Secretos para Salvar Al Mundo

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Secretos

para salvar
al mundo
B A U T I S T A • B E C E R R I L   • D E L V A L L E
Querido(a) lector (a):

Este libro fue hecho especialmente para ti, para niños


y niñas que quieren salvar al mundo del peligro más
grande que lo asecha: ¡LA DESTRUCCIÓN
AMBIENTAL!
En estas páginas se encuentran escritas las historias
de tres personajes que necesitan ayuda, necesitan a
alguien que quiera hacer una diferencia.
Como el nombre del libro lo dice, aquí se encuentran
los secretos necesarios para salvar al mundo y para
ayudar a cada uno de los personajes que aquí
conocerás.
Una vez que ya conozcas todo lo necesario, serás un
superhéroe o una superheroína del planeta y tu deber
será ayudar al mundo para que este no sea destruido
por nadie.
Confiamos en ti para cumplir esta misión tan
importante, por eso te regalamos este traje de
superhéroe para que lo colorees y pegues en él una
foto tuya.
¡A leer los cuentos, aprender secretos y
salvar al planeta!
Atte: Andy, Jenny y Fer.
Queridos papás, mamás, maestros, tutores, etc.:

Este libro, fue diseñado con la intención de que los


niños de 9 años en adelante puedan aprender las
problemáticas ambientales que se presentan desde
hace más de 30 años hasta el día de hoy de una forma
didáctica, entretenida y simple.
Las 3 historias que aquí se cuentan son sencillas de
entender, fáciles de leer y entretenidas para los
niños.
La labor que nosotras pedimos al adulto que sea
responsable de los niños y/o se encuentre con ellos
mientras leen este texto, es el hacer hincapié en el
niño sobre el cuidado que debe tener por el medio
ambiente y hacer uso de las opciones que aquí se
marcan como alternativas de acción ante la
problemática de cada cuento.
Esperamos que el uso de este texto no sea únicamente
entretenimiento, sino que los niños y adultos que
puedan tener acceso a él puedan experimentar un
cambio de pensamiento y de actuar en relación con
su medio natural.

Atte: Andy, Jenny y Fer


Lina
En una playa muy tranquila, el viento mecía
las grandes palmeras; la arena era muy
blanca y todo parecía estar en paz.
El cielo oscuro que trajo la noche, estaba
repleto de estrellas, que le hacían compañía
a la hermosa luna, que en ese momento
miraba con mucha curiosidad, como el
suelo se movía sin cesar.
Esto era porque dentro de un agujero en la
arena, muchos huevitos de tortura dormían
calientitos, preparándose porque sólo
faltaba una noche más para que pudieran
salir al mundo y explorarlo hasta el último
rincón.
Cerca de 200 tortuguitas dormían, menos
una, que reía, se removía y sin querer,
golpeaba a las demás, que de inmediato se
despertaban molestas.
- ¡Lina! Quédate quieta ya, queremos
descansar- le decían
- ¡Ay! Pero no puedo, estoy muy
emocionada. Dime, ¿cómo crees que sea
todo allá afuera? ¿El mar estará frío?
¿Debería llevar una bufanda?
-Falta todavía una noche entera, duerme ya.
La pequeña Lina intentó de todo: contó
burbujitas del 1 al 100, cerró fuertemente
sus ojos, se arrulló a sí misma cantando una
canción de cuna, pero nada funcionaba.
Finalmente se dejó llevar por su emoción y
para su sorpresa, su caparazón se abrió un
poco de arriba. Lina vio la oportunidad y
continuó moviendo su huevo, hasta que se
rompió completamente y pudo salir a la
superficie.
- ¡El mar! ¡El mar! ¡Mar a la vista! - gritó Lina
emocionadísima, mientras movía
rápidamente sus aletas que aún eran torpes.
Mientras caminaba hacia las tranquilas olas,
dejaba huellas que el mar borró justo
después de que ella pudiera zambullirse en
el agua.
- ¡Qué frío! ¡Qué hermoso! - dijo Lina, que se
acostumbraba al clima y a nadar, ya que su
mamá nunca le enseñó.
Miraba por todos lados y vio peces grandes
y pequeños, con colores brillantes y otros
más bien aburridos. Vio corales que crecían
de forma maravillosa y plantas que no creyó
que existieran. Todo parecía mágico.
Después de nadar un rato y por fin
acostumbrarse, vio un grupo de medusas
que flotaban graciosas, una junto a la otra.
Parecía que bailaban todas en armonía,
pero una de ellas no se movía, así que Lina
se preocupó y nadó hacia ella.
- ¡Oye! ¿Por qué no bailas? ¿No te enseñaron
a bailar? - preguntó la pequeña tortuga,
pero no respondió. - ¿Qué tienes? ¿Quieres
que te lleve con alguien para curarte? ¡Ven
conmigo!
Cuando Lina intentó tomar a la medusa, una
tortuga más grande llegó y la tomó bajo su
aleta, alejándola del grupo de medusas.
- ¡No! ¡Necesita mi ayuda! - gritó Lina,
intentando escapar
-Calma, jovencita, que esa no era una
medusa. Eres igual a tu madre de distraída.
Ya estoy anciano, no puedo con los chicos
de ahora, en mis tiempos…-dijo la vieja
tortuga, mientras recuperaba su bastón que
quedó flotando
- ¿Abuelo?
-Así es, soy tu abuelo Chelo. Y me tienes
que hacer caso, Lina. Vayamos por este
lado, es menos peligroso.
- ¿Hay menos deprodedores?
-Depredadores, se dice depredadores. Y no
me refiero a eso. La que intentabas ayudar
no era una medusa, era una bolsa.

