Revista Educacion Int
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monocromo
Impreso en Uruguay
Edición hecha al amparo del Art. 79 de la Ley 13.349
(Comisión del Papel)
ISSN: 1688-5287
Depósito Legal: 342 126
Contacto: [email protected]
Adriana Aristimuño
Decana de la Facultad de Ciencias Humanas
artículos
Libros
157 Abstracts
Cecilia Pereda*
Resumen. Este artículo ofrece un breve repaso a los aportes de Niklas Luhmann y
sus seguidores actuales en América Latina sobre la investigación y la intervención
social desde la teoría de sistemas sociales complejos. Presenta también tres ejes
relevantes para la investigación en organizaciones escolares, que retoman pro-
blemas de reflexión del sistema educativo como sistema complejo. Se proponen
además algunas claves para la intervención en escuelas que, desde una relectura
del tema de la confianza en las organizaciones, indican condiciones y posibilida-
des para la intervención social sistémica en las escuelas.
Introducción
Este artículo plantea tres ejes relevantes para la investigación sistémica de las organizacio-
nes escolares y presenta, en forma preliminar, algunas reflexiones sobre las condiciones y
las posibilidades de la intervención social sistémica en las escuelas.
A modo de introducción se mencionan las potencialidades de la teoría de sistemas
sociales complejos, en la versión de Niklas Luhmann y en las de sus seguidores actuales
en América Latina, tanto para la investigación como para la intervención. Estas son
desarrolladas brevemente en el punto 1. En el punto 2 se pasa revista a las condiciones
y las posibilidades de la investigación y la intervención social sistémica en las escuelas
que retoman problemas de reflexión del sistema educativo como sistema complejo y se
* Licenciada en Trabajo Social y en Sociología, Magíster en Sociología por la Facultad de Ciencias Sociales
de la Universidad de la República. Se ha desempeñado en la intervención, investigación, consultoría y
asesoramiento en centros educativos formales y no formales. Es docente en la Universidad Católica del
Uruguay en la Licenciatura en Educación Inicial y en la Maestría en Educación.
1 Estas claves fueron introducidas en Pereda (2003). En este caso se trata de recontextualizar las
observaciones producidas en casi una década de experiencia en el asesoramiento y la consultoría en
escuelas y centros educativos urbanos y suburbanos, públicos y privados, a la luz de la relectura y la
producción reciente de conocimiento sobre la teoría luhmanniana.
2 Es de destacar el importante aporte de las universidades integrantes de la ausjal (Asociación de
Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina) en la introducción del pensamiento
de Luhmann en América Latina: Universidad Iberoamericana (México), Pontificia Universidad Católica
(Chile) y Universidad Alberto Hurtado (Chile).
3 Para una revisión recontextualizada del pensamiento luhmanniano, ver Farías y Ossandón (2006). Para
un recorrido sobre la trayectoria del pensamiento luhmanniano en América Latina ver Torres Nafarrete y
Rodríguez Mansilla (2006).
8 Cecilia Pereda
4 «Como solamente las comunicaciones que sintonizan con las operaciones precedentes presuponen
posibilidades de éxito, se comprende que los ‘destinatarios’ de las investigaciones han anticipado los
efectos informativos, pues sólo en ellos se definen sus umbrales de resonancias» (Arnold, 2006:235).
10 Cecilia Pereda
En este apartado se presentan tres ejes a modo de ilustración de claves de análisis presen-
tes en la teoría de Luhmann sobre el sistema educativo, relevantes para la observación
empírica de las escuelas. Estos son: la reintroducción en las decisiones de la organización
de la diferencia sistema/entorno; el problema de la homogeneización de comienzo; y la
relación con ámbitos educativos no escolares.
La diferencia sistema/entorno puede ser considerada como una diferencia directriz,
productora de ulteriores distinciones. Como tal es reintroducida en el sistema y puede
ser observada en todo tipo de distinciones e indicaciones con las que el sistema opera.
La observación de esta reintroducción ha sido señalada para el sistema de la interacción
docente-alumno por Ossandón. Según este autor, la diferencia inclusión/exclusión se re-
introduce en las expectativas de aprendizaje de los alumnos producidas por los docentes
provocando de este modo la exclusión de la consideración de «educables» a estudiantes
incluidos recientemente en las aulas como producto de la aplicación de decisiones de polí-
ticas educativas ajenas a (y por tanto no seleccionados por) la escuela (Ossandón, 2006).
En una ocasión anterior habíamos sugerido que la reintroducción de la diferencia
sistema/entorno produce diferencias en la autoobservación de la escuela y por tanto per-
mite comprender la diferencia producida en algunas de ellas entre los turnos matutino
y vespertino (basada en el código «características de los niños» de cada turno). Lejos de
estar condicionada por las características de los alumnos de cada turno, esta diferencia
entre turnos era definida por la autoobservación de la escuela y la distribución de los
recursos humanos que reproducían esta diferencia (Pereda, 2003). En otras palabras,
12 Cecilia Pereda
14 Cecilia Pereda
a. El tema de los límites del sistema es un área plagada de desafíos para la investigación
y la intervención sistémica. Desde la observación de las escuelas como organizaciones
complejas el foco está en los límites de sentido que el propio sistema define, esto es,
su autoobservación. La reintroducción de la diferencia sistema/entorno, la homoge-
neización de comienzo y la observación de los ámbitos traslapantes son tres ejes que
señalamos como claves para la investigación referida a la aplicación.
b. En el caso de la intervención, ésta no puede estar dirigida a una apertura de los lími-
tes a las familias o a las organizaciones sociales (porque éstos son límites de sentido)
sino a la forma como la escuela se observa a sí misma, distinguiéndose de su entorno.
Si se insiste en un deber ser con relación a las familias o a las organizaciones de la
comunidad sin atender a la observación de la propia escuela, la intervención no podrá
16 Cecilia Pereda
18 Cecilia Pereda
* Licenciada en Biología y Profesora de Física. Es Magíster en Educación por la Universidad Católica del
Uruguay. Actualmente es directora del Programa de Evaluación de la Unidad de Planeamiento Evaluación
y Gestión de codicen (Consejo Directivo Central). Se especializa en temas de enseñanza de las ciencias,
evaluación de aprendizajes y docencia universitaria. Dirige actualmente el programa Mejora de la
Docencia Universitaria en la Universidad Católica del Uruguay.
La frase de Novak nos invita a reflexionar sobre las formas que estamos empleando en
la universidad para enseñar y, en consecuencia, para evaluar en momentos en que la so-
ciedad le demanda a la educación egresados universitarios creativos, autónomos, capaces
de tomar decisiones y de enfrentarse a nuevos y variados desafíos. ¿Estamos colaborando
desde nuestras prácticas docentes en la formación de las nuevas competencias1 que la
sociedad del siglo xxi exige para sus ciudadanos en general y para los egresados univer-
sitarios en particular? ¿Estamos usando sistemas de evaluación que nos permiten valorar
adecuadamente estas competencias?
Las reflexiones y propuestas que se presentan en este artículo tienen el propósito de
abordar la evaluación de aula como un proceso continuo y formativo, que se encuen-
tra integrado a la situación de acción didáctica y donde las funciones de diagnóstico
y retroalimentación se encuentran jerarquizadas. Este abordaje de la evaluación, poco
frecuente en la enseñanza superior, se postula como imprescindible si se pretende lograr
que los estudiantes desarrollen aprendizajes profundos y duraderos.
Los sistemas y los instrumentos de evaluación deberían pasar a ser el centro de las
preocupaciones de las instituciones universitarias en el momento actual. «En la universi-
dad los modos de evaluación son, a menudo, misteriosos para los estudiantes y no mucho
mejores para los profesores, que frecuentemente consideran la evaluación como separada
del proceso de enseñanza y de aprendizaje; algo sobre lo que pensar una vez que el currí-
culum ha sido diseñado y han finalizado los planes para su entrega» (Brown, 2007:23).
Los tradicionales métodos de evaluación no son lo suficientemente eficaces como
para recoger la información que necesitamos a fin de acreditar el grado de adquisición
de las competencias deseadas en las distintas carreras. Es necesario por lo tanto buscar
nuevas estrategias que nos permitan actuar con flexibilidad frente a las situaciones cam-
biantes del mundo universitario de hoy.
En el Informe Mundial de la unesco «Hacia las sociedades del conocimiento» (2005)
se plantea que «[l]os cambios radicales provocados por la tercera revolución industrial
–la de las nuevas tecnologías– han creado de hecho una nueva dinámica, porque desde
mediados del siglo xx la formación de las personas y los grupos, así como los adelantos
científicos y técnicos y las expresiones culturales, están en constante evolución, sobre
todo hacia una interdependencia cada vez mayor» (5).
Las sociedades del conocimiento exigen que las instituciones educativas, en particu-
lar las universidades, emitan claras señales de que se están ocupando de favorecer en sus
estudiantes, futuros egresados, las competencias que necesitan para apropiarse y generar
conocimiento de manera autónoma y creativa. «Cada vez se generaliza más la idea de
que la finalidad principal de las instituciones educativas es la de «enseñar a pensar».
Constituye un gran desafío para los docentes crear ambientes de aprendizajes potentes y
Lo expresado antes implica que también la evaluación debe ser pensada desde una nueva
perspectiva. En los últimos años, la evaluación se ha convertido en una línea de in-
vestigación didáctica prioritaria, en permanente crecimiento, lo cual ha proporcionado
interesantes desarrollos sobre aspectos teóricos y prácticos.
La nuevas propuestas conciben la evaluación formando parte de la situación de acción
didáctica, dentro de la cual se interrelacionan la enseñanza del docente y el aprendizaje
de los estudiantes. No se trata de un componente que se incorpora al final del proceso de
aprendizaje para valorarlo, sino que es una parte esencial del propio proceso de enseñan-
za. Por lo tanto la evaluación constituye una pieza clave para mejorar la calidad de los
aprendizajes y el desarrollo de competencias específicas para la profesión. La evaluación
es, en consecuencia, una actividad valorativa continua que se produce en el marco de
los procesos que ocurren en el aula y donde intervienen todos los actores involucrados
en éstos. Dentro del contexto del aula las funciones asignadas a la evaluación se pueden
resumir de la manera siguiente:
• ¿Qué es lo esencial que mis estudiantes deben aprender a partir de mi curso? ¿Cuáles
son las metas de mi curso?
• ¿Qué tipo de tareas les voy a proponer para ayudarlos a alcanzar tales metas?
• ¿Cómo me daré cuenta, y cómo se darán cuenta ellos, del grado en que han avanzado
hacia las metas propuestas?
Desde lo formal, se distinguen dos tipos de matrices, las holísticas y las analíticas. Las ma-
trices holísticas se suelen utilizar cuando la tarea a evaluar admite errores o imprecisiones
que no alteran su buena calidad. Las tareas posibles de evaluar con matrices holísticas
son aquellas que se centran en procesos unidimensionales de los cuales el docente quiere
tener una idea general, global. Se suelen usar cuando el propósito de la valoración es por
su naturaleza sumativo y brindan escasa información para la retroalimentación.
A continuación se propone un ejemplo de matriz holística para valorar la resolución
de un problema:
Los resultados Los resultados Los resultados están Los resultados están
están muy bien están muy bien completos, pero incompletos.
organizados, organizados y están presentan cierta
Resultados claramente completos. desorganización.
presentados en la
forma adecuada
y están completos.
El análisis de los El análisis de los El análisis de los No hay análisis de
resultados está resultados está resultados presenta resultados, sino
Discusión bien desarrollado bien desarrollado y carencias. mera descripción.
de los y se complementa completo de acuerdo
resultados con información a lo discutido en la
adicional a la clase.
discutida en la clase.
