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Pipi Jaime Chabaud

El documento presenta una obra de teatro para niños titulada "Pipí". La obra es un monólogo interpretado por un solo actor o actriz acompañado por títeres u objetos. La historia sigue a un personaje llamado Claudi@ que tiene miedo de ir al baño por la noche por temor a los monstruos debajo de su cama.

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Pipi Jaime Chabaud

El documento presenta una obra de teatro para niños titulada "Pipí". La obra es un monólogo interpretado por un solo actor o actriz acompañado por títeres u objetos. La historia sigue a un personaje llamado Claudi@ que tiene miedo de ir al baño por la noche por temor a los monstruos debajo de su cama.

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JAIME CHABAUD

PIPÍ
Jaime Chabaud

1A Edición, mayo de 2005.


2A Impresión, mayo de 2005.

D.R.  De los textos: Jaime Chabaud, Rubén Ortiz, Suzanne Lebeau.


D.R.  De las fotografías: Elsa Chabaud.
D.R.  De la presente edición: Anónimo Drama Ediciones.

Escenaria, colección de material escénico.


Reservados todos los derechos, 2005.
Registro en trámite.
México, DF. cel. (044 55) 5413 5785.
E-mail: [email protected]

Los derechos de esta obra se encuentran registrados ante la SOGEM, a quien se debe solicitar permiso para su
montaje o puesta en escena. Prohibida su repro-ducción total o parcial.

Este libro fue escrito con el apoyo del CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES, siendo su
autor miembro del SISTEMA NACIO-NAL DE CREADORES.

Impreso y hecho en México / Printed and bound in México.

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Jaime Chabaud

PRÓLOGO CON NOMBRES PROPIOS

E ntiendo que este primer montaje de Pipí responde a dos nombres propios: Juan Sebastián y Eliseo.
Porque, sin Juan, creo que Jaime no hubiera tenido material para escribir esta obra, y sin Eliseo yo
hubiera querido montar una obra más "seria" de Jaime. Lo cual hubiera sido una lástima. Porque en
cada ensayo me aparece por boca de Marisol una reconciliación muy necesaria; primero con la
dramaturgia escrita por mis contemporáneos, pues yo, pésimo lector de teatro, es hasta que la voz de la
actriz expresa que entiendo las astucias de los hilados de la trama, la economía de las intensidades de la
narración y las malicias deliciosas del autor. Pero también he podido ajustar cuentas con el "húmedo y
tibio pasado" que tantos bochornos me hizo pasar.

Hablé de la malicia del autor. Esto es para mí la parte más atractiva del texto (si hablo de su precisa
estructura o de su adecuado uso del lenguaje no estoy diciendo nada: usar adecuadamente el lenguaje
en estructuras precisas es lo mínimo que se le pide a un dramaturgo). Me explico. Cuando uno conoce a
Jaime, lo primero que uno quiere es huir. Se hace tan fácilmente familiar a ti, que se empieza a subir a
las barbas con gran velocidad; es conocida su facilidad para torcer tu nombre propio y ponerlo en tu
contra (por ejemplo: Jaime Chambón o el Tío Chamboín, en el caso de Jaime). Y lo hace sin
pensamiento previo. Yo no sé si esta cualidad fue alguna vez nociva, pero para mí esto me admira y
enternece: es el don de un observador incisivo usado para desmitologizar.

Pues bien, esto es para mí Pipí. Desmitologiza a los monstruos que habitan debajo de la cama, con
incisiva claridad, sin dejar a nadie entero, pues todos caen en el espejo deformador del personaje de
Claudi@, pero el efecto provoca una enorme simpatía, una ternura vivaz.

Jaime no se ahorra sus confrontaciones con la autoridad, pero ahora algo se ha transformado, ya no
estamos ante la Iglesia o el Estado, donde los conflictos se resuelven con trágicas consecuencias, sino
ante el aprendizaje cotidiano donde los roles son sólo eso: efectos derivados del color del cristal con
que se mira. Ni papá ni mamá son siempre tiranos, ni Clemente es un mentiroso de tiempo completo: en
ellos se adivina el equívoco humano más que humano, no el terror divino. Aunque la maestra...

A todo esto, decía que esto lo entiendo por boca de Marisol, porque ella a su vez es el color del cristal
que me traduce las intensidades de Jaime. No sólo con su sorprendente capacidad imaginativa y su
envidiable entrenamiento actoral que resultan inspiradores; también su amor por el dramaturgo se ha
convertido en cadencias correctas, en gestos reveladores, en ensayos aprovechados al máximo, sin los
cotidianos y blandengues malentendidos con que uno, generalmente, tiene que vérselas en los trabajos
al uso.

