Rojas - 2011 - Música y Autoconciencia Sobre La Filosofía de La Música de Th. Adorno
Rojas - 2011 - Música y Autoconciencia Sobre La Filosofía de La Música de Th. Adorno
Rojas - 2011 - Música y Autoconciencia Sobre La Filosofía de La Música de Th. Adorno
Mú s i c a y a u to co n c i e n c i a.
So b re l a f i l o s of í a d e l a m ú sica d e
Th. Ad o r n o 1 •
Sergio Rojas
F i lósofo
U n iversidad de C h i l e
Th. Adorno:
Fragmento sobre la música
y el lenguaje.
RESUMEN. El filósofo y musicólogo Theodor Adorno desarrolla una filosofía de la música desde
los principios de la teoría crítica, reconociendo un lugar fundamental a la figura de la autoconciencia.
Conforme a esta última la música es comprendida desde una perspectiva hi stórica, según la cual el
valor de la ob ra radica en su capacidad de trascender las formas estab lecidas y de cuestionar tanto la
repetición como la estética del consumo. En la composición y recepción de la Nueva Música, representada
ejemplarmente para Adorno por la ob ra de Arnold Scho nb erg, la autoconciencia ingresa en forma
defitiva, pri vilegiándose la complej idad del sonido por sob re la "traducción" narrativa de las ob ras .
Palabras clave: Theodor Adorn o ; Nueva M ú s i c a ; crític a ; Arnold Scho nb erg ; autoconciencia.
El compositor e historiador de música contemporánea Tomás Marco ha dicho que, a la hora de elab orar
un concepto de estética, exi ste una zona de la cual los filósofos huyen aterrorizados: la música. En
efecto, la posibilidad de una filosofía de la música está permanentemente en cuestión. En lo que sigue
se trata de volver sob re la idea de una función crítica del arte, considerando algunas de las tesis
fundamentales de Adorno acerca de la música.
1. Una primera versión de este texto -con el título de "Música y autoconciencia e n Adorno"- fue leída el 1 O de octubre
de 2003 en el Coloquio Internacional "Adorno cien años", organizado por la Uni versidad Arcis, Universidad Diego
Portales e Instituto Goethe y realizado en éste último.
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La filosofía de la música que Theodor W. Adorno desarrolla a lo largo de casi toda su producción, se
relaciona internamente con el motivo de la emancipación crítica de la conciencia. Bajo dicha perspectiva,
es de sobra conocida la radicalidad de sus planteamientos en el campo del arte, y en el mismo sentido,
los textos que constituyen su filosofía de la música son también indispensables para comprender su
filosofía crítica. Al respecto, La filosofía de la nueva música ( 1 949), su obra más conocida y polémica,
se ha propuesto como complementaria de la Dialéctica de la !lustración . De hecho, en el prefacio a
aquélla señala Adorno que "el libro está concebido como una digresión a la Dialéctica de la Ilustración".
"frente a toda una tradición que había fundado la legitimidad del sistema tonal en un
orden divino o natural irrefutable, Schonberg es el hombre que, por decirlo así, habría
de secularizar la armonía al poner de relieve su carácter convencional, susceptible de
ser sometido, como los regímenes políticos, a la crítica y la transformación" (B uch
20 1 0: 227-228).
En el campo del arte, lo anterior equivale a una progresiva conciencia de la materialidad del lenguaje,
haciéndose la conciencia desalienada parte esencial de la experiencia estética; la emergencia del trabajo,
de la producción y, por ende, de la histori a en el arte signi fica la emergencia del artificio, que pone
así en cuestión la "natural" disposición del lenguaje como medio de comunicación o transmisión de
significado. La experiencia consciente es llevada hasta ese punto en que experimenta lo que en la obra
misma ya no es lenguaj e : la materialidad de la obra (el cuerpo, la escritura, el pigmento, el sonido,
el espacio, etc. ) emerge en la medida en que se desencadena de la condición de mero significante; la
idealidad del significado -que se "transmite" como contenido subj etivo- es alterada por el proceso
mismo de construcción de los signos, proceso que ahora se impone a la conciencia del receptor. ¿En
qué sentido la música como lenguaje tiene relación con el fenómeno de la alienación?
Adorno ab orda la denominada Nueva Música desde sus expectativas críticas, observándose en sus
consideraciones que se mantiene -de modo muy complejo- una tensión entre la historia y la realidad
particular de las obras: "El arte es histórico -escribe Adorno- sólo por las obras individuales, autónomas,
y no por la relación que éstas guardan entre sí ni por la influencia que se supone ejercen las unas sobre
las otras" (Adorno 1 983: 263). Sin embargo, Car! Dahlhaus advierte que, en su filosofía de la historia
de la música, Adorno opera con categorías más bien abstractas tales como "acorde'', "disonancia" o
"contrapunto", y no especialmente con análisis de obras.
como para que s e pierda l a noción del paso de la reflexión histórica a través d e l o
especial e irrepetible y d e l a permanencia en l a individualidad, y que del intento de
escribir una historia de la composición no quede otra cosa que una historia de la técnica
musical" (Dahlhaus 2003: 4 1 ) .
