Dossier DSI y Ecologia
Dossier DSI y Ecologia
Dossier DSI y Ecologia
PASTORAL UNIVERSITARIA
UNIDAD REGIONAL COCHABAMBA
COCHABAMBA - BOLIVIA
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TERCERA PARTE: DSI Y ECOLOGÍA
CELAM
ENSEÑANZA DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA EN LA
UNIVERSIDAD
GUÍA DEL PROFESOR
Textos: Fundación Pablo VI (España) Edita: Centro de Publicaciones del CELAM Diseño y
Maquetación: J. Pablo Souto Aguado
Impresión: Centro de Publicaciones del CELAM ISBN: 978-958-625-719-0 2011, Bogotá, Colombia
LA ECOLOGÍA Y EL AMBIENTE
LA CUESTIÓN AMBIENTAL
2. PUNTOS NUCLEARES
2. 3. Cuáles son las causas originarias de este problema estructural y a qué actividades humanas están
ligadas:
• El sistema de producción agraria mecanizada y la industrialización: degradación y contaminación.
• La gestión y consumo de los recursos naturales: agotamiento.
• La presión de la urbanización; la tensión mundo rural, mundo urbano.
• Los estilos de vida y hábitos de consumo: demanda infinita y gasto en exceso.
• La escala de valores y criterios: materialismo y hedonismo.
2. 4. Cuáles son las repercusiones de la cuestión ambiental en las condiciones de vida de las personas:
• En la alimentación y el acceso al agua potable en cantidad y calidad suficientes.
• En la higiene, el saneamiento y la salud.
• En la producción familiar de alimentos.
• En la conservación de un ambiente sano y seguro.
• En la sostenibilidad de los recursos naturales.
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2. 5. Cómo afrontar los desafíos de la cuestión ambiental
• Poner al ser humano como eje del desarrollo: la línea de la dignidad humana y las necesidades
humanas.
• Cambiar el paradigma del desarrollo humano: un desarrollo a escala humana.
• Emprender políticas que tomen en serio el medio ambiente como “bien público”.
2. 4. Cuáles son las repercusiones de la crisis de los recursos naturales en las condiciones de vida de las
personas:
• Sólo tenemos un planeta, la población crece y demanda recursos para vivir.
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• La escasez de recursos alimenticios y la crisis de los alimentos.
• Los efectos de la contaminación y degradación ambiental, deforestación y desertización, pérdida de
biodiversidad, agotamiento, cambios climáticos….
• La concentración y el dominio de la tierra: agroindustria alimentaria frente a agroindustria energética;
el impacto sobre las agriculturas familiares.
• La tendencia creciente a la privatización del agua, problemas del acceso a un recurso escaso.
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• Cósmica: la Creación entera es expresión de un designio mayor del amor del Creador; todas las cosas
tendrán a Cristo resucitado –vencedor de todo el mal-, por Cabeza.
• Global: la visión universal e integral de una “casa común” para una única familia humana.
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LA CULTURA Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
2. 3. ¿Cuáles son las repercusiones de estos modelos culturales en las condiciones de vida de las
personas?
• Individualismo en forma de narcisismo, hedonismo, preocupación psicológica del propio “yo”, que
busca la satisfacción de sus deseos insaciables. Interesa la búsqueda del placer fácil, el éxito rápido, el
enriquecimiento inmediato, de forma que en aras de un gozoso presente se eclipsa el horizonte de futuro.
• Primacía del sentimiento y exaltación de la libertad sin principios imperativos externos al sujeto a los
que deba someterse y sin ningún tipo de vínculo que le afecte.
• Vacío ético que reduce la fundamentación de los valores a meros consensos sociales subjetivos.
• Mentalidad científico-técnica como forma de pensamiento predominante debido a los éxitos que han
permitido en gran parte el cambio y desarrollo social de los nuevos tiempos. Esto ha provocado un
arrinconamiento de otras formas de conocimiento de la realidad que no se ajustan al modo de proceder
de la ciencia, entre las que se encuentra la fe.
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• Pluralismo de ofertas de sentido al que se ha llegado no sólo por el fenómeno migratorio -como fruto,
en gran medida, de la globalización- sino también por la pérdida de la cosmovisión que ofrece la religión
cristiana debido al proceso de secularización de la modernidad.
• Proceso de secularización por el que la religión pasa del ámbito público al privado, con la consiguiente
falta de relevancia a la hora de organizar y administrar la sociedad.
• Un nuevo despertar de lo religioso vivido no como un volver a situaciones pasadas, en las que la
institución religiosa era la encargada de socializar en la fe, sino como una religiosidad a la carta. 2. 4.
¿Cómo podemos afrontar los retos de la cuestión cultural?
• Presentando a la persona humana como el centro de la vida social y cultural.
• Mostrando a Jesucristo como la verdad última del ser humano: “el misterio del hombre sólo se
esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS, 22).
• Por el conocimiento de la cultura actual y discernimiento de la misma.
• Contrarrestando la cultura de la muerte con la cultura cristiana de la solidaridad como viene enseñando
de forma constante la DSI.
