Jueves Santo La Cena Del Señor
Jueves Santo La Cena Del Señor
Jueves Santo La Cena Del Señor
Al atardecer del Jueves Santo nos reunimos para recordar y celebrar la última cena de Jesús con sus discípulos.
Su último encuentro con ellos antes de la pasión.
Un encuentro que quiere resumir el sentido de todo lo que está a punto de ocurrir. Su entrega hasta la muerte, su
vida para siempre.
Nos podemos imaginar el ambiente que se viviría allí en el cenáculo, donde Jesús y los suyos se habían reunido
para comer la cena pascual, aquella cena en la que los judíos conmemoraban año tras año, la liberación de la
esclavitud de Egipto.
Un ambiente tenso, porque todos son muy conscientes de que las autoridades judías quieren eliminar a Jesús. Y
un ambiente de gran afecto mutuo, porque ahora más que nunca aquellos discípulos se sienten unidos a su
Maestro. Aunque le cueste entender lo que él dice y hace.
En medio de aquel ambiente Jesús, que actúa como cabeza de familia, se levanta y realiza un gesto
sorprendente: lavar los pies a sus discípulos Era algo que correspondía hacer a los esclavos. Y, haciéndolo él,
les quiere enseñar cual es el sentido de todo lo que él ha vivido, y cómo deben vivir también los discípulos:
poniendo su vida al servicio de los demás, totalmente.
Y junto con ese gesto, realiza otro aún más sorprendente. Toma el pan, toma el vino, y se lo da diciéndoles que
aquel alimento en su Cuerpo y su Sangre, y anunciándoles que será para siempre su presencia en medio de ellos.
Él, muerto por amor, resucitado por la fuerza de Dios, vivirá para siempre en medio de su comunidad. Y el pan
y el vino será el sacramento de esa presencia.
Así, sentados a la mesa, Jesús les hablará una y otra vez del amor. Y Judas se marchará de la cena y traicionará
al Maestro por treinta monedas. Y cuando llegue la noche, se irán hacia el huerto de Getsemaní, donde Jesús
vivirá la angustia ante lo que está a punto de sucederle y se pondrá, con toda confianza, en manos del Padre.
RITOS INICIALES
OREMOS
Señor, quiero que nuestra relación contigo sea más intensa cada día. Te alabamos desde lo profundo de
nuestro corazón porque has decidido quedarte con nosotros y acompañarnos hasta el fin de los tiempos.
Has decidido alimentarnos con tu propio cuerpo a través de la Sagrada Eucaristía y aunque nuestros
sentidos humanos solo vean un trozo de pan, allí estás Tú, esperando que nos hagamos uno contigo.
Ayúdanos a poner nuestra vida en amar y servir a los demás, pues si Tú, siendo el Rey de reyes, lavaste
los pies a tus discípulos.
SALMO 115
R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre
del Señor. R.
A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R.
MEDITACION
La cena pascual es la reunión familiar judía del cordero pascual. Una cena que Jesús vivió todos los años de su
vida... hasta ese día, jueves, víspera de su muerte en la que, pasando él mismo a ser el cordero que quita el
pecado del mundo, transformó en la primera Eucaristía.
En el libro de Éxodo leíamos; “Este mes será para ustedes el primero de los meses...”Así la Pascua esta inserta
en el calendario de la humanidad. En el tiempo», en la historia de mi propia vida familiar, es donde se inserta
nuestra salvación. Y este año nuestra Pascua no será la de año anteriores. Este Semana Santa tiene mucho de
especial. ¿Qué inaugurará esta Semana Santa para mí?
No es sólo recuerdo del pasado, de la liberación del pueblo judío, de su esclavitud de Egipto. Este año es una
liberación totalmente nueva. Hasta esta fecha, todos los años, se marcaba cada una de las casas con la "sangre"
que salva, Este año, cada casa, cada familia, cada cristiano, necesita participar del sacrificio de Jesús. Vivirla
con menos banalidad, con menos distracciones exteriores, hoy Jesús nos invita a su Cena.
Dice le libro de Éxodo; “Yo soy el Señor. Veré la sangre y pasaré de largo ante sus casas, y no habrá plaga
exterminadora entre ustedes”. La sangre que salva del mal. La sangre que quita el pecado del mundo, la sangre
de Jesús nos protege. Señor, por tu Cuerpo, sanados... por tu sangre, sanados. Sana, Señor, el corazón de la
humanidad.