Esta especie de dificultad "insalvable" surge de la necesidad de pensar la obra (su singularidad
aconteciente en la historia del género) en su autonomí a respecto a las generalidades transversales que
no sólo la harían "legible" en comunicación con otras obras, sino que se dispondrían al consumo a
partir, precisamente, de aquella comunicabilidad. En efecto, ello implicaría considerar que la obra
significa al modo en que lo hace el lenguaje: poniendo un signo en lugar de la cosa, y refi riendo el
mundo en cadenas signifi cantes. De aquí la necesidad crítica de Adorno de negar que la música participe
de la condición del lenguaje. Sin embargo, señala también que la música no puede reducirse a la sola
esfera de los principios formales y técnicos de composición:
"La técnica debe servir para fines que están más allá de su coherencia propia. Aquí
donde estos fines fa ltan, la técnica se convierte en fin en sí misma y sustituye la unidad
sustancial de la obra de arte por la mera unidad del 'propio acaecer' . A este desplazamiento
del centro de gravedad se atribuye el hecho de que el carácter fetichista de la música
de masas se haya extendido también a la producción avanzada y ' c rítica' " (Adorno
1 966: 60) .
Como telos, el proyecto de una racionalización total de la obra musical implica la idea de la unidad
interna de la obra, conquistada en último término, al superar la distinción entre lo esencial y lo
subordinado. Este problema resulta del intento por comprender la historia de la música como progreso
(¿se conduce este "progreso", arriesgadamente, hacia la inmanencia de la partitura? ) ; la cuestión
en considerar que la hisw ri a de la música es algo decisivo en el proceso mismo de
consiste, p ues,
elaboración de la obra. Es posible conjeturar que el arte no se puede proponer abordar el problema si
no es en el horizonte del imposible agotamiento y realización total de su historia2 .
La alienación es la condición bajo la cual la conciencia se encuentra inmersa en un mundo real, cuyo
orden resulta ante todo reconocible para esa conciencia. Este es un punto decisivo: la naturalidad del
mundo real se j uega en su pre-datitud, y ésta se ofrece como tal en el fenómeno de la inmediatez. El
sentido pri v i l egiado del arte en su rel ación con la emancipación consi ste precisamente en el
cuestionarniento de la inmediatez por obra de la emergencia del lenguaje como artificio. Porque ocurre
que la función comunicativa del lenguaje se cumple con su "naturalidad", según la cual el cuerpo
mismo del lenguaje ha desaparecido bajo su anónima condición de soporte indiferente de significados
posibles en una conciencia para la que, paradój icamente, la comprensión es la condición fundamental
de la alienación -en cuanto a que se trata de una comprensión espontánea, no procesada por el sujeto- .
"Cuando el público cree comprender no hace sino percibir el molde muerto de lo que custodia como
patrimonio indiscutible y que desde el momento en que se ha convertido en patrimonio es algo ya
perdido, neutralizado, privado de su propia sustancia artística, algo que se ha convertido en indiferente
2. "Ú nicamente en virtud de sus rasgos históricos la música logra su relación con lo inalcanzable. Sin mediaciones históricas,
entendida como mero principio o fenómeno originario, sería completamente miserable, abstracta y, verdaderamente comprendida,
carecería de esencia" (Adorno 2000 a: 7 1 ) Federico Monjeau reflexiona críticamente esta tesis: "El problema es cómo se legitima
.
lo nuevo una vez que se ha dejado de creer en un sentido de la historia" ( Monjeau 2004: 47).
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En este punto, Adorno es explícito: "La mú sica -afirma- no es lenguaje. Su semej anza con el lenguaje
indica el camino hacia la interioridad, pero también hacia la vaguedad" (Adorno 2000b: 25). Es decir,
la apariencia lingüística de la música estimula las fantasías interiores del individuo. Es cierto que "la
música es semej ante al lenguaje en tanto que sucesión temporal de sonidos articulados, que son más
que mero sonido. Dicen algo, a menudo algo humano. ( . . . ) Pero lo dicho no se deja desprender de la
mú sica. É sta no constituye ningún sistema de signos" (Adorno 2000 b: 25). Por cierto, Adorno no está
simplemente corrigiendo un "malentendido", sino exhibiendo y poniendo en cuestión tanto los supuestos
como los rendimientos ideológicos de considerar a la mú sica -y al arte en general- como lenguaje, esto
es, como comunicación de significados o ideas y, por lo tanto, como af irmación de ciertos contenidos.
El desarrollo de este problema llegará a la madurez en su Teoría estética [ 1 970] . En efecto, si el arte
es si mplemente af irmativo, repite con ello la nota constitutiva de la real idad: la afirmación misma
como modalidad de la existencia de la sólida anterioridad de las cosas. Si el arte ha de dar lugar a una
diferencia con respecto a la prepotencia de lo real, ello no podría tener lugar por una débil representación
que participa de la misma retórica de la prepotencia. Es éste el punto: el arte que simplemente se
distancia de lo real para proponer otros "mundos" posibles (desde la infinitud de temas y recursos que
aparentemente se le disponen al arte en el vértigo de la actualidad) se inscribe inofensivamente, como
ensoñación, en esa misma realidad.