• Proponiendo modelos culturales alternativos desde la fe.
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• Sentido clásico o subjetivo de cultura.
• Sentido empírico o sociológico de cultura.
2. 4. Inculturación de la fe.
• “Ha pasado ya, incluso en los países de antigua evangelización, la situación de una sociedad cristiana,
la cual, aún con las múltiples debilidades humanas, se basaba explícitamente en los valores evangélicos
(…). El cristianismo del tercer milenio debe responder cada vez mejor a esta exigencia de inculturación.
Permaneciendo plenamente uno mismo, en total fidelidad al anuncio evangélico y a la tradición eclesial,
llevará consigo también el rostro de tantas culturas y de tantos pueblos en que ha sido acogido y
arraigado” (NMI, 40).
• Significado del término
• Fundamento bíblico-teológico
• Nueva conciencia de la necesidad de la inculturación
• Criterios de la inculturación.
2. 1. Importancia de los medios de comunicación social para el surgimiento de una cultura mediática
• Cada vez cobran mayor importancia en nuestra era de la imagen los medios de comunicación social:
“la Galaxia Marconi introduce en la sociedad actual la comunicación espontánea, instantánea y
universal. Su objetivo es el de llegar al mayor número de personas con el mayor número de mensajes,
englobando a la gran familia humana en una sola aldea global (McLuhan). Esta dimensión planetaria de
la comunicación es la característica más sobresaliente de los medios de comunicación social. Es decir,
existe una relación entre medios y sociedad: los medios configuran de forma determinante la sociedad y
la cultura. Son ellos los que posibilitan una nueva cultura, la “cultura de masas” (cf. IM, 1; RM, 37).
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2. 2. Principios orientadores que vertebran la reflexión cristiana sobre los medios de comunicación
social.
• Las realidades mediáticas en expansión son percibidas como un regalo y también como una amenaza.
Podemos verlas como regalos, evocando una llamada para su uso creativo e innovador en la vida
eclesial, o como una amenaza que provoca miedo a que nos distraigan de la escucha de la Buena Nueva
en nuestra vida diaria. Frente a la opinión tradicional de que los medios son simples instrumentos, cuya
validez depende del uso que se haga de los mismos, es decir, de los contenidos que difundan, se impone
un nuevo planteamiento: ¿qué es los que estas nuevas tecnologías hacen del hombre? A este
planteamiento tratará de responder la Iglesia, consciente de que ella misma también puede sentirse
afectada. El pensamiento de la Iglesia sobre la comunicación apuesta por la naturaleza y el carácter
social de este fenómeno al servicio de todo el hombre y de todos los hombres. Desde este presupuesto,
se establece que “el hombre mismo es la norma en el uso de los MCS; los principios morales que a ellos
se refieren deben apoyarse en la conveniente consideración de la dignidad del hombre, llamado a formar
parte de la familia de los hijos adoptivos de Dios” (CP, 14).
• Vivimos un momento histórico en que los “media” están cambiando su naturaleza y ampliando su
rango. Los cambios se han ido forjando en el siglo XX al reavivarse la comunicación del mundo oral
con el teléfono y la radio, y al completar la imagen en movimiento (cine y televisión) a la mera palabra.
El invento y rápida expansión del ordenador personal, y ahora el crecimiento explosivo de las
conexiones de éstos con las redes mundiales de Internet, crean un entorno genuinamente nuevo y
transformador para proclamar el Evangelio. Ante el nuevo universo comunicativo de las “autopistas de
la información” o de las “redes”, de entre las que Internet es hoy un claro ejemplo, se han de tener en
cuenta una serie de principios ético-deontológicos válidos para los medios de comunicación social. Las
nuevas tecnologías, que en sí mismas no son ni malas ni buenas, deberían estar al servicio del
crecimiento humano, del progreso ético, de la liberación de la miseria y de la ignorancia, y no de una
explotación irracional que comercialice a las personas. El valor de estas tecnologías depende del uso que
hagamos de ellas, de nuestro sentido crítico y ético, de la necesidad de poner los valores humanos y
personales como eje y criterio básico en este medio. Un sentido ético que no puede estar basado en la
simple prohibición, sino muy especialmente en una libertad fundamentada en la responsabilidad de los
usuarios.
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(Elaborado por Víctor Romero)
I. CONCEPTOS BÁSICOS SOBRE ECOLOGÍA
1.1. Ecología
Término introducido por el alemán Erns Haeckel (1834 – 1919). La ecología se ha constituido en una
ciencia relativamente nueva. “Por ecología entendemos al conjunto de la ciencia en cuanto a las
relaciones del organismo con el entorno, a donde confluyen, en sentido amplio, todas las condiciones de
la existencia”. Este concepto pertenece al naturista y ecólogo Haeckel y es de 1866.
La palabra ‘ecología’ proviene del griego Oikos (casa, habitad) y Logos (tratado, estudio). La ecología
es una ciencia multidisciplinaria e interdisciplinaria. Es una ciencia que integra muchas disciplinas
como ser la biología, las ciencias naturales, la química, la física y otras más, y esto porque su estudio no
es sobre un fenómeno determinado, sino sobre la interrelación de unos fenómenos con otros. Asume un
enfoque holístico en su estudio de la realidad.
