La Visión Beatífica

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(IHS) Doutrina Católica - Geral La visión beatífica ─ p. 1 de 15

LA VISIÓN BEATIFICA

Fonte: P. Fr. Antonio Royo Marin, O.P., Teologia de la Salvación.

Vamos a resumir la amplísima materia relativa a la visión beatífica en los seguientes


puntos fundamentales (1):
Noción.
Posibilidad.
Existencia.
Naturaleza.
Objeto.

A) Noción

329. Al precisar el concepto o noción que se tiene de alguna cosa, cabe explicar la mera
significación verbal de la palabra o su contenido real. Veamos ambos aspectos en la cuestión
que nos ocupa.

a) Nominalmente, la palabra visión se refiere al acto propio del sentido de la vista. Por
analogía se extiende a significar toda clase de conocimiento sensitivo o intelectual ( 2). La idea
de visión, en cualquier clase de conocimiento, supone la influencia directa e inmediata del
objeto percibido sobrel la facultad que lo percibe; por eso la fé - que cree en un objeto ausente -
es incompatible con la visión (3). La idea de visión excluye, pues, todo conocimiento indirecto,
mediato, a modo de analogía, de abstracción o de razonamiento. Aunque sea de manera
confusa, la visión ha de percibir directamente el objeto en sí mismo; de lo contrario, na hay
visión.

b) Realmente, la visión beatífica puede definirse el acto de la inteligencia por el cual


los bienaventurados ven a Dios, clara e inmediatamente, tal como es en sí mismo.
Expongamos brevemente los términos de la definición.
EL ACTO DE LA INTELIGENCIA. Ya veremos más adelante cómo la esencia de la
visión beatífica se salva con sólo el acto intelectual de conocer; si bien para su plena integridad
se requieren también el amor y el goce beatíficos.
POR EL CUAL LOS BIENAVENTURADOS. La visión beatífica es propia de la patria,
no del destierro - aunque puede darse en esta vida un acto transitorio de visión beatífica, como

1 Cf. MICHEL, Intuitive (vision): DTC t.7 p. 2.0 col. 2351-2394.

2 Cf. I.67,I.

3 Cf. II-II,I,4.
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veremos - ni de las almas separadas no bienaventurdas.


VEN A DIOS, es decir, le conocen intelectualmente.
CLARA E INMEDIATAMENTE. O sea, sin ningún objeto intermedio. Visión clara,
directa, inmediata, facial. La fe se ha dicho que es un Acara a cara en las tinieblas@, la visión
beatífica podría definirse un Acara a cara en plena luz@.
TAL COMO ES EN SÍ MISMO. Lo dice expresamente el apóstol San Juan (I. Io. 3,2).
Nada de visión mediata abstractiva o analógica a través de las criaturas o de los conceptos de la
fe, sino visión directa e inmediata de la divina esencia tal como es en sí misma.

B) Posibilidad de la visión beatífica

Es dogma de fe - como veremos - que los bienaventurados en el cielo (ángeles y


hombres) ven intuitiva y facialmente la esencia divina. Como tal dogma de fe, lo admiten todos
los teólogos católicos sin excepción; pero discuten largamente si la razón teológica (o sea, la
razón iluminada pela fe) puede demostrar la existencia y posiblidad de la visión beatífica o si
se trata de un misterio cuya existencia y posibilidad las conocemos únicamente por la divina
revelación sin que la razón, aun iluminada por la misma fe, pueda demostrar por su cuenta su
posibilidad.
Por otra parte, a primera vista parece imposible que pueda salvarse la distancia infinita
entre el Ser increado y la criatura deleznable, estableciéndose entre ambos el contacto
inmediato que se requiere indispensablemente para la visión intuitiva y facial. Santo Tomás
comienza la magnífica cuestión que dedica en la Suma teológica a la visión beatífica
preguntándose precisamente si es posible tal visión (I,12,I).
)Qué hay que pensar de todo esto? Para proceder con orden y claridad en una cuestión
tan difícil, vamos a establecer una serie de conclusiones escalonadas.
Conclusión: 10: Es imposible ver la esencia divina con los ojos corporales, aunque
sean reforzados con la luz de la gloria o de cualquier otra forma.
330. Esta conclusión es evidentísima y de simple sentido común, ya que ninguna
potencia puede ir más allá de lo que alcance su objeto extensivo, y así, por exemplo el ojo no
puede oír, ni el oído ver, ni el olfato gustar. Ahora bien: Dios, espíritu purísimo, rebasa y
trasciende infinitamente todo el orden corporal, que es el único que pueden percibir los ojos
corporales. Escuchemos a Santo Tomás:
ANo es posible ver a Dios con el sentido de la vista, ni tampoco con sentido ni facultad
alguna de la parte sensitiva. Toda facultad de este género es acto de algún órgano corporal; y
como el acto es proporcionado al sujeto que actúa, síguese que ninguna facultad de esta clase
puede alcanzar más allá de lo corporal. Pero Dios es incorpóreo, según hemos demostrado, y,
por tanto, no puede ser visto con los ojos ni con la inmaginación, sino sólo con el
entendimiento@ (I,12,3).