La elaboración de La elaboración de Se presentan No se presentan
las conclusiones las conclusiones algunas conclusiones.
evidencia una presenta integración conclusiones,
comprensión de los contenidos no integradas.
profunda trabajados y No se proyectan
Conclusiones de la situación sugerencias de aplicaciones.
estudiada. Presenta proyecciones
proyecciones de futuras.
futuras aplicaciones
del trabajo.
Introducción
Estos autores sostienen que algunos de estos enfoques se aplican directamente a la edu-
cación, mientras que otros se modifican a la hora de investigar un problema educativo.
No obstante, excepcionalmente llegan a quebrantar el significado que tenían en aquellas
disciplinas de las que provienen. Por otra parte, el uso de diferentes conceptos y metodo-
logías provenientes de distintas ciencias y disciplinas enriquece y amplía el conocimiento
basado en la investigación educativa.
Los investigadores pueden estudiar casi cualquier tema con diferentes métodos.
Un asunto relacionado con las ciencias de la educación puede, por ejemplo, ser
investigado mediante un estudio de las necesidades curriculares de un entorno
concreto; el estudio comparativo del rendimiento de alumnos con métodos de
enseñanza diferentes; la observación de la interacción dentro de un aula; el estudio
histórico de libros de texto de ciencias, o el análisis etnográfico de los procesos
instructivos en clases de ciencias específicas. […] En un campo interdisciplinario,
todas las metodologías de investigación son valoradas por su utilidad potencial
para el desarrollo del conocimiento (27).
En una primera acepción del currículum entendido como prácticas educativas, estas
prácticas incluyen por lo menos dos procesos claves, los procesos de enseñanza y de
aprendizaje, además de sus problemas, cuestiones, situaciones y resultados. Entre los
factores que inciden en su constitución se identifican las condiciones del desarrollo del
currículum, las culturas institucionales, las innovaciones pedagógicas, la gestión educa-
tiva, la profesionalización del docente y las políticas educativas del gobierno. Por tanto, el
conocimiento basado en la investigación involucra a esta dualidad de la educación como
campo de estudio y de práctica.
En síntesis, la educación definida como campo de investigación y práctica, habilita
descripciones, explicaciones y evaluaciones del currículum por lo menos en tres campos
de la investigación educativa: básica, aplicada y evaluativa.
La Investigación Educativa Básica (ieb) es aquella que busca poner a prueba una teoría
con escasa o ninguna intención de aplicar sus resultados a problemas prácticos. Esto sig-
nifica que no está diseñada para resolver problemas educativos. El científico se preocupa
por el desarrollo del conocimiento científico y no se le exige que explique las implicacio-
nes prácticas de su estudio. No obstante, este tipo de investigación termina influyendo
en las prácticas pedagógicas y didácticas una vez que transcurre un tiempo considerable,
Según los autores antes citados, la ieb, se preocupa principalmente por saber y explicar,
empieza por una teoría, un principio básico o una generalización. Una teoría puede o no
tener soporte empírico, pero cuando tiene un considerable apoyo empírico se le denomi-
na teoría científica.
A modo de ejemplo, un científico del campo de las neurociencias, por ejemplo, puede
estudiar la inteligencia humana en muchas situaciones diferentes, incluida la inteligencia
humana en ámbitos escolares tradicionales o en comunidades virtuales de la Web 2.0.
Un investigador educativo puede analizar las políticas educativas que fomentan la creati-
vidad de los seres humanos, puede indagar los métodos de lectura a los cuales se expone
a las poblaciones de escolares de un determinado sistema educativo e indagar cuáles son
las concepciones acerca de la enseñanza y el aprendizaje que subyacen en las prácticas
pedagógicas y didácticas de enseñanza de la lectura.
Los resultados de los estudios como los mencionados se podrían formulan con carác-
ter general y no constituirían recomendaciones específicas para la práctica pedagógica
inmediata.
Desde mi experiencia, durante casi veinte años de trabajo en múltiples ámbitos de edu-
cación formal y no formal, tanto pública como privada, he observado que los educadores en
docencia directa usualmente suelen buscar conocimientos válidos y de aplicación práctica.
A esta búsqueda de «herramientas» e «instrumentos» para mejorar la práctica pedagógica,
en su manifestación más empirista, se le suele contrarrestar con un «no a las recetas» que
ha llevado a que muchos resultados de investigaciones educativas queden estrictamente
reservados, como teorías inaccesibles y ajenas a los estrictamente «prácticos».
Buscar la sofrosine –para los antiguos griegos significaba «equilibrio»– es tarea muy
ardua en esta cuestión de búsqueda del punto justo entre la teoría y la práctica. En algu-
nas instituciones de educación superior en Uruguay estimo que, hoy día, el punto justo
está muy exacerbado en la teoría y en otras demasiado aprisionado en la práctica. Parece-
ría que se hace necesario componer un estado de investigación educativa más realista que
abandone los extremos y haga prosperar la tan mentada praxis en educación.
En síntesis, según McMillan y Schumacher:
La investigación aplicada, como la investigación básica, es abstracta y general,
y emplea un lenguaje común dentro de un campo. Muchos estudios educativos
sobre rendimiento, enseñanza, aprendizaje, niños excepcionales y asuntos pare-
cidos utilizan términos que tienen un significado especial dentro de la profesión.
La generalizabilidad de la investigación aplicada se limita normalmente al campo
descrito. La investigación educativa, por tanto, se centra más en el conocimiento
de teorías y de prácticas educativas que en un conocimiento universal (2005:24).
En otras palabras, la iea tiende a aumentar el conocimiento que se logra en un campo de
estudio concreto y sus consecuencias o efectos es posible que se aprecien indirectamente
en el largo plazo. Esto significa que, con el tiempo, se habría generado una corriente o
acumulación de «masa crítica» en tanto se publique y discuta una serie de investigaciones
a lo largo de un tiempo prolongado. El conocimiento producido, en estas condiciones,
influiría en la forma en que los profesionales enfocan y perciben un determinado proble-
ma en el campo de las ciencias de la educación.
Las investigaciones de tipo «aplicado» buscan fortalecer la investigación posterior,
sugieren nuevas teorías acerca de la práctica y pueden alentar el desarrollo metodológico.
Tal es el caso del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes denomina-
do pisa (Programme for International Students Assessment) que integra Uruguay. Este
La iee puede aumentar el conocimiento sobre una práctica educativa específica, además
de fomentar el desarrollo de la metodología para estudiarla y la investigación que se
desarrolle posteriormente. Al revisar a McMillan y Schumacher, estos autores son muy
claros cuando especifican el campo de la iee:
La investigación evaluativa se ocupa de una práctica concreta en una situación o
situaciones determinadas. La práctica puede ser un programa, un producto o un
proceso, pero la situación es crucial. La investigación evaluativa juzga el mérito y
el coste de una práctica concreta en función de los valores que priman en la situa-
ción. La evaluación determina si la práctica funciona. […] También analiza si los
costes que suponen su desarrollo, aplicación y extensión compensan (2005:24).
La evaluación formal se lleva adelante por un investigador o equipo de investigadores, en un
campo determinado, o por un participante de la situación. Requiere formación en distintas
metodologías y disciplinas, en estudios de evaluaciones sistemáticas, en fases a lo largo de un
determinado período de tiempo así como del cruce de datos cuantitativos y cualitativos.
Cuando se habla de costes, estos son los materiales: el espacio, el personal implicado
en el estudio, el estado de ánimo de los actores y/o el apoyo de la institución, comunidad
o centro educativo en el cual se investiga.
Dentro de este tipo de iee, McMillan y Schumacher (2005:25) incluyen la investiga-
ción-acción y los estudios políticos.
Variantes de la iee:
investigación-acción y estudios políticos
La primera variante implica a profesores que usan métodos de investigación para estu-
diar los problemas en el aula. El rol del profesor es el de asumir la dirección del estudio
o el de desempeñar un papel clave en el proceso de investigación. El objetivo de la
investigación-acción es dar solución a un problema concreto en un lugar específico y no
es esencial un control riguroso de la investigación. El precursor de este tipo de investi-
gación fue John Elliot5.
Los estudios políticos implican análisis políticos para evaluar, por ejemplo, los dispositivos
de la planificación educativa de una determinada administración y por tanto tienen el
objetivo de generar información sustantiva para la toma de decisiones de los responsables
políticos. Estos estudios se centran en las políticas educativas presentes y pasadas de un
gobierno e investigan la elaboración de planes, programas y proyectos educativos, entre
otros dispositivos curriculares.
En resumen, son objetos de estudio por excelencia de los estudios políticos los
tres formatos característicos que adoptan las políticas educativas: planes, programas y
proyectos.
El análisis político (1) investiga la elaboración de planes, decidiendo qué temas edu-
cativos tratar; (2) examina la implementación de programas para llevar adelante las
políticas; y (3) determina su eficacia y/o eficiencia. Muchos estudios investigan varias
alternativas de planes dentro de las realidades económicas y políticas existentes (25).
Ahora bien, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de «programas educativos» y
«políticas educativas» como objeto de los estudios políticos?
Por tanto, de lo que hace una autoridad educativa, por ejemplo, un día, sobre un tema en
concreto no puede inferirse una orientación política definida; hace falta un seguimiento
en el tiempo para poder comprender cuáles son los ejes específicos y programáticos que
ponen en evidencia un denominador común en la actuación del tomador de decisiones.
Es necesario pues, analizar cuáles son los valores y las opciones filosóficas que apoya con
su actuación.
Para un investigador educativo, un analista o evaluador de políticas educativas, se
hace necesario confrontar los discursos (lo escrito y lo dicho) con los cursos de acción
(actuaciones, realizaciones) para comprender, analizar e interpretar los programas que
constituyen una política educativa.6
6 «Parecería existir un cierto consenso entre quienes estudian académicamente las políticas educativas.
Tanto politólogos y sociólogos de la educación coincidirían según Pedró y Puig, en distinguir por lo
menos estos cinco elementos: un contenido, un programa, una orientación normativa, un factor de
coerción y una competencia social» (Barboza Norbis, 2007: 12). En el capítulo 4 titulado «La definición
de políticas educativas y el concepto de planificación estratégica en educación» se trata específicamente la
distinción entre «política educativa» y «políticas educativas».
En resumen, la investigación educativa puede ser de tres tipos: básica, aplicada y evalua-
tiva. Cada una de ellas presenta objetivos, temas y usos peculiares; no obstante las tres
pueden incluir enfoques tanto cuantitativos como cualitativos, aspecto que trataremos
en el próximo apartado. La distinción de las tres investigaciones educativas presentadas
se sintetiza en esta selección textual:
Las investigaciones básicas, aplicadas y evaluativas se diferencian en primer lugar,
porque tienen distintos propósitos, temas de investigación y usos perseguidos.
Ni la investigación básica ni la aplicada están diseñadas para obtener soluciones
inmediatas a un problema específico en una situación determinada. Sin em-
bargo, ambos tipos de investigación pueden influir indirectamente, pasado un
período de tiempo considerable, en la forma en que los científicos, investigadores
y participantes afrontan y perciben sus respectivos problemas. La investigación
evaluativa juzga el mérito y el coste de una práctica particular en una situación
determinada. A diferencia de la investigación básica y aplicada, los estudios eva-
luativos proporcionan información para su uso inmediato cuando las directrices
políticas y prácticas se desarrollan, implementan e institucionalizan. Los tres ti-
pos de investigación son válidos para el desarrollo del conocimiento (McMillan
y Schumacher, 2005:26).