Según Adorno, la Nueva Música habría surgido contra la tendencia conservadora de afirmar
preponderantemente la semej anza de la mú sica con el lenguaje. Lo que aquí nos interesa es el hecho
de que superar aquella tendencia implica modificar las formas de la composición ; es decir, si la relación
entre música y lenguaje consiste en la posibilidad de esperar un significado o un contenido temático
en aquél la, tal posibilidad radica no sólo en una determinada concepción de la música, sino en las
formas mismas de ésta: "Al ser la armoní a tradicional un sistema generador de formas temáticas, la
música que se libera de él tiende hacia el atematismo. Y siendo el tema algo estrechamente ligado a
la melodía ( . . . ), la música de nuestro siglo tiende al amelodismo" (Marco 1 97 8 : 1 6) . La revolución
que significó el dodecafonismo de Schi:i nberg apunta precisamente en esta dirección de cuestionamiento
del sistema armónico. En el trabaj o de des-ilusión que, en general , cruza a las artes en el siglo XX,
podemos reconocer una íntima correspondencia entre la inmanente ref lexión de sus recursos y una
referencia crítica a las condiciones sociales concretas de las que el arte es en cada caso contemporáneo3 .
Aunque el derrumbamiento del viejo sistema ocurre alrededor del 1 900, es claro que, como señala el
compositor Aaron Copland, "toda l a histori a del desarrollo armónico nos muestra una i magen en
continuo cambio" (Copland 2000: 79). El punto es que durante los siglos XVII, XVIII y hasta el siglo
XIX, el sistema musical asume, dentro de la escala, la hegemonía de una nota principal, la tónica, por
lo cual l a modulación a otras tonalidades (nunca demasiado lej anas) implicaba a priori el regreso a
la tónica. Con W agner comienza la pérdida de la tonalidad central, y será Schi:i nberg quien lleve este
proceso a sus consecuencias límites -de aquí que su aporte innovador se denomine con el inexacto
3 . "Justamente porque los compositores se entregan imperturbables a la marcha de la historia de los problemas de composición.
sin ceder a las influencias y exigencias externas, y procuran confiar en la 'tendencia del material', expresan una verdad acerca
de la sociedad en la cual viven, y lo hacen con mayor precisión y acierto que lo que podrían lograr a través de una exposición
directa e ingenua" (Dahlhaus 2003: 1 39).
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título de mú sica "atonal"-. Con todo, el adjetivo de "atonal" enfatiza un aspecto fundamental , y es
que, como ya lo hemos señalado, el oído es histórico. En términos generales, l a música "atonal" pone
pues en cuestión la expectativa de encontrar en ella un medio expresivo. Esto no significa que la música
de Scho nberg carezca simplemente de motivo, sino que se trata más bien de producir las condiciones
fo rmales para que el motivo acontezca sin trabaj ar con armonías . Como motivos entonces, el oído
percibe grupos de sonidos repetidos o variados de determinada fo rma.
De aquí se sigue el interés de Adorno por l a denominada Nueva Mú sica, caracterizada especialmente
por lo que se conoce como emancipación de la disonancia que, erróneamente, se relacionó con una
suerte de desesperada necesidad de expresión (como si se tratara de expresar "lo inexpresable"). Segú n
Adorno, buscar lo que carece d e expresión caracteriza un período d e la historia d e l a mú sica q u e s e
extiende más atrás d e la transición a la dodecafonía. E n esta búsqueda, l o s valores lingüísticos retroceden
detrás de los constructivos. Al respecto, uno de los elementos que Adorno quiere destacar es el hecho
de que la Nueva Mú sica surge precisamente desde la misma historia de la mú sica; las rupturas q ue
esta mú sica trae consigo están, por lo tanto, comprendidas en la mi sma historicidad de la mú sica -en
su proceso de auto-comprensión. Dicho de otra manera, la emancipación de la disonancia hace manifi esta
la autonomía de la mú sica con respecto a las consideraciones de ésta como lenguaje, aunque tal
autonomía arranca precisamente del modo en que la mú sica desarrolla las exigencias a las que debe
corresponder si se asume como lenguaje. En un texto de 1 95 3 , titulado "Sobre la relación actual entre
la filosofía y la mú sica", escribe:
"Como lenguaje, la música tiende al nombre puro, la unidad absoluta de cosa y signo,
que en su inmediatez han perdido todos los saberes humanos. ( . . . ) Pero dado que la
mú sica no conoce el nombre -lo absoluto como sonido- inmediatamente, sino que, si
es que se puede expresar así, se esfuerza por una construcción que lo conjure mediante
un todo, un proceso, así está ella misma entrelazada en el proceso, en el cual rigen
categorías como racionalidad, sentido, significado, lenguaje" (Adorno 2000 c : 70).
