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LA MENTE: UN CAMPO DE BATALLA

Nuestra psique posee unas defensas psicológicas que la protegen de las


amenazas y agresiones externas.
A veces estos "guerreros de la mente" nos perjudican exageradamente o sin
necesidad causando conflictos internos o malestar.
Aquí se dan algunas claves para tenerlos “en forma”.
LAS AMENAZAS QUE MÁS ACECHAN A LOS GUERREROS DE LA
MENTE:

ANSIEDAD
FOBIAS
ATAQUES DE PÁNICO
TEMORES INFUNDADOS
SENSACIÓN DE AMENAZA
MIEDO EXTREMO
OBSESIONES Y
COMPULSIONES...
En nuestra mente se libran batallas de muy diverso tipo, contra enemigos
reales o figurados.
“Cuando padecemos un ataque real o supuesto tanto proveniente
del mundo externo como generado dentro de nuestro propio
cerebro, se activa una serie de mecanismos psicológicos o
guerreros mentales que procuran “protegernos” de dicha agresión
o amenaza”, según la psicóloga Isabel Pinillos, experta en trastornos
obsesivo-compulsivos.

Según Pinillos, autora del libro “GUERREROS DE LA MENTE” junto con el


economista y experto en temas psicológicos Antonio Fuster, "la función de
estos guerreros es defendernos de distintas amenazas: tanto físicas,
como de nuestro entorno social y de nuestro interior”.

“Cuando nuestra mente capta una amenaza, problema o situación


potencialmente hostil, que puede ser real o que la persona percibe
como amenazante, se activan algunas de las partes de nuestra
psique encargadas de la defensa”, explica.
Según esta psicóloga “los guerreros son partes de nosotros cuya
función es defendernos de las amenazas que pueden poner en juego

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nuestra supervivencia: aquellas que provienen de nuestro mundo
social y aquellas que vienen de nuestro interior”.
No obstante, según Pinillos “hay casos en que el ataque no es real, sino
que es nuestra mente la que cree que existe. Aún así, los
mecanismos de defensa se ponen en marcha”.

“En un primer nivel, los guerreros de la mente nos ponen en alerta,


generando cierta ansiedad que nos ayuda a permanecer atentos a lo
que ocurre alrededor y en nosotros, para intentar defendernos de
ello. Luego dan las órdenes precisas para que se produzca una
reacción, que puede ser de lucha contra la amenaza externa o huida
de ella”, señala Fuster.

DEFENSAS DESPROPORCIONADAS
“El problema no son estos procesos, que es bueno que existan
porque nos defienden, como ocurre con las defensas orgánicas que
nos protegen de las dolencias biológicas, sino que en un momento
dado puedan no ser “del todo eficientes” o su respuesta puede no
ser del todo proporcional al estímulo al que responde ”, ha explicado
Fuster en declaraciones a “Estar Bien TV”.

“Es el caso –prosigue el experto- de alguien que camina por la calle en


una noche oscura y lluviosa y que, al escuchar un ruido a su
espalda, sale corriendo, se cae y lesiona, pero que al darse
finalmente la vuelta para observar la amenaza descubre que se
trataba de un gatito que caminaba sobre unas cajas”.

“La proporción de su reacción y las consecuencias han sido muy


superiores a lo que originaba el ruido o supuesta amenaza. No
estaban adaptadas a lo que ocurría realmente. Esa persona tendría
que haberse girado un poco y seguir adelante”, señala Fuster.

Según Pinillos, nuestros guerreros pueden dañarnos a nosotros mismos,


porque "tememos cosas que sentimos, conceptos o ideas sobre
nosotros mismos que pueden afectar nuestra autoestima, recuerdos

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que queremos mantener lejos o partes nuestras que repudiamos o
rechazamos por considerarlas negativas".
Las amenazas que más acechan a los guerreros de la mente en el siglo XXI se
relacionan en muchos casos con el entorno social.
“La situación de crisis e incertidumbre que vivimos y la falta de
seguridad económica y laboral, son cosas que afectan a nuestra
supervivencia y se relacionan con tener o no un medio de vida ”,
explica Pinillos, que agrega que también “nos afectan bastante los miedos
al qué dirán o a lo que nos va a pasar”.

“Ello hace que estemos constantemente en una alerta, que deriva en


una situación de estrés crónico que muchas veces puede
desembocar en trastornos físicos o psicosomáticos, en
enfermedades del cuerpo originadas en la mente", según la experta.

Además -de acuerdo a Pinillos- “muchos de los problemas psicológicos


que sufrimos tienen que ver con algunos episodios del pasado en los
que estuvimos en peligro y ante los que nuestro subconsciente
respondió elaborando algún tipo de defensa. Esos episodios
pudieron enseñar a nuestra psique a actuar automáticamente ante
ese estímulo”.

“Pese a que ese episodio quedó atrás y dejó de ser una amenaza
para nuestra integridad física o mental, nuestras defensas siguen
respondiendo reiteradamente según esa memoria como si
estuviéramos viviendo ese riesgo una y otra vez, aunque ya no
exista”, explica Fuster.

GUERREROS MAL ENTRENADOS


Según el experto, “estos guerreros mal entrenados nos impiden vivir
satisfactoriamente, pero podemos reeducarlos y ubicarlos en el
lugar que les corresponde, si logramos identificar el origen de esos
mecanismos, cómo funcionan y sus disfraces”.
Otro tipo de batallas que se libran dentro de nuestra mente se deben al
combate entre nuestros deseos y objetivos, y una serie de resistencias y
miedos que nos paralizan o retienen.

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“Algunas personas no prosperan en sus objetivos materiales o
mejoras laborales, o no consigue progresar en sus relaciones
sociales o en su desarrollo personal. Hay ciertas áreas de su vida
en las que no logran ser felices o en las que permanecen estancadas
pese a que intentan mejorarlas”, señala la psicóloga clínica Margarita
Marqués.

Según la directora del Centro Hara “ello se debe a las denominadas


resistencias psicológicas: creencias o patrones personales, sociales
o familiares, debidos a cosas que nos han ocurrido o hemos
aprendido de los demás y que nos limitan o frenan.
También puede tratarse de temores, que hay que despejar para
poder prosperar en nuestros objetivos vitales”.

“Detrás de los estancamientos y bloqueos que nos impiden avanzar


suele haber resistencias que conviene analizar y desactivar ”, señala
la psicóloga, para quien “al plantearse objetivos o cambios, hay que
poner las cartas sobre la mesa, analizar los pros y contras de cada
opción y decidir que es mejor para usted en este momento”.

Esta experta aconseja preguntarse:


“¿Realmente quiere el cambio que dice querer?
¿Si lo que quiere es bastante fácil o lo tiene claro, qué le frena a la
hora de intentarlo?
¿Quiere el esfuerzo, riesgos y molestias que implica el cambio?
¿Cuál es más cómoda y satisfactoria: su posición actual o la que
pretende conseguir?

Por ejemplo, según Marqués “mucha gente afirma que quiere ganar
más dinero y prosperar económicamente, pero en el fondo piensa
que “el dinero es sucio”, “no se consigue sin pisar a otros” o bien
no se cree merecedora de tener una economía buena o le resulta
más cómodo seguir como está”.

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“En realidad, hay muchas formas de avanzar en un proceso de
abundancia y generar mucho dinero sin dañar a nadie, ni siendo
infeliz.
Aunque en teoría es más fácil ganar dinero para quien está más
capacitado, para conseguirlo puede ser más eficaz tener una
capacidad como el “don de gentes” y mucha perseverancia, que
una carrera universitaria”, señala la directora de Hara.
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