- ¿Qué especie es esa, abuelo? ¿Es


peligrosa?
-No, no son seres vivos, pero si es peligrosa.
Hace muchos años, cuando yo era joven, el
mar era de un azul muy intenso, pero podías
ver la superficie de lo clara que era el agua,
ahora se ve más opaco y los peces se ponen
tristes. Animales como nosotros se tenían
que cuidar de los depredadores, pero ahora
tenemos que hacerlo de toda esta basura
que cae a nuestro hogar.
- ¿Quién nos tira basura? No hemos hecho
nada malo
-Fuera del mar, hay otro mundo
completamente diferente, que a veces nos
olvida. En él, vive gente muy interesante
que es buena, aunque tome malas
decisiones. Esas personas compran cosas
que, al tirarlas, llegan hasta el mar y lo
ensucian; hay bolsas, latas y popotes por
todos lados
- ¿Los popotes son cosas delgadas y de
colores, abuelo? Vi a unos niños tortuga
jugando con ellos
-Sí, Lina, son esos, pero tú nunca vayas a
jugar con eso, pueden hacerte mucho daño.
-Pero abuelo, no podemos vivir con miedo,
tenemos que hacer algo, quiero que el mar
siga bonito y los animales puedan nadar sin
preocuparse. Dime qué hacer y lo hago
-Pequeña, nada queda por hacer, mejor
nada con cuidado ahora que has llegado al
mar con nosotros. Ve por los lugares
seguros, no toques las bolsas, ni los
popotes, ni esas cosas circulares donde
quedas atrapado. Evita las botellas que ves
por allá y los frascos rotos ¿de acuerdo?
-Sí, abuelo Chelo.
Lina estaba muy triste, no creyó que su
hogar estuviera tan mal.
Al pasar los días se dio cuenta de que tenía
que ponerse en contacto con las personas
de afuera para decirles que ya no
compraran tantas cosas, pero no sabía cómo
y tampoco sabían si realmente la ayudarían,
así que en lo que encontraba una manera de
comunicarse, puso aletas a la obra y nadó
por todo el mar para recolectar esas cosas
tan peligrosas.
-Muy bien, ahora necesito investigar qué
hacer con todo esto.
En lo que miraba el fruto de su trabajo,
escuchó que alguien gritaba su nombre.
- ¡Lina!¡Pequeña Lina! - exclamó otra tortuga
de la edad de Lina, mientras se acercaba a
toda velocidad
- ¿Anni? ¡Hola! No te veo desde que
estábamos enterradas en la arena
-Ha pasado mucho tiempo, pero debía
buscarte, me enteré de lo que estás
haciendo en el mar y por todos nosotros,
pero necesitarás ayuda, mucha, mucha
ayuda. Descubrí la manera para hablar con
las personas, hay alguien que puede
ayudarnos
- ¿De verdad? ¿Quién es?
-No lo sé, sólo me dijeron que puede
leernos, así que sólo debemos hablar muy
muy fuerte para que nos lea y nos ayude.
- ¿Qué debo decir? ¿Hola?... ¡Hola!
-Tienes que decir todas tus ideas, Lina.
Anda, inténtalo, yo iré a ayudar a los demás
a recolectar la basura del coral. ¡Nos vemos!
Lina miró a todos lados, buscando a ese
alguien, pero no vio a nadie, así que infló el
pecho y alzó la voz con todas sus fuerzas
para ser escuchada.
- ¡Hola, persona! Sé que me estás
escuchando… o leyendo. Así que necesito
que me pongas atención. Aquí en mi hogar
las cosas no están muy bien, tenemos miedo
de enfermar si sigue cayendo basura a
nuestros patios y jardines. Tenemos
familiares que han caído presas de las
bolsas y plásticos, tengo muchas ideas,
pero no todos me quieren ayudar… ¿tú lo
harás? Te explicaré:
He encontrado bolsas por todos lados y
pensé que si en vez de eso, usaran una gran
bolsa de tela, ya no necesitarían tantas
bolsas pequeñas.
También investigué que hay restaurantes
afuera que les dan a las personas, popotes
para sus bebidas, pero no nos hacen bien;
mejor digan “muchas gracias, pero no lo
necesito” y beban un jugo refrescante justo
del vaso. Así, todos usarán menos popotes y
podremos nadar sin miedo
Mientras Lina hablaba cada vez más fuerte,
otras criaturas marinas fueron llegando y le
aplaudían y le daban ánimos.
- ¡También necesitamos que no compren
más botellas! Es mejor comprar una sola
que usen mucho tiempo- dijo un pez que se
había quedado atorado en una botella de
refresco durante una semana
- ¡Oh! Y que no usen vasos de unicel ni
platos, son mejores los normales, los que
tienen en sus casas- gritó una medusa
anciana que aún conservaba un vaso que
encontró siendo niña.
Lina se secó sus lágrimas con un alga y con
una sonrisa, preguntó:
-Tú, que ahora conoces nuestra historia
¿podrías ayudarnos?
CONTINUARÁ…
Tori