Por otro lado, he querido asociar el nombre propio del laboratorio teatral Gomer con este trabajo,
porque me resulta muy significativo que sea éste el tercer unipersonal que se me ofrece en los últimos
años con muy buenos actores (el primero fue Ondina, con Claudia Mader y el segundo Autoconfesión
con Gerardo Trejoluna), unipersonales que permiten al director entender más de la riquísima vida
actoral.

Finalmente, en esta cocina hecha entre lazos tan cercanos, menciono a Norma sólo por el gusto que me
da saborear su nombre propio.

RUBÉN ORTIZ

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Jaime Chabaud

PIPÍ
OBRA PARA NIÑOS CON COMPLEJO DE MEONES,
PARA UN SÓLO ACTOR O ACTRIZ ACOMPAÑAD@
DE TÍTERES U OBJETOS.

Para Juan Sebastián


Para Eliseo
Y para el Chuchito por venir

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Jaime Chabaud

PERSONAJE(S):

CLAUDI@: (actriz o actor)

Más otros que él o ella hace con títeres, artefactos, objetos,


partes de su cuerpo y con distintas voces.

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Jaime Chabaud

Cámara negra.
Entra Claudi@ al espacio vacío.

CLAUDI@: La cama es de esas cosas que sólo un Dios maravilloso pudo haber inventado. ¿A poco no?
Es tan riquisisísima que casi siempre me dan ganas de no salir de ella y más cuando hace frío.

Saca una pequeña cama.

(VOZ MAMÁ.) Claudi@, ya acuéstate que mañana tienes clase.

CLAUDI@: Ya voy mamá, sólo leo un cuento…

(VOZ MAMÁ.)¿Otra vez el cuento de los monstruos?

CLAUDI@: Cómo crees.

(VOZ MAMÁ.) Luego por qué no duermes bien.

CLAUDI@: Éste es de hadas y duendes, te lo prometo.

(VOZ MAMÁ.) Apaga esa luz, te digo.

CLAUDI@: (Berrinche.) Si porque lees porque lees y si no lees porque no lees. ¡Uy, que sabrosa camita!
Y ya no huele a nada. Menos mal… A nada de nada. (Pausa.) Qué fría es al principio. Eso no
me gusta, que es fría como todos los principios al principio. Es el precio que tienes que pagar.
Te metes entre las sábanas suavecitas y ¡uuuurrrr!, helada. (Pausa.) Luego la cama entra como
que en calor y entonces sí puedes dooooooorrrrmir…

La pequeña habitación que Claudi@ ha formado con la camita queda tenuemente iluminada.
Ronquidos primero débiles, luego fuertes, después rítmicos hasta que terminan por parecer el
tarareo de una canción reconocible.

Pero no todo es así de fácil. Ay, me dormí y ya. No, no, no. A veces se presenta lo que mi papá
llama (Imita la voz.) “la contingencia”. Es algo que comienza con una llenura acá abajito y
luego crece y se hace grande como una cosa imposible de so-portar. Se te olvida tantito pero ya
no estás bien dormid@. Y te preguntas si será lo mismo que le pasa a mamá que tiene esa
barrigota tan enorme que dicen que trae un bebé que tú ni ves ni oyes ni nada. Pura panza…, y
es imposible no pensar que le ocurre lo mismo que a ti que estás a punto de estallar porque…
Porque… ¡Porque quieres hacer PIPÍ! Ni me vean así porque todos tenemos un húmedo y tibio
pasado.

Con mirada asustada. Largo silencio.

Uff… El baño queda re lejos y como que da flojera, ¿no? El baño es de esas cosas que Dios
hizo cuando estaba de mal humor, y también la escuela. Tan de mal humor que hasta inventó a
las maestras…

(VOZ MAESTRA.) Petronio, pase al pizarrón.

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Jaime Chabaud

CLAUDI@ Y los gises… Bueno los gises los inventó cuando estaba así, mitad y mitad, porque…,
también…, son…, divertidos…, si…, se…, los…, avientas…, a…, algún…, compañero…

Se asoma debajo de la cama.

Qué flojera que quede tan lejos el baño, ¿verdad? No sé cómo mamá puede aguantarse tanta
pipí en esa barriga que parece un globo. Y papá no le reclama nada. ¿Por qué a mí sí y a ella
no?

Se asoma nuevamente debajo de la cama.

Claro que ella no lee cuentos de monstruos antes de dormirse y además el baño le queda ahí
nomás, cruzando…, una…, puerta… Señor Monstruo del cuento que no he acabado de leer,
¿es-tá us-ted a-hí…?

(VOZ MONSTRUO.) Espero paciente, chamac@ miedos@.

CLAUDI@: ¿Qui…? ¿Qui…? ¿Qui…?

