Tiempos Post Moderos - Del Percio

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TIEMPOST MODERNOS

angustia que genera esta incertidumbre 1b -


ve e . ' e urgues se aferra a lo único que
Dma seguro: sus nquezas' , y la prmclpa
. . I h erranuenta
. que 1 .t
CAPÍTULO III
mantenerlas y acrecentarlas: el tálculo. e perllu e EL SIGLO XVII: LA BÚSQUEDA DE NUEVAS CERTEZAS

E,
n
r
- Las incertidwnbres del hombre del siglo XVI encuentran un intento de
respuesta en los-grandes sistemas filosóficos del siglo -XVII, Por dos vías
distintas, ei método cartesiano y el galileano confluyen en la legitin1ación
n 'de la razón matemático-instrumental como único modo de llegar a tUl co-
y, nocimiento cierto.
ci En el primer caso, el filósofo francés Renato Descartes (1596-1650) asu-
1: •
me la incertidumbre, yen lugar de caer en el vano escepticismo propoJ.:'-e
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construir un sistema a par,tir del primer postulado del que el sujeto no pue-
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de dudar: precisamente de su propia duda. En palabras del mismo Descar-


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tes: uQueriendo yo pensar de este modo que todo es falso, era necesario
el! 11
,..Ii! que yo, que 10 pensaba, fuere alguna cosa, y advirtiendo que esta verdad:
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I ji:, pienso/luego soy (cogito, ergo su m) era tan firme y segura, que las más ex-
. travagantes suposiciones de los escépticos son incapaces de conmoverla,
juzgué que podía aceptarla sin escrúpulo, como el primer principio de la
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filosofía que andaba buscando". '
La verdad ya no volverá a ser algo que se contemple, sino que es algo
que se conquista,"5iguiendo un método, palabra que etimológicamente sig~
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jj' nifica camino hacia la meta, y el punto de partida de ese camino es el sujeto,

;¡fl el yo que duda, que"piensa, que siente, que tie~e certeza de Su ,propio exis-
tir. Pero ningnna c¡:ertezapüede tener ese sujetoIespecto de las cosas'mate-
riales, ni siquier¡l haci~ su propio cuerpo, pues sus sentidos pueden
; [I)! i engañarlo, tal como -por ejemplo- durante siglos los senados engañaron a
¡U ! la humanidad haciéndole creer que los astros giraban en torno de la tierra.

:~I'I
Esta certeza de sí y esta correlativa duda respecto de todo lo demás
inaugura la dualldad que pasa a ser el fundamento de lo que se ha dado en
11! llamar la "modernidad", !<rosreferimos a la dualidad'sujeto-objeto. El hom-
bre, que ya se había visto a sí mismo como diferente de la natumleza, en-
:1, cuentra ahora tUla poderosa justificación b~órica: la radical separación que
hace Descartés entre lo que él llama tes cogitans o "cosa" que piensa, y la res
extensa o cosa cdn extensión, es decir, mensurable. Separas.iÓI1que el arte
había visto con anticipación a la filosofía al introducir la perspectiva y, poco.
~,
! después, el re~rato,primero de Cristo O de María, con rostros distintos en
cada pintura, y luego, sobre todo a partir'de Rembrandt, el retrato profano.
Toda la realidad es vista. con el sujeto como centro, y es re-presentada para
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TIEMPosr MODERNOS

su goce estético, no como símbolo de otra vida. El uso de la perspectiva


permite multiplicar el espacio, "cre~r" un mtmdo dentro del ffilU1do: no
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ENRIQUE M. DEL PERClO

respuesta: ¿Cómo es posible conocer cosas de cuya misma existencia duda-


mos? Tanto Galileo como Descartes, para probar la certeza del IDlmdo re-
casualmente -explica José Luis Romero- por entonces Cervantes en el Qui- curren a la existencia de un Dios creador de la. com(m estruchrra racional
i~
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jote introduce el relato en el relato, Shakespeare 'en Hamlet el teatro dentro , , de nuestro intelecto y de la nahlraleza. Pero a pesar de estos intentos, se-
del teatro y Velázquez en Las Meninas el cuadro dentro del cuadro. No es guidos por los de Jolm Locke (1632-1704), Christian Wolff (1679-1754) y
casual tampoco que la 6pera haya nacido en este siglo, con la representa. otros, habrá que esperar hasta fines del siglo siguiente para que con
ción de la Eurídiee de Jacabo Peri en el palacio Pitti de Florencia en el año !mmanue! Kant (1724-1804) el hombre moderno encuentre tma justifica-
1600, recreando unmtmdo para la pura satisfacción de los sentidos y senti. ción satisfactoria de la posibilidad del conocimiento científico. Mientras
mientas, en medio de tma atmósfera de irrealidad, tomada sí de la realidad tanto, esa nueva ciencia avanza sin necesidad de mayor sustento filosófico,
1 de la viaa, pero sublimada para consumo de las aristocracias aburguesada~ legitimándose por sus propios resultados, y con Isaac Newton (1642-1727)
r, .¡ llega a su esplendor al encontrar a toda la realidad como susceptible de ser
y de las burguesías ennoblecidas. La carga emocional de la declamación
1: lírica supera en irri.po~tancia e intensidad al argumento y al texto expresa- calculada matemáticamente.
dos. En el marco de un escenario magnífico, transporta al auditorio a un En Thomas Hobbes (1588-1679), primer pensador del Estado moderno,
~
, enCOfl-tramosuno de los principales exponentes de los intentos de aplicar a
q .. mtmdo irreal que extrema la separación entre el sujeto-espectador y el ob-
las ciencias sociales los cánones de la "ciencia nueva" de Galileo, a quien
ti! I jeto-espectáculo, entre el puro sentimiento y lo que se puede conocer con
1 :, certeza. conoce personalmente en Italia.
1
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Hobbes n~ce prematuramente la tormentosa noche en que la Armada
9i: Pero aquello que el pensamiento puede conocer con certeza, además de
1.