- “¡Fuera de aquí, perro callejero!”

Con esa frase, Tori comenzaba su día a día,


despertando de una noche intranquila por
el frío, el calor o la lluvia; dependía en qué
estación del año estuviera la ciudad. A
veces le gritaba eso la señora de la florería,
el carpintero, la muchacha de la tienda o los
pequeños niños que eran ordenados por sus
padres para alejarlo del jardín.

Esa mañana en particular, las calles estaban


brillantes porque la noche anterior llovió
durante horas, así que las banquetas aún
conservaban un par de gotas y los locales y
casas seguían húmedas. Tori se había
refugiado de la tormenta debajo del
pequeño techo de la casa del zapatero; aún
soñaba con deliciosas croquetas y huesos,
cuando un grito lo despertó.

- ¿Otra vez tú? ¡Fuera de aquí, perro sucio! -


gritó el zapatero, mientras su esposa
tomaba una escoba y corría para
ahuyentarlo. Tori se levantó deprisa y corrió
mucho.

A esa hora, los niños debieron estar


saliendo de la escuela, pero como era
sábado, algunos iban al parque con sus
padres. Jugaban en los columpios y res
baladillas o almorzaban en las banquitas
mientras el sol alumbraba las casas y
terminaba de secar los rastros de la lluvia.
Tori olvidó esto y fue a esconderse al
parque más cercano para que no fuera
alcanzado por la mujer del zapatero.

Tori era un perrito que desde muy pequeño


vivía en la calle, no recordaba a sus padres
ni si alguna vez había tenido dueño, así que
vagaba por las calles, comiendo de los
botes, las sobras de los restaurantes o a
veces, cuando alguien bueno lo veía, comía
deliciosas croquetas con sabor a carne. No
tenía una casa propia, así que cuando se
sentía cansado, se quedaba los bordes de
las tiendas o en los jardines de algunas
casas, que siempre estaban verdes y el
pasto era suave. Sin embargo, no a todos les
agradaba ver a Tori, pues le aventaban
agua o algunos niños le jalaban sus orejas o
la cola, lo que lo molestaba mucho y gruñía,
pero después debía huir de los padres que
llegaban furiosos a lastimarlo. Por eso,
antes de cualquier cosa, prefería correr y
esconderse.