Conclusión 20: Ningún entendimiento creado, humano o angélico, puede


naturalmente ver a Dios tal como es en sí mismo.
331. Esta conclusión se desprende claramente de los datos de la Sagrada Escritura y del
magisterio de la Iglesia. He aquí las pruebas:
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a) LA SAGRADA ESCRITURA presenta el conocimiento natural de Dios como un


razonamiento que parte de las cosas visibles y nos leva a las invisibles (Rom. I,20; Sap.
13,I-5); nos dice que a Dios nadie le vió jamás (Io. I,18); porque habita en una luz inaccesible,
que ningún hombre vió ni puede ver (I. Tim. 6,16); y que la visión facial e intuitiva de Dios es
un don gratuito, perteneciente al orden de la gracia, no de la naturaleza (10.17,3;Rom. 6,23;
1,I0.3,1-2).
b) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA ha enseñado repetidas veces esta doctrina,
rechazando los errores contrarios de los begardos y beguinas (Denz. 474-475), de Bayo (Denz.
1003-1005), de los ontologistas (Denz. 1659-1663) y de Rosmini (Denz. 189is.).
c) LA RAZÓN TEOLÓGICA puede demostrar esa imposibilidad por la distinción
esencial entre el orden natural e sobrenatural. La visión beatífica es una realidad estrictamente
sobrenatural que rebasa infinitamente todo el orden natural. Luego es imposible que un
entendimiento creado pueda ver naturalmente a Dios.
Los teólogos añaden que ni siquiera con su poder absoluto podría Dios crear un
entendimiento al que fuera connatural la visión beatífica. Sólo puede ser connatural al propio
entendimiento divino, ya que sólo él tiene naturalmente el mismo grado de inmaterialidad que
la esencia divina I,12,4).

Conclusión 30: El entendimiento creado, humano o angélico, puede


sobrenaturalmente ver a Dios tal como es en sí mismo. (De fe.)
332. Esta proposición consta claramente en la Sagrada Escritura y en las declaraciones
dogmáticas de la Iglesia. Es, pues, de fe divina y católica. He aquí las pruebas:

a) LA SAGRADA ESCRITURA. - Como veremos al hablar de la existencia de la visión


beatífica, la Sagrada Escritura la enseña claramente y abiertamente (I Cor.13,9-12; I 10.3,2).
Ahora bien: esta existencia cierta e infalible - verdad de fe católica - supone evidentemente su
posibilidad. Si no fuera posible, no existiría de hecho.
b) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. - Como veremos también en su lugar, la Iglesia
ha definido la existencia de la visión beatífica. Luego que ipso facto definida su posibilidad.
c) LA RAZÓN TEOLÓGICA. - Ya hemos dicho que discuten los teólogos si la razón
iluminada por la fe puede demostrar o no la posibilidad de la visión beatífica. A la mayor parte
de ellos les parece que sólo pueden aducirse argumentos de conveniencia; otros creen que
puede elaborarse una verdadera demonstración teológica, presupuesto - naturalmente - el dato
de fe (4). Nosotros vamos a recoger aquí el magnífico razonamiento de Santo Tomás en la
Suma Teológica y después veremos lo que hay que concluir a base de él.
AComo en tanto es congnoscible un ser en cuanto está en acto, Dios, que es acto puro sin
mezcla alguna de potencialidad, por sí mismo es lo más cognoscible de todo cuanto existe.
Pero sucede que lo más cognoscible en sí, deja de serlo para algún entendimiento por
sobrepasar el alcance de su poder intelectual; y así, por ejemplo, el murciélago no puede ver lo
que hay de más visible, que es el sol, a causa precisamente del exceso de luz. Así, pues,
basándose en esto, hubo quienes dijeron que ningún entendimiento creado puede ver la esencia