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,
la propia existencia, son aquellas proposiciones q~e no requieren de nues- Invencible de Felipe II debía invadir a la anglicana Gran Bretaña en nom-
J!B'I~..
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i tros sentidos como criterio de verdad, lo que no ocurre, por cierto, con las bre de la fe católica. Nacido bajo el signo del miedo, y muerto nueve años
antes de la pacificación definitiva de Gran Bretaña merced a la restaura-
~ilr especulaciones metafísicas acerca de l~s esencias o las cualidades de los
entes, sino con'las aseveraciones de las matemáticas. En efectó, no se re- ción monárquica de 1688, la búsqueda de la paz y la seguridad atraviesan
toda su obra. Yve en el gobierno absoluto, ilimitado e indivisible del sobe-
d~11111 quiere la existencia de ninguna figura geométrica en el mlmdo' exterior al
sujeto, para que éste igual pueda saber que, por ejemplo, la suma del cua-. rano surgido de la delegación del poder que le confieren los ciudadanos
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lii drado de los catetos de un triángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, mediante un pacto, la forma de superar el "estado de naturaleza" en el que

11
!
~i o que la suma de los ángulos internos de un cuadrado es de 360 grados. Es
decir que así como la naturaleza física es extensión, y por eso reducible a
el hombre lleva una vida "solitaria, pobre, desnuda, bestial y breve". Pero
este pacto que se celebra entre los ciudadanos no obliga al soberano (es

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1m sistema geomé,lTico, también el espíi:itu, la "res cogitans" es fundamen-
talmente pensamiento matemático.
decir, al que está súper omnes, sobre todos)} quien está absuelto (por eso es.
absoluto) de rendir cuentas ante nadie. La expresión más genuina de ese
11 ,1 No olvidemos que Descartes recibe la influencia de los experimentos poder radica en la facultad de legislar, o sea de determinar lo que se debe y
di' de Galileo Galilei, a quien no le interesa determinar las causas tUtimas del lo que no se debe dar o hacer, 10 justo y lo injusto.

)J movimientos de los cuerpos, pues' considera cualquier investigación en ese


sentido destinada al fracaso por no poder consistir más que en purá pala-
Hobbes le otorga andamiaje y justificación teórica a la preocupación
. que había planteado un siglo antes Maquiavelo: la necesidad de un Estado
ell ..• brería. Por el contrario, la "ciencia nueva" que inaugura Galileo se ocupa fuerte que salve a la sociedad de la anarqlúa. No debe confundirse el mo-
ni, de describir y explicar los fenómenos de la naturaleza (y aquí ya está con- delo de Estado hobbesiano con el Estado totalitario del siglo xx. Para Hobbes,
di' sagrado el uso de esta palabra como lo opuesto al sujeto) sobre la base de el Estado no es 'lm fin en sí mismo, sino que encuentra su legit.imación en
1'1: experimentos que permitan la medición de esos fenómenos. La preglillta su utilidad para garantizar la supervivencia de los individuos, hasta el punto
1,
e¡. por el para qué ocurren las cosas es reemplazada por el cómo, y l,a requisito- de que "la obligación de los súbditos con respecto de~ soberano se COID-
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ria acerca de las cualidades intrínsecas~ por la investigación cuantitativa. prende que no ha de durar ni más ni menos que lo qtie dure el poder me-
b,I De todos m?dos, si bien ambos sistemas tienen en común nna misma diante el cual tiene capacidad para protegerlos". Lo que sí defiende Hobbes
of. visión matemá~co-instrumental de la realidad, tan acorde a las exigenc~as es la existencia de un poder central supremo, que actúa mediante órganos
ti de la mentalidad burguesa y capitalista, hay lma pregunta que queda sin calificados por su co~petencia e idoneidad y no por la tradición, pues "na.

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TIEMPOsr MODERNOS ENRIQUE M, DEL PERCIO
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die puede tener experiencia en todas aquellas cosas que deben ser conoci- como estrato social dirigente, mientras el monarca concentra paulatina- i
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das para la administración de un gran Estado, nadie puede ser buen conse- mente en sus manos ese poder. Muchos nobles conservan su título pero
1, jero sino en aquellos asuntos en los que no solamente está muy versado, deben vender o arrendar sus posesiones territoriales y se transforman en
sino sobre los cuales ha meditado y consultado largamente", los cortesanos de los grandes palacios, como Versailles, y -en el siglo si-
Se consagra así a la eficiencia en la gestión como el principal valor polí- guiente- Sch6nbrunn, San PetersbUIgo, Buckingham, etc. El gobierno es
tico, desplazando las ideas medievales de "bien común" "derecho natu-
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cosa del rey y sus ministros, mientras los nobles -que mantienen todos sus
ral" etc., y enfrentándose a la doctrina propia del derecho divino de los
I
privilegios, excepto los políticos- se dedican a vencer el tedio con lujos,
reyes, aunque en sus consecuencias inmediatas no tienen mayores diferen- fiestas e intrigas amorosas y el "tercer estado", comerciantes e industriales,
cias. En efecto, ambas teorías confieren al poder facultades casi omnímodas ," crecen en fortuna, prestigio e influencia aliados a la casa real. La acumula~
sobre los súbditos, en abierta oposición al complejo entramado de poderes ción de riqueza encuentra su correlato artístico en el estilo propio de la
religiosos y seculares, fueros, privilegios, etc" que habían configurado la época: el barroco y el rococó, cuyo lujo y refinamiento pone de manifiesto
fisononúa política de la Edad Media. el poder de los reinos.
Mientras se dan estos desarrollos teóricos, tanto las ciudades Estado El nuevo esquema de poder permite el aprovechamiento de los recien~
italianas, hanseáticas o flamencas, como los estados nacionales español, tes descubrimientos e inventos. Comienzan a implementarse, por primera
francés o inglés advierten la importancia vital que adquiere la formaciÓn vez "desde la caída del Imperio Romano, políticas racionales y planificadas
de un ejército permanente. Este habrá de desempeñar el rol de principal de sanidad e lUgiene tales como la desecación de pantanos yesteros, y la
soporte del Estado moderno, particularmente después de acabadas las gue- regulación del curso de las aguas, lo que elimina una de las principales
rras de religión. Ahora bie.!-1,no obstante ser el ejército el soporte de la mo- causas de las pestes que asolaban a la población rural y, a la vez que permi-
¡:
narquía, y estar financiado por la burguesía, la alta oficialidad en general te la irrigación y colonización de tierras hasta entonces improductivas,
está compuesta por nobles. Con ello, adquiere un carácter estamental, con mejora las condiciones generales de salubriciad, Al rpismo tiempo, el fin de
"1:
sus consiguientes valores dominantes: el orgullo, el honor y el heroísmo. las guerras de religión y la paz de Westfalia (que podemos considerar acta
¡I, '
¡[ i Los nobles advenidos oficiales encuentran 1ma nueva razón de ser, pero fundacional del Estado-Nación) terminaron con los combates en las ciuda-
!i ¡i exacerban esos valores propios de un sistema estamental, como forma de des y con el asolamiento de los campos cultivados.
k' l' distinguirse de la tropa, de la burguesía y de la nobleza" de salón". Por eso La estructura-económica de los estados se había complejizado hasta el
awnentaron entre oficiales las "cuestiones de honor": duelos y suicidios. punto de necesitar instrumentos teóricos que permitiesen encarrilar el per-
i: 1 Estado, ejército y técnicas: los tres campos están en estrecha relación. petuo problema de las finanzas regias. El crecimiento de los capitales y de
'i Debe destacarse cómo el círculo conformado por el Estado, la técnica y la
j' su velocidad de circulación, el crédito, las nuevas formas asociativas co-
,1 I
afluencia de metales preciosos de América se constituye en el gran impul- merciales e industriales; los problemas traídos por los nuevos productos
i
sor de la adquisición de riquezas por la burguesía. El primero promueve de ultramar, motivan que la economía adquiera una entidad autónoma de
constantemente los avances técnicos en orden al interés militar y a facilitar la política, la moral o el derecho. Nacen así las primeras escuelas que inten-
la extracción y transporte en gran escala de metales preciosos, Estas rique- tan explicar racionalmente la vida económica: el mercantilismo y la
zas, a su vez, influyen jtmt~ al Estado, con su demanda bélica y gracias a la fisiocracia. Con sus aciertos y errores, y con grandes dilerencias de un país
paralela aparición del lujo, en el enorme incremento de la demanda de a otro, la aplicación de políticas económicas significó una relativa mejora
bienes con las ventas en gran escala, tal como las necesita el capitalismo; en las condiciones generales de vida.
ello estimula la actividad de los empresarios a la par que contribuye al Todo esto ha de ocasionar a partir de 1650 un aumento demográfico de
aburguesamiento de la nobleza. Paralelamente, con la pr.ofundización del gran magnitud. Ello acarrea una serie de consecuencias en todos los órde~
proceso de asentamiento de las cortes en las ciudades capitales, se va dan- nes. En primer lugar, el hombre ya no siente a la muerte como algo tan
do un progresivo "ennoblecimiento" de la alta burguesía rompiendo la cotidiano. En efecto, antes, si una mujer tenía a lo largo de su vida diez
unidad del estamento aristocrático, el que se permeabiliza a la vez que hijos, lo más probable era que siete u ocho murieran siendo muy niños;
pierde cada vez más fuerza como forma de dominación, ella, probablemente, muriera en el último parto y su marido difícilmente
Se perfila así una época en que la nobleza pierde su f1mción decisiva llegara a los cuarenta afias. Sus hijos sobrevivientes asunúan la muerte de
TffiMPOST1AoDERNOS