(VOZ MONSTRUO.) Qui-qui-qui… Pareces gallo.

CLAUDI@: (Cacarea de nervios.) ¿Y qui-qui-ere que haga si tengo ganas?

(VOZ MONSTRUO.) Si te gana más el miedo y te haces, de cualquier manera te ahogarás.

CLAUDI@: Le propongo un trato, señor Monstruo del cuento que no he acabado de leer: yo bajo de la
cama y usted no me atrapa, ¿sales?

Afuera se escuchan rayos y truenos e inicia una torrencial lluvia.

(VOZ MONSTRUO.) No hay trato.

Ante el ruido de agua que cae, Claudi@ bailotea cruzando las piernas.

Lo hizo a propósito, señor Monstruo del cuento que no he acabado de leer. Porque ustedes
saben provocar lluvia cuando l@s niñ@s más ga-nas te-ne-mos de pi-pi-siar… Y con el sonido
de las gotas al caer.

(VOZ MONSTRUO.) Gggrrrrrrr… No te atrevas… Gggrrrrrrrr…

Al fin desciende, tembloros@, de la cama.

CLAUDI@: Ya bajé y le advierto que tengo un arma archipoderosa.

Se enreda entre las sábanas y hace esfuerzos desesperados por zafarse.

Suélteme o le grito a mi ¡¡¡PAPÁ…!!! PA-PI… PI-PI…

Comienza a correr por un pasillo tras la taza del baño que se aleja a la misma velocidad,
volviéndose inalcanzable. Al mismo tiempo se escuchan sonidos tenebrosos y se ven sombras
amenazantes. Regresa a meterse en la cama con las sábanas cubriéndola completamente y
temblando de miedo.

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Jaime Chabaud

Ni crean que tengo tantas ganas. Me dio flojera porque el baño queda bien lejísimos. Los
corredores son de esas cosas que Dios inventó muerto de la risa para que un@ nunca llegue a
ninguna parte. Total, él ni debe de hacer pipí... aunque Clemente dice que las nubes son el
pajarito de Dios y que nos orina cuando llueve. Me gustaría contarles de mi amigo Clemente
pero si sigo hablando se me va a salir la chís antes de tiempo y…

Se ilumina, en espacio contiguo, la recámara de los padres y se percibe un difuso movimiento: no


los vemos con claridad.

(Al público.) Chin, ya se despertó mi papá por todo el relajo que han armado ustedes
imaginándose monstruos que ni existen porque ni saben en qué termina el cuento.

(VOZ PAPÁ.) ¿Eres tú, Claudi@?

CLAUDI@: No, no soy yo porque estoy dormid@.

El Papá ingresa a la recámara de Claudi@ cuya luz se intensifica de pronto. Da algunos golpes
en el piso con poca paciencia.

PAPÁ: Con que no eres tú…

CLAUDI@: No, yo estoy-aba dormid@ pero tuve que espantar a un monstruo.

PAPÁ: ¿Hablabas con el monstruo?

CLAUDI@: Vieras que razonables son ahora. Nomás le dije “no me molestes porque mi papi te fulmina”
y… ¡Zaz! Desapareció…

PAPÁ: ¿Qué es esto?

CLAUDI@: ¿Qué es qué?

PAPÁ: La cama, está empapada. Mojada… Húmeda y tibia …

CLAUDI@: Llovió una tormenta que se metió por donde quiso porque el señor Monstruo del cuento que
no he acabado de leer y…

PAPÁ: ¿Otra vez te hiciste, Claudi@, carajo? Voy a tener que cambiarte de ropa, y las sábanas… Tu
madre necesita que le quites trabajo, no que le des más molestias… Eres un(a) niñ@ muy
mala… Tu hermanito puede llegar en cualquier momento y tienes que volverte responsable…
Ya no estás en edad de mearte en la cama y…

Se escuchan unos alaridos de la Mamá embarazada que entra y sale de la habitación de Cladi@.
El Papá la sigue con un largo alfiler no sin antes apagar la luz y sentenciar.

(VOZ PAPÁ.) Tendrás que dormir con tu cama orinada, Claudi@… Quizá así crezcas y aprendas a ir tu
solit@ al baño. No más mimos. Se te consiente demasiado y pagas con majaderías…

Se escucha una ponchadura y ruido de aire expulsado que precede al llanto de un bebé.

(VOZ MAMÁ.) Hermoso bebé.

(VOZ 1.) ¿Y cómo le van a poner?

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Jaime Chabaud

(VOZ PAPÁ.) Rodolfo, como su padre.

(VOZ 2.) Rodolfito.

(VOZ 1.) ¿Y Claudi@?

(VOZ MAMÁ.) El(la) está feliz, muy feliz.

