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Filogenesis y 17

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Nombres: Gianella Ariana Cárdenas Chavez

DESARROLLO DE LA MENTE: Filogénesis, Sociogénesis y


Ontogénesis
Emilio García García
Departamento de Psicología Básica. Procesos Cognitivos.
Universidad Complutense. Madrid
Maceiras, M. y Méndez, L. (Coordinadores). Ciencia e
investigación en la
sociedad actual. Salamanca: Editorial San Esteban, 2010.

Las recientes investigaciones en Ciencias Cognitivas, y


particularmente en
Neurociencia, ofrecen aportaciones de gran interés para la
educación. El cerebro es la conquista evolutiva que hace posibles los
aprendizajes y enseñanza. Todos los aprendizajes de los seres vivos,
desde los más básicos que compartimos con animales inferiores,
como el condicionamiento clásico que estudió Pavlov, o el
condicionamiento operante que investigara Skinner, hasta las
capacidades mentales superiores cognitivas y lingüísticas,
específicamente
humanas, se deben al cerebro.El ser humano ha desarrollado unas
capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales que no tienen
parangón en el reino animal, ni siquiera entre sus parientes más
próximos, los primates. Estas singulares capacidades le han
permitido crear y transmitir la cultura, desde las primitivas
herramientas de piedra hasta llegar a las ciencias, tecnologías,
humanidades y
artes, en la actualidad. El ser humano dispone de unas capacidades
mentales que le permiten interpretar y predecir la conducta de los
otros. Gracias a estas capacidades las personas nos comunicamos
e interaccionamos, producimos y transmitimos la cultura. A su vez,
las conquistas culturales, artefactos, símbolos y tradiciones,
constituyen el entorno natural para el desarrollo de cada persona.
La mente humana es resultado de un largo y complejo proceso
evolutivo, en el que cabe diferenciar tres perspectivas: filogenética,
socio genética y ontogenética. En un proceso filogenético evolutivo
de millones de años surgió una capacidad cognitiva exclusiva de la
especie humana: la capacidad del individuo para identificarse con los
otros miembros de su especie, que le permite comprender a los
demás como agentes intencionales y mentales
Filogénesis de la mente
El diseño estructural y funcional de la mente humana es resultado del
proceso evolutivo, que ha llevado a la configuración propia del
cerebro de nuestra especie, hasta llegar al homo sapiens. A lo largo
de millones de años, las especies han ido incrementando las
capacidades de seleccionar y captar información, almacenarla,
elaborarla y utilizarla, a fin de responder adaptativamente a las
exigencias del medio. Tal incremento de capacidades se desarrolla
en función de la complejidad progresiva del sistema nervioso de las
especies y del proceso de corticalización creciente. El sistema
nervioso humano, y particularmente el cerebro, ha desarrollado e
incorporado progresivamente determinadas estructuras y sistemas
neurales que han posibilitado la supervivencia y adaptación al medio.
Así, en nuestra especie coexisten biológicamente diversos niveles
estructurales que permiten tipos de conductas y aprendizajes con
distinto grado de complejidad y elaboración: desde los reflejos más
elementales, pasando por los diferentes tipos de aprendizaje, hasta
los procesos cognitivos superiores y particularmente el lenguaje.
Desde una perspectiva filogenética y una epistemología
evolucionista, es razonable aceptar que la actividad mental surge y
se desarrolla a lo largo de la evolución de las especies, como
propiedad funcional de la organización cada vez más compleja del
sistema nervioso y de una encefalización y corticalización crecientes.
En la historia de la vida van apareciendo organismos dotados de
mayor conocimiento, control y autonomía en el medio, hasta culminar
en el hombre, que gracias a su sistema nervioso y propiedades
mentales, se relaciona con el medio de una forma peculiar. Su vida,
siendo biológica, se convierte también en biográfica, esto es,
autoapropiada y poseída, consciente y responsable. La mente
humana no responde a un diseño a priori, es resultado de un proceso
evolutivo de millones de años. Diferentes y sucesivas estructuras se
van conformando en esa filogénesis. MacLean (1974) habló de un
cerebro trino: un cerebro de reptil, de mamífero y córtex. Cada uno
es conquista de una etapa evolutiva hacia mayores grados de
autonomía y eficacia adaptativa. La capa más antigua recoge nuestro
pasado, cerebro reptileano, en las estructuras de nuestro tronco
encefálico, posibilitando los comportamientos básicos para mantener
la vida. En una fase más avanzada, los mamíferos desarrollaron
estructuras encargadas de las conductas de cuidado y protección de
la prole, lucha- escape, búsqueda de placer y evitación de dolor, el
