VÍA LUCIS
+ Por la señal…
Oración Preparatoria
Señor Jesús, con tu Resurrección triunfaste sobre la muerte y vives para siempre
comunicándonos la vida, la alegría, la esperanza firme.
Tú que fortaleciste la fe de los apóstoles,
de las mujeres y de tus discípulos enseñándolos a amar con obras, fortalece también
nuestro espíritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre Santísima la alegría de tu Resurrección
gloriosa.
Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espíritu
Santo, gocemos un día de la gloria eterna.
PRIMERA ESTACIÓN.
¡CRISTO VIVE! ¡HA RESUCITADO!
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Mateo (28, 1-7).
De repente se produjo un violento temblor: el Angel del Señor bajó del cielo, se dirigió al
sepulcro, hizo rodar la piedra de la entrada y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el
relámpago y sus ropas blancas como la nieve. El Ángel dijo a las mujeres: Ustedes no
tienen por qué temer. Yo sé que buscan a Jesús, que fue crucificado. No está aquí ¡ha
resucitado! Palabra del Señor.
Comentario
Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última
palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es
la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegría
desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido
anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los
justos que murieron antes que Él.
OREMOS
Señor Jesús, hemos querido seguirte en los momentos difíciles de tu Pasión y Muerte, sin
avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegría,
la alegría que brota de un corazón enamorado y entregado, la alegría de la resurrección.
Pero enséñanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulación. Y
sólo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba. Amén.
SEGUNDA ESTACIÓN.
EL ENCUENTRO CON MARÍA MAGDALENA.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (20, 10-18)
Estaba María Magdalena junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó
hacia el sepulcro, y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús:
«Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del
huerto, le dijo: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo
llevaré.» Jesús le dijo: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que
quiere decir: «Maestro» -. Jesús le dijo: «No me toques, que todavía no he subido al
Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios
y vuestro Dios.». Palabra del Señor.
Comentario
La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de
fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de él entrega. María ha
buscado al Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin
fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente,
porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de
tantos hombres o mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.
OREMOS
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradición cristiana nos dice que la
primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningún
momento había decaído, sino para compartir contigo la alegría del triunfo. Nosotros te
queremos pedir que, como María Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la
Resurrección de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Señor.
Amén.
TERCERA ESTACIÓN.
JESÚS SE APARECE A LAS MUJERES
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Mateo (28, 8-10).
Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez,
y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el
camino y les dijo: «Paz a ustedes.» Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo
adoraron. Jesús les dijo en seguida: «No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis
hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán.»". Palabra del Señor.
Comentario
Las mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con
diligencia: su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán.
Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no
pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Son valientes y generosas, porque
aman con obras. Han echado fuera el sueño y la pereza y, antes de despuntar el día, ya se
encaminan hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra
que cubre la estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas no se asustan porque saben
poner todo en manos de Dios.
OREMOS
Señor Jesús, danos la valentía de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer
frente a cualquier obstáculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores,
sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro
único móvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las
buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los
demás. Amén.
CUARTA ESTACIÓN.
LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTO
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Mateo (28, 11-15).
Mientras las mujeres iban, unos guardias corrieron a la ciudad y contaron a los jefes de
los sacerdotes todo lo que había pasado. Estos se reunieron con las autoridades judías y
acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero para que dijeran: «Los
discípulos de Jesús vinieron de noche y, como estábamos dormidos, se robaron el cuerpo.
Si esto llega a oídos de Pilato, nosotros lo arreglaremos para que no tengan problemas.»
Los soldados recibieron el dinero e hicieron como les habían dicho. De ahí salió la
mentira que ha corrido entre los judíos hasta el día de hoy. Palabra del Señor.
Comentario
Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por
sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la
guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el
comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si dormíais ¿por qué
sabéis que lo han robado?, y si los habéis visto, ¿por qué no se lo habéis impedido?". En
lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el acontecimiento de
la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les interesa
cuando es contraria a lo que ellos piensan.
OREMOS
Señor Jesús, danos la limpieza de corazón y la claridad de mente para reconocer la
verdad. Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta
de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses.
Que te reconozcamos, Señor, como la Verdad de nuestra vida. Amén.
QUINTA ESTACIÓN.
PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACÍO
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (20, 3-10)
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos,
pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al
sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón
Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que
cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró
también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues
hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de
entre los muertos. Los discípulos, entonces, volvieron a casa." Palabra del Señor.
Comentario
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el
alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han
dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan
grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es
una vana ilusión: es un hecho de la historia, que va a cambiar la historia. Después de este
hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su
amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en
la fe, recibió una visita personal de Jesús.
OREMOS
Señor Jesús, también nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti,
sin dejarlo para después. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con
prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos
hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte. Amén.
SEXTA ESTACIÓN.
JESÚS EN EL CENÁCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APÓSTOLES
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Lucas (24, 36-43)
Estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo:
«La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo:
«¿Por qué se turban, y por qué se suscitan dudas en su corazón? Miren mis manos y mis
pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como ven
que yo tengo.» Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies. Palabra del Señor.
Comentario
Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en Nazaret,
el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el
mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para morir en la
Cruz. Jesucristo, el Señor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los apóstoles
apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma suerte. Es entonces
cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la señal de su
victoria sobre la muerte y el pecado.
OREMOS
Señor Jesús, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso
cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existió en la
historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y,
después, transformes nuestro cuerpo frágil en cuerpo glorioso como el tuyo. Amén.
SÉPTIMA ESTACIÓN.
JESÚS SE ENCUENTRA CON LOS DISCIPULOS EN EL CAMINO DE EMAÚS
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Lucas (24, 13-32)
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a una aldea llamada Emaús (...).
Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con
ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moisés y
siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca
de la aldea donde iban, Él les hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron
diciendo: "Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída". Y entró para
quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo
partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero Él desapareció.
