Foro Constitucion
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Es pertinente? Considero que no es pertinente toda vez que en cualquiera de los dos casos se van a ver
afectados dos grupos de minorías determinadas (los parejas que quieren adoptar y los niños que esperan
una adopción), viendo el caso desde el punto de las parejas que quieren adoptar “prohibir la adopción a
una pareja del mismo sexo es contrario a los principios de libertad e igualdad que plantea la
Constitución de 1991”, tomando el caso desde el punto de vista de los niños que quieren ser adoptados
referencio la definición de la adopción, consiste en un derecho para el niño a recuperar lo que ha perdido;
este derecho no es para los adoptantes, de ser así, el niño legal y formalmente sería visto como un objeto y
no como un ser humano. Es democrático? "Teniendo en cuenta los conceptos vistos en los diferentes
módulos de la materia; Colombia es un Estado social de derecho (...) democrático, participativo y
pluralista", que facilita la participación de sus ciudadanos en las decisiones que los afectan, de igual
manera todo ciudadano tiene derecho a participar en la conformación, ejercicio y control del poder político
y para dar cumplimiento a ello contamos con diferentes mecanismos de participación ciudadana, los cuales
son las herramientas que nos permiten ejercer el derecho a participar en las decisiones colectivas, con el
fin de generar una serie de cambios; en este caso sería el referendo el cual es utilizado con el objeto de
validar una norma o un proyecto de norma, que para bien o mal seria contra la adopción homoparental.
2. ¿En qué se diferencia el concepto de “Democracia” de Carlos Gaviria del concepto de
“democracia” de Viviane Morales
Teniendo en cuenta los conceptos de democracia dado por los dos juristas del texto, considero que estos
no se diferencian pero a su vez si se complementan toda vez que el Dr. Carlos Gaviria manifestó que “la
democracia es la promesa de convivencia grata entre sujetos autónomos que a nadie dañan, aunque sí
pueden molestar conciencias fanáticas que defienden sus prejuicios con argumentos de razón privada
como si fueran del interés común”, y la Dra. Vivian Morales: dice que la democracia radica en que lo
pertinente es que sea el pueblo quien resuelva las controversias y las contradicciones fundamentales de
toda sociedad, por lo antes descrito considero que la democracia en nuestro estado viene siendo la
convivencia pacífica entre los sujetos que lo integran resolviendo sus controversias y contradicciones a
través de sus métodos de participación ciudadana, a lo cual apunto que siempre abra personas que
quedaran inconformes con las decisiones que se tomen.
Suplica
Buenas noches Leonardo Salcedo estoy de acuerdo contigo toda vez que los niños tienen derecho a
recuperar lo que han perdido, sin necesidad de convertirlos en un objeto, está bien, el estado colombiano
es un estado social de derecho que busca que sus individuos sean democráticos, participativos e iguales
ante la sociedad, pero en este caso estamos viendo dos puntos de vista en los cuales de cualquier manera
se va a haber una de las dos partes afectada, las parejas homoparentales que quieren adoptar y los niños
que requieren ser adoptados, tomando tu refrán "nadie puede perder lo que no tiene", el estado está en
la obligación de proteger a los niños como esta descrito en la Norma de normas (La constitución),
brindándole protección mediante la figura de la Familia, con esto se busca ayudarle a los niños a recuperar
lo que han perdido; dejando claro que el derecho de la adopción no es para las parejas que soliciten esta
figura, con el fin primordial de no ver a los menores como un objeto sino como alguien parte de esa nueva
familia.
No obstante el tema tratado seguirá viéndose con mucha reserva por parte de todas las diferentes
poblaciones, toda vez que es un tema que solo le importa a unos grupos de minorías.
Un referendo impertinente
Carlos Gaviria
El Estado de Derecho es la materialización de un propósito excelso, político y moral a la vez: la
erradicación del despotismo del monarca, es decir, del mandato del gobernante, obediente tan sólo a su
capricho y amparado en una supuesta potestad conferida por la voluntad divina. Conseguir que el
ejercicio del poder, antes arbitrario, quede sometido a las reglas del derecho, tiene que contarse entre las
grandes conquistas de la humanidad.
Pero el Estado constitucional de derecho implica un avance cualitativo inapreciable: precaver algo que
había pasado inadvertido, a saber, que también las mayorías puedan decidir caprichosamente en
desmedro de sectores minoritarios de la población que reclaman derechos que no pueden ser negados o
recortados con argumentos fuertes de razón publica. Asunto que puede plantearse de la siguiente forma:
¿hay temas problemáticos que deban sustraerse a la decisión mayoritaria? Y la respuesta
indudablemente es sí. ¿Como cuáles? Voy a señalar apenas dos:
1. Los asuntos técnicos y científicos que reclaman una respuesta concluyente (en la medida en que la
ciencia puede darla), expuesta a la prueba de la razón y la experiencia. Ejemplos pueden darse a granel,
pero uno paradigmático me parece que basta. ¿No sería descabellado convocar al pueblo a que mediante
sufragio universal dirimiera el asunto de si el universo fue creado según la rica ficción fantasiosa del
Génesis o si está bien orientada la hipótesis abstrusa del Big Bang? ¿Alguien con mediana sensatez
podrá pensar que la respuesta definitiva proceda de las urnas? A veces uno piensa, oyendo o leyendo a
la senadora Viviane Morales, que es eso lo que se propone con su dislocada propuesta de referendo
contra la adopción por parte de las parejas homosexuales. Como hay un debate académico y científico en
torno a los trastornos y sesgos de orientación que puedan padecer los menores adoptados y, a su juicio,
la balanza se inclina por una respuesta afirmativa (cosa que parece refutada abrumadoramente por
estudios serios y abundantes hechos), que la mayoría profana diga a quién asiste la razón (¿a Ptolomeo
o a Copérnico?).