sus hermanos y padres como algo totalmente natural, tan natural que esa
historia se repetía con las otras gentes con las que se relacionaban. Ahora,
CAPÍTULO IV
,en virtud de las nuevas condiciones de vida, ni ella ni su marido mueren EL SIGLO XVIII: LA ÉPOCA DE LA CRíTICA
tan jóvenes, y además sus hijos sobreviven a los primeros años de vida.
Pero, por más que hubo mejorado la situación, no puede el matrimonio
aliment.ar a tantas bocas con lo producido en la misma extensión de tierra
cultivada que antes. Es la época en que los padres de Pulgarcito o de Hansel
'11
'¡:'i y Gretel mandan a sus hijos al bosque, para que mueran víctimas de los 11
El siglo xvrn es el siglo de la Ilustración, de la modernidad en su apogeo.
innumerables peligros simbolizados en ogros y brujas, o que sobrevivan ! 1
Nada hay que no pueda ser conocido por la razón; y paralelamente, no hay
como puedan. conocimiento que no deba ser comunicado a toda la humanidad. Llevar a
El campo no estaba en condiciones de absorber a tanta gente, que es todas partes las luces de la razón adquiere dimensiones de imperativo reli. 1

entonces expulsada a las ciudades. Se produce un intenso movimiento mi- gioso, como una suerte de evangelización laica de todo el planeta. Se supo- "
gratorio de campesinos que van a trabajar a la ciudad bajo las órdenes de ne que el aumento y la difusión del conocimiento traerá por sí solo un
los burgueses cada vez más poderosos. También quedan muchos frustra- : ~ mejoramiento moral de todos los hombres.
dos en sus expectativas de conseg:uir trabajo, los que son perseguidos por Será Kant el encargado de definir esta entrada del hombre en la edad
vagabundos; se adoptan medidas de control que en definitiva también con- adulta en estos-términos: "La ilustración -esla liberación del hombre de su
tribuyen a fortalecer el aparato estataL Se consolida así, en burgos y ciuda- culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servir-
des, una estratificación clasista paralela a la estamental que habrá de pre- se de la inteligencia sin la gtúa del otro". El mundo es "desmagizado",
dominar en las áreas rurales. liberado de misterios y encantamientos por obra de la Razón.
La desaparición de la cotidianeidad de la muerte, el lujo de las cortes, Para conseguir este objetivo, la "elite" de intelectuales, nobles y bur-
los progresos de las ciencias, el rechazo de los horrores vividos a causa de : ,
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gueses, que se autoerige en el supremo tribunal de la Razón, declara que
las guerras de religión, la tolerancia religiosa, desvían la mirada desde los nada ha de aceptarse porque sí; todo.ha de ser sometido al proceso de la
cielos hacia la tierra. El hombre de fines del siglo XVII, particularmente el crítica. Hasta tal punto la "crítica" es un concepto clave para la compren-
burgués ennoblecido y el noble aburguesado que da el to~o de la época, es sión del siglo XVIll que en 1790 J. G. Buhle sostiene que "a nuestra época
decididamente racionalista e individualista. Es el tipo de hombre crítico y corresponde con justicia el mérito de habt=r investigado, explicado e ilus.
escéptico predominante en el pensamiento del siglo XVIII. trado con crítica, en mayor medida que las épocas precedentes; por ello ha
recibido de parte de muchos, con razón, el calificativo de crítica". Crítica
no necesariamente destructiva -pero, por cierto, jamás complaciente- que
en tm principio se limita al arte, las letras y las ideas filosóficas, pero lejos
de detenerse allí, sigue como crítica a la Teología y a las ideas políticas, a
Dios y al Rey. Sin embargo, los protagonistas de este proceso no advierten
la relación estrecha entre su crítica generalizada y la crisis que se avecina-
ba. Lejos están de sospechar la pronta caída del orden establecido, y más
lejos todavía de advertir hasta qué punto la misma actividad de crítica sis-
temática horada los cimientos de ese orden mientras va fundando una nueva
legitimidad. Según Reinhart Koselleck, uno de lo más importantes analistas
de este período, por increíble que parezca, "no es posible hallar un solo
testimonio en pro de la conciencia de esta relación". Lo que lo lleva a plan-
tear que "el proceso crítico de la Ilustración ha provocado la crisis en la
misma medida ~n que le permaneció oculto e ignorado el sentido político
mismo de la crisis".
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're TIEMPOST MODERNOS ENRIQUE M. DEL PERCIO