La manera en que l a mú sica se autoconcibe como lenguaje la proyecta hacia algo que está más allá
del lenguaje (la unidad absoluta de cosa y signo) . En tal sentido, su tarea inmediata consistirá en
producir ese lenguaje que no existe, y es así entonces como, al trabaj ar en la disolución del lenguaje
existente, disponible, trabaj a en su superación racional . Como desenl ace de este proceso, l a mú sica
contemporánea se encuentra, al decir de Adorno, frente a una aporía: después de que descompusiera
el elemento idiomático en la bú squeda experimental de la expresión pura, no cosificada, inmediata,
ya no es capaz de expresión. Segú n Adorno en "Dificultades para componer mú sica" [ 1 964) , ello da
lugar a una situación difícil de resolver en la música actual , pues ésta "tiene que crearse primero su
propio lenguaje, siendo así que el lenguaje -en la medida en que, por su propio concepto, es algo que
está también más allá de la composición y fuera de ella, algo que le sirve de soporte- no se deja crear"
(Adorno 1 985 : 1 2 1 ).
De esta forma, el material artístico -el material sonoro- adquirió autonomía en su existencia frente al
trabaj o del compositor. Para dar cuenta de este trabajo, Adorno elabora el concepto de compositor
dialéctico en un texto del mismo nombre fechado en 1 934 y dedicado al estudio de Scho nberg : "El
compositor no alardea ya de ser el creador de su material ; pero tamp oco obedece a la regla, dada de
antemano, de ese material" (Adorno 1 985 : 5 1 ). Como se ha señalado más arriba, este proceso, cuyo
signo es la emergencia de l a materialidad musical , se prepara y desarrolla en l a historia misma de la
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música, hasta arribar al momento en que la oposición -o mejor dicho, la contradicción entre el sujeto
y el objeto- opera y se inscribe en el trabajo mismo del compositor. Sin embargo, lo caracterí stico de
la Nueva Música consiste en el hecho de que tal emergencia de la materialidad hace surgir definitivamente
la figura de la autoconciencia en la historia. Esta autoconciencia no se reduce a la condición de un
evento psicológico, sino que corresponde ante todo al estadio del desarrollo de las fuerzas productivas
en la música, en que se incorpora definitivamente la tecnologí a.
"La relación dialéctica entre el artista y el material -escribe en "El compositor dialéctico"
está vigente en verdad desde el momento en que el material ar tí stico adquirió, frente
a los hombres, l a i ndependencia propia de las cosas. ( . . . ) lo absolutamente nuevo es
que en Schonberg esa dialéctica ha alcanzado lo que Hegel llamaría su 'conciencia de
sí ' , o mejor, ha alcanzado su escenario preciso y mensurable: la tecnologí a musical"
(Adorno 1 985 : 54).
Es decir, el momento en que la materia musical adquiere Ja "independencia de las cosas" -como
desenlace de la búsqueda de una expresión absoluta-, coincide necesariamente con el momento en que,
por obra de la tecnología, también el pensamiento mismo del compositor en cierto modo se "independiza"
respecto a la interioridad del creador (con la cual no se puede tener sino una relación de "vaguedad") .
E s clara la impronta hegeliana e n la reflexión d e Adorno:
Esto es lo que hace de Scho nberg un acontecimiento en Ja historia de Ja música en lo relativo al proceso
de autoconciencia, pues a par tir de él, dicha historia estará subordinada a la conciencia humana. Pero
debe entenderse aquí -y esto es lo fu ndamental en la argumentación de Ador n o al respecto- que tal
subordinación de la historia de la música a la conciencia de sí sólo es posible en la medida en que ésta
-la conciencia- se devela también como histórica, lo que no debe confundirse con la idea de una natural
soberaní a que se ejerce desde la interioridad del compositor. La tesis de Adorno en relación a su
concepto del "compositor dialéctico" se puede resumir así : en su trabajo, el compositor se sabe
dependiente de la tecnologí a (recursos en los que se debe incluir tanto las máquinas como los modelos
matemáticos disponibles). Ahora bien, la tecnologí a es una realidad que se modifica constantemente,
modificándose como consecuencia también Ja conciencia que está suj eta a ella. Pero ocurre que la
modificación de la tecnologí a es en buena medida obra de la misma conciencia. Así , la historia de la
música queda internamente involucrada en los procesos de la autoconciencia.
propio del compositor" (Adorno 1985: 116). Tal desfa se, insalvable y sometido a u n cambio permanente,
es precisamente la condición de la sostenida autoconciencia en la música, que consiste, primero, en
la conciencia de la disposición objetiva del material musical con el que se ha de componer, y, segundo,
en la conciencia de los procesos constructivos que, según Adorno, constituyen lo esencial de la obra
de arte en la Nueva Música.
