Unfpa Estudio Enadis Digital 3
Unfpa Estudio Enadis Digital 3
Unfpa Estudio Enadis Digital 3
y violencia de género
HACIA LAS MUJERES CON DISCAPACIDAD
A la luz de la Encuesta Nacional de Discapacidad (ENADIS, 2018)
Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA)
Paula Antezana Rimassa
Evelyn Durán Porras
Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (CONAPDIS)
Lizbeth Barrantes Arroyo
José Alberto Blanco Méndez
Asociación Latinoamericana de Mujeres con Discapacidad (ALAMUD)
Damaris Solano Murillo
Ericka María Álvarez Ramírez
Equipo consultor
Cristina Umaña Araya
Mariana Camacho Cordero
Revisión y análisis estadístico
Paola Omodeo Cubero
Diseño Gráfico
Ester Molina Figuls - TETEYARTE -
300
F673S Salud sexual y reproductiva y violencia de género hacia las mujeres con
discapacidad a la luz de la Encuesta Nacional de Discapacidad (ENADIS
2018) : [Libro digital] / Fondo de Población de Naciones Unidas. -- 1a ed.
-- San José, Costa Rica: Fondo de Población de las Naciones Unidas, 2021.
1 PDF : 10564 Kb
ISBN 978-9930-9645-5-2
Fondo de Población
de Naciones Unidas, UNFPA CR
http://costarica.unfpa.org
[email protected]
Tel: (506) 2296-1265
Tabla de contenidos
PRESENTACIÓN............................................................................................................5
AGRADECIMIENTOS.....................................................................................................6
INTRODUCCIÓN............................................................................................................7
1. Marco metodológico...............................................................................................9
B. Componente cualitativo.............................................................................. 11
B. Nivel de instrucción....................................................................................34
C. Lugar de residencia....................................................................................36
D. Nivel de ingresos........................................................................................40
E. Vivienda......................................................................................................43
4
A. Tipos de violencia....................................................................................... 74
D. Discriminación............................................................................................84
BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................93
PRESENTACIÓN
AGRADECIMIENTOS
Este estudio no hubiese sido posible sin el apoyo de un grupo importante de lideresas
con discapacidad de todo el país. Ellas son:
INTRODUCCIÓN
A partir del año 2006, con la entrada en vigor de la Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad (CDPD), ratificada en Costa Rica en 2008, se consolidó el
modelo social de discapacidad y la afirmación de la perspectiva de los derechos humanos
para todos los aspectos relacionados con las personas en situación de discapacidad, lo
que abonó en la necesidad de información cuantitativa y cualitativa.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, suscrita por 193 Estados que conforman las
Naciones Unidas en 2015, incluyendo Costa Rica, se sustenta en el principio de “no dejar
a nadie atrás”. Las personas con discapacidad han sido históricamente dejadas atrás en
los avances del desarrollo y la justicia social y la Agenda 2030 se ha propuesto cerrar
esta enorme brecha. Es así como debe incluirse, de manera transversal, a las personas
con discapacidad en el cumplimiento de los 17 objetivos de desarrollo sostenible y sus
correspondientes metas e indicadores. Pero, además, se incluyen metas específicas
relacionadas con personas con discapacidad en 5 de los ODS (4: educación de calidad,
8: trabajo decente y crecimiento económico, 11: ciudades y comunidades sostenibles,
10: reducción de las desigualdades y 17: alianzas para lograr los objetivos) y en todos
aquellos en que se hace referencia a las personas en situación de vulnerabilidad.
1. Marco metodológico
A. Características de la Encuesta
Nacional sobre Discapacidad
E
l diseño muestral utilizado por el INEC se basó en el Marco Muestral de Viviendas
del año 2011 y la cartografía preparada para el Censo de Población y Vivienda de
ese año fue la fuente de información para la selección de las Unidades Primaria
de Muestreo (UPM) de la ENADIS 2018. El diseño de la muestra es probabilístico
por áreas, estratificado y de tres etapas. De áreas, porque las unidades de muestreo
son áreas geográficas o UPM y las probabilidades de selección de las viviendas están
asociadas a estas UPM. Estratificado, ya que para la distribución y selección de la
muestra se definieron los estratos antes señalados. Y de tres etapas, ya que en la primera
etapa se seleccionaron las UPM; en la segunda las viviendas o Unidades Secundarias
de Muestreo (USM) dentro de las UPM; y en la tercera etapa se seleccionó una persona
de la población de interés dentro de esas viviendas1.
1 Para información más precisa sobre el diseño muestral, véase: INEC-Costa Rica (2019), Encuesta Nacional sobre
Discapacidad, 2018. Resultados Generales.
10
Tabla 1.
Módulo I:
Módulo II: Individual
Vivienda y hogar
Temas
A. Características sociodemo- A. Características sociodemo- J. Productos de apoyo, ser-
gráficas gráficas vicios o animales de asis-
tencia
B. Empleo e ingresos K. Servicios
C. Ambiente como barrera o L. Calidad de vida
facilitador
D. Desempeño y funciona- M. Participación política, social
miento y tiempo libre
B. Empleo e ingresos del hogar E. Capacidad y salud N. Acceso a la información
F. Condición de salud O. Percepción de discrimina-
ción
H. Asistencia personal G. Salud sexual
I. Actitudes de otras personas P. Violencia
Fuente: Elaborado con base en: CONAPDIS, INEC (2019). Encuesta Nacional sobre Discapacidad
2018, San José.
El factor de expansión se aplica a cada unidad de estudio en la muestra para obtener una
estimación poblacional y se interpreta como la cantidad de unidades en la población que
representa cada unidad en la muestra. El INEC, en esta encuesta, calculó dos factores
de expansión: un factor de expansión por vivienda, que estima el total de viviendas y el
total de población de Costa Rica y un factor de expansión de personas que estima el
total de personas de 18 años y más en Costa Rica.
B. Componente cualitativo
Para la realización del estudio, se consideró necesario establecer un vínculo directo con
las mujeres con discapacidad, con el objetivo de capturar el aporte de sus vivencias,
experiencias y definiciones, relacionadas con la salud sexual y reproductiva y la violencia
de género. En definitiva, el componente cualitativo se propuso ahondar en el conocimiento
de la narrativa que las mujeres han elaborado acerca de sus experiencias.
MARCO METODOLÓGICO
12
En el caso particular del mini-taller con mujeres sordas desarrollado en Liberia, se contó
con la participación de tres intérpretes del Lenguaje de Señas Costarricense (LESCO).
Las temáticas se abordaron a partir de preguntas generadoras para el debate (Véase
Anexo 1) y presentación de casos -reales y ficticios-, que permitieron generar la discusión
y participación activa de las mujeres asistentes.
X Prejuicios y estereotipos.
X Violencia de género.
Los mini-talleres tuvieron una duración de 7 horas (de las 9 a las 16 horas), con excepción
del realizado con mujeres con discapacidad cognitiva y psicosocial, que tuvo una
duración de tres horas.
2 Un grupo de lideresas y mujeres en la zona de Naranjo que no está jurídicamente constituido pero que mantiene
un nivel de incidencia y comunicación alta, mediante las redes sociales.
La programación inicial apuntaba a que cada temática tuviese una duración no mayor
a las dos horas; no obstante, en todos los casos, la agenda se vio alterada porque las
mujeres evidenciaron gran interés por abordar el tema de violencia, incluso desde la
primera actividad de presentación de las personas participantes.
El promedio de edad de las mujeres participantes fue de 39 años. Por grupos de edad,
29 de ellas se encontraban entre los 18 y 35 años; 39 mujeres tenían entre 36 y 64 años
y tres eran adultas mayores. Se contó, además, con la participación de dos mujeres
adolescentes, con el permiso de la persona encargada. La edad mínima fue de 15 y la
máxima de 69 años. Muchas de estas mujeres han participado en procesos de consulta
y/o capacitación generados por distintas instituciones públicas y de la sociedad civil
organizada.
MARCO METODOLÓGICO
15
P
ara analizar el marco normativo internacional relacionado con los derechos
sexuales y reproductivos y la prevención de la violencia de género de las
mujeres y niñas con discapacidad, es necesario hacer referencia a los
instrumentos internacionales generales, que son aplicables a todas las personas
y posteriormente hacer énfasis en la Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad, que es el marco jurídico específico que se refiere a las personas con
discapacidad y donde se puede encontrar la intersección entre género y discapacidad.
sexual de las niñas, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la
mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales perniciosas contra la mujer, la
intimidación sexual, entre otras” (art. 2).
1. El derecho a decidir, de manera libre y voluntaria, sobre el número de hijos e hijas que
se desea tener, sea en pareja o de manera individual.
3 En materia de atención a mujeres con discapacidad, destacan los artículos 1, 2, 3, 7 y 8 de la Convención de Be-
lém do Pará.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad4 inauguró una
nueva etapa en la concepción de la discapacidad desde la perspectiva de derechos
humanos, alejándose de otras perspectivas paternalistas, asistencialistas o médicas.