7 Los diferentes tipos de investigación son básica, aplicada y evaluativa según McMillan y Schumacher,
(2005:23-6)
Modalidades de Investigación
Cuantitativa Cualitativa
Modalidades cuantitativas
Modalidades cualitativas
9 El término «diseño de estudio de caso» hace referencia a un «caso» estudiado en profundidad, en contraste
con los diseños experimentales y no experimentales en los que los grupos son comparados a través de
análisis estadísticos. En el diseño cualitativo, un «caso» es la entidad o fenómeno singular estudiado en
profundidad. El diseño de estudio de caso se aplica a todos los tipos de investigación, tradicional y no
tradicional, e interactiva y no interactiva (McMillan y Schumacher, 2005:47).
10 Expresión acuñada por Guba y Lincoln (1989), citados por McMillan y Schumacher (2005:46).
Veamos algunas precisiones conceptuales que plantea Stake, las cuales revisamos para la
caracterización del estudio de caso en educación.
12 El modelo institucional de los Centros Regionales de Profesores (cerp) fue el primero en incorporar
la investigación educativa aplicada como curso en los terceros años en el Plan 1997, y luego el diseño
curricular de la Formación de Maestros en 2005.
13 Inclusive esta característica se puede constatar en el ámbito privado en la formación de profesores
de educación media de la Universidad de Montevideo, quienes reciben formación en Investigación
Educativa, y también en los maestros que forma el Instituto María Auxiliadora de Las Piedras.
Bibliografía
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Yin, Robert K. Case Study Research: Designs and methods, Londres: Sage, 1994.
1 Afirmaba esto en la década del ochenta, cuando había hecho crisis el modelo industrial basado en la
economía de escala –a partir del aumento de los precios del petróleo de principios de los setentas– y poco
antes de la caída del muro de Berlín, desapareciendo así dos fenómenos sociales, muy conectados entre sí,
que fueron emblemas del siglo xx.
Los sistemas y las metodologías de calidad, que llegaron a la educación desde el área
empresarial y tecnológica, experimentaron diversas adaptaciones y modificaciones, hasta
que hoy encontramos un repertorio que ha ido incorporando crecientemente defini-
ciones, conocimientos y herramientas provenientes del campo educativo (varias de las
cuales se reseñan en la matriz que se presenta más abajo).
Las diversas tecnologías de calidad en educación, igual que las correspondientes a
otras áreas, presentan un núcleo duro consistente en dos grandes componentes. El pri-
mero es un estándar o una norma que establece lo que se espera y la forma de verificarlo.
Cada sistema define sus normas a través de procedimientos rigurosos, en general basados
en conocimientos científicos o en buenas prácticas reconocidas y validadas por diversos
actores. El estándar tiene una expresión técnica rigurosa y también aceptada por quienes
lo utilizan como norma de referencia.
El segundo componente de los sistemas es un método preciso y preestablecido para
evaluar si el estándar o la norma se cumplen. La evaluación no es genérica, discrecional
o basada en el juicio de expertos, sino que está referida a las normas y estándares previa-
mente definidos.
Si se implementa ateniéndose a determinadas condiciones, la evaluación se convierte
en una certificación o acreditación. Para ello debe cumplir con una serie de requerimientos
y procedimientos habitualmente muy exigentes, que procuran brindar garantías respecto
al juicio de la evaluación. Entre estas exigencias se destaca que deba ser realizada por un
evaluador independiente, que no tenga ninguna vinculación con los evaluados y con sus
contrapartes (por ejemplo con clientes o proveedores). Se procura contemplar el principio
de «tercera parte» (aludiendo a que no tiene vínculo con las dos partes que protagonizan el
acto de compraventa de un bien o un servicio) y que no exista conflicto de intereses entre
el papel de evaluador y otros roles que el evaluador pueda estar desempeñando. El otro
requerimiento es que el proceso sea reconocido y avalado por un organismo certificador o
acreditador, de acuerdo a sus normas y exigencias. Será éste quien finalmente expedirá el
documento de certificación y por lo tanto quien se hace responsable del mismo.
Las estrategias y los marcos institucionales para promover la calidad son diversos. En
contextos poco sensibilizados se recurre a los premios, que estimulan la innovación. Otra
alternativa son los procesos de autoevaluación y mejora, basados en la capacidad de los
propios actores de superarse. Y, finalmente, las formas más complejas y exigentes son las
que incluyen una certificación externa e independiente a los actores participantes o que
tengan algún tipo de interés en el proceso.
2 Optamos por no profundizar aquí en la definición de calidad. Remitimos a Marcos Sarasola (2007) quien,
partiendo de una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española que dice «propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor», analiza el concepto y su evolución.
1. Dimensión institucional
2. Dimensión de estructura organizacional
3. Dimensión de oferta de formación
4. Dimensión de recursos de sostenimiento
5. Dimensión de comunicación y relación con la comunidad
6. Dimensión de evaluación institucional
nca (North Central Association / Commission on Accreditation and School Improvement). Estados Unidos.
Es una ong que acredita 8.500 escuelas privadas y públicas; desde el kindergarten, primaria, secundaria,
formación profesional, bachillerato y escuelas post-secundarias que no conceden grado.
norma iram 30000. Guía para la Interpretación de la norma iso 9001:2000 en la educación. Argentina.
Se han realizado adaptaciones de la Norma iso 9001:1994 e iso 9001:2000 por parte de algunos países para la
educación. Éste es el caso por ejemplo de la norma as/nzs iso 9001:1994 para la educación y la capacitación
de Australia y Nueva Zelandia o de la que aquí se eligió de Argentina. Se optó por incluir un solo ejemplo de la
Norma. No obstante, las dimensiones identificadas son propias de cualquier sistema de Normas iso 9000.
Programa de calidad de la educación popular del Movimiento Fe y Alegría. América Latina e internacional.
Fe y Alegría es un Movimiento Internacional de Educación Popular y Promoción Social, cuya acción se dirige a
sectores empobrecidos y excluidos. Nació hace 50 años en Venezuela y trabaja en 15 países de América Latina y
el Caribe.
5. Comunicación y relación
Comunicación y relación con la comunidad (en 6 sistemas)
con la comunidad
Esta es, por lo tanto, la estructura que sirve de base a la matriz que se presenta a conti-
nuación y que llamaremos «matriz de análisis de nueve sistemas de calidad»
Áreas de calidad. Agencia de certificación Es una ong que El objetivo de esta norma es guiar Sistema de
creada por cinco acredita 8.500 organismos de enseñanza y capacitación calidad para
asociaciones regionales escuelas privadas para desarrollar e implantar un sistema centros educativos
Dimensiones de calidad
que acreditan la y públicas; desde de calidad basado en la serie de normas desarrollado por la
calidad de escuelas y el kindergarten, iso 9000. Esta guía no pretende fijar Fundación Horreum
universidades. Dedicada primaria, secundaria, requisitos, ni agregar o modificar los Fundazioa.
a mejorar la calidad de formación profesional, requisitos descritos en las normas sino
la educación mediante bachillerato, facilitar su interpretación y aplicación en
la acreditación, cita y escuelas post- instituciones de enseñanza. La norma
acredita más a de secundarias que no iso 9001 describe requisitos «mínimos»
32.000 instituciones conceden grado. de un sistema de gestión de la calidad
educativas públicas y aplicable a toda organización que desea
privadas en cien países. poder demostrar a sí misma y a terceros
que logra y mejora continuamente la
satisfacción de sus clientes.
1. Misión, visión Servicios educativos. Visión, misión, Ámbito
y objetivos objetivos. de planteamientos
Dimensión institucional
5. Diseño de currículum Planeación de metas Desarrollo de Dimensión del lugar del cliente / Ámbito curricular/
y programa. de aprendizaje programas educativos Satisfacción Ámbito de
de los estudiantes. que reflejan del cliente / Dimensión de servicio. orientación y
las características acompañamiento.
Dimensión Acción formativa
de la comunidad .
Gestión directiva. Dirección, lideraz- Conducción: prácticas del director y Liderazgo directivo: aborda la forma en
go y garantía de del equipo directivo que aseguran un que las autoridades del establecimiento lo
calidad. actuar coordinado de los actores de la conducen y orientan hacia la obtención de
comunidad educativa en función del resultados, a la satisfacción de los benefi-
logro de los objetivos institucionales ciarios y usuarios y a la ‘agregación de valor’
y la calidad de los aprendizajes de los en el desempeño organizacional. También
estudiantes. incluye la implementación de mecanismos de
participación de la comunidad en la misión y
metas institucionales. Asimismo, considera
la forma en que los directivos rinden cuentas
y asumen la responsabilidad pública por los
resultados de establecimiento.
Planeación de Curriculum, Aplicación del Prácticas del establecimiento educacio- La dimensión curricular-pedagógica, se refiere
la enseñanza / programas currículo. nal para asegurar la sustentabilidad del a los procedimientos y mecanismos que
promoción de los académicos diseño, implementación y evaluación de aseguran la adecuación y mejoramiento de la
aprendizajes. e institucionales. su propuesta curricular. oferta curricular, su adecuada programación,
implementación, seguimiento y evaluación
en el aula, asegurando la calidad de los
procesos de enseñanza y aprendizaje de los
Procesos Calidad del proce-
alumnos. Incorpora elementos de innovación
de aprendizaje so de enseñanza /
y proyectos desarrollados al servicio de los
modelo educativo aprendizaje
aprendizajes.
Procesos de cons- Integración Apoyo para Convivencia Escolar y Apoyo a los
trucción y ejercicio educativa. alumnos. Estudiantes: Prácticas que lleva a cabo
de ciudadanía. el establecimiento educacional para
considerar las diferencias individuales y
la convivencia de la comunidad educa-
tiva favoreciendo un ambiente propicio
para el aprendizaje.
continúa en la página siguiente
de recursos.
10. Comunicación Comunicación y Relación con la Comunicación con los clientes. Ámbito de familia
Comunicación y relación
comunidad. (estudiantes,
familias, etc.).
de estudiantes.
Satisfacción
con el proceso
de enseñanza
y aprendizaje de
familias, alumnado
y educadores.
Evaluación de asistencia Sistema de Satisfacción del cliente, auditoría interna,
y desempeño información. medición y seguimiento de los procesos;
de estudiantes. mejora; acciones correctivas.
Performance
de estudiantes,
eficiencia de la
escuela, éxito.
Marketing y publicidad.
Planta física,
infraestructura.
Evaluación Evaluación Calidad total Logros de aprendizaje: datos del Gestión de resultados: incluye el análisis
del sistema y seguimiento del logro (logro establecimiento educacional referidos de los logros de aprendizaje de los alumnos,
de enseñanza de los alumnos. educativo, logro a niveles de logro de los aprendizajes medidos en términos absolutos y relativos;
- aprendizaje, de los objetivos declarados en los objetivos la efectividad organizacional expresada en
procesos y nacionales, fundamentales y contenidos mínimos términos de satisfacción de los beneficiarios
resultados de los calidad del del marco curricular. y usuarios; los resultados financieros y el
alumnos (logros aprendizaje de logro de las metas anuales. Incluye la forma
disciplinares, los alumnos, en que se utilizan los resultados para la toma
valores, actitudes). identificación de de decisiones respecto de los procesos del
las necesidades de establecimiento.
los alumnos).
Las normas y metodologías iso para la gestión de las organizaciones, como dijimos más
arriba, alcanzaron gran difusión aplicándose en una amplia variedad de empresas e ins-
tituciones. Fue la herramienta con la que un importante número de centros educativos
incursionaron en la cuestión de la calidad, que son percibidas en ocasiones como sinóni-
mo de calidad. Por el papel jugado y por la visibilidad ganada vale la pena dedicarle un
apartado especial.
La Organización Internacional para la Estandarización es una red de instituciones
nacionales de normalización de 147 países, con un representante por país y su Secreta-
riado Central en Ginebra, Suiza. La iso tiene como propósito crear y consensuar normas
que faciliten el intercambio de productos y servicios en el mundo. La conformidad y la
certificación bajo normas iso constituyen un reconocimiento de calidad, es decir de la
capacidad inherente de los productos y servicios en cuestión para satisfacer los requeri-
mientos mínimos establecidos por las partes (clientes y otros actores).
La iso y sus normas han realizado un aporte muy significativo en lo que refiere
a sistematizar, evaluar y gestionar la calidad en las organizaciones. Son muchas sus
aplicaciones a los campos más diversos, entre otros el educativo. Se han desarrollado
normas en este sentido; en la región, por ejemplo, la chilena NCh 2728 y la argentina
iram 30000, entre otras. Pero crecientemente se entiende que existen diversas razones
para optar por otro tipo de sistemas y métodos de calidad.
Desde la década de los noventas, una serie de instituciones educativas y formativas han
sido certificadas bajo estas normas pero, tal como plantea Wouter Van den Berghe (1998),
muchos profesionales del mundo docente se preguntan si el camino hacia las iso constitu-
ye la mejor vía para perfeccionar la calidad dentro de las instituciones formativas.
En primer lugar porque, especialmente para organizaciones medianas y chicas, se
requiere una herramienta más adecuada a su escala y recursos. En segundo lugar, en edu-
cación y formación no siempre lo mejor es normalizar procedimientos organizacionales,
que es una de las opciones metodológicas rectoras de la iso. A continuación se presentan
los fundamentos de ambas afirmaciones.
La familia de normas iso 9000 establece los requisitos para un sistema de gestión de
la calidad. «iso representa el aseguramiento de la calidad y se basa en un enfoque a los
servicios y procesos. La norma exige establecer especificaciones de servicios (cómo es) y
procesos (cómo se hace), objetivos o niveles de calidad que se quieren lograr en los servicios
y en los procesos, controlar si esos niveles se alcanzan, registrar las desviaciones (no-con-
formidades) y mejorar a través de las acciones de mejora» (Eusko Jaurlaritza, 2006:2).
La norma iso 9000 hace una fuerte opción por enfocar los procesos y los aspectos
institucionales.
Los grandes temas a los que apunta la búsqueda de conformidad de esta norma son:
• Responsabilidad de la dirección.
• Enfoque al cliente en las organizaciones educativas.
• La política de calidad en las organizaciones educativas.
• Planificación: definir los objetivos de calidad y las actividades y recursos ne-
cesarios para alcanzar los objetivos.
• Responsabilidad, autoridad y comunicación.
• Provisión y gestión de los recursos.
3 Otro ejemplo lo proporciona el documento iwa 2:2003 que aporta lineamientos para la aplicación de la
norma iso 9001:2000 en organizaciones educativas que proveen productos o servicios educativos. Estos
lineamientos no agregan, cambian o modifican los requisitos de la norma iso 9001:2000 y la intención de
su uso no es para efectos de evaluación de cumplimento contractual o para la certificación.
Las tecnologías y los sistemas de calidad son una herramienta para que los educadores,
las personas que trabajan en los centros y, en general, los integrantes de las comunidades
educativas, quienes participan activamente en su funcionamiento cotidiano, valoren la
situación de la organización. Ofrecen una autoevaluación con ciertas características.
Es rigurosa, se apoya en un instrumento que facilita la sistematización y que le aporta
al centro una referencia externa, respecto a la cual analizarse. Le permite evaluarse en
relación a sí mismo (a lo que fue, a lo que quiere ser) y también respecto a un patrón
externo. Por más esfuerzo que realice una escuela, es muy difícil que pueda acumular
por sí sola la información y la capacidad técnica que está condensada en cualquiera de
las tecnologías y los sistemas de calidad de centros educativos. Sería viable sólo para
instituciones grandes y, aún así, le supondría asignar un volumen exagerado de recursos
a este propósito.
La autoevaluación requiere de algunas condiciones previas e instancias preparatorias.
Primero, debe existir cierta cohesión y confianza interna donde todos se sientan cómodos
evaluando y también escuchando evaluaciones que muchas veces tendrán relación con
su desempeño. Eso requiere cierta madurez en el funcionamiento colectivo que posibilite
no confundir las valoraciones sobre lo hecho con las valoraciones sobre las personas. La
madurez grupal supone que se pueda evitar esa confusión, tanto en la expresión de los
juicios como en la recepción de los mismos4.
Por ejemplo, una organización que se encuentra en pleno conflicto entre sus inte-
grantes o con otros equipos de la organización, no está en el momento apropiado para
emprender la autoevaluación. Difícilmente ésta constituya un instrumento adecuado
para resolver enfrentamientos sino que, por el contrario, su superación suele constituir
un requisito previo para realizarla. La autoevaluación en sí misma supone generar ten-
siones, que conviene que se retroalimenten lo menos posible con otras dificultades que la
organización o el equipo estén experimentando.
En segundo término, debe existir un cierto grado de compromiso de los participantes
con los objetivos del proceso de formación y de pertenencia respecto a la institución en
que éste se realiza.
La existencia de estas condiciones debe analizarse previamente al inicio de la au-
toevaluación. Algunas organizaciones en este momento consideran que deben resolver
cuestiones anteriores a la autoevaluación, para luego sí abocarse a ella. En definitiva,
Es común que los centros que realizan procesos de calidad recurran a apoyos externos,
tanto para la facilitación de los mismos como para contar con una perspectiva indepen-
diente y, a la vez, distanciada de la gestión y sus urgencias cotidianas. Están entonces
en condiciones muy próximas a las requeridas por las instancias de verificación que den
la base para una certificación, que debe ser realizada por un organismo especializado y
reconocido en esa función.
En muchos casos la certificación es una meta que está planteada desde el inicio del
trabajo en calidad, en tanto en otros se llega a ella como resultado del proceso. La cer-
tificación le agrega a la autoevaluación y a la mejora –que pueden quedar en el ámbito
interno de cada centro– la comunicación externa de la calidad lograda, con un aval o
un reconocimiento independiente. Ello puede ser un estímulo a los procesos internos
de evaluación y mejora (en tanto no constituya la única motivación para ésta) y a la vez
potenciar las relaciones con muy diversos actores externos.
Los proyectos de mejora dan lugar, luego de ejecutados, a una nueva evaluación de la
que surgen, a su vez, otras mejoras a lograr. Se generan así dinámicas de mejora continua
en el equipo y en la organización. Esta es la base para el desarrollo de una cultura de
calidad, que significa tanto avances sustantivos en lo que se hace, como la incorpora-
ción sistemática de prácticas de registro y evaluación a las acciones y al funcionamiento
permanente.
Hasta aquí se ha mencionado el uso local, por parte de cada centro, de los sistemas y
tecnologías de calidad. Ellas también son un instrumento útil para programas y políticas
en esta área. Constituyen en primer término una herramienta indicativa, orientada al
fortalecimiento de la oferta educativa. En segundo término pueden utilizarse también
como base para la asignación de recursos.
En esta segunda modalidad, la Guía proporciona una base técnica para el acuerdo
entre los responsables de un programa o una política y sus contrapartes, que tengan a
su cargo la implementación de un determinado proyecto o de ciertas acciones. En este
sentido se requiere precisar cuánto y cómo se va a exigir de sus estándares y cómo se va
a implementar la evaluación.
En general y especialmente en relación a este uso de las herramientas de calidad
importa advertir que difícilmente ellas se imponen o se implantan administrativamente,
sino que exige de ciertas condiciones y convicciones en los directamente involucrados en
utilizarlas.
En esta perspectiva se subraya el respeto al principio de voluntariedad, que es propio
de los sistemas de calidad, en base al cual consideramos que en ninguna alternativa sería
pertinente establecer su uso obligatorio por parte de autoridades estatales para otorgar,
por ejemplo, habilitaciones o derechos de funcionamiento. No es con ese fin y con esa
lógica que fueron pensadas las herramientas ni son transferibles a ese tipo de aplica-
ciones. Para éstas corresponde utilizar criterios mucho más reducidos que respondan
estrictamente a lo requerido por los marcos legales de cada país.
Otra cosa es que se las exija para ser adjudicatarios de recursos públicos, lo que siem-
pre supone algún tipo de acuerdo, contrato o convenio entre las partes, o sea entre las
autoridades de gobierno y la organización que los va a ejecutar (que tiene la posibilidad
de no hacerlo).
Reflexiones finales
Mariela Coudannes*
Resumen. Una fuerte sentencia cae sobre los adolescentes argentinos que egre-
san de la escuela secundaria respecto de la información que poseen. El «no saben
nada» es una expresión que encierra una valoración negativa que no ofrece duda
para muchos. En las ciencias sociales, ¿qué tipo de conocimiento se supone que
se ha construido en la escolaridad anterior y cuál se demanda en los cursos de
ingreso? Lo que saben los jóvenes, ¿cómo lo saben y a partir de qué? Estudiar las
representaciones que portan los jóvenes y establecer hipótesis sobre su origen es
relevante desde el punto de vista intelectual individual, pero también es vital para
una pedagogía que tenga en cuenta la dimensión social del conocimiento. En el
presente trabajo se exponen los resultados de la investigación sobre las repre-
sentaciones sociales de ingresantes a la Universidad del Litoral (Santa Fe, Argen-
tina) en torno a tres problemáticas actuales: globalización, trabajo y pobreza.
Introducción
Una fuerte sentencia cae sobre los adolescentes que cierran, en el quinto año, una etapa
de su escolaridad respecto de la información que poseen. El «no saben nada», es una
expresión que encierra una valoración negativa que no ofrece duda para muchos, cuando
se publicitan los resultados de las pruebas de ingreso a las universidades públicas argenti-
nas. Uno de los casos más resonantes es el de la Universidad Nacional de La Plata:
78 Mariela Coudannes
7 Para Juan Delval (1994) ello no ha sido suficientemente demostrado. Con puntos de coincidencia y
disidencia respecto a la teoría de Moscovici, Roger Chartier propone volver a la noción de representación
colectiva y afirma que las representaciones se sustentan siempre en los intereses del grupo que las forja, pero
esta relación no es directa ni automática. Están mediadas por las prácticas discursivas y las luchas por la
representación. Véase Chartier (1990, 1995, 2002) y Ruiz Guadalajara (2003)
8 Entrevista a Denise Jodelet realizada por Oscar Rodríguez Cerda (Esparza, 2003)
9 Ver Cubero (1994:34)
10 Otros factores son: 1) El uso de determinadas estrategias y procesos cognitivos que contribuyen a la
perseverancia de los marcos conceptuales, a evaluar ideas buscando su confirmación y no su rechazo, a que
los alumnos no sean críticos con sus propias representaciones; 2) las propias concepciones del profesor y los
materiales que utiliza que no participan por completo del conocimiento científico (Gil Pérez, 1994).
Globalización, pobreza y trabajo fueron las tres grandes cuestiones elegidas para la in-
dagación. En Ecuador, Norma Maluf afirma que las representaciones sociales sobre la
globalización están atravesadas por procesos ideológicos en los que sus efectos se conci-
ben como hechos derivados de leyes naturales, o de fatalidades provocadas por causas no
controlables. Por otra parte, el riesgo es tolerado en el marco de un proceso de moderni-
zación que se percibe como esencialmente «benéfico» (2002:4).