Pero olvidó que ese día había más gente en


el parque, por lo que tuvo que recorrerlo
todo para sentarse en un lugar donde nadie
lo viera. De pronto, encontró un gran árbol
que jamás había visto. Su sombra era tan
grande que podía invitar a todos sus amigos
y descansar sin temor a sufrir por el calor.
Se recargó en él y en eso escuchó que
alguien se quejaba.

- ¡Hey! Fíjate donde te sientas- gritó una


pequeña flor enojada, que se acomodaba
los pétalos que Tori le desacomodo al
recargarse en el árbol
-Perdona, Flor, no fue mi intención
lastimarte

-Ya no es algo nuevo para mí eso. Apenas


esta mañana, una niña se acercó y me quitó
uno de mis pétalos favoritos. ¡Mira esto!
¿Crees que es bonito? Me dolió mucho

- ¿En serio te hicieron eso?

-Y no es nada, yo soy de las pocas que


quedamos en este lado del parque, porque
por este camino pasan muchos jóvenes
enamorados que regalan a sus novias una
linda flor que arrancan de este arbusto. Ya
casi no queda nadie y las que siguen ahí,
cuidan cada segundo, a los pequeños
retoños, para no desaparecer.
Eso les pasó a mis hermanas, que siempre
fueron hermosas y las alejaron de aquí.

-Lo lamento mucho, flor, no sabía. ¿Puedo


ayudarte en algo?

-Vamos, no le hagas tanto caso a esa


delicada, que sin mí no podría hacer nada.

- ¿Quién eres tú? - dijo Tori que giró su


cabeza y movió la cola muy inquieta por no
ver de dónde venía esa voz

- ¡Aquí! ¡Arriba! Soy Abeja- gritó una


pequeña abeja que volaba encima de la
cabeza de Tori

- ¡Oh! ¿A ti también te han lastimado?

- ¡Por supuesto que sí! La gente nos tiene


mucho miedo ¿sabes? Y todo es porque
tenemos esta pequeña aguja en nuestra
cola, pero es nuestra única defensa. Como
somos chiquitas, nos asustamos muy fácil y
sin querer picamos a las personas para
protegernos

- ¿De qué se protegen, Abeja?

-Lo que pasa es que como ya saben que


picamos, nos intentan matar al vernos.
Corren detrás de nosotras con un arma
llamada “matamoscas” o incluso con
zapatos. Tiran nuestros hogares con palos o
piedras ¡y tardamos tanto en armarlo de
nuevo! No nos valoran, perrito. Si no nos
asustaran, créeme que no haríamos nada.
Sólo jugamos entre las flores y producimos
miel ¿eso es malo?
-No, no lo es. ¿Puedo ayudarte a cambiar
eso?

-No te quejes, Abeja, por lo menos puedes


volar

-Willy ¿otra vez tú?

Tori giró nuevamente su cabeza y ahora era


un pequeño insecto en el pasto que le
hablaba.

-Otra vez yo y lo seguiré siendo hasta que


los adultos les digan a los niños que no nos
hagan daño. Esta mañana mi esposa salió
por una hoja y una niña la aventó ¡llevo
buscándola horas! Seguro fue a dar al otro
lado del parque
- ¡Oh! ¿Es verdad eso, señor Willy? Qué
cosa más terrible. - contestó Tori que se
sintió triste por la señora Willy.

-Es muy cierto. Nosotros los insectos


podemos jugar con los niños, pero sólo
pedimos que nos traten con cuidado,
porque somos frágiles. Ya estoy viejo, pero
en mi colonia hay muchos insectos jóvenes
que tienen miedo de salir por comida por si
alguien los pisa o los agarra o los atrapa en
frascos y no vuelven a ver a su familia.

Todos se quedaron callados un momento y


prometieron ayudar al señor Willy a buscar
a su esposa cuando escucharon el canto
triste de un ave.