Esta Convención, además, marca un hito fundamental en los derechos sexuales y
reproductivos de las personas con discapacidad, pues se refiere a ellos de manera clara.
Siguiendo el Informe “La salud y los derechos en material sexual y reproductiva de las
niñas y las jóvenes con discapacidad”, de la Relatora Especial sobre los derechos de las
personas con discapacidad (2017), se puede resumir de la siguiente manera los avances
que trae la Convención en esta materia:
X prohíbe las prácticas nocivas y discriminatorias contra las personas con discapacidad
en todas las cuestiones relacionadas con el matrimonio, la familia, la paternidad y las
4 Ratificada por Costa Rica mediante Ley 8661 del 29 de agosto de 2008.
MARCO NORMATIVO
18
X pide que se ponga fin a todas las formas de explotación, violencia y abuso, incluidos
los aspectos relacionados con el género (art. 16); y
Además, la Convención aborda, de manera transversal, los derechos de las niñas y de las
mujeres. En el art. 6 se reconoce que las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas
a múltiples formas de discriminación y se exige a los Estados que adopten medidas para
asegurar que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de los derechos,
y asegurar su pleno desarrollo, adelanto y potenciación. Los Estados deben incorporar
sistemáticamente los intereses y los derechos de las niñas con discapacidad en todos
los planes de acción, estrategias y políticas nacionales relativos a la mujer, la infancia y
la discapacidad, así como en sus planes sectoriales. También deben adoptar medidas
selectivas y supervisadas dirigidas específicamente a las niñas con discapacidad en las
que se tengan también en cuenta su salud y derechos sexuales y reproductivos.
El derecho a vivir una vida libre de violencia parte del reconocimiento de que las mujeres
y las niñas con discapacidad “suelen estar expuestas a un riesgo mayor, dentro y fuera
del hogar, de violencia, lesiones o abuso, abandono o trato negligente, malos tratos o
explotación” (Preámbulo de la CDPCD).
X En primer lugar, el Estado tiene el deber de adoptar las medidas de carácter legislativo,
administrativo, social, educativo y para proteger a las personas con discapacidad,
tanto en el seno del hogar como fuera de él, de todas las formas de explotación,
violencia y abuso, incluidos los aspectos relacionados con el género.
X Además, el Estado tiene el deber de impedir cualquier forma de explotación, violencia
y abuso asegurando, entre otras cosas, “que existan formas adecuadas de asistencia
y apoyo que tengan en cuenta el género y la edad para las personas con discapacidad
y sus familiares y cuidadores, incluso proporcionando información y educación sobre
la manera de prevenir, reconocer y denunciar los casos de explotación, violencia y
abuso”. Se debe asegurar que los servicios de protección tengan en cuenta la edad,
el género y la discapacidad.
X El párrafo 3 del art. 6 establece el deber del Estado de supervisar, por parte de
autoridades independientes, los servicios y programas dirigidos a prevenir la
explotación, violencia y abuso.
MARCO NORMATIVO
20
X Los Estados deben tomar las medidas pertinentes para promover la recuperación
física, cognitiva y psicológica, la rehabilitación y la reintegración social de las
personas con discapacidad que sean víctimas de cualquier forma de explotación,
violencia o abuso, incluso mediante la prestación de servicios de protección. “Dicha
recuperación e integración tendrán lugar en un entorno que sea favorable para la
salud, el bienestar, la autoestima, la dignidad y la autonomía de las personas y que
tenga en cuenta las necesidades específicas del género y la edad.
A nivel nacional hay que citar, en primer lugar, la Ley de Igualdad de Oportunidades
para las Personas con Discapacidad, Ley 7600 del 29 de mayo de 1996, que ha
tenido una serie de importantes reformas para armonizarla con la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada en el 2008. Si bien la Ley 7600
no se refiere, de manera expresa a los derechos sexuales y reproductivos, sí establece
una serie de medidas que son relevantes, por ejemplo:
X Es obligación del Estado garantizar que las personas con discapacidad agredidas
física, emocional o sexualmente, tratadas con negligencia, que no cuenten con una
familia o se encuentren en estado de abandono, tengan acceso a los medios que les
permitan ejercer su autonomía y desarrollar una vida digna (art. 4 inc. h).
MARCO NORMATIVO
22
La divulgación del ordenamiento jurídico entre las personas con discapacidad y sus
familias es fundamental para la exigibilidad de estos derechos sobre todo en las zonas
rurales y costeras donde las oportunidades son escasas5.
5 El Fondo de Población de las Naciones Unidas en Costa Rica en alianza con el Consejo Nacional de Personas con
Discapacidad elaboró la versión pedagógica de la Ley de Autonomía de las Personas con Discapacidad
Además, cuenta con una serie de ejes y temas estratégicos, entre los cuales cabe
destacar el eje estratégico “Mejoramiento de la calidad de vida de las personas con
discapacidad”, que agrupa una serie de posibles acciones en la búsqueda de una vida
libre de violencia, discriminación, abuso o maltrato, que implica el establecimiento de
medidas de restitución de derechos y protección hacia las personas con discapacidad,
particularmente de las mujeres (CONAPDIS, 2016):
MARCO NORMATIVO
24
Las mujeres con discapacidad están incluidas en los enfoques (enfoque de diversidad,
acción afirmativa para el reconocimiento, valoración e inclusión de las diversidades), así
como en los ejes transversales y en una serie de indicadores del Plan Quinquenal del
PLANOVI. Además, el CONAPDIS forma parte de las subcomisiones encargadas de los
diferentes ejes de la política, específicamente de los ejes 1 y 4.
MARCO NORMATIVO
27
E
l conocimiento de las condiciones de vida de las personas es un requisito
para la elaboración de políticas públicas efectivas, capaces de romper con
los mecanismos de reproducción de la desigualdad y la exclusión social. Las
evidencias científicamente respaldadas son una herramienta indispensable para
el diseño de cualquier política pública y son especialmente necesarias en el campo
de la discapacidad, debido a la falta de conocimiento sobre el tema y los prejuicios
prevalecientes.
A. Prevalencia de la discapacidad
por sexo y edad
Según la ENADIS 2018, en Costa Rica para ese año residían en el país 670.640 personas
de 18 años y más con discapacidad, lo que representa 18,3% de la población total (para
ese año la estimación de población total de 18 años o más en el país según el INEC era
de 3.661.483 personas). Se destaca que seis de cada diez personas con discapacidad
son mujeres (Gráfico 1).
28
Gráfico 1.
Porcentaje
Mujeres Hombres
Nota: Los porcentajes se calculan con respecto a 3.007.082 personas sin discapacidad y 670.640
personas con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Para el caso de Costa Rica, según la ENADIS 2018, había 216.884 personas adultas
mayores de 65 años con discapacidad, lo que equivale al 32,3% de la población total con
discapacidad, es decir, aproximadamente una de cada tres personas con discapacidad
eran adultas mayores. Para el caso de la población sin discapacidad, se estiman 401.009
personas adultas mayores, lo que corresponde a un 13,3% (Gráfico 2).
Gráfico 2.
Porcentaje
Nota: Los porcentajes corresponden a 3.059.829 personas jóvenes o adultas y 617.893 personas
adultas mayores.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018
Según la ENADIS 2018, la estructura por edad de la población sin discapacidad confirma
esta tendencia; por el contrario, la distribución de la población con discapacidad presenta
una forma de pirámide invertida, lo que significa una mayor concentración de personas
con edades más altas en esta situación (Gráfico 3).
Gráfico 3.
85 y más
80-84
75-79
70-74
Grupos de edad
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
8% 6% 4% 2% 0% 2% 4% 6% 8%
Porcentaje
Gráfico 4.
Costa Rica. Prevalencia de la discapacidad entre la población de 18 años y
más, según curso de vida y sexo. 2018
42.5%
65 y más
26.8%
21.8%
Curso de vida
36 a 64
15.2%
12.3%
18 a 35
7.0%
22.3%
Población total
14.2%
Nota: Porcentajes calculados con base en la población del curso de vida por sexo.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Las formas más severas de discapacidad, las que demandan mayores apoyos y una
mayor atención por parte de los servicios sociales y las familias, tienen una prevalencia
más elevada. La discapacidad severa afecta a un 79,3% de la población total de 18 años
o más con discapacidad (Gráfico 5).
Gráfico 5.
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más con
discapacidad, según sexo y grado de discapacidad.
2018
Nota: Los porcentajes corresponden a 408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018
B. Nivel de instrucción
La adquisición de conocimiento y el desarrollo de las habilidades y destrezas que la
vida social, el mundo productivo y el mercado de trabajo demandan, son aspectos
determinantes de la inclusión social de las personas en situación de discapacidad. La
exclusión social a la cual están tempranamente expuestas estas personas, las priva de
la adquisición de las competencias que posibilitarán una inserción social satisfactoria.
Gráfico 6.