Lo anterior nos propone una cierta condición aporética -para nombrarla de alguna manera- de l a música
contemporánea. En efecto, "la música -afirma Adorno- se encuentra hoy ante una alternativa: por un
lado, el fetichismo del material y del procedimiento, por otro, el azar dej ado en libertad" (Adorno
1985: 1 32). Ambos extremos, el de la determinación absoluta y el del azar absoluto, coinciden en el
hecho de restar a l a conciencia todo papel en la composición. Cuando el compositor queda sometido
a leyes que le son ajenas, la música que resulta de ese sometimiento heterónomo es algo sordo y vacío,
pues tanto el mero azar como, por ejemplo, la aplicación mecánica de procedimientos matemáticos,
resultan en el fondo igualmente arbitrarios. De allí que Adorno afume que "lo que los serialistas hacen
no es urdir arbitrariamente matematizaciones de la música, sino l levar a su culminación la tendencia
general de la hi storia musical moderna" (Adorno 1985: 127), esto es, la progresiva racionalización
de la música. En ambos casos extremos, el compositor resulta exonerado, lo cual, en la perspectiva
de Adorno, es un riesgo al que se enfrenta l a música contemporánea. En su ensayo acerca de l as
dificultades para componer música, sostiene de hecho que
"la historia de la música de los últimos cuarenta años es la historia de las tentativas de
lograr una exoneración musical . ( . . . ) El afloj amiento del esfuerzo, la exoneración,
significa siempre una preponderancia de lo muerto, de lo que no ha pasado a través
del sujeto, una preponderancia de lo que es mera cosa externa y, a fin de cuentas, ajeno
al arte" (Adorno 1 985: 1 24).
Con esto queda planteado el problema de la comprensión de la Nueva Música. Adorno ve también en
la técnica dodecafónica el agotamiento de la escritura de Scho nberg4 .
El problema de la composición consi ste en que, por una parte, el sujeto recurre a la técnica para
emancipar su propia subjetividad individual respecto a los clichés del pathos; y en que, por otra parte,
la lógica interna al procedimiento desp liega en cada caso la inhibición de la subjetividad, deviniendo
la composición, por ejemplo, en serialismo predeterminado o en mero formalismo matemático. Este
problema es, en cierto sentido, transversal al desarrollo de las artes en la actualidad. En efecto, una
característica en el desarrollo hi stórico de las artes es la progresiva emergencia de la dimensión de
los recursos en la obra, proceso orientado por el principio de cuestionarn iento y alteración de la esfera
de la autonomía estética del arte y su consecuente idealización subjetiva. S i n embargo, el neutro
protagonismo de los mecanismos, de los procedimientos y de las técnicas, tiene como desenlace el
empobrecimiento cí nico de la vocación de realidad (no de "reali smo") que caracterizó a la crítica de
la representación en la producción y reflexión artí stica del siglo XX. Es en este contexto que surge
la figura de una subjetividad dialéctica como trascendencia crítica de la simple oposición entre los
extremos: representación o mecanicidad.
4. "Apenas la música se fija rígidamente, unívocamente, lo que expresa, esto es, su contenido subjetivo, éste se hace rígido y se
transforma precisamente en ese elemento objetivo de cuya existenci a reniega el puro carácter expresivo de la música" (Adorno
1 98 5 : 4 6).
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P or cierto, la música aleatoria, del tipo desarrollado por John Cage, no es una solución para Adorno;
ello pues el "silenciamiento" de l a subj etividad con el propósito de hacer lugar al acaecer de lo
contingente sería una anulación de la subjetividad tan radical como la que lleva a cabo la predetermin ación
serial . Se trata más bien, como lo expresa Monjeau, de "volver a componer con el oído" (Monjeau
2004: 95). E sto no significa simplemente que el énfasi s se desplace desde el oído del receptor hacia
el del compositor, sino que, por el contrario, éste produzca en l a partitura una audición de recepción
que desborde la sola audición de "sonidos" a favor de l a audición del orden de los sonidos. Adrián
Leverk ühn, el personaje de la novela de Thomas Mann, lo expresa con precisión: "Si por 'oír' entiendes
la exacta aprehensión de todos y cada uno de los medios empleados para crear un orden estricto y
elevado, un orden cósmico y sideral, entonces no, esto no será oído. Pero el orden mi smo sí que podrá
oírse y su percepción procuraría una satisfa cción estética por entero insospechada" (Mann 1 95 8 : 287).
Los sonidos devienen, pues, Ja materialidad de un orden que no puede ser reducida a Ja materia de l a
audición, sino que consiste en su comprensión. En sentido estricto, n o s e trata del orden rigurosamente
formal del proceso, sino del orden como asunto de la audición5. En nuestro medio, probablemente
ha sido el compositor P ablo Aranda quien ha enfatizado Ja importancia de Ja audición del sonido, en
contraste radical con l a apropiación narrativa por parte del auditor (en Ja que busca "arrul larse y
arroparse" con relatos, representaciones y asociaciones). "Un auditor -escribe Aranda- progresivamente
adiestrado podrá seguir Ja complej idad polifónica de una fuga ( . .. ) pues esta complej idad se da por
Ja suma de elementos 'reconocibles' , es un 'reconocible complejo' que nos queda como total" (Aranda
2005 : 1 3 1 ). Es decir, se trataría en cierto sentido de escuchar la partitura.