Luces multicolores, música alegre, risas y más llantos de bebé salen de la recámara de los papás.
Claudi@ se asoma tímidamente desde la puerta y cierra de un portazo.

CLAUDI@: Un intruso ha entrado en mi casa…

(VOZ MAMÁ.) ¿A quién se parece?

(VOZ 1.) A su papi.

(VOZ PAPÁ.) ¿Verdad que sí?

CLAUDI@: Un intruso ha entrado en mi familia…

(VOZ 2.) Aunque tiene los ojos de su mamá.

CLAUDI@: Un intruso ha entrado en el corazón de mis padres que sólo tienen ojos para ese pedazo de
carne enrojecida que no se calla al que llaman “bebito” y que efectivamente venía dentro de la
barriga de mi mamá que no estaba hinchada de pipí… Yo creyendo que se aguantaba las ganas
porque le tenía miedo al Monstruo debajo de su cama y no… El hermanito que tanto me
anunciaban, y no veía por ninguna parte, llegó para dejarme con mi cama que de húmedo-tibia
se convirtió en húmedo-paleta y ni siquiera de limón… Y sin nadie que me socorra para lavar
las sábanas ni para…

Claudi@ se mete en la cama y, poco a poco, se escuchan ronquidos primero débiles, luego
fuertes, después rítmicos hasta que terminan por parecer el tarareo de una canción reconocible.
Poco a poco la canción se transforma en llanto de bebé, luego en voces infantiles múltiples,
campana escolar, etc.

Desaparece la cama para dar paso a un baño de colegio donde Claudi@ intenta orinar pero no
puede porque su amigo Clemente toca con insistencia la puerta.

CLEMENTE: Pobre Petronio.

CLAUDI@: Te puedes ir a ver si ya puso la marrana, Clemente.

CLEMENTE: En mitad del salón y nomás porque la malvada maestra narizotas no le dio permiso.

CLAUDI@: Ahorinita te alcanzo en el patio, ¿sales?

CLEMENTE: Fue bien feo porque todos se burlaban de él…

CLAUDI@: Ya cállate.

CLEMENTE: Y del charco debajo de sus pies. Como si no tuviera suficiente con su nombrecito:
¡Petronio!

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Jaime Chabaud

CLAUDI@: Pues a mí me está pasando lo contrario y si no te callas y me dejas hacer pipí tranquil@, te
voy a romper la cara.

CLEMENTE: Ay, sí tú y cuántos más jij@ de la jijurria.

CLAUDI@: ¿Jij@ de qué?

CLEMENTE: De la jijurria.

CLAUDI@: ¿Y qué es eso?

CLEMENTE: No sé qué significa pero eso es lo que dice mi abuelito cuando ve revistas de mujeres
encueradas.

Claudi@ se muere de la risa y comienza a fluir la orina.

CLAUDI@: Eres re baboso, mugre Clemente.

CLEMENTE: No, si Petronio nunca oyó la frase de “Caminando y meando pa’ no hacer charco”, porque
se quedó con todos los zapatos y el pantalón bien orinado.

Más risas, Claudi@ ha terminado de orinar y sale del baño.

CLAUDI@: ¿Y la maestra narizotas?

CLEMENTE: Pues bien contenta. Dijo que Petronio era ejemplo de un niño malo.

CLAUDI@: ¿Por qué malo?

CLEMENTE: Pues porque los que se orinan son malos. Eso todo mundo lo sabe, Claudi@, no te hagas.

CLAUDI@: No entiendo por qué. ¿A poco tú jamás te has hecho en la cama?

CLEMENTE: ¿Yo-o-o, Clemente de Jesús Guadalupe…? Ja-jamás… ¿A poco tú sí?

CLAUDI@: No, nunca.

CLEMENTE: No, pues si yo oí que luego hasta se los cortan…

CLAUDI@: ¿Les cortan qué…?

Suena una campana escolar y se echan a correr.

CLEMENTE: Te cuento a la salida.

CLAUDI@: Pero ¿qué les cortan?

CLEMENTE: Pues ¿tú qué crees?

CLAUDI@: (Con terror.) Estás demente, Clemente.

Cambio de espacio: aparece un comedor donde el Papá y la Mamá, ahora sin barriga, cambian
de pañal al bebé con mucha diligencia, sobre la mesa. Entra Claudi@ y se asoma apenas. Sus

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Jaime Chabaud

siguientes diálogos funcionan a manera de apartes al público y ni la Mamá ni el Papá dan cuenta
de ellos, no se enteran.

CLAUDI@: Ahí está el intruso.

PAPÁ: ¿No es hermoso?

CLAUDI@: No, es un pedazo de gritos.

MAMÁ: Me lo comería vivo.

CLAUDI@: Y ¿por qué no lo hace?