41.8%
Sin instrucción 32.6%
38.8%
Primaria incompleta 22.2%
Nivel de instrucción
25.5%
Primaria completa 14.9%
16.0%
Secundaria incompleta 12.0%
16.9%
Secundaria completa 10.7%
16.2%
Educación superior 10.4%
Nota: Porcentajes calculados con base en la población total para cada nivel educativo por sexo.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Gráfico 7.
17.8%
10.6%
15.0%
Con discapacidad 28.8%
Sexo / Situación de discapacidad
20.2%
6.7%
Mujeres
26.4%
14.9%
22.6%
Sin discapacidad 24.1%
9.1%
2.7%
16.2%
11.1%
17.8%
Con discapacidad 26.8%
18.7%
Hombres
8.6%
23.2%
15.3%
Sin discapacidad 21.7%
25.4%
10.9%
3.0%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35%
Porcentaje
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
C. Lugar de residencia
Gráfico 8
Costa Rica. Prevalencia de la discapacidad entre la población
de 18 años y más por zona y sexo.
2018
22.2%
Urbana 14.2%
18.3%
Zona
22.6%
Rural 14.1%
18.1%
Porcentaje
Nota: Porcentajes calculados con base en la población total de cada zona por sexo.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Gráfico 9
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más según
sexo, situación de discapacidad y zona de residencia.
2018
Sexo / Situación de discapacidad
Urbana Rural
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Gráfico 10
Chorotega 27.1%
16.2%
24.8%
Brunca
20.2%
21.8%
Central
13.4%
19.1%
Huetar Norte
9.2%
Nota: Porcentajes calculados con base en la población total para cada región por sexo.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
D. Nivel de ingresos
Los activos económicos de las personas son uno de los determinantes más importantes
en sus condiciones de vida. Los ingresos generados por estos activos pueden originarse
en el capital humano (salarios), en rentas (propiedades), transferencias públicas (derechos
sociales) o transferencias privadas (remesas familiares), entre otras.
Gráfico 11
30.3%
Quintil I 25.1%
24.9%
Quintil II 15.5%
Quintil de ingreso
20.5%
Quintil III 12.1%
17.4%
Quintil IV 8.8%
16.4%
Quintil V 11.3%
Nota: Porcentajes calculados con base en la población total para cada quintil por sexo.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Gráfico 12
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más según
sexo, situación de discapacidad y quintil respecto al total de la población
2018
35%
30.0% 30.4%
30%
25%
21.6%
Porcentaje
22.9% 22.0%
20% 21.4%
20.5% 21.0%
21.7% 18.5%
15% 22.1% 18.3% 18.6% 14.6%
16.4% 14.5%
20.0%
10% 15.3%
14.8%
15.4%
5%
0%
Sin discapacidad Con discapacidad Sin discapacidad Con discapacidad
Hombres Mujeres
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Según la ENADIS 2018, es posible observar que más de la mitad de las personas con
discapacidad para ambos sexos se concentran en los dos quintiles de menor ingreso,
mientras que solo el 30% de las personas sin discapacidad aproximadamente se ubican
en estos rangos.
Estos resultados confirman las desventajas que la población con discapacidad enfrenta
en materia de activos e ingresos en comparación con las personas que no están en
situación de discapacidad y motivan a profundizar en esta problemática.
E. Vivienda
Casi dos tercios de las personas con discapacidad cuenta con una vivienda ya pagada,
aproximadamente el 15% y un 7%, habita en una vivienda alquilada o está en proceso
de pago, respectivamente (Gráfico 13).
Gráfico 13
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más según
sexo, situación de discapacidad y tenencia de vivienda.
2018
70.0%
65.4% 64.2% 64.5% 65.8%
60.0%
50.0%
Porcentaje
40.0%
30.0%
20.0%
15.6% 15.7% 15.4% 16.0%
12.7% 12.7% 12.2% 10.5%
10.0% 6.3% 7.4% 7.9% 7.7%
0.0%
Sin discapacidad Con discapacidad Sin discapacidad Con discapacidad
Hombres Mujeres
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Al indagar sobre el estado de la vivienda donde habitan las personas según su sexo y
situación de discapacidad considerando las paredes, el techo y el piso, se detecta que,
en todos los casos aproximadamente 1 de cada 5 personas, habita en una vivienda en
la que al menos uno de los criterios fue calificado como malo, pero no se visualiza una
intensidad mayor en el caso de las personas con discapacidad (Gráfico 14).
Gráfico 14
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
En cuanto a los servicios con los que cuentan las personas en sus viviendas; es posible
observar que la mayoría de las personas, indiferentemente del sexo y la situación de
discapacidad, tienen en sus viviendas servicio sanitario exclusivo para su vivienda, baño,
electricidad y abastecimiento de agua por medio de tubería (Gráfico 15).
Gráfico 15
99.1%
Baño 98.7%
98.5%
98.9%
Servicios en la vivienda
98.8%
Servicio sanitario 99.1%
para la vivienda 99.0%
98.2%
96.7%
Electricidad 97.0%
98.4%
97.7%
96.7%
97.0%
Agua por tubería 95.5%
94.6%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Por último y específicamente para las personas con discapacidad, es importante analizar
la accesibilidad en su vivienda, ya que esto marca una diferencia importante en la calidad
de vida de esta población. Es importante mencionar que la relevancia de cada uno de
estos elementos depende de cada tipo de deficiencia, pero tal como es posible observar,
se pueden detectar algunas carencias importantes en los hogares de las personas con
discapacidad (Gráfico 16).
Gráfico 16
92.0%
No tiene puertas con
agarradera de palanca 93.7%
Infraestructura accesible
87.7%
No tiene barras de apoyo o
gradas con baranda 90.3%
0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%
Porcentaje
Nota: Los porcentajes corresponden a 408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
E
n Costa Rica, en virtud a los compromisos adquiridos al ratificar la CEDAW
(1979), la CIPD (1994) y suscribir el Consenso de Montevideo sobre Población
y Desarrollo (2013), la Agenda 2030 y también a la solidez del marco legal,
institucional y de políticas, se han logrado avances importantes en el campo
de la salud. Las capacidades institucionales (recursos humanos y materiales, reglas y
culturas organizacionales) en el área de la salud, colocan al país en una buena posición
para abordar los desafíos de la salud sexual y reproductiva de las mujeres en situación
de discapacidad.
La ENADIS 2018 indagó ciertos temas relacionados con la salud sexual y reproductiva
como la realización de exámenes médicos, la frecuencia con la que se estos se
realizan, las relaciones sexuales y si han recibido o no información. Aunque la ENADIS
no indaga temas muy importantes como fertilidad, conocimiento y acceso a métodos
anticonceptivos, educación integral de la sexualidad, entre otros, es posible complementar
la información que aporta, con los planteamientos de las mujeres en los grupos focales
desarrollados, los cuales proporcionan elementos útiles para orientar la implementación
y/o modificación de políticas públicas, así como de programas institucionales, que
promuevan el conocimiento y pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de
las mujeres con discapacidad, enfatizando en la importancia que tienen estas personas
como titulares de derechos, capaces de decidir de manera libre, con plena autonomía e
independencia sobre su cuerpo y la forma de experimentar su sexualidad.
50
Gráfico 17
6.9%
Sexo / Situación de discapacidad
7.6%
Sin discapacidad 26.6% 8.9% 25.5% 8.6% 15.0% 7.9%
7.4% 9.3%
Con discapacidad 7.5% 23.2% 23.6% 15.1% 13.9%
25.6%
Hombres
4.8% 2.8%
Sin discapacidad 10.3% 42.0% 19.4% 9.2% 11.5%
No asegurado Voluntario
Otras formas
Según la ENADIS, cerca de nueve de cada diez mujeres con discapacidad han recibido
atención de salud en los servicios de salud en los 12 meses previos a la aplicación de
la encuesta, siendo el grupo poblacional con mayor acceso (Gráfico 18). Considerando
que es frecuente que, tanto hombres como mujeres con discapacidad, demandan
mayores servicios que el resto de la población, los resultados sugieren un buen nivel de
funcionamiento de los servicios de salud.
Gráfico 18
Sí No
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Por otro lado, un alto porcentaje de todos los grupos poblacionales estudiados afirma
haber recibido atención en los EBAIS, específicamente las mujeres con discapacidad. Es
importante denotar que, comparando las personas según su situación de discapacidad,
Gráfico 19
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más según
sexo, situación de discapacidad y lugar donde recibió atención.
2018
64.3%
59.3%
EBAIS 55.5%
53.4%
Espacio de discriminación
41.8%
Hospital público 21.6%
40.9%
22.8%
28.7%
22.0%
Clínica pública 26.7%
21.9%
15.8%
Clínica, hospital 23.4%
privado o consultorio 15.5%
22.8%
6.0%
Farmacia privada 5.5%
5.2%
5.3%
1/ Coeficiente de variación es mayor al 20% en hombre que asiste a farmacia con discapa-
cidad, lo que hace la estimación poco confiable y se debe utilizar con precaución.