La ecología lejos de ser una simple propaganda, hace referencia a un problema de enormes e
incalculables consecuencias para la vida en el planeta. Al hablar de ecología no sólo se trata de tener un
mundo habitable y acogedor sino de la necesidad de una respuesta humana, científica, ética, cultural y
religiosa ante el desafío del cuidado y el fortalecimiento del medio ambiente.
La ecología no se reduce a plantar arbolitos y conservar los pocos bosques que aún quedan, sino
significa ante todo de preservar el ecosistema de la naturaleza. Ecología significa entender cómo todos
los seres de la naturaleza son dañinos para una cosa pero también son benéficos para otra. Se da un
equilibrio entre su acción destructiva y su acción constructiva en estos seres. La única especie que
puede ser solamente dañino es el hombre porque es capaz de generar una acción prolongada de
destrucción del medio ambiente. Especialmente en estos últimos siglos el hombre ha generado una
acción continúa de deterioro del medio ambiente planetario1.
1.2. Ecosistema
Es una unidad ecológica, que contiene un conjunto de radios de acción de poblaciones como ser
insectos, aves, mamíferos, humanos, etc. Los ecosistemas son unidades abiertas, con cierta
autorregulación entre sus componentes que son: la ‘biocenosis’ o comunidad de seres vivos (animales,
plantas, microorganismos) y el ‘biotopo’ o factores no vivos del entorno (agua, aire, clima y suelo).
Estos componentes básicos se encuentran en un proceso permanente de interrelación.
Se llama al espacio donde tienen lugar los procesos ecológicos. Todos los organismos, incluyendo al
hombre, y los elementos no vivos son parte integrante del medio ambiente. Por su parte, se llama
‘entorno’ al espacio que rodea a un organismo. Hoy en día, raras veces se encuentra un medio ambiente
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Contaminación del aire por la continua emisión de gases en la atmósfera a cargo de fábricas de gran escala, la depredación
desmedida de los árboles, la contaminación de las aguas por los residuos químicos que se echan a los ríos, lagos y mares, la
extinción de la micro fauna y flora a causa de la utilización de productos químicos en la agricultura.
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en su estado natural, por lo general se encuentran en un estado ‘antropógeno’, es decir alterado o
cambiado por la acción del hombre según sus necesidades, aspiraciones e intereses.
En los orígenes de la Doctrina Social de la Iglesia, en los escritos de León XIII se hace referencia a la
dialéctica entre la reivindicación del derecho de la propiedad privada de los bienes y el destino social de
los mismos, de este tema se deducen dos aspectos para la preocupación del medio ambiente. Uno, el
puesto del hombre en el medio que le sirve de casa. Dos, la necesidad de un cambio de paradigma
actitudinal para las relaciones del hombre con el medio ambiente.
El Papa Pío XI, en la audiencia a los jóvenes exploradores católicos del 6 de junio de 1925, pide
reconocer en todas las criaturas una voz y una función que el creador les da, que hace trascender a éstas
de una visión puramente objetual y pasiva. También resalta la actitud tradicional de los creyentes que
descubre en la naturaleza una referencia al absoluto. Esta actitud en vez de degradar a la naturaleza más
bien la engrandece.
Por su parte el Papa Pío XII, en su discurso del 3 de diciembre de 1939 en la Pontificia Academia de
Ciencias, advierte el peligro de caer en una idolatrización de la naturaleza. La naturaleza revela belleza,
orden, fuerza y grandeza, pero todo esto le viene de Dios, no de sí misma, la grandeza de la naturaleza
narra la gloria de Dios.
El Papa Juan XXIII, en la encíclica Mater et Magistra del 15 de mayo de 1961, señala los problemas del
área rural producida por la industrialización y el fenómeno de la urbanización. Este Papa habla del
respeto a la naturaleza en una era de industrialización desmesurada. Señala los problemas graves para el
equilibrio biológico en el planeta, causada por la explosión demográfica de los últimos tiempos.
El Papa Juan Pablo II en la encíclica Sollitudo Rei Socialis del 30 de diciembre de 1987, en la parte IV
de este documento señala unas consideraciones fundamentales del auténtico desarrollo humano. La
conveniencia de tomar mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas
categorías de seres, vivos o inanimados, según las propias e inmediatas exigencias económicas. Se debe
estar convencido de la limitación de los recursos naturales, algunos de los cuales no son renovables o
cada vez lo son más difícilmente. Se debe tomar conciencia de las consecuencias de un cierto tipo de
desarrollo, meramente económico, sobre la calidad de la vida en las zonas más industrializadas. De
estas consideraciones se deduce lo siguiente. La sociedad capitalista, marcada por el consumo y la
competitividad más agresiva, no es compatible con una ecología de rostro humano. La economía de
mercado destruye a la larga al otro y a lo otro, puesto que la ley del más fuerte, que en ella encuentra su
máxima vigencia, termina por destruir la ‘casa humana’ con sus habitantes.