4 Sin el previo dato de fe, la razón natural no podría sospechar siquiera la existencia o posibilidad de la
visión beatífica, ya que se trata de un misterio sobrenatural, que sólo podemos conocerlo por al divina
revelación.
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divina.
Pero esta opinión no puede admitirse. Porque, como la suprema felicidad del hombre
consiste en la más elevada de sus operaciones, que es la del entendimiento, si éste no pudiera
ver nunca la esencia divina, se seguiría una de estas dos cosas: o que el hombre jamás podría
alcanzar su felicidad, o que ésta consiste en algo distinto de Dios; pero esto es contrario a la fe,
porque la felicidad última de la criatura racional está en lo que es principio de su ser, ya que en
tanto es perfecta una cosa en cuanto se une con sun principio. Pero es que, además, se opone a
la razón, porque, cuando el hombre ve un efecto, experimenta deseo natural de conocer su
causa, y de aquí nace la admiración humana. De donde se sigue que, si el entendimiento de la
criatura no lograse alcanzar la causa primera de las cosas, quedaría defraudado un deseo natural
(5). Por consiguiente, es preciso concluir que los bienaventurados ven la esencia divina@
(I,12,I).
Esto argumento del deseo natural, de ver a Dios tiene una fuerza probativa muy distinta
según como se le considere o enfoque. Prescindiendo de la gran variedad de opiniones
sustentadas por los teólogos en torno a ese argumento, he aquí lo que nos parece que se puede
concluir con seguridad:
1.1 Entendido como un deseo estricta y puramente natural (v.gr., al ver el sol
desearíamos conocer a su autor), demuestra únicamente la posibilidad de ver a Dios como
autor del orden natural, pero nada más. Es imposible que un deseo estrictamente natural nos
lleve a demostrar la posiblidad de ver a Dios tal como es en sí mismo en el orden sobrenatural.
Hay un abismo entre ambos órdenes. El orden puramente natural no puede ni siquiera
sospechar la existencia del sobrenatural: se requiere expresamente la divina revelación.
2.1 Supuesta la divina revelación, o sea, cuando el hombre ya sabe por la fe la existencia
de Dios como autor del orden sobrenatural o de la gracia, puede ya surgir en él - y surge de
hecho, efectivamente - el deseo natural de verle tal como en es sí mismo, o sea, como autor de
ese orden sobreantural conocido por la fe. Es uno deseo connatural al estado de gracia. En este
sentido, este deseo prueba de manera concluyente, desde el punto de vista de la razón
teológica, la posibilidad y el hecho de la visión beatífica, ya que es imposible que quede
frustrado un verdadero y legítimo deseo natural. (6).
Todavía puede encontrarse un nuevo argumento teológico en torno a la posibilidad de
ver a Dios, por parte del objeto adecuado de nuestro entendimiento, que es el ser en toda su
extensión. El entendimiento del hombre - y dígase lo mismo, y con mayor razón, el del ángel -
tiene capacidad obediencial para conocer todo aquello que de suyo sea cognoscible. Luego
puede llegar a conocer a Dios tal como es en sí mismo, si Dios se digna elevarle a esa altísima
visión (7).

C) Existencia de la visión beatífica


5 Al hablar de la inmortalidad del alma (cf. n.131, 2.1) ya dijimos que es imposible que quede frustrado
un verdadero y legítimo deseo natural, porque esto argüiría falta de sabiduría o de poder en Dios, que habría
impreso en la naturaleza racional, como autor de la misma, un deseo vacio, irrealizabel y contradictorio.

6 Cf. MANUEL CUERVO.O.P., El deseo natural de ver a Dios y la apologética inmanentista: Ciencia
Tomista, 37 (1928) 310-340; 38 (1929); 332-349; 39 (1929) 5-36; 45 (1932) 289-317.

7 Cf. I,12,4 ad 3.
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Hasta aquí hemos hablado de la possibilidad de la visión beatífica. Demos um paso más
y demostremos su existencia real. Vamos a precisarlo en forma de conclusión.
Conclusión: Los bienaventurados en el cielo ven a Dios en su propia esencia, o sea,
tal como es en sí mismo (De fe.)

333. Esta conclusión es de fe divina y católica, expresamente contenida en la Sagrada


Escritura y solemnemente definida por la Iglesia. He aquí las pruebas:
a) LA SAGRADA ESCRITURA. - Lo enseñan, principalmente, los apóstoles San Pablo
y San Juan de manera clara e inequívoca:
Al presente, nuestro conocimiento es imperfecto, y lo mismo la profecía; cuando llegue
el fin desaparecerá eso que es imperfecto... Ahora vemos por un espejo y obscuramente,
entonces veremos cara a cara. Al presente conozco sólo en parte, entonces conoceré como soy
conocido (I Cor. 13,9-12).

(.....)
continuação, pág. 494.

)Cómo se ve, entonces, la divina esencia? He aquí lo qe vamos a precisar en la siguiente


conclusión.

4.0. La misma esencia divina concurre activamente a la visión beatífica del


bienaventurado uniéndose al entendimiento del mismo como forma inteligible, esto es,
ejerciendo el papel de especie de sí misma y mostrándose de manera inmediata y desnuda,
clara y abiertamente en el acto de la visión (8).

342. Es la doctrina expressa de Santo Tomás, compartida, como hemos dicho, por la casi
totalidad de los teólogos contra Suárez. He aquí algunos textos del Angélico del todo claros e
inequívocos:
AHemos demostrado que la substancia divina no puede ser vista por el entendimiento
mediante una especie creada. Por eso es preciso que el entendimiento la vea a través de la
misma esencia de Dios, de modo que en tal visión sea la esencia divina lo que se ve y también
el medio de verla (quod videtur et quo videtur)@ (9).
AEs claro que la esencia divina puede compararse con el entendimiento creado
como una especia inteligible por la que éste entiende (10).
ACuando un entendimiento creado ve la esencia de Dios, es la misma esencia divina
la que se hace forma inteligible a tal entendimiento@ (11).
8 Cf. RAMÍREZ, o.c., n.288 y 329.