En el Evangelio Jesús nos dice que hace en estos días en familia: “Antes de la fiesta de la Pascua, viendo Jesús
que llegaba su hora de pasar de este mundo al Padre..” La cena de esta tarde... la muerte de cruz mañana... y la
madrugada de Pascua... son las fases de un mismo misterio: la "fiesta de la Pascua". Y en su conciencia, todo se
resume en una acción: "El pasa de este mundo al Padre"... un paso doloroso y feliz a la vez. Señor, cuando sea
mi hora... haz que me acuerde de esto.
“Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amo hasta el extremo”. Aquí esta la
explicación de la cruz, el amor, el amor hasta el límite, ... más allá de mis faltas, más allá de mis fragilidades y
limitaciones, más allá de mis "desamores". Por eso al comenzar la cena Jesús: “sabiendo que el Padre había
puesto en sus manos todas las cosas y que había salido de Dios y a El volvía, se levantó de la mesa, se quitó los
vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de sus
discípulos...“
Jesús el "Señor" se hace servidor, este gesto solemne de Jesús da igualmente la significación profunda de la
eucaristía y de la cruz: he aquí mi cuerpo entregado por ustedes, me pongo a su servicio."
“Ustedes me llaman Maestro y Señor y lo soy de verdad. Si pues Yo, siendo, Señor y Maestro, les he lavado los
pies, también han de lavarse ustedes los pies, unos a otros. Porque Yo os he dado el ejemplo, para que ustedes
hagan también como Yo he hecho”. He aquí lo que debería ser la actitud de cada uno de nosotros invitados a la
cena del Señor. La Eucaristía debería construir una comunidad de amor donde cada uno se pusiera al servicio de
los demás. La Cena Eucarística es una exigencia de amor-servicial. Hoy podemos empezar el cambio, en esta
noche santa de Jueves Santo.
Hoy podemos despojarnos del egoísmo tan arraigado en cada uno de nosotros que es un verdadero escándalo,
empezar a vivir ese servicio recíproco, humilde, concreto, que Jesús nos ha hecho al salvarnos.
Quiera Dios que alcancemos a comprender la actitud de servicio que nos pide Jesús, que renovemos la
celebración de la familia como casa viviente, donde la humanidad crece y se vence al caos y la nada. Pero
debemos añadir que la familia, este lugar de la humanidad, este abrigo de la criatura, únicamente puede subsistir
cuando ella misma se halla puesta bajo el signo del Cordero, cuando es protegida por la fuerza de la fe y
congregada por el amor de Jesucristo.
Esta ha de ser la noche en la que rehacemos el camino que conduce a la nueva ciudad, a la nueva familia, a la
Iglesia en casa; la noche en que de nuevo nos adherimos a ella con el más firme de los vínculos, como a la
patria del corazón. En esta noche debemos aprender de esta familia de Jesús, a conocer mejor a la familia de la
humanidad que ha de guiarnos y protegernos.
Terminada la reflexión de las lecturas, se procede al lavatorio de los pies. En esta ocasión los miembros
de la familia se lavarán unos a otros. El Padre de familia recuerde que este es un signo de humildad y
servicio a sus semejantes.
Para eso se tendrá preparada el agua y los recipientes necesarios, así como toallas y jabón y una silla. El
padre de familia inicia el lavado de pies.
Oremos al señor por todos los enfermos de coronavirus y sus familias, para que en esta enfermedad
encuentren un sentido purificador, Roguemos al señor.
Para que manifestemos con nuestras obras el ser la familia siempre atenta y servicial con los más
necesitados, oremos. R.
Por nuestro hermanos y hermanas, médicos enfermeras, personal de salud que en este momento sirven a
la humanidad herida y enferma, R.
Pidamos por nuestros hermanos y hermanas enfermos, por aquellos que están solos, desesperados, llenos
de angustia, para que nuestra Madre Santísima de Guadalupe los conforme y ayude en sus momentos
más difíciles. R.
Por nuestro hermanos y hermanas que han muerto, a causa de coronavirus, para que gocen ya de la vida
eterna, y por sus familiares para que en su dolor por la pérdida de sus seres queridos, sean confortados
por Santa María de Guadalupe. R.
OREMOS:
Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la
muerte, confío a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de tu amor, concédenos alcanzar por la
participación en este sacramento, la plenitud del amor y de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor.
Acojamos todas estas peticiones y presentémoslas al Señor diciendo con fe y esperanza, Padre nuestro, que
estás en el cielo, santificado …….
Para finalizar como signo de unidad los quiero invitar a que nos podamos regalar un
abrazo muy grande unos con otros.
BENDICIÓN FINAL.
Le pedimos al Señor que nos bendiga en esta semana Santa, en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, Amen.