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En efecto, tras la Paz de Utrech/ (1713) todo coniluye para generar un formidable intento de sistematizar en lUl¡l obra monumental todo el saber
clima propicio para que florezca una fe filosófico. histórica en el progreso de la época, vinculando incluso tendencias contrapuestas, y consagrándo.
pacífico de la humanidad, sin alteraciones cruentas: los monarcas ilustra- se como el mejor símbolo de la Ilustración. También simboliza esta época
dos gobernando con el auxilio de los ministros expertos en distintas áreas ~.
la obra del estadista y ministro de economía Turgot (1721-1781), quien en
de gobierno; la inexistencia de twnultos y guerras civiles; las guerras entr~ el "Discurso sobre los progresos sucesivos del espíritu humano" se adelan~
estados que se desarrollan lejos de poblaciones civiles, y de las cuales par- ta en un siglo a Comte, entendiendo a la historia como una secuencia lineal
ticipan cada vez en mayor número soldados profesionales, permitiendo al ¡ ascendente, cuyas tres etapas son la aniJ;nista, la especulativa y la científi-
resto del pueblo seguir con sus tareas; los progresos de la técnica que ha- ca. Pero quien mejor expone el optimismo progresista es, sin duda,
brían de mejorar permanentemente las condiciones de vida de la gente, , Condorcet (1743-1794), para quien el progreso es una ley necesaria e in-
j
etcétera. eluctable, en dirección a una cada vez mayor igualdad entre los hombres y
El propio Voltaire, quizá la figura que mejor representa el espíritu de la las naciones, sobre la base de la difusión de los conocimientos y los avan-
época, dice en 1769 (¡apenas veinte años antes de la Revolución Francesa!) ces de las ciencias.
"nosotros no queremos los horrores de la rosa roja y de la rosa blanca, ni el Racionalistas, empiristas y protorrománticos, a pesar de sus diferencias
caer de las cabezas coronadas". En 1758 el utilitarista y materialista francés teóricas a veces insalvables, comparten una tarea y una pasión comím: la
Helvecio (1715-1771) sostiene que "en el siglo presente una calma feliz ha crítica. Ésta sigue su curso demoledor, más allá de las intenciones de los
seguido a tantas tempestades, los volcanes de la sedición se han apagado críticos.
por doquiera". El alemán Hertzberg, poco después, llega al plmto de afir- La burguesía, que tanto había hecho para fortalecer el poder real frente
mar que "la historia no será ya interesante", porque no se puede concebir a la anarquía feudal y de las guerras civiles, ahora que ya conquistó la
un sistema social, político o económico más equilibrado que el entonces anhelada tranquilidad no encuentra sentido a los privilegios que siguen
existente, y por lo tanto, los únicos cambios que acontecerán se darán en el detentando los nobles, especialmente en cuanto a exenciones impositivas,
plano científico y técnico. Federico el Grande de Prusia, en 1740, cree que y al goce de rentas derivadas principalmente de los impuestos que paga-
"en nuestros días parece totalmente caída en desuso la costumbre de las ban precisamente los burgueses, que -no sin algo de razón- se veían a sí
rebeliones y revoluciones". Más aun, en 1783, el periódico radical Le tableau mismos como el sector productivo, y.por tanto, fundamental de la nación.
de París editorializa: "Un conflicto que degenere en sedición ha qevenido Se advierte ya una característica particular de la mentalidad burguesa:
moralmente imposible". En fin, gobernantes e intelectuales estaban tan cier- esa condición de inocencia que preserva su "alma bella" de cualquier res-
tos de haber llegado al fin de la historia como lo estuvieron George Bush y ponsabilidad respecto de los acontecimientos que ella misma contribuyó a
Francis Fukuyama tras la caída del muro de Berlín. generar. En términos de Kbselleck "la relación indirecta' con la política re-
Pero junto al endiosamiento de la razón, el XVIII también es el siglo que sulta determinante y característica del hombre burgués. Permanece éste,
pone al sentimiento en un lugar preeminente de la vida personal con el en efecto, en una especie de reserva privada, que con.vierte al monarca en
empirista escocés David Hume (1711-1778) y,. especialmente, con Jean- ;f,
culpable de la propia inocencia. Mientras que en un primer momento fodo
¡acques Rousseau (1712-1778), amigos ambos mientras el buen humor del haóa parecer que el súbdito era potencialmente culpable, medido con la
escéptico e individualista británico le permitió sobrellevar los desplantes inocencia del poder regio, el monarca es ahora siempre culpable, medido
del atormentado y genial ginebrino. No sólo las diferencias de personali- con la inocencia de los ciudadanos".
dad acaban con la amistad; mientras el pensador escocés -siguiendo la tra- Por cierto, no en toda Europa se vive la misma situación. En Gran Bre-
dición de Hobbes y de Locke- habla de 1m sentimiento que debe su perfec- taña, la burguesía, la nobleza y la monarqlÚa son socias en el poder desde
cionamiento a la cultura, y que, por lo tanto, es patrimonio de la "gente ,,
culta", Rousseau invierte la idea del primigenio estado de naturaleza corno , 1688, por lo que la Ilustración británica es una ideología legitimante de la
situación politica, económica y social, heredera de la filosofía de Locke. En
algo terrible, y sostiene que es precisamente la civilización la que degrada Francia, si bien la burguesía había contribuido decisivamente a instamar
moralmente al hombre. Surge así el mito del "buen salvaje", de tanta in- el Estado absoluto, participa de la estructura institucionalizada de poder
fluencia en el romanticismo. en forma limitada, por eso es que la Ilustración francesa se convierte en
Por iniciativa de Diderot (1713-1784) y d' Alambert nace la Enciclopedia, bandera del "estado llano", adquiriendo características de utopía el elogio
..... ..•....
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M. DEL
TIEMPOST MODERNOS ENRIQUE PEROO
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del sistema inglés, al modo en que 16 realiza por ejemplo Montesquieu Pero antes de seguir avanzando es preciso detene~nos brevemente a
(1689-1755). En Alemania, el burgués no tiene una participaciÓn destacada considerar las enseñanzas de los dos pensadores que más han influido en
ni en la instauración del absolutismo ni en la estructura de poder. Por tan- los siglos XIX y xx. En efecto ni la época que se describe en el próximo capí- 1
to, la Ilustración alemana es básicamente una teoría filosófica, jurídica y tulo ni los autores que se estudian en la Segunda Parte dejan de sentir la
moral, como se deja ver tempranamente en Leibniz (1646-1716) y Cristian influencia de Kant y de Hegel, por aceptación o rechazo, en mayor o me-
Thomasius (1655-1728). Pero en todos los casos -incluso en España con nor grado, pero'nunca pueden ser cabalmente entendidos si no se tiene en
cuenta el contexto general delimitado por los dos grandes maestros alema-
,.h! fray Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764) y Gaspar Melchor de Jovellanos
,.
I
nes.
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(1744-1811), cuyo pensamiento tuvo notoria influencia sobre muchos de
los patriotas independentistas latin~americanos, en Italia con Beccaria (1738-
., 1794) Y en la lejana Rusia de Catalina la Grande-la Ilustración brinda un
sistema de ideas,profundamente optimista y progresista, que muestra que Kant
se ha operado un cambio notable en la estructura social. Este cambio va a
I tener su correlato político más notorio en Francia en 1789. Al llegar a su fin el siglo de la razón y de la crítica, la razón emplea a la