-Lo lamento tanto, pero escuché su plática y


me han pasado cosas así. Mi padre creció en
una jaula porque lo capturaron y cuando
logró huir fue cuando conoció a mi madre
en este parque y aquí nací, así que he
podido ver todo lo que pasa desde la copa
del árbol. A veces son muy groseros con
nosotros.
Tori se sentía triste por las historias que le
fueron contando todos sus amigos del
parque, pero al mismo tiempo ya no se
sentía tan solo, ahora sabía que otros
comprendían el miedo que se sentía al ver a
un humano acercarse con un palo, un
“matamoscas”, un frasco o una jaula. Desde
que era un cachorro, veía a las personas
pasear a sus mascotas, a mimarlas, jugar
con ellas y demás, y él tenía muchas ganas
de eso.

Conforme fue creciendo se acostumbró a la


vida en la calle y le gustó; se sentía libre de
ir a donde quisiera, le gustaba comer
diferente cuando alguien le ofrecía y no
estaba tan mal la lluvia cuando se refugiaba.
Sin embargo, él nunca quiso que lo
lastimaran o lo odiaran ¡él quería a los
humanos! Pero a veces parecía que lo
odiaban sólo por estar un poquito sucio.

Se quedó pensando en eso mientras todos


sus amigos del parque platicaban entre sí.
De pronto, escuchó que las hojas del árbol
que les daba sombra a todos, comenzaron a
moverse, pero no había viento. Las raíces
levantaron un poco de tierra y vieron
claramente como el árbol abría un poco los
ojos y alborotaba sus ramas.

- ¿Qué sucede aquí? Me han despertado de


mi sueño- dijo el viejo árbol con una voz
profunda y armoniosa. Estaba tranquilo a
pesar de que lo despertara tanto ruido a su
alrededor.

-Lo lamentamos mucho, Árbol, no quisimos


hablar tan fuerte- dijo Flor escondiendo sus
mejillas que se habían vuelto igual de rojas
que sus pétalos

-No se preocupe, señorita, igualmente era


momento de remover mis ramas un poco.
¿De qué hablaban mis jóvenes amigos? ¡Oh!
Veo que hay alguien nuevo. ¿Cuál es tu
nombre?

-Me llamo Tori, señor Árbol- dijo el perrito


mientras agachaba su cabeza

-Tori, entre sueños he escuchado tu historia


y he sentido tu tristeza. He sentido la tristeza
y la preocupación de todos ustedes, amigos
míos, por eso quise despertar, para decirles
que no todo está perdido. Llevo muchos
años en este lugar para saber que las cosas
pueden cambiar para bien. Algo que
debemos saber, es que no podemos hacerlo
solos, necesitamos hacer un trabajo en
equipo para llegar a algo bueno, así que
necesito que me digan ahora ¿cómo
podemos ayudarlos? ¿Qué tenemos que
hacer?

Todos se miraron entre sí. Nadie les había


preguntado qué querían en realidad, así
que se quedaron mudos de la sorpresa. El
primero en romper el silencio fue el señor
Willy.
-Árbol sabio, lo que más quisiera en este
momento es recuperar a mi esposa.
Después, me gustaría decirles a todos, que
nosotros los insectos somos frágiles, no
queremos que jueguen con nosotros o que
nos aplasten. Ayudamos a los humanos en
muchas maneras diferentes, así que
tenemos que convivir en paz.
Lo que pueden hacer para ayudarnos es
respetar nuestro espacio y nuestros
hogares; pueden ayudar a conservar en
buen estado las plantas para que podamos
vivir, también. No pedimos mucho, señor.

-Yo opino lo mismo- dijo Abeja- Nosotras


sólo pedimos que no nos asusten, porque
realmente sólo hacemos nuestro trabajo:
polinizamos. Gracias a lo que hacemos día a
día hay tantas flores, hay tantas plantas ¡y
hay mucha miel, que es deliciosa! No nos
teman, no nos molesten y no haremos nada.
Si mis compañeras se colocan en sitios
complicados para los humanos, llamen a un
especialista, no nos maten, porque estamos
desapareciendo poco a poco.
- ¡Es cierto! - gritó Flor, entusiasmada- Yo
puedo decir que existo porque le doy luz y
color a los parques, a los bosques e incluso
a los mares. Soy muy bella y mis hermanas
también lo son, pero si nos llevan, si nos
arrancan, poco a poco perdemos esa luz y
ese color. Sólo pido que nos cuiden y nos
amen, que no jueguen con nuestras hojitas o
pétalos, porque duele mucho y nos pone
tristes perderlos. Mejor sólo huelan nuestro
aroma, aprecien nuestras formas y
variedades, pero no nos hagan daño.

El ave se puso a cantar de emoción y le


prometió al señor Willy encontrar a su
esposa, así que salió volando deprisa para
comenzar la búsqueda por el parque.
- ¿Y tú, Tori? ¿Qué necesitas o cómo
podemos ayudar? - dijo el anciano Árbol,
rotando un poco sus hojas

Todos miraron a Tori, mientras que él,


miraba directamente a las páginas de este
libro.

-Sé que puedes leerme ¿no es así? No sé


hablar el idioma humano, pero sé que
puedes entenderme. Lo único que pido yo,
es lo mismo que los demás: no nos hagan
daño. A veces a los perritos callejeros como
nosotros, nos tiran agua, nos gritan o nos
pegan, por eso corremos asustados o hay
quienes se enojan y gruñen, pero es porque
nos duele que nos traten así. Si ves a uno de
nosotros en las calles, no necesitas llevarlo
contigo ¡muchos somos felices así! Pero
nada más pedimos que no nos hieran. Todos
tenemos súper poderes, el tuyo es poder
decirles a muchas personas que nos dañan,
que dejen de hacerlo, porque nosotros
queremos mucho a las personas, no importa
lo que hagan, pero también sería bonito que
nos quisieran a nosotros. Estamos en calles,
parques y plazas, pero no podemos
comunicarnos. ¿Tú nos ayudarías?
¿Trabajarías con nosotros para que dejen
de lastimarnos?

CONTINUARÁ…
Jafen

Era 21 de agosto y las clases comenzaban.


Era un nuevo año escolar y Jafen estaba más
emocionado que nunca porque como todo
niño de su edad, le encantaba arreglar los
materiales que usaría en la escuela: forraba
sus cuadernos con ayuda de su madre,
acomodaba sus colores, plumas y lápices,
anotaba su nombre en los libros y etiquetas,
además de organizar su mochila para que
todo cupiera.

Ese día en la mañana se levantó muy


temprano y tomó un vaso de leche y comió
algo de fruta. No le entraba otro alimento
porque sentía que en su estómago había un
brincolín y todo rebotaba por los nervios
que sentía. Tomó el transporte acompañado
de su madre y llegó a clases. Encontró
muchos rostros conocidos y unos cuantos
nuevos, pero en general, su grupo anterior
había quedado completo para cursar otro
año juntos.

Jafen era un niño muy delgado que usaba


lentes gruesos. No sabía jugar bien algún
deporte, pero intentaba jugarlos todos para
aprender. Le encantaba ir en bicicleta a
todos lados y su materia favorita era la
geografía. Su mejor amigo se llamaba Anjef
y vivía en la casa de al lado, pero iba a otra
escuela, así que Jafen se la pasaba solo en
las clases. Nadie quería platicar con él
porque decían que era raro. Él nunca
entendió por qué.

Al llegar al salón de clases, se sentó donde


siempre: en la primera fila, en el último
asiento. A las ocho de la mañana en punto
llegó la profesora nueva: era muy alta y muy
delgada; Jafen se la imaginó como los
grandes árboles que hay en los bosques de
coníferas y río un poco.

-Buenos días, niños. El día de hoy vamos a


presentarnos todos ¿de acuerdo? Diremos
nuestro nombre y nuestra cosa favorita en
todo el mundo. Yo empiezo: soy la profesora
Nira y mi cosa favorita en el mundo es dar
clases. Por favor, la última fila empieza.

Poco a poco todos los niños se fueron


presentando con la maestra hasta que le
tocó a Jafen ponerse de pie.

-Mi nombre es Jafen y mi cosa favorita en el


mundo es el mundo. - dijo con voz bajita y
temblorosa
La profesora lo miro extrañada y algunos
chicos del salón soltaron unas risitas,
mientras otros, estaban distraídos con sus
propios asuntos.

-Muy…bien. Ahora, ya que los conozco a


todos y ustedes me conocen, vamos a
comenzar. La materia que veremos
primero, es española. Saquen su cuaderno
que les dictaré algo.

Jafen sacó su libreta y su estuche de lápices.


