Ensayo Penal

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

ESCUELA DE DERECHO
ESPECIALIZACION DE DERECHO MERCANTIL
NÚCLEO UNIVERSITARIO "PEDRO RINCÓN GUTIÉRREZ"

EFECTIVIDAD EN LA APLICACIÓN DE LAS SANCIONES PENALES A LA


PERSONA JURÍDICA

Autores:
Ysamar Delgado 19.878.212
Leonardo Molina 24.694.996
Eymar G. García A. 25.713.672

San Cristóbal, septiembre de 2020


Al referirnos al derecho penal y tomando una definición de Franz von Liszt, se
define como “un conjunto de reglas jurídicas establecidas por el Estado, que
asocian al crimen como hecho y la pena como legítima consecuencia”, sin
embargo, tradicionalmente la imposición de las penas ha sido referida
exclusivamente a personas naturales, de allí el aforismo latino “societas delinquere
non potest”, que significa que las sociedades no pueden delinquir, puesto que ha
sido un tema discutible entre doctrinarios de la ciencia penal, y para ello han
tomado como base por un lado la teoría de la ficción, cuyo representante es
Savigny, quien sostiene que las personas jurídicas son creaciones del legislador
justificadas por el interés social que ellas despiertan en la comunidad, y que al ser
entes morales (una suma de personas que se unen con una finalidad pero
carecen, de la unidad espiritual y corporal) carecen de voluntad y no se pueden
responsabilizar penalmente ya que son seres ficticios.
Por su parte, Gierke, representa la teoría de la realidad, que sostiene que la
persona corporativa es una persona real formada por seres humanos reunidos y
organizados para la consecución de fines que traspasan la esfera de los intereses
individuales y por ende la persona jurídica encarna una individualidad propia y por
ende se debe aceptar la responsabilidad criminal de estos entes jurídicos. No
obstante, nuestra legislación nacional tradicionalmente se había inclinado a la idea
de no sancionar penalmente a las personas jurídicas, sin embargo, en los últimos
años con el auge de leyes que contemplan la responsabilidad penal de las
personas jurídicas en nuestro país, tales como la Ley Orgánica contra la
Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo, La ley Especial contra
los Delitos Informáticos y la Ley penal del Ambiente, entre otras; se ha ampliado la
responsabilidad penal de estos entes.
Estos avances en materia de responsabilidad penal, han llegado hasta el Tribunal
Supremo de Justicia, en donde el 18 de junio del 2009, en la sentencia 834 de la
sala constitucional, la magistrada Carmen Zuleta de Merchán, emitió una
sentencia en la que se propugna que las personas jurídicas pueden ser
acreedoras de dicha responsabilidad, creando un precedente para el juzgamiento
penal de estos entes. Por ende, se hace necesario revisar como aborda nuestro
sistema de justicia este tema, tanto legal como jurisprudencialmente, a fines de
observar su efectividad en la aplicación de estas sanciones en nuestro país.
La globalización y la internacionalización de la economía van a provocar también
la transnacionalización de la delincuencia económica, obligando a los Estados a
modificar concepciones del orden económico existentes hasta el momento.
En cuanto al concepto y contenido del Derecho penal económico debe partirse de
que el mismo cohabita con el Derecho administrativo económico sancionador, por
lo que el legislador debe ser escrupuloso en la definición de la infracción
administrativa y la infracción penal. Se ha planteado la necesidad de elaborar una
nueva dogmática penal para el Derecho penal económico diferente a la
consolidada en los dos últimos siglos para el Derecho penal clásico, protector de
bienes jurídicos individuales (salud, vida, integridad, patrimonio) No obstante, lo
que debe hacerse es adaptar a dogmática penal garantista a los problemas que
plantea el Derecho penal económico, cuyas principales características se basan
en la tutela de bienes jurídicos supraindividuales, la necesidad de acudir a la
norma penal en blanco, la conformación de tipos penales especiales y la previsión
de normas de imputación a la persona jurídica. La globalización y la