9 Contra gentes, III,51.

10 Ibid., ibid.

11 I,12,5.
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La razón de esto es muy clara. He aquí un argumento tan sencillo como


demostrativo. La esencia divina puede hacer el papel de especie impresa y expresa y es
necesario que lo haga; luego lo hace.
Que puede hacerlo, lo hemos visto en la conclusión anterior. Es una simple
consecuencia de que la esencia divina sea por sí misma inteligible en acto (papel de la
especie impresa) y entendida en acto (papel de la especie expresa). Y que es necesario que
lo haga es también evidente si tenemos en cuenta que de otra manera sería imposible la
visión beatífica, por la imposibilidad de ser representada la divina esencia por una especie
creada, limitada y finita. Luego o no se da la visión beatífica - esto es herético - o tiene que
darse de ese modo.
Nótese, sin embargo, que la esencia divina no realiza el papel de especie impresa o
expresa informando subjetivamente al entendimiento creado - lo que argüiria imperfección
y potencialidad en Dios que es del todo imposible -, sino sólo de una manera puramente
objetiva, o sea, por su mera presencialidad como especie impresa inteligible y expresa
entendida. Como quiera que la esencia divina sea Acto puro y su propio Ser, tanto en el
orden entitativo como en el inteligible, constituye al entendimiento creado en acto
primero y próximo para entenderla sin informale subjetivamente como las formas
inteligibles, de manera semejante a como el Verbo divino se recibe en la humanidad
sacratísima de Cristo, trayéndola (sin informarla) a la misma personalidad divina del
Verbo.
Ello quiere decir que del entendimiento del bienaventurado y de la esencia divina
no resulta una tercera realidad, sino que el entendimiento es arrastrado al mismo ser de
Dios; no físicamente ((panteísmo!), sino en el orden intencional o representativo; porque el
entendimiento, al entender, se hace intencionalmente la misma cosa entendida. Por lo
cual, en aquella admirable visión, el entendimiento creado, elevado por el lumen gloriae,
se hace el mismo Dios, no en el orden entitativo y en el ser natural, pero sí en el orden
inteligible, permaneciendo - naturalmente - la perfecta distinción física y personal entrel
el hombre y Dios (12).
Tal es la incomprensible elevación y grandeza de la visión beatífica. Ella establece
entre el bienaventurado y la esencia misma de Dios una unión íntima y entrañable,
imposible de describir en este mundo. Por encima de ella no cabe más que la unión
hipostática o personal, que es propia y exclusiva de Cristo. Un entendimiento creado no
puede ser elevado más arriba de la visión intuitiva del mismo Dios.
Precisada ya la naturaleza de la visión beatífica, veamos ahora cuál es su objeto, o
sea, qué es lo que los bienaventurados ven en Dios.

E) Objeto de la visión beatífica

Prenotandos. - 1.1. El objeto del la visión beatífica es doble: uno primário, que es mismo
Dios; y otro secundário, las criaturas.
2.1. El en objeto primario cabe distinguir las cosas que pertenecen a Dios de una manera
necesaria, tales como su esencia, atributos y relaciones; y las cosas libres, como los actos de su

12 Así explican la visión beatífica CAYETANO, I p., 12,2; SALMANTICENSES, De visione Dei,
disp.2 n.6is.; GONET, tr.2 disp.2 a.3 Ê 2; BILLUART, De Deo uno, diss.4 a.7, y otros insignes teólogos.
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libre voluntad.
Vamos a precisar separadamente qué es lo que los bienaventurados ven o no ven de
todas estas cosas al contemplar la divina esencia.

a) Objeto primario

Conclusión: 1.0. Los bienaventurados ven claramente a Dios tal como es en sí


mismo: uno en esencia y trino en personas, con todos sus atributos esenciales.

343. Este es el objeto primario y fundamental de la visión beatífica, que constituye la


quintaesencia de la felicidad de los bienaventurados. Consta expresamente por el magisterio de
la Iglesia y por la razón teológica.
a) EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. - Lo define expresamente en concilio de
Florencia al decir que las almas de los bienaventurados Aven claramente a Dios mismo, trino y
uno, tal como es; unos, sin embargo, con más perfección que otros, conforme a la diversidad de
los merecimientos@ (Denz. 693).
b) LA RAZÓN TEOLÓGICA. - Lo demuestra plenamente. He aquí sus dos principales
argumentos:
1.1 Es imposible ver la esencia de una cosa sin ver todo lo que con ella se identifica
realmente. Pero las divinas personas y todos sus divinos atributos se identifican realmente con
la misma esencia divina. Luego...
2.1 A la fe sucederá la visión, como dice el apostól San Pablo (I, Cor. 13,12). Es así que
ahora creemos por la fe en Dios, en la trinidad de personas y en todos los divinos atributos.
Luego en el cielo veremos claramente todo eso que ahora creemos por la fe.
Estos argumentos son del todo claros y convincentes. Sin embargo, puede ponerse
contra ellos una objeción, cuya solución nos ayudará a comprender mejor el verdadero alcance
de la visión beatífica.
OBJECIÓN. - Dios es absolutamente incomprensible por la criatura en razon de su
trascendencia infinita. Luego es imposible que los bienaventurados le vean tal como es en sí
mismo.
SOLUCIÓN. - Eso prueba que los bienaventurados no ven a Dios de una manera
infinita, agotando toda su cognoscibilidad absoluta; pero no que no lo vean tal como es en sí
mismo, aunque en forma limitada y finita. El que contemple el mar desde la orilla, no lo ve en
toda su inmensidad; pero es evidente que ve el mar tal como es en sí mismo ( 13). Los
bienaventurados ven a Dios todo entero - totus - , pero no totalmente - non totaliter -. Por eso
dice Santo Tomás: ANo decimos que Dios es incomprensible porque haya en El algo que no se
vea, sino porque no se leve ve con toda la perfección con que El es visible@ (I,12,7 ad 2).
Al contemplar a Dios tal como es en sí mismo, uno en esencia y trino en personas, con
todos sus divinos atributos, se descorrerá para siempre el velo que nos oculta ahora tantos
misterios indescifrables. Allí veremos cómo se concilia la misericordia con la justicia, la divina