PAPÁ: Me da tentación apretarlo.

CLAUDI@: Hasta asfixiarlo.

MAMÁ: Pasa, Claudi@, no tengas miedo.

CLAUDI@: ¿Miedo? Tengo rabia.

PAPÁ: ¿Desde cuándo estás ahí como paralizad@?

CLAUDI@: Desde que dijeron que esa masa de gritos era lo mejor que les había podido pasar en la vida
y que era el mejor regalo que habían recibido de Dios.

MAMÁ: Mira que lindura; es tu hermanito Rodolfito.

CLAUDI@: El taradito.

PAPÁ: Porque te quedas callad@.

CLAUDI@: Porque me comió la lengua el señor Monstruo del cuento que todavía no acabo de leer y
porque los odio a ustedes tres con toda mi alma.

MAMÁ: Acércate.

CLAUDI@: Al infierno.

PAPÁ: Sé buen(a) niñ@.

Hay una descarga eléctrica que le pega a Claudi@ y hace que la luz vaya y venga. Los papás
parecen no darse cuenta de ello. La energía se normaliza.

CLAUDI@: ¿Papá…?

PAPÁ: (Atiende al bebé.) ¿Sí, hij@…?

CLAUDI@: ¿Qué es ser buen(a) niñ@?

PAPÁ: Ehh… Mmhhh… Ahhh… Bueno, pues justo eso… Lo contrario de mal@…

MAMÁ: Mira, Claudi@, acércate para que aprendas a cambiarle el pañal a Rodolfito.

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Jaime Chabaud

CLAUDI@: ¿Qué tengo que hacer?

MAMÁ: Sostén de aquí el pañal y cuando yo te diga le cierras.

PAPÁ: ¡¡Cuidado…!!

Un chorro vigoroso de orín que proviene del bebé surca los aires para darle en medio de la cara
a Claudi@. Los Papás sueltan carcajadas e incluso hay risotadas del bebé. No pueden contener
la risa. Claudi@ está pasmada.

MAMÁ: ¡¡¡Qué buen niño!!!

PAPÁ: ¿No es una maravilla?

MAMÁ: ¡Qué lindo, se hizo pipí!

PAPÁ: Y poderosamente, parecía manguerita de bombero.

MAMÁ: Mi angelito divino.

PAPÁ: Él no tiene la culpa.

MAMÁ: Tan inocente.

PAPÁ: Has algo, Claudi@, y trae otro pañal que éste ya se echó a perder.

MAMÁ: Sí, sé útil por una vez, caramba.

Claudi@ deja todos los elementos que le sirven para hacer a los otros personajes y a sí mism@ y
se acerca a proscenio.

CLAUDI@: ¡Manguerita de bombero!


Manguerita…
Mangueri…
Mangue…
Pollito,
tilín,
el pajarito,
el “dese”,
la pistolita,
su cosita,
pirrín,
el “guárdese su…”,
el “déjese ahí”,
lingolilingo,
la verruguita,
pitilín,
la llavecita,
el popotito…

Largo silencio.

Y ahora: “manguerita”. Cuantas palabras tan idiotas tienen para nombrar a la manguerita.
¿Cuántas más se saben ustedes?

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Jaime Chabaud

El comedor desaparece y se ilumina la recámara de Claudi@. Poco a poco, mientras habla, se


mete entre las sábanas.

El intruso que ha entrado en mi casa, en mi familia, en el corazón de mis padres que sólo
tienen ojos para ese pedazo de carne enrojecida que no se calla al que llaman “bebito” y que
efectivamente venía dentro de la barriga de mi mamá que no estaba hinchada de pipí… Los
hermanitos son el peor invento de Dios. Debe haber estado verdaderamente furioso y con
ganas de hacer sufrir a alguien. Los hizo para que nos sintamos hormiguitas pisadas o para
volvernos invisibles o locos.

Comienza a llover y se ven relámpagos en la lejanía.

Ese intruso debería ser devorado por el señor Monstruo del cuento que todavía no he acabado
de leer… Porque una cosa es soportar la propia orina en la camita cuando está tibia y que hasta
l@ arrulla a un@; y otra muy distinta que te pipísén en la mera cara… Nomás faltó que tuviera
la boca abierta… Ahí sí hubieran aplaudido mis papás como focas, como imbéciles, como
tarados de su cabeza… (Apaga la luz y bosteza.) No entiendo nada… El bobito hermanito Fito
puede hacerse pipí cuando quiera y es inocente y hasta lo protegen con pañales super caros,
¿no? Los pañales super caros es una de esas cosas que Dios inventó para darle envidia a los
hermanos mayores…

Se escucha un goteo que l@ espanta.