¡ ¡ .
La ceguera de la aristocracia para ver los cambios que había operado el
sistema social, no obstante las advertencias de ministros de la corte como
crítica para criticarse a sí misma, para indagar acerca de sus propios limi-
tes. Entre las dos posiciones extremas acerca de la posibilidad del conoci-
Turgot, impidieron todo acuerdo entre un tipo de estratificación social miento: los d~gmáticos que aceptan que se puede conocer porque sí, y no
emergente: las clases sociales, con el tipo de estratificación residual: el admiten cuestionamiento a la razón corno instrumento siempre válido y
estamental. Ahora sí, la crítica no se queda en el discurso. Rueda la cabeza adecuado para conocerlo todo, y los escépticos que niegan la posibilidad.
del rey. y se reniega de un Dios personal y providente, Pero la muerte del misma del conocimiento; y entre las dos posiciones extremas acerca del
padre rey y del padre Dios no puede sobrellevarse sin la elaboración del origen del conocimiento: el racionalismo, según el cual la única fuente vá-
duelo correspondie.nte. Se levantan templos a la Diosa Razón, a quien ade- lida del conocimiento es la razón, y el empirismo, que sostiene que en rea-
más se la adora en las calles de París, representada por una bella prostituta lidad la única fuente válida es la experiencia, aparece el intento de Irnrnanuel
vestida con la lanza y el escudo de Minerva, y su cabeza coronada por el Kant (1724-1804) de establecer los límites y posibilidades de la razón. Con
gorro de los sacerdotes de Mithra, el dios frigio, el vengador que degüella él encuentra la concepción burguesa de la realidad su mejor justificación
a sus enemigos. (Digresión: tan profnndo fue el impacto de esta imagen, teórica.
que llegó a nue.stras costas en la forma de la estatua que remata la pirámi- , ~'. En el prefaciode su Crítica de la razón pura dice: "Hasta nuestros días se
de de Mayo, frente a nuestra Casa Rosada, corno también llegó el gorro ha admitido que todos nuestros conocimientos debían regularse por los
frigio, rojo por la sangre de las víctimas de los sacrificios que el sacerdote objetos. Ensáyese a ver si no tendríamos mejor éxito aceptando que los ob-
de la deidad adorada en Frigia realizaba con la pica que en nuestro escudo jetos sean los que deban reglarse por nuestros conocimientos". Entonces, inte-
nacional sostiene dicho gorro.) En el lugar del rey, aparece la República. grando y, a la vez, superando al racionalismo y al empirismo, sostiene que
Pero además de las ideas de la Ilustración -o, mejor dicho, juntamente a través de los sentidos recibimos una cantidad de sensaciones en forma
con estas ideas- fueron los descubrimientos e inventos aplicados a la pro- "i caótica, que nuestro entendimiento se encarga de ordenar, y así podernos
ducción los que dieron inicio a fines del siglo xvrn a otra revolución llama- pensar a los objetos. La razón nos permite efectuar una síntesis entre los
da a tener consecuencias tan prof1mdas como la Francesa: la revolución máteriales sensibles, organiZados previamente en función del espacio y del
industrial, que va a cobrar impulso definitivo sólo en el siglo XIX. Entonces, tiempo, y las categorías del entendimiento, que conforman nna suerte de
la emergente burguesía industrial se ubica junto a las ya poderosas bur- casillero mental, clasificadas en cuatro grupos: cantidad, calidad, relación y
guesías comercial y financiera, compartiendo s~ares intereses fundados modalidad. Pero, segt'm Kant, nada nos autoriza a suponer que aquello que
en la misma fuente de poder: el capital. Corno contrapartida, se incrementa nosotros percibimos y organizamos (o sea los fenómenos) sean los objetos en
el asentamiento en las urbes industrializadas de obreros.1 empleados. Se sí mismos (o nóumenon).
consolida así una nueva estructura social, para cuya comprensión se re- Por ejemplo, si mi'objeto de conocimiento es una puerta, mi vista y mi
quiere 1ma nueva ciencia. Surge -entonces la sociología. tacto me brindan 1ma cantidad de señales que mi intuición pura ubica en
11
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TIEMPOSf MODERNOS ENRIQUE M. DEL PERCIO

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un lugar y en un momento determinado. Luego mi entendimiento organi- sujeto kantiano es el soporte, "lo que subyace", la condición necesaria de
I11 za estos datos y re-presenta un rectángulo de dos metros por setenta centí- toda afirmación posible. Claramente estamos en 'el camino iniciado por
I! metros: co~or blanco, duro, pesado, etc. Pero eso que conozco no es la puer- Descartes; pero se ha llegado mucho más lejos. Nlientras para el pensador
:! ta en SI nusma. De hecho, hoy sabernos que si tuviésemos una vista tan francés el sujeto es el residuo inicial de la duda, y la existencia de las cosas
potente que nos permitiese ver la estructura molecular de la puerta, en materiales en última instancia dependía de Dios, para el filósofo alemán,
lugar de ver lU1 cuerpo sólido, presenciaríamos el espectáculo de los áto- en cambio, la garantía de esa existencia es una subjetividad tan radical que
mos moviéndose, a los que podríamos palpar si también nuestro tacto fue- es el mismo sujeto el que constituye al objeto. Se elimina así la distinción
ra superpotente. Si nuestros sentidos fueran todavía más agudos, y en lu- cartesiana entre res cogitans y res extensa, pues aun la misma extensión es
gar de detenerse en las moléculas nos permitiesen percibir la estructura parte de la intuición pura del espacio. Sólo queda el sujeto.
Uúraatómica de la puerta, percibiríamos la caótica danza de protones, elec- Pero ese sujeto no es solamente un ser que conoce científicamente. Es
trones y neutrones que la componen. ¿Cuál de las tres puertas es la verda- cierto, sí, que su razón especulativa se detiene ante lo absoluto. Sin embar-
dera? Aristóteles quizás hubiera dicho que esa puerta sigue siendo siem- go, según Kant hay algo dentro del sujeto que lo impele a obrar de una
pre la ~ma puerta, pu~s hay una "substancia" (sub-stare: estar debajo) manera y no de otra: la conciencia del deber, cuya presencia en su interior,
que esta oculta por debajo de las manifestaciones sensibles de la puerta. según dice, le llena de la admiración y estupor que en el mundo exterior le
Pero esa respuesta no satisface al hombre moderno. En efecto, ya no intere- suscita la contemplación de un cielo estrellado.
sa tratar de conocer la hipotéticaJsustancia de la puerta, sino comprarla, Así como.•al plantearse el problema del conocimiento científico, parte
~e~~erla, mod~ficarla, repararla o destruirla. No podemos saber -yen de- del hecho de que la ciencia existe, de igual modo, al plantearse el problema
frmtiva no nos ll1teresa saber- cuál es la puerta verdadera, diría Kant, pues del deber, parte del hecho de la existencia de la moralidad. Y así como el
la puerta en sí misma siempre nos es desconocida. Lo que el sujeto conoce valor objetivo del conocimiento científico no se funda en la experiencia de