2/ A pesar de que en la ENADIS se incluyen también las opciones de “Fundación u organi-
zación” y “Otro lugar” no se incluyen en el análisis debido a que los coeficientes de varia-
ciones del porcentaje de personas que acude a esos lugares son mayores al 0,2
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Gráfico 20
5.9%
Con discapacidad 21.3% 42.3% 22.9% 7.6%
Mujeres
3.2%
Sin discapacidad 14.4% 29.9% 30.7% 21.8%
5.6%
Con discapacidad 20.9% 39.1% 21.8% 12.6%
Hombres
5.3%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018
El derecho a la salud sexual y reproductiva protege a las personas frente a riesgos que
pueden afectar seriamente su integridad. Por ser un derecho ampliamente reconocido,
el Estado está obligado a garantizar la provisión de los servicios de salud. La exigibilidad
de estos derechos requiere de un Estado activo en este campo. Cuando esto no ocurre,
existe el riesgo que se incrementen los embarazos no deseados, las Infecciones de
Transmisión Sexual (ITS) así como la violencia y los abusos sexuales.
Gráfico 21
Papanicolaou o 91.1%
citología vaginal 93.8%
Examen médico
80.9%
Examen
ginecológico 83.2%
Examen de 70.6%
próstata 57.4%
0% 50% 100%
Porcentaje
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad. El examen ginecológico incluye:
ultrasonidos, mamografía, entre otros.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Más de dos tercios de los hombres con discapacidad (67,3%) se hicieron estudios de
próstata y de nuevo las medidas son mayores para esta población. Es importante agregar
que aproximadamente 4 de cada 10 personas, se han realizado exámenes para detectar
VIH e infecciones de transmisión sexual -ITS (Gráfico 22).
Gráfico 22
Costa Rica. Distribución porcentual de la población de 18 años y más según
sexo, situación de discapacidad y exámenes realizados en el último año.
2018
75.9%
Autoexamen
de mama 83.2%
9.4%
9.0%
Examen médico
39.6%
Exámen para 47.8%
detectar VIH 41.7%
43.8%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018
El descuido y la falta de tiempo son las principales causas por las que las personas
con discapacidad no se realicen exámenes médicos. Casi un quinto de las mujeres y
hombres no se realizan estudios porque no lo consideran importante o necesarios. Casi
una de cada siete mujeres considera que los exámenes no son necesarios porque no
tiene vida sexual activa. Más de una de cada 10 personas con discapacidad no se hace
estudios por vergüenza. Entre los hombres, casi un quinto no se ha hecho exámenes
porque no cuenta con seguro de salud (Gráfico 23).
58
Gráfico 23
5.4%
Sexo / Situación de discapacidad
6.0%
Sin discapacidad 38.8% 10.9% 22.9% 12.1% 9.4%
8.6%
Con discapacidad 44.0% 16.3% 11.5% 19.0%
Hombres
6.5%
Sin discapacidad 51.1% 19.8% 11.3% 11.2%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018
Cabe señalar, que a pesar de que la ENADIS encuentra resultados positivos en términos
de acceso, los grupos focales brindar información en relación con la calidad de los
servicios y los prejuicios y estereotipos sobre la sexualidad que están aún muy arraigados
entre las personas profesionales de la salud. Estos prejuicios, muchas veces vinculados
a la desinformación, tiene consecuencias serias porque supone un desconocimiento de
las necesidades que las mujeres con discapacidad buscan resolver en los servicios de
salud. La discriminación por género y por discapacidad contribuye a la exclusión de las
mujeres de los servicios de salud y a reforzar el aislamiento social que resulta de la alta
dependencia en las familias.
Las mujeres con discapacidad y sus familias presentan una serie de dificultades para
la defensa de sus derechos ante las y los prestadores de servicios porque no conocen
los mecanismos de protección existentes, o no cuentan con los recursos económicos
necesarios para hacer frente a los procesos de denuncia, incrementado su vulnerabilidad.
Muchas veces, las actitudes de las y los profesionales de la salud en los servicios de
atención son discriminatorias, lo cual no facilita un ambiente de confianza para la solicitud
de información o apoyo ante situaciones de violencia. Una participante indica que “A mí
no me gusta estar internada en los hospitales, ¿sabe por qué? Porque una vez, estuve
internada en Pavas porque yo me tomé 40 pastillas y yo casi me muero, yo me había
bañado y una paciente dijo: esa no se bañó. Y una enfermera me jaló el pelo y me metió
con toda la ropa a la ducha. Y yo le dije a mi mamá y mi mamá estaba enojada. Por eso
no me gusta estar internada en los hospitales, por lo que me hizo esa enfermera” (Mujer
con discapacidad cognitiva)
Otra menciona que “en el EBAIS donde voy hay cada doctor … le pregunta algo usted
a él y no contestan. ¡Entonces a veces me dicen (…) Apúrese! ¡Muévase! Ya, o sea, ya
(…) A mí mamá nunca le ponen atención porque ellos son los únicos que tienen la última
palabra. Eso está muy mal. Fíjese que mi mamá le dice al doctor ella padece mucho dolor
de oído, porque ella en las noches pasa a veces cimbrando los dientes y le contestan una
grosería, entonces mi mamá no puede decir nada” (Mujer de 32 años con discapacidad
auditiva).
Finalmente, una mujer de 17 años con discapacidad visual señala que “cuando estaba
internada, ponían la bandeja en la mesa y no me avisaban, por lo que pasaba horas sin
comer. Además, le había dicho al ginecólogo que tenía una pelota, pero no me revisa
porque dice que lo único que quiero es que me toque”.
Gráfico 24
Sí No
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Esta información refleja que muchas personas con discapacidad, especialmente las
mujeres, carecen de los conocimientos mínimos y la información requerida para fomentar
decisiones personales seguras con respecto a su sexualidad. Como se mencionó
anteriormente, el nivel de escolaridad de las personas con discapacidad, en particular
de las mujeres, es bajo, lo que podría estar relacionado también al poco acceso que han
tenido a la información y educación sobre sexualidad.
Las mujeres participantes en los grupos focales aportaron varios ejemplos en los cuales
se les ha limitado el derecho a la información en sexualidad. Una de ellas menciona que
“la información en la escuela y el colegio era muy poco accesible. Por ejemplo, hablaban
de las diferentes manifestaciones de las ITS y del color de la vulva, pero ¿Cómo lo veo yo?
Además, en el hogar fue nula la información” (Mujer de 27 años con discapacidad visual).
“¿Cómo una persona con discapacidad visual puede verificar la fecha de caducidad (de
los condones) y cómo usarlo porque no hay instrucciones en braille?” (Mujer de 43 años
con discapacidad visual).
X “Había escuchado que a veces no funciona (la vasectomía)” Mujer de 32 años con
discapacidad múltiple.
X ·“…se dice que las inyecciones hormonales aceleran la menopausia” Mujer de 43 años
con discapacidad visual.
Gráfico 25
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
No obstante, como se puede extraer de los resultados de los grupos focales, la vivencia
de la sexualidad de las mujeres sin discapacidad y las mujeres con discapacidad es
muy distinta. Por ejemplo, persiste el prejuicio relacionado con que las mujeres con
discapacidad no están preparadas para tener una vida sexual, quedar embarazadas,
parir y mucho menos para atender y educar a su descendencia.
Según las participantes, estas creencias, son ampliamente compartidas por sus
familias, las personas de la comunidad con los cuales interactúan y por profesionales y
prestadores de servicios, especialmente pertenecientes al sector salud. Una participante
comenta que “…hace tres años quedé embarazada y tuve un aborto espontáneo por los
problemas de cadera. El doctor me dijo: Para que se mete en estas cosas si usted no
puede. Pero hasta me recomendó que me operara si yo quisiera. Yo le dije que no. A
pesar de todo quiero ser madre, pero a la vez pienso que no, porque me van a cuestionar
de porqué me meto en eso” Mujer de 41 años con discapacidad auditiva.
Otra mujer comenta “Yo sí puedo (tener hijos), pero a la vez me da miedo. Porque al
principio me habían dicho que sí podía, de hecho, a mi mamá, … le empezó a decir a
la doctora que por qué no le hacía el favor de operarme para no poder tener hijos. Yo
no le dije nada a ella y la doctora la regañó. Le dijo que no era decisión de ella, sino
decisión mía si yo me quería operar o no” (Mujer de 32 años con discapacidad cognitiva).
En este último ejemplo, se muestra una funcionaria del sistema de salud, que respeta
la autonomía de la mujer con discapacidad para tomar sus decisiones, no obstante,
las participantes afirmaron que sus familias toman distintas medidas para desalentar
el interés en la vida sexual, evitar la formación de parejas y eventualmente impedir los
embarazos y que muchas veces cuentan con el respaldo de la autoridad médica.
Según las participantes, la hostilidad frente a la madre con discapacidad apela a tres
argumentos: el interés del niño o la niña (no recibirá los cuidados que merece), el
interés de la madre (no puede cargar con la responsabilidad) y el interés de la sociedad
(debe evitarse la transmisión de problemas hereditarios). Estos prejuicios llevaron en un
pasado no muy lejano a promulgar leyes eugenésicas que fomentaban la esterilización
y el aborto forzados. Una de las participantes comenta que para quienes son madres
se generan obstáculos para construir una vida independiente y tomar decisiones sobre
sus hijos e hijas, “tengo 47 años, pero mi mamá se entromete porque no deja que mi
hija salga y yo le digo que yo se lo permito porque es mi hija. Ella (madre) nos continúa
tratando como bebés, yo insisto que ya soy una persona vieja” (Mujer de 47 años con
discapacidad auditiva).
Ante estos planteamientos de las mujeres, es posible pensar que los beneficios del
progreso en materia de igualdad de género se han distribuido desigualmente. En particular,
las mujeres con discapacidad han quedado rezagadas debido a las condiciones de
discriminación y exclusión que enfrentan. El esfuerzo de la sociedad costarricense –
incluido su gobierno– para cerrar la brecha de género ha sido insuficiente para extender
los beneficios de la igualdad de género a las mujeres con discapacidad.
El derecho a tomar decisiones sobre la propia vida es una condición para el ejercicio
de los demás derechos consagrados por las leyes. Las costumbres, los prejuicios y
las leyes muchas veces desconocen esta libertad cuando se trata de las mujeres con
discapacidad y cuando esto sucede, se pavimenta el camino para la negación de los
demás derechos sexuales y reproductivos.
“Fui operada para no tener bebés para seguir adelante con los estudios y proyectos,
tenía diecisiete o dieciocho años, en ese entonces estaba en el colegio. Mi mamá tomó la
decisión para que pudiera superarme porque tengo seis hermanos de parte de mi mamá
y diez de parte de mi papá. Por una parte, me gustaría, pero por otra no hubiera podido
estar aquí, porque no tendría quien lo cuidara” Mujer de 32 años con discapacidad
múltiple.
Gráfico 26
88.5%
Puede tomar sus 97.3%
propias decisiones
87.8%
97.1%
86.8%
Puede tomar decisiones 97.2%
importantes sobre su vida 86.4%
96.5%
80.2%
Familia le permite 92.2%
participar en decisiones 78.8%
91.4%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
De acuerdo con el gráfico anterior, en todos los casos las personas con discapacidad,
indiferentemente de su sexo, muestran una tendencia menor en la posibilidad de tomar
decisiones en sus vidas con respecto a las sin discapacidad. Los datos que más difieren
son los que responden a la frase “Familia le permite participar en decisiones”, resultando
que en las mujeres con discapacidad la respuesta se reduce en 12 puntos porcentuales
si las comparamos con las mujeres sin discapacidad.
Esto coincide con lo que las mujeres planteaban en los grupos focales, sobre como
las limitaciones al ejercicio de estos derechos repercuten directamente en ámbitos tan
dispares como el económico, la movilidad, la elección de pareja, la formación de familias
y la crianza de la descendencia. Una de las participantes comenta que “A una persona
con discapacidad cuando se dan cuenta que tienen esa condición le dicen pobrecita
usted no puede hacer esto, no puede ir a tal lado. Incluso se les para el pelo con la
sexualidad. Una quiere informarse para tener un espacio seguro en este aspecto. Con
respecto a mi familia, Dios guarde si hablo de matrimonio, pero ¿Cómo voy a hacer yo
para informarme si son mi núcleo más cercano? Las personas que están cerca de una son
las que más limitan, se lo dije a mi mamá. Con mi papá no hablo de estas cosas porque
es muy machista” (Mujer de 25 años con discapacidad visual).
En general, la experiencia de formar una pareja, las normas sociales sobre el cuerpo y la
belleza juegan un papel importante. La oposición de sus familias cuando buscan formar
una pareja se manifiesta a través de chantajes emocionales que tienen un efecto coercitivo
sobre la mujer. “Una mujer indica que, en su caso, “tengo que aprender sola, soy la
única mujer de mis cuatro hermanos. Mi pareja me propuso matrimonio y tengo la firme
idea de tener familia. Pero mi familia me dice que debo aprender sobre la discapacidad,
empoderarme sobre mis derechos, pero luego me retienen y yo no entiendo” (Mujer de
34 años con discapacidad psicosocial).
El papel de la familia muchas veces es ambiguo ya que, por un lado, alientan a las mujeres
con discapacidad a realizarse personalmente mientras que, por otro lado, no dejan de
recordarles las limitaciones derivadas de su discapacidad.
Situación similar se presenta cuando deciden romper un vínculo de pareja, ya que puede
desencadenar una oposición igual de fuerte y es frecuente que cuando estas mujeres
obtienen el divorcio, pierden el control de sus activos y en lugar de superar relaciones
abusivas, violentas o simplemente dar por concluida una relación, por lo general se
desencadenan fuertes confrontaciones con las familias (propias y del marido), miembros
de la comunidad e incluso de representantes de la justicia. Esto es reflejado por lo
mencionado por una de las participantes “El papá de mis hijos nunca les pegó, pero
gritaba, pateaba, golpeaba la mesa y las paredes. Cuando me quise separar nunca tuve
el apoyo de mi familia, mi mamá que era cristiana decía que hasta que la muerte nos
separe... La suegra apoyaba al hijo para quitarme a mis hijos, lo cual efectivamente pasó.
El me pedía que no pidiera ayuda porque si no lo metían a la cárcel si yo contaba todo…
Cuando fui a la consejería espiritual, el pastor me pregunto si yo mantenía relaciones
sexuales con él, le dije que no, pero él me dijo que debía reforzar el vínculo matrimonial.
Cuando exploté me dijo que si quería el divorcio me tenía que ir de la casa. Aunque no
he podido divorciarme, él no permite que saque a mis hijos de su casa y no puedo estar
a solas con ellos. El abogado comenzó a cuestionarme y me dijo: Si yo fuera el padre de
sus hijos tampoco se los daría.” (Mujer de 25 años con discapacidad visual).
5. VIOLENCIA Y DISCRIMINACIÓN EN
CONTRA DE LAS MUJERES
CON DISCAPACIDAD
L
a perspectiva de género contribuye a cuestionar los estereotipos de género
existentes y que impactan, de manera diferenciada, en la vida de mujeres y
hombres, y por supuesto, visibiliza la desigualdad, la discriminación y la violencia
que más frecuentemente afecta a las mujeres.
Históricamente, las necesidades de las personas con discapacidad han sido invisibles
para las agendas políticas de los Estados; por ello, los movimientos de las personas con
discapacidad abogan por el reconocimiento de sus derechos, enfatizando la atención
en sus condiciones de vida y las situaciones adversas que, cotidianamente, enfrentan
para su desarrollo humano. El modelo social de la discapacidad abandonó la concepción
de que las deficiencias y las limitaciones son el origen de los obstáculos y, en su lugar,
ha puesto su atención en las barreras sociales, institucionales, culturales y económicas
que operan como mecanismos generadores de exclusión social. En este marco, el
Estado tiene un importante papel en la transformación de estas condiciones claramente
desfavorables para las personas con discapacidad.
El mismo estudio estima que la probabilidad de sufrir actos violentos entre las personas
adultas con discapacidad es 50% mayor que entre las personas sin discapacidad. En
particular, las personas con discapacidad intelectual tienen una probabilidad 60% mayor.
72
6 Estas preguntas no se realizaron si la persona informante era cuidador(a) o si se percibía alguna situación de
riesgo para las personas.
Gráfico 27
Con discapacidad
65.3% 34.7%
Mujeres
Sí No
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
A. Tipos de violencia
Las anteriores son formas activas de abuso y deben distinguirse de los abusos pasivos
a los cuales están particularmente expuestas las personas con discapacidad. Estos
incluyen la negligencia en la prestación de apoyos (alimentación, higiene, salud), la
falta de supervisión y agresiones emocionales como la humillación y la descalificación
(Arenas, 2015).
.
Gráfico 28
60.1%
Le han gritado, insultado, 48.7%
humillado o descalificado 57.4%
49.4%
20.5%
Le han acosado u obligado a 15.0%
hacer cosas de naturaleza sexual 5.9%
4.0%
11.1%
Le han negado administrar su 5.1%
dinero o recursos 7.9%
3.1%
4.4%
Le han negado o limitado la 1.7%
alimentación, aseo personal, 3.3%
tomar medicamentos 0.9%
1/ Coeficiente de variación es mayor al 20% en hombre con discapacidad que le han negado
o limitado la alimentación, aseo personal, tomar medicamentos. lo que hace la estimación
poco confiable y se debe utilizar con precaución
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Las formas de violencia económica son vividas en un 11,1% por las mujeres con
discapacidad, quienes sufren coacciones en la administración de sus activos. Algunas
mujeres mencionan en los grupos focales, haber sido obligadas a ir a un banco a firmar
papeles sobre préstamos sin mayor información. Una de ellas indica que “mi hermana
constantemente me quita el dinero para salir con sus amigas” (Mujer de 56 años, sorda).
La violencia sexual marca las diferencias más pronunciadas entre hombres y mujeres.
