Caminar Cristiano

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EL CAMINAR CRISTIANO

La personalidad de un cristiano, a menudo la vemos tildan de muchas cosas positivas y


negativas por las demás personas que nos rodean, por el simple hecho que a través del tiempo,
el mundo se ha formado en su interior, las actitudes que nosotros debemos tener o que según
ellos tenemos, por el simple hecho, que ellos han tenido una buena o mala experiencia con
alguien que les dijo que era cristiano. Nosotros como hijos de Dios, debemos andar siempre en
pos de nuestro Señor Jesucristo porque además de ser hijos de Dios y que eso nos constituye o
nos forma en personas que tenemos Padre, también debemos recordar que Jesús dijo que
debíamos ir en pos de El si en realidad éramos sus discípulos. Pero si vemos lo que dice la
Biblia, podemos notar que nos habla de una cruz que debemos tomar y seguirlo a El, como
diciendo que a pesar de lo que podamos llevar sobre nosotros, si vamos en pos de El, no
volveremos a ser igual que antes porque nuestra mirada y nuestro corazón están en Jesucristo.

El que no carga su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

Lucas 14:27

Pero volviendo al punto central sobre la personalidad o el caminar cristiano que a veces
asumimos; no siempre podemos ser lo que los demás esperan que seamos o en la forma en la
que actuemos, por ejemplo: vemos a un hombre que Dios le había dado el mandato; el cual
consistía en que fuera a Nínive a predicar, y en lugar de obedecer la voz de Dios, se subió a un
barco que no iba a Nínive, sino que iba a otra parte y cuando el barco va mar adentro, se desata
una tormenta:

Vino palabra del SEÑOR a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran
ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí. Pero Jonás se levantó
para huir a Tarsis, lejos de la presencia del SEÑOR. Y descendiendo a Jope, encontró un barco
que iba a Tarsis, pagó el pasaje y entró en él para ir con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del
SEÑOR. Y el SEÑOR desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en
el mar que el barco estuvo a punto de romperse. Los marineros tuvieron miedo y cada uno
clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga que estaba en el barco para aligerarlo. Pero
Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente. El
capitán se le acercó y le dijo: ¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios!
Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos. Y cada uno dijo a su compañero: Venid,
echemos suertes para saber por causa de quién nos ha venido esta calamidad. Y echaron
suertes, y cayó la suerte sobre Jonás. Entonces le dijeron: Decláranos ahora por causa de
quién nos ha venido esta calamidad. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y
de qué pueblo eres? Y él les respondió: Soy hebreo, y temo al SEÑOR Dios del cielo, que hizo el
mar y la tierra. Los hombres se atemorizaron en gran manera y le dijeron: ¿Qué es esto que has
hecho? Porque ellos sabían que él huía de la presencia del SEÑOR, por lo que él les había
declarado. Entonces le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se calme en torno
nuestro? Pues el mar se embravecía más y más. Y él les dijo: Tomadme y lanzadme al mar, y el
mar se calmará en torno vuestro, pues yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad
sobre vosotros. Los hombres se pusieron a remar con afán para volver a tierra firme, pero no
pudieron, porque el mar seguía embraveciéndose contra ellos. Entonces invocaron al SEÑOR, y
dijeron: Te rogamos, oh SEÑOR, no permitas que perezcamos ahora por causa de la vida de
este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente; porque tú, SEÑOR, has hecho como te
ha placido. Tomaron, pues, a Jonás y lo lanzaron al mar; y el mar cesó en su furia. Y aquellos
hombres temieron en gran manera al SEÑOR; ofrecieron un sacrificio al SEÑOR y le hicieron
votos. Y el SEÑOR dispuso un gran pez que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del
pez tres días y tres noches.

Jonás 1:1­16

Notemos que el hombre que tenía al Dios verdadero y que podía clamarle para que cesara la
tormenta, estaba durmiendo mientras la tormenta hacía estragos con el barco; y lo
impresionante de esto es que los incrédulos, en medio de la tormenta, creyeron en Dios. Pero
en punto es que las otras personas, además de Jonás; esperaban que él orara a Dios y en lugar
de eso estaba profundamente dormido, como queriendo decir que no le importaba lo que
sucediera afuera, porque él sabía la razón y aún más, sabía la forma en la que podía calmar la
tormenta. Si Jonás se hubiera arrepentido y hubiera pedido perdón y obedecido a Dios,
entonces Dios lo hubiera perdonado y no lo hubiera hecho pasar lo que tuvo que pasar; pero
Jonás en lugar de hacer eso; no se hizo el dormido, sino que, verdaderamente se durmió sin
importarle nada.