l1,. realmente no son las cosas, sino la materia del conocimiento, que son las
sensaciones que~percibe con los sentidos y organiza con las formas de la
las cosas, sino en las formas aportadas por el conocimiento, de igual mane-
ra, la ley moral no puede plantearse en el terreno de las conductas en cuan-
II! intuición pura (espacio y tiempo) y lasfarmas del intelecto (categorías). De to tales. Hasta Kant, el pensamiento ético infería las normas morales de lUl
iil
I ahí que no pueda abordar racionalmente cosas tales como "Dios", el" alma", fin: Dios, la felicidad, la utilidad, etc. Eran morales heterónomas; Kant pro-
i:!.., 1 o el "universo", pues no le es posible tener una experiencia sensible de clama la autonomía de la moral, al buscar el fundamento de la validez de la
I¡:
'!l' I tales objetos, por ende, nada se puede decir racionalmente acerca de su
existencia o inexistencia, ni menos respecto de sus características. La cien-
norma, en la propia norma. En última instancia, el único fin ha de ser el
mismo sujeto y la humanidad. Surge así el imperativo categórico, la formula-
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I i 1'
cia, pues, no es el conocimiento de las cosas, sino de las ~epresentaciones ción de la norma moral suprema de la que se derivan las demás: obra de
IJ

:! que nuestro entendimiento hace de las cosas, a despecho de que existan o tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer como principio de
no cosas más allá del sujeto. La experiencia no es experiencia de la reali- legislación universal", Es decir, piensa qué ocurriría si todos actuaran de la
dad, pero esto no, significa que no exista esa realidad. Lo mismo que vale misma forma en que tú lo haces. Como vemos, no se plantea el conteni,do de
para las cosas materiales, vale para el alma y para Dios: no se puede de- la ley moral, sino la forma, por ello la ética kantiana es lUla éticaformal.
mostrar racionalmente su existencia, pero tampoco su inexistencia. Por ejemplo: Juan pidió prestados doscientos pesos para atender una
A partir de aquí, la experiencia ya no es más "lo dado", sino "10 consti- enfermedad de su hijo; cuando llegó el momento de devolverlos, perdió su
tuido" por el propio sujeto cognoscente, en fWlción de la síntesis de los trabajo, y si devolvía el dinero, él y su familia no tendrían qué comer. Con-
datos que vienen de los sentidos, organizados por las intuiciones puras de forme a una moral heterónoma, como la formulada por Santo Tomás de
espacio y tiempo, y las categorías que le permiten pensar esos datos. Ese Aquino (preocupada por la finalidad y el contenido de la acción, más que
sujeto (sub-jectum: lo que subyace) es para Kant una síntesis espontánea. Es por la forma), al ser más elevado el fin de darle de comer a su familia que el
síntesis porque sintetiza las intuiciones con las categorías, pero, a diferen- de cumplir la obligación de restituir el dinero, no se puede afirmar
cia del modo en que realiza esta síntesis respecto de los objetos, en este taxativamente que Juan obraría moralmente mal si no lo devolviese. En
caso esa síntesis es "espontánea", pues el yo no la aprende de nadie; nadie cambio, Kant diría que si la voluntad de Juan se empleara como principio
le enseña al yo a sintetizar intuiciones y categorías. En otros términos, el de legislación universal, nadie le prestaría más dinero a ninguna persona,
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TIEMPOST MODERNOS ENRIQUE M. DEL PERCIO

y por lo tanto, desaparecería el crédito, se arruinaría la economía, y ningún Hegel


otro padre con su hijo enfermo podría jamás obtener dinero para atender-
lo. Pero lUl marco tan reducido y modesto para 1<1 pretensiosa razón puede
Como se advierte, Kant es consecuente con su desconfianza hacia la satisfacer al capitalismo burgués, mas no a los intelectuales que tomaron
experiencia, y no puede hacer derivar de ella, o de la "naturaleza de las en serio el ideal moderno de comprenderlo y explicarlo todo racionalmen-
!I' cosas", ningÚll juicio moral. Tampoco se puede afirmar entonces que lUla I
te. En efecto, el camino abierto por Descartes, al afirmar al sujeto como
"
norma O una acción sea justa o injusta en sí misma, sino que la justicia se primer principio que puede sustraerse de la duda, y continuado por Kant,
ordena a garantizar la libertad de cada tillO, en coexistencia con la libertad que refuerza al sujeto moderno ubicándolo corno constituyente de la reali-
de todos los demás. Por "libertad" no entiende la posibilidad de obrar ca- dad cognoscible, llega a su meta con el oscuro y complejo sistema filosófico
prichosamente de un modo u otro, sino lUl modo de obrar determinado
por la ley moral. En el ejemplo propuesto, si Juan no devuelve" el dinero,
de Georg W. F. Hegel (1770-1831), con quien el sujeto llega a las cumbres de
lo absoluto. I
actuaría conforme a su arbitrio, pero no segÚll "tma ley universal de liberM Para Hegel, la razón no tiene por qué detenerse ante la "cosa en sí", ,\
tad", pues estaría actuando contrariamente a la ley moral. Otra vez vemos sino que puede traspasar ese límite y conocer la realidad que se oculta \1