Mientras que un 5,9% de los hombres con discapacidad reconoció haber sido objeto
de un acto violento de naturaleza sexual, en las mujeres la proporción se eleva a 20,5%.
En el caso de personas sin discapacidad, los hombres reportan este tipo de agresiones
en un 4,0%, mientras que las mujeres en un 15,0%, resultando ser las mujeres con
discapacidad quienes reportan una mayor vivencia.
Una de las participantes indica que “cuando estaba pequeña yo era toda preciosa y
mis tíos y primos me veían de esa forma y un tío casi me viola, pero cuando se lo conté
a mi mamá no me creyó. Él jugaba a amarrarme para quitarme la ropa. A la tercera vez
Otra participante menciona que “un vecino, donde antes yo vivía, …yo fui violada por ese
muchacho, hace muchos años, eso fue, tenía 16 años desde que estaba en el colegio. Y
yo sufrí mucho porque el tipo me hizo daño. Mi mamá lo denunció y los policías, le dijeron
que no debía acercarse a mí y lo metieron a la cárcel (luego) a mí me mandaron con una
doctora. La Doctora me explicó varias cositas, tuve una pequeña charla con ella y con la
trabajadora social. Me explicaron lo que me había pasado, lo que me hicieron...” (Mujer
de 33 años con discapacidad cognitiva).
Otra menciona que “Yo trabajaba y después afuera (él) me invitó a tomar en un bar.
De pronto me sentí mal y abusó de mí. Le pregunté a mi mamá y mi abuela porque
creía que estaba embarazada. Yo realmente no sabía quién era el hombre oyente. Una
vez me pegó y lo denuncié. La abuela de mi hijo quería verlo, le regalaba cosas. La
familia habla de cosas y tienen dudas de que el hijo sea de él” (Mujer de 41 años con
discapacidad auditiva).
Las agresiones sexuales contra las mujeres con discapacidad suelen ocurrir en un
ambiente de tolerancia social hacia ese tipo de conductas. Las víctimas no buscan ayuda
porque se sienten culpables, cuando la solicitan tienen que enfrentar cuestionamientos y
muchas veces la descalificación. La precariedad económica inhibe a las víctimas frente
al poder emocional que tienen las personas agresoras. En estos casos, las agresiones
se viven en forma privada y silenciosa.
Una de las participantes menciona, “todas hemos sufrido algún tipo de abuso, pero
tenemos la fuerza para levantarnos. Yo me sentía culpable de maltrato. Yo me sentía
culpable de haber tenido dos niñas. Ahora ellas son grandes, saben cuidarse porque
se los enseñé. Tenemos que cuidarnos unas a otras. Vivimos en una sociedad patriarcal
que busca que la mujer sea sumisa. Todos los tipos de abuso hay que denunciarlos
ante las autoridades. Sin embargo, me trataron como una niña indefensa que hay que
sobreproteger. Actualmente crecí para ser libre, para saber que no soy débil. Muchas
veces da miedo denunciar, pero es necesario conocer los lugares dónde se pueden
presentar las denuncias” (Mujer 33 años con discapacidad visual).
Los testimonios mostraron, sin embargo, escenarios alentadores. Cuando las víctimas
encuentran en las instituciones públicas un reconocimiento a sus demandas, cuando son
escuchadas y cuando se toman acciones para garantizar la seguridad y la protección,
se visibiliza el daño provocado y se pueden tomar medidas dirigidas al tratamiento
y la recuperación. En algunos casos, los agresores fueron perseguidos y castigados
por las instituciones de justicia y seguridad. En otros no fue posible, pero las mujeres
denunciantes valoran positivamente que fueran escuchadas.
La familia puede ser una gran fuente -emocional o económica- de apoyo para las personas
con discapacidad, dadas sus necesidades en un contexto donde la disponibilidad de los
servicios públicos es limitada. Sin embargo, los relatos de las mujeres con discapacidad
participantes en los grupos focales, evidencian que los hogares son los entornos de
mayor riesgo. Las mujeres con discapacidad comentaron una fuerte tendencia hacia la
violencia sexual en sus hogares por personas de confianza y desde muy temprana edad,
lo que visibiliza el aumento de la vulnerabilidad para las niñas y jóvenes con discapacidad.
La violencia por parte de la pareja masculina fue ampliamente mencionada por las
mujeres. Los hechos violentos más frecuentemente mencionados fueron golpes,
humillaciones y el maltrato a ellas y a sus hijos e hijas. La vulnerabilidad de las mujeres,
en muchos casos, comenzaba a construirse desde el momento de la unión. En los relatos
las mujeres con discapacidad se referían a uniones forzadas debido, por ejemplo, a un
embarazo no deseado, o a la apuesta por el matrimonio como posibilidad de escapar
de sus hogares de origen, también violentos. La falta de autonomía al comienzo de las
relaciones de pareja, en muchos casos, fue el inicio de una vida familiar marcada por la
subordinación y la dependencia.
Este aislamiento genera que muchas actividades domésticas sean transferidas a las
niñas y mujeres con discapacidad. Los roles de género relacionados con las labores
domésticas y el cuidado de otras familiares, limita la participación social de las mujeres
con discapacidad, ya que implica un abandono de la formación escolar o el desarrollo de
relaciones interpersonales con las demás personas, lejos de su entorno familiar.
En las comunidades, las barreras relacionadas con la accesibilidad física (los espacios
recreativos o destinados a la movilización, como el transporte público) aunado a las
actitudes discriminatorias de las demás personas, representan una violencia social que
disminuye las oportunidades de participación de las mujeres con discapacidad en la vida
comunitaria y de forma independiente. No obstante, pareciera ser que las mismas mujeres
con discapacidad no reconocen estas situaciones como violencia. Al ser consultadas en
la ENADIS sobre la percepción que tienen otras personas sobre ellas, en la mayoría de
los casos, ocho de cada diez mujeres con discapacidad (incluso en muchos casos con
mayor intensidad que los hombres) perciben que las personas las aceptan, las tratan
justamente, las consideran útiles, les permiten participar en actividades de la sociedad,
las respetan, las valoran y les tienen paciencia (Gráfico 29), lo cual se confronta con los
testimonios dados en los grupos focales y con los mismos indicadores de percepción
de la discriminación y violencia.
81
Gráfico 29
82.2%
Le valoran tal y como es
80.8%
Actitudes de las personas
Le respetan 82.3%
80.3%
Le aceptan 85.0%
76.2%
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Los servicios públicos y sociales (educación, salud, entre otros) también fueron
señalados reiteradamente como fuentes de agresiones. Las modalidades más frecuentes
de maltrato incluyen las humillaciones, la desatención y la negación de los servicios. El
maltrato institucional tiene dos claras dimensiones interrelacionadas. Por un lado, las
deficiencias de infraestructura que incluyen la falta de señalamientos, los problemas
de accesibilidad y las carencias en materia de equipamiento, entre otros. Por otro lado,
las notorias deficiencias en la capacitación y formación de prestadores de servicios,
como los maestros, médicos y enfermeras, que fueron reiteradamente señalados como
agentes poco solidarios y mal preparados para atender las demandas de las mujeres
con discapacidad.
Las mujeres con discapacidad no sólo están expuestas a una mayor ocurrencia de
hechos violentos, sino que también tienen mayores dificultades para buscar y encontrar
ayuda. Según un estudio (Milberger, 2003), una proporción elevada de las mujeres con
discapacidad que sufrieron situaciones de violencia (principalmente de sus parejas) no
buscaron ayuda externa (Milberger, et al., 2003). Algunas de las razones claramente
se vinculan con las instituciones que deberían brindar servicios de apoyo. Según los
testimonios de las mujeres en los grupos focales, cuando experimentaron una situación
de violencia no sabían a quién dirigirse ni a dónde ir o no estaban seguras de que sus
acusaciones sobre violencia sexual serían consideradas ciertas. Es evidente, además, el
desconocimiento de los distintos mecanismos de denuncia. Otros motivos tienen más
que ver con aspectos personales. Algunas mujeres no buscaron apoyo porque confiaban
en su capacidad para manejar la situación o debido al sentimiento de vergüenza y de
culpabilidad (por considerarse una carga para sus parejas y familias) que las invadía.
Finalmente, las mujeres no denuncian su situación por temor a represalias por parte de
sus parejas.
La violencia está presente en la vida de las mujeres con discapacidad desde las más
tempranas edades. Anteriormente se ha señalado el hogar como el espacio que perpetúa
diversas manifestaciones de violencia contra las mujeres con discapacidad, sin embargo,
existen otros ámbitos de socialización. En ocasiones los centros educativos son un
espacio de reproducción de relaciones violentas contrario a la lógica de una educación
en ambientes protegidos y seguros. Los prejuicios de la comunidad escolar (pares,
En el grupo focal con mujeres con discapacidad cognitiva y psicosocial, salieron a luz
ese tipo de experiencias. Ante la pregunta de si en la escuela recibieron algún tipo de
agresión, la mayoría respondió afirmativamente. “A mí en el colegio, yo salía a recreo,
me escondían y me pegaban sustos. En veces cuando estaba en clases, ninguno quería
trabajar conmigo, solo una compañera” (Mujer de 40 años con discapacidad cognitiva).