sistema límbico. Posteriormente aparece el tercer nivel de
estructuras, el neo córtex, que proporciona la base de los procesos
cognitivos y lingüísticos. Se podría añadir un cuarto cerebro, el
cerebro ejecutivo, del que nos habla Goldberg (2002) o el cerebro
ético de Gazzaniga (2006). Cerebro-mente es un sistema funcional
muy complejo, que progresivamente ha acumulado nuevas
estructuras, ha aparecido y evolucionado bajo las presiones
selectivas que los organismos han tenido que soportar en su proceso
de supervivencia y adaptación. El sistema cerebro-mente estaría
compuesto de múltiples módulos, cada uno diseñado por la
selección natural para hacer frente a un concreto problema de
satisfacción de necesidades y supervivencia. Por tanto, es resultado
de un largo proceso de millones de años, que acumulativamente ha
integrado "órganos funcionales" adecuados para resolver los
problemas del organismo en su medio.
La teoría evolucionista del conocimiento (Lorenz, 1974, 1993; Lorenz
y Wuketits,1984; Piaget, 1947, 1967, 1975; Barkow, Cosmides,
Tooby, 1992; Plotkin, 1994, 1997; Popper, 1994) ha abordado el
estudio del desarrollo filogenético de las facultades o sistemas
mentales. Lorenz ha planteado las razones para defender una
correspondencia de fondo entre los fenómenos subjetivos que el
organismo percibe, y los datos objeto de la percepción. Y esque,
tanto las cosas percibidas, como el cerebro que las percibe,
pertenecen a la misma realidad, son producto de una misma
evolución conjunta, y han de guardar por tanto algún
tipo de correspondencia que posibilitará el ajuste del organismo a su
medio. Para la teoría evolucionista del conocimiento, la razón
humana con todas sus categorías y esquemas es un objeto de la
realidad, que ha adquirido su configuración actual, en adaptación a
las cosas también reales. No cabe suponer que un órgano como el
cerebro, que se ha desarrollado en constante interacción con la
naturaleza, pueda quedar tan desconectado de ella, hasta el punto
de que los fenómenos que conoce carezcan de conexión intrínseca
con las "cosas en sí", como si ambas formas de realidad fuesen
totalmente independientes. No es sensato suponer que las leyes que
rigen nuestro aparato cognoscitivo y sus operaciones no se
correspondan profundamente con las leyes del mundo real del que
proceden. Es razonable pensar que el "a priori" instintivo de cada
especie, prefijado para cada individuo por su dotación genética,
depende de las diferencias estructurales y funcionales específicas de
sus respectivos sistemas nerviosos. Ello supone cuestionar el
concepto de un "a priori" absoluto, ya que, algo que ha surgido en el
curso de la filogenia, y es por consiguiente "a posteriori", funciona
como condición de los procesos cognoscitivos que sustentan la
supervivencia y evolución de los organismos. Ciertamente estas
prefijaciones biológicas que posibilitan las formas de aparición de lo
real son jerarquizables; varían de la ameba al hombre. Es claro que
la percepción del espacio de un organismo acuático es
sensiblemente inferior a la del hombre, pero cumple de modo efectivo
la función de posibilitar su adaptación al medio.
Las leyes del sistema cognitivo que a los humanos se nos dan "a
priori" no caen del cielo, ni son capricho de la naturaleza. El sistema
nervioso es el verdadero órgano "a priori" que posibilita las formas de
aparición de lo real. Del mismo modo que la aleta le es dada al pez
como un "a priori" de su adaptación al medio acuático, o el ala al ave
para adaptarse a su medio, nos son dadas a los hombres las formas
de percepción y categorías de la razón. Nuestras categorías de
pensamiento y formas de percepción, fijadas con anterioridad a toda
experiencia individual, están adaptadas al mundo exterior,
exactamente por las mismas razones por las que la aleta del pez lo
está al medio acuático. No parece razonable suponer en
este caso que la forma del órgano prescribe sus propiedades al agua,
más bien son éstas las que imponen sus cualidades a aquél. Y la
forma en que esta adaptación medio-órgano ha tenido lugar no ha
sido otra que el gran proceso natural de la evolución. La experiencia
de la filogenia ha producido las prefijaciones de la ontogenia. El "a
priori" del individuo es "a posteriori" para la especie, es resultado del
aprendizaje de la especie. El hombre es un ser que debe sus
funciones mentales a la evolución, a esa génesis cuya duración se
mide por millones de años, y en cuyo curso todos los organismos se
avienen con la realidad y se adaptan a ella. Nuestro sistema cognitivo
es un elemento de la realidad que ha recibido su forma actual
mediante el acuerdo con las cosas reales y su adaptación a ellas. En
este supuesto estriba la convicción de que todo cuanto nos comunica