internacionalización de la economía van a provocar también la
transnacionalización de la delincuencia económica, obligando a los Estados a
modificar concepciones del orden económico existentes hasta el momento.
Ahora bien, existiendo aún una tendencia mayoritaria doctrinal dónde se afirma
que estos conceptos de culpabilidad (el psicológico, el normativo y el basado en la
necesidad de la pena) han sido concebidos sólo para los seres humanos quienes
son los únicos llamados a fijar un nexo psicológico entre ellos mismos y la
conducta que realizan, por lo que una persona jurídica nunca tendría capacidad de
culpabilidad.
Pero desde una perspectiva política-criminal no parece suficiente esta afirmación,
pues en vista de la impunidad que se advierte en torno a la cada vez más
moderna y creciente delincuencia empresarial, este concepto restringido y
tradicional no coadyuva en modo alguno a solucionar la problemática. Por lo tanto,
parte de los doctrinarios optan por dejar del lado el Principio de Culpabilidad tal y
como está concebido tradicionalmente, para intentar construir un sistema de
sanciones penales para las personas jurídicas, asumiéndose en esta posición, que
no será necesario para castigar a un ente colectivo el constatar su culpabilidad, y
que este hecho no tiene porqué resultar atentatorio contra un sistema Penal
basado en el Estado de Derecho,
Así, Shünemann citado por López R (2006):
Apuesta por la existencia de un interés público predominante que se
traduce en el estado de necesidad del bien jurídico. Tal estado de
necesidad preventivo justifica su intervención en tanto y en cuanto
exista la imposibilidad de identificar al autor dado a que la infracción ha
generado beneficios para la empresa habiéndose detectado fallas en
las medidas de vigilancia adecuadas para evitar la acción ilícita. (s/n).
En base al postulado anteriormente expuesto, se hace necesario apuntar a una
nueva conceptualización de la categoría dogmática de culpabilidad que permita
aplicarse en la realidad claro está y en condiciones obviamente delimitadas, a las
personas colectivas, pues el aumento desmesurado de la criminalidad económica
dentro de las empresas.
Sin embargo, dentro de la jurisprudencia patria, existe sentencia importante en
nuestro país, en la que se establece la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, es la N° 834 del 18 de junio del 2009 de la Sala Constitucional. En ella,
se establece que La responsabilidad penal debe ser entendida -en su función
social- como atribución de pena de acuerdo a los parámetros constitucionales de
protección preventiva de bienes jurídicos, ello permite reorientar el concepto de
imputación en la teoría del delito para concluir que las personas jurídicas tienen la
capacidad de culpabilidad penal, es decir, de imputabilidad puesto que la
culpabilidad ya no se concibe como un juicio de reproche eminentemente personal
sino como un juicio que en tanto función social, protege preventivamente los
bienes jurídicos.
Sostiene además la sala, que la tutela penal abarca a todas las personas, ya sean
estas naturales o jurídicas, puesto que aceptar lo contrario y aferrarse al principio
tradicional “societas delinquere non potest” implicaría, frente a novedosas formas
de criminalidad, dotar de impunidad a los entes colectivos y convertirlos así en
gérmenes para la sociedad. La sala toma como ejemplo de esa nueva dimensión
de la responsabilidad penal, el Derecho Comunitario de la Unión Europea, que
estipula la responsabilidad de las personas jurídicas, entendidas como una unidad
económica.
Además, en el ámbito legislativo, se han establecido una serie de sanciones
penales en algunas leyes especiales, tales como la Ley contra la Corrupción,
publicada en Gaceta Oficial N° 5.637 Extraordinario de fecha 07 de abril de 2003:
Artículo 74: “Los representantes o administradores de personas naturales o
jurídicas, así como los directores o principales de éstas, que, por actos
simulados o fraudulentos, se aprovechen o distraigan de cualquier forma,
(...), serán penados con prisión de dos (2) a diez (10) años.”