Este mismo Papa, en su mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz (01/01/90),
considera la crisis ecológica como un problema moral por lo siguiente. La falta de responsabilidad en la
aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. La falta de respeto a la vida
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expresada en la manipulación genética, el desarrollo irreflexivo de nuevas especies de plantas y formas
de vida animal, y las intervenciones en el origen mismo de la vida humana (eugenesia).
En la encíclica Centecimus Annus del 1 de mayo de 1991, en el capítulo IV, Juan Pablo II dice que la
tierra tiene una fisonomía propia y un destino anterior que fueron dados por Dios, frente a los cuales el
hombre puede desarrollar pero no traicionar. El Papa recuerda que el ‘señorío del hombre’ en la
naturaleza no debe ser ejercido arbitrariamente. Este señorío sólo puede ser ejercido rectamente cuando
el hombre descubre y aprecia la dignidad de lo creado, cuando reconoce su finalidad propia en Dios
(teleología), y cuando entabla un diálogo amoroso con todo lo creado. Esta encíclica aboga por una
ecología plenamente humana. No sólo la naturaleza es don de Dios para el hombre sino el hombre es
para sí mismo un don de Dios. En consecuencia, debe respetar su condición natural, moral y espiritual
con que ha sido dotado.
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“APORTE DEL PENSAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA EN LA REFLEXIÓN/ACCIÓN
REFERIDO AL DESARROLLO Y LA ECOLOGÍA”
‘Desarrollo’ es un término polisémico cuyo origen se sitúa en la década de los 50 del siglo pasado, al
término de la Segunda Guerra Mundial. Históricamente este término ha ido adquiriendo diversas
acepciones desde su aparición: se viene hablando de desarrollo económico, desarrollo integral,
desarrollo endógeno, desarrollo sostenible, desarrollo centrado en la persona y el término desarrollo
globalizado entra en escenario en la primera década de este nuevo milenio.
Ahora bien, quince años antes de que la Asamblea General de las Naciones Unidas proclame
oficialmente el derecho de los pueblos al desarrollo, en 1986, el Sínodo de los Obispos de 1971 ya
reclamaba este derecho, refiriéndose al mismo como un proceso de transformación social que conduzca
a la erradicación de la pobreza y al protagonismo de los pueblos en su propia promoción, para lo cual es
necesaria una recta comprensión de la autodeterminación, todo ello en un horizonte de la participación
como cauce de consecución.
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En relación con lo señalado, se puede decir que el aporte de las encíclicas sociales al tema del desarrollo
es el de proporcionarle nuevos adjetivos descriptivos, cada uno de ellos con su respectivo modelo
antropológico subyacente.
Las tres encíclicas donde la cuestión del desarrollo tiene una referencia especial son la Populorum
Progressio (1967) de Pablo VI, la Sollicitudo Rei Socialis (1987) de Juan Pablo II y la Caritas in
Veritate (2009) de Benedicto XVI. La primera aporta con los adjetivos integral y solidario y dice que el
desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico, para ser auténtico debe promover a todos los
hombres y a todo el hombre. La SRS contribuye con el adjetivo trascendente que recoge del modelo del
humanismo trascendente. Esta encíclica afirma que el desarrollo no puede consistir solamente en el uso,
dominio y posesión indiscriminada de las cosas creadas y de los productos de la industria humana, sino
más bien en subordinar la posesión, el dominio y el uso a la semejanza divina del hombre y a la
vocación hacia su inmortalidad. Por su parte la CV aporta con el adjetivo vocacionado, afirma que el
desarrollo es una vocación, nace de una llamada trascendente y por ello es incapaz de darse su
significado último por sí mismo. Esta encíclica afirma que cada hombre encuentra su propio bien
asumiendo el proyecto que Dios tiene para él, en dicho proyecto encuentra su verdad y, aceptando esta
verdad, se hace libre.
Refiriéndonos ahora a la encíclica Laudato Si, habrá que decir que ésta pone en tela de juicio el modelo
actual de ‘desarrollo global’. Modelo que ha devenido en un consumismo irracional, especialmente en
los países industrializados del super-desarrollo derrochador y consumista. Esta encíclica pone en
cuestión la lógica productivista del actual modelo de desarrollo basado en la agricultura industrial, el
extractivismo, la mercantilización de la naturaleza, la alianza entre la economía y la tecnología, y el mito
del crecimiento infinito. Lo señalado lleva a concluir que el actual modelo de desarrollo es
ecológicamente inviable y socialmente destructivo, por lo que urge imaginar otros futuros posibles y la
forma de construirlos.
El fruto de ese diálogo sincero deber ser la construcción de un nuevo modelo de desarrollo que tenga por
base la sobriedad y la solidaridad. En esa dirección, el autor de la encíclica ecológica recomienda
desacelerar el ritmo de producción y de consumo actual; también recomienda un cambio radical en el
uso de las técnicas y de las finalidades de la producción para dar lugar a un nuevo modo de vida.
Francisco habla de una ‘economía ecológica’; una economía que evalúe los costos y beneficios
considerando los intereses del conjunto social y que supere la perspectiva del paradigma económico
actual. Plantea también que los pobres y marginados deben ser el centro de nuestra preocupación y que
el reto moral es intergeneracional.