En Argentina existen varios estudios sobre las representaciones de los jóvenes uni-
versitarios sobre la relación entre trabajo, educación, autorrealización, etc. (Kornblit,
2004; Seidmann et al., 2006; Gabrinetti, 2005; Marín et al., 2005). Ana María Pérez
Rubio (2004) aporta algunas conclusiones sobre las percepciones de los jóvenes sobre las
causas del desempleo, en el marco de un estudio más general. Según la autora, algunos
de ellos logran construir «su representación social de modo dicotómico (dominantes/
dominados)» y lograr «una interpretación en términos de clase» (2,7 y 8). En base a datos
empíricos, afirma que los jóvenes de grupos familiares de nivel socio-ocupacional más
alto tenderían a elaborar argumentos de culpabilización –las dificultades para encontrar
trabajo se deberían a carencias individuales o características personales– en tanto que
los de niveles más bajos lo atribuirían a las características del mercado laboral o facto-
res situacionales (procesos de victimización). Se destacan también aquellos trabajos que
conectan representaciones sociales, transformaciones del mundo del trabajo, conflictos
sociales, pobreza y exclusión (Vasilachis de Gialdino, 2003)11. Se citan al pie los estudios
que sirvieron para establecer un punto de partida conceptual sobre los tres temas citados
para la elaboración del instrumento de investigación.12
Para la indagación empírica se seleccionó al azar13 una muestra de ingresantes a las dis-
tintas carreras de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la unl –profesorados y
licenciaturas en biología, ciencia política, filosofía, geografía, historia, letras, matemática
y sociología– en la instancia de los Cursos de Articulación Disciplinar, febrero de 2007
(total 60) sobre un universo de aproximadamente 600 estudiantes presenciales. En ese
momento, los alumnos ya habían cursado el módulo común «Ciencia, arte y conoci-
miento» cuyos textos presentan una visión crítica de la globalización y la pobreza en la
sociedad contemporánea14.
80 Mariela Coudannes
Consignas:
Observaciones:
Predominaron las respuestas descriptivas. Las argumentaciones fueron parciales y poco profundas.
Muchas de las definiciones fueron confusas. Ejemplificación poco pertinente.
La centralidad del rol del Estado es un elemento nuclear20 de las representaciones sobre
trabajo y pobreza. Si bien las explicaciones a algunas de las principales problemáticas de
la Argentina actual en un contexto mundial se remitieron a la propia contemporaneidad,
sus respuestas darían cuenta de la presencia de contenidos que se remontan más atrás,
a la época del estado populista que perdura posiblemente en las narraciones de padres21
y abuelos. Estas representaciones no fueron sometidas a crítica salvo en casos aislados.
Si bien los estudiantes manifestaron una actitud ética de rechazo cuando se les solicitó
tomar posición frente a juicios muy conocidos sobre los pobres y la pobreza, algunos de
ellos lograron trascenderlo. Varios argumentaron que el principal responsable de la de-
sigualdad social es el Estado, lo que muestra una vez más la fortaleza que todavía tienen
las representaciones que se gestaron en una sociedad de matriz estadocéntrica: centrali-
dad del estado, educación y trabajo como vías principales de ascenso e integración social.
Tuvieron dificultades para visualizar y analizar críticamente las estructuras sociales y la
relación del estado con los intereses en conflicto.
20 Para la perspectiva estructural, el núcleo central de la representación –conjunto estable– da sentido a los
demás elementos del campo de la representación, en donde entran elementos más peculiares y por tanto
periféricos (Jean Claude Abric en Gutiérrez Alberoni, 1998:214).
21 La encuesta reveló que la mayoría son hijos de profesionales, comerciantes o empleados públicos, con
estudios universitarios completos o incompletos.
82 Mariela Coudannes
Leé las siguientes afirmaciones. Éstas constituyen una forma de pensar el problema de la pobreza:
• La pobreza es un problema social para el cual los paliativos estatales no sirven. No se les debe dar
dinero a los pobres que no lo gastan en necesidades básicas. El estado «eterniza» la pobreza con
planes sociales, manteniendo a los pobres en un nivel de subsistencia. Los gobiernos «no dejan salir a
la gente de esa condición» o bien «están ausentes». La principal responsabilidad es del Estado que no
aplica políticas que mejoren la calidad de vida de la población o haga respetar sus derechos.
• No se puede culpar a los pobres por la pobreza sino a la falta de oportunidades para acceder a un
trabajo, a la educación, etc. El deterioro de la educación impide que las personas puedan llegar
a conocer la «verdadera causa» y la «verdadera culpa» de la pobreza. La educación es un factor
principal para solucionar la pobreza y es dadora de oportunidades.
• Los pobres nacen en familias que siempre han sido pobres o por haber descendido en la escala
social. También se debe a la indiferencia social. Es más fácil el desinterés que buscar soluciones a la
marginación.
• Muchos pobres no intentan salir de su condición por comodidad. En estos casos se trata de un
problema de decisión personal, de voluntad.
Observaciones:
Sería interesante indagar en trabajos futuros la posible relación entre estas creencias y
la ideología peronista que recrea continuamente sus lemas fundacionales como estrategia
de reproducción simbólica. También evaluar el impacto de los discursos de los organis-
mos internacionales que establecen una relación automática entre educación y solución
al problema de la pobreza.22
Conclusiones
Si se acepta la hipótesis de que existen explicaciones diferentes según los grupos sociales,
que la explicación a través de una causalidad personal es específica de las opciones ideoló-
gicas propias de ciertos grupos, se podría concluir provisoriamente que el contenido de las
representaciones relevadas se relaciona positivamente con la pertenencia de los estudiantes
a una clase media que porta creencias bien definidas acerca de cuáles son los medios para el
22 Ver por ejemplo las opiniones del Director General de la unesco (en Matsuura, 2006)
Observá los siguientes dibujos que dan cuenta de la situación de los trabajadores (Anexo iii). Respondé:
a. ¿Cuáles son los principales problemas laborales que se representan en los dibujos?
b. ¿Por qué se generan estos problemas laborales en la actualidad?
• El estado debe atender los problemas sociales, controlar, financiar la educación y las
investigaciones, «estar». En la actualidad se observa todo lo contrario: no regula, no hace cumplir los
derechos de los trabajadores, no da seguridad ni garantiza oportunidades, no atiende a los reclamos,
no instrumenta políticas laborales. Pocas de estas afirmaciones se contextúan históricamente. Las
principales causas son la mala administración del gobierno y la falta de educación.
• La desigualdad y la explotación condicionan la falta de oportunidades. El origen de los problemas
laborales es la búsqueda desmedida de ganancia por los patrones, el objetivo de enriquecerse
rápidamente y la evasión de impuestos. Algunos establecen relaciones con la globalización y el
avance tecnológico de los más poderosos.
• La desocupación está directamente vinculada a la voluntad individual de las personas.
Observaciones:
• Una minoritaria parte de la muestra elaboró explicaciones multicausales1. En las valoraciones del
problema imperó la normatividad, el deber ser. Las respuestas fueron «políticamente correctas».
Predominó la descripción de situaciones y problemas.
• Las protestas sociales, los motivos que las guían y las alternativas de cambio, quedaron
prácticamente fuera de las consideraciones. La representación del «piquete» ofrecida en el dibujo
apenas mereció comentarios.
1 La búsqueda de causalidad es un importante aspecto lógico del pensamiento social. Ante un nuevo acontecimiento o un
nuevo objeto sobre el que no se dispone de conocimiento alguno, explicar mediante una causalidad es una manera de
representárselo. Los resultados expuestos muestran una combinación de causalidad por atribución (atribución de una
causa a un efecto) y la causalidad por imputación (la intencionalidad detrás de los actos, el por qué de su finalidad). En esto
seguimos a Jodelet (en Moscovici, 1986:493).
ascenso social, en particular la educación. Ahora bien, los resultados de la investigación per-
mitirían afirmar que otros factores entran en juego. Las representaciones no se construyen
aisladamente en el seno de una clase social, sino en un contexto comunicativo más amplio
donde juegan un papel predominante los medios masivos de comunicación como agentes
de educación informal23. Los jóvenes que ingresan a la universidad obtienen cotidiana-
mente información de variadas fuentes y pueden dar cuenta del conocimiento de temáticas
sociales relevantes. Las dificultades aparecen cuando se les demanda definir los fenómenos
en su complejidad desde una perspectiva crítica. Conocer las causas de esta falencia es rele-
vante desde el punto de vista intelectual individual –aquellos conocimientos mínimos sobre
los que el alumno, futuro profesional, debe construir nociones científicas, qué lo obtura y
por qué. Pero también es vital para una pedagogía que tenga en cuenta la dimensión social
y colectiva del conocimiento y que, entre sus principales objetivos, apunte a la formación
de una sociedad más justa e inclusiva. Estudios como el expuesto deben complementarse
con otras acciones investigativas tales como analizar los planes de cátedra de las escuelas
secundarias y realizar encuestas que permitan conocer mejor cómo impactan los contenidos
mediáticos en los jóvenes de distintas clases sociales, en sus padres y en sus docentes. Ello
permitirá evaluar qué contribución realiza la educación formal a la crítica o refuerzo de
ciertas representaciones sociales.
84 Mariela Coudannes
Santa Marta
Texto y música:
Eduardo Larbanois y Mario Carrero
86 Mariela Coudannes
Anexo ii
88 Mariela Coudannes
90 Mariela Coudannes
Graciela Cafferatta*
Introducción
Considerando que la vida en las sociedades democráticas garantiza entre otras, la igual-
dad de oportunidades escolares para todos sus integrantes, su distribución, al decidirse
por carreras u oficios, debería ser aleatoria. Sin embargo, tanto en universidades públicas
y privadas, institutos, escuelas y otras instituciones educativas, se puede observar una
mayor presencia de la mujer en aquellas áreas consideradas «tradicionalmente femeninas»
que tienen que ver con la educación, las artes y los cuidados y/o servicios en tanto que,
en las áreas técnicas y/o tecnológicas, así como en las de «ciencias duras», la presencia de
«ellas» disminuye sensiblemente aumentando la de los varones. Existiría así, una constan-
te en cuanto a la elección de carreras científicas y técnicas. Según Nicole Mosconi:
podemos decir que hay una tendencia generalizada al carácter mayoritariamente
masculino de las carreras científicas [y que] […] [e]n una sociedad occidental los
saberes femeninos serían más bien los saberes literarios y lingüísticos y también
los saberes terciarios, es decir, sobre las profesiones de servicio (1998:39).
92 Graciela Cafferatta
1 Datos extraídos de la página web del Ministerio de Educación y Cultura. Anuario Estadístico 2006.
http://www.mec.gub.uy
EGRESADOS
1999 1 0 1
2000 29 6 35
2001 46 5 51
2002 24 2 26
100 13 113
TOTAL EGRESOS
88.5% 11.5% 100%
94 Graciela Cafferatta
¿es «natural»?
No es nuestra intención negar las diferencias entre hombres y mujeres, porque efectiva-
mente somos diferentes, así como son diferentes los hombres entre ellos y las mujeres entre
ellas, diferencias de las cuales surge nuestra riqueza. El problema se presenta cuando, al
interpretar esas diferencias, se las «jerarquiza» y se las «naturaliza», no refiriéndonos a las
diferencias biológicas sino a las generadas por los modos de socialización. Para Ulrich
Beck (1998), la cuestión de que esas diferencias «naturales» expliquen la situación de la
mujer en la sociedad pertenece a una concepción de la modernidad.
Rescatando la idea de «naturaleza» como una construcción social –que nace con cada
individuo, fortaleciéndose durante cada una de las diferentes etapas de la vida– nos pre-
guntamos: ¿qué lleva a las mujeres a colaborar en la construcción de estructuras que, en
definitiva, se vuelven en su contra? En este sentido, Beck explica que «una sociedad en
la que hombres y mujeres tuvieran los mismos derechos, sería una modernidad diferente.
[…] [Q]ue se hayan construido muros para evitar esto […] con la activa colaboración
de las mujeres, es otro tema» (1998:154). Descubrir que tales características (atribuidas a
las mujeres como naturales y por lo tanto inamovibles) son asignaciones culturales «nos
devuelve la conciencia sobre el potencial transformador que todos y todas tenemos: lo que
los seres humanos hemos creado, los seres humanos podemos cambiarlo» (Díaz, 1998:3).