Palabra del Señor.
Comentario
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados. No acaban de confiar en el Señor. Sin
embargo, Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados, para
recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazón, sin terminar de
entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús
parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y descubren que era el Señor. Nosotros
comprendemos con ellos que Jesús nos va acompañando en nuestro camino diario para
encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar su Palabra y compartir el Pan.
OREMOS
Señor Jesús, ¡cuántas veces estamos de vuelta de todo y de todos! ¡tantas veces estamos
desengañados y tristes! Ayúdanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de
tu Palabra y en la celebración de la Eucaristía, donde te ofreces a nosotros como
alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Señor, un deseo ardiente de encontrarte
también en los hermanos. Amén.
OCTAVA ESTACIÓN.
JESÚS DA A LOS APÓSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (20, 19-23)
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los
judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en
medio de ellos y les dijo: «La paz con ustedes.» Dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con
ustedes. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y
les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»" Palabra del Señor.
Comentario
Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero eso no
importa ahora, porque Cristo está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del
amor, la cercanía del Maestro. Durante la Última Cena les dio el poder de renovar su
entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos momentos,
les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los
apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que Dios
otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios después de haberlo
abandonado por el pecado, la reconciliación.
OREMOS
Señor Jesús, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de
ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el
pecado, ayúdanos a sentir la alegría profunda de tu misericordia en el sacramento de la
Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolviéndonos tu amistad, nos
reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender
con fuerza el combate cristiano. Amén.
NOVENA ESTACIÓN.
JESÚS FORTALECE LA FE DE TOMÁS.
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (20, 26-29)
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los
otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en
sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto
mi mano en su costado, no creeré.» Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y
dijo: «La paz con ustedes.» Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis
manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás
le contestó: «Señor mío y Dios mío.» Jesús le dijo: «Porque me has visto has creído.
Dichosos los que no han visto y han creído.». Palabra del Señor.
Comentario
Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles, y
busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón, busca
recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva
reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los ojos del
espíritu.
OREMOS
Señor Jesús, auméntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena
de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza
y de amar sin medida, con un corazón grande. Como dijiste al apóstol Tomás, queremos,
aún sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio
de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera.
Amén.
DÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEA
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (21, 1-6)
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea,
los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: "Me voy a pescar".
Ellos contestan: "Vamos también nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella
noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla;
pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: "Muchachos, ¿tenéis
pescado?". Ellos contestaron: "No". Él les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y
encontraréis". La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y
aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: "Es el Señor". Palabra del Señor.
Comentario
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen en el trabajo con Pedro. La
barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo
largo de la historia están llamados a poner por obra el mandato del Señor: "seréis
pescadores de hombres". Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar
con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes.
OREMOS
Señor Jesús, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en
la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Enséñanos, Señor, a
apoyarnos no sólo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que
nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan
difíciles o absurdas, porque sólo así recogeremos frutos abundantes que serán tuyos, no
nuestros. Amén.
UNDÉCIMA ESTACIÓN.
JESÚS CONFIRMA A PEDRO EN EL AMOR
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Juan (21, 15-19).
Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que
éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis
corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por
tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por
tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.»
Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. Palabra del Señor.
Comentario
Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado
porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía: el
amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el
amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús son la
mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos:
siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar
OREMOS
Señor Jesús, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu
amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Ayúdanos a estar muy unidos
al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia,
porque es garantía de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio. Amén.
DUODÉCIMA ESTACIÓN.
LA DESPEDIDA: JESÚS ENCARGA SU MISIÓN A LOS APÓSTOLES
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Del Evangelio según San Mateo (28, 16-20)
Jesús se acercó y les habló así: «Me ha sido dada toda autoridad en el Cielo y en la tierra.
19.Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el
Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20.y enséñenles a cumplir todo lo que
yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la
historia». Palabra del Señor.
Comentario
Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy
grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido
concretando con la cercanía del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos últimos
instantes con Él. Están por delante las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo
cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas
lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio,
para parecerse cada día más a Jesús, el Maestro, el Señor.
OREMOS
Señor Jesús, que llenaste de esperanza a los apóstoles con el dulce mandato de predicar
la Buena Nueva, dilata nuestro corazón para que crezca en nosotros el deseo de llevar al
mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegría de tu Resurrección, para que así el
mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen. Amén.
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
JESÚS ASCIENDE AL CIELO
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11 (cf. Mc 16, 19-20; Lc 24, 50-53).
Y dicho esto, Jesús fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres
vestidos de blanco que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que
os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»
Palabra de Dios.
Comentario
Todos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separación,
pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo". Por eso los ángeles les sacan de esos primeros
instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de
emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la Buena Noticia, hasta los confines
del mundo, porque contamos con la compañía de Jesús, que no nos abandona. Y no
podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo
en su servicio.
OREMOS
Señor Jesús, tu ascensión al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los
que te aman. Haz, Señor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso
aquí en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos
de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegría. Amén.
DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS
V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.
V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente
vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa
en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se
repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo
y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse."
Palabra de Dios.
Comentario
Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no
quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu
Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de
la Iglesia, reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la mente y de fuego el
corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de
Dios. A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en
peregrinación por este mundo.
OREMOS
Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del alma, Consolador y Santificador nuestro,
inflama nuestro corazón, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez más y
te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que,
transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro
obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso. Amén.
ORACIÓN FINAL
Señor y Dios nuestro,
fuente de alegría y de esperanza,
hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrección y Ascensión hasta la
venida del Espíritu Santo;
haz que la contemplación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite
para dar testimonio de Jesucristo
en medio del mundo.
Te pedimos por tu Santa Iglesia:
que sea fiel reflejo
de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espíritu Santo,
manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres
de la resurrección eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén