Manual Básico de Exploración Psicopatológica
Manual Básico de Exploración Psicopatológica
Manual Básico de Exploración Psicopatológica
de exploración
psicopatológica
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Manual básico
de exploración
psicopatológica
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
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www.sintesis.com
ISBN: 978-84-9171-260-2
Depósito Legal: M. 2.678-2019
Introducción.............................................................................................................................................. 11
Parte I
Evaluación y documentación
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Manual básico de exploración psicopatológica
Parte II
Exploración psicopatológica: funciones y procesos que explorar
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Índice
Parte III
Aspectos prácticos
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Manual básico de exploración psicopatológica
6.4. Las anotaciones. Cómo tomar nota y qué hacer con ellas .................... 138
6.5. Resumen ..................................................................................................................................... 141
6.6. Preguntas de autoevaluación ...................................................................................... 144
8
Índice
Bibliografía................................................................................................................................................ 187
9
2
Documentación del proceso
de exploración
–– Conocer los aspectos fundamentales y los apartados que se suelen incluir en una
historia clínica.
–– Describir los apartados más importantes del psicopatograma o exploración psi-
copatológica.
–– Resumir los puntos del informe psicológico.
–– Describir los pasos para la realización de la presentación y formulación del caso.
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Parte I. Evaluación y documentación
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Documentación del proceso de exploración
en este apartado), los resultados obtenidos en el examen del estado mental, y el físico
si es pertinente, los resultados obtenidos en las pruebas adicionales realizadas, la for-
mulación del caso (de este apartado se deriva la presentación y formulación del caso),
el diagnóstico categorial, según los sistemas de clasificación oficiales y el diagnóstico
diferencial, el tratamiento propuesto, el pronóstico, el resumen y las recomendacio-
nes (de este apartado se puede derivar el informe), junto con las notas de progreso y
seguimientos.
Muchas veces la historia incluye también otras fuentes de información aparte del
paciente (familiares, amigos, personal sanitario), que es conveniente que se compilen
en hojas separadas.
La historia es, por tanto, un documento en continua evolución y nunca completado,
dado que se va ampliando y modificando en función del estado del individuo a lo largo
de diferentes momentos (progresos, recaídas, nuevos problemas, etc.). Es la visión dia-
crónica de la persona y su problemática.
En este apartado se desarrollará el contenido del primer punto de la historia (la his-
toria propiamente dicha), es decir, la recopilación de información referente a la identifi-
cación de la persona y sus circunstancias pasadas y presentes. Existen diversos protoco-
los para recoger toda esta información que constituye la “historia clínica” de la persona,
pero en todos ellos se suele incluir la misma información, que es la que a continuación
se detalla, y que está basada, con modificaciones, en el manual de Kaplan y Sadock
(Sadock, Sadock,y Ruiz, 2015).
A veces, la persona es remitida por otro profesional o por otra institución (judicial, sani-
taria, administrativa, etc.) para ser evaluado. En ese caso, hay que indicar quién lo remi-
te y el motivo de la referencia, así como las expectativas de la consulta o la evaluación.
Las quejas del paciente hay que recogerlas con sus propias palabras (normalmente,
cuando es una expresión literal del paciente se pone entre comillas); es decir, hay que
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Parte I. Evaluación y documentación
establecer por qué ha venido o ha sido traído. La queja debe registrarse, aunque el pa-
ciente sea incapaz de hablar, niegue tener cualquier tipo de problema o haga afirma-
ciones extrañas. A veces, la queja del paciente no coincide con el problema principal,
que ha de ser definido por el profesional, especialmente en aquellos casos en los que no
existe conciencia de enfermedad.
Se trata del cuadro cronológico y comprensivo del problema del paciente. Hay que son-
dear desde cuándo le sucede, el tipo de comienzo (insidioso, brusco), si existe relación
con algún acontecimiento vital, la progresión y el curso del problema.
Hay que recoger información sobre otros episodios de problemas mentales previos, su
cronología, su sintomatología y diagnóstico, el grado de incapacitación que produjo, el
tratamiento que recibió, durante cuánto tiempo y su resultado. Si es posible, es conve-
niente solicitar información a los centros en los que fue tratado.
Se debe determinar si el episodio actual tiene semejanzas con episodios anteriores.
En ese caso, se debe dar una especial atención al primer episodio: precipitantes, posi-
bilidades diagnósticas, capacidad de adaptación, respuesta al tratamiento, etc. Se ha de
anotar igualmente si nunca recibió asistencia. También hay que explorar si en la historia
previa ha habido actos autolesivos o intentos de suicidio.
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Documentación del proceso de exploración
Es importante distinguir entre el problema que presenta una persona y lo que es su vida
(aunque a veces, para determinados problemas, ambas cosas son difíciles de diferen-
ciar). Este apartado se dedica a la comprensión biográfica y su relación con el problema
actual. Hay que destacar los acontecimientos vitales importantes en el desarrollo del
individuo. Se debe dar una especial atención a las siguientes áreas: familiar, educativa,
laboral, social, sexual y tiempo libre. También se ha de recoger información sobre las
condiciones de vida actuales: con quién vive, red social, etc.