La Ley de la Actividad Aseguradora, publicada en la Gaceta Oficial Extraordinario


N° 5.990 del 29 de julio de 2010:
Artículo 283: “Información financiera falsa. El integrante de la junta
directiva, consejero, ejecutivo, empleado, auditor interno, comisario,
actuario o contador de una empresa de seguros, de medicina prepagada,
asociaciones cooperativas, empresa de reaseguros, sociedades de
corretaje de seguros y de reaseguros, o financiadoras de primas que falsee
la verdad sobre estados financieros, (...), será sancionado con multa de
cuatro mil unidades tributarias (4.000 U.T.) a cinco mil unidades tributarias
(5.000 U.T.) (...).”

La Ley contra los Ilícitos Cambiarios, publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria


número 5.975 del 17 de mayo de 2010:
Artículo 17: “Las personas naturales o jurídicas que ofrezcan, anuncien,
divulguen de forma escrita, audiovisual, radioeléctrica, informática o por
cualquier otro medio, información financiera o bursátil sobre las
cotizaciones de divisas diferentes al valor oficial, serán sancionadas con
una multa de mil unidades tributarias (1.000 U.T.)…”.
La Ley contra el Secuestro y la Extorsión, publicada en Gaceta Oficial 39.194 del
5 de junio de 2009:
“Artículo 29. Obligación de suministrar información: Las empresas u
organismos públicos o privados que presten servicios de
telecomunicaciones, bancarios o financieros, están obligados a suministrar
las informaciones requeridas por el Ministerio Público, o (...) por las
autoridades competentes (...).
En caso de omitir el suministro de la información en el tiempo indicado o de
suministrar una información no veraz el Ministerio Público ejercerá las
acciones conducentes para aplicar las sanciones establecidas en las leyes
respectivas, y en caso de reincidencia la pena a aplicar deberá ser
aumentada en una tercera parte.”
La Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada, publicada en Gaceta Oficial
número 5.789 Extraordinaria del 26 de octubre de 2005:
“Artículo 56: Principios para la aplicación de sanciones. Las sanciones
penales de los sujetos obligados se impondrán de acuerdo a la naturaleza
del hecho cometido, (...) y de ser posible sin causarles un perjuicio que les
lleve a cesar en sus actividades lícitas, por lo que la multa deberá ser
adecuada a sus recursos económicos y capital pagado”.
“Artículo 43: Sujetos obligados. Se consideran sujetos obligados, (...), los
siguientes:
1. Los bancos, empresas, personas naturales e instituciones financieras,
reguladas por la Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras,
leyes y resoluciones especiales y por el Decreto con Rango y Fuerza de
Ley Marco que regula el Sistema Financiero Público del Estado
venezolano.
2. Las entidades aseguradoras y reaseguradoras, productores de seguros,
sociedades de corretaje de reaseguros y demás personas y empresas
regidas por la Ley de Empresas de Seguros y Reaseguros. (...).
Estas son algunas de las leyes especiales en las que se establecen sanciones
contra personas jurídicas, donde en su mayoría la responsabilidad penal recae
sobre sus directores, administradores, representantes, y demás personas de altos
cargos, quienes responden por las actuaciones de los entes a quienes
representan.
Ahora bien, cuando hablamos de la efectividad en la aplicación de las sanciones
penales a personas jurídicas, es necesario entender, a tales sanciones, como
parte del monopolio del poder punitivo que posee el Estado, es un poder exclusivo
de este, por lo tanto, se estaría hablando, que dichas sanciones tienen
necesariamente como origen la política criminal que persigue el Estado.
Si bien existen corrientes de la dogmática penal que estudian este asunto, es
importante señalar, que las sanciones a las personas jurídicas no tienen una
fundamentación claramente naturalista, si bien se concibe el dolo como una
cuestión meramente del ser humano, esto debido a que es el único ser racional
existente, de allí, que en legislaciones como la chilena, se ha encontrado una
aparente violación al latinismo non bis in ídem, el cual, ha sido eslabón
fundamental del proceso penal, cuando se supone un castigo a la persona
jurídica y al órgano que lo encarna, es decir, a la persona física que ha
materializado o por la cual se ha materializado el delito.
En este sentido, el tribunal Supremo de Justicia en Venezuela se ha manifestado,
no solo reconociendo que la capacidad de dichas personas jurídicas no puede
bajo ninguna corriente doctrinaria, aun bajo aquellas que las dotan de “voluntad”,
considerar su actuar como el que llevaría a cabo un autómata 1, por lo tanto, se
entiende que ambas voluntades, la persona jurídica y el órgano que la representa
o administra, tienen al menos, una voluntad íntimamente ligada, que se dirige
hacia un fin común. Así lo confirma la Sala Constitucional, del mismo tribunal,
cuando expresa que:
“cuando los administradores de las sociedades son los imputados del delito que se
comete, utilizando instrumentalmente a las personas jurídicas, el velo corporativo
se levanta con el fin de evitar el fraude a la ley que se hace presente cuando las
compañías, como personas distintas a sus administradores reclamen derechos
que facilitan los efectos del delito”
Recientemente en España, se ha marcado una tendencia con un basamento legal,
al reformar la legislación penal se establecieron siete formas de coaccionar o
persuadir a las personas jurídicas para no incurrir en el iter criminis, estableciendo
fuertes "penas" para los culpables, y no "consecuencias accesorias", entonces,
claramente, como se entenderá en este trabajo, la pena cumple la función de
proteger el bien jurídico tutelado, coaccionando al órgano y al ente del entramado
empresarial, para no desviar su fin económico legal planteado.
Estas figuras abarcaban, además de las sanciones de carácter pecuniario, la
disolución de la persona jurídica, pena que no se ha generalizado en su aplicación
dada la complejidad que se presenta en su aplicación y el impacto político-social-
económico que puede presentar más allá del ámbito jurídico, suspensión de
actividades, clausura de locales y establecimientos, prohibición de realizar en el
futuro actividades, inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas y la
intervención judicial para salvaguardar los derechos de los trabajadores o
acreedores.
En contraste con esta legislación, que Roma la responsabilidad penal empresarial
y la culpabilidad de las mismas como sistema legislativo, conseguimos que en
Venezuela las penas impuestas a personas jurídicas no poseen tal extensión, por
lo tanto, el poder persuasivo que posee el Estado es más reservado o atrasado, al