No, no, no puede ser. Otra vez me hice pipí y me va a matar mi papá… Claro que también le
puedo decir que me sequé con la sábana de cuando mi hermano me mojó y luego…

Se escuchan gruñidos que vienen de debajo de la cama. Claudi@, content@, se asoma.

Ya llegó. ¿Está usted ahí, señor Monstruo del cuento que todavía no acabo de…?

(VOZ MONSTRUO.) …de leer, sí. ¿Y crees que me puedo esperar una eternidad hasta que lo hayas
terminado? Existen otros niños en otras partes con otros libros que en otras horas quieren leer
lo que pasa conmigo.

CLAUDI@: Le prometo que lo acabo mañana antes del recreo pero con una condición.

(VOZ MONSTRUO.) ¿Sencilla?

CLAUDI@: Muy… Sólo tiene que comerse a mi hermanito.

(VOZ MONSTRUO.) Los bebés me provocan alergia y vomito… Eso lo sabrías si hubieras leído ya el
cuento. Yo sólo me como a los que son como tú, en edad de mojar la cama y esas cosas.

CLAUDI@: Entonces ayúdeme. Si mis papás se dan cuenta de que me hice…, que otra vez me hice, van
a matarme y van a sacar-me los ojos y van a regalarme.

(VOZ MONSTRUO.) Mmmhhhh… Esconde la evidencias.

CLAUDI@: ¿Las qué…?

(VOZ MONSTRUO.) Las evidencias… Las sábanas mojadas.

CLAUDI@: Pero ¿dónde? ¿Usted se las comería?

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Jaime Chabaud

(VOZ MONSTRUO.) ¡¡¿Me las qué…?!! Eso si es asqueroso hasta para mí…

CLAUDI@: Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor…

(VOZ MONSTRUO.) Ya, ya, ya… Está bien. Me las voy a comer pero si no has llegado a la palabra fin, en
el cuento, para cuando regrese mañana en la noche, te como pedacito a pedacito.

CLAUDI@: Trato hecho jamás desecho.

(VOZ MONSTRUO.) Santito que caga y mea, el diablo que se lo crea.

Claudi@ arranca las sábanas y las mete debajo de la cama. Se escucha un rítmico masticar.

CLAUDI@: Buenas noches, señor Monstruo…

(VOZ MONSTRUO.) Sí, sí, sí: …del cuento que no he acabado de leer. Buenas noches, Claudi@.

Se acuesta sólo con la cobija encima y muy pronto escuchamos ronquidos primero débiles, luego
fuertes, después rítmicos hasta que terminan por parecer el tarareo de una canción reconocible.
Se oye el canto de un gallo y se levanta sobresaltad@ al tiempo que entra el Papá.

CLAUDI@: ¿Y qui-qui-ri-qui haga…?

PAPÁ: Que te levantes porque es hora de ir a la escuela y el desayuno ya… ¿Qué pasa aquí, Claudi@?

CLAUDI@: ¿Aquí dónde?

PAPÁ: ¿Y tus sábanas?

CLAUDI@: No sé, papá…

PAPÁ: Seguro las escondiste para que no me dé cuenta de que otra vez te hiciste lo que ya sabemos,
¿verdad?

El Papá busca por todas partes. Cuando va a mirar debajo de la cama, Claudi@ se interpone.

CLAUDI@: Tú ganas, están aquí abajo…

El Papá se asoma y queda claro que no encuentra nada.

PAPÁ: ¿Por qué me mientes, carajo? No se dónde las metiste pero lo voy a descubrir. Deberías aprender
de tu hermanito a ser buen(a) niñ@.

CLAUDI@: Eso no es cierto. Rodolfo me orinó… Me orinó con mucha… Con… Con impunidad…

PAPÁ: ¿“Impunidad…”? ¿De dónde sacaste esa palabrota?

CLAUDI@: Del diccionario, y quiere decir: “falta de castigo”.

PAPÁ: En la tarde te diré cuál es tu castigo. Por lo pronto vístete que nos vamos a la escuela.

La recámara se oscurece al tiempo que Claudi@ camina en silencio con Clemente por un jardín
escolar con juegos mecánicos. Alguno de los dos se sube a un columpio y se mece.

14
Jaime Chabaud

CLAUDI@: Hoy nadie se rió con lo que le hizo la maestra narizotas al pobre de Petronio… Ninguno se
burló.

CLEMENTE: No, pus es que ahora sí se le pasó la mano a la nariz de bruja. No quiso darle permiso de ir
al baño.

CLAUDI@: Ni porque suplicó.

CLEMENTE: ¿Oliste?

CLAUDI@: Y cómo no si todo el salón apestaba. Castillo hasta se vomitó y la Camila también…

CLEMENTE: Y entonces apestó peor… Por eso nos dieron recreo más largo…

CLAUDI@: Oye, pero sigo sin creerte.