Cuando levantó la mirada de su mochila, se
dio cuenta que los que estaban a su
alrededor lo miraban y se giraban,
moviendo la cabeza, como diciendo: “lo
sabía”.
-Oye, ¿por qué tus cosas son así? - le
preguntó en voz baja una niña que estaba
sentada a su lado derecho y que,
aparentemente, era nueva en ese ciclo
escolar.

-Niños, no hablen más que empezaré el


dictado y sólo repito una vez- dijo la
profesora Nira, evitando que Jafen le
contestara a su compañera.

Cuando tocaron la campana que indicaba el


receso, Jafen sacó su desayuno y salió a
sentarse donde siempre: en una pequeña
jardinera junto al salón. Lo que no notó fue
que en ese lugar ya estaba sentada la misma
niña que le preguntó por sus cosas.
-Oh, hola Jafen. ¿Así te llamas no? ¿Quieres
que me vaya a otro lugar a sentarme? - le
dijo, mientras recogía su desayuno

-No te preocupes, quédate si quieres.

Ambos niños estuvieron en silencio un rato


hasta que ella volvió a preguntar

- ¿Por qué tus cosas son así y por qué te


miran raro por eso?

-Mis cosas son diferentes porque yo las


hago. Mi libreta es más gruesa que las
demás y tiene hilo porque me di cuenta que
mis cuadernos del año pasado no se
terminaron, sobraban muchas hojas y las
arranqué para volver a coserlas en otro
cuaderno para este año. Mi estuche está
hecho con restos de un pantalón de
mezclilla que me dejó de quedar, sólo
compré un cierre y le pedí ayuda a mi mamá
para unir todo. Mi mochila es de muchos
colores porque la cuido mucho y si se me
llega a romper, sólo le pego un pedacito de
tela de ropa que mi hermano pequeño va
dejando. Y cosas así.

La niña se quedó con los ojos como platos,


no creyó que eso pudiera hacerse.

- ¿Pero entonces por qué te miran feo?

-No lo sé. Yo pienso que es porque mis


materiales son raros. Cada año hago lo
mismo, ya saben que mis cosas siempre
serán diferentes.
-A mí me gustan. - dijo la pequeña y le
sonrió. Jafen le respondió la sonrisa y sintió
que por fin tenía una amiga en la escuela

La campana volvió a sonar y se metieron


todos a los salones.
-Muy bien, niños, ahora tendremos
geografía. Y no pongan esa carita que es mi
materia favorita- dijo la maestra y preparó
en el pizarrón un gran mapa que traía

Jafen saltaba de felicidad en su asiento. En


vacaciones se puso a investigar sobre los
bosques que hay en el país y se sentía muy
emocionado por poder decirlo. Sin
embargo, la profesora sólo habló de los
estados que conformaban al país y después
tuvo que ir a la dirección.

A Jafen no le gustaba que se fueran los


profesores porque todos empezaban a
hacer mucho ruido.
-Oye, si yo quisiera hacer lo mismo que tú
¿me ayudarías? - dijo su nueva amiga, que
se levantó y se sentó frente a Jafen

- ¡Claro que sí! Sin problemas te ayudo, es


muy fácil y ahorras mucho en tus materiales-
le contestó

- ¿Entonces sólo lo haces para ahorrar?

-Lo hago porque ya lo dije, mi cosa favorita


en el mundo es el mundo. Mi papá me
compró una nueva computadora y en
vacaciones me aburrí, así que investigué un
poco y vi que cortan muchos árboles para
hacer libros y cuadernos, además de que
los estuches de plástico hacen mucha
basura y contaminan. Busqué lo que podía
hacer porque me asusté. ¡Hubieras visto
que feas imágenes! En clase nos hablan de
contaminación, en la tele también, pero es
más fea de lo que pensé.

-Pero hay cosas que contaminan y no


podemos hacer nada, como las fábricas y
eso

-Sí, pero también hay muchas cosas que sí


podemos hacer nosotros que aún somos
niños.

- ¡Haré que ya no te vean raro! Es muy


importante lo que dices, tenemos que
decirle a la maestra tu idea.

-No, porque los demás se van a burlar

-Mira, si hablamos con ellos y hacemos


carteles, se van a emocionar y nos van a
ayudar a hacer lo mismo.
Jafen sentía otra vez el brincolín en su
estómago, pero al mismo tiempo tenía
muchas ganas de que todos supieran que
podemos hacer algo importante por el
mundo que tanto le gustaba.