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Dos años antes, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013), el papa Francisco criticaba la
‘teoría del derrame’ y la ‘cultura del descarte’, notas centrales del actual modelo de desarrollo. Pero
como todo profeta, Francisco no se limita a denunciar el mal, ¡sino que sobre todo anuncia el bien! Su
descripción del mundo es dramática pero esperanzadora. Y dice que cuando la comida se comparte de
manera justa, solidaria, no se priva a nadie de lo necesario, cada comunidad puede satisfacer las
necesidades de los más pobres.
Sabemos que la preocupación por el medio ambiente aparece en los años 60 del siglo pasado, cuando se
fue tomando conciencia de que el impacto de la economía industrial en la naturaleza era notable. Sin
embargo, fue a inicios de los años 70 en que se dispararon las alarmas a nivel mundial, especialmente a
partir de la publicación del informe al Club de Roma con el título Los límites del crecimiento (1972).
Durante esos años, el discurso ecológico tuvo una primera vertiente meramente cuantitativa según la
cual de lo que se trata es de consumir menos energía y de gastar menos recursos hasta llegar a un punto
óptimo en que el planeta tenga tiempo para recuperarse. Luego surgió una segunda vertiente de tipo
cualitativo según la cual, en el marco de una ética ecológica, se trata de despertar la conciencia por el
respeto de la naturaleza como un modo nuevo de ser y convivir con ella. La naturaleza es la casa del
hombre y por ello éste tiene el deber de cuidarla.
Ahora bien, la Iglesia Católica manifestó su sensibilidad ecológica justo cuando apareció la
preocupación secular por el medio ambiente. En la década de los 60, la Iglesia ya publicó dos
documentos, una encíclica papal y una declaración conciliar, donde se habla de la ecológica. Dichos
documentos son la Mater et Magistra de Juan XXIII (1961) y la Constitución Pastoral Gaudium et Spes
del Concilio Vaticano II (1965).
Más adelante, en los años 70 el papa Pablo VI lanza la idea de que el problema ecológico no es
simplemente un problema técnico (se estaría consumiendo más de lo que la Tierra puede producir). El
problema ecológico es sobre todo un ‘problema moral’. No basta con cambiar el ritmo de crecimiento
económico sino que el ser humano debe redescubrir su responsabilidad para con la naturaleza.
Luego, entre los años 80 y 90 el papa Juan Pablo II hizo del tema ecológico uno de sus ejes doctrinales,
poniéndolo en relación con el desarrollo humano y con la paz mundial. Este papa desarrolló su
preocupación ecológica especialmente en tres de sus encíclicas: Redemtor Hominis (1979), Sollicitudo
Rei Socialis (1987) y Centesimus Annus (1991).
En la encíclica Caritas in Veritate (2009), Benedicto XVI dedica todo un capítulo a la ecología, el
cuarto. En dicho documento, el papa insiste en no abordar el tema ecológico de manera aislada, sino en
relación estrecha con el desarrollo humano, con la bioética y con la Teología de la Creación. Benedicto
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XVI habla del derecho de aprovechar los bienes de la naturaleza pero al mismo tiempo del deber de
protegerla. Por otro lado, advierte que no hay que olvidarse de la naturaleza pero tampoco endiosarla, la
naturaleza es creación de Dios que espera llegar a su plenitud en Cristo al final de los tiempos. Entronca
la ecología con la solidaridad a través de nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones, así
surge el concepto de solidaridad y justicia intergeneracional. También se exhorta a que las relaciones
con la medio ambiente se conciba en términos de una alianza hombre – naturaleza ya que cuando en la
sociedad se respeta la ecología humana, esto es la bioética, también la ecología ambiental se beneficia.
Recuerda que Dios lo ha creado todo, por lo que el hombre recibe la creación como un regalo y, a
cambio de esto, éste debe ser responsable con la creación. Por ello, más que hablar de ‘dominio’ del
hombre sobre la naturaleza, hay que hablar de ‘responsabilidad’ para con ella. A propósito, la imagen
bíblica del jardín y el jardinero es iluminadora: el jardinero no es señor del jardín, pero el señor le da
permiso para que cuide el jardín, para que lo haga en libertad, sabiendo que el resultado deberá ser
convertirlo en un jardín hermoso.
Así pues la Ecología Integral, como nuevo paradigma de justicia, exhorta a que todos seamos
protectores de la creación y formemos una ciudadanía ecológica; exige una conversión moral en orden al
cuidado de aquello que veneramos y apreciamos; y llama al diálogo y a una nueva solidaridad global
para ir avanzando en la búsqueda del bien común universal.
Algunas conclusiones
El aporte del PSI a los temas del desarrollo y de la ecología no debe ser tomado como un cúmulo de
alocuciones entusiastas y sugestivas. Este aporte es un conjunto de orientaciones, principios y valores
que debe ser ‘acogido’ en el corazón y en la razón para sepamos, queramos y podamos cuidar nuestra
casa común.