El modo más propio de la conciencia alienada en el campo del arte es nombrado por Adorno como
"distracción" . De aquí se sigue su conocida y taj ante crítica de aquellas obras de arte que, según
Adorno, no sólo no proponen al destinatario el trabajo de Ja autoconciencia, sino que incluso ref uerzan
el estado de distracción en que el individuo contemporáneo habitualmente se encuentra. "La propensión
a distraer se va for mand o poco a poco un a priori q ue i mposibi li ta todo diálogo, antes incluso de que
se l legue al conflicto concreto entre la audición y el fenómeno vivo de Ja nueva música como tal"
(Adorno, 1 985 : 1 34). Ahora bien, una condición para que Ja di stracción opere como "experiencia
estética" es Ja semej anza que Ja obra pueda exhibir con el lenguaje comunicativo. De esta manera el
individuo puede encontrar alguna significación en la obra, experimentando un tipo peculiar de
"comprensión" en Ja cual radica, precisamente, l a distracción 6 . Es Ja tonalidad la que sirve como
soporte material , objetivo, a Ja posibilidad de "encontrar" sentido en los sonidos concatenados. Pero
como ya se ha indicado, "sentido" en este caso significa para A dorno exoneración del yo, pues dicha
comprensión se ejecuta como inmediatez del sentido disponible al "dej arse llevar".
En 1 943 ,Thomas Mann comenzó el proyecto de Doktor Faustus, monumental novela en Ja que se
narra la vida del compositor Adrián Leverkühn -personaje inspirado en la figura y poética musical de
Arnold Schonberg- y en la que, paralelamente, se relata el advenimiento del Nacional Socialismo como
5. "Toda su obra -escribe Adorno a propósito de Schonberg-, de parte a parte y de extremo a extremo, puede entenderse como
proceso dialéctico entre momento expresivo y construcción" (Adorno 1 966: 8 1 ).
6. En esta condición ingresa cualquier música con la que el "sujeto" establece una distraída familiaridad: "En verdad, una audición
adecuada de las mismas obras de Beethoven cuyos temas va silbando e l hombre que viaj a en el subterráneo [Metro] exige un
esfuerzo aún mayor que la música más avanzada: exige despojarlas del barniz de falsa exhibición y de fórmula reaccionaria creada
con e l tiempo" (Adorno 1966: 16). En Sobre la utilidad y la desventaja de la ciencia histórica para la vida [ 1874] (conocida
también como Segunda Intempestiva), para ilustrar una cierta cotidianeidad nihilista, Nietzsche utiliza una imagen muy cercana
al pasaje de Adorno recién citado: "Es como si la Sinfonía 'Heroica' hubiese sido arreglada para dos flautas y desti nada al uso
de fumadores de opio en pleno sueño".
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desenlace irracionali sta de l a cultura Occidental. S e inició poco después una profunda amistad con
Adorno, y en su intercambio epistolar ha quedado consignada la colaboración de éste para la escritura
de la novela; en julio de ese mis mo año, cuando Thomas Mann trabaj aba en el cuarto capítulo de la
novela, Adorno le hizo llegar una copia manuscrita de Filosofía de la nueva música, la que Mann leyó
de inmed iato. Dicha colaboración fue muy i mportante, especialmente en rel ación a la teoría de l a
mú sica q u e cruza toda la obra. En diciembre d e 1 945 éste hizo llegar a Adorno el manuscrito d e la
versión final de l a novela. En una carta del 30 de diciembre de ese mismo año, el novelista expresa a
éste su "deuda": "Usted me dio a mi , de quien la formación musical apenas va más allá del romanticismo
tardío, noción de la mús ica más moderna, que yo necesitaba para este libro que, entre otras cosas ,
además d e muchos elementos, tenía como objeto la situación del arte" (Adorno-Mann 2006: 23).