A veces, suceden cosas parecidas en la realidad de la vida, porque los demás esperan que
nosotros como cristianos tomemos autoridad y que batallemos en el nombre de Jesús para
obtener la victoria; pero no siempre es eso lo que hacemos. Cuando veamos la tormenta, lo que
debemos hacer es tomar autoridad y en el nombre de Jesús reprender todo estorbo del
enemigo, porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino que, de poder y de dominio
propio:

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

2 Timoteo 1:7

Cuando llegue alguna situación difícil a nuestra vida, debemos recordar lo que dice la cita
anterior y tomar autoridad con el poder que Dios nos ha delegado y enfrentar cualquier
situación y no dejarnos deprimir. Si nos dejamos deprimir, seguramente el enemigo nos tratará
de destruir por completo.

Cada vez que nosotros llegamos a la congregación a buscar a Dios, debemos aprovechar cada
instante en que estamos reunidos buscando al Señor Jesucristo, y si hemos llegado con
preocupaciones, problemas, etc., ese es el momento para botar toda carga y cuando llegue el
momento de salir de la congregación, debemos salir con gozo y fortalecidos en espíritu, alma y
cuerpo. No puede ser que estemos reunidos para alabar, bendecir y escuchar la Palabra de
Dios, y que al final del culto salgamos igual de como llegamos, porque en tal situación, no
aprovechamos que Dios nos visitó ese día para fortalecernos nuevamente. Es cierto que existen
batallas y que los enemigos se levantan constantemente, pero también es cierto que si
clamamos a Dios, se levantará y nos pondrá a salvo:

Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el
SEÑOR; lo pondré en la seguridad que anhela.

Salmos 12:5

Por eso, cada momento en la Iglesia, debemos aprovecharlo. Si llegamos temprano, antes que
empiece el culto, nuestra actitud debe ser de estar buscando el rostro del Señor, orando en
todo momento porque eso está escrito:

Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios
para vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis el Espíritu; no menospreciéis las profecías. Antes
bien, examinadlo todo cuidadosamente, retened lo bueno; absteneos de toda forma de mal. Y
que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

1 Tesalonicenses 5:16­23

El hecho de asistir a la Iglesia y no haber tenido una verdadera comunión con el Señor
Jesucristo, podríamos decir que es como si fuéramos al medico, dentista, oftalmólogo y si no
somos completamente con ellos, no habremos aprovechado en nada la visita porque el médico
esperaba que le dijéramos cuál era el mal que nos estaba molestando en nuestro cuerpo, pero
si no se lo decimos; el dolor seguirá y cuando pase mucho tiempo, ese dolor habrá alcanzado
magnitudes muy fuertes que nos puede cobrar muchas cosas.

Nuestro tiempo debe ser debidamente aprovechado y pedirle a Dios que cambien en nosotros
las cosas que deba cambiar, pensando realmente que si tenemos amargura, odio, rencor y
muchas cosas negativas en nuestro ser, eso limitará nuestro gozo aquí y quizá también en la
eternidad. El tiempo que pasemos orando al Señor Jesucristo debe ser una oración que en
verdad aproveche nuestro ser, porque si estamos pidiendo para nuestros deleites y placeres,
por nada estaremos orando entonces; y quizá hasta tiempo perdido pueda significar. La Biblia
nos muestra que a veces pedimos y no recibimos porque pedimos mal:

Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.

Santiago 4:3

En nuestra vida debe estar como prioridad, buscar primeramente lo de arriba, lo que es eterno
y no lo material que es pasajero:

Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios.

Colosenses 3:1
Las cosas que son terrenales, a menudo, provocan que nos afanemos y que estemos aferrados
a tener o alcanzar algo, pero la Palabra de Dios nos habla y nos dice:

Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! Vuestra bondad sea conocida de
todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo,
mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones
delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.

Filipenses 4:4­7

Caminemos entonces de acuerdo a la voluntad de Dios, que nuestro caminar y nuestra


personalidad sea de acuerdo a la voluntad de Dios. No debemos preocuparnos por lo que digan
y piensen los demás, más bien debemos esforzarnos por alcanzar aquello para lo cual fuimos
alcanzados y agradar en todo momento a nuestro Padre.

Sergio G. Enríquez O.
Apóstol

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