13 Este ejemplo, aunque muy expresivo, resulta todavia imperfecto, puesto que el que contempla el
mar desde la orilla no ve todo el mar. Los bienaventurados ven toda la esencia divina, pero sin agotar su infinita
cognoscibilidade. Es como si desde un avión pudiera contemplarse todo el mar, pero sin penetrar hasta el fondo
del mismo.
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predestinación con la libertad del hombre; por qué crea Dios a los que sabe que se han de
condenar, por qué permite el mal entre los hombres, y tantas otras cosas que ahora nos resultan
incomprensibles. Todo se aclarará maravillosamente entre lol resplandores de la divina visión.
Escuchemos al P. Garrigou-Lagrange:
ALa visión beatífica rebasa inmensamente no sólo la más sublime filosofía, sino el
conocimiento natural de los ángeles más elevados y de todos los ángeles creables. Los
bienaventurados ven todas las perfecciones divinas concentradas y armonizadas en su fuente
común, en la esencia divina, que las contiene eminente y formalmente, más y mejor que la luz
blanca contiene los siete colores del iris. Ven también cómo la Misericórdia más tierna y la
Justicia más inflexible proceden de un solo y mismo Amor, infinitamente generoso e
infinitamente santo, como la misma cualidad eminente del Amor identifica en sí atributos en
apariencia tan opuestos. Ven cómo la Misericordia y la Justicia se unen de variados modos en
todas las obras de Dios.
AVen cómo el Amor increado, incluso en su más libre beneplácito, se identifica con la
pura Sabiduría; cómo nada hay en él que no sea sabio, y cómo no hay nada en la divina
Sabiduría que no se convierta en Amor. Ven cómo este Amor se identifica con el Bien
soberano, siempre amado por toda la eternidad; cómo la divina Sabiduría se identifica con la
Verdad siempre conocida; cómo todas sus perfecciones no hacen sino identificarse en la
esencia misma de El que es. Contemplan esta eminente simplicidad de Dios, esta pureza y
santidad absolutas, concentración de todas las perfecciones sin mezcla de imperfección alguna.
AEn una misma y única mirada intelectual, jamás interrumpida, ven también la infinita
fecundidad de la naturaleza divina, que se despliega en tres personas, la eterna generación del
Verbo, Aesplendor del Padre y figura de su substancia@, la inefable espiración del Espíritu
Santo, término del amor mutuo del Padre y del Hijo que eternamente les une en la más íntima
difusión de sí mismos@ (14).

Conclusión: 2.0: Los bienaventurados en el cielo no ven Aterminativamente@ todos


los actos que dependen de la libre voluntad de Dios; sino sólo los que Dios quiere que
vean.

344. PRENOTANDO. - Para entender el sentido y alcance de esta conclusión es preciso


tener en cuenta que los decretos libres de Dios pueden considerarse de dos modos:
entitativamente, o sea, en sí mismos, tal como están en Dios; o terminativamente, esto es, en
cuanto al efecto que producirán de hecho en las criaturas.
Esto presupuesto, podemos llegar con la razón teológica a las siguientes conclusiones:
1.0 Los bienaventurados ven en la esencia divina todos los decretos libres de Dios
entitativamente, o sea, tal como están en Dios. Porque en ese sentido se identifican totalmente
con la voluntad divina y ésta se identifica en absoluto con la propia divina esencia. Luego...
2.0 Pero no los ven todos terminativamente, o sea, en cuanto al efecto que habrán de
producir de hecho en las criaturas, sino sólo los que Dios quiere que vean. La razón es porque
la esencia divina no les manifiesta las cosas distintas de sí - y esos efectos en las criaturas son
evidentemente distintos de ella -, sino en la medida en que está determinada por su voluntad, o

14 GARRIGOU-LAGRANGE, La vida eterna y la profundidad del alma (Madrid) 1950) p.5.0 c.3
p.329 330.
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sea, en la medida que Dios quiere que las represente y no más. Por eso dice Santo Tomás que
ni los mismo ángeles conocen todos los misterios de la gracia, ni todos en el mismo grado, sino
en la medida que Dios se los quiere revelar (I,57,5). La razón última de esto hay que buscarla
en la imposibilidad para el entendimiento creado de comprender totalmente a Dios (ibid., ad 2).
Santo Tomás dice que ni siquiera el entendimiento humano de Cristo puede descubrir en la
Causa primera todos los efectos posibles que ella se encierran (15).
3.0 Sin embargo, conoceremos, probablemente, todos los decretos libres de Dios que se
relacionan de algún modo con nosotros, incluso terminativamente. La razón es porque no
puede quedar frustrado ningún deseo natural de los bienaventurados (no sería perfecta su
bienaventuranza si desearan algo que no tienen) y parece natural que desearemos saber todo
aquello que se relacione de algún modo con nosotros, v.gr., nuestra propia predestinación
eterna y los medios admirables de que Dios se valió para llevarla a cabo.

b) Objeto Secundario

Como hemos dicho más arriba, el objeto secundario de la visión beatífica lo constituyen
las cosas distintas de Dios. He aquí, en una serie de conclusiones, lo que hay que decir sobre
esto.