En cierto sentido, podría decirse que Doktor Faustus es una novela sobre el devenir de la subjetividad
occidental hacia una forma de radical autoconciencia de impronta romántica, que llega a abismarse
en Ja propi a negatividad que Ja cons tituye. Se concibe así una paradój ica relación interna entre la
subjetividad y el nihilismo contenido en su poder creador: "¿Qué zona de lo humano, as í fuere la más
elevada, Ja más dignamente generosa, puede ser totalmente insensible a la influencia de las fuerzas
infernales, más aú n , puede renunciar a su fecundante contacto?" (Mann 1 95 8 : 1 6). Las "fuerzas
infernales" corresponden al poder disolvente de la autoconciencia creadora, que procede des truyendo
las instituciones para hacer emerger aquello que ha debido ser contenido, reprimido y olvidado para
edificar la civil ización ; la autoconciencia es portadora de la historicidad de lo humano, pero ante todo,
de Ja negatividad que trae Ja historia con su acaecer, poniendo en cuestión las verdades que han
constituido hasta entonces el horizonte cultural de un pueblo. El profesor Kretzschmar -personaje que
en la novela constituye por momentos una es pecie de alter ego de Adorno- se refiere a este tema en
convers aciones y conferencias : "El concepto de cultura es una manifestación histórica transitoria; (.. . )
esta noción es susceptible de disolverse en otras , y ( . . . ) no es seguro, por lo tanto , que el futuro le
pertenezca necesariamente" (Mann 1958: 90). La hipótesis pone en cuestión la idea de que el futuro
pued a ser un pro yecto del presente, es decir, que pued a ser la obra de un sujeto. Por el contrario, el
paso hacia lo porvenir está dado más bien por Ja des trucción del presente ; por Ja expos ición de las
ins tituciones dominantes en su momento de no-verdad , para lo cual debe l a conciencia retrotraerse
desde la gravedad del mundo hacia sí misma, ejerciendo en ello una irónica lucidez. Es precisamente
Adrián Leverkühn quien exhibe es ta diabólica ironía, tornándose distante e indife rente respecto a
aquellas situaciones y saberes que demandan a Jos demás máxima seriedad.
"Las cosas más solemnes -s eñala Adrián- me han dado siempre ganas de reír. Es como
una maldición que sobre mi pesa y para huir de ese sentido exagerado de lo cómico me
refugié en la teología, con la es peranza de encontrar as í un elemento apaciguador. Lo
que en realidad encontré fueron nuevos y no pocos elementos de comicidad (Mann
1 95 8: 202-203).
constitutivamente anterior al mundo, una portentosa génesis que, al modo de un complejo de posibilidades
inéditas e insospechadas, es anterior al orden el mundo.
"Cada dí a me siento más inclinado a admitir que hay en la música algo de extraño. Una
afirmación de máxima energía. No diré abstracta sino más bien sin objeto, energía pura,
en la claridad del éter. ¿Hay algo semej ante en el mundo? ( . . . ) Me maravilla que una
cosa así no esté prohibida. O quizá lo esté. En todo caso es peligrosa, quiero decir con
ello que puede ser considerada como un peligro" (Mann 1 958: 1 22).
El orden del mundo que ha devenido cultura se ha cerrado sobre sí; se ha naturalizado y reificado. La
historia se ha detenido allí donde los hombres en el presente creen poder proyectar el futuro desde sus
necesidades y certezas ya asumidas como verdaderas. Desde el mismo presente sin embargo, el mundo
en el que se vive se comprende a sí mismo como "cultura", y dicha conciencia de la propia condición
histórica inaugura el acceso a la mala fe con la que se sostienen las verdades del presente. "Quisiera
saber -se pregunta el profesor Kretzschmar- si las épocas que han poseído verdaderamente una cultura
han conocido y empleado la palabra ["cultura" ] . La ingenuidad, la inconciencia, la naturalidad, me
parecen el criterio básico del contenido que atribuimos a este nombre" (Mann 1 958: 9 1 ). La negatividad
que el arte trae al mundo está ya contenida en el presente ; en la figura de esa autoconciencia (como
autorreferencia) que se olvida de sí misma. Una lucidez epoca! que se da a presentir en la sospecha
de que el dolor, después de todo, no tiene sentido. El arte, en este caso la música, no viene simplemente
a sancionar aquella "falta de sentido", sino más bien a destruir y a trascender las formas anquilosadas
del sentido, las verdades cuyo valor termina por identificarse con las i nstituciones y los códigos a los
que debí an servir de fundamento. Como una obligación que proviene de su propia vocación de verdad,
para el creador se impone entonces hacer emerger la obra en el mjsmo proceso que viene a sancionar
el agotamiento de las formas domjnantes.
Las enormes dificultades para comprender la Nueva Música por parte de un público auditor masivo,
se deben en primer lugar a la resi stencia de la tonalidad en cuanto "lenguaje musical". En efecto, la
Nueva Música no posee normas similares a las del lenguaje, de manera que no sólo se resiste a la
comprensión inmediata por parte de un público que, en su distracción, se muestra deseoso por asociar
ideas "libremente" ante las obras de arte, sino que, reflexivamente -y en la medida que se desmarca
de los códigos auditivos pre-existentes- pone incluso en cuestión su propia condición de "obra musical".
En este punto, Adorno es explícito: la música moderna se vuelve contra los oyentes, en cuanto a que
desvaloriza la idea usual de que la experiencia estética musical posee las características de la inmediatez
y la naturalidad 7 . Es cierto que el fenómeno es común a las artes en general, pero la ruptura es en l a
música mucho m á s radical . Este punto es m u y importante para la filosofí a d e l a mú sica en Adorno,
en el sentido de que comprender la Nueva Música exige considerar aquello con respecto a lo cual se
illferencia y ill screpa. Pues bien, su divergencia no sólo se relaciona con la tradición, como si únicamente
se tratara de "violar determinados tabúes" -lo que ocurre en cierta literatura de vanguardia- : entender
de esta manera su operación serí a no sólo i ngenuo, sino también muy poco interesante. Lo que l a
Nueva Mú sica transgrede es e l entendimiento a priori con e l mundo, lo cual corresponde a un motivo
que cruza prácticamente toda la filosofía crí tica de Adorno: la crítica de la inmediatez (a la manera
7. "Ese apartarse de la objetividad propio de la pintura moderna, que en esa esfera representa l a misma ruptura que en la música
l a atonalidad, estuvo determi nado por una posición defensiva contra la mercadería artística mecanizada, sobre todo contra la
fotografía" (Adorno l 966: 1 2).