la primacía de la ley, tan cara a la modernidad. Ley moral, ley universal de detrás de los fenómenos. Es decir que la razón puede conocer lo absoluto,
libertad, ley jurídica; en todo caso, se reduce la justicia y el derecho a la ley, no sólo lo circunstancial y relativo que impresiona nuestros sentidos. Y \
cuyos aspectos formales son los relevantes. puede conocer lo absoluto, precisamente porque lo absoluto tiene una es-
Todo el sistema filosófico kantiano constituye -más allá de las intencio- tructura racio~aL Ahora bien, si todo lo real tiene la misma estructura que
nes académicas del genial pensador de K6nisberg- una excelente justifiCa- la razón -yen este caso, decir razón es equivalente a decir sujeto- el sujeto
ción de los intereses y afanes del moderno "buen burgués", explicando su debe tener a su vez la misma estructura que lo real. Esto lo lleva a afirmar
mundo corno sUuera el mundo: que "todo lo real es racional y todo lo racional es real".
- El individuo entendido como fin último y dador de sentido a la rea- En una línea de razonamiento que tiene daros ecos de la voz de San
lidad. Agustín (quien en el siglo v se lamentaba de haber deambulado por teorías
- La razón legitimada para conocer los elementos tangibles, 1 '1
y doctrinas de toda índole para encontrar a Dios, sin "advertir que Dios
cuantificables -casualmente los que tienen significación económi- estaba dentro suyo), también Hegel piensa que lo absoluto está en el suje-
ca- de la realidad, pero no para ir más allá. to, y que no hay que buscarlo más allá de sí mismo. Pero además de iden-
- La moral, autónoma, igualmente válida para todo tiempo y lugar, tificar lo absoluto con el sujeto, Hegel identifica al sujeto con lo absoluto. Y
radicalmente antihistórica, se convierte en la estructura formalmen- a esto se llega por tm proce~o evolutivo de la historia. La historia es enten-
te unitaria de la conciencia para todos los hombres, presupuesto dida entonces como un despliegue de la razón (una razón que cobra vida
necesario para el buen desarrollo de la actividad capitalista a nivel propia más allá de la vida particular de cada individuo) hasta devenir en
,",
~: mundial. lo absoluto, punto de llegada de su propia obra filosófica. Por eso piensa
~,"
,'"
"
- La justicia limitada a la preservación de una libertad formal, que en Hegel que después de él no habrá ya propiamente filosofia -pues ésta llegó
'1: el campo jurídico se expresa a través de la ley; nada de las "fantasías a su consumación-, sino tan solo un conocimiento erudito del saber filosó-
I ~ a!istotélicas Y medievales" como la justicia social, la equidad, etcé- fico ya desplegado a lo largo de la historia.
t
tera. Para comprender LID poco mejor estas ideas tan complejas, debemos
recordar que en alemán, a diferencia del castellano, hay dos términos que
Obviamente esta interpretación no le quita a Kant el mérito de haber se traducen por "historia" pero que tienen significados distintos. Por un
l' mostrado uno de los caminos más interesantes de transitar en la búsqueda lado, está la Historie, que es la mera cronología, la simple colección de he-
de un mejor conoci~ento del mundo y del hombre. Pero no puede ¡jejar chos, ideas, creencias que se fueron sucediendo en el tiempo. Por otro lado,
de señalarse la estrecha vinculación entre la difusión de su pensamiento y está la Geschichte que algunos autores como Mario Casalla traducen por
la funcionalidad del mismo -quizás a su propio pesar- para los factores de "historia esencial", y es aquella que, trascendiendo la pura circunstancia
I poder emergentes. fáctica, mira los procesos, el sentido o esencia de la sucesión de hechos. Es
TIEMPOsr MODERNOS ENRIQUE M, DEL PERCIO
l!
"

~I 1, I
esta Historia con mayúscula lo que Hegel identifica con el movimiento de
[1 sión de devenir en sujeto, en un hombre capaz de decir de sí mismo "soy
I la razón que astutamente va llevando a la humanidad hasta su consuma- yo"; pero esto no se adquiere espontáneamente, sino que es fruto de tul
I ción como espíritu absoluto. trabajo dialéctico de la conciencia consigo misma.
El estudio de este despliegue del espíritu o conciencia a lo largo de los Al momento de comenzar ese trabajo, el hombre tiene tma "conciencia
tiempos, lo efectúa en su primer gran obra: la Fenomenología del espíritu, natural" o "simple conciencia", éste es el modo espontáneo en que el indi-
que, precisamente, lleva por subtítulo: "Ciencia de la experiencia de la con- viduo percibe y nombra a otras cosas, e incluso en que se percibe a sí mis~
ciencia", Luego proclua Hegel explicar todas las áreas de la experiencia mo, pero -atención- se percibe también como cosa, no como sujeto. Al ad-
humana, con sus historias del derecho, de la filosofía, etc. en función del vertir la presencia de otras cosas, surge el deseo (la palabra alemana que
mismo proceso. En todos los casos, se trata de ver cómo la razón se usa Hegel es Trieb que también se traduce por "pulsión" o "instinto") de la
reencuentra con lo real, y cómo lo real se re.encuentra con la razón. Y habla- cosa; pero deseo es siempre deseo de lo que no se tiene. La cosa es entonces
mos de tul re-encuentro, porque razón y realidad siempre estuvieron uni- algo que, de algún modo, se enfrenta al "yo". Recién aquí la tosa es objeto¡
das, sólo que no lo sab.ían. Fue necesario que la conciencia se desplegara en y el yo es sujeto. El simple yo y las cosas permanecen pasivamente frente a
la Geschichte para que deviniera en autoconciencia, al advertir que ella es lo frente. El sujeto en cambio desea poseer o adueñarse del objeto. Al desear,
real, y lo real es ella. el yo advierte un ,vacío, algo que le falta, y ese algo es precisamente el
Queda claro para Hegel que las cosas no pertenecen -contrariamente a objeto deseado, cuya posesión ha de llenar ese vaCÍo. Si la cosa esta ahí, no
lo que creía Kant- a tul mtuldo Iiomnénico separado de nuestro conoci- ofrece mayor,.resistencia y nadie más la desea, el sujeto se la apropia y
~ento por un abismo infranqueable, sino que permanecen dentro de la satisface su deseo, Poco habrá ocurrido, en este caso, en términos de cons-
autoconciencia del absoluto, que a la vez las conoce y las produce. Las trucción de su autoconciencia, más allá de satisfacer un deseo de modo no
características atribuibles a este absoluto son también atributos de la divi- muy diverso del que también puede hacerlo tul animaL Pero ocurre que el
nidad. Como dice el propio Hegel: "la noción de Dios es idéntica al ser". homb~e, normalmente, tiene tul deseo de algo que no es natural en el senti-
Filosofía y religión comparten ei mismo objeto, pero sus métodos son dis- do en que puede serlo para un animal. Usualmente, en el deseo humano
tintos. Mientras la experiencia de lo divino a través de la religión adopta hay un "plus" q~e lo impulsa a querer objetos que van más allá de su capa-
una forma imaginativa, en la filosofía se llega a un conocimiento racional cidad de satisfacer necesidades fisiológicas o naturales: Por eso, el objeto
de Dios, propiamente humano d.edeseo es otro deseo:
Pero ese tránsito desde la mera constatación sensible hasta el saber ab- Tratemos de explicar esto con tm ejemplo, que quizá peque por exceso
soluto no se da linealmente, sino que se produce de forma dialéctica: la de simplicidad: cuando tUla persona compra ropa de 'determinada marca,
dialéctica de la conciencia en la Geschichte. Según su concepción de la dia- eso no obedece tanto a la calidad superior del material empleado, o a lo
léctica, tanto el pensamiento como la realidad avanzan en virtud de una cómoda que le resulta, sino al hecho de saber que esa prenda es también
constante "negación superadora" (aujheben). Para explicarlo con un ejem- objeto de deseo de otros. Lo mismo ocurre con la elección del 'lugar de
plo del propio Hegel: Una semilla (tesis) lleva en sí misma el germen de su veraneo, de la vivienda o de un automóvil. Difícilmente alguien desee apro-
propia destrucción, lo que le permite devenir en árbol (antítesis); una vez piarse de algo que sabe que nadie lo querría.
que la semilla germina, deja de ser semilla para ser otra cosa que la supera De esta manera, la conciencia deseante no se refiere a nna cosa de la que
negándola, y de esta superación negadora (aujhebenJ surge el fruto (sínte- puede o no apropiarse¡ sino a un objeto no natural; en definitiva lo que
sis) que es a la vez el momento de consumación de las posibilidades de la desea es otra conciencia, que, a su vez, también también se caracteriza por
semilla, y el ptmto de partida de un nuevo proceso. Pero en la historia ser deseante. Se establece entonces una dialéctica entre dos conciencias, de
humana, a diferencia del ejemplo, no hay árbol o planta que luego de cre- cuya resolución en el plano ético-político depende el problema de la liber-
,i cer vuelva a producir la misma semilla, el mismo árbol y el mismo fruto, tad y en el plano psicológico la posibilidad de arribar a la plenitud de la
sino que la síntesis pasa a ser tesis de una nueva relación dialéctica, que a autoconciencia.
su vez genera su propia (y nueva) antítesis. La resolución incorrecta lleva a que illlO de los contendientes ocupe el
I El individuo, de acuerdo con la dialéctica, no es una sustancia acabada lugar del amo (el más fuerte o el que esté dispuesto a arriesgar la vida) y el
desde el momento en que nace. Por el contrario, el individuo tiene la nU- otro el del esclavo, que renuncia a la autoconciencia y a la libertad por