Conclusión I.0: Los bienaventurados no ven en la esencia divina todas las cosas
posibles, ni siquiera todas las que Dios ve como presentes.
345. PRENOTANDO. - Para entender el alcance de esta conclusión hay que tener en
cuenta que las criaturas pueden dividirse en dos grandes grupos: a) el de las criaturas posibles,
o sea, las que podría Dios crear, pero que de hecho no tendrían nunca existencia real, porque
Dios no las creará jamás; y b) el de las criaturas que han sido, son o serán porque Dios las créo
o las creará a su tiempo. Las primeras las conoce Dios en su propia divina esencia con el
conocimiento que llaman los teológos de simple inteligencia (cf. I,14,9), o sea, de puro
conocimiento, porque jamás tendrán realidad y sólo las conoce Dios como posibles; las
segundas las conoce Dios con el conocimiento que llaman de visión, porque efectivamente las
ve todas en su realidad existencial y como presentes, aunque para nosotros sean pasadas o
futuras.
Esto supuesto, he aquí lo que hay que concluir:

1.1 CON RELACIÓN A LAS COSAS POSIBLES. - Los bienaventurados en el cielo no


ven ni pueden ver todas las cosas posibles, que Dios ve con su ciencia de simple inteligencia,
porque esto equivaldría a comprender y abarcar toda la esfera del conocimiento de Dios, que,
por ser infinita, es inabarcable por la criatura. Ni siquiera el entendimiento humano de Cristo -
como hemos dicho - puede ver en Dios todas las cosas posibles (16).
Sin embargo, aunque no las vean todas, ven indudablemente muchísimas cosas que Dios
podría crear si quisiera, en mayor o menor proporción según el mayor o menor grado de lumen
gloriae que ilumine su espíritu y le capacite para penetrar más o menos hondamente en la

15 Cf. III,10,2: Compendio de teologia, c216.

16 Cf. I,12,8; III, 10,2; Supll., 92,3.


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esencia divina. AAlgo así - dice Santo Tomás - como cuando se propone un principio de
demostración a una inteligencia vigorosa, que ven en seguida en él una seria de consecuencias
que otra más debil no percibe más que explicándoselas una por una@ (I,12,8).
2.1 CON RELACIÓN A LAS COSAS REALES. - Santo Tomás dice que le
entendimiento humano de Cristo ve en el Verbo todas las cosas que Dios ve con su ciencia de
visión, o sea, todas las cosas que fueron, son o serán en la realidad ( 17). Pero los
bienaventurados (ángeles y hombres) no las ven todas, ya que consta que los ángeles no saben
todo lo que Dios tiene determinado hacer, ni los futuros contingentes, ni los secretos de los
corazones, ni el día del juicio, ni el número de los predestinados, ni todos los misterios de la
gracia, ni algunas cosas referentes al misterio de la encarnación ( 18). Luego, con mayor motivo,
tampoco el hombre bienaventurado sabe todas las cosas.
Sin embargo, Santo Tomás admite la posibilidad de que después del juicio final, cuando
todas las cosas hayan sido consumadas y perfeccionadas, conozcan todos los bienaventurados
todas las cosas que Dios conoce con su ciencia de visión aunque en grados muy variados y
distintos según el grado de penetración en la esencia divina de que goce cada uno ( 19).
Ni se crea que porque no ven todas las cosas posibles o reales les faltará algo a los
bienaventurados para ser completa y absolutamente felices; porque, como dice hermosamente
San Agustín, Adesventurado es el hombre que conoce todas aquellas cosas (esto es, las
criaturas), pero no te conoce a ti; y, en cambio, feliz y dichoso el que te conoce a ti, aunque
ignore todas las demás cosas. Y el que te conoce a ti y a ellas, no es más feliz por ellas, sino
únicamente por ti@ (20 ).

Conclusión: 2.0: Los bienaventurados ven en la esencia divina todo lo que les
interesa de las cosas pasadas, presentes y futuras.

346. La razón, clarísima, la hemos insinuado ya más arriba. La felicidad plena y total de
que disfrutan los bienaventurados exige la satisfación de todos los deseos naturales que
razonablemente experimenten. Ahora bien: es un deseo natural muy razonable el de saber todo
aquello que les interesa o afecta de algún modo; luego lo sabrán.
)Qué cosas serán éstas? Es imposible determinarlas todas en concreto e
individualmente, pero podemos precisar, con la razón teológica, algunos géneros o categorías.
Para ello hay que tener en cuentra que a los bienaventurados se les puede considerar desde tres
puntos de vista diferentes: a) como elevados al orden sobrenatural de la gracia y de la gloria; b)
como formando parte del mundo creado; y c) como personas particulares. Veamos lo que
ocurre en cada uno de esos tres planos (21).