Según Amaya Urquijo (2000), las cosmologías de las tribus arcaicas concebían al hombre
y a la mujer como participantes, ambos, de «lo masculino» y de «lo femenino», es decir
que, en cada individuo, estaban presentes ambas facetas y cada uno podía asumir una o
ambas. Algunos autores contemporáneos, como Robert Stein (psicoanalista jungiano),
han retomado este hilo conductor, formulando nuevas hipótesis que sostienen que, para
96 Graciela Cafferatta
Por su parte, Mosconi (1998) cita algunas investigaciones que ejemplifican la afirmación
anterior. Frente a un bebé del cual conocen el sexo, los adultos tienen actitudes diferen-
tes dependiendo de que ese bebé sea niño o niña; en tanto que si no conocen el sexo, se
sienten incómodos y sin saber cómo actuar. En otra investigación, se enseña a un grupo
de estudiantes el video de un bebé que rompe a llorar frente a una situación concreta; a
la mitad del grupo se le dice que el bebé es varón y a la otra mitad se le dice que es nena:
aquellos que creen estar ante un varón atribuyen el llanto al enojo mientras que los que
creen estar frente a una niña lo atribuyen al miedo. Como vemos, ni siquiera en la etapa
de bebé se considera en un plano de total igualdad a hombres y mujeres.
El término «sexo» tiene que ver con la diferencia entre macho y hembra desde el
punto de vista biológico, es decir con el desarrollo de órganos sexuales diferentes, única
diferencia basada en la naturaleza, puesto que los caracteres sexuales «secundarios» no
son invariantes de uno u otro sexo, varían entre razas y entre individuos, aún del mismo
sexo. Pero los seres humanos no se constituyen como mujeres u hombres únicamente
en función del sexo; sobre la base biológica se construye la identidad genérica que tiene
una naturaleza de carácter social. El término «género» ubica entonces la cuestión en lo
sociocultural (Subirats en Lomas, 1999).
Sobre la base de las diferencias anatómicas y del papel cumplido en la reproducción,
la sociedad ha asignado características y funciones diferentes a hombres y mujeres. Esta
diferenciación ha servido de base para la organización social, pero también para realizar
deducciones que son interpretaciones arbitrarias, creaciones culturales acerca de lo que
pueden y no pueden ser y de lo que pueden y no pueden hacer, tanto los hombres como las
mujeres en la sociedad. Para Pierre Bourdieu (2000) el sexismo es un esencialismo difícil
de desarraigar que busca atribuir diferencias sociales –construidas históricamente– a una
naturaleza biológica que funciona como una esencia de donde se deducen todos los actos
de la existencia. Pero tales diferencias, en tanto creaciones culturales, no son irreversibles
ni determinantes fijas de la naturaleza sino, por el contrario, son relativas y modificables,
aunque no fácilmente modificables.
En la transmisión del género interviene la escuela y el sistema educativo; pero no es
ésta la única institución ni probablemente la más importante, pues la socialización pri-
maria, que marca en gran medida a niños y niñas, se halla por lo general en la familia y
en su entorno inmediato. Sin embargo, en la socialización secundaria intervienen todas
las instituciones y todas las instancias sociales con las que cada persona establece algún
tipo de interrelación; el sistema educativo, los medios de comunicación, y otros, tienen
al respecto un papel fundamental.
Cuando las mujeres se deciden por una carrera etiquetada como «no tradicional»
(aquellas consideradas tradicionalmente masculinas) se encuentran en un medio
que les demuestra que no es el de ellas, que son minoría ante una abrumadora
mayoría de varones. Por otro lado, alumnos y docentes, «devuelven esta imagen
de que no pueden haber elegido esta carrera por gusto, que no les gusta realmente
esto y que están por casualidad, porque no pudieron hacer otra cosa» (Mosconi,
1998:72).
Al crearse la mixidad, se adujo buscar el beneficio de las mujeres. Sin embargo, según
Mosconi (1998), estudios hechos en Inglaterra y Alemania aseguran que, en las escuelas
mixtas, el rendimiento de los varones es más alto que en aquellas instituciones de varones
solos, en tanto que las mujeres tienen un mayor rendimiento en escuelas de niñas que en
escuelas mixtas; estos resultados serían comunes a la mayoría de los países de occidente.
98 Graciela Cafferatta
En nuestro país
Según María Ángeles Espinosa, Esperanza Ochaita y Almudena Espinosa (1999), aún
sin que existan diferencias institucionalizadas en la educación respecto al género, hay
numerosas investigaciones que revelan la existencia de estructuras que colaboran en el
mantenimiento de las desigualdades. Se detectan sesgos a la hora de elegir asignaturas
optativas y cierto tipo de estudios. Los alumnos manifiestan, en su enorme mayoría,
inclinación hacia las matemáticas, los estudios técnicos y la mecánica, electrónica y au-
totrónica; por el contrario, las alumnas muestran una preferencia hacia las letras, el arte,
las ciencias humanas en general y la enfermería, puericultura, peluquería, etc.
No se ha constatado que las diferencias mencionadas sean consecuencia del fracaso
de las alumnas en las disciplinas de contenido más técnico, más bien parecería que obe-
decen a una elección personal resultante de una combinación de factores procedentes
tanto del contexto escolar como de otros contextos de socialización, en los cuales se
hallan inmersos mujeres y varones por igual, tales como expectativas familiares, in-
fluencia de los medios de comunicación u otros. Esto respondería a la oposición entre
los estereotipos masculinos y femeninos, cuyo peso es muy fuerte «y sigue siendo muy
fuerte en el momento de elección de una carrera o profesión» (Aguirre y Batthiány en
Lema, 2000:92). Para Yagüello (en Lomas, 1999) el estereotipo responde al esquema de
«dominación-sumisión» que se ha querido imponer como «natural», y sería una forma
de caricatura, pudiendo caricaturizarse sólo aquello que de alguna manera existe, o es
percibido como tal en la sociedad.
Durante la socialización primaria y, más aún, en la secundaria los niños y las niñas
son adiestrados en la acentuación de las diferencias sexuales (vestimenta, comportamien-
to, lenguaje). La transgresión de esos códigos masculinos y femeninos es mal vista; sin
No es posible desconocer los estudios que ponen de manifiesto «la existencia de barreras
explícitas e implícitas tanto de tipo social como de tipo estructural, que dificultan el
acceso de las alumnas a esta área de conocimiento» (Espinosa et al., 1999:i,73). Entre
las barreras implícitas deben considerarse las «micro desigualdades», conjunto de com-
portamientos que separan a un individuo en función de características inmutables e
involuntarias (sexo, raza, edad) creando un entorno que afecta su rendimiento. Estos
comportamientos de exclusión tan insignificantes, pasan inadvertidos por ser menos
obvios y más difíciles de reconocer que los obstáculos formales pero, al acumularse,
«crean un clima hostil que disuade a las mujeres a ingresar o permanecer en las carreras
científicas y tecnológicas» (Kochen et al., 2001:37). Todo esto es interpretado como una
falta de interés o, peor aún, como una falta de capacidad para afrontar estos estudios
por parte de las mujeres. Estas «barreras» sólo pueden ser eliminadas mediante una in-
tervención consciente y sistemática por parte de la escuela así como de otros medios de
socialización, orientada a eliminar aquellas desigualdades entre hombres y mujeres. Esas
desigualdades que responden a construcciones culturales, no permiten el total desem-
peño de los individuos operando como trabas para el logro de una sociedad más justa y
equitativa, conduciendo a ahondar en los hechos las diferencias que se desmienten en la
teoría.
Formulaciones hipotéticas
3. La opinión generalizada y reiterada de los docentes acerca del aporte que hace la mujer
al grupo (catalizador, equilibrante, etc.) responde al estereotipo femenino. Sin embargo,
podría hacerse aquí una lectura diferente en cuanto a que el carácter androcéntrico del
mundo en que vivimos, en tanto facilita el desenvolvimiento del varón obstaculiza el
de la mujer en determinadas áreas. Entonces el esmero, la aplicación y la obtención de
un título que acredite sus saberes serían estrategias halladas por la mujer para enfrentar
aquellos obstáculos, insalvables de otra forma. Las adolescentes entrevistadas manifies-
tan su opinión positiva del bt de Informática, cuya elección habría estado sustentada
por: a) el contacto más directo con las materias que tendrán a nivel universitario; b) la, a
su juicio, muy buena preparación para el mercado laboral; c) la obtención a corto plazo
de un título, logro que aparece con fuerza en sus expectativas, y ejemplificamos con al-
gunas de sus expresiones: «preferí venir acá, porque de última, salís con trabajo ¿no? Te
dan un título de técnico, y es bueno» o «me interesa más que nada […] llegar a tener un
título […] porque acá sin un título no hacés nada» (en Cafferatta, 2006:16).
Es ineludible la referencia a la «meritocracia» perseguida por la mujer: el título, la
acreditación de sus saberes, le permitiría el ingreso a determinados ámbitos, que de otra
forma le estarían absolutamente vedados. Así, particularmente en el área en estudio, la
obtención de un título que acredite sus saberes como «técnica» podría abrirle las puertas
por las que el hombre puede pasar cómodamente, aún sin ningún crédito. De ello tene-
mos ejemplos cotidianos: en cualquier oficina en que se detecte algún problema con un
pc, comúnmente se pide ayuda a algún compañero varón, difícilmente se recurrirá a al-
guna compañera mujer, salvo que ella sea analista, programadora, ingeniera o técnica.
5. Al responder a las feministas italianas, sobre «cambiar el orden simbólico», Maite La-
rrauri (en Lomas, 1999) propone evitar el discurso que refuerza la idea de sometimiento,
desdicha y maltrato de la mujer, puesto que ello inspiraría un deseo de no ser mujer, o de
ser varón, ya que a él le ha tocado la mejor porción del pastel de la vida. Ese deseo de no ser
mujer daría cuenta de expresiones de algunas de nuestras entrevistadas que afirman tener
más amigos varones que amigas mujeres, o la auto referencia de otra adolescente, como «la
loca, la machito del grupo» (Cafferatta, 2006:69). Resulta muy difícil imaginar siquiera lo
opuesto, es decir, la auto referencia de un varón como «el loco, el hembrita del grupo». No
existieron manifestaciones que valoraran positivamente lo femenino como pares opuestos:
alto-bajo, lindo-feo y sin que significara la desvalorización del contrario. Como dijimos
antes, estamos en un mundo masculino en el cual la visión androcéntrica se impone como
neutra sin necesidad de enunciarse en discursos legitimantes (Bourdieu, 2000) en tanto lo
femenino es caracterizado explícitamente. Recién en los setentas se produjo la revelación
del carácter «falsamente neutro-universal» dado a un mundo diseñado a la medida del
varón pero pretendidamente válido para ambos sexos (Piussi en Lomas, 1999) al cual la
mujer debería incorporarse y adaptarse, dada la supuesta neutralidad de aquél.
Nuestros resultados constatan una valoración positiva de ese mundo masculino;
y aunque las transgresiones de un universo a otro son mal vistas, es cada vez más
aceptada la transgresión de la mujer hacia lo masculino, nunca a la inversa. Por otra
parte, y como dijéramos antes ¿quién querría incursionar en el mundo de los más
desfavorecidos?
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Introducción
La tan repetida frase «los uruguayos descienden de los barcos» peca quizás de cierta exa-
geración pero, justo es decirlo también, no se aleja tanto de la realidad. Es por ello que se
puede afirmar que gran parte de la historia de nuestro país está íntimamente ligada a las
vivencias de los inmigrantes que un día llegaron a estas costas.
La inmigración en Uruguay como fenómeno social empezó antes de que se definiera
una política al respecto. La elaboración de esa política fue bastante lenta y, por lo general,
surgió como respuesta a diferentes situaciones de hecho que se fueron dando.