2.1.11. Personalidad
Es necesario saber cómo era la personalidad previa al inicio del problema y evaluar
si ha habido un cambio drástico, así como las actitudes hacia los demás en sus rela-
ciones. Hay que explorar el concepto que de sí misma tiene la persona, sus actitudes
morales y valores y cómo reacciona ante situaciones estresantes. También hay que va-
lorar si existe discrepancia entre la visión que el paciente da de sí mismo y la que dan
los demás de él.
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Parte I. Evaluación y documentación
Es cierto que hemos fraccionado en cierta medida la unidad psíquica de las fun-
ciones, pero lo hemos hecho únicamente porque, si uno quiere en general tener ex-
periencia de algo, ha de ir mirando de una función a otra… Tampoco el botánico que
va describiendo la forma, el color, la hechura superficial, etc. de una hoja, piensa
que ésta se componga de la suma de estos elementos. Pero si quiere dar una des-
cripción tendrá también que realizar un análisis, pues no le es posible decir todo de
una sola vez. Exactamente así, y solo así, entendemos nosotros nuestro análisis. De
ello resulta que a veces se difuminarán y entrecruzarán necesariamente los límites
de las diversas secciones (…) Es decir, es posible considerar aisladamente una única
manifestación, incluso será menester hacerlo, pero ella misma no es algo aislada.
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Documentación del proceso de exploración
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Parte I. Evaluación y documentación
Una vez que el clínico ha recogido la información pertinente, es necesario que resuma
clínicamente sus hallazgos. Es el momento de realizar la formulación del caso. Pero
para formular un caso, primero hay que presentarlo; es decir, recopilar y presentar
la información específica y relevante (por ejemplo, a otros colegas en las sesiones
clínicas). Es importante que en el momento de la presentación no se haga ningún tipo
de inferencia o explicación, sino que se ha de proporcionar una descripción lo más
precisa y objetiva posible (véase el anexo web 4). El propósito es que cualquier colega
pueda tener la información suficiente para conocer al paciente y su problemática, aun-
que nunca haya tenido contacto con él o con ella. Se ha de incluir una serie de datos
resumidos que figuran en el cuadro 2.3.
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Documentación del proceso de exploración
intentando explicar por qué se han desarrollado las dificultades o problemas que presen-
ta el paciente y proporcionar predicciones basadas en esa información.
Hay que tener en cuenta que la formulación no solo se ocupa del trastorno, sino
también de comprender cómo las experiencias a lo largo de la vida de la persona han
influido en su personalidad y en sus modos de reaccionar a la adversidad (Gelder, Gath y
Mayou, 1991). Para ello, es necesario haber evaluado y valorado las áreas problemáticas
clave, junto con aquellos factores del desarrollo que sean relevantes y las circunstancias
sociales de la persona. Se ha de incluir cuáles son los factores relevantes predisponen-
tes, precipitantes y perpetuantes del trastorno, así como sus manifestaciones cognitivas,
somáticas y conductuales.
El propósito de la formulación es, por tanto, clarificar la presentación del caso
y dirigir el tratamiento a aquellas áreas que son clínicamente relevantes, ya que la
planificación terapéutica y el éxito de las estrategias de intervención que se realicen
dependen, en gran medida, de la capacidad de hacer una buena formulación del pro-
blema. En la situación clínica ideal, cada intervención debería hacerse con la formu-
lación en mente.
Las ventajas de hacer una formulación de caso son muchas, ya que ayuda al clínico a
clarificar sus ideas con respecto al paciente, forzándose a identificar solo la información
que es de importancia para el tratamiento. Además, como ha de ir revisándose y actua-
lizándose con la información adicional que va surgiendo en las sesiones de tratamiento,
le ayuda también a recordar la información y valorar el progreso, especialmente cuando
los casos son largos. Es importante subrayar que no es algo que solo se concibe o se
escribe una vez en la evaluación inicial.
La formulación ha de ser concisa, pero ha de trascender al resumen, ya que se deben
discutir ideas alternativas sobre el diagnóstico, la etiología, el tratamiento y el pronósti-
co, así como los argumentos a favor y en contra de cada alternativa (Gelder et al., 1991).
Aunque una buena formulación se basa en hechos y no en especulaciones, sin embargo,
debe contener hipótesis verificables sobre aquellos aspectos de los que no hay certeza
en el momento de su elaboración.