CLEMENTE: Allá tú.

CLAUDI@: ¿Y se lo dijeron muchas veces?

CLEMENTE: Hasta que se hartaron y ¡zaz!, que se lo cortan.

CLAUDI@: ¿O sea que si te cortan el pitilín por meón te conviertes en niña?

CLEMENTE: Pues claro, aunque el resultado entre niños y niñas es el mismo cuando se trata de mojar
camas.

CLAUDI@: ¿Y tú cómo sabes?

CLEMENTE: Pus, yo… Porque yo…

CLAUDI@: Mentiroso…

CLEMENTE: ¿Quién?

CLAUDI@: Eres rete mentiroso, mugre Clemente…

CLEMENTE: ¡Cállate!

CLAUDI@: ¡¡¡Tú también te meas en la cama!!!

CLEMENTE: Te rompo la cara.

CLAUDI@: ¡¡Meón!!

Pelean ferozmente hasta que suena la campana y la zona se oscurece. Entra Claudi@ a su
recámara arrastrando su mochila. La azota y saca unas enormes tijeras.

CLAUDI@: El intruso pedacito de carne que grita-mea-caga-sin-castigo-impunemente-sin-que-nadie-le-


diga-nada ha robado mi lugar, mi sitio… Es muy fácil no mojar la cama con esos pañales tan
cómodos. ¡Así qué chiste…! Pero ese hermanito Rodolfito se va a convertir hoy mismo en
Rodolfita.

15
Jaime Chabaud

Claudi@ sale de la recámara y entra, sigilos@, al comedor donde el Papá lee el periódico, la
Mamá ve una telenovela y el Bebé duerme en su cuna.

Ni mamá ni papá se darán cuenta de nada, como casi siempre que están con su telenovela y
con su periódico, son dos cosas que Dios hizo cuando quiere ser nuestro cómplice. ¿Quieren
comprobarlo? Papá, ¿me das un millón de pesos?

PAPÁ: (Sin bajar el periódico.) Mmhh… Ajá, Claudi@, cuando termine la sección de deportes.

CLAUDI@: Mamá, se está incendiando la casa.

MAMÁ: Uy, que bien hij@, así me gusta.

CLAUDI@: ¿Lo ven? Es perfecto el momento. Al bebé ni le pregunto porque sólo dice siempre lo
mismo “gu-gú” y “ta-tá”. Es un poco repetitivo. Supongo que no le importará convertirse en
niña. De hecho yo no sabía que así se seleccionaba el sexo de los niños y las niñas:
dependiendo de que tanto se orinan o no en la cama. “Si te sigues haciendo te lo voy a cortar”
y un día ¡zaz!, te convierten en niña.

Se aproxima sigilos@ a la cuna, destapa al Bebé y alza las tijeras con la intención de cortarlo al
tiempo que éste comienza a llorar. El Papá y la Mamá voltean al mismo tiempo con horror.

MAMÁ y PAPÁ: ¡¡NO…!!

Oscuro. Largo silencio que poco a poco se va poblando de unas pocas gotas de lluvia que se
vuelven tormenta. Relámpagos sobre la recámara de Claudi@ que ronca tranquilamente, con un
libro abierto en medio de la cara. Un rugido debajo de la cama apenas logra perturbarla.

(VOZ MONSTRUO.) Por favor, Claudi@, despierta. ¿Qué no tienes ganas de pipísiarte? ¿No hay antojo,
una gotita?

Una gran mano peluda se asoma por debajo de la cama hasta tocar a Claudi@ que sólo emite
una ligera queja.

Despierta, niñ@-orinalo-todo. Anda que no puedo irme porque todavía no me terminas de leer.
Otros niños me esperan para hacerme parte de sus pesadillas, por favor.

Risotadas de Claudi@ que prende la luz y atrapa la mano del Monstruo que aúlla de susto.

Suéltame, suéltame, te prometo ya no espantarte. Te juro que seré un buen Monstruo pero
suéltame, por piedad.

Más risas gozosas que van disminuyendo. Al fin suelta la mano del Monstruo que desaparece,
rápida. Claudi@ se asoma debajo de la cama.

CLAUDI@: ¡Buh! (Grito del Monstruo.) Usted, señor Monstruo del cuento que ya acabé, se quedó
dormido y no se dio cuenta de que lo había terminado. Y como roncaba hasta pude ir sin miedo
al baño y de regreso sin que ni mami ni papi me ayudaran.

(VOZ MONSTRUO.) O sea que, ¿ya me puedo ir?

CLAUDI@: Sólo si usted quiere. Aquí nadie lo está corriendo.

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Jaime Chabaud

(VOZ MAMÁ.) ¿Claudi@, eres tú?