Al día siguiente, los niños le dijeron a la


profesora que querían explicarles a sus
compañeros lo que Jafen podía hacer para
ahorrar en materiales usando el reciclaje de
casi cualquier cosa. La maestra abrió la
boca sorprendida y les dijo que la siguiente
semana, ellos tendrían que presentar sus
ideas frente a todo el grupo, así que les
ayudaría.

El siguiente lunes, Jafen y su nueva amiga,


les dijeron a todos los secretos detrás de las
cosas raras que él fabricaba, diciendo que
era importante ayudar hasta en lo más
pequeñito, porque sería un cambio muy
grande al final.

La maestra Nira dijo que hablaría con los


padres de familia para que apoyaran a sus
hijos en todo esto.
-Mira, Jafen, ya no te miran tan raro, aunque
lo sigas siendo. Pero es genial- dijo la niña
mientras se reía de las caras curiosas que
hacía su amigo al ver que sus compañeros
se veían emocionados por fabricar sus
mochilas y estuches y ponerles lo que ellos
quisieran.

Fueron pasando los meses y había niños y


padres que sí querían apoyar la idea y otros
que no, así que Jafen y su amiga se pusieron
algo tristes. La profesora los vio y pidió
hablar con ellos al final de la clase.

-Niños, ustedes han hecho algo muy


importante, no se desanimen, siempre
habrá cosas complicadas y unos cuantos
problemillas, pero lo importante es no
rendirse en lo que hacemos, sobre todo
cuando es correcto.

Ese ciclo escolar terminó antes de que se


dieran cuenta; los exámenes fueron
difíciles, algunas clases aburridas, pero por
lo menos Jafen ya no se sentía solo y no lo
miraban tan raro, sólo lo veían con
curiosidad.

Cuando el nuevo ciclo empezó el año


siguiente, el niño se dio cuenta de que ya
varios de su salón tenían libretas como la
suya, pero de colores y hojas diferentes.
Llegó al salón con una sonrisa de oreja a
oreja y se sentó junto a su amiga. ¡Ah! El
nombre de la niña es Fenja, y quiere
dirigirse a ti, que estás leyendo.
-Somos pequeños aún, pero podemos dar
pasos chiquitos que se convertirán en un
largo camino. También puedes ser como
Jafen, y habrá alguien que te apoye. Sólo
piensa en algo que te preocupe y
busquemos juntos una solución, todo se
trata de cuidar nuestro mundo, que es tan
bonito y lo han dejado muy solo. Recoge las
hojas que ya no uses, no tires las latas
¡pueden ser un portalápiz! Tenemos algo
muy poderoso ¡nuestra imaginación!
Usemos ese poder. ¿Te unirías a nosotros?

CONTINUARÁ…
Ahora que ya has leído los cuentos y ya eres todo un
superhéroe del planeta, vamos a ponerte a prueba…

En la siguiente hoja hay unas líneas, en estas debes


escribir una historia de algún problema que tu hayas
visto en el medio ambiente y como ayudarías a
resolverlo; en el recuadro debes dibujar al personaje
principal de tu historia.

Aquí te enlistamos algunos consejos que puedes


seguir:
 Piensa en algún problema que hayas visto:
contaminación del agua, basura en la calle, etc.
 Piensa a quien le afecta ese problema: a los
animales, a los niños, a los adultos, etc.
 En el principio del cuento escribe la descripción
del problema, en el desarrollo cuenta cómo
afecta y en la conclusión escribe una solución
para ese problema.
 Por ultimo dibuja a tu personaje, como te lo
imagines.

Escribe una bonita historia y léela a todo el que


puedas, así más personas sabrán secretos para salvar
al planeta y habrá muchos más superhéroes.
Titulo:

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¿Qué creiste, que sabrías
los secretos con solo
voltear el libro
?
Para que puedas conocer los secretos
debes leer el libro, sin embargo, te
daremos un pequeño adelanto...
En estas páginas conocerás a tres
personajes que necesitan tu ayuda y
debes conocer los secretos para poder
ayudarlos, así que, ¿Que estas
esperando? ¡Vamos, a leer!

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