Pero, desde luego, la ambigüedad diluye, en apariencia, las verdaderas razones subyacentes a la
iniciativa: para la senadora Morales (hay que asumirlo así por las creencias que defiende) es pecaminosa
y “contra natura” la unión conyugal de dos personas del mismo sexo, y ni qué decir de que tengan la
temeridad de tratar como hijos a quienes no engendraron ni concibieron.
2. Los asuntos relativos a las creencias. ¿Tiene una persona, en una sociedad pluralista, regida por un
Estado laico, el derecho a organizar su vida y su comportamiento en armonía con sus creencias
religiosas? La respuesta es sí, más allá de toda duda. Pero ¿puede con igual legitimidad convocar a los
ciudadanos que muy probablemente comparten las mismas creencias derivadas de una fe común,
respetables pero, por definición, injustificables racional y empíricamente, a que impongan obligaciones y
restricciones en sus formas de vida a quienes profesan otras creencias o sólo tienen convicciones a que
renuncien a la integridad y desarticulen su pensamiento de su conducta y vivan una vida inauténtica,
porque así lo dispuso la regla mayoritaria?
He tenido un alto concepto de Viviane Morales como jurista y académica, pero advierto que esas
calidades nada tienen que ver con sus iniciativas de creyente militante.
La democracia es la promesa de convivencia grata entre sujetos autónomos que a nadie dañan, aunque
sí pueden molestar conciencias fanáticas que defienden sus prejuicios con argumentos de razón privada
como si fueran del interés común.
Apreciado Carlos:
Leí tu artículo sobre la propuesta de referendo que presenté ante la Registraduría, acompañada por
238.000 ciudadanos, para decidir si en Colombia aceptamos o negamos la adopción de niños
desamparados por parte de parejas del mismo sexo.
Lo leí con mucha atención, como siempre leí tus sentencias y, en general, como leo tus escritos cuando
llegan a mis manos. Pero esta vez lo leí, además, con particular alegría. Enhorabuena llegaste a darle a
mi contraparte la estatura intelectual y moral que anhelé que tuviera, a fin de que el debate público
contribuya a la edificación de nuestra cultura democrática.
Créeme que he tenido la preocupación de que esta controversia pierda su talante necesario cayendo
víctima de prácticas degradadas humanamente, cuando no de fundamentalismos antirreligiosos o de la
banalización fatal con que muchos medios de comunicación distorsionan el acontecer nacional.
Desde el titular calificas de “impertinente” el referendo que hemos propuesto, esto quiere decir:
inoportuno, inapropiado y, aún más, molesto. Esto con base en la afirmación categórica de que hay
“temas problemáticos” que no pueden ser decididos por el pueblo a fin de que las mayorías no “puedan
decidir caprichosamente en desmedro de sectores minoritarios de la población que reclaman derechos
que no pueden ser negados o recortados con argumentos fuertes de razón pública”.
Es impertinente, entonces, acudir a la falacia de que estamos poniendo en riesgo el derecho que tienen
los homosexuales a adoptar niños, cuando está claro que el derecho a adoptar no existe. Nadie puede
perder lo que no tiene.
Lo que sí existe es el derecho de los niños a ser protegidos y criados por una familia y, en el caso de los
niños desamparados, sin familia, el Estado está en la obligación de garantizarles este derecho de la mejor
manera posible. De esto se trata nuestro referendo: de que sea el pueblo quien le ordene al Estado
cuáles son los parámetros que de acuerdo con su experiencia, su razón y su cultura, debe tener en
cuenta a la hora de tomar la delicadísima responsabilidad de entregar a un niño en adopción.
No sobra insistir, en este punto, que mis convicciones cristianas coinciden íntegramente con las
conquistas universales del Derecho que consagran los derechos de los niños como prevalentes sobre
cualquiera eventualidad jurídica.
Para mí los niños son sagrados y estoy decidida a luchar para que de ninguna manera se les convierta en
objetos de consumo emocional.
También me parece importante aclararles a nuestros lectores que tu posición diluye, en apariencia, las
verdaderas razones subyacentes a tu artículo: cuando afirmas que hay que quitarle al pueblo el derecho
de decidir sobre este “tema problemático”, lo que en el fondo estás pidiendo es que dejemos la decisión
sobre la adopción de niños desamparados por parte de parejas homosexuales en manos de los nueve
magistrados de la Corte Constitucional. Te parece que los nueve magistrados cuentan con la sabiduría
necesaria para superar los riesgos a los que nos exponen las decisiones de las que señalas como
“mayorías profanas” (¿ignorantes e incompetentes?).
En este punto también estoy en total y respetuoso desacuerdo con tus planteamientos. Mi experiencia de
ciudadana, de abogada y de legisladora me ha llevado a la convicción democrática de que son preferibles
las decisiones de nuestro pueblo, pese a los riesgos de errores, que las decisiones de nuestros
honorables magistrados de la Corte Constitucional, pese a sus riesgos de aciertos.
Por último, apreciado Carlos, sólo me resta compartirte una inquietud de amiga y admiradora que me
quedó de la lectura de tu artículo: ¿por qué esas mayorías te resultan “profanas” y por lo tanto
incompetentes para decidir en nuestro referendo sobre la suerte de nuestros niños desamparados, y en
cambio te parecían competentes y dignas de votar por ti cuando les pediste su respaldo al aspirar a la
Presidencia de la República?
Por lo pronto, te deseo lo mejor y de nuevo te agradezco que hayas decidido intervenir en este debate.