Por otra parte, debemos saber que el desarrollo no es un simple concepto, ni es propiedad exclusiva de
algunos (individuos o países), es fundamentalmente ‘un derecho’ de todos los hombres y de todos los
pueblos que habitan el planeta Tierra. Y como tal debe ser comprendido y defendido.
También debemos entender que de la ‘casa común’ no somos dueños absolutos pero tampoco extraños
inquilinos, somos sus ‘jardineros’.
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Finalmente decir que lo que el PSI nos pide es que abramos nuestros oídos al ‘clamor de la Tierra’ y al
‘clamor de los pobres de la Tierra’, pobres que no sólo son personas sino también son los animales,
plantas, aire, ríos, bosques, montañas, etc. Así como a veces ‘escuchamos’ el clamor de nuestro cuerpo
cuando está enfermo o se va enfermar, u otras veces atendemos el grito del prójimo que éste está herido
(como en la Parábola de Buen Samaritano), de igual modo tenemos que aprender a ‘escuchar’ los
gemidos de la Tierra, expresados en el calentamiento atmosférico, la desertización, la erosión, la escases
del agua dulce, etc. Y como resultado de esta escucha, estaremos en condiciones de vivir las grades
‘virtudes ecológicas’: la contemplación de la naturaleza, el discernimiento entre lo que se puede y lo que
se debe hacer, la estimación de la bondad y la belleza de la creación, la reparación o sanación de las
heridas ecológicas y, finalmente, el amor por nuestra Hermana/Madre Tierra y todos sus habitantes.
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1. SOBRE EL DESARROLLO
- La segunda encíclica del papa Francisco, Laudato si' (2015), abrió una perspectiva nueva para el
diálogo Iglesia–sociedad. Lejos de sumarse a la corriente de la “moda verde” de algunos países del norte
y organismos internacionales, como fue interpretado en algunos medios, la encíclica pone en tela de
juicio el modelo actual de desarrollo global, abriendo nuevas perspectivas al respecto.
- Laudato si' presenta un diagnóstico en el que convergen la ciencia y la tradición espiritual cristiana y
ecuménica: la globalización del modelo de consumo propuesto por los países industrializados es
ecológicamente inviable y socialmente destructiva. De allí se deriva un imperativo urgente: imaginar
otros futuros posibles y la forma de construirlos.
- el papa Francisco no sólo planteó la pregunta por el desarrollo, sino que creó un espacio propicio de
diálogo, convocando no sólo a los miembros de la Iglesia, sino sobre todo a los diferentes actores
políticos, económicos y académicos de las diversas disciplinas. Un diálogo abierto y pluralista, que hace
lugar a la discusión, poniendo en evidencia presupuestos hasta ahora incuestionados, es menester para
proporcionar un ideario renovador que pueda servir de marco para la imaginación de los caminos
venideros de la convivencia global, a partir de alternativas prometedoras que impliquen algo más que la
extrapolación del presente.
- Es una encíclica sobre nuestra casa común, como la habitamos y un llamado urgente a modificar un
sistema de “superdesarrollo derrochador y consumista”. Presenta un análisis de la situación ambiental en
el mundo, hace severas críticas al modelo capitalista consumista, responsabiliza a los poderes
económicos y a los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos, pero vinculando al
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mismo tiempo el tema central del cuidado del ambiente y de la naturaleza con la defensa de la vida y la
dignidad de las personas, la pobreza y la exclusión en el mundo y convoca a mirar la realidad de otra
manera.
- La encíclica pone en cuestión la lógica productivista del actual modelo de desarrollo basado en la
agricultura industrial, el extractivismo, la mercantilización de la naturaleza, la alianza entre la economía
y la tecnología y el mito del crecimiento infinito.
- Los desastres ecológicos y el cambio climático no resultan simplemente de comportamientos
individuales –aunque ellos tienen su papel– sino de los actuales modelos de producción y de consumo.
Los dramáticos problemas ecológicos de nuestra época resultan de los engranajes de la actual economía
globalizada, engranajes que constituyen un sistema global, un sistema de relaciones comerciales y de
propiedad estructuralmente perverso. Esta perversidad ética y social no es propia de uno u otro país, sino
de un sistema mundial, donde priman la obsesión del crecimiento ilimitado, el consumismo, la
tecnocracia, el dominio absoluto de las finanzas, la divinización del mercado, la especulación y una
búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad
humana y el medio ambiente.
- El papa Francisco propone un nuevo modelo de desarrollo, basado en la sobriedad y la
solidaridad. Propone desacelerar el ritmo de producción y de consumo actual, lo que puede dar lugar a
otro modo de progreso y desarrollo. Plantea que es imposible seguir en la vía del crecimiento de las
economías industriales, argumentando que la destructividad del modelo capitalista de desarrollo y de
consumo hace preciso un cambio radical de las técnicas y de las finalidades de la producción y, por lo
tanto, del modo de vida.
- Afirma que la solución a nuestros problemas globales requiere una nueva forma de pensar, un cambio
de los valores. Es una visión del mundo que reconoce el valor inherente de la vida no humana, donde
todo el mundo y todas las cosas están interconectadas. Este principio de interconexión es la base de la
cosmovisión de los pueblos originarios y propone prestar atención a su sabiduría.
