214 La Relación Hombre - Naturaleza

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LA RELACIÓN HOMBRE-NATURALEZA

http://www.eurosur.org/medio_ambiente/bif7.htm

The dogmas of the quiet past are inadequate to the


storny present. The occasion is piled high with
difficuly, and we must rise with the occasion.
As our case is new, so we must
think anew and act anew.
Abrahan Lincoln

I believe that every major new human experience


calls for a new theoretical response, different from
all earlier ones: a new theoretical paradigm is not
just a mental construct but a response to
a new empirical reality.
Rajni Kothari

No cabe duda que uno de los temas más importantes que en la actualidad se discuten,
tanto en foros internacionales como en círculos académicos y políticos, es el del medio
ambiente. La inquietud por estos problemas conquistó su lugar en el debate público,
limitándose básicamente a los problemas de la contaminación. Con esta visión
restringida de la problemática ambiental se iniciaron las discusiones previas a la
Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano (1972), entre cuyas
actividades preparatorias fue de especial significado la reunión de Founex (Ginebra,
1971). Fue allí donde por primera vez se intentó establecer un vínculo entre medio
ambiente y desarrollo.

La pregunta que se planteaba en ese momento podría formularse en los siguientes


términos: ¿son medio ambiente y desarrollo dos conceptos excluyentes?, ¿existe una
dicotomía entre ambos? O más bien, ¿tiene que considerarse el medio ambiente como
parte integral del desarrollo?

De ser correctas las dos primeras formulaciones, nos enfrentan a una disyuntiva: la de
elegir entre los objetivos del desarrollo o la meta de la protección y el mejoramiento del
medio ambiente. En cambio, la tercera formulación asigna a la dimensión ambiental
implicaciones socioeconómicas y políticas que obligan a reexaminar los conceptos de
desarrollo y medio ambiente y su interrelación mutua.

Por consiguiente, la aceptación de esta última postura --la que concibe el medio
ambiente como parte integral del desarrollo-- plantea la necesidad de definir cómo y a
través de qué elementos, estructuras, acciones y fenómenos se hace manifiesta la
relación medio ambiente-sociedad-desarrollo.

Uno de los logros más importantes de la Conferencia de Estocolmo fue justamente


demostrar que las políticas aisladas o las medidas ad hoc, dirigidas a la solución parcial
de los problemas ambientales, estaban destinadas al fracaso a largo plazo. Ello se ha
hecho evidente en algunas de las llamadas crisis --por ejemplo, las de energía y
alimentos--, en que las interrelaciones entre componentes ambientales y sociopolíticos
se manifiestan concretamente.
El enfoque iniciado en Founex y Estocolmo, que se hiciera explícito más tarde en la
declaración de Cocoyoc (México, 1974) y que culmina con el informe Brutland, ha ido
clarificando cada vez más la relación orgánica existente entre el medio ambiente físico
y los aspectos económicos, sociales y políticos que definen un determinado uso de la
naturalea y de los recursos naturales. Tal relación se manifiesta en estructuras e
instituciones, en objetivos y políticas, en planes y estrategias, tanto a nivel nacional
como internacional.

El desarrollo humano se ha caracterizado por un constante incremento de la capacidad


cognoscitiva del hombre y de su poder para actuar sobre la naturaleza. Sin embargo,
dicho poder se ha visto enfrentado a un encadenamiento dinámico de fenómenos y
situaciones que paulatinamente se ha hecho más evidente, planteándole nuevas
exigencias en cuanto a sus acciones e instrumentos, así como en cuanto a su manera
de concebir y conceptualizar la realidad. Preservar en un conocimiento «lineal»,
compuesto de innumerables disciplinas paralelas, no alcanza a cumplir ya sus objetivos
científicos ni prácticos. El indispensable proceso de desarrollo supone
complementariedades y transformaciones que se dan en universos interdependientes.

Las políticas tendentes a frenar la creciente acumulación de desechos de todo tipo, las
aglomeraciones urbanas irracionales o el agotamiento de recursos básicos, no pueden
ir contra el proceso de desarrollo, sino más bien orientarlo, armonizándolo y
adecuándolo al medio ambiente, el cual es, en último término, el que determina las
posibilidades del desarrollo social y expansión económica en el largo plazo.

La complejidad creciente de las interrelaciones entre fenómenos ha hecho que la


relación sociedad-medio ambiente se plantee cada vez más como un problema mundial
que, desbordando lo puramente físico y natural, atañe por igual a todos los sistemas
socioeconómicos y a todos los grupos sociales; esta complejidad también preocupa a
todas las ideologías. Es, asimismo, una relación cuya comprensión sobrepasa el ámbito
de las ciencias particulares, exigiendo un constante esfuerzo de integración
interdisciplinaria. Como señala Daniel P. Moynihan, «tal vez el concepto de
interdependencia ha llegado a ser el principal elemento de una nueva conciencia en la
sociedad mundial».1

La relación hombre-naturaleza como fenómeno social

El comportamiento obtuso de los hombres


frente a la naturaleza condiciona
su comportamiento obtuso entre sí.
Karl Marx.

La relación hombre-medio ambiente natural es, antes que nada, una relación unitaria,
que implica una interacción recíproca entre ambas entidades, que aisladas de su
dialéctica carecen de sentido. No existe un medio ambiente natural independiente del
hombre: la naturaleza sufre siempre su acción transformadora y a su vez lo afecta y
determina en un proceso dialéctico de acciones e interacciones.

La historia del hombre ha sido la búsqueda constante de instrumentos y formas de


establecer relaciones con la naturaleza y, a través de este proceso histórico, la ha ido
utilizando y adaptando a sus necesidades. Dicha modificación permanente de la
naturaleza afecta al mismo tiempo al hombre, originando cambios en sus condiciones
de vida y en las relaciones con sus semejantes.

Dentro de este proceso dialéctico de influencias recíprocas, la relación hombre-


naturaleza no se da en términos abstractos, sino del hombre en tanto grupo social, parte
de un determinado sistema social, en un medio ambiente específico. La relación del
hombre con la naturaleza y la transformación que deriva de esta relación es así un
fenómeno social. No existe, por lo tanto, una escisión entre sociedad y naturaleza o,
mejor dicho, entre sistema social y sistema natural, debiendo éstos ser concebidos como
partes de un todo, como dos subsistemas interrelacionados, integrados a un sistema
mayor.

El contexto general dentro del cual se mueve el hombre está determinado, por un lado,
por aquellos fenómenos físicos, geofísicos, biológicos, químicos, etc., que plasman una
realidad ambiental y cuya dinámica es la de los fenómenos naturales. Y, por otro lado,
por la presencia de la actividad humana, que define la realidad social, realidad que --al
transcurrir en una dimensión histórica-- trasciende el medio natural.

Si se acepta esta interdependencia hombre-sociedad-medio ambiente, entonces surge


la necesidad de enfrentar la problemática ambiental dentro de sistemas analíticos
comprensivos, que representen, en forma adecuada, esa realidad que históricamente
se ha ido integrando hasta alcanzar una dimensión planetaria.

A lo largo de la historia, la acción del hombre sobre los procesos naturales se ha ido
materializando en lo que podría llamarse un medio ambiente construido, que se
superpone al medio ambiente natural: el proceso social-histórico se lleva a cabo en un
lugar dado, en un espacio que preexiste a la vida humana y a cualquier sociedad. Se
trata del espacio físico, natural o, en su acepción más común, del medio ambiente. Con
el devenir histórico se va creando otro espacio que está básicamente determinado por
las relaciones humanas y por su modo de organización social. Junto al espacio físico
preexistente se construye así un espacio social. Ambos están estrechamente
interrelacionados, a tal punto que no es posible distinguir el uno del otro de no madiar
un proceso analítico.

Estas consideraciones permiten concebir la relación medio ambiente-sociedad dentro


de una dimensión espacial. Al mismo tiempo, es importante tener presente la dimensión
temporal subyacente a la interacción entre ambas entidades: la relación sociedad-
naturaleza no tiene sentido único; se trata de un proceso esencialmente recíproco y
cambiante. La intervención del hombre sobre el medio ambiente y las consecuencias
que de ello se derivan no son hechos o fenómenos aislados, sino que transcurren dentro
de un continuo temporal. Es preciso entonces conocer las relaciones en sus
movimientos, en su dinamismo, teniendo en cuenta que la acción del sistema social está
ligada a su historia y a los tipos de organización que el grupo adopta en un momento
específico.

Al abordar la dimensión temporal, la existencia de dos tipos de tiempos se hace


evidente: el tiempo en que transcurre la sociedad humana y el de los sistemas naturales.
El primero corresponde a la realidad social, que va generando su propia sucesión a
través de un proceso dialéctico, originando nuevas relaciones entre los individuos y, por
lo tanto, nuevos mecanismos de regulación del proceso social y natural. Este recurso
temporal está organizado en secuencias, cuyo término está definido por el cambio
cualitativo que resulta de la interacción dialéctica producida en su seno.

El proceso social se lleva a cabo dentro del ámbito natural representado por el conjunto
materia-energía, constituyentes de la biósfera. Este conjunto tiene también
su tempo determinado por la duración de los fenómenos biológicos, físicos, geofísicos
y químicos. Su realidad temporal es anterior a la de los fenómenos sociales y su ritmo
es diferente.

Por lo general, las manifestaciones naturales son de muy largo transcurso, en cuanto a
cambio cualificativo se refiere, pero también pueden ser súbitas y violentas, alterando
por completo un proceso y afectando profundamente la base natural sobre la que se
asienta la vida humana. Po otro lado, la realidad social y la acción humana van
modificando la naturaleza a un ritmo determinado de gestación y maduración previa a
su manifestación percibible. Se gestan así cambios en el sistema natural acordes a una
realidad temporal propia del sistema social.

La realidad social es regulada y modificada por el grupo de acuerdo con su forma de


organización, su sistema económico y su universo valórico. La realidad natural es
regulada a su vez por la dinámica de los fenómenos naturales.

Entre los sistemas sociales y el medio natural existe un mediador: la tecnología. Cada
vez en mayor medida el grupo social se sirve de este mediador para obtener los bienes
que requiere la satisfacción de sus necesidades. Dichas necesidades cambian,
dependiendo de las pautas culturales, de las estructuras económicas, de las
características políticas del sistema social en cada momento histórico y del proceso de
desarrollo. Se va produciendo así una progresiva diversificación y una complejidad
creciente en las necesidades sociales, que requieren, para ser satisfechas, un proceso
productivo más sofisticado. Con ello, la relación sociedad-medio ambiente se torna más
intrincada e interdependiente.

La mayor complejidad de las relaciones medio ambiente-sociedad se manifiesta


históricamente en distintas formas de producción y en una red cada vez más estrecha
de relaciones entre ellas. La creciente integración del sistema mundial introduce en este
proceso dinámico un nuevo elemento. En efecto, las acciones del hombre sobre un
determinado ecosistema natural, en un espacio geográfico definido, afectan otros
sistemas naturales, a veces muy distantes. Y, lo que es aún más importante, el proceso
decisional en el mundo de hoy se lleva a cabo en espacios sociales, económicos y
naturales a menudo diferentes y geográficamente distantes de aquellos en los que
prácticamente se ejecutará.

Se conforman así sistemas más globales de relaciones en los que la dinámica entre
medio ambiente y sociedad deja de ser inmediata para verse afectada, influida o
determinada por las acciones de otros grupos sociales distantes, tanto espacial como
temporalmente.

De lo anterior se deduce que medio ambiente y sociedad no sólo se deben analizar en


su dimensión espacial, sino también en función de los periodos históricos por los que
atraviesan y por las formas de organización social que se adoptan en cada uno de ellos.
Espacio y tiempo son, pues, las dimensiones en que coexisten el sistema social y el
sistema natural, no en tanto categorías abstractas, sino como entidades reales de un
proceso concreto. En este contexto, periodos históricos y sistemas espaciales de
relaciones generan sus propias estructuras conceptuales que, en el marco de formas de
producción específicas, dictan estrategias de desarrollo y procesos de gestión del medio
ambiente.

No existe una ciencia que sea independiente de un determinado contexto ideológico,


sino más bien una relación funcional entre ciencia e ideología. Por lo tanto, en el estudio
de esa relación, hay que explicar cuáles son los objetivos subyacentes de la forma de
conceptualización utilizada para definir la relación sociedad-medio ambiente.

Aunque tradicionalmente las ciencias económicas no se han ocupado en forma explícita


de dicha relación, ésta subyace, ya sea en la interpretación o en el análisis del fenómeno
económico y en los supuestos que en él se adoptan. Por otra parte, el concepto de
desarrollo es también un tópico relativamente reciente, no definido por los clásicos,
ignorado por los neoclásicos y asimilado al crecimiento económico por los Keynesianos.
Pero no cabe duda que las políticas que se derivan de las diferentes doctrinas suponen
un proceso de desarrollo, una intención en relación con el futuro.

En general, las ciencias económicas reflejan una determinada ideología y responde a la


interpretación que, en función de esa ideología, se hace de una específica situación
histórica cada doctrina económica ha estado condicionada por la circunstancia de su
tiempo.

La relación entre la realidad y el pensamiento económico se concibe así como un


proceso dialéctico, que hace que el contenido doctrinal de la ciencia económica vaya
cambiando a medida que cambia la sociedad.

Si la realidad está constituida por lo natural y lo social en su interrelación mutua,


entonces la relación medio ambiente-desarrollo es ineludible, íntima e inseparable. Esto
implica que no es posible interpretar el fenómeno del desarrollo prescindiendo de la
dimensión ambiental y, consecuentemente, que no es posible alcanzar objetivos y metas
del desarrollo sin explicar la dimensión ambiental.

Toda concepción de desarrollo que proponga y oriente la actividad económica y social


hacia determinados objetivos, ignorando el contexto ambiental del sistema social, tarde
o temprano llevará a un proceso de deterioro del medio natural que, en el largo plazo,
frustra el logro de los objetivos socioeconómicos. Por consiguiente, en el largo plazo,
las consideraciones de orden ambiental no pueden ser ignoradas so peligro de que el
proceso de desarrollo se vea comprometido. Por otra parte, una concepción
estrictamente ecologista o ambientalista, que haga abstracción del sistema social, sus
conflictos en términos de poder, sus desigualdades y sus desequilibrios, ocasionará
también un deterioro del medio ambiente, al no considerar los factores causales de
orden socal y económico que dan origen a este deterioro y al aplicar criterios de
racionalidad ecológica ajenos muchas veces a los objetivos sociales. Así, por un lado,
la sociedad opulenta explotará al máximo el medio ambiente para satisfacer
necesidades suntuarias o superfluas, mientras que los más necesitados lo deteriorarán
en su afán de proverse con el mínimo requerido para subsistir.

Los objetivos de desarrollo económico y social deben sustentarse en un manejo


adecuado del medio. Más aún, el medio ambiente es el conjunto de recursos que
pueden ser explotados con racionalidad económico-social y ambiental, para el logro de
objetivos de desarrollo válidos a largo plazo.

Aceptando este enfoque, se llega a un concepto de desarrollo que implica la necesidad


de un proceso armonioso con el medio ambiente que, al mismo tiempo, no sacrifica sus
objetivos sociales fundamentales.

Esta concepción de desarrollo exige no sólo una revisión del concepto mismo, con vista
a considerar la dimensión ambiental, sino también del alcance de otros conceptos que
han sido asimilados al de desarrollo, a fin de poner de manifiesto la ideología implícita
en cada uno de ellos y los modos de gestión y acción sonsiguientes. En ellos se han
subrayado --dependiendo de quién utiliza el término-- uno o más aspectos del problema,
pero nunca su totalidad. Es importante destacar que cada interpretación del término
conlleva una política definida, es decir, la aceptación de un determinado concepto
presupone una orientación en la acción futura. De ahí la necesidad de precisar la
concepción de desarrollo frente a otros conceptos que pertenecen a cuerpos teóricos
diversos.

Así, desarrollo y riqueza son conceptos similares para algunos. Para otros, desarrollo
equivale a riqueza e industrialización. Otros más identifican desarrollo con riqueza y
tienden a definir una política que maximice la riqueza, mientras que los que asocian el
desarrllo con la industrialización propiciarán la creación de industrias, y quienes
identifican desarrollo y crecimiento promoverán un proceso de expansión económica.
Cada uno de estos conceptos tiene sus raíces en interpretaciones económicas
elaboradas en determinados momentos históricos, para responder a problemáticas
específicas y propias de la coyuntura, y reflejarán además la ideología de quienes
teorizaron y racionalizaron una situación dada, con vistas a justificar la acción política.

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