17 Cf. Suppl.,92,3.

18 Cf. I,57,3-5.

19 Cf. Supll., 92,3.

20 San Agustín, Confesiones, I,5 c.4: ML 32,708.

21 Cf. Michel, Intuitive (vision): DTC 7 (2.0) 2388; Cayo Electo. El cielo (Barcelona 1923) c.38;
Terrien, La gracia y la gloria (Madrid 1943) c.38; 1.9 c.4; Garrigou-Lagrange, La vida eterna y la profundidad
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a) COMO ELEVADOS AL ORDEN SOBRENATURAL, verán claramente los


misterios de la gracia que creyeron por la fe en este mundo, ya que la fe quedará en el cielo
substituída por la visión. Y así contemplarán los esplendores divinos del misterio de la
encarnación, las maravillas de la unión hispostática en Cristo, su plenitud absoluta de gracia,
sus virtudes santísimas, el valor infinito de sus actos, la increíble grandeza de la redención y
justificación del hombre en virtud de los méritos de Cristo, el valor infinito de la santa misa, la
eficacia soberana de los sacramentos, el modo admirable con que Cristo está realmente
presente en la Eucaristía, sus derechos supremos como Rey del mundo y juez de vivos y
muertos, etc., etc. Verán también la eminente dignidad de María como Madre de Dios, su
pureza inmaculada, su plenitud de gracia, sus virtudes admirables el valor de su corredención,
su influencia universal como Mediadora de todas las gracias. Contemplarán esutupefactos la
vitalidad y grandeza de la Iglesia como sociedad sobrenatural, las relaciones admirables de las
tres Iglesias: triunfante, purgante y militante, en virtud del dogma de la comunión de los santos,
el valor inmenso de la oración y el sufrimiento para la conversión de los pecadores y salvación
de las almas, etc., etc.
Nada decimos de los misterios concernientes a la vida íntima de Dios - Trindad adorable
-, porque pertenecen al objeto primario de la visión beatífica.
b) COMO FORMANDO PARTE DEL MUNDO CREADO, los elegidos conocerán y
verán todas las maravillas del universo entero: todos y cada uno de los ángeles, que, por ser
entre sí específicamente distintos - de tal suerte que no hay dos ángeles de la misma especie
(I,50,4) -, constituirán un espectáculo variadísimo y deslumbrador; el cielo de los astros y de
los planetas en toda su inmensa grandeza; la máquina admirable del universo, los géneros y las
especies de todo cuanto existe con sus causas y razones, las maravillas de la ciencia en todos
los ramos del saber humano: físicas, matemáticas, naturales, biológicas, etc., En una palavra:
todos los conocimientos naturales que el hombre puede desear y tiene capacidad de conocer
(22). De donde se sigue que los mayores sabios de este mundo son unos pobres ignorantes y
analfabetos al lado del último de los bienaventurados.
c) COMO PERSONAS PARTICULARES, los bienaventurados conocerán por la misma
visión beatífica o por revelaciones particulares todo lo que se relaciona de algún modo con su
persona, o con los seres queridos, o con sus obras. Y así, por ejemplo, Jesucristo conoce, aun
con su entedimiento humano, todos y cada uno de los actos y pensamientos de todos los
hombres del mundo con todas sus circunstancias y detalles, puesto que les ha de juzgar como
juez de vivos y muertos. La Virgen María nos conoce también a cada uno en particular, puesto
que somos sus hijos, y las buenas madres no se desentienden jamás de ellos: conoce nuestras
necesidades, nuestras tantaciones y deseos, las súplicas que le dirigimos y todas las gracias que
se han de conceder al mundo como Mediadora universal. Los papas conocen perfectamente
todas los detalles del gobierno de la Iglesia, que ellos rigieron en otro tiempo; los obispos, las
cosas de su diócesis; los reyes, las de su reino; los fundadores de órdenes religiosas, todo lo
referente a ellas; los padres de familia, todo lo que se relaciona con sus hijos; los
bienaventurados en general, todo lo que pertence a su familia y amigos. (Qué dulce es pensar
que los seres queridos que se fueron no se han ausentado realmente de nosotros, sino que nos

del alma p. 5.0 c.3.

22 Cf. I,12,8 ad 4; 92,3; Contra gent., III,59.


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están íntimamente unidos con su pensamiento, con su amor y con el influjo poderoso de sus
oraciones ante Dios! (23). Sabido es que la santa Iglesia tiene en su liturgia una fiesta especial
para honrar a todos los santos padroeiros (I de noviembre), y otra - al día seguiente - dedicada
a todos los fieles difuntos que necesitan todavía en el purgatorio la ayuda de nuestros sufragios
y oraciones. Es el dogma admirable de la comunión de los santos, que supone y exige un
mutuo influjo de caridad y bendición entre las tres Iglesias de Jesucristo.