- Habla de una economía ecológica, una economía que evalúe los costos y beneficios considerando los
intereses del conjunto social y trasciende la perspectiva del paradigma económico actual. Plantea que los
pobres y marginados deben ser el centro de nuestra preocupación y finalmente dice que el reto moral es
intergeneracional.
(José Miguel Yturralde Torres, Centro de Estudios Católicos – CEC)
- En su exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013) el papa Francisco critica la ‘teoría del
derrame’ que supone que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra
provocar por sí mismo una mayor equidad e inclusión social en el mundo. Los hechos han demostrado
que el crecimiento económico no necesariamente se refleja en desarrollo y bienestar social. Es necesario
equilibrar el mercado con un Estado regulador que busque el bien común, y en caso contrario se podría
llegar a una tiranía del capital. (nº 54)
- Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez
más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la
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autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. (nº 56)
- Así mismo el Papa critica fuertemente la ‘cultura del descarte’, que no se limita a botar cosas
materiales sino que hace a las mismas personas descartables, especialmente si son pobres o
discapacitados, si aún no sirve –como el niño que está por nacer— o ya no es necesario –como los
ancianos.
- Pero como todo profeta, el Papa Francisco no se limita a denunciar el mal, ¡sino que anuncia el bien! Su
descripción del mundo es dramática pero esperanzadora. Cuando la comida se comparte de manera justa,
solidaria, no se priva a nadie de lo necesario, cada comunidad puede satisfacer las necesidades de los más
pobres.
- Estoy convencido, dice el Papa, que una apertura tal a lo trascendente puede dar forma a una nueva
mentalidad política y económica, capaz de reconducir toda la actividad económica y financiera dentro de
un enfoque ético que sea verdaderamente humano. La comunidad económica internacional puede contar
con muchos hombres y mujeres de gran honestidad e integridad personal, cuya labor se inspira y guía por
nobles ideales de justicia, generosidad y atención por el auténtico desarrollo de la familia humana. Os
exhorto a aprovechar estos grandes recursos humanos y morales, y a haceros cargo de este desafío con
determinación y visión de futuro. Sin ignorar, por supuesto, los requisitos específicos, científicos y
profesionales, de cada sector, os pido que os esforcéis para que la humanidad se sirva de la riqueza y no
sea gobernada por ella. (Carta dirigida al Foro Económico Mundial reunido en Davo – Suiza, 2014)
2. SOBRE LA ECOLOGÍA
- Porque nosotros mismos «somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos
del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura», estamos llamados a escuchar los
gemidos de la hermana madre tierra que se siente maltratada y saqueada, cuyo clamor y gemido se unen
a los de todos los abandonados del mundo.
- La exhortación del Papa Francisco a los individuos, familias, colectivos locales, nacionales y
comunidad internacional– a una sincera conversión ecológica. Una conversión que tiene que expresarse
mediante un efectivo «cuidado de la casa común».
- La propuesta de la Encíclica (cap. 4) es la de una «ecología integral, que incorpore claramente las
dimensiones humanas y sociales» (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En
esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de
la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún proyecto
puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios
para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico.
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la grave responsabilidad de la política internacional y local,
la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.
- El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia,
una ecología que «incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la
realidad que lo rodea» (15). De hecho no podemos «entender la naturaleza como algo separado de
nosotros o como un mero marco de nuestra vida» (139). Esto vale para todo lo que vivimos en distintos
campos: en la economía y en la política, en las distintas culturas, en especial las más amenazadas, e
incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana.
- La perspectiva integral incorpora también una ecología de las instituciones. «Si todo está relacionado,
también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad
de vida humana: “Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales”»
(142).
- Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un vínculo entre los
asuntos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese vínculo no puede romperse. Así pues, «el
análisis de los problemas ambientales es inseparable del análisis de los contextos humanos, familiares,
laborales, urbanos, y de la relación de cada persona consigo misma» (141), porque «no hay dos crisis
separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental» (139).
- Esta ecología ambiental «es inseparable de la noción de bien común» (156), que debe comprenderse de
manera concreta: en el contexto de hoy en el que «donde hay tantas inequidades y cada vez son más las
personas descartables, privadas de derechos humanos básicos», esforzarse por el bien común significa
hacer opciones solidarias sobre la base de una «opción preferencial por los más pobres» (158). Este es el
mejor modo de dejar un mundo sostenible a las próximas generaciones, no con las palabras, sino por
medio de un compromiso de atención hacia los pobres de hoy como había subrayado Benedicto XVI:
«además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una
renovada solidaridad intrageneracional» (162).
- La ecología integral implica también la vida cotidiana, a la cual la Encíclica dedica una especial
atención, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene una enorme capacidad de adaptación
y «es admirable la creatividad y la generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los
límites del ambiente, [...] aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad» (148).
Sin embargo, un desarrollo auténtico presupone un mejoramiento integral en la calidad de la vida
humana: espacios públicos, vivienda, transportes, etc. (150-154).
