará algo a los
bienaventurados para ser completa y absolutamente felices; porque, como dice hermosamente
San Agustín, Adesventurado es el hombre que conoce todas aquellas cosas (esto es, las
criaturas), pero no te conoce a ti; y, en cambio, feliz y dichoso el que te conoce a ti, aunque
ignore todas las demás cosas. Y el que te conoce a ti y a ellas, no es más feliz por ellas, sino
únicamente por ti@ (20 ).
Conclusión: 2.0: Los bienaventurados ven en la esencia divina todo lo que les
interesa de las cosas pasadas, presentes y futuras.
346. La razón, clarísima, la hemos insinuado ya más arriba. La felicidad plena y total de
que disfrutan los bienaventurados exige la satisfación de todos los deseos naturales que
razonablemente experimenten. Ahora bien: es un deseo natural muy razonable el de saber todo
aquello que les interesa o afecta de algún modo; luego lo sabrán.
)Qué cosas serán éstas? Es imposible determinarlas todas en concreto e
individualmente, pero podemos precisar, con la razón teológica, algunos géneros o categorías.
Para ello hay que tener en cuentra que a los bienaventurados se les puede considerar desde tres
puntos de vista diferentes: a) como elevados al orden sobrenatural de la gracia y de la gloria; b)
como formando parte del mundo creado; y c) como personas particulares. Veamos lo que
ocurre en cada uno de esos tres planos (21).
17 Cf. Suppl.,92,3.
18 Cf. I,57,3-5.
21 Cf. Michel, Intuitive (vision): DTC 7 (2.0) 2388; Cayo Electo. El cielo (Barcelona 1923) c.38;
Terrien, La gracia y la gloria (Madrid 1943) c.38; 1.9 c.4; Garrigou-Lagrange, La vida eterna y la profundidad
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están íntimamente unidos con su pensamiento, con su amor y con el influjo poderoso de sus
oraciones ante Dios! (23). Sabido es que la santa Iglesia tiene en su liturgia una fiesta especial
para honrar a todos los santos padroeiros (I de noviembre), y otra - al día seguiente - dedicada
a todos los fieles difuntos que necesitan todavía en el purgatorio la ayuda de nuestros sufragios
y oraciones. Es el dogma admirable de la comunión de los santos, que supone y exige un
mutuo influjo de caridad y bendición entre las tres Iglesias de Jesucristo.
25 Cf. I,89,8.
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349. Santo Tomás dedica a este asunto una cuestión dividida en tres artículos (26).
Vamos a recoger en una serie de preguntas y respuestas los datos fundamentales de sus
principios.
Pregunta. - Los bienaventurados, )ven también los tormentos de los condenados?
Respuesta. - Sí.
P.- )Y no se entristecen por ello?
R.- La tristeza es imposible en el cielo.
P.- Y )cómo puede explicarse tamaña impasibilidad ante el dolor ajeno?
R.- Reconocemos nuestra impotencia para explicar en este mundo estos misterios tan
hondos; pero algo tienen que decirnos el hecho de que Dios, infinitamente más bueno y
misericordiso que los bienaventurados, mantendrá el infierno por la eternidad en castigo de los
culpaples definitivamente obstinados en el mal.
P.- Todo el que sufre es digno de compasión.
R.- A no ser que sufra culpablemente y por propia elección un castigo justamente
merecido y de cuya causa no se arrepiente ni se arrependerá jamás.
P.- Según esto, )los bienaventurados odian a los condenados?
R.- El odio es incompatible con la caridad universal en que se abrasan los
bienaventurados; pero no pueden menos de rechazar el pecado y a todos aquellos que están
como consubstancializados con él, aunque acá en la tierra hubieran llevado su misma sangre y
vivido en su mismo hogar.
P.- )Comó es posible que los bienaventurados puedan ser felices viendo condenados en
el infierno a miembros de su familia?
R.- Ya hemos dicho que en el cielo cambiará por completo nuestra mentalidad. Allí
veremos las cosas tal como las ve Dios, o sea, tal como son en realidad. Es aquí donde tenemos
una visión borrosa e inexacta de las cosas, ya que las exigencias de nuestra razón quedan
muchas veces obscurecidas y nubladas por una sensibilidad no siempre de acuerdo con aquellas
imperiosas exigencias.
P.- )Y no sería mejor que Dios les quitase a los bienaventurados la visión de las penas
del infierno, que introducen una nota disonante en las claridades y alegrías de la gloria?
R.- Es conveniente que los vean para que sepan agradecer mejor a Dios la infinita
misericordia con que les libró de aquellas penas, que acaso en este mundo merecieron muchas
veces por sus pecados.
P.- De todas formas la visión de una cosa tan torpe y desventurada, )no empañará de
algún modo la clara luz que brilla en los ojos de los bienaventurados?
R.- El rayo de sol no se mancha al caer de lleno sobre un inmundo lodazal.
P.- Quisiera ver un poco más claras todas estas cosas.
R.- En este mundo es imposible; pero, a la luz de la gloria, veremos claramente que nada
de lo que Dios ha dispuesto podría disponerse mejor.