'~1.\.. \ -51-
TIEMPOST MODERNOS
ENRIQUE M. DEL PERClO

salvar la vida. Se genera una situación inestable, donde no hay propiamen-


de la razón y la libertad, es el "espíritu presente en la tierra, que se desplie-
te dos sujetos que hayan satisfecho su deseo; el esclavo prefirió ceder su
ga para convertirse en la forma y organización real del mundo". Pero fiesta
deseo para salvar su vida, pero el amo no se e~cuentra reconocido por
no quiere decir que el monarca pueda actuar como le plazca; está ligado,
iguales, sino por esclavos que no son libres como para reconocerlo plena-
por el contrario, al contenido concreto de las deliberaciones, y si la consti-
mente. Pero, más aun, el amo para ser amo depende de tener esclavos; el
tución está só~damente establecida, con frecuencia no tiene más que fir-
esclavo, en cambio no depende del amo en la misma medida. A partir 'de mar".
que el esclavo toma conciencia de esta situación, comienza a luchar por su
: , Lejos han quedado los entusiasmos suscitados por la Revolución Fran-
:,,' reconocimiento, es decir, por su libertad. Hasta que se decide a luchar, el
cesa; sus excesos y arbitrariedades ya han merecido la aguda crítica de
esclavo justifica su cobardía con ideas y doctrinas que esconden su concien-
autores como el publicista inglés conservador Emlmd Burke; frente a la
cia desgraciada. Pero a partir de su lucha, llega un momento en que el amo
desmedida fe en la Razón, la reacción romántica ha devuelto sus fueros al
considera que es mejor darle la libertad, para que lo respeten como hom-
sentimiento y frente a las pretensiones tu:úversalistas del Iluminismo, ha
bres libres y no por obligación.
reivindicado a la historia y la tradición como constitutiva de las diferencias
';,_ La resolución correcta, según Hegel, pasa por superar el primer mo- y particularidades de cada pueblo. Pero Hegel, que en su juventud había
mento, en que los dos yo se enfrentan mutuamente, siendo elnno "objeto saludado alborozado a la Revolución Francesa, y definía deslumbrado a
de deseo" del otro. Esa superación deviene a partir del reconocimiento del Napoleón entrando victorioso en Tena como u el espíritu del mundo a caba-
otro, el que entonces deja de ser" objeto", pues es reconocido, él también, 110", present~ una sÚltesis monwnenta1 de todas estas tendencias, resca-
como sujeto. Se establece así la intersubjetividad, basamento de la "sociedad tando la Historia para coronar a la Razón y superando todo conflicto entre
civil". lo particular y lo universal.
En el terreno social y político, la evolución dialéctica se da, según Hegel, La profunda riqueza de su obra (tan profnnda como la dificultad que
a partir de la familia como primera realización del espíritu social. Es la suscita su comprensión) hace que podamos encontrar a Hegel en el origen
fuente de la moralidad, y el fundamento de su permanencia no es el dere- de las tendencias más disímiles: desde el fascismo hasta el marxismo, pa-
cho (que todavía no apareció en el devenir dialéctico), puesto que éste sólo sando por el liberalismo. Es que, como queda dicho, la modernidad debió
interviene en la disolución de la familia (divorcios, herencias, etc.), sino el elaborar el duelo por la muerte de Dios y de la religión, y qué mejor que el
afecto, y su función esencial radica en proveer a la manutención y educa- sistema hegeliano para sustituir aquel gran relato de todo lo existente, que
ción de los niños. El segundo momento dialéctico es la "sociedad civil". se céntenía en la Biblia y las enseñanzas de la Iglesia. Otros grandes rela-
Las familias buscan fuera de ellas aquello necesario para subsistir, a la vez tos, otros dogmas, otras jerarquías, otros profetas, otros apóstoles, otras
que proveen a otros con sus productos. La sociedad civil se une por interés, Inquisiciones, otros cielos y otros infiernos aparecen para satisfacer tma
surge el der:echo comoJorma de regulación formal y externa (al revés de la misma demanda: la sed de absoluto del ser humano. De un absoluto que
moralidad, que es eminentemente interior) de la vida social. Y el último Hegel pretendió, en su genial alarde de desmesura, beber hasta el final.
momento dialéctico lo constituye el Estado, concreción de la eticidad, en el Hoy, a fines del siglo xx, el fracaso de esos intentos nos ponen induda-
cual el hombre alcanza la "moralidad concreta" superad ora de las formas blemente frente a un punto de inflexión de la historia. Pero entre Hegel y
asociativas anteriores y donde puede realizarse plena y libremente. La re- nosotros opera una serie de transformaciones prohmdas en la sociedad,
lación dialéctica que se establece entre la sociedad civil y su m"omento que los autores que veremos en la segunda parte procuran explicar, y cuyo
superador (el Estado) es de constante contradicción y dependencia mutua. legado teórico resulta indispensable para un correcto diagnóstico de nues-
El Estado, tal corno lo concibe Hegel, no es un organismo que tiene por fin tro tiempo,
administrar justicia y garantizar la prestación de servicios como salud, edu-
cación o seguridad. Éstas son funciones inherentes a la sociedad civil. El
Estado puede regularlas, pero.no realizarlas. Ello se debe a que el Estado
no es un medio útil a la sociedad civil, sino que es un fin: representa el
último momento de la idea en su devenir político., Mientras la sociedad
civil es el ámbito de la inclinación ciega y la necesidad, el Estado es el lugar
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