- También «nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás
seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el
mundo entero como regalo del Padre y casa común; mientras una lógica de dominio sobre el propio
cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio» (155).
(Pontificio Concilio de Justicia y Paz. Cardenal Peter K.A. Turkson, Presidente. Laudato si’ y ecología
integral, Querétaro, México, 12 de noviembre de 2015)
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- La Ecología Integral como nuevo paradigma.
1. La llamada a ser protectores de la creación. Todos estamos llamados a proteger y cuidar la creación
y la persona humana. Los desafíos resultantes de la desigualdad global y la destrucción del medio
ambiente están inter-relacionados; y actualmente son las mayores amenazas a la familia humana.
Estamos llamados a cuidar de la humanidad y a respetar la gramática de la naturaleza como bienes en sí
mismos. Urge formarnos a la ciudadanía ecológica.
3. La llamada al diálogo y a una nueva solidaridad global. La ecología integral, como base para la
justicia y el desarrollo en el mundo, necesita una nueva solidaridad global, en ella todos y cada uno de
nosotros tenemos un papel que desempeñar, donde aún las acciones pequeñas marcan la diferencia. Al
centro de la ecología integral, de la llamada al diálogo y de la nueva solidaridad, está la transformación
del corazón humano, que asume el bien de la persona humana como el valor clave que dirige la
búsqueda del bien común universal.
- Las víctimas de la crisis socio-ambiental y su grito por justicia y solidaridad: «no podemos dejar de
reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe
integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como
el clamor de los pobres» (nº 49)
- Al hablar de ecología integral, la Laudato si’, conjuga los términos ambientales, económicos, sociales,
culturales y de la vida cotidiana, incluso haciendo referencia al bien común y a la relación entre
generaciones diversas. (Cap. IV)
- La seria crisis ecológica actual nos afecta a todos, aunque no seamos igualmente responsables de sus
causas.
- Solo el protagonismo de los pobres puede generar esas soluciones innovadoras que necesitamos
urgentemente en torno a la crisis ecológica. «Pueden hacer mucho. Ustedes los más humildes, los
explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la
humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas
creativas […] y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, cambios
nacionales, cambios regionales y cambios mundiales» (FRANCISCO, Discurso al II Encuentro mundial
de movimientos populares, 9 de julio de 2015)
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- Llamamiento a los Negociadores de la COP 21 (Cumbre de Naciones Unidas sobre el cambio
climático, París 2015). El llamamiento ha sido redactado por Cardenales, Patriarcas y Obispos de todo el
mundo en representación de las agrupaciones continentales de las conferencias episcopales nacionales, y
está dirigido a todos los negociadores. En él se insta a trabajar a favor de la aprobación de un acuerdo
justo sobre el clima, legalmente vinculante y motor de un verdadero cambio transformacional17 y que
lleve al mundo hacia la total decarbonización, elemento clave para la sobrevivencia de la humanidad...
Los 20 puntos más importantes de la encíclica "Laudato si":
1. Cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y consumo y las estructuras
de poder.
2. Rechazo de los poderosos y la falta de interés de los demás por el medio ambiente.
3. Se afirma que la Tierra parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.
4. Limitar al máximo el uso de recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la
eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar.
5. Hay una general indiferencia ante el trágico aumento de migrantes huyendo de la miseria
empeorada por la degradación ambiental.
6. Critica la privatización del agua, un derecho humano básico, fundamental y universal que
determina la supervivencia de las personas.
7. Se asegura que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más
pobre y habla de una verdadera deuda ecológica entre el Norte y el Sur.
8. Fracaso" de las cumbres mundiales sobre medio ambiente, en las que el interés económico llega
a prevalecer sobre el bien común.
9. Es el poder conectado con las finanzas el responsable de no prevenir y resolver las causas que
originan nuevos conflictos.
10. Es necesario recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano.
11. Cuando no se reconoce (...) el valor de un pobre, de un embrión humano, de una persona con
discapacidad, difícilmente se escucharán los gritos de la misma naturaleza.
12. Es una prioridad el acceso al trabajo por parte de todos.
13. A veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero.
14. Se pide que las comunidades aborígenes se conviertan en los principales interlocutores del
diálogo sobre medio ambiente.
15. Se critica la lentitud de la política y las empresas, están lejos de estar a la altura de los desafíos
mundiales.
16. La "salvación de los bancos a toda costa (...) solo podrá generar nuevas crisis".
17. Critica que la crisis financiera de 2007-2008 no haya creado una nueva regulación que llevara a
repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo el mundo.
18. Se asegura que las empresas se desesperan por el rédito económico y los políticos por conservar
o acrecentar el poder y no por preservar el medio ambiente y cuidar a los más débiles.
19. Se cree que la solución requiere educación en la responsabilidad ambiental, en la escuela, la
familia, los medios de comunicación, la catequesis.
20. El papa anima a los cristianos a ser protectores de la obra de Dios porque es parte esencial de una
existencia virtuosa.
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Consejos del papa ecológico:
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