En la segunda mitad del siglo xix se produce en Europa el nacimiento del «antisemitis-
mo», frase acuñada por alemán Wilhelm Marr, hijo bautizado de un actor judío para
quien la cuestión judía tenía una connotación más racial que religiosa. El antisemi-
tismo sería entonces el odio hacia el judío por pertenecer éste, según sus defensores, a
una «raza» inferior considerada dañina y, al mismo tiempo, a una nación ajena. A este
racismo decimonónico lo podríamos encuadrar en la larga e intrincada historia de las
relaciones entre los judíos y los gentiles bajo las condiciones de la diáspora judía.
Pronto el antisemitismo tuvo buena acogida en buena parte de Europa, sobre todo en
el Imperio Austro-Húngaro, Francia, Alemania, la Rusia zarista y en todos los territorios
que se anexionó, lugares todos ellos en los que había una fuerte presencia de comunida-
des judías. Al mismo tiempo, también se produjeron brotes de antisemitismo en varias
zonas densamente pobladas por judíos sefardíes del Imperio Otomano. No obstante, se
puede afirmar también que en muchos lugares donde no había judíos, como ocurrió en
Uruguay antes de su llegada, por ejemplo, hubo antisemitismo.
2 Hacia mediados de la década de 1950 se supone vivían cerca de 50.000 judíos según estimaciones
realizadas por la propia colectividad, publicadas por José Jerozolimski en el Semanario Hebreo (24 de
octubre de 1968, p. 26)
A nuestro país llegaron cuatro contingentes muy diferentes de judíos: los sefardíes proce-
dentes sobre todo de Imperio Otomano; los ashkenazis originarios de Europa Oriental;
los de habla húngara, oriundos de los territorios que formaban parte, antes de la Primera
Guerra Mundial, del Imperio Austro-Húngaro; y los de habla alemana arribados de
Alemania, Austria y los Sudetes checos.
No se sabe muy bien cuándo se produjo la llegada de los primeros judíos al país, ya
que existen muy pocas referencias al respecto. Es posible que en los tiempos coloniales
llegaran al Río de la Plata judíos de origen portugués que, seguramente, se asimilaron a
la sociedad de acogida cambiando su religión. Sabemos en cambio que, en el momento
en que se produce la fundación del Cabildo de lo que será la ciudad de San Felipe y San-
tiago de Montevideo durante el año 1730, su fundador Don Bruno Mauricio de Zabala
exhortó a que «no se proveyeren los empleos en personas desheredadas de buenas cos-
tumbres o que fueran inferiores por tener raza de judío, morisco o mulato» (Porzecanski,
1984:68). Gracias a algunas fuentes se tiene certeza de que en el último tercio del siglo
xix vivían algunos judíos en la ciudad de Montevideo. No obstante, lo que sí podemos
asegurar es que la llegada masiva de los inmigrantes judíos al Uruguay, tanto de los se-
fardíes como de los ashkenazis procedentes de los países limítrofes y del Viejo Mundo,
no se produjo sino hasta principios del siglo xx.
«Sefardí» es el nombre hebreo que reciben los descendientes de los judíos oriundos de
España y expulsados de allí en 1492 por los Reyes Católicos. La palabra «sefardí» provie-
ne de Sefarad que, a finales del siglo viii, se convertirá en el vocablo usual hebreo para
denominar a la Península Ibérica. Los principales centros de la diáspora judía españo-
la fueron: Constantinopla, Esmirna3, Salónica, Francia, Inglaterra, Alemania, norte de
África y, principalmente, Portugal y Holanda 4.
Desde su expulsión de España hasta los comienzos de su nueva diáspora, a fines del
siglo xix y principios del xx, que los trajo también a Uruguay, los sefardíes tuvieron un
predominio claro sobre el resto de los judíos y principalmente de los ashkenazis. Pero
actualmente han ido retrocediendo frente a estos últimos tanto en número como en
influencia.
Los primeros sefardíes que llegaron a Uruguay lo hicieron, posiblemente y según los
testimonios ya citados, en tiempos de la colonia. Con el tiempo se borrarían sus pecu-
liaridades –como las de la religión, la cultura y el recuerdo de su procedencia– debido
a la intolerancia que debieron padecer por practicar una religión, la gran mayoría de las
veces de forma secreta, diferente a la de la mayoría. A lo largo de la segunda mitad del
siglo xix arribarán al Uruguay también algunas familias de origen sefardí procedentes
de Francia e Inglaterra (Raicher, 1985). Pero las mismas no llegaron a consolidar aún
núcleos comunitarios como lo harán luego los sefardíes llegados en las primeras déca-
das del siglo actual; estos últimos, procedentes fundamentalmente de Turquía, Grecia,
Chipre, Rodas, Malta, Bulgaria, Yugoslavia, Siria, Líbano, Marruecos, Egipto y otros
países que habían formado parte del Imperio Otomano, debieron emigrar por la crecien-
te inestabilidad social y económica imperante en sus países de origen, por los brotes de
antisemitismo que trajo aparejados la tendencia a la otomanización a partir del ascenso
de Mustafá Kemal del Imperio Otomano5 y también por el largo servicio militar obliga-
torio allí imperante. Debido a esto último y gracias a los datos que nos proporcionan las
listas de pasajeros de barcos de ultramar de la Dirección Nacional de Migración, pode-
mos afirmar que la inmigración de sefardíes presentaba ciertas características: alto grado
de masculinidad, en su mayoría eran solteros, estaban en edad laboral y se radicaron en
los principales centros urbanos del país, fundamentalmente en la capital, Montevideo.
No obstante llegaron también varias familias.
La mayoría de ellos no tuvo problemas con el idioma a su llegada, pues hablaban
ladino, el castellano del siglo xv. Pero, en cambio, los que venían de países árabes, como
Siria, tuvieron dificultades idiomáticas ya que no hablaban ladino sino árabe. Debido a
ello los sefardíes tendieron, en un primer momento, a reunirse en sinagogas diferentes.
Estos primeros sefardíes que llegaron al país se dedicaron a la venta ambulante, al
igual que el resto de los inmigrantes cristianos o musulmanes que provenían también
del Imperio Otomano, a los trabajos artesanales y al comercio minorista de artículos
de mercería, ropa y telas, resultado del arduo trabajo que al principio realizaron como
3 De esta ciudad, al oeste de Turquía, procede la mayor parte de los sefardíes ladino-parlantes llegados al
Uruguay en las primeras décadas del siglo xx.
4 La mayoría se instalaría en Ámsterdam. Allí llegaron a ser muy influyentes debido a su gran número
(muchos venían de Portugal, como la familia del filósofo Spinoza), a su riqueza y también a su educación.
5 En estos tiempos se produce también el genocidio del pueblo armenio.
Los ashkenazis
Los ashkenazis son los judíos procedentes de Europa Oriental de países como Polonia,
Rusia o del Báltico (Lituania, Letonia y Estonia). En la Edad Media, en cambio, se
designaba con el término «Ashkenazi» a Europa Central y en particular a Alemania de
donde son originarios; se vieron obligados a emigrar hacia Europa Oriental debido a la
persecución de la que fueron víctimas en ciertos períodos.
La comunidad ashkenazi constituye la mayoría de la población judía de nuestro
país representando más del 60%, mientras los sefardíes alcanzan un poco más del 20%
del total y el resto conforma el 20% restante, cifras que, como ya apuntamos, son una
constante en el resto de América Latina. Procedían generalmente de pequeños núcleos
urbanos y se vieron forzados a emigrar, sobre todo, por motivos económicos debido a que
el antisemitismo existente en esa parte de Europa los mantenía marginados económica-
mente y al mismo tiempo los había expulsado hacia ghettos.
No se debe olvidar tampoco la violencia popular de la que fueron víctimas tanto en
Rusia como en Polonia, alentada desde filas del propio oficialismo. De este modo, tras
la muerte del zar Alejandro ii en 1881 y la ascensión al trono ruso de Alejandro iii, se
produce una serie de persecuciones violentas conocidas con el nombre ruso de pogromos,
que trajeron aparejados robos y asesinatos en masa de aldeas enteras.
Este nuevo contingente de inmigrantes judíos llegó a Uruguay en las primeras déca-
das del siglo pasado, aunque su llegada masiva no se produjo hasta vísperas de la Primera
Guerra Mundial y durante los años 20. Justamente en este momento se les empezaron a
cerrar las puertas de los principales destinos a los que habían optado por emigrar. A causa
de los pogromos, se encontraban marginados económicamente en sus países de origen,
pertenecían por ello a los estratos sociales más desfavorecidos y poseían un limitado ba-
gaje cultural. Todo esto los llevó a acentuar su tradición religiosa y a reforzar sus vínculos
La colectividad judía de habla húngara en el Uruguay se formó, sobre todo, entre los años
1926 y 1930. Hasta el fin de la Gran Guerra, que precipitó la desintegración de la gran
Hungría unida a Austria, los judíos de este Estado centroeuropeo conocieron una era de
libertad de aproximadamente medio siglo de duración en el transcurso de la cual obtuvie-
ron un amplio estatuto jurídico, económico y social. Gracias a esta era de prosperidad y
libertad, los judíos allí residentes terminaron asimilándose a la tierra que los vio nacer. Con
respecto a los judíos nacidos en las zonas de minoría nacional, donde predominaba el idio-
ma del grupo respectivo (ya fuera el rumano, el eslovaco, el ruteno o el serbocroata), aunque
bilingües, consideraban al húngaro como su idioma materno y ellos mismos se declaraban
y se sentían auténticos húngaros. Con la derrota en la Gran Guerra del Imperio Austro-
húngaro, esta era de esplendor de la judería de habla húngara llegaría a su fin. Los errores
de las clases dirigentes reclamaban un chivo expiatorio y, como siempre, lo encontraron en
los judíos. La situación de este colectivo se agravó notablemente con los cuatro meses de
experiencia comunista del judío húngaro Bela Kun. Este periodista revolucionario llegó al
poder en marzo de 1919 estableciendo, de inmediato, un régimen comunista que fue derri-
bado por una contrarrevolución apoyada por el ejército rumano. Tras su caída se organizó
en Hungría un reino sin rey, bajo la regencia de Horthy (1920-1944). En los primeros años
del Gobierno de Horthy se desataron violentas persecuciones contra los judíos a quienes
se culpaba de la derrota de la guerra y de ser comunistas. Con los años, algunos judíos
de habla húngara, procedentes no sólo de lo que sería la Hungría actual sino también de
Transilvania –hoy territorio rumano–, de Eslovaquia y de los territorios del nordeste de
Hungría que pasaron a la ex Unión Soviética, tomaron la decisión de marcharse de su tierra
e instalarse en otros destinos, como fue el caso de Uruguay debido a esta nueva oleada de
antisemitismo, al mismo tiempo por la crisis económica que asoló a Hungría a partir de
1929 y finalmente –aunque en un número menor– llegaron también luego de finalizada
Además de los sefardíes, ashkenazis y húngaros llegó a Uruguay, por estos años, un nue-
vo contingente migratorio, el de los judíos de habla alemana.
Desde el estallido de la Revolución Francesa hasta la mitad del siglo xix se produjo
en la Europa Occidental y Central la emancipación de los judíos que, hasta ese momen-
to, habían vivido en ghettos. Así, adquirieron los mismos derechos que sus compatriotas
no judíos y llegaron a asimilar la cultura y costumbres de sus países de nacimiento. Una
vez emancipados, su situación económica mejora notablemente y, además, empiezan a
ejercer profesiones antes vedadas para ellos. Pero todo esto despertó recelos en algunas
poblaciones alemanas y austriacas, por ejemplo, y entonces se produjeron movimientos
antisemitas organizados en partidos políticos. Toda esta campaña antisemita de princi-
pios del siglo xx logra captar más adeptos y hace recrudecer más su postura en varios
lugares de Europa y, sobre todo, en la Austria de la primera posguerra y en la Alemania
de la República de Weimar.