Escolios. - A propósito de los conocimientos y noticias que poseen los bienaventurados,


cabe formular algunas preguntas interesantes que vamos a recoger a manera de escolios.
Primero: )Cómo la contemplación de la misma esencia divina puede producir
conocimiento diversos en los elegidos?
347. Ya hemos dicho que la luz de la gloria - lumen gloriae -, participada más o menos
intensamente, es causa de una visión más o menos profunda. La esencia divina es la misma
para todos los bienaventurados, y todos la ven por entero, pero en grados muy distintos de
intensidad y penetración, según el grado de gloria que disfruten. Y esa luz de la gloria,
infundida por Dios, se diversifica, según la voluntad divina, conforme al estado de cada uno de
ellos; atendiendo, en primer lugar, al grado de gracia y de caridad de cada uno, y
secundariamente a las diversas situaciones con las que manifestaron en este mundo su caridad y
adquirieron los méritos para el cielo (24).
Segundo: )Y no experimentarán los bienaventurados tristeza o dolor al ver las
calamidades y desgracias que pueden afligir a su familia en este mundo?
348. Naturalmente que no. Santo Tomás dice que las almas de los bienaventurados están
de tal manera identificadas con la voluntad divina - que impone justamente esos castigos o los
permite por su misericordia precisamente para mayor bien de los que los sufren -, que no se
entristecen en lo más mínimo por ello (25).
Tengamos en cuenta - para comprender un poco estos misterios que ahora escandalizan
casi nuestra sensibilidad humana - que en el cielo veremos las cosas de muy distinto modo que
acá en la tierra. Al contemplar la esencia divina se verificará un cambio profundo y radical en
nuestra mentalidad. Allí veremos clarísimamente cómo no hay otra fuente de bondad ni otra
razón de bien que el mismo Dios con todos sus divinos atributos. Y como esas desgracias que
pueden afligir a los seres queridos que dejamos en el mundo son efecto de la justicia o de la
misericordia de Dios, que las impone o permite precisamente para sacar mayores bienes, no
sólo no nos entristeceremos por ellas, sino que nos alegraremos y glorificaremos a Dios, que
sabe escribir tan rectamente con renglones torcidos. Lo cual no será obstáculo para que
pidamos con fervor a Dios que alivie sus penas o les dé fuerza y resignación para sobrellevar
cristanamente el peso de aquellas cruces.
Tercero: Los bienaventurados del cielo, )se relacionan de algún modo con los
condenados del infierno?

23 Cf. II-II,83,4 ad 2; a.II; Suppl., 72,I.

24 Cf. Gonet, De Deo, disp.4 a. 7Ê 2.

25 Cf. I,89,8.
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349. Santo Tomás dedica a este asunto una cuestión dividida en tres artículos (26).
Vamos a recoger en una serie de preguntas y respuestas los datos fundamentales de sus
principios.
Pregunta. - Los bienaventurados, )ven también los tormentos de los condenados?
Respuesta. - Sí.
P.- )Y no se entristecen por ello?
R.- La tristeza es imposible en el cielo.
P.- Y )cómo puede explicarse tamaña impasibilidad ante el dolor ajeno?
R.- Reconocemos nuestra impotencia para explicar en este mundo estos misterios tan
hondos; pero algo tienen que decirnos el hecho de que Dios, infinitamente más bueno y
misericordiso que los bienaventurados, mantendrá el infierno por la eternidad en castigo de los
culpaples definitivamente obstinados en el mal.
P.- Todo el que sufre es digno de compasión.
R.- A no ser que sufra culpablemente y por propia elección un castigo justamente
merecido y de cuya causa no se arrepiente ni se arrependerá jamás.
P.- Según esto, )los bienaventurados odian a los condenados?
R.- El odio es incompatible con la caridad universal en que se abrasan los
bienaventurados; pero no pueden menos de rechazar el pecado y a todos aquellos que están
como consubstancializados con él, aunque acá en la tierra hubieran llevado su misma sangre y
vivido en su mismo hogar.
P.- )Comó es posible que los bienaventurados puedan ser felices viendo condenados en
el infierno a miembros de su familia?
R.- Ya hemos dicho que en el cielo cambiará por completo nuestra mentalidad. Allí
veremos las cosas tal como las ve Dios, o sea, tal como son en realidad. Es aquí donde tenemos
una visión borrosa e inexacta de las cosas, ya que las exigencias de nuestra razón quedan
muchas veces obscurecidas y nubladas por una sensibilidad no siempre de acuerdo con aquellas
imperiosas exigencias.
P.- )Y no sería mejor que Dios les quitase a los bienaventurados la visión de las penas
del infierno, que introducen una nota disonante en las claridades y alegrías de la gloria?
R.- Es conveniente que los vean para que sepan agradecer mejor a Dios la infinita
misericordia con que les libró de aquellas penas, que acaso en este mundo merecieron muchas
veces por sus pecados.
P.- De todas formas la visión de una cosa tan torpe y desventurada, )no empañará de
algún modo la clara luz que brilla en los ojos de los bienaventurados?
R.- El rayo de sol no se mancha al caer de lleno sobre un inmundo lodazal.
P.- Quisiera ver un poco más claras todas estas cosas.
R.- En este mundo es imposible; pero, a la luz de la gloria, veremos claramente que nada
de lo que Dios ha dispuesto podría disponerse mejor.

Regina Apostolorum, ora pro nobis!

26 Cf. suppl., 94.

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