nuestro sistema cognitivo sobre la realidad externa, en condiciones
normales, responde a algo real. Las "gafas" de nuestras formas
perceptivas y razonadoras tales como el espacio y el tiempo, la
causalidad y la substantividad, son funciones de una organización
neurocognitiva, cuya finalidad es servir a la conservación del
individuo y la especie. Mediante esos anteojos no vemos, como
suponen los transcendentalistas, una deformación imprevisible del
ser en sí, de la realidad, sino una imagen genuina de ésta, aunque
simplificada utilitariamente (García yMuñoz, 1999).
Pero mejor que hablar de la mente humana sería más preciso
referirnos a procesos o funciones mentales diferenciadas, como
propiedades de sistemas neuronales que se han conformado
progresivamente en la Filogénesis, hasta dar con nuestro cerebro-
mente. Talesprocesos mentales han surgido como respuestas
adaptativas para resolver los distintos tipos de problemas. Los
problemas con los que se han enfrentado los seres humanos en su
supervivencia, y también los primates superiores al menos, son de
orden muy diverso. Son distintas las exigencias que se requieren en
la relación con los otros de la misma especie, lo que se ha
denominado la mente social, al comportamiento en el mundo físico
natural, la mente natural, por ejemplo.
La vida es una continua resolución de problemas y los problemas
sólo surgen con la aparición de la vida, pues antes de la vida no hay
ni problemas ni valores. El valor más básico es mantenerse vivo y
dejar descendencia. Este afán de superación de la vida lleva a la
conquista de la mente, la conciencia, el conocimiento objetivo y la
ciencia. En este proceso evolutivo emergente distingue Popper tres
niveles de adaptación: genético, conductual, científico. El
conocimiento científico continúa y culmina la conquista evolutiva. La
ciencia consiste en una lucha por la supervivencia entre teorías
rivales en beneficio de las más aptas. Un organismo o especie será
eliminado si propone una mala solución a un problema, la
mutación será letal. Algo similar ocurre a nivel individual si el
conocimiento es equivocado en su ajuste al medio. En el
conocimiento objetivo, en la ciencia, lo que sucede es que
perecen las teorías en lugar de nosotros. Las teorías se convierten
así en potentes instrumentos de adaptación. El conocimiento del
conocimiento mismo es la gran conquista evolutiva. La diferencia
entre la ameba y Einstein está en que la ameba no tiene acceso al
conocimiento reflexivo, su conocimiento está incorporado, pautado, y
si no es válido para adaptarse al medio por los cambios que en éste
puedan darse, la ameba perece. Einstein tiene una mente que
accede a su propio conocimiento, un acceso reflexivo y crítico, por
ello puede formular teorías, argumentarlas y criticarlas para que, bien
con experimentos mentales teóricos o con contrastaciones
empíricas, luchen entre sí las teorías, pereciendo las menos válidas,
pero siguiendo vivo Einstein. Las estructuras y mecanismos mentales
que se han conformado filogenéticamente parecen presentar un
carácter específico o modular. Las exigencias para enfrentarse al
medio físico o natural (mente física), son diferentes de las que se
requieren para la cooperación y comunicación en el medio social
(mente social). El paradigma dominante en la investigación
contemporánea del cerebro-mente es de carácter modular, y postula
que los seres humanos venimos al mundo equipados con un conjunto
de módulos cognitivos diferentes, y específicos. La perspectiva
modular se origina especialmente en las teorías de dos filósofos y
lingüistas: Chomsy y Fodor. Pero ha tenido un éxito en muchos
campos como la psicología evolucionista y evolutiva, antropología y
paleontología, psicopatología, neuropsicología, neurolingüística.

Ontogénesis de la mente
En las especies sociales los otros miembros ocupan un lugar
destacado en el entorno, hasta tal punto que gran parte de la
interacción entre individuo y entorno es precisamente con otros
individuos. En la especie humana, la más social, el entorno está
equipado además de objetos y hechos culturales, muchos de los
cuales tienen la función de producir efectos fundamentales en la
mente de las personas. Los niños nacen, crecen y se desarrollan en
un mundo cultural, poblado de herramientas, artefactos, símbolos,
prácticas, tradiciones e instituciones sociales históricamente
constituidas, lo que les permite: a) asimilar y beneficiarse de los
conocimientos acumulados y las habilidades de sus comunidades, b)
adquirir y utilizar los símbolos lingüísticos, que le posibilitan la
comunicación con los demás y la categorización y ordenamiento del
mundo, c) conformar su mente con unas nuevas y poderosas
capacidades, como son la conciencia, reflexión, pensamiento crítico

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