La pasividad, y hasta complicidad en algunos casos, del personal docente con el abuso
verbal en contra de las personas menores de edad con discapacidad deja huellas
profundas en la construcción de sus trayectorias de vida, porque una palabra autorizada
por la persona docente está ratificando las descalificaciones de los compañeros(as).
Las niñas y los niños con discapacidad aprenden y normalizan las relaciones abusivas
y las demás personas menores de edad aprenden que lastimar a una persona con
discapacidad es un acto que, por lo menos, no trae consecuencias. En estas experiencias
a temprana edad, se anudan trayectorias de vida que más adelante serán difíciles de
revertir.
La falta de motivación y competencias didácticas por parte del personal docente para
conducir un proceso de enseñanza-aprendizaje con personas menores de edad con
discapacidad, sienta las condiciones para un bajo rendimiento escolar. El desdén y la
desatención son desapercibidos por las niñas, que recuerdan el trato diferenciado y
descalificador que recibieron. Las participantes del mismo grupo focal recordaban que
el personal docente no hacía esfuerzos por acompañarlas en su proceso de aprendizaje.
Según lo expresa una participante, “a mí me explicaron las primeras veces, me explicaban
y ya si no entendía lo tenía que hacer a como ellos me decían” (Mujer de 32 años con
discapacidad cognitiva y psicosocial).
D. Discriminación
Gráfico 30
No Sí
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
La información mostrada en el gráfico anterior contrasta con los relatos de las mujeres
en los grupos focales, donde las mujeres con discapacidad tuvieron la oportunidad de
expresar los múltiples actos de discriminación cometidos por una gran diversidad de
actores y en todos los ámbitos de la vida social. La sociedad discapacitante no solo
impone restricciones a las posibilidades de que las personas con discapacidad puedan
llevar la vida que quieren, también debilita el bienestar psicológico y emocional de las
personas con discapacidad, normalizando su situación de exclusión social (Reeves,
2012). Un aspecto central de esta operación es la normalización de las pautas sociales
de discriminación que la sociedad impone a las personas con discapacidad. Las
consecuencias, en el caso de las mujeres con discapacidad, son más graves porque se
suman las exclusiones basadas en el género.
Gráfico 31
27.0%
Por su edad 20.2%
14.7%
21.2%
23.5%
Por su apariencia 18.2%
personal 22.4%
18.0%
Por nivel socioeconómico 22.8%
21.2%
o educativo 23.6%
32.8%
12.3%
Por su sexo 16.6%
0.2%
3.1%
0% 10% 20% 30% 40% 50%
Porcentaje
1/ Coeficiente mayor a 0,2 para el caso de discriminación por sexo en el caso de los hombres
en general y en el caso de discriminación por edad en el caso de hombres con discapa-
cidad, lo que hace la estimación poco confiable y se debe utilizar con precaución
2/ Aunque en la ENADIS se incluyen otros motivos de discriminación, los coeficientes de va-
riación son altos por lo que no producen estimaciones confiables. Estas otras consultas
hacen referencia a Origen étnico, orientación sexual e igualdad de género, nacionalidad,
discapacidad, religión y otros motivos.
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Un 38,4% de los hombres y 34,4% de las mujeres con discapacidad afirmaron haber
experimentado discriminación por enfermedad o condición de salud siendo este el
motivo más frecuente. Además, en niveles similares las mujeres y hombres coinciden
en atribuirle al nivel socioeconómico o educativo, a la apariencia personal y a la edad
un peso similar como fuente de discriminación, sobresaliendo únicamente el caso de
hombres sin discapacidad en la primera. Por último, las mujeres atribuyen al sexo un
motivo de discriminación mucho más relevante para ellas.
Los ámbitos sociales donde ocurren los hechos de discriminación capturan el efecto
de la posición social que las personas ocupan en la sociedad y los espacios que más
valoran. Para las personas con discapacidad, el espacio comunitario es el principal
ámbito de discriminación que hombres y mujeres señalan. Es relevante que la familia
haya sido identificada como el segundo ámbito donde más frecuentemente experimentan
discriminación, porque ambos espacios constituyen fuentes muy importantes de recursos
y apoyo social, económico y emocional. Si estos espacios son percibidos de este
modo, es un indicador de las dificultades que las personas con discapacidad estarían
enfrentando en estos ámbitos.
Gráfico 32
34.5%
Barrio o vecindario 28.7%
35.7%
34.6%
Espacio de discriminación
31.6%
Familia 21.9%
19.8%
17.6%
25.9%
Centro de salud 10.8%
13.4%
8.9%
23.2%
Trabajo 31.0%
30.6%
40.3%
15.6%
Transporte público 16.7%
16.2%
11.5%
0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45% 50%
Porcentaje
1/ Coeficiente mayor a 0,2 para el caso transporte público y centro de salud, lo que hace la
estimación poco confiable y se debe utilizar con precaución
2/ Aunque en la ENADIS se incluyen otras situaciones de discriminación, los coeficientes de
variación son altos por lo que no producen estimaciones confiables. Estas otras consultas
hacen referencia Tribunales de Justicia, Instituciones de ayudas sociales, Municipalidades,
Bancos u otras entidades bancarias, Entidades de servicios públicos, Tiendas o comer-
cios, Centro educativo, Iglesias o lugares relacionados u Otro lugar
Nota: Los porcentajes corresponden a 1.425.561 mujeres y 1.581.521 hombres sin discapacidad;
408.689 mujeres y 261.951 hombres con discapacidad.
Fuente: Costa Rica, Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS). CONAPDIS-INEC. 2018.
Otra participante señala que “en siete ocasiones he ido a las entrevistas del Servicio Civil,
pero aún estando primera en la nómina, le han dado el trabajo a otra persona, quienes
no tienen los atestados o incluso llegan tarde. La única razón por la que asisto a las
entrevistas es porque de lo contrario me sacan de la lista de personas interesadas. En
una institución me dijeron que ocupaban a alguien proactivo y que no había presupuesto
para los ajustes necesarios. En estos momentos me siento poca cosa y me da miedo
enviar el CV porque no veo el propósito. En el 2004, después del accidente donde perdí
la vista, me quitaron del puesto cuando lo que correspondía era la reubicación laboral.
Mi jefa solo me dio la opción de la pensión por el régimen de Invalidez Vejez y Muerte, no
me brindaron el apoyo psicológico necesario y ni recuerdo cuando firmé el documento.
En ese momento solo pensaba en el suicidio” (Mujer de 43 ciega).
A MODO DE CONCLUSIONES Y
RECOMENDACIONES
L
a información aportada por la ENADIS arroja luz sobre aspectos críticos que
inciden en las condiciones de vida de la población con discapacidad y brinda
insumos para el diseño de políticas públicas. Los grupos focales, por su parte,
abrieron la oportunidad para explorar el mundo de las representaciones que las
mujeres con discapacidad han construido en torno a sus vivencias y a su posición en la
trama social.
La familia y las relaciones familiares son un recurso fundamental para el desarrollo de las
mujeres con discapacidad. En un contexto de debilidad de las políticas e instituciones
sociales, el apoyo emocional y material que la familia brinda son decisivos para el
desarrollo humano. Los grupos focales hicieron visibles las múltiples y variadas formas
en que este apoyo puede materializarse. La ayuda económica, el apoyo frente a servicios
sociales hostiles, el respaldo a una vida autónoma, el respeto a las decisiones individuales,
son manifestaciones de solidaridad que contribuyen positivamente al desarrollo humano
de las personas con discapacidad.
Los grupos focales también permitieron registrar otra faceta de la familia. En el entorno
comunitario y familiar también predominan prejuicios y visiones estigmatizantes de las
mujeres con discapacidad. Estas representaciones de la discapacidad tienen efectos
limitantes sobre la autonomía de las mujeres con discapacidad. Los cuestionamientos
al libre ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, el control sobre decisiones
vitales como la elección de la pareja, la crianza de hijos e hijas y la administración
del patrimonio, unido a los patrones socioculturales asociados a la “misericordia”, la
92
Se requiere trabajar arduamente con las familias y las comunidades, para concientizar
sobre los derechos de las personas con discapacidad y también para darles a ellas
herramientas para denunciar las situaciones de violencias.
BIBLIOGRAFÍA
Alhabib, Samia, Ula Nur, & Roger Jones, (2010). Domestic violence against women:
Systematic review of prevalence studies. Journal of Family Violence, 25(4), pp.
369-382.
Arenas Conejo, M., (2015). Una mirada interseccional a la violencia contra las mujeres con
diversidad funcional. Oñati Socio-legal Series, 5(2), pp. 367-388.
Asamblea General de las Naciones Unidas, (2006). Convención sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad. Nueva York, Estados Unidos: Naciones Unidas
Asamblea Legislativa, (1996a). Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con
Discapacidad Diario Oficial La Gaceta No. 102 San José. Costa Rica. Sistema
Costarricense de Información Jurídica.