R E F L E X 1 O N E S - M ús i c a y autoconciencia
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Adorno somete el arte, y especialmente la música contemporánea, a una especie de "tribunal fi losóf ico"
-el tribunal del filósofo dialéctico-. En dicho contexto, el conf l icto más radical -provocativo incluso
desanollado por Adorno no es el de la diferencia entre la música tradicional y la Nueva Música (después
de todo, Adorno rotula a ambas como "música seria"), sino entre ésta y la "música l igera", destinada
según él a un público regresivo, que no comprende las obras de arte de un modo autónomo sino en
una identificación colectiva; un público que, desde esa misma "colectividad", desacredita a la Nueva
Música calif icándola de "intelectual". Al respecto, señala:
"Lo que se califica de ' intelectual' es, casi siempre, tan sólo aquello que exige el trabajo
y el esfuerzo del oído ( . . . ), lo que se califica, en cambio, de sentimiento es, casi siempre,
tan sólo un ref lejo de una conducta pasiva; ésta degusta culinariamente al música, cual
si fuera un aliciente. ( . . . ) En sus producciones importantes la nueva música se opone
a aquel los residuos de la ideología del sentimiento que desde siempre ha sido el
complemento del racionalismo burgués" (Adorno 1 985 : 1 49).
La filosof ía críti ca de Adorno implica necesariamente la idea de que existe una historia de la música,
lo que supone a la vez la existencia del progreso en el devenir histórico del arte. Desde una perspectiva
crítica, tal hi storia está orientada por el desarrollo de la autoconciencia como recuperación de la
conciencia de sí contra la alienación como naturalización del mundo de la experiencia: "( . . . ) se podría
8. "[Cuando se dice que] la nueva música nace en la cabeza, no en el corazón o el oído ( . . . ) se argumenta como si el idioma tonal
de los últimos trescientos ci ncuenta años fuera 'naturaleza' y como si fuera ir contra la naturaleza superar lo que está bloqueado
por el tiempo, siendo así que e l hecho mismo de tal bloqueo atestigua precisamente de una presión social . La segunda naturaleza
del sistema tonal es una apariencia formada en el curso de la historia" (Adorno 1 966: 1 7) .
16 R E F L E X I O N E S - R E S O N A N C I A S - 2 8
concebir la historia de la nueva música como una historia de intervenciones realizadas por la voluntad
crí tica y planificadora en el mecanismo aparentemente autárquico de la tonalidad" (Adorno 1985 :
1 44). Conforme a estas ideas, es posible esperar rendimientos crí ticos del arte, e incluso una lectura
polí tica del mismo.
" La obra puede ser ejecutada hoy [Cuarteto en La menor para instrumentos de cuerda
de B eethoven] . Pero no hay duda de que está situada en las fronteras de lo ejecutable
y que cuando fue escrita, su ejecución era sencillamente imposible. Esa implacable
indiferencia de un elegido por lo terrenal y lo técnico me entusiasma en grado extremo"
(Mann 1 958: 138) .
¿Qué decir ante esta exigencia que a veces cae, como se ha señalado, en el maniqueísmo?9 Tal vez
tiene algo de sentido decir que Adorno pide "demasiado" al arte. Es posible pensar que el arte se ha
constituido históricamente a partir, precisamente, de una sostenida imposibilidad de corresponder a
las utopí as que ha generado, como si la inscripción histórica de las obras hubiese sido posible a partir
de un coeficiente de ahistoricidad del cual el arte ha sido paradój icamente portador 1 º . Es claro que
las condiciones en las que hoy preguntamos por el sentido histórico del arte, y particularmente de la
música, ya no corresponden a los tiempos de Schonberg ni de Adorno. En todo caso, las dificultades
que enfrenta hoy una perspectiva "adorniana" sobre la música corresponden propiamente a los problemas
que en la actualidad enfrentaría cualquier ensayo por levantar una filosofía de la historia de la música.
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Y apunta algo indemostrable: que unas músicas apuntalan el orden establecido y otras lo socavan .. (Bermúdez 2003 : 1 24).
10. "Si la música lograra por un instante aquello en tomo de lo cual giran los sonidos, sería su realización y su final . Su relación
para con aquello que no querría representar sino invocar está por ello infinitamente mediada" (Adorno 2000 c : 7 1 ).
R E F L E X 1 O N E S - M ús i c a y autoco n c i e n c i a
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