CLAUDI@: Sí, mami.

(VOZ MAMÁ.) ¿Necesitas ayuda?

CLAUDI@: No, gracias, ya hice pis yo solit@.

(VOZ MAMÁ.) ¿No hubo Monstruos?

CLAUDI@: No, ya me los comí.

(VOZ MONSTRUO.) ¿Cómo que me comiste?

CLAUDI@: ¿Quieres que les diga que al final del cuento descubrí que eres bueno?

(VOZ MONSTRUO.) ¡¡No!!

CLAUDI@: Perderías tu prestigio.

(VOZ MONSTRUO.) Sí. Gracias, Claudi@, no te olvidaré. Eres el (la) peor lector(a) que ha pasado por las
páginas de mi cuento.

CLAUDI@: Yo también te quiero, señor Monstruo.

(VOZ MAMÁ.) Ya duérmete.

CLAUDI@: Si ya estoy dormid@. (Al público.) Claro que nunca pude comprobar si mi hermanito se
convertiría en hermanita cortándole el tilín. Porque la otra historia que me contaron mis papás
ese día de cómo se hace el sexo de los niños no me la creí. Pero bueno, ya tengo sueño. La
cama es de esas cosas que sólo un Dios maravilloso pudo haber inventado y los papás son de
esas cosas que Dios inventa y vuelve a inventar todos los días, unos de buenas, otros de malas.
Lo único que quiero decirles es que mi amigo Clemente me confesó que sí se hace en la cama.
Ya lo sabía porque todos tenemos un húmedo y tibio pasado y nadie escapa de eso.

OSCURO FINAL

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Jaime Chabaud

GOMER, CARACOL EXPLORATORIO,


presentó:

PIPÍ.
De JAIME CHABAUD*

Estrenada el 1 de mayo de 2005,


en el Teatro La Gruta del Centro Cultural
Helénico, en México, D. F.,

Con MARISOL CASTILLO

PRODUCCIÓN EJECUTIVA Y ASISTENTE DE DIRECCIÓN: Jesús Jiménez

ILUMINACIÓN: Matías Gorlero

FOTOGRAFÍA: Elsa Chabaud

PRODUCCIÓN: CONACULTA-INBA, Instituto Coahuilense de Cultura, Jaime Chabaud

DIRECCIÓN: RUBÉN ORTIZ

*Esta obra fue escrita bajo el periodo de pertenencia del autor al Sistema Nacional de Creadores de
Arte del FONCA.

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Jaime Chabaud

EPÍLOGO

E n el terreno de las situaciones que cada ser humano tuvo que enfrentar una u otra vez, de estas
situaciones que nos hacen regresar a lo más íntimo y crecer en lo más humano, cada quien tiene el
recuerdo de un pasado húmedo y tibio del cual nos habla la obra Pipí de Jaime Chabaud. No hay
frontera alguna ―ni la que separa a México o Québec de los Estados Unidos, ni la frontera tan sutil
entre diferentes edades, ni la frontera que instala el color de piel― que permitiera imaginar que de un
lado uno está fuera del alcance de la necesidad de hacer pipí y del miedo, del malestar, de la
vergüenza... de haberlo hecho cuando no se debía.

Tengo en un rincón de la conciencia un recuerdo así de húmedo y de tibio. Unos segundos que se
quedan como siglos años después. Uno de los recuerdos más precisos de mi infancia, con detalles
todavía bien definidos y el sentimiento de soledad inmensa tal como el mar que descubrí entonces en el
charco debajo de mis pies. Tengo también, como un fondo húmedo y tibio, los innumerables relatos que
niños de todas edades y todos medios socio-culturales me contaron... Así que tengo también un cuento
que se llama Pipí. ¿Cómo lo hubiera podido evitar?

Pipí me tocó, me gusto mucho, la reconocí de repente. Me acordé de todos los momentos. Reconocí en
la verdad de la situación el terreno de emociones universales que permite sentir el vaivén del mundo de
adentro al mundo de afuera y viceversa. Encontré en las soledades de Claudia ―la del personaje y la de
la actriz―, la soledad mía y la de todos los seres humanos que sintieron crecer ese aislamiento con la
caída libre e indecente del líquido tibio. Sentí los caminos de la vida que se abren y se borran, sin nunca
olvidar los pasos determinantes. Deseo que la puesta en escena le permita asomarse a la vida sin nunca
traicionarla.

Espero que este texto les convenga. Después de haberlo escrito me pregunté si lo habían pensado para
niños o para adultos y yo misma no podría decir para quien lo escribí. Sin embargo ¿quien podría
afirmar que sus pasos nunca pasaron por este episodio húmedo y tibio?

SUZANNE LEBEAU

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