Asamblea Legislativa, (1996b). Ley contra la Violencia Doméstica (No. 7586) Diario Oficial
La Gaceta No. 83 del 2 de mayo de 1996. Sistema Costarricense de Información
Jurídica.
Asamblea Legislativa., (1998). Instituto Nacional de las Mujeres (Ley 7801). Artículos 2
inciso a y artículo 3 inciso a. Diario Oficial La Gaceta No. 94 del 18 de mayo de
1998. San José, Costa Rica. Sistema Costarricense de Información Jurídica.
Asamblea Legislativa, (2006). Adición del artículo 46 Bis y el Transitorio VIII a la Ley 7600,
Igualdad de Oportunidades para las personas con discapacidad (Ley No. 8556)
Diario Oficial La Gaceta No. 227, San José. Costa Rica. Sistema Costarricense de
Información Jurídica.
94
Brownridge, Douglas A., (2006). Partner violence against women with disabilities:
Prevalence, risk, and explanations. Violence Against Women, 12(9), pp. 805-822
Casebolt, M. Tara, (2020). Barriers to reproductive health services for women with
disabilities in low-and middle-income countries: A review of the literature. Sexual
& Reproductive Healthcare.
Department of Economic and Social Affairs. (2018). Disability and Development Report:
Realizing the Sustainable Development Goals by, for and with persons with
disabilities. New York. United Sates: United Nations.
Filmer, Deon, (2008). Disability, poverty, and schooling in developing countries: Results
from 14 household surveys. The World Bank Economic Review, 22(1), pp. 141-163.
Frohmader, Carolyn y Stephanie Ortoleva, (2014). The sexual and reproductive rights
of women and girls with disabilities. International Conference on Population and
Development Beyond.
Gamboa Barboza, Isabel (2019), ¿Qué hacemos con el odio?: daño y afrontamiento ante
el matonismo contra la variedad sexual y de género, Universidad de Costa Rica,
Escuela de Sociología, San José, Inédito. Con la autorización de la autora, la idea
de los nombres asociados a los metales preciosos fue retomada de este estudio
García O., Luana M., Diana Ortiz y Anne-Marie Urban, (2019). Violencia contra las mujeres
y niñas con discapacidad: América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de
Desarrollo.
González Rams, Pilar, (2010). Las mujeres con discapacidad y sus múltiples desigualdades;
un colectivo todavía invisibilizado en los Estados latinoamericanos y en las agencias
de cooperación internacional, XIV Encuentro de Latinoamericanistas Españoles:
congreso internacional, septiembre 2010, Santiago de España.
Greenwood, Nechama W. & Joanne Wilkinson, (2013). Sexual and reproductive health care
for women with intellectual disabilities: a primary care perspective. International
journal of family medicine 2013.
BIBLIOGRAFÍA
96
Haegele, Justin Anthony & Samuel Hodge, (2016). Disability discourse: overview and
critiques of the medical and social models. Quest, 68(2).
Hughes, Karen, Mark Bellis, Lisa Jones, Sara Wood, Geoff Bates, Lindsay Eckley, Ellie
Hughes, Rosemary B., Emily M. Lund, Joy Gabrielli, Laurie E. Powers, and Mary Ann
Curry, (2011). Prevalence of interpersonal violence against community-living adults
with disabilities: a literature review. Rehabilitation Psychology, 56(4), pp. 302.
Hughes, Bill & Kevin Paterson, (1997). The social model of disability and the disappearing
body: Towards a sociology of impairment. Disability & Society, 12(3), pp. 325-340
Instituto Nacional de las Mujeres, (2018). Política Nacional para la Igualdad Efectiva entre
Mujeres y Hombres 2018-2030. San José, Costa Rica: Instituto Nacional de las
Mujeres, pp. 69-84.
Instituto Nacional de las Mujeres, (2019). Política Nacional para la Atención y la Prevención
de la Violencia contra las Mujeres de todas las Edades Costa Rica 2017-2032. San
José, Costa Rica: Instituto Nacional de las Mujeres, pp. 86-142.
Kyu, Hmwe Hmwe, Degu Abate, Kalkidan Hassen Abate, Solomon M. Abay, Cristiana
Abbafati, Nooshin Abbasi, Hedayat Abbastabar et al. (2018). Global, regional,
and national disability-adjusted life-years (DALYs) for 359 diseases and injuries
and healthy life expectancy (HALE) for 195 countries and territories, 1990–2017: a
systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. The Lancet, 392,
pp. 1859-1922.
Martin, Sandra L., Neepa Ray, Daniela Sotres-Alvarez, Lawrence L. Kupper, Kathryn E.
Moracco, Pamela A. Dickens, Donna Scandlin, & Ziya Gizlice, (2006). Physical and
sexual assault of women with disabilities. Violence Against Women, 12(9), pp. 823-
837.
McCoy, Christopher Mikton, Tom Shakespeare, Alana Officer, (2012). Prevalence and risk
of violence against adults with disabilities: a systematic review and meta-analysis
of observational studies. Lancet, 379(9826), pp. 1621-1629
Mégret, Frédéric, (2008). The Disabilities Convention: Human Rights of Persons with
Disabilities or Disability Rights? Human Rights Quarterly, 30(2), pp. 494-516.
MIDEPLAN, (2015). Costa Rica: Objetivos de desarrollo del milenio, III informe País. San
José, CR, Ministerio de Planificación y Política Económica.
Naciones Unidas. (2015), Objetivo 1: Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el
mundo. Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nueva York, Estados Unidos: Naciones
Unidas
Naciones Unidas, (2015) Objetivo 3 Garantizar una vida sana y promover el bienestar
para todos en todas las edades. Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nueva York,
Estados Unidos: Naciones Unidas
BIBLIOGRAFÍA
98
Naciones Unidas, (2015). Objetivo 5: Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar
a todas las mujeres y las niñas. Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nueva York,
Estados Unidos Naciones Unidas
Naciones Unidas, (2015). Objetivo 10: Reducir las desigualdades en y entre los países.
Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nueva York, Estados Unidos Naciones Unidas
Mikton, Christopher, Holly Maguire, and Tom Shakespeare, (2014). A systematic review
of the effectiveness of interventions to prevent and respond to violence against
persons with disabilities. Journal of Interpersonal Violence, 29(17), pp. 3207-3226.
Milberger, Sharon, Nathaniel Israel, Barbara Le Roy, Angela Martin, Linda Potter & Pam
Patchak-Schuster, (2003). Violence against women with physical disabilities.
Violence and Victims, 18(5), pp. 581-591.
Mitra, Sophie, (2018). Disability, health and human development. New York, Palgrave
Studies in Disability and International Development.
Palmer, Michael, (2011). Disability and poverty: A conceptual review. Journal of Disability
Policy Studies, 21(4), pp. 210-218.
Pérez, Cruz, María del Pilar, (2004). Mujeres con discapacidad y su derecho a la
sexualidad. Política y Cultura, 22, pp. 147-160.
Pinilla-Roncancio Mónica, (2015). Disability and poverty: two related conditions. A review
of the literature. Revista de la Facultad de Medicina, 63(3).
Plummer, Sara-Beth & Patricia A. Findley, (2012). Women with disabilities’ experience with
physical and sexual abuse: review of the literature and implications for the field.
Trauma, Violence, & Abuse, 13(1), pp. 15-29.
Reeve, Donna, (2012). Psycho-emotional disablism. The missing link? En Nick Watson,
Alan Roulstone and Carol Eds. Thomas Routledge Handbook of Disability Studies.
London & New York, Routledge Taylor & Francis Group.
Servais, Laurent, (2006). Sexual health care in persons with intellectual disabilities. Mental
Retardation and Developmental Disabilities Research Reviews, 12(1), pp. 48-56.
Shakespeare, Tom (2000) Disabled sexuality: Toward rights and recognition. Sexuality and
Disability, 18(3), pp. 159-166.
Tepper, Mitchell S. (2000) Sexuality and disability: the missing discourse of pleasure.
Sexuality and Disability, 18(4), pp. 283-290.
United Nations (2019) Disability and development report. New York, United Nations.
Vargas Porras, Fiorella y Daniela Brenes León (2019) Derechos Humanos: Métricas y
mediciones en discapacidad. San José, Costa Rica, Observatorio del Desarrollo,
Universidad de Costa Rica, Serie de índices y métricas en discapacidad.
UNFPA, (2018). Mujeres y jóvenes con discapacidad. Directrices para prestar servicios
basados en derechos y con perspectiva de género para abordar la violencia
basada en género y la salud y los derechos sexuales y reproductivos. New York,
Fondo de Población de las Naciones Unidas.
WHO & UNFPA, (2009). Promoting sexual and reproductive health for persons with
disabilities: WHO/UNFPA guidance note.
WHO, (2011), World report on disability, 2011. World Health Organization & The World
Bank.
BIBLIOGRAFÍA
Correo electrónico:
[email protected]
Teléfono: 2296-1265
https://costarica.unfpa.org