En enero y luego en la primavera del año 1919, la extrema izquierda intenta tomar el
poder y crear una suerte de Alemania comunista al estilo de la Rusia de la revolución del
17. Muchos alemanes, temerosos de ello, toman la decisión de pasarse a los partidos de la
extrema derecha que culpaban a los judíos de los hechos del año 19. No se debe olvidar
que, al igual que en el caso húngaro, algunos de los revolucionarios eran judíos o de origen
judío como ocurría con Rosa Luxemburg, Kurt Eisner o Gustav Landauer. Esta circuns-
tancia los convirtió, una vez más, en chivos expiatorios sin importar que la mayoría de
los judíos de Alemania diera su voto a los partidos conservadores. En estos tiempos tam-
bién surgen nuevos partidos impregnados de antisemitismo, como es el caso del nsdap
[National Sozialistische Deutsche Arbeiterpartei. Partido Nacionalsocialista Alemán de los
Trabajadores] creado en enero de 1919 por Anton Drexler y Karl Harrer. En septiembre de
1919 Hitler va a una de sus reuniones y se afilia al mismo. En los cuatro años posteriores
a su formación, este nuevo partido antisemita crece enormemente en número de adeptos.
El 24 de febrero de 1920 se anuncia de forma oficial su programa electoral. Finalmente, el
Nacionalsocialismo logra imponerse en Alemania gracias a la profunda crisis económica
que se encontraba atravesando la agónica República de Weimar tras la gran Depresión de
1929 y al descontento generado por la firma de los tratados de paz de Versalles. Así llega al
poder en enero de 1933 de la mano de su líder Adolf Hitler a pesar de la creencia de la gran
mayoría de los judíos, ciertamente optimista, de que los nazis nunca podrían gobernar a
un país tan culto como Alemania; pero para su desgracia se equivocaron.
Sin embargo, esta voluntad de integrar a los extranjeros en la sociedad uruguaya no los
abarcaba a todos. Se pensaba que los inmigrantes que mejor podían llegar a integrarse
plenamente eran los de la Europa Mediterránea –de origen latino– y la Europa Occi-
dental. Se rechaza, en cambio, a los judíos, los gitanos y los inmigrantes de la Europa
Oriental, los Balcanes, el Cercano Oriente y Asia en general porque se los considera-
ba pueblos «exóticos» muy distanciados de la cultura uruguaya del momento. Como
preámbulo a la llamada ley de indeseables del 19 de julio de 19327 comenzaron a emerger
proyectos de restricción a la entrada al país de estos últimos. De este modo, un dirigente
ruralista de la época, Máximo Casciani Seré, presentó en el Congreso Rural de ese año
una ponencia sobre «La inmigración indeseable y el porvenir racial, político-social y
económico de la República». En la misma propuso que se adoptaran fuertes restricciones
legales a la inmigración, calificando de indeseables a «los inmigrantes de los Balcanes y
de la Europa Oriental […] por no tener afinidad con nuestra raza de origen latino […] y
por ser […] universalmente consideradas de nivel mental inferior al de otras razas Euro-
peas Occidentales y Septentrionales» (Casciani Seré en Caetano, 1997:56). No olvidemos
la fuerte presencia de las ideas racistas en la sociedad de la década de 1930, cuyo máximo
exponente fue la Alemania nazi.
Mirando en retrospectiva, podemos decir que el ansiado melting pot no se logró en
nuestro país en los tiempos de la llegada masiva de inmigrantes, porque hasta el pre-
sente se conservan muchos rasgos étnicos diferenciales en nuestra sociedad. Continúan
funcionando muchas de las asociaciones y centros culturales étnicos creados por los
inmigrantes arribados a nuestras costas en la primera mitad del siglo xx –aunque hoy
en día sus objetivos han variado sustancialmente– en los cuales ellos y sus descendientes
se reúnen para compartir una comida, realizar un deporte o festejar fechas con gran
significado en sus países de origen8, e incluso aquellos centros educativos creados para
la educación de sus hijos. Estos últimos han continuado proliferando y dentro de su cu-
rrícula suele encontrarse presente la lengua originaria de sus fundadores. La educación
que muchos judíos continúan recibiendo hoy en día en nuestro país es un fiel ejemplo de
7 Esta nueva ley de inmigración se votó en un tiempo en que nuestro país se encontraba viviendo los
efectos de la crisis mundial de 1929. Por tal motivo, no sólo Uruguay pone limitaciones al ingreso de
inmigrantes sino también el resto de los países receptores.
8 Hasta la fecha, por ejemplo, quien desee formar parte del Casal Catalá, asociación que nuclea a los
catalanes y sus descendientes en nuestro país, tiene que ser presentado por una persona de origen catalán.
A su llegada a nuestro país, las diferentes colectividades de judíos tuvieron también, bien
pronto, la preocupación por brindarles un espacio educacional, ya fuera formal o infor-
mal, a sus hijos para reforzar sus lazos con su cultura de origen.
Los primeros centros educacionales judíos del país fueron creados tanto por los se-
fardíes como por los ashkenazis. Al principio se trataba fundamentalmente de espacios
de educación informal, es decir escuelas complementarias en las cuales se enseñaba a los
niños la lengua de origen de sus padres y religión. La enseñanza de nuestro país era ya
laica y quienes desearan brindarles enseñanza religiosa a sus hijos deberían hacerlo en
centros privados. En otras, en cambio, primaba la enseñanza de oficios dejando de lado
el componente religioso.
Antes de continuar, quería realizar una aclaración con respecto a las instituciones de
enseñanza de la comunidad judía, sobre todo del colectivo ashkenazi. Los inmigrantes
judíos reprodujeron en nuestro país todo el abanico de expresiones tanto ideológicas
como religiosas vividas en sus lugares de origen. Así, podemos encontrarnos con centros
educativos de carácter religioso o ateos, de orientación pro sionista9 o no sionista de la
izquierda y derecha políticas.
En 1914 funcionaba ya, entre los sefardíes, una pequeña escuela sionista llamada Talmud
Torah Sefaradith en donde se impartía enseñanza religiosa. Podemos decir que, desde
sus inicios, las escuelas complementarias judías se crearon con el fin de brindar estudios
religiosos o simplemente para funcionar como una especie de vehículo transmisor de las
tradiciones judías de sus padres.
Los ashkenazis crearán también bien pronto diversas escuelas de este tipo financia-
das por la Jevra Kaduscha en los barrios de mayor concentración de inmigrantes de este
origen como el Centro, Goes, Paso Molino y Cerro. Entre las mismas encontramos al
Colegio Israelita de Goes, el Colegio Israelita Residentes de Polonia, el Colegio Israelita
del Cerro y el Colegio Israelita del Paso Molino. Inclusive otros emprendimientos se
llevaron a cabo en el interior del país en lugares como la colonia agrícola 19 de abril,
instalada en 1914 a 17 kilómetros de Paysandú. En sus 15 años de existencia los colonos
crearon una escuela judía complementaria para sus hijos.
Otras escuelas complementarias creadas no sólo en el primer tercio del siglo xx
sino también con posterioridad fueron la pro sionista y laica Escuela Dr. Teodoro Herzl
10 La misión del movimiento es educar para asegurar la continuidad del pueblo judío. Para ello, la mejor
forma de lograrlo es haciendo aliá, es decir «regresando a Israel».
Es interesante este testimonio, ya que podemos observar cómo muchos padres que no
fueron cultivados en el judaísmo, ya fuera por provenir de hogares mixtos o no, envían
a sus hijos a centros de educación judíos en los cuales beben de las tradiciones de sus
antepasados.
El colectivo judío, preocupado también por el futuro laboral inmediato de sus jó-
venes, creó, además de las escuelas de trabajo informales, centros de estudios formales
equivalentes a la Universidad del Trabajo del Uruguay, como fue la ort, cuyo origen se
encuentra en el siglo xix en Europa. Esta última se fundó en Montevideo en 1942 como
asociación civil sin fines de lucro dedicada a la enseñanza de artes y oficios industriales
recibiendo su personería jurídica en 1949. En los setentas se agrega una sección de edu-
cación secundaria. En 1976 se incorpora el bachillerato técnico y tecnológico reconocido
por el Estado uruguayo para, finalmente, en 1996, convertirse en una universidad.
Conclusión
Podemos afirmar que la existencia de los centros educativos étnicos, como los judíos aquí
presentados, fueron otro de los impedimentos para que, en la sociedad uruguaya, no se
produjera ese anhelado melting pot por parte de los intelectuales y las autoridades urugua-
yas del primer tercio del siglo xx. Se puede hablar, en cambio, que en nuestro país imperó
otro modelo de integración muy diferente, el del citado multiculturalismo, en el cual se
respetó las diferencias culturales dentro del seno de la sociedad uruguaya hasta el día de
hoy, fundamentalmente por la labor llevada a cabo por los propios inmigrantes, quienes
sentían la necesidad de conservar su cultura de origen en esta nueva sociedad y mostrarla.
No olvidemos que el desconocimiento termina produciendo intolerancia, tal como está
ocurriendo hoy en día en muchos lugares de Europa contra quienes hoy optan, por varia-
das circunstancias, realizar el camino inverso, dejando atrás a su querida América, que en
su momento acogió a quienes escapaban de los problemas económicos y de las persecucio-
nes políticas. De este modo, los colectivos de inmigrantes lograron trasmitirles a sus hijos
sus tradiciones, que se estaban perdiendo con el contacto de la sociedad de acogida.
Fuentes primarias
Documentales Inéditas
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Archivo de la Comunidad Sefaradí del Uruguay
Archivo de la Dirección Nacional de Migración del Ministerio del Interior del Uruguay (dnm)
Archivo de la Nueva Congregación Israelita de Montevideo (nci)
Archivo de la Sociedad Israelita Húngara del Uruguay
Archivo del Comité Central Israelita
Entrevistas
Ruth Hirschfeld. Realizada por la Dra. Silvia Facal Santiago. Montevideo, 20 de enero de 1999 (fundadora de
la escuela complementaria ivria).
Peter Wieder. Realizada por la Dra. Silvia Facal Santiago. Montevideo, 28 de julio de 2005 (directivo de la
Sociedad Israelita Húngara del Uruguay).
Soledad Costa Calvo. Realizada por la Dra. Silvia Facal Santiago. Montevideo, 28 de octubre de 2005 (ex
alumna y docente del Instituto Ariel).
Deanne Matalon Morán. Realizada por la Dra. Silvia Facal Santiago. Montevideo, 16 de diciembre de 2005
(hija de un ex profesor de la ort).
Martín Marx. Realizada por la Dra. Silvia Facal Santiago. Montevideo, 09 de agosto de 2006 (hijo del
matrimonio Marx a cargo del Hogar Infantil).
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Julieta Keldjian
Universidad Católica del Uruguay
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Who said that the youths «do not know anything»? Social
representations on globalisation, work and poverty
Mariela Coudannes
A strong sentence falls on the Argentine teenagers that graduate from secondary school with
regard to the information that they possess. The «they do not know anything», is an expression
that encloses a negative appraisal that offers no doubt for many people. In social sciences, what
kind of knowledge is supposed to have been built in the previous education and what kind of
knowledge is requested in the entrance courses? What the youths know, how do they know it and
from what? Studying the representations that the youths have and setting forth hypothesis on
their origin is important from the individual intellectual point of view but is also vital for a pe-
dagogy that may keep in mind the social dimension of knowledge. This paper presents the results
of the investigation on the social representations of people entering in Universidad del Litoral
(Santa Fe, Argentina) around three current problems: globalisation, work and poverty.
Keywords: youths, social problems, representations, knowledges
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