1 Sala de casación penal 29 de febrero de 2000, caso procter & Gamble de Venezuela, S.S. Ponente:
Alejandro Angulo Fontiveros (extracto de la sentencia que aparece en la diapositiva)
mismo tiempo encontramos que las recientes leyes aprobadas en la nación,
cuentan con un sistema punitivo que no cumple con su razón disuasoria.
Existe distorsión en la concepción de la naturaleza jurídica de sanción establecida
a la persona jurídica como pena, ya que la función o utilidad principal de la pena
es la prevención del delito.
Tiende a confundirse las sanciones penales establecidas a las personas jurídicas
con las sanciones administrativas, observando que son éstas últimas las de mayor
aplicación, Dándole oportunidad a las empresas de valorar la carga patrimonial a
soportar en caso de ser sancionados por la comisión de un hecho catalogado
como ilícito, generando para las empresas mejor opción soportar dichas cargas y
seguir cometiendo el ilícito; teniendo en cuenta que muchos de estos ilícitos son
cometidos no solo por la persona jurídica sino también, por aquellas personas
físicas encubiertas bajo estos entes Morales, las cuales actúan en su
representación cuyas sanciones son susceptibles de mayor grado como lo son
penas privativas de libertad.
Dentro de la utilidad de la pena como sanción a estos entes colectivos no está
solamente la función intimidadora de la sanción, como elemento a ser tomado en
cuenta para su fin preventivo; sino su aplicabilidad correcta, separada a las
distintas realidades sociales en las que se desenvuelve la responsabilidad penal
de las personas jurídicas como una política criminal eficaz en la cual se imponga
realmente el poder punitivo del Estado y no un mero formalismo que plantea una
posible solución novedosa a un problema, el cual no se adapta a una coherencia
práctica entre el hecho y la sanción, siguiéndose perpetrándose acciones violatoria
de la ley que van en detrimento del sistema económico de nuestro País.
Considerando lo anterior se puede concluir que no existe un equilibrio entre los
fines que se persiguen con la aplicación de dichas sanciones y el fruto que se
pretende obtener con su aplicabilidad, que sería la prevención de este tipo de
actos. Por tanto, no existe una efectividad en la correcta aplicabilidad de las
sanciones legales calificadas como punibles a las personas jurídicas,
respondiendo a sus fines preventivos del delito .
Referencias Bibliográficas
- González, E. (2013). La Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas y sus
Implicaciones Político-Criminales. Revista del Ministerio Público, Venezuela. Núm.
13, V étapa.
- García Caver, P. (2015). Sanciones penales para las personas jurídicas.
Problemas actuales de política criminal. Anuario de Derecho Penal
- Sala de casación penal 29 de febrero de 2000, caso procter & Gamble de
Venezuela, S.S. Ponente: Alejandro Angulo Fontiveros (extracto de la sentencia
que aparece en la diapositiva)
- Sala Constitucional Carmen Zuleta de Merchán, 18/06/09, expediente 03-0296.
- Ley Orgánica contra la Delincuencia Organizada, publicada en Gaceta Oficial
número 5.789 Extraordinaria del 26 de octubre de 2005
- La Ley contra la Corrupción, publicada en Gaceta Oficial N° 5.637 Extraordinario
de fecha 07 de abril de 2003.
- La Ley de la Actividad Aseguradora, publicada en la Gaceta Oficial
Extraordinario N° 5.990 del 29 de julio de 2010.
- La Ley contra los Ilícitos Cambiarios, publicada en la Gaceta Oficial
Extraordinaria número 5.975 del 17 de mayo de 2010.
- La Ley contra el Secuestro y la Extorsión, publicada en Gaceta Oficial 39.194 del
5 de junio de 2009.
- Jurado Salazar, A. (2018). La responsabilidad penal de las personas jurídicas.
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