Hay muchos modos de hacer formulaciones y la que aquí se expone sigue las di-
rectrices de Gelder et al. (1991). Se empieza con una afirmación concisa de las carac-
terísticas esenciales del caso (dos o tres frases); después, se considera el diagnóstico
diferencial, listando las posibilidades razonables en orden de probabilidad y evitando
enumerar todos los diagnósticos concebibles que no sean próximos al caso. Se ha de
indicar cuál es la evidencia a favor y en contra de cada diagnóstico, con una evaluación
del resultado e indicando las conclusiones del diagnóstico más probable. Seguidamente,
se abordan los aspectos de la etiología, identificando los factores predisponentes, preci-
pitantes y mantenedores. Los predisponentes se consideran en orden cronológico, mos-
trando cómo cada factor puede añadir algo a los anteriores. Las conclusiones sobre el
diagnóstico y la etiología se resumen con un listado de los problemas y de cualquier otra
exploración que se necesite. Finalmente, se realiza el diagnóstico utilizando los criterios
de un manual diagnóstico de carácter oficial (por ejemplo, CIE o DSM). Luego, se per-
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Parte I. Evaluación y documentación
fila el plan de tratamiento de un modo conciso. Por último, se hacen afirmaciones sobre
el pronóstico, realizando predicciones sobre cuál es el curso más probable en función del
tratamiento y cuáles los factores que pueden entorpecerlo.
Como puede verse, la formulación del caso es mucho más que la afirmación de un
diagnóstico. El objetivo es crear un modelo de comportamiento individual del paciente y
poder así perfilar un tratamiento también individualizado, por lo que debe proporcionar
la estructura dentro de la cual se pueda aplicar un tratamiento y se pueda predecir un
pronóstico.
La formulación debe estar anclada temporalmente, incluyendo notas de progreso y
cambios. En los ámbitos hospitalarios, suelen redactarse en dos ocasiones: una semana
después del ingreso, tras haber abierto (o reabierto) la historia y realizado el examen del
estado mental, objeto de la primera sesión clínica y, en segundo lugar, cuando el pacien-
te va a ser dado de alta, incluyendo el juicio clínico del profesional responsable, otros
puntos de vista y la respuesta del paciente al tratamiento.
2.5. Resumen
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Documentación del proceso de exploración
6. Historia y evolución del problema actual. Se trata del cuadro cronológico y
comprensivo del problema del paciente.
7. Problemas mentales anteriores. Además, se debe determinar si el episodio ac-
tual tiene semejanzas con episodios anteriores.
8. Historial médico. La extensión variará en función de la edad del paciente
9. Historia personal. Comprensión biográfica y su relación con el problema ac-
tual, destacando acontecimientos vitales importantes.
10. Antecedentes familiares (de trastornos mentales).
11. Personalidad. Hay que recoger información sobre la personalidad previa al ini-
cio del problema y evaluar si ha habido un cambio drástico.
Por lo que se refiere al psicopatograma o examen del estado mental, este recoge
información sobre el momento actual del estado mental del paciente, a diferencia de la
historia clínica, que incluye la visión diacrónica y longitudinal. De hecho, la exploración
no debe estar contaminada con los datos de la historia. Para realizar la exploración, el
clínico ha de rastrear todos los procesos psicológicos y actividades mentales e identificar
el déficit o la alteración que se presenta en cada área evaluada, pero sin perder de vista
la articulación global de la psicopatología del paciente.
En cuanto al informe psicológico, este se realiza una vez se ha completado el pro-
ceso de evaluación (incluyendo la exploración y aquellas pruebas que el clínico deter-
mine). Aunque se trata de un paso más del proceso evaluador, en la práctica cotidiana
se suele realizar cuando es solicitado (por la persona evaluada, por otro profesional o
por alguna institución). En él deben aparecer los datos de filiación del profesional que lo
realiza, el nombre la persona evaluada y el de quien lo solicita. Si la evaluación hubiera
sido requerida con un fin concreto, se deben especificar los objetivos. Se han de indicar
los instrumentos y técnicas utilizadas, los resultados obtenidos y las conclusiones y re-
comendaciones oportunas.
Por último, la presentación y formulación clínica del caso es un resumen clínico
de los hallazgos obtenidos una vez que se ha recogido toda la información pertinente.
Específicamente, en la presentación se recopila y organiza la información relevante
para presentarla, por ejemplo, a otros colegas en sesiones clínicas. Debe incluir una des-
cripción precisa y objetiva, sin incluir inferencias o posibles explicaciones. El objetivo
es que otro profesional pueda tener la información suficiente para conocer al paciente y
su problemática. Una vez presentado el caso, se procede a su formulación, y aquí ya se
pasa de la descripción a la interpretación, planteando inferencias y formulando sus hi-
pótesis. El objetivo es intentar comprender a la persona y sus problemas, haciendo una
conceptualización de qué es lo que le ocurre al individuo, relacionando todos los datos,
intentando explicar por qué se han desarrollado las dificultades o problemas y propor-
cionando predicciones basadas en esa información. El propósito de la formulación es
clarificar la presentación del caso y dirigir el tratamiento a las áreas clínicamente rele-
vantes. En la formulación ha se deben discutir ideas alternativas sobre el diagnóstico,
la etiología, el tratamiento y el pronóstico, y los